ABC ANDALUCÍA 53 SÁBADO, 9 DE MARZO DE 2013 abc.es/andalucia María Dolores Pérez lleva casi 25 años en la Guardia Civil, muchos de ellos protegiendo a la mujer FRANCIS SILVA La Diputación de Málaga premia en el Día de la Mujer a una agente de la primera promoción de la Guardia Civil pionera en la lucha contra la violencia machista La igualdad viste uniforme PABLO D ALMOGUERA MÁLAGA N o es una heroína, ni ha pretendido serlo, simplemente es que le gusta su trabajo. Mejor dicho, le apasiona. La primera vez que oí hablar de ella fue gracias a mi amigo Pablo Gandarias, al que siempre le brillaban los ojos cuando recordaba como asaltó a su padre en plena calle caracterizada como una toxicómana. Su DNI dice que se llama María Dolores Pérez Sa- avedra, pero todos la conocen en la Comandancia de la Guardia Civil de Málaga como Lola. Una mujer que formó parte de la primera promoción de mujeres guardias civiles del país, que ha perseguido la violencia machista en todos sus extremos y que en la actualidad es miembro del Grupo de Homicidios. Cuando faltan unos meses para cumplir 25 años en el cuerpo, la Diputación Provincial decidió otorgarle ayer uno de los premios «Mujeres, sin diferencias» convocados con motivo del Día de la Mujer. Bregada en mil batallas, no podía ocultar cierto nerviosismo antes del acto de entrega de los galardones. Incluso se sentía abrumada. «No sé si merezco un reconocimiento así», repetía una y otra vez a todas las personas que luchan por la igualdad de género en la provincia y que han vivido con ella la oscuridad del maltrato. «¿Quién mejor que tú?», le respondían. Lola ha sido testigo directa de la violencia contra la mujer en su grado más extremo. Cofundadora del Equipo Mujer y Menor (Emume) de Málaga, estos años ha asistido a un proceso de «rotura de cadenas» cuyo máximo exponente ha sido la mayor valentía de las víctimas del maltrato para denunciar a sus agresores. Una larga travesía que aún no ha concluido y que asegura que hay que finalizar «por las que se quedaron en el camino». De los centenares de rostros que vienen a su mente cuando quiere personificar la lucha contra la violencia de género, recuerda dos: Ana Elena Lorente y María Esther Jiménez. Dos jóvenes a las que no les dejaron disfrutar su vida porque alguien se creyó que tenía derecho a arrebatársela. «Han sido dos casos muy dolorosos, sobre todo el segundo, porque al ser menor el autor del crimen, siempre te preguntas si se va a hacer justicia plenamente», señala. Esta mujer, que asegura que lleva «grabado a fuego» su amor por la Guardia Civil desde que nació en un cuartel de Badajoz, forma parte en la actualidad del Grupo de Homicidios. Una unidad en la que el teléfono puede sonar a cualquier hora y en la que la conciliación familiar puede complicarse. Es en esos momentos cuando el marido de Lola, también guardia civil, aunque en la reserva, se convierte en el «mejor amigo del mundo». «Gracias a Dios he tenido mucha suerte, porque es un estupendo amo de casa y el reparto de las tareas es perfecto», señala, a lo que su esposo añade: «La clave es que nos llevamos estupendamente». Esta complicidad ha amortiguado la sacudida vital que se podía esperar con la llegada de Alejandro al mundo hace cuatro años. El hijo de la homenajeada, «futuro guardia civil», repite un par de veces para que quede claro, no ha limitado su progresión y ha enriquecido su día a día. «Mi ritmo de vida no se ha ralentizado, sigo siendo la misma», advierte a los que la conocemos desde hace años. Y es que si algo caracteriza a esta mujer es que no se ha arrugado ante las adversidades. «No me ha supuesto ningún problema ser pionera en el cuerpo», aclara para evitar prejuicios y estigmas sobre conductas machistas, no sin antes recordar a aquellas compañeras suyas que el 1 de septiembre de 1988 se convirtieron en guardias y que, «pasito a pasito, hicimos historia».