La ingestión compulsiva

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La ingestión compulsiva
Compulsive Overeating
María Teresa Alicia Silva y Ortiz
RESUMEN
Los trastornos en la conducta alimenticia (TCA) se han convertido en un problema de salud pública
en la mayoría de los países debido a su alarmante incremento. México no escapa de esta situación,
por eso se decidió hacer una investigación exploratoria sobre este tema en la carrera de Pedagogía
en la FES Acatlán (2008). Con base en los resultados obtenidos, se consideró oportuno escribir este
artículo para comentar dos alteraciones por sobrealimentación debido a la ingesta compulsiva, pues
son poco conocidos en este campus: el trastorno por atracón (TA) y la vomitina o síndrome del vómito
inducido (SVI); sin embargo, su incidencia es un foco de alarma para esta comunidad universitaria. Los
cuadros clínicos de ambos desórdenes permiten a los expertos hacer un diagnóstico diferenciado. El
TA se identifica por episodios descontrolados de ingestas copiosas y rápidas de alimentos, sin utilizar
métodos compensatorios para controlar el peso, pero van acompañados de sentimientos de culpa y de
vergüenza. El SVI se caracteriza por el impulso irrefrenable de comer para vomitar, en lugar de sólo
darse un atracón y después eliminar lo ingerido a través del vómito con el fin de liberarse de lo que se
ha consumido. Un primer paso es saber si están presentes o no en esta población.
PALABRAS CLAVE
Trastornos de alimentación; Ingesta compulsiva; Trastorno por atracón; Vomitina o síndrome del vómito inducido
ABSTRACT
Eating behavior disorders (EBD) have become a public health problem in most countries due to their
alarming increase. Mexico does not escape from this situation, which led to an exploratory research
among students in the Pedagogy Degree Program at Acatlan Faculty of Higher Studies (2008). Based
on the results obtained, it was considered appropriate to write this article to comment on two alterations caused by overeating due to binge eating, as they are almost unknown in this campus: binge eating disorder (BED) and “vomitina” or induced vomiting syndrome (IVS), since their impact is a source of alarm for the members of the Faculty. Clinical manifestations of both disorders allow experts to
make a differential diagnosis. The BED is identified by uncontrolled episodes of heavy and fast intake
of food without the use of compensatory methods for weight control, but accompanied by feelings
of guilt and shame. The IVS is characterized by an uncontrollable urge to eat in order to vomit, rather
than just binge and then get rid of what was ingested through vomiting with the purpose of releasing
themselves from what has been eaten. A first step is to know they exist.
KEY WORDS
Eating disorders; Compulsive Overeating; Binge Eating Disorder; “Vomitina” or induced vomiting
syndrome
núm. 7, 2010, pp. 28-44
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Introducción
abuso físico o sexual, es blanco de críticas negativas por
parte de una figura de autoridad, entre otras—, debido
a que estas situaciones le demandan más de lo que el
individuo cree ser capaz de dar: al sentirse inútil y fuera de control, lo compensa disponiendo de su cuerpo,
pues es lo único que siente realmente suyo, sometiéndolo a regímenes para controlar su peso, actividades
exageradas y otras maneras de deshacerse de calorías
(con conductas compensatorias como vómitos, laxativos, diuréticos, ejercicio excesivo, entre otras) en lugar
de emplear comportamientos no aceptados socialmente, como gritos desesperados, realizar actos heroicos
absurdos o peligrosos, correr riesgos innecesarios, procedimientos mal guiados e inefectivos, conductas que
dañan su salud en un intento por retomar el control de
un mundo que siente demasiado caótico y abrumador.
Debido a todo el movimiento económico multimillonario en torno a la alimentación y detrás de los productos y servicios para la reducción de peso, la labor
de los especialistas que atienden aspectos relacionados
con la alimentación ha de centrarse en la prevención de
sus alteraciones, pues tratar de remediar los trastornos
de alimentación es muy difícil porque compromete la
salud de quienes los padecen y, además, a estas personas les es difícil pedir ayuda por la confusión de mensajes que hay en el ambiente, convirtiéndose en un proceso complicado para seguirlo y llevarlo a buen puerto:
empezando por su detección y evaluación, luego por la
aplicación de técnicas, consejos, tratamiento, hasta la
formación de hábitos y mantenimiento de un estilo de
vida saludable para las personas afectadas por restricción alimenticia, —como la anorexia y la bulimia—, o
por sobreingesta, como son los comedores compulsivos, los que padecen un trastorno por atracón o no presentan alteraciones con cuadros completos específicos,
como es el caso de los trastornos de alimentación no
especificados (TANE). Tener sobrepeso o ser obeso,
por un lado, o estar por debajo del peso esperado para
su condición individual, pone en riesgo la salud, lo cual
es altamente preocupante pues, como señalan Acosta
y cols. (2008), en México, por ejemplo, las estadísticas
pediátricas de obesidad infantil han aumentado significativamente en relación con la obtenida la década
pasada. El reto está, entonces, en educar a la población
de manera oportuna sobre el desarrollo de hábitos de
alimentación adecuados, enseñarles a combinar los alimentos para obtener una nutrición adecuada para mantenerse sanos, saber cómo llevar un control saludable
del peso y del ejercicio físico según sus características
individuales, como constitución física, edad, talla y actividades que realiza.
Actualmente hay una gran preocupación por la apariencia personal, la figura delgada y el control de peso
corporal a través de dietas restrictivas que llegan a
alterar los hábitos de alimentación con efectos graves
en las personas que se someten a ellas con recurrencia. La publicidad bombardea constantemente ofreciendo productos bajos en calorías, con poca grasa,
son ligeros o light, como medios para conservar una
silueta más delgada del promedio esperado por el
sector salud —si se toma como base las tablas que se
han hecho en relación con las características y constitución corporal de cada grupo de personas, según
su edad y talla—; es frecuente encontrar gimnasios
y equipo casero para fomentar el ejercicio físico a
cualquier hora y momento disponible, así como curas milagrosas para la obesidad a través de productos
farmacológicos, fórmulas dietéticas, servicios para la
pérdida rápida del peso excedido, reforzando así el
mensaje de la apariencia esbelta y perfecta como una
meta deseable para alcanzar la felicidad y el éxito. Esta
fuerte presión social ha tenido consecuencias muy serias pues se ha convertido en un importante problema
de salud pública y de desafío clínico. Se ha encontrado que los trastornos de la conducta para alimentarse
(TCA) usualmente aparecen entre los 12 y 25 años
de edad, aunque existen excepciones en ambas direcciones. Según los informes clínicos, se presentan en
una proporción de 90% en mujeres y un 10% en hombres, pero se sospecha un mayor número de casos y
en proporciones menos distantes, ya que los varones
se atienden menos. Todo esto despertó una inquietud
que motivó hacer una investigación entre los alumnos
de la carrera de Pedagogía para explorar su conducta alimenticia en la FES-Acatlán. (Silva, 2009). Los
resultados obtenidos son un foco de alarma para la
comunidad de Acatlán, pues estos desórdenes están
presentes de manera significativa. Con este artículo se
pretende ofrecer al lector una revisión rápida de dos
TCA asociados con la ingesta compulsiva: el trastorno por atracón y el síndrome del vómito inducido.
Las alteraciones de la alimentación tienden a desencadenarse cuando la persona que la sufre está pasando por un período difícil de transición, como una crisis, un
trauma, un choque o una pérdida —esto es, se encuentra
en la pubertad o en la adolescencia, va a contraer matrimonio, afronta un divorcio, tiene problemas familiares,
ha ocurrido la muerte de un ser querido, se está desempeñando en un trabajo nuevo, asiste a una escuela diferente, atraviesa una ruptura sentimental, ha sufrido un
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HUMANIDADES
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Los médicos suelen aconsejar a sus pacientes perder peso para conservar su salud; sin embargo, pocos
son los que indican las medidas psicoprofilácticas adecuadas para lograrlo sin arriesgarla. Aquí cabe preguntarse, ¿por qué lo advierten hasta que ya se está
con el problema encima?, ¿por qué les falta promover
medidas preventivas con sus pacientes como rutina?,
¿qué hacen ellos mismos para conservar su salud y
mantenerse dentro del rango adecuado?, ¿cuáles son
sus hábitos de alimentación personales y qué tan
conscientes están de lo que pasa en el entorno?, entre
otros cuestionamientos.
