Ruinas de Hilario: Una historia que vuelve a latir

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Ruinas de Hilario: Una historia que vuelve a latir
Se trata de los restos de una de las primeras fundiciones de minerales de plata
del país. Fue uno de los proyectos mineros que concretó Domingo Faustino
Sarmiento. Están a punto de convertirse en atracción turística porque Intrepid
Minerals solventará la restauración y puesta en valor del lugar, ubicado en
Calingasta.
La chimenea de adobe que sobresale de la construcción se mezcla con los
tonos terrosos de las montañas. La imagen es impactante y casi se puede ver
desde la ruta. Estas ruinas está a 3.000 metros de altura, sobre las sierras del
Tontal, en Calingasta, y forman parte de los restos de uno de los
asentamientos mineros más importates del país, que propició Domingo
Faustino Sarmiento.
El lugar, que ya fue declarado Monumento Histórico, está a punto de
convertirse en una de las atracciones turísticas más importantes de la zona.
Será Intrepid Minerals, la empresa minera que explota Casposo, la que provea
de fondos para restaurar las ruinas de Hilario y armar un centro de
interpretaciones similar al que está a punto de inaugurarse en Conconta,
Iglesia.
Lo que empezó siendo un sueño está cada vez más cerca de convertirse en
realidad. Será un eslabón más para armar un circuito de turismo minero en la
provincia. Y es que la historia del lugar vale oro. La ciudad minera fue
construida a mediados del siglo XIX, allí se distinguen una plaza y los cimientos
de varias viviendas. A este sector se lo llamó villa Rickard (es el apellido del
ingeniero que eligió Sarmiento para hacer las exploraciones y trazar rutas
mineras). Allí vivió la gente que trabajaba en la explotación de las minas de
Hilario. La fundición de los minerales se realizaba cerca de la villa de
Calingasta. De esa construcción también quedan ruinas y también formará
parte del circuito.
La restauración y puesta en valor de las ruinas de Hilario implica la instalación
de un centro de interpretaciones. La idea es que el visitante entre a este lugar,
contruido especialmente para ese fin, y se encuentre con todos los detalles del
proceso de extracción hasta la fundición de los metales que se explotaba en la
zona. "El objetivo es que el turista pueda entender todo por sí solo y no
necesite de un guía para que le explique. Es por eso que se diseñará paneles
especiales para esto. Sólo habrá una persona que cuide el centro y que lo
mantenga abierto para las visitas", dijo Jorge Martín, al frente de la Dirección
de Patrimonio Cultural de la Provincia.
Y aunque la idea está cada vez más avanzada, ahora falta encontrar al
propietario de los terrenos donde se encuentran emplazadas las ruinas para
pedir la autorización. "Si esto no se da en los próximos meses, entonces
veremos si hay alguna forma legar de expropiar la zona", dijo Dante Elizondo,
secretario de Turismo de la provincia y una de las personas que están
trabajando fuertemente en el proyecto. Fue este funcionario quien comprometió
a Intrepid Minerals a que pusiera los fondos para la obra. La petición se hizo
hace unas semanas, cuando en el Instituto de Investigaciones Arqueológicas y
Museo Mariano Gambier presentaron los restos de aborígenes que encontraron
en Villa Corral, Calingasta, durante una campaña arqueológica que también fue
solventada por la minera (ver páginas 16 y 17).
Pero para llegar a esta instancia, el gobierno de la provincia tuvo que hacer que
en la Cámara de Diputados se declarara las ruinas como Monumento Histórico.
Esta declaración es la que lo habilita para poder comenzar a recuperar el lugar.
El sistema minero de Hilario, que abarca las minas de donde se extraía la plata,
la villa en la que vivían los mineros y la planta de fundición, fue uno de los
proyectos que Sarmiento pudo concretar cuando fue gobernador de San Juan,
entre 1862 y 1864. Para llevar a cabo el emprendimiento mandó a traer a un
minerólogo llamado Ignacio Rickard. Su principal misión fue montar un
establecimiento para fundición de metales junto al río Los Patos.
La elección de este paraje no fue casual. Unos años antes, el chileno Rafael
Zilleruelo había descubierto varias vetas de plata en las sierras del Tontal. Las
minas de donde se extraía la plata era Carmen Alto y Carmen Bajo. Aunque en
Hilario también fundieron minerales extraídos del Salado, ubicado a 200
quilómetros al norte.
La historia
Cuando se da una hojeada a los textos de los cronistas que escribieron sobre
las ruinas de Hilario, en especial los de Rickard, da la sensación de entrar en
un túnel del tiempo, en el que mágicamente se llega a fines del siglo XIX,
cuando Hilario era uno de los proyectos mineros más ambiciosos del país.
