LA EDUCACIÓN EN JUAN MAIRENA COMO REFERENCIA

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LA EDUCACIÓN EN JUAN MAIRENA COMO REFERENCIA
PEDAGÓGICA Y TUTORIAL.
Nunca peguéis con lacre las hojas secas de los
árboles para fatigar al viento. Porque el viento no se
fatiga, sino que se enfada, y se lleva las hojas secas y
las verdes... Juan de Mairena.
Ma. Fernanda Zúñiga Roca
Gustavo Garduño Oropeza
Universidad Autónoma del Estado de México
ABSTRACT:
La presente exposición busca crear un perfil del tutor y del docente a partir del personaje
ficticio JUAN DE MAIRENA, del escritor español Antonio Machado. A partir de citas que
exponen el papel de este apócrifo profesor andaluz como docente, se realiza una lectura
contemporánea de las implicaciones de la tutoría en la educación del Siglo XXI.
En la presente exposición proponemos una revisión de algunos de los elementos del
pensamiento pedagógico y docente presentes en las lecciones del personaje apócrifo de
Antonio Machado: Juan de Mairena.
El fin es adecuarlos como una referencia para guiar las demandas que suponen la docencia y
la tutoría contemporáneas, demandas que implican dos conceptos fundamentales para la
educación moderna: la complejidad del contexto y la ética del formador.
Pese a su contextualización decimonónica, las ideas expresadas por el Juan De Mairena de
Antonio Machado, mantienen - en nuestro contexto educativo - una pertinencia innegable.
La actividad académica, filosófica y humana de este profesor apócrifo pueden servir de base
para la comprensión de la labor tutorial y docente que caracterizarán el desarrollo de la
flexibilidad educativa en México y de la complejidad de la sociedad en la que ésta se
proyecta.
Análogamente a esa transición entre los siglos XIX y XX, nuestra época también presenta
un marco de intensas innovaciones tecnológicas, de rápidas mutaciones sociales, de
profundas distancias económicas e incesantes apariciones de modas, estereotipos y
prejuicios que unen al sujeto a esquemas tan rígidos y superficiales como el mercado y las
dependencias externas. Al igual que en esa España del 900, vivimos tiempos en los que el
sujeto de la educación y el ciudadano común han entrado en una fase de crisis que se
manifiesta no sólo en las actitudes anodinas y anómicas ante el futuro sino también, y quizás
con mayor fuerza, en la disolución de las grandes referencias morales, civiles, religiosas y
éticas.
En este contexto se torna urgente la visión de la figura de un maestro que profese con
pasión humana, que filosofe con autonomía (respecto a los grandes paradigmas) y que se
cultive en términos de la experiencia ampliada (vuelta al pensador de esquina, al sofista).
Han quedado ya claras las limitaciones de los universitarios especialistas, de los eficientistas
y de los expertos al contemplar la limitación que supusieron los grandes paradigmas de la
razón y las insuficiencias que supusieron las parcelas de conocimiento hiper orientadas.
Una nueva actitud docente es necesaria. Una actitud que vincule las generalidades con las
especificidades y pueda validar el conocimiento por su pertienencia en los marcos de una
sociedad compleja.
"Cuando el saber se especializa crece el volumen total de la cultura. Esta es la ilusión y el
consuelo de los especialistas. ¡Lo que sabemos entre todos!, ¡Oh, eso es lo que sabe
nadie!..." (Juan de Mairena, TI, p 79)
Curiosamente el curso de la historia de la educación viene generando un búcle que nos lleva
de vuelta hacia lo tradicional revestido con rasgos de profunda actualidad: Saberes humanos,
complejos y generales susceptibles de aplicarse a situaciones y contextos específicos,
concretos y personalísimos...
"... Porque si la verdad es una, es una para cada uno. Y no veaís en esto que os digo la más
leve contradicción. Ved, en cambio, muy grave el pensar más allá de cada uno una verdad
igual para todos, porque sería la más arbitraria de todas las hipótesis. Dicho de otro modo,
sólo la nada, el gran regalo de la divinidad, puede ser igual para todos. En su dominio
empieza, y en él se consuma el acuerdo posible entre los hombres que llamamos objetividad.
