Severo Sarduy SONETOS La transparente luz del mediodía filtraba por los bordes paralelos de la ventana, y el contorno de los frutos - -o de tu piel- - resplandecía. Si marrona cedió, si abandonóme ya adentrado el trajín, si presentada - - hialo-miel sobre cúpula frotada - al umbral deseoso y tibio, no me El sopor de la siesta: lejanía de la isla. En el cambiante cielo crepuscular, o en el opaco velo ante el rojo y naranja aparecía respondió, si flaqueó, quedó contrita ante el abierto lapso lubricado, si de frente embistió, más no de lado, habrá, que perdonarla por su cuita. otro fulgor, otro fulgor. Dormía en una casa litoral y pobre : en el aire las lámparas de- cobre No se le inculpe por tamaña treta si vejada quedó más que ceñida y ante el umbral exiguo fue discreta. trazaban lentas espirales sobre el blanco 'm antel, sombra que urdía el teorema de la otra geometría. Golpetazos como ése da la vida. ' O la muerte, que es diestra y más secreta, y en su inmóvil golpear nunca te olvida. El rumor de las máquinas crecía en la sala contigua: ya mi espera' de un adjetivo -o de tu cuerpo- no era más que un intento de acortar el día. La noche que llegaba y precedía el viento del desierto, la certera luz -o tus pies desnudos en la esteradel ,ocaso, su tiempo suspendía. No recuerdo el amor sino el deseo; no la falta de fe, sino la esferaimagen confrontando su espejeo con la textura blanca, verdadera página -o tu cuerpo que aún releo- : vasto ideograma de la primavera. • 5