La ingestión compulsiva Compulsive Overeating María Teresa Alicia Silva y Ortiz RESUMEN Los trastornos en la conducta alimenticia (TCA) se han convertido en un problema de salud pública en la mayoría de los países debido a su alarmante incremento. México no escapa de esta situación, por eso se decidió hacer una investigación exploratoria sobre este tema en la carrera de Pedagogía en la FES Acatlán (2008). Con base en los resultados obtenidos, se consideró oportuno escribir este artículo para comentar dos alteraciones por sobrealimentación debido a la ingesta compulsiva, pues son poco conocidos en este campus: el trastorno por atracón (TA) y la vomitina o síndrome del vómito inducido (SVI); sin embargo, su incidencia es un foco de alarma para esta comunidad universitaria. Los cuadros clínicos de ambos desórdenes permiten a los expertos hacer un diagnóstico diferenciado. El TA se identifica por episodios descontrolados de ingestas copiosas y rápidas de alimentos, sin utilizar métodos compensatorios para controlar el peso, pero van acompañados de sentimientos de culpa y de vergüenza. El SVI se caracteriza por el impulso irrefrenable de comer para vomitar, en lugar de sólo darse un atracón y después eliminar lo ingerido a través del vómito con el fin de liberarse de lo que se ha consumido. Un primer paso es saber si están presentes o no en esta población. PALABRAS CLAVE Trastornos de alimentación; Ingesta compulsiva; Trastorno por atracón; Vomitina o síndrome del vómito inducido ABSTRACT Eating behavior disorders (EBD) have become a public health problem in most countries due to their alarming increase. Mexico does not escape from this situation, which led to an exploratory research among students in the Pedagogy Degree Program at Acatlan Faculty of Higher Studies (2008). Based on the results obtained, it was considered appropriate to write this article to comment on two alterations caused by overeating due to binge eating, as they are almost unknown in this campus: binge eating disorder (BED) and “vomitina” or induced vomiting syndrome (IVS), since their impact is a source of alarm for the members of the Faculty. Clinical manifestations of both disorders allow experts to make a differential diagnosis. The BED is identified by uncontrolled episodes of heavy and fast intake of food without the use of compensatory methods for weight control, but accompanied by feelings of guilt and shame. The IVS is characterized by an uncontrollable urge to eat in order to vomit, rather than just binge and then get rid of what was ingested through vomiting with the purpose of releasing themselves from what has been eaten. A first step is to know they exist. KEY WORDS Eating disorders; Compulsive Overeating; Binge Eating Disorder; “Vomitina” or induced vomiting syndrome núm. 7, 2010, pp. 28-44 28 Introducción abuso físico o sexual, es blanco de críticas negativas por parte de una figura de autoridad, entre otras—, debido a que estas situaciones le demandan más de lo que el individuo cree ser capaz de dar: al sentirse inútil y fuera de control, lo compensa disponiendo de su cuerpo, pues es lo único que siente realmente suyo, sometiéndolo a regímenes para controlar su peso, actividades exageradas y otras maneras de deshacerse de calorías (con conductas compensatorias como vómitos, laxativos, diuréticos, ejercicio excesivo, entre otras) en lugar de emplear comportamientos no aceptados socialmente, como gritos desesperados, realizar actos heroicos absurdos o peligrosos, correr riesgos innecesarios, procedimientos mal guiados e inefectivos, conductas que dañan su salud en un intento por retomar el control de un mundo que siente demasiado caótico y abrumador. Debido a todo el movimiento económico multimillonario en torno a la alimentación y detrás de los productos y servicios para la reducción de peso, la labor de los especialistas que atienden aspectos relacionados con la alimentación ha de centrarse en la prevención de sus alteraciones, pues tratar de remediar los trastornos de alimentación es muy difícil porque compromete la salud de quienes los padecen y, además, a estas personas les es difícil pedir ayuda por la confusión de mensajes que hay en el ambiente, convirtiéndose en un proceso complicado para seguirlo y llevarlo a buen puerto: empezando por su detección y evaluación, luego por la aplicación de técnicas, consejos, tratamiento, hasta la formación de hábitos y mantenimiento de un estilo de vida saludable para las personas afectadas por restricción alimenticia, —como la anorexia y la bulimia—, o por sobreingesta, como son los comedores compulsivos, los que padecen un trastorno por atracón o no presentan alteraciones con cuadros completos específicos, como es el caso de los trastornos de alimentación no especificados (TANE). Tener sobrepeso o ser obeso, por un lado, o estar por debajo del peso esperado para su condición individual, pone en riesgo la salud, lo cual es altamente preocupante pues, como señalan Acosta y cols. (2008), en México, por ejemplo, las estadísticas pediátricas de obesidad infantil han aumentado significativamente en relación con la obtenida la década pasada. El reto está, entonces, en educar a la población de manera oportuna sobre el desarrollo de hábitos de alimentación adecuados, enseñarles a combinar los alimentos para obtener una nutrición adecuada para mantenerse sanos, saber cómo llevar un control saludable del peso y del ejercicio físico según sus características individuales, como constitución física, edad, talla y actividades que realiza. Actualmente hay una gran preocupación por la apariencia personal, la figura delgada y el control de peso corporal a través de dietas restrictivas que llegan a alterar los hábitos de alimentación con efectos graves en las personas que se someten a ellas con recurrencia. La publicidad bombardea constantemente ofreciendo productos bajos en calorías, con poca grasa, son ligeros o light, como medios para conservar una silueta más delgada del promedio esperado por el sector salud —si se toma como base las tablas que se han hecho en relación con las características y constitución corporal de cada grupo de personas, según su edad y talla—; es frecuente encontrar gimnasios y equipo casero para fomentar el ejercicio físico a cualquier hora y momento disponible, así como curas milagrosas para la obesidad a través de productos farmacológicos, fórmulas dietéticas, servicios para la pérdida rápida del peso excedido, reforzando así el mensaje de la apariencia esbelta y perfecta como una meta deseable para alcanzar la felicidad y el éxito. Esta fuerte presión social ha tenido consecuencias muy serias pues se ha convertido en un importante problema de salud pública y de desafío clínico. Se ha encontrado que los trastornos de la conducta para alimentarse (TCA) usualmente aparecen entre los 12 y 25 años de edad, aunque existen excepciones en ambas direcciones. Según los informes clínicos, se presentan en una proporción de 90% en mujeres y un 10% en hombres, pero se sospecha un mayor número de casos y en proporciones menos distantes, ya que los varones se atienden menos. Todo esto despertó una inquietud que motivó hacer una investigación entre los alumnos de la carrera de Pedagogía para explorar su conducta alimenticia en la FES-Acatlán. (Silva, 2009). Los resultados obtenidos son un foco de alarma para la comunidad de Acatlán, pues estos desórdenes están presentes de manera significativa. Con este artículo se pretende ofrecer al lector una revisión rápida de dos TCA asociados con la ingesta compulsiva: el trastorno por atracón y el síndrome del vómito inducido. Las alteraciones de la alimentación tienden a desencadenarse cuando la persona que la sufre está pasando por un período difícil de transición, como una crisis, un trauma, un choque o una pérdida —esto es, se encuentra en la pubertad o en la adolescencia, va a contraer