¿Cómo ayudar al que ha perdido a un ser querido? Uno de los errores más grandes que cometemos los seres humanos, cuando alguien pierde un ser querido es pedirles o decirles que: "no lloren", "que está descansando", "que se resígnese", "que se conforme". En realidad los dolientes no necesitan otra cosa más que sentir el apoyo, el ánimo de los hermanos de la iglesia, de los amigos y de la familia. Cuando hay tristeza por la pérdida de un ser querido, especialmente los cristianos, los hijos de Dios, sabemos que Dios da la vida, y sabemos que El la toma, cuando El quiere. A la vez, sabemos que Dios nos creo con sentimientos, con emociones, y la tristeza es parte de esa creación. Por lo tanto, el ser humano está hecho para sentir, para dolerse, para entristecerse, para llorar, que es parte importante del dolor por perdida. ¿Qué hacer entonces para aconsejar, ayudar, apoyar a los que han perdido un ser querido o para que enfrente su duelo sin derrumbarse? 1) Déjelo que hable del tema, o de la persona que ha partido 2) Déjelo que mire las fotos una y otra vez de la persona que ha fallecido. 3) No lo desanime si desea ir al cementerio, es parte importante para resolver su duelo; el poder enfrentarse a la realidad que ya no está su ser amado. 4) Anímelo a que se junte con sus hermanos o familiares más cercanos para llorar juntos y poder animarse, apoyarse el uno al otro 5) Deje que se desahogue al llorar... El término "llanto" en general describe cuando alguien derrama lágrimas en reacción a un estado emocional. La acción de llorar se ha definido como "un fenómeno secretomotor complejo que es caracterizado por derramar lágrimas del aparato lagrimal, sin cualquier irritación de las estructuras oculares". En el llorar, sacamos de nuestro cuerpo las toxinas u hormonas que nos enfermarían sino sucede el llanto. El llorar por duelo, no es pecado, ni le hace daño a nadie... el llorar le hace un bien a la persona que está experimentando el duelo. Dios nos hizo con emociones, y aun Jesús en su ministerio terrenal lloró por su amigo Lázaro cuando había muerto... fue un llanto de tristeza, como cuando lloró por Jerusalén. Sí, Dios nos entiende, porque mandó a Su propio Hijo a sufrir por nosotros. Sufrió porque vío el sufrimiento de Su Hijo, y Su Hijo sufrió y se dolió en su ministerio y obra aquí en la tierra. A la vez, el llorar no es un indicio de debilidad, es un indicio de humanidad... el llorar nos hace más humanos, y nos permite entender, y compadecernos del que sufre... No por gusto San Pablo inspirado por el Espíritu Santo escribiera en 2a Corintios 1:3-6 "...Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, tambien nosotros podamos consolar a todos los que sufren... Si sufrimos, es para que ustedes tengan consuelo y salvación y si somos consolados, es para que ustedes tengan el consuelo que los ayude a soportar con paciencia los mismos sufrimientos..." (NVI). 6) A veces, va hacer mejor que no diga nada, que se quede quieto, y callado, viendo, oyendo y orando... las palabras sobran, y a veces no podemos expresar, ni sentir con exactitud lo que los dolientes están sintiendo. Con su presencia, usted le está diciendo cuanto los aprecia y cuánto siente el dolor que están experimentando... Por lo tanto, amados hermanos, "Llorad con los que lloran". 7) Anímele a recordar las promesas de la Palabra, lo maravilloso de la vida eterna, o de la esperanza eterna. 8) Anímele a buscar la fortaleza en la Oración, hablando con el Señor acerca de sus sentimientos y tristeza. 9) Anímele a que busque la compañía de hermanos y hermanas maduros en el Señor para que sean su sostén en los momentos de debilidad o extrema tristeza. 10) Ayúdele a recordar que somos seres humanos y que tenemos momentos de tristeza, lo cual NO ofende a Dios. (Esto es diferente a la depresión que se extiende a un tiempo más prolongado, y que le lleva a tratamientos de otro tipo). Por otro lado, la tristeza, el llanto en este caso, no es un problema de teología o de Biblia, es una situación de emociones, de sentimientos... no es cuestión de dudar de la fe, o de las promesas, es cuestión de sentimientos. Dios use estas ideas y consejos para su ministerio.