Indicadores para la Medición del Riesgo - Idea Manizales

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BANCO INTERAMERICANO DE DESARROLLO
Universidad Nacional de Colombia - Sede Manizales
Instituto de Estudios Ambientales
- IDEA -
PROGRAMA DE INFORMACIÓN E INDICADORES DE
GESTIÓN DE RIESGOS
BID - CEPAL - IDEA
EJECUCIÓN
DEL
COMPONENTE II
Indicadores para la Gestión de Riesgos
OPERACIÓN ATN/JF-7907-RG
INDICADORES PARA LA MEDICIÓN DEL RIESGO
Fundamentos Metodológicos
Estudio coordinado por
Instituto de Estudios Ambientales
Manizales - Colombia
Septiembre 2003
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Universidad Nacional de Colombia - Sede Manizales
Instituto de Estudios Ambientales - IDEA
PROGRAMA DE INFORMACIÓN E INDICADORES DE
GESTIÓN DE RIESGOS
IADB - ECLAC - IDEA
EJECUCIÓN
DEL
COMPONENTE II
Indicadores para la Gestión de Riesgos
OPERACIÓN ATN/JF-7907-RG
INDICADORES PARA LA MEDICIÓN DEL RIESGO
Fundamentos Metodológicos
Preparado por
Omar Darío Cardona A.
Director Técnico
Con
Jorge Eduardo Hurtado Gómez
Ann Catherine Chardon
Gonzalo Duque Escobar
Luz Stella Velásquez Barrero
Alvaro Martín Moreno Rivas
Samuel Darío Prieto Ramírez.
Teniendo en cuenta
La reunión de expertos sobre conceptualización del riesgo y
modelación mediante indicadores, Barcelona, julio 9, 10 y 11 de 2003
Allan Lavell
Philippe Masure
Louise Comfort
Andrew Maskrey
Tova Solo
Kari Keipi
Ian Davis
Alex Barbat
Lino Briguglio
Terry Cannon
Neil Doherty
Caroline Clarke
Manizales - Colombia
Septiembre 2003
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INDICADORES PARA LA MEDICIÓN DEL RIESGO
Fundamentos Metodológicos1
1. Introducción
En general, los países han sido "tomadores" de riesgo al invertir poco en la reducción de su
vulnerabilidad y al confiarse en el apoyo externo para la reconstrucción después de los hechos.
Después de los desastres más recientes, muchos países han hecho la promesa de hacer inversiones
para proteger la población y las actividades económicas con anterioridad a los posibles desastres
futuros. Este enfoque proactivo aboga por un cambio en el papel de los gobiernos en la gestión, al
pasar de prepararse para la respuesta y recuperación en el caso de emergencias (política actual,
que no detiene el aumento de las pérdidas por desastres) a promover la reducción del riesgo y un
enfoque de gestión que facilité y soporte las actividades de un amplio conjunto de actores locales,
públicos y privados, para reducir la vulnerabilidad como una parte integral del proceso de
desarrollo. (Clarke y Keipi 2000).
Este marco de trabajo necesariamente requiere que los gobiernos y otros actores participantes
logren tener una visión amplia del riesgo desde la perspectiva de los desastres y comprender
mejor los mecanismos de la gestión del riesgo vistos como componentes del desarrollo
económico y social. Para esto se requiere de mejor información sobre la severidad y frecuencia
de los fenómenos naturales en el sitio, como también del nivel de vulnerabilidad, incluido el
grado de resiliencia física, económica, social y ambiental ante las amenazas naturales, y de un
mejor y más convincente análisis, orientador de política, de esa información. En el caso del
gobierno, la atención debe dirigirse a la reducción del riesgo como una contribución a la
sostenibilidad y el desarrollo y, aparte de prepararse para atender las emergencias per se, es
necesario que cuente con herramientas prácticas para medir la vulnerabilidad y la eficiencia de la
gestión del riesgo. Ahora bien, teniendo en cuenta que existen distintos niveles de vulnerabilidad
y riesgo en los diferentes países, que a su vez dependen de diferentes factores causales que los
configuran, y que existen diversas políticas, enfoques y estrategias viables para intervenir muchos
de esos factores causales, es posible estimular a los actores participantes relacionados con el tema
a que asuman un papel más proactivo en la reducción del riesgo. Especial atención debe darse a
los procesos sociales, económicos y territoriales que son los factores causales primarios que
explican la acumulación del riesgo y debe reconocerse el hecho que estos procesos son
susceptibles de intervención y modificación a través de la adopción de políticas, legislación,
instrumentos y estructuras de gobernabilidad apropiadas (Cardona y Maskrey 2000).
1
Este documento de trabajo es el resultado de los aportes y discusiones del grupo de expertos locales del Instituto de
Estudios Ambientales, IDEA, Universidad Nacional de Colombia, Manizales, y las contribuciones realizadas durante
la reunión de expertos sobre conceptualización del riesgo y modelación mediante indicadores celebrada en Barcelona
en julio 9,10 y 11, 2003, para la ejecución del Componente II: Indicadores de Gestión de Riesgos, Operación BID
ATN/JF-7907-RG. El documento ha sido elaborado por Omar Darío Cardona A., director técnico del proyecto y las
opiniones aquí expresadas son solamente las de sus autores y no necesariamente reflejan la posición del Banco
Interamericano de Desarrollo.
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Insuficiencias en la información y análisis cuantitativos deficientes obstaculizan que los
gobiernos seleccionen de una manera informada políticas deseables de gestión del riesgo u otras
políticas que puedan tener un impacto importante en los niveles de vulnerabilidad de un país. En
general, no esta claro qué constituye un buen referente de funcionamiento para un sistema de
gestión de riesgos o cómo es mejor proceder para lograr que así sea. Actualmente, en la mayoría
de los países de la región no se está monitoreando la eficiencia de la gestión de la vulnerabilidad
y el riesgo de tal forma que faculte a los tomadores de decisiones a determinar si la
vulnerabilidad esta disminuyendo o aumentando y cómo, o si los objetivos de una política amplia
de gestión del riesgo se están logrando. Puesto ésto en un contexto regional, es imposible
determinar cómo un país en particular puede compararse relativamente con otros, o si su
ejecución esta por encima o por debajo de un referente esperado, teniendo en cuenta sus propias
circunstancias particulares.
Una de las características centrales u objetivo de este "Programa de Indicadores del BID/IDEA"
es construir un índice o un modelo de indicadores que describa niveles comparativos de riesgo,
desde la perspectiva de los desastres, en diferentes países y permitir la identificación de los
factores principales que contribuyen a la configuración del riesgo en cada país. (Clarke y Keipi
2000). El modelo a construir con base en un número (menor) de variables de fácil disponibilidad
y razonable robustez, debe permitir un análisis de riesgo coarse grain o de baja resolución en una
escala apropiada para toma de decisiones nacionales. Idealmente, este modelo de riesgo no
solamente deberá destacar los niveles comparativos de riesgo entre países, sino también los
factores que deberán ser intervenidos con el fin de reducir dicho riesgo. Considerando la
vulnerabilidad y riesgo, los indicadores deben ser multisectoriales en su alcance y sociales en su
enfoque, teniendo en cuenta las probabilidades relativas de una sociedad de estar en capacidad de
absorber el impacto y recuperarse dado la posibilidad de una serie de eventos peligrosos. El
modelo de indicadores (índices) sería usado como una herramienta para enfocar la atención en el
riesgo, estimular acciones para reducir riesgos en países propensos a desastres y para indicar
posibles prioridades en la asignación de la asistencia para el desarrollo (Cardona y Maskrey
2000). Sería "indicativo" y no intentaría o pretendería ser completo o preciso. El modelo sería,
por lo tanto, base de información para decisiones generales de política en áreas prioritarias para la
acción y la asignación de recursos, pero no reemplazaría la necesidad de las evaluaciones
detalladas de riesgo y los análisis fundamentales para la planificación a nivel nacional y
subnacional.
