REALISMO Y NATURALISMO EN LA NOVELA DEL SIGLO XIX

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REALISMO Y NATURALISMO EN LA NOVELA DEL SIGLO XIX
Cuando la burguesía ascendente se instale en el poder, la novela realista se convierte en
la creación artística más importante, como expresión del espíritu nada romántico de la nueva
generación. Esta nueva literatura trata de frenar la libertad romántica presentando la vida tal
como es.
La nueva estética realista que viene a sustituir al Romanticismo impone los ideales de
observación y de descripción de la realidad que suplen a la idealización y la evasión típicamente
románticas. El escritor tendrá que ceñirse a lo que le rodea. El título del discurso de ingreso de
Galdós en la RAE resulta elocuente: “La sociedad presente como materia novelable”.
El asentamiento definitivo de la clase burguesa, cada vez más conservadora, y la
consolidación del sistema capitalista, con los conflictos de clase que acarreaba, incidirán
también en el Realismo. La burguesía será la clase dominante en las páginas realistas, pues
sobre los burgueses detienen los escritores su mirada atenta; pero junto a ellos, las clases
obreras más desfavorecidas tendrán su hueco, en especial en la novela naturalista.
Hay quien entiende que el naturalismo no es más que una intensificación del Realismo,
que el Naturalismo sobreviene cuando los autores realistas llevan los métodos de su arte hasta
las últimas consecuencias. Thérèse Raquin de Zola es la primera novela que la crítica llama
abiertamente naturalista.
El materialismo, el determinismo y la ciencia experimental sustentan teóricamente las
ideas naturalistas. La libertad del ser humano está restringida por la herencia biológica y por el
entorno social; ambos factores constriñen los movimientos del individuo, determinado por ellos
en su comportamiento.
El Naturalismo se recrea ante los aspectos más morbosos y repugnantes de la vida, de
ahí la frecuencia de personajes marginales (psicópatas, viciosos, alcohólicos, tarados) en las
obras. El punto de mira, fijado por el Realismo en la clase media, se desplaza hacia las clases
obreras.
Realismo y Naturalismo en Europa
Aunque el Realismo alcanzó a todos los géneros, es el narrativo el que más claramente
se amolda a los preceptos real-naturalistas. Vamos a dar un repaso a las principales figuras de la
literatura europea.
FRANCIA
Autores
STENDHAL
Revolucionario y liberal,
admiraba a Napoleón. Fue
obligado a un exilio casi
continuo.
Contrario al clima de la
Restauración,
atacó
el
cobarde sistema burgués.
Obra novelística
Rojo y Negro (1830).
Denuncia la traición a los
ideales de la Revolución. El
héroe lucha contra el
aburguesamiento; personifica
a una intelectualidad que se
convierte en la avanzadilla
frente a la mediocridad
burguesa.
La Cartuja de Parma (1839).
Ambientación italiana de
serenidad y equilibrio que
contrasta con la hipocresía y
la crispación traídas de
Francia
Características
Primer novelista realista; sin
embargo,
su
desnudez
expresiva y su ingenuidad
argumental lo convierten en
un autor extraño al Realismo.
Prefiere al héroe individual
perfectamente
definido:
personajes enérgicos que
soportan
una
grandeza
incomprendida equiparable a
la de los héroes clásicos.
HONORÉ DE BALZAC
Monárquico y tradicionalista,
se relacionó con la nobleza;
sin embargo, es arquetipo del
burgués sociable, extrovertido
y materialista.
Sus aspiraciones sociales y
políticas le obligaron a un
alto nivel de vida y a trabajar
en exceso. Murió endeudado
y enfermo.
Aglutina sus novelas en series
que después pasaron a formar
parte en algunos casos, de La
Comedia Humana, serie de
noventa novelas escritas en el
intervalo de veinte años.
Destacan:
Eugénie Grandet. Quizá sea
su mejor obra, aplaudida por
la crítica y por el público,
consagró definitivamente a su
autor.
El tío Goriot o Papá Goriot
Refleja la sociedad como un
organismo, como un ser
cambiante, con ebullición de
clases, tipos, costumbres y
situaciones que el escritor
contempla y estudia desde
una perspectiva científico
analítica.
Sus héroes chocan contra una
sociedad dominada por el
dinero y el poder. La
civilización del progreso se
convierte en su obra en un
mito negativo.
Escasa elaboración estilística
pero gran vigor narrativo.
GUSTAVE FLAUBERT
Adoptó
una
actitud
“dandista”, pero no renunció
a
un
burguesismo
disciplinado y austero
Madame Bovary. Inspirada en
un suceso real, Es su obra
más conocida y un clásico de
la novela universal. Su
intención era analizar y
criticar
la
formación
romántica y, en concreto, sus
efectos en la educación de la
mujer. La bella e inteligente
Emma Rouault se cree
llamada
a
un
destino
novelesco;
su
falseado
romanticismo la llevará a un
matrimonio que no deseaba
con Charles Bovary, después
a los brazos de un joven
enamoradizo y por fin a las
garras de un seductor. Su vida
rueda hacia un sensualismo y
un materialismo alejados de
sus ideales iniciales, lo que la
lleva a un suicidio tan
inconsciente y novelesco
como toda su vida.
Su obra intenta ser una
reproducción literaria de las
leyes naturales y sociales.
Los Rougon-Macquart
Nana, sobre la figura de la
“cocotte”, salida de la clase
obrera y obligada por el
medio a la corrupción como
único medio de mejora social.
Germinal, quizá la más
madura
estilísticamente,
asimila la dialéctica marxista
como método científico de
comprensión de la realidad.
Culmina y a la vez supera el
Realismo por medio de un
esteticismo característico del
“fin de siglo”.
Abre la novela a formas y
técnicas aprendidas de otros
géneros. Otras novelas suyas
están más cerca de la estética
del siglo XX que del
Realismo.
ÉMILE ZOLA
Comenzó en el periodismo,
que nunca abandonó.
Radical y coherente, se ganó
el respeto y la admiración,
sobre todo tras el “caso
Dreyfus”, en el que defendió
a
un
militar
acusado
injustamente por motivos
antisemitas.
Lleva el Realismo a sus
máximas consecuencias.
Su obra es un excelente
documento
de
las
contradicciones
del
capitalismo
y
de
las
condiciones de vida de las
clases desfavorecidas.
INGLATERRA
Autores
CHARLES DICKENS
Se le debe la creación en
Inglaterra de una novela
inserta en su sociedad.
