reflexiones en torno a la condición existencial del desplazado

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REFLEXIONES EN TORNO A LA CONDICIÓN EXISTENCIAL DEL
DESPLAZADO
¿Cómo puede definirse la condición existencial del desplazado?
VIVIANA MARCELA CAJAMARCA RODRÍGUEZ
Monografía de grado
CARLOS HERNÁN MARÍN OSPINA
Decano
UNIVERSIDAD DE LA SALLE
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS
Bogotá D. C.
2007
TABAL DE CONTENIDO
OBJETIVO GENERAL
iii
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
iii
INTRODUCCIÓN
iv
CAPÍTULO 1
1. Sobre la Ética y la Política
1
2. Sartre y la Libertad
4
3. Sartre: La reciprocidad, la contingencia y la relación con los otros
8
4. Arendt: El ser frente al totalitarismo, la labor y el trabajo
12
5. Arendt: La acción y el discurso como posibilidad de libertad
16
CAPITULO II
1. JUSTICIA VS IMPUNIDAD
Análisis panorámico del desplazamiento en Colombia
2. La ambigüedad entre la victima y el victimario
22
26
CAPITULO III
1. Sobre la condición humana
52
2. Crisis antropológica
52
3. Crisis de la alteridad
67
4. Crisis de las palabras
78
BIBLIOGRAFÍA
83
ii
OBJETIVO GENERAL
Analizar la condición existencial del desplazado, entendiéndolo bajo conceptos
filosóficos que den cuenta del ser como proyecto inacabado, en constante
transformación.
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
•
Analizar el ser desplazado en contexto, es decir, tejer desde él mismo el
concepto de víctima.
•
Analizar desde el punto de vista filosófico el fenómeno del desplazamiento,
no desde una exégesis cultural, económica, social o política, sino orientado
hacía la observación personal e íntima de estos seres.
•
Engendrar una investigación que partirá del sujeto integral, desde la
reconstrucción misma del ser en contingencia, en la caída, llevado al límite.
•
Interpretar el sin sentido –la caída-, la negación y la imposibilidad de
pertenecer y de existir para sí y para los demás.
•
Resignificar el concepto de víctima no como negación sino como afirmación
del ser, en la consolidación del ser dentro del límite, en la existencia desde
la violencia.
iii
INTRODUCCIÓN
La monografía hace un análisis de la condición del ser desplazado: una
construcción al interior, en la reconstrucción misma del ser en contingencia, en la
caída, llevado al límite, pero que da cuenta de una ontología mediada por la
crueldad y el dolor. Este ser se entenderá como afirmación filosófica, una
perspectiva basada en seres concretos y no abstractos, un nuevo concepto de
hombre dentro y para vivir en el límite.
La filosofía ha estado de la mano con las rupturas de paradigmas históricos, es
más, ha protagonizado la conceptualización de tales eventos, por ejemplo, en la
antigüedad, para el milagro griego y el logos reinante hasta la fecha. En la edad
media sirvió de puente para fundamentar las bases racionales de la fe y en la
modernidad para abrirle paso a la ciencia. Entonces, si ha funcionado para
teorizar las problemáticas de la época, es necesario plantear nuestros propios
interrogantes, ¿Cuál es su tarea ahora? ¿No es necesario aterrizar nuestras
propias preguntas, nuestras propias problemáticas y colocarlas a la luz de la
filosofía?
Es así como se deben pensar nuevos recursos para la divulgación de la filosofía
y devolverla al mundo de los hombres, para el encuentro con la humanidad que
tememos perder. Por esta razón, este proyecto tiene como máxima pretensión
evidenciar que en un mundo globalizado, tecnificado, desarrollado, aún no se ha
solucionado el problema fundamental, el sentido y la finalidad de la vida humana,
pues no se ha logrado garantizar la existencia en dignidad, en el reconocimiento
mutuo, en la completa diferencia.
Es posible entender el concepto de hombre desde diferentes teorías. Aquí se
partirá desde una visión existencialista, lejana al idealismo subjetivo que radicaliza
el sujeto y su conciencia. No se pretende entonces, entender al hombre desde su
yo solo que nos lleva a un solipsismo, sino a partir de una visión existencial del yo
y el encuentro con el otro. Ya que no se puede plantear la condición humana
iv
partiendo de sí mismo para luego pasar al otro, sino por el contrario, entendiendo
al hombre inmerso en un mundo social común, que tiene conciencia de los demás.
Partiremos pues, de una resignificación del otro desde la perspectiva sartreana,
que entiende al hombre como una necesidad intersubjetiva, priorizando al otro
como parte constitutiva de mi realidad en y con los demás. Esta dimensión de
análisis servirá para la articulación del ser con el otro en el seno de una razón
solidaria. El otro que constituye el hambre y la ignorancia, el otro aislado y
vulnerado, la antítesis del ser. Por lo tanto esta indagación nos llevará a una
conclusión de lo que es ese Dasein alemán renombrado, entendido y apropiado.
En un contexto social y político concreto, la filosofía no puede seguir con
pretensiones modestas, debe encarar algo más cercano y diáfano, es decir, una
actividad filosófica mundana, didáctica y eficiente, aunque sin perder de vista sus
orígenes y estructuras que hicieron una tradición tan fructífera. Es innegable que
la majestuosidad del pensamiento filosófico no es fruto de ningún individuo ni
pueblo en concreto, esta es una premisa que consideramos inamovible para la
filosofía universal. Ahora, es necesario entender las múltiples dimensiones del ser
e intentar encontrar los aportes de la filosofía en este rumbo. Debemos tener en
cuenta que nada en el universo conocido y desconocido se ha escapado de la
reflexión filosófica, de acuerdo, claro está, a los interrogantes de la época, más
aún, nada humano le puede ser ajeno, menos nuestros absurdos.
Así, se deben recuperar medios de expresión filosófica que, al menos
conceptualmente
hablando,
han
sido
entendidos
por
los
estudiantes
y
profesionales, constituyendo la médula espinal, no sólo de la enseñanza (filosofía
para filósofos) sino como forma de reflexión social que debe ser gestada en
filosofía y no en la trivialidad de nuestros días que imponen y perpetúan los
modelos del sin sentido humano.
Mucho se ha dicho, estudiado, analizado y criticado acerca de la condición del
desplazado, en el campo político, económico, social y cultural pero ¿En dónde
queda la condición de existente, la condición de ser humano, la complejidad de su
v
configuración interior, personal, particular? Sí, es claro que uno de los problemas
centrales se relaciona con la vulnerabilidad de los derechos humanos, sin
embargo, la agudización del conflicto interno, la impunidad, la intolerancia, la
desterritorialización, el hambre, el dolor, el desempleo, el señalamiento, la
discriminación, la violencia, el asesinato, la masacre, la desprotección,
sumemos… la emergencia al abandonar sus tierras, la seguridad arrebatada;
posibilitan la contingencia radical, como posibilidad de que algo sea o no sea, es
decir, el ser contingente ha sido considerado como aquel que no es en sí sino en
otro, que se articula de acuerdo a su realidad, es la privación de su ser posible.
Por tanto es la negación de su ser respondiendo a la condición impuesta. Desde
esta perspectiva podemos entender que el desplazado es contingencia radical.
Entonces ¿Dónde queda ese metarrelato del existir? ¿Dónde hallar el ser?
