RESEÑAS

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J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad mariana. María en el
corazón de la Iglesia, Edicep, Valencia 2009, 296 pp. 20 x 13 cm.
En la Encíclica Redemptoris Mater n. 48, Juan Pablo II dedicó unos
párrafos a la “espiritualidad mariana”. Con esta expresión, el Papa entendía
mucho más que una simple actitud de “devoción a la Virgen”. Se trata aquí,
decía el Papa, “no sólo de la doctrina de la fe, sino también de la vida de la fe
y, por tanto, de la auténtica “espiritualidad mariana” considerada a la luz de
la tradición y, de modo especial, de la espiritualidad a la que nos exhorta el
Concilio”. El autor asume este planteamiento del Papa y con el estilo de un
pequeño tratado ofrece una visión de conjunto de las líneas esenciales de la
espiritualidad mariana.
Situado, pues, en el contexto de Redemptoris Mater, Esquerda ofrece una
visión completa de lo que bien puede llamarse un breve tratado de
espiritualidad mariana, intentando con esto rellenar una laguna existente
precisamente en los manuales de mariología. “Hasta el presente –escribe–
los tratados de mariología han estudiado ampliamente la ‘devoción’ y
‘culto’ mariano, donde enraíza el tema de la ‘espiritualidad’. Pero pocos
autores han explicado la función materna, activa y modélica, de María en
las diversas etapas del itinerario o proceso espiritual” (p. 12). Eso es lo que él
se propone hacer. Es una tarea más fácil de intuir que de explicitar. De
hecho se trata de describir la presencia de María “activa y materna” en la
vida de la Iglesia y en el itinerario espiritual de cada unos de los
cristianos.
Esquerda resume así las características fundamentales de una
espiritualidad mariana: 1) Actitud “vivencial”, que equivale a “afecto de
piedad filial” y que incluye conocimiento, imitación, relación, petición
celebración; 2) Relación de “intimidad” personal con María, a modo de
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“comunión de vida”; 3) Aceptación afectiva y efectiva de su “influjo
salvífico”; 4) Sintonía con “los sentimientos de Cristo”, que invita a
recibir a María como Madre y modelo de fidelidad a la palabra (cfr. pp.
35-36). El lector tiene la impresión de que con esta descripción,
Esquerda se acerca bastante a la devoción a Santa María según la
encontramos en san Luis María Grignon de Monfort y en san Alfonso
María de Ligorio, que, junto con Lumen gentium, son los puntos de
referencia de Redemptoris Mater n. 48 al hablar de una “auténtica
espiritualidad mariana”.
El autor sigue el orden clásico de un tratado, partiendo de las
cuestiones más generales, por ejemplo, La espiritualidad cristiana en su
dimensión mariana (pp. 15-30), o Naturaleza y significado de la espiritualidad
mariana (pp. 45-68), para concluir con capítulos dedicados a cuestiones
concretas como Espiritualidad mariana en el itinerario de las diversas vocaciones
(pp. 191-218), o Espiritualidad mariana y misionera a la luz de la figura de
san José (pp. 263-286). En este sentido, es de justicia destacar que
Esquerda consigue unir la brevedad con la concreción. Un buen ejemplo
de esto se encuentra en las páginas dedicadas a María y la vocación laical
(pp. 195-199). Esquerda muestra con brevedad, pero con suficiente
claridad, las características de la vida de Santa María que más pueden
iluminar la vida de los laicos, entre ellas, su vida de familia y el modo en
que ella vivió el sacerdocio de los fieles. El capítulo dedicado a san José es
un resumen de la Encíclica de Juan Pablo II Redemptoris Custos. San José,
comenta Esquerda, “pertenece al mensaje evangélico y, más
concretamente, a los textos del primer anuncio. Asintiendo al mensaje del
ángel, recibió a María como esposa (...) Leyendo los textos bíblicos sobre José,
todo creyente se siente invitado a ser José, es decir, a vivir y servir la misión
salvífica de Cristo como él (p. 264).
El autor aduce al final de cada capítulo una abundante bibliografía.
Cabe decir que el exceso de citas dificulta a veces la lectura.