Gracias a él, la novela se
convirtió en el género de las
masas inglesas, desplazando
al teatro
Obra novelística
Los papeles póstumos del
Club Pickwick
Oliver Twist. Obra muy
popular
de
tono
melodramático, final feliz y
moraleja en defensa de la
inocencia y la debilidad.
Cuento de Navidad. Obra
popular
de
tradición
anglosajona
con
fin
moralizador
y
fondo
optimista
David Copperfield.
Grandes esperanzas
Tiempos difíciles
Características
Su obra se divide en dos
épocas. En la primera, el
sentimentalismo
y
el
melodramatismo suavizan los
conflictos.
En la segunda época,
técnicamente
gana
en
realismo.
Se le acusa de falta de
profundidad y complejidad,
insistiendo en u tratamiento
simplista de temas como la
infancia, los bajos fondos o la
sensiblería navideña.
RUSIA
Los escritores rusos pasan casi imperceptiblemente del Romanticismo al Realismo. Los
escritores se comprometieron con su realidad social, pero las condiciones políticas (censura,
represión, falta de libertades) y la tendencia al idealismo escondieron la verdad de este
complejo país.
Autores
Obra novelística
Características
FIÓDOR DOSTOIESVSKI. Sus obras de juventud ofrecen Implicaciones religiosas y
Es el más célebre de los una imagen cruel del mundo, espiritualistas extrañas a otros
realistas rusos, aunque no el pero tras su deportación realistas.
más representativo.
contempla al hombre como Personajes de complejísima
Su magistral psicologismo un ser en lucha contra su dimensión humana. La novela
hace que sobresalga entre los propia naturaleza.
de Dostoiesvski resulta un
autores contemporáneos.
Sus novelas de madurez viaje por las galerías del alma
En su obra pesa su presentan un análisis moral humana
experiencia vital: cuatro años del conflicto existencial del
de trabajos forzados en hombre. Destacan:
Siberia sin otra lectura que la Crimen y castigo: gran peso
de los Evangelios.
de lo religioso. Centra su
tema en torno a la culpa y su
expiación.
El idiota.
Demonios.
Guerra y paz: obra maestra Defiende la tradición rusa por
LEO TOLSTOI
Perteneciente a la alta de la narrativa universal; convicciones morales
nobleza, tuvo fama de imponente retablo de la
excéntrico: despreció una guerra de Rusia contra
carrera en el ejército y la Napoleón.
comodidad de San Petesburgo Ana Karenina: muy célebre,
para instalarse en el campo y sobre el tema del adulterio
experimentar el contacto con femenino como transgresión
el pueblo.
de las normas.
Liberal e ilustrado a pesar de Resurrección.
su origen social. Denunció la
injusticia y en su vejez
simpatizó
con
los
revolucionarios
El Realismo en España
El desarrollo del Realismo español corre paralelo a la evolución de nuestra sociedad
durante este periodo (con el consiguiente cambio de gustos). La fecha de 1868, en que se
consolida el predominio de la burguesía en nuestro país, puede servir de punto de referencia. Su
definitiva implantación se produce en España pues después del triunfo de la Gloriosa y su
desarrollo acontece con el Sexenio Revolucionario primero y la Restauración después, como
telón de fondo.
Los problemas con la iglesia fueron constantes y los testimonios de esto en las novelas,
variados. Los liberales anticlericales se opusieron a que el clero siguiera manteniendo los
privilegios de antaño, pero se toparon con el afán contrario de los conservadores. De estos
conflictos también dio cuenta la literatura, bien desde la perspectiva liberal galdosiana, bien
desde los presupuestos conservadores de Pereda.
En el plano educativo se tomaron medidas para evitar el monopolio eclesiástico. Con la
ley Moyano se procuró que la enseñanza universitaria estuviese controlada por el estado. El
intento más exitoso de reforma del sistema educativo fue el de la Institución Libre de
Enseñanza, fundada por Francisco Giner de los Ríos sobre la base del krausismo.
Para el Realismo la realidad es el soporte fundamental en la creación de la obra. El ideal
de cercanía en el espacio y en el tiempo motiva que los escritores realistas sitúen los hechos de
sus novelas en el tiempo presente y en un espacio lo más cercano posible al autor. Así, tenemos
novelas que se desarrollan en el campo (Peñas arriba de Pereda o Los pazos de Ulloa de Pardo
Bazán) y otras urbanas, como Fortunata y Jacinta, en la que Galdós escribe como nadie de
Madrid. Lo mismo sucede con el tiempo: la sociedad contemporánea es la materia novelable y
cuando los escritores novelan el pasado (Episodios Nacionales) se trata de un pasado reciente;
por eso, en propiedad, no resulta posible hablar de novela histórica.
La objetividad e imparcialidad exigibles a los escritores realistas son casi siempre
ideales pocas o muy pocas veces conseguidos. Se supone que han de prescindir de juicios de
valor, huir del moralismo y de la intención aleccionadora, pero esto no se cumple.
Si en un principio el Realismo se fija en individuos concretos, poco a poco va ganando
terreno el personaje colectivo, el grupo social: la clase media protagoniza muchas de las novelas
de Galdós, por ejemplo. Por ese camino, la novela llegó a adquirir muchas veces un valor social
y hasta político: se adscribe a una ideología y se convierte en auténtica arma política.
Las técnicas narrativas son muy variadas. La más común es la presencia de un narrador
omnisciente que cuenta linealmente una historia en tercera persona. Los saltos temporales son
mínimos.
Se realizan grandes avances en la técnica descriptiva, con la que pretenden alcanzar los
modelos de objetividad y exactitud propios del Realismo. Las descripciones son minuciosas,
atentas al detalle. También son meticulosos los retratos, tanto físicos como psicológicos y
morales.
El diálogo es abundante en toda la novela realista española. Al ceder la palabra a los
personajes los autores se aproximan a la objetividad anhelada. A veces, para recoger fielmente
el habla de los personajes, transcriben vulgarismos, jergas, en aras de la captación fiel de la
realidad lingüística de los personajes; pero suelen plasmar muy bien el habla coloquial.
Los folletines y la novela por entregas tenían al público acostumbrado a la multiplicidad
de personajes, a las situaciones melodramáticas y a determinados recursos narrativos destinados
a mantener viva la atención del lector. Dichos recursos serán empleados profusamente por los
novelistas del Realismo, como la suspensión de la narración en un momento de máximo interés,
la aparición o desaparición de personajes, coincidencias sorprendentes…
Se proponen las siguientes etapas para el periodo realista-naturalista:
1850-1875: Prerrealismo.
1875-1880: Iniciación del Realismo.