¿Qué es el ser cuando todo lo que esa palabra implica ha sido arrebatado? Estos
cuestionamientos no se han abordado en torno a la existencia del desplazado, por
ello, el desplazado no ha sido configurado y ha perdido incesantemente el sentido
de su existencia y de lo que la palabra humano alberga. Su condición ha sido
enmendada de forma menguada, por algún suministro de alimentación, albergue,
reubicación, esas “condiciones favorables” para recuperarse de la miseria histórica
a la que pertenece. Pasada la urgencia viene el olvido, un supuesto seguimiento y
el proceso de acompañamiento a la víctima, con objeto de dar recuperación como
seres sociales, productivos, y ¿En donde queda el derrumbamiento del ser?
El filósofo tiene un papel fundamental y protagónico en su sociedad, papel que
no realiza porque no ha comprendido la necesidad de brindar sus capacidades
intelectuales que son su principal herramienta. El compromiso de sus preguntas
debe ser social y político, dar una posición objetiva, libre y autónoma sobre los
problemas. El filósofo debe liberar su conciencia, desencarcelarla, devolverla al
mundo y hacer que ella sea capaz de transformarlo. El ser filósofo no es ser fiel a
la letra sino al espíritu del filosofar, es algo que trata de transformar al mundo, por
lo que se adquiere un pensamiento dirigido al hombre en cuanto tal, lo cual sirve
para practicar la Filosofía.
vi
La Filosofía por ser una disciplina tan comprometida con los intereses
académicos de la formación integral, ha sido insuficiente ya que, ha olvidado
pensar en el ahora, en el laberíntico presente, y parece importarle poco, pues es
algo que normalmente rebasa sus intereses particulares. Ella no debe ser como
un escudo que nos protege y nos separa de la realidad, sino por el contrario, debe
comprometerse como un elemento fundamental de análisis de la historia.
Entendiendo que para nosotros como occidentales las palabras adquieren el
valor del concepto y del concepto llegamos a la teoría y de la teoría a la
aplicación, el quehacer indispensable es elaborar una filosofía pragmática que
funcione a la inversa: partamos pues de la situación límite de los seres concretos
en su complejidad, una mirada sin los prejuicios doctrinales, basados en la propia
condición, creando el contexto, entendiendo esa reciprocidad entre lo real y lo
abstracto.
Es necesario darle un viraje a la mirada, preguntarnos qué implica ser parte de
nuestra historia, no desde la ojeada fugaz, simple del que pertenece a la levedad,
a la indiferencia, al sin sentido matutino y universal, sino una confrontación con
una antropología vital que, a pesar de que nos arroje resultados un tanto
decepcionantes, nos llevará a una conceptualización real de lo que somos.
La tarea que se emprende entonces, no es la queja histórica irresoluta o la
lástima que está cargada de esa necesidad de indulgencia colectiva. Lo que se
requiere en efecto es mirar lo trágico, lo real, lo que tiene en sí mismo la categoría
fundamental de lo que somos. En la profundidad del conflicto, desde el interior del
problema, es decir, desde la profundidad del ser, no el ser ontologizante que ha
totalizado y eternizado la filosofía. El ser que abordaremos es el ser de la víctima,
el que ha sido invisibilizado y negado:
Quien ha sido torturado lo sigue estando (…) Quien ha sufrido el tormento no podrá ya
encontrar lugar en el mundo, la maldición de la impotencia no se extingue jamás. La fe en la
humanidad, tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura luego, no se
recupera jamás.
Jean Améry
vii
Filosofo austriaco torturado por la Gestapo (Levi, 2001: 23)
Las grandes civilizaciones se han fundamentado en el dolor, la miseria y la
explotación de quienes han estado en la marcha, en el camino del gran proyecto
del progreso. Agradecemos el milagro griego, es decir, el descubrimiento de la
Razón, el paso del mito al logos, amparado, claro está, por la esclavitud de esos
cuantos que sirvieron de piedra angular para la cuna de la filosofía. El ocio
Platónico nos permite buscar aún en el cielo de las ideas, su mundo inteligible,
dejando de lado nuestro mundo concreto, el mundo real en donde evidentemente
se encuentra la condición humana.
Es innegable como afirmó Aristóteles, que unos nacieron para esclavizar y otros
para ser esclavizados, esa es la notable esencia de la filosofía occidental y toda
su gloria. Ahora bien, para no culpar del todo al Logos y observando la historia,
vemos las grandes civilizaciones como Alemania (resplandor de la filosofía),
Egipto, Europa, Estados Unidos o cualquier gloria de la humanidad; han
demostrado cómo, en efecto, es urgente fundamentar la existencia en millones de
seres humanos exiliados de su condición de ser.
Por tanto, la tarea es realizar una investigación del ser en la caída, del ser
desmembrado, del ser arrebatado del mismo ser. Y la pregunta fundamental, la
primera cuestión que sustenta el proyecto es: ¿Cómo ser en toda la imposibilidad
del ser? Es decir, cómo existe para un desplazado la posibilidad de ser no siendo,
no perteneciendo, no funcionando en la maquinaria productiva, en su
invisibilización, en su negación, en la conciencia propia y colectiva de no ser. El
proyecto apunta a un encuentro, un análisis existencial y ontológico de la víctima,
de ese ser que no ha sido mirado como ser sino ha terminado sepultado en la
indiferencia o en supuestas reparaciones superficiales:
El recuerdo de un trauma, padecido o inflingido, es en si mismo traumático porque
recordarlo duele, o al menos molesta: quien ha sido herido tiende a rechazar el recuerdo
para no renovar el dolor; quien ha herido arroja el recuerdo a lo más profundo para liberarse
de él, para aligerar su sentimiento de culpa. (…) Debemos constatar una vez más,
dolorosamente, que el ultraje es incurable: se arrastra con el tiempo y las heridas, en las que
es preciso creer, no acosan solo al torturado (si es que lo acosan, con la ayuda de la justicia
viii
humana o sin ella), perpetúan el ultraje cometido por él al negar la paz al atropellado. (Levi,
2001: 22)
La filosofía siempre ha sido una institución cerrada para los intelectuales, un
espacio para los hombres doctos sólo entendida por ellos, pero, ¿acaso la filosofía
no estaba dirigida al hombre? ¿Para cuál hombre y en función de qué?
Indudablemente no ha sido dirigida para el otro que constituye el hambre y la
ignorancia, el otro aislado y vulnerado, pareciera que no hay intención de que la
filosofía deje el privilegio de la letra y se busque en la calle, y en consecuencia en
la antítesis del ser. Por lo tanto, esta indagación nos llevará a una conclusión de lo
que es ese Dasein alemán, renombrado, entendido y apropiado.
ix
CAPITULO I
1. Sobre la Ética y la Política.
La ética y la política tienen una relación interna que debe ser reivindicada para
un uso pragmático real. El problema de la ética debe tener, más que sentido, un
alcance existencial, ya que ha caído en usos abstractos o subjetivos, en donde la
utilidad sólo tiene sentido en lo privado y como un mecanismo para relacionarse
con los demás en forma eficiente o sana, es decir, solo tiene un uso funcional -no
es un imperativo-.