A partir de la década de los noventa, además de la
anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa, la Asociación Psiquiátrica Americana a través del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSMIV-TR, 2000) introdujo provisionalmente dentro
de la categoría otros trastornos de alimentación no
especificados (TANE), cuadros clínicos considerados incompletos y poco precisos pues no se cuenta
todavía con estudios suficientes que los respalden. La
observación principal enfatizada desde entonces, es
que dentro de los TANE caen la mayoría de los casos, por lo tanto, se requieren referentes más precisos
para obtener diagnósticos diferenciales que permitan
encontrar estrategias efectivas para el tratamiento y
recuperación de estos pacientes. (Acard y cols., 2007;
Fairburn y cols., 2007). El CIE-10, por ejemplo, contempla al trastorno por atracón como hiperfagia y lo
clasifica bajo el rubro de otras alteraciones psicológicas, además del síndrome del vómito, excluyendo a la
obesidad, la cual no la considera como enfermedad
[sic]. Bajo esta perspectiva, se pensaba en ese entonces, que el trastorno por atracón era derivado del
uso frecuente de dietas restrictivas y de las presiones
sociales; con conductas obsesivas y compulsivas, además de clasificarlo dentro del grupo de las enferme-
dades psicosomáticas y, generalmente, acompañadas
de fobia social, depresión, ansiedad y sentimientos de
culpa, de falta de control y vergüenza. (Riley, 2004).
Ahora se hace la distinción entre el atracón seguido
de conductas purgativas del que no utiliza comportamientos compensatorios, por ejemplo.
Después de haber revisado una amplia literatura al
respecto, Striegel-Moore y Franko (2008) proponen
incluir al trastorno por atracón como una categoría
nosológica independiente en el DSM-V, debido a que
parece ser el trastorno de alimentación con mayor incidencia hoy en día y, además, cumple con un cuadro
específico para su diagnóstico, tomando como base
para su análisis los cinco criterios que proponen Blashfield y cols., (1990) con el fin de reconocerlo como un
desorden legítimo. Estos criterios son:
a) La existencia de una amplia literatura sobre el
síndrome
b) Los criterios diagnósticos se articulen con claridad
c) Se pueda diferenciar el trastorno de otros síndromes similares
d) Sea posible relacionar la evidencia disponible
con base en criterios diagnósticos seguros
e) La evidencia pueda ser relacionada con la validez del síndrome
Desafortunadamente, México no se escapa de
este problema a nivel mundial. Para muestra basta con
un botón. El TA va asociado con un alto porcentaje de
pacientes obesos, lo cual es preocupante en este país
pues, con base en los estudios de la OMS de 2005,
se estima que en la población mexicana de 15 a 100
años, el 34.3% de las mujeres y el 24 % de los varones
tienen algún grado de obesidad digno de tomarse en
cuenta por el sector salud (véase gráfica 1).
Obesidad en México
(IMC ≥ 30 Kg./m²)
Edad estandarizada 15 o mayores
(World Health Organization, 2005)
Varones…….. 24.0%
Mujeres………34.3%
Fuente: OMS (2005), World Health
Organization.
Gráfica 1
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• Los dos desórdenes de alimentación más conocidos por la forma como impactan en la
salud son la anorexia nerviosa y la bulimia
nerviosa, pero también existen otros como
el trastorno por atracón, la obesidad, la vigorexia nerviosa, la ortorexia nerviosa, el picoteo constante y el síndrome del vómito o la
vomitina.
• Algunas personas pueden presentar síntomas
de uno o más de estos desórdenes, lo que
hace todavía más complejo la descripción de
su cuadro clínico para su comprensión, la detección y el diagnóstico de la alteración o la
enfermedad y el proceso de intervención.
También se ha estudiado al trastorno por atracón
(TA) y otros trastornos de alimentación no especificados (TANE) desde varios puntos de vista, como el
neurobiológico, el psicológico y el social, debido a la
gran incidencia que han tenido en las últimas décadas, aumentando de manera endémica en el presente
milenio. Este artículo se centra precisamente en estos
desórdenes alimenticios, pues son muy graves y de
gran impacto mundial en general, y en México en particular. Se explica la ingesta compulsiva, el sobrepeso
y la obesidad, además del picoteo y el síndrome del
vómito pues, a pesar de no entrar en las clasificaciones
oficiales como síndromes con diagnóstico diferencial
todavía, ya son, para el sector salud, motivo de alarma
en la población mexicana.
Los trastornos de alimentación son desviaciones cualitativas y/o cuantitativas de la conducta para alimentarse considerada normal o adecuada para mantener el
equilibrio, buen funcionamiento y salud del organismo, lo que puede ocasionar carencias, perturbaciones orgánicas, cambios en la composición corporal
y desajustes importantes en la relación del individuo
con el alimento y su entorno (Aranceta, 2007). Estas
alteraciones se convierten en psicopatológicas cuando
las actitudes de una persona hacia la comida, la figura
y el peso son tales que los sentimientos hacia el trabajo y/o la escuela, las relaciones con los demás, las
actividades cotidianas y las emociones, son determinadas por lo que se ha comido o dejado de hacer, por
un número en la báscula o el reflejo de la silueta en el
espejo (Siegel, Brisman y Weinshal, 1988).
En todas las clasificaciones revisadas para la elaboración de este trabajo, a través de los compendios
(Reviews) de reconocimiento mundial, se encontró
que las conductas de ingestión alterada más comunes
son debido a dietas extremas o al ayuno, episodios de
sobreingestión o atracones y/o a una combinación de
ambas. Además, en todas estas descripciones aparecen
como conductas típicas de esta época relacionadas con
los desórdenes de alimentación, las siguientes: una
gran preocupación por el peso y la imagen del cuerpo, además de una percepción alterada sobre el peso,
de la configuración y las dimensiones corporales. Los
autores hacen énfasis en que todos los trastornos en
donde predomina el atracón o las comidas copiosas
o excesivas aparece un sentimiento de falta de control
de la persona sobre lo que está ingiriendo.
Los estados de ánimo que, en general, manifiestan
las personas que padecen algún trastorno de alimentación son:
Las personas que sufren un desorden en su conducta para alimentarse suelen caracterizarse por:
• Ser extremistas en cuanto al consumo de alimentos, que puede manifestarse por una
pérdida severa de peso, rápidos aumentos
del mismo o fluctuaciones muy importantes,
comprometiendo su salud.
• Se sienten a disgusto con su imagen corporal, a
menudo acompañada de una percepción distorsionada de las señales de su cuerpo (hambre, enojo, fatiga, fobia, por ejemplo).
• Prácticas poco saludables para mantener el
peso, como son: ayuno, inanición, comer
compulsivamente, uso indiscriminado de
laxantes, medicamentos para bajar de peso,
diuréticos y exceso de ejercicio.
• Un miedo irracional a engordar y un deseo
obsesivo de adelgazar.