matrimonio, afronta un divorcio, tiene problemas familiares, ha ocurrido la muerte de un ser querido, se está desempeñando en un trabajo nuevo, asiste a una escuela diferente, atraviesa una ruptura sentimental, ha sufrido un 29 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz Los médicos suelen aconsejar a sus pacientes perder peso para conservar su salud; sin embargo, pocos son los que indican las medidas psicoprofilácticas adecuadas para lograrlo sin arriesgarla. Aquí cabe preguntarse, ¿por qué lo advierten hasta que ya se está con el problema encima?, ¿por qué les falta promover medidas preventivas con sus pacientes como rutina?, ¿qué hacen ellos mismos para conservar su salud y mantenerse dentro del rango adecuado?, ¿cuáles son sus hábitos de alimentación personales y qué tan conscientes están de lo que pasa en el entorno?, entre otros cuestionamientos. A partir de la década de los noventa, además de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa, la Asociación Psiquiátrica Americana a través del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMIV-TR, 2000) introdujo provisionalmente dentro de la categoría otros trastornos de alimentación no especificados (TANE), cuadros clínicos considerados incompletos y poco precisos pues no se cuenta todavía con estudios suficientes que los respalden. La observación principal enfatizada desde entonces, es que dentro de los TANE caen la mayoría de los casos, por lo tanto, se requieren referentes más precisos para obtener diagnósticos diferenciales que permitan encontrar estrategias efectivas para el tratamiento y recuperación de estos pacientes. (Acard y cols., 2007; Fairburn y cols., 2007). El CIE-10, por ejemplo, contempla al trastorno por atracón como hiperfagia y lo clasifica bajo el rubro de otras alteraciones psicológicas, además del síndrome del vómito, excluyendo a la obesidad, la cual no la considera como enfermedad [sic]. Bajo esta perspectiva, se pensaba en ese entonces, que el trastorno por atracón era derivado del uso frecuente de dietas restrictivas y de las presiones sociales; con conductas obsesivas y compulsivas, además de clasificarlo dentro del grupo de las enferme- dades psicosomáticas y, generalmente, acompañadas de fobia social, depresión, ansiedad y sentimientos de culpa, de falta de control y vergüenza. (Riley, 2004). Ahora se hace la distinción entre el atracón seguido de conductas purgativas del que no utiliza comportamientos compensatorios, por ejemplo. Después de haber revisado una amplia literatura al respecto, Striegel-Moore y Franko (2008) proponen incluir al trastorno por atracón como una categoría nosológica independiente en el DSM-V, debido a que parece ser el trastorno de alimentación con mayor incidencia hoy en día y, además, cumple con un cuadro específico para su diagnóstico, tomando como base para su análisis los cinco criterios que proponen Blashfield y cols., (1990) con el fin de reconocerlo como un desorden legítimo. Estos criterios son: a) La existencia de una amplia literatura sobre el síndrome b) Los criterios diagnósticos se articulen con claridad c) Se pueda diferenciar el trastorno de otros síndromes similares d) Sea posible relacionar la evidencia disponible con base en criterios diagnósticos seguros e) La evidencia pueda ser relacionada con la validez del síndrome Desafortunadamente, México no se escapa de este problema a nivel mundial. Para muestra basta con un botón. El TA va asociado con un alto porcentaje de pacientes obesos, lo cual es preocupante en este país pues, con base en los estudios de la OMS de 2005, se estima que en la población mexicana de 15 a 100 años, el 34.3% de las mujeres y el 24 % de los varones tienen algún grado de obesidad digno de tomarse en cuenta por el sector salud (véase gráfica 1). Obesidad en México (IMC ≥ 30 Kg./m²) Edad estandarizada 15 o mayores (World Health Organization, 2005) Varones…….. 24.0% Mujeres………34.3% Fuente: OMS (2005), World Health Organization. Gráfica 1 30 • Los dos desórdenes de alimentación más conocidos por la forma como impactan en la salud son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, pero también existen otros como el trastorno por atracón, la obesidad, la vigorexia nerviosa, la ortorexia nerviosa, el picoteo constante y el síndrome del vómito o la vomitina. • Algunas personas pueden presentar síntomas de uno o más de estos desórdenes, lo que hace todavía más complejo la descripción de su cuadro clínico para su comprensión, la detección y el diagnóstico de la alteración o la enfermedad y el proceso de intervención. También se ha estudiado al trastorno por atracón (TA) y otros trastornos de alimentación no especificados (TANE) desde varios puntos de vista, como el neurobiológico, el psicológico y el social, debido a la gran incidencia que han tenido en las últimas décadas, aumentando de manera endémica en el presente milenio. Este artículo se centra precisamente en estos desórdenes alimenticios, pues son muy graves y de gran impacto mundial en general, y en México en particular. Se explica la ingesta compulsiva, el sobrepeso y la obesidad, además del picoteo y el síndrome del vómito pues, a pesar de no entrar en las clasificaciones oficiales como síndromes con diagnóstico diferencial todavía, ya son, para el sector salud, motivo de alarma en la población mexicana. Los trastornos de alimentación son desviaciones cualitativas y/o cuantitativas de la conducta para alimentarse considerada normal o adecuada para mantener el equilibrio, buen funcionamiento y salud del organismo, lo que puede ocasionar carencias, perturbaciones orgánicas, cambios en la composición corporal y desajustes importantes en la relación del individuo con el alimento y su entorno (Aranceta, 2007). Estas alteraciones se convierten en psicopatológicas cuando las actitudes de una persona hacia la comida, la figura y el peso son tales que los sentimientos hacia el trabajo y/o la escuela, las relaciones con los demás, las actividades cotidianas y las emociones, son determinadas por lo que se ha comido o dejado de hacer, por un número en la báscula o el reflejo de la silueta en el espejo (Siegel, Brisman y Weinshal, 1988). En todas las clasificaciones revisadas para la elaboración de este trabajo, a través de los compendios (Reviews) de reconocimiento mundial, se encontró que las conductas de ingestión alterada más comunes son debido a dietas extremas o al ayuno, episodios de sobreingestión o atracones y/o a una combinación de ambas. Además, en todas estas descripciones aparecen como conductas típicas de esta época relacionadas con los desórdenes de alimentación, las siguientes: una gran preocupación por el peso y la imagen del cuerpo, además de una percepción alterada sobre el peso, de la configuración y las dimensiones corporales. Los autores hacen énfasis en que todos los trastornos en donde predomina el atracón o las comidas copiosas o excesivas aparece un sentimiento de falta de control de la persona sobre lo que está ingiriendo. Los estados de ánimo que, en general, manifiestan las personas que padecen algún trastorno de alimentación son: Las personas que sufren un desorden en su conducta para alimentarse suelen caracterizarse por: • Ser extremistas en cuanto al consumo de alimentos, que puede manifestarse por una pérdida severa de peso, rápidos aumentos del mismo o fluctuaciones muy importantes, comprometiendo su salud. • Se sienten a disgusto con su imagen corporal, a menudo acompañada de una percepción distorsionada de las señales de su cuerpo (hambre, enojo, fatiga, fobia, por ejemplo). • Prácticas poco saludables para mantener el peso, como son: ayuno, inanición, comer compulsivamente, uso indiscriminado de laxantes, medicamentos para bajar de peso, diuréticos y exceso de ejercicio. • Un miedo irracional a engordar y un deseo obsesivo de adelgazar. • Tiene altos deseos de poder • Su nivel de autoestima es bajo • Desea