Las etapas de la revolución rusa de 1917

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F. Vercammen, Las etapas de la revolución rusa de 1917
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Las etapas de la Revolución Rusa de 1917
François Vercammen ….
21/7/2015
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En febrero de 1917, en plena guerra, la autocracia zarista rusa fue derrocada por protestas masivas. Ocho
meses después, en octubre, la clase obrera, sobre la base de la movilización popular en todo el país,
conquistó el poder político y comenzó la construcción de una nueva sociedad socialista. El siglo XX basculó.
Como algunos habían predicho, y otros temían, la Guerra Mundial de 1914 dio a luz a una revolución.
La crisis del régimen zarista
La Revolución Rusa de 1917 es un momento paroxístico de una crisis endémica que aquejaba a la sociedad
rusa desde mediados del siglo XIX. Gran potencia militar en Europa (pero también con un enorme peso en
Asia), el Imperio zarista es una sociedad atrasada y bloqueada, mientras que más al oeste, el modo de
producción capitalista triunfa. Desde las cúspides del Estado zarista se han intentado todo tipo de reformas:
la reforma agraria, la democratización del aparato administrativo, la modernización de la educación, leyes
sociales, el reconocimiento del derecho de organización de los trabajadores, la industrialización por arriba,
la autonomía cultural de las nacionalidades del Imperio. etc. Pero cada intento de reforma es sólo parcial y
tímido, siempre seguido de una contra-reforma aún más brutal para recuperar el control de las fuerzas
sociales y políticas liberadas temporalmente.
"Demasiado pronto, demasiado tarde": la crisis transversal del régimen estalló por primera vez en 1905.
Esta revolución fracasa, pero sólo es un aplazamiento. En 1914, el estallido de la guerra supone un frenazo
de una nueva ola de huelgas revolucionarias. Tres años después, la historia se venga: el conflicto mundial
se ha convertido en un poderoso catalizador para todos los males, frustraciones y aspiraciones acumuladas
a lo largo de los años.
Crisis económica: el régimen ya no puede alimentar a su población. Crisis política e institucional: el Estado
despótico pierde toda legitimidad. Crisis agraria: el hambre de tierras de los campesinos se ve reforzada por
la angustia general de la vida cotidiana. Crisis en las nacionalidades: se ahogan bajo una rusificación cada
vez más forzada.
La revolución de febrero de 1917
La miseria insoportable del invierno de 1916-1917 desencadenó la revolución de febrero. Las mujeres obreras y amas de casa- prenden fuego al polvorín con ocasión del "Día Internacional de la Mujer". A partir
del textil, la huelga se extendió rápidamente y de forma espontánea a todo el proletariado de Petrogrado, la
capital de la época. En pocos días, la huelga de masas se convierte en insurrección, cuando la guarnición
se pasa al lado de la revolución. Al grito de "pan", pronto se suman los de "paz ya" y "abajo el zar”. En el
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caos de la sublevación, los trabajadores demuestran su capacidad de auto-organización: forman soviets
(consejos) en las fábricas, los barrios y el conjunto de la ciudad, y una guardia roja (milicia revolucionaria) .
Incluso en el frente, los soldados eligen sus comités y ... ¡sus oficiales! Más tarde, durante el verano de
1917, los campesinos comienzan también a movilizarse, segando la base social del régimen.
La dualidad de poderes
Entre finales de febrero y finales de octubre de 1917 Rusia vive una situación revolucionaria particular: la
dualidad de poder. Decidida a acabar con el régimen zarista en febrero, sin embargo la clase obrera no está
preparada para conquistar el poder. Pero cubre las fábricas y las ciudades con una densa red de consejos
que se expanden rápidamente al ejército y, finalmente, al campo. Auténtico contra-poder, los soviets, cada
vez más numerosos y mejor centralizados, amenazan con derrocar a la burguesía.
Dos de estas estructuras soviéticas desempeñan un papel decisivo: las que elegidas con una base
territorial, ejercen de hecho un poder político en la sociedad, y los consejos de fábrica, que encarnan la
poderosa dinámica en el seno de la clase trabajadora.