• Tiene altos deseos de poder
• Su nivel de autoestima es bajo
• Desea en forma desmedida ser alguien especial, única y reconocida
• Evade su realidad, quiere estar protegida, huir
o contar con un refugio seguro
• Le es difícil expresar sus sentimientos y deseos
• Necesita el respeto y la admiración de los
demás
• Manifiesta poca capacidad para hacerle
frente a las circunstancias y a los problemas
que se le presentan
• Le predominan pensamientos dicotómicos:
blanco o negro, todo o nada
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• Presta oídos al mito de la silueta delgada
• Se valora muy poco como persona y es sensible a creer que no sirve para nada
• Su sensación predominante es de vacío
• Gran temor de no cumplir las expectativas
de los demás
• Tiende al perfeccionismo y miedo al crecimiento
• Muestra una gran necesidad de distracción
que las mujeres físicamente atractivas son percibidas como más femeninas que las que no lo
son, lo que las mete en un importante conflicto
en la etapa de la adolescencia, cuando se enfrentan a los cambios corporales (aumento de
peso y de grasa corporal, normales en la pubertad) y el modelo social.
c) El modelo de Levine y Smolack (1992): en su
propuesta afirman la existencia de la interacción de factores en donde hay una continuidad
parcial entre lo que ellos denominan dieta no
patológica, trastorno subclínico y trastorno
de alimentación. En cada uno pueden darse
ciertos acontecimientos precipitantes (familia,
amigos, personalidad, por ejemplo), la continuidad en el uso de dietas sumadas a creencias,
actitudes y conductas radicales, pero discontinuidad en su psicopatología y su ajuste social.
Contemplan también el complejo de la «súper
mujer», que implica un alto perfeccionismo y
la necesidad de aprobación social.
1. Modelos de investigación
para el estudio de los TCA
A pesar de los estudios que se han hecho, todavía es
difícil determinar cuándo se ha cruzado la raya y la alimentación se ha convertido en un trastorno. Los autores no se ponen de acuerdo todavía en qué es lo que
motiva el incremento alarmante de estas alteraciones,
por lo tanto, han surgido una serie de modelos explicativos, en un intento por contar con diagnósticos diferenciados para la intervención eficaz, pero ninguno
de ellos resuelve la situación de manera óptima. Entre
los más acertados están:
d) Las clasificaciones del DMS-IV-TR (de la American Psyquiatric Association, 2000) y el CIE10 (de la Organización Mundial de la Salud,
1992) hacen una descripción de los trastornos
de alimentación y sus criterios han sido aceptados a nivel mundial. Desafortunadamente estos referentes carecen de precisión, complicando la definición de algunos casos, en especial
los «menores», pues muchos conceptos son
ambiguos, como aquellos relacionados con el
peso corporal, no facilitan directrices para determinar el temor a engordar y a la obesidad,
es impreciso al definir los atracones, la velocidad de la ingesta y la cantidad de comida para
que se considere anormal, así como para poder
evaluar el nivel de malestar y los sentimientos
de culpa. Hace falta una operacionalidad en general y en relación con las conductas compensatorias —como los ayunos, los diuréticos,
los laxantes y los enemas, además del ejercicio
físico— en particular, por citar algunos ejemplos. A esto hay que agregar las modificaciones
en los criterios de definición de caso ocurridas a lo largo de las últimas décadas: DSM-III
(1980), DSM-III-R (1987), DSM-IV (1992) y
DSM-IV-TR (2000), en donde, por ejemplo,
se modificó el criterio del peso para la anorexia
nerviosa (AN), en el DSM-III al DSM-III-R,
a) El modelo evolutivo de Striegel-Moore (1993),
centrado en las mujeres y en la etapa de la adolescencia. A través de un análisis profundo,
estos autores concluyeron que las niñas identificadas a edad muy temprana con su género
y expectativas de su rol sexual, son más vulnerables a padecerlos, en especial si han introyectado a la belleza como el aspecto central de la
feminidad, están más interesadas en obtener
aprobación social y de dar la impresión de ser
sociables. En ambos sexos se considera clave
ser atractivos y populares, siendo la delgadez
una condición fundamental de la apariencia
y de la fuerza de voluntad, lo que facilita obtener éxito social y laboral. El mito de la «súper mujer», capaz de desempeñar los papeles
tradicionales de atractivo y cuidado de la casa
con el trabajo profesional contribuye a desencadenarlos. En suma, el conjunto de factores
socioambientales, la interiorización del rol
sexual, además de la presión en la adolescencia
y la adopción del mito de la súper mujer son,
para estos autores, la explicación del aumento
de dichos trastornos.
b) El modelo de Roos, Federoff y Guthrie (1991):
llegaron a conclusiones semejantes y afirman
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del 25% a una de 15% y se incluyó la ausencia
de los ciclos menstruales consecutivos, siendo
ahora discutible este último criterio (Grandillas y Febrel, 2000). Se discute también si la
aparición de la bulimia nerviosa (BN) es un
nuevo desorden o el reconocimiento actual
de uno existente con anterioridad, o tal vez
sólo refleja la transformación de la AN como
una consecuencia del incremento de población con trastornos de conducta alimenticia
(TCA). Giorgio Nardone, (2004) critica estos
criterios y difiere de ellos desde su base al considerar al trastorno por atracón (TA) como
una variante de la BN, por ejemplo.
sentimientos de privación y de relación con la
comida, ya que detrás de cada acción, afirma la
autora, puede haber un pensamiento tan sutil
que ni siquiera se advierta. La raíz de todo esto
parece encontrarse en que entre más se restringe la persona, más se rebela su organismo
y come de más, fuera de control. Esa sensación
de privación de las dietas es la parte destructiva porque al reglamentarse la ingesta se somete a grandes cantidades de estrés, perdiendo la
libertad de elegir la comida, tendiendo a llevar
el control, generalmente por decisión propia,
a través de castigos, amenazas, restricciones,
prohibiciones, intimidando. La solución está
en ser dueño de la situación y responsabilizarse
de las decisiones tomadas aceptando sus consecuencias. El primer paso está en la detección
de los problemas que se están compensando
con la comida para atenderlos y resolverlos, a
la par de aprender sobre nutrición con el fin de
capacitarse para poder elegir adecuadamente
los alimentos requeridos por el organismo.
e) El modelo de Rosa Reich (2001): afirma que la
presión sociocultural por la esbeltez junto con
la estigmatización de la obesidad son fundamentales, pero también intervienen otros elementos que los desarrollan, como el contexto
educativo cercano y un ambiente familiar que
valora estos modelos sociales. Una personalidad con baja autoestima necesita ser valorada
externamente, pues le falta capacidad para
afrontar los retos, le es difícil relajarse y establecer contacto social, por ejemplo, unido a un
peculiar estilo de pensamiento, a la adopción
del mito de «súper mujer», con fuerte tendencia al perfeccionismo y a la aprobación social,
por lo que son altamente vulnerables a los desórdenes de alimentación.
Debido a la complejidad de los TCA, y para poder
saber si se trata de un desorden de alimentación declarado o solamente comienzan a haber algunos síntomas, el lector puede hacer un breve ensayo al contestar el siguiente cuestionario que le ayude a dialogar
y reflexionar junto con un especialista en nutrición,
como el bariatra o el nutriólogo. Cabe advertir lo indispensable de hacer este segundo paso para no caer
en confusiones o malas interpretaciones. Resolverlo
no suple de ninguna manera la ayuda especializada
(véase cuestionario # 1).
f) El modelo de Riley (2004). Se centra en los
cambios de pensamiento, en las actitudes,
Cuestionario # 1
Reflexión sobre la actitud, los hábitos y las conductas en relación
con la alimentación personal
Instrucciones Esta guía le puede ayudar a conversar con el especialista sobre un posible trastorno de
alimentación. Aproveche las preguntas para profundizar sobre su situación personal, hábitos y actitudes en
relación con los alimentos, su percepción individual, su relación consigo mismo y con los demás, por ejemplo.
Adapte las preguntas a sus características específicas. Anote también su edad, sexo, nivel de estudios, tipo de
actividades que realiza, entre otros datos que podrían ser relevantes.
1. ¿Hago cualquier cosa por evitar el hambre o constantemente estoy comiendo para calmar mi ansiedad?
2. ¿Evito comer a pesar de sentir hambre o como en demasía a pesar de no tenerla?
3. ¿En realidad me es difícil saber si tengo o no hambre?
