La figura de la Virgen María en las obras de Simeón el nuevo teólogo

Anuncio
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA
EN LAS OBRAS DE SIMEÓN
EL NUEVO TEÓLOGO
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
Palabras clave: Mariología, Simeón el Nuevo Teólogo, místicos bizantinos.
Resumen: Simeón el Nuevo Teólogo (949-1022) es uno de los autores más característicos
de la teología monástica bizantina. Se caracteriza por recoger el pensamiento de los autores
espirituales y místicos anteriores a él y plasmarlo en su obra. Por esta razón, resulta muy
interesante cuanto nos dice acerca de la Madre de Dios, pues, en sus escritos se encuentra
una síntesis de lo que ha recibido de sus antepasados. El estudio de sus obras nos da
a conocer los puntos principales de la teología mariana de los autores espirituales y de
los místicos bizantinos. Simeón deja claro que el aspecto fundamental de María es su
maternidad divina, es decir, que de ella tomó carne el Verbo encarnado y que esto nos trajo
la gracia del Espíritu que nos diviniza. La carne divinizadora que asumió nuestro Salvador
es carne de María y así la comulgamos en la Eucaristía. Esto es lo que hace a María, madre
nuestra. Otro aspecto importante de la mariología de Simeón es cómo subraya la pureza y
santidad de María, superior a todos los santos en razón.
THE MARIOLOGY OF SYMEON,
THE NEW THEOLOGIAN
KEY WORDS: Mariology, Symeon the New Theologian, Byzantine mystics.
SUMMARY: Symeon, the New Theologian (949-1022) is one of the most representative authors
of Byzantine monastic theology. He is noted for embracing the thinking of the spiritual writers and
mystics who preceded him and making it part of his work. For this reason, it is interesting to read
what he has to say about the Mother of God given that his writings provide a synthesis of what he
had inherited from those who preceded him. His work introduces the reader to the main themes of the
Marian theology of the Byzantine spiritual authors and mystics. Symeon makes clear that the key
aspect of Mary is her divine maternity. That is to say, the Incarnate Word took flesh from her and
that it was this which brought us the grace of the Spirit that divinizes us. The divinizing flesh that
Our Saviour took on is Mary’s flesh: this is what we receive in the Eucharist. This is what makes
Mary our mother. Another important element in Symeon’s Mariology is the manner in which he
underlines Mary’ purity and sanctity which, by definition, is superior to that of all the saints.
ScrdeM
45
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
1. Vida y obra de Simeón el Nuevo Teólogo
Uno de los autores más característicos de la teología monástica bizantina
es Simeón el Nuevo Teólogo, que tiene como rasgo principal recoger el
pensamiento de los autores espirituales y místicos anteriores a él y plasmarlo
en su obra. Por ello, resulta muy interesante lo que pueda decirnos acerca
de la Madre de Dios, pues, en sus escritos se encuentra una síntesis de lo
que han trasmitido acerca de la Virgen sus antepasados. En definitiva, con el
estudio de sus obras, podemos conocer cuáles son los puntos principales de
la teología mariana de los autores espirituales y de los místicos bizantinos.
La novedad del Nuevo Teólogo no consiste en doctrinas nuevas, sino en
haber recurrido a la teología tradicional monástica bizantina para expresar
su experiencia mística. Estamos ante lo que podemos llamar una teología
vivida. En otras palabras, la originalidad de su pensamiento teológico es
ir desde la experiencia a la doctrina y no viceversa. Los autores que más
influyen en sus escritos son: Orígenes, san Gregorio de Nisa, san Juan
Crisóstomo, Evagrio Póntico, san Juan Clímaco, san Máximo el Confesor, el
Pseudo Macario, entre otros.
Los principales datos biográficos de este escritor son los siguientes:
Sabemos que Simeón el Nuevo Teólogo nació en Paflagonia en el año 949 en
el seno de una rica familia perteneciente a la aristocracia provincial1. De niño
fue enviado por sus padres a Constantinopla para iniciar allí su educación en
lengua y literatura griega ática. De joven entró al servicio del emperador como
funcionario del palacio real, y luego trabajó en casa de un patricio de la ciudad
hasta que en el año 977, cuando tenía 27 años, abandonó este tipo de vida e
ingresó en el Monasterio de Estudios donde vivía Simeón Eulabés que era su
padre espiritual desde hacía unos años. Su estancia en este recinto sagrado
duró poco y en menos de un año fue expulsado por negarse a abandonar su
1. Esta fecha es hoy aceptada por la mayoría de sus biógrafos. Como fuentes para su biografía
es fundamental la obra de I. Hausherr, Un grand mystique byzantin: Vie de Symeon le Nouveau
Théologien, en: Orientalia Christiana, 45, Roma 1928. Otros libros básicos son: G. A. Maloney,
The Mystic of the Fire and Light. St. Symeon the New Theologian, New Jersey 1975; B. Krivochéine,
Dans la lumière du Christ.- Saint Syméon le Nouveau Théologien, Paris 1985. En lengua española
puede consultarse el estudio de F. M. Fernández Jiménez, El humanismo bizantino en San Simeón
el Nuevo Teólogo. La renovación de la mística bizantina, Madrid 1999, pp. 1-32.
46
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
sumisión a su citado padre espiritual, que le busca un nuevo monasterio, el
de San Mamés, también en la ciudad imperial. Podemos afirmar que este
monasterio se hace famoso por la presencia en él del Nuevo Teólogo.