Estos consejos, que nacen de las necesidades urgentes de las masas, también reflejan el estado de su
conciencia y sus prejuicios políticos. Para que pueda plantearse claramente la tarea de tomar el poder, tiene
que haber un partido revolucionario que la proponga, que haga de ella la prioridad. La organización capaz
de hacerlo es el Partido Bolchevique. Pero sigue siendo una minoría entre los trabajadores y los soviets,
hasta septiembre de 1917. De este modo, la historia de la dualidad de poderes, es también la historia de la
lucha entre los diferentes partidos políticos del movimiento obrero y popular para cortar el nudo gordiano del
proceso revolucionario: a favor o en contra de la toma del poder por los consejos.
La evolución de la correlación de fuerzas: febrero-junio
En un primer momento las diversas corrientes reformistas (Mencheviques, Socialistas Revolucionarios,
Laboristas) dominan las estructuras de auto-organización. Dirigen los soviets y muy pronto (mayo de 1917),
entran a formar parte del gobierno provisional (burgués). Tratan de frenar el empuje popular a través de una
política de colaboración de clases. Pero la evolución de la situación en los consejos durante el período de
doble poder está estrechamente vinculada al progreso de una lucha de clases que se exacerba. A partir de
abril de 1917, la primera Conferencia de los Soviets -proclamada pan-rusa, pero de hecho casi
exclusivamente limitada a la ciudad de San Petersburgo - reúne a 480 delegados de la capital, 138 de los
consejos locales y 46 del ejército. Acuerda dar su apoyo al gobierno burgués-liberal del príncipe Lvov (al
tiempo que exige ¡controlarlo!). Respalda el esfuerzo militar, pidiendo al mismo tiempo la extensión del
movimiento de los consejos a todo el país. A finales de abril, el gobierno intenta relanzar su política de
guerra, provocando grandes manifestaciones de protesta y un tenaz movimiento huelguístico por
reivindicaciones económicas inmediatas. El péndulo gira a la izquierda. En el (primer) congreso de los
comités de fábrica de Petrogrado, los bolcheviques obtienen por primera vez el apoyo mayoritario gracias a
sus consignas de "jornada de 8 horas sin condiciones" y "control obrero" (421 contra 335 votos). Pero,
paradójicamente, en la parte superior del Estado y las estructuras nacionales soviéticas, este giró a la
izquierda se refleja en un primer momento en un fortalecimiento de las posiciones reformistas
(mencheviques, eseristas), a expensas de los liberales, y, por tanto, su reincorporación a un gobierno de
coalición entre las clases, aunque ahora sean ellos quienes lo dirijan.
A principios de junio se reúne el verdadero primer Congreso de obreros y de soldados. Sus 1.090 delegados
elegidos (de los que 822 están debidamente mandatados y tienen derecho a voto), representan a unos 20
millones de personas. Elegido por sufragio universal, es el órgano del Estado ruso más representativo y
democrático hasta la fecha. Con auténtico pluralismo político, debate durante tres semanas (del 3 al 30 de
junio), todas las cuestiones vitales para la población. Incluye 283 Socialistas Revolucionarios (eseritas, SR),
248 mencheviques, 105 bolcheviques, 73 independientes, y el resto pertenece a diversos grupos socialistas
minoritarios. Su Comité Ejecutivo, que es un verdadero contra- gobierno está compuesto por 104
mencheviques, 100 eseritas, 35 bolcheviques, otros 18 socialistas de distintas tendencias. Poco después se
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reúne con el Comité Ejecutivo del Congreso Pan-ruso de los campesinos, que se ha celebrado por
separado, y en el que los eseritas ostentan un monopolio absoluto. El gobierno de coalición, muy popular al
principio, se desacredita rápidamente. Las mismas causas producen los mismos efectos, pero aderezados
de un despertar de la conciencia de clase: las masas una vez más, participan directamente en la arena
política, con sus propios métodos de lucha. Sintiendo la presión desde abajo, el Comité Ejecutivo de los
Consejos, bajo dirección reformista, acuerda una manifestación, que es en realidad una operación de
recuperación política. El 18 de junio, sin embargo, las consignas bolcheviques se imponen en Petrogrado, y
especialmente "todo el poder a los soviets".