en forma desmedida ser alguien especial, única y reconocida • Evade su realidad, quiere estar protegida, huir o contar con un refugio seguro • Le es difícil expresar sus sentimientos y deseos • Necesita el respeto y la admiración de los demás • Manifiesta poca capacidad para hacerle frente a las circunstancias y a los problemas que se le presentan • Le predominan pensamientos dicotómicos: blanco o negro, todo o nada 31 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz • Presta oídos al mito de la silueta delgada • Se valora muy poco como persona y es sensible a creer que no sirve para nada • Su sensación predominante es de vacío • Gran temor de no cumplir las expectativas de los demás • Tiende al perfeccionismo y miedo al crecimiento • Muestra una gran necesidad de distracción que las mujeres físicamente atractivas son percibidas como más femeninas que las que no lo son, lo que las mete en un importante conflicto en la etapa de la adolescencia, cuando se enfrentan a los cambios corporales (aumento de peso y de grasa corporal, normales en la pubertad) y el modelo social. c) El modelo de Levine y Smolack (1992): en su propuesta afirman la existencia de la interacción de factores en donde hay una continuidad parcial entre lo que ellos denominan dieta no patológica, trastorno subclínico y trastorno de alimentación. En cada uno pueden darse ciertos acontecimientos precipitantes (familia, amigos, personalidad, por ejemplo), la continuidad en el uso de dietas sumadas a creencias, actitudes y conductas radicales, pero discontinuidad en su psicopatología y su ajuste social. Contemplan también el complejo de la «súper mujer», que implica un alto perfeccionismo y la necesidad de aprobación social. 1. Modelos de investigación para el estudio de los TCA A pesar de los estudios que se han hecho, todavía es difícil determinar cuándo se ha cruzado la raya y la alimentación se ha convertido en un trastorno. Los autores no se ponen de acuerdo todavía en qué es lo que motiva el incremento alarmante de estas alteraciones, por lo tanto, han surgido una serie de modelos explicativos, en un intento por contar con diagnósticos diferenciados para la intervención eficaz, pero ninguno de ellos resuelve la situación de manera óptima. Entre los más acertados están: d) Las clasificaciones del DMS-IV-TR (de la American Psyquiatric Association, 2000) y el CIE10 (de la Organización Mundial de la Salud, 1992) hacen una descripción de los trastornos de alimentación y sus criterios han sido aceptados a nivel mundial. Desafortunadamente estos referentes carecen de precisión, complicando la definición de algunos casos, en especial los «menores», pues muchos conceptos son ambiguos, como aquellos relacionados con el peso corporal, no facilitan directrices para determinar el temor a engordar y a la obesidad, es impreciso al definir los atracones, la velocidad de la ingesta y la cantidad de comida para que se considere anormal, así como para poder evaluar el nivel de malestar y los sentimientos de culpa. Hace falta una operacionalidad en general y en relación con las conductas compensatorias —como los ayunos, los diuréticos, los laxantes y los enemas, además del ejercicio físico— en particular, por citar algunos ejemplos. A esto hay que agregar las modificaciones en los criterios de definición de caso ocurridas a lo largo de las últimas décadas: DSM-III (1980), DSM-III-R (1987), DSM-IV (1992) y DSM-IV-TR (2000), en donde, por ejemplo, se modificó el criterio del peso para la anorexia nerviosa (AN), en el DSM-III al DSM-III-R, a) El modelo evolutivo de Striegel-Moore (1993), centrado en las mujeres y en la etapa de la adolescencia. A través de un análisis profundo, estos autores concluyeron que las niñas identificadas a edad muy temprana con su género y expectativas de su rol sexual, son más vulnerables a padecerlos, en especial si han introyectado a la belleza como el aspecto central de la feminidad, están más interesadas en obtener aprobación social y de dar la impresión de ser sociables. En ambos sexos se considera clave ser atractivos y populares, siendo la delgadez una condición fundamental de la apariencia y de la fuerza de voluntad, lo que facilita obtener éxito social y laboral. El mito de la «súper mujer», capaz de desempeñar los papeles tradicionales de atractivo y cuidado de la casa con el trabajo profesional contribuye a desencadenarlos. En suma, el conjunto de factores socioambientales, la interiorización del rol sexual, además de la presión en la adolescencia y la adopción del mito de la súper mujer son, para estos autores, la explicación del aumento de dichos trastornos. b) El modelo de Roos, Federoff y Guthrie (1991): llegaron a conclusiones semejantes y afirman 32 del 25% a una de 15% y se incluyó la ausencia de los ciclos menstruales consecutivos, siendo ahora discutible este último criterio (Grandillas y Febrel, 2000). Se discute también si la aparición de la bulimia nerviosa (BN) es un nuevo desorden o el reconocimiento actual de uno existente con anterioridad, o tal vez sólo refleja la transformación de la AN como una consecuencia del incremento de población con trastornos de conducta alimenticia (TCA). Giorgio Nardone, (2004) critica estos criterios y difiere de ellos desde su base al considerar al trastorno por atracón (TA) como una variante de la BN, por ejemplo. sentimientos de privación y de relación con la comida, ya que detrás de cada acción, afirma la autora, puede haber un pensamiento tan sutil que ni siquiera se advierta. La raíz de todo esto parece encontrarse en que entre más se restringe la persona, más se rebela su organismo y come de más, fuera de control. Esa sensación de privación de las dietas es la parte destructiva porque al reglamentarse la ingesta se somete a grandes cantidades de estrés, perdiendo la libertad de elegir la comida, tendiendo a llevar el control, generalmente por decisión propia, a través de castigos, amenazas, restricciones, prohibiciones, intimidando. La solución está en ser dueño de la situación y responsabilizarse de las decisiones tomadas aceptando sus consecuencias. El primer paso está en la detección de los problemas que se están compensando con la comida para atenderlos y resolverlos, a la par de aprender sobre nutrición con el fin de capacitarse para poder elegir adecuadamente los alimentos requeridos por el organismo. e) El modelo de Rosa Reich (2001): afirma que la presión sociocultural por la esbeltez junto con la estigmatización de la obesidad son fundamentales, pero también intervienen otros elementos que los desarrollan, como el contexto educativo cercano y un ambiente familiar que valora estos modelos sociales. Una personalidad con baja autoestima necesita ser valorada externamente, pues le falta capacidad para afrontar los retos, le es difícil relajarse y establecer contacto social, por ejemplo, unido a un peculiar estilo de pensamiento, a la adopción del mito de «súper mujer», con fuerte tendencia al perfeccionismo y a la aprobación social, por lo que son altamente vulnerables a los desórdenes de alimentación. Debido a la complejidad de los TCA, y para poder saber si se trata de un desorden de alimentación declarado o solamente comienzan a haber algunos síntomas, el lector puede hacer un breve ensayo al contestar el siguiente cuestionario que le ayude a dialogar y reflexionar junto con un especialista en nutrición, como el bariatra o el nutriólogo. Cabe advertir lo indispensable de hacer este segundo paso para no caer en confusiones o malas interpretaciones. Resolverlo no suple de ninguna manera la ayuda especializada (véase cuestionario # 1). f) El modelo de Riley (2004). Se centra en los cambios de pensamiento, en las actitudes, Cuestionario # 1 Reflexión sobre la actitud, los hábitos y las conductas en relación con la alimentación personal Instrucciones Esta guía le puede ayudar a conversar con el especialista sobre un posible trastorno de alimentación. Aproveche las preguntas para profundizar sobre su situación personal, hábitos y actitudes en relación con los alimentos, su percepción individual, su relación consigo mismo y con los demás, por ejemplo. Adapte las preguntas a sus características específicas. Anote también su edad, sexo, nivel de estudios, tipo de actividades que realiza, entre otros datos que podrían ser relevantes. 