1880-1890: Plenitud del Realismo-Naturalismo. Década en la que se publican las obras maestras
del Realismo español.
1890-1920: Realismo espiritualista.
La fase de transición del Romanticismo al Realismo también se ha venido llamando
“prerrealismo”. Su punto de partida es el costumbrismo de la etapa anterior. Con él se
relaciona la obra de Fernán Caballero (La gaviota). Parecida posición ocupa Pedro Antonio
de Alarcón, costumbrista y romántico en sus comienzos y cuyo romanticismo seguirá visible en
su producción posterior. Aunque se mantienen algunas características del Romanticismo, los
novelistas rechazan ya los excesos románticos en aras de la claridad de estilo.
Los escritores realistas extranjeros fueron muy leídos y tenidos en cuenta por estas
fechas. En ellos vieron nuestros autores modelos de nuevos temas y nuevas técnicas de
observación de la realidad contemporánea. De Francia se admiró sobre todo a Balzac, pero
también a Stendhal y a Flaubert. De Inglaterra llegaron las novelas de Dickens. Algo más tarde
se conoció a Dostoyevski, Tolstoi y otros novelistas rusos. Pero aunque nuestros autores reciban
provechosas lecciones de estas lecturas, rara vez se ajustarán totalmente a los cánones del
realismo de estos países. Las técnicas de estos autores les llevaron, eso sí, a una mayor
preocupación por la labor de documentación previa a la composición de una novela.
La crítica ha empleado la etiqueta de generación del 68 para referirse a los autores del
realismo. Atendiendo a la diferencia de edad, podemos distinguir dos grupos: los mayores
(Alarcón, Pereda, Valera y Galdós) y los jóvenes (Pardo Bazán, Clarín, Palacio Valdés y Blasco
Ibáñez) Posteriormente haremos un repaso por cada uno de ellos.
¿Existe un naturalismo español?
La cuestión ha sido muy discutida. Las obras de Zola fueron conocidas muy pronto en
nuestro país. Ciertos críticos acusaron de naturalistas a Galdós y a Clarín. Emilia Pardo Bazán
fue considerada como la abanderada del Naturalismo en España. Y Blasco Ibáñez llegó a ser
llamado “el Zola español”.
Pardo Bazán publica en 1882 y 1883 una serie de artículos con el título general de La
cuestión palpitante en los que, con un gran conocimiento de causa, estudia los precedentes del
Naturalismo y expone las ideas de Zola. Por un lado, alaba la fuerza creadora del novelista
francés y lo defiende de quienes lo acusan de “inmoral”. Pero, por otro lado, doña Emilia
rechaza enérgicamente el determinismo y las demás bases ideológicas de la escuela, en nombre
de una concepción cristiana. Se declara, en fin, partidaria de un realismo “nuestro”, como
fórmula “más ancha y larga” que la de Zola. El mismo Zola, al tener noticia de que la escritora
española era tildada de “naturalista”, manifestó su extrañeza de que pudiera ser, a la vez,
naturalista y católica. Y sentenció que “el naturalismo de esa señora es puramente formal,
artístico y literario”.
Las aclaraciones de la Pardo Bazán y las palabras de Zola resuelven el problema del
llamado “Naturalismo español”. Si el Naturalismo es un sistema al que son consustanciales
el materialismo, el determinismo (la herencia, etc), apenas puede certificarse su presencia
en España. Todo lo más, se encontrarán ejemplos ocasionales en alguna novela de Galdós (La
desheredada) y en algunas páginas de Clarín. Un caso aparte es, ciertamente, el de Blasco
Ibáñez que comparte con el novelista francés una ideología revolucionaria, cierta preocupación
por las taras hereditarias, una predilección por los ambientes sórdidos y la crudeza de ciertos
temas.
En el fondo, el naturalismo francés apenas influyó más que en las técnicas narrativas y
descriptivas, así como en la presencia de ciertas realidades en la novela. El reflejo de la miseria
material y moral, la conciencia de los condicionamientos sociales, la pintura de ambientes
turbios y de situaciones escabrosas tendrá eco, sobre todo, en las obras de Emilia Pardo Bazán:
La tribuna (1883) refleja la vida dura de una fábrica; Los pazos de Ulloa (1886) y La madre
Naturaleza (1887) recogen gentes y paisajes gallegos traspasados por pasiones violentas.
Autores más significativos
La crítica ha empleado la etiqueta de generación del 68 para referirse a los autores del
Realismo. Atendiendo a la diferencia de edad podemos distinguir dos grupos: los mayores
(Alarcón, Pereda, Valera y Galdós) y los jóvenes (Pardo Bazán, Clarín, Palacio Valdés y Blasco
Ibáñez). Evolucionan todos desde el Prerrealismo hasta el Realismo totalizante y, en algunos
casos, hasta el Naturalismo.
Fernán Caballero. Si somos rigurosos, según el criterio de la edad no debería figurar en esta
nómina, pero lo incluimos por ser una figura fundamental ya que fue la iniciadora de la técnica
realista aunque todavía combinada con toques románticos. Cecilia Bölh de Faber firmó siempre
sus obrar con el seudónimo de Fernán Caballero. Se educa en Alemania, pero su familia se
traslada a Cádiz para instalarse en el Puerto de Santa María. Parte del costumbrismo romántico
para llegar a la novela, si no realista, sí claramente prerrealista. A causa de su excesiva intención
moralizadora, hoy se tiende a relativizar su valor, pero lo cierto es que en el XIX su obra gozó
de una magnífica difusión, no solo en España sino también en Europa. Su obra más conocida es
La Gaviota.
Pedro Antonio de Alarcón. Como Fernán Caballero, Pedro Antonio de Alarcón está entre las
aguas románticas y las realistas. Sus inicios como escritor fueron en el ámbito periodístico. Su
obra más destacada es El sombrero de tres picos, una novela, o novela corta en la que se recrea
el motivo de la tradición popular del corregidor y la molinera. Elimina las escenas que pudieran
ir en contra de la moral cristiana y construye una obra cómica ben torno al honor y la honra.
Otras obras: El escándalo (recrea unos hechos con base real con gran éxito de público), El niño
de la bola (para algunos, la mejor novela romántica) Todas sus obras tuvieron gran éxito,
aunque su prestigio se vio enturbiado por las críticas de personajes como Clarín, quien, a pesar
de ser su gran adversario ideológico, reconoció la gran facilidad de Alarcón para novelar.
