El Escudo de la Fe

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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
El Escudo de la Fe
Por: Apóstol Randy MacMillan
www.comunifecali.org
"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Pónganse toda la armadura de Dios para
que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres
humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de
tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse
toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con
firmeza.
Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos con la coraza de justicia y
calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el
escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el
casco de la salvación y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu, en
todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los
santos. Oren también por mi para que, cuando hable, Dios me dé las palabras para dar a conocer
con valor el misterio del evangelio, por el cual soy embajador en cadenas. Oren para que lo
proclame valerosamente, como debo hacerlo.” Efesios 6:10-20 (NVI)
I. INTRODUCCIÓN
La única batalla que debemos pelear como cristianos es la batalla de la fe (1Tim.6:12). En el
pasaje de Efesios 6, encontramos la descripción de toda la armadura de Dios y al apóstol Pablo
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“En Memoria de tan maravilloso Apóstol, Gracias por todo lo que nos dejaste, siempre te
recordaremos”
exhortándonos a vestirnos con ella pues esta batalla no es contra seres humanos, sino contra
fuerzas espirituales malignas.
Vestir las armas de la luz (Rom.13:12) nos separa de las tinieblas. Así como es imposible mirar al
sol directamente, estar vestidos con toda la armadura, impide que el enemigo nos descubra,
porque él sólo queda deslumbrado por “la Armadura de Dios”. Con ella estamos completamente
cubiertos y vestidos de El.
En la armadura notamos que el escudo de la fe está en medio, en el centro de todo. Está sobre
todas las demás piezas, como la pieza más importante. Y es que sin fe, no funciona ninguna de las
otras partes de la armadura: sin fe, no podemos creer en la Verdad ni en la Justicia de Dios que es
en Cristo Jesús, ni compartir con convicción el Evangelio. Sin fe, no podemos defendernos de los
ataques del enemigo, ni creer en la salvación, ni tener esperanza. Sin fe, dudamos del poder de la
Palabra, de la fuerza de la oración.
El nombre de nuestra iglesia es Comunidad Cristiana de Fe (Gál.6:10). Por lo tanto, la fe es uno de
los aspectos más importante para todos y cada uno de sus miembros. En la congregación,
predicamos la palabra de fe (Rom.10:8-9), creemos en la fe victoriosa (1Jn.5:4) y sabemos que sin
fe es imposible agradar a Dios (He.11:6).
II. CLASES DE ESCUDOS
Antiguamente, los soldados que eran entrenados para la batalla, tenían dos clases de escudos:
uno grande y otro pequeño. Con ellos, podían defenderse y avanzar con seguridad y sin temor, en
ofensiva contra el enemigo.
En un sentido espiritual, hay una fe en Dios (Mc.11:22), pero ¡tenemos la fe de Dios! (2Cor.4:13):
recibimos la salvación por fe (Ef.2:8), andamos en fe (2Cor.5:7), nos fue dado el don de fe
(1Cor.12:9), hacemos oraciones de fe (Stg.5:14).
A. Escudo grande (Fe doctrinal)
El escudo grande tenía aproximadamente 2 metros de altura. Lo clavaban en la tierra en frente de
ellos como una pared, lo que les permitía proteger un terreno más amplio, y estar cubiertos de una
manera general.
B. Escudo pequeño (Fe personal)
El escudo pequeño lo ponían en uno de sus brazos, teniendo así mayor movilidad y eficacia para
defender de los dardos de fuego, zonas pequeñas y específicas de su cuerpo.
III. PREPARACIÓN DEL ESCUDO
Los soldados, debían preparar y mantener listos sus escudos para la batalla.
A. Sumergir en aceite
La manera de hacerlo era sumergiendo los escudos en aceite hasta que estuvieran totalmente
embebidos de él. Entonces, en el combate, las flechas de fuego que lanzaban sus enemigos, se
apagaban por el aceite que empapaba el escudo.
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B. Práctica
Vivir como justos, por la fe (Rom.1:17), requiere de una preparación y práctica constante. Cada día,
nuestra adarga, nuestro escudo de fe, debe ser sumergido en el aceite de la presencia del Espíritu
de Dios.
¿Cómo alistarnos, cómo edificar nuestra fe de una manera práctica? Orando con el espíritu, orando
en lengua desconocida, orando en el Espíritu Santo (1Cor.14:14-15).
Al orar en lenguas, la fe crece y se eleva; nuestra santísima fe es construída piedra a piedra,
palabra tras palabra, línea sobre línea (Judas 20, Is.28:10-12). La fe es refinada, santificada,
porque el Espíritu, que conoce nuestra debilidad, nos ayuda, pide como conviene, intercede por
nosotros los santos (Rom.8:26-27).
IV. QUÉ PROTEGE EL ESCUDO
A. La fe doctrinal (Escudo grande)
Guarda nuestra vida de los distintos vientos de doctrina (Ef.4:14) y nos permite movernos con
seguridad, porque cuida las grandes verdades doctrinales que conocemos (2Ts.2:15).
B. La fe personal (Escudo pequeño o adarga, Sal.91:4)
Defiende áreas específicas de nuestro ser de una manera rápida y efectiva. Con el escudo
pequeño, protegemos la cabeza, el rostro, las manos, los lomos, el vientre, las rodillas, el corazón,
etc. Simbólicamente, guardamos el liderazgo; protegemos nuestros sentidos espirituales: la visión
que Dios nos ha dado (ojos), el discernimiento de espíritus y la palabra (nariz/lengua), el oír con
atención (oídos), la decisión de nuestra voluntad (cuello), la obra de Dios (manos/tacto/
sensibilidad), la capacidad de dar vida e interceder por otros (vientre), la oración humilde (rodillas).