Revolución y contra-revolución: julio-agosto
Las nuevas relaciones de fuerza son puestas a prueba durante las Jornadas de Julio. El impulso lo da la
manifestación del 18 de junio El proletariado de la capital interpreta esta primera victoria como el inicio de la
ofensiva final. Desbordando incluso al Partido Bolchevique, derroca al gobierno. Sin embargo, esta
vanguardia de masas mal interpreta la situación. Se ha adelantado demasiado a la situación. En
consecuencia, a principios de julio, el péndulo vuelve a girar de repente y mucho a la derecha. La burguesía
quiere aprovecharlo para sofocar el fuego revolucionario. El hombre encargado de hacerlo se llama
Kerensky. (Kerenskv introdujo así su nombre en el vocabulario marxista. “Kerenskismo” significará desde
ese momento la última salida burguesa a la crisis, antes del choque que abre la puerta a la revolución
proletaria, incapaz de frenarla por sus métodos).
Nombrado primer ministro, Kerensky reprime duramente al Partido Bolchevique y otras organizaciones
revolucionarias. Trata de restaurar la cohesión del ejército. Restablece la pena de muerte, disuelve los
gobiernos insurgentes y nombra al general Kornilov jefe del Estado Mayor. Y todo esto lo hace apoyándose
en los órganos superiores y la legalidad de los consejos, intentando romper su dinámica subversiva. El
Comité Ejecutivo (reformista) de los Consejos apoya activamente esta política, contribuyendo a vaciar los
soviets de su contenido revolucionario. Los revolucionarios son desacreditados a los ojos de la vanguardia
obrera. Kerensky inicia entonces una ofensiva general contra las conquistas de las masas obtenidas desde
febrero. Pareciese que las reivindicaciones populares son pospuestas para siempre, eternamente
reconocidas y ... siempre aplazadas. El doble poder se desvanece, sin desaparecer sin embargo del todo. El
Partido Bolchevique se enfrenta a serias dificultades, pero mantiene su posición mayoritaria en la clase
obrera (como lo demuestra en las elecciones municipales que gana a finales de agosto). Algunos piensan,
en voz alta, que ha llegado la hora de una contra-revolución radical: el golpe de Estado militar. Kornilov saca
del poder a Kerensky y prueba suerte a finales de agosto de 1917 (es inevitable pensar en Alliende y
Pinochet en septiembre de 1973 en Chile, y en Ernst-Noske y Kapp en 1920 en Alemania). En tres días, el
ejército de Kornilov que ataca la capital, es derrotado. Los soviets de Petrogrado han dirigido la resistencia.
Y una vez más se convierten en el epicentro del contra-poder obrero.
La revolución de Octubre de 1917
A principios de septiembre, el péndulo gira a la izquierda tan radicalmente como antes a la derecha a
comienzos de julio. El Partido Bolchevique se convierte en mayoritario en los consejos, empezando por los
de Petrogrado y Moscú. Lenin, todavía en la clandestinidad en Finlandia, plantea en el seno del Partido que
ha llegado la hora de la insurrección y la toma del poder. Y plantea las preguntas: ¿cuándo? ¿cómo? De
abril a septiembre, el Partido ha aprendido a luchar por la mayoría en los consejos con el método de la
democracia obrera. Ahora, por iniciativa de los revolucionarios, los órganos de la democracia obrera se
convierten en el nuevo aparato estatal.
Ante este giro, la dirección del Partido Bolchevique atraviesa una grave crisis por las dudas, antes de que se
imponga una línea clara. Encabezada por Zinoviev-Kamenev, una mayoría inicialmente del Comité Central
vacila, aplaza el desafío y quiere evitar el enfrentamiento. Entre Lenin y Trotsky, ambos partidarios de la
preparación inmediata de la insurrección, se desarrolla un debate, a veces áspero, sobre las tácticas
precisas a seguir.