La visión ética que se abordará es fundamentada en la alteridad 1 a fin de que,
la salida de sí del sujeto, la sumisión a lo interno gracias a las consecuencias
externas, ese abandono de sí por el otro, sea replanteado, es decir, una nueva
configuración del ser que lo religue a la existencia, pero a través de la ética. La
conversión del desarraigado a lo concreto es una nueva posición que se puede
entender como una renovada posibilidad en sentido positivo o una negación de la
posibilidad en sentido negativo. Así, en un sentido ético, podemos pensar en el
desplazado como otro, pero a partir de una subjetividad solidaria.
Se trata de reconstruir los vínculos humanos a partir de la fraternidad, un
reconocimiento de sí mismo en el otro, una solidaridad que nazca desde la
1
Alteridad: Puede aplicarse indistintamente a todas las existencias, en nuestro caso la alteridad
tiene un sentido estrictamente humano. El término alteración desde la terminología hegeliana
puede entenderse como la acción y efecto de alterarse, por lo cual el ser en sí se transforma en el
ser en otro, es decir que alteración se concibe como transformación, el resultado de la alteración
no anula lo que había antes de la alteración , en un sentido dialéctico lo asimila, lo incorpora. En
otros términos la alteración puede entenderse como devenir en el sentido del cambio constante de
la realidad.
Desde otro punto de vista, la alteridad es la última instancia de la historicidad, este último
sentido es el que se da habitualmente a la alteración de sí mismo en el otro; cuando se indica
como enajenación de la propia vida es sólo el primer momento de la pérdida de las cosas, cuyos
dos momentos sucesivos son la retirada en la propia intimidad, o ensimismamiento, y la propia
sumersión en el mundo o la acción. Se alude siempre, en efecto, a la alteración en la historia, esta
introspección o encerramiento puede entenderse desde dos perspectivas: por un lado, tener
conciencia clara de no estar, estar fuera de sí: enajenado; y por otro, retirarse a lo intimo. Por lo
tanto, obviar lo externo, ya que éste es lo que niega el propio ser; y la acción mecánica de la
obsesión, desatiende lo externo para volcarse en la selva interna de los apetitos y el egoísmo.
1
adhesión interna, una comprensión humana que entienda el valor colectivo. En
consecuencia, la investigación girará en torno a la acción como concepto de
afirmación humana, política y ética, en donde el otro es parte constitutiva de mi
existencia, un reconocimiento social y una perspectiva humanística real, tomando
como principios teóricos a Hanna Arendt, Jean Paúl Sartre y Primo Levi.
La existencia subjetivada, abstracta y el individualismo puro, nos lleva a un
amoralismo; a una deshumanización colectiva. Por el contrario la acción,
entendida como posibilidad y libertad, es el compromiso y la responsabilidad con
el otro.
Pasar del individuo puro al social es el pilar del pensamiento sartreano, en el
sentido de la búsqueda de un sujeto social que ha sido olvidado por el sujeto
abstracto, heredado por el individualismo liberal. Desde la perspectiva tanto de
Locke como de Hobbes, el individuo posee a priori derechos, preexiste a la
sociedad y, en abstracto, decide de manera soberana, establecer contratos para
asegurar su conservación. El hombre no se separa del todo de su en Estado de
Naturaleza, de la desconfianza mutua, de la necesidad de protegerse a sí mismo,
el dominar por medio de la fuerza o por la sagacidad a todos los hombres que
pueda, hasta que ningún otro poder pueda amenazarle. Esto no es otra cosa que
la propia conservación, de hecho, el ser humano construye sociedades con
sujetos individualistas que se sienten cada vez más autónomos y menos definidos
por su pertenencia familiar y social.
El individuo puro no asume el compromiso con los otros, puesto que, el otro
constituye la pura exterioridad. No hay lazos de pertenencia, los otros sólo son
extraños que engendran un sentimiento de terror, en suma, la disolución del
individuo social, como resultado el advenimiento yo individualista hace que el otro
se desvanezca, sea eliminado. La libertad es concebida como libertad a priori, no
considera las condiciones en las que ésta se halla inserta; la libertad del ser
2
humano está determinada por los términos del acuerdo en virtud del cual nació el
Estado.
Sin embargo, los puntos de coyuntura en las premisas de Arendt, Sartre y Levi
se podrán entender desde el estudio del sujeto, su acción y su libertad, y, a partir
de sus condiciones materiales de vida social, es decir, se debe tener un
reconocimiento pleno del otro y sus condiciones vitales como una exigencia ética.
¿Qué es reconocimiento del otro? Es reconocer su libertad, respetar su capacidad
de comenzar, de crear. El reconocimiento del otro es también entender la
carencia, la negación, la imposibilidad de su ser, la profundidad de su
configuración interna, de hecho reconocer es permitir que el otro sea, exista.
Así, nuestros autores proponen un humanismo concreto, entendiendo la
libertad en situación, en el juego de la praxis en donde el ser humano es el
movimiento de la totalización de la historia y de las relaciones sociales, con todo,
la libertad está condicionada por lo social y por el contexto, los sujetos son
constituidos a partir de lógicas sociales y estándares políticos.
Sartre (1947) afirma que la libertad del otro aparece como una condición de mi
libertad. A partir de este argumento se plantea una convicción ética, en donde
cada persona es responsable de la orientación de su vida y la de los demás, en un
sentido pleno de reconocimiento, el descubrir nuestra libertad en nuestro ser, en el
existir, es el primado de la acción, ya que, el ser libre es poder hacerse y poder
construirse. ¿Qué somos? Somos lo que hacemos.
Aquí podemos entender que la libertad vinculada con la acción, tanto en Sartre
como en Arendt y Levi, tiene una categoría fundamental en lo existencial y en lo
ético, pues, la acción está mediada por una responsabilidad específica con los
otros. En consecuencia, la libertad adquiere un valor ético implícitamente en la
facultad de elegir, no sólo para sí, sino para los otros; los sujetos no son
puramente subjetivos, sino tienen un valor público y social.
3
El análisis del desplazamiento requiere un encuentro con el existencialismo,
puesto que, debemos preguntarnos ¿Qué es existir? Ya que existir no es
solamente estar ahí sino estar fuera de las causas, estar fuera de la nada,
entender el ser desde su vivencia,
los sentimientos de angustia, de
desesperación y de desolación inherentes al hombre. Desde el existencialismo,
para adquirir la conciencia de sí mismo como existencia, el hombre ha de
encontrarse en una situación límite, puesto que, lo hace íntimamente próximo al
mundo y a su contingencia.
El ser contingente adquiere, en el análisis existencial, una dimensión ética como
resultado de la vinculación del yo con el otro, es decir, el movimiento de la
subjetividad que se condiciona por las determinaciones externas. La acción es
capaz de generar políticas para solucionar las tensiones y el drama entre la
imposibilidad de la libertad de todos.
2. Sartre y la libertad.
Como antecedentes fundamentales debemos nombrar El Dasein (ser ahí) de
Heidegger que se entiende como devenir, es decir, como algo que realizar, su
ininterrumpida transformación. La conciencia del ser ahí esta en su existencia, por lo
tanto, la estructura de este ser es su existencialidad, por consiguiente, la condición
humana o la existencia del desplazado debe analizarse a la luz de sus circunstancias, de
su serie de existenciales.
Como afirmó Camus: “Existe la necesidad de conseguir que la vida sea digna de ser
vivida”, es inevitable la necesidad de fundamentar el humanismo en una praxis real de la
existencia, pero, ¿Cómo se puede existir cuando solamente se sobrevive? ¿Cómo se
consigue que la vida sea digna de ser vivida? Para nuestra tarea es ineludible pensar en
el ser: estudió metafísico del ser humano, que debemos recobrar para encontrar el
sentido de la existencia humana y específicamente entender la existencia del desplazado
como sujeto en contingencia.