L. F. MATEO-SECO
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J. GARCÍA, Medjugorje, LibrosLibres, Madrid 2009, 270 pp.
Las apariciones de la Virgen en Medjugorje, pequeña localidad de BosniaHerzegovina, siguen siendo un tema de actualidad, ya que desde su inicio en
1981 no han dejado de sucederse hasta la fecha. Una prueba del interés que
generan es el constante incremento de la bibliografía sobre el tema. En esta
ocasión, el autor es un joven periodista, especializado en materia religiosa,
que fue enviado por un semanario al lugar de las apariciones y este libro es
el resultado de sus investigaciones sobre el terreno.
Busca ser una crónica que dé noticia de lo que allí sucede, facilitando
mucha información y dando la palabra a quienes han tenido parte en los
acontecimientos. Por ello estructura el texto con un orden muy preciso, que
de modo esquemático podemos denominar: hechos, protagonistas y
consecuencias. Así, en primer lugar, conforme a lo declarado por sus
participantes, se nos facilita una relación de lo acaecido en 1981 con el
inicio de las apariciones marianas, dando puntual referencia de las ocurridas
en la primera semana, así como de lo que puede considerarse su mensaje,
centrado en la idea de la paz. Igualmente, se destacan los cinco grandes
temas que se derivan de las enseñanzas atribuidas a la Virgen, y que se han
divulgado como las “cinco piedras”, que son: la oración, la Eucaristía, la
Sagrada Escritura, el ayuno y la confesión.
Tras esa breve parte que sirve de introducción, la parte central se dedica
a los protagonistas, entre los que ocupan el lugar principal los seis videntes:
Ivanka, Mirjana, Vicka, Marija (difusora de los mensajes), Jakov e Ivan.
Cada uno tiene su capítulo y en casi todos los casos se trata de una larga
entrevista en la que nos cuentan su vida hasta la fecha, aportando su
testimonio personal de las apariciones y sobre cómo viven el mensaje
recibido. Tres de ellos confiesan seguir teniendo visitas diarias de la Virgen,
por tanto, la ven desde hace bastante más de veinte años.
La intervención de los videntes se completa con una referencia a los
diferentes exámenes médicos a los que han sido sometidos. Desde los que
pasaron bajo el régimen comunista de su país, entonces Yugoslavia, hasta el
propuesto en 1984 por René Laurentin y realizado por el Dr. Joyeux, quien
volvió a ocuparse del tema en 2005, y pudo estudiarles incluso durante los
éxtasis en que veían a la Gospa, como ellos llaman a la Virgen en su idioma.
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A continuación, todavía dentro de la consideración de todos los
protagonistas, se entra en el aspecto más delicado de la cuestión, la
posición de las autoridades eclesiásticas locales, que no han reconocido la
autenticidad de las apariciones, y el autor lo hace con notable
ponderación y respeto. Por un lado, se expone la compleja historia del
catolicismo de la zona y el relevante papel desempeñado por los
franciscanos en defensa de la fe. Por otro, se mantiene una larga
entrevista con el Padre Jozo Zovko, franciscano, defensor de las
apariciones, y en contraste se recogen las opiniones en contra
manifestadas por los dos obispos que ha habido en Mostar durante este
tiempo, primero Mons. Pavao Zanic y el actual Mons. Ratko Peric.
Finalmente, se recuerda que la cuestión está pendiente de decidir por el
Vaticano que no se ha pronunciado todavía.
Para terminar se presentan diversos testimonios de personas que han
desarrollado proyectos de distinto tipo, como pastorales o asistenciales, y
que cada uno a su manera se considera fruto del mensaje Medjugorje. Entre
los que se cuentan los siguientes: la “Comunità Cenacolo”, que atiende a
jóvenes con problemas, y aunque nacida en Italia tiene allí una casa; el
“Mary´s Meals” que da alimento a niños en la escuela, principalmente en
Malawi; la Comunidad Oasis de la Paz, de vida monástica; y la Comunidad
“Nuovi Orizzonti”.
R. SOL
C. ANTONELLI, Il dibattito su Maria nel Concilio Vaticano II.
Percorso redazionale sulla base di nuovi documenti di archivio,
Massaggero, Padova 2009, 606 pp.
