una responsabilidad sagrada

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Conferencia General Abril 1986
UNA RESPONSABILIDAD SAGRADA
presidente Ezra Taft Benson
Presidente de la Iglesia
"Tenemos la sagrada responsabilidad de cumplir con la misión tripartita de la
Iglesia: Primero, enseñar el evangelio al mundo; segundo, fortalecer a los miembros
de la Iglesia doquiera que se encuentren; tercero, llevar adelante la obra de la
salvación de los muertos. "
Mis amados hermanos y hermanas, deseo testificaros que el Señor Jesucristo está
a la cabeza de su Iglesia, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Somos sus mayordomos terrenales; poseemos su sacerdocio, administramos sus
ordenanzas, predicamos su evangelio y edificamos su reino.
No tengo palabras para expresar mi gratitud a Dios, el Padre de nuestros espíritus,
a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, y al Espíritu Santo, el Testificador.
Deseo expresar mi aprecio por quienes levantaron la mano a modo de convenio
ante el Señor para apoyarme. He sentido la expresión de vuestros corazones y de
vuestro cometido ante el Señor al ver vuestras manos en alto.
Recuerdo cuando Moisés, estando arriba en la montaña, levantaba los brazos para
que el ejército de Israel saliera victorioso. En tanto sus brazos estaban levantados,
Israel prevalecía, pero cuando caían a causa del cansancio, entonces prevalecía el
enemigo. De manera que Aarón y Hur le sostuvieron los brazos uno de un lado y el otro
del otro e Israel salió victorioso (Ezequiel 17:12). De la misma manera nosotros
saldremos victoriosos en tanto sostengamos en alto los brazos de los siervos ungidos
del Señor.
He pensado mucho en quienes me han precedido en este oficio como Presidente
de la Iglesia, y he sentido muy fuertemente mi dependencia en el Señor y la absoluta
necesidad de confiar en El para recibir su guía en los asuntos de la Iglesia tal como mis
antecesores lo han hecho.
En esta vida he sido bendecido con padres nobles y hermanos y hermanas que me
han apoyado. Dios preparó para mí una compañera escogida. Para cumplir con la
mayordomía que el Señor le ha dado, desinteresadamente se ha dedicado a ser una
compañera ejemplar y una madre noble. Nuestros hijos han sido leales al Señor y a
nosotros.
Estoy agradecido por los fuertes consejeros que el Señor me ha proveído: el
presidente Gordon B. Hinckley y el presidente Thomas S. Monson. Ambos han sido
preparados por el Señor para la labor que están desempeñando. Cada uno ha sido y
continúa siendo una gran bendición para el reino de Dios y le doy gracias por ellos.
Amo a los miembros del Consejo de los Doce, con quienes he tenido el privilegio
de trabajar estrechamente a través de los años. También ha sido un gozo servir con
miembros del Primer Quórum de los Setenta y con el Obispado Presidente.
Conferencia General Abril 1986
Existe un gran espíritu de unidad entre las Autoridades Generales de la Iglesia.
Dicha unidad es muy real y de suma importancia porque tal como el Señor ha dicho, Si
no sois uno no sois míos (D. y C. 38:27).
Continuaremos trabajando unidos como Autoridades Generales, unidos en un solo
propósito: Llevar adelante la obra del Señor.
Estamos muy agradecidos por el grande y leal apoyo de los líderes y los miembros
de la Iglesia por todo el mundo. Muchos han escrito y nos han expresado su amor y
oraciones. Necesitamos vuestro apoyo y vuestras oraciones cada día.
Es un privilegio enorme servir en el reino de Dios. En esta obra el Espíritu es lo que
cuenta, doquiera que sirvamos. Sé que debo apoyarme en el Espíritu; obtengámoslo y
seamos fieles miembros de la Iglesia, hijos y padres devotos, maestros orientadores
eficaces, maestros dedicados, inspirados líderes de barrios y estacas. Que Dios os
bendiga por vuestros nobles esfuerzos en la edificación del reino.
Si existiese alguna división entre nosotros, dejémosla de lado y unámonos en la
gran responsabilidad de llevar adelante la obra del Señor. Si hubiere algunos que se
hayan apartado de la Iglesia, os extendemos nuestra preocupación en el amor puro de
Cristo y nuestra disposición para ayudaros y daros la bienvenida a la actividad en la
Iglesia.
Tenemos la sagrada responsabilidad de cumplir con la misión tripartita de la Iglesia:
Primero, enseñar el evangelio al mundo; segundo, fortalecer a los miembros de la
Iglesia doquiera que se encuentren; tercero, llevar adelante la obra de la salvación de
los muertos.
Consideremos cada parte por separado.
El mundo necesita el evangelio, y el Señor nos ha mandado, por medio de nuestro
linaje de Abraham, divulgarlo. Todo joven miembro de esta Iglesia debe hacerse digno
de servir una misión y luego cumplirla. Muchas hermanas también pueden servir una
misión. Estoy agradecido por mi esposa, que fue a una misión, y por las nietas y nietos
que tenemos en el campo misional.
No existe un gozo mayor que el de traer almas a Cristo. La participación en esta
gran obra bendice al converso, al misionero y a los que apoyan al misionero.