2. Concepto y uso de indicadores
Para realizar un análisis de riesgo se deben seguir tres pasos: estimar la amenaza o peligro, evaluar
la vulnerabilidad y llevar a cabo la estimación del riesgo como resultado de relacionar los dos
parámetros anteriores (Taylor et al. 1998). Cambios en uno o los dos parámetros modifican el
riesgo en sí mismo. Ahora bien, una vez valorado el riesgo y teniendo en cuenta que no es posible
reducirlo en su totalidad, para efectos de planificación, protección y diseño de obras de
infraestructura ha sido común que se defina un nivel de “riesgo aceptable”. El riesgo aceptable,
en general, son las posibles consecuencias sociales, económicas y ambientales que, implícita o
explícitamente, una sociedad o un segmento de la misma asume o tolera, por considerar que son
poco factibles y, usualmente, a cambio de un beneficio inmediato. Desde el punto de vista
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técnico, corresponde a un valor de probabilidad de unas consecuencias dentro de un período de
tiempo, que se considera admisible para determinar las mínimas exigencias o requisitos
seguridad, con fines de protección y planificación ante posibles fenómenos peligrosos.
Ha sido común que el riesgo sea valorado solamente en términos físicos, dado que la
vulnerabilidad social es difícil de evaluar en términos cuantitativos. Esto no significa que no sea
factible analizar la vulnerabilidad en forma relativa o mediante indicadores o índices, lo que
permite proponer “riesgos relativos”, que igualmente permiten la toma de decisiones y la
definición de prioridades de prevención y mitigación. Estos índices de riesgo, en principio,
pueden formularse en términos de cargas y resistencias (demanda y capacidad) como se hace
desde el punto de vista físico en la práctica de la ingeniería. La resistencia describe la habilidad
de la población afectada para enfrentar un evento extremo. Dicha resistencia o capacidad es
función de diversos factores tanto técnicos como no técnicos. Los técnicos, están relacionados
con el grado de protección que ofrecen medidas técnicas estructurales, por ejemplo diques y
embalses para la protección en caso de inundaciones, o construcción competente de edificaciones
contra terremotos, tormentas o inundaciones. Los no técnicos, incluyen capacidades económicas
de la comunidad, la habilidad de la población de auto-apoyarse, la estructura social y su
organización, entre otros. La acción de un fenómeno extremo representa la carga que actúa sobre
el sistema social, lo que involucra dos componentes: la magnitud o severidad de la carga y el
tiempo de su influencia, aspectos que tienen relevancia tanto en el caso de sucesos súbitos como
lentos y que se relacionan de alguna manera también con el tiempo de recuperación de los
elementos expuestos.
Cuando un suceso intenso se presenta, la carga y la resistencia se confrontan. Si la resistencia es
mayor que la carga, los efectos del fenómeno son disipados y no se presenta el daño. Si la
resistencia es menor, se presenta un fallo; hay desastre. Un análisis de este tipo de situación
puede hacerse en el mismo momento en que se presenta el fenómeno, lo que permitiría explicar
analíticamente a posteriori sus efectos. Pero con propósitos de planeación es posible hacer este
análisis para eventos que se pueden presentar en el futuro, lo que significa que es necesario
pronosticar la carga (su severidad y tiempo de influencia) y la capacidad o resistencia en ese
momento futuro. Es este el análisis de riesgo: la determinación anticipada de fallo o no fallo. Con
fines de planificación y la definición de medidas de protección las cargas y resistencias deben,
por lo tanto, asociarse con probabilidades; es decir que no deben utilizarse valores máximos de
cargas y resistencias, sino combinaciones de resistencias factibles y cargas creíbles.
Desde el punto de vista de la gestión del riesgo, el término resistencia corresponde a un nivel de
capacidad o, dicho de una manera inversa, a un grado de vulnerabilidad crítica, y el término carga
corresponde a la acción del fenómeno que representa la amenaza. La vulnerabilidad crítica es
igual a la carga que una comunidad puede soportar antes de recurrir a un apoyo externo. El
desastre se presenta cuando la amenaza (la carga) supera la vulnerabilidad crítica. Esta heurística
de la ingeniería es poderosa e ilustra que el riesgo podría expresarse en parámetros numéricos
unidimensionales, lo que facilita, por ejemplo, el diseñar índices o indicadores como ya se
mencionó. Ahora bien, en el contexto de la planificación del desarrollo y el ordenamiento
territorial es necesario comparar la carga y la vulnerabilidad crítica en función del tiempo, pues
estos dos aspectos no son invariantes. La vulnerabilidad esta constituida por múltiples
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componentes y depende de diversos factores, como la fragilidad física de la comunidad, su
fragilidad social y su resiliencia. La falta de resiliencia, es un factor de vulnerabilidad y un
determinante importante del tiempo de recuperación.
Finalmente, la viabilidad de un modelo de indicadores de riesgo y gestión del riesgo depende de
la existencia de información confiable y de buena calidad que satisfaga las demandas del modelo
conceptual. Actualmente la información disponible es todavía la mayor restricción. La mayoría
de la cartografía relacionada con riesgo esta limitada a patrones de amenaza. Hay poca
información cuantitativa comparativa y precisa sobre vulnerabilidad económica y social o sobre
reducción de factores de riesgo. La información se produce ampliamente en diferentes formatos y
escalas y de una manera ad hoc que complica su acopio y agregación. Debido a restricciones de
recursos institucionales y humanos la información raramente ha sido recolectada en forma
sistemática sobre largos períodos de tiempo. La mayoría de la información existente acerca de
impactos –por ejemplo, de las compañías de seguros– se limita a desastres mayores y sobre
eventos locales de escala menor no siempre hay información o es incompleta (UNDP 2000). Hay
un amplio rango de enfoques para la integración de datos y para la modelación del riesgo y la
vulnerabilidad. Existen enfoques inductivos de modelación del riesgo mediante ponderaciones y
la combinación de diferentes variables de amenaza, vulnerabilidad y reducción del riesgo.
Hay enfoques deductivos que se basan en la modelación histórica de tendencias del riesgo
materializado (es decir, desastres o daños y pérdidas que ya han ocurrido). Otros enfoques
combinan los resultados de modelaciones inductivas y deductivas. Un obstáculo para la
modelación inductiva es la ausencia de procedimientos aceptados para asignar valores y pesos a
los diferentes factores de vulnerabilidad y amenaza que contribuyen al riesgo. La modelación
deductiva no refleja el riesgo en contextos donde los desastres ocurren con poca frecuencia o
donde la información histórica no esta disponible. A pesar de estas debilidades la modelación
deductiva ofrece un atajo para la indexación del riesgo en muchos contextos y puede ser utilizada
para validar los resultados de modelos inductivos.
2.1 La utilidad de un modelo de indicadores
Para concebir un sistema o modelo de indicadores de riesgo y gestión es necesario partir haciendo
una reflexión acerca del concepto y función de los indicadores de manera general, lo que
significa hacer una crítica epistemológica y un análisis de la pertinencia en al caso del
dimensionamiento del riesgo y de la gestión del mismo; es decir los mecanismos para influir
sobre dicha realidad. Es la relación entre conocimiento y definición de políticas, que debe ser la
más sólida posible.
La manera como se enfoca un diagnóstico de riesgo utilizando indicadores tiene varias
implicaciones. La primera en relación con la conformación del modelo teórico y los indicadores
derivados del mismo, a partir de los cuales se confronta y evalúa el riesgo. De otra parte, en la
determinación de los objetivos y fines de la gestión del riesgo, en tanto constituyen un
procedimiento a partir del cual se fija una "direccionalidad" y se organiza la intervención sobre el
riesgo. Este aspecto es de especial atención, porque en ocasiones puede ser preferible tratar de
captar la realidad no en función estricta de un fin, sino de determinar un campo de posibilidades
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de cuyo conocimiento dependa la organización y orientación de las praxis necesarias para una
intervención efectiva. Es la historia como movimiento de estructuración de lo real; la
determinación de la génesis de sus perfiles sociales antes que la descripción de su morfología. Un
diagnóstico del riesgo que en lo posible permita recuperar la doble dimensión de cualquier corte
presente: el contexto de la situación dada y su devenir posible. En este sentido y en particular en
relación con el riesgo que tiene la doble dimensión de realidad y posibilidad, la reconstrucción
mediante indicadores de dicha doble dimensión significa reflejar las potencialidades que presenta
una situación dada, cuyo conocimiento debe servir de base para organizar en forma efectiva la
intervención sobre la realidad; es decir la gestión del riesgo (Cardona 2003).