1. ¿Hago cualquier cosa por evitar el hambre o constantemente estoy comiendo para calmar mi ansiedad? 2. ¿Evito comer a pesar de sentir hambre o como en demasía a pesar de no tenerla? 3. ¿En realidad me es difícil saber si tengo o no hambre? 4. ¿Me da terror llegar a ser una persona gorda o uso el exceso de peso como un escudo para evitar relacionarme íntimamente con los demás? 33 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz 5. ¿No soporto subir de peso, ni siquiera algunos gramos, por eso lo checo constantemente, o tengo tanto que ya ni me subo a la báscula? 6. ¿Ingiero grandes cantidades de comida en secreto? 7. ¿Estoy obsesionada con la comida, pues ésta ocupa la mayor parte de mis pensamientos y acciones? 8. ¿Mi mayor preocupación durante el día es la selección de alimentos y su manejo? 9. ¿ Después de comer saco todo a través de la evacuación? 10. ¿Vomito en secreto o sin importar quién esté presente? 11. ¿Me siento muy culpable por haber comido, sin importar cuál haya sido la cantidad, ni la velocidad empleada para ingerirla? 12. ¿Mi preocupación primordial es bajar de peso? 13. ¿Sólo quien ha hecho ejercicio tiene derecho a comer? 14. ¿Una manera efectiva de castigar los atracones es a través del ayuno y un fuerte programa de ejercicio? 15. ¿Elimino cualquier tipo de grasa corporal que detecte inmediatamente? 16. ¿Rechazo o quito con cuidado cualquier signo de grasa que encuentre en los alimentos? 17. ¿Considero que hay grupos alimenticios nocivos para la salud, como son las grasas, las proteínas y/o los almidones, mi comida se centra sólo en uno o dos tipos? 18. ¿Sólo como alimentos que están libre de grasa: ligeros o light? 19. ¿Leo con mucho cuidado las etiquetas para saber si realmente me conviene consumir el producto?, ¿comparo con cuidado las distintas marcas? 20. ¿Me considero vegetariana ortodoxa o sigo los principios de la macrobiótica? 21. ¿He eliminado de mi dieta todo tipo de proteínas, ya sean de tipo animal o vegetal? 22. ¿Llevo un estricto control de la comida que ingiero? ¿Tengo un diario, el cual reviso constantemente y hago el registro correspondiente de todo lo que me llevo a la boca? 23. ¿La gente me presiona para comer más cantidad, o menos? 24. ¿Me peso varias veces al día o durante la semana o, por el contrario, no quiero saber nada de básculas ni de controles de peso? 25. ¿Siento pánico cuando no tengo mi báscula a la mano? 26. ¿Me aíslo de los demás debido a que me siento gorda, a pesar de que el médico me dice que estoy baja de peso o dentro del rango inferior esperado para mi edad y talla? 27. ¿Realmente el sobrepeso que tengo llega a ser una limitante importante para mi relación con los demás? 28. ¿Siempre que algo me altera, necesito comer para poderme tranquilizar? 29. ¿Cada semana empiezo una nueva dieta y la suspendo, por eso he aumentado tanto de peso? 30. ¿Me gustan mucho los dulces o el alcohol, por eso dejo de comer otros alimentos considerados con alto valor nutritivo? 31. ¿Me siento a disgusto con algunas partes específicas de mi cuerpo, por eso es que pregunto tanto a los demás sobre mi apariencia? 32. ¿Me veo constantemente en el espejo, los escaparates o cualquier cosa que refleje mi imagen? 33. ¿Me pruebo ropa ajustada para comprobar si me aprietan más que antes (cinturones, pantalones, anillos, etc.), pero en general me pongo la holgada? 34. ¿Reviso la circunferencia de mis muslos cada vez que me siento y el espacio que hay entre ellos cuando estoy de pie? 35. ¿Vomito en forma automática todo lo que como o yo misma me lo provoco simplemente por el placer de esta experiencia? 36. ¿Me apasiona estar en el gimnasio porque de esta manera mantengo mi cuerpo en óptimas condiciones? 37. ¿Para mí la comida es un momento que debe hacerse con mucha tranquilidad, respeto y en un ambiente agradable, como el estar escuchando música suave y sin la interrupción de los demás? 38. ¿Cada vez que veo algo de comer no puedo detenerme y lo ingiero hasta que se termina? 34 39. ¿Entre los productos que considero más adecuados para contrarrestar el peso por su uso discreto están: los laxantes, los diuréticos, las píldoras anoréxicas, la cafeína, las anfetaminas, los estimulantes, las hierbas, las infusiones herbales con efectos diuréticos, estimulantes o laxantes, los enemas, los licuados, entre otros? 40. ¿Siento que tengo mucho desorden en mis hábitos para alimentarme? Con el fin de poder contar con criterios más precisos, se sugiere tener presente los señalados en el DMS-IVTR y en el CIE-10 de todos los TCA. En este artículo se especifican el trastorno por atracón y la vomitina (véase el mapa de la ingesta compulsiva). En otra oportunidad sería conveniente disertar sobre otras alteraciones de la alimentación: la obesidad, el comedor nocturno y el picoteo, pues aunque no se reconocen oficialmente, en México urge comenzar a atenderlas formalmente por su incremento y los problemas de salud que ocasionan. En la investigación hecha con los alumnos de Pedagogía están presentes de manera significativas. Mapa de la ingesta compulsiva 2. El trastorno por atracón (TA) 2.1 Criterios para diagnosticar el trastorno por atracón Dentro de los desórdenes de alimentación graves, además de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa están otros cuadros que, por la cantidad o por su calidad, se han clasificado dentro de dos subcategorías contempladas en el CIE-10 y en el DMS-IV-TR (2000): Según el AGRIS Record Report (2006) de la FAO, organismo de la agricultura y la alimentación de las Naciones Unidas, el comer compulsivamente (CC), la ingesta compulsiva (IC) o el trastorno por atracón (TA), son nuevas categorías de los desórdenes de alimentación utilizados para describir problemas relacionados con el consumo excesivo de alimentos. Lo distintivo de este grupo de los demás es la no utilización de conductas compensatorias como lo hacen quienes padecen bulimia, ni responden al perfil de la vomitina, ni al picoteo constante. La FAO calcula un 30% aproximado de la población en tratamiento para controlar su peso sufre de este trastorno, siendo más común entre las mujeres que entre los hombres y está asociado con la obesidad severa y a un historial de fluctuaciones de peso muy marcadas, por eso ha sido incluido en el DSM. El diagnóstico del Trastorno por atracón (TA) (o BED, del inglés Binge Eating Disorders) se basa en los criterios del DSM-IV-TR: a) Los trastornos por sobrealimentación compulsiva o atracones: se refiere a la falta de control en el consumo de alimentos ingeridos en grandes cantidades durante un periodo corto de tiempo (dos horas aproximadamente), sin llevar a cabo conductas compensatorias después del atracón para reducir los efectos de una ingesta copiosa. b) Trastornos de alimentación no especificados en las otras clasificaciones: se refiere a otros disturbios que no cumplen con las características anteriores, por tanto se consideran cuadros clínicos incompletos; sin embargo, de alguna manera afectan la salud y el bienestar de quienes los padecen. 