Juan Valera. Nacido en Cabra (Córdoba), su pueblo natal será idílicamente recordado a lo
largo de su obra como el paraíso de la infancia al que es imposible regresar más que con la
evocación y la literatura. Rechaza el Naturalismo porque no acepta ni la objetividad ni la
imparcialidad del narrador ni que la novela sea fiel reflejo de la realidad externa. El idealismo
de que dotó a sus obras contribuyó a la eliminación de los aspectos más desagradables
alejándose por completo de las teorías naturalistas en boga. La publicación de su primera obra,
Pepita Jiménez (1874) suscitó las críticas de los sectores más conservadores, que vieron en ella
fuertes dosis de antirreligiosidad y anticlericalismo, pero no hay nada de eso en la novela, como
la crítica posterior se ha encargado de demostrar. La novela está plagada de referencias al
Quijote y de paralelismos entre personajes de ambas novelas. Otra obra: Juanita la Larga.
José María Pereda. En su obra es característica la visión idílica del campo, de la montaña
santanderina de donde procede. El campo, frente a la ciudad, representa lo imperturbable e
inamovible, y sobre esa sólida base construye Pereda su sistema moral. Entre sus obras
destacan: El sabor de la tierruca, Sotileza, Peñas arriba o De tal palo tal astilla.
Benito Pérez Galdós. Una de las grandes figuras de la literatura española. Merecería por sí solo
dedicarle un tema aparte ya que es imposible trazar un análisis, por breve que sea de su
trayectoria literaria. Vamos a esbozar pues simplemente sus rasgos más generales.
Nació en Las Palmas de Gran Canaria en 1843. Cuando tiene 19 años se va a estudiar
Derecho a Madrid, ciudad en la que transcurriría el resto de su vida y de la que había de ser el
más profundo observador. Ya en sus años de estudiante se interesa especialmente por los
problemas sociales, políticos e ideológicos de su época; colabora en pequeños periódicos y se
define como progresista y anticlerical. En unos viajes que hace a París descubre a los grandes
novelistas franceses. Balzac lo deslumbra. Pero también leyó a otros realistas europeos e incluso
tradujo a Dickens. Del liberalismo progresista de su juventud evolucionó a posiciones próximas
al socialismo, llegando a proclamarse republicano. Fue un hombre tolerante como lo demuestra
el hecho de que mantuviese amistad con intelectuales católicos y conservadores. Los últimos
años de su vida fueron tristes: pierde la vista, aumentan sus dificultades económicas y sus
enemigos impiden que se le otorgue el Premio Nobel. Muere en Madrid en 1920.
El realismo de Galdós es el de gama más amplia entre los cultivadores de esta
tendencia. Si otros novelistas brillaban especialmente en la descripción de ambientes (Pereda) o
en el análisis psicológico (Valera), Galdós es el novelista integral. Por una parte es un poderoso
pintor de ambientes. Galdós cuida sumamente la documentación sobre los escenarios,
costumbres, gentes, etc. Según los métodos del realismo más riguroso. Pero además, sus
penetrantes dotes de observación le hacen encontrar el detalle significativo. Calles y plazas de
Madrid, interiores de casas burguesas o humildes, comercios, oficinas, etc., aparecen evocados
en sus obras con relieve imborrable. Por otra parte, Galdós es un “realista de almas”: sus
personajes poseen una verdad que solo puede conferir una agudísima intuición del corazón
humano y una infrecuente capacidad de comprensión, que alterna con una lucidez exigente. Su
pintura de caracteres se basa, unas veces, en una admirable técnica del retrato, a base de
pinceladas sueltas sobre los rasgos físicos o morales, la indumentaria, los gestos; pero sobre
todo, Galdós domina el arte de caracterizar a sus personajes por su lenguaje, poniendo a cada
uno rasgos diferenciadores de habla. Galdós adapta el lenguaje a la índole de los personajes:
ramplón, engolado, coloquial, tierno… según lo exija la ocasión. Cuando habla el novelista, su
estilo es espontáneo, antirretórico, diametralmente opuesto a la hinchazón romántica. En
conjunto, es una prosa de una gran expresividad, ágil, plagada de rasgos geniales por su poder
de sugerir. En algunos puntos, la técnica y el estilo de Galdós es de una sorprendente
modernidad. En este sentido, hay que destacar su frecuente utilización del “monólogo
interior”, que consiste en la reproducción de los pensamientos de un personaje, imitando su
fluir natural y hasta desordenado, sin aparente intervención del narrador. La intención crítica
redondea estos rasgos del realismo galdosiano. Su gran arma es la ironía, de la que Galdós es
maestro. En esto, como en otras muchas cosas, su gran modelo fue Cervantes.
Obra: El mismo Galdós dividió su producción en Episodios Nacionales, Novelas
españolas de la primera época y Novelas española contemporánea. A ello se añaden sus obras
teatrales, sus numerosos artículos y su interesante correspondencia.
Los Episodios Nacionales constituyen un ambicioso proyecto narrativo en el que
Galdós quiso ofrecer una visión novelada del siglo XIX. Son 46 novelas de mediana extensión,
distribuidas en cinco series de diez títulos cada una, salvo la última, interrumpida, que solo
consta de seis. Las dos primeras series recogen la guerra de la Independencia y el reinado de
Fernando VII. En este ciclo se hallan las novelas más elogiadas por la crítica: Trafalgar, Bailén,
Zaragoza….Las series restantes abarcan desde las guerras carlistas hasta la Restauración. Su
rasgo principal es la postura crítica de Galdós ante la intransigencia española, fuente de
enfrentamientos fratricidas durante aquel periodo.
Las primeras novelas son las que compuso hasta 1880, a la vez que escribía las dos
primeras series de los Episodios Nacionales. Se inician, precisamente, con dos novelas
históricas: La fontana de oro y El audaz. A estas le siguen otras que abordan ya la vida
contemporánea: Doña Perfecta (1876), Gloria (1877), La familia de León Roch (1878)… En
ellas, frente a protagonistas de espíritu abierto y moderno, coloca a personajes de estrecha
mentalidad tradicionalista. Su propósito es atacar la intransigencia y el fanatismo. Muy distinta,
aunque de la misma época es Marianela (1878), idilio trágico entre una muchacha fea y pobre y
su amo rico y ciego, a quien aquella sirve de guía.