En él se inicia la actividad específicamente humana del sujeto que es, precisamente, nuestro
pensar de la Nada. Digámoslo todavía de otro modo: Dios sacó la nada del mundo para que
nosotros pudiéramos sacar el mundo de la nada..." (id. TII pp. 77- 78)
1.- MAIRENA Y LA ACTITUD DEL DOCENTE - TUTOR:
Juan de Mairena aparece como un intelectual andaluz que vive la transición entre los siglos
XIX y XX. Vive de la docencia y se desempeña como, lo que hoy podríamos llamar,
"maestro por asignatura" en la imaginaria Escuela Popular de Sabiduría Superior. Su
cátedra: "Gimnástica" aunque ejerce la docencia de Retórica extraoficialmente y por
convicción, en un sentido totalmente informal y gratuito.
¿Cuántos de nosotros no profesamos siguiendo programas para los cuales sólo fuimos
contratados sin una plena conciencia de nuestras capacidades y competencia para
impartirlos?.. ¿Cuántos de nosotros no deberíamos estar impartiendo aquello que
impartiríamos aunque no se nos pagase?... Más aún ¿Cuántos lo hemos siquiera intentado?...
Las instituciones de educación superior parecen haber olvidado ya la máxima que reza: el
mejor hombre indicado al lugar indicado. Nuestras escuelas no contratan maestros, llenan
plantillas de profesores. ¿Ha cambiado esto desde ese ya lejano siglo XIX?...
Mairena nos muestra, en su situación docente, el reflejo de nuestras propias debilidades: un
mal maestro de gimnasia que se contrapone a un excelente profesor de retórica. Como él,
muchos de nosotros trabajamos cosas que no queremos trabajar pudiendo estar trabajando
en aquello que, definitivamente, no tendría siquiera que ser remunerado porque constituiría
un placer. Esta ceguera de las instituciones, esta falta de sensibilidad resultan ser factores
determinantes en la relación con el educando quien se torna depositario de frustraciones y
limitaciones docentes. Mairena es excepcional cuando promueve su vocación y su
experiencia a través del diálogo creando él mismo su marco de satisfacción, de gratificación
y, por lo tanto de diálogo con el educando.
¿Podemos aspirar a esto? ¿Es posible en nuestro tiempo y situación educativa?... Sólo así
podremos comenzar a llamarnos Tutores.
El Mairena Tutor, como ya lo vimos, es aquel que ha profesado por convicción y ese que ha
roto las relaciones meramente institucionales con el educando para buscar un crecimiento
común mediado por los eventos inmediatos del contexto. Sin embargo, el Tutor - docente guía, no se proyecta plenamente hasta que ha definido su concepción integradora de la
educación a partir de su propia actividad:
Es entonces cuando el tutor se configura en agente de diálogo que siempre va más allá de lo
que su propio programa marca y busca una coexistencia productiva con el alumno y con el
entorno que les es común.
En las palabras del propio Don Juan...
"A muchos asombra, señores, que en una clase de retórica como es la nuestra, hablemos de
tantas cosas ajenas al arte del bien decir; porque muchos -los más- piensan que este arte
puede ejercitarse en el vacío de pensamiento. Si esto fuera así tendríamos que definir la
retórica como el arte de hablar bien sin decir nada, o de hablar bien de algo pensando en otra
cosa... Esto no puede ser. Para decir bien hay que pensar bien, y para pensar bien conviene
elegir temas muy esenciales, que logren por sí mismos captar nuestra atención, estimular
nuestros esfuerzos, conmovernos, apasionarnos y hasta sorprendernos. Conviene, además,
no distinguir demasiado entre la retórica y la sofística, entre la sofística y la filosofía, entre la
filosofía y el pensar reflexivo, a propósito de lo humano y de lo divino". (id.TI, p123)
Mairena enseña libremente, orienta libremente en terrenos diversos y traza, al tiempo, sus
distancias con el sujeto de la educación.
La Tutoría es un asunto vocacional. Nadie puede ser capacitado para ser Mairena. Sólo
puede sensibilizarse hasta definir su papel en la formación y el diálogo con el educando.
2.- MAIRENA Y LAS COMPETENCIAS DEL ESTUDIANTE.
El contexto que le toca vivir a Mairena es uno caracterizado por la crisis. La España del
primer tercio del siglo XX se convulsiona ante la aparición inminente de grandes conflictos
tanto nacionales como mundiales, por la proliferación de ideologías excluyentes y por la
presencia de un sentimiento común de desconcierto ante el futuro; todo bajo el marco de un
materialismo en expansión que trae consigo toda una nueva cultura de la tecnología, del
sujeto y del papel de este último ante los demás.
