Escritores, amigos y famosos: la alegre fiesta del boom

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LATERCERA Viernes 18 de abril de 2014
Cultura&Entretención
Gabriel García Márquez 1927-2014
Escritores, amigos y famosos:
la alegre fiesta del boom
REACCIONES
R El grupo que integraron García
Márquez, Vargas Llosa, Fuentes y
Donoso fue un fenómeno editorial.
R Cien años de soledad fue la
cumbre entre un puñado de obras
maestras.
Andrés Gómez Bravo
La mecha la encendió Mario
Vargas Llosa y el estallido lo
desató García Márquez. En los
60 la literatura latinoamericana armó una fiesta: ganó protagonismo, premios, críticas
a favor y millones de lectores.
Fue un boom.
No hubo lanzamiento oficial ni manifiesto. Tampoco
una lista de socios. Pero entonces un puñado de nuevos
escritores latinoamericanos
le cambió el rostro a la literatura de la región. Tenían distintos orígenes, estilos y personalidades, pero compartían
lecturas, ambiciones y el deseo de renovar la narrativa de
sus países. Lograron más: revolucionaron la literatura en
español.
La chispa inicial la puso en
1962 un joven peruano peinado a la gomina, con una novela ruda, violenta y de enorme
destreza técnica. La ciudad y
los perros ganó el Premio Biblioteca Breve Seix Barral, se
publicó al año siguiente y catapultó la carrera de Vargas
Llosa. Más aún: atrajo el interés por lo que se estaba escribiendo a este lado del mundo.
Desde París, Julio Cortázar
escribía Rayuela: una novela afrancesada de aire juvenil y rupturista. Cortázar tenía más de 50 años, pero rápidamente fue asociado al
grupo: operó como el her-
RR En casa de Carmen Balcells, la madrina del boom, en Barcelona: García Márquez, Edwards, Vargas Llosa y Donoso. FOTO: ARCHIVO
mano mayor.
El mexicano Carlos Fuentes
(La muerte de Artemio Cruz)
fue el gran promotor del
boom, al que se asociaban
también el cubano Guillermo
Cabrera Infante (Tres tristes
tigres) y los chilenos José Donoso (Coronación) y Jorge Edwards (El peso de la noche).
Pero la gran estrella sería García Márquez.
Cien años de soledad apare-
ció en 1967 y arrasó con todo.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento,
el coronel Aureliano Buendía
había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo
llevó a conocer el hielo”, comenzaba la novela que se
ganó la admiración de todos:
Carlos Fuentes leyó las primeras páginas y las encontró
“magistrales”. Se las mandó a
Cortázar y, así, se corrió la
voz. García Márquez había escrito “el gran libro de América Latina”, diría Alvaro Mutis.
La novela salió a la calle en
Buenos Aires el 5 de junio y
fue un éxito sin precedentes.
Cien años de soledad atrajo
fama y fortuna para García
Márquez (y los problemas y
las ventajas derivadas de la
celebridad) y llevó al boom a
su momento de mayor esplendor, gracias también al
instinto comercial de su madrina: la agente Carmen Balcells.
Un año después, el diario
británico de The Times anotaba: “No cabe duda: la contribución más significativa a la
literatura mundial de hoy viene de América Latina”.
El éxito del boom despertó
interés por los mayores: Borges, Rulfo, Carpentier, Onetti.
Mientras las nuevas estrellas,
que se declaraban admiradores de la Revolución cubana,
se instalaban en Barcelona y
vivían como vecinos. La fractura ocurre en 1971, con el
caso Padilla (ver nota pág.
45). Para entonces, el boom
había entregado un par de
obras maestras y en 1982 el
Nobel coronaría la carrera de
García Márquez y el momento más brillante de la literatura del continente.b
R Se conocieron en
1967, escribirían un
libro juntos, pero la
política y un asunto
personal los separó.
“Sus novelas sobrevivirán”,
dijo ayer Mario Vargas Llosa sobre la obra de García
Márquez. Ambos fueron los
autores más brillantes de
ese grupo selecto que fue el
boom latinoamericano. La
admiración y el respeto entre García Márquez y el autor de Conversación en la
catedral eran mutuos. Pero
se dejaron de hablar.
El apoyo incondicional del
colombiano a Cuba fue uno
de los motivos principales.
Con el caso Padilla, en 1971,
comenzó la distancia: García Márquez se mantuvo al
lado de la isla. Vargas Llosa dio un paso al costado.
“Escritor cortesano de Fidel
Castro”, lo llamaría el peruano.
Vargas Llosa le había escrito cartas contándole sobre
su admiración. En 1967 se
vieron por primera vez en
Venezuela. Vargas Llosa fue
a recibir el premio Rómulo
Gallegos por su novela La
casa verde. Siguieron juntos. Incluso, planearon escribir un libro: una novela
a cuatro manos sobre la
guerra de 1932 entre Colombia y Perú. “Yo haré
toda la historia del lado de
Colombia y tú la del Perú”,
escribía García Márquez.
No lo concretaron.
Vivirían juntos en Barcelona y en París, donde incluían a sus familias. Mario
Vargas Llosa le puso punto
final a una tesis doctoral
sobre García Márquez que
tituló Historia de un deicidio, acaso el libro más inteligente y erudito sobre el
colombiano. En 1976 ocurriría la historia de una de
las peleas más conocidas de
la literatura. García Márquez recibía un combo en el
ojo del peruano en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México durante la
proyección del documental Odisea en los Andes, con
guión de Vargas Llosa. Ninguno de los dos se refirió al
tema. Pero quedó el registro fotográfico del ojo en
tinta de García Márquez,
hecho por el fotógrafo Rodrigo Moya, quien escuchó
de boca de Mercedes Bercha: “Es que Mario es un
celoso estúpido”.
En 2007, Vargas Llosa
aceptó reeditar Historia de
un deicidio, como prólogo
a Cien años de soledad en
sus 40 años. “Cuentas iguales”, se dijo que escribió
García Márquez en 2010
cuando supo la concesión
del Nobel a Vargas Llosa.
Hace poco, este último reveló que aún relee las obras
del colombiano.b
FOTO: RODRIGO MOYA
Su relación con Vargas Llosa
y la historia de un ojo en tinta
RR El ojo izquierdo de García Márquez recibió el
puñetazo de Vargas Llosa, en 1976, en México.
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