El capítulo VIII de la Constitución Dogmática Lumen gentium dedicado
a la Virgen continúa interesando a los mariólogos, y en el caso de esta nueva
publicación se trata de estudiar el proceso de su redacción. Su autor, Cesare
Antonelli, religioso Siervo de María, trabajó hace años en esta materia, en
particular en el papel desempeñado por monseñor Philips. Pero su
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dedicación al estudio se vio interrumpida por encargos de gobierno en su
orden. Recientemente, con ocasión de su tesis doctoral en teología en el
Marianum, Antonelli ha retomado esas investigaciones contando con un
material novedoso, como se indica en el subtítulo del libro. Y esta es su
nota principal: la originalidad de sus fuentes, que revela un gran
conocimiento de la mariología belga del pasado siglo.
En efecto, Antonelli ha indagado en archivos personales de diferentes
participantes en el Concilio Vaticano II, y ha contado con notas, diarios
y correspondencia en gran medida inéditos. Por otra parte, su estudio se
ha limitado al área francófona, de modo que seguimos puntualmente las
opiniones de Suenens, Charue, Philips, Moeller, Laurentin, Congar...
pero desconocemos el pensamiento de otros que desempeñaron un gran
papel, y pueden resultar desfavorecidos al faltarnos oírles dar las razones
que expliquen sus posiciones. Aunque el autor reconoce esta limitación
y advierte que no ha podido consultar como hubiera sido su deseo esas
otras fuentes de archivos privados en idioma italiano, español o
alemán.
El libro sigue el orden cronológico de desarrollo del texto mariano en el
Concilio desde sus primeros pasos. Por este motivo, se divide en cuatro
capítulos. El primero, y más breve, recoge la fase preparatoria, fijándose en
las sugerencias que hicieron llegar los obispos de todo el mundo, también
las de superiores generales y universidades católicas, que querían que se
hiciera alguna referencia a la Virgen, y exponiendo en qué sentido se hacían
estas propuestas.
El segundo capítulo se dedica a la elaboración del primer esquema de
Beata, cuando se pensaba que en el Concilio sólo se tratasen cuatro
constituciones. Su redacción se encargó a Carlo Balic. Se comenta con las
fuentes francófonas indicadas anteriormente las discusiones y comentarios
que provocó este texto y cómo fue sufriendo nuevas redacciones, señalando
Antonelli que ese texto estaba al margen de la renovación habida en los
estudios bíblicos, patrísticos, litúrgicos y ecuménicos durante la primera
mitad de siglo.
En la primera sesión del Concilio se distribuyó entre los padres
conciliares, pensando todavía en que fuera un documento independiente, y
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se comenzó a plantear la oportunidad de incluirlo en la Consitución de
Ecclesia. No se llegó a discutir el contenido, pero sí surgieron numerosas
propuestas, particulares y colectivas de episcopados, para mejorarlo.
El tercer capítulo se dedica a la segunda sesión del Concilio, y que va a
suponer el gran cambio de planteamiento e incluso una nueva redacción.
Por ello se titula este capítulo “Hacia un nuevo de Beata”. Es el momento
tan conocido y recordado de la votación bastante igualada para incluirlo en
de Ecclesia. Una vez tomada esta decisión, se encargó ahora a Philips de su
redacción, y se contrastan las fuentes que empleó para este cometido, pues
en gran parte utilizó trabajos suyos anteriores. Balic no estuvo muy
conforme con el resultado, pero se logró que ambos mariólogos trabajasen
juntos. En esta parte se recogen íntegros los textos que se remitieron estos
dos con sus comentarios justificativos, sobre tal frase o tal cambio. Era ya el
período entre sesiones.
El texto pasó después a la comisión teológica donde siguió sufriendo
correcciones, hasta poderlo enviar a los Padres consiliares, que aportaron sus
contestaciones. En este momento, se ve que el tema que más preocupaba era
el de María Mediadora, con unos a favor y otros en contra.
