Participación Social: Solidaridad y reciprocidad

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Participación Social, solidaridad y reciprocidad.
La magnitud y diversidad de los problemas que enfrenta la sociedad hace imprescindible que se busque la
consulta y el consenso de los diversos grupos sociales. La participación social es un concepto muy amplio en
el cual puede darse cabida a los diferentes tipos de relación entre el gobierno y la población y cubre una
amplia gama de posibilidades que van desde el diagnóstico de un problema hasta su solución.
Las características que se viven en la actualidad no permiten aceptar actitudes inactivas de los ciudadanos. La
participación social es instrumento básico sin el cual el sistema estatal de planeación democrática no podría
funcionar cabalmente, ya que el concepto de planeación democrática lleva implícito una idea de desarrollo
que involucra necesariamente a todos, desarrollo no es únicamente una responsabilidad del gobierno, sino
producto de la conjunción de esfuerzos del pleno de la sociedad.
En esta época, la participación social requiere encontrar cauces, no puede ser fruto del azar y de la
espontaneidad; debe institucionalizarse a través de métodos y mecanismos múltiples que permitan al pueblo
decidir, en pleno ejercicio de su libertad y de manera permanente, qué hacer, cómo y cuándo hacerlo,
diagnosticar problemas y al mismo tiempo perfilar políticas y estrategias para solucionarlos.
En el ámbito del Sistema Estatal de Planeación Democrática tendrá lugar la participación y consulta de los
diversos grupos sociales, con el propósito de que la población exprese sus opiniones y comprometa
responsabilidades para la elaboración, actualización y ejecución de todos aquellos planes de mejora. El reto de
la sociedad es fortalecer la reciprocidad entre el individuo y la sociedad. La solidaridad debe fundarse en la
participación de cada individuo y en su voluntad de asumir responsabilidad social.
Los principios social democráticos se basan en el presupuesto de que todos los seres humanos son individuos
únicos, de igual valor y que trabajan juntos solidariamente. Los seres humanos necesitan de respeto y
reconocimiento mutuo. El valor intrínseco de cada persona está ligado al de las demás. La fortaleza del ser
humano no se mide por su capacidad para mantenerse en pie por sí solo, sino por su capacidad de reconocer
su dependencia respecto de los otros y de ver en ellos la dignidad humana, desde la que el concepto de
solidaridad es posible. Toda sociedad se compone de individuos responsables recíprocamente, que unen sus
esfuerzos para alcanzar los objetivos que se han propuesto perseguir en común.
Las necesidades y consideraciones de carácter social, psicológico, democrático y ético son tan centrales para
el desarrollo y bienestar humanos como lo son las de orden económico. La sociedad actual se caracteriza por
su multiplicidad de normas, opiniones y formas de expresión cultural. Ello proporciona una mayor libertad, al
tiempo que exige tolerancia. La tolerancia implica dar cabida a la diversidad de valores y a la formulación e
interpretación pluralistas de las líneas directrices morales sociales, pero presupone también el consenso acerca
de los principios prevalentes en la sociedad.
En medio de tal variedad, hay muchos que buscan sus raíces, una base estable y duradera. Buscan un contexto
en el que encontrarse a sí mismos y que les confiera identidad, elemento importantísimo para poder hacer
frente a cambios sociales rápidos con un sentimiento de seguridad y aceptación. Las actividades culturales
pueden ayudarnos a desarrollar la propia identidad y también a acercarnos mutuamente. El potencial de la
cultura como vehículo de experiencias, adquisición de conocimientos y desarrollo personal es mayor que
nunca en la sociedad de la información y las innovaciones tecnológicas. Nuestra labor será la creación de
igualdad de oportunidades y de diversidad de expresión. A través de nuestra política cultural, pondremos las
condiciones necesarias para que el poder creativo y la inventiva individuales puedan manifestarse libremente
en tantos ámbitos como sea posible.
La relación entre el individuo y la sociedad debe ser replanteada constantemente. Esto es sumamente
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importante en tiempos como éstos, en los que se producen cambios a todos los niveles. Debemos plantearnos
constantemente si las instituciones y los instrumentos políticos que desarrollamos sirven al individuo y si
están configurados de manera que los ciudadanos los consideren adecuados y racionales, de modo que sus
relaciones con ellos sean de carácter fiel y responsable. El grado de responsabilidad individual con respecto a
los sistemas y servicios que administramos en común dependerá de que se hagan accesibles para la población
y funcionen de tal modo que los ciudadanos los consideren suyos.
Muchas personas tienen problemas para incorporarse al ritmo del desarrollo social y encontrar los datos
deseados dentro de la ingente cantidad de información disponible. Muchos se adaptan a las decisiones
políticas después de haber sido tomadas, en lugar de aprovechar la oportunidad de influir sobre ellas a priori.
Estas actitudes pueden ocasionar la aparición de sentimientos de impotencia y pesimismo y la pérdida de la fé
en que es posible influir en el curso del desarrollo político y social. El riesgo mayor es que no se haga realidad
por completo la esencia de la democracia: que todos tienen igual valor y por lo tanto, el derecho de ser
escuchados.
