oRAR CON EL CORAZÓN - Colegio Nuestra Señora del Carmen

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2011
Colegio Nuestra Señora
del Carmen
Pastoral y Religión
[ORAR CON EL CORAZÓN]
Materiales de reflexión y apoyo por la visita de las reliquias de Santa Teresa de
Jesús al Perú. 10 y 11 de octubre de 2011.
TERESITA: UNA VIDA FECUNDA
Los años primaverales:
Luis José Estanislao Martín y María Cecilia Guerin, en Alecón Orne (Francia), reciben con gran
gozo y alegría del Señor a la novena y última de sus hijos, el 3 de enero de 1873. La bautizaron el
día 4 con los nombres de María Francisca Teresa. La experiencia de vida familiar en los primeros
años, deja una profunda huella en su persona, tal como lo expresa en sus escritos: “Dios me dio
un padre y una madre más dignos del cielo que de la tierra” (Carta del 26 de julio de 1897)…
“unos padres incomparables” (Ms. A,4).
A la edad de cuatro años siente el profundo dolor por la muerte de su madre. Para paliar el
sufrimiento Teresa busca apoyo en sus hermanas, especialmente en Paulina quien llamará
madrecita. Tras la muerte de la madre, el Sr. Martín se traslada con sus cinco hijas a Lisieux .
Vienen tiempos de lucha silenciosa en la existencia de Teresita. A los 10 años enferma
gravemente, siendo curada milagrosamente por la sonrisa de la Virgen. Cuando tenía trece años,
durante la comunión en la misa navideña, Jesús obra de una manera especial en ella, suscita su
conversión, deja de lado su sensibilidad extrema para abrirse al amor que la conquistó y cautivó.
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En el Carmelo:
El 9 de abril de 1888 ingresa en el Carmelo de Lisieux. Con gran gozo dice: "estoy aquí para
siempre, para siempre... ". Dos años después el día de la Natividad de María, emite sus votos
religiosos reafirmando su misión, "he venido para salvar almas, y, sobre todo, para orar por los
sacerdotes". A los veintidós años, por orden de la madre Priora, Inés de Jesús, Teresa comienza a
escribir sus 'manuscritos auto biográficos' (recopilados posteriormente como 'Historia de un
alma'). En esa misma época la santa enferma de tuberculosis. Pasará 27 meses por un terrible
martirio, por ello dirá al final de sus días que "nunca pensó que fuera capaz de sufrir tanto como
sufrió".
Sus reflexiones y todo tipo de expresiones fueron recogidos por la madre Inés y sirvieron
posteriormente para elaborar la "Novissima Verba" (sus últimas conversaciones), que son todo
un tesoro espiritual.
El 30 de septiembre, poco antes de morir "sin el menor consuelo", exclamó: "No me arrepiento
de haberme abandonado al Amor. ... Yo no muero, yo entro en la vida". A las siete de la tarde
miró al Crucifijo Y exclamó: “¡Dios mío, te amo!”
Su paso por la tierra fue fugaz, "un instante, una efímera hora", tal como lo afirma en sus
poemas. El 17 de mayo de 1925 el Papa Pío XI la canonizó; y, posteriormente, le concedió el
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Una carrera de gigantes:
Teresa inicia una carrera de gigantes, y descubre la necesidad de olvidarse de sí para trabajar
por el bien de los demás, dice la santa, “... hizo de mí un pescador de almas, y sentí un gran
deseo de trabajar por la conversión de los pecadores... sentí en una palabra, que entraba en mi
corazón la caridad". De esa manera se va perfilando la vocación de la Carmelita.
En la fiesta de Pentecostés, su padre accede a que Teresita ingrese al Carmelo a los quince años.
En el camino afronta muchas dificultades para ser admitida a tan corta edad. Por ello, va en
peregrinación a Roma y se postra ante el Papa León XIII suplicándole le conceda entrar en el
Carmelo.
título de Patrona Universal de las Misiones, título que comparte con San Francisco Javier. Lleno
de emoción dice que es «la estrella de su pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el
movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Fue
proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997 (Día de las
misiones).
SU MENSAJE
Vocación al amor
Toda la existencia de Santa Teresa del Niño Jesús se concibe como un magníficat, como "un
cántico al amor", dado que el amor ocupó en su vida un lugar importante. La santa vivía
sumergida en las entrañas del amor, por ello anhelaba amar a Jesús "como jamás había sido
amado", pues no conocía otro camino para llegar a la perfección que el amor.
La infancia espiritual
A través de esta intuición, ella reveló al mundo los tesoros de paz, generosidad, sencillez y amor
que están presentes en el Santo Evangelio. El "caminito de infancia espiritual" es la vía para
alcanzar una santidad cada vez más perfecta, que se va adaptando a la vocación y a las
necesidades espirituales de todos los corazones.
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Misionera hasta los confines del mundo
El celo apostólico de Santa Teresa se pone de manifiesto a lo largo de sus escritos: "Quisiera, oh
amado, bien mío, recorrer la tierra, predicar vuestro ilombre y clavar en tierras infieles vuestra
cruz gloriosa.
Quisiera anunciar el evangelio a un tiempo en todas las regiones del mundo y hasta en las islas
más lejanas. Yo quisiera ser misionera, no sólo durante algunos años, sino haberlo sido desde la
creación del
mundo y continuar siéndolo hasta la consumación de los siglos".
Por eso, Teresa de Lisieux es el gran tesoro de la familia carmelitana, es una lumbrera espiritual
que presenta una forma sencilla y novedosa de vivir la santidad. Así mismo, su mensaje será
siempre actual, porque sus huellas marcaron en el "caminito de la vida espiritual" un abanico de
condiciones que se concentran en el amor y abandono al Señor, razón y centro de nuestra fe.
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El abandono
Brota como fruto de la infancia espiritual, junto con el amor, la esperanza y la humildad el alma
se entrega a Dios sin reserva, porque cimenta su fe en la omnipotencia, en la sabiduría y en la
bondad divina. Es un acto de confianza en Dios, quien va tomando posesión de su creatura,
hasta hacerla una con Él. Escribió la santa: "Desde hace tiempo no me pertenezco, me entregué
del todo a Jesús... Es muy libre de hacer de mí lo que le plazca".
PARÁBOLAS
1. EL JARDINERO
Cuando un jardinero rodea de cuidados especiales a una fruta para que madure antes de
tiempo, no es con el fin de dejarla colgada del árbol, sino para presentarla en una mesa
brillantemente servida. Con una intención semejante colmaba Jesús de gracias a su florecilla, (...)
quería hacer brillar en mí su misericordia.
Porque yo era pequeña y débil, él se abajaba hasta mí, me instruía secretamente en las cosas de
su amor. ¡Ah! Si los sabios que viven entregados al estudio hubieran venido a interrogarme,
ciertamente
habrían quedado sorprendidos al ver a una niña de catorce años comprender los secretos de la
perfección, secretos que toda su ciencia no puede revelarles a ellos, porque para poscerlos hay
que ser ¡Pobre de Espíritu! Como dice San Juan de la Cruz en su Cántico:
'Sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del
mediodía
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía'.
(Historia de un alma. Ms. A. Cap. V. Ed. Monte Carmelo, 1984, pág. 134)
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2. EL CANARIO Y EL PARDILLO
Recuerdo que entre mis pajarillas tenía un canario que cantaba de maravilla. Tenía también un
pequeño pardillo, al que prodigaba mis cuidados "maternales", porque le había adoptado antes
de haber podido él gustar la alegría de su libertad. Este pobre prisionero no tenía padres que le
enseñasen a cantar. Pero oyendo a su compañero, el canario, lanzar desde la mañana hasta la
noche jubilosos trinos, quiso imitarle... Difícil era la empresa para un pardillo, por lo que mucho
le costó a su débil garganta ponerse a tono con la voz vibrante de su profesor de música. Era
divertido ver los esfuerzos que hacía el pobrecillo. Pero el éxito coronó sus esfuerzos, porque su
canto, aunque mucho más débil, llegó a ser absolutamente igual al del canario.
