DOCUMENTO DE TRABAJO “Federalización de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI) en México”. Mayo, 2008 1 I. INTRODUCCIÓN En el mes de marzo de 2007, el Grupo de Trabajo denominado originalmente Descentralización, Asimetría Regional, Diagnóstico y Programas de Desarrollo Institucional Regional (posteriormente identificado simplemente como Grupo de Descentralización de la Ciencia) presentó el documento “Federalización de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación (CTI) en México”. En él, luego de enunciar los Principios Rectores de la propuesta, discutir el concepto de federalismo a la luz de las necesidades de una política de estado en ciencia, tecnología e innovación, se revisan los principales retos que deben superarse para hacerla realidad. Así se abordan los aspectos del reto territorial, el sustento jurídico, el arreglo institucional vigente, el financiamiento público, el papel de las instituciones (IES, CI) en un nuevo arreglo nacional, las redes de colaboración y la necesidad de impulsar la legitimación y apropiación social de la CTI. A un año de su integración, la realidad confirma la plena vigencia de la necesidad de avanzar en la construcción de un federalismo real en ciencia, tecnología e innovación. El incremento extraordinario de recursos para los Fondos Mixtos aprobado por la LX legislatura de la Cámara de Diputados para el ejercicio 2008, y su posterior proceso de asignación, confirman por una parte las virtudes y limitantes de ese instrumento de política científica, así como la urgente necesidad de establecer mecanismos claros y permanentes que den certeza y rumbo al desarrollo nacional basado en el modelo federalista en ciencia, tecnología e innovación. Con el propósito de propiciar la continuación del necesario debate y la construcción de un nuevo modelo de política pública en CTI, verdaderamente federalista, se pone a consideración tanto una síntesis de los elementos centrales de la propuesta inicial, como algunas reflexiones adicionales que pudieran constituir pistas para la acción por emprender. II. SÍNTESIS DEL DOCUMENTO Principios Rectores de la Propuesta Primero, que el desarrollo nacional no puede prescindir de la ciencia y de la tecnología, en la medida que ambas actividades son el soporte del desarrollo de las naciones en la época contemporánea. Segundo, que en México el desarrollo de la ciencia y de la tecnología ha sido una política pública con un alto contenido centralizado y articulada de manera frágil con la iniciativa de empresas privadas y de organizaciones civiles, además de reducida en recursos financieros en comparación a las naciones en desarrollo. Tercero, que en la última década, nuestra nación ha confirmado dos transiciones sustantivas que generan un nuevo marco institucional para todas las políticas públicas nacionales, incluyendo la de CTI: por un lado, la democracia; por otro lado, la revitalización del sistema federal. En lo inmediato y descrita de manera general, la tarea consiste en reformular el contenido de la política nacional en ciencia y tecnología, para integrarle los atributos federalistas, en donde el marco institucional contiene un sistema de decisiones que faculta al gobierno federal y a 2 los estados -e incluso a los municipios- a intervenir en el diseño, aprobación, instrumentación y evaluación de esta política pública. Cuarto, que la problemática de las ciencias y tecnologías en México involucra al marco institucional y jurídico que la determina. El nuevo modelo de política pública sugiere un sistema nacional articulado, comunicado, diversificado y además flexible, con capacidad para adecuarse a cada contexto territorial y a la naturaleza propia de cada actividad científica. Quinto, que considerando el perfil heredado de años anteriores, relativamente centralizado en la materia científica y tecnológica, una ruta necesaria es la descentralización de recursos financieros e institucionales del gobierno federal hacia los estados. Se requieren entonces fuentes alternativas de financiamiento que idealmente -en una lógica de fortalecimiento del sistema federal- debieran localizarse en las entidades federativas, surgidas de recursos propios, a su vez derivados de nuevas potestades fiscales. Sexto, que México es un país altamente diverso en su riqueza natural, con una población culturalmente heterogénea, así como vocaciones productivas y niveles de crecimiento económico igualmente diversos que deben ser el sustento de cualquier