4
La filosofía fenomenológica nos brinda la oportunidad de basarnos en los hechos,
llegar a la esencia misma de éstos, para descubrir las conexiones que hay entre ellos. La
fenomenología emprende la investigación de los contenidos de la conciencia que, por
medio de su intencionalidad, elabora su propio mundo lleno de significado y de valor. El
mundo de la conciencia es el mundo de las esencias de los procesos naturales e
históricos. De este modo, la fenomenología devuelve a la filosofía su función
humanizadora, en donde el hombre se descubre responsable de su propio ser y de todo
su quehacer.
Las reflexiones en torno a Sartre deben entenderse en el territorio de la crisis
humana, así como las que plasma el movimiento fenomenológico y las filosofías
de la existencia. Cuando tememos a que la humanidad y la razón pierdan su
horizonte, se pierde a su vez el sentido de la historia, de la política y la ética. Sin
embargo, Sartre en su segundo periodo de pensamiento 2, nos lleva a una posible
vía resolutiva para un existencialismo humanista: la libertad como posibilidad de
2
El pensamiento sartreano tiene dos momentos: uno de carácter individualista, en donde hace un
recorrido existencial con un claro sentido pesimista, marcado, indudablemente, por la segunda
guerra mundial. El evento que marca radicalmente la ruptura del pensamiento de Sartre es su
permanencia como prisionero de los alemanes durante un año, en donde siente la necesidad de
crear una teoría menos individualista y más comprometida con la ética y la política, pero sobretodo
con la noción de comunidad. Antes de las circunstancias de contingencia en la vida de Sartre se
consideraba apolítico, sin embargo, su segundo periodo de pensamiento estará mediado por una
profunda responsabilidad con la historia y con la existencia colectiva.
En su primera teoría filosófica, El ser y la nada (Sastre. 1943) concebía a los humanos como
seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad
personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe
religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la
existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar y
rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los
individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de
elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de teatro y novelas de
Sartre expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de la responsabilidad personal son
los valores principales de la vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos más
que en la autoridad social o religiosa.
En su segunda tarea filosófica, Crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis
puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Sartre
afirma que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la
serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación
marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción
revolucionaria colectiva. A pesar de su llamamiento a la actividad política desde ópticas marxistas.
5
dar sentido a la existencia individual y a la de la especie. La renuncia a la libertad,
al igual que en la teoría de Arendt (1993), lleva al hombre a su caída como una
cosa más; supone llevar una existencia inauténtica de la cual necesita escapar:
Nosotros, los hombres de hoy, nacidos y crecidos en el curso de esta evolución, nos
encontramos ante el mayor de los peligros: naufragar en el diluvio escéptico y dejar
esfumarse nuestra propia verdad. Reflexionando en esta situación de indigencia, nuestra
mirada se vuelve hacia la historia de nuestra humanidad actual. Sólo mediante el
esclarecimiento del sentido unitario de esa historia, un sentido que le es propio desde su
origen junto con la tarea, renovadamente planteada, que con fuerza motriz pone en obra las
tentativas filosóficas, podremos acceder a la comprensión de nosotros mismos y, con ella, a
un genuino sostén interior (…) Las verdaderas luchas de nuestro tiempo, las únicas
significativas, son las luchas de una humanidad ya desmoronada y otra que aún se arraiga
sobre suelo firme, pero que lucha por ese arraigo o, lo que es igual, por uno nuevo. Las
genuinas luchas espirituales de la humanidad discurren, en cuanto tales, como luchas entre
filosofías, esto es, entre filosofías escépticas (…) y las filosofías verdaderas, todavía
vivientes. Filosofías cuya vitalidad radica en que aún luchan por lo auténtico, por el sentido
de la humanidad auténtica. (Husserl, 1991: 14-15)
El ser humano para Sartre es el ser-para-sí 3. El ser humano es pura libertad,
no tiene fin ni está determinado, se descubre existiendo, teniendo que decidir lo
que ha de ser por sí mismo: realizarse como proyecto. La libertad humana es el
fundamento de todos los valores ya que no hay nada fuera de ella que pueda
guiarla: el ser humano está condenado a ser libre, no puede tener otra norma de
conducta que su voluntad; cuando recurre a otro tipo de normas actúa de mala
fe 4.
Es dentro de esta situación donde surge la responsabilidad como fundamento de la
ética en Sartre, como modo de ser del ser humano y, a la vez, la angustia ante la libertad
3
El ser-en-sí es lo que es, y nada más, es decir, algo incognoscible, en sí mismo, sin sentido,
puesto que carece de toda relación hombre-mundo. Pero este ser-en-sí no es todo el ser. Frente a
él esta el ser-para-sí, lo que no es, la nada, la conciencia puesto que es pura relación hombremundo. Este ser-para-sí, surge como resultado de la aniquilación que la conciencia produce sobre
las cosas al apropiarse de ellas. La conciencia es, de este modo, el ser por el que la nada vienen al
mundo. Simplemente son.
El ser-para-sí confiere al ser-en-si una finalidad, lo convierte en algo útil. Es decir, los objetos
exteriores al mundo, los seres-en-sí, están ahí independientemente de que el sujeto los vea; en
este sentido carecen de valor. Solamente cuando alguien, ser-para-sí, los ve y se los apropia,
entonces adquieren valor. Los seres humanos, en cuanto son conscientes de su propio ser, en
cuanto existen.
4
Mala fe: Actitud negativa que el ser humano puede tomar con respecto a sí mismo. Consiste en
negarse a sí mismo en lo que se es mediante auto-enmascaramiento. En la mala fe se juega a ser
algo que no se es. El individuo renuncia deliberadamente a tomar las riendas sobre su existencia
para refugiarse en la trascendencia.
6
y la carencia de normas válidas y políticas eficientes para todos: “El hombre no es nada
más que un proyecto, no existe más que en la medida de lo que realiza, no es por lo tanto
más que el conjunto de sus actos, nada más que vida” (Sartre, 1941: 28). De ahí surge
también el compromiso, ya que, en mis decisiones no solamente me veo afectado
yo, sino es todo el género humano el que se ve afectado, porque decido desde la
libertad absoluta de la especie humana. Esta aceptación de la libertad absoluta es
lo que Sartre entiende por autenticidad. El ser humano es ser-para-sí, no puede
convertirse en un ser-en-sí, por esto, el ser humano es acción ante lo dado.
El ser humano, en cuanto que es un ser-para-sí, es un ser que no es, que
carece de esencia, como afirma Sartre (1949): “la nada se inserta en su ser”. Sin
embargo, en cuanto existencia, el ser humano es poder ser, pura posibilidad de
ser, es decir, la nada advierte al mundo por medio del ser humano que cuestiona
su existencia y, precisamente, en este cuestionamiento radica su libertad. Ésta
tiene que ver con la nada, y es la esencia de la condición humana. Constituye su
único valor fundamental, ya que sobre ella se asientan todos los demás valores.