¡Oh, madre mía querida, vos me enseñasteis a cantar! ... Vuestra fue la voz que cautivó mi alma
desde la
niñez, y ahora ¡¡¡tengo el consuelo de oír decir que me parezco a vos!!! Sé muy bien que estoy
aún muy
lejos de ello. ¡Pero a pesar de mi debilidad espero repetir eternamente el mismo canto que
vos...!”
(Historia de un alma. Ms. A. Cap. V, Ed Monte Carmelo 10, 1984, Pág. 144-145)
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Reflexión: Fe y abandono
Teresita del Niño Jesús, mediante esta analogía de la fruta que madura antes de tiempo, brinda
un testimonio de la obra de Dios en el corazón de los pequeños, quienes en un acto de fe, se
abren al amor divino, para dejar que Él acontezca en medio de su debilidad. El camino de la fe y
del abandono permiten que el hombre pueda participar de la ciencia del Creador, la cual lo lleva
a penetrar en el misterio insondable del amor.
Reflexión: Seguimiento de Cristo
El seguimiento, la constancia, la perseverancia y el esfuerzo por asemejar y configurar la vida al
modelo que es Cristo conducen al camino de santidad. Esta ruta la ha recorrido Teresa de la
mano misericordiosa de Dios la cual ha salido a su encuentro a través de personas concretas,
quienes la han orientado y sostenido en el camino de la fe, para que pueda entonar un canto
suave y agradable.
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4. LA GOTA DE ROCÍO
“Cuando junto al único Amigo de nuestras almas pienso en ti, es siempre la sencillez la que se
me presenta como característica de tu corazón... ¡Celina! ..., sencilla y pequeña flor-Celina, no
envidies a las flores de los jardines.
Jesús no nos dijo: "Yo soy la flor de los jardines, la rosa cultivada”, sino: "Yo soy la Flor de los
campos y el Lirio de los valles". Pues bien, pensé esta mañana, junto al tabernáculo que mi
Celina, la florecilla de Jesús, debía ser y permanecer siempre una gota de rocío, escondida en la
divina corola del hermoso Lirio de los valles.
Una gota de rocío, ¿qué hay de más sencillo y de más puro? No son las nubes las que la han
formado, puesto que el rocío desciende sobre las flores cuando el azul del cielo está estrellado.
No es comparable a la lluvia a la que supera en frescura y belleza. El rocío no existe más que en
la noche; tan pronto como el sol flecha sus cálidos rayos, hace destilar las graciosas perlas que
brillan en la extremidad de las briznas de hierba de la pradera, y el rocío se cambia en un ligero
vapor. Celina es una gota de rocío que no ha sido formada por las nubes, sino que ha descendido
del hermoso cielo, que es su patria. Durante la noche de la vida, su misión es esconderse en el
corazón de la Flor de los Campos, ninguna mirada humana debe descubrirla, sólo el cáliz que
contiene a la pequeña gotita conocerá su frescura.
Dichosa gotita de rocío, que no eres conocida más que de Jesús: no te pares a considerar el
curso de los ríos sonoros que causan la admiración de las criaturas, ni envidies al claro arroyo
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3. EL MELOCOTÓN
Imagínate un hermoso melocotón rosado, y tan suave, que todos los confiteros juntos no
podrían imaginar una dulzura más suave.
Dime, Celina mía: ¿creó Dios para el melocotón ese bonito color rosa tan aterciopelado y tan
agradable a la vista y al tacto? ¿Gastó Dios para él tanto azúcar?.. No, fue para nosotros, y no
para él. Lo que le pertenece, lo que forma la esencia de su vida es el hueso, podemos quitarle
toda su belleza sin quitarle su ser.
Del mismo modo, Jesús se complace en prodigar sus dones a algunas de sus criaturas, pero
muchas veces es para atraer a otros corazones; y después, cuando ha obtenido su fin, hace
desaparecer esos dones exteriores, despoja completamente a las almas que le son más queridas.
Al verse en tan gran pobreza, esas pobrecitas almas tienen miedo, les parece que no sirven para
nada, puesto que reciben todo de los demás y no pueden dar nada. Pero no es así: la esencia de
su ser trabaja en secreto. Jesús forma en ellas el germen que ha de desarrollarse allá arriba, en
los celestes jardines del cielo. Se complace en mostrarles su propia nada y la potencia de él. Para
llegar a ellas, se sirve de los instrumentos más viles demostrándoles así que solo él es quien
trabaja. Se da prisa en perfeccionar su obra para el día en que, habiéndose desvanecido las
sombras, ¡no se servid yJ. de intermediarios, sino de un cara a cara eterno! ... "
(Carta 127, a Celina, Ed. Monte Carmelo, 1984, págs. 514-515)
Reflexión: Humildad
"Una gota de rocío, ¿qué hay de más sencillo y de más puro?", esta máxima en la vida de
Teresita, la ha llevado por el camino de la humildad evangélica, reconociendo que la santidad se
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que serpentea por la pradera. Ciertamente su murmullo es muy dulce, pero las criaturas pueden
oírlo, y además el cáliz de la Flor de los campos no podría contenerlo. No puede ser solo de
Jesús. ¡Para ser suyo, hay que ser pequeño, pequeño como una gota de rocío! ¡Oh, qué pocas
almas hay que aspiren a permanecer así de pequeñas! Pero -dirán ellas- ¿no son acaso, más
útiles el río y el arroyo que la gota de rocío? ¿Para qué sirve ésta? No sirve más que para
refrescar por algunos instantes a una flor de los campos, que hoyes y mañana habrá
desaparecido.
Sin duda, estas personas tienen razón, la gota de rocío no sirve más que para eso. Pero ellas no
conocen la Flor campestre que ha querido habitar nuestra tierra de destierro y permanecer en
ella durante la breve noche de la vida. Si la conociesen, comprenderían el reproche que Jesús
dirigió una vez a Marta. Nuestro Amado no tiene necesidad de nuestros grandes pensamientos,
de nuestras obras brillantes; si quisiera pensamientos sublimes, ¿no tiene a sus ángeles, a sus
legiones de espíritus celestes, cuya ciencia excede infinitamente a la de los más grandes genios
de nuestra triste tierra?
No es, pues, el ingenio y los talentos lo que Jesús vino a buscar aquí abajo. No se hizo él la Flor
de los campos sino a fin de mostramos cuánto ama la sencillez. El Lirio del valle no aspira más
que a una gotita de rocío... ¡Por eso ha creado una que se llama Celina! ...
Durante la noche de la vida, ella deberá permanecer escondida a toda mirada humana; pero
cuando las sombras comiencen a declinar, cuando la Flor de los campos se convierta en el Sol de
la justicia, cuando venga él a consumar su carrera de gigante ¿olvidará, acaso, a su gotita de
rocío? .. ¡Oh, no! Desde que aparezca en gloria, la compañera de su destierro aparecerá también
gloriosa. El divino Sol detendrá sobre ella uno de sus rayos de amor, y de repente, la pobre
gotita de rocío se manifestará a la mirada de los ángeles y de los santos deslumbrados, y brillará
como un diamante precioso; y reflejando al Sol de justicia, se hará semejante a él. Pero eso no es
todo. El precioso astro divino, mirando a su gota de rocío, la atraerá a sí, y subirá ella como un
ligero vapor, e irá a fijarse por toda la eternidad en el seno del foco ardiente del Amor increado,
y siempre permanecerá unida a él. Así como en la tierra fue la fiel compañera de su destierro, de
sus desprecios, así también reinará con él eternamente en el cielo.
¡En qué asombro se hundirán entonces los que en este mundo consideraron como inútil a la
gotita de rocío! Sin duda, tendrán una disculpa: no se les había revelado el don de Dios, no
habían acercado su corazón al de la Flor de los campos, y no habían oído estas palabras
irresistibles: "Dame de beber". Jesús no llama a todas las almas a ser gotas de rocío. Quiere que
haya licores preciosos que las criaturas aprecien, que las alivien en sus necesidades; pero para él
se reserva una gota de rocío, ésa es toda su ambición.