En el Monasterio de San Mamés fue elegido su higúmeno o superior el año
980, un poco más de dos años después de entrar, y llevó en él una amplia tarea
de restauración no sólo en el edificio, sino en la vida de sus moradores. Centró
su reforma en la liturgia y la penitencia. Su vida transcurrió tranquila en este
monasterio hasta que en el año 1003 se produjo una disputa entre él y Esteban de
Nicomedia, sincelo del Metropolita de la ciudad (una especie de asistente personal)
que en el año 1009 le llevó al destierro posiblemente por el culto que daba a su
padre espiritual que ya había fallecido. Los últimos años de su vida los pasó en el
oratorio de Santa Macrina, lugar cercano a Constantinopla, donde murió el 12 de
marzo del 1022. Es venerado como santo por los cristianos ortodoxos.
Escribió varias obras, especialmente para formación de sus monjes y de
las personas que se dirigían con él. Podemos citar: los Discursos Catequéticos2
cuyo fin primordial era ser pronunciados para los monjes, aunque las
Catequesis 17 y 20 parecen estar destinadas para ser leídas en privado; los
Tratados Teológicos y Éticos3 donde se ocupa de la Trinidad y del conocimiento
de Dios (en los teológicos) y de temas dirigidos más a la vivencia de la fe
comenzando por un ensayo sobre naturaleza y gracia (los éticos); Capítulos
teológicos, gnósticos y prácticos4 donde recopila lo mejor de sus escritos y lo
dirige al gran público, los Himnos5, obra lírica en la que Simeón expresa sus
sentimientos y cuatro Cartas6.
2. Estos discursos están editados por B. Krivocheine y traducidos al francés por J. Paramelle
en la colección Sources Chrétiennes 96 (1963); 104 (1964); 105 (1965). En este artículo los
citaremos con la abreviatura Cat.
3. Aunque son dos obras distintas: tres discursos teológicos y quince éticos, están editados y
traducidos al francés conjuntamente por J. Darrouzès en la colección Sources Chrétiennes
122 (1966); 129 (1967). En este artículo los citaremos con la abreviatura Eth.
4. Editados también por J. Darrouzès en la colección Sources Chrétiennes 51 (1957; 2ª ed.
1980). De esta obra tenemos traducción al español efectuada por P. Argárate: Simeón el
Nuevo Teólogo, El Fuego de lo alto. Capítulos Teológicos, Gnósticos y Prácticos, Ediciones Monte
Casino, Zamora 2000.
5. Editados por J. Koder y traducidos al francés por J. Paramelle y L. Neyrand en la colección
Sources Chrétiennes 156 (1969), 174 (1971), 196 (1973). Los citaremos de este modo: Hymn.
6. Editadas y traducidas al inglés por H. J. M. Turner, The epistles of St. Symeon the New
Theologian, Oxford Early Christian Texts, Oxford 2009.
ScrdeM
47
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
2. La Virgen María en las obras de Simeón
La figura de María aparece en contadas ocasiones en los escritos de Simeón
el Nuevo Teólogo. Más en concreto, una vez en sus Catequesis, varias veces
en el Primer Discurso Ético y alguna referencia en el Segundo. Pero, a pesar de
esto, las referencias marianas son sustanciosas, como ahora veremos.
La alusión a la Virgen en su libro de las Catequesis nos sirve para iniciar
este recorrido sobre la presencia mariana en la obra del Nuevo Teólogo. En
la vigésimo segunda Catequesis, Simeón nos narra su conversión personal
cuando era un joven que estaba al servicio de un patricio. Por la mañana,
nos informa, se encaminaba a trabajar a la casa del citado patricio, y por la
tarde la empleaba en obras de penitencia, siguiendo los consejos de su padre
espiritual, el monje estudita Simeón el Piadoso (Eulabés), que le exhortaba
a dedicarse en obras de conversión. Entre estas obras enumera las siguientes:
el derramamiento abundante de lágrimas, la realización de numerosas
genuflexiones y postraciones, la recitación insistente de plegarias a la Madre
de Dios con gemidos y lágrimas y, como si el Señor estuviera delante de él
corporalmente, la postración ante sus pies inmaculados para implorar de él
incesantemente el perdón de sus pecados7. Como podemos observar, una
de las prácticas penitenciales para obtener la conversión es precisamente la
oración a la Madre de Dios. Lo que muestra la importancia de la devoción
mariana en el camino de la verdadera conversión. Es esta senda la que recorrió
el Nuevo Teólogo, uno de los místicos más renombrados en Oriente.
Pasemos ahora a estudiar más a fondo el Primer Discurso Ético que es donde
hallamos las referencias más explícitas e importantes sobre la Madre de Dios
en toda la obra de Simeón. Los Discursos Éticos constan de quince capítulos
en los que el monje bizantino exhorta al lector a una serie de prácticas para
poder llegar a la perfección del hombre que no es otra que su divinización
mediante su unión a Cristo. El primero de ellos, el más largo de todos, pues
se subdivide en doce capítulos o apartados, lo titula el editor de la edición
crítica a la que hemos hecho referencia más arriba como “Ensayo sobre la
naturaleza y la gracia”. En él el Nuevo Teólogo desea mostrarnos la bondad
de la riqueza del amor de Dios al hombre. Para ello comienza ofreciéndonos
7. Cat. XXII, 63-70 (ed. de B. Krivochéine-J. Paramelle, citada anteriormente, p. 370).
48
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
sus ideas acerca de la creación de Adán y Eva: cómo Dios los formó a su
imagen y semejanza, los colocó como soberanos de toda la creación y los
hizo incorruptibles. Pero el hombre transgredió el mandamiento de Dios,
fue despojado de su vestido de gloria y la creación se vio sometida con el
hombre a la nueva situación de corrupción. No obstante Dios, que tenía
esto previsto, quiso restaurar toda la naturaleza con el hombre y volverla
incorruptible y espiritual. Para ello, Dios toma de María la carne humana
para realizar el misterio de la encarnación y así salvar al hombre y divinizarlo.
