Camino a Ensenada, una fina frontera móvil y permeable se activa

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Camino a Ensenada, una fina frontera
El citadino está rodeado y es asistido por esta red. Para obtener luz sólo aprieta el
móvil y permeable se activa entre campo
interruptor. Recibe un agua que no sabe como viene ni adonde va. Defeca y tampoco
y ciudad, se manifiestan nuevos diálogos
sabe el destino de sus obras… Podemos imaginarlo como un bebé; pasivo, abre la
y confrontaciones, construcciones y des-
boca, recibe la leche y le cambian los pañales. No tiene conciencia del trabajo que
trucciones, vacíos, y modificaciones al
implica la satisfacción de sus necesidades, ni del desgaste energético de la madre
paisaje. Desde allí surgen estos sectores,
que lo atiende y se alimenta con bandejas de lechugas plantadas por otros, cortadas
llamados dormitorio, con casas recién
por otros, regadas por otros, trasladadas por otros, vendidas por otros.
diseñadas o modificadas para atender
las necesidades de los citadinos en el
campo.
Este sistema complejo grafica el salto cuántico del citadino moderno, un animal
amnésico que ha ido perdiendo conexión con los mensajes de su cerebro reptiliano
e incluso con los de su ancestro mamífero. Una nueva especie que ha olvidado la
Estos nuevos habitantes del campo pro-
técnica de hacer el fuego, no instruido en las claves de la naturaleza, pues ésta ha
vienen de un medioambiente marcado
sido domesticada. Es aquí donde podemos recoger nuestro hilván y observar la
por conjuntos de edificios y calles inmer-
estocada, pues el neo-campesino o neo-parcelero puede entrar en jaque al trasladarse
sos en espacios densamente poblados
al campo.
y se dedican por lo común a actividades
no agrícolas. Debajo, y entre veredas,
La idea de la parcela busca trasladar el sistema de comodidades urbanas
callejuelas, hangares, comercios, venta-
al campo y adquirir los beneficios del aire puro y del espacio vital amplificado.
nas, parques y antenas se deslizan tu-
Desprovisto de claves de interpretación y por falta de conocimiento empírico, el citadino
berías y cables, callados solucionadores
inevitablemente se entrampa, se encuentra con pistas que lo aterrizan a esta realidad
de las necesidades básicas, al servicio de
desconocida. Quizá la presencia próxima de ganado haga estallar enjambres de
la productividad.
moscas que ennegrezcan la diáfana panorámica del lago, o bien el nauseabundo
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olor de los pastos podridos venga a instalarse
de seleccionar desechos, pensando en pro-
Si por un momento nos permitiéramos divagar
como vendaval saboteador de la romántica
longar la vida útil de otro pozo, séptico esta
y transgredir uno y otro sistema, de prácticos
empresa, que intenta con sus focos de luz
vez, igualmente subterráneo a la propiedad y
rectángulos tradicionales y de estricto pasto
ahuyentar el miedo ancestral a la oscuridad
construido con fines acumulativos.
cortado a ras, empezaríamos a imaginar inten-
profunda. La presencia del campo tiene sus
aliados, sus fuerzas que traspasan los deseos
humanos. Tiene características propias, signadas
por un histórico equilibrio marcado por estaciones, truenos y relámpagos, animales y selva.
Cuando llega la primavera, el pasto comienza
un crecimiento acelerado en las parcelas. Por
lo general, las personas campesinas lo aprovechan, dejándolo crecer, lo convierten en
fardos rectangulares asegurando alimento
Este movimiento inevitablemente autárquico
para sus animales y respondiendo a sus fines
que trae la nueva realidad inquieta al citadino,
prácticos de subsistencia; el neo-parcelero
lo obliga a modificar prácticas, estilos de vida
intenta mantenerlo a raya y nunca sobrepa-
y le entrega situaciones a solucionar. A tientas
sando los diez centímetros de un pasto con
empieza a descubrir el universo adyacente a
fines de esparcimiento y contemplación. Como
su decisión de traslado. Para calefaccionar la
un domador de circo intenta acotar las pulsio-
casa, y como la señora nunca recibió dicha
nes del crecimiento salvaje, abonado por tierra,
instrucción, seguramente prender el fuego de
sol y lluvia. Esta empresa lo hace invertir grandes
la chimenea sea un logro de la nana. Junto a
cantidades de dinero, no presupuestadas. De
la alegría primitiva de reencuentro con el jardín
estas propiedades no salen estos rectángulos
del edén -que significa la extracción gratuita
de pasto, pues la leche se sigue comprando
del agua del subsuelo- aparece la necesidad
en el supermercado.
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tos adyacentes, destinos y modos transversales
para dialogar con ellos y con la naturaleza
salvaje. Esa naturaleza poética sumida en sus
fuerzas vitales nos haría pensar en transformar
este desecho, por ejemplo, en enormes bolas
de pasto que rueden hasta el muelle de Puerto
Varas. O, tal vez, se instalen escultóricamente
en medio de la carretera recién asfaltada, para
posar finalmente frente al volcán Osorno, como
ofrendas posmodernas al Purrarahue. Estaríamos
entonces
esfera, siempre
quietante
queha-
adentrándonos en la
en la fina e infrontera del
cer artístico
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