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También, es como volver a vestir la mente además de usar el yelmo de la Salvación. Es una
segunda protección para la debilidad de nuestra carne, teniendo ceñidos los lomos con el cinturón
de la Verdad. Es una doble cubierta para guardar el corazón estando protegidos por la coraza de
Justicia.
V. CÓMO PROTEGER EL ESCUDO
Al entender las cosas invisibles de Dios por medio de las cosas creadas (Rom.1:20), podemos
decir que hay maneras de cuidar nuestro escudo de la fe:
A. Guardar los oídos
De la duda o los juicios de otros. “Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Les dijo también: Mirad lo
que oís; porque con la medida con que medís, os será medido” (Mc.4:24).
B. Guardar la lengua
De palabras ociosas, de quejas o chismes. Pensemos que Dios tiene una “grabadora celestial”.
“Mas yo os digo que de toda palabra que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del
juicio” (Mt.12:36-37). “Aparta de ti la perversidad de la boca. Y aleja de ti la iniquidad de los labios”
(Pv.4:24). “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios” (Sal.141:3).
C. Guardar el corazón
De pensamientos impuros, furias, resentimientos, dureza. Debemos tener un ayuno continuo de
malos pensamientos y comer buenos pensamientos, pues lo que meditamos hoy, controlará
nuestra vida mañana. Y será reproducido porque el corazón es una máquina creadora. “Porque
cual es su pensamiento en su corazón, tal es él” (Pv.23:7). “Llevando cautivo todo pensamiento a
la obediencia a Cristo” (2Cor.10:5). “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”
(Rom.10:7). “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pv.4:23).
“Porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc.6:45)
VI. DARDOS CONTRA EL ESCUDO
Cada parte de la armadura de Dios puede recibir los dardos de fuego del maligno. Como la
armadura tiene siete piezas, hay siete dardos específicos con los cuales el enemigo trata de
destruir nuestra vida. El busca las áreas débiles, que no están cubiertas con la armadura, donde ve
las actitudes carnales.
A. Mentira vs. Verdad (Cinturón)
Situaciones difíciles pueden hacernos dudar de las promesas de Dios. Pero El es íntegro y
soberano y todas las cosas nos ayudan a bien. “Creí, por tanto hablé, estando afligido en gran
manera” (Sal.116:10). “El diablo ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la
verdad, porque no hay verdad en él; cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso, y
padre de mentira (Jn.8:44).
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B. Injusticia vs. Justicia (Coraza)
El rechazo, la rebelión, la acusación, son señales de un corazón enfermo o herido. “Sobre toda
cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida” (Pv.4:23). “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1Jn.:19).
“Y al que vosotros perdonáis, yo también… para que Satanás no gane ventaja alguna sobre
nosotros” (2Cor.2:10-12). “Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la
autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los
acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Ap,12:10).
C. Pereza vs. Compartir el Evangelio (Sandalias)
Ponerse las sandalias es disponer el corazón para llevar con diligencia las buenas nuevas de paz,
la palabra de salvación. “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu,
sirviendo al Señor” (Rom.12:11). “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan
grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia, la carrera que tenemos por delante” (He.12:1).
D. Duda vs. Fe (Escudo)
El doble ánimo, la confesión de dos cosas opuestas, tener dos pensamientos diferentes, se
podrían catalogar como esquizofrenia espiritual. “y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros
corazones” (Stg.4:8). “…que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros
divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer”
(1Cor.1:10). “…os digo que todo lo que pidiéreis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”
(Mc.11:24). “Es, pues, la fe, la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”
(He.11:1).
E. Desesperanza vs. Esperanza (Yelmo)
Mantener la esperanza viva, hace que la fe esté viva. La fe hace realidad lo que esperamos. La
esperanza está en la mente, por lo tanto, la mente debe ser renovada. “Habiéndonos vestido con la
coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo” (1Ts.5:8). “Pero teniendo el
mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí por lo cual hablé, nosotros también
creemos, por lo cual también hablamos” (2Cor.4:13). “…mas nosotros tenemos la mente de Cristo”
(1Cor.2:16) …renováos en el espíritu de vuestra mente (Ef.4:23).
F. Conceptos vs. Palabra (Espada)
La espada del espíritu es la Palabra de Dios. Lo que Dios declara es lo que debo guardar en mi
corazón, no mis conceptos u opiniones personales. No es tal vez… quizás… veremos… Es Sí,
para que Dios confirme o niegue, o No, para que Dios exhorte o niegue. “Porque todas las
promesas de Dios son en él, Sí, y en él, Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”
(2Cor.1:20). “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal.119:11).
G. Distracción vs. Oración
El propósito de la armadura de Dios es orar en TODO tiempo, con TODA clase de oración, por
TODOS los santos. Y también por nosotros mismos “para dar a conocer con valor el misterio del
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evangelio, por el cual soy embajador en cadenas. Oren para que lo proclame valerosamente, como
debo hacerlo.”
Al orar en el espíritu, oramos como conviene, según la voluntad de Dios. En Levíticos 24:1-2, todos
recibieron la orden de Dios, de coger las olivas, exprimirlas, y sacar el aceite puro para mantener
ardiendo la llama del candelabro por 24 horas, día y noche.
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