El dimensionamiento del riesgo, en cualquier caso, es un diagnostico de una situación un estado o
realidad y no puede perderse de vista que la ausencia de elementos políticos, culturales y
psicosociales determina vacíos en un diagnostico de este tipo. En muchos casos un diagnóstico
más que constituir una búsqueda de un campo de posibilidades alternativas de desarrollo, es
evaluativo de las condiciones requeridas para una meta fijada previamente o un referente de
alguna manera arbitrario por los evaluadores. Esta situación en el caso del riesgo es de especial
cuidado debido al concepto de "aceptabilidad" y los niveles a partir de los cuales se considera
aceptable o inaceptable la situación.
Otro aspecto de especial relevancia es que la reconstrucción del contexto mediante indicadores en
ocasiones puede estar identificada con la agregación de información posible de sistematizar o
resumir, lo que puede implicar un importante recorte o distorsión de la realidad. También, es
necesario identificar si el diagnóstico puede distinguir procesos coyunturales y estructurales,
micro y macro espaciales, lo que en el caso del riesgo es de especial importancia dado su carácter
local. Puede al analizarse un nivel espacial macro, por ejemplo a escala de país, dejarse de captar
el modo de inserción de la problemática local o regional en dicho nivel nacional y, a la inversa, el
modo como este último se especifica en los diferentes puntos del territorio.
Así como se puede hacer referencia al concreto-abstracto como estructura significativa de
categorías articuladas, se puede también hablar del concepto-indicador como una estructura
indicativa. Ante la dificultad de encontrar indicadores adecuados para representar el riesgo y su
gestión es importante destacar la posibilidad de usar indicadores "trazadores" o de conjunto. Se
trata de indicadores, que además de representar un orden de magnitud, puedan dar cuenta de una
situación total u holística (Barbat y Cardona 2000). Son indicadores cualitativos (por ejemplo de
carácter perceptivo) que intentan recoger el significado de la realidad para alguien relevante.
Estos indicadores tratan de mejorar los límites de comprensión de la realidad. Desde esta
perspectiva la cuestión no es llegar a explicaciones cada vez más exhaustivas por agregación,
sino poder enriquecer la relación con la realidad en la forma más inclusiva posible. Así, el
problema a resolver es, en el fondo, el de cómo establecer una relación entre diversos conceptosindicadores y lo empírico que intentan denotar, para que la estructuración o encadenamiento de
ellos, al mismo tiempo que refleje las características específicas de una situación dada, pueda
señalar las diferentes direccionalidades posibles.
En general, los indicadores tienen serie de debilidades, principalmente asociadas con la
subjetividad en su estimación, en relación con la selección de variables, la técnica de medición y
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el procedimiento de agregación cuando son indicadores compuestos. El cuestionamiento de la
selección subjetiva de variables es difícil de resolver, especialmente por que la valoración es
esencialmente cualitativa. La técnica de medición puede llegar a tener limitaciones debido a la
ausencia de datos y de confiabilidad de los mismos. En el caso de índices compuestos, éstos son
el resultado de agregar o promediar otros subíndices, lo que puede esconder información útil de
carácter individual. Adicionalmente, si se realizan ponderaciones con pesos a las diferentes
variables se introduce un componente importante de subjetividad (Briguglio y Pratt 1999). Estos
aspectos hacen que, en general, un modelo de indicadores sea susceptible a cuestionamientos
académicos. Por lo anterior y teniendo en cuenta dichas debilidades o limitaciones es deseable
que los indicadores en lo posible sean de fácil medición, tangibles, adecuados al nivel de
agregación del sistema bajo análisis, centrados en aspectos prácticos y claros, sensibles a los
cambios en el sistema; que la recolección de información no sea difícil ni costosa y que las
mediciones puedan repetirse a través del tiempo. No hay procedimientos estándares para medir o
pesar la efectividad de la reducción del riesgo dado el amplio número de actores participantes y la
amplia variedad de actividades relacionadas, sin embargo enfoques basados en lógica difusa y
sistemas expertos pueden ser útiles para facilitar la asignación de valores cuantitativos.
2.2 Desarrollo de indicadores de riesgo
Para el riesgo y su gestión se pueden construir indicadores de diferente naturaleza. Indicadores de
contexto, que pueden ser descriptivos o predictivos, o de gestión, que pueden ser de eficacia y
resultado. Pueden ser de número, de relación, o indicadores compuestos, entre otros tipos. En su
formulación es necesario definir lo que expresa o singulariza, designar su atributo
(cantidad/cualidad) y especificar la unidad de medida o unidad u operacional, que es la expresión
numérica, lingüística o una fórmula. Los casos pueden variar en cantidad o cualidad, y por tanto,
las variables pueden ser clasificadas como cuantitativas o cualitativas. La calidad de un indicador
depende de la calidad de los componentes utilizados en su construcción, así como de la calidad de
los sistemas de información, recolección y registro de tales datos. Específicamente, la calidad y
utilidad de un indicador esta primordialmente definida por su validez (si efectivamente mide lo
que intenta medir) y confiabilidad (si su medición repetida en condiciones similares reproduce los
mismos resultados). Otros atributos de calidad indicadores son: especificidad (que mida
solamente el fenómeno que se quiere medir), sensibilidad (que pueda medir los cambios en el
fenómeno que se quiere medir), mensurabilidad (que sea basado en datos disponibles o fáciles de
conseguir), relevancia (que sea capaz de dar respuestas claras a los asuntos mas importantes) y
costo-efectividad (que los resultados justifiquen la inversión en tiempo y otros recursos) (OPS
2001).
Para desarrollar un sistema de indicadores es necesario desarrollar una fundamentación
conceptual consistente y coherente. No se puede descontextualizar un indicador debido a que éste
expresa la medida de la magnitud de una fuerza en un momento dado; fuerza que a su vez resulta
de la articulación de un conjunto de procesos integrados de modo condicional, articulados a las
acciones constitutivas de los sujetos. Se trata de la configuración posible de lo potencial en
proceso: conocer para transformar (Zemelman 1989). Hay muchas definiciones y modelos
conceptuales de amenaza, vulnerabilidad y riesgo que se usan comúnmente que pueden crear
confusión e impedir la comunicación de información. Por lo tanto, el establecimiento de una serie
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de definiciones de trabajo claramente definidas es una precondición básica para la modelación.
Todos los índices o indicadores están basados implícita o explícitamente en un modelo
conceptual del riesgo. En este caso, modelos conceptuales no solamente son necesarios para los
factores de amenaza y vulnerabilidad sino también para la efectividad de la gestión del riesgo y
las medidas de reducción. Diferentes modelos serían necesarios para medir diferentes aspectos
del riesgo, por ejemplo, potencial de pérdidas de vidas, posibilidad de pérdidas del sustento,
probabilidad de interrupción de la infraestructura, etc. De igual manera, la vulnerabilidad no
existe como una categoría abstracta y sólo puede definirse con respecto a una o varias amenazas
dadas. Hay diferencias importantes entre un riesgo absoluto y relativo, las cuales también
necesitan ser confrontadas. Países pequeños pueden tener niveles altos de riesgo relativo, pero un
muy bajo riesgo absoluto en comparación con países grandes (UNDP 2000).
Al igual que en otros casos, en relación con el riesgo colectivo, es importante reconocer que se
deben tener en cuenta metodológicamente tres planos de articulación en el proceso reconstructivo
de la realidad mediante indicadores: la articulación entre niveles o áreas de realidad (lo
económico, político, cultural, etc.), la articulación entre dimensiones espacio-temporales (macromicro, coyuntura, secuencia, etc.) y la articulación como producto de la dialéctica praxisestructura (actores y fuerzas sociales, realizada objetiva). En relación con el primer plano de
articulación su importancia radica en lograr contextualizar los datos y proveer al dato aislado la
riqueza heurística que posee para caracterizar una situación dada. La articulación espaciotemporal plantea la exigencia de delimitar el nivel espacial al cual se hace referencia y tener en
cuenta los ritmos u horizontes temporales de la representación. Finalmente, el tercer plano de
articulación donde el sujeto no solamente es el Estado sino también otras fuerzas sociales que
pueden imprimir, bajo circunstancias determinadas, ciertas direcciones posibles.
