G rado en G eografía e H istoria - TAuja

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Grado en Geografía e Historia
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LAS EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD DE JAÉN
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Trabajo Fin de Grado
El periodo Amarna
Alumno: Juan Adolfo de la Torre Contreras
Tutor:
Dpto:
Alejandro Jiménez Serrano
Geografía e Historia
Junio, 2015
Juan Adolfo de la Torre Contreras
Contenido
Resumen:.................................................................................................................................................2
Palabras clave:.........................................................................................................................................2
Introducción: ...........................................................................................................................................2
Objetivos: ................................................................................................................................................4
Materiales y métodos: ..........................................................................................................................4
1. Introducción al periodo Amarna.........................................................................................................4
1.1 El Reino Nuevo (expansión y fronteras) ......................................................................................4
1.2 El reinado de Amenhotep III. Egipto como potencia e importador de personas e ideas...............9
2. El periodo Amarna: definición y fuentes........................................................................................... 13
3. El reinado de Akhenaton ................................................................................................................... 14
3.1. La familia real. ........................................................................................................................... 14
3.2. Política continuista. .................................................................................................................... 15
3.3. La reforma religiosa ................................................................................................................... 15
3.3.1. El culto a Amón-Re. ............................................................................................................ 16
3.3.2. Los orígenes del culto a Atón.............................................................................................. 16
3.3.3. Del politeísmo al monoteísmo............................................................................................. 18
3.3.4. Concepciones teológicas: El Gran Himno a Atón. .............................................................. 20
3.3.5 La Religión popular.............................................................................................................. 22
3.4. La política en el reinado de Akhenaton...................................................................................... 23
3.4.1. Política interior. ................................................................................................................... 23
3.4.2. Política exterior. ...................................................................................................................23
3.5 El final del reinado de Akhenaton. .............................................................................................. 29
4. La vuelta a la ortodoxia: el papel de Tutankhamon. ......................................................................... 30
5. La ciudad de Akhetaton..................................................................................................................... 32
5.1 La fundación de Ajetatón y su emplazamiento. .......................................................................... 32
5.2 Distribución de los principales elementos urbanos de Akhetaton:.............................................. 38
5.3 La organización económica de Akhetaton: ................................................................................. 68
5.4 La sociedad en Akhetaton. .......................................................................................................... 69
5.5 Las instituciones en el periodo Amarna. ..................................................................................... 74
6. El arte en el periodo Amarna:............................................................................................................ 76
Conclusiones: ........................................................................................................................................ 78
Bibliografía............................................................................................................................................ 79
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Resumen:
Este trabajo aborda de manera detallada las principales características del periodo Amarna
(1353-1323). A partir de la presentación de sus antecesores, estudiaremos las reformas
llevadas a cabo por el faraón Akhenaton, y se prestará atención a las causas y a las
consecuencias que tuvieron estas para el conjunto la sociedad egipcia así como para sus
estados vecinos. Prestaremos atención especial al desarrollo de la nueva ciudad real,
Akhetaton, para contemplar su estructura urbana y social. Finalmente nos detendremos en el
final de esta etapa y en la vuelta a la ortodoxia que se vivió posteriormente.
Abstrac:
This work studies the main features of the so-called Amarna period. It starts describing the
reign of his predecessors, turning then into the study of the reforms that the pharaoh
Akhenaton carried out, stressing on the causes and the consequences which affected the
Egyptian society together with the neighboring states as well. We will especially pay attention
to the development of the new Royal City, Akhetaton, studying its urban and social structure.
Finally, we will analyze the end of this period and the return to the orthodoxy that occurred
afterwards.
Palabras clave:
Antiguo Egipto, Reino Nuevo, periodo Amarna, Akhenaton, Akhetaton, Atón, Amarna
Key words:
Ancient Egypt, New Kingdom, Amarna period, Akhenaton, Akhetaton, Atón, Amarna
Introducción:
La decisión de escoger el periodo Amarna y no otro tema para elaborar este trabajo, se debe a
que resulta un magnífico caso de estudio en el que poder poner a prueba los conocimientos y
capacidades adquiridos en el grado de Geografía e Historia.
Antes de tomar contacto con la materia que nos ocupa hemos de realizar ciertas aclaraciones
sobre la parcialidad de las fuentes con las que los historiadores han abordado el periodo
Amarna, es decir, el marco temporal que se abre con el faraón Amenhotep IV y que concluye
con el ascenso de Tutankhamon (1953-1923). Y es que estas fuentes provienen en su mayor
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
parte de Tebas, exceptuando las procedentes de los templos egipcios en Nubia, el yacimiento
de Amarna o los asentamientos mineros de Serabit el Khadim. Además hemos de tener en
cuenta que todos los documentos son oficiales, y reflejan por tanto la ideología del poder,
siendo los escribas los encargados de plasmar esta.
También hemos de contar con las peculiaridades de las fuentes egipcias, elaboradas por una
minoría letrada inmersa en una sociedad analfabeta, y que por tanto pertenecía a la misma
élite sobre la que escribía. En el antiguo Egipto no existía, como es de esperar, una distinción
entre distintos géneros literarios, por lo que es frecuente encontrarnos con relatos de ficción
que son expresados como si de una realidad se tratase y relatos históricos que incluyen
elementos literarios1.
El Reino Nuevo (1539-1077) comienza con la dinastía XVIII (1539-1292), cuyo primer rey
es Ahmosis (1570-1546 a.C.), sucesor, y probablemente sobrino, del legendario Kamose,
precursor de las guerras de reunificación de Egipto según las estelas halladas en el templo de
Amón en Karnak. Dichos grabados reflejan además la importancia de Tebas en dicho periodo.
El último faraón de la dinastía XVIII es Horemheb (1319-1292).
A comienzos del Reino Nuevo, Tebas se erigía como la capital del sur de Egipto 2, y su
gobernador controlaba un vasto territorio que se extendía desde la Primera Catarata, situada
en Asuán, hasta la provincia de Hermópolis, lo que suponía un territorio de casi quinientos
kilómetros3.
Ya en el Reino Nuevo, la ciudad retoma su importancia gracias al auge de su dios local entre
otras cuestiones. Esta divinidad a la que aludimos es Amón, que asociada con Ra en la figura
de Amon-Ra, pasa a ser considerada como la divinidad creadora. Esta cuestión explica que
Tebas se convirtiera nuevamente en un auténtico centro del poder político y económico,
destacando el papel de su clero.
Más adelante veremos cómo la ciudad perdió su rango de capital por las reformas llevadas a
cabo por Akhenaton, quien concedió la capitalidad a la ciudad de Akhetaton, construida bajo
sus órdenes y dedicada al dios Atón. La nueva capital constituye un interesante objeto de
1
GALÁN (2002, 18)
GALÁN (2011,300)
3
Para saber por qué Tebas había alcanzado esta importancia hemos de remontarnos al imperio medio, cuando ya
en la dinastía XI, bajo el reinado de Mentuhotep Nebhepetra, Tebas desempeñaba el papel de capital. Sin
embargo, el poder de Tebas no se consolida en estos momentos, y la capitalidad se traslada del Alto Egipto a las
cercanías de delta, concretamente a Itji-Tawi/Lisht, en la dinastía XII (1319+16-1760).
2
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
estudio por diferentes cuestiones. En primer lugar y debido a su carácter efímero, ésta
constituye un magnífico ejemplo para el estudio de las ciudades antiguas, a la vez que nos
permite observar de cerca la topografía del poder y el uso simbólico del espacio. En segundo
lugar, el estudio de Akhetaton nos ofrece la posibilidad de estudiar la sociedad del periodo
Amarna en su más amplio concepto, más allá del tradicional estudio de la élite.
La religión popular, la evolución del culto a Atón, la organización del trabajo o el
funcionamiento de las principales instituciones egipcias del momento son algunas de las
cuestiones a las que podremos acercarnos mejor gracias a la luz que arrojan las ruinas de
Akhetaton.
Es por ello que hemos decidido dedicar una buena parte de estas páginas al estudio de esta
ciudad, adjuntando numerosas imágenes que permitan comprender mejor cómo pudo
organizarse, al menos a grandes rasgos, Akhetaton y cuál fue la distribución de sus principales
elementos.
Objetivos:
La idea original del presente trabajo consiste en analizar la Historia de un periodo concreto y
los aspectos geográficos del yacimiento de Amarna a través de un análisis espacial y urbano y
gracias siempre a los conocimientos adquiridos durante el grado de Geografía e Historia.
La interdiscipinariedad propia de las ciencias que conforman nuestro grado, nos permite
abordar en un único trabajo los principales rasgos historiográficos y geográficos del periodo
Amarna y de su capital, Akhetaton.
Materiales y métodos:
Con respecto a la metodología, hemos de decir que se ha basado en el análisis crítico de
varios volúmenes bibliográficos. Durante su uso hemos tenido en cuenta la fecha y el carácter
compilatorio de muchas de ellas, como pueden ser las obras de Padró y Presedo, pero sin
olvidar la valiosa aportación de las memorias arqueológicas así como su interpretación por el
director del proyecto, Barry Kemp. Por último, cabe expresar las fuentes arqueológicas
aportadas por Galán, gracias a las que hemos completado nuestra visión histórica de dicho
periodo.
1. Introducción al periodo Amarna
1.1.El Reino Nuevo (expansión y fronteras)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El Reino Nuevo es el periodo del antiguo Egipto que va desde 1540 hasta 1070, abarcando
desde la dinastía XVIII hasta la XX.
Para este momento, la monarquía de carácter divino había consolidado definitivamente su
poder. Sin embargo, esto no quiere decir que no existiese ninguna otra fuente de poder, si no
que hemos de mencionar a la clase sacerdotal como los responsables de elaborar y
reinterpretar los textos religiosos. No debemos entender en ningún caso a la clase sacerdotal
del Reino Nuevo en Egipto como un conjunto de personas dedicadas exclusivamente a
labores religiosas, sino que estos podían tener además otras ocupaciones.
Siguiendo esta línea hemos de destacar el papel de los templos, como centros religiosos pero
también económicos. Estos lugares constituían el hogar de las imágenes divinas y los dioses
que éstas representaban, pero además de ello se encargaban de administrar diferentes recursos
económicos, entre los que podemos citar por ejemplo las propias ofrendas que se ofrecían a
las distintas divinidades egipcias y que iban desde alimentos a valiosas joyas. Los templos
llegaban incluso a administrar tierras y yacimientos minerales que podían encontrarse a
cientos de kilómetros de distancia, incluso en territorios nubios. Por otra parte, su gran
capacidad de almacenamiento, hizo de los templos los bancos de reserva del estado egipcio 4.
Los templos constituyeron pues, una fuente de poder paralela al faraón, paralela y no
necesariamente enfrentada, sino que ambas actuarían de manera complementaria, y es que se
ha probado que algunas de las tierras del faraón fueron administradas por templos. Y de
hecho, la construcción y mantenimiento de éstos, eran responsabilidades propias del monarca.
Una vez vistas las principales fuentes de poder a nivel interior en el transcurso del Reino
Nuevo, detengámonos en el poder efectivo que Egipto fue alcanzando en el plano
internacional desde el comienzo de este periodo hasta el periodo Amarna. Es necesario que
señalemos que el poder del estado egipcio en el exterior no se mantuvo homogéneamente ni
en el espacio ni en el tiempo, observándose notables diferencias entre Nubia y la actual SiriaPalestina. Mientras que en la región nubia la administración egipcia se dedicó a explotar
directamente sus recursos y a construir templos para hacer patente su presencia, en SiriaPalestina la situación debió ser muy diferente, limitándose Egipto a recaudar tributos y a
castigar a los gobernantes que no aceptaban la autoridad egipcia5.
4
5
KEMP (1996, 243-248)
GALÁN (2002, 27)
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El Reino Nuevo se abre con el reinado de Ahmosis, como ya hicimos referencia en la
introducción. Gran parte de su reinado se basa en mantener y aumentar el dominio egipcio
sobre Nubia, así como en sofocar diversas revueltas protagonizadas por los hicsos6. El valor
estratégico que Nubia había alcanzado se consolidó durante el reinado de Amenhotep I (16461526), uno de los vástagos que Ahmosis engendró con su esposa-hermana Ahmes Nefertari.
Se crea entonces el título de “virrey de Nubia”7, destinado a custodiar la autoridad egipcia en
dicha región. Los triunfos militares conseguidos por Ahmosis le permitieron crear una clase
de militares acomodados y fieles a una monarquía que les beneficiaba con tierras y otros
obsequios.
En líneas generales se puede afirmar, no obstante, que el reinado de Amenhotep I fue un
periodo relativamente tranquilo8, en el que se dedicaron más esfuerzos a propiciar el
desarrollo interior del país, que a tratar de extender el poder de Egipto más allá de sus
fronteras9.
Es con la ascensión del faraón Tutmosis I (1525-1512), de quien desconocemos su origen10,
cuando comienza el periodo más glorioso del antiguo Egipto, al pasar de ser una potencia
regional a convertirse en el poder hegemónico e incontestable de todo Oriente Próximo. El
éxito de Egipto en estos momentos se debe en gran parte al genio militar de su faraón y a las
exitosas campañas que protagonizó en lugares como Tombos11 (Baja Nubia), cuyo objetivo
principal no era otro que el de captar productos exóticos y materias primas. Paralelamente, la
mentalidad egipcia adquiere un nuevo y marcado matiz imperialista, lo que se manifiesta en
los textos de la época, a través continuas menciones al deseo de ampliar las fronteras tanto
como fuese posible. En efecto, Tutmosis satisfaría este deseo, sobrepasando la Cuarta
Catarata y alcanzando en el norte la región de Naharina (Siria), con lo que el imperio egipcio
se extendía a lo largo de casi 2.500 km12.
6
Hicsos: poblaciones de origen cananeo que se asentaron a comienzos del segundo milenio en el norte de Egipto
y que terminaron dominando esta región asumiendo muchos elementos de la cultura local
7
PRESEDO (1989,193)
8
GALÁN (2011, 312)
9
El término egipcio que se traduce por frontera se refiere al lugar más lejano sobre el que el faraón mantiene
algún tipo de influencia, es decir, se trata del límite geográfico de su autoridad. GALÁN (2002, 25)
10
GALÁN (2011,314)
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GALÁN (2011,315)
12
GALÁN (2011,316)
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En cuanto a la estructura social del Estado en estos momentos, hemos de destacar una cierta
movilidad, ya que los funcionarios eran capaces de ascender gracias a su talento y obras
personales.
A Tutmosis I le sucede su hijo, Tutmosis II. Este sería el encargado de reprimir serias
revueltas en Nubia, cuyas élites intentaron aprovechar el cambio de rey y la juventud de éste
para liberarse del control egipcio13.
Tras la muerte de Tutmosis II, su único hijo varón, (engendrado con una esposa secundaria)
era demasiado joven para reinar, por lo que fue la esposa principal de Tutmosis II,
Hatshepsut, la encargada de velar el poder desde 1479 hasta 1458. En un primer momento, la
reina actúa como regente y aparece representada como mujer. Posteriormente y de forma
gradual, Hatshepsut fue adoptando la imagen masculina que todo gobernante egipcio debía
mostrar. Paralelamente, la monarca fue legitimándose como rey, llegando a recurrir a su
propio padre, Tutmosis I, e incluso a la voluntad divina del dios Amón. En cualquier caso,
Hatshepsut se coronó como faraón en el séptimo año del reinado de su hijastro, formalizando
de este modo la corregencia que se perpetuaría hasta el momento en el que dejamos de tener
constancia de ella14. Hatshepsut dedicó su reinado a actividades relacionadas con el comercio
y la reconstrucción de zonas abandonadas durante el periodo de los hicsos, dejando de lado,
según algunos autores, las campañas de conquista, que pudieran afectar a los progresos del
país. Sin embargo, también se ha hablado de que esta visión se debe en exceso al hecho de
que fuese mujer, aludiendo a las diferentes campañas bélicas protagonizadas por la reina
recogidas por la iconografía15. En cualquier caso, hemos de resaltar el esplendor de su
reinado, con importantes logros como el fomento de las relaciones comerciales con Nubia y
Punt o la reconstrucción del templo de la fortaleza de Buhen16.
Antes de morir Hatshepsut ya se venía produciendo una cierta egipcianización de las élites
nubias, y que en cualquier caso permitió el mantenimiento de las influencias políticas y
culturales egipcias en la zona. Del mismo modo, Egipto reforzó su autoridad en la región a
través de la construcción de diferentes templos dedicados a divinidades egipcias en Nubia 17,
con lo que esto supone en los planos religioso, cultural y económico.
13
GALÁN (2011,319)
DIEGO(2011, 310)
15
DIEGO(2011, 319)
16
GALÁN (2011, 320-334)
17
DIEGO(2011, 312)
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Tutmosis III (1479-1425), gobernó en solitario a partir de 1458, fecha en la que Hatshepsut
desaparece de las fuentes. Desde el momento en el que el monarca accede al trono se da un
profundo viraje hacia la senda militar y conquistadora que caracterizó el reinado de su abuelo.
Su capacidad como estratega y su continuidad le valieron para extender las fronteras del
imperio, que se extendía desde el Éufrates hasta la Cuarta Catarata, lo que supone el mayor
alcance territorial de Egipto en toda su historia. Tutmosis III ocupó el final de su reinado con
un intenso programa de damnatio memoriae en contra de su antecesora, lo que explica que el
nombre de ésta aparezca martilleado en gran parte de las ocasiones. Este hecho ha llamado
poderosamente la atención de los historiadores, ya que no se tiene constancia de ningún tipo
de rivalidad o tensión entre Hatshepsut y Tutmosis III durante la corregencia de ambos, y
sobre todo les hace preguntarse por qué este programa se lleva a cabo al final de su reinado y
no al principio de éste. El fin de esta campaña debió ser en cualquier caso el de eliminar
cualquier prueba de una corregencia que a pesar de ser habitual chocaba con la concepción
egipcia de la monarquía18.
En el transcurso de los reinados de Tutmosis III y de su sucesor, Amenhotep II, (1425-1400)
Tebas recibió numerosos extranjeros, procedentes en gran parte de Siria-Palestina y que
fueron integrándose en la población egipcia. Algunos de estos extranjeros llegaron a copar
importantes puestos en la administración egipcia, lo que se debió a que en muchos casos estos
individuos eran letrados, algo no muy frecuente en estos momentos. Los numerosos productos
que portaban estas personas: telas, armas, lapislázuli, turquesas… llegaron acompañados
rasgos culturales e ideas que interactuaron con la cultura e ideas egipcias, enriqueciendo más
si cabe a esta civilización19.
Nubia continúa en estos momentos bajo el férreo control del Estado egipcio, debiendo
presentar tributos una vez al año. Tal debió ser la estabilidad de la región en tiempos de
Tutmosis III que éste pudo llevar a cabo reformas en sus templos, los cuales fueron
embellecidos e incluso ampliados en determinadas ocasiones. No podemos olvidar que
además de cumplir una función religiosa, los templos eran importantes centros económicos de
almacenamiento y redistribución de productos en los estados de la antigüedad, razón que
explica su emplazamiento al lado de rutas comerciales o zonas productoras20.
18
DIEGO(2011, 311)
GALÁN (2011, 340)
20
GALÁN (2011,340)
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El sucesor e hijo de Tutmosis III, Amenhotep II (1425-1400), pasó los dos primeros años de
su reinado como corregente de su padre, una fórmula que se venía utilizando en el antiguo
Egipto para legitimar al nuevo rey en vida de su predecesor, tratando de evitar así que se
produjeran luchas dinásticas21. Amenhotep II se vio obligado a reforzar su presencia militar
en Asia para asegurar las conquistas de sus antecesores, ya que este territorio ofrecía una gran
resistencia. En este sentido, el faraón trató de llevar a cabo una política continuista tratando de
mejorar las hazañas de su padre, un rasgo de identidad de la ideología de la monarquía
egipcia. Según palabras del propio rey, sus intenciones eran las de “extender las fronteras y
dar cosas a los que le eran leales22.”
Su descendiente, Tutmosis IV (1400-1390), solo reinó durante diez años, en los que no
necesitó realizar más que algunas modestas campañas en Nubia y Siria23, puesto que el poder
de Egipto en estos momentos solo puede ser calificado como incontestable. La influencia del
imperio egipcio se manifiesta en el matrimonio del faraón con la princesa mitánnica
Mutemuia de Mitanni, madre de Amenhotep III (1390-1353)24.
1.2. El reinado de Amenhotep III. Egipto como potencia e importador de personas e
ideas.
Durante años se ha considerado al padre de Akhenaton, Amenhotep III, como el clásico
monarca oriental despótico, empeñado en llevar a cabo una intensa campaña de prestigio tanto
dentro como fuera de las fronteras egipcias. Sin embargo, hoy día consideramos que esta
imagen es demasiado plana y que no se ajusta del todo a la realidad25.
Para contrastar mejor la imagen del monarca, hemos de contextualizar su reinado. Este
comienza en un momento de hegemonía para el imperio egipcio, especialmente para su
economía y en que asistimos a cierta dinamización social reflejada en la aparición de una
clase de profesionales que no dependían directamente del aparato estatal26.