Nuestro punto de partida es que cada individuo debe tener tanta influencia como sea posible sobre aquellas
decisiones que afecten sustancialmente a las propias condiciones de vida. La oportunidad de ejercer influencia
debe comenzar en el entorno inmediato del individuo, el vecindario, el medio local, la clase o el puesto de
trabajo. Se debe consultar con mayor frecuencia a niños y jóvenes en el proceso de formulación de políticas
que les conciernen. De esta manera, se está creando compromiso político y participación activa entre los más
jóvenes. Si hay escasas oportunidades de ser escuchado y de participar en la toma de decisiones, es fácil
perder la fé en el poder de influir en la política nacional e internacional. De ahí la gravedad de que flaqueen el
compromiso y la participación democrática al nivel local. Esto último constituye un reto importante para los
partidos políticos, dado que nuestras instituciones democráticas se fundamentan en ambos aspectos.
Los partidos responden de la puesta en marcha de debates, de captar simpatizantes y de ser el instrumento
canalizador de la opinión y la participación en la toma de decisiones políticas. El método de trabajo del
Partido Laborista incluirá, por consiguiente, la consulta, el extenso debate y el diálogo.
Una democracia viva en la que existan el compromiso popular y el debate presupone asimismo que seamos
capaces de dar un enfoque crítico al funcionamiento de la vida política y del sistema electoral. Se debe
someter continuamente a discusión el sistema electoral, de manera que siempre esté en condiciones de crear el
máximo posible de participación y compromiso entre la población.
La tecnología de la información representa posibilidades y también peligros para la democracia. Los nuevos
medios de comunicación pueden ayudar a los individuos a hacer mejores opciones dentro de la avalancha de
información disponible e incrementar su nivel de conocimientos y sus posibilidades de participación. Pero
también pueden contribuir a la creación de mayores desigualdades, pues algunos aprenden a manejar estos
instrumentos, mientras que otros no lo hacen. La nueva tecnología de la información debe utilizarse para
potenciar las posibilidades que tiene cada individuo de ejercer su influencia en la vida política y frente a la
administración pública. El resultado dependerá en gran medida de que se garantice por medio de decisiones
políticas su accesibilidad y el aprendizaje de su utilización.
La investigación nos permite adentrarnos cada vez en mayor número de áreas de conocimiento. Este saber lo
administramos en común, para bien y para mal. El desarrollo de la tecnología médica hace posible curar cada
vez mayor número de lesiones y enfermedades. La biotecnología otorga al ser humano el poder de influir
sobre la base de la vida misma. Dolencias que hasta hace sólo unos años conducían sin remedio a la muerte
pueden hoy día curarse gracias a que los conocimientos adquiridos en materia de genes y material genético
hereditario hacen posible su prevención y tratamiento. Pero las nuevas posibilidades nos ponen también ante
opciones difíciles, como cuando la mujer embarazada, informada de que el feto de pocas semanas que lleva en
su vientre presenta lesiones graves, tiene que optar entre interrumpir la gestación o llevarla a buen término.
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La mayor amplitud de nuestros conocimientos nos obliga a definir con claridad los límites de lo éticamente
aceptable. La investigación y el desarrollo deben ponerse bajo el control democrático. El respeto del igual
valor de los seres humanos y el principio de solidaridad social deben ser el punto de partida de las
aspiraciones de los socialdemócratas también en este ámbito de actuación.
Los servicios y ayudas públicos deben alcanzar metas políticas de bienestar que fomenten la igualdad y la
libertad. Hoy en día son muchos los que perciben el estado de bienestar como un ente burocrático, con poco
espíritu de servicio, impersonal y poco accesible. Esto es particularmente grave por afectar en especial a los
más débiles. Puede ser el caso de un joven parado que queda fuera de la esfera asistencial de la oficina de
asuntos sociales, de la oficina de empleo y de la oficina de educación. Puede ser el caso de un alcohólico o un
drogodependiente, suficientemente motivado para someterse a tratamiento de desintoxicación una semana,
pero no a la siguiente, y que no es capaz de mantener el compromiso contraído con la oficina de asuntos
sociales. Otros no se adecuan a un sistema educativo, una vida laboral y una sociedad que quizás no permiten
suficientemente a cada individuo basarse en las propias circunstancias, perseguir metas propias y proponerse
alcanzarlas.
Las ofertas de bienestar deben ser numerosas y de buena calidad, al objeto de mantener los programas del
sector público. Pero es igualmente importante que el individuo pueda influir sobre ellas. El socialismo
democrático postula la creatividad del ser humano y no puede, por lo tanto, determinar que la libertad de
opción sea condición suficiente de la participación. El individuo tendrá, ante todo, el derecho de influir en la
definición del concepto de bienestar en base a su propia posición y según sus necesidades. Tal apertura y
derecho de participación no amenazan en modo alguno la solidaridad, sino que son requisitos para su
preservación.