35 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz a) Episodios en lapsos cortos de tiempo y recurrentes de gran voracidad caracterizados por: • Comer en un periodo concreto de tiempo (dos horas, por ejemplo), una cantidad de comida muy superior a lo que la mayoría de las personas podría ingerir en dicho lapso o en circunstancias parecidas. • Sentimientos de pérdida de control durante este episodio (por ejemplo, la sensación de no poder parar de comer, incapacidad para controlar lo que se come y la cantidad). • Los episodios de voracidad asociados en por lo menos tres de las siguientes condiciones: • Comer a una velocidad mucho mayor de lo normal. • Comer hasta sentirse desagradablemente lleno. • Comer grandes cantidades a pesar de no sentir hambre física. • Comer a escondidas por sentir vergüenza por la cantidad de alimentos ingeridos. • Sentirse a disgusto consigo mismo, triste, deprimido o muy culpable después de comer demasiado. b) Marcado malestar y ansiedad por la repetición de estos episodios de ingestión compulsiva. c) Los episodios de ingestión compulsiva han aparecido, en promedio, por lo menos dos días a la semana durante los últimos seis meses. d) Los atracones compulsivos no están ligados a comportamientos purgativos —como ayunar, utilizar laxantes, diuréticos o hacer ejercicio exagerado— y no se presentan en exclusiva durante episodios de AN y/o de BN. del TA con la BN es el no utilizar conductas compensatorias o purgativas para controlar el peso. En la mayoría de estos casos hay obesidad, con un historial de lucha contra el peso y de problemas psicológicos, compensados a través de la comida. 2.3 Etiología Su etiología todavía es desconocida, pero se ha detectado un 50% de los casos con un historial de depresión, aunque no se sabe si ésta es causa o efecto del trastorno. Por comentarios de los pacientes, se sabe que cuando sienten enojo, tristeza, tedio o ansiedad, entre otros sentimientos negativos, se les desata esta compulsión por comer. Tampoco está claro el papel de las dietas restrictivas en este cuadro clínico, sin embargo, cuando éstas son muy estrictas, tienden a agudizarlo. 2.4 Características del TA Cuando estos pacientes tratan de bajar de peso, fracasan porque no han resuelto aquellas cuestiones psicológicas, emocionales o de relación causantes de su enfermedad. A grandes rasgos, este trastorno se caracteriza por frecuentes episodios impulsivos y sin control de ingesta exagerada de alimentos más allá del bienestar como un método para manejar su angustia, miedos y otros problemas parecidos, por lo tanto, llegan a comer en forma automática y sin sentir hambre, se impone dietas restrictivas constantemente, las cuales suelen interrumpir, manifiestan fluctuaciones de peso (bajo, normal, sobrepeso, obesidad), su humor está deprimido, ingieren todo tipo de comida sin control y en secreto, —con sentimientos de vergüenza o de culpa—, para consolarse o esconder un dolor que no pueden manejar y, generalmente, presentan obesidad. Para facilitar el diagnóstico, es probable que el especialista se apoye en la contabilización de la cantidad de alimentos ingeridos compulsivamente, además de determinar cuál es la frecuencia de los atracones. También necesita considerar su definición y grado. El trastorno por atracón se caracteriza porque la persona que lo padece: 1. Consume con frecuencia grandes cantidades de alimento en poco tiempo, mucho más del que emplearía la mayoría de la gente y comería en un período de tiempo similar. 2. Ingiere a grandes velocidades los alimentos, con franca voracidad y sin parar, uno tras otro en un tiempo mínimo. 3. Se atiborra de alimentos compulsivamente, perdiendo el control, pues continúa haciéndolo a pesar de estar satisfecha, hasta acabar con todo lo que está a la vista, sintiéndose llena e 2.2 Descripción del trastorno por atracón El trastorno por atracón, se identifica por episodios descontrolados de ingestas copiosas y rápidas de alimentos sin utilizar métodos compensatorios para controlar el peso posteriormente —o si se emplean, sólo es ocasional— pero acompañados de sentimientos de culpa y de vergüenza. La principal diferencia 36 incómoda, además de culpable y avergonzada. 4. Usualmente lleva esta conducta a solas o a escondidas para evitar las críticas y los comentarios inoportunos de los otros, además de poder ocultar su enfermedad. 5. Manifiesta irritabilidad y enojo consigo mis-ma después de la comilona, llenándose de reproches y comprometiéndose formalmente con ella misma no caer en la tentación nuevamente, lo cual no será así. 6. A diferencia de la BN, no utiliza métodos compensatorios, como son los vómitos, el uso de laxantes, los ayunos o el ejercicio extenuante, después del atracón. 7. Ha desarrollado una gran capacidad para comer continuamente durante todo el día, a pesar de tomar sus alimentos dentro de los tiempos acostumbrados con la familia y en raciones suficientes. 8. Se siente incapaz de controlarse o de dejar de comer durante la comilona. 9. Es usual que tenga como antecedente una larga historia de distintas formas para controlar el peso e intentar todo tipo de dietas. 10. Tiene la creencia de que comer así le ayuda a disminuir su ansiedad y estrés; y aunque efectivamente así parezca suceder al principio, todo esto le genera más tensión, desencadenado nuevamente el atracón, cayendo en un círculo vicioso. 11. Al sentirse avergonzada por su figura, ocasionándole frustración, hace intentos de ocultarla o camuflajearla usando ropa suelta y poco atractiva. 12. Como una manifestación de buena voluntad y cambio, inicia una dieta nueva, generalmente muy estricta, cada mañana, para romperla antes de terminar el día. 13. Ha visitado a todos los «doctores de dieta» recomendados por sus amistades o buscados por su cuenta sin lograr sus propósitos o con éxitos temporales. 14. Esconde comida, en especial la considerada prohibida para estos casos, por su alto contenido calórico, azucarado y/o graso. 15. Se siente muy culpable por su comportamiento y actitud hacia la comida, ocasionándole más ansiedad y más compulsión por seguir haciéndolo. 16. Usualmente es una persona pasiva, obesa y deprimida. 17. Cuando logra disminuir de peso, generalmente lo recupera en forma rápida. 18. En contraste con los pacientes bulímicos, que usualmente utilizan el ejercicio como una conducta compensatoria y se exceden en el mismo consistentemente; quienes padecen el trastorno por atracón tienden a estar inactivos, realizan actividades cotidianas en donde permanecen mucho tiempo sentados o que requieren poco movimiento. 19. Constantemente les invaden sentimientos de culpa, vergüenza, coraje, de rechazo, se regañan, se critican o hasta se insultan, provocándose cada vez más un descenso significativo en su ya lastimada autoestima. 2.5 Algunas señales del trastorno por atracón Karen Sullivan (2005) ofrece el siguiente listado de señales más comunes: • Su ingesta es excesiva y compulsiva. • No tiene la capacidad para dejar de comer por voluntad propia. • Se abstiene de realizar actividades físicas por sentirse avergonzado y está temeroso de ser expuesto ante los demás por el peso que tiene. • Come poco en público, pero mucho a escondidas, por lo que se le sigue acumulando peso o sobrepeso, descontrolando a los demás pues lo perciben moderado en sus comidas. • Come poco en presencia de sus padres y/o familiares, pero se da atracones o come en exceso cuando no están presentes los demás. • Desarrolla obsesiones en relación con la comida en general o con un determinado tipo de alimentos en particular, suele tener ansiedad de comer alimentos específicos y aversión por otros. • Come demasiado rápido y en cantidades exageradas. • Ingiere constantemente tentempiés, además de las comidas regulares. 