21
GALÁN (2011,346)
GALÁN (2011,348-349)
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PRESEDO (1989,199)
24
GALÁN (2011, 349)
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PRESEDO (1989,199)
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PRESEDO (1989,199)
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Son momentos de apertura al exterior y Egipto continúa importando usos y costumbres
extranjeras, en una sociedad que se vuelve (al menos si hablamos de su élite) más
sofisticada27.
Fruto de este periodo es la creación de un nuevo método para publicar los hechos memorables
utilizando escarbeos gigantes. Sin embargo, son las tablillas de Amarna las que nos ofrecen
una mayor cantidad de información de este periodo, al ser el verdadero archivo del estado y
registrar entre otras cuestiones las relaciones exteriores del estado egipcio28.
Hijo de Tutmosis IV y de una de sus esposas secundarias, Mutemuia de Mitanni, Amenhotep
III tuvo un reinado largo e intenso considerado como uno de los periodos de mayor
prosperidad del antiguo Egipto. El faraón debió ser elegido heredero antes de la muerte de su
padre, así, en la tumba de su tutor, Heqaerneheh, Amenhotep III aparece representado a escala
mayor que sus hermanos29.
A la temprana edad de 10 años aproximadamente, Amenhotep III es coronado faraón, y
siendo aun muy joven contrae matrimonio con Teye, quien no pertenecía a la familia real.
Algunos historiadores han barajado la posibilidad de que Teye tuviera un origen extranjero, si
bien es cierto que no se tiene constancia de ello. La reina era considerada como la parte
femenina del rey, y de este modo se la representaba junto a su esposo de forma habitual, tanto
en relieves como en templos, estatuas, tumbas, inscripciones y diversos objetos de pequeñas
dimensiones. El papel de Teye será tan destacado que incluso se le dedicó un templo propio
en Nubia.
Este es un hecho es muy importante para nuestro estudio, al constituir una ruptura con los
faraones anteriores, cuyas madres gozaban de mayor protagonismo que las esposas reales, y
sentar un precedente que seguirá el propio Akhenaton30, al adquirir su esposa un papel clave a
lo largo del periodo Amarna.
El matrimonio real tuvo cuatro hijas, quienes al igual que su madre, gozarían de un papel
destacado en la monarquía egipcia. Dos de estas llegaron incluso a copar el importante cargo
de gran esposa real en los momentos finales del reinado de Amenhotep III31.
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PRESEDO (1989,199)
PRESEDO (1989,199)
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GALÁN (2011,358)
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GALÁN (2011,358-359)
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GALÁN (2011,359)
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A pesar de la importancia de su figura, Teye no fue la única esposa del faraón, sino que éste
contrajo matrimonio con dos princesas procedentes de Mitanni, siguiendo así los pasos de su
padre. Sus nombres eran Gilukhepa y Tadukhepa y llegaron a Egipto en momentos diferentes,
ya que no encontramos evidencias de la presencia de Tadukhepa en la corte hasta el final del
reinado de Amenhotep III. Ambas princesas llegaron acompañadas por un séquito compuesto
por mujeres y hombres de Mitanni, con lo que la presencia de extranjeros en el Imperio
aumentaba nuevamente. El padre de Tadukhepa, Tushrata, agasajó además a la corte egipcia
con una estatua de la diosa Ishtar de Nínive, dejando de manifiesto la alianza entre Egipto y
Mitanni32.
Amenhotep III no se limitó a reforzar sus relaciones exteriores mediante alianzas
matrimoniales con Mitanni, sino que hizo lo propio con Arzawa (región al sur de Anatolia) y
con Babilonia. Estas alianzas siempre se realizaban del mismo modo: princesas extranjeras
eran casadas con el faraón u otros importantes miembros de la corte, mientras que las
princesas egipcias no eran nunca entregadas a alianzas matrimoniales con extranjeros33.
Las ricas relaciones exteriores de Egipto durante el reinado de Amenhotep III se completan,
según los indicios que nos arroja la arqueología, con los contactos económicos mantenidos
con el Egeo. Y es que se han encontrado objetos de cerámica provenientes de Micenas, tanto
en lugares bajo el control egipcio (Siria-Palestina), así como en el interior de los confines del
propio imperio34.
El faraón respondió cumplió con una de las tradiciones de la monarquía egipcia acabando con
una revuelta en Nubia, cuyo triunfo se conmemoró, como era ya habitual con la construcción
de una estela en la región de Semna, cerca de la Segunda Catarata. Por aquel entonces, Nubia
no era solo una región más de la que Egipto obtenía beneficios económicos, sino que se había
convertido en un centro religioso de enorme interés, al ser la región que más influía al credo
egipcio al ser el lugar en el que este podía desarrollarse con mayor libertad35.
Uno de los acontecimientos más importantes en el transcurso del reinado de Amenhotep III es
la celebración del Festival Sed. Esta festividad nace en los albores de la monarquía egipcia y,
según la mentalidad egipcia, permitía la renovación de las capacidades del monarca,
destacando su autoridad y su fortaleza. Por este motivo, el Festival Sed era convocado por los
32
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(2011,359)
(2011,360)
(2011,361)
(2011,361)
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faraones de manera tradicional a los 30 años de reinado, si bien era habitual que los faraones
no esperaran tanto para celebrarlos. Amenhotep III llegó a celebrar tres Festivales Sed, todos
ellos en su palacio de Malqata donde no reparó en gastos, llegando a construir un edificio
cuyo fin era ser utilizado únicamente en estas ocasiones.
Amenhotep III destaca asimismo por su labor constructiva, tanto en Egipto como en Nubia,
con estatuas colosales y grandes edificios en los que cuidó concienzudamente la proporción,
el estilo y el detalle. El templo de Luxor, obra iniciada por la reina Hatshepsut, se eleva a un
nuevo exponente en estos momentos gracias a una ambiciosa ampliación presidida por un
magnífico patio solar. Pero sin duda alguna, la construcción más apabullante relacionada con
este faraón no es otra que su templo funerario, levantado en la orilla occidental de Tebas, en el
actual Kom el-Hetan. En el momento en el que dicho templo se erigió pasaba por ser el más
grande de todos cuantos habían sido levantados. Su imagen actual, nos ofrece sin embargo,
unas ruinas donde solo resisten dos de las enormes estatuas sedentes del rey, conocidas como
los “colosos de Memmon” que en su día flanquearon la puerta de entrada al templo. Esta
situación se debe en buena medida al expolio al que fue sometido este templo para satisfacer
la necesidad de material para otras construcciones36.
A estas alturas del Reino Nuevo, la religión solar, presidida por la figura Amón-Ra gozaba de
una gran importancia en el conjunto de la sociedad egipcia. De hecho, los vínculos entre dicha
divinidad y el monarca se habían estrechado enormemente desde el reinado de Hatshepsut.
Amenhotep III siguió esta senda e incluso llegó a considerarse a sí mismo como hijo del
propio Amón-Ra, quien habría adoptado la forma de su padre y tras colarse en los aposentos
de la reina la habría fecundado, tal y como se cuenta en las nuevas salas del sanctasanctórum
del templo de Luxor que el mismo Amenhotep III mandó construir.
Es importante que destaquemos el auge del credo de Amón-Ra y de su clero para que
podamos apreciar el carácter radical de la reforma religiosa llevada a cabo por Akhenaton en
los años venideros, pero debemos tener en cuenta también que sus predecesores más próximos
ya rendían culto a Atón como una de las formas de la divinidad solar.
Los últimos años de Amenhotep III se encuentran sometidos a debate pues desconocemos si
su sucesor, Amenhotep IV, fue nombrado corregente antes de la muerte de su predecesor. En
cualquier caso no contamos con pruebas definitivas de esta teoría, y los indicios con los que
36
GALÁN (2011,363-364)
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contamos se basan únicamente en criterios artísticos y en la interpretación de objetos
funerarios37.
De lo que sí podemos estar seguros es de que Amenhotep III fue enterrado en el Valle de los
Reyes, más concretamente en su parte occidental. Su tumba (WV 22) fue explorada y
dibujada en 1915 por dos ingenieros de la expedición de Napoleón. Actualmente se encuentra
en un proceso de restauración a cargo de la universidad japonesa de Waseda, que se está
encargando de la decoración de las paredes38.
2. El periodo Amarna: definición y fuentes.
Entendemos por periodo Amarna el tiempo en el que Akhenaton reinó como faraón del alto y
el bajo Egipto, es decir desde el 1352-1336 a.C. pudiendo incluir también el breve reinado de
Ay.
Se trata de un periodo para el que disponemos de una gran cantidad de fuentes, como ya
hicimos referencia brevemente (véase página 2). Estas se encuentran, en gran parte, en el
archivo diplomático de Tell Amarna y nos ayudan a desentrañar algunas de las cuestiones de
un periodo considerado como la época del antiguo Egipto sobre la que más se ha escrito en
relación a su duración. A pesar de ello, hemos de apresurarnos en reconocer que existen
numerosos aspectos del periodo que aun no han sido discernidos, lo que explica la aparición
de numerosas teorías que intentan llenar los huecos que se nos presentan39.
A lo largo de los 30 años que dura el periodo Amarna se produjeron hechos de suma
importancia, tanto para Egipto como para sus estados vecinos. Tanto es así, que se ha llegado
a considerar al periodo Amarna como el final del clasicismo egipcio, entendiendo el reinado
de Amenhotep III como el auge de la civilización egipcia y el de su sucesor como el inicio de
la decadencia. Los que aluden al periodo Amarna como el inicio de la decadencia del imperio
egipcio se basan a menudo en el carácter pasivo del faraón ante los asuntos terrenales y a su
supuesta incapacidad para hacer frente a las amenazas del estado.
En cualquier caso debemos estudiar este periodo con un especial cuidado, teniendo en cuenta
sus peculiaridades y el carácter excepcional de las reformas emprendidas en estos años, más
allá del escaso éxito que tuvieran posteriormente.
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GALÁN (2011,366)
GALÁN (2011,366-367)
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PADRÓ (2014,248)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
No se tiene constancia de relatos posteriores a la muerte de Akhenaton que hagan referencia
alguna a su persona, sino que es bien sabido el rechazo que generaron las reformas de éste tras
fallecer. Si actualmente sabemos de su existencia, se debe, sin duda alguna, al testimonio que
nos arrojan las numerosas construcciones llevadas a cabo en el transcurso de su reinado y a la
construcción de una nueva capital real40.
3. El reinado de Akhenaton
3.1. La familia real.
Amenhotep IV, nombre con el que Akhenaton accede al trono, fue engendrado Amenhotep
III, y por la princesa Teye. El faraón tuvo un hermano mayor que él, sin embargo éste debió
morir joven. Lo que no podemos afirmar con seguridad, como ya hemos hecho referencia
anteriormente, es si Amenhotep IV fue nombrado corregente antes de fallecer su padre o por
el contrario su reinado comenzó tras la muerte de éste.
La figura de la esposa principal de Akhenaton, Nefertiti, es de una gran importancia en este
periodo, considerándose como la parte femenina del rey, como ya sucediera, aunque de
manera más sutil, en tiempos de Amenhotep III y Teye. Los orígenes de Nefertiti son
inciertos, aunque actualmente se considera que ésta no formaba parte de la familia real antes
de contraer matrimonio con Amenhotep IV, tras descartar la posibilidad de que su padre fuese
Ay, esposo de la nodriza de Nefertiti, y quien fuese faraón por unos años tras la muerte de
Akhenaton.
La reina proyectó desde un primer momento la imagen femenina del rey, repitiendo uno tras
uno los pasos de su marido, al que acompañaba allá donde fuera y destacando tanto en el
plano político como en el religioso.
Se sabe que Nefertiti fue la madre de seis princesas según las representaciones, que sin
embargo no especifican que Akhenaton sea el padre de estas, dando así lugar a numerosas
teorías sobre el padre de las princesas. Lo más probable es que estas representaciones trataran
únicamente de hacer hincapié en el componente femenino de la monarquía, sin tener por tanto
necesidad de manifestar que Akhenaton era el padre de las princesas.
La mayor de las hijas era Meritatón, destinada a alcanzar el trono, y que por consiguiente fue
ganando cada vez más protagonismo durante el reinado de su padre. Tras ella hemos de hablar
40
KEMP (1996, 335)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
de Meketatón, de quien únicamente sabemos que falleció a una temprana edad y que fue
enterrada en una cámara propia en la tumba real de Akhetaton. La tercera princesa era
Anjesenpa-atón, quien llegó a ser reina de Egipto tras su matrimonio con Tutankhamon. De
las tres últimas princesas solo sabemos sus nombres: Nefernefruatón la joven, Nefernefrure y
Setepenre41.
En cuanto a la descendencia masculina de Akhenaton, sigue siendo una incógnita, al menos
parcialmente. Y es que la imagen de los reyes con sus hijas constituía la representación
perfecta de la fertilidad por lo que los hijos varones de los monarcas no solían ser
representados. A pesar de la escasez de datos, lo más que probable es que tanto el célebre
Tutankhamon como Semenkhkara fuesen hijos de Akhenaton42.
3.2. Política continuista.
Una de las primeras acciones que Amenhotep IV lleva a cabo tras acceder al trono, es
desposarse con la princesa Tadu-Jeba, proveniente de Mitanni, país con el que, como ya
hemos visto, Egipto mantenía estrechas relaciones. Amenhotep IV comenzó de este modo su
reinado, siguiendo los pasos de su padre y renovando la alianza de Egipto con Mitanni43.
También hemos de destacar que el joven faraón se hizo coronar en Karnak44, como marcaba
la tradición, por lo que en estos momentos podemos hablar de una cierta política continuista a
todos los niveles. Este modo de actuar al inicio de su reinado se observa incluso en el
mantenimiento de la tradicional concepción ideológica de la monarquía y en el respeto a la
religión oficial, presidida hasta entonces por Amón-Ra. Sin embargo es cierto que ya se
realizaban menciones al Atón, al que se le representaba entonces de manera muy diferente, a
partir de un cuerpo humano con cabeza de halcón coronada por el disco solar.
Esta continuidad de la que hablamos se hace patente en el templo de Karnak, donde
Amenhotep III se dispuso a terminar las obras iniciadas por su antecesor, construyendo cuatro
templetes que por otra parte se dedicaron a la forma física de la divinidad solar, es decir a
Atón45.
3.3. La reforma religiosa
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En este apartado haremos un recorrido detallado sobre la cuestión religiosa en el periodo
Amarna, comenzando como no puede ser de otra manera por el estado de la situación antes de
dicho periodo. A continuación repararemos en las reformas emprendidas en este tiempo y en
sus bases dogmáticas. No acabaremos sin considerar el estado de la religión popular.
3.3.1. El culto a Amón-Re.
Para estudiar la importancia de la principal divinidad en el antiguo Egipto antes de que
Akhenaton llevase a cabo su reforma religiosa, hemos de remontarnos al Reino Antiguo,
momento en el que aparece con fuerza el dogma de que el faraón era hijo de Re, el dios Sol.
Ya en la dinastía V, la importancia del culto al sol se había consolidado con la construcción
de las pirámides y continuaba manifestándose con la construcción de templos solares. El sol
constituía la fuente de poder sobrenatural más cercana en cuanto a visible se refiere para el ser
humano, sin embargo, los egipcios le otorgaron pronto figura humana para entenderla mejor,
si bien es cierto que en ciertas ocasiones la divinidad fue representada con cabeza e animal,
como es el caso de Re-Horus, con cabeza de halcón.
En el Reino Nuevo, los teólogos otorgarían a la divinidad principal una apariencia totalmente
humana, pasando a ser conocida como Amón, cuyo origen concreto se encuentra en la ciudad
de Tebas. Amón heredó asimismo el mito de la paternidad del faraón y de este modo, la
divinidad solar continuó siendo bajo su nuevo aspecto la principal divinidad del panteón
egipcio.
La manera de entender la religión en el antiguo Egipto eludía lo que para nosotros son
contradicciones y a la vez posibilitaba la existencia de numerosas divinidades que por otra
parte reflejaban un poder divino unánime bajo la presencia del sol46.
3.3.2. Los orígenes del culto a Atón.
Desde el reinado de Tutmosis IV, el culto a Amón-Ra en su forma de disco solar (Atón) se
encontraba en un proceso de institucionalización, en el que una reducida y poderosa élite
cercana al faraón, se relacionaba de una manera cada vez más estrecha con esta divinidad.
Podemos hablar por lo tanto de los orígenes elitistas del credo de Atón.
46
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También se ha hecho referencia en otras ocasiones a la posible influencia que hubieran tenido
en su día las poblaciones venidas de fuera en el desarrollo del credo de Atón, si bien es cierto
que debemos tratar este tema con prudencia.
En cualquier caso, es imposible entender el origen del credo de Atón y su consolidación, sin
la figura de Amenhotep IV, quien a pesar de su juventud en el momento de acceder al trono,
contaba ya con una personalidad muy marcada. La imagen que se tiene del rey al inicio de su
reinado es la de un idealista obsesionado con sus propios pensamientos filosóficos y
teológicos y poseedor de una enorme fe en un dios único, bondadoso y creador en solitario de
todo lo existente.
Es entonces, en Karnak, cuando se lleva a cabo una de las primeras acciones encaminadas a
establecer el nuevo culto. Se trata de la construcción de diversos templos que incluyen el
trazado abierto47 propio del culto a Atón, quien comienza a representarse desde este momento
con la que hoy consideramos como su forma característica, y que constituye el emblema de
uno del periodo Amarna: un disco que irradia sus rayos sobre la tierra en forma de alargados
brazos acabados en manos.
Ya en su segundo o quizás tercer año de reinado, Amenhotep IV celebró su primer Festival
Sed, donde además de honrar la memoria de su padre, el monarca trató de reflejar como Atón
había insuflado fuerza y autoridad en su alma. De este modo, el faraón continuaba dando
señales de su intención de convertir a la religión egipcia en un credo monoteísta. En concreto
nos referimos a su prohibición de realizar cualquier tipo de mención a ninguna divinidad que
no fuese Atón en el transcurso del Festival Sed.
Si bien es cierto que la religión solar se había convertido en el epicentro religioso y político
desde la época de Hatshepsut, como ya hemos mencionado en más de una ocasión (veáse
página 15), es con la llegada de Amenhotep IV cuando ésta cobra una nueva dimensión. En
estos momentos comienza a cobrar importancia el concepto del “shu”, es decir, el aspecto
luminoso de la divinidad, que no tiene representación antropomorfa y que es omnipresente,
características que posteriormente se le atribuyeron a Atón. Las ofrendas comienzan a
realizarse entonces y hasta que se produjera la restauración religiosa de manos de
Tutankhamon, en amplios patios, lo que supone una notable diferencia respecto al culto
47
KEMP (1996, 338)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
tradicional de Amón-Ra, cuyas ofrendas se llevaban a cabo de un modo mucho más intimista
y oculto48.
Las ideas teológicas de Amenhotep IV fueron ganando fuerza progresivamente, en
contraposición a las del clero de Amón. El rey debió buscar entonces apoyo teológico en el
clero solar de Heliópolis, propiciando así la aparición de dos facciones políticas relacionadas
con el enfrentamiento religioso. Encontramos, en primer lugar, la facción clerical, sustentada
en la vieja oligarquía, detentora del poder en la administración durante el grueso del Reino
Nuevo, y la facción real, que empezó a buscar apoyos entre “hombres nuevos” favorecidos
por el propio monarca a través de nuevas políticas que marcarán su reinado49.
Amenhotep IV da entonces un importante paso en la constitución del credo monoteísta de
Atón, proclamándose a sí mismo como gran vidente, o lo que es lo mismo, sumo sacerdote de
Atón, rivalizando así con la autoridad del gran sacerdote de Amón, al que además se
presupone que también se le retiró la administración de sus bienes seculares50.
3.3.3. Del politeísmo al monoteísmo.
Antes de abordar con mayor profundidad las reformas religiosas llevadas a cabo por
Akhenaton, es necesario hacer una serie de aclaraciones sobre el concepto “monoteísmo”.
Éste hace alusión, como pudimos aprender en la asignatura “historia de las religiones” del
grado de Geografía e Historia, a los credos religiosos basados en una única divinidad. Sin
embargo, hoy día somos conscientes de que la religión constituye en sí misma un fenómeno
demasiado complejo para encorsetarlo en estos términos. Y es que, el cristianismo, una de las
principales religiones monoteístas de la historia, adquiere un aspecto muy diferente si se
estudia desde fuera. En este sentido, los numerosos santos a los que se le rinde culto de una u
otra manera, y lo que es más importante, la presencia de un dios con “tres personalidades” son
aspectos más propios de un credo politeísta que de uno monoteísta.
Del mismo modo que los cristianos han solventado estos dilemas gracias al concepto del
“misterio”, los egipcios se dedicaron a transmitir las sensaciones religiosas que albergaban a
partir de los términos lingüísticos de los que disponían, dando así lugar a un juego lingüístico
religioso extremadamente rico, y cuyas concepciones escapan a nuestro pensamiento racional.
