: ESPACIO PARA PENSAR Yo soy el PAN de VIDA Meditando el Evangelio del Domingo 1º de Junio 9º Domingo durante el año (Ciclo A) EVANGELIO REFLEXION ¿CÓMO ESTAMOS CONSTRUYENDO? Los seguidores de Jesús daban a sus «palabras» una importancia trascendental. El cielo y la tierra podrán pasar; pero las palabras de Jesús, nunca. En Galilea muchos habían experimentado “en vivo y en directo” la fuerza de esa palabra que liberaba de la enfermedad, el sufrimiento, el pecado y los miedos. Tiempo después y pese a la ausencia física de Jesús, sus seguidores seguían experimentando que la enseñanza del Maestro introducía verdad en sus vidas, los «resucitaba» por dentro, los llenaba de fortaleza y de paz. Por eso Mateo recoge en su evangelio una parábola en la que subraya algo que los cristianos hemos de recordar continuamente de manera clara y concreta: ser cristiano es «practicar» las palabras de Jesús, es hacer realidad su mensaje, es vivir sus enseñanzas. Si no se da esto, nuestro cristianismo es «insensato». No tiene sentido. Del Evangelio según san Mateo (Mt 7, 21-27) . Jesús dijo a sus discípulos: No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?" Entonces Yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal". Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero ésta no se derrumbó, porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: ésta se derrumbó, y su ruina fue grande. Es Palabra del Señor. La parábola es breve, simétrica y rítmica. Probablemente está redactada así para facilitar su enseñanza y asimilación en la transmisión oral. Es importante que todos sepan que esto es lo primero que hay que cuidar en la comunidad cristiana: «escuchar» y «poner en práctica» las palabras que vienen de Jesús. No hay otra manera de construir una Iglesia de seguidores ni un mundo mejor. La persona sensata no construye su casa de cualquier manera. Se preocupa de lo esencial: edificar sobre «roca» firme. El insensato, por el contrario, no piensa lo que está haciendo: construye sobre «arena», es decir, sin un fundamento firme. Al llegar las lluvias, al precipitarse los torrentes y al desatarse los vientos(es decir, ante las dificultades de la vida), la casa construida sobre roca se mantiene firme, mientras que la edificada sobre arena «se derrumba y su ruina es grande». La parábola es una grave advertencia y nos obliga a los cristianos a preguntarnos si estamos construyendo la Iglesia de Jesús sobre roca, escuchando y poniendo en práctica sus palabras, o si estamos edificando sobre arenas movedizas e inseguras que no poseen la solidez ni la confiabilidad del evangelio. La crisis actual está poniendo al descubierto la verdad o la mentira de nuestra vida cristiana. No basta hacer análisis sociológicos, ni reaccionar defensivamente y como por instinto condenando a los que se alejan desanimados o desilusionados. Tampoco se puede mirar para otro lado negando la realidad, ni pensar que “no es asunto nuestro” o que “no podemos hacer nada”… ¿Acaso no ha llegado el momento de hacer un examen de conciencia en nuestras comunidades y en toda la Iglesia, a todos los niveles, para cuestionar falsas seguridades y poner nombre concreto a la falta práctica de Evangelio que se percibe por doquier? Porque no basta confesar a Jesús como «Señor», para hacer realidad el Reino de Dios… de lo que se trata es de cumplir la voluntad del Padre.