¡Qué privilegio ser llamada a una misión tan alta!... Pero para llenarla, ¡qué necesario es
permanecer sencilla! ... Jesús sabe que en la tierra es difícil conservarse puro por eso quiere que
sus gotas de rocío se ignoren a sí mismas. Se complace en contemplarlas, pero sólo él las mira; y
en cuanto a ellas, no conociendo su propio valor, se estiman por debajo de las demás criaturas...
"
(Carta 120, a Celina, abril25 de 1893. Ed. Monte Carmelo, 1984 Págs. 500 - 502)
alcanza viviendo con fidelidad el seguimiento, aun en las pequeñas cosas que se presentan en el
día a día.
5. EL PEQUEÑO CERO
En espera de esta bienaventurada eternidad, que dentro de poco tiempo se abrirá para nosotros
puesto que la vida no es más que un día, trabajemos juntos en la salvación de las almas. Yo bien
poca cosa puedo hacer, o mejor, nada absolutamente, si estuviese sola. Lo que me consuela es
pensar que a vuestro lado puedo servir para algo; en efecto, el cero, por sí solo, no tiene valor,
pero colocado junto a la unidad, se hace poderoso, ¡con tal que, naturalmente, se ponga en el
lugar debido es decir detrás, y no delante!. .. y ahí es donde Jesús me ha colocado, y espero
permanecer ahí siempre, siguiéndoos desde lejos con la oración y el sacrificio.
Os suplico, pues, hermano mío, que tengáis a bien enviar vuestra bendición al pequeño cero que
Dios ha colocado a vuestro lado".
(Carta 203, a. P. Roulland, mayo 9 de 1897, Ed. Monte Carmelo, 1984, pág. 629)
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6. EL PINCELILLO
“Si el lienzo pintado por un artista pudiera pensar y hablar, ciertamente no se quejaría de ser
tocado y retocado por el pincel; ni tampoco envidiaría la suerte de este instrumento, pues
conocería que no al pincel, sino al artista que lo maneja debe él la belleza de que está revestido.
El pincel, por su parte, no podría gloriarse de la obra maestra realizada por él. Sabe que los
artistas no hallan obstáculos, que se ríen de las dificultades, y que se complacen a veces en
escoger instrumentos débiles y defectuosos...
Madre mía amadísima, yo soy un pincelillo que Jesús ha escogido para pintar su imagen en las
almas que me habéis confiado. Un artista no se sirve sólo de un pincel, necesita por lo menos
dos. El primero es el más útil: con él extiende los tonos generales y cubre totalmente el lienzo en
muy poco tiempo. Del otro, más pequeño, se sirve para los detalles.
Madre mía, vos representáis el pincel precioso que la mano de Jesús toma con amor cuando
quiere hacer un gran trabajo en el alma de vuestras hijas, y yo soy el pincel pequeñísimo que él
se digna emplear luego para los detalles menores.
... Cuando me fue dado penetrar en el santuario de las almas, comprendí en seguida que la tarea
estaba por encima de mis fuerzas. Entonces, me eché en los brazos de Dios, como un niñito, y
escondiendo mi rostro entre sus cabellos, le dije: Señor, soy demasiado pequeña para alimentar
a vuestras hijas.
Si por medio de mí queréis darles lo que le conviene a cada una, llenad mi manita, y sin dejar
vuestros brazos, sin volver siquiera la cabeza, yo iré dando vuestros tesoros al alma que venga a
pedirme su alimento.
Si lo halla de su gusto, entenderé que os lo debe a vos y no a mí. Por el contrario, si se queja y
halla amargo lo que le ofrezco, no perderé por eso la paz, sino que trataré de persuadirla de que
tal alimento viene de vos, y me guardaré muy bien de buscarle otro.
Madre mía, desde que comprendí que nada podía hacer por mí misma, la tarea que me
encomendasteis ya no me pareció difícil. Vi que la única cosa necesaria era unirme más y más a
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Reflexión: Sencillez – Humildad El cristiano recorre el camino de fe de la mano de otros
hermanos, quienes lo van alentando en el proceso. Pese a la pequeñez y fragilidad humana, la
vida adquiere mayor valor cuando se encuentra unida a Cristo.
Jesús, y que lo demás se me daría por añadidura. En efecto, nunca resultó fallida mi esperanza.
Dios se dignó llenar mi manita cuantas veces fue necesario para alimentar el alma de mis
hermanas.
Os confieso, Madre amadísima, que de haberme apoyado lo más mínimo en mis propias fuerzas,
pronto os hubiera rendido las armas... “
(Historia de un alma. Ms. C. Cap. Xl, Ed. Monte Carmelo, 1984, págs. 271 - 272. 275)
Reflexión: Misión, confianza y fortaleza
El 20 de febrero de 1893 la madre de Inés de Jesús, es elegida priora del Carmelo de Lisieux. En
ese momento pone a Teresita del Niño Jesús como asistente de la maestra de novicias. La santa
consciente de sus limitaciones, reconoce que la misión puede sobrepasar sus fuerzas, pero se
abre a la acción divina porque es Él quien guía y conduce a las almas, a través de ella.
Reflexión: Amor
Dios actúa en la historia personal de Teresita con un amor preventivo, porque permitió que su
vida se oriente hacia la Luz del Amor eterno. Ella es consciente de esta realidad, el Señor no
esperó que su corazón volara hacia las luces efímeras, sino la condujo hacia el fuego abrasador
de Jesús, plenificando y santificando su pequeña existencia.
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8. LA CAÑA
“…Qué le importa a la pequeña caña doblarse? No teme quebrarse, porque fue plantada a la
orilla de las aguas. En lugar de tocar la tierra cuando se dobla, encuentra una onda bienhechora
que la tonifica y la hace desear que una nueva tormenta se desate sobre su frágil cabeza. Su
debilidad es la que constituye roda su confianza. No puede quebrarse, puesto que, sucédale lo
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7. EL SABIO DOCTOR
Imagino que el hijo de un sabio doctor encuentra en su camino una piedra que le hace caer, y en
la caída se rompe un miembro.
Inmediatamente se le acerca el padre, le levanta con amor, cura sus heridas, empleando en ello
todos los recursos de su ciencia, y de pronto su hijo, completamente curado, le manifiesta su
gratitud.
¡Ciertamente, a este hijo le sobran motivos para amar a su padre!
Pero voy a hacer otra suposición. El Padre, sabiendo que en el camino de su hijo hay una piedra,
se le anticipa apresuradamente y, sin que nadie le vea, la retira. Ciertamente este hijo, objeto de
tan preveniente ternura, IGNORANDO la desgracia de la que su padre le ha preservado, no
manifestará a éste agradecimiento, y le amará menos que si hubiese sido curado por él... Pero si
llega a conocer el peligro del que acaba de escapar ¿no le amará mucho más?
Pues bien: yo soy esta hija, objeto del amor preveniente de un Padre que no ha mandado a su
Verbo para rescatar a los justos, sino a los pecadores. Él quiere que yo le ame, porque me ha
perdonado, no mucho sino TODO. No ha esperado a que le ame mucho como Santa María
Magdalena, sino que ha querido HACERME SABER con qué amor de inefable prevención me ha
amado él a fin de que yo ahora le ame con LOCURA".
(Historia de un alma. Ms. A. Cap. 1Y, Ed. Monte Carmelo, 1984, pág. 113)
que le sucediere, en todo ve la dulce mano de Jesús. Algunas veces, las ligeras ráfagas de viento
le son más insoportables a la caña que los grandes huracanes, pues éstos la doblan hasta
remojarse en su arroyo querido. Las ligeras ráfagas de viento no la curvan hasta abajo, son los
alfilerazos...
Pero ningún sufrir es demasiado para conquistar la palma... "
(Carta 68, a Sor Inés de Jesús, julio de 1888, Ed. Monte Carmelo, 1984, págs. 431-432)
Reflexión: Confianza y fortaleza
La comparación de la caña plantada a la orilla de las aguas, evoca la confianza en la debilidad y el
abandono en los brazos del Padre cuyo amor no tiene fronteras, como el terreno donde crece la
pequeña alma que todo lo espera de Él. Pese a los dolores y contrariedades del camino, la caña
permanece firme, se dobla pero no se quiebra. Del mismo modo el cristiano permanece firme y
fuerte ante las vicisitudes de la vida en Aquél que lo ama.