La libertad es el suelo metafísico, es el fundamento ético:
En realidad, la palabra humanismo tiene dos sentidos muy distintos: Por humanismo se
puede entender una teoría que toma al hombre como fin y como valor superior. (…) Este
humanismo es absurdo (…) el existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque
siempre está por realizarse. No debemos creer que hay una humanidad a la que se pueda
rendir culto, a la manera de Comte. El culto de la humanidad conduce al humanismo cerrado
sobre sí, de Comte, hay que decirlo, al fascismo. Es un Humanismo que no queremos.
Pero hay otro sentido del humanismo que significa en el fondo esto: el hombre está
continuamente fuera de sí mismo; esta proyectándose y pidiéndose fuera de sí como hace
existir al hombre y, por otra parte, es persiguiendo fines trascendentales como puede existir.
Esta unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre (…) y de la subjetividad en el
sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un
universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque
recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es el desamparo
donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino
siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización
particular, como el hombre se realizará precisamente en cuanto a humano. (Sartre, 1941:
42-43)
El ser libre del ser humano es lo que hace que exista. La no suficiencia del ser
humano y su tener que hacerse constituyen la esencia de la libertad. La libertad es
creativa, es lo que el ser humano no tiene pero debe alcanzar. Ésta es porvenir,
7
nunca es actualidad, es dinámica, es la expresión de un ser que tiene que
autoafirmarse como autor de su propia historia. La libertad del ser humano no es
para elegir su ser, puesto que ya es un ser-para-sí, sino para decidir su manera de
ser; es decir, para modelar su propia imagen.
Sartre entiende que todas las filosofías de la existencia arrancan de una
llamada vivencia existencial, es decir, que se debe entender al ser desde su
condición, su fragilidad. En nuestro caso, el tema fundamental es la investigación
de la existencia desde el desplazamiento, entendido como un modo de ser
particularmente humano. El ser humano es el único animal que tiene existencia en
ese preciso sentido.
La existencia es concebida como una actualidad absoluta, no como algo
estático de lo que se pueda decir que es, sino como algo que se crea a sí mismo,
deviene, se transforma, es un proyecto. La existencia, por lo tanto, es algo que
pertenece sólo a los seres que pueden vivir en libertad. Por ende, el ser humano
es pura subjetividad, es decir, su capacidad de ser para sí mismo, de su propio
hacerse, de su existir. El ser humano se crea libremente a sí mismo, pero ¿puede,
en condición de desplazamiento existir cuando ha sido obligado o privado de
tantas libertades?
3. Sartre: La reciprocidad, la contingencia y la relación con los otros.
La relación con los otros en Sartre posee un análisis ontológico en dos
direcciones: la experiencia ontológica negativa y la positiva. Por un lado pese a su
subjetividad, el ser humano no queda cerrado en sí mismo, sino que se halla
esencial e íntimamente vinculado al mundo y, en especial, a los demás seres
humanos. En su real y efectivo hacerse, la existencia deviene coexistencia. ¿Qué
sucede cuando esta coexistencia se convierte en eliminación de su ser? ¿Cuándo
el otro se convierte en el enemigo?
Cuando Sartre afirma que “el infierno son los otros”, describe la forma alienada
y alienante, inauténtica de las relaciones humanas. Como resultado, los individuos
8
se asumen como enemigos en una relación humana inquietante en donde no hay
filiación sino aversión y miedo. Ejemplo de ello, es el trato que se le ha dado
históricamente a la población desplazada en el país, que no apunta a dignificar su
condición sino a la crueldad. La percepción nunca es justa ni objetiva. En efecto,
estamos en una nación excluyente, que no reconoce el desplazamiento como un
proceso de victimización histórica, sino que entiende este fenómeno como algo
natural, como una consecuencia más de la guerra. Sin embargo, debemos
comprender que en la historia de la acción, el desplazamiento es una costumbre
generalizada en la tradición bélica de la humanidad.
El infierno que constituyen los otros se expresa en la relación en la cual los
otros nos juzgan y no tiene en cuenta que somos seres posibles. Un ser humano
no es un elemento más del mundo, no es un ser-en-sí, es libertad, posibilidad. La
imposibilidad de trascender en lo que somos se ve reflejada en el desplazamiento,
cuando el desarraigado es expuesto a la mirada y el juicio de los otros, y su
existencia queda convertida en señalamiento y juicios a priori, él queda expuesto
a la mirada de los otros sin defensa, sin palabra y sin posibilidad.
Es innegable que, como sujetos sociales estamos insertos en un entramado
de relaciones de reciprocidad, pero ¿Qué sucede cuando estas relaciones de
reciprocidad se convierten en negación de la libertad, en la petrificación de la
posibilidad? En efecto, el desplazado es partícipe de una negación y privación de
su liberad, no sólo en el sentido material, sino también en todos aquellos
privilegios que nacen en el seno de la libertad, a su vez: Dignidad, Derecho,
Igualdad, Justicia y Reconocimiento.
La insuficiencia del ser, la radicalización de la necesidad, hace que la
reciprocidad adquiera un sentido negativo, la contingencia en la existencia es
asociada con la necesidad, el ser contingente es la privación de la libertad y de
hecho de posibilidad. La existencia se entiende como un sin sentido, sin razón,
como la caída en el nihilismo como resultado de la ausencia del otro. La
contingencia es la ausencia de reciprocidad; el ser-para-sí se encierra en sí mismo
9
y anula su ser posible, la relación consigo mismo, anula la praxis de la acción y se
gesta un ser problemático que cae dentro de sí mismo.
El ser humano para el otro constituye la segunda caída: la reciprocidad no
cobra un sentido de reconocimiento sino de eliminación e instrumentalización,
consecuentemente. La existencia del otro tiene como significado la pérdida, el
instrumento es la mirada del otro que petrifica y fija la determinación del ser-parasí, lo despoja de trascendencia, de libertad, de acción y de posibilidad, es la
contingencia radical: “El otro es la muerte oculta de mis posibilidades”.
La contingencia radical es la muerte de la posibilidad, de hecho, la mirada del
otro atribuye características, esencias, realidades, niega la movilidad del ser y lo
hace inmodificable e inmutable; el otro tiene un sentido absolutamente negativo ya
que convierte al ser-para-sí (posibilidad de libertad) en un ser-en-sí (cosa), en
efecto lo cosifica. La relación anula la existencia, hace caer en el vacío, en la
alienación de la libertad y la acción.
Pese a lo anterior, Sartre encuentra una vía resolutiva a través de un análisis
ontológico positivo. Con todo, la reciprocidad constituye la base ética fundamental
en la afirmación existencial del ser humano, es el eje en donde se articula la
subjetividad solidaria, es por lo tanto la reconstrucción de las relaciones sociales
desde los vínculos éticos y políticos de la acción; la praxis de la reciprocidad es el
reconocimiento de los sujetos como libertad y posibilidad, es la construcción de
comunidad desde los otros.
Así, la reciprocidad crea el puente para la totalización de los seres, es decir,
una síntesis interna de la reunión de sus libertades que nos lleva a la posibilidad
de una teleología histórica, donde la ética y la política son una posibilidad real
para todos los seres humanos. Existe una relación posible de los seres para-sí en
el ejercicio de sus posibilidades, es decir, en la acción, así es que el ser-para-sí
reconoce al otro como la fuente de sus posibilidades y el encuentro con el otro es
la fuente de la ética, la única forma posible para disipar la contingencia radical.