En el capítulo cuarto se llega al final de este complicado camino de su
aprobación. Era la tercera sesión del Concilio y, en general, satisfizo el
esquema. El centro de los debates estaba en dos títulos: Mediatrix y Mater
Ecclesiae. El primero se incluyó y el segundo no. Pasó a la primera votación
en el aula, y obtuvo una gran mayoría favorable, pero todavía hubo algo
más de quinientos placet juxta modum que se consideraron con detenimiento
y llevaron a introducir alguna modificación pequeña. Finalmente, se
alcanzó la aprobación definitiva con una abrumadora mayoría de votos
favorables, y llegó también el anuncio de la proclamación por parte de
Pablo VI de María como Madre de la Iglesia. Esta intervención papal
agradó poco, según sus notas personales, a los autores que Antonelli ha
estudiado con tanto detalle.
R. SOL
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A. EICHMANN OEHRLI, Cancionero mariano de Charcas,
Centro de Estudios Indianos, Universidad de Navarra
(Col. “Biblioteca indiana”, 17), Iberoamericana - Vervuert,
Madrid 2009, 778 pp.
Andrés Eichmann, profesor de Historia Universal Antigua y Medieval
de la Universidad de Nuestra Señora de la Paz (Bolivia), Licenciado en
Letras, por la Universidad del Cuyo, Argentina, y Doctor en Filología
Hispánica, por la Universidad de Navarra, España, es especialista en
literatura e historia hispanoamericana colonial. Su libro Lírica Colonial
Boliviana recibió Mención honorífica del Premio Robert Stevenson, de
Musicología e Historia de la Música Latinoamericana, Bienio 1992-1993,
otorgado por la OEA y el Consejo Interamericano de Música.
El Cancionero mariano de Charcas procede de la colección musical del
Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, que, hasta hoy, ha sido
considerada la colección más valiosa en su género de América del Sur, por
su número y calidad. Se formó con dos fondos procedentes de la Sala
capitular de la Catedral de La Plata [hoy Sucre] y de la Biblioteca del
oratorio de san Felipe Neri, de la misma ciudad [Colección Julia Elena
Fortún), y contiene en su conjunto 783 de contenido religioso (Navidad,
Corpus Christi, otras devociones cristológicas, obras marianas y dedicadas a
santos); se añaden 79 piezas de tema “humano”. Son obras polifónicas muy
variadas y se encuentran reunidas en unas mil trescientas carpetas; el
profesor Eichmann, se propone realizar la edición crítica de toda la
colección.
En el libro que presento, primicia del proyecto, el autor presenta la
edición crítica de las obras marianas de la colección, escritas en castellano o
italiano (no recoge algunas que se escribieron en latín). Son un total de 253
obras que fueron escritas entre 1680 y 1820. La mayoría se compusieron
en La Plata por encargo de obispos, del cabildo catedralicio, de autoridades
civiles, de varios conventos, de la Universidad y de miembros de la Real
Audiencia; otras fueron escritas por solicitud de particulares. Tres de los
textos llegaron de Lima o de España y veintitrés coinciden en poca o mucha
medida con piezas llegadas de México y de España. Estos datos reflejan el
intercambio cultural, en este caso poético-musical que existía en el mundo
hispánico colonial y que, podemos añadir, ha seguido vigente con fuerza
hasta la actualidad.
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En el Apéndice documental se presentan las fuentes manuscritas. Sigue
una amplia bibliografía y discografía, así como las abreviaturas empleadas.
Se exponen las características de la edición y, por último, se recoge el
Cancionero mariano de Charcas agrupado por temas.
Eichmann elabora una amplia Introducción en que presenta el trabajo
realizado en un amplio contexto sobre la literatura colonial de Charcas.
Ha estudiado otras fuentes documentales y ese estudio le ha permitido
localizar algunas de las piezas estudiadas en la Biblioteca Nacional de
España, y en las colecciones de pliegos sueltos de las Bibliotecas de Londres,
de Cambridge, Praga y Lisboa y también en los catálogos de manuscritos
de la Biblioteca de san Lorenzo el Real de El Escorial.