4. ¿Me da terror llegar a ser una persona gorda o uso el exceso de peso como un escudo para evitar
relacionarme íntimamente con los demás?
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5. ¿No soporto subir de peso, ni siquiera algunos gramos, por eso lo checo constantemente, o tengo
tanto que ya ni me subo a la báscula?
6. ¿Ingiero grandes cantidades de comida en secreto?
7. ¿Estoy obsesionada con la comida, pues ésta ocupa la mayor parte de mis pensamientos y acciones?
8. ¿Mi mayor preocupación durante el día es la selección de alimentos y su manejo?
9. ¿ Después de comer saco todo a través de la evacuación?
10. ¿Vomito en secreto o sin importar quién esté presente?
11. ¿Me siento muy culpable por haber comido, sin importar cuál haya sido la cantidad, ni la velocidad
empleada para ingerirla?
12. ¿Mi preocupación primordial es bajar de peso?
13. ¿Sólo quien ha hecho ejercicio tiene derecho a comer?
14. ¿Una manera efectiva de castigar los atracones es a través del ayuno y un fuerte programa de ejercicio?
15. ¿Elimino cualquier tipo de grasa corporal que detecte inmediatamente?
16. ¿Rechazo o quito con cuidado cualquier signo de grasa que encuentre en los alimentos?
17. ¿Considero que hay grupos alimenticios nocivos para la salud, como son las grasas, las proteínas
y/o los almidones, mi comida se centra sólo en uno o dos tipos?
18. ¿Sólo como alimentos que están libre de grasa: ligeros o light?
19. ¿Leo con mucho cuidado las etiquetas para saber si realmente me conviene consumir el producto?,
¿comparo con cuidado las distintas marcas?
20. ¿Me considero vegetariana ortodoxa o sigo los principios de la macrobiótica?
21. ¿He eliminado de mi dieta todo tipo de proteínas, ya sean de tipo animal o vegetal?
22. ¿Llevo un estricto control de la comida que ingiero? ¿Tengo un diario, el cual reviso constantemente y hago el registro correspondiente de todo lo que me llevo a la boca?
23. ¿La gente me presiona para comer más cantidad, o menos?
24. ¿Me peso varias veces al día o durante la semana o, por el contrario, no quiero saber nada de básculas ni de controles de peso?
25. ¿Siento pánico cuando no tengo mi báscula a la mano?
26. ¿Me aíslo de los demás debido a que me siento gorda, a pesar de que el médico me dice que estoy
baja de peso o dentro del rango inferior esperado para mi edad y talla?
27. ¿Realmente el sobrepeso que tengo llega a ser una limitante importante para mi relación con los
demás?
28. ¿Siempre que algo me altera, necesito comer para poderme tranquilizar?
29. ¿Cada semana empiezo una nueva dieta y la suspendo, por eso he aumentado tanto de peso?
30. ¿Me gustan mucho los dulces o el alcohol, por eso dejo de comer otros alimentos considerados
con alto valor nutritivo?
31. ¿Me siento a disgusto con algunas partes específicas de mi cuerpo, por eso es que pregunto tanto
a los demás sobre mi apariencia?
32. ¿Me veo constantemente en el espejo, los escaparates o cualquier cosa que refleje mi imagen?
33. ¿Me pruebo ropa ajustada para comprobar si me aprietan más que antes (cinturones, pantalones,
anillos, etc.), pero en general me pongo la holgada?
34. ¿Reviso la circunferencia de mis muslos cada vez que me siento y el espacio que hay entre ellos
cuando estoy de pie?
35. ¿Vomito en forma automática todo lo que como o yo misma me lo provoco simplemente por el
placer de esta experiencia?
36. ¿Me apasiona estar en el gimnasio porque de esta manera mantengo mi cuerpo en óptimas condiciones?
37. ¿Para mí la comida es un momento que debe hacerse con mucha tranquilidad, respeto y en un
ambiente agradable, como el estar escuchando música suave y sin la interrupción de los demás?
38. ¿Cada vez que veo algo de comer no puedo detenerme y lo ingiero hasta que se termina?
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39. ¿Entre los productos que considero más adecuados para contrarrestar el peso por su uso discreto
están: los laxantes, los diuréticos, las píldoras anoréxicas, la cafeína, las anfetaminas, los estimulantes, las hierbas, las infusiones herbales con efectos diuréticos, estimulantes o laxantes, los enemas, los licuados, entre otros?
40. ¿Siento que tengo mucho desorden en mis hábitos para alimentarme?
Con el fin de poder contar con criterios más precisos, se sugiere tener presente los señalados en el DMS-IVTR y en el CIE-10 de todos los TCA. En este artículo se especifican el trastorno por atracón y la vomitina (véase
el mapa de la ingesta compulsiva). En otra oportunidad sería conveniente disertar sobre otras alteraciones de
la alimentación: la obesidad, el comedor nocturno y el picoteo, pues aunque no se reconocen oficialmente, en
México urge comenzar a atenderlas formalmente por su incremento y los problemas de salud que ocasionan. En
la investigación hecha con los alumnos de Pedagogía están presentes de manera significativas.
Mapa de la ingesta compulsiva
2. El trastorno por atracón (TA)
2.1 Criterios para diagnosticar
el trastorno por atracón
Dentro de los desórdenes de alimentación graves, además de la anorexia nerviosa y de la bulimia nerviosa están otros cuadros que, por la cantidad o por su calidad,
se han clasificado dentro de dos subcategorías contempladas en el CIE-10 y en el DMS-IV-TR (2000):
Según el AGRIS Record Report (2006) de la FAO,
organismo de la agricultura y la alimentación de las
Naciones Unidas, el comer compulsivamente (CC),
la ingesta compulsiva (IC) o el trastorno por atracón
(TA), son nuevas categorías de los desórdenes de alimentación utilizados para describir problemas relacionados con el consumo excesivo de alimentos.
Lo distintivo de este grupo de los demás es la no
utilización de conductas compensatorias como lo hacen quienes padecen bulimia, ni responden al perfil de
la vomitina, ni al picoteo constante. La FAO calcula
un 30% aproximado de la población en tratamiento
para controlar su peso sufre de este trastorno, siendo
más común entre las mujeres que entre los hombres
y está asociado con la obesidad severa y a un historial
de fluctuaciones de peso muy marcadas, por eso ha
sido incluido en el DSM.
El diagnóstico del Trastorno por atracón (TA) (o
BED, del inglés Binge Eating Disorders) se basa en los
criterios del DSM-IV-TR:
a) Los trastornos por sobrealimentación compulsiva o atracones: se refiere a la falta de control
en el consumo de alimentos ingeridos en
grandes cantidades durante un periodo corto de tiempo (dos horas aproximadamente),
sin llevar a cabo conductas compensatorias
después del atracón para reducir los efectos
de una ingesta copiosa.
b) Trastornos de alimentación no especificados en
las otras clasificaciones: se refiere a otros disturbios que no cumplen con las características anteriores, por tanto se consideran cuadros clínicos incompletos; sin embargo, de
alguna manera afectan la salud y el bienestar
de quienes los padecen.
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a) Episodios en lapsos cortos de tiempo y recurrentes de gran voracidad caracterizados por:
• Comer en un periodo concreto de tiempo
(dos horas, por ejemplo), una cantidad de
comida muy superior a lo que la mayoría de
las personas podría ingerir en dicho lapso o
en circunstancias parecidas.
• Sentimientos de pérdida de control durante
este episodio (por ejemplo, la sensación de
no poder parar de comer, incapacidad para
controlar lo que se come y la cantidad).
• Los episodios de voracidad asociados en
por lo menos tres de las siguientes condiciones:
• Comer a una velocidad mucho mayor de lo
normal.
• Comer hasta sentirse desagradablemente
lleno.
• Comer grandes cantidades a pesar de no
sentir hambre física.
• Comer a escondidas por sentir vergüenza
por la cantidad de alimentos ingeridos.