“Novelas españolas contemporáneas” llamó Galdós a las 24 novelas que publicó a partir
de 1881. El conjunto es impresionante: por estos miles de páginas desfila todo el Madrid de su
tiempo: burgueses adinerados, nobles arruinados, burócratas influyentes o cesantes, gentes
humildes y míseras… La unidad de ese complejo mundo es sorprendente. La refuerza el hecho
de que no pocos personajes aparezcan en varias de las novelas (unas veces como principales,
otras como secundarios). Pero sobre todo, es la unidad de una época, de un ambiente, de una
sociedad: los personajes de ficción aparecen en un contexto histórico preciso, con exactas
referencias al acontecer político. Citaremos algunos de los títulos más destacados: La
desheredada (1881), Tormento (1864), La de Bringas (1864), Miau (1888), Ángel Guerra
(1890), Tristana (1892), Nazarín (1895), Misericordia (1897). Sin duda la obra maestra de
Galdós y una de las máximas novelas españolas de todos los tiempos es Fortunata y Jacinta
(1887-87). Narra la historia de un triángulo amoroso, el que forman las Fortunata, mujer del
pueblo que encarna todas las virtudes de lo natural y lo espontáneo, Jacinta, perteneciente a la
alta burguesía y obsesionada con el deseo de ser madre y Juanito, el marido de esta última,
señorito inútil. A lo largo de las cuatro partes que forman la novela, Galdós retrata de una
manera espectacular la sociedad madrileña de la época a la vez que establece un evidente
paralelismo entre la inestable política española y la igualmente inestable conducta de Juanito
que alterna periodos de fidelidad a su esposa con amoríos con Fortunata. La novela ha sido
definida como “selva de novelas entrecruzadas” y su censo de personajes supera los 1500.
La producción dramática de Galdós fue tardía y motivada en parte por su necesidad de
salir de apuros económicos. No dominaba lo bastante la técnica escénica y en general careció de
éxito si se exceptúa Electra. Señalaremos también Realidad y El abuelo.
Admirado y discutido en su tiempo, Galdós ha sufrido altibajos en la estimación
posterior. En los años 20 y 30 casi era una moda despreciar su obra. Su fama comenzará a crecer
a partir de los años 50. Las diversas adaptaciones cinematográficas de algunas de sus obras
realizadas en los últimos años han contribuido a renovar su fama1. Hoy, definitivamente, Galdós
representa una de las cimas de la novela española y universal.
Leopoldo Alas “Clarín”: Nace en Zamora, pero su familia se instala pronto en Oviedo, donde
arraigará. Desde los 16 años colabora en periódicos y alternó la docencia con la crítica literaria
y su labor como literato. Se dedicó a la poesía, al teatro, al ensayo, al cuento y a la novela corta.
Sus dos novelas extensas son: La Regenta y Su único hijo.
La regenta es una novela excepcional que relata el adulterio de una mujer frustrada. La
auténtica protagonista de la obra es la sociedad provinciana, de la que se sirve Clarín para
mostrar las mezquindades de la España de la Restauración. Como novela naturalista es muy
importante la influencia del ambiente sobre los personajes: tanto el mundo exterior (la ciudad,
las relaciones sociales), como el más próximo (familia, infancia, formación), los condicionan de
un modo definitivo. Dos son los rasgos principales del ambiente que envuelve a los personajes:
el tedio y la lujuria.
En su teoría literaria siempre defendió que la novela debía ser representación fiel y
objetiva de la realidad.
Emilia Pardo Bazán: Se desenvolvió con soltura en casi todos los géneros o modalidades
literarias: cuentos, teatro, poesía, crítica literaria y narrativa.
Ya hemos hablado anteriormente de su relación con el Naturalismo y dentro de esta
corriente podríamos incluir obras como: La tribuna, Los pazos de Ulloa, La madre Naturaleza o
La piedra angular. La protagonista absoluta de Los pazos de Ulloa y de su continuación, La
madre Naturaleza, es precisamente, la Naturaleza. En ambas, su Galicia natal está presente y
existe una atención especial al paisaje campesino.
Vicente Blasco Ibáñez: Aunque su obra entra de lleno ya en el siglo XX, lo incluimos aquí por
considerarse un epígono del Naturalismo. Él mismo clasificó su obra novelística en grupos o
series entre las que destacamos las novelas valencianas en las que está presente la huella de
Zola: Arroz y tartana, La barraca, Entre naranjos y Cañas y barro. Los críticos opinan que La
barraca y Cañas y barro son sus obras maestras. Cañas y barro ha sido descrita como prototipo
de novela naturalista.2
Destacamos especialmente la serie “Fortunata y Jacinta” de RTVE, las películas de Luis Buñuel
“Nazarín” y “Tristana”, o la más reciente de José Luis Garci “El abuelo”.
1
2
La mayoría de estas obras también han sido adaptadas como series de televisión con especial fortuna y
mucho éxito (“La barraca”, “Cañas y barro”, “Entre naranjos”, “Arroz y tartana”). Blasco Ibáñez también
tuvo gran éxito en el extranjero. Su novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis fue llevada al cine en
Hollywood.
En El sombrero de tres picos, el viejo y feo corregidor don Eugenio de Zúñiga
requiebra e intenta seducir a la señá Frasquita, la bella y honrada esposa de un molinero,
el tío Lucas. Este, creyendo equivocadamente que su mujer lo ha engañado con don
Eugenio, busca vengarse e intenta, por su parte, seducir a la mujer del corregidor. Ni uno
ni otro logran sus propósitos.
Lee el siguiente fragmento y contesta a las preguntas:
Por donde quiera que pasaba el personaje y su apéndice [el alguacil Garduña], los
labradores dejaban sus faenas y se descubrían hasta los pies, con más miedo que respeto;
después de lo cual decían en voz baja:
-¡Temprano va esta tarde el señor Corregidor a ver a la señá Frasquita! […]
-Oye, tú, Manuel, ¿por qué irá solo esta tarde el señor corregidor a ver a la navarra?-le
preguntó una lugareña a su marido, el cual la llevaba a grupas en la bestia.[…]
-¡No seas mal pensada, Josefa!-exclamó el buen hombre-. La señá Frasquita es
incapaz…
-No digo lo contrario…Pero el Corregidor no es por eso incapaz de estar enamorado de
ella…Yo he oído decir que, de todos los que van a las francachelas del molino, el único que
lleva mal fin es ese madrileño tan aficionado a las faldas…
-¿Y qué sabes tú si es o no aficionado a las faldas?-preguntó a su vez el marido.
-No lo digo por mí…¡Ya se hubiera guardado, por más corregidor que sea, de decirme
los ojos tienes negros!
La que así hablaba era fea en grado superlativo.
-Pues mira, hija, ¡allá ellos!-replicó el llamado Manuel-. Yo no creo al tío Lucas hombre
de consentir…¡Bonito genio tiene el tío Lucas cuando se enfada!...
-Pero, en fin, ¡si ve que le conviene!...-añadió la tía Josefa torciendo el hocico.
