"¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su

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"¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada!”
Lc 12, 35-38
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
“Estén preparados, ceñidas las vestiduras”
Esta es una invitación decisiva, y concluye con una expresión muy animosa, ¡Felices ellos,
si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!”
También podemos decir que trae una parábola muy sorprendente, donde los hombres que
son servidores y que esperan el regreso de su amo, son invitados por este a compartir la
mesa y este se pone servirlos en vez de descansar su regreso.
¿Que nos quiere decir Jesús con esta Parábola? “Estén preparados, ceñidas las vestiduras
y con las lámparas encendidas”
El Señor que regresa es Jesús, aunque estamos esperando su regreso, este será
inesperado y su venida es la parusía. El asunto de “estén preparados” o estén vigilante, nos
resulta familiar en la enseñanza de Jesús, por ejemplo en la imagen de las lámparas
encendidas que nos relata en las vírgenes vigilantes de la parábola narrada por Mateo
(25,1-13), en ese relato las vírgenes previsoras, son las almas preparadas para la parusía.
Las vírgenes imprevisoras, son las almas no preparadas para esa hora. Las vasijas de
aceite de relleno y el prepararlas al despertar indica la solicitud de estas almas y su
preparación y su actitud vigilante en orden a la parusía. Del mismo modo, se debe tener una
actitud espiritual en orden a esta preparación para el glorioso regreso de Jesucristo.
Llegará el día de nuestra muerte, entonces seremos examinados y este examen será sobre
el amor, ¿Por qué?, porque el Señor nos dijo que el mandamiento más importante es:
“Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este
es el más grande y el primer mandamiento. El segundo, semejante a éste, es: Amarás al
prójimo como a ti mismo.” (Mt 22: 37-40) Dice San Juan de la Cruz: "Al final de tu vida serás
examinado en el amor". No nos preguntarán si hemos hecho muchas cosas en lo
profesional o pastoralmente, tampoco si hemos realizado grandes obras, o hemos vivido
una vida religiosa dominical, ni nos sacara la cuenta de cuanta limosna hemos dado, solo
seremos examinados en el amor.
“Cada uno debe presentarse ante Dios, Juez supremo de todo ser vivo”
Entonces estamos tranquilos porque hacemos según nosotros las cosa bien, vamos a
misas y el Señor es misericordioso, el cielo es para todos y todos somos hijos de Dios y El
no nos va a dejar afuera del cielo. También creemos en que habrá intercesores que no
ayudaran y rezarán para que no abran la puerta del cielo, ¿todo esto es verdad?, o ¿todo
esto es vivir con imprudencia, con ligereza y sin previsión, porque estamos actuando según
lo que nos creemos que esta bien y somos jueces y parte de nosotros mismos? El Santo
Padre Benedicto XVI, es su primera homilía dijo: “Cada uno debe presentarse ante Dios,
Juez supremo de todo ser vivo, consciente del deber de rendirle cuentas un día de lo que
ha hecho o no ha hecho”
Dios es misericordioso y nos juzgará con compasión, tendrá piedad de nosotros, pero nos
juzgara por nuestras obras de amor, es por eso que los que hagamos no sirve de nada si no
tenemos amor, “Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si
no tengo caridad, de nada me sirve” 1 corintios 13.
Este Evangelio es una voz de alerta para todos nosotros, ¡Felices los servidores a quienes
el señor encuentra velando a su llegada!. En otra ocasión el Señor les dice a sus amigos:
“Velad y orad para que podáis hacer frente a la prueba” (Mc 14,38).
Saber que viene el Señor, nos debe poner en estado de alerta y acción, es un despertador
para que no nos quedemos dormidos y para que tengamos suficiente luz, con lámparas
donde abunde el aceite de la fe, esa luz que nos ayuda a ver y a descubrir a Dios. El aceite,
representa nuestra conducta, nuestras buenas obras, el quedarse dormido, la tibieza
espiritual.
Ciertamente, nos llegara el día y la hora en el que deberemos presentarnos delante del
Señor, no sabemos cuando, pero si sabemos que ocurrirá, no nos olvidemos de Dios, el no
se olvida de nosotros, estemos preparados, que no nos sorprenda, esperémoslo con una
vida pensada en El, viviendo y haciendo cosas por El, para que cuando llegue ese día no
nos desconozca y nos haga sentarnos en su mesa.
De Corazón
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