2.6 Consecuencias del trastorno de atracón Las complicaciones médicas asociadas con el TA son: presión arterial alta, enfermedades del corazón y complicaciones cardiacas debido a elevados niveles de co37 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz j) Cáncer: de ovario, del útero, del cuello del útero y de mama en la mujer y de próstata en el varón. k) Riesgo y complicaciones en caso de que haya cirugía: cardiacas, pulmonares, de cicatrización, por citar algunos ejemplos. lesterol y triglicéridos, diabetes secundaria, hiper o hipoglucemia y enfermedades de la vejiga. La doctora Pérez Gaspar (2004) indica que las complicaciones debidas al TA se deben al sobrepeso y/o a la obesidad y desencadenan problemas como los siguientes: a) Cardiovasculares: hipertensión arterial, hipertrofia o aumento del tamaño del corazón y su dilatación, provocando insuficiencia cardiaca. Alto riesgo de padecer infarto por disminución en el riego de las arterias coronarias (infarto de corazón) o en las arterias cerebrales (accidentes cerebro-vasculares). b) Respiratorias: en especial si hay obesidad, porque se dificulta la respiración y ésta se realiza muy deprisa, afectando el trabajo de los pulmones, lo que hace disminuya la concentración de oxígeno en la sangre y aumente el anhídrido carbónico. c) Síndrome de apnea de sueño: o episodios repetidos de apnea (interrupción del sueño que producen despertares frecuentes y disminuyen la eficacia del mismo). Se suele tener exceso de sueño durante el día, irritabilidad y disminución de la capacidad de concentración con riesgo de un accidente. d) Metabólicas: al alterarse sus funciones pueden derivarse en enfermedades como: diabetes, elevación del azúcar en la sangre porque el páncreas no produce insulina (diabetes tipo I o insulino-dependiente) o porque ésta es defectuosa (diabetes tipo II). e) Alteraciones en los lípidos por el aumento del colesterol “malo” (LDL) y disminución del colesterol “bueno” (HDL), favoreciendo la producción de placas de ateroma en las paredes de las arterias. f) Digestivas: litiasis biliar o piedras en la vesícula biliar por un aumento en la producción de colesterol en la vesícula, aumentando el riesgo de inflamarse o de contraer infecciones. g) Osteo-articulares: como la artrosis o degeneración de las articulaciones por desgaste del cartílago articular o «almohadilla» que está entre los huesos; o la gota, por aumento de ácido úrico en la sangre, que provoca dolor e inflamación en las articulaciones. h) Piel: provoca las estrías, apéndices cutáneos, edemas, dermatitis, úlceras. i) Hormonales: por obesidad, en la mujer se produce un exceso de hormonas masculinas o testosterona y en el hombre ésta disminuye. Entre las complicaciones psicológicas del trastorno por atracón están: la comorbilidad psiquiátrica o presencia conjunta de varios trastornos, ligeramente menos graves que los de la BN; con frecuencia alteraciones de ansiedad, de pánico y de estrés postraumático; trastornos de control de impulsos, como cleptomanía o compras compulsivas, pero en menor grado que las bulímicas, y trastornos de personalidad, como los de límite e histriónicos o adopción morbosa o histérica de gestos exagerados; el dramatismo está menos presente; pero los anancásticos u obsesivo-compulsivos y los evitativos, son más comunes. 2.7 Población más afectada Al parecer, este trastorno afecta a una población más amplia y variada que al de la AN y la BN, pues se presenta en ambos géneros con menor distancia y en un rango de edad más amplio. Según la doctora Ana Luiza Galvão, se calcula por lo menos del 3 al 6% de la población con este desorden, son mujeres entre 20 y 30 años, y el 30% de pacientes con tratamiento de obesidad o para perder peso la tienen instaurada. (ABC da Salúde, 2006). Es importante destacar un rasgo característico de las personas obesas con TA, pues a menudo alcanzan un sobrepeso a una edad más temprana en contraste con aquellas que no lo padecen a pesar de su peso extra. Además, tienden a subir y bajar de peso en periodos cortos y con mayor frecuencia. Es necesario entonces tomar conciencia de las consecuencias del uso de dietas restrictivas, pues generalmente son las causantes de atracones posteriores, pues el organismo se defiende cuando no obtiene los nutrientes requeridos para su buen funcionamiento. Dentro de los puntos enfatizados están: los desórdenes destructores de los hábitos del buen comer, como saltarse comidas, no ingerir lo suficiente cada día o evitar cierto tipo de grupos alimenticios como las grasas y los carbohidratos. Es un grave error afrontar el sobrepeso con dietas autoimpuestas, pues generalmente se descompensa la química orgánica y se corre un alto riesgo de inducir los trastornos por atracón. 38 2.8 El trastorno de atracón y la obesidad 2.9 Diagnóstico del TA La mayoría de las personas, en algún momento de su vida, se han sobrepasado en la ingesta de alguna comida, esto es normal y no significa tener un TA; sin embargo, su frecuencia en contraste con el promedio, abre la brecha de la presencia de rasgos significativos o de su instauración. La principal diferencia del TA de la conducta bulímica está en no recurrir a conductas compensatorias —como vomitar, ayunar, usar diuréticos y/o laxantes, hacer ejercicio en forma excesiva— después de haber tenido un episodio de sobreingesta. Con el fin de ofrecer al lector una guía de apoyo para reflexionar sobre el TA, se le sugiere responder el siguiente cuestionario, elaborado con base en los síntomas y signos señalados por los diferentes autores consultados como característicos de este desorden alimenticio (véase cuestionario # 2). Generalmente se asocia al TA con la obesidad, pero en realidad esto puede variar enormemente: desde ser muy delgado hasta padecer una obesidad severa, por tanto, no se puede tomar como criterio único en el diagnóstico el sobrepeso o la obesidad. Por otro lado, no toda persona obesa padece este trastorno. La obesidad puede tener muchas otras causas, como se comentará en otra ocasión. Hay casos en donde se tiene sobrepeso a pesar de acostumbrar comer poco, pero todo el día, o a ingerir sólo, o en su mayoría, alimentos con muchas calorías, no lleva a cabo los atracones, duerme poco o demasiado y/o realiza poca actividad. Investigaciones recientes confirman casos con predisposición biológica y bioquímica en su organismo (Berthoud y Morrison, 2008; Ramsey y cols., 2007). Cuestionario # 2 Signos y síntomas del TA Instrucciones. Marque la opción que mejor le represente con base en la siguiente escala 0 Nunca 1 Una vez al mes 3 Una vez a la semana 5 Casi todos los días 1. Como una cantidad excepcionalmente grande de comida en un periodo corto (en el término de dos horas). 0 1 3 5 2. Siento la sensación de no tener control sobre la ingesta ni capacidad para dejar de comer 0 durante el episodio. 1 3 5 3. Como más rápido que lo normal, acabo antes que los demás. 0 1 3 5 4. Como hasta sentirme incómodamente lleno y hasta hinchado. 0 1 3 5 5. Como grandes cantidades de alimento cuando no siento hambre. 0 1 3 5 6. Como a solas porque me da vergüenza la cantidad de comida que ingiero y/o la forma como 0 lo hago. 1 3 5 7. Me siento disgustado conmigo mismo por haber perdido el control, deprimido y/o muy culpable después del exceso. 0 1 3 5 8. Suelo provocarme vómitos, uso laxante y/o diurético, hago ayunos o ejercicio excesivo para compensar los atracones y evitar subir de peso. 0 1 3 5 Total: 39 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz Interpretación: Se suma el puntaje y se saca porcentaje. En la medida que la puntuación sea mayor, será más acentuado el riesgo de padecer el TA. Si los atracones se presentan en forma regular o con frecuencia, es decir por lo menos dos veces a la semana durante los últimos seis meses, es posible que el problema ya esté instaurado y requiera de una atención inmediata, pues a medida que pase el tiempo se irá agudizando el problema. De cualquier manera, es necesario consultar con el especialista antes de suponer cualquier cosa. a) Psicoterapia con enfoque cognoscitivo y de la conducta, la cual contempla el tratamiento para elevar la autoestima, mejorar la interacción con los demás y la formación de hábitos adecuados para alimentarse, además de resolver sus conflictos personales. b) Programa educativo sobre alimentación, ayuda a adquirir la información básica sobre cómo estructurar horarios de ingesta y el contenido de cada toma, por ejemplo, con el fin de ir mejorando la conducta y actitudes de relación con los alimentos. Además, promueve el diálogo con el cuerpo, para aprender a distinguir las sensaciones de hambre, sed, saciedad con el fin de comer bien, al cubrir los nutrientes requeridos todos los días, se superen los conflictos que interfieren con la alimentación y se mantenga la salud. c) Programa de ejercicio físico, a través de una sana motivación para conservarse dentro de los rangos adecuados de peso, obtener la sensación de bienestar y llevar a cabo sus actividades cotidianas con la energía requerida, pues se cuenta con un cuerpo en buenas condiciones. 