Para lograr este objetivo, el hombre debe unirse a Cristo por la gracia de
Dios y liberarse de todo lo que le impide llegar a la contemplación. En este
discurso, pues, encontramos a María como personaje en la obra de nuestra
salvación, unida al Redentor y de una manera subordinada a él.
3. Expresiones y epítetos referidos a María en este discurso
Las expresiones y epítetos más frecuentes que acompañan al nombre
de María en los escritos del Nuevo Teólogo son estos dos, que los cita
habitualmente unidos y que expresan las principales verdades marianas de
un cristiano bizantino,
(siempre virgen y Madre
9
de Dios)8. A veces hallamos sólo uno de ellos:
. Éstos ya aparecen
recogidos en el segundo Concilio de Constantinopla cuando se refiere a
María10, y muestran la creencia ya arraigada en el cristianismo acerca de la
maternidad divina de María y su virginidad perpetua, de la que tanto en
Oriente como en Occidente tenemos abundantes ejemplos.
Cuando se quiere omitir el nombre de María, se recurre en casi todas las
11
.
ocasiones al término
(la Virgen) a veces acompañado con
El uso como sustitutivo del nombre propio de María por el epíteto acompañado
del artículo determinado “la Virgen” es habitual no sólo en la espiritualidad
8. Eth. I, 3, 9-10; 21; I, 10, 7, (ed. de J. Darrouzès, p. 196, 252), entre otros.
9. Eth. I, 2, 144 (ed. de J. Darrouzès, p. 194).
10. Dz 422.
11. Eth. I, 10, 1-17, (ed. de J. Darrouzès, p. 252): encontramos en tres veces el término
Virgen y una de ellas acompañada con el de Madre de Dios. Pero si seguimos con todo
el Discurso Ético, la presencia de este título es mayor incluso que el del nombre de María.
ScrdeM
49
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
monástica que hunde sus raíces en los Padres Alejandrinos: Clemente de Alejandría
y Orígenes (escritores que resaltan la virginidad de María y la proponen como
ejemplo de vida cristiana) sino también en otros puntos del orbe cristiano.
Basta leer las obras marianas de los autores hispanos desde san Isidoro de
Sevilla y san Ildefonso hasta nuestros días para darse cuenta de ello.
Los otros epítetos que encontramos en este discurso se relacionan con la
santidad y limpieza del alma y del cuerpo de la Virgen y son utilizados para
resaltar la pureza de la carne de María de la cual ha de nacer el que es santo por
naturaleza y en el que no puede haber ninguna impureza. Son los siguientes (al
lado colocaremos la traducción española que usaremos siempre que los citemos):
a)
b)
c)
,
(irreprochable y toda irreprochable):
realmente significa sin falta o irreprochable en grado excelso.
o bien
: castísima o virgen casta.
: purísima.
d)
: inmaculada y toda inmaculada
e)
: santa, santísima y toda santa.
Todos estos adjetivos son expresiones de la santidad eximia de María que
el autor aplica a la Virgen, especialmente debido a su condición de Madre de
Dios, como luego veremos. Algunos de ellos los encontramos acompañados de
elementos que indican un grado superlativo del adjetivo como
y
.
Todo ello refleja la veneración del Nuevo Teólogo por la Madre de Dios a
la que no deja de aplicar adjetivos que nos hablan de su pureza de ser por
encima de toda otra criatura salida de las manos de Dios.
4. María, Nueva Eva
Una vez presentado sumariamente el contexto en el que Simeón hace
referencia a la figura de la Virgen en el Primer Discurso Ético y expuestos los
términos en los que ensalza a la persona de María, centramos nuestra mirada
ahora en las principales ideas que acerca de ella encontramos en el Nuevo
Teólogo. La primera tiene que ver con el tema antiguo de María, Nueva
Eva, que está íntimamente unido con el de Cristo, nuevo Adán y que ya se
vislumbra al final del segundo capítulo de este primer discurso en el que ha
50
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
explicado las consecuencias del pecado del primer hombre. Al final abre una
puerta a la esperanza, pues el Nuevo Teólogo afirma que Dios ha previsto
un remedio a la caída de Adán mediante la Encarnación del Verbo divino.
Lo hace con estas palabras con las que termina este capítulo y predispone al
lector a comenzar el tercero donde va a desarrollar esta idea:
Os ruego que prestéis vuestra atención en la exactitud de mi discurso. Pues,
provechoso os será mi discurso a vosotros y a las generaciones venideras.
Debemos servirnos de una imagen para contemplar la encarnación del
Verbo y su nacimiento inefable de la siempre virgen María y conocer bien el
misterio de la economía que se encuentra allí que ha estado escondido antes
de los siglos para la salvación de nuestra raza12.