Juan de Mairena pretende - sin ser tal vez consciente de ello - reproducir esquemas viejos y
aún válidos, pero, a la vez, transformar tendencias negativas en los hábitos cotidianos
presentes. De este modo el busca volver adaptables a sus alumnos a condiciones inciertas y,
momentáneamente, fuera de su control del mundo en el que están viviendo.
¿No son acaso estos tres elementos los que hoy viene a requerir la flexibilización de la
educación superior? ¿Podemos negar la vigencia de Machado?....
"Incierto es, en verdad, lo porvenir. ¿Quién sabe lo que va a pasar? Pero incierto es también
lo pretérito; ¿quién sabe lo que ha pasado No dudo que haya en nuestra conciencia una
pretensión a fijar lo pasado, como si las cosas pudieran hacerse inmutables al pasar de
nuestra percepción a nuestro recuerdo. Pero si lo miramos de más cerca, veremos que el
devenir es uno y que su totalidad (porvenir - presente - pasado) lo sometido a constante
cambio. También es cierto que, como el punto de mira y los puntos de referencia varían de
continuo - cuantitativa y cualitativamente -, ningún acontecimiento de nuestro pasado ha de
aparecérsenos dos veces como exactamente el mismo. De suerte que ni el porvenir está
escrito en ninguna parte, ni el pasado tampoco. Yo no digo esto para que os burléis de los
historiadores, que siempre merecerán nuestro respeto, sino para que seáis más indulgentes
con sus errores. También habéis de pitorrearos de los profetas; porque la pretensión de ver
lo futuro no es mucho más usuaria que la jactancia de conocer lo pasado, en la cual todos
hemos alguna vez incurrido. Me diréis que, de lo pasado, siempre podremos afirmar algo
con relativa seguridad, y que el hecho de que Bruto matase a César parece cosa bastante
más firme y averiguada que lo que sería el hecho contrario, a saber: que César hubiera
podido matar a Bruto. En eso tenéis razón. Pero ¡qué poca cosa es saber que Bruto mató a
César! Porque cuándo, cómo -exactamente- y aun las circunstancias más nimias que
concurrieron en aquel magnicidio, son cosas que estaremos averiguando hasta la
consumación de los siglos..." (id. TII, pp 100 - 101)
La riqueza de esta cita confirma lo que veníamos diciendo. Que el desarrollo de habilidades
en el alumno no dependerá de la toma de posiciones cerradas (pasado - presente o futuro),
sino de la perspectiva holística (puntos de mira) que les permita adaptar momentos y
situaciones determinados a apreciaciones y acciones determinadas.
La lectura de la cita precedente de Mairena no implica, simplemente, caer en un relativismo
ramplón. El sevillano no desecha el valor de las perspectivas fijas o absolutas (asentadas)
sino que pide una adecuación de las mismas a circunstancias específicas (cambios).
Hoy, esta actitud permite leer las competencias para la reproducción y la transformación
como la base para procurar alumnos adaptables.
3.- MAIRENA Y LOS VALORES EN EL ESTUDIANTE.
Para Juan de Mairena urge un rescate de los valores. ¿De cuáles?, de todos aquellos que han
alejado, al sujeto de la educación, de su condición activa para vincularlo ya a la violencia, o,
ya a la "ñoñez" de una cultura pro americana en aumento, indiferente y esterotipada.
Mairena es un inconforme con las visiones tanto absolutas como parciales pero, sobre todo,
se muestra absolutamente reticente a las posturas superficiales que hacen al sujeto vivir
como por inercia. Para él esto puede traducirse como una preocupación por los valores
dominantes del contexto Español de principios del siglo XX.
Un mundo en crisis axiológica nos sirve de contexto. En nuestra lectura la adaptación no
dependerá sólo de la evaluación y la acción sobre lo existente (teórica, ética y
materialmente), sino de la visión de futuro que las propias posibilidades vayan trazando.