-El tío Lucas es un hombre de bien…-repuso el lugareño-; y a un hombre de bien nunca
pueden convenirle ciertas cosas.
PEDRO A. DE ALARCÓN, El sombrero de tres picos
a) ¿Cuál es el tema del texto?
b) ¿Qué opina la gente del lugar sobre el corregidor, el molinero y su esposa?
c) Señala algún rasgo de lenguaje popular o coloquial.
En Fortunata y Jacinta, Juanito Santa Cruz, joven señorito de clase acomodada, se
casa con Jacinta, con quien no puede tener hijos. Sigue manteniendo, sin embargo,
relaciones con la humilde Fortunata, casada con un pobre hombre, Maximiliano Rubín.
Fortunata, que se va erigiendo poco a poco en la verdadera protagonista de la narración,
abandonada y enferma, morirá tras entregar a su hijo a los Santa Cruz.
En esta obra Galdós se muestra con una gran maestría como un narrador
omnisciente, es decir, conoce todo lo que pasa, incluso penetra en los pensamientos y
sentimientos de los personajes. Indica algún ejemplo en el texto.
A la madrugada abrió los ojos. La alcoba estaba en completa oscuridad […].
Incorporose Fortunata, cediendo a un movimiento interior cuyo impulso inicial se determinó
cuando estaba dormida. Lo que pensaba entonces era por demás peregrino.
El disparate que se le había ocurrido, porque disparate era y de los gordos, fue que debía
echarse del lecho muy callandito, buscar a tientas su ropa y vestirse…, ir a la percha, coger su
bata y ponérsela.
El mantón, ¿dónde estaba? No pudo recordarlo; pero lo buscaría, a tientas también, y
una vez hallado, saldría de la alcoba, cogería el llavín que estaba colgado de un clavo en el
recibimiento, y ¡aire…, a la calle! […]. ¿Y adónde iría? A una casa de huéspedes. No…, a casa
de don Evaristo…No, porque don Evaristo la reñiría.
Esta idea de que le reñiría su padrino fue un golpe que le aclaró el sentido, porque la
idea de la fuga era un rastro del sueño. “¿Estoy despierta o dormida?”, se preguntaba al
reconocer su desatino; y quedose un rato sentada en la cama, con la mano en la mejilla. El
pañuelo se le había desatado de la cabeza, y, deshecho el peinado, sus espesas guedejas le caían
sobre los hombros. “¡Qué marido este!- pensaba, recogiéndose el cabello-. ¡Ni atar un pañuelo
sabe!” Después creyó ver ojos, que en aquella profunda oscuridad la miraban. “Debo de estar
soñando todavía. ¿Qué miras tú? ¿Qué dices? ¿Qué estoy guapa? Ya lo creo. Más que tu mujer”.
BENITO PÉREZ GALDOS, Fortuna y Jacinta
Guedejas: Mechones.
La Regenta narra la historia de Ana Ozores, una mujer joven, hermosa y casada
con un hombre mayor. Se siente infeliz y frustrada en su matrimonio, en el que no ha
podido tener hijos. Busca entonces refugio espiritual en el ambicioso Fermín de Pas, joven
sacerdote que tiene el cargo de Magistral en la catedral de Vetusta (Oviedo) y
secretamente enamorado de ella. Ana Ozores terminará entregándose a Álvaro Mesía, una
especie de donjuán provinciano. Cuando el marido, Víctor Quintanar, que había sido el
regente de la ciudad, descubre el adulterio, se siente ultrajado en su honor y se bate con el
amante de su mujer. Víctor Quintanar muere en el duelo, Álvaro Mesía huye, Ana Ozores
se ve despreciada por la sociedad vetustense y queda más ahogada que nunca en el
agobiante espacio físico, social y espiritual de la ciudad.
El siguiente fragmento nos introduce en la ciudad de Vetusta y lo hace de un modo
sorprendente por su tratamiento cinematográfico, pero también por su exactitud histórica,
geográfica y sociológica.
Alrededor de la catedral se extendía, en estrecha zona, el primitivo recinto de Vetusta.
Comprendía lo que se llamaba el barrio de la Encimada y dominaba todo el pueblo que se había
ido estirando por Noroeste y Sudeste. Desde la torre se veía, en algunos patios y jardines de
casas viejas y ruinosas, restos de antigua muralla, convertidos en terrados o paredes
medianeras, entre huertos y corrales. La Encimada era el barrio noble y el barrio pobre de
Vetusta. Los más linajudos y los más andrajosos vivían allí, cerca unos de otros […]. El
Magistral veía a sus pies el barrio […] compuesto de caserones con ínfulas de palacios;
conventos grandes como pueblos; y tugurios, donde se amontonaba la plebe vetustense,
demasiado pobre para poder habitar las barriadas nuevas allá abajo, en el Campo del Sol, al
Sudeste, donde la Fábrica Vieja levantaba sus chimeneas, en rededor de las cuales un pueblo de
obreros había surgido. […] Desde la torre se veía la historia de las clases privilegiadas contada
por piedras y adobes en el recinto viejo de Vetusta. La iglesia ante todo: los conventos ocupaban
cerca de la mitad del terreno; Santo Domingo solo tomaba una quinta parte del área total de la
Encimada; seguía en tamaño las Recoletas […]; San Vicente estaba convertido en cuartel y
dentro de sus muros retumbaba la indiscreta voz de la corneta, profanación constante del
sagrado silencio secular; del convento ampuloso y plateresco de las Clarisas había hecho el
Estado un edificio para toda clase de oficinas, y en cuanto a San Benito era lóbrega prisión de
mal seguros delincuentes. Todo esto era triste; pero el Magistral, que veía, con amargura en los
labios, estos despojos de que le daba elocuente representación el catalejo, podía abrir el pecho al
consuelo y a la esperanza contemplando, fuera del barrio noble, al Oeste y al Norte, gráficas
señales de la fe rediviva en los alrededores de Vetusta, donde construía la piedad nuevas
moradas para la vida conventual, más lujosas, más elegantes que las antiguas, si no tan sólidas
ni tan grandes. […] No solo era la iglesia quien podía desperezarse y estirar las piernas en el
recinto de Vetusta la de arriba, también los herederos de pergaminos y casas solariegas habían
tomado para sí anchas cuadras y jardines y huertas que podían pasar por bosques […]. Y
mientras […], los míseros plebeyos que a fuerza de pobres no habían podido huir los codazos
del egoísmo noble o regular vivían hacinados en casas de tierra que el municipio obligaba a
tapar con una capa de cal; y era de ver cómo aquellas casuchas, apiñadas, se enchufaban, y
saltaban unas sobre otras, y se metían los tejados por los ojos, o sean las ventanas […].
