Algunas tesis para analizar el desarrollo histórico del movimiento cooperativo mexicano Dr. Juan José Rojas H. A primera vista, pareciera que el movimiento cooperativo comparte todos los rasgos característicos de los movimientos sociales en general. Es decir, al igual que los demás movimientos sociales, tiene una base objetiva sustentada en la problemática económica, social y cultural de determinados grupos o estratos sociales que conforman su base social de referencia; procura ir más allá de la mera resistencia para ubicarse como un movimiento social portador de una misión histórica y trascendente, al tiempo que busca ser eficiente en la solución de demandas inmediatas de corto plazo; enfrenta evidentemente enemigos que se oponen al logro de sus objetivos y metas, en razón de lo cual pone en práctica diversas estrategias de acción colectiva y estructura modelos organizativos adecuados a dichas estrategias. Empero, visto desde una perspectiva más concreta o particular, el movimiento cooperativo, como sujeto social y agente de transformación económica será la resultante, en cada época histórica, de la forma en como se articulen o definan un conjunto de características específicas que comprenden básicamente ocho campos de acción colectiva, a saber: 1) la composición de su base social de referencia; 2) la naturaleza político-reivindicativa de su acción colectiva; 3) la defensa y promoción de la llamada identidad cooperativa; 4) la definición de la misión histórica del movimiento cooperativo; 5) el contenido básico de su programa de reivindicaciones inmediatas; 6) la ubicación de los enemigos inmediatos e históricos del movimiento cooperativo; 7) las estrategias de acción colectiva utilizadas, y 8) los modelos organizativos empleados. Una característica distintiva del movimiento cooperativo es la enorme cantidad de dificultades estructurales que tiene que sortear para la articulación de sus intereses debido, entre otros factores, a la heterogeneidad de su base social de apoyo, a la enorme diversidad de demandas a enarbolar, a las distintas ramas económicas en que incide y a los diferentes campos de la actividad no sólo económica, sino política, social, cultural e ideológica en los que interviene o se ve inmiscuido, así como a la posibilidad objetiva de que la acción colectiva económica y empresarial se confunda, mezcle o subsuma con la actividad política, tanto a nivel de las organizaciones de base como en el de las asociaciones de cooperativas. Un movimiento social cuyo proceso de articulación de intereses se ha visto históricamente sometido a la interferencia externa de distintos grupos de poder que, en la mayoría de los casos, lo han sometido a diferentes formas de control o subordinación y han determinado de forma exógena o inducida las características dominantes del panorama asociativo del sector cooperativo en cada época histórica. Algunos de los principales agentes externos que han interferido en el proceso de articulación de intereses del movimiento cooperativo mexicano son: 1) El estado. b) La Iglesia católica. 1 c) Los partidos políticos. d).- Otros movimientos sociales. e).- La influencia internacional. f) Las llamadas Organizaciones no Gubernamentales o de la Sociedad Civil. Algunas de las consecuencias más importantes derivadas de la interferencia externa del movimiento cooperativo, serían las siguientes: 1.- Falta de correspondencia entre los modelos organizativos propuestos y la cultura empresarial o el modelo mental de los destinatarios. 2) Emisión de legislación cooperativa o políticas públicas de fomento cooperativo que no corresponden con la realidad y necesidades en que las cooperativas desenvuelven su acción social. c) La corporativización del movimiento cooperativo por el estado y los partidos políticos. (reforzamiento de las estructuras de dominación tradicional bajo el manto de la modernización cooperativa) 4) La simulación de la figura de sociedad cooperativa en gran escala por parte de empresarios privados. Otro de los problemas crónicos que han afectado el desarrollo del movimiento cooperativo en México ha sido su evidente falta de continuidad a lo largo de la historia, sufriendo serios procesos de interrupción durante los cuales prácticamente ha desaparecido o se ha mantenido en una situación