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Reflexión: Confianza y abandono
Teresa sugiere esta parábola como un acto de confianza y abandono, en medio de la adversidad,
cuando caen las seguridades frente a lo que se busca y anhela. En ese proceso, el cristiano
puede dar un paso mayor en el camino de la fe, porque crece la confianza al esperar contra toda
esperanza.
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9. EL PEQUEÑO JUGUETE: LA PELOTITA
Desde hacía algún tiempo, yo me había ofrecido al Niño Jesús para ser su juguetito. Le había
dicho que no me tratase como a un juguete caro que los niños se contentan con mirar sin
atreverse a tocado, sino como a una pelotita sin ningún valor a la que él podía tirar al suelo,
golpear con el pie, agujerear, abandonar en un rincón, o bien estrechar contra su corazón, si le
venía en gana. En una palabra, yo quería divertir al pequeño Jesús, complacerle, entregarme a
sus caprichos infantiles... Él había escuchado mi oración...
En Roma Jesús agujereó a su juguetito. Quería ver lo que había por dentro; y después de haberlo
visto, satisfecho de su descubrimiento, dejó caer al suelo a su pelotita, y se quedó dormido...
¿Qué hizo él mientras dormía dulcemente, y qué fue de la pelotita abandonada? ...
Jesús soñó que seguía divirtiéndose con su juguete, dejándolo y cogiéndolo alternativamente. Y
luego soñó que después de haberlo echado a rodar muy lejos, lo estrechaba contra su corazón,
sin permitir que ya nunca más se alejara de su manita...
En cuanto a la pelotita, ya comprenderéis, Madre mía querida, cuán triste se sentiría al verse
tirada por el suelo...
Sin embargo, no cesé de esperar contra toda esperanza".
(Historia de un alma. Ms. A. Cap. VI, Ed. Monte Carmelo 1984, Pág. 171)
Reflexión: Fe
Teresa se encuentra librando una dura batalla, está atravesando la noche oscura de la fe, se han
relativizado las seguridades en el seguimiento. Tal experiencia va purificando su camino de
adhesión a Cristo, porque va peregrinando por el valle de lágrimas sin otra luz y guía sino la que
en el corazón ardía, con una fe desnuda.
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Pastoral y Religión
10. EL PAÍS DE DENSA BRUMA
“Me imagino haber nacido en un país cubierto de densa bruma. Nunca me ha sido dado
contemplar el aspecto risueño de la naturaleza inundada de luz, transfigurada por el sol
brillante.
Es verdad que desde mi infancia oigo de estas maravillas. Sé que el país donde estoy no es mi
patria, que hay otro al que debo aspirar constantemente. Esto no es una historia inventada por
un habitante del triste país donde me encuentro, sino una realidad cierta porque el Rey de la
patria del sol brillante vino a vivir 33 años en el país de las tinieblas. ¡Ay!, las tinieblas no
comprendieron, en absoluto, que este divino Rey era la luz del mundo (J n 1,5.9-10).
… Decía que la certeza de ir un día lejos del país triste y tenebroso me había sido dada desde mi
niñez. Creía, no sólo por lo que oía decir a personas más sabias que yo, sino también porque en
el fondo de mi corazón sentía aspiraciones hacia una región más bella. Como a Cristóbal Colón
su genio le hizo presentir que existía un nuevo mundo, cuando aún nadie había soñado con él,
del mismo modo presentía yo que otra tierra me serviría un día de mansión permanente.
Pero de pronto las brumas que me rodean se hacen más densas, penetran en mi alma y la
envuelven de tal suerte, que ya no me es posible volver a encontrar en ella la imagen dulcísima
de mi patria...
¡Todo ha desaparecido! Cuando quiero hacer que mi corazón, fatigado por las tinieblas que le
cercan, descanse en el recuerdo del país luminoso al que aspira, mi tormento se redobla.
Me parece que las tinieblas, apropiándose de la voz de los pecadores, me dicen, burlándose de
mí: 'Sueñas con la luz, con un patria aromada con los más suaves perfumes. Sueñas con la
posesión eterna del Creador de todas estas maravillas. Crees poder salir un día de las brumas
que te rodean. ¡Adelante! ¡Adelante! Gózate de la muerte, que te dará, no lo que tú esperas,
sino una noche más profunda todavía, la noche de la nada'.
... La imagen que he querido daros de las tinieblas que oscurecen el alma es tan imperfecta
como lo es un bosquejo comparado con el modelo. No obstante, no quiero extenderme más,
temería blasfemar ...
Hasta tengo miedo de haber dicho demasiado...
¡Ah, que Jesús me perdone, si le he disgustado! Pero él sabe muy bien que aun no gozando de la
alegría de la fe, procuro al menos realizar sus obras. Creo haber hecho más actos de fe de un año
a esta parte que en toda mi vida. Cada vez que se presenta el combate, cuando mi enemigo
viene a provocarme, me porto valientemente. Sabiendo que batirse en duelo es una cobardía,
vuelvo la espalda a mi adversario sin dignarme siquiera mirarle a la cara.
Pero corro a mi Jesús, le digo que estoy dispuesta a derramar hasta la última gota de mi sangre
por confesar que existe un cielo. Le digo que me alegro de no gozar de ese hermoso cielo en la
tierra a fin de que se lo abra él en la eternidad a los pobres incrédulos.
Así, a pesar de esta prueba, que me roba todo goce, aún puedo exclamar: 'Señor me colmáis de
alegría con Todo lo que hacéis' (Salmo 91, 5)".
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11. EL PAJARILLO Y EL PAJARILLO
Yo me considero un débil pajarilla cubierto solamente de un ligero plumón. No soy un águila,
sólo tengo de ella los ojos y el corazón, porque a pesar de mi extrema pequeñez, me atrevo a
mirar fijamente al Sol divino al Sol del amor, y mi corazón siente en sí todas las aspiraciones del
águila...
El pajarillo quisiera volar hacia ese brillante Sol, que encandila sus ojos; quisiera imitar a las
águilas, sus hermanas, a las que ve elevarse hasta el foco divino de la Trinidad Santa... ¡Ay! Lo
más que puede hacer es alzar sus alitas, pero en cuanto a volar no está en su débil poder.
¿Qué será de él? ¿Morirá de pena al verse tan impotente? .. ¿Oh, no! El pajarillo ni siquiera se
afligirá. Con audaz abandono, quiere seguir mirando fijamente a su divino Sol. Nada sería capaz
de atemorizarle, ni el viento, ni la lluvia. Y si oscuras nubes llegan a ocultarle el Astro del amor, el
pajarillo no se mueve, no cambia de lugar; sabe que más allá de las nubes su Sol sigue brillando,
que su resplandor no podrá eclipsarse ni un solo instante.
A veces, es verdad, que el pajarillo se ve asaltado por la tempestad; le parece creer que no existe
otra cosa más que las nubes que le envuelven. Entonces llega la hora de la alegría perfecta para
el pobrecito y débil ser. ¡Qué dicha para él permanecer así, no obstante, y seguir mirando
fijamente la luz invisible que se oculta a su fe! ...
Jesús, hasta aquí comprendo tu amor al pajarillo, puesto que no se aleja de ti ... Pero yo sé y tú
también lo sabes: muchas veces, la imperfecta criaturilla aun permaneciendo en su sitio (es decir
bajo los rayos del Sol), se deja distraer un poco de su única ocupación, toma un granito acá y
allá, corre tras un gusanillo ... Luego, encontrando un charquito de agua, moja en él sus plumas
apenas formadas. Ve una flor que le gusta y su diminuto espíritu se entretiene con la flor. .. En
fin, no pudiendo aletear como las águilas, el pobre pajarillo vuelve a ocuparse una y otra vez de
las bagatelas de la tierra.
Sin embargo, después de todas sus travesuras, en lugar de ir a esconderse en un rincón para
llorar su miseria y morir de arrepentimiento, el pajarillo se vuelve hacia su amado Sol, presenta a
sus rayos bienhechores sus alitas mojadas, gime como la golondrina.