48
GALÁN (2011,368)
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Las reformas de Akhenaton atentaron en este sentido contra la tradicional riqueza semántica
de la cultura egipcia, apostando por la simplicidad de la religión solar51.
En un primer momento, Amenhotep IV, continuó con un modelo henoteísta, en el que Atón
relegaba a Amón como principal divinidad (veáse página 15). De hecho tenemos constancia
de que existió sincretismo entre Atón y otras divinidades, tal y como ocurriera tiempo atrás, lo
que refleja una mayor tolerancia al resto de cultos en los primeros años de reinado de
Amenhotep IV. Así, Atón llegó a unirse en una figura con cabeza de halcón llamada ReHarakhti-Atón52.
No será hasta el quinto año de su reinado, cuando Amenhotep IV inicie sus reformas. En
primer lugar, Amenhotep IV ya no respondería nunca más a este nombre, si no que adoptó
uno que le ligaba más al dios Atón: Akh-en-aton, lo que se traduce como espíritu de Atón53.
Al comienzo del reinado de Amenhotep IV, el culto a la totalidad de las divinidades se
permitía sin ningún tipo de restricción, excepto en casos contados como el del Festival Sed.
Sin embargo, la situación cambió radicalmente en el momento en el que el faraón se instala en
la nueva ciudad real. A partir de aquí se abre una política de persecución religiosa, destinada
especialmente a las figuras de Amón y su esposa, la diosa Mut.
Esta persecución se llevó a cabo de diversas formas. Para empezar, los esfuerzos del faraón se
centraron en dañar la imagen física de estos dioses, destrozando las estatuas y relieves en los
que éstos eran representados. Paralelamente sus nombres eran borrados allá donde aparecían,
ya fuese en los templos oficiales o en los monumentos funerarios privados. Sabemos también
que los diferentes cleros fueron muy perjudicados, en especial el credo de Amón, cuyo sumo
sacerdote llegó a ser enviado a las canteras como manera de mantenerlo alejado 54.
El culto a los restantes dioses fue abolido progresivamente, al tiempo que se dedicaban
grandes fiestas en honor a Atón, para tratar así de conseguir la mayor cantidad de fieles
posibles. Paralelamente, las pertenencias de los antiguos templos eran requisadas y la clase
sacerdotal suprimida, la oligarquía tradicional era apartada del poder y el rey continuaba con
su política de beneficio a los hombres nuevos55.
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KEMP (1996, 333-334)
HORNUNG (1999, 225)
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GALÁN (2011,369)
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Es entonces cuando podemos hablar de la desaparición, aunque solo por un breve periodo de
tiempo, del henoteísmo en el antiguo Egipto. Atón se convierte de este modo en la única
divinidad del panteón egipcio, y Akhenaton pasa a ser su profeta, el único capaz de entender
su naturaleza56.
Observamos pues que las reformas emprendidas en el periodo Amarna fueron llevadas a cabo
de manera bastante más progresiva de lo que en ocasiones se considera. Se trata de un modo
de operar premeditado que nos acercan a una imagen de Akhetaton más reflexiva y racional 57.
3.3.4. Concepciones teológicas: El Gran Himno a Atón.
A la hora de estudiar la teología del nuevo credo, contamos con un documento fundamental.
Se trata de “El Gran Himno a Atón” que se encuentra en la tumba de Ay, comandante de las
tropas egipcias bajo el reinado de Akhenaton. El texto sagrado aborda la cuestión de la
creación, entendida como una acción divina que se repite cada día y que se encuentra
relacionada con las fuerzas de la luz, la vida y el orden, todas ellas sometidas al gran dios
Atón58.
Las ideas religiosas que se destacan en el himno a Atón no tienen nada de revolucionario,
pues podemos encontrar precedentes similares en textos anteriores dedicados a Amón-Ra. Del
mismo modo, tampoco es nueva la idea de un único dios creador en la teología egipcia.
La diferencia sustancial del culto de Atón respecto a la teología egipcia tradicional, es el
interés político y personal del monarca en elevar la figura del disco solar por encima de las
demás manifestaciones divinas, entendiéndose como un giro al monoteísmo a través de una
concepción divina antigua pero secundaria. Resaltemos pues que se trata del primer credo
monoteísta y exclusivista “revelado” de la historia59. La originalidad del nuevo culto pasa
también por ser este un culto al sol mucho más simplista, que prescinde del tradicional juego
de palabras teológico, así como de las representaciones artísticas complejas vistas hasta este
momento60. Además de ello también es necesario que advirtamos un cierto giro del mito al
logos en el nuevo credo61.
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HORNUNG (1999, 226-228)
HORNUNG (1999, 224-225)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Con el nuevo credo, a los egipcios les fue arrebatada su tradicional forma de explicar los
fenómenos del universo a través de un sistema extremadamente rico. En este sentido,
Akhenaton fue culpado de tratar de acabar con la vida intelectual de la sociedad egipcia. Y es
que el faraón se dio cuenta del carácter prescindible de gran parte del pensamiento de su
época, pero fue incapaz de reemplazarlo por algo que satisficiera las necesidades espirituales
de su gente, dejando por consiguiente un enorme vacío62.
Muy pronto el rey se autoproclamó como el único nexo posible entre la divinidad y el resto de
los mortales; la única manera de conocer su voluntad, y, junto con la reina Nefertiti y sus
hijas, los únicos capaces para realizar ofrendas de modo directo al dios creador. Así el culto a
Atón se convirtió en una suerte de culto a la propia familia real. No es de extrañar, por lo
tanto, la presencia de altares en las viviendas de los principales cortesanos destinados al culto
a la familia real. Akhenaton es considerado de hecho como el profeta de Atón y el hijo del
dios hecho hombre, y junto con Nefertiti y Atón, forma parte de la triada divina 63. Éstos son
conceptos que nos recuerdan inevitablemente a la teología cristiana.
En cuanto al resto de elementos de la teología del nuevo credo, Atón se considera exterior y
anterior al mundo, único y universal, por lo que todo lo que existe ha sido creado por él y es
esencialmente bueno. El dios creador es el encargado pues, de dar lugar a todos los seres
vivos permitiéndoles respirar a través de su aliento. Cada uno de estos seres es protegido por
el dios y ocupa un lugar específico en este mundo, como si se tratara de los engranajes de una
compleja y enorme máquina. Lugar especial es el que encuentran los seres humanos dentro de
la creación de Atón, al ser considerados como los hijos de éste sin importar su procedencia o
raza. Atón era considerado como un ente que regía el universo con actitud benigna, pero sin
intención de intervenir en los asuntos del hombre, puesto que no le interesaba ni su destino ni
su condición.64
La moral, había sido separada de la teología en Egipto hacía ya mucho tiempo 65. El nuevo
credo sentó las bases de la moral en el concepto de “maat”, el cual se traduce como verdad.
En este sentido cabe destacar el uso regular que dio Akhetaton a dicho concepto, usando a
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HORNUNG (1999, 224)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
menudo la fórmula “el que vive de maat” para referirse a sí mismo y dando a entender que la
“verdad” era la sustancia de la que se nutría66.
3.3.5. La Religión popular.
Tras haber examinado cuál fue el desarrollo de la religión oficial en el periodo Amarna,
hemos de reparar en las manifestaciones religiosas del conjunto de la sociedad. Y es que, un
contexto tan particular como el de dicho periodo, en el que se producen cambios tan
reseñables en la religión oficial, es muy útil para estudiar las auténticas creencias del grueso
de la sociedad.
En primer lugar, hemos de destacar la continuidad del culto al faraón67. Este tipo de culto se
practicaba en los jardines traseros de las casas, mediante pequeños santuarios que se
dedicaban a la familia real. En este sentido destaca también la adoración de las estatuas reales,
que al parecer era un gesto sincero y no promovido por el interés.
La escasez de datos sumada al fracaso que finalmente tuvo el culto al Atón, puede llevarnos a
pensar que éste tenía pocos seguidores en el pueblo llano. Sin embargo contamos con algunos
argumentos desmienten, al menos parcialmente, esta idea. Uno de ellos es la correspondencia
privada de un funcionario en la que manifiesta abiertamente su devoción al disco solar.
Sin embargo, es más común la presencia de centros de interés espiritual independientes. Es el
caso del panteón de la aldea de los obreros, que constituía un lugar familiar y sagrado en el
que de alguna manera se rendía culto a los difuntos. En la aldea de los obreros se levantaron
numerosas capillas, muchas de las cuales tras la muerte del faraón hereje. Los dioses que los
aldeanos escogieron para ser conmemorados fueron Amón, Amón-Re, Isis, Shed “el Sabio”, y
también Atón.
Observamos pues, como los dioses tradicionales no fueron ni mucho menos olvidados por el
pueblo llano, que continuó adorándolos de manera clandestina como otras tantas veces en la
historia de la humanidad. Entre estos, podemos citar, además de los anteriores, a Horus,
Hathor, Osiris o Bes. En el caso de Amón, éste empezó a ganarse el título de “protector de los
humildes” al ser considerado como la divinidad que velaba por los desprotegidos, carácter del
que ya gozaba antes del periodo Amarna.
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Hemos de mencionar asimismo que las creencias populares nos muestran además, una
devoción a multitud de divinidades menores y asociadas con actividades cotidianas como es
el caso del dios babuino Tot, patrón de la escritura68.
Es importante que hagamos hincapié en la fidelidad que se mantuvo por lo general en el
transcurso del periodo Amarna a las divinidades tradicionales, ya que ésta se puede relacionar
con el escaso éxito que tuvieron las reformas llevadas a cabo por su faraón 69.
3.4. La política en el reinado de Akhenaton.
3.4.1. Política interior.
Tal y como explicaremos más tarde bajo un punto de vista diferente, Akhenaton desarrolló
una cierta política interior de beneficio social, tratando de redistribuir la riqueza del expoliado
clero de Amón entre los ciudadanos.
Esta política se llevó a cabo con especial hincapié en la nueva capital, donde el faraón
impulsó una serie de medidas cuya aplicación debió suponer un gran esfuerzo para el estado.
En primer lugar, hemos de destacar que en Akhetaton todas las viviendas se encontraban
decoradas hasta el más mínimo detalle. Los techos interiores se pintaban de azul y ricos
murales llenaban las paredes de las distintas habitaciones. Pero no es solo la decoración lo que
hacía de las viviendas de Akhetaton unas residencias de gran calidad, si no que además éstas
eran amplias, ventiladas y contaban con drenaje y letrinas que las dotaban de mayor
salubridad70.
Otra de las acciones emprendidas por Akhenaton en cuanto a política interior se refiere es la
promoción de los “hombres nuevos” que ya explicamos anteriormente. Ésta acabó siendo un
fracaso en la práctica, ya que los “hombres nuevos” caracterizados por su lealtad al faraón se
encontraban, sin embargo, faltos de la experiencia que caracterizaba a la vieja élite y en
ningún caso supieron estar a la altura de las circunstancias.
Paralelamente, la desamortización llevada a cabo en los templos de las antiguas divinidades y
el intento de centralización administrativa (véase página 19), solo sirvieron para desorganizar
las estructuras del Imperio en el momento en el que éste disponía de una nueva y enorme
masa de recursos por administrar.
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CASTAÑEDA (2003,314)
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CASTAÑEDA (2003,315)
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Como consecuencia de todos estos desmanes pronto aparecería la figura de la corrupción, que
logró asentarse rápidamente en todas las esferas del estado, y que constituyó una de las peores
herencias que dejó el periodo amárnico, y que no fue posible de eliminar en el tiempo que se
mantuvo el imperio egipcio71.
Diferentes textos elaborados tras la muerte de Akhenaton nos hablan de cuáles fueron los
principales errores cometidos por el monarca interiormente, y por qué sus reformas no
tuvieron continuidad. No debemos olvidar que estos documentos fueron elaborados por
personalidades afines a la restauración del credo tradicional y contrarios a las reformas de
Akhenaton. Para empezar, se alude en líneas generales al escaso sentido común que
caracterizó al monarca, incapaz de darse cuenta de su responsabilidad para con el pueblo
egipcio. A partir de esta premisa los ataques al faraón se basan en su reforma religiosa,
considerándose que al atacar a las tradicionales divinidades egipcias, se atacaba al conjunto de
la sociedad, que entendía a través de estas el mundo que las rodeaba. En definitiva, el giro al
monoteísmo fue entendido como un órdago contra las necesidades espirituales de Egipto.
Además, el dios en el que se basaba el nuevo credo, Atón, no llegó a ser popular entre el
grueso de la sociedad, lo que se debe sin duda a su carácter excesivamente abstracto y a su
falta de mitología. El propio Akhenaton decía que solo él era capaz de entender la naturaleza
del nuevo credo. La sociedad egipcia no veía con malos ojos las reinterpretaciones religiosas
o filosóficas, si no que estas eran toleradas bajo el carácter de moderación egipcio, sin
embargo, la persecución que se hace por parte del monarca a lo tradicional, atenta en contra
de este principio. Es por ello que la sociedad egipcia no podía aceptar a largo plazo un dios
que se mostraba como impersonal, intolerante y exclusivo, erigiéndose como el fin de las
demás divinidades72.
Un texto de la época de Tutankhamon (estela del Museo del Cairo 34.183) nos resume este
sentir: “Los recursos [de los templos] estaban prohibidos. La tierra se hallaba como en el
tiempo del caos. Los templos de los dioses desde Elefantina [hasta el Delta], abandonados,
caían en la hora aciaga; los almacenes estaban como si no existieran; los edificios se
transformaban en caminos. El país estaba en decadencia. Los dioses desviaban la cabeza de
esta tierra… si se invocaba a un dios para recibir un consejo, no respondía; si se imploraba a
una diosa, tampoco ella acudía; sus corazones estaban disgustados de sus cuerpos, ellos
dejaban perecer la creación.”
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3.4.2. Política exterior.
Poco antes de fallecer, Amenhotep III había visto conveniente la renovación de las alianzas
con Mitanni, que cristalizó a través del matrimonio entre el propio faraón y una de las hijas
del rey mitánnico Tushrata. Desconocemos si esta princesa era Tadu-Jeba, quien finalmente
llegó a contraer matrimonio con Amenhotep IV (veáse página 15). Lo que sí sabemos es que
mediante esta alianza, el joven rey trataba de seguir los pasos de su padre, al menos en
asuntos exteriores.
Sin embargo, la política exterior de Akhenaton, en líneas generales, se caracterizó por un
escaso interés del faraón hacia los asuntos internacionales, lo que fue aprovechado por el
estado hitita y su rey, Suppiluliuma73.
En tiempos de Akhenaton, el rey hitita dedicó gran parte de sus esfuerzos a organizar su
estado y pacificar sus fronteras en Anatolia. A través de una exitosa combinación de
diplomacia y belicismo, Suppiluliuma consiguió ejercer su influencia sobre una serie de
pequeños estados como lo son Kizzuwadna, Alshe y Hurri, encontrando sus intereses con los
de Mitanni, aliado de Egipto.
Mientras ambos estados se preparaban para la contienda, Akhenaton no manifestó de manera
clara su apoyo a Mitanni, lo que pudo afectar a las relaciones entre ambas cortes. De hecho el
propio rey de Mitanni, Tushrata recriminó a Akhenaton su actitud de forma vehemente.
Egipto asistió impasible, entre otras cuestiones a causa de sus graves problemas interiores, a
la gran expansión del imperio hitita, que invadió Siria y alcanzó rápidamente el Éufrates y el
Líbano. El estado hitita llegaba así hasta la frontera egipcia, sin bien no tenían ningún interés
a corto plazo de enfrentarse directamente con el estado egipcio74. Por su parte, la reacción de
Tushrata fue tardía e insuficiente.
La actitud de Akhenaton en el plano internacional se refleja asimismo en sus relaciones con
otro estado asiático, Amurru. El rey de este estado, Abdi-Ashirta, que había ascendido al
trono en tiempos de Amenhotep III, era en estos momentos uno de los vasallos de Egipto. Sin
embargo, su ambicioso carácter le valió para aprovecharse de la situación internacional,
interviniendo en el tablero geopolítico. De este modo, Amurru acabó controlando la mayor
parte del Líbano, derrotando sistemáticamente al resto de vasallos de Egipto que reclamaban
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sin éxito la ayuda del estado faraónico. Entre estos vasallos cabe ser destacada la presencia de
Biblo, que pasaba por ser un gran informador de Egipto y uno de sus estados más fieles. Las
misivas dirigidas por parte de Egipto al rey de Amurru eran contestadas con la negación de
todos los hechos, persistiendo en sus aspiraciones expansionistas.
Es así, como el estado dirigido por Abdi-Ashirta se dispuso a atacar Biblo, comenzando por
bloquear la ciudad, hecho que Egipto entendió, esta vez sí, como inadmisible, por lo que se
dispuso a actuar enviando tropas a Biblo, con la intención de contribuir al desbloqueo de la
ciudad. Abdi-Ashirta falleció en el transcurso de la contienda y fue sucedido por su hijo
Aziru75.
El nuevo rey de Amurru no tardó demasiado tiempo en continuar la inacabada labor de su
padre, lo que sumado a sus relaciones con los hititas, obligó a Akhenaton a convocar a Aziru
para que éste diese explicaciones sobre su actitud. El acusado se limitó a ofrecer una serie de
excusas al rey de Egipto, continuando sin mayor problema con su ambigua actitud.
No es de extrañar que finalmente los amorritas lograran expulsar a Rib-Adda, de su reino y
tomar así el control del puerto fenicio mientras el rey de Biblo fallecía en el exilio. Antes de
morir, el rey de Biblo envío una misiva al faraón donde le reprochaba su falta de implicación
en la defensa de su reino.
Akhenaton continuó instando a Aziru a comparecer en Egipto, como si esta fuese la única
medida que pudiera llevarse a cabo, a lo que éste, tras haber cerrado un pacto de alianza con
los hititas, decidió personarse finalmente ante el faraón. Increíblemente, Aziru resultó bien
parado de las acusaciones de infidelidad vertidas por el faraón, gracias a la defensa de ciertos
funcionarios egipcios que pudieron ser sobornados por el rey de Amurru.
Como era de esperar, al regreso de Aziru a su tierra, el estado amorrita y el hitita consolidaron
su alianza, pasando Amurru a ser formalmente un aliado hitita, y alejándose definitivamente
de la órbita de Egipto76.
Los ataques hititas se dejaron sentir entonces en los dominios del imperio egipcio, lo que
sumado a las intrigas protagonizadas por el estado hitita, Amurru y Qadesh, obligó por fin a
Egipto a enviar un ejército a Qadesh. Al mismo tiempo, las hostilidades entre mitánnicos e
hititas se reanudaban, completando de esta manera el caldo de cultivo de la 3ª Guerra Siria.
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Este es el panorama internacional que se vivía cuando se produjo la muerte de Akhenaton.
Tras la muerte del faraón, la actual reina, probablemente Meritaton, tomó una polémica
decisión al pedir al rey Suppiluliuma que le enviase a uno de sus hijos para desposarse con él.
El rey hitita decidió asegurarse de las intenciones de la reina enviando un mensajero que
regresó un año más tarde. Tras esto, Suppiluliuma se decidió finalmente a enviar a su hijo
Zannana a la corte egipcia, pero este fue asesinado antes de llegar, decantando de este modo
la declaración de guerra del estado hitita al Imperio egipcio77.
Por suerte para Egipto, el general Horemheb supo repeler de manera hábil la invasión hitita,
derrotando a su ejército que, para colmo de males pudo haberse visto afectado por la peste en
el transcurso de esta campaña, expandiéndola por su territorio al fin de la contienda.
La llegada de Aziru al trono nos ofrece un buen ejemplo de cómo los vasallos de Egipto,
enfrentados a menudo entre sí, trataban de influir en el rey para obtener su favor en
detrimento de sus enemigos. En el caso de Siria-Palestina se han documentado unas 300
cartas enviadas a Egipto. Estos documentos nos ofrecen además relevante información acerca
de cómo se organizaban las relaciones entre Egipto y sus vasallos en el ámbito internacional,
reflejando cuáles eran los deberes de cada una de las partes y en qué modo estos se cumplían.
En este caso podemos apreciar la labor de Tutu en la comunicación fluida que éste mantuvo
con Aziru, quien le pedía que intercediese por él ante el rey, a cambio, este le premiaría
generosamente78.
Tutu había alcanzado el cargo de primer sirviente del rey en el templo de Atón, y es en su
tumba donde podemos contemplar sus acciones como mediador de las regiones siriopalestinas en otra ceremonia oficial, esta vez presidida únicamente por el propio Akhenaton.
Además de esto, Tutu hizo las veces de portavoz de los jefes extranjeros en la corte egipcia, lo
que ha quedado de manifiesto en la correspondencia diplomática encontrada en la ciudad real.