Los relatos cuentan que en las minas la mayoría de los trabajadores eran
chilenos, en tanto la gente de Argentina estaba en la fundición de metales. "En
concepto de salarios -escribió Rickard en su diario de trabajo- los barreteros
percibían 2 pesos por día mientras que los capataces cobraban 30 pesos por
día".
"En las minas trabajaban unas 200 personas. La idea de construir una villa fue
para que los mineros se asentaran en un solo lugar", contó María Julia Gnecco,
que se dedicó a estudiar la historia de este conjunto habitacional. La mina "jefe"
del distrito Tontal era "Carmen Alto". De allí salieron minerales que luego
fueron exhibidos en las exposiciones internacionales de Mendoza, San Juan y
Santiago del Estero, con motivo de la llegada del ferrocarril.
Pero, a pesar de ser uno de los establecimientos de fundición de minerales
más importantes del país, Hilario tuvo una vida útil de una década
aproximadamente. Concluida la "etapa sarmientina" a principios de 1870,
sobrevino la paralización de la mina. En 1893, Rafael Zilleruelo vendió sus
derechos mineros a las empresas Compañía General Sarmiento (que era
norteamericana) y Carmen Alto Mining Co, que era inglesa. Por algún tiempo
más continuaron con la actividad extractiva y la producción de concentrados de
plata.
"La falta de capitales y de tecnología de avanzada hizo que las minas dejaran
de ser rentables. El proyecto de Sarmiento fue demasiado vanguardista para la
época, es por eso que no funcionó", dijo María Julia Gnecco. El lugar quedó
completamente abandonado y nunca más intentaron realizar nuevas
explotaciones. Por eso ahora todas las esperanzas están puestas en concretar
el proyecto de impulsar Hilario a la industria turística.
Ruinas de Hilario: Una historia que vuelve a latir El otro centro de
interpretaciones
Justo en medio del desierto iglesiano, se está levantando un centro de
interpretaciones en el que se podrá ver una de las postas que forman parte de
la Huella Incaica, o Camino Andino, a punto de ser declarada Patrimonio de la
Humanidad. El lugar, que está a punto de inaugurarse, se ubica sobre la ruta a
Tudcum, antes del “bypass” para subir a Veladero. La minera Barrick es la
encargada de financiar la construcción de centro, que además incluye un
predio comercial. Este proyecto surgió a partir de que las empresas mineras, al
estar trabajando en alta cordillera y al tener la legislación de protección de los
sitios arqueológicos, deben denunciar los sitios históricos que existen en el
terreno cercano a donde trabajarán. Conconta fue uno de ellos.
Jorge Martín, director de Patrimonio Cultural, explicó que cuando el visitante
entre se va a encontrar con una serie de grandes imágenes que vayan
explicando el recorrido, y a medida que avance ascenderá imaginariamente por
el sendero incaico. Esto mismo es lo que se quiere hacer en las ruinas de
Hilario.
En el interior del centro habrá paneles donde se explique lo que hacían los
incas en las postas que iban construyendo en el camino, destinadas a hacer
noche o para abastecerse de día.
Ruinas de Hilario: Una historia que vuelve a latir. Otro tesoro, pero en
Ullum
Los vestigios de la explotación de oro en la provincia también pueden
encontrarse en Ullum. Allí están ubicadas las ruinas de Hualilán. Se trata de
uno de los yacimientos de oro más antiguos que fueron explotados por los
aborígenes. Ahora, el lugar está completamente abandonado y deteriorado. Es
por eso que el año pasado, la Asociación de Museos Privados de San Juan
empezó una movida para hacer en el lugar un museo arqueológico y minero.
Pero hasta ahora la idea no prosperó.
El lugar fue declarado Patrimonio Cultural en el 2003. En estas ruinas están los
vestigios más fidedignos de la minería argentina, que abarcan desde la época
incaica hasta el siglo XX. Están ubicadas en la estancia Hualilán, a 128
kilómetros de la Capital de San Juan. Los ingleses y los españoles también
realizaron explotaciones en la zona.
La mina tuvo una prolífera actividad hacia 1914. Esto está reflejado en la
enorme masa de relaves que fueron procesados en el tiempo a través de
sucesivos intentos, entre los que hubo una pequeña planta de cianuración
(método para separar el oro de la roca). En la década de los 1980, la
Compañía Minera Lixivia desarrolló nuevamente tareas de exploración pero no
tuvieron resultados.
Hualilán es una mina subterránea, con estructuras vetiformes y diseminadas.
Según los estudios de factibilidad, la densidad de metales nobles en la roca
sería de 12 gramos de oro por tonelada.
El topónimo Hualilán o Gualilán significa "agua muerta" y hace directa alusión a
la vertiente que hoy se conoce como La Ciénaga.
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