Es importante tener cuidado en el uso de indicadores de resultado cuando el indicatum se concibe
como un proceso cuyas propiedades son transitivas y no quedan necesariamente reflejadas por el
indicador. Esto no significa que los indicadores de resultado deban desecharse. Más bien se
intenta prevenir el manejo acrítico o ingenuo de los mismos, que aparentemente ocurre en la
actualidad con diversos métodos propuestos para la estimación de la vulnerabilidad y el riesgo en
diferentes niveles espaciales. El indicatum o la realidad es un complejo de procesos que requieren
ser sometidos a una reconstrucción (Zemelman, 1989). En este caso se trata del riesgo o de los
factores que lo componen: la amenaza y vulnerabilidad, los cuales a su vez pueden ser realidades
complejas y compuestas. Existen tipos de amenazas y la vulnerabilidad puede tener diversas
dimensiones. Aún más, la vulnerabilidad esta condicionada al tipo de amenaza que se está
considerando, lo que hace más compleja la reconstrucción de estado de realidad y posibilidad que
aquí se denomina riesgo y su respectiva gestión.
En el caso de riesgo colectivo es importante reconocer que hay involucrados sistemas complejos
de múltiples estratos de realidad (físicos, sociales, económicos, culturales) que no tienen el
mismo tipo de métrica. Los estratos de realidad física o material tienen una topología "más dura"
(harder) que permiten una medida cuantitativa, mientras que los estratos de realidad históricacolectiva tienen una topología "más blanda" (softer), en la cual la mayoría de sus propiedades son
descritas en forma cualitativa (Munda 2000). Estos aspectos indican que una valoración del
riesgo y su gestión implica la integración de diversas perspectivas de diferentes disciplinas y que
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entre las variables que describen la situación no hay una fuerte comparabilidad y
conmensurabilidad (medida común).
En otras palabras, para el dimensionamiento del riesgo y de la gestión se requiere de un enfoque
holístico (Cardona 2001), utilizando indicadores o índices relativos o técnicas similares como los
conjuntos difusos –fuzzy sets- y las redes neuronales -neural networks-. Este tipo de enfoque
integral y multidisciplinar tendría en cuenta de manera más consistente las relaciones no lineales
de los parámetros del contexto, la complejidad y dinámica de los sistemas sociales y ambientales
y contribuir a la gestión efectiva del riesgo por parte de los gobiernos y otros actores fundamentales
para lograr una actitud preventiva ante el riesgo y los desastres. Este tipo de modelaciones puede
suscitar algunas controversias desde una perspectiva reduccionista. Sin embargo, ante la
complejidad del sistema socio-técnico que se desea representar para modelar el riesgo puede ser
preferible una respuesta “aproximada” a la correcta formulación del problema desde una
perspectiva holística –que necesariamente se tiene que hacer con cierta vaguedad– que una
respuesta exacta a la formulación “incorrecta” del problema, que de manera reduccionista y
fragmentada podría realizarse con cierta precisión.
Algunas preguntas pueden ser útiles para la construcción de un modelo o sistema de indicadores
de riesgo y gestión. En la formulación de indicadores de riesgo es necesario tener en cuenta una
serie de aspectos, como el carácter o tipo de evaluación, su propósito, su enfoque y metodología,
la disponibilidad de información, el control de calidad y el indicatum o realidad que se desea
reconstruir en forma indicativa.
3. Políticas y los procesos de toma de decisiones
Las decisiones políticas en materia de riesgo son tomadas en contextos de incertidumbre, basados
en datos y procesos de variable y a veces desconocida calidad. Así, tiene lugar una situación en la
cual existe una, cada vez mayor, preocupación por parte de expertos, políticos y público en
general por las incertidumbres que afectan a la información existente sobre los problemas sociotécnicos como el riesgo, situación que se ve agravada por una manipulación política de la
incertidumbre con el fin de acelerar o retrasar iniciativas. La calidad entendida como la habilidad
de un producto para satisfacer unos determinados requisitos es el concepto que subyace la
determinación de los atributos y criterios que permiten analizar los procesos de toma de
decisiones (Funtowicz y Ravetz 1990, 1992). Así, la pregunta clave que se debe hacer cada vez
que se quiera especificar tales criterios es, por ejemplo: ¿cuáles son los fines que debe cumplir la
información en un proceso de toma de decisiones? Una vez afrontado el aspecto relativo a la
elaboración de los criterios, surge la siguiente cuestión: ¿quién determinará esos criterios que
serán aplicados? (Corral 2000). La incertidumbre que rodea las problemáticas del riesgo
colectivo, la imposibilidad del ámbito científico de resolverlas e incluso de caracterizarlas en su
totalidad "ya que ningún experto particular puede proporcionar certeza para las decisiones
políticas" ha conllevado el solicitar la extensión de los procesos a más actores e incluso a la
comunidad permitiendo incorporar una pluralidad de perspectivas que no niega la competencia de
los expertos, pero que tampoco niega la inclusión de los inexpertos en la materia. Es una
combinación de destrezas que permite que todos los involucrados en un problema puedan
enriquecer la visión del conjunto. Así la determinación de los criterios tiene que ser llevada a
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cabo a través del dialogo y la cooperación de expertos, tomadores de decisiones y el resto de
actores involucrados, partiendo del concepto de calidad.
También es necesario destacar es el aspecto dinámico que presentan los procesos de elaboración
de políticas públicas. Las problemáticas de riesgo se insertan en un entorno social, definido por
valores, intereses y objetivos cambiantes; es más, afectados por un gran número de factores. En
ese sentido, la calidad, como concepto de exploración y de análisis se considera adecuada. Al
definirse los criterios que serán utilizados, éstos deben reflejar las percepciones de los actores
dotando al análisis de una capacidad de cambio o adaptación que permite acompañar a la
dinámica del proceso. Otro punto a considerar es la fuente de legitimidad de los resultados
obtenidos. Cuando se realizan análisis sociales, en muchos casos, los resultados son la proyección
de una perspectiva, ya sea la del analista o la de la institución que ordena el estudio (Corral
2000). Al ser definidos los criterios por una representación plural de los individuos involucrados
en la problemática, la legitimación de los resultados viene dada por los mismos actores u
organismos que los analiza. Así, aunque los resultados puedan no ser aceptados en su totalidad
por todos los actores, el proceso de generación de los mismos es un proceso abierto y
transparente en el que las visiones de todas las partes son consideradas.
Por lo tanto, los modelos aplicados en los procesos de elaboración de políticas públicas como la
gestión del riesgo, puede influir en la calidad del proceso de decisiones; optar por un tipo de
modelación frente a otra (por ejemplo, modelos monocriterio en vez de multicriterio) puede
conllevar resultados diferentes encaminando los objetivos de la política pública en una
determinada dirección. Por lo tanto, el proceso de elaboración de una política como la gestión de
riesgos, a diferencia de lo que muchos creen, esta muy ligado a la técnica de evaluación que se
utilice para orientar dicha política (Corral 2000). La calidad de la técnica de evaluación, llamada
por algunos su pedigree científico, tiene una influencia insospechada en la elaboración de la
política. Si el diagnóstico, por ejemplo, invita a la acción es mucho más efectivo que si sus
resultados se limitan a identificar la simple existencia de debilidades o falencias.