Y en su dulce canto, confía y cuenta detalladamente sus infidelidades, pensando, en su
temerario abandono, conquistar así más dominio, atraer más plenamente el amor de Aquél que
no vino a buscar a los justos, sino a los pecadores...
Y si el Astro dorado permanece sordo a los gorjeos plañideros de su criaturilla, si permanece
oculto... pues bien: la criaturilla permanece mojada, acepta estar aterida, y aun se alegra de este
sufrimiento que ella, en realidad, ha merecido...
¡Oh Jesús, cómo se alegra tu pajarillo de ser débil y pequeño! ¿Qué sería de él si fuera grande?..
Nunca tendría la audacia de comparecer en tu presencia, de dormitar delante de ti...
Sí, ésta es también una debilidad del pajarilla cuando quiere mirar fijamente al divino Sol y las
nubes no le dejan ver ni un solo rayo; a pesar suyo, sus ojitos se cierran, su cabecita se esconde
debajo del ala, y el pobrecito ser se duerme, creyendo seguir mirando fijamente a su Astro
querido.
Al despertase no se desconsuela, su corazoncito permanece en paz... Vuelve a comenzar su
oficio de amor. Invoca a los ángeles y a los santos, que se elevan como águilas hacia el Foco
devorador, objeto de su deseo. Y las águilas compadeciéndose de su hermanito, le protegen, le
defienden, y ponen en fuga a los buitres que quisieran devorarlo.
El pajarilla no teme a los buitres, imágenes de los demonios. No está él destinado a ser su presa
sino la del Águila que él contempla en el centro del Sol del amor... Por el tiempo que quieras,
¡Oh, Amado mío!, tu pajarilla permanecerá sin fuerzas y sin alas. Seguirá con los ojos fijos en ti,
quiere quedar embelesado por tu mirada divina, quiere convertirse en presa de tu amor... Un
día, yo lo espero, vendrás, Águila adorada, a buscar a tu pajarilla; remontándose con él hasta el
Foco de amor, lo hundirás por toda la eternidad en el ardiente Abismo de ese amor, al cual él se
ofreció como víctima".
(Historia de un alma. Ms. B. Cap. IX, Ed. Monte Carmelo 1984, Pág. 233-235.236)
Pastoral y Religión
12. EL CÁNTICO DE LAS MISERICORDIAS DEL SEÑOR
A ti, Madre querida, a ti que eres doblemente mi madre, quiero confiar la historia de mi alma...
El día que me pediste que lo hiciera, pensé que eso disiparía mi corazón al ocuparlo de sí mismo;
pero después Jesús me hizo comprender que, obedeciendo con total sencillez, le agradaría.
Además, sólo pretendo una cosa: comenzar a cantar lo que un día repetiré por toda la
eternidad: «¡¡¡Las misericordias del Señor !!!»...
Antes de coger la pluma, me he arrodillado ante la imagen de María (la que tantas pruebas nos
ha dado de las predilecciones maternales de la Reina del cielo por nuestra familia), y le he
pedido que guíe ella mi mano para que no escriba ni una línea que no sea de su agrado. Luego,
abriendo el Evangelio, mis ojos se encontraron con estas palabras: «Subió Jesús a una montaña y
fue llamando a los que él quiso, y se fueron con él» (San Marcos, cap. II, v. 13). He ahí el misterio
de mi vocación, de mi vida entera, y, sobre todo, el misterio de los privilegios que Jesús ha
querido dispensar a mi alma... El no llama a los que son dignos, sino a los que él quiere, o,
como dice san Pablo: «Tendré misericordia de quien quiera y me apiadaré de quien me plazca.
No es, pues, cosa del que quiere o del que se afana, sino de Dios que es misericordioso» (Cta. a
los Romanos, cap. IX, v. 15 y 16).
Durante mucho tiempo me he preguntado por qué tenía Dios preferencias, por qué no recibían
todas las almas las gracias en igual medida. Me extrañaba verle prodigar favores extraordinarios
a los santos que le habían ofendido, como san Pablo o san Agustín, a los que forzaba, por así
decirlo, a recibir sus gracias; y cuando leía la vida de aquellos santos a los que el Señor quiso
acariciar desde la cuna hasta el sepulcro, retirando de su camino todos los obstáculos que
pudieran impedirles elevarse hacia él y previniendo a esas almas con tales favores que no
pudiesen empañar el brillo inmaculado de su vestidura bautismal, me preguntaba por qué los
pobres salvajes, por ejemplo, morían en tan gran número sin haber oído ni tan siquiera
pronunciar el nombre de Dios...
Jesús ha querido darme luz acerca de este misterio. Puso ante mis ojos el libro de la naturaleza y
comprendí que todas las flores que él ha creado son hermosas, y que el esplendor de la rosa y la
blancura del lirio no le quitan a la humilde violeta su perfume ni a la margarita su encantadora
12
Reflexión: Santidad y esperanza
El camino de santidad en Teresita del Niño Jesús, encuentra terreno sólido gracias a la confianza
y el abandono. Más allá de las limitaciones humanas, considera que sus deseos de santidad no
son utopías, ni ilusiones, son anhelos que Dios ha inspirado en su corazón, por lo tanto son
realidades alcanzables. Ella reconoce que no puede ascender a las cumbres del amor por sus
propias fuerzas por eso se abandona ante el Señor, quien nunca la ha defraudado, Él a lo largo
de su vida ha desbordado las expectativas que encerraba su corazón.
Pastoral y Religión
Reflexión
El comienzo de la autobiografía de Teresa, escrita a petición de su superiora, muestra ya lo que
es para ella la concepción de la vida en Dios: Teresa compara a las almas con flores (desde niña
siempre fue amante de las flores) y proclama que las últimas como las primeras son siempre
bellas y diferentes.
Solemos pensar que para ser hermosos ante Dios debemos orar mucho y hacer muchas obras en
la Iglesia. Teresa nos dice que somos bellos simplemente porque somos Su creación. Solemos
13
sencillez... Comprendí que si todas las flores quisieran ser rosas, la naturaleza perdería su gala
primaveral y los campos ya no se verían esmaltados de florecillas...
Eso mismo sucede en el mundo de las almas, que es el jardín de Jesús. El ha querido crear
grandes santos, que pueden compararse a los lirios y a las rosas; pero ha creado también otros
más pequeños, y éstos han de conformarse con ser margaritas o violetas destinadas a recrear los
ojos de Dios cuando mira a sus pies. La perfección consiste en hacer su voluntad, en ser lo que él
quiere que seamos...
Comprendí también que el amor de Nuestro Señor se revela lo mismo en el alma más sencilla
que no opone resistencia alguna a su gracia, que en el alma más sublime. Y es que, siendo propio
del amor el abajarse, si todas las almas se parecieran a las de los santos doctores que han
iluminado a la Iglesia con la luz de su doctrina, parecería que Dios no tendría que abajarse
demasiado al venir a sus corazones. Pero él ha creado al niño, que no sabe nada y que sólo deja
oír débiles gemidos; y ha creado al pobre salvaje, que sólo tiene para guiarse la ley natural. ¡Y
también a sus corazones quiere él descender! Estas son sus flores de los campos, cuya sencillez
le fascina...
Abajándose de tal modo, Dios muestra su infinita grandeza. Así como el sol ilumina a la vez a los
cedros y a cada florecilla, como si sólo ella existiese en la tierra, del mismo modo se ocupa
también Nuestro Señor de cada alma personalmente, como si no hubiera más que ella. Y así
como en la naturaleza todas las estaciones están ordenadas de tal modo que en el momento
preciso se abra hasta la más humilde margarita, de la misma manera todo está ordenado al bien
de cada alma.
Me encuentro en un momento de mi existencia en el que puedo echar una mirada hacia el
pasado; mi alma ha madurado en el crisol de las pruebas exteriores e interiores. Ahora, como la
flor fortalecida por la tormenta, levanto la cabeza y veo que en mí se hacen realidad las palabras
del salmo XXII: «El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas... Aunque camine por cañadas oscuras,
ningún mal temeré, ¡porque tú, Señor, vas conmigo!» Conmigo el Señor ha sido siempre
compasivo y misericordioso..., lento a la ira y rico en clemencia... (Salmo CII, v. 8). Por eso,
Madre, vengo feliz a cantar a tu lado las misericordias del Señor...