Tradicionalmente se ha venido interpretando el periodo Amarna como un proceso de pérdida
de poder efectivo del Imperio Egipcio sobre sus vasallos, pero gracias a los estudios de
personalidades como Mario Liverani podemos contrastar esta imagen. Si bien es cierto, que la
actitud de Akhenaton hacia sus vasallos se pudo caracterizar en determinadas ocasiones por la
indecisión, podemos constatar lo respetada que era todavía la autoridad egipcia, en líneas
generales, por sus vasallos, a pesar de ejemplos como el de Amurru. De hecho, tenemos
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constancia, gracias a documentos como las misivas enviadas al monarca egipcio por el
gobernador de Tiro, de la lealtad profesada al rey por los jefes locales. En la correspondencia
a la que antes hacíamos referencia, el gobernador de Tiro comienza comparando al faraón
hereje con su padre, el dios Atón. Acto seguido lo equipara a Baal, y destaca cómo el aliento
del rey le ha procurado la felicidad79. Esta es la tesis que sigue también J.M. Galán, quien
señala que las protestas de los vasallos egipcios durante el periodo Amarna ante las distintas
tensiones políticas, reflejan indirectamente lo extraordinario de estas, y el gran control que
mantenía Egipto en estos momentos80.
La región de Siria-Palestina debió pasar en estos momentos por un periodo convulso
caracterizado por la proliferación de diversos conflictos entre dicha región y sus vecinos más
próximos. Entre ellos podemos destacar los que se produjeron entre Siria-Palestina y Amurru,
Biblo o Sidón. Por si esto fuese poco, se ha documentado la presencia de grupos
seminómadas de hapiru que actuaban como bandoleros en los centros urbanos de la región.
Por último hemos de destacar el papel de los hititas en su intento de integrar a la región en su
zona de influencia.
A través de importantes fuentes historiográficas, como lo son las tumbas de Huya y de Meryra
II, la historiografía ha sido capaz de desentrañar algunas de las cuestiones políticas del
periodo Amarna. Huya y Meryra fueron detentores del puesto de supervisor del Tesoro y
supervisor del harén de las reinas Teye (en el caso de Huya) y Nefertiti (en el caso de
Meryra). En las paredes de sus enterramientos se hallan algunas escenas que representan un
acontecimiento ocurrido en el duodécimo año del reinado de Akhenaton. Se trata de la
recepción de tributo extranjero, en la que tomaron parte delegaciones del norte y del sur,
presentándose ante la familia real. Hemos de destacar la presencia de nubios cautivos en este
evento, lo que puede deberse al enésimo castigo de los egipcios a Nubia, concretamente a la
región de Ikayta.
Se ha especulado con la posibilidad de que este acto oficial fuera además una ceremonia
llevada a cabo para inaugurar internacionalmente la nueva capital, al igual que el nuevo credo.
En este sentido, el rey se equiparaba públicamente al dios Atón, y la figura de la reina se unía
a la de su esposo. La unión simbólica de la pareja real se observa en las representaciones de la
tumba de Mery II, donde apreciamos una sola figura formada tras la unión del rey y la reina.
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3.5. El final del reinado de Akhenaton.
Akhenaton fallece en el decimoséptimo año de su reinado, momento en el que la tumba real
se encontraba inacabada. Ésta se estaba construyendo en el extremo oriental del territorio, y a
su término sería dedicada, como no podía ser de otra manera, al dios Atón. Actualmente se
desconoce el paradero de la momia de Akhenaton81.
En los últimos años de su reinado, el monarca había asistido impasible a una sucesión de
acontecimientos que explican su pérdida de poder en Asia frente al auge del estado hitita,
quienes controlaban cada vez una mayor extensión de territorio y trazaban alianzas con
algunos de los tradicionales vasallos de Egipto, que para colmo, atentaban contra los vasallos
que aun se mantenían en la órbita egipcia82. También es cierto que se ha especulado con la
idea de que la peste hubiese afectado a la población egipcia, y que las bajas que ésta provocó
en su ejército fuesen determinantes para explicar el declive egipcio en el plano internacional.
Interiormente, generales y altos funcionarios se encontraban bajo la influencia de la
corrupción, que se había extendido años atrás, y aceptaban sobornos a cambio de actuar en
contra de los intereses de su estado. El largo conflicto con el clero de Amón tampoco
benefició en ningún caso a la estabilidad interior del país.
Estas durísimas circunstancias debieron tener mucho que ver en la posible ruptura entre
Akhenaton y Nefertiti, la cual no abandonó la capital en ningún caso. Es entonces cuando la
hija de ambos, Meritatón debió asumir oficialmente las funciones de reina. Es probable que
Meritatón llegase a contraer matrimonio con su propio padre83.
A la muerte de Nefertiti en el decimocuarto año del reinado de Akhenaton, éste se asocia
como corregente a Esmenjkare, del quien desconocemos su origen contando con dos teorías
sobre su identidad. Y es que Esmenjkare ha sido considerado de manera tradicional como el
esposo de Meritatón, pero también se ha hecho referencia a la posibilidad de que su verdadera
identidad fuera la de la propia Meritatón en un intento de adoptar una personalidad masculina.
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Desconocemos si Nefertiti llegó a ser enterrada en la tumba real de Akhetaton, la cual estaba
dispuesta para albergar tanto su cuerpo como su equipamiento funerario, o si por el contrario
acabó siendo enterrada en el Valle de los Reyes de la ciudad de Tebas.84
En cualquier caso, tras la muerte de Akhenaton debió producirse, al menos en un primer
momento, una situación de incertidumbre en el tema de la sucesión. Y es que, como ya vimos
en relación a la política exterior de Egipto, Meritatón se negó a contraer matrimonio con uno
de sus súbditos y pidió a Suppiluliuma, el rey hitita, que le enviase a uno de sus hijos, con la
intención de casarse con él y convertirlo en rey (véase página 30). Si bien es cierto que se
habían llevado a cabo prácticas similares de modo habitual, siempre habían sido princesas
extranjeras las que habían llegado a Egipto para contraer matrimonio con algún miembro de la
familia real, pero nunca había ocurrido nada parecido con un príncipe extranjero85.
A pesar de lo novedoso de la situación, y como ya sabemos, el rey hitita acabó complaciendo
los deseos de la reina, y envió a Egipto a uno de sus hijos llamado Zananza, el cual sin
embargo no llegaría a cumplir su destino, puesto que fue asesinado antes de llegar a Egipto.
Desgraciadamente no tenemos más noticias sobre Meritatón, pero si advertimos la
determinación que tuvieron los asesinos de Zananza para acabar con él, sabiendo que ello
conllevaría el estallido de una guerra en lo que debió ser un complot anti-real en toda regla, el
final de Meritatón no debió ser plácido86.
4. La vuelta a la ortodoxia: el papel de Tutankhamon.
Actualmente contamos con escasos datos sobre el origen de Tutankhamon, el último faraón
que residió en la ciudad real de Akhetaton. Si bien es cierto que lo más probable es que
Tutankhamon fuese engendrado por Akhenaton y su segunda esposa, Kiya87, no contamos con
pruebas lo suficientemente consistentes como para confirmar esta teoría.
En el momento en el que accedió al trono, Tutankhamon contaba solo con 9 años de edad y
su nombre era el de Tutankhaton. Nada más llegar al trono, el joven rey contrajo matrimonio
con la princesa Anjesenpaatón, hija de Akhenaton y Nefertiti y quien le transmitió los
derechos al trono88.
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Al igual que ocurrió al comienzo del reinado de Akhenaton (veáse página 15), Tutankhaton,
no trató en un primer momento de llevar a cabo una ruptura con los principios de su
predecesor. Sin embargo, al tercer o quizás cuarto año del reinado de Tutankhaton, éste
decretó una vuelta a los principios que regían la vida política y religiosa de Egipto antes de la
llegada de su predecesor, momento que aprovechó del mismo modo, para adoptar el nombre
de Tutankhamon, con el que se le conoce en nuestros días. Este decreto ha llegado a nuestros
días inscrito en dos estelas (de las cuales una se encuentra en un estado de conservación
deplorable) situadas en el templo de Karnak y que posteriormente fueron bautizadas como las
estelas de la restauración89. El decreto se hizo oficial desde la ciudad de Menfis, y restablecía
a los dioses tradicionales su antigua dignidad. Del mismo modo reinstauraba su credo,
rituales, ofrendas y quizás lo más importante, sus ingresos. Desde este momento las imágenes
de estos dioses volvieron a ser esculpidas de nuevo.
No sería de extrañar que en esta coyuntura se produjera, al igual que sucedió con el propio
faraón y con el resto de la corte, un abandono masivo de la fe en Atón por parte del resto de la
sociedad de Akhetaton, de manera que estos cambiarían sus nombres, abandonarían sus casas
y tumbas y contribuirían al caos en el que la ciudad de Atón se sumiría previamente a su
abandono90.
Como ya hemos referido en alguna ocasión, el faraón no era más que un niño en estos
momentos, por lo que debemos de considerar el grado de responsabilidad que éste tuvo en los
actos de gobierno, y destacar las figuras de Ay y Horemheb como los auténticos detentores
del poder efectivo. Con el ascenso al trono de Horemheb, el templo de Atón fue totalmente
destruido poniendo punto y final a una de las ciudades reales más efímeras de la historia.
Sin embargo, la restauración se produjo de manera progresiva, puesto que no era tarea fácil
olvidar unos planteamientos que, al menos en teoría, ofrecían una cierta igualdad para los
habitantes de Egipto91. De hecho, el propio faraón siguió adorando a Atón tal y como
demuestran diferentes objetos encontrados en su tumba. Es pues improbable, que se produjese
una persecución al credo de Atón, por lo que consideramos que la situación del imperio
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egipcio tras la muerte de Tutankhamon, supuso una vuelta a la situación vivida en tiempos de
Amenhotep III92.
Tutankhamon falleció de manera repentina a la temprana edad de 18 años, con lo que su
enterramiento se llevó a cabo en una situación de desconcierto. De este modo, se habilitó una
tumba en el Valle de los Reyes que había sido abandonada anteriormente. La causa de la
muerte del célebre Tutankhamon es aún desconocida por la historiografía.
Lo que sí sabemos es que la no haber tenido descendencia, le sucedió Ay, quien pudo haber
obtenido sus derechos al trono al haber estado casado con la reina Tiy II, si bien es cierto que
se ha considerado la posibilidad de que estos derechos le viniesen de su matrimonio con la
reina viuda Anjesenamón93.
5. La ciudad de Akhetaton94.
El lugar que actualmente conocemos como Amarna, constituyó durante un breve periodo de
tiempo la capital del imperio egipcio. Ésta fue erigida por mandato del faraón Akhenaton, y
abandonada un tiempo después de su muerte y fue en este lugar, donde el faraón persiguió su
visión de una sociedad dedicada al culto de un solo dios, encarnado en el disco solar y
conocido como Atón. Además del interés histórico que dicha ciudad representa, Amarna
destaca por su tamaño y accesibilidad. En definitiva, se trata pues de un lugar necesario para
entender este capítulo de la historia.
5.1. La fundación de Ajetatón y su emplazamiento.
Como estudiamos en la asignatura de Urbanismo y Ordenación del Territorio del grado de
Geografía e Historia, hasta el siglo XX, el emplazamiento de una ciudad venía propiciado por
el deseo de dominar las rutas más importantes, por las que se movían mercancías y personas,
y así beneficiarse además de zonas de contacto de economías diferentes.
Las razones que llevaron al monarca a abandonar Tebas, la hasta entonces ciudad real, para
embarcarse en la construcción de una nueva, han dado lugar a numerosas hipótesis. Una de
92
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94
La información relativa a la antigua ciudad de Akhetaton que se incluye en estas páginas ha sido extraída
93
casi en su totalidad de la web del proyecto Amarna, pues es la fuente que mejor combina la bibliografía clásica
elaborada sobre dicha ciudad con los proyectos actuales de investigación. Es por ello que llegados a este punto
no se han incluido tantas referencias a las fuentes de información, como en otros apartados del trabajo.
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ellas alude al creciente poder del clero de Amón, y que, con la reforma religiosa se vería
reducido para tranquilidad de Akhenaton. En este sentido, al trasladar la capitalidad, el faraón
se alejaría en todos los sentidos de este influyente grupo.
Otra teoría más reciente es la que explica el traslado de la ciudad real por razones de
salubridad, y es que existe la posibilidad de que desde finales del reinado de Amenhotep III,
Tebas se hubiese visto afectada por una plaga o enfermedad que las fuentes llaman “peste
cananea”, lo que además explicaría la proliferación de estatuas dedicadas a la diosa Sekhmet,
patrona de la guerra y la peste, en este periodo. Amenhotep III situó el palacio de Malqata en
la orilla occidental de Tebas, con lo que el río actuaría como flanco entre el palacio y la mayor
parte de la población, situada en la otra orilla. Este hecho que puede encontrar su explicación,
en la presencia de la ya citada presencia de una enfermedad contagiosa o una plaga. De este
modo, es posible que Akhenaton buscara un nuevo emplazamiento para la ciudad real
huyendo de las hipotéticas condiciones de insalubridad de Tebas95.
Lo que es cierto, es que estas teorías no han podido ser confirmadas en ningún caso, puesto
que remitiéndonos a las fuentes, las razones que movieron a Akhenaton en su toma de
decisiones son de carácter divino y no terrenal. Si hacemos caso a estas fuentes, Akhetaton
respondería a la necesidad de construir una ciudad real que sirviese al mismo tiempo de sede
al culto oficial de Atón. En esta nueva ciudad, una nueva cultura podría erigirse ajena a la
sombra del pasado.
El emplazamiento de Akhetaton se encontraba a medio camino entre Tebas y Menfis, en la
actual provincia de El-Minia. Amarna se enmarca entre las siguientes localizaciones: La
ciudad de El-Minia, a 58 km al norte, el Cairo, a 312 km en la misma dirección, Asyut, a 75
km al sur, y a 402 km en la misma dirección, Luxor.
El emplazamiento de Akhetaton consistía en una considerable porción del Valle del Nilo que
incluía una parte apropiada para la labranza, pero también una sección desértica. Los límites
antiguos de la ciudad ocupaban una extensión de 16 x 13 km. Esta distancia se ha conseguido
medir gracias a dos estelas de demarcación situadas en los extremos de la ciudad. El área de la
ciudad consistía en un rectángulo de unos 200 km2 de superficie atravesados por el río Nilo.
De este modo, los asentamientos quedarían enmarcados en la orilla oriental, como se puede
comprobar en el mapa del plano urbano de la ciudad en la ilustración número 1.
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En la actualidad, Amarna ocupa una larga bahía semidesértica, que se encuentra rodeada casi
en su totalidad por diferentes acantilados que pueden alcanzar una altura de 100 metros
aproximadamente. Desde el cabo norte hasta el sur, los cuales se encuentran muy cerca del
Nilo, hay una distancia de 10 km. La mayor extensión que existe entre el río y los acantilados
no alcanza los 5 km. Alrededor de este complejo de acantilados, encontramos la presencia de
valles secos y cauces de diferentes torrentes (wadis) que conducen al interior del desierto. En
el sudeste, los acantilados forman un extenso valle de alrededor de 3 km de ancho que se
origina sobre la orilla de una terraza muy irregular.
El lugar por aquel entonces virgen, que el mismo faraón bautizaría con el nombre de
Akhetaton (horizonte de Atón), y que hoy conocemos como Amarna, se encontraba por aquel
entonces virgen, con lo que el faraón descartaba incomodar a ningún hombre ni dios.
La razón por la que Akhenaton eligió este entorno para la fundación de una nueva capital
continua siendo un misterio, pero es posible que la presencia del Valle Real, interrumpiendo
el centro de las colinas circundantes, cautivase al faraón, al ser la viva imagen del jeroglífico
Akhet (horizonte) en el momento del amanecer. Esta visión pudo sugerir el nombre de la
ciudad: “Akhetaton, el horizonte del Atón”.
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Ilustración 1: Mapa del plano de la antigua ciudad y su correspondiente leyenda. Traducción de la leyenda: 1. Gran
Templo de Atón; 2. Pequeño Templo de Atón; 3. Gran Palacio; 4. La casa del Rey; 5. Casa de Correspondencia; 6.
Barracones militares; 7. Suburbio Sur; 8. Taller de Thutmose. Traducción de las leyendas asignadas a un color de
arriba abajo, empezando por la columna izquierda: Templos y Terrenos de Altares: rituales de ofrenda a Atón;
Almacenes del templo y panadería: preparación de la ofrenda y almacenamiento; Palacios reales y corte:
administración real de la corte; Almacenes del palacio y oficinas: administración del gobierno; Camino Real: Ruta de
carretillas ceremoniales; Barracones militares: patrulla de los límites de la ciudad; Casas, pozos y talleres: residencia,
recogida de agua y manufactura; Compuestos del gobierno: almacenamiento de bienes y manufactura; Mercados
locales y campos: venta de comida y agricultura; Muelles, barcos y fábricas de ladrillo: embarcación, intercambio y
fabricación del ladrillo.
A la entrada de la ciudad, Akhenaton incluyó una inscripción donde aclaraba algunas
cuestiones. En primer lugar, el faraón estableció que el lugar había sido elegido por el propio
Atón, quien le había encomendado la creación de dicha ciudad. También hace hincapié en que
el territorio se encontraba virgen e inculto a su llegada, especifica las dimensiones del
territorio, y que éste se dedicaba en exclusividad al dios Atón. También se declara la
intención del monarca a no cambiar la ubicación de la ciudad ni realizar ninguna ampliación
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del territorio bajo ninguna premisa, lo que fue respaldado al poco tiempo con la creación de
quince inscripciones en los límites montañosos de la ciudad. Por último, Akhenaton deja
constancia de algunas de las construcciones que se han de realizar, como su propia tumba, que
debía situarse en la colina este de la ciudad, lugar donde también debían ser enterradas la
reina y la princesa Meritatón. También debía levantarse una necrópolis en la misma colina en
la que se incluirían el resto de enterramientos de la familia real96.
Al manifestar su voluntad de ser enterrado en Akhetaton, fuese cual fuese el lugar de su
muerte, Akhenaton se desligaba de su pasado de forma definitiva, rompiendo con la tradición
dinástica de excavar las tumbas reales en las colinas occidentales del territorio de Amón en
Tebas. Según esto, la nueva ciudad tendría en adelante su propio Valle de los Reyes.
Akhetaton fue construida en un corto periodo de tiempo y ocupada por una gran cantidad de
personas (entre veinte mil y cincuenta mil) 97que además debieron trasladarse con una rapidez
reseñable. De este modo, pensamos que a finales del octavo año del reinado de Akhenaton, la
ciudad ya estaría dispuesta para convertirse en la residencia del faraón, si bien aún se
encontraría sujeta a cambios de planes y esquemas menores de reconstrucción.
A día de hoy, Amarna nos ofrece únicamente la vista de algunos edificios en ruinas. Un
aspecto muy diferente al que debió tener la ciudad en los días de Akhenaton. Por suerte,
contamos con pinturas de la ciudad que reflejan cómo la contemplaban los artistas
contemporáneos. Estas pinturas deben ser interpretadas con cautela, al no contar con ninguna
precisión topográfica. El propósito de los artistas del momento no era otro que el de reflejar la
sensación visual de encontrarse en un lugar determinado. En cualquier caso, estas pinturas
entre las que podemos destacar los frescos de los templos nuevos y el Gran Palacio98, nos
muestran numerosos edificios que de otro modo no podríamos conocer, además de una gran
afición por árboles y jardines, que contrasta considerablemente con la aridez actual.
La ilustración 1 también nos sirve para estudiar el plano de Akhetaton, que puede ser
considerado irregular, al no obedecer a ningún criterio preconcebido. Este se explica
principalmente a las necesidades que van surgiendo al crecer la ciudad. Estos son
conocimientos que hemos ido adquiriendo en el grado de Geografía e Historia, tanto en
Geografía Humana, como en Urbanismo y Ordenación del Territorio.
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La ciudad constituye un valioso ejemplo, debido al estado en el que se encuentra, para
estudiar el urbanismo de las antiguas urbes. Y todo esto a pesar de lo excepcional de su
fundación. Podemos realizar una primera división de la ciudad actual en tres partes
diferenciadas:
La primera de estas partes es la conocida como línea de los acantilados. Ésta se encuentra
presidida por tres conjuntos de monumentos rocosos del Periodo Amarna. Uno de ellos está
formado por las Estelas Fronterizas, mientras que los otros comprenden dos grupos de tumbas
rocosas (las Tumbas Norte y las Tumbas Sur), que pertenecieron a los cortesanos de
Akhenaton y a altos oficiales. Éstas se encuentran decoradas con escenas talladas y pinturas.
Un tercer grupo de tumbas rocosas descansa en uno de los wadis, alejado de los conjuntos
anteriormente citados. Estas tumbas fueron construidas para la familia real, y entre ellas se
encuentra la Tumba Real. La superficie de la meseta desértica sobre la que se asienta la línea
de los acantilados fue utilizada para la extracción de piedra caliza, destinada a la construcción
de los edificios reales, columnas y entradas en casas privadas. Muchas canteras antiguas se
conservan hoy en día, situadas en su mayoría al norte. La caliza se presenta en capas
aproximadamente horizontales, encontrándose fracturada en gran parte o albergando duros
nódulos que dificultan su extracción. Sin embargo, existen capas en las que la roca se
encuentra bastante bien granulada y homogénea. Estas eran las capas utilizadas en años de
Akhenaton, para abastecer a la ciudad. La extracción continuó en periodos posteriores,
llegando incluso a nuestros días.