Inmediatamente después de estas palabras, comienza el capítulo tercero
en el que explica la encarnación del Verbo divino. Dios es el protagonista
principal de este acontecimiento como lo fue de la creación del hombre y
va a obrarlo de una manera semejante a la que siguió cuando plasmó al ser
humano. Así el Nuevo Teólogo afirma ya desde el principio del discurso que,
al igual que, para la formación de Eva, Dios tomó la costilla de Adán que
era carne ya animada, pues le había insuflado el espíritu, y formó así a su
mujer y no le insufló en ella un espíritu porque había tomado de Adán carne
animada que le permitió crear un ser humano compuesto de cuerpo y alma, de
una manera análoga Dios tomó de María, la siempre Virgen Madre de Dios,
miembro de nuestra raza, una carne animada, hecha de cuerpo y alma a la vez,
y la unió a la divinidad en una unión indecible sin mezcla ni confusión, de tal
manera que el Creador de Adán nació como hombre perfecto.
Siguiendo con este paralelo, continúa afirmando que igual que Dios formó
la mujer de la costilla de Adán, así de una hija de Adán, María, tomando
su carne sin germen, es decir nacida en la incorruptibilidad, Dios asume la
carne para que, de la misma manera que Adán por su trasgresión fue causa
de nuestro nacimiento a la muerte y corrupción, así Cristo, cumpliendo toda
justicia, sea la primicia del nuevo nacimiento y de nuestra inmortalidad.
Por eso toma un cuerpo y un alma completos para que unidos a la divinidad
pueda ser él la causa de la divinización para todos los hombres13.
12. Eth. I, 2, 141-147 (ed. de J. Darrouzès, citada más arriba, p. 194).
13. Cfr. Eth. I, 3, 1-78 (ed. de J. Darrouzès, pp. 194-198).
ScrdeM
51
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
En estas líneas no podemos ver toda la riqueza del paralelismo entre Eva
y María tal como se nos presenta en oriente desde san Justino y san Ireneo14,
pues sólo se nos habla de la encarnación del Verbo, tomando carne de María,
de una manera análoga a la creación de la mujer de la costilla de Adán. Pero
en el Segundo Discurso Ético hallamos las ideas del tema María, Nueva Eva
más desarrolladas.
Abundando en el texto del primer discurso que acabamos de presentar,
este segundo discurso trata también del nuevo nacimiento del hombre que,
para el Nuevo Teólogo, tiene tres elementos análogos a la primera creación
del hombre. En primer lugar, tenemos el dato de que, como Adán fue
creado por Dios y de su costilla nació Eva que fue la primera que cometió
la transgresión y que sirvió de intermediaria para que desobedeciera el
hombre15, así el Hijo de Dios entró en el seno inmaculado de María, porción
del pueblo del Israel fiel, y tomó de ella la carne para edificar un templo
santo: Dios hecho hombre, segundo Adán, nacido sin concurso de varón.
En segundo lugar, nos presenta el árbol del conocimiento del bien y del
mal de donde vino la muerte y la maldición por la desobediencia de Adán
en contraposición con el árbol de la cruz de donde nos viene la vida por
la obediencia de Cristo, recogiendo la relación, ya clásica, que hacen los
Padres y los escritores cristianos, de la cruz y el árbol del pecado original.
Finalmente, en tercer lugar, Simeón opone a Eva, por un lado, en cuanto
que es engañada por la serpiente, con el nuevo Adán que la destruye, y, por
otro, en cuanto que desobedece el mandato de Dios, con María que obedece
la disposición divina que viene por el ángel y así es la primera en recibir
sustancialmente al Verbo de Dios.
En estas ideas podemos ya ver los elementos básicos del paralelismo
entre la primera creación y la segunda: Adán y Eva, contrapuestos a Cristo
y María; el tema del árbol del paraíso en paralelo con el de la cruz y la
14. Son muchos los estudios sobre el tema de María, Nueva Eva. Aquí citamos el de
R. Laurentin, “Nueva Eva” en: S. de Fiores, S. Meo, E. Tourón (eds.), Nuevo Diccionario
de Mariología, San Pablo, Madrid 32001, 1.474-1.479.
15. Cfr. Eth. II, 2, 88-114 (ed. de J. Darrouzès, pp. 132-134). Igual que Eva, también Israel
es vista como la nación intermediaria entre Dios y las otras naciones que, en vez de realizar
su papel de acercamiento de los diferentes pueblos a Dios, se volvió a los ídolos, extraviando
a las naciones. Pero Dios se reservó una porción fiel de la casa de Judá de donde vendría el
Mesías que liberaría al hombre y a los pueblos.
52
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
desobediencia de Eva que nos trae la muerte y que hace participar a su
esposo Adán con la obediencia de María al ángel y de Cristo que destruye el
reinado de la serpiente.
5. María y el matrimonio místico de Dios
Siguiendo en el tema de la divinización, nos encontramos con la cuestión
del matrimonio místico entre Dios y los hombres en el que volvemos a
descubrir la figura de María como la esposa del Hijo del Rey.
Comienza esta cuestión en el capítulo noveno del Primer Discurso Ético
aludiendo a la parábola del banquete de bodas del hijo del rey16. Este relato
bíblico le sirve a Simeón para exponernos en qué consiste el matrimonio místico
de Cristo con la humanidad. Así afirma que el rey es Dios y el novio es Cristo.
Cuando este rey quiere buscar una esposa para su hijo, la toma procedente del
género humano que ha trasgredido la ley y se ha vuelto en enemigo suyo.