iniciativa de desarrollo. En consecuencia, la federalización solo puede ser efectiva si se percibe e instrumenta como una dimensión transversal, con objetivos precisos, mecanismos de coordinación intergubernamental e interinstitucional que fortalezcan el conjunto y teniendo como resultado un crecimiento neto de recursos, instrumentos y capacidades. El federalismo mexicano, a pesar de sus cerca de dos siglos de persistencia jurídica, sigue siendo un sistema en construcción. Solamente a partir del año 2000 puede estimarse que los actores del sistema federal –las entidades federales- existen con los suficientes espacios de autonomía política para traducir de manera práctica los supuestos formales del sistema. Sin embargo, no se han desarrollado todos los instrumentos institucionales del sistema; por ejemplo, para la coordinación y cooperación federalista, para la revisión de la descentralización pasada, para nuevas modalidades de la gestión federal de los asuntos públicos nacionales Puede entonces concluirse que toda la política pública nacional requiere de un “tránsito” que la convierta en nacional y federalista, para lo cual es necesario reformar de manera coherente tres dimensiones: su marco jurídico, las instituciones y recursos que la instrumentan y el rol político de los actores que la determinan. Esto implica “crear espacios abiertos de acuerdo entre las políticas nacional y regionales que posibiliten la puesta en marcha de instrumentos de cooperación”, por lo que es necesario garantizar acuerdos de voluntades entre las instancias responsables del orden federal y estatales que más allá de su expresión formal, garanticen la definición de una estrategia nacional, diferenciada en cuanto a sus expresiones territoriales, pero articulada en los fines comunes de desarrollo. 3 La Ley de Ciencia y Tecnología, sus conceptos, instituciones y derivaciones prácticas de política pública requiere ser revisada con la perspectiva de la nueva era del sistema federal en México (de hecho, toda política pública y su legislación). La reforma de la Ley en esta dirección sería una contribución no solamente para la materia que refiere, sino además para la nueva institucionalidad del conjunto del sistema federal mexicano. El comportamiento reciente de la inversión nacional en ciencia y tecnología, al menos hasta el año 2007, no solo no alcanzó el uno por ciento señalado, sino que incluso, se asistía a una reducción de la proporción del gasto nacional en CyT, paliado solo por la incorporación de las estimaciones de la inversión privada derivadas de los estímulos fiscales. Más aun, a pesar de los múltiples esfuerzos, incluso al nivel de iniciativas legislativas formales, no se ha logrado expresar la aspiración federalista en ciencia y tecnología dentro de los instrumentos presupuestales federales directos, a semejanza de otros ámbitos presupuestales (salud, educación, campo, etc.) que se asigne directamente y de forma permanente y que se constituya en un incentivo concreto para la inducción de la inversión nacional en la materia. El establecimiento de un sistema local de ciencia y tecnología entendido como la red de actores que interactúan para el desarrollo de capacidades colectivas para generar, difundir y apropiarse del conocimiento, implica la adopción de instrumentos que permitan a la región dotarse de condiciones mínimas para la coordinación y organización en torno a un objetivo común, como es el de promover el desarrollo científico tecnológico local. La consolidación de un sistema nacional de CTI, requiere entonces de la construcción de organizaciones sociales (académicas, empresariales, etc.), que fomenten la investigación y el desarrollo, que detecten los problemas prioritarios del estado, estimulen la inversión privada para propiciar la creación de círculos virtuosos de crecimiento económico basados en el conocimiento y desarrollen estrategias de sensibilización y formación de una cultura científica, que favorezcan la apropiación social del conocimiento desde el ámbito local. Propuestas 1. Es necesario promover que el concepto de federalismo, se incorpore como telón de fondo y sustento del conjunto de discusiones que sobre el presente y el futuro de la política de CTI se realizan en nuestro país. 2. Toda vez que el modelo Constitucional vigente sustenta un modelo federalista para una política pública de CTI, en un primer momento, la agenda legislativa podría concentrarse en la revisión y adecuación del contenido de la Ley de Ciencia Tecnología, para reflejar una verdadera vocación federalista, que garantice la efectiva articulación intergubernamental en la definición, ejecución y evaluación de la política pública federal de CTI. 3. Se requiere alcanzar el fortalecimiento de los Sistemas Estatales de Ciencia y Tecnología. dentro del Presupuesto de Egresos de la Federación que posibilite la asignación específica de recursos en materia de ciencia, tecnología e innovación para las entidades federativas, bajo criterios de igualdad, equidad y proporcionalidad. 