La segunda parte de la ciudad es la constituida por los Altares Desérticos. Éstos se encuentran
a lo largo de la zona intermedia del bajo desierto, concretamente entre el Suburbio Norte y las
Tumbas del Norte por un lado, y entre el Pueblo de los Trabajadores y el Pueblo de Piedra por
otro.
La última de estas partes no es otra que ciudad de Akhetaton propiamente dicha. El
emplazamiento de la antigua ciudad yace junto al río, cuyo cauce debió ser muy similar al
actual. Hoy día, y como ya aludíamos al inicio de este apartado, no hallamos más que una
franja discontinua de edificios ruinosos en el desierto que recorren una distancia de 6 km de
norte a sur, y con una anchura máxima de 1 km cerca del centro.
La ciudad se encuentra cubierta de arena en su mayor parte, además de haber sido fuertemente
erosionada. Estas cuestiones explican que ninguna de las esculturas realizadas en piedra, que
debieron decorar el interior de los templos o los palacios, haya sobrevivido. Además de esto,
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hemos de recordar que muchas de estas esculturas fueron eliminadas tras la Restauración. Los
muros de adobe secados al sol, a partir de los cuales se habían construido las casas y gran
parte de los palacios de Akhetaton, han sido reducidos a ruinas por la acción del viento, las
lluvias ocasionales, y la reutilización de materiales para llevar a cabo otras obras, por lo que
en el presente se encuentran en su mayor parte reducidos a arena. Un continuo programa de
limpieza y reparación está haciendo de la ciudad un lugar más accesible gradualmente.
5.2. Distribución de los principales elementos urbanos de Akhetaton:
La ciudad central: completamente excavada en los años treinta por la Sociedad de
Exploración Egipcia, bajo la dirección de John Pendlebury, se trata de la parte de la antigua
Akhetaton donde se sitúan los dos principales templos dedicados a Atón, así como el palacio
principal y numerosos edificios administrativos. Constituye el único ejemplo de centro real
construido en el antiguo Egipto, conformando el epicentro del imperio egipcio en el breve
periodo de tiempo en que Akhetaton mantuvo la capitalidad. La apariencia actual de la ciudad
central se debe en buena medida al hecho de que sus elementos más importantes fueron
construidos con bloques de piedra, que más tarde se utilizaron en la construcción de otros
edificios. Los planos de los edificios se han conservado gracias a que éstos fueron levantados
sobre una base de yeso.
Ilustración 2: Fotografía aérea de la Ciudad Central cuando fue excavada en marzo de 1932. El Pequeño Templo de
Atón se encuentra en primer plano. La mayor parte del Gran Palacio continúa sin excavarse por la expedición
Pendlebury.
El Gran Palacio: el Gran Palacio se extendía 580 metros a lo largo del lado oeste de la
Carretera Real, ocupando el espacio entre esta y la ribera del río. Su aspecto pudo ser el de
una larga columnata de cara a una playa con vegetación y barcos amarrados con sus pasarelas
descansando en la parte posterior (ver ilustración 3).
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Ilustración 3: Lugar donde se encontraba el Gran Palacio, visto en dirección sur desde el extremo norte del barrio de
Harem. Fotografía tomada en 2003.
Aunque el Gran Palacio se encuentra reducido a fragmentos, estos revelan la identidad de un
edificio cuidado hasta el más mínimo detalle, con una rica decoración. Las paredes estaban
pintadas y los suelos cubiertos con pavimento de yeso pintado. El palacio se dividía en varias
partes:
En primer lugar, hemos de nombrar los apartamentos de Estado, construidos en piedra.
También debemos hacer alusión a la gran entrada ahora perdida, y que en su tiempo conducía
a un patio que medía sobre 160 metros cuadrados. Este patio albergaba a su vez una fila de
estatuas de la familia real, muchas de las cuales eran colosos de granito del propio rey. La
parte posterior del patio estaba cubierta por un pórtico de columnas que desarrollaba una
terraza central. El espacio central contenía una ancha rampa que ascendía a una profunda
terraza situada tras el pórtico que proyectaba el gran patio.
Otro conjunto de apartamentos situados en el este, y construidos mediante bloques de barro,
formaba un largo conjunto de edificios individuales situados entre los Apartamentos de
Estado y la Carretera Real, con una anchura de alrededor de 35 metros. Los excavadores
reconocieron dos secciones principales, el “Barrio de Harem” y los “Almacenes”.
El “Barrio de Harem” contenía un jardín hundido flanqueado por una fila de pequeñas
cámaras a cada lado, y un área con columnas en el sur, que incluía a su vez un pórtico abierto
al jardín, como se observa en la ilustración número 4. Los pavimentos de estas partes estaban
cubiertos con emplasto de yeso pintado con brillantes escenas de la naturaleza y con figuras
de cautivos extranjeros. En la parte posterior probablemente se encontraba un trono real. La
parte sur consistía en un grupo de pequeñas habitaciones que conducían a un pórtico abierto a
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un jardín en el lado este. Un grupo similar de suelos de yeso pintados rellenaba las
habitaciones.
Ilustración 4: Fotografía tomada en 1934 del jardín hundido en la sección norte del Barrio de Harem del Gran
Palacio. Las pequeñas cámaras que se encontraban tras un pórtico con columnas se situarían a la derecha de la
fotografía.
Los “Almacenes” comprendían cuatro grupos de cámaras estrechas paralelas, normalmente
usadas, como su propio nombre indica, para almacenar distintos objetos. Algunas de esas
cámaras incluían soportes de ladrillo como estanterías. Las cámaras alrededor del jardín
hundido por su parte podrían haber hospedado a sirvientes de la familia real.
Los apartamentos este presentan una prolongación hacia el norte que es conocida como “Los
barrios de los sirvientes”. Esta sección contenía una serie de grandes y pequeños almacenes y
casas de mediano tamaño.
La Sala de Coronación: Añadida al extremo sur del Gran Palacio al final del periodo de
Amarna, este edificio rectangular de 130 x 135 metros, destaca por su gran número de pilares
de ladrillo. Durante un nuevo examen en 1935, se encontraron ladrillos estampados que
llevaban el cartucho de Ankhkeperura entre los restos, al igual que mosaicos y azulejos de los
que se piensa que decoraron las paredes. Aunque han surgido distintas teorías que hablan de
la función de esta sala, como la que habla de ella como un gran viñedo, la interpretación más
plausible es la de un lugar destinado a la celebración de banquetes.
El puente: Un camino de 9 metros de ancho unía el Gran Palacio con la Casa del Rey. Dentro
de ambos edificios, una rampa empezaba a ascender orientada a la Carretera Real, y tras
ascender varios metros de altura, recorría el camino a través de dos inmensos pilares de
ladrillo. Para prevenir que las paredes que soportaban el peso del puente se hundieran, varias
bigas y maderos fueron insertados en el trabajo de ladrillo. Algunas partes del puente
contenían escenas pintadas, retratando a la pareja real, un estanque y un jardín.
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La Casa del faraón: Este emplazamiento de 138 x 120 metros pudo constituir el lugar de
trabajo del monarca. Llama la atención la presencia de la conocida “ventana de la aparición”,
a la cual se asomaba el faraón para conceder ascensos a determinados funcionarios. Entre los
elementos que constituyen esta construcción podemos hablar de tres zonas diferenciadas.
Ilustración 5: Emplazamiento de la Casa del Faraón.
En primer lugar advertimos la presencia de un patio abierto con numerosos árboles dispuestos
en filas, formando una avenida que se dirigía al sur desde una entrada de pilones. Era en este
patio donde el puente descendía.
Además de este patio existía un grupo de apartamentos de diferentes tamaños, algunos de
ellos con una sola habitación. El principal edificio de estos apartamentos debió haber contado
con más de un piso. En el centro había una entrada con columnas, y a su lado una habitación
más pequeña que contenía una pequeña plataforma escalonada parecida a una tarima para un
trono. Parte de la pared exterior se encontraba pintada, incluyendo escenas de figuras
extranjeras cautivas. Las paredes interiores de este edificio estaban pintadas con las ya
clásicas escenas de Akhenaton y Nefertiti en actitud relajada y acompañadas por sus hijas.
Por último haremos referencia a un grupo sustancial de almacenes dividido en dos bloques.
Algunos contenían soportes de pequeños ladrillos como estanterías y podrían haber servido de
graneros, entre otras cuestiones.
La casa de la correspondencia del Faraón: Detrás de la casa del faraón se encuentran
numerosas oficinas construidas para servir como depósito de documentos de estado, en los
que se trataban diversos temas. En el momento en el que Tutankhamon decide marcharse de
Akhetaton, numerosos documentos se quedan abandonados en el archivo, lo que nos sugiere
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dos teorías acerca del abandono de la ciudad. En primer lugar, el hecho de que estos
documentos fuesen abandonados significaría que la marcha de la ciudad se produjo de forma
precipitada, sin embargo, también podemos pensar que estos documentos ya no eran del
interés de Tutankhamon.
Con la llegada al poder de Tutankhaton, tiene lugar un periodo confuso que propicia una
nueva fase de actividad constructora. En cualquier caso, el material utilizado en estos edificios
públicos, así como en los anteriores, será reutilizado en el programa arquitectónico de Ramsés
II.
El Gran Templo a Atón: con unas dimensiones de 229 metros de ancho por 730 de largo, el
recinto del gran templo a Atón debió de permanecer inacabado al no incluir nunca la mayor
parte de edificios que lo hubieran completado. Sí que advertimos, sin embargo, los restos de
dos edificios de piedra: se tratan del Templo largo, al frente, y el Santuario, hacia la parte
posterior.
Ilustración 6: Fotografía aérea del Gran Templo a Atón, tomada en 1935.
El Templo Largo tenía las dimensiones de 190 x 33 metros y se organizaba alrededor del
largo eje central del gran cercado y detrás de un par de pilones de ladrillo. En primer lugar
encontramos un pórtico externo de columnas monumentales que precedía una progresión de 6
patios abiertos, separados por portadas monumentales. Cada uno de estos patios estaba
ocupado por casi 800 mesas de ofrendas hechas de piedra (como se observa en la ilustración
7).
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Ilustración 7: Fotografía tomada en 1932 que muestra el frente del Templo Largo, donde los cimientos de arios de los
altares de ofrenda estaban preservados.
Para hacernos una idea de la apariencia del interior del Templo Largo, hemos de prestar
atención a las imágenes de los templos de Atón, las cuales apuntan a la presencia de tres
centros importantes de interés ritual situados en el eje del templo. El primero, en el patio
norte, consiste en una plataforma a la que se accede por medio de escaleras. En esta parte del
Templo Largo, Akhenaton, acompañado de su familia, ofrecía plegarias y comida a Atón.
En el caso del Santuario, este se encuentra en la parte posterior del complejo. Se trataba de un
edificio rectangular hecho de piedra y con unas dimensiones de 48 x 32 metros, y subdividido
por un pilón de piedra. Las dos partes en las que el pilón dividía el Santuario permanecieron
descubiertas y llenas de mesas de ofrendas, en un número superior a 150 y que reemplazaban
a una originaria plantación de árboles en macetas hechas de barro y a lo que pudo ser un altar
o pedestal para algún objeto a juzgar por la base cuadrada que hoy día podemos observar
(ilustración número 8).
Ilustración 8: Fotografía tomada en 1932 de la parte trasera del Santuario del Gran Templo de Atón que muestra los
restos de los cimientos de yeso.
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Hemos de destacar además, la presencia de un segundo eje que se unía en ángulos rectos con
el eje principal, y que incluía diferentes elementos arquitectónicos. Entre ellos podemos
apreciar los restos de un edificio cuadrado de ladrillo asentado sobre el muro norte del cerco.
Este edificio ha sido bautizado con el nombre de “la Casa del obsequio extranjero”. El
edificio debió organizarse en cuatro habitaciones separadas, abastecidas con láminas de piedra
que probablemente fueran robadas. El segundo elemento consiste en una construcción de
piedra a corta distancia del punto en el que ambos ejes se cruzaban. El último elemento es una
plaza rodeada de un muro de ladrillo que se identifica por los excavadores como un patio de
sacrificio.
Edificios al sur del Gran Templo de Atón:
El gran espacio rectangular que albergaba al Gran Templo de Atón, además del Gran Palacio
y la Casa del Rey, contenía también varios edificios que pueden haber servido al templo en su
papel de proveedor de alimentos, a través de las ofrendas a Atón. Estos edificios incluyen:
La casa del alto sacerdote (Primer servidor del Atón), Paneshy. Este personaje es el dueño de
la tumba de roca número 6, y también de una gran casa en la Ciudad Principal. Además,
ostentaba el título de “Superintendente del rebaño de Atón”. Sobre este edificio se construyó
posteriormente una magnífica capilla de piedra caliza grabada, ahora lucida en el Museo de el
Cairo en Egipto.
Un edificio que contiene varias entradas presididas con columnas, pavimentadas con piedra y
provistas de piedras en la parte baja de las paredes, abrevaderos de piedra y hornos. El diseño
completo, su localización y la presencia de “huesos de buey” apuntan al probable uso del
edificio como lugar para la preparación de la carne, aunque los excavadores interpretaron el
edificio como una “zona purificadora para los sacerdotes”.
Tres largas filas de cámaras paralelas, muchas de las cuales contienen hornos en la parte
posterior. Los hallazgos de un gran número de moldes de pan hechos de alfarería encontrados
en lugares cercanos dejan pocas dudas de que estas cámaras eran panaderías. En el Nuevo
Reino, el pan horneado en moldes de alfarería estaba reservado para su uso en templos y
capillas.
Un complejo sistema de almacenes y otros edificios situados al sur. Entre el material
encontrado hay una notable concentración de jarras de alfarería etiquetadas para especificar su
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contenido y una igualmente notable cantidad de piedras con un agujero en medio, aunque no
se sabe dónde eran utilizadas.
La Mansión del Atón: se trataba de una versión reducida del Gran Templo de unos 191 x
111 metros, que se encontraba amurallada para dar la impresión de estar dentro de una
fortaleza. Objeto de numerosas reformas durante el periodo Amarna, su posición central en la
ciudad fue responsable de que La Mansión del Atón fuese utilizada por el faraón para muchos
de los actos semi-públicos de culto. Es posible entonces, que este sea un templo funerario,
teoría apoyada por la presencia de un pequeño edificio que podría haber sido utilizado como
vestidor, además de una ventana de la aparición. El templo contaba con unos pilonos en su
acceso, cada uno de los cuales estaba provisto con dos nichos donde podrían haber existido
astas de madera. La entrada al templo se orientaba hacia la tumba real. Por último cabe decir
que el templo se encontraba divido en tres patios.
Ilustración 9: Fotografía aérea de la Mansión del Atón, tomada en 1992.
El primer patio debió albergar una gran plataforma rectangular de bloques de barro alcanzada
por una escalera y flanqueada por 106 mesas de ofrenda hechas de bloques de barro ordenadas
en filas a cada lado. La plataforma central habría sido destruida posteriormente.
El segundo patio, más pequeño que los otros, contenía una pequeña estructura en forma de
casa en el lado sur del eje del templo. Estaba provisto con una tarima muy pequeña hecha de
bloques de barro alcanzada por escaleras, como si hubiese actuado de base para un trono. Los
excavadores interpretaron trazas de ladrillo y cimientos de emplasto en el medio del patio,
como posibles restos de una estela.
El tercer patio estaba presidido por el Santuario de piedra, muy similar en diseño al de la parte
posterior del Gran Templo de Atón, incluyendo también mesas de ofrendas, como podemos
comprobar en la ilustración 10. Una doble línea de árboles en macetas rodeaba el Santuario
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por sus tres lados, y un número de edificios de pequeños ladrillos, dotaban el terreno en su
parte exterior.
Ilustración 10: Reconstrucción del antiguo trazado del Santuario dibujado con bloques de piedra caliza.
Los Altares del Desierto:
Conocemos como los Altares del Desierto a un grupo de edificaciones de barro que se
encuentran cerca de la carretera que conduce a las Tumbas del Norte. Fueron excavados por la
Sociedad de Exploración Egipcia entre 1931 y 1932 y constan de tres elementos principales,
percibidos muy claramente en la ilustración 11, construidos a lo largo de un alineamiento
común. De norte a sur, estos son:
Una plataforma cuadrada a la que le alcanzaba una rampa por cada uno de sus cuatro lados.
Un profundo agujero en el centro de la plataforma podría apuntar a la existencia original de
una piedra fija. Seguidamente, un grupo de tres plataformas alcanzadas por rampas, dos de
ellas flanqueando el acercamiento a la rampa de la plataforma más grande, que fue
reconstruida durante el Periodo Amárnico en piedra. Finalmente una gran plataforma
rectangular, alcanzada por rampas en cada uno de sus cuatro lados. El complejo diseño de sus
cimientos sugiere que varias habitaciones con columnas se sostenían encima de la plataforma,
rodeadas de una columnata abierta.
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Ilustración 11: Fotografía que muestra los tres elementos de los que se componían los Altares del Desierto.
Al oeste se encontraba un recinto rectangular rodeado de un muro de ladrillos reforzado con
contrafuertes externos. Un pequeño edificio de piedra ocupaba el lado sur, cuya posición
permanece marcada por un estrato de yeso en el que se sostenían los bloques. Algunos
fragmentos de piedra grabada fueron encontrados durante la excavación original.
El conjunto entero se erigió en un lugar que había sido limpiado de piedras previamente. Estas
fueron utilizadas en una tenue cresta que rodea el área por el norte, sur y este. Este perímetro
se rompe en el lado este debido a varios cruces con dos de las carreteras del desierto que
también pertenecen al Periodo Amarna. Esta conexión, y la ausencia de un claro perímetro al
oeste, sugieren que en esta zona concurría el cruce de las Tumbas Norte y de los altos
oficiales. Por último, destacar la existencia de un pequeño santuario de piedra perteneciente a
un grupo de santuarios remotos, ejemplos de templos del sol que pertenecieron a algunas de
las mujeres de la familia de Akhenaton.
Kom El-Nana: Este nombre local se asigna a un recinto al sur de la ciudad principal y al este
del poblado actual de el-Hagg Qandil. Fue el propio Akhenaton quien mandaría construir este
recinto como templo dedicado al sol. Entre 1988 y 2000, la Sociedad de Exploración Egipcia
excavó algunas de sus zonas clave como parte de un intento (hasta ahora exitoso) de prevenir
el derrumbamiento del lugar.
Kom El-Nana pasa por ser un gran recinto de ladrillo de unos 228 x 213 metros, cuyos muros
estaban reforzados con gruesos contrafuertes exteriores. Este recinto fue dividido en dos
partes desiguales por un muro levantado de este a oeste, y se encontraba atravesado por
puertas flanqueadas por pilones en cada uno de sus cuatro lados. La porción del norte contenía
un grupo de cámaras paralelas de ladrillo provistas de hornos. Algunas evidencias excavadas
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sugieren la existencia de una panadería y cervecería combinadas en el interior del recinto,
como se puede observar en la ilustración 12. A su lado, una depresión en el desierto marca
probablemente la presencia de un pozo.
Ilustración 12: Hornos en la parte posterior de una de las cámaras utilizadas como panadería/cervecería.
Pero esta parte fue, sin embargo, reemplazada por un monasterio cristiano, cuyo origen lo
encontramos en los siglos V y VI d.C. que reutilizó en parte los muros originales, destruyendo
o disfrazando la naturaleza de los edificios primarios. Una porción del monasterio, incluyendo
la iglesia y los departamentos domésticos/industriales, se encuentra excavado en la actualidad.
La porción sur permaneció en gran parte en el exterior del perímetro del monasterio, y los
edificios del Periodo Amarna sobrevivieron mejor, aunque permanecen significativamente
desnudos y también afectados por la posterior extracción de ladrillos. Una serie de edificios
permanecieron en un eje sur-norte, entre ellos citamos los siguientes:
Un gran pilón en el muro del emplazamiento, con el suelo del gran espacio de entrada de
piedra; el Pabellón Sur, un estrecho edificio rectangular con entradas escalonadas en el sur,
oeste y este; finalmente un edificio central con columnas que se abría a unos jardines
hundidos en los lados este y oeste. Las plantas de los jardines estaban organizadas en
cuadrículas del tamaño de un codo.
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Ilustración 13: Fotografía del Pabellón Sur al final de su excavación.
La Plataforma Central, consistente en un podio cuadrado que soportaba una serie de
habitaciones, algunas de ellas con columnas, siendo la más larga una gran entrada provista
con una tarima escalonada en sus tres lados. Es probable que una de ellas o incluso todas
comunicasen al exterior por medio de una ventana de aparición. La plataforma estaba
alcanzada por rampas en el norte y el sur, y quizá por otro par unidas al final del lado este.