Y cita expresamente a David que mató a Urías y cometió adulterio. Una hija de
David es la elegida. Pero esta mujer escogida tiene unos atributos que la hacen
singular: es irreprochable, castísima, más aún es virgen casta, en contraposición
con David que pecó en la carne. Ahondando en el tema, el Nuevo Teólogo
vuelve a insistir en afirmar la pureza excepcional de la Virgen, diciendo que, si
bien María pertenece al género humano, es purísima e inmaculada por encima
16. Mt. 22, 2-14: “El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba la boda de su
hijo, mandó a sus criados para que llamaran a los convidados, pero no quisieron ir. Volvió
a mandar otros criados encargándoles que dijeran a los convidados: “Tengo preparado el
banquete, he matado terneros y reses cebadas y todo está a punto: Venid a la boda”. Pero
ellos no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios, los demás agarraron
a los criados y los maltrataron y los mataron. El rey montó en cólera, envió sus tropas que
acabaron con aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados:
“La boda está preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de
los caminos y a todos los que encontréis, llamadlos a la boda”. Los criados salieron a los
caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala del banquete se
llenó de convidados. Cuando el rey entró a saludar a los comensales, reparó en uno que no
llevaba el traje de fiesta y le dijo: “Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin el vestido de boda?”.
El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los servidores: “Atadlo de pies y manos,
y arrojadlo fuera, a las tinieblas. Allí será llanto y rechinar de dientes”. Porque muchos
son los llamados, pero pocos los elegidos”. (Traducción tomada de la versión oficial de la
Conferencia Episcopal Española).
ScrdeM
53
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
de todos los hombres de todas las épocas y razas; ningún ser humano la aventaja
en santidad17. En María se da por tanto la paradoja de ser miembro de una
raza de pecadores, pero a la vez ser ella de una santidad inigualable. Esta
pureza excepcional, le hace estar por encima de todos los demás miembros
del linaje al que pertenece. Y esto será condición necesaria para que el Verbo
tome carne de ella y se produzca el matrimonio místico.
Nuestro autor prosigue en este capítulo, explicándonos la forma en la que
se produjo este matrimonio místico entre Cristo y María, representante de la
humanidad. Nos remite para ello al pasaje de la anunciación narrado por san
Lucas. En este acontecimiento, según Simeón, con la palabra (
) del ángel:
“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”18 el Verbo (
), inmanente
(
), consustancial y coeterno de Dios Padre, con el concurso del
Espíritu, también consustancial, asume una carne dotada de alma y espíritu
de la sangre pura de María (
) y se hace hombre19. Resume en
estas palabras el misterio de la encarnación:
La Virgen concibe y da a luz paradójicamente un único hijo de dos
naturalezas, me refiero a la divina y la humana, Dios perfecto y hombre
perfecto, nuestro Señor Jesucristo, que no corrompió la virginidad de ella ni
abandonó el seno del Padre20.
Deja clara, por consiguiente, la maternidad divina de María, junto con la
pureza de vida y su virginidad.
6. María y el nuevo nacimiento
Unido al matrimonio místico está la cuestión más importante en
la teología mística del Nuevo Teólogo: la del nuevo nacimiento que nos
procuró el Verbo encarnándose en María. Lo explica en el capítulo décimo
que comienza con estas palabras:
El Hijo de Dios y Dios, habiendo entrado en el seno de la Virgen toda santa,
tomando de ella carne y haciéndose hombre, nació, como dijimos, hombre
17. Cfr. Eth. I, 9, 41-49, (ed. de J. Darrouzès, p. 248).
18. Lc. 1, 28.
19. Cfr. Eth. I, 9, 52-61, (ed. de J. Darrouzès, p. 250).
20. Eth. I, 9, 65-70, (ed. de J. Darrouzès, p. 250).
54
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
Mosaico bizantino. Museo de Santa Sofía. Estambul.
perfecto y Dios perfecto, siendo él mismo ambas cosas sin confusión. Presta
ahora atención: ¿Qué es lo que se ha producido en especial para nosotros?
Cada uno de nosotros, los hombres, creemos en él que es hijo de Dios e hijo
de María, la siempre Virgen Madre de Dios, y al creer recibimos fielmente
en nuestros corazones la palabra que le concierne; y ya que la confesamos
con la boca al tiempo que hacemos penitencia con toda el alma por los
pecados cometidos anteriormente, así, como Dios, Palabra del Padre entró
en el seno de la Virgen, del mismo modo se encuentra como en semilla en
nosotros mismos la palabra que recibimos, enseñándonos la piedad. [...]
Realmente lo concebimos no corporalmente, como la Virgen y Madre de
Dios lo concibió, sino espiritual y sustancialmente21. Nosotros tenemos,
pues, en nuestros corazones a aquel mismo que la Virgen casta concibió22.
Este fragmento es clave para entender la relación entre la concepción
virginal de Cristo en las entrañas de María y el nacimiento espiritual
21. Seguimos la traducción francesa de la edición crítica en esta palabra. En ella se nos explica
el porqué ha usado este vocablo para traducir el término ou)siwdw=j. Lo hace así, según sus
palabras porque viene de ou)si/a sustancia. Esta presencia sustancial de Dios en el alma del
creyente, afirma Darrouzès, no es una definición filosófica sino que corresponde al dogma
de la filiación divina y de la inhabitación de Dios en el alma (ed. de J. Darrouzès, p. 250,
nota 1).