4 4. Sin duda, cualquier esfuerzo programático o legislativo solo tiene viabilidad si se incrementa sustantivamente la disponibilidad de recursos públicos para darles respaldo. Por ello, se debe fomentar la complementariedad progresiva del gasto en CTI de los órdenes estatal y en su momento municipal, teniendo como motor el Fondo referido en la propuesta anterior y como condición necesaria la devolución o reorganización de las potestades fiscales de estos últimos órdenes de gobierno. 5. Toda vez que la competitividad depende de manera destacada de su inserción territorial, el proceso de federalización de la CTI debe garantizar una mezcla de incentivos (directos e indirectos), tanto de naturaleza federal, como estatal y municipal, bajo el liderazgo local, para el impulso a la innovación y el desarrollo tecnológico. 6. Un modelo federalista de política pública de CTI, puede y debe articular los esfuerzos que los académicos, las instituciones de educación superior y los centros de investigación efectúan a favor de la calidad y la pertinencia. Por ello, la propuesta federalista reconoce la necesidad de fortalecimiento general del sistema científico y tecnológico en su conjunto, pero llama a la construcción de políticas e instrumentos diferenciados, tanto por el grado de consolidación cada comunidad académica, como por la vocación regional, el grado de desarrollo económico y las características culturales de cada espacio territorial. 7. Tanto para los objetivos de fortalecer la oferta de conocimiento, como para impulsar su utilización productiva (en los sentidos económico y social), se deben garantizar los mecanismos de articulación que fomenten la construcción local de redes sociales, de conocimiento, empresariales y académico-productivas. 8. Se requiere prestar particular atención a la construcción de aprendizajes sociales que garanticen la apropiación social de la CTI, que impulsen capacidades y habilidades en las personas y en las organizaciones para responder con éxito a cambios permanentes en su entorno, así como a los desafíos y oportunidades que este entorno les brinda. III. HACIA ADELANTE…. Como ya se señaló, la revisión del documento formulado hace un año no hace sino confirmar la vigencia de su contenido, salvo aspectos puntuales como la variación en el número de Consejos Estatales existentes, y de manera significativa la existencia formal de una iniciativa de Reforma a la Ley de Coordinación Fiscal en materia de federalización de la inversión en ciencia, así como la inflexión en el comportamiento del Gasto Federal en CyT generada por la asignación acordada por los Diputados Federales. En consecuencia, los principios rectores, argumentos y propuestas formulados siguen siendo pertinentes, si bien en general, siguen sin ser incorporados a las decisiones de política pública nacional. Esto abre una ventana de oportunidad no solo para insistir en la utilidad y relevancia de las propuestas, sino igualmente para enriquecer su contenido. Sin duda, uno de los argumentos recurrentes de quienes son escépticos, por decir lo menos, a las potencialidades de un federalismo en ciencia como el propuesto, puede 5 resumirse en la suposición de que, el esfuerzo requerido se centra en el ámbito de lo federal mientras que se carece de la contraparte estatal (carencia de políticas definidas, marginalidad de los presupuestos estatales, incapacidad para asumir responsabilidades, riesgo de desviaciones, etc.). Al respecto y a reserva de desarrollar y sustentar más ampliamente, pueden adelantarse algunas consideraciones. Se considera suficientemente argumentado que el federalismo como sistema político, a pesar de tener una existencia formal cercana a los dos siglos, es extremadamente joven y que al mismo tiempo, la política científica, como muchas otras áreas de lo público, se caracteriza por un desarrollo centralizado. En consecuencia, un primer elemento de respuesta debe encontrarse en un