Los atributos de calidad de un modelo son su “aplicabilidad”, “su transparencia”, su
“presentación” y su “legitimidad”. Del cumplimiento de estos atributos o propiedades de la
técnica de evaluación dependerá su pedigree científico. La aplicabilidad está ligada a la
adecuación del modelo al problema, a su alcance y completitud; a la accesibilidad, aptitud y
fiabilidad de la información requerida. La transparencia esta relacionada con la estructuración del
problema, la facilidad de uso, la flexibilidad y adaptabilidad, y con la inteligibilidad o
comprensión del modelo o algoritmo. La presentación se relaciona con la transformación de la
información, la visualización y comprensión de los resultados. Finalmente, la legitimidad esta
ligada con el papel del analista, el control y contrastación, la posibilidad de verificación y la
aceptación y consenso de los evaluadores y tomadores de decisiones.
4. Indicadores prelimares para la medición del riesgo
El propósito original del desarrollo del sistema de indicadores ha sido representar el riesgo y la
gestión del riesgo en una escala nacional, permitiendo la identificación de aspectos esenciales que
lo caracterizan desde una perspectiva económica y social, así como también comparar estos
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aspectos o el riesgo mismo de los países con fines de clasificación. La formulación de un sistema
de indicadores de esta índole, para que sea de fácil utilización, debe basarse en un número menor de
indicadores o índices factibles que reflejen aspectos relevantes y orientadores del tipo de acción que
debe llevarse a cabo por tomadores de decisión con fines de reducción del riesgo a una escala
nacional e internacional. Esto implica que en general es necesario identificar variables
inevitablemente agregadas, gruesas o promedio, que no pueden captar la variabilidad espacial del
riesgo; resultado de los diferentes niveles de peligro y de la vulnerabilidad diferencial que presentan
los diversos grupos sociales y sectores económicos al interior de cada país (Davis 2003; Lavell
2003).
El uso de variables agregadas nacionales puede facilitar la identificación de acciones o políticas a
nivel macro por parte de los niveles de decisión correspondientes (Briguglio 2003). Por esta razón
es conveniente y deseable también explorar sistemas de indicadores que permitan dimensionar el
riesgo relativo y la toma de decisiones hacia y entre unidades subnacionales como departamentos,
estados o provincias, donde los tomadores de decisiones son diferentes a los nacionales.
Igualmente, un sistema de indicadores de riesgo puede llegar a ser útil a nivel urbano en zonas
metropolitanas constituidas por unidades administrativas locales como distritos, municipios o
localidades (Cardona 2001; Barbat 2003). En estos casos pueden considerarse otros indicadores o
índices que den cuenta del riesgo y de sus componentes con un mayor nivel de desagregación. Por
esta razón, se presentan más adelante tres categorías de indicadores que bajo un enfoque
metodológico y conceptual similar podrían facilitar el análisis nacional y subnacional, teniendo en
cuenta unidades político-administrativas de un país y al nivel urbano-metropolitano. Estos
indicadores o índices podrían capturar diferentes aspectos para el análisis (económicos, sociales, de
resiliencia, etc.) que permitirían realizar análisis de situación y posiblemente análisis acerca de las
causas de cada aspecto. Es decir, hacer parte de un sistema integrado que refleje de manera
holística el riesgo y la gestión del riesgo en términos relativos o comparativos (Cardona 2001).
4.1 La amenaza y el referente temporal
En cualquier caso debe partirse de la potencial influencia de fenómenos que pueden afectar los
elementos expuestos de manera adversa. Esto implica definir un referente arbitrario en términos de
severidad o de período de recurrencia de los eventos que caracterizan la amenaza o peligro. Este
componente del riesgo debe modelarse de la manera más objetiva posible en términos físicos,
dentro de las restricciones de información y conocimiento existentes. Ahora bien, dado que dicha
influencia potencial es gradual de menor a mayor según la severidad de los fenómenos -menor los
más frecuentes y mayor los menos recurrentes- es necesario definir un referente que se considere
adecuado para los análisis. Esto significa que es necesario definir un nivel de amenaza factible para
el cual se espera dimensionar el escenario de riesgo y por lo tanto al definir ese nivel de amenaza se
introduce el marco temporal de referencia del análisis. En otras palabras al igual que en la industria
aseguradora se define un nivel de referencia para estimar pérdidas factibles, conocido como la
pérdida máxima probable, PML en inglés (Ordaz 2002), cuyo período de retorno es arbitrariamente
de 500, 1000 ó 1500 años, en este caso también sería necesario definir un Evento Máximo
Considerable, EMC, para el cual es necesario planificar las acciones de intervención correctiva o
prospectiva que permitan reducir sus posibles consecuencias para el país o para la unidad
subnacional respectiva.
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Teniendo en cuenta lo anterior se puede concluir que aun cuando existan diferentes amenazas que
puedan causar efectos adversos a un país, una región o una ciudad, su impacto bajo un mismo
referente de tiempo no será el mismo. Se puede construir un indicador que represente la demanda
máxima considerable que se tendría, por ejemplo en términos socio-económicos, en el caso del
escenario más crítico que cualquiera de las amenazas causaría; teniendo en cuenta su EMC para la
unidad de análisis. Esta situación por lo general sería causada por un fenómeno mayor catastrófico
o extraordinario como un sismo severo, un fuerte huracán, un tsunami notable, una erupción
volcánica paroxísmica o una inundación extrema. Dicha selección no necesariamente implica hacer
estudios de amenaza detallados para cada tipo de fenómeno sino para uno o dos, dado que en
muchos casos el fenómeno que puede causar el EMC puede identificarse fácilmente.
Ahora bien, aunque el enfoque anterior es conveniente para determinar la situación más crítica
creíble que debe ser objeto de políticas económicas y sociales específicas, también es necesario
construir un índice o indicador complementario que de cuenta del impacto recurrente de eventos
menores que afectan sistemáticamente el desarrollo a nivel local y que pueden ser el resultado de
procesos socio-naturales de degradación ambiental (Lavell 2003). Dichos eventos son causados por
fenómenos que podrían denominarse eventos persistentes o crónicos, como deslizamientos,
avalanchas, incendios forestales, sequías o también por sismos, huracanes, crisis volcánicas o
inundaciones de menor escala. Este índice puede extraerse de la base de datos DESINVENTAR
que existe para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe y que tiene información de
este tipo de eventos y sus efectos a nivel municipal.
De esta manera para cada unidad de análisis, sea un país o una área subnacional se pueden
configurar un índice relacionado con las amenazas extremas factibles (previsión científica) y un
índice relacionado con el impacto de eventos históricos con sus diferentes niveles de severidad
(memoria). Ahora bien, algunos fenómenos de lento proceso, como la sequía o procesos de
deterioro ambiental, puede ser difícil captarlos en forma deductiva o inductiva, por lo cual hay que
darles un tratamiento especial. En cualquier caso diversos supuestos tendrán que hacerse con el
mejor criterio posible en el proceso de estimación de los indicadores, debido a que cierta
información no se podrá encontrar con la resolución y la calidad deseable. No obstante, los
resultados que se obtengan podrán facilitar la identificación y la justificación de acciones relevantes
de gestión de riesgo.
4.2 Escala espacial y sus implicaciones
Dado que el concepto de nacional no tiene ninguna relación con la escala espacial, es necesario
tener especial cuidado al considerar el tamaño físico y económico de los países (Briguglio 2003).
Aunque se considera, en general, que los países pequeños son más vulnerables que los grandes,
cuando el riesgo se expresa no solamente en términos de los efectos adversos potenciales sino
también en términos de su resiliencia, o la capacidad del país para hacer frente a situaciones
críticas, pueden presentarse situaciones paradójicas (Benson 2003). Igualmente, el impacto de
eventos menores y frecuentes, percibidos como de poca relevancia nacional en un país grande,
pueden significar efectos negativos acumulativos para el desarrollo en el nivel local de especial
importancia (Lavell 2003). Por esta razón es necesario identificar y modelar mediante los
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indicadores que se establezcan este tipo de situaciones que pueden desorientar o afectar la
pertinencia y efectividad de la gestión del riesgo. En otras palabras, aparte del marco conceptual
sobre el cual se plantea la estructura del problema de riesgo también es necesario considerar los
sesgos o influencias que pueden generarse por el enfoque metodológico utilizado (Benson 2003).
Este aspecto puede tener una incidencia insospechada en la identificación de las políticas de
gestión.