Me parece que si una florecilla pudiera hablar, diría simplemente lo que Dios ha hecho por ella,
sin tratar de ocultar los regalos que él le ha hecho. No diría, so pretexto de falsa humildad, que
es fea y sin perfume, que el sol le ha robado su esplendor y que las tormentas han tronchado su
tallo, cuando está íntimamente convencida de todo lo contrario.
La flor que va a contar su historia se alegra de poder pregonar las delicadezas totalmente
gratuitas de Jesús. Reconoce que en ella no había nada capaz de atraer sus miradas divinas, y
que sólo su misericordia ha obrado todo lo bueno que hay en ella...
pensar también que debemos hacer grandes obras para que Dios nos tome en cuenta, Teresa
nos dice que la gran obra es dejarse amar, es no oponer resistencia a su Gracia.
¿Te sientes amado por Dios? Si la respuesta es sí, ¿Te sientes amado de forma incondicional o
piensas que la medida del amor que Dios te tiene depende de tus obras? ¿Piensas que si obras
mal Dios te amará menos? ¿O que tal vez sencillamente te dejará de amar?
13. YO LO ESCOJO TODO
Un día, Leonia, creyéndose ya demasiado mayor para jugar a las muñecas, vino a nuestro
encuentro con una cesta llena de vestiditos y de preciosos retazos para hacer más. Encima de
todo venía acostada su muñeca. «Tomad, hermanitas -nos dijo-, escoged, os lo doy todo para
vosotras». Celina alargó la mano y cogió un mazo de orlas de colores que le gustaba. Tras un
momento de reflexión, yo alargué a mi vez la mano, diciendo: «¡Yo lo escojo todo!», y cogí la
cesta sin más ceremonias. A los testigos de la escena la cosa les pereció muy justa, y ni a la
misma Celina se le ocurrió quejarse (aunque la verdad es que juguetes no le faltaban, pues su
padrino la colmaba de regalos, y Luisa encontraba la forma de agenciarle todo lo que deseaba).
Este insignificante episodio de mi infancia es el resumen de toda mi vida. Más tarde, cuando se
ofreció ante mis ojos el horizonte de la perfección, comprendí que para ser santa había que
sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de sí misma. Comprendí que en la
perfección había muchos grados, y que cada alma era libre de responder a las invitaciones del
Señor y de hacer poco o mucho por él, en una palabra, de escoger entre los sacrificios que él nos
pide. Entonces, como en los días de mi niñez, exclamé: «Dios mío, yo lo escojo todo. No quiero
ser santa a medias, no me asusta sufrir por ti, sólo me asusta una cosa: conservar mi voluntad.
Tómala, ¡pues "yo escojo todo" lo que tú quieres...!
14. EL ASCENSOR DIVINO
Estamos en un siglo de inventos. Ahora no hay que tomarse ya el trabajo de subir los peldaños
de una escalera: en las casas de los ricos, un ascensor la suple ventajosamente. Yo quisiera
también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, pues soy demasiado pequeña para
subir la dura escalera de la perfección. Entonces busqué en los Libros Sagrados algún indicio del
ascensor, objeto de mi deseo, y leí estas palabras salidas de la boca de Sabiduría eterna: El que
sea pequeñito, que venga a mí. Y entonces fui, adivinando que había encontrado lo que buscaba.
Pastoral y Religión
14
Reflexión
El pensamiento de Teresa nos coloca frente a dos preguntas fundamentales: ¿cómo vivir la vida?
Y ¿por qué vivir la vida?
Para Teresa el motivo de vivir fue Dios y la manera de vivir, la forma de participar de ese Dios a
quien amaba no fue otra sino la de una entrega intensa e ilimitada.
¿Cuál es el motivo de tu vida? ¿Qué lugar ocupa Dios en ella? ¿Debería ocupar el lugar más
importante? ¿Tiene esto sentido para ti? ¿Qué hace falta para enamorarse de Dios?
¿Cómo vives el amor? ¿Eres de las personas que dan sin esperar recibir o de las que dan después
de recibir? ¿Sabes dar el primer paso para amar?
Para Teresa la perfección consiste en la unión con Dios. Mientras más le ames y te unas a Él,
serás más perfecto, más maduro. ¿Realmente quieres ser perfecto, quieres ser santo?
Pastoral y Religión
Reflexión
Teresa se califica a sí misma como “pequeña”. A lo largo de su historia su personalidad estuvo
marcada por una sensibilidad y una fragilidad que solo la gracia divina pudo paliar.
Consciente de su pequeñez, pero determinada a ser santa, Teresa buscó la manera de lograr lo
que quería y lo consiguió. Descubrió que la santidad no estaba en hacer cosas extraordinarias
sino cosas con amor extraordinario, y que era cosa de Dios determinar el tamaño y el alcance de
nuestras obras.
Teresa sabe que Dios todo lo puede, y si Él está determinado a hacer el bien lo hace. Cuando
Dios nos invita a participar en sus obras no lo hace porque Él nos necesita, lo hace porque
nosotros lo necesitamos y sobre todo porque nosotros le necesitamos. Si no queremos
participar Él seguirá haciendo el bien, porque es propio del Amor amar.
Esto nos llama a vivir el amor de forma madura e inteligente. Debemos aprender a reconocer
cuáles son nuestras responsabilidades y cuál es la parte de Dios en nuestra vida cotidiana y en
nuestra santificación. Teresa se “hace pequeña” porque los niños pequeños no se preocupan del
porvenir, sino que lo esperan todo de sus padres sin mayor ceremonia. Ellos confían en
que sus padres los protegerán, los alimentarán y los mimarán. Para los pequeños solo existe el
presente.
Hacerse pequeño, por tanto, consiste en vivir el presente con responsabilidad, y dejarle el futuro
a Dios, sabiendo que Él siempre nos proveerá con lo que más nos conviene.
Piensa en las siguientes preguntas: ¿Te resulta fácil vivir el presente o por el contrario vives
atado al pasado o angustiado por el futuro? ¿Eres sensible para apreciar lo que Dios te está
dando en este momento? ¿Consideras que abandonar tu vida en manos de Dios y esperarlo todo
de Él es compatible tus planes, deseos y expectativas? ¿Tienes miedo de que al
abandonarte en manos de Dios te sobrevengan dificultades y pruebas indeseadas?
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Y queriendo saber, Dios mío, lo que harías con el que pequeñito que responda a tu llamada,
continué mi búsqueda, y he aquí lo que encontré: Como una madre acaricia a su hijo, así os
consolaré yo; os llevaré en mis brazos y sobre mis rodillas os meceré. Nunca palabras más
tiernas ni más melodiosas alegraron mi alma ¡El ascensor que ha de elevarme hasta el cielo son
tus brazos, Jesús! Y para eso, no necesito crecer; al contrario, tengo que seguir siendo pequeña,
tengo que empequeñecerme más y más. Tú, Dios mío, has rebasado mi esperanza, y yo quiero
cantar tus misericordias: «Me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas, y
las seguiré publicando hasta mi edad más avanzada».
¿Cuál será para mí esta edad avanzada? Me parece que podría ser ya ahora, pues dos mil años
no son más a los ojos de Dios que veinte años..., que un solo día... No piense, Madre querida,
que su hija quiera dejarla... No crea que estime como una gracia mayor morir en la aurora de la
vida que al atardecer. Lo que ella estima, lo único que desea es agradar a Jesús... Ahora que él
parece acercarse a ella para llevarla a la morada de su gloria, su hija se alegra. Hace ya mucho
que ha comprendido que Dios no tiene necesidad de nadie (y mucho menos de ella que de los
demás) para hacer el bien en la tierra.