Ilustración 14: Parte oeste de la Plataforma Central al final de su excavación.
El Santuario Sur, cuya posición y trazado están indicados por una plataforma de estrato de
yeso, en la que permanecen muchas marcas del trazado de los ladrillos. Parece haber
consistido en una serie de cámaras en el este y un pórtico de columnas en el oeste.
También en la porción sur había un grupo de casas en la esquina sudeste, ordenadas en dos
grupos separados por un patio; un grupo de parcelas de jardín del tamaño de un codo se
extendía al nivel del suelo en la esquina nordeste.
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Todo el conjunto tiene un gran parecido con Maru-Atón. El reciente trabajo en los fragmentos
del relieve del lugar (Williamson 2008) confirmó una propuesta anterior (Kemp 2005: 45761) de que el complejo contenía un santuario solar del tipo que los egipcios llamaban una
“sombra del sol”, y que probablemente estaba dedicado a la Reina Nefertiti.
Ciudad Principal y Suburbio Sur: con el término “Ciudad Principal”, aludimos a la zona de
la ciudad, mayormente destinada a uso residencial, que se extiende hacia el sur desde la
Ciudad Central a lo largo de 2,7 km. Antes de alcanzar el límite sur, a una distancia de 1,8
km, en el lugar en el que actualmente encontramos una pequeña depresión, el carácter de la
zona parece cambiar aumentando la dispersión entre las viviendas a la vez que disminuye la
presencia de ruinas arqueológicas. Estas cuestiones sirven para dar a esta parte una
designación propia, llamada Suburbio Sur.
Ciudad Principal: se encuentra dividida por un wadi que ha cubierto gran parte de las casas
de la zona. Las exhaustivas excavaciones arqueológicas que se han llevado a cabo en la
Ciudad Principal desde la primera parte del S.XX, se han concentrado en el sector este, la
parte menos afectada por las extracciones de ladrillos y los cazadores de tesoros. Cuanto más
avanzamos al oeste, más evidente es el desnudo y el desorden del territorio. El lugar siempre
ha estado visible, con grandes edificios marcados por montículos de escombros, lo que se
relaciona con su nivel de degradación.
Los indicios que obtenemos a partir de la superficie visible, indican que la Ciudad Principal se
ordenaba a lo largo de tres pasajes de norte a sur que la conectaban con la Ciudad Central.
Estos caminos no presentaban una forma recta, por lo que probablemente se formaron
espontáneamente a medida que la ciudad crecía, si bien es cierto que conserva un curso
general paralelo al río. La terminología moderna ha bautizado el primero de estos caminos
como “carretera este hacia el sur”, conocida en tiempos de Akhenaton como “Calle del Alto
Sacerdote”. El segundo camino es conocido como “carretera del oeste al sur”, cuyo nombre
antiguo era el de “Carretera principal”. Quizá este camino fuese una continuación de la
Carretera Real, ahora perdidos bajo el terreno actual. La manera en la que se agrupaban las
casas variaba según el lugar. Algunas veces estas se establecían en calles o callejones bien
definidos, y otras veces constituían espacios irregulares.
La Ciudad Principal alberga los antiguos hogares de diversos personajes ilustres de
Akhetaton, como puede ser la casa del escultor Thutmose (véase ilustración 15), donde fue
descubierto el famoso busto pintado de Nefertiti en 1912, o la casa del oficial Ranefer.
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Originalmente, las casas más grandes incluían el nombre de su propietario en puertas de
piedra caliza grabadas. Sin embargo, muy pocas de estas puertas han sido encontradas, al
igual que la mayoría de las casas. Una gran casa en el extremo sur del la Ciudad Principal fue
reconstruida en 1907 por Ludwig Borchardt para su propio uso durante la expedición. Esta
fue retomada por la Fundación de Exploración Egipcia en 1921 y utilizada durante tres
estaciones. Encontrándose en ruinas a la altura de 1977, fue reparada y, con sucesivas
ampliaciones, constituye actualmente la estación de campo y casa de la expedición de la
Sociedad de Exploración Egipcia.
Ilustración 15: La casa del escultor Thutmose se puede observar en el centro de la imagen.
Las áreas residenciales incluyen numerosas variaciones en cuanto al emplazamiento y tamaño
de sus viviendas. El aspecto general de estas áreas es probablemente el resultado de las
elecciones hechas por los oficiales y el consiguiente relleno de las zonas adyacentes por sus
dependientes. A pesar de la relativa cercanía al río, la ciudad central estaba abundantemente
abastecida con pozos de agua. Algunos yacían en los complejos privados de los oficiales,
mientras que otros se encontraban en espacios abiertos sirviendo a una comunidad de
personas que vivían en casas más pequeñas.
Se ha discutido mucho acerca de la altura original de las viviendas. Se conservan pocos restos
de viviendas que superen una altura mayor a 1,5 metros si bien es cierto que contamos con
pruebas de que algunas de estas viviendas tenían plantas superiores. Estas casas constituyen
una muestra única de la arquitectura y economía domésticas.
Pero no todos los edificios de la Ciudad Central tuvieron una función residencial, si no que
gracias a su plano sabemos que algunos servían para almacenar determinados enseres, otros
constituían lugares donde los obreros trabajaban, e incluso hay edificios de los que aún no
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conocemos su función. Estos últimos son parte de una investigación continua sobre la base
económica de la ciudad, que se encarga, entre otras cuestiones, de determinar dónde se
manufacturaban los objetos y cómo eran distribuidos.
Entre los edificios no residenciales de la Ciudad Principal destacamos unos enormes bloques
rectangulares situados al oeste de la carretera oeste hacia el sur. Se trata de edificios desnudos
que se están perdiendo progresivamente bajo el terreno actual. Solo algunas pequeñas partes
de estos han sido excavadas. El almacenaje a gran escala fue claramente una de sus funciones.
Su emplazamiento debió encontrarse cerca de la orilla del río, por lo que se supone que
albergaban mercancías traídas hasta Akhetaton a través del río. Otra de las dependencias de la
zona incluía hornos de vidrio y azulejos y manufacturas de alfarería, aunque posteriormente
estas instalaciones fueran reemplazadas por edificios destinados al almacenaje. Esta parte,
explorada en primer lugar por Petrie, fue excavada con posterioridad bajo la dirección de P.
Nicholson. Para finalizar, hemos de destacar que este emplazamiento fue posteriormente
utilizado como un lugar de enterramiento, y no solo para humanos, sino también para perros.
Suburbio Sur: La extensión de la Ciudad Central al sur de la Ciudad Principal no penetraba
excesivamente en el desierto, ya que se detenía en la línea de la carretera este. El Suburbio
Sur ha sido excavado en una proporción muy pequeña, y una gran parte del sector más al sur
ha sido destruido por el cementerio moderno del poblado de el-Hagg Qandil. Viejas
fotografías aéreas muestran los trazados de dos o más casas de tamaño considerable en el
extremo sur, que podrían haber alojado a algunas de las personas más ricas de la ciudad.
Concretamente en su extremo noroeste se encontraba la casa del visir Nakht, excavada en
1922. Las casas más pequeñas colocadas más al norte se distribuyen de manera dispersa. Hay
pruebas consistentes que demuestran que el Suburbio Sur fue una adición posterior a la
ciudad.
Maru-Atón: La ciudad terminaba a mitad de camino entre dos estelas de demarcación, por lo
que existía un gran espacio que podía ser ocupado con edificios sueltos. El más célebre de
estos edificios es el conocido como Maru-Atón, situado en el desierto al sur de la Ciudad
Principal, cerca del poblado moderno de El-Hawata. Este fue explorado por la Sociedad de
Exploración Egipcia en 1922. Consistía en dos recintos similares rodeados por muros de
ladrillo sostenidos con contrafuertes, siendo uno de los recintos más grande que el otro.
Ambos parecen haber sido ocupados por piscinas o lagos poco profundos además de albergar
jardines plantados de árboles y pequeños pabellones de varios tipos alrededor de los bordes,
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algunos de ladrillo y otros de piedra. Una larga y estrecha calzada de piedra y un muelle, con
un quiosco decorado al final, se proyectaban desde Maru-Atón hacia al gran lago.
Ilustración 16: Fotografía aérea del emplazamiento de Maru-Atón, tomada el 10 de marzo de 1932.
La parte más distintiva que ha sobrevivido se encuentra en la esquina nordeste de un gran
recinto. Se trata de una isla artificial cuadrada rodeada por un foso que soportaba una
plataforma de piedra. Tras ella, y ocupando la esquina del recinto, había un gran construcción
de pilares que sombreaba una serie de vasijas entrelazadas en forma de T.
Las inscripciones en piedra del lugar preservaban el nombre de Maru-Atón, identificado como
un ejemplo de un templo solar, además de grabar el nombre de la hija mayor de Akhenaton y
heredera, Meritatón. Su nombre, sin embargo, fue grabado sobre uno anterior,
correspondiente a otra mujer de origen real. Primero, se pensó que este había sido el de
Nefertiti. Sin embargo, actualmente se considera que el nombre original era el de Kiya,
segunda esposa de Akhenaton.
Maru-Atón, tanto en su diseño como en su nombre, refleja la búsqueda de la tranquilidad que
se podría encontrar en jardines donde los santuarios añaden su presencia espiritual. El
complejo fue completamente destruido en las décadas de 1960 y 1970, cuando un gran
proyecto de riego del gobierno se extendió hacia el norte y el este de El-Hawata, como se
comprueba en los escasos restos de la ilustración 16.
La Ciudad Norte: La Ciudad Norte ocupa un espacio triangular de terreno entre el río y una
baja pendiente del acantilado próximo que alcanza la orilla del río y se aproxima a la llanura
de Amarna por el norte. La extensión de esta zona ocupa una distancia de 800 metros de sur a
norte, y 250 metros en su punto más ancho a lo largo del margen sur.
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Su característica principal es la presencia de un doble muro construido con enormes ladrillos
y que rodea el terreno. Este se encontraba atravesado por una puerta de entrada. Hacia su
extremo norte se encuentran los restos de los cimientos de un gran grupo de almacenes, y de
lo que parecen ser otros edificios destinados al servicio, como se puede comprobar en la
imagen 17.
Ilustración 17: Vista general del Edificio Administrativo Norte. Fotografía tomada en 1977.
Alejándonos un poco más encontramos la esquina de otro gran edificio del que no queda
mucho en pie, y al que se ha aludido como El Palacio de la Ribera Norte.
A través del otro lado de la carretera yace una serie de casas muy grandes y complejos
habitacionales. La más grande de todas las casas, se levantaba en el lado inmediatamente
opuesto al portón y posiblemente pertenecía a alguien muy cercano al rey. Este edificio
compartía con la casa del gran sacerdote Paneshy la distinción de poseer una capilla privada
construida en piedra. En 1924 la Sociedad de Exploración Egipcia empezó a construir una
casa de expedición en las ruinas de este edificio, ensanchándolo y realzándolo, convirtiéndose
posteriormente en la base de John Pendlebury, quien dirigiría las excavaciones en la década
de 1930. Sin duda hoy en día se trata de unas ruinas muy pintorescas, tal y como se puede
comprobar en la ilustración 18.
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Ilustración 18: La primera casa de expedición construida sobre parte de los cimientos de la antigua casa U21.1 en la
Ciudad Norte.
La mayor parte de la Ciudad Norte permanece sin excavar, aunque la apariencia de su
superficie muestra las consecuencias de la búsqueda de antigüedades en el pasado.
En el límite norte las características del lugar cambian. Un solo edificio ocupa la pendiente en
una serie de terrazas. Este es conocido como el Edificio Administrativo Norte, siendo el
almacenaje y la administración sus principales. En el centro había un gran patio reducido en la
pendiente de rocas, dejando una plataforma de piedra. La numerosa cantidad de productos que
debió contener el edificio nos lleva a pensar que la Ciudad Norte pudo haber sido
autosuficiente.
El Palacio de la ribera norte: Este gran recinto fue interpretado como la residencia principal
para la familia real. Este gran complejo se construyó en el límite norte de La Carretera Real,
la ancha y recta calle que recorría la Ciudad Central, encontrándose por lo tanto separado del
resto de la ciudad. El recinto se encontraba protegido por una impresionante muralla
fortificada con una entrada inmensa.
Cuando comenzaron las excavaciones de este edificio, entre 1930 y 1932, muchos fragmentos
de emplasto de barro pintado fueron encontrados entre los escombros que bloqueaban un gran
portón. El excavador, John Pendlebury, pensaba que estos se habrían caído de una habitación
que se encontraba encima del portón y que correspondían a los restos de una ventana por la
cual el rey hacía presencia.
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Los restos de las pinturas representaban una escena que incluía un carro real, adornos florales,
un soporte de madera con flores cayendo de él, y zonas de paneles imitando la madera.
Algunos de estos fragmentos contenían partes de nombres de cartucho en los que parecen
haber incluido el nombre de Akhenaton y el de una consorte: “Amada Ankhkeperura de
Neferkheperura” y “Nefernefruaten amada de su marido”.
Las distintas partes del Palacio de La Ribera Norte, las cuales se pueden diferenciar
claramente en la imagen 19, son las siguientes:
Ilustración 19: Fotografía aérea de las diferentes partes del Palacio Norte.
Una entrada en la fachada oeste situada entre dos pilones cortos que comunicaba el Palacio
con un patio abierto.
En el lado norte del patio encontramos un gran espacio que conducía a un grupo de tres
plataformas con escalones, originalmente construida en piedra sobre una base de yeso, y que
se encontraban orientadas al norte. La central y más grande de estas plataformas permanecía
flanqueada por dos filas de cuatro mesas de ofrenda. Los lados este y oeste del espacio
estaban a su vez ocupados por una fila de cámaras paralelas, quizá almacenes.
En el lado sur del patio, un espacio más estrecho aparecía rodeado por los cimientos de
edificios de ladrillo que parecen haber incluido almacenes rodeados por columnatas.
Los restos de una entrada monumental al patio principal interior, que constaba de dos
estructuras de ladrillo, flanqueando un área de cimientos de yeso que podría haber soportado
originalmente columnas y pavimento de piedra. Dos entradas más estrechas, también con
pavimento de piedra, flanqueaban los límites exteriores de los pilones. En frente de cada uno
de ellos había un par de cimientos de yeso cuadrados pensados para un objeto que se
encontraba de pie, quizá estatuas.
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El patio principal interior destaca por la presencia de una gran depresión que parece haber
tenido un trazado rectangular, y que presenta una fila de tres fosos o pozos en el lado norte.
No se ha conseguido saber con exactitud el nivel al que llegan los escombros en la depresión.
Los pozos de dicha depresión pudieron constituir la fuente de agua para el jardín hundido de
la esquina nordeste del palacio. Un conducto de piedra caliza enterrado unía ambos espacios.
La cara norte de este patio interior se encuentra dividida en tres edificios similares destinados
a alojar a diferentes animales y que combinaban un espacio central abierto y zonas techadas
soportadas en pilares de ladrillos cúbicos. La parte este incluye dos grupos de comederos de
piedra caliza para animales, combinados con piedras con un agujero en medio, como se ve en
la ilustración 20.
Ilustración 20: Fotografía tomada en 1923 que muestra los comederos de piedra caliza con rebaños retratados.
En el lado sur, el espacio estaba ocupado con lo que parece ser edificios de servicio: casas,
probablemente una panadería, y hornos donde quizá se produjera joyería de cerámica.
La parte posterior del palacio presentaba una continua fila de edificios. En la parte posterior
se encontraba una diminuta sala del trono en el eje central. Frente a esta había una entrada de
columnas transversal que conducía a otra entrada con muchas columnas, cuya presencia es la
característica principal del palacio. Las posiciones de estas bases de columnas se encuentran
actualmente marcadas en el cemento moderno, pudiendo apreciarse su disposición inusual,
puesto que las columnas de la última fila estaban menos espaciadas entre ellas que las del
centro, lo que puede reflejar que la parte central del techo se levantaba más y era más ancha,
por lo que las columnas debían estar más separadas entre sí en esta parte.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Frente a esta entrada había una terraza de piedra que soportaba un dosel en columnas de
piedra. Le alcanzaban unas escaleras o una rampa que se extendía por la entrada. Las
posiciones de la rampa y la terraza se encuentran marcadas actualmente con bloques de piedra
modernos, siguiendo las líneas de los cimientos originales. Inmediatamente al sur de la
entrada estaba el dormitorio y el baño principal. Otros espacios se ocupaban con almacenes y
quizá con acomodamiento para los miembros del séquito.
La sección norte de la parte posterior estaba ocupada por un jardín. Cuando se excavó, las
paredes de las cámaras que lo rodeaban todavía conservaban zonas de emplasto pintado. La
habitación central en el lado norte, conocida como la “Habitación Verde”, estaba pintada con
un friso continuo retratando la vida natural de los pantanos. Cada cámara en el este poseía una
ventana a través de la cual podía ser visto el jardín central, hundido bajo el nivel del
pavimento. Estas cámaras son claramente visibles en la imagen 21.
Ilustración 21: Fila de cámaras con ventanas en el lado este del jardín.
La esquina sudeste estaba en un primer lugar ocupada por almacenes y por un gran espacio
techado soportado en pilares de ladrillo. Los almacenes fueron convertidos en casas y el
espacio con pilares subdividido por muros de partición.
Se construyeron algunas escaleras para acceder a la parte posterior del palacio, aumentando la
posibilidad de que un segundo almacén estuviera presente, incluyendo las habitaciones que
rodean el jardín.
El camino real: partiendo de la ciudad norte, el camino real llegaba al sur, hasta la ciudad
central, siendo este el recorrido que seguía el paseo real en carro. Presidido por el faraón y el
resto de la familia real, y seguido por el ejército, este paseo cargado de solemnidad haría que
los ciudadanos contemplaran arrodillados semejante poderío militar.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
El Suburbio Norte: El nombre de Suburbio Norte se le otorga a una gran zona residencial
que se encontraba separada por el desierto de la Ciudad Central en el sur, y del Palacio Norte
al norte. Tiene la distinción de haber sido completamente excavada, entre 1926 y 1932, por la
Sociedad de Exploración Egipcia.
Ilustración 22: Fotografía aérea del Suburbio Norte tomada en marzo de 1932.
En tiempos modernos, la zona ha sido dividida en dos sectores por un wadi. Posiblemente, las
casas que se encuentran en el límite sur convivieran, tal y como parece, con este wadi,
situándose frente a él. Y es que estas casas estaban provistas de escaleras que descendían al
suelo, que por entonces se encontraba unos metros más abajo.
Las casas se organizaban en anchas calles que parecían seguir la estructura de las calles de la
Ciudad Principal. A juzgar por la cantidad de escombros arqueológicos asociados con las
diferentes partes del Suburbio Norte, estas fueron ocupadas en diferentes espacios de tiempo.
Las casas que se encontraban cercanas al río, estuvieron ocupadas durante más tiempo que el
resto, mientras que otras parecen no haber llegado a terminarse. La parte este del Suburbio
Norte se encontraba en proceso de extensión antes de que la ciudad fuera abandonada.
No todos los edificios eran casas, si no que hemos de destacar la existencia de un gran recinto
al norte del wadi que parece haber sido, debido a su plano, un edificio administrativo.
El Suburbio Norte se ha deteriorado considerablemente desde que fue excavado, lo que se
debe sin duda a su cercanía respecto al poblado actual de Et-Till. Hoy en día únicamente son
visibles varios montículos de arena, montones de ladrillos sueltos y algún fragmento de pared
ocasional.
Tumbas del Sur:
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Este es el más grande de los dos grupos de tumbas, ya que contiene una cantidad de 19
tumbas, que además se encuentran numeradas (de la número 7 a la 25). Estas se interrumpen
con la falda de una meseta frente al límite de los acantilados. Las tumbas pertenecían a un
rango más amplio de oficiales que las tumbas del norte: desde un jefe de policía (número 9) al
“Padre de Dios” Ay, quien posteriormente se convertiría en rey (número 25). El diseño de las
tumbas es también más variado, y aunque a menudo no es tan imponente como en las del
norte, posee un gran encanto. Muchas de las tumbas fueron usadas para enterramientos en
tiempos posteriores. Grandes cantidades de fragmentos de recipientes ocupaban el lugar, la
mayoría data del periodo entre las Dinastías 25 y 30.
Inmediatamente frente a las tumbas, sobreviven trazos visibles de viejas carreteras. Muchas
de las Tumbas del Sur contienen poca decoración e incluso nula, y algunas apenas fueron
empezadas antes de que la ciudad fuera abandonada.
El nuevo valle de los reyes:
Se encontraba en un lugar apartado en el este. La entrada al wadi se encontraba a 5 km y
desde ahí se llegaba al valle real en un paseo de 6 km. En este complejo solo se completó la
tumba de Akhenaton, similar a las de los faraones enterrados en Tebas, pero con la
peculiaridad de estar destinada a ser el núcleo de una cámara familiar.