5. Representación de la vulnerabilidad
Los indicadores para la descripción del grado de exposición, las condiciones socio-económicas
prevalentes y la falta de resiliencia deben formularse en forma consistente (en forma directa o
inversa [inv] según el caso) y reconociendo que su influencia explica que se presenten efectos
socio-económicos y ambientales adversos cuando se materialice un fenómeno peligroso. Cada
aspecto puede ser un conjunto de indicadores que exprese situaciones, causas, susceptibilidades,
debilidades o ausencias relativas del país, la región o la localidad que se valora, hacia las cuales se
pueden orientar acciones de reducción del riesgo. Estos indicadores se deben escoger teniendo en
cuenta que reflejen lo mejor posible lo que se quiere representar y la calidad y confiabilidad del
dato (Comfort 2003). El uso de variables que representan aspectos similares o la utilización
repetida del mismo indicador dentro del sistema de indicadores significa que se les está otorgando
un mayor peso con respecto a los demás (Davidson 1997; Cardona 2001; Briguglio 2003).
En el caso de exposición y/o susceptibilidad física los indicadores que pueden cumplir mejor esa
función son los que reflejan población, activos, medios de sustento, inversiones, producción,
patrimonios esenciales y actividades humanas (Masure 2003). Sería deseable contar con datos de
sus segmentos más susceptibles, como población pobre, infraestructura y asentamientos inseguros,
cultivos frágiles, fuentes de trabajo inestables. También pueden considerarse como indicadores de
este tipo los que reflejan tasas de crecimiento y densificación poblacional, agrícola o urbana.
La fragilidad socio-económica se puede representar mediante indicadores de pobreza,
analfabetismo, desempleo, inflación, deuda, dependencia, disparidad social, inseguridad humana y
degradación ambiental. Son indicadores que reflejan debilidades relativas o condiciones de
deterioro que agravarían los efectos directos causados por fenómenos peligrosos (Cannon 2003;
Davis 2003). Aunque que dichos efectos no necesariamente son aditivos y, en algunos casos,
podrían considerarse una doble contabilización su influencia es de especial importancia a nivel
económico y social. La reducción de este tipo de factores, objeto de un proceso de desarrollo
humano sostenible y de políticas explícitas de reducción de riesgo es uno de los aspectos en los
cuales debe hacerse especial énfasis.
La falta de resiliencia o de capacidad para enfrentar o absorber el impacto de los fenómenos
peligrosos está relacionada con el nivel de desarrollo y la existencia explícita de la gestión del
riesgo. Como factor de vulnerabilidad la falta de resiliencia puede representarse en cada nivel
mediante el tratamiento inverso de un amplio número de indicadores relacionados con la
gobernabilidad, la protección financiera, la redistribución económica, el nivel de desarrollo
humano, la percepción colectiva, el capital humano, el nivel de desarrollo tecnológico y la
preparación para enfrentar situaciones de crisis. Este conjunto de indicadores por sí solos y
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particularmente desagregados en el nivel local podrían facilitar la identificación y la orientación de
las acciones que se deben promover, fortalecer o priorizar para lograr un mayor nivel de seguridad
(Cannon 2003; Davis 2003). Su participación dentro del sistema de indicadores de riesgo se
justifica en la medida en que la ejecución de acciones efectivas de prevención, mitigación,
preparación y trasferencia de riesgos hacen que el riesgo disminuya y por el contrario, cuando estas
acciones no existen o no son suficientemente efectivas el riesgo aumenta.
5.1 Indicadores preliminares a nivel nacional
De acuerdo con lo anterior se propone preliminarmente un sistema de indicadores que represente
los factores de riesgo antes mencionados. Por su carácter preliminar en el desarrollo del modelo
previsto podrán llegar a incluirse otros índices o indicadores y/o desecharse algunos por razones
que en su momento se consideren pertinentes. Su concepción preliminar y su pertinencia se han
fundamentado en la existencia de información que hace factible su uso o la construcción de índices
deseables para la medición del riesgo de los países con fines de política pública a nivel nacional.
Índice de Déficit por Desastre
Para la construcción del primer indicador del sistema se propone la elaboración de un Índice de
Déficit por Desastre, IDD, que se calcula de la relación entre la demanda de fondos económicos
contingentes que genera el Evento Máximo Considerable, EMC, estimado para el país, y la
disponibilidad o acceso a fondos internos o externos.
IDD = Necesidad contingente de fondos a causa del EMC
Acceso actual a fondos internos y externos
El EMC corresponde al máximo impacto económico, tanto en los activos públicos como privados,
que se puede presentar de un área del país o en la totalidad del mismo (situación muy posible en el
caso de países pequeños) al considerar el fenómeno máximo (factible) en un período de retorno de
1000 o 1500 años (por definirse). Esta evaluación significa realizar un modelo que estime la
amenaza -en lo posible, desde el punto de vista probabilístico- y la vulnerabilidad física agregada
en el sitio, de tal manera que se pueda estimar el daño global y su valoración en términos
económicos directos.
El acceso actual a fondos internos o externos se obtiene de la estimación de valores factibles
correspondientes a:
-
Reasignación presupuestal
Crédito interno
Crédito externo
Nuevos impuestos
Flujo de fondos privados
Pagos de seguros
Ayudas y donaciones
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Este tipo de indicador para el nivel nacional permitiría a los tomadores de decisiones tener una
dimensión del problema presupuestal que tendría el país y la necesidad de considerar este tipo de
cifras en la planificación presupuestal y financiera (Freeman y Martin 2002). Aunque no se llegara
a presentar un déficit el reconocimiento del impacto potencial a la economía nacional permitiría
ratificar la necesidad de explorar medidas económicas como el incentivo del aseguramiento de los
inmuebles públicos y privados, el establecimiento de fondos de reservas con base en criterios sanos
de retención de pérdidas, la contratación de créditos contingentes y el impulso de medidas
estructurales y no estructurales de prevención y mitigación.
Índice de Desastres Locales
Un segundo indicador sería el Índice de Desastres Locales, cuyo objetivo es captar qué tan
propenso es el país a la ocurrencia de desastres menores y el impacto acumulativo que causa este
tipo de eventos al desarrollo local. Este índice, en proceso de formulación, intentaría representar la
variabilidad y dispersión espacial del riesgo al interior del país como resultado de eventos menores
y recurrentes. Su formulación se haría utilizando la base de datos DESINVENTAR de la Red de
Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, que tiene registros de la mayoría
de los países de América Latina y el Caribe discriminados por tipos de eventos, tipos de efectos a
nivel municipal, así como también acumulaciones y estadísticas temporales y espaciales. Esta base
de datos sobre desastres locales se ha venido construyendo en los últimos diez años y cuenta con
cerca de 80,000 registros de 16 países donde aproximadamente el 70% de los mismos corresponde
a eventos ocurridos después de 1970. Se prevé realizar previamente algunos procesamientos para la
depuración y consistencia estadística de la base de datos y se definirán umbrales para la
caracterización de los eventos y su consideración.
La formulación de este índice tendría especial interés para intentar elaborar un factor de
escalamiento que permita relacionar de manera razonable países grandes y pequeños, que
comparados solamente a la luz del Índice de Déficit por Desastres podría generar posibles
incongruencias y percepciones sesgadas al realizar comparaciones entre los países.