contexto mucho más amplio, en el que la CTI, junto con otros muchos temas comienza apenas a expresarse pero al mismo tiempo, que forma parte de un proceso en muchos sentidos irreversible que tiende hacia el fortalecimiento del pacto federal y en consecuencia del surgimiento de políticas estatales, y municipales, verdaderamente autónomas. Independientemente de lo anterior, de hecho de manera complementaria, es necesario resaltar la constatación de que aun en las condiciones actuales las entidades federativas conducen cada vez con mayor amplitud y energía políticas públicas propias, definidas y ejecutadas por sus instancias especializadas y con un alto grado de pertinencia y efectividad. A guisa de ejemplo, se señalan a continuación algunos de los campos de acción en los que existen claras evidencias de procesos definidos y coordinados desde el ámbito estatal: Andamiajes jurídico-administrativos propios (Consejos Estatales u Organismos equivalentes, Leyes, Reglamentos, Comisiones Legislativas) Políticas científicas, tecnológicas y de innovación propias (Programas Estatales de CyT o CTI) Sistemas de estímulos y reconocimientos (premios estatales de CyT, Sistemas Estatales de Investigadores) Sistemas de sensibilización y divulgación (divulgación y comunicación de la ciencia, Museos fijos y móviles) Mecanismos de formación temprana, inducción y apoyo a posgrado, Sistemas Estatales de Información Iniciativas interestatales autónomas (REDNACECYT, Cartera Nacional de Proyectos, intensificación de Camaronicultura en Baja California Sur, Sonora, Sinaloa) Apropiabilidad tecnológica (Centros de Asesoría a la Propiedad Industrial, incentivos a la patentabilidad y otras formas de protección) Mecanismos de intermediación academia-empresa Políticas estatales de atracción de inversiones y empresas de base tecnológica Presupuestos públicos en la materia El tema presupuestal, segunda gran objeción, igualmente debe visualizarse en el contexto más amplio del proceso histórico general del país y particular de las políticas de CTI. En efecto, no debe olvidarse que como país la inversión en la materia sigue estando por debajo de todos los parámetros comparativos utilizados y en particular que el Gasto 6 Federal había venido mostrando una consistente disminución en su proporción del PIB al menos hasta el año pasado. Segundo, que visto como tendencia general, los recursos financieros estatales en CTI muestran una tendencia ascendente, en algunos casos a ritmos mucho más acelerados, consecuencia ciertamente de su menor valor inicial absoluto e igualmente con variaciones entre estados muy significativas. Entonces, perder de vista el proceso histórico general, puede implicar un riesgo mucho mayor, de una u otra forma, las entidades federativas, y en su momento los municipios, consolidarán sus políticas de CTI. Dejar de construir los mecanismos de articulación que le den coherencia verdaderamente nacional conduciría a un debilitamiento mayor del sistema en su conjunto, con un mosaico de políticas divergentes, niveles de inversión mucho más altos en entidades federativas (con obvias distancias entre los extremos) y consecuentemente mayores dificultades de interlocución. En conclusión, se insiste que la propuesta de federalización de la política pública en CTI formulada hace un año no solo mantiene su vigencia, sino que adquiere mayor urgencia de instrumentación. La construcción de una Agenda concreta puede desarrollarse a partir de las siguientes propuestas adicionales: 1. Ratificación de la relevancia de la CTI en el ámbito del ejecutivo federal Reconociendo que la federalización no es posible sin la participación convencida del orden federal, un punto sustantivo para propiciarla, pasa por el reconocimiento del Ejecutivo Federal de la importancia del tema para las políticas públicas y para el país en general. El reconocimiento de las inercias centralistas y la innegable dominancia del orden federal en la definición de la distribución del gasto público, hacen evidente que si el Ejecutivo Federal no ubica en el ámbito de las grandes prioridades nacionales la CTI por un lado, y el federalismo por el otro, los procesos serán mucho más lentos y seguirán mostrando los altibajos ampliamente conocidos. La publicación del Programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación, pieza básica de la política federal en la materia, se constituiría así en un mínimo indispensable en este sentido. 