extremada precariedad, marcada por la desarticulación de sus estructuras de representación gremial. Frente a tales coyunturas históricas, el movimiento cooperativo ha tenido que reconstruirse prácticamente de cero, ejemplos de tal situación se han presentado, al menos, en tres ocasiones a nivel de todo el movimiento cooperativo y en dos oportunidades a nivel de algunos de sus subsectores económicos. Los procesos que han frenado el desarrollo del movimiento cooperativo mexicano en su conjunto se presentaron con ocasión de la revolución de 1910-17, período durante el cual el movimiento cooperativo si bien no desaparece, se mantiene en una situación de extrema debilidad; nuevamente en 1938 con la expedición de la Ley cooperativa Cardenista y la incorporación del cooperativismo a la tutela del estado, el Frente Nacional Cooperativo creado durante los años veinte, materialmente se desmanteló para dar pasó a una nueva estructura de representación basada en federaciones estatales únicas y una sola Confederación nacional, este sistema unitario de representación vertical de intereses subordinado al estado se mantuvo hasta 1994, cuando con la expedición de una nueva LGSC y dada la corrupción y desprestigio de las viejas formas de representación gremial, el Legislador resolvió desmantelar la estructura corporativa hasta entonces existente para dar paso a un nuevo esquema de representación 2 pluralista basada en uniones y federaciones de segundo grado, las primeras para asociar cooperativas de diferentes ramas de actividad económica y las segundas para agrupar a cooperativas de una sola rama de actividad económica, en el tercer grado puede haber Confederaciones de Actividades diversas y Confederaciones especializadas por rama de actividad. La nueva estructura de representación sectorial consideró también la existencia de un cuarto nivel de representación, el llamado Consejo Superior del Cooperativismos (CSC), organismo que hasta la fecha no se ha podido constituir legalmente debido a diversas lagunas legislativas que tienen que ver con la no precisión del número de confederaciones que pueden convocar a la constitución del CSC o de la autoridad gubernamental que deberá validar su conformación legal y hacerlo del conocimiento público. En este mismo sentido, han jugado diversas actitudes oportunistas de diferentes sectores del movimiento cooperativo quienes se apresuraron a constituirlo sin gozar de la legitimidad o representatividad necesaria. A la fecha se cuenta con la existencia de cinco Confederaciones nacionales de Cooperativas en las áreas de ahorro y préstamo, pesca, transporte, servicios turísticos y actividades diversas, así como dos asociaciones nacionales de cooperativas de ahorro y préstamo, los ya citados ALCONA y COMACREP. Existen igualmente más de cien uniones y federaciones de cooperativas distribuidas en los 32 estados de la república mexicana y en las más distintas ramas de la actividad económica. No obstante lo anterior, el panorama de la integración cooperativa en México es desolador, toda vez que, en diferentes estudios realizados al efecto (Rojas 2002, UNAM 2004 y Ramírez 2005) se demuestra que más del 50% de las cooperativas mexicanas no están integradas, lo cual evidencia el agotamiento o la insuficiencia del actual sistema de integración y representación de intereses existente. La discontinuidad de la integración cooperativa a nivel sectorial se produjo primeramente al seno del sector pesquero, cuando la reforma de la Ley de Pesca golpeó a la Confederación respectiva, permitiendo que las federaciones pudieran negociar por sí solas, lo cual provocó un profundo proceso de dispersión en la integración hasta entonces alcanzada. Un segundo caso, lo encontramos en 1991, cuando la reforma de la Ley Organizaciones y Actividades Auxiliares del Crédito echó por tierra el sistema unitario de representación de intereses que con altas y bajas se había mantenido desde 1951 al interior del movimiento nacional de cajas populares. Con la citada reforma se dio paso al surgimiento de una nueva figura asociativa, la llamada Sociedad de Ahorro y Préstamo, sin embargo, las autoridades de la SHCP solamente autorizaron 20 solicitudes de un total superior a las 300, con lo cual una buena parte del sector cooperativo de