Indicadores de Vulnerabilidad
Los indicadores de vulnerabilidad se subdividen en tres grupos que a nivel nacional,
preliminarmente, son los siguientes:
Indicadores de Exposición y Susceptibilidad
-
Densidad poblacional
% de población pobre
Crecimiento poblacional
Crecimiento urbano
% de tierra arable
Producto nacional bruto
Crecimiento económico
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Indicadores de Fragilidad Socio-económica
-
Indigencia (población con ingresos menores a 1 US$ diário)
Índice de pobreza
Desigualdad (participación del quintil más pobre en el consumo)
Desempleo como % de la fuerza de trabajo
Desnutrición
Tasa de alfabetismo (inv)
% de personas con acceso a salud (inv)
% de personas con acceso a agua (inv)
% de población con dependencia al GDP agricultura
Concentración del ingreso
Inflación
Dependencia
Servicio de la deuda
Degradación del suelo
Indicadores de Resiliencia (falta de)
-
Ingreso per capita (inv)
Desarrollo humano (inv)
Desarrollo genero (inv)
Cobertura de educación primaria (inv)
Cobertura de educación secundaria (inv)
Gasto social (inv)
Corrupción
Evasión de impuestos
Fragmentación (aplicación limitada de legislación)
Médicos por 1000 habitantes (inv)
Camas hospitalarias (inv)
Radios por 1000 habitantes (inv)
% de aseguramiento de vivienda
% de tierra irrigada
Estos indicadores son una primera aproximación para facilitar el análisis y el ajuste de los mismos
según sea conveniente en la siguiente fase del programa. Una vez se definan los indicadores más
apropiados y la manera de relacionarlos el sistema de indicadores se espera aplicar al menos en diez
países de América Latina y el Caribe. Posiblemente, las mayores dificultades que se presentarán
estarán relacionadas con el proceso de modelación del Índice de Déficit por Desastre, debido a la
complejidad de la evaluación de la amenaza y del EMC; igualmente, por el tipo de supuestos que
tendrán que considerarse y que pueden generar algunas controversias.
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6. Metodología de evaluación y relación de indicadores
Usar indicadores para realizar estimaciones o mediciones de riesgo tiene el beneficio de permitir la
combinación de técnicas cuantitativas y cualitativas de evaluación tanto de amenaza como de
vulnerabilidad. Los indicadores permiten captar rasgos que mediante modelos o algoritmos
matemáticos no es posible estimar o que intentar estimarlos mediante dichos modelos es
igualmente impreciso. Sin embargo, cualquier sistema de indicadores debe ser consistente en la
manera de relacionar las variables seleccionadas. Esto implica que será necesario en el caso de las
estimaciones propuestas definir si las relaciones serán aditivas o multiplicativas por ejemplo. Si
tendrán pesos diferentes, que permitan expresar su contribución a lo que se desea representar, o si
su contribución es exclusivamente indicativa y para efectos comparativos.
Los indicadores propuestos para cada nivel se han identificado teniendo en cuenta que en lo posible
se basen en cifras, índices, tasas o proporciones existentes que provienen de bases de información
reconocidas o que existen en cada país, región o ciudad. Algunos valores tendrán que ser
normalizados, por ejemplo, por el área de estudio o por la población. Sin embargo, también existe
la posibilidad de hacer valoraciones cualitativas utilizando variables que se consideren pertinentes y
para las cuales no hay un indicador preciso o que refleje lo que se quiere medir. En esos casos es
necesario calificar la variable con una escala que puede ser de 1 a 5 (ó de 1 a 7), representando
valoraciones lingüísticas (Briguglio 2003; Davis 2003; Masure 2003). Por ejemplo, en relación con
una propiedad deseable se puede valorar si existe en una escala de categorías como ausente, por
debajo del promedio, promedio, por encima del promedio, óptimo. En ese sentido se pueden
proponer rasgos que expresen más directamente lo que se desea representar como los indicados en
los Apéndices I y II. La lógica difusa permite precisamente el uso de variables lingüísticas
definiendo funciones de pertenencia a conjuntos difusos y bases reglas difusas que permiten la
agregación o intersección de rasgos o variables (Pedrycz 1995; Jang et al 1997; Leondes 1998).
Este tipo de técnicas permiten incluso obtener índices numéricos (desfuzificación), resultado de la
relación de las variables y son una alternativa para la evaluación cualitativa y para su combinación
con valores numéricos (Cardona 2001). Estas consideraciones serán objeto de estudio más adelante,
con el fin de definir en detalle los indicadores definitivos y la manera de relacionarlos.
En conclusión, este tipo de enfoque holístico de evaluación, debido a su flexibilidad y posible
compatibilidad con otros enfoques de evaluación específica, será con el tiempo cada vez más
utilizado y aceptado como una de las mejores opciones para la representación de las situaciones de
riesgo y de gestión del riesgo, debido a su naturaleza compleja e imprecisa. Su fortaleza está en la
posibilidad de desagregar los resultados e identificar los factores hacia los cuales se deben orientar
las acciones de gestión del riesgo, con el fin de valorar su efectividad. Su objetivo principal es
estimular la toma de decisiones -es decir, que el concepto que lo subyace es el control- y no la
evaluación precisa del riesgo -que comúnmente se soporta en el concepto de verdad física.
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APÉNDICE I: PREGUNTAS ORIENTADORAS
Carácter y propósito:
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¿Cuál debe ser el objetivo de la evaluación?
¿Cuál podría ser la resolución?
¿Debería ser una evaluación multidimensional?
¿Son los objetivos poco realistas o inalcanzables?
¿Cuáles objetivos pueden ser últimos e intermedios?
¿En que lenguaje se expresarán los resultados?
¿A qué objetos y qué ambientes se aplicarán sus resultados?
¿Cómo sus resultados pueden ser usados?
¿Cómo se puede evaluar el uso de los resultados?
¿Qué y para quién podría ser útil la evaluación?
¿Quién puede usar la información?
¿Quién cuida y está dispuesto a compartir la responsabilidad de la evaluación y su
utilización?
¿Cómo se lograrán las decisiones administrativas relacionadas con los indicadores?
Enfoque y metodología:
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¿Debe ser el método cuantitativo o cualitativo?
¿Cómo definir subíndices y pesos?
¿El enfoque será basado en criterios objetivos o subjetivos?
¿Será el diseño estático o dinámico?
¿Cómo se verificará la confiabilidad o validez?
¿El análisis será holístico o de unidades componentes?
¿El procedimiento será inductivo o deductivo?
¿Qué escala se utilizará para cambiar datos cualitativos a cuantitativos?
Información:
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¿Cuales serán las fuentes de información y datos?
¿Cuáles serán los métodos para obtener información no publicada oficialmente?
¿Qué métodos se utilizarán para hacer la información comparable?
¿Qué medidas deben tomarse cuando falte información?
¿Cuáles podrían ser las dificultades potenciales de cuantificación?
¿Qué justifica la simplicidad?
¿Cómo obtener precisión, confiabilidad y control en procesos de medición?
Control de calidad:
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¿Cuál podría ser el papel de los evaluadores?
¿Quién es el mejor calificado para realizar la evaluación?
¿Cuál podría ser el rol de los expertos y consultores?
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¿Cómo involucrar personas nacionales de cada país en la evaluación?
Alcance del indicador para representar la realidad (indicatum):
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¿Qué aspectos deben ser especificados para evaluar la vulnerabilidad?
¿Qué significa indicadores fáciles de comprender y de significado intuitivo?
¿Cuales serán las amenazas consideradas?
¿Son todas las amenazas factores exógenos?
¿Cuáles son elementos expuestos?
¿Qué cualidades deben ser tenidas en cuenta?
¿Cómo tener en cuenta diferentes amenazas, grados de exposición y condiciones de los
países?
¿Cuál podría ser el efecto del tamaño de un país y variaciones en su interior?
¿Qué umbrales tendrían que definirse?
¿Es la vulnerabilidad influenciada por la susceptibilidad económica o ecológica?
¿Son las desventajas estructurales considerarse como vulnerabilidad?
¿Cuáles son ejemplos de indicadores a tener en cuenta?
¿Qué variables pueden ser considerados indicadores de exposición?
¿Cómo se deben medir los impactos?
¿Cómo considerar el desempeño de instalaciones críticas y líneas de vida?
¿Cómo tener en cuenta la resiliencia macro-económica?
¿Cómo medir las capacidades institucionales?
¿Cómo tener en cuenta el nivel local?
¿Cómo podría probarse la robustez de los indicadores?
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APÉNDICE II: COMPILACIÓN DE FACTORES DE RIESGO
En todas las fuentes consultadas por el IDEA se describen numerosos factores de riesgo y
vulnerabilidad, los cuales fueron reunidos y clasificados aquí para dar cuenta de la complejidad
de los conceptos. Existen diversas metodologías entre las cuales recientemente se han propuesto
dos (UNDP 2003; GTZ 2003) para el nivel nacional y local que incluyen indicadores de riesgo
que intentan reflejar algunos o la mayoría de los factores que aquí se incluyen a modo de listado.