Los documentos más antiguos datan de 1564, y testimonian que ya en
esa fecha se llevaba a cabo un trabajo de composición poético-musical en la
catedral de Charcas. Presenta un breve currículo de once compositores en
La Plata: dos de finales del siglo XVII, el Maestro de capilla catedralicia
Antonio Durán de la Mota, de fines de siglo, y Juan Guerra y Biedma,
Tenor en la capilla musical de Lima y, después, Maestro de la capilla
catedralicia de La Plata; recoge, además, los nombres de diez compositores
que no ha podido localizar. Dos de los compositores proceden de Milán y
de Albacete; de otro no se conoce la procedencia.
El editor estudia con pericia las equivalencias gráficas entre la escritura
de España y la charquense; así como la fonética combinatoria charquense,
todo ello refleja la relación que suele darse entre el sistema gráfico y el
sistema fonético. Presenta los materiales clásicos que incluyen las obras
estudiadas y realiza un amplio estudio de las formas poéticas que contienen.
Al analizar la temática de los textos marianos, expone que se privilegian
las obras dedicadas a Guadalupe y a la Natividad de María. El autor aclara
que los poemas dedicados a la Virgen de Guadalupe se refieren a la que se
venera en tierras extremeñas y que la tradición atribuye a san Lucas y la
identifica con la imagen sacada en procesión por Gregorio Magno, en
Roma, para implorar el cese de una peste: no sólo se acabó la epidemia, sino
que durante la procesión se vio a un ángel con una espada, identificado con
el arcángel san Miguel, que hoy aparece en bronce coronando el Castell
Sant’Angelo, a orillas del Tíber. Mas tarde, el mismo pontífice envió como
regalo aquella imagen a san Leandro, arzobispo de Sevilla: es la Virgen
venerada en la Basílica extremeña.
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¿Cómo llegó a la capital de Bolivia, entonces Charcas y hoy Sucre?
A finales del siglo XVI viajaron a América dos frailes jerónimos, Óden que
entonces tenían encomendado la custodia de la Basílica y monasterio
extremeño; eran Martín de Posada y Diego de Ocaña: el primero pereció en
Panamá, fray Diego de Ocaña realizó un periplo asombroso por todo el
continente, hasta morir en la Nueva España en 1608. En su estancia en
Potosí (1601) pintó una Virgen, copia de la talla original extremeña, que
fue solemnemente recibida en la ciudad y colocada en una de sus iglesias;
en 1602 el obispo de Charcas pidió a Fray Diego que pintara otra
reproducción de la Virgen de Guadalupe que se colocó en la catedral, en
medio de grandes fiestas prolongadas durante ocho días. Éste es el origen
de la devoción guadalupana de Charcas, que continúa hasta la actualidad.
Es una buena noticia la publicación de esta obra que contiene la edición
crítica de textos literarios coloniales. Por la seriedad de la investigación
realizada, por la calidad de la poesía que recoge, expresiva de la sensibilidad
artística, el sentido musical y colorista de la América colonial andina y por
la difusión y arraigo en la zona de la devoción popular a Santa María.
También es una aportación de in discutible valor para la literatura, puesto
que es obra pionera sobre la obra poética producida en la antigua
Gobernación de Charcas, hoy Bolivia, que en gran parte es aún desconocida.
Termino esta breve presentación con alguno de los versos contenidos en
el libro de Eichmann. Se unen en él uno de los elementos marianos de la
America hispana –Virgen morenita– al que el poeta charquense llega, por
otro camino diverso, a la realidad de la Guadalupana de México, Virgen
morenita, como se la llama hasta hoy:
“¡Ah, qué linda perla/ nos ha dado el cielo!,/ ay, ay,/ en esta morena,/ en
este portento,/ en este milagro/ luna y sol a un tiempo/ alivio del hombre/
amparo y consuelo.
Linda morenica,/ más bella que el cielo/ pues de vos aprende/ a lucir
hoy Febo...”. [Otro nombre de Apolo, identificado con el sol] (pieza 75,
en pp. 360-361).
E. LUQUE ALCAIDE
Universidad de Navarra
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Dom A. POISSON, CARTUJO, En oración con María.
Meditaciones marianas, Monte Carmelo, Burgos, 2009, 244 pp.