2.10 Tratamiento del Trastorno por atracón La etiología del TA es multifactorial porque parece desencadenarse por la interacción de diversos factores predisponentes —como biológicos, familiares, individuales y socioculturales—, por lo tanto, su tratamiento exige un abordaje multidisciplinario, que incluye al psiquiatra, al endocrinólogo, al nutriólogo, al psicólogo y al orientador familiar, además del manejo médico. Su objetivo principal es ayudar a la persona que lo padece a tomar control de sus hábitos para comer, esto es, lograr normalizar su ingesta, controlar los episodios compulsivos a través de técnicas, como las propuestas por los de la corriente cognoscitiva y de la conducta, contar con un programa de nutrición, diseñado especialmente para cada caso, se desarrollen hábitos de alimentación más saludables, además de combinarlo con una rutina adecuada de ejercicios. Entre las alternativas para el tratamiento del TA, es aconsejable la terapia psicológica individual, familiar, de pareja y/o de grupo, según las características del paciente. También es de gran ayuda la psicoterapia estratégica enfocada a aprender a resolver problemas emocionales subyacentes y la supervisión clínica debido a las complicaciones y los riesgos de la obesidad. En algunos casos son necesarios los fármacos, en especial para tratar la depresión, la ansiedad y disminuir los episodios de ingestión compulsiva. En casos extremos es necesaria la hospitalización pero, en general, la opción es ambulatoria. Si bien el TA es una enfermedad propia de la segunda mitad siglo XX y del tercer milenio, no se sabe mucho de su cuadro clínico con exactitud pues hay pocos estudios que la respalden; sin embargo, se ha podido constatar soluciones de tratamiento que han tenido mejores resultados: El orientador familiar puede colaborar con el equipo multidisciplinario en el programa educativo, en especial a nivel preventivo. Puede sugerirle a los padres, algunas estrategias que les permita brindarle apoyo a quien tiene este problema: • Han de platicar con calma y sin agresión con quien lo padece y expresarle su preocupación pues se han dado cuenta de sus atracones, por lo tanto desean apoyarlo y tomar en conjunto las medidas necesarias para ayudarlo a salir de este problema. • Atentos para ofrecer lo suficiente en las comidas, se tenga en claro distinguir cuando se siente hambre física y satisfacerla, no psicológica. Hacerlo en exceso, en especial cuando no se necesita, termina por enfermar gravemente. • Es indispensable escucharle y hacerle ver que comprenden sus temores y sus sentimientos de vergüenza por este comportamiento y por sentirse fuera de control, por lo tanto, le ofrecen su compañía para los momentos en que sienta el impulso de darse un atracón con el fin de ayudarle a calmarse y a detenerse. • Es muy probable que esta persona no acepte tener este problema, por lo tanto, es indispen40 • • • • • sable armarse de paciencia y estar dispuestos a platicarlo en diversas ocasiones, hasta lograr su reconocimiento. Una manera de ayudarle es no dejar a la vista alimentos de fácil ingesta, ni comprar los de poco valor nutritivo o facilitadores del TA, como las golosinas, frituras, comida instantánea, entre otros. De preferencia, evitar tenerlos en casa, o sólo comprarlos en contadas ocasiones, pues lo prohibido es lo que más atrae. Toda la familia ha de comer bien por lo menos las tres comidas principales, en especial el paciente, además de dos colaciones en espacios de cuatro horas para no pasar periodos largos sin comer, ni sentir molestias por falta de alimento. El clima durante las comidas ha de ser tranquilo y acogedor, dentro de un horario regular, en familia y en un lugar asignado (como el comedor o el desayunador), disfrutando de una interesante conversación, compartiendo una alimentación correcta y conviviendo con los demás, masticando cada bocado, apoyándose del ritmo que todos llevan, sin apresurase ni sentirse presionados por las actividades del día. Procurar estar al tanto sobre los sucesos del día a través de un diálogo sincero, amable y contenedor, sus temores o preocupaciones, sus sentimientos y emociones; su nivel de estrés o presión y por qué; si tiene problemas en la escuela o con algún compañero o profesor, a qué cree se deba su necesidad de consolarse con comida y cómo podría resolverlo o al menos estar más tranquilo. Al identificar el detonante y poderlo platicar es una ayuda muy valiosa para él y un paso firme en su recuperación. De cualquier manera, es necesario consultar al especialista. Indagar cómo se siente con su cuerpo, cómo percibe su imagen corporal, prestar atención a sus comentarios sobre la apariencia física, si ha sido objeto de burlas, palabras mordaces o motes por ello, en especial si esto ha sido propiciado por un familiar o persona significativa; qué tan avergonzado se siente por todo esto, si tiene miedo de ser criticado o señalado por los demás. Téngase en mente que quien se siente a gusto con su cuerpo es más difícil que caiga en el TA por razones emocionales. Revisar los hábitos alimenticios de toda la familia en general, y los de este hijo en particular, cuáles son las actitudes y forma como se relacionan todos con los alimentos y qué tanto difiere el paciente. Tomar conciencia de lo que está en sus manos para ayudarlo a modificar las interferencias y propicia los atracones, contenerlo y ser constantes para lograr su erradicación. Si no es posible, será necesario consultar al especialista para evaluar su inclusión dentro de un programa de recuperación y reciba el tratamiento adecuado. • Ayudarle a identificar las señales de hambre, sed y saciedad, con el fin de que aprenda cuando se trata sólo de tomar agua o de comer, y cuando ha llegado el momento de dar por terminada la ingesta. Hacerle consciente de que comer de más sólo le hará sentirse incómodo y molesto, además de culpable. • Diseñar juntos un programa de actividades acordes a sus intereses. Contar con alternativas para mantenerse ocupado, le aporten algún aprendizaje o sean una sana distracción, pues es una solución natural que hará la diferencia. 3. La vomitina o síndrome del vómito inducido (SVI) El equipo terapéutico de Giorgio Nardone (2002) ha identificado un nuevo tipo de trastorno alimenticio y lo ha definido como Síndrome del vómito o Vomitina. Con este término hacen referencia a un desorden basado en el hecho de comer y vomitar compulsivamente varias veces al día y, según han observado, constituye una psicopatología en sí misma, con características de persistencia definida y completamente distintas respecto a las de la AN o de la BN. Una vez instaurado, este síndrome presenta formas absolutamente peculiares y, más que un trastorno de alimentación, “degenera en una ‘perversión’ basada en la alimentación” (Nardone y cols., 1999:26). Se ha considerado importante dedicarle un espacio en este trabajo a esta nueva enfermedad, en especial porque la mayoría de los autores la mencionan sólo como una variante de las llamadas conductas de eliminación o de compensación generalmente presentadas en uno de los subtipos de la AN nerviosa y de la BN. Con base en los estudios de Nardone y sus colaboradores (2004b), calculan un 65% de casos dentro de los TCA, razón por la cual su equipo lo ha señalado como uno de los desórdenes más relevantes y difundidos hoy en día, además de dar el salto de ser una alteración accesoria de la AN y de la BN a la categoría de trastorno predominante. 