La izquierda del Partido obtiene al final la mayoría en el Comité Central del 10 de octubre. El Congreso
Nacional de los Consejos de obreros, soldados y campesinos se convoca para fin de mes. Al mismo tiempo,
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el Comité Militar Revolucionario, órgano del Soviet de Petrogrado, encabezado por Trotsky, arbitra el poder
obrero, lo prestigia a los ojos de las masas, y va convenciendo de la necesidad de una solución marxista
revolucionario "extrema": el derrocamiento del orden establecido. la chispa es una provocación del
comandante del distrito militar, Polkovaikov (que quiere disolver la guarnición de la ciudad, totalmente
comprometida con la revolución). Por lo tanto, la insurrección comienza como una medida de autodefensa.
En pocas horas se desmantela en Petrogrado el aparato de represión burguesa. El poder político está al
alcance de la mano. Será en el Congreso Nacional de los Consejos donde se adopte la decisión final. Su
composición política es muy diferente a la de junio de 1917. De los 650 delegados, el bloque reformista
(mencheviques y eseristas de derecha) controla menos de 100. Los bolcheviques, por su parte, tienen la
mayoría absoluta con 390 delegados. A ellos se suman los mencheviques de izquierda y los socialistasrevolucionarios de izquierda. Los reformistas, al quedar en minoría, abandonan el Congreso, situándose del
lado de la contra-revolución. Se elige un nuevo Comité Ejecutivo - verdadero centro legislativo del nuevo
poder soviético- sobre una base pluralista: 67 bolcheviques, 29 eseritas de izquierda y otros 20 escaños
asignados a diferentes grupos revolucionarios. El Comité Ejecutivo elige a su vez al primer gobierno del
nuevo estado obrero. "Comenzamos la construcción de un nuevo orden socialista”, proclama Lenin. ¡Un
nacimiento revolucionario alegre y sin dolor! Pero tendrá que pasar por los terribles acontecimientos de la
guerra civil en 1918-1920, antes de consolidarse.
Los partidos y la revolución
La auto-organización democrática de las masas es un aspecto fundamental y ejemplar de la Revolución
Rusa. Pero no resuelve por si misma la cuestión de la política a seguir por ese contra-poder. La autoorganización incluye una pluralidad de partidos con sus programas, sus tácticas, sus actividades, etc. En la
Revolución Rusa es la dialéctica entre los partidos y los consejos territoriales lo que acabará siendo decisivo
(el movimiento sindical, por su parte está muy poco desarrollado y el movimiento de los comités de fábrica
quedará subordinado, aunque será importante).
Los partidos políticos se han constituido muy tarde y en circunstancias muy especiales (lo que se explica la
formación social rusa de la época: un Estado despótico paternalista y totalitario a la vez, que aplasta, sofoca
o absorbe a la sociedad civil). Los demócratas-constitucionales (“cadetes”, KD): en 1917, más allá de varios
grupos monárquicos marginales, los KD son el principal partido de la clase dominante. Son ellos los que
forman el primer gobierno provisional, tras la revolución de febrero de 1917. Miliukov, profesor, historiador e
ideólogo, fue con Goutchev su principal dirigente. Los laboristas: Kerensky dirige en 1917, el partido de los
socialistas populares, o trudoviks (laboristas). Aunque es un partido muy débil, tiene su momento de gloria
en los años de los pseudo-parlamentos (1906-1914). Representa a las masas campesinas, que han
despertado a la vida política después de 1905. Los laboristas agrupan a diversas personalidades políticas,
sobre la base de las aspiraciones y preocupaciones de la pequeña burguesía conservadora, en las
provincias y en el campo. El propio Kerenski se convertirá en el hombre de confianza de la gran burguesía.
Los partidos de la II Internacional: tres partidos, que son los tres miembros de la Segunda Internacional, se
disputan el apoyo de las masas de obreros y campesinos: los mencheviques, los bolcheviques y los
eseristas (SR).