22. Eth. I, 10, 1-14. 17-20, (ed. de J. Darrouzès, p. 252-4).
ScrdeM
55
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
de Cristo en nuestros corazones. Hay un dato que volverá a repetir más
adelante y es la necesidad de pureza en el alma para concebir a Cristo, como
la necesidad que tuvo de pureza corporal y espiritual María, para darlo a luz
como hombre perfecto. Por eso prosigue diciendo:
Si creemos con toda el alma y nos convertimos con todo fervor, concebimos
como se ha dicho, la Palabra de Dios en nuestros corazones, como la Virgen,
siempre que llevemos en nosotros nuestras propias almas vírgenes y puras23.
Ahora nos preguntamos, con el propio Simeón, cómo puede entrar
en nosotros esta carne inmaculada de Cristo que Dios tomó del costado
inmaculado de María. La respuesta es sencilla, mediante la comunión
eucarística. Así lo afirma el Nuevo Teólogo diciendo que el que entra en
nosotros al comulgar dignamente no es otro que el Dios encarnado, el
que nació de María, Virgen purísima, que es Hijo de Dios y está sentado
a la derecha del Padre. Hay, por consiguiente, una relación íntima
entre el nacimiento de Cristo en la carne y la presencia de Cristo en la
Eucaristía. Es precisamente mediante ella por la que conseguimos los
beneficios que Cristo ha venido a traernos con su encarnación y la forma
de poder tenerlo con nosotros. Con la comunión, en palabras del Nuevo
Teólogo, se produce un nuevo nacimiento de aquél que sin proceder de
nosotros, nace incorporalmente en él y nos une a su esencia y naturaleza.
En una palabra, nos diviniza haciéndonos huesos de sus huesos y carne
de su carne24.
Podemos sostener que hay dos nacimientos del Dios Verbo relacionados
íntimamente pues no puede darse uno sin el otro, porque, aunque Cristo
pudo nacer de María sin tener necesariamente que nacer en nosotros, el
motivo de la encarnación no es otro que salvarnos haciéndonos uno con él.
Así lo expresan estas palabras del Nuevo Teólogo:
Uno es el nacimiento inefable procedente de ella [María] mediante el cual
Dios Verbo se encarnó y otro el que se produce espiritualmente en nosotros:
Aquél, al dar a luz al Hijo y el Dios Verbo encarnado, ha dado a luz el
misterio de la recreación [replasmación] de nuestra raza y la salvación de
todo el mundo que vive sobre la tierra, que es precisamente nuestro Señor
23. Eth. I, 10, 39-42, (ed. de J. Darrouzès, p. 254).
24. Cfr. Eth. I, 10, 55-75, (ed. de J. Darrouzès, p. 256).
56
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
Jesucristo y Dios, que ha reunido en él lo que estaba disgregado y que ha
quitado el pecado del mundo. Y éste, al dar a luz en el divino Espíritu el
Verbo del conocimiento de Dios, produce sin cesar en nuestros corazones el
misterio de la renovación de las almas humanas y la comunión y unión con
el Verbo Dios25.
Vemos, por consiguiente cómo hay una íntima unión entre los dos
nacimientos. Esto tiene que ver, para Simeón con lo que vamos a tratar en
el siguiente punto.
7. Maternidad espiritual de María
Para Simeón el Nuevo Teólogo, la maternidad espiritual de María
procede de su maternidad divina, pues ella, al dar a luz a Cristo, ha hecho
posible la regeneración de la raza humana y el nuevo nacimiento de los
nuevos cristianos, convirtiéndolos en otros “cristos”, hijos por tanto de
María. También relaciona el tema de la maternidad espiritual con el de
María Nueva Eva. Vamos a recoger dos textos en los que nuestro autor llama
expresamente a María, madre de los hombres, y que explican el motivo de
este apelativo. El primero tiene que ver con el del matrimonio místico y
el segundo con el tema de María, Nueva Eva. Los dos están en el capítulo
décimo del Primer Discurso Ético:
Y como nosotros hemos recibido de su plenitud todos, así también todos
hemos participado de su carne irreprochable que asumió de su santísima
Madre. Y como Dios Cristo y Dios nuestro se ha hecho hijo de ella, y tomó
el nombre de hermano nuestro, así también nosotros, ¡oh inefable amor por
el hombre! nos convertimos en hijos de la Madre de Dios y hermanos de
Cristo mismo, porque, habiendo nacido el Hijo de Dios de ella mediante el
matrimonio totalmente inmaculado e inefable con ella y en ella, han nacido
a su vez de él todos los santos26.
Pues como Eva, la primera, concibió de la unión y del semen de Adán,
y de ella y por ella nacieron todos los hombres, así también la Madre de
Dios, habiendo recibido en vez de semen al Verbo de Dios Padre, concibió
25. Eth. I, 10, 84-97 (ed. de J. Darrouzès, p. 258).
26. Eth. I, 10, 138-147 (ed. de J. Darrouzès, p. 262).
ScrdeM
57
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
y dio a luz solo al Hijo único del Padre antes de los siglos, hijo único de
ella encarnándose al final de los tiempos. Y mientras ella ha dejado de
engendrar y dar a luz, su Hijo ha engendrado y engendra a los que creen
en él y guardan sus santos mandamientos. Convenía pues, que, puesto que
nuestro nacimiento en corrupción nos vino a través de la mujer Eva, nuestro
nacimiento espiritual y nuestra renovación nos vinieran por un hombre,
que es el segundo Adán y Dios. Y observa la exactitud de mis palabras:
el semen de un hombre mortal e incorruptible ha engendrado y genera
a través de una mujer hijos corruptibles y mortales. El Verbo inmortal e
incorruptible de Dios inmortal e incorruptible ha engendrado y siempre
genera hijos inmortales e incorruptibles, habiendo nacido él en primer lugar
de la Virgen, en el Espíritu Santo, evidentemente27.