2. Concertación intergubernamental Un elemento incluso de mayor relevancia que el anterior, pero que requiere de la existencia real de aquel, es la construcción de acuerdos y compromisos reales entre los órdenes de gobierno. Ya se argumentó de la consistencia constitucional para propiciar políticas públicas nacionales y federalistas. La coexistencia de facultades y obligaciones se convierte en el motor para la concertación intergubernamental efectiva, que pasa, en primer lugar por el 7 reconocimiento efectivo de los actores públicos y privados que concurren en la expresión concreta de estas políticas públicas. La construcción de un PACTO federalista formal entre, al menos, los representantes de los órdenes federal y estatal para la coordinación y articulación de esfuerzos, la definición clara de compromisos de cada uno de los actores y de los instrumentos mutuamente aceptados que den certeza y permanencia al esfuerzo necesario, se consideran indispensables. 3. Adecuación del marco legal en la materia. Una vez que se logre lo anterior, es entonces factible la adecuación de los marcos legales federal y estatales de fomento a la ciencia, la tecnología y la innovación. La modificación de la Ley de Ciencia y Tecnología, para la cual la REDNACECYT efectuó un primer análisis y propuesta de reforma, tendría como objeto el dar garantía al acuerdo de voluntades expresado anteriormente. De manera recíproca, cada una de las leyes estatales deberán incorporar las previsiones necesarias para garantizar la articulación federación-estados. 4. Creación de instrumentos presupuestales que incentiven el federalismo La construcción del federalismo no puede prescindir de los instrumentos presupuestales necesarios. Al respecto, se ratifica la propuesta de modificación a la Ley de Coordinación Fiscal (de la cual ya existe una iniciativa de reforma que podría ser el sustento para su discusión y aprobación), para crear el Fondo de Fortalecimiento a los Sistemas Estatales de Ciencia y Tecnología. Su propósito básico sería el generar un incentivo, presupuestal en este caso, para la consolidación de la inversión nacional en y desde las entidades federativas. Es decir, por una parte generar un mecanismo de inversión federal hacia los estados, y al mismo tiempo, formalizar los mecanismos de articulación y compromiso intergubernamental para inducir la consolidación de la inversión estatal en la materia. 5. Evaluación y retroalimentación continua Evidentemente, la agenda no puede desarrollarse adecuadamente sin los mecanismos de seguimiento y evaluación necesarios para la retroalimentación, permanencia de esfuerzos y ajustes en el camino. El espacio plural que constituye Foro Consultivo Científico y Tecnológico ofrece sin duda una oportunidad para conducir la definición y coordinación de un tal proceso. 8 IV. ¿Y LOS FONDOS MIXTOS….? Es evidente que la discusión sobre la transición hacia un modelo nacional y federalista como el contenido en la propuesta no debe dejar de lado el análisis del posible papel que dentro de este nuevo modelo pueden tener los instrumentos vigentes, de los cuales aparecen en primer lugar los Fondos Mixtos (FOMIX) que prevé la Ley de Ciencia y Tecnología. No es el objetivo de este documento realizar la evaluación, indispensable sin duda, del desempeño pasado de la herramienta, sino revisar el papel que pudiera jugar en el escenario futuro posible. Por tal motivo y reconociendo la diversidad de experiencias y perspectivas que se generan en los más de 30 FOMIX existentes, se utilizará como hipótesis de trabajo que los Fondos Mixtos representan una herramienta que ha permitido incrementar el financiamiento a proyectos de investigación aplicada, desarrollo tecnológico, formación de recursos humanos, consolidación de infraestructura institucional y formación de cultura científica, en atención a prioridades señaladas por las entidades federativas y en menor medida por municipios. Al mismo tiempo, que los FOMIX son solo una de las herramientas disponibles (la Ley de Ciencia y Tecnología vigente prevé ya la posibilidad de convenir recursos y acciones entre las dependencias y organismos de la administración pública federal y las entidades federativas de manera independiente de los FOMIX), con limitantes formales, derivadas de su definición en la misma Ley, así como operativas, que los hacen eficaces para determinados propósitos, pero no para todos. Ya desde el enunciado de los Principios Rectores de la propuesta se señalaba que una ruta necesaria es la descentralización