Todos defienden el socialismo, el marxismo y la revolución. Con la excepción de pequeñas minorías
marginales, los tres habían adoptado en 1914 una actitud hostil a la guerra imperialista. El proceso de
clarificación política fue difícil. Tuvo que hacerse a partir de la experiencia, durante los ocho meses del doble
poder. Los acontecimientos del verano de 1917 fueron decisivos: escisiones a derecha e izquierda de los
Socialistas Revolucionarios y los mencheviques; unificación revolucionaria en el Partido Bolchevique. Lo
que no excluye una cierta confusión política y organizativa en la base y en las provincias en cada uno de
estos partidos, y también entre ellos El PSR: oficialmente reconstituido en 1902, se basa en una larga
tradición revolucionaria que se remonta a la mitad del siglo XIX. Es un competidor político formidable para el
POSDR (Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia). Los SR son absolutamente hegemónicos en el
movimiento campesino y también tienen una influencia importante en las empresas de las grandes
ciudades. Mal organizados y políticamente confusos, proporcionan entre febrero y agosto de 1917 la base
social esencial para el gobierno de colaboración de clases, del que los mencheviques son la dirección
política.
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Durante el verano de 1917, el PSR se escinde entre un ala revolucionaria (Spiridonova, Kamkov) con
posiciones cercanas a los bolcheviques, y una derecha reformista (Chernov, Gotz), en estrecha
colaboración con los mencheviques. A finales de 1917, el PSR de izquierda supera con creces al ala
derecha en influencia.
Los mencheviques: forman desde 1903 el ala revolucionaria de derechas del POSDR. Sólo como
consecuencia de los acontecimientos de 1917 la mayoría (Dam, Lieber, Tsereteli) apoya irremediablemente
la colaboración de clases. Lo que les costará una escisión por la izquierda, liderada por Mártov y Martínov.
Estos últimos, verdaderos centristas, se oponen a la guerra, apoyan los consejos y son favorables a la
revolución socialista en 1917. Pero dudan y vacilan ante el problema fundamental de la revolución: la
conquista y el ejercicio del poder.
Los bolcheviques: fracción dentro del POSDR hasta 1912, l se convierten en el partido revolucionario clave
en 1913-1914, ganando los cuadros obreros de las ciudades y dirigiendo una huelga general en Petrogrado.
La consolidación, la implantación social y la expansión del partido se consigue tras luchas y debates
internos: en 1914 se separa la derecha chovinista; en marzo-abril de 1917 surge una nueva ala oportunista
(Stalin-Zinoviev-Kamenev), mayoritaria, dispuesta a apoyar al gobierno liberal, a aceptar la continuación de
la guerra, que se opone a las tesis radicales de Lenin; en julio, lucha contra una corriente de izquierda
tentada por la toma inmediata del poder, combate contra el sectarismo de una parte de los antiguos
cuadros, reacios a la fusión con otras corrientes (incluida la de Trotsky); en agosto, el debate sobre la
iniciativa revolucionaria y la sustitución de los consejos territoriales por los comités de fábrica como base de
la democracia obrera y, por último, en octubre, el debate sobre la insurrección contra la derecha del Partido,
debate que resurgirá varias veces en los años siguientes. Pero en octubre, es un partido de masas el que
se lanza a la lucha por el poder, un partido reconocido y apoyado por las masas populares. Los
mezhraiontsy: Trotsky, a partir de sus propias posiciones revolucionarias, fue miembro o estuvo relacionado
con la fracción menchevique. Rompe con ellos en agosto de 1914. En julio de 1917, se une junto a los
mezhraiontsy (los comités interdistrito o interregionales), al Partido Bolchevique. Activo e influyente en
Petrogrado, este grupo marxista revolucionario era muy pequeño: 60 a 80 miembros en 1915, 150 en
vísperas de febrero de 1917, 300 en abril (los bolcheviques eran entonces unos 16.000 en Petrogrado),
4.000 en julio, cuando el Partido Bolchevique tenía 180.000 miembros en todo el país.
Las corrientes minoritarias: El fenómeno de los comités interregionales permite enfatizar la existencia de
varios grupos y corrientes revolucionarias, marginales en el conjunto del país, pero a veces importantes en
una ciudad, empresa o sector. Entre ellos, anarquistas, sindicalistas revolucionarios, los maximalistas (una
escisión ultra-izquierdista del PSR), los mencheviques internacionalistas (Mártov, Martínov), los
socialdemócratas internacionalistas unificados (pequeños pero influyentes gracias al periódico La Nueva
Vida de Maximo Gorky).