10
Si observamos con cuidado la teoría de Sartre, encontraremos la profunda
relación que hay con el análisis existencial del desplazado, pues se encuentra que
el derrumbe de las relaciones de reconocimiento y la insuficiencia ontológica, no
sólo son condiciones internas del desplazado sino realidades políticas, éticas y
sociales, en donde todos hacemos parte del derrumbe existencial del otro. El
abandono es la caída incesante hacia la fatalidad. Peor aún, el otro
(víctimario/indiferencia social) es el responsable de la desgracia, el extraño ha
negado la existencia, ha privado de libertad y de acción, el otro es la caída en el
absurdo. La caída no es una experiencia puramente particular, no es solamente
un acontecimiento subjetivo, es un hecho que se articula con sucesos políticos,
sociales y culturales. La caída es el estado del mundo, las relaciones humanas y
en suma nuestra condición humana. De hecho, podemos pensar que si hay un
resquebrajamiento al interior del espíritu humano, una caída constante en el
absurdo se debe a una caída ética, social y política, un universo en crisis. El sujeto
cae porque se encuentra inmerso en un mundo en constante derrumbamiento, en
efecto, ante la crisis humana el individuo interioriza y subjetiviza su realidad.
El desplazamiento forzado además de destruir los lazos familiares, las
relaciones de identidad y de pertenencia, respecto a los lugares de origen y
naturalmente las zonas receptoras, destruye el tejido social que sirve de cimiento
en una comunidad para preservar su cultura, sus costumbres, para construir
colectivamente su propio desarrollo, para encontrar alternativas autónomas a la
lógica de la guerra impuesta por los actores. La pérdida de los vínculos de
cooperación y solidaridad existente en una comunidad, llevan al ser a autoobjetivarse, a dejar de entenderse como un ser-para-sí y convertirse en un ser-ensí. Sin embargo, aunque parezca paradójico, el evento mismo del desplazamiento
conlleva retos importantes para las comunidades o personas desplazadas. Para
superar la condición de sujetos pasivos como víctimas de guerra, surge la
imperiosa necesidad de realizar diversas modalidades de organización social
como una herramienta para exigir el cumplimiento efectivo de sus derechos y para
encontrar formas de inserción, cultural, política y económica.
11
El despojo de identidad, la interrupción en el proyecto de vida, el dolor y el
resentimiento, el choque cultural paraliza y falsifica el ser; el recuerdo, las
experiencias límite, la negación de la paz, los ultrajes incurables, el
desconocimiento de los otros pareciera que llegaran a eliminar del todo la
posibilidad existencial del desterrado, sin embargo, el ser desplazado, busca su
afirmación mediante la palabra, el reconocimiento y la justicia, estos principios de
acción que le devuelven la libertad. Está fluctuando ya que su existencia no sólo
se valida en su interior sino en el reconocimiento de los otros.
4. Arendt: El Ser frente al Totalitarismo, La Labor y El trabajo.
Arendt afirma que: “El hombre prefiere negarse a sí mismo antes que a su
sistema” y en consecuencia se pregunta“¿Cómo es posible vivir en el mundo,
amar al prójimo, si el prójimo o incluso tu mismo no aceptas quién eres? (Arendt,
1993: 67)
A partir de lo anterior, podemos evidenciar el profundo sentido crítico que
Arendt tiene frente a la condición humana; es verdad que para lograr comprender
la existencia particular de un ser, debemos partir de un reconocimiento al interior
de lo humano, pero desde los procesos alienantes que lo alteran, es decir, que
niegan la posibilidad de reconocerse como tal, por eso el concepto de totalitarismo
no sólo tiene alcances políticos sino también consecuencias existenciales al
interior del ser humano.
El totalitarismo es un proceso racionalizado, calculado, una maquinaria
perfeccionada que posee una explicación filosófica que busca en sí mismo el
protagonismo de las masas para su ejercicio. Como es evidente la búsqueda de
totalidad se practica como un factor político, jurídico, histórico y, virtualmente,
hasta ético, para adquirir un favoritismo público. Esta amalgama de artificios sólo
pueden ser ejecutados cuando los ciudadanos carecen de acción, es decir de
libertad, de voluntad libre.
12
Para privar a los hombres de libertad, los artificios suplantan el lugar de ésta. Es
decir, la labor y el trabajo se constituyen como la esfera fundamental en la vida de
los hombres. Así el totalitarismo, posee la autonomía para ejercerse libremente
sobre los seres superfluos, alienados y enajenados por sus condiciones
materiales. Los hombres del montón son la masa que representa el atraso, la
brutalidad y la falta de conciencia de sí y de los otros.
De esta manera, el hombre sumido por la necesidad en el antihumanismo, es
un ser paralizado, ha negado su ser y es vulnerable. El totalitarismo es avalado,
pues la violencia en contra de la existencia está fundamentada en la soledad de
los hombres y la ausencia de la identidad con los otros. Consecuentemente, el
totalitarismo destruye la vida privada y la pública, desarraiga al hombre del mundo,
anula el sentido de pertenencia y convierte a los hombres en individualismos
gregarios, o en términos de Arendt, los hombres coexisten comprimidos los unos
con los otros, cada uno aislado de los demás. La vida ética y política se juega en
el aislamiento: “Morir significa separarse de la comunidad, aislarse mientras que la
natalidad simboliza y constituye” (Arendt, 1993: 71)
Lamentablemente, la acción está mediada por la necesidad, pues la especie
humana tiene históricamente identificada la necesidad con la vida, en efecto, el
ser libre se ve obligado por la necesidad, ésta es parte esencial de la esfera
pública, ya que subsanada crea más necesidades gracias al uso y al consumo,
privando de esta forma al hombre de la iniciativa o acción; la eliminación de los
deseos y aspiraciones se amparan en las necesidades obsoletas y renovadas a
diario, el ser asume con apatía la libertad para convertirse en propietario. La
propiedad le da un lugar en el mundo y lo hace pertenecer al cuerpo político y en
efecto lo hace un ser privado: “Los hombres se han convertido en completamente
privados, es decir, han sido desposeídos (…) vivir una vida privada por completo
significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera
vida humana” (Arendt, 1993: 67)
13
La necesidad se convierte en la negación de la vida con los otros, de esta
manera lo privado es la ausencia de los demás, los hombres viven con propiedad,
pero en absoluta soledad, despojados de los otros. Lo privado tiene un carácter
antihumano, ya que destruye lo público. Sin embargo la propiedad da una
jerarquía social para ser admitido en la esfera pública, de esta manera la
propiedad reemplaza a la libertad y a su vez la conducta reemplaza a la acción.
Los hombres entienden que dentro de los estándares sociales es mejor
comportarse y no actuar, así es que, la conducta es la principal forma de relación
humana.
De esta manera se da simultáneamente el marchitamiento de la vida privada;
de igual manera los individuos adquieren una connotación negativa de propiedad
privada, por ejemplo, la mujer y los esclavos eran propiedad de alguien en
analogía con vida laboriosa, dedicada a las funciones corporales y cuya finalidad
dependía de un interés material. En efecto la actividad humana señala y da un
lugar y jerarquía en el mundo.