• Sentirse a disgusto consigo mismo, triste,
deprimido o muy culpable después de comer demasiado.
b) Marcado malestar y ansiedad por la repetición
de estos episodios de ingestión compulsiva.
c) Los episodios de ingestión compulsiva han
aparecido, en promedio, por lo menos dos días
a la semana durante los últimos seis meses.
d) Los atracones compulsivos no están ligados a
comportamientos purgativos
—como ayunar, utilizar laxantes, diuréticos o hacer ejercicio exagerado— y no se presentan en exclusiva
durante episodios de AN y/o de BN.
del TA con la BN es el no utilizar conductas compensatorias o purgativas para controlar el peso. En la
mayoría de estos casos hay obesidad, con un historial
de lucha contra el peso y de problemas psicológicos,
compensados a través de la comida.
2.3 Etiología
Su etiología todavía es desconocida, pero se ha detectado un 50% de los casos con un historial de depresión, aunque no se sabe si ésta es causa o efecto del
trastorno. Por comentarios de los pacientes, se sabe
que cuando sienten enojo, tristeza, tedio o ansiedad,
entre otros sentimientos negativos, se les desata esta
compulsión por comer. Tampoco está claro el papel
de las dietas restrictivas en este cuadro clínico, sin
embargo, cuando éstas son muy estrictas, tienden a
agudizarlo.
2.4 Características del TA
Cuando estos pacientes tratan de bajar de peso, fracasan porque no han resuelto aquellas cuestiones psicológicas, emocionales o de relación causantes de su enfermedad. A grandes rasgos, este trastorno se caracteriza
por frecuentes episodios impulsivos y sin control de
ingesta exagerada de alimentos más allá del bienestar
como un método para manejar su angustia, miedos y
otros problemas parecidos, por lo tanto, llegan a comer
en forma automática y sin sentir hambre, se impone
dietas restrictivas constantemente, las cuales suelen
interrumpir, manifiestan fluctuaciones de peso (bajo,
normal, sobrepeso, obesidad), su humor está deprimido, ingieren todo tipo de comida sin control y en secreto, —con sentimientos de vergüenza o de culpa—,
para consolarse o esconder un dolor que no pueden
manejar y, generalmente, presentan obesidad.
Para facilitar el diagnóstico, es probable que el especialista se apoye en la contabilización de la cantidad
de alimentos ingeridos compulsivamente, además
de determinar cuál es la frecuencia de los atracones.
También necesita considerar su definición y grado.
El trastorno por atracón se caracteriza porque la
persona que lo padece:
1. Consume con frecuencia grandes cantidades de
alimento en poco tiempo, mucho más del que
emplearía la mayoría de la gente y comería en
un período de tiempo similar.
2. Ingiere a grandes velocidades los alimentos,
con franca voracidad y sin parar, uno tras otro
en un tiempo mínimo.
3. Se atiborra de alimentos compulsivamente,
perdiendo el control, pues continúa haciéndolo a pesar de estar satisfecha, hasta acabar con
todo lo que está a la vista, sintiéndose llena e
2.2 Descripción del trastorno
por atracón
El trastorno por atracón, se identifica por episodios
descontrolados de ingestas copiosas y rápidas de
alimentos sin utilizar métodos compensatorios para
controlar el peso posteriormente —o si se emplean,
sólo es ocasional— pero acompañados de sentimientos de culpa y de vergüenza. La principal diferencia
36
incómoda, además de culpable y avergonzada.
4. Usualmente lleva esta conducta a solas o a escondidas para evitar las críticas y los comentarios inoportunos de los otros, además de
poder ocultar su enfermedad.
5. Manifiesta irritabilidad y enojo consigo mis-ma
después de la comilona, llenándose de reproches y comprometiéndose formalmente con
ella misma no caer en la tentación nuevamente, lo cual no será así.
6. A diferencia de la BN, no utiliza métodos compensatorios, como son los vómitos, el uso de
laxantes, los ayunos o el ejercicio extenuante,
después del atracón.
7. Ha desarrollado una gran capacidad para comer continuamente durante todo el día, a
pesar de tomar sus alimentos dentro de los
tiempos acostumbrados con la familia y en raciones suficientes.
8. Se siente incapaz de controlarse o de dejar de
comer durante la comilona.
9. Es usual que tenga como antecedente una larga
historia de distintas formas para controlar el
peso e intentar todo tipo de dietas.
10. Tiene la creencia de que comer así le ayuda a
disminuir su ansiedad y estrés; y aunque efectivamente así parezca suceder al principio,
todo esto le genera más tensión, desencadenado nuevamente el atracón, cayendo en un
círculo vicioso.
11. Al sentirse avergonzada por su figura, ocasionándole frustración, hace intentos de ocultarla o camuflajearla usando ropa suelta y poco
atractiva.
12. Como una manifestación de buena voluntad y
cambio, inicia una dieta nueva, generalmente
muy estricta, cada mañana, para romperla antes de terminar el día.
13. Ha visitado a todos los «doctores de dieta»
recomendados por sus amistades o buscados
por su cuenta sin lograr sus propósitos o con
éxitos temporales.
14. Esconde comida, en especial la considerada
prohibida para estos casos, por su alto contenido calórico, azucarado y/o graso.
15. Se siente muy culpable por su comportamiento
y actitud hacia la comida, ocasionándole más
ansiedad y más compulsión por seguir haciéndolo.
16. Usualmente es una persona pasiva, obesa y deprimida.
17. Cuando logra disminuir de peso, generalmente
lo recupera en forma rápida.
18. En contraste con los pacientes bulímicos, que
usualmente utilizan el ejercicio como una conducta compensatoria y se exceden en el mismo
consistentemente; quienes padecen el trastorno por atracón tienden a estar inactivos, realizan actividades cotidianas en donde permanecen mucho tiempo sentados o que requieren
poco movimiento.
19. Constantemente les invaden sentimientos de
culpa, vergüenza, coraje, de rechazo, se regañan, se critican o hasta se insultan, provocándose cada vez más un descenso significativo en
su ya lastimada autoestima.
2.5 Algunas señales del trastorno
por atracón
Karen Sullivan (2005) ofrece el siguiente listado de
señales más comunes:
• Su ingesta es excesiva y compulsiva.
• No tiene la capacidad para dejar de comer por
voluntad propia.
• Se abstiene de realizar actividades físicas por
sentirse avergonzado y está temeroso de ser
expuesto ante los demás por el peso que tiene.
• Come poco en público, pero mucho a escondidas, por lo que se le sigue acumulando peso o
sobrepeso, descontrolando a los demás pues lo
perciben moderado en sus comidas.
• Come poco en presencia de sus padres y/o familiares, pero se da atracones o come en exceso cuando no están presentes los demás.
• Desarrolla obsesiones en relación con la comida en general o con un determinado tipo de
alimentos en particular, suele tener ansiedad
de comer alimentos específicos y aversión por
otros.
• Come demasiado rápido y en cantidades exageradas.
• Ingiere constantemente tentempiés, además
de las comidas regulares.
2.6 Consecuencias del trastorno
de atracón
Las complicaciones médicas asociadas con el TA son:
presión arterial alta, enfermedades del corazón y complicaciones cardiacas debido a elevados niveles de co37
HUMANIDADES
La ingestión compulsiva
María Teresa Alicia Silva y Ortiz
j) Cáncer: de ovario, del útero, del cuello del útero y de mama en la mujer y de próstata en el
varón.
k) Riesgo y complicaciones en caso de que haya cirugía: cardiacas, pulmonares, de cicatrización, por
citar algunos ejemplos.
lesterol y triglicéridos, diabetes secundaria, hiper o
hipoglucemia y enfermedades de la vejiga. La doctora
Pérez Gaspar (2004) indica que las complicaciones
debidas al TA se deben al sobrepeso y/o a la obesidad
y desencadenan problemas como los siguientes:
a) Cardiovasculares: hipertensión arterial, hipertrofia o aumento del tamaño del corazón y su
dilatación, provocando insuficiencia cardiaca.