15. ORACIÓN PARA ALCANZAR LA HUMILDAD
Jesús, cuando eras peregrino en nuestra tierra, tú nos dijiste: «Aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón, y vuestra alma encontrará descanso». Sí, poderoso Monarca de los cielos,
mi alma encuentra en ti su descanso al ver cómo, revestido de la forma y de la naturaleza de
esclavo, te rebajas hasta lavar los pies a tus apóstoles. Entonces me acuerdo de aquellas
palabras que pronunciaste para enseñarme a practicar la humildad: «Os he dado ejemplo para
que lo que he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis. El discípulo no es más que su
maestro... Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica». Yo comprendo,
Señor, estas palabras salidas de tu corazón manso y humilde, y quiero practicarlas con la ayuda
de tu gracia.
Quiero abajarme con humildad y someter mi voluntad a la de mis hermanas, sin contradecirlas
en nada y sin andar averiguando si tienen derecho o no a mandarme. Nadie, Amor mío, tenía ese
derecho sobre ti, y sin embargo obedeciste, no sólo a la Virgen Santísima y a san José, sino hasta
a tus mismos verdugos. Y ahora te veo colmar en la hostia la medida de tus anonadamientos.
¡Qué humildad la tuya, Rey de la gloria, al someterte a todos tus sacerdotes, sin hacer alguna
distinción entre los que te amen y los que, por desgracia, son tibios o fríos en tu servicio...! A su
llamada, tú bajas del cielo; pueden adelantar o retrasar la hora del santo sacrificio, que tú estás
siempre pronto a su voz... ¡Qué manso y humilde de corazón me pareces, Amor mío, bajo el velo
de la blanca hostia! Para enseñarme la humildad, ya no puedes abajarte más.
Por eso, para responder a tu amor, yo también quiero desear que mis hermanas me pongan
siempre en el último lugar y compartir tus humillaciones, para «tener parte contigo» en el reino
de los cielos. Pero tú, Señor, conoces mi debilidad. Cada mañana tomo la resolución de practicar
la humildad, y por la noche reconozco que he vuelto a cometer muchas faltas de orgullo. Al ver
esto, me tienta el desaliento, pero sé que el desaliento es también una forma de orgullo. Por
eso, quiero, Dios mío, fundar mi esperanza sólo en ti. Ya que tú lo puedes todo, haz que nazca en
mi alma la virtud que deseo. Para alcanzar esta gracia de tu infinita misericordia, te repetiré
muchas veces: «¡Jesús manso y humilde de corazón, haz mi corazón semejante al tuyo!»
Pastoral y Religión
16. ¡QUÉ GRANDE ES, PUES EL PODER DE LA ORACIÓN!
¡Qué grande es, pues el poder de la oración! Se diría que es como una reina que en todo
momento tiene acceso libre al rey y que puede alcanzar todo lo que pide. Para ser escuchadas,
no hace falta leer en un libro una hermosa fórmula compuesta para esa ocasión. Si fuese así...,
¡qué digna de lástima sería yo...! Fuera del Oficio divino, que tan indigna soy de recitar, no me
siento con fuerzas para sujetarme a buscar en los libros hermosas oraciones; me produce dolor
de cabeza, ¡hay tantas..., y cada cual más hermosa...! No podría rezarlas todas, y, al no saber
cuál escoger, hago como los niños que no saben leer: le digo a Dios simplemente lo que quiero
decirle, sin componer frases hermosas, y él siempre me entiende...
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Reflexión
Cuando una hermana de la congregación encuentra dificultad en su trato con las demás, Teresa
compone esta oración para ayudarle a alcanzar la humildad.
La humildad es un concepto difícil de llevar a la práctica ¿debemos luchar por nuestros derechos
o quedarnos callados? ¿Debemos reprender a quienes nos hacen daño o dar la otra mejilla?
¿Tienen derecho los demás a humillarnos, maltratarnos y hacernos daño?
Pastoral y Religión
Reflexión
Orar, como decía la madre del Carmelo, Teresa de Ávila, es tratar de amor con aquel que no
ama.
La oración es simplemente un acto de comunicación. Cuando oras te comunicas con Dios.
Puedes hacerlo con ayuda de oraciones prescritas, o simplemente conversando con tu Padre.
Pero cuidado, conversar con Dios es diferente que conversar con las personas: Dios siempre
responde, pero no responde siempre como lo esperamos; Dios tiene infinita paciencia para
escuchar y perdonar, pero como buen Padre no apoya nuestra insensatez ni alcahuetea nuestros
pecados. Cuando estableces una relación con Dios, al igual que si lo hace con una persona,
debes estar dispuesto no solo a recibir, sino también a dar. Si quieres hablar con Dios, también
debes saber escuchar cuando Él quiere hablar contigo. Si quieres que Él te consuele en tu dolor,
debes aprender a compartir un poco del suyo. Si quieres que la relación sea profunda, debes
dedicarle tiempo, y sobre todo, si quieres hablar con Dios debes ser sincero.
¿Oras? Y si lo haces ¿le buscas a Él o te buscas a ti? ¿Te comunicas con Dios verdaderamente o
solo empleas la oración como una forma de desahogarte y de pedir bienes para ti?
Teresa sentía dificultades para orar el rosario, aunque su amor por la Virgen era muy grande… Y
tú ¿Sabes amar y orar a María?
¿Encuentras dificultades en alguna oración? No te desanimes, que hasta los más santos las
tuvieron. Por otro lado, fijándonos en Teresa, la sencillez puede palear nuestras carencias al
orar. Si te cuesta meditar o concentrarte ¡que no te cueste amar!
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Para mí, la oración es un impulso del corazón, una simple mirada lanzada hacia el cielo, un grito
de gratitud y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una
palabra, es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a Jesús.
No quisiera, sin embargo, Madre querida, que pensara que rezo sin devoción las oraciones
comunitarias en el coro o en las ermitas. Al contrario, soy muy amiga de las oraciones
comunitarias, pues Jesús nos prometió estar en medio de los que se reúnen en su nombre;
siento entonces que el fervor de mis hermanas suple al mío.
Pero rezar yo sola el rosario (me da vergüenza decirlo) me cuesta más que ponerme un
instrumento de penitencia... ¡Sé que lo rezo tan mal! Por más que me esfuerzo por meditar los
misterios del rosario, no consigo fijar la atención... Durante mucho tiempo viví desconsolada por
esta falta de atención, que me extrañaba, pues amo tanto a la Santísima Virgen, que debería
resultarme fácil rezar en su honor unas oraciones que tanto le agradan. Ahora me entristezco ya
menos, pues pienso que, como la Reina de los cielos es mi Madre, ve mi buena voluntad y se
conforma con ella.
A veces, cuando mi espíritu está tan seco que me es imposible sacar un solo pensamiento para
unirme a Dios, rezo muy despacio un «Padrenuestro», y luego la salutación angélica. Entonces,
esas oraciones me encantan y alimentan mi alma mucho más que si las rezase precipitadamente
un centenar de veces...
La Santísima Virgen me demuestra que no está disgustada conmigo. Nunca deja de protegerme
en cuanto la invoco. Si me sobreviene una inquietud o me encuentro en un aprieto, me
vuelvo rápidamente hacia ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de
las madres.
¡Cuántas veces, hablando a las novicias, me ha ocurrido invocarla y sentir los beneficios de su
protección maternal...
Pastoral y Religión
Reflexión
Una de las tendencias más nocivas en la vida espiritual es la comparación. Muchas veces nos
inclinamos a pensar que los demás son mejores o peores que nosotros porque tienen tal o cual
característica, o porque carecen de algo que nosotros poseemos.
Teresa nos previene: los grandes pensamientos son regalos de Dios, pero son las obras, es decir,
el amor, el respeto, la humildad, el servicio, la caridad, la diligencia, la prudencia, el trabajo y
muchas otras virtudes lo que nos hacen grandes.
La medida de nuestra santidad y valor a los ojos de Dios es una sola: Jesucristo. Mientras más te
unas a Jesús serás más santo y compartirás más de la vida de Dios. Pero solo tú puedes abrazarte
a Jesús. Si pierdes tu tiempo deseando ser como otros, o anhelando que Dios te adorne con los
dones que solo a Él le toca repartir, estarás desperdiciando oportunidades reales de tener un
amistas más íntima con tu Creador.