Mairena , pese a su crítica a los visionarios, no es ajeno a las posibilidades de proyección de
futuros en el terreno de los valores. Su argumento, sin embargo es siempre relacional y
mantiene presente una perspectiva del "otro" como única posibilidad de reconocimiento y
materialización. Es un hermenéuta:
"Es muy posible... que algún día nos pese el haber hecho una crítica sobradamente negativa
de nuestros modos de vida, de nuestras costumbres y aún de nuestros ideales, sin haebr
previamente meditado sobre la calidad metafísica - es decir de última y absoluta realidad - de
aquellos valores cuya ausencia entre nosotros lamentábamos, o cuya posesión deseábamos,
pos sólo verlos realizados en otros países , y sobre la calidad de aquellos valores que, por
ser más nuestros, hubiéramos podido oponerles. Habituados a evaluar mediante una
estimación arbitraria o exótica, llegamos a pensar - con harta injusticia - que, en momentos
trágicos y decisivos de nuestra vida, a España la salvaban sus vicios, cuando sólo a mered a
sus virtudes salía a flote..." (ibid. P 102)
4.- MAIRENA Y LA RELACIÓN DOCENTE
OCULTO):
- ALUMNO (CURRÍCULUM
El docente y su pedagogía:
Porque de ningún modo conviene que enturbiemos con amenazas un ambiente más bien
benévolo, fuera del cual no hay manera de aprender nada que valga la pena ser sabido.
Cierto que hay faltas que merecen corrección, más son de la superficie y no debemos reparar
en ellas, y otras, más graves, previstas por las leyes del reino [¿la institución, el programa, el
reglamento?]. No nos interesan , desde un punto de vista pedagógico. Nuestro yerros
esenciales [como docentes] son hondos, y es en nosotros mismos donde los descubrimos. Si
acusamos de ello a nuestro prójimo, quizá no demos en calumniadores, pero estabeceremos
con él una falsísima relación, terriblemente desorientadora y descaminante, de la cual todo
maestro ha de huir como de la peste. Porque indirectamente nos proponemos como modelo,
no siéndolo, con lo cual le mentimos y le cerramos al mismo tiempo la única vía, o la vía
mejor, para que descubra en sí mismo lo que ya nosotros hemos descubierto. Cometemos
dos faltas imperdonables: la una antisocrática, no acompañando a nuestro prójimo para
ayudarle a bien parir sus propias nociones, la otra, mucho más grave, anticristiana, por no
heber leído atentamente aquello de la primera piedra, la profunda ironía del Cristo ante los
judíos lapidadores. ¿Y qué pedagogía sería la nuestra, si nos saltamos a la torera a ese par de
maestros?... (id TII, pp 130 - 131)
La plataforma es ética y dialógica. No puede ejercer quien no esté dispuesto a particiapr en
un diálogo vocacional, es decir, por autoconvencimiento. Asimismo resultyará imposible
cualquier ejercicio de la docencia sin una plataforma ética que sea lo suficientemente abierta
como para hacer que las partes se coloquen constantemente en "los zapatos del otro". Las
barreras institucionales para la relación maestro - alumno podrán funcionar parta el
mantenimiento de una imagen digna de las instituciones pero ¿realmente promoverán el
aprendizaje?... En la actualidad por un lado tenemos plataformas reglamentarias claras pero
que también, claramente, son violadas de principio por los propios docentes: en la
impuntualidad, en la falta de interés, en el desentendimiento...
¿Nos tocan, nos pegan la frases?... Pues nos quedan. El docente universitario no depende de
reglamentos, procesos o estatutos que medien su relación con el educando; depende de
actitudes y de posibilidades de diálogo que él mismo genere. Reproducir, transformar y
adaptar desde la propia figura teniendo como referencia al otro.
El docente y la evaluación del conocimiento:
"Mairena era, como examinador, extremadamente benévolo. Suspendía a muy pocos
alumnos, y siempre tenía exámenes brevísimos. Por ejemplo:
- ¿Sabe usted algo de los griegos?
− Los griegos..., los griegos eran unos bárbaros...
− Vaya usted bendito de Dios.
− ¿...?
− Que puede usted retirarse.
Era Mairena - no obstante su apariencia seráfica- hombre, en el fondo, de malísimas pulgas.
A veces recibió la visita airada de algún padre de familia que se quejaba, no del suspenso
adjudicado a su hijo, sino de la poca seriedad del examen. La escena violenta, aunque
también rápida, era inevitable.
− ¿Le basta a usted ver a un niño para suspenderlo? - decía el visitante , abriendo los
brazos en ademán irónico de asombro admirativo.
Mairena contestaba, rojo de cólera y golpeando el suelo con el bastón:
− Me basta ver a su padre..." (Id. TI, pp 162 - 163).
Señores. La conclusión es suya. ¿Hacia donde y cómo dirige el tutor al alumno?, ¿hacia
donde se empata al docente?...
Para nosotros la verdad es simple y es que no debería existir frontera entre ninguno de los
dos roles en quien enseña, sólo compromiso para el tercero implicado que, siempre, resulta
ser el afectado o beneficiado. Nos referimos al alumno.
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