Alto riesgo de padecer infarto por disminución
en el riego de las arterias coronarias (infarto de
corazón) o en las arterias cerebrales (accidentes
cerebro-vasculares).
b) Respiratorias: en especial si hay obesidad, porque
se dificulta la respiración y ésta se realiza muy
deprisa, afectando el trabajo de los pulmones, lo
que hace disminuya la concentración de oxígeno
en la sangre y aumente el anhídrido carbónico.
c) Síndrome de apnea de sueño: o episodios repetidos de apnea (interrupción del sueño que producen despertares frecuentes y disminuyen la
eficacia del mismo). Se suele tener exceso de
sueño durante el día, irritabilidad y disminución
de la capacidad de concentración con riesgo de
un accidente.
d) Metabólicas: al alterarse sus funciones pueden
derivarse en enfermedades como: diabetes, elevación del azúcar en la sangre porque el páncreas no produce insulina (diabetes tipo I o
insulino-dependiente) o porque ésta es defectuosa (diabetes tipo II).
e) Alteraciones en los lípidos por el aumento del colesterol “malo” (LDL) y disminución del colesterol “bueno” (HDL), favoreciendo la producción de placas de ateroma en las paredes de las
arterias.
f) Digestivas: litiasis biliar o piedras en la vesícula
biliar por un aumento en la producción de colesterol en la vesícula, aumentando el riesgo de
inflamarse o de contraer infecciones.
g) Osteo-articulares: como la artrosis o degeneración de las articulaciones por desgaste del cartílago articular o «almohadilla» que está entre
los huesos; o la gota, por aumento de ácido úrico
en la sangre, que provoca dolor e inflamación en
las articulaciones.
h) Piel: provoca las estrías, apéndices cutáneos,
edemas, dermatitis, úlceras.
i) Hormonales: por obesidad, en la mujer se produce un exceso de hormonas masculinas o testosterona y en el hombre ésta disminuye.
Entre las complicaciones psicológicas del trastorno
por atracón están: la comorbilidad psiquiátrica o presencia conjunta de varios trastornos, ligeramente menos graves que los de la BN; con frecuencia alteraciones de ansiedad, de pánico y de estrés postraumático;
trastornos de control de impulsos, como cleptomanía o
compras compulsivas, pero en menor grado que las
bulímicas, y trastornos de personalidad, como los de
límite e histriónicos o adopción morbosa o histérica
de gestos exagerados; el dramatismo está menos presente; pero los anancásticos u obsesivo-compulsivos y
los evitativos, son más comunes.
2.7 Población más afectada
Al parecer, este trastorno afecta a una población más
amplia y variada que al de la AN y la BN, pues se
presenta en ambos géneros con menor distancia y en
un rango de edad más amplio. Según la doctora Ana
Luiza Galvão, se calcula por lo menos del 3 al 6% de
la población con este desorden, son mujeres entre
20 y 30 años, y el 30% de pacientes con tratamiento
de obesidad o para perder peso la tienen instaurada.
(ABC da Salúde, 2006). Es importante destacar un
rasgo característico de las personas obesas con TA,
pues a menudo alcanzan un sobrepeso a una edad
más temprana en contraste con aquellas que no lo
padecen a pesar de su peso extra. Además, tienden a
subir y bajar de peso en periodos cortos y con mayor
frecuencia.
Es necesario entonces tomar conciencia de las
consecuencias del uso de dietas restrictivas, pues
generalmente son las causantes de atracones posteriores, pues el organismo se defiende cuando no
obtiene los nutrientes requeridos para su buen funcionamiento. Dentro de los puntos enfatizados están: los desórdenes destructores de los hábitos del
buen comer, como saltarse comidas, no ingerir lo
suficiente cada día o evitar cierto tipo de grupos alimenticios como las grasas y los carbohidratos. Es
un grave error afrontar el sobrepeso con dietas autoimpuestas, pues generalmente se descompensa la
química orgánica y se corre un alto riesgo de inducir
los trastornos por atracón.
38
2.8 El trastorno de atracón
y la obesidad
2.9 Diagnóstico del TA
La mayoría de las personas, en algún momento de su
vida, se han sobrepasado en la ingesta de alguna comida, esto es normal y no significa tener un TA; sin
embargo, su frecuencia en contraste con el promedio,
abre la brecha de la presencia de rasgos significativos
o de su instauración. La principal diferencia del TA de
la conducta bulímica está en no recurrir a conductas
compensatorias —como vomitar, ayunar, usar diuréticos y/o laxantes, hacer ejercicio en forma excesiva—
después de haber tenido un episodio de sobreingesta.
Con el fin de ofrecer al lector una guía de apoyo
para reflexionar sobre el TA, se le sugiere responder
el siguiente cuestionario, elaborado con base en los
síntomas y signos señalados por los diferentes autores
consultados como característicos de este desorden
alimenticio (véase cuestionario # 2).
Generalmente se asocia al TA con la obesidad, pero
en realidad esto puede variar enormemente: desde ser
muy delgado hasta padecer una obesidad severa, por
tanto, no se puede tomar como criterio único en el
diagnóstico el sobrepeso o la obesidad. Por otro lado,
no toda persona obesa padece este trastorno. La obesidad puede tener muchas otras causas, como se comentará en otra ocasión. Hay casos en donde se tiene
sobrepeso a pesar de acostumbrar comer poco, pero
todo el día, o a ingerir sólo, o en su mayoría, alimentos con muchas calorías, no lleva a cabo los atracones,
duerme poco o demasiado y/o realiza poca actividad.
Investigaciones recientes confirman casos con predisposición biológica y bioquímica en su organismo
(Berthoud y Morrison, 2008; Ramsey y cols., 2007).
Cuestionario # 2
Signos y síntomas del TA
Instrucciones. Marque la opción que mejor le represente con base en la siguiente escala
0
Nunca
1
Una vez al mes
3
Una vez a la semana
5
Casi todos los días
1. Como una cantidad excepcionalmente grande de comida en un periodo corto
(en el término de dos horas).
0
1
3
5
2. Siento la sensación de no tener control sobre la ingesta ni capacidad para dejar de comer
0
durante el episodio.
1
3
5
3. Como más rápido que lo normal, acabo antes que los demás.
0
1
3
5
4. Como hasta sentirme incómodamente lleno y hasta hinchado.
0
1
3
5
5. Como grandes cantidades de alimento cuando no siento hambre.
0
1
3
5
6. Como a solas porque me da vergüenza la cantidad de comida que ingiero y/o la forma como
0
lo hago.
1
3
5
7. Me siento disgustado conmigo mismo por haber perdido el control, deprimido y/o muy
culpable después del exceso.
0
1
3
5
8. Suelo provocarme vómitos, uso laxante y/o diurético, hago ayunos o ejercicio excesivo
para compensar los atracones y evitar subir de peso.
0
1
3
5
Total:
39
HUMANIDADES
La ingestión compulsiva
María Teresa Alicia Silva y Ortiz
Interpretación:
Se suma el puntaje y se saca porcentaje. En la medida
que la puntuación sea mayor, será más acentuado el
riesgo de padecer el TA.