[…] El humo y los silbidos de la fábrica le hacían dirigir miradas recelosas al Campo
del Sol; allí vivían los rebeldes; los trabajadores sucios, negros por el carbón y el hierro
amasados con sudor; los que escuchaban con la boca abierta a los energúmenos que les
predicaban igualdad, federación, reparto, mil absurdos, y a él no querían oírle cuando les
hablaba de premios celestiales, de reparaciones de ultratumba. […] No, aquel humo no era de
incienso, subía a lo alto, pero no iba al cielo; aquellos silbidos de las máquinas le parecían
burlescos, silbidos de sátira, silbidos de látigo. Hasta aquellas chimeneas delgadas, largas como
monumentos de una idolatría parecían parodias de las agujas de las iglesias…
El Magistral volvía el catalejo al Noroeste: allí estaba la Colonia, la Vetusta novísima,
tirada a cordel, deslumbrante de colores vivos con reflejos acerados; parecía un pájaro de los
bosques de América, o una india brava adornada con plumas y cintas de tonos discordantes.
Igualdad geométrica, desigualdad, anarquía cromáticas. En los tejados todos los colores del iris
como en los muros de Ecbátana; galerías de cristales robando a los edificios por todas partes la
esbeltez que podía suponérseles; alardes de piedra inoportunos; solidez afectada, lujo
vocinglero […].
Pero entretanto, De Pas volvía amorosamente la visual del catalejo a su Encimada
querida, la noble, la vieja, la amontonada a la sombra de la soberbia torre. Una a Oriente, otra a
Occidente, allí debajo tenía, como dando guardia de honor a la catedral, las dos iglesias
antiquísimas que la vieron nacer, o por lo menos pasar a grandezas y esplendores que ellas
jamás alcanzaron. Se llamaban […] Santa María y San Pedro.
CLARÍN, La Regenta, Capítulo I
Terrado: azotea, terraza.
Linajudo: de familia noble o aristocrática.
Magistral: canónigo que, en una iglesia catedral, se encarga oficialmente de la predicación.
Ínfulas: orgullo, presunción; pretensión vana de lujo.
Lóbrego: sombrío, tenebroso.
Redivivo: vuelto a la vida (generalmente asociado al lenguaje teológico)
Regular: en este sentido, relativo a las órdenes religiosas, que se someten a una regla.
Receloso: desconfiado, que teme o sospecha de algo o alguien.
Idolatría: adoración de ídolos o divinidades paganas.
Vocinglero: que habla mucho y en voz demasiado alta, como para le oiga todo el mundo.
a) Intenta hacer un boceto de la ciudad de Vetusta según lo que habéis leído e indica la
distribución en los diversos barrios de las clases sociales.
b) Tomando como referencia este texto, realiza una descripción literaria exhaustiva de tu
pueblo.
El Magistral Fermín de Pas es un hombre marcado poderosamente por la
influencia de su madre, doña Paula. De hecho utiliza su puesto para favorecer los intereses
económicos de su madre. Tampoco renuncia a su lujuria y a su sensualidad, satisfaciendo
con su criada Petra lo que su cargo no le permite satisfacer de otro modo. Sus turbulentas
relaciones con Ana Ozores están descritas y analizadas de forma minuciosa. El Magistral
oculta sus verdaderos sentimientos. Su orgullo no le deja aceptar la realidad que tiene ante
sí: está perdidamente enamorado de Ana. Como compensación, va tejiendo
cuidadosamente una red espiritual y religiosa en torno a ella lo que crea en Ana una
dependencia total del magistral. Fermín de Pas consigue dominar su mente y su voluntad.
Cuando al final se entere de la infidelidad de Ana con Álvaro Mesía y vea así su orgullo
derrotado, revelará la naturaleza maligna de su comportamiento.
Vetusta era su pasión y su presa. Mientras los demás le tenían por sabio teólogo,
filósofo y jurisconsulto, él estimaba sobre todas su ciencia de Vetusta. La conocía palmo a
palmo, por dentro y por fuera, por el alma y por el cuerpo, había escudriñado los rincones de las
conciencias y los rincones de las casas. Lo que sentía en presencia de la heroica ciudad era gula;
hacía su anatomía, no como el fisiólogo que solo quiere estudiar, sino como el gastrónomo que
busca los bocados apetitosos; no solo aplicaba el escalpelo, sino el trinchante.
Y bastante resignación era contentarse, por ahora, con Vetusta. De Pas había soñado con
más altos destinos, y aún no renunciaba a ellos. Como recuerdos de un poema heroico leído en
la juventud con entusiasmo, guardaba en la memoria brillantes cuadros que la ambición había
pintado en su fantasía; en ellos se contemplaba oficiando de pontifical en Toledo y asistiendo en
Roma a un cónclave de cardenales. Ni la tiara le parecía demasiado ancha; todo estaba en el
camino; lo importante era seguir andando. Pero estos sueños, según pasaba el tiempo, se iban
haciendo más y más vaporosos, como si se alejaran. “Así son las perspectivas de la esperanza,
pensaba el Magistral; cuanto más nos acercamos al término de nuestra ambición, más distante
parece el objeto deseado, […]”. No renunciaba a subir, a llegar cuanto más arriba pudiese, pero
cada día pensaba menos en esas vaguedades de la ambición a largo plazo, propias de la
juventud. Había llegado a los treinta y cinco años, y la codicia del poder era más fuerte y menos
idealista; se contentaba con menos pero lo quería con más fuerza, lo necesitaba más cerca; era el
hambre que no espera, la sed en el desierto que abrasa y se satisface en el charco impuro sin
aguardar a descubrir la fuente que está lejos, en lugar desconocido.
Sin confesárselo, sentía a veces desmayos de la voluntad y de la fe en sí mismo que le
daban escalofríos; pensaba en tales momentos que acaso él no sería jamás nada de aquello a que
había aspirado, que tal vez el límite de su carrera sería el estado actual o un mal obispado en la
vejez, todo un sarcasmo. Cuando estas ideas le sobrecogían, para vencerlas y olvidarlas se
entregaba con furor al goce de lo presente, del poderío que tenía en la mano; devoraba su presa,
la Vetusta levítica, como el león enjaulado los pedazos ruines de carne que el domador le arroja.
CLARÍN, La Regenta
1) ¿Cómo consideran los ciudadanos de Vetusta al Magistral? Sin embargo, ¿Qué
“ciencia” estimaba él?