A diferencia del clásico valle de los Reyes, que buscaban unirse al sol en el horizonte
occidental para acompañar al faraón en su viaje nocturno a través del subsuelo y renacer con
él a la llegada de un nuevo día, el nuevo valle de los Reyes se situaba en el punto exacto por
el que los egipcios veían salir el sol, de modo que este acompañaba al faraón en su viaje por el
cielo.
La Tumba Real:
El emplazamiento de la tumba de Akhenaton se encuentra en un estrecho wadi que conecta
con el Wadi Real a una distancia de 6 km desde su boca. Esta tumba fue ideada para
Akhenaton, la princesa Meketatón y probablemente la Reina Tiy. En un anexo inacabado se
incluirían los restos de otra persona, quizá Nefertiti. Su diseño y proporciones hacen de esta
una tumba similar a las tumbas reales en el Valle de los Reyes en Tebas. La tumba real fue
protagonista de numerosos cambios en su diseño original, originados por las muertes de los
miembros de la familia real que fallecieron antes que Akhenaton.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
La Tumba Real fue descubierta en la década de 1880 por la gente local. Dañada desde hace
mucho tiempo, tras su descubrimiento, esta ha sufrido aún más daños. Muchos objetos de la
tumba se encuentran en museos, siendo los más importantes diversos fragmentos de dos
sarcófagos de granito y sus tapas que pertenecían a Akhenaton y a Meketatón, fragmentos de
un cofre de alabastro para Akhenaton, y alrededor de 200 figuras shabti del mismo rey. A
partir de este material podemos estar seguros de que Akhenaton fue enterrado en su tumba
tras su muerte en su año 17 de reinado. Sin embargo, esta fue posteriormente profanada, por
lo que el paradero del cuerpo del rey es desconocido.
La roca de la Tumba Real es, como ya hemos afirmado, de una calidad pobre, por lo que el
grueso de la decoración que ha resistido se encuentra total o parcialmente trazada en un fino
estrato de emplasto de yeso extendido en las paredes. En cualquier caso, es importante reseñar
que la mayor parte de la decoración ha sido destruida, tal y como se observa en la ilustración
23. El lugar en el que mejor ha sobrevivido la decoración es en el interior de las enormes
cámaras de la princesa Meketatón.
Ilustración 23: Escena de la familia real lamentándose en frente de una efigie de la princesa Meketatón.
En cuanto a la temática, podemos observar otra diferencia notable que marca diferencias entre
Akhenaton y sus predecesores. Y es que mientras estos solían incluir imágenes que hablaban
de la noche y del encuentro del faraón con diversas divinidades, la tumba de Akhenaton se
encuentra decorada con escenas de temáticas terrenales que se centran en los miembros de la
familia real y en las ofrendas al dios Atón.
La tumba real es entendida como una fuente de luz, que del mismo modo que Atón irradiaba
con sus rayos a la humanidad, iluminaría la ciudad real.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Las tumbas del Norte:
El grupo norte de tumbas de roca se situó en el lado nordeste de la llanura desértica, donde el
acantilado alcanza una altura de hasta 85 metros, como apreciamos en la imagen 24. Los
enterramientos permanecen en la base de la parte abrupta de la cara del acantilado, pero en la
cima de una pronunciada pendiente de rocas sueltas. El acantilado se interrumpe con un
barranco que divide las tumbas en dos grupos. En esta zona se encontraban las dieciocho
tumbas de las personalidades que en vida habían copado los altos cargos de la administración,
de las cuales cabe decir que ninguna llegó a ser terminada y casi ninguna ocupada, así que
cuando la capitalidad se traslada a Tebas nuevamente, estas quedaron totalmente
abandonadas. Es por ello que en estas tumbas encontramos muy poca presencia de objetos
funerarios. Como decíamos antes, el complejo se encuentra dividido en dos partes, una más al
norte y otra al sur, siendo estas últimas las de mayor valor.
Ilustración 24: Vista aérea del emplazamiento de las Tumbas del Norte.
Las tumbas que están numeradas y decoradas pertenecieron a algunos de los principales
hombres de la corte de Akhenaton, quienes incluían a los dos sacerdotes más antiguos
(Meryra y Panehsy). Es posible que el lugar donde se emplazan los Altares del Desierto fuera
un centro ceremonial relacionado con el culto a sus tumbas. En cuanto al resto, hemos de
destacar su tamaño más reducido y el desconocimiento que tenemos sobre la identidad de sus
propietarios.
Decoración en las tumbas de la corte: Al igual que sucede con la tumba del rey, la
decoración de las tumbas de la corte presenta diferencias notables respecto a la decoración
vista anteriormente en la ciudad de Tebas. En primer lugar, es notable la desaparición de las
referencias a Osiris y al mundo funerario para desarrollar escenas centradas en la propia
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
ciudad de Akhetaton, destacando las imágenes de la pareja real realizando ofrendas al disco
solar o encabezando actos oficiales, si bien es cierto que también se incluyen otras escenas de
Akhenaton y Nefertiti en actitudes más cotidianas.
Este tipo de decoración es muy valiosa para el historiador, ya que nos arroja una gran
cantidad de información referente al papel de la pareja real como representantes de Atón en la
tierra, así como de otras cuestiones más mundanas que nos ayudan a entender el desarrollo de
los acontecimientos políticos, sociales y religiosos del periodo Amarna.
El Poblado de los trabajadores:
Se trata de un asentamiento aislado que se encuentra en un valle de la baja meseta que recorre
en dirección oeste los acantilados y que divide la parte este de la llanura de Amarna en dos. El
Poblado de los trabajadores fue parcialmente excavado entre 1921 y 1922, continuando con
dicho trabajo entre 1979 y 1986.
Su localización relativamente escondida ha servido para preservar muchos de sus edificios,
que se encuentran en una altura mayor de lo que es común para las ruinas en Amarna. Por otra
parte, su mayor distancia respecto a los cultivos ha tenido mucho que ver en la mejor
conservación de los materiales orgánicos presentes en la zona. Las partes principales del lugar
son las siguientes:
El poblado amurallado: en efecto, esta parte de Akhetaton se contenía dentro de una pared de
ladrillo de aproximadamente 69 metros cuadrados. El poblado se extendió progresivamente
hacia el oeste durante su existencia, por lo que llegó hasta el límite del lado oeste del valle. El
poblado llegó a albergar un total de 72 casas de un diseño similar, distribuidas a lo largo de
una serie de calles paralelas. Destacamos la presencia de una casa más grande en la esquina
sudeste, que probablemente pertenecía al oficial a cargo. En un primer momento el poblado
solo disponía de una única entrada muy estrecha, puesto que la segunda entrada fue añadida
posteriormente. Dentro de la entrada hallamos un pedestal rectangular que podría haber sido
un santuario.
Una zona de pozos y depósitos de basura al sur y al este, uno de los cuales es lo
suficientemente grande como para ser considerado una cantera.
La zona “zir”. Al sur de los pozos y de los desechos existe un área abandonada donde grandes
recipientes de cerámica (del tipo llamado “zir” en árabe egipcio) fueron conservados en
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
montones de piedras unidos por argamasa. Dos patios de ladrillo los acompañaban. El
poblado no parece haber poseído un pozo propio (la capa freática habría estado en esos
momentos a una profundidad considerable). Este se abastecía pues, con agua de uno de los
pozos de la Ciudad Principal, transportada probablemente en ánforas de cerámica. Los “zirs”
podrían haber sido los recipientes donde este agua se almacenase.
Ilustración 25: Vista del área “zir” durante su excavación en 1983.
Corrales de animales. El espacio abierto al sur y este del poblado servía de sustento a un
número de pequeños edificios hechos de ladrillo y piedras mezclados para formar paredes. Su
plano característico consistía en un patio con una de sus equinas vallada con un muro
curvado, como se aprecia en la ilustración 26. Las entradas a este recinto eran estrechas y
estaban flanqueadas con paredes ligeramente protuberantes que soportaban palos de madera
justo encima del umbral, actuando así como barrera. Algunos abrevaderos de piedra eran otra
de sus piezas características, colocados en los patios exteriores. Por su tamaño parecen ser
apropiados solamente para el acorralamiento de animales. En este lugar han sido encontrados
numerosos huesos de cerdo, los cuales también eran característicos de los depósitos de
desechos (al igual que los de ovejas o cabras). El cuidado que muestran estos corrales, y el
alto requerimiento de agua por parte de los cerdos, nos muestran la importancia que esta
industria tenía para los habitantes de la zona. A pesar de la ya citada presencia de huesos de
cerdo, no se han encontrado restos de instalaciones especialmente construidas para ellos.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Ilustración 26: Corral con un abrevadero de piedra caliza.
Las capillas. Tras los corrales se construyeron unas 23 capillas de ladrillos de pequeño
tamaño. Sus habitaciones estaban techadas, provistas con bancos que parecen haber sido
destinados a reuniones comunitarias, y algunas habitaciones que a su vez contaban con hornos
y restos de comida. Los santuarios de estas capillas consistían en plataformas de ladrillo,
evidentemente ideadas para el soporte de imágenes. Las capillas estaban decoradas con
diseños y escenas pintadas, y con una cierta cantidad de piedra grabada. Las menciones a
Atón son notablemente ausentes. En su lugar había diseños tradicionales y referencias a
deidades familiares, y es que las capillas pudieron ser utilizadas como lugar de culto a los
ancestros. La explicación inicial que se da a este hecho fue que las capillas permanecieron
útiles únicamente durante un corto intervalo de tiempo tras la muerte de Akhenaton. Sin
embargo, su emplazamiento implica que las capillas se integraron en la disposición de la
ciudad y que fueron utilizadas durante el reinado de Akhenaton.
El cementerio. Para cuando los arqueólogos trabajaron en el poblado, el cementerio asociado
a él ya había sido saqueado. Ninguna de las expediciones le ha prestado mucha atención. Es
principalmente visible desde fotografías aéreas.
Enterramientos del pueblo llano: En cuanto a los enterramientos del pueblo llano, se
desconoce si llegaron si quiera a llevarse a cabo, ya que estos no se han encontrado. No sería
de extrañar que estos no llegaran a aparecer en la ciudad de Akhetaton, al no contar esta con
el suficiente tiempo material para generar en sus gentes el sentimiento de arraigo necesario.
La cantera: La zona principal de antiguas extracciones en Amarna se encuentra en la meseta
desértica tras la Ciudad Norte. Cuando F. Petrie lo visitó en 1892, encontró el nombre de la
Reina Tiy tallado en su interior. A pesar de que el nombre fuese borrado posteriormente, la
cantera todavía se conoce con dicho nombre. Para darnos cuenta del auténtico valor de la
cantera nos basta con decir que de ella han sido extraídos miles de bloques.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Ilustración 27: Entrada a la cantera de la Reina Tiy.
Cerca de la cantera de la Reina Tiy, la cual podemos observar en la ilustración número 27,
encontramos la presencia de innumerables canteras superficiales de menor entidad de las que
solo fueron extraídos algunos bloques. En algunos de estos bloques, el trabajo de separación y
extracción quedó sin finalizar, lo que se debe a las propiedades de la piedra caliza: en un
primer momento es bastante suave y fácil de tallar, pero su superficie se endurece con el
tiempo. Muchas de las pequeñas canteras se conservan gracias a políticas estatales de
explotación por parte de los propios ciudadanos. Es posible que la construcción de los
templos y palacios de Akhetaton se llevasen a cabo en parte gracias a los aportes de bloques
como un tipo de impuesto más.
También hemos de hablar de la presencia de otras canteras superficiales del Periodo Amarna
situadas en el desierto posterior, así como de cavernas no muy lejanas a la estela límite norte,
en el lugar conocido como Sheikh Said, que también satisfarían esta necesidad.
Las estelas fronterizas: Como ya sabemos, el territorio de Akhetaton se encontraba
subrayado por la presencia de una serie de estelas grabadas, situadas en los acantilados, y que
se utilizaron para delimitar el perímetro de la antigua ciudad.
Cada una de estas estelas presenta una forma rectangular, cuya parte superior adquiere un
carácter redondeado. La parte central rectangular se encontraba grabada con numerosas líneas
horizontales de texto jeroglífico; una imagen de la familia real idolatrando al Atón rellenaba
el panel superior circular. La mayoría de las estelas estaban acompañadas por estatuas de
Akhenaton, Nefertiti y algunas de sus hijas. Podemos ver el ejemplo de una estela en la
ilustración 28.
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
Ilustración 28: Estela U en 1983.
Las estelas fueron metódicamente inspeccionadas y documentadas en 1891/2 por el
arqueólogo F. Petrie. Él designó cada una de ellas por medio de una letra mayúscula, dejando
huecos en la secuencia para futuros descubrimientos.
El texto principal de cada estela se compone de las proclamaciones hechas por Akhenaton. La
primera se lleva a cabo en el quinto año de su reinado y la segunda en su sexto año (con una
reafirmación añadida en su octavo año). Es muy probable que las estelas constituyeran en su
día lugares de visita, ya que advertimos la presencia de anchos senderos delimitados por
piedras claras a cada lado.
Los textos de ambas proclamaciones son largos, repetitivos y también hemos de decir que se
encuentran dañados, especialmente hacia el final de los mismos, lo que explica que solo
hayan podido ser traducidos en parte. En su primera proclamación, Akhenaton pone en
evidencia sus intenciones. La segunda proclamación versa sobre la fijación precisa de los
límites de Akhetaton y su dedicación al dios Atón. Las estelas han sido erróneamente
interpretadas en algunas ocasiones, pues se ha llegado a decir en base a ellas que Akhenaton
pretendía no traspasar nunca los límites de Akhetaton. Sin embargo, la disposición consignada
para su enterramiento demuestra lo contrario.
Las estelas y las estatuas que las acompañan han sufrido varios grados de erosión natural y
daño humano, algunos muy recientes. Davies anotó en su publicación de 1908 (p. 25): “La
estela P fue derruida por dinamita unos años atrás por los Coptos quienes esperaban, al
igual que todos los egipcios, encontrar que la estela era una puerta a una cámara del tesoro
escondida”. La mejor preservada en tiempos de Davies era la Estela S, de la que remarcó
(p.26): “Los escultores se aventuraron en un filón de piedra caliza tan duro como el
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
alabastro, por lo que la mayor parte del monumento está maravillosamente conservado, a
pesar de que ataques malévolos se han llevado a cabo en su contra recientemente.”
Partes de la Estela R fueron vendidas en los años 40 por el Louvre de París. En 2004, la
mayoría de las estelas y sus estatuas fueron destruidas con explosivos de extracción para
desintegrarlas de la roca. Muchas de las piezas de estas fueron posteriormente apropiadas por
el inspectorado local del Consejo Supremo de Antigüedades con vistas a restaurarlo.
Para los visitantes, el acceso a la mayoría de las estelas se encuentra denegado. La más
accesible es la estela U, con una altura de 7,6 metros, y que ocupa parte de la cara del
acantilado en una pequeña bahía al norte de la entrada al Wadi Real. En ambos lados de la
base permanecen grupos de estatuas grabadas de la familia real. Los visitantes al
emplazamiento de Tuna el-Gebel a través del río también pasan muy cerca de una estela bien
conservada con restos de estatuas, la estela A.
5.3.La organización económica de Akhetaton:
Es evidente que la creación de una ciudad requiere, entre otras cuestiones, de la mano de obra
de obreros y artistas. Sin embargo, a partir del registro se deduce que este grupo no debió ser
numeroso ni estar organizado de forma disciplinada, de hecho es posible que la mayoría de
estos trabajadores fuesen futuros habitantes de Akhetaton, a excepción, claro está, de los
habitantes de la aldea de los obreros, situada junto al grupo de tumbas meridional (véase
página 62).
Contamos con al menos dos ejemplos que nos ilustran sobre la poca preocupación por la
eficiencia del trabajo durante la construcción de la nueva ciudad real y mientras ésta se
mantuvo ocupada. El primero de ellos lo encontramos en la cocción del pan, tarea que se
realizaba con la participación de numerosos trabajadores a pequeño sueldo repartidos en
equipos a cargo de un supervisor y bajo la responsabilidad de un funcionario. Este tipo de
organización es eficaz ya que se alcanzaban los objetivos previstos, pero no era ni mucho
menos eficiente, ya que utilizando hornos más grandes se podrían haber ahorrado horas de
trabajo y personal99.
La otra tarea que se llevó a cabo sin buscar un sistema eficiente fue el abastecimiento de agua.
La construcción de pozos en Akhetaton parte de la iniciativa del faraón para contar con una
fuente de suministro de agua independiente al río Nilo. Al igual que en el caso anterior,
99
KEMP (1996, 368)
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fueron numerosos aguadores, los encargados de realizar esta tarea a través de un gran esfuerzo
físico, ya que tenían que subir el agua en vasijas de cerámica cargadas sobre sus hombros.
Además, estos pozos albergaban un problema técnico, y es que la capa de arena que se
encuentra antes de llegar a la superficie acuífera era demasiado débil y se derrumbaba con
facilidad antes de llegar a los 7 metros necesarios.
El principal foco económico de la ciudad de Akhetaton debió ser sin duda el sector agrícola,
como no puede ser de otra manera en una ciudad de la antigüedad. En su mayor parte, la
población de la ciudad real, así como la de las aldeas cercanas se componía de labriegos. El
papel de Akhetaton como centro agrícola se encuentra muy bien documentado, ya que las
casas más grandes parecen granjas (véanse páginas 70 y 71), reflejando de este modo la base
de la economía100. Y es que el ideal general de estas poblaciones era el de acumular todos los
excedentes posibles. Esta presencia de Stock se pudo destinar a complementar el producto
local.
La importancia de la agricultura en Akhetaton se observa asimismo en la figura de los
funcionarios, quienes recibían rentas agrícolas, ya fuera de tierras lejanas o cercanas a
Akhetaton.
Hemos de aludir también a las rentas que se destinaban desde otras ciudades a Akhetaton,
aunque tal y como sugieren las estelas de demarcación, desde que estas fueron levantadas la
ciudad se abasteció con sus propios recursos.
5.4. La sociedad en Akhetaton.
Tras estudiar la capital del imperio egipcio en el periodo Amarna, donde hemos podido
acercarnos a los auténticos centros de poder egipcios del momento, entre otros aspectos,
hemos de ocuparnos del conjunto de la sociedad de Akhetaton, pues consideramos que es en
este marco inigualable donde el pueblo llano vivió las reformas del momento de un modo más
directo. La brevedad del periodo es responsable de que el grueso de la sociedad egipcia
apenas llegase a ser consciente del carácter revolucionario de dichas reformas.
Lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de estudiar el conjunto de la sociedad de
Akhetaton, es conocer cuál era su tamaño. Según Barry J. Kent, es posible calcular la cantidad
de tierra arable perteneciente a Akhetaton, y de este modo conocer la cantidad de población
que habitaba la ciudad. La llanura aluvial sobre la que se asentó Akhetaton se encontraba
100
KEMP (1996, 391)
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Juan Adolfo de la Torre Contreras
atravesada por el río Nilo, además de otra corriente de agua llamada Bahr Yusuf. Al este de
esta corriente debió situarse la porción de tierra arable de la ciudad, con una superficie de 162
km2, que podría haber mantenido a una población de 45.000 habitantes101.
Es evidente que la cantidad de 45.000 habitantes es simplemente una aproximación, siendo
imposible, al menos en estos momentos, acercarnos más a la cifra real de las personas que
habitaron en su día la ciudad de Akhetaton. Además, existen dudas sobre el tamaño de las
familias de la ciudad real, y sobre si estas tenían a otras personas a su cargo, y es que al no
existir una lista con los criados, no sería de extrañar que estos se alojasen en la vivienda de la
familia a la que servían o en sus cercanías.
En cualquier caso, el grueso de la población fija de Akhetaton debió repartirse entre el norte y
sur de la ciudad central, es decir, en el barrio norte y en la ciudad principal. La planificación
del territorio se puede calificar como inexistente (véase página 32), exceptuando como es
lógico, los edificios destinados a las instituciones. Nos encontramos por consiguiente, ante
calles más o menos rectas y paralelas al río Nilo, que servían para comunicar los diferentes
barrios con el centro. Estas son cruzadas por callejuelas estrechas en ángulo recto 102.
La separación de los ciudadanos en función de criterios económicos era prácticamente
inexistente, mezclándose de forma más que frecuente casas grandes con pequeñas, si bien es
cierto que cerca del palacio principal encontramos algunas casas grandes, posiblemente
relacionadas con el ámbito más cercano del Faraón. En cualquier caso no se han encontrado
indicios de un excesivo interés por parte de las gentes de Akhetaton de situarse en un lugar
concreto, ni siquiera cerca de la ciudad central o del camino real. De hecho, en el caso del
sumo sacerdote Paneshy, su vivienda se encontraba en la ciudad principal, bastante apartada
del camino real103 (véase página 44).