El reverendo Padre Dom André Poisson (1923-2005) fue General de la
Orden de los Cartujos después del Concilio Vaticano II. Le tocó, de acuerdo
con el Concilio, renovar los Estatutos Cartujanos. Además, como se indica
en el Prólogo, se propuso abrir a los monjes y monjas cartujos a nuevas
perspectivas sobre “el lazo indestructible entre la más profunda soledad y
las relaciones fraternas que debemos vivir, tanto en comunidad como en el
seno de la Iglesia universal”. Eso se logrará mediante el amor de Dios, que
“reproduce entre nosotros los lazos existentes entre el Padre y su Hijo o
entre el Hijo y cada uno de nosotros”. El autor muestra en las meditaciones
que se publican, cómo María es la primera que ha sido introducida en la
intimidad de las Personas divinas. Ella es la amada del Señor “en la que Él
manifiesta su gloria”.
El libro está dividido en seis capítulos: “María, maestra de oración”,
“María, mujer de escucha y acogida de la Palabra”; “María, modelo de la
vida contemplativa”; “Oraciones marianas”; “La maternidad de María”;
“María, manifestación del amor del Padre” y un epílogo: “Misterio de
ternura. El icono de la Virgen de la ternura”.
Algunas cosas nos pueden sorprender en un primer momento, como la
comparación de la Anunciación, “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la
fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1, 35) con lo sucedido a
Moisés en la cumbre del Sinaí (pp. 20-21). A partir de este momento,
María, según el autor se transforma. “Ella ha establecido su morada en la
intimidad silenciosa de las tres Persons divinas que no son más que
comunión, que no son más que participación y con la cual ella comulga en
plenitud (1 Jn 1,3)” (p. 23).
Otro ejemplo es el de la soledad de María. “María no es solamente
contemplativa; es también solitaria” dice el autor. Poco más adelante lo
explica: “Pero esto es precisamente lo que constituye la soledad de María:
ella es el único ser humano en el pleno sentido de la palabra, que contempla
a Jesús. Único e incomunicable es su intercambio de amor, su contemplación
no tiene comparación, ya que la de los ángeles y bienaventurados se sitúa a
otro nivel. Hay en ésta una intimidad, inconcebible para nuestra
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imaginación, pero que la fe nos invita a considerar. María, al asumir la
universalidad de la creación en su frágil cuerpo, recibe la plenitud del don
divino a través del cuerpo igualmente frágil de su Hijo” (pp. 41-42). Con
este planteamiento, el autor que se dirige a cartujos, concluye: “Ser
contemplativos en la soledad, ser solitarios en comunión, tal es nuestro lugar
en la Iglesia de Dios, y eso es igualmente lo que nos une a María de una
manera particular” (p. 45). No podía ser de otra forma, pues como dicen los
Estatutos de la Orden Cartujana, 2,1, “en la Virgen María contemplamos el
ejemplo más perfecto del misterio de la soledad”.
También abunda el autor en consejos prácticos para la vida diaria y en
algo que puede costar mucho a los que siguen la vida monástica: que
puedan pensar que su vida sea inútil y estéril. “En general, Dios nos pide
que le sigamos así al desierto, no para experimentar la fecundidad visible
de nuestra existencia, sino para percibir en el recogimiento de nuestro
corazón la luz de fe que nos da la certeza de que nuestro silencio y nuestra
soledad están ahí para revelarnos que Dios nos ama y que tenemos que
acoger fielmente cada día este amor” (p. 146).
Por último, en el epílogo hay conceptos que estimamos particularmente
felices. Leamos un párrafo: “Este ‘Icono de la Ternura’ nos permite entrever
el papel que tiene la mujer que enseña al corazón de Dios el arte de amar.
Como los demás hijos de los hombres, Jesús entra en este mundo con un
corazón virgen, que debe ser modelado y ha de dejarse imprimir por las
caricias que recibirá de su mamá y por las que espontáneamente él le
prodigará. Por muy Hijo de Dios que sea, por más que haya sido amado
desde toda la eternidad por el Padre y haya amado al Padre desde siempre,
al nacer como hombre, su corazón debe aprender a amar por medio de su
Madre” (pp. 231-232).
Un libro especialmente indicado para personas consagradas, lleno de
sabiduría, y que pretende ser claro en su exposición.
M. IBARRA BENLLOCH
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