LA PUERTA MÁGICA

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LA PUERTA MÁGICA
Bruno no podía dormir. Estaba demasiado nervioso. Se incorporó lentamente y
se sentó en la cama. Su cuarto, tan bonito como parecía por la mañana, estaba
ahora sumido en la más profunda oscuridad. No se veía nada. Solo una tenue
luz, proveniente del piso de abajo. Bruno se limitó a mirar la hora en el reloj: las
2 de la madrugada. Todas sus sospechas se desvanecieron, hasta que solo
pensó en una. En una de las habitaciones del piso de abajo, había alguien,
pero no eran sus padres, ni el perro, ni el gato que ahora dormía a sus pies.
Solo podían ser…
-¡Los Reyes Magos!- exclamó Bruno.
Bruno abrió con cautela la puerta de su habitación sin ponerse las zapatillas,
(como le había ordenado su madre que hiciera, siempre que se bajara de la
cama), y bajó las escaleras de caracol mirando fijamente cada peldaño, ya que
no había mucha luz, y podía caerse y alarmar a los Reyes. La puerta estaba
entornada…entró y…
-¡Aaaaah!- gritó Bruno
Se había dado un fuerte golpe en la cabeza.
-¡Ay, au!- se quejaba, mientras una nube de humo blanco lo envolvía…
Lo primero que vio Bruno al abrir los ojos, fueron dos, ¡no! tres, ¡¡no, seis!!
¡Seis caras!
-¿Dónde estoy?
-En Oriente- respondió alguien.
-Pero, ¿Quiénes sois vosotros?
-Mmmmm…unos amigos… -dijo otra voz.
-¿Cómo os llamáis?
-Somos…
-Los Reyes Magos- dijo, una tercera voz. –Melchor, Gaspar y Baltasar.
Bruno se levantó del suelo y empezó a saltar mientras agitaba los brazos, y los
ojos se le salían de las órbitas.
-¿Pero dónde estamos?- volvió a repetir Bruno.
-En Oriente. En la juguetería.
-Aquí hacemos los juguetes ¿sabes? –dijo Gaspar.
-Hoy mismo íbamos a repartirlos- añadió Melchor.
-¿Quieres ayudarnos, chico? – dijeron los tres Reyes Magos al unísono
-¡Oooh, siiii, por supuesto! –exclamó Bruno.
-Sube al camello. Se llama Malah.
Y así, Bruno tuvo un trepidante viaje a las casas de los niños y las niñas del
mundo, y al llegar a casa, de tanto que había trabajado, se durmió
plácidamente, y soñó con los Reyes, con los camellos, son su viaje por todo el
mundo, y con esa puerta mágica que se abre solo una vez al año.
Carlota Ceínos Álvarez 5ºA
FIN
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