41 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz Esta enfermedad se inicia con una conducta compensatoria que los jóvenes suelen ensayar como una solución primaria para mantener el control de peso y no engordar o adelgazar sin renunciar al placer de la comida, además de evitar las preocupaciones y las presiones familiares de alimentarse normalmente; es por todo esto que se ha convertido en un problema completamente distinto y autónomo, de rápida evolución y con una fuerte tendencia hacia la difusión epidémica. De acuerdo con esta corriente italiana, la vomitina no es únicamente una expresión sintomática sino constituye un verdadero síndrome, caracterizado por el impulso irrefrenable de comer para vomitar, en lugar de sólo darse un atracón y después eliminar lo ingerido a través del vómito con el fin de liberarse de lo consumido. Esto significa que la vomitina es una compulsión típica incontrolable debido al enganche con el placer de todo el proceso: comer y vomitar, la cual constituye un verdadero modelo de búsqueda de gran satisfacción. Este proceso comienza con una fantasía preparatoria al atracón hasta la descarga final, dando vida a una secuencia caracterizada por una delectación intensa. forma en un ritual cada vez más agradable hasta llegar a ser un placer único irrenunciable pues, gradualmente, va adquiriendo una connotación de intenso agrado y, metafóricamente, “gana el lugar de ‘amante secreto’” o del “demonio que posee al paciente y del que no consigue liberarse ni siquiera cuando lo desea” (Nardone y cols., 2002:53). He aquí, entonces, que el problema ya no es el control del peso, sino la manipulación de esta compulsión por el placer: comer y vomitar pasa de ser una solución ensayada a ese placer, y se convierte en su razón de persistencia, reforzando así la característica predominante del sistema perceptivoreactivo de su obsesión: la búsqueda del placer y de sensaciones fuertes. 3.2 Sintomatología del síndrome del vómito inducido Una de las sintomatologías más aberrantes del SVI identificada es la inhibición del placer sexual, pues incapacita totalmente al paciente para desarrollar una vida sexual satisfactoria pues, a medida que este placer ocupa cada vez más espacio, se van desplazando todos los demás, hasta ocupar el primer lugar, en especial porque es fácil de obtener: no se requiere otra persona, ni se corren riegos de una relación; comida siempre hay, por lo tanto, se le puede manejar, controlar y siempre funciona bien. 3.1 Rasgos distintivos entre la vomitina, la AN y la BN La APA (2000) ha clasificado al vómito como una variante peculiar de la AN o de la BN y la considera como una conducta de eliminación. En contraste, el equipo de Nardone sostiene que la percepción de la realidad de los vomitadores es completamente distinta al de las que padecen de AN o de BN. Si bien acepta esta corriente que la AN (intentar abstenerse para adelgazar) o la BN (ingerir eliminando para no engordar) constituyen la base del síndrome del vómito, cuando éste se ha constituido, se convierte en algo distinto totalmente de lo que era al principio, representa una calidad emergente, porque conserva sus características individuales, y se configura como una verdadera perversión basada en la comida. Los pacientes con SVI coinciden con los que tienen AN y la BN en su compulsión por la comida y temor a engordar. Los primeros parecen tener un mejor pronóstico de aquéllos derivados de una base bulímica porque carecen del intento por controlar las emociones y la sensibilidad típica del sistema perceptivo-reactivo anoréxico. Además, lo que empezó como una solución ensayada que funcionaba, poco a poco con la continua repetición de la secuencia de comer y vomitar, esta conducta compensatoria se trans- Comer y vomitar es, entonces, una secuencia isomorfa a la de la actividad sexual: se reconocen tres fases: a) Fantasía de apetito: la persona anticipa mentalmente el atracón. b) De consumo: en la que se come. c) De descarga: culmina al liberarse vomitando, como si fuese un acto erótico consumado. El cuadro clínico se ubica dentro de las obsesiones compulsivas pero, en lugar de basarse en la fobia y en el sufrimiento de la eliminación, el SVI se apoya en el placer. 3.3 Tipos de SVI Nardone y sus seguidores (2004a) encontraron tres tipos de pacientes vomitadores: a) Transgresores inconscientes: representa el 20% de los casos. Son pacientes inconscientes e inexpertos, pues todavía no se han dado cuenta de que comer y vomitar es una verdadera perversión. Se 42 Bibliografía trata de jóvenes entre 14 y 19 años, con poca o nula experiencia sexual, sin historia sentimental, además de no haber experimentado la intimidad o ésta ha sido incompleta, tienden a ser cohibidos y a estar bloqueados por una fuerte moralidad. b) Transgresores conscientes pero arrepentidos: se trata del 50% de los casos. Estos pacientes se dan cuenta que su sintomatología es una perversión basada en el placer, pero han quedado atrapados por ella; por lo tanto, aunque desean dejarlo de hacer, no pueden, quedándose como colaboradores. c) Transgresores conscientes y complacidos: son alrededor del 30% de los casos. Estos jóvenes tienen la capacidad para reconocer fácilmente la analogía entre la secuencia de comer-vomitar y la sexualidad. Son lujuriosos en la relación con el ritual, por lo tanto, son difíciles de tratar por su alta resistencia. Se muestran altamente seductores y provocadores, son expertos manipuladores, transgresores y extremamente capaces de controlarse y cuidarse. Si carecen de comida y nadie se las da, pueden llegar a robarla o a coger dinero que no les pertenece para comprarla, aumentando así su emoción de transgresión. Ackard, D. M., Fulkerson, J. A. y Neumark-Sztainer, D. Prevalence and utility of DSM-IB eating disorder diagnostic criteria among youth. International Journal of Eating Disorders, 2007. 40:S1521. Acosta, M. C. y cols. Pediatric obesity: Parallels with addiction and treatment recommendations. Harvard Review of Psychiatry. 2008. 6: 80-96. Agris record. (2006-08). En FAO of the United Nation. Disponible en URL: [http://www.fao. org/agris/]. Acceso: junio, 2008. American Psychiatric Association (2002, 2005). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Barcelona: Masson. Aranceta, J. Ortorexia o la obsesión por la dieta saludable. (2007), vol. 57, no. 4, 2008, pp.313-315. 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La labor del orientador familiar queda restringida únicamente a la canalización de los casos detectados con los especialistas correspondientes. Si cuenta con suficientes elementos, puede centrar sus esfuerzos en la orientación de la familia para ayudarla a colaborar con el tratamiento de la mejor manera. La información investigada por la autora de este artículo ha servido de sustento en una investigación que hizo con los alumnos de la carrera de Pedagogía en el 2008 dentro del marco de un PAPIIT en donde se encontraron signos de alerta significativos de estas enfermedades, por tanto, parece ser urgente su atención. 43 HUMANIDADES La ingestión compulsiva María Teresa Alicia Silva y Ortiz en URL: [http://www.who.int/nutrition/en/]. Acceso: abril, 2008. OMS report Obesity (2000): preventing and managing the global epidemic. WHO consultation on Obesity, Genève: World Health Organization. (Technical series 894). Pérez Gaspar, M. (2004). Trastornos de la alimentación. España: Arguval. 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Ha sido distinguida con la cátedra especial José Vasconcelos (2002), la presea del Ayuntamiento de Naucalpan (2003), el premio Emma Godoy (2006) y la cátedra especial Daniel Cosío Villegas (2009 y 2010). Ha participado en proyectos institucionales como PAPIIT y PAPIME. 44