Si los atracones se presentan en forma regular o
con frecuencia, es decir por lo menos dos veces a la
semana durante los últimos seis meses, es posible que
el problema ya esté instaurado y requiera de una atención inmediata, pues a medida que pase el tiempo se
irá agudizando el problema. De cualquier manera, es
necesario consultar con el especialista antes de suponer cualquier cosa.
a) Psicoterapia con enfoque cognoscitivo y de la conducta, la cual contempla el tratamiento para
elevar la autoestima, mejorar la interacción con
los demás y la formación de hábitos adecuados
para alimentarse, además de resolver sus conflictos personales.
b) Programa educativo sobre alimentación, ayuda a
adquirir la información básica sobre cómo estructurar horarios de ingesta y el contenido de
cada toma, por ejemplo, con el fin de ir mejorando la conducta y actitudes de relación con
los alimentos. Además, promueve el diálogo
con el cuerpo, para aprender a distinguir las
sensaciones de hambre, sed, saciedad con el fin
de comer bien, al cubrir los nutrientes requeridos todos los días, se superen los conflictos que
interfieren con la alimentación y se mantenga la
salud.
c) Programa de ejercicio físico, a través de una sana
motivación para conservarse dentro de los rangos adecuados de peso, obtener la sensación de
bienestar y llevar a cabo sus actividades cotidianas con la energía requerida, pues se cuenta con
un cuerpo en buenas condiciones.
2.10 Tratamiento del Trastorno
por atracón
La etiología del TA es multifactorial porque parece
desencadenarse por la interacción de diversos factores predisponentes —como biológicos, familiares,
individuales y socioculturales—, por lo tanto, su
tratamiento exige un abordaje multidisciplinario, que
incluye al psiquiatra, al endocrinólogo, al nutriólogo, al psicólogo y al orientador familiar, además del
manejo médico. Su objetivo principal es ayudar a la
persona que lo padece a tomar control de sus hábitos para comer, esto es, lograr normalizar su ingesta, controlar los episodios compulsivos a través de
técnicas, como las propuestas por los de la corriente
cognoscitiva y de la conducta, contar con un programa de nutrición, diseñado especialmente para cada
caso, se desarrollen hábitos de alimentación más saludables, además de combinarlo con una rutina adecuada de ejercicios.
Entre las alternativas para el tratamiento del TA, es
aconsejable la terapia psicológica individual, familiar,
de pareja y/o de grupo, según las características del
paciente. También es de gran ayuda la psicoterapia
estratégica enfocada a aprender a resolver problemas
emocionales subyacentes y la supervisión clínica debido a las complicaciones y los riesgos de la obesidad.
En algunos casos son necesarios los fármacos, en especial para tratar la depresión, la ansiedad y disminuir
los episodios de ingestión compulsiva. En casos extremos es necesaria la hospitalización pero, en general, la
opción es ambulatoria.
Si bien el TA es una enfermedad propia de la segunda mitad siglo XX y del tercer milenio, no se sabe
mucho de su cuadro clínico con exactitud pues hay
pocos estudios que la respalden; sin embargo, se ha
podido constatar soluciones de tratamiento que han
tenido mejores resultados:
El orientador familiar puede colaborar con el
equipo multidisciplinario en el programa educativo,
en especial a nivel preventivo. Puede sugerirle a los
padres, algunas estrategias que les permita brindarle
apoyo a quien tiene este problema:
• Han de platicar con calma y sin agresión con
quien lo padece y expresarle su preocupación
pues se han dado cuenta de sus atracones, por
lo tanto desean apoyarlo y tomar en conjunto
las medidas necesarias para ayudarlo a salir de
este problema.
• Atentos para ofrecer lo suficiente en las comidas, se tenga en claro distinguir cuando se
siente hambre física y satisfacerla, no psicológica. Hacerlo en exceso, en especial cuando no
se necesita, termina por enfermar gravemente.
• Es indispensable escucharle y hacerle ver que
comprenden sus temores y sus sentimientos
de vergüenza por este comportamiento y por
sentirse fuera de control, por lo tanto, le ofrecen su compañía para los momentos en que
sienta el impulso de darse un atracón con el fin
de ayudarle a calmarse y a detenerse.
• Es muy probable que esta persona no acepte
tener este problema, por lo tanto, es indispen40
•
•
•
•
•
sable armarse de paciencia y estar dispuestos a
platicarlo en diversas ocasiones, hasta lograr su
reconocimiento.
Una manera de ayudarle es no dejar a la vista
alimentos de fácil ingesta, ni comprar los de
poco valor nutritivo o facilitadores del TA,
como las golosinas, frituras, comida instantánea, entre otros. De preferencia, evitar tenerlos
en casa, o sólo comprarlos en contadas ocasiones, pues lo prohibido es lo que más atrae.
Toda la familia ha de comer bien por lo menos
las tres comidas principales, en especial el paciente, además de dos colaciones en espacios de
cuatro horas para no pasar periodos largos sin
comer, ni sentir molestias por falta de alimento.
El clima durante las comidas ha de ser tranquilo
y acogedor, dentro de un horario regular, en familia y en un lugar asignado (como el comedor
o el desayunador), disfrutando de una interesante conversación, compartiendo una alimentación correcta y conviviendo con los demás,
masticando cada bocado, apoyándose del ritmo
que todos llevan, sin apresurase ni sentirse presionados por las actividades del día.
Procurar estar al tanto sobre los sucesos del día
a través de un diálogo sincero, amable y contenedor, sus temores o preocupaciones, sus sentimientos y emociones; su nivel de estrés o presión y por qué; si tiene problemas en la escuela
o con algún compañero o profesor, a qué cree
se deba su necesidad de consolarse con comida
y cómo podría resolverlo o al menos estar más
tranquilo. Al identificar el detonante y poderlo
platicar es una ayuda muy valiosa para él y un
paso firme en su recuperación. De cualquier
manera, es necesario consultar al especialista.
Indagar cómo se siente con su cuerpo, cómo
percibe su imagen corporal, prestar atención
a sus comentarios sobre la apariencia física, si
ha sido objeto de burlas, palabras mordaces o
motes por ello, en especial si esto ha sido propiciado por un familiar o persona significativa;
qué tan avergonzado se siente por todo esto, si
tiene miedo de ser criticado o señalado por los
demás. Téngase en mente que quien se siente a
gusto con su cuerpo es más difícil que caiga en
el TA por razones emocionales.
Revisar los hábitos alimenticios de toda la familia en general, y los de este hijo en particular, cuáles son las actitudes y forma como se
relacionan todos con los alimentos y qué tanto
difiere el paciente. Tomar conciencia de lo que
está en sus manos para ayudarlo a modificar las
interferencias y propicia los atracones, contenerlo y ser constantes para lograr su erradicación. Si no es posible, será necesario consultar
al especialista para evaluar su inclusión dentro
de un programa de recuperación y reciba el
tratamiento adecuado.
• Ayudarle a identificar las señales de hambre,
sed y saciedad, con el fin de que aprenda cuando se trata sólo de tomar agua o de comer, y
cuando ha llegado el momento de dar por terminada la ingesta. Hacerle consciente de que
comer de más sólo le hará sentirse incómodo y
molesto, además de culpable.
• Diseñar juntos un programa de actividades
acordes a sus intereses. Contar con alternativas para mantenerse ocupado, le aporten algún
aprendizaje o sean una sana distracción, pues
es una solución natural que hará la diferencia.
3. La vomitina o síndrome del vómito
inducido (SVI)
El equipo terapéutico de Giorgio Nardone (2002) ha
identificado un nuevo tipo de trastorno alimenticio y
lo ha definido como Síndrome del vómito o Vomitina.
Con este término hacen referencia a un desorden basado en el hecho de comer y vomitar compulsivamente varias veces al día y, según han observado, constituye una psicopatología en sí misma, con características
de persistencia definida y completamente distintas
respecto a las de la AN o de la BN. Una vez instaurado, este síndrome presenta formas absolutamente
peculiares y, más que un trastorno de alimentación,
“degenera en una ‘perversión’ basada en la alimentación” (Nardone y cols., 1999:26).
Se ha considerado importante dedicarle un espacio en este trabajo a esta nueva enfermedad, en especial porque la mayoría de los autores la mencionan
sólo como una variante de las llamadas conductas de
eliminación o de compensación generalmente presentadas en uno de los subtipos de la AN nerviosa y de la
BN. Con base en los estudios de Nardone y sus colaboradores (2004b), calculan un 65% de casos dentro
de los TCA, razón por la cual su equipo lo ha señalado
como uno de los desórdenes más relevantes y difundidos hoy en día, además de dar el salto de ser una
alteración accesoria de la AN y de la BN a la categoría
de trastorno predominante.