Muchos matrimonios mayores también pueden servir una misión. Al hacer lo,
encontraran que una misión bendice a sus hijos, a sus nietos y a sus bisnietos de una
manera sin igual. Será un gran ejemplo para su posteridad.
Estoy muy agradecido porque mi padre aceptó el llamamiento misional, dejando a
mi madre en casa con siete hijos, y un octavo que nació mientras él estaba en el campo
misional. Sus cartas, las cuales nuestra noble madre nos leía, llenaron nuestro hogar
con el espíritu misional, y nunca se apartó de nosotros. Todos los hijos fueron por lo
menos a una misión y, con el paso de los años, así lo hicieron todas las hijas.
La segunda misión de la Iglesia es fortalecer a sus miembros.
Conferencia General Abril 1986
Tal como lo recalcó el presidente Kimball, necesitamos aprender la voluntad del
Señor y luego llevarla a cabo. Su voluntad se manifiesta a través de los libros canónicos,
sus siervos inspirados y la revelación personal.
Existe un libro que necesitamos estudiar diariamente, tanto personalmente como
en familia: este es el Libro de Mormón. Amo ese libro. Sus preceptos acercaran a una
persona más a Dios que los de cualquier otro libro. El presidente Romney recomendó
que se estudiara media hora cada día, y yo también recomiendo tal práctica. Siempre
he gozado de la lectura de las Escrituras y lo hago diariamente en forma individual y
con mi querida esposa.
Hijos, apoyad a vuestros padres en sus esfuerzos por estudiar diariamente las
Escrituras como familia. Orad por ellos, así como ellos oran por vosotros. El adversario
no desea que haya estudio diario de las Escrituras en vuestros hogares, y si puede, el
pondrá obstáculos para que no las estudiéis. Pero persistid.
Quizás cada miembro de la familia podría tomar turnos y leer un versículo. Se
podrían hacer comentarios. Tal vez deseéis estudiar por temas y quizás se podrían
hacer asignaciones.
La tercera misión de la Iglesia es llevar adelante la obra de salvación de los muertos.
Agradezco las conversaciones reverentes que tuve con mi madre cuando era niño,
mientras ella planchaba sus ropas del templo. Estoy agradecido por las sesiones
semanales del templo que disfruto con mi esposa.
El templo es la casa del Señor. Nuestra asistencia bendice a los muertos y también
a nosotros, porque es una casa de revelación.
Ahora, debemos trabajar unidos para lograr estas tres grandes responsabilidades.
En la primera sesión de esta conferencia hablamos de limpiar lo interior del vaso
(o sea purificarnos), y es algo que debemos hacer.
El Señor inspiró a su siervo Lorenzo Snow para que diera un renovado énfasis al
principio del diezmo para redimir a la Iglesia de la esclavitud económica. En aquellos
días las Autoridades Generales comunicaron el mensaje a los miembros de la lglesia.
Ahora, en nuestra época, el Señor ha revelado la necesidad de dar un renovado
énfasis al Libro de Mormón para sacar a la Iglesia y a todos los hijos de Sión de la
condenación y del azote del juicio. (D. y C. 84:54-58.) Este mensaje también debe
llevarse a los miembros de la Iglesia de todo el mundo.
Al acercarnos al término de esta gran conferencia, deseo haceros saber que Cristo
esta al timón; este es su mundo; esta es su Iglesia. Sus propósitos deben cumplirse.
Cristo es nuestro ideal. Es nuestro ejemplo. ¿Qué clase de hombres y mujeres
habéis de ser? Aun como Él es (3 Nefi 27:27.) La mejor medida de la verdadera
grandeza es preguntarnos hasta qué punto hemos podido llegar a ser como Cristo.
El Libro de Mormón declara que "todo aquello que invita e incita a hacer lo bueno,
y a amar a Dios y a servirlo, es inspirado de Dios", y "cualquier cosa que persuade a los
hombres a hacer lo malo, y a no creer en Cristo, y a negarlo, y a no servir a Dios,
Conferencia General Abril 1986
entonces podréis saber, con un conocimiento perfecto, que es del diablo" (Moroni
7:13, 17).
Usemos esta norma para juzgar lo que leemos, la música que escuchamos, los
programas que vemos, los pensamientos que tenemos. Seamos más semejantes a
Cristo.
Os reitero mi amor y el amor de Dios para todos sus hijos en todas partes del
mundo.
Ahora, por la autoridad del sagrado sacerdocio que poseo, invoco una bendición
sobre los Santos de los Últimos Días y sobre toda la gente buena del mundo.
Os bendigo con mayor discernimiento para juzgar entre el Cristo y el anticristo. Os
bendigo con mayor poder para hacer el bien y resistir el mal. Os bendigo con una mayor
comprensión del Libro de Mormón. Os prometo que desde este momento, si
diariamente leemos de sus páginas y vivimos sus preceptos, Dios derramara sobre cada
hijo de Sión y la Iglesia bendiciones como las que jamás hemos visto; y suplicaremos al
Señor que levante la condenación, el azote y el juicio. De esto testifico solemnemente.
Testifico que el Libro de Mormón es la palabra de Dios; Jesús es el Cristo; José Smith
es su profeta; La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es verdadera.
En el nombre de Jesucristo. Amén.
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