42 EMILIO GUINEA IMPACIENCIA Nuestra impaciencia por pisar tierra firme conoce el freno amargo de la espera. Y a de noche entramos en el puerto de Santa Isabel, y las luces eléctricas de la minúscula ciudad nos hablan de una onda de civilización que nacida en Europa viene a morir en las arenas de estas lejanas playas. Se ancla en medio de la bahía, sin poder atracar por la dificultad de esta maniobra en la oscuridad de la noche, y con los escasos recursos de este rudimentario y difícil puerto. De tierra llegan algunas motoras con funcionarios a b o r d o : la sanidad y la policía, que nos vacuna contra la fiebre amarilla y comprueba nuestros pasaportes. El pasaje, que se agolpaba curioso a proa, se va dispersando lentamente, y cansados de mirar las ya próximas luces de Santa Isabel, vamos sucesivamente ocupando nuestras literas de a bordo. Amanece un nuevo día, y me falta tiempo para despertar a mi ayudante D. Eugenio Sierra Rafols, preparador y dibujante del Instituto Botánico de Barcelona, que viene conmigo, y cuya ayuda y compañía constituyen un importante refuerzo en mis trabajos de campo, y contribuirá con su espíritu jovial y decidido a superar buen número de las dificultades que han de ir surgiendo a lo largo de nuestro viaje. DESEMBARCO En el pequeño muelle se agrupa la población blanca, que está impaciente por abrazar a los familiares que vienen de la Península