Arendt tipifica la labor con el Animal Laborans; en su sentido negativo éste es
netamente corporal, aquellos que como animales y esclavos atienden con sus
cuerpos a las necesidades de la vida; por ello, cuando el hombre vuelve dentro de
sí y toma conciencia de su esclavitud debe luchar por la libertad mediante la
supresión de sus necesidades. Sin embargo, cuando el hombre empieza a mutar
esta metamorfosis lo lleva a una nueva forma de esclavitud, lo domestica. La labor
emprende la tarea de liberar al sujeto de sus necesidades y dar una categoría más
a su existencia; de hecho su fertilidad radica en que el dinero engendra dinero y el
poder engendra poder; desde esta perspectiva podemos afirmar que esta
enajenación excede y multiplica la dependencia humana: “el hombre no puede ser
libre, sino sabe que está sujeto a la necesidad, debido a que gana siempre su
libertad con sus intentos nunca logrados por entero de liberarse de la necesidad”
(Arendt, 1993: 131)
14
El tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en consumo y sus
apetitos; el consumo lo aniquila; al satisfacer necesidades se engendran unas
nuevas, así se genera un ciclo ininterrumpido en donde el hombre se convierte en
pura necesidad y consumo. Útiles e instrumentos disminuyen el dolor y el esfuerzo
de la labor humana y con ello modifican las maneras en que la necesidad,
inherente a la labor, se manifestaba, lo que no quiere decir que se elimine o
cambie la necesidad, solamente se hace invisible a nuestros ojos. De esta manera
la necesidad es entendida por Arendt como la violencia del hombre por el hombre
y a la que ningún hombre puede escapar. La herramienta nace del Homo Faber o
fabricador del mundo.
La futilidad del hombre frente a la necesidad y el consumo, se hace más fuerte
cuando aparece en escena el homo faber, ya que éste es la fábrica interminable
de objetos cuya suma total constituyen el artificio humano. El carácter positivo del
trabajo es la representación duradera de las cosas en el mundo y por tanto la
permanencia del hombre, sus manos trabajan sobre el mundo haciéndolo dueño y
señor y las cosas del mundo buscan estabilizar su vida: “contra la subjetividad de
los hombres se levanta la objetividad del mundo hecho por el hombre” (Arendt,
1993: 164). El fabricante de útiles entiende que su creación aligera y mecaniza la
labor del animal laborans, pues resuelve las necesidades y exigencias subjetivas.
Así, la producción consiste en la preparación para el consumo, la sociedad hace
a los seres humanos siervos de las máquinas, éstas suplantan la labor del cuerpo
con superior poder y fuerza, el hombre sólo debe ajustarse a ellas para hacer
menos penosa la labor y más fácil la vida. En consecuencia el homo faber
instrumentaliza el mundo de acuerdo a su necesidad y consumo, el mundo es sólo
un medio para alcanzar sus fines:
La tragedia es que en el momento en que el homo faber parece haberse realizado en
términos de su propia actividad, comienza a degradar el mundo de las cosas, el fin y el
producto final de su mente y manos; si el hombre es el fin más elevado, “la medida de todas
las cosas”, entonces no sólo la naturaleza tratada por el homo faber como casi el “material
sin valor” sobre el que trabajas, sino las propias cosas “valiosas” se convierten en simples
medios, perdiendo con ello su intrínseco valor (Arendt, 1993: 173-174)
15
El hombre puede utilizar todo lo demás como medio, se sirve de todo según las
necesidades humanas. El animal laborans tiene una vida social que carece de
mundo, y el homo faber existe en el mundo del mercado público, puede mostrar
los productos de sus manos. Cada uno de ellos recibe la estima, el valor o el
desprecio según su actividad material en el mundo. Los hombres ya no son
personas sino dueños o propietarios o productores: “el mundo de las cosas hecho
por el hombre, el artificio humano erigido por el homo faber, se convierte en un
hogar para los hombres mortales” (Arendt, 1993: 190)
5.
Arendt: La acción y el discurso como posibilidad de libertad.
La acción, nos hace volver a nacer como seres humanos, devuelve a la
existencia un sentido real y legítimo, a través de la inserción del otro y el
entendimiento de la pluralidad. El concepto de acción en Arendt tiene un profundo
carácter ético, debido a la necesidad de incluir al individuo aislado en la relación
con los otros, pero no desde lo abstracto sino desde la práctica política que tiene
como vehículo el discurso. La palabra adquiere un sentido de igualdad y
distinción, es decir, los seres humanos nos comprendemos como iguales pero en
nuestra diferencia existencial: “el hombre: la alteridad que comparte todo lo que es
y la distinción que comparte con todo lo vivido, se convierte en unicidad y la
pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos” (Arendt, 1993:
55)
La existencia adquiere libertad a través del discurso, “con la palabra y acto nos
insertamos en el mundo humano, y esta inserción es como un segundo
nacimiento, en el que confiamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original
apariencia” (Arendt, 1993: 201). Así, actuar es tomar la iniciativa, comenzar y
poner en movimiento, crear lo nuevo que aparece en forma de milagro, el milagro
humano de la liberad como finalidad. El ser humano con la palabra conjuga la
acción y el discurso inaugura la pluralidad, ya que la acción y el discurso es la
aparición del yo ante los otros como identidad.
16
El estar con otras personas mediante la palabra es la posibilidad de
reconocimiento, debido a que la acción requiere un qué y un quién, y,
consecuentemente sólo se adquiere en la dimensión de las relaciones humanas.
Además el discurso posibilita la acción, gracias a las conexiones de las personas
que buscan intereses en común, por eso Arendt afirma que “la revelación del
“quien” mediante el discurso y el establecimiento de un nuevo comienzo a través
de la acción” (Arendt, 1993: 207) es decir, que el ejercicio, la existencia del ser
humano sólo se puede dar mediante el reconocimiento de su palabra y por tanto
de su acción.
Éste es el vínculo esencial del yo con el otro, es la fórmula inalienable de
otredad en la que se va a mover la investigación existencial del desplazado, ya
que será la vía resolutiva para la afirmación de su ser mediante la ética que se
alimenta en la palabra y en acción, ya que éstas son la afirmación de lo humano
en la presencia de los otros, para completar y constituir la existencia. Así el
discurso y la acción pueden ser la condición que articule la reivindicación y
reparación de la víctima del desplazamiento.
Arendt comprende que únicamente con la relación humana será posible la
libertad, el actuar juntos constituye la noción política, en donde los sujetos ya no
son seres aislados e indiferentes, sino una organización para compartir actos y
palabras. La política en Arendt no tiene un carácter negativo, es claro que posee
en sí misma el sentido y la verdadera configuración de la vida, a saber: el espacio
de aparición, donde la agrupación de los hombres constituyen una forma a priori
de las formas de gobierno: “la organización de la gente tal como surge actuar y
hablar juntos y su verdadero espacio se extiende entre las personas que viven
juntas para este propósito, sin importar en donde estén. “A cualquier lugar don de
vayas seres polis” (Arendt, 1993: 221) La política tiene una intención claramente
ética, existe para el ejercicio de la libertad en donde los hombres actúan y hablan,
para dar satisfacción a la compleja existencia que los cobija como seres sociales,
porque ningún hombre se basta a sí mismo, no puede vivir por fuera del espacio
público.