Por tanto, no anheles tener cosas que te hagan lucir como santo o que te hagan creer que estás
cerca de serlo. Anhela y busca solamente a la fuente de la santidad, que es Jesucristo, y lo demás
vendrá por añadidura según convenga.
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17. ¡QUÉ GRAN VERDAD ES QUE SÓLO DIOS CONOCE EL FONDO DE LOS CORAZONES...!
No desprecio los pensamientos profundos que alimentan el alma y la unen a Dios. Pero hace
mucho tiempo ya que he comprendido que el alma no debe apoyarse en ellos, ni hacer consistir
la perfección en recibir muchas iluminaciones. Los pensamientos más hermosos no son nada sin
las obras.
Es cierto que los demás pueden sacar mucho provecho de las luces que a ella se le conceden, si
se humillan y saben dar gracias a Dios por permitirles tomar parte en el festín de un alma a la
que él se digna enriquecer con sus gracias. Pero si esta alma se complace en sus grandes
pensamientos y hace la oración del fariseo, entonces viene a ser como una persona que se
muere de hambre ante una mesa bien surtida mientras todos sus invitados disfrutan en ella de
comida abundante y hasta dirigen de vez en cuando una mirada de envidia al personaje
poseedor de tantos bienes.
¡Qué gran verdad es que sólo Dios conoce el fondo de los corazones...! ¡Y qué cortos son los
pensamientos de las criaturas...! Cuando ven un alma con más luces que las otras, enseguida
sacan la conclusión de que Jesús las ama a ellas menos que a esa alma y de que no las llama a la
misma perfección.
¿Desde cuándo no tiene ya derecho el Señor a servirse de una de sus criaturas para conceder a
las almas que ama el alimento que necesitan? En tiempos del faraón el Señor aún tenía ese
derecho, pues en la Sagrada Escritura le dice a este monarca: «Te he constituido rey para
mostrar en ti mi poder y para hacer famoso mi nombre en toda la tierra». Desde que el
Todopoderoso pronunció estas palabras han pasado siglos y siglos, y su forma de actuar sigue
siendo la misma: siempre se ha servido de sus criaturas como de instrumentos para realizar su
obra en las almas.
Pastoral y Religión
Jesús sabe muy bien que, aunque no disfruto del gozo de la fe, procuro, al menos, realizar
mis obras
Tal vez Jesús, que duerme en la navecilla de mi alma, no se despierte hasta el día de la
eternidad. Esto me causa un contento grandísimo.
Cuando una arroja sus faltas con una confianza enteramente filial en el brasero devorador
del Amor, ¿Cómo no van a ser consumidas para siempre?
Antes se cansará Dios de hacerme esperar que yo de esperarle.
Si, al menos sintiera a Jesús…pero no; él parece estar a mil leguas… pero la paz nunca me ha
faltado ni siquiera en las grandes pruebas
Cuando me encuentro con sequedad, que no logo tener un pensamiento que me una a Dios,
rezo despacio un Padre Nuestro y un Ave maría.
El día de mi Primera Comunión no solo fue una mirada de Jesús sino una fusión. Teresa
había desaparecido como la gota de agua en el océano. Sólo quedaba Jesús como Dueño,
como Rey.
Mi vocación en el corazón de la Iglesia es el amor, así se realizará todo lo que se hace en ella
por amor: mártires, doctores, vírgenes…
En el evangelio hallo lo que necesita mi pobre alma. Siempre descubro en él nuevas luces de
sentidos ocultos y misteriosos.
Me duermo en la oración y la acción de gracias después de comulgar pero esto no me da
vergüenza, porque sé que los niños pequeños agradan a sus padres lo mismo dormidos que
despiertos.
Estos tres años de hospitalización de mi padre no los cambiaría yo por todos los éxtasis de
los santos.
Quisiera tener una muerte dulce por complaceros. Se lo he pedido a la Virgen…pero no os
apenéis si me veis sufrir mucho y si, como os he dicho, no se manifiesta señal alguna de mi
bienaventuranza en el momento de mi muerte… también Nuestro Señor murió víctima de
amor y ya veis cuál fue su agonía.
Ser niño, a los ojos de Dios es, no desanimarse por las propias faltas, pues los niños caen
pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño.
Ya entonces amaba yo las lejanías…amaba las flores, el murmullo del viento, la música vaga
de los soldados llenándose dulcemente de melancolía el corazón. La tierra me parecía un
lugar de destierro y soñaba con el cielo.
A Jesús le toca pagar los gastos de nuestro viaje a la eternidad y el precio de nuestra
entrada en el cielo.
Dios se sirve de mí para dar a otros un buen pensamiento.
Si yo creyera que ese buen pensamiento me pertenece me parecería al asno sobre el que se
han cargado las reliquias de un santo y cree el asno que los homenajes que se le dirigen al
santo van dirigidos al pobre asno.
Después, luz y amor. Finalmente ausencia y noche… cuanto más cerca estoy de Dios más
dudo de él”
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PENSAMIENTOS DE SANTIDAD
todo su inmenso
misterio,
y a ti quisiera volar.
Tu faz es mi sola patria,
ella es mi reino de amor,
es mi riente pradera
y mi sol de cada día.
Ella es el lirio del valle,
cuyo aroma misterioso
a mi alma desterrada
en su destierro consuela,
dándole a gustar la paz
de los cielos.
Es mi descanso y dulzura
y mi lira melodiosa...
Es tu rostro,
¡oh mi dulce Salvador!,
el ramillete divino
de mirra, que guardar
quiero
prendido sobre mi pecho.
Es tu faz
mi única y sola riqueza,
ninguna otra cosa pido.
En ella, escondida
siempre,
a ti me pareceré .
Deja en mí, Jesús, la
huella
de tus dulcísimos rasgos,
y muy pronto seré santa,
y hacia ti los corazones
atraeré.
A fin de poder juntar
abundante mies dorada,
con tu fuego quémame.
No tardes, Amado mío,
en darme tu eterno beso.
¡Con tus labios bésame!
12 de agosto de 1895
Pastoral y Religión
CANTO DE GRATITUD A LA VIRGEN DEL CARMEN
Desde el primer instante
y siempre, Madre mía,
de mi vida
me bendices.
me tomaste en tus
Otórgame la gracia
brazos,
de mantenerme fiel
y desde aquel momento,
a mi divino Esposo,
amada Madre mía,
Jesús.
me das tu protección aquí
Para que un día
en la tierra.
su dulce voz yo escuche,
Para guardar intacta mi
cuando a volar me invite
inocencia,
y a sentarme
me escondiste en un
entre sus elegidos.
blando y dulce nido,
Entonces ya no habrá
custodiaste mi infancia
ni más destierro ni más
a la sombra bendita
sufrimiento.
de un retirado claustro.
Ya en el cielo,
Y más tarde, al llegar
yo volveré a cantarte
mi juventud a sus
mi amor y gratitud,
primeros días,
amable y dulce Reina del
escuché la llamada de
Carmelo.
Jesús.
16 de julio de 1894
Me mostraste el Carmelo
con ternura inefable.
MI CIELO EN LA TIERRA
«Ven a inmolarte por tu
Es tu imagen inefable
Salvador
astro que guía mis pasos.
-me decías entonces con
Tu dulce rostro, Jesús,
dulzura-.
bien lo sabes,
Cerca de mí te sentirás
es en la tierra mi cielo.
dichosa,
Mi amor descubre el
ven a inmolarte con tu
encanto
Salvador».
de tu rostro
Cerca de ti, oh tierna
embellecido de llanto.
Madre mía,
Y a través de mis lágrimas
he encontrado la paz del
yo sonrío
corazón;
contemplando tus
en esta tierra nada más
dolores.
deseo,
Quiero, para consolarte,
sólo Jesús es toda mi
vivir ignorada y sola
ventura.
aquí en la tierra.
Si alguna vez me asaltan
Tu hermosura,
la tristeza o el miedo,
que tan bien sabes velar,
en mi debilidad tú me
me descubre
sostienes
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POESÍA DE SANTA TERESA
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