de recursos financieros … del gobierno federal hacia los estados, así como la identificación de fuentes de financiamiento ubicadas en las entidades federativas derivadas de nuevas potestades fiscales, como sustento a la propuesta del Fondo para el Fortalecimiento de los Sistemas Estatales de ciencia y Tecnología dentro de la estructura del PEF. La pregunta entonces es si los FOMIX pueden constituirse en el instrumento por el cual transiten los recursos adicionales que eventualmente se pongan a disposición de los sistemas estatales (y en su momento municipales) de ciencia y tecnología. A favor de esa posibilidad se encontraría como elemento principal la concurrencia prevista en la Ley con la federación y que implicaría un incremento de recursos en la proporción que las partes acuerden, según lo dispone la propia Ley. Adicionalmente, se argumenta que los FOMIX aportan los mecanismos de ejercicio, convocatoria, transparencia, concursabilidad, evaluación y seguimiento idóneos, por lo que sería innecesario recurrir a la generación de otros instrumentos. Respecto del primero de los argumentos, cabría señalar que si bien es cierto que el incremento de recursos disponibles vía la concurrencia federal es importante, también lo es que en la medida que se aumente la disponibilidad neta de recursos estatales y municipales para el fomento a la ciencia, la tecnología y la innovación, se permite una 9 diferenciación de instrumentos programáticos que atienden necesidades específicas. Una rápida mirada a cualquier otro sector de la actividad pública en las entidades federativas, muestra la coexistencia de acciones financiadas de manera concurrente con otras de sostenimiento local y en muchos casos también con otras más de sostenimiento totalmente federal. Por lo que toca a las ventajas operativas, debe señalarse que estas no son exclusivas de los FOMIX sino resultado de su condición de fideicomisos, así como de su diseño de funcionamiento. Hoy en día, son evidentes algunas limitantes de este diseño de funcionamiento, por ejemplo la posibilidad de asignación para propósitos “estratégicos” o para cubrir ciertas necesidades específicas y para los cuales el arreglo legal vigente de los FOMIX es poco adecuado. ¿Cual es entonces el papel de los FOMIX en el escenario de un modelo nacional y federalista de desarrollo científico y tecnológico?. El incremento de capacidades, facultades y recursos locales intrínsecos a este nuevo modelo, para que sea efectivo, debe garantizar la articulación de las políticas locales y federales en la materia. Por ello, la constitución de instrumentos programáticos y presupuestales estatales y municipales debe abonar en la construcción de políticas verdaderamente nacionales, que reconociendo las particularidades de los contextos locales y la necesidad de su atención como parte de un proceso endógeno y sustentable, comparte objetivos nacionales de desarrollo. La existencia de instrumentos compartidos entre los órdenes federal, estatal y municipal se constituiría así en la vía para garantizar la coherencia del sistema a nivel global. De esta forma, los FOMIX, o los mecanismos que puedan construirse a partir de ellos, cumplirían una función verdaderamente estratégica como parte de una abanico de herramientas de fomento, algunas de las cuales tendrían un origen y destino estrictamente local, otras aplicarían para temáticas nacionales bajo un sostenimiento federal y otras más, como se postula, constituirían los puentes entre unas y otras. La búsqueda e instrumentación de herramientas diferenciadas, tendría adicionalmente la virtud de incrementar la robustez del sistema en su conjunto, al aportar canales de respuesta apropiados a las diversas necesidades y evitar el colapso del sistema de financiamiento en la eventualidad de dificultades en cualquiera de ellos. En síntesis, la perspectiva del fortalecimiento de un modelo de desarrollo verdaderamente nacional y federalista, que se asume como deseable e inevitable, no implica ni la desaparición de los Fondos Mixtos, ni debería suponer su mantenimiento como instrumento casi único de financiamiento para las necesidades de fomento a la ciencia, la tecnología y la innovación en las entidades federativas y los municipios. Por el contrario, implica la necesidad de diversificar los instrumentos de política pública, pero igualmente el fortalecimiento de las herramientas coordinadas entre los órdenes de gobierno, otorgándoles un sentido nacional y estratégico. 10