Los Nacimientos: ¡Que no falten en ninguna casa!

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Los Nacimientos: ¡Que no falten en ninguna casa!
Escrito por Ángel Guerrero
Sábado, 26 de Diciembre de 2015 10:42 - Actualizado Sábado, 26 de Diciembre de 2015 10:46
A una preciosa niña, que va a vivir su primera Navidad. El año pasado te estábamos
esperando. Y una mujer y un hombre como tienen que ser las mujeres y hombres que deciden
unirse en matrimonio: fuertes, incansables, ejemplo de cristianos que soportan las pruebas que
les mandó la vida y cumplieron a rajatabla lo que les pidió el sacerdote que les unieron en
matrimonio ante la Reina del Portichuelo y la Princesa de la Palma de Plata: “Unidos en la
riqueza como en la pobreza, en la salud como en la enfermedad”. Y quiso el Señor premiarlos
con lo que más querían: Tú. Para ti estas pobres líneas, mi “Eu”.
Cuando seas mayor, princesita, te enterarás de que una corriente “progre” amenaza a España,
pretendiendo destruir las raíces de su historia, los cimientos sobre los que vivimos, y no se
salvan ni los Nacimientos. No en todas partes, por supuesto, sino en las capitales que han sido
premiadas-castigadas con ediles muy modernos que están en contra de esas cosas. Por fortuna, la mayoría de los habitantes de esas ciudades, forman colas ante esos puestos de
“figuritas”, de musgos y de corchos que terminarán formando los nacimientos –belenes, les
llaman muchos— que presidirán estos días sus hogares.
Por eso, princesita, quiero enseñarte el nacimiento que tú miras con ojos asombrados, loca por
tocar alguna de esas “figuritas” que te asombran… Verás. En lo alto de la montaña, un ángel se ha aparecido a los pastores para señalarles la
enorme estrella que ilumina el Portal, diciéndoles que ha nacido Jesús. ¿Ves los pastores, uno
con su cordero al hombro, llevando otro, boca abajo, dos gallinas, otra con su hijo de la mano,
que tras recibir la visita del ángel en la montaña, se dirigen al portal? Van a adorar al Niño Dios.
Fíjate en su carita, desnudo su cuerpo y cubierto apenas por un pañal, mientras el buey y la
mula lo calientan con su aliento… y la Virgen y San José le miran arrobados. Fuera de la Cueva, Belén que no había tenido sitio para cobijar a José y María, sigue su vida:
aquí el labrador que arrea a su mula con el arado, allá una mujer que lava a la orilla del río, acá
otra madre con su hija, acullá un hombre cuidando de sus ovejas, sus cerdos o sus gallinas…
ajenos ellos, que no se enteraron todavía de la gran noticia: “Nos ha nacido el Salvador”. Y
corre el agua de la fuente, cerca de donde pastan las ovejas y corderos de los pastores, entre
el musgo verde, de intenso olor, que cerca los caminos de arena, que conducen hacia el
portal… Tus padres, ya te han regalado un nacimiento irrompible ¡tu primer nacimiento,
princesita! Pero en casa, mucho antes de que tú nacieras, aguardaban cada noche, a que, al
volver del trabajo, acercara los Reyes que venían desde una escondida cueva hacia el portal…
Pero de los Reyes Magos, te hablaré, si Dios quiere, otro día… A una preciosa niña, que va a
vivir su primera Navidad.
Más información, edición impresa sábado 19 de
diciembre, Especial de Navidad.
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Los Nacimientos: ¡Que no falten en ninguna casa!
Escrito por Ángel Guerrero
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