2) ¿Cuáles eran sus sueños y ambiciones? ¿A qué aspiraba llegar?
3) ¿Cómo vuelve la edad al Magistral? ¿Qué pretende entonces?
4) Cuando se desalienta, ¿qué hace don Fermín de Pas para superar esos momentos de
pesimismo, esos “desmayos de la voluntad”?
5) Resume en pocas líneas el contenido del texto.
6) El texto está formado por tres párrafos. Señala el tema de cada uno de ellos.
7) Hablamos de estructura circular cuando el final del texto retorna al inicio. ¿Podríamos
decir que la estructura del texto es circular y cerrada? Justifica tu respuesta.
8) ¿Cómo caracterizarías al personaje del Magistral?
9) Clarín utiliza un lenguaje de gran expresividad; entre otras cosas, por la gran fuerza de
las imágenes y de las comparaciones que emplea. A menudo, estas imágenes y
comparaciones las resuelve el autor mediante elementos que se refieren a dos ámbitos de
la realidad: lo alimenticio-fisiológico y lo animal. Busca en el primer y tercer párrafos un
ejemplo de cada uno de ellos.
10) Vetusta se erige también como protagonista de la obra. En el primer y tercer párrafos,
el autor define a la ciudad con dos adjetivos, ¿cuáles son?
11) Define los siguientes términos: presa, escudriñar, fisiólogo, vaporoso, jurisconsulto,
escalpelo, trinchante, pontifical, cónclave, tiara, levítica.
Clarín también destaca por el valor de sus cuentos publicados. En ellos no domina la
intriga, sino el estudio detallado de la psicología de los personajes, lo que justifica sus
comportamientos y reacciones. ¡Adiós, Cordera! Es uno de los más famosos.
El prao Somonte era un recorte triangular de terciopelo verde tendido, como una
colgadura, cuesta abajo por la loma. Uno de sus ángulos, el inferior, lo despuntaba el camino de
hierro de Oviedo a Gijón. Un palo de telégrafo, plantado allí como pendón de conquista, con sus
jícaras blancas y sus alambres paralelos, a derecha e izquierda, representaba para Rosa y Pinín
el ancho mundo desconocido, misterioso, temible, eternamente ignorado. Pinín, después de
pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste tranquilo, inofensivo, campechano,
con ganas, sin duda, de aclimatarse a la aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue
atreviéndose con él, llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los
alambres […]
Rosa, menos audaz, pero más enamorada de lo desconocido, se contentaba con arrimar
el oído al palo del telégrafo, y minutos, y hasta cuartos de hora, pasaba escuchando los
formidables rumores metálicos que el viento arrancaba a las fibras del pino seco en contacto con
el alambre.
La Cordera, mucho más formal que sus compañeros, verdad es que, relativamente, de
edad también mucho más madura, se abstenía de toda comunicación con el mundo civilizado, y
miraba de lejos el palo del telégrafo como lo que era para ella efectivamente, como cosa muerta,
inútil, que no le servía siquiera para rascarse. Era una vaca que había vivido mucho. Sentada
horas y horas, pues, experta en pastos, sabía aprovechar el tiempo, meditaba más que comía,
gozaba del placer de vivir en paz, bajo el cielo gris y tranquilo de su tierra, […].
Aquella paz solo se había turbado en los días de prueba de inauguración del ferrocarril.
La primera vez que la Cordera vio pasar el tren se volvió loca. Saltó la sebe de lo más alto del
Somonte, corrió por prados ajenos, y el terror duró muchos días, renovándose, más o menos
violento, cada vez que la máquina asomaba por la trinchera vecina. Poco a poco se fue
acostumbrando al estrépito inofensivo. Cuando llegó a convencerse de que era un peligro que
pasaba, una catástrofe que amenazaba sin dar, redujo sus precauciones a ponerse en pie y mirar
de frente, con la cabeza erguida, al formidable monstruo; más adelante no había más que
mirarle, sin levantarse, con antipatía y desconfianza; acabó por no mirar al tren siquiera.
CLARÍN, ¡Adiós, Cordera!
Jícaras: Piezas de porcelana que están en los postes de telégrafos.
Sebe: cercado de estacas
a) ¿Qué dos mundos se oponen en el texto? Coméntalo.
b) ¿Cómo caracteriza Clarín a los dos niños?
c) ¿Cómo describe el autor a la vaca Cordera?
d) ¿Qué reacción provoca la presencia del palo del telégrafo en la vaca? ¿Cómo
reaccionan los niños?
La barraca dibuja un tenso mundo de venganza y odio que discurre por la huerta
valenciana. La barraca, que nadie quiere arrendar en la huerta por unos trágicos sucesos
ocurridos años atrás y en solidaridad con su antiguo ocupante, es finalmente habitada por
Batiste, su mujer y sus hijos. Los huertanos, dirigidos por Pimentó, valentón y
pendenciero, acosan y hacen la vida imposible a la humilde familia de Batiste, que llega
incluso a perder un hijo. Al final, Batiste mata a Pimentó. La barraca acaba en llamas.
-¿Cuántas son las obras de misericordia?...
-Dos por siete, ¿cuántas son?...
Y rara vez quedaba contento de las contestaciones.
-Son ustedes unos bestias. Me oyen como si les hablase en griego. ¡Y pensar que les
trato con toda finura, como en un colegio de la ciudad, para que aprendan ustedes buenas formas
y sepan hablar como las personas!... En fin, tienen ustedes a quien parecerse: son tan brutos
como sus señores padres, que ladran, les sobra dinero para ir a la taberna e inventan mil excusas
para no darme el sábado los dos cuartos que me pertenecen.
Y paseábase indignado, especialmente al quejarse de los olvidos del sábado. Bien se
notaba en el aspecto de su persona, que parecía dividida en dos partes.
Abajo, alpargatas rotas, siempre manchadas de barro; viejos pantalones de pana. Pero de
cintura arriba mostrábase el señorío; lo que le distinguía de toda gente de las barracas, gusarapos
pegados al surco: una corbata de colores chillones sobre la sucia pechera, bigote cano y cerdoso
partiendo su rostro mofletudo y arrebolado, y una gorra azul, recuerdo de uno de los muchos
empleos que había desempeñado en su accidentada vida.
VICENTE BLASCO IBÁÑEZ, La barraca
a) ¿Dónde está situado el colegio? Señala el dato que te ha permitido averiguarlo.
b) ¿Por qué el maestro cree que los alumnos no aprenden lo que él les enseña?
c) ¿Con qué compara el maestro a la gente del lugar?
d) Menciona en qué aspecto se detiene el narrador.
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