ASHES OF TIME REDUX El paso del tiempo no ha sido suficiente para que esta producción de Wong KarWai se convirtiera en cenizas. Rescatada del baúl de los recuerdos (o del olvido permanente con el que chocan esas producciones menos conocidas de esos directores que admiramos), ahora llega empaquetada en nuevo formato; un lavado de cara, imagen, sonido y duración que hará las delicias de los aficionados al cine de artes marciales que busquen nuevas formas de expresión dentro del género. Parece que está de moda reestrenar viejas glorias que se resisten a desaparecer. La primera fue Apocalipse Now Redux. Hace poco veíamos como Mishima resucitaba por fortuna de los seguidores de este polémico escritor. Y ahora KarWai desecha siete minutos de su Ashes of Time para ofrecernos una versión restaurada y mejorada de este ecléctico wuxia pian, donde los saltos temporales están a la orden del día y donde todo el estrellato de Hong Kong de los años 90 luce trajes de época. Decimos que los saltos cronológicos, el tempo desestructurado, es el sello que portea toda la historia de amor entre varios personajes que aman la espada de la misma manera que a sus amantes. Por lo tanto, este wuxia estructurado en capítulos correlativos a las estaciones del año bebe directamente de esa tradición pulp escrita, surgida de las novelas de caballerías chinas, con la pizca arty que siempre caracteriza al cine de Wong KarWai. ¿Y qué nos cuenta? Pues temáticamente un preludio a las posteriores Deseando Amar y My Blueberry Nights, con ecos de Days of Being Wild, pero con valientes guerreros que blanden la espada por celos y desesperación. No tiene más. Eso sí, resulta imposible narrar de forma concisa el entramado que envuelve el mundo que rodea todos los personajes de Ashes of Time. Podemos simplificarlo en que un guerrero llamado Ou-Yang Feng (Leslie Cheung), enamorado de una mujer que prefiere acostarse antes con su hermano que con él, vive atormentado en un medio desértico. Para solventar sus penas recorre agrestes páramos en busca del mejor postor. A lo largo de una hora y media asistiremos a varios enfrentamientos con otros espadachines que malviven por pocas perras, igual que el pobre Feng, debatiéndose continuamente entre abandonarse a la suerte del mejor cliente o seguir intentando conquistar el corazón de la mujer a la que ama. Los guerreros que aparecen en el escenario los ha tomado directamente prestados Kar-Wai de The Eagle Shooting Heroes, una famosa novela de Louis Cha. Este veterano escritor se ha especializado en novelas de espadachines que se han ido publicando y reeditando a lo largo de las décadas con un éxito sorprendente; de entre ellas, muchas han sido adaptadas al cine, como la trilogía de Swordsman. Wong Kar-Wai, que no puede esconder su pasión por este tipo de cine tan genérico de Hong Kong, quiso probar suerte con mejor o peor fortuna. Igual que muchos otros compatriotas suyos. Lo cierto es que en el momento de filmarla se rodeó de la creme de la creme del cine de la ex-colonia británica, y entre escena y escena, deambulan Leslie Cheung (como protagonista principal e hilo conductor de la trama), Jacky Cheung, Maggie Cheung (una de las musas de Kar-Wai, siendo su tercera colaboración), la sensual Brigitte Lin, Carina Lau y los dos Tony Leung (Kar-Fai y Chiu-Wai). El resultado es cuanto menos sorprendente. Lo arty prevalece por encima del relato pulp original. Pero no debería extrañar de un cineasta con vocación de autor, y que sigue siendo admirado por esa crítica y público que peregrina semanalmente a las principales salas de arte y ensayo que aún sobreviven en algunas ciudades grandes. Nunca antes el cine de artes marciales había sido sacado de sus casillas para acercarlo a otro tipo de público no habituado con este tipo de entretenimientos antigravitatorios. Zhang Yimou se aventuró en el 2002 con Hero, cuya plasticidad se reafirmaba ante un relato de enorme envergadura argumental. Pero Kar-Wai se anticipó diez años antes en Ashes of Time. Ahora, con un nuevo montaje, una reformulación conceptual del film original en cuanto a narrativa, una precisa remasterización del sonido y la música original (con aportaciones nuevas de Yo-Yo Ma, aunque personalmente me decanto por el soundtrack original) y un maquillado de fotografía a cargo del sobrevalorado Christopher Doyle; todo el mundo podrá (re)descubrir la obra más incomprensible y difícil de catalogar de este cineasta que ahonda siempre en lo más profundo del corazón herido. Sirva de relectura conceptual ante un realizador que prefiere ahondar en lo más íntimo para sonsacar el sentimiento más profundo, intenso e emocional. Ashes of Time no dejará indiferente a nadie. Wong Kar-Wai causará revuelo en las (pocas) salas donde se estrené este director’s cut; eso seguro. Eduard Terrades Vicens