La contra-revolución internacional
La victoria de Octubre de 1917 tiene un poderoso eco internacional. El llamamiento a poner fin
inmediatamente a la masacre de la guerra y castigar a los responsables -las clases dominantes de Europahace surgir la esperanza en las trincheras y la combatividad en las empresas. Los gobiernos firman el
armisticio en noviembre de 1918. Sin embargo, varios países están ya sumidos en crisis revolucionarias,
empezando por la Alemania imperial. Ha sido con la Rusia zarista el principal baluarte contra la subversión
en el continente europeo desde 1789 (Revolución Francesa). El país se desestabiliza por una rápida
sucesión de luchas. Entre 1918 y 1923, el proletariado alemán intenta hablar en ruso. Pero le falta un
partido revolucionario a la altura de su combatividad y tradición de organización. La ola revolucionaria es
aplastada por primera vez en enero de 1919. Potente, volverá a remontar en 1920, en 1921 y en 1923. la
posible conexión entre el vasto país que es la URSS, con su riqueza agrícola, pero atrasado y precario y
una Alemania socialista, potencia industrial en el corazón de Europa, con un gran proletariado, es una
amenaza mortal para la reacción europea.
Frente a este posible bloque socialista, se levanta una gran coalición imperialista. Incluye al ejército alemán
(derrota, pero todavía formidable), ejércitos rusos(derrotados, pero cuyos generales blancos, es decir,
contra-revolucionarios se lanzan a la guerra civil), y ejércitos franceses, ingleses y americanos, que han
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salido victoriosos de la guerra. Esa alianza va a invadir la URSS. En el plano político, la contribución de la
socialdemocracia, que se ha pasado al lado del orden burgués, fue decisiva. Frena la solidaridad en el
mundo del trabajo, desacredita a la URSS y bloquea el desarrollo del movimiento revolucionario en Europa
Occidental. Un único objetivo: aplastar la revolución socialista, restaurar el orden burgués en una URSS
devastada por la guerra civil. En Alemania, Austria, Hungría, Italia el proletariado es derrotado. A veces, con
la ayuda de grupos armados privados de nuevo tipo: los cuerpos francos en Alemania, los fascios en Italia.
En la URSS, seis años de guerra ininterrumpida, entre 1914 y 1920, causarán desastres humanos,
económicos, sociales gigantescos. El estado obrero, aislado, sin dientes, inicia la construcción del
socialismo en condiciones terriblemente difíciles.
El final de un ciclo
1917-1923: el primer ciclo de la revolución internacional se agota. Otro ciclo comienza, la estabilización del
capitalismo en todo el mundo. En la URSS, la situación es favorable para el surgimiento de una burocracia
privilegiada, con Stalin, contra la que Lenin emprende su último combate, entre 1921 y 1923. En Europa
occidental, la socialdemocracia (ese "apestoso cadáver", como decía Rosa Luxemburgo) se recupera. (Re)
conquista el liderazgo del movimiento obrero en la mayoría de los países. Los sindicatos de masas se
consolidan en la década de 1920, gracias a las reformas impuestas a una burguesía que tiene miedo a la
revolución y las luchas de masas. Pero la victoria simultánea de la socialdemocracia en Europa occidental, y
del estalinismo en la URSS, allana el camino del fascismo (Italia, Alemania, España). El precio a pagar por
el fracaso de las revoluciones socialistas de 1918-1923 será enorme: la Segunda Guerra Mundial. El
alcance de esta serie de derrotas del proletariado no puede ser subestimada. Permite comprender mejor el
debilitamiento a largo plazo del movimiento revolucionario en los centros imperialistas y la influencia del
reformismo en el movimiento obrero en estos países.
François Vercammen (19 -2015), fue dirigente del Partido Obrero Socialista (POS) de Bélgica y del Secretariado Unificado de la IV
Internacional.
Traducción para www.sinpermiso.info: Gustavo Buster
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