ahorro y préstamo quedó sin amparo jurídico, hasta que la reforma de la LGSC en 1994 posibilitó la formación de cooperativas de ahorro y préstamo, generándose un profundo proceso de división entre dos figuras asociativas que desempeñaban prácticamente las mismas funciones. A partir de 2001, con la expedición de la LACP, nuevamente un grupo importante de cooperativas de ahorro y préstamo están quedando por fuera de la legislación vigente por lo 3 que se prevé un incremento en la dispersión del subsector cooperativo de ahorro y préstamo del país a través de la conformación de dos grandes grupos: el de los intermediarios financieros con vocación social y el de las cooperativas de ahorro y préstamo de vínculo cerrado o exclusivo. En conclusión, la falta de continuidad histórica en los procesos de integración del movimiento cooperativo mexicano, ha afectado la profesionalización de las estructuras de representación, ha limitado su capacidad de interlocución y ha dado como resultado la permanencia de estructuras de representación poco consolidadas. Para la definición de la periodización en el análisis del desarrollo del movimiento cooperativo mexicano nos atenemos a la consideración o ponderación de una serie de transformaciones estructurales o de carácter cualitativo y cuantitativo que inciden determinantemente en la forma de actuar o comportarse en la arena político-reivindicativa, en los cambios de modelos organizacionales y en los discursos ideológicos o formas de interpretar la realidad que les afecta y, desde luego, en las necesidades, demandas y aspiraciones que motivan la emergencia y permanencia del movimiento cooperativo mexicano. Entre dichos transformaciones estructurales podemos indicar, entre otras, los cambios ocurridos en los modelos de desarrollo o acumulación capitalista y el papel que se le asigna al sector cooperativo en cada caso, las modificaciones y adecuaciones del marco jurídico; los ajustes, reajustes y desajustes del sistema político dominante, lo cual se expresa a través de modificaciones en el patrón dominante del sistema de relaciones existente entre el estado y las cooperativas, así como entre el sistema de partidos políticos y las cooperativas y entre los diferentes actores y movimientos sociales y las cooperativas, principalmente. De forma análoga se reconoce también la influencia ejercida por las transformaciones ocurridas en la cultura nacional, en la explosión demográfica y la adopción de un perfil urbano dominante de la sociedad mexicana, en la creciente migración de la población del campo a la ciudad y del país al extranjero, en el crecimiento cuantitativo de la clase media, en el desarrollo científico y tecnológico del país, el aumento de la participación de la mujer y de los grupos indígenas y en las modificaciones acontecidas en el espacio físico o territorial producto de desastres naturales o del deterioro del medio ambiente. Históricamente, el movimiento cooperativo mexicano como sujeto o actor social, aún cuando pueda destacar determinados grupos de vanguardia o de avanzada, actúa siempre como un ente colectivo que, con sus acciones reivindicativas desarrolla un arduo proceso de aprendizaje social histórico basado en la prueba y error y en ejercicio de un constante intercambio de experiencias en la que todos aprenden de todos y se crea un conocimiento común o colectivo. En base a lo anteriormente indicado, las etapas que pueden identificarse en el desarrollo del movimiento cooperativo mexicano son las siguientes: etapa de surgimiento y gestación, ubicada históricamente de 1873 a 1917; etapa de desarrollo autogestivo del movimiento cooperativo que se extiende desde 1917 hasta 1934; etapa de incorporación al sistema político dominante, proceso que se produce durante el sexenio del General Lázaro Cárdenas (19341940); etapa de subordinación al sistema de partido de estado que transcurre desde 1940 hasta 1976; etapa de relanzamiento político que se produce durante los mandatos presidenciales de 4 Luis Echeverría y José López Portillo (1970-1982); etapa de reorientación neoliberal que comprende los sexenios presidenciales de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari y la etapa actual que se inicia con la expedición de la LGSC en 1994 y se prolonga hasta nuestro días. 5