La claúsula Van Halen

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Artículo para ISO 21500
La cláusula van Halen
Mario Coquillat, PMP
especificaciones,
así
que
decidieron introducir esta cláusula
como modo de testear que todo
estuviera
bien,
número
de
enchufes, potencia de los mismos,
peso que podía aguantar el
escenario…
El grupo Van Halen tenía fama por
incorporar una cláusula particular
en sus contratos, en el backstage
tenía que haber un bol lleno de
M&Ms, con los M&Ms marrones
retirados. Si no se cumplía esa
cláusula del contrato, podían dejar de
actuar y cobrar por ello. Los rumores
es que si esta cláusula no se
cumplía, habían llegado a provocar
destrozos con su ira. ¿Qué había
detrás de este rumor?
La verdad es que es cierto, Van
Halen ponía esa cláusula de M&Ms
en sus contratos, si había M&Ms
marrones
podían
cancelar
el
concierto cuando les diera la gana y
aun así cobrar por el mismo. Pero
detrás
de
esa
cláusula
aparentemente
muy
caprichosa,
había un inteligente razonamiento de
un buen gestor digno de ser
estudiado en escuelas de negocios
para gente con corbata, a pesar de
ser inventada por melenudos de ropa
de dudoso gusto. Nos encontramos
ante el primer Project Manager del
Heavy Metal.
Van Halen era el primer grupo que
hacía
grandes
producciones.
Cuando estaban en tour llevaban
nueve camiones de dieciocho ruedas
hasta arriba, cuando lo normal es que
fueran tan sólo tres para otros
grupos. El contrato que hacían por
tanto era excesivamente técnico,
con
un
montón
de
El contrato al que le llamaban la
“Sección Amarilla de China”,
era un mamotreto de más de 500
clausulas de términos legales y
técnicos donde se especificaba,
por ejemplo, que el organizador
debía colocar en el escenario
sockets de 15 amperes de voltaje
distribuidos cada 20 pies (para
evitar corto circuito), o bien otra
clausula que decía que los
cañones de luz frente al escenario
deberían estar a más de 75
metros de la tarima central (para
evitar que lastimen los ojos del
grupo).
Ahora viene lo entretenido. De 500
cláusulas de contrato entre Van
Halen y el Madison Square
Garden, el Estadio Azteca o el
Estadio
Cuscatlán
en
San
Salvador era fácil que, dada la
complejidad de un escenario así,
los organizadores dejaran de leer
partes de contrato por flojera,
inexperiencia
o
simplemente
negligencia, poniendo en peligro
todo el escenario, al grupo y a
su fama de gran espectáculo.
Vamos, una amenaza en toda
regla.
Más o menos entre la cláusula 200
y la 300, David Lee Roth metió la
famosísima cláusula de los M&Ms
quitando todos los cafés, y la pena
por no atender dicha cláusula era
la cancelación inmediata del
concierto y el organizador
debía pagar el 100% del
precio.
Así que nada más llegar lo
único que había que hacer
era mirar si había M&Ms
marrones en el escenario, si
los había, es que las demás
condiciones técnicas no se
habían leído con detalle y era
seguro que habría problemas.
Si lo pensamos, introducir una
cláusula de este estilo en
ciertos contratos puede ser
una forma rápida y sencilla
para
chequear
ciertos
aspectos
técnicos,
sin
problema alguno.
Conclusión: Parece brillante y
bien gestionado: una cláusula
que implica cero esfuerzo
económico y operativo, pero
que define claramente quién
se ha leído con calma y ha
prestado
atención
a
un
contrato, oferta, etc. Se puede
aplicar por ejemplo a dos
escenarios:
1. Puedes poner una cláusula
de este estilo a la hora de
elaborar
una
RFP
para
comprobar
que
los
participantes han prestado la
atención adecuada.
2. Si estás subcontratando un
servicio
a
una
tercera
empresa, en los requisitos,
puedes añadir uno de este
estilo para asegurar que la
empresa subcontratada presta
la atención adecuada y así
minimizar posibles problemas
de cara al cliente final.
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