En ambos textos se nos presenta a María como nuestra madre, pero por
dar a luz a su Hijo, el Verbo de Dios Padre que es quien nos ha dado a luz
espiritualmente a todos nosotros. Es Cristo quien realmente nos engendra
en una vida nueva, pero lo hace mediante su encarnación en las purísimas
entrañas de la Virgen por obra del Espíritu Santo. Esta vida nueva, que
recibimos del Verbo encarnado, ciertamente, no lo convierte en nuestro padre
o madre, sino en nuestro hermano, como podemos observar en el primer texto
que hemos recogido en este apartado. Hay que dejar claro, por tanto, que es
Cristo el que nos da a luz a una vida nueva y mediante este nuevo nacimiento
nos hacemos hermanos de él. Pero este suceso no acontece sin la intervención
de María que le da la carne y le hace nuestro hermano. Por eso es lógica la
afirmación de que María es nuestra madre y esto se debe a la intervención de
Cristo que al unirnos a él la convierte en nuestra madre. Las consecuencias de
la divinización son alabadas en este fragmento de su obra Himno II:
¿Cuál es tu misericordia inconmensurable, oh Salvador?
¿Por qué has querido que sea miembro tuyo yo,
que soy impuro, hijo pródigo y libertino?
¿Por qué me has ataviado con un vestido tan refulgente
que brilla con esplendor de inmortalidad y
que transforma en luz todos mis miembros?
Pues tu cuerpo inmaculado y divino
que está inefablemente mezclado y unido,
27. Eth. I, 10, 147-165 (ed. de J. Darrouzès, p. 262).
58
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
brilla todo él con el fuego de tu divinidad;
y es esto lo que me has dado también a mí gratuitamente, Dios mío.
En efecto, al unirse está mi tienda corporal, sucia y corruptible,
a tu cuerpo, totalmente inmaculado,
y al mezclarse mi sangre con tu sangre,
me he unido, lo sé, a tu divinidad
y me he transformado en un cuerpo purísimo,
miembro resplandeciente, miembro realmente santo,
miembro brillante, transparente y luminoso.
Veo la belleza de tu gracia, observo su resplandor,
reflejo su luz, contemplo con asombro el esplendor inefable
y estoy fuera de mí al pensar en mí mismo:
lo que era y lo que he llegado a ser ¡oh maravilla!
Me honro y respeto como te honro y respeto a ti
y no sé, siempre vacilante, en qué lugar sentarme, a quién aproximarme,
dónde colocar mis miembros que son tuyos,
en qué obras, en qué acciones emplear estos miembros temibles y divinos28.
Casa de la Virgen. Éfeso.
28. Hymn. II, 1-29, (ed. de J. Koder, pp. 176-178).
ScrdeM
59
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
En este himno se observa hasta dónde llega la unión del hombre con
Cristo hasta convertirse el ser humano en otro “cristo”. Observamos, por
tanto, que la maternidad de María es un don del Verbo que, al hacernos
partícipes de su vida mediante la obra de la regeneración, es decir al unirnos
con él, acogemos en nuestra vida a la que es Madre del Verbo, María, como
nuestra madre.
En este proceso tiene un papel primordial la comunión eucarística, como
podemos deducir de este texto:
Por tanto, por esto la Madre de Dios es soberana, reina, señora y madre de
todos los santos, y todos los santos son esclavos de ella, porque es Madre de
Dios, e hijos de ella, porque comulgamos la carne totalmente inmaculada
de su Hijo. Fiel es la palabra: la carne del Señor es carne de la Madre de
Dios, y comulgando la carne divinizada del Señor, confesamos y creemos
que nosotros comulgamos vida eterna, si no la comemos indignamente y
para nuestra propia condenación29.
Importante referencia en este texto a la Eucaristía y a la Virgen María.
En efecto, somos esclavos de María por su condición de Madre de Dios, e
hijos suyos porque comulgamos la carne de su Hijo que es carne de María.
Otro aspecto, relacionado con la maternidad espiritual de María, es
la maternidad espiritual de los santos. Siguiendo el texto evangélico que
afirma que quienes escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica son las
madres, los hermanos y hermanas del Señor30, Simeón afirma que aquéllos
que obran conforme a la Palabra divina han sido elevados a la dignidad de
“madre de Cristo”. Pero hay una diferencia, sigue explicando, que mientras
María es madre en sentido propio pues le ha dado el cuerpo, los santos lo
son según la gracia y el don. No obstante, entre estas dos maternidades
hay un vínculo esencial. Así lo explica nuestro autor: Cristo tomó de María
inmaculada la carne toda ella inmaculada y le dio como don la divinidad; en
cambio, Cristo no recibe de los santos la carne, pero los hace participar de
su carne divinizada especialmente en el sacramento eucarístico. Ahondando
en el tema, la gracia del Espíritu pertenece a nuestro Salvador que es Dios
de la misma naturaleza y esencia. La carne proviene de la santísima Madre
29. Eth. I, 10, 166-175 (ed. de J. Darrouzès, p. 264).
30. Mt. 12, 48-50.
60
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
de Dios y se la apropia. Por ella el Hijo de Dios y de la Virgen inmaculada
participa a los santos la gracia del Espíritu que procede en naturaleza y
esencia del Padre31. Así la gracia del Espíritu que les concede la dignidad
de “madres de Cristo” les viene por la encarnación del Verbo en las entrañas
de María y deja claro que la primera en recibir esta gracia divinizante fue la
propia Virgen.