El incremento creciente de la renta de los particulares supone un desafío para los servicios colectivos de
bienestar. En Noruega, hay cada vez más personas que pagan una operación en una clínica, una plaza en una
guardería o un servicio de atención en el mercado privado, si la oferta pública no es de su satisfacción. Estos
actos amenazan con deteriorar uno de los fundamentos del estado de bienestar: que personas de diferentes
estratos sociales asuman una responsabilidad recíproca. Si todos utilizan los mismos servicios sanitarios y
asistenciales y los mismos centros escolares, existirá mayor motivación para mantener estable la calidad de la
oferta de los servicios de bienestar. El Partido Laborista no acepta, por lo tanto, la privatización de servicios y
medidas esenciales del sector público.
El bienestar público y la responsabilidad personal son dos caras de la misma moneda, no asuntos
contrapuestos. Una forma de solidaridad no excluye a la otra. La responsabilidad común por la prestación de
servicios asistenciales a la tercera edad, los servicios de protección de menores y la organización de
actividades extraescolares para los colegiales hacen más segura la vida cotidiana del individuo, pero no a
costa del esfuerzo de los vecinos, los amigos o los parientes. A ello se suma el florecimiento que
experimentan actualmente las organizaciones sin fines de lucro, que prestan ayuda y servicios de atención
como nunca lo habían hecho antes. Entre otras actividades, estas agrupaciones organizan centrales de
voluntarios, centros de atención para la tercera edad y servicios de visita a domicilio.
Los rasgos negativos existentes en el desarrollo social se explican en parte por la falta de redes sociales, de
reciprocidad y contacto mutuo. Vemos que aumenta la criminalidad. Otro tanto hacen las toxicomanías y los
trastornos psíquicos. El suicidio es una de las causas de muerte más frecuentes entre personas jóvenes.
Muchos se sienten solos. Una importante contrapartida puede ser reforzar las estructuras comunitarias que ya
existen y, en base a ellas, llegar hasta los individuos que tienen problemas. Pero no todos los desafíos que
presenta la vida humana se dejan resolver mediante la toma de decisiones políticas, la obtención de un nivel
de vida alto y la creación de servicios de bienestar. Cada ser humano ha de asumir la responsabilidad de la
propia vida y de la de los demás.
Los vecindarios, las zonas residenciales y los centros escolares siguen siendo el núcleo de la actividad
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colectiva. Pero el centro de dicha actividad se transforma y desplaza al compás de la progresiva participación
de las mujeres en la vida profesional y por el hecho de que los niños pasan la mayor parte del día en la
guardería o participan en grupos extraescolares. A pesar de que el tiempo es un bien escaso para la mayoría de
las familias con hijos pequeños, muchos niños y adultos participan en actividades de tiempo libre. Nuevas
formas de comunicación surgen sin cesar en el seno de las organizaciones y los grupos de entrenamiento,
deporte y actividades culturales. Se da mucha interacción social en los puestos de trabajo.
Los centros para la tercera edad, los clubes de ocupaciones de ocio y la organización de actividades
extraescolares de carácter cultural ofrecen la oportunidad de desarrollarse junto a otros. Estos lugares de
encuentro juegan un papel importante a la hora de crear contacto y sentimientos de responsabilidad mutua. El
desafío será llegar a los que se quedan fuera de las redes de contacto social, bien por carecer de relaciones
familiares, de medio laboral o de actividades que compartir con otros.
La posibilidad de compromiso de cada individuo está ligada al equilibrio de poderes en la sociedad. Dada la
modificación del mismo que en muchos sentidos se ha producido durante las últimas décadas, deseamos tomar
la iniciativa para la elaboración de un nuevo estudio sobre la situación del poder. Este debe partir de la base de
la posibilidad que cada individuo tiene de influir sobre las propias condiciones de vida y de cómo caracteriza a
la sociedad noruega su estrecho contacto con potentes fuerzas internacionales, tecnológicas y ecológicas. El
estudio debe asimismo plantear la cuestión de la redistribución de la renta, la equidad y la solidaridad y cómo
las nuevas pautas sociales también pueden llevar en su seno el germen de nuevas diferencias en el seno de la
sociedad.
A continuación, se elaborará otro estudio sobre la situación del poder, que debe arrojar luz sobre el papel que
desempeñan las diferentes profesiones, e igualmente las estructuras de poder y las estrategias que éstas
representan. Debe también analizar asuntos tales como las condiciones necesarias para lograr una democracia
activa al nivel local, el rol y las posibilidades de las organizaciones de voluntarios, la posición hegemónica de
las autoridades locales en el sector público, el desarrollo de la tecnología de la información, la
internacionalización de la sociedad, el poder de los medios de comunicación de masas y su capacidad para
decidir el orden del día político, los cambios de la estructura familiar, el trabajo en favor de la igualdad de la
mujer, la especialización en los puestos de trabajo y el valor de las calificaciones laborales y de la adquisición
de conocimientos nuevos.
Conclusiones
La participación de todos nosotros es necesaria para terminar con todos los problemas masivos que existen
desde un problema de recurso hasta uno moral, si todos los miembros de una sociedad fuéramos
participativos, las condiciones de vida de cada persona cambiarían radicalmente, puesto que problemas como
la pobreza extrema y otros podrían ser erradicados, y al fin todos seriamos iguales.
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