Gracias los datos obtenidos a través de la arqueología, podemos conocer cuáles eran los
elementos básicos de una vivienda de Akhetaton104. En primer lugar, las plantas de las casas
de la ciudad real son considerablemente uniformes, diferenciándose más por el tamaño que
por otras cuestiones. El centro de la vivienda se ocupaba con una sala de estar, que incluía una
tarima baja de ladrillo y el asiento del propietario y de su esposa. Esta era la dependencia
sobre la que se articulaban todas las demás. Entre éstas podemos citar una sala de recibir
101
KEMP (1996, 343)
KEMP (1996, 373)
103
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104
KEMP (1996, 376)
102
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exterior, despensas y cuartos personales. Llegados a este punto hemos de hacer alusión al
hecho de que el propietario de la vivienda se reservaba el mayor cuarto, que albergaba además
una cama de madera. Se especula con la presencia de una segunda planta, que haría las veces
de almacén y/o dormitorio de verano, y que podría relacionarse además de algún modo con el
mundo femenino.
Además de estos elementos las viviendas de Akhetaton se encontraban provistas de otras
dependencias complementarias y relacionadas con la economía doméstica. Entre éstas
encontramos graneros construidos con ladrillo y de forma circular. Su diámetro era de 2,5
metros de media, e incluían una cubierta en forma de cúpula. Los cereales básicos que
abastecían en estos momentos a la población eran trigo y cebada. Éstos se vertían por el techo
del granero y se sacaban por una trampilla. También encontramos indicios de la presencia de
establos provistos de un techo sostenido por varios pilares cuadrados de ladrillo. Del mismo
modo, las viviendas de Akhenaton debieron incluir un jardín con árboles donde es muy
probable que se cultivaran hortalizas y flores. Las cocinas se situaban a menudo en el extremo
sur de las casas, orientándose a favor del viento y reduciendo así las molestias del humo.
Estas cocinas se organizaban en base a pequeños grupos de hornos circulares de arcilla
utilizados sobre todo para cocer el pan. Por último hemos de mencionar la existencia de
cobertizos y otros recintos con un uso incierto, que en algunos casos pudieron destinarse a
actividades artesanales. En los casos en los que estas dependencias pertenecieron a escultores,
sus restos han sido identificados fácilmente.
En casos aislados, las viviendas podían presentar una capilla y dependencias separadas que
podían llegar a constituir pequeñas casas independientes105.
Las escasas diferencias sociales se encuentran pues, en el tamaño y en las dependencias de la
vivienda. Las dimensiones de los hogares oscilaban entre los 50 y los 200 metros cuadrados,
aunque la mayoría tenía una superficie de unos 60 metros cuadrados106. Otro aspecto en el que
se aprecian las escasas diferencias sociales de la población de Akhetaton, es en la tipología de
los enterramientos. Éstos se encontraban inacabados en su mayoría en el momento en que la
ciudad real es abandonada, sin embargo, podemos dividirlas en dos grupos. Por una parte se
encuentran los enterramientos destinados a albergar una sala con columnas en su interior, que
105
106
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CASTAÑEDA (2003,315)
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se reservaban a las personas con mejor posición social, y las que no habrían de incluir tal sala,
destinadas al resto de la población de Akhetaton.
Los ciudadanos eminentes solían además distinguirse por grabar su nombre y títulos oficiales
en el marco de las puertas de sus viviendas, sin embargo, tras el abandono de la ciudad real,
las gentes de Akhetaton se llevaron consigo la mayor parte de sus pertenencias de valor,
incluyéndose entre éstas los marcos de las puertas. La escasa presencia de objetos de valor
encontrados en la actual Amarna, constituyen además un argumento más que apoya la teoría
de que Akhetaton no fue desalojada a toda prisa.
Hemos de mencionar la presencia de altos funcionarios con una vida llena de comodidades
gracias a las ganancias obtenidas por su profesión, entre las que destaca la posibilidad de
disponer de una segunda residencia en otras provincias, con las que mantenían contacto por
correspondencia. Entre estos funcionarios surgió lo que parece ser una nueva nobleza que
desplazó a las tradicionales familias poderosas, lo que se encuentra en relación con el apoyo
del faraón a los “hombres nuevos” ya tratado en estas páginas.
Entre los ciudadanos más destacados de la ciudad real, y cuyo ejemplo nos ilustra las
diferencias sociales anteriormente citadas, encontramos al visir. Najt. Este individuo era
dueño de una espaciosa residencia con numerosas dependencias, si bien es cierto que ésta era
minúscula en comparación con cualquiera de los palacios de la ciudad.
En cualquier caso, ni los altos funcionarios ni el ejemplo del visir Najt, representan la norma
general de las personalidades notables de Akhetaton, ya que entre los sacerdotes, oficiales del
ejército y demás miembros de la administración era común poseer una vivienda discreta que
no tenía porqué situarse en ningún lugar concreto de la ciudad.
Akhetaton nos muestra pues, una sociedad en la que una élite muy reducida disponía de todas
las comunidades posibles, mientras que la población restante llevaba una vida mucho más
discreta y sin demasiadas diferencias internas. Sin embargo, las reformas políticas llevadas a
cabo en tiempos de Akhetaton conllevaron una cierta movilidad social, ya que un importante
sector de la anterior administración fue relegado al no comulgar con éstas. De este modo se
produjo un “relevo generacional” en determinados puestos, como pudo ser el de los escribas,
sustituidos por “hombres nuevos” (véase página 18) que accederían a sus nuevos puestos
gracias a la confianza que el rey depositó en ellos. Akhenaton trataba así de crear una
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burocracia estatal que le guardase una auténtica fidelidad, dejando a un lado a gran parte de la
vieja élite.
El apoyo que Akhenaton dio a los “hombres nuevos” lo encarna mejor que nadie el oficial
May, quien dejó constancia de su situación en estas palabras: “Yo era un hombre de humilde
origen, tanto del lado de mi padre como del lado de mi madre, pero el rey me ha fortalecido,
me estableció… Él me ha hecho prosperar… por su bondad en el momento en que yo era un
hombre desprovisto de bienes… él me ha dado alimentación y provisiones cada día a mí que
yo había sido un (hombre) que mendigaba su pan”.
Podríamos citar asimismo testimonios de personalidades como Pa-nehesy, Bak o el tesorero
Sutau, quienes obraron de manera similar al manifestar antes de morir, lo agradecidos que se
sentían hacia el faraón por haberles beneficiado considerablemente107. Las escenas que
representan a Akhenaton rodeado en todo momento por gente del pueblo llano, que le
agradecen sus obras con ofrendas, tienen que ver por supuesto, con el beneficio este tipo de
políticas.
Sin embargo, Akhenaton fue cuestionado también por su beneficio a los “nuevos hombres”
tras el final de su reinado. De hecho, en una de las líneas de la estela de la restauración de
Tutankhamon podemos leer lo siguiente: “las masas caminaban en los patios de los
templos”108. Los templos constituían zonas prohibidas para el pueblo llano, por lo que desde
esta estela, Akhenaton era tachado de populista.
Es por ello, que autores como José Carlos Castañeda Reyes hablan de una sociedad
caracterizada por el paternalismo de Akhenaton hacia sus súbditos, al tiempo que éste
protagonizaba una “revolución desde arriba”. Este concepto alude a una sociedad en la que el
gobernante trata de contentar al pueblo promoviendo medidas que les benefician, pero en las
que estos participan poco o nada, y que en definitiva se encuentran encaminadas a consolidar
el poder de dicho gobernante109. Siguiendo esta misma línea, podemos reconocer un cierto
patronazgo llevado a cabo por el faraón mediante la protección a algunos discapacitados,
entre los que podemos citar cantantes y músicos ciegos.
Si bien conocemos casos concretos en los que “hombres nuevos”, favorecidos en gran medida
por el monarca, dejaron constancia del fervor que sentían por este, no es posible determinar
107
CASTAÑEDA (2003,311)
CASTAÑEDA (2003,313)
109
CASTAÑEDA (2003,309-311)
108
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cuál fue el auténtico alcance de sus medidas ni el apoyo que Akhenaton consiguió a través de
éstas. Es probable que un primer momento, el faraón contase con el beneplácito de una parte
de la sociedad que no veía con buenos ojos al clero de Amón, pero tampoco sabemos si este
sector fue verdaderamente representativo.
En definitiva, los apoyos del monarca se encontraron en un grupo de nobles que formaban su
núcleo más cercano; el ejército, institución de la que hablaremos próximamente explicando
las razones de su apoyo al rey; una “nueva” administración favorecida directamente por el
propio faraón; y un sector del pueblo descontento con el clero de Amón110. Al mismo tiempo,
una gran cantidad del pueblo llano permanecía ajeno a las reformas, tanto religiosas como
políticas, que su faraón ponía en práctica.
Por consiguiente, no podemos hablar en ningún de una revolución social111 en el transcurso
del periodo Amarna, pues no tuvieron lugar cambios sustanciales en las relaciones de
producción y de ningún modo se trató de acabar con las diferencias sociales, si bien es cierto
que pudo producirse una cierta aproximación entre los sectores medios y bajos de la sociedad.
Hemos de hacer referencia a un detalle importante, y es que Egipto se llena en estos
momentos de guarniciones militares que pueden reflejar la intención del faraón de reprimir a
su pueblo ante la tentativa de cualquier acción popular que atentase contra alguno de los
pilares del nuevo estado. Una de las causas que podría haber llevado al pueblo llano a
rebelarse en estos momentos es el gran esfuerzo al que fue sometido al encomendársele
diversas obras de considerable envergadura, como lo son el obelisco de Karnak en honor a
Atón112. En cualquier caso, es muy posible que la revolución desde arriba impuesta en estos
años, trajera como consecuencia el clamor del pueblo en la búsqueda de una verdadera mejora
social, siendo necesario para el aparato estatal controlarlos de alguna manera, en cuyo caso
sería el ejército, el encargado de acometer esta tarea, reprimiendo cualquier síntoma de
rebeldía. Sin embargo, es cierto que en ocasiones se llevaron a cabo políticas de concesiones a
los grupos populares113 para evitar así males mayores.
5.5. Las instituciones en el periodo Amarna.
110
CASTAÑEDA (2003,313)
CASTAÑEDA (2003,308)
112
CASTAÑEDA (2003,317-318)
113
CASTAÑEDA (2003,318)
111
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A la hora de abordar el papel de las instituciones del estado egipcio durante el periodo
Amarna, hemos fijado la ciudad de Akhetaton, al igual que en otros apartados, como nuestro
principal objeto de estudio, ya que al ser la ciudad real en este tiempo, es el lugar más
apropiado para estudiar el desarrollo de dichas instituciones.
Lo primero que debemos considerar en el estudio de las instituciones del estado egipcio en el
transcurso del periodo Amarna es la separación entre la familia real y el resto de la sociedad.
Como vimos anteriormente, el faraón residía junto al resto de la familia real, en el Palacio de
la ribera norte, lejos de los lugares residenciales del barrio norte y la ciudad central.
La casa del Faraón era considerada como el centro de trabajo de Akhenaton en su papel de
jefe del estado egipcio (véase página 41). Hasta ahí acudía para reunirse con sus ministros y
para tratar asuntos de carácter terrenal, labor a la que contribuía el gran archivo del
departamento de la correspondencia del Faraón114. Era también en La casa del Faraón, más
concretamente a través de la ventana de la aparición, donde se realizaba la importante
ceremonia de entrega de recompensas, a través de la que se reforzaba la figura de los
principales funcionarios mediante la entrega de diferentes obsequios y el ascenso a un cargo
superior. Es posible que también a través de esta ventana se realizase el reparto de las
raciones115. En cualquier caso, las ceremonias de este tipo servían para recordar al pueblo su
dependencia respecto al faraón116.
El granero donde se almacenaban las raciones que posteriormente se repartían entre el pueblo,
se encontraba también en la Casa del Faraón y constaba de unos 2.000 metros cuadrados. La
presencia de dicho granero en la Casa del Faraón nos da una idea de hasta qué punto
controlaban los recursos las diferentes instituciones en Akhetaton y por consiguiente cuál era
la dependencia del resto de la población respecto a éstas117. Sin embargo, el aparato técnico
del gobierno se localizaba en unos modestos locales lejos de la casa del Faraón118.
En este apartado que versa sobre el papel de las principales instituciones en el periodo
Amarna, no podemos obviar el fuerte carácter militar de la ciudad real, que se enmarca de este
modo perfectamente en el contexto del Reino Nuevo. Este carácter se observa en muchas de
las representaciones de la vida cotidiana del monarca. En éstas, Akhenaton aparece
114
KEMP (1996, 363)
KEMP (1996, 363-364)
116
KEMP (1996, 364)
117
KEMP (1996, 364-365)
118
KEMP (1996, 364)
115
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frecuentemente acompañado de soldados y mercenarios. Sin embargo, no contamos con
excesivos ejemplos de arquitectura militar en Akhetaton. De hecho, el Palacio de la Ribera
Norte, que si contaba con el aspecto de una fortaleza militar y que pudo albergar a la guardia
personal del rey, no encuentra parangón en la ciudad central ni en las zonas residenciales119.
El Reino Nuevo trajo consigo el desarrollo del ejército, que hasta ese momento se había
abastecido con armas considerablemente rudimentarias, pero que ante las contiendas contra
los bien formados ejércitos de Asia occidental, tuvo la imperiosa necesidad de innovr
tecnológica y tácticamente. Del mismo modo, no será hasta el Reino Nuevo cuando el estado
egipcio cuente con un cuerpo militar profesional y permanente120.
En cualquier caso, la clase militar había salido muy reforzada tras las reformas llevadas a
cabo por Akhenaton. Este hecho se consolidó en los años posteriores con el ascenso al trono
de tres de los generales de Akhenaton. Uno de estos generales era Ay, el comandante más leal
al faraón.
El ejército tenía en primer lugar, el papel de separar al monarca del mundo exterior. Sin
embargo, la sociedad tenía un contacto diario con los miembros del ejército, siendo posible
que un campesino tuviese como vecino a un militar121. Esto no nos debe de extrañar si
reparamos en que en el transcurso del Reino Nuevo no existía una especialización de los
cargos militares y administrativos, de modo que un simple escriba podía acabar copando un
puesto en el ejército o en cualquier otra institución.
Para acabar hemos de hablar de la presencia de un cuerpo de policía dotado con carros y sin
relación alguna con el ejército regular. A este cuerpo se le atribuye la tarea de velar por el
orden interno de la ciudad.
6. El arte en el periodo Amarna:
Ya en los primeros momentos del reinado de Amenhotep IV, se observan cambios
sustanciales en la manera de representar a la familia real. Estos cambios van a definir un
nuevo estilo, que se bautizará como “estilo amárnico” en referencia a la nueva capital del
imperio.
119
KEMP (1996, 372)
KEMP (1996, 285-288)
121
KEMP (1996, 373)
120
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Las figuras se nos presentan en estos momentos de manera más estilizada, especialmente en
brazos y manos, mientras que las caderas se exageran, al igual que el vientre y la parte
posterior del cráneo. En cuanto a los rasgos faciales hemos de destacar labios y pómulos, que
aparecen mucho más marcados que en épocas anteriores122.
Estas cuestiones son importantes y deben ser tenidas en cuenta, ya que a través del arte, los
egipcios trataban de mostrar la esencia de las personas que representaban, una esencia que se
manifestaba sobre en la cabeza, el rostro, o los objetos que éstos portaban, como lo pueden ser
tocados, diademas o coronas.
De este modo, el estilo Amarna, trataba de reflejar un mayor realismo en la realeza, y de este
modo, acercar el nuevo credo al resto del pueblo. También hay que apelar en este sentido, a la
introducción del nombre del dios dentro de cartuchos reales, acercando así la figura del dios a
la realeza. En definitiva, el nuevo estilo artístico trataba de acercar a Atón a la familia real, y a
ésta al resto del pueblo, estrechando de este modo los vínculos entre los tres factores de la
nueva religión.
También es posible que al representar a la familia real de esta forma, los artistas del momento
trataran de manifestar su carácter real y divino hasta en los momentos más íntimos, alejados
del protocolo. Los artistas entendían, o así lo manifestaban, que estas condiciones formaban
parte de la verdadera esencia de la familia real123.
A través de la simbología del arte egipcio, podemos entender algunas de las metáforas
incluidas en las representaciones artísticas del periodo Amarna. En el caso del vientre, por
ejemplo, éste se encuentra ligado a la capacidad de crear vida, por lo que al representar a los
reyes con esta parte del cuerpo exagerada, los artistas harían hincapié en dicha virtud.
Si bien es cierto que se ha llegado a barajar la existencia de una enfermedad que afectase a los
miembros de la familia real, como decíamos antes, y que explicase los particulares rasgos con
los que estos fueron representados, hemos de tener en cuenta que el resto de personas
representadas en este periodo adopta en mayor o menor medida las características propias del
estilo Amarna, por lo que al no existir pruebas de la existencia de dicha enfermedad, esta
hipótesis ha ido perdiendo consistencia historiográfica.
122
123
GALÁN (2011,368)
GALÁN (2011,375)
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Contamos con dos excelentes ejemplos del estilo Amarna en los primeros años del reinado de
Amenhotep IV. Se tratan de dos colosos que representan a Akhenaton (ilustración 31) y a su
esposa Nefertiti. En su día, estas gigantescas estatuas debieron deslumbrar a los habitantes de
Karnak. Actualmente podemos encontrarlas en el museo del Cairo.
Ilustración 31: Coloso de Akhenaton.
El otro ejemplo al que haremos referencia es la escena inacabada en la tumba de Ramose,
quien fuera un célebre visir en tiempos de Amenhotep III y su sucesor. En esta, se puede
observar como Amenhotep IV y Nefertiti premian al visir por sus servicios mientras reciben a
un numeroso grupo de extranjeros desde la ventana de las apariciones oficiales124.
Conclusiones:
En el año quinto de su reinado, el faraón Akhenaton, se decide a llevar a cabo un ambicioso
conjunto de reformas que afectaron a una buena parte de la sociedad en el plano religioso,
político e incluso económico y artístico. Para el año quinto de su reinado, Amenhotep IV,
nombre con el que Akhenaton accedió al trono, ya había mostrado algunos indicios acerca de
sus intenciones. Sin embargo, es a partir de este momento cuando se produce una auténtica
ruptura con sus predecesores.
El traslado de la capitalidad a una ciudad construida de la nada y sobre todo la reforma
religiosa con la que gran parte de las creencias de todo un imperio quedaron abolidas durante
un breve periodo de tiempo, son las medidas más importantes que Akhenaton concluyó en
vida, y que por otra parte, no tuvieron continuidad tras su muerte.
124
GALÁN (2011,369)
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Y es que la “revolución desde arriba” que el faraón impuso no contó en ningún momento con
los apoyos suficientes para poder triunfar y perpetuarse en el tiempo. Ni siquiera su apuesta
por los “hombres nuevos”, a los que benefició en buena medida a través de sus políticas, ni la
lealtad del ejército, que alcanzó un gran poder político en el transcurso de su reinado, le
valieron a Akhenaton para imponerse ante sus enemigos.
Estos eran principalmente el poderoso clero de Amón-Ra, al que el faraón había despojado de
su poder religioso y económico; su pasividad en el plano exterior, dando en ocasiones imagen
de ser un rey tan preocupado por los asuntos divinos que era incapaz de bajar un segundo la
vista del disco solar; y por último, el escaso apoyo de una sociedad que jamás llegó a
comprender ni compartir, las reformas acometidas en este periodo.
La interacción de la Geografía y la Historia es la base sobre la que se han elaborado estas
páginas, constituyendo el periodo Amarna un magnífico ejemplo para poder llevar a cabo un
análisis historiográfico y geográfico haciendo hincapié en varias de sus disciplinas, como lo
son la interpretación del espacio simbólico, la interpretación del medio o el análisis urbano
arcaico. A partir de aquí se han utilizado fuentes arqueológicas y epigráficas para elaborar un
discurso historiográfico.
Bibliografía
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KEMP, Barry J. El Antiguo Egipto. Anatomía de una civilización. (1ª edición
1996).Editorial Crítica, 1996. Barcelona.

GALÁN, José Manuel. “El Reino Nuevo I: la construcción del imperio”, editado por
José Miguel Parra: El Antiguo Egipto. Editorial Marcial Pons, 2011. Madrid.

PRESEDO, Francisco José. Egipto y los grandes imperios (Gran Historia Universal).
Editorial Nájera. 1989. Madrid.

CASTAÑEDA, José Carlos. Sociedad antigua y respuesta popular. Movimientos
sociales en Egipto antiguo. Editorial Plaza y Valdés, 2003. México, D.F.

PADRÓ, Josep. Historia del Egipto faraónico. Editorial Alianza, 2014.Madrid

HORNUNG, Eric. El uno y los múltiples. Editorial Trotta, 1999. Madrid.

DIEGO, Andrés. Abriendo los caminos del Punt. Editorial Bellaterra S.L., 2011.
Barcelona.

GALÁN, José Manuel. El imperio Egipcio, CA 1550-1300 A.C. Editorial Trotta, S.A.
2002. Madrid.

Web del Proyecto Amarna: http://www.amarnaproject.com/. Última visita: 22/07/2015
Página 79
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