Para concluir este punto, vamos a referirnos a los tres parentescos que,
según el Nuevo Teólogo tienen los santos con respecto a María:
El primero de ellos se refiere al linaje. Tanto los santos como María
pertenecen a la raza humana, han sido sacados del barro de la tierra y se les
ha infundido el espíritu. María es, por ello, nuestra hermana según la carne.
El segundo está relacionado con la encarnación del Verbo que se produce
cuando éste toma la carne de María para hacerse hombre. Podríamos afirmar
que María hace al Verbo Divino, Dios con nosotros, (acentuando, claro está,
el “con nosotros”, no el Dios que ya lo era procedente del Padre antes de
todos los siglos) lo convierte en nuestro hermano y ella es para nosotros
nuestra madre por haber concebido y dado a luz al Emmanuel.
El tercero se fundamenta en la gracia del Espíritu que reciben los santos
gracias a la encarnación del Verbo. Pero, como acabamos de ver, ella no
sólo concibió a su Hijo corporalmente sino también, como los santos,
espiritualmente32; por tanto este parentesco le hace santa con los santos.
Están unidos todos en la santidad que viene del Espíritu, de una manera más
plena en María que en el resto de los santos.
8. María, arca de Noé
Como broche a este recorrido por las obras de Simeón el Nuevo Teólogo,
nos encontramos con la imagen de María como arca de Noé en su Segundo
Discurso Ético. El contexto es el siguiente: el capítulo cuarto de este segundo
discurso comienza afirmando que nuestros primeros padres, después de la
31. Cfr. Eth. I, 10, 111-133 (ed. de J. Darrouzès, p. 260).
32. Eth. I, 10, 175-184 (ed. de J. Darrouzès, p. 264).
ScrdeM
61
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
Simeón, el Nuevo Teólogo.
trasgresión engendraron hijos e hijas pecadores y, como estos pecados se
multiplicaron, Dios decidió sumergir a los hombres y borrarlos de la faz
de la tierra, pero se reservó una porción elegida, Noé, sus hijos e hijas y
los introdujo en el arca. Este arca, según el Nuevo Teólogo, representa a la
Virgen María y Noé a Cristo, mientras que los animales que se introdujeron
en el arca son figura de las naciones. Igual que el arca después del diluvio
contenía a Noé, así María contenía al que se había encarnado, Dios y
Hombre. Y de la misma manera que sólo una familia se salvó, así el Verbo
encarnado preserva a la vez su arca (María) y al mundo entero del diluvio
del pecado.
62
ScrdeM
LA FIGURA DE LA VIRGEN MARÍA EN LAS OBRAS DE SIMEÓN EL NUEVO TEÓLOGO
9. Conclusión
Como conclusión a este recorrido por las obras del Nuevo Teólogo
para estudiar las referencias marianas que en ellos se encuentran,
podemos observar el papel que concede a María la teología monástica
bizantina. En efecto, como ya apuntamos al principio del artículo,
lo característico de este autor es haber recogido en sus obras toda la
tradición de la Iglesia y del pensamiento espiritual bizantino que se
vivía en los monasterios en el primer milenio de la era cristiana, y
con este bagaje explicar los caminos que nos conducen a la unión con
Dios. Que en este camino se nos coloque, como hemos visto, la figura
de María es signo del papel primordial que juega la Madre de Dios en
todo el proceso.
Deja claro que el aspecto fundamental de María es su maternidad divina,
es decir, que de ella tomó carne el Verbo encarnado y esto nos trajo la gracia
del Espíritu que nos diviniza. Esta carne divinizadora que asumió nuestro
Salvador es carne de María y así la comulgamos en la Eucaristía. Esto es lo
que hace a María, madre nuestra.
Otro aspecto también importante hallado en el discurso es la pureza
y santidad de María, superior a todos los santos en razón, en primer
lugar de su condición de Madre de Dios: la carne del Verbo divino
que quita el pecado del mundo, tenía que ser totalmente inmaculada,
y para ello la mujer de la que tomó esta carne era necesario que fuera
purísima. Pero también nos da otro motivo para señalar la santidad de
María, que su Hijo al entrar en su seno la divinizó a ella la primera de
todas.
Otras verdades marianas están reflejadas en los textos que hemos
comentado: íntimamente unida a su maternidad divina tenemos la
virginidad perpetua de María. No hay referencias, en cambio, a la
Inmaculada Concepción, pues esta verdad es ajena al pensamiento
bizantino que no tiene el mismo concepto que los occidentales de pecado
original, aunque, como hemos indicado deja clara la santidad eximia de
esta mujer, santa entre los santos. Tampoco hemos visto en sus obras el
tema de la glorificación corporal de María. El hecho de no aparecer, no
significa que no creyera en ella, ya que sus escritos no pretenden expresar
ScrdeM
63
FRANCISCO MARÍA FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
sus ideas marianas, sino sólo mostrarnos el camino de la perfección y
María aparece como un hito en este camino. No faltan las referencias a
la intercesión materna de María sobre todo en sus catequesis por lo que
María, para el Nuevo Teólogo, es una persona que vive y nos ayuda en
nuestro caminar hacia el cielo.
Francisco María Fernández Jiménez
Instituto Teológico San Ildefonso
Toledo
64
ScrdeM
Descargar