41
HUMANIDADES
La ingestión compulsiva
María Teresa Alicia Silva y Ortiz
Esta enfermedad se inicia con una conducta compensatoria que los jóvenes suelen ensayar como una
solución primaria para mantener el control de peso y
no engordar o adelgazar sin renunciar al placer de la
comida, además de evitar las preocupaciones y las presiones familiares de alimentarse normalmente; es por
todo esto que se ha convertido en un problema completamente distinto y autónomo, de rápida evolución
y con una fuerte tendencia hacia la difusión epidémica.
De acuerdo con esta corriente italiana, la vomitina no es únicamente una expresión sintomática sino
constituye un verdadero síndrome, caracterizado por
el impulso irrefrenable de comer para vomitar, en lugar
de sólo darse un atracón y después eliminar lo ingerido
a través del vómito con el fin de liberarse de lo consumido. Esto significa que la vomitina es una compulsión
típica incontrolable debido al enganche con el placer de
todo el proceso: comer y vomitar, la cual constituye un
verdadero modelo de búsqueda de gran satisfacción.
Este proceso comienza con una fantasía preparatoria
al atracón hasta la descarga final, dando vida a una secuencia caracterizada por una delectación intensa.
forma en un ritual cada vez más agradable hasta llegar
a ser un placer único irrenunciable pues, gradualmente,
va adquiriendo una connotación de intenso agrado y,
metafóricamente, “gana el lugar de ‘amante secreto’” o
del “demonio que posee al paciente y del que no consigue liberarse ni siquiera cuando lo desea” (Nardone
y cols., 2002:53). He aquí, entonces, que el problema
ya no es el control del peso, sino la manipulación de
esta compulsión por el placer: comer y vomitar pasa
de ser una solución ensayada a ese placer, y se convierte en su razón de persistencia, reforzando así la
característica predominante del sistema perceptivoreactivo de su obsesión: la búsqueda del placer y de
sensaciones fuertes.
3.2 Sintomatología del síndrome
del vómito inducido
Una de las sintomatologías más aberrantes del SVI
identificada es la inhibición del placer sexual, pues incapacita totalmente al paciente para desarrollar una
vida sexual satisfactoria pues, a medida que este placer ocupa cada vez más espacio, se van desplazando
todos los demás, hasta ocupar el primer lugar, en especial porque es fácil de obtener: no se requiere otra
persona, ni se corren riegos de una relación; comida
siempre hay, por lo tanto, se le puede manejar, controlar y siempre funciona bien.
3.1 Rasgos distintivos entre la vomitina,
la AN y la BN
La APA (2000) ha clasificado al vómito como una
variante peculiar de la AN o de la BN y la considera como una conducta de eliminación. En contraste, el
equipo de Nardone sostiene que la percepción de la
realidad de los vomitadores es completamente distinta al de las que padecen de AN o de BN. Si bien
acepta esta corriente que la AN (intentar abstenerse
para adelgazar) o la BN (ingerir eliminando para no
engordar) constituyen la base del síndrome del vómito, cuando éste se ha constituido, se convierte en
algo distinto totalmente de lo que era al principio, representa una calidad emergente, porque conserva sus
características individuales, y se configura como una
verdadera perversión basada en la comida.
Los pacientes con SVI coinciden con los que tienen AN y la BN en su compulsión por la comida y
temor a engordar. Los primeros parecen tener un
mejor pronóstico de aquéllos derivados de una base
bulímica porque carecen del intento por controlar
las emociones y la sensibilidad típica del sistema perceptivo-reactivo anoréxico. Además, lo que empezó
como una solución ensayada que funcionaba, poco a
poco con la continua repetición de la secuencia de comer y vomitar, esta conducta compensatoria se trans-
Comer y vomitar es, entonces, una secuencia isomorfa a la de la actividad sexual: se reconocen tres fases:
a) Fantasía de apetito: la persona anticipa mentalmente el atracón.
b) De consumo: en la que se come.
c) De descarga: culmina al liberarse vomitando,
como si fuese un acto erótico consumado.
El cuadro clínico se ubica dentro de las obsesiones
compulsivas pero, en lugar de basarse en la fobia y en
el sufrimiento de la eliminación, el SVI se apoya en
el placer.
3.3 Tipos de SVI
Nardone y sus seguidores (2004a) encontraron tres
tipos de pacientes vomitadores:
a) Transgresores inconscientes: representa el 20% de
los casos. Son pacientes inconscientes e inexpertos, pues todavía no se han dado cuenta de que
comer y vomitar es una verdadera perversión. Se
42
Bibliografía
trata de jóvenes entre 14 y 19 años, con poca o
nula experiencia sexual, sin historia sentimental,
además de no haber experimentado la intimidad
o ésta ha sido incompleta, tienden a ser cohibidos y a estar bloqueados por una fuerte moralidad.
b) Transgresores conscientes pero arrepentidos: se trata
del 50% de los casos. Estos pacientes se dan cuenta
que su sintomatología es una perversión basada en
el placer, pero han quedado atrapados por ella; por
lo tanto, aunque desean dejarlo de hacer, no pueden, quedándose como colaboradores.
c) Transgresores conscientes y complacidos: son alrededor del 30% de los casos. Estos jóvenes tienen
la capacidad para reconocer fácilmente la analogía entre la secuencia de comer-vomitar y la
sexualidad. Son lujuriosos en la relación con el
ritual, por lo tanto, son difíciles de tratar por su
alta resistencia. Se muestran altamente seductores y provocadores, son expertos manipuladores,
transgresores y extremamente capaces de controlarse y cuidarse. Si carecen de comida y nadie
se las da, pueden llegar a robarla o a coger dinero
que no les pertenece para comprarla, aumentando así su emoción de transgresión.
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Nutrition for health and development. Disponible
3.4 Tratamiento de la vomitina
Por ser este síndrome una de las psicopatologías más
complejas y severas que hay dentro de los TCA, además de tener una rápida evolución, requiere la atención
de un equipo de especialistas multidisciplinario altamente calificado. Debe ofrecer sus servicios tanto a la
persona que lo padece como a sus familiares, pues el
paciente requiere del apoyo de sus seres queridos durante todo el proceso de recuperación.
Una atención deficiente del SVI es grave, pues semejante a los demás TCA, el estar ensayando diversas
soluciones sólo agrava la persistencia del problema.
La labor del orientador familiar queda restringida
únicamente a la canalización de los casos detectados
con los especialistas correspondientes. Si cuenta con
suficientes elementos, puede centrar sus esfuerzos en
la orientación de la familia para ayudarla a colaborar
con el tratamiento de la mejor manera.
La información investigada por la autora de este
artículo ha servido de sustento en una investigación
que hizo con los alumnos de la carrera de Pedagogía en
el 2008 dentro del marco de un PAPIIT en donde se
encontraron signos de alerta significativos de estas enfermedades, por tanto, parece ser urgente su atención.
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HUMANIDADES
La ingestión compulsiva
María Teresa Alicia Silva y Ortiz
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María Teresa Alicia Silva y Ortiz es profesora
e investigadora. Autora de varios libros y artículos. Es
psicopedagoga. Especialista en orientación educativa,
atención a la diversidad, psicoterapia, hipnoterapia,
sexología y tanatología. Su doctorado es en ciencias
de la familia. Fundó y ha dirigido el grupo de especialistas “La Educación como Solución”, y el de investigación “Acción Creativa”. Ha sido distinguida con la
cátedra especial José Vasconcelos (2002), la presea
del Ayuntamiento de Naucalpan (2003), el premio
Emma Godoy (2006) y la cátedra especial Daniel Cosío Villegas (2009 y 2010). Ha participado en proyectos institucionales como PAPIIT y PAPIME.
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