Se hizo una clasificación principalmente de factores físicos, naturales, ecológicos, tecnológicos,
sociales, económicos, territoriales, culturales, educativos, funcionales, político-institucionales y
administrativos como temporales. Algunos de estos factores están estrechamente vinculados,
dado que se condicionan unos a otros y con frecuencia se refuerzan entre sí.
¾ Factores físicos
ƒ Ubicación
¾ Factores naturales
ƒ Naturaleza del fenómeno y su magnitud
ƒ Ecosistemas frágiles
ƒ Tipo de suelo
ƒ Erosión
ƒ Fenómenos climáticos globales: calentamiento genera elevación del nivel del
mar, lo que vuelve ciertas costas e islas inhabitables por las inundaciones
¾ Factores ecológicos
ƒ Deterioro del Ambiente
¾ Factores tecnológicos
ƒ Tipo de vivienda
ƒ Fallas técnicas en las construcciones (Altura, material, sistema constructivo,
efecto martillo, nivel de mantenimiento)
ƒ Calidad de las infraestructuras
ƒ Tratamiento y abastecimiento en agua
¾ Factores sociales
ƒ Población
ƒ IDH
ƒ Mortalidad al nacer
ƒ Mortalidad infantil
ƒ Esperanza de vida
ƒ Malnutrición
ƒ Marginalidad
ƒ Segregación
ƒ Densidad de población
ƒ Densidad poblacional
ƒ Crecimiento poblacional
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Población urbana
Densidad Población Urbana
Crecimiento población urbana en los 3 últimos años
Género
Edad
Incapacidad física
Organización comunitaria: Cooperativas, Asociaciones, ONGs, Lugar de culto
Capacidad de recuperación
¾ Factores económicos
ƒ Recursos
ƒ Pobreza
ƒ PIB y su crecimiento
ƒ Estructura productiva
ƒ Poca diversidad económica
ƒ Marginalización de los mercados
ƒ Dependencia de situaciones económicas externas
ƒ Necesidad de importaciones en el campo energético y manufacturero
ƒ Endeudamiento de los países
ƒ La apertura económica
ƒ La concentración de las exportaciones
ƒ La periferialidad
ƒ Inversiones en salud, educación, infraestructura...
ƒ El aumento de la deuda externa de ciertos países los obliga a buscar exportar
materia prima y recursos naturales a cualquier precio: la presión sobre le medio
natural es fuerte
ƒ El desarrollo del turismo en las costas y la explotación de la madera han
generado una presión fuerte sobre el suelo, aumentando la erosión
ƒ Presencia de ramas particulares de la economía: Turismo, Agricultura,
Transporte (redes de vías y sistemas de transporte)
ƒ Altos costos de flete
ƒ Falta de acceso a la propiedad
ƒ Perfiles de acceso de los hogares
ƒ Oportunidades de ingreso
ƒ Presupuesto del hogar
ƒ Acceso al mercado
ƒ Acceso a bancos,
ƒ Acceso a créditos,
ƒ Activos líquidos de emergencia que un hogar puede vender para comprar
alimentos, reconstruir su casa
ƒ La crisis económica no permite hacerles mantenimiento a las construcciones
ƒ Capacidad de recuperación
¾ Factores territoriales
ƒ Capacidad de alcanzar un nivel apropiado de planeación
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Leyes que rigen la propiedad del suelo
Uso del suelo
Situaciones de riesgo real ya registradas en el sitio (“desastres” pasados)
Urbanización rápida
Hacinamiento de viviendas en los tugurios (perturba los procesos de drenaje y
filtración del agua)
Guerras
Aislamiento del centro de salud y educación
Falta de acceso a la propiedad
¾ Factores culturales
ƒ Historia
ƒ Casta
ƒ Religión
ƒ Etnicidad
ƒ Clase y relación de clase
ƒ Estructuras de dominio
ƒ Ideología
ƒ Flexibilidad
ƒ Falta de ética
ƒ Alto grado de fatalismo
ƒ Hábitos tradicionales dañinos
ƒ No tener una visión multi-amenaza
ƒ El manejo de las basuras
¾ Factores educativos
ƒ Tasa de alfabetismo
ƒ Insuficiente fomento de una cultura de la prevención
ƒ Acceso a la información
¾ Factores funcionales
ƒ Capacidad de respuesta de emergencia
ƒ Capacidad de evacuación
¾ Factores político-institucionales y administrativos
ƒ Patrón de desarrollo
ƒ Gobernabilidad
ƒ Estructuras democráticas débiles (escasa participación de la población en los
procesos democráticos)
ƒ Iniquidad
ƒ Falta de voluntad política
ƒ Malversación (Indicador de corrupción, clientelismo)
ƒ No incorporación de planes de reducción del riesgo en los planes de desarrollo
ƒ Planes de Reducción del Riesgo
ƒ Normas y tipos de normas
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Guerras
Asignación de recursos por parte del Estado
Reforma agraria
Política alimenticia
Continuidad de las políticas
Políticas de prevención y mitigación
Inexistencia de Organismo Nacional de Prevención y Atención
Ubicación institucional de los organismos responsables (Ministerio,
Presidencia, Ejército)
Existencia de estudios de impacto sobre la comunidad cuando se plantea un
proyecto: existe la norma/se aplica la norma
Inexistencia o fallas en el código de construcción
Capacitación del personal
Distribución del presupuesto
Falta coordinación
Falta o insuficiencia de mecanismos o instrumentos para la repartición del
riesgo financiero (fondos para desastres, pólizas de seguro)
Inexistencia de institutos de investigación en los campos (físico-natural,
hidrometeológico, socio-económico, técnico/ingeniería, Ciencias Políticas,
Sismología/Volcanología, Cartografía/Geodesia, Geografía, Geología,
Geofísica)
No tener una visión multi-amenaza
Periodicidad de los encuentros de los organismos operativos
Inexistencia de órgano Técnico
Comités Local y Regional (tienen facultades reales y legales?)
Baja densidad de centros de salud y de educación
¾ Factores temporales
ƒ El tiempo
ƒ Momento (tiempo y duración) en que se presenta el evento
Es importante precisar que el considerar uno u otro factor de vulnerabilidad depende del tipo de
amenaza, de la escala espacial a la cual se está trabajando (nacional, regional o local) y
finalmente de la escala temporal contemplada (antes y/o durante y/o después del impacto).
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APÉNDICE III: FRAGMENTO DE LA PROPUESTA DE EIRD/PNUD
Marco Conceptual para Orientar y Monitorear la Reducción del Riesgo
La siguiente propuesta tiene como objeto el desarrollo de un marco común para el entendimiento,
guía y monitoreo de la reducción del riesgo desde la perspectiva de los desastres en todos los
niveles. El fin último de este esfuerzo colectivo e interactivo es fomentar e incrementar prácticas
apropiadas y efectivas para la reducción de riesgos (EIRD 2003).
A continuación se encuentra una primera propuesta muy preliminar para un marco conceptual
para orientar y monitorear la reducción del riesgo desde el punto de vista de los desastres, en
forma de matriz, organizada alrededor de las siguientes categorías y componentes:
Político
Compromiso
Política y planificación
Legislación
Recursos
Organización institucional
Marco normativo
Monitoreo
Identificación del riesgo
Valoración del riesgo (análisis de amenaza y vulnerabilidad y estimación
de capacidades)
Conocimiento
Manejo de información y comunicación
Educación y capacitación
Toma de conciencia pública
Investigación
Aplicaciones de gestión de riesgos
Gestión ambiental
Redes de protección y seguridad social
Instrumentos financieros
Planificación de usos del suelo, planificación urbana y regional
Medidas físicas/estructurales
Predicción y sistemas de alerta temprana
Preparativos y manejo de emergencias
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REFERENCES
Barbat, A. (2003). Vulnerability and Disaster Risk Indices from Engineering Perspective and Holistic
Approach to Consider Hard and Soft Variables at Urban Level, IADB/IDEA Program on Indicators for
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