17
El espacio público tiene como base la ética y la política, en Arendt son aspectos
inseparables, suponer lo contrario seria admitir que la libertad y la acción de los
hombres son imposibles. La esfera pública constituye el espacio que gana el
hombre libre por el hecho de vivir con los otros, por lo tanto, la política es la
primacía del otro por encima de las formas de relación social; podíamos pensar
que la justificación ética de la organización política es garantizar la palabra y el
acto de todos los ciudadanos, es decir, la inclusión de los seres humanos en lo
público, en un ejercicio real de su ciudadanía; en donde el poder mantiene la
existencia de lo humano en la esfera pública:
“El poder sólo es realidad donde la palabra y el acto no se han separado, donde las
palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean
para velar intenciones sino para descubrir realidades y los actos no se usan para violar y
destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades” (Arendt, 1993: 223).
La política es una de las formas legítimas de acción, además del vínculo
mediante el cual los hombres actúan juntos y los libera del aislamiento. En el
momento en el que desaparece la unión, la pluralidad; a política pierde sentido y
se convierte en tiranía o totalitarismo. El poder es la unión del pueblo, se legaliza
por la pluralidad, en su ausencia los sujetos individuales se aíslan se convierten
en seres abstractos, vulnerables e impotentes, carentes de poder y en efecto de
fuerza; abren de esta manera una brecha que permite el ejercicio de la violencia,
manifiesta con la imposibilidad de organización y aparición de los sujetos en la
vida pública. El aislamiento hace que nazca el espíritu de temor y sospecha frente
a la política debido a que se contradice la pluralidad (actuar y hablar juntos) por la
imposición del gobernante frente a sus súbditos y estos entre sí.
La violencia aparece para destruir el poder, y surge en la escena la tiranía que
elimina la pluralidad, dejando en la impotencia a los súbditos; esta impotencia
debe comprenderse como la imposibilidad de actuar y hablar juntos. En efecto hay
un ambigüedad en la percepción de la política, debemos hacer hincapié en que el
poder es la manifestación de la vida pública, entendido como organización social,
es decir, la pluralidad que facilita el actuar juntos, por el contrario la tiranía es la
ausencia de política que busca sustituir el poder por la fuerza.
18
Así, el discurso y la acción dan dignidad a la política, la devuelven al espacio
humano, que hoy parece haber desaparecido, pues no hay memoria, no hay
confianza en la política, porque en ella no cabe la pluralidad, sino que persigue
intereses particulares (tiranía). Lamentablemente en la práctica social el ideal
político de Arendt se elimina. Sin embargo es evidente que sin la praxis real de
ella todo está perdido. La política se hace efectiva en el discurso y la acción, por
tanto debe empezar a reconocerse como un elemento para aparecer como seres
en este mundo excluyente. La víctima debe entender la política como un recurso
fundamental para recobrar su carácter de humano, ya que ésta le imprime
nuevamente un lugar en la dimensión pública; sin la palabra y la acción el
desplazado no existe, no es reconocido y, por lo tanto, es eliminado. Son
deshumanizados o instrumentalizados, reducidos al carácter de homo faber o
animal laborans, en la absoluta soledad, sin comunicación, mudos, aislados sin
asociación ni comunidad, privados de la libertad de hablar y actuar en el espacio
público en donde se reconozca como un ser constituyente dentro de la pluralidad.
En conclusión, Arendt y Sartre como fundamento investigativo frente a la
condición existencial en el desplazamiento, se relacionan de forma directa en su
aproximación antropológica y axiológica. En efecto, el recorrido realizado por
ambas teorías nos lleva a una relación directa en los postulados filosóficos, el
diálogo entre los dos autores crea un sentido negativo de la Labor y el Trabajo
como acontecimientos netamente materiales, singulares y no trascendentes. Ésta
es la experiencia real de la caída en el mundo, en lo que es dado, lo que ya está
allí, lo que es regido por la necesidad y por lo tanto es determinismo.
Así, el hombre aferrado a su sistema por necesidad se encierra en sí mismo, se
aliena y cae en la profunda soledad. La caída es la contingencia radical, la
existencia es separada y desvinculada de los otros, el sujeto es arrojado a la
existencia personal solo y vacío, descubre la vergüenza de su condición en la
soledad y su esterilidad al encontrarse aislado sin posibilidades ni libertad. La
esterilidad de este yo se relaciona con la ausencia de contenido existencial,
desprovisto de acciones que legitimen la existencia.
19
Por otro lado, también los autores tienen la necesidad de la metafísica 5 como
forma de salir del mundo materialista, inmanentista y, específicamente del
determinismo que ha sofocado al espíritu humano; volver a la metafísica es volver
al sentido, a la conciencia, a la subjetividad que se recrea en el otro y, en grado
superior, a la libertad que se manifiesta en la acción. Arendt y Sartre entienden
que cuando existen individualidades aisladas, la noción de sociedad se disuelve
de forma abstracta, por lo tanto la acción es el elemento vinculante entre los seres
que se reconocen como tal, ya sea por la necesidad de justicia o la búsqueda
incesante de la libertad.
Si no se fundamenta la existencia en la acción y en la búsqueda de la libertad,
la sociedad no será una relación de seres humanos como sistema o comunidad,
sino un conjunto de seres aislados encerrados en la soledad, individuos
impotentes sin libertad, sin posibilidades, sin poder. Mediante la acción hay un
nuevo espacio ético-político que se expresará en el escenario social como
reivindicación y construcción colectiva de existencia. Como resultado, podemos
eliminar la patología de las relaciones sociales hacia el solipsismo, impulsar la
ruptura de cada ser humano que se entiende como autónomo, individuo puro
apartado, que olvida su ser social al construir artificios y reconocer su soberanía
en el mundo en donde se entierra con su soledad. El sentido y el valor se crean
socialmente. La democracia no es simplemente un sistema de instituciones; puede
ser un tipo de relación social que genere sentido y, por ende, la revalorización de
la sociedad civil.
La acción en nuestros autores es la totalización del sujeto y la sociedad, un
sujeto es praxis en la medida que interioriza la exterioridad para imprimirle un
nuevo significado. Recordemos a Sartre y su principio: “La libertad del otro
constituye la base para mi libertad” premisa que vincula lo ético y lo político. Sin
5
Debemos entender la metafísica como una pregunta por los fundamentos últimos del ser y de lo
existente en tanto que es. El objetivo es lograr una comprensión teórica del ser, no sólo la pregunta
por el ser sino también por la constitución y la interrelación de todo lo que es, es decir, la realidad
en su totalidad. Este enfoque del ser parte de la base de una metafísica dialéctica en cuanto
afirmación y negación.
20
embargo, podemos evidenciar cómo en el país la crisis se reduce al discurso para
alienar la realidad; de hecho, existe una comprensión virtual generalizada del
desplazamiento, pero se desconocen las singularidades (contextos, autores,
circunstancias), de allí que unificar la realidad es ocultar las circunstancias, perder
la especificidad de los actores y sus víctimas para llegar al plano de la
homogeneidad. El ser humano queda oprimido, se siente abandonado en medio
de los extraños o enemigos. El abandono social y metafísico se elimina cuando los
hombres y mujeres entienden la lucha por la acción a través de la libertad como
sentido, la solidaridad interhumana y la ética como principio existencial.
A partir de la configuración social el hombre se puede sentir más en el mundo,
la justicia es el pilar ético y político. La acción de la libertad nos separa de la
objetivación y el determinismo, trasciende proyectándose en el mundo y abriendo
hacia un humanismo real. La acción es el concepto antropológico que adquiere en
la presente investigación un carácter ético que es capaz de trascender lo
inhumano, la escasez material en un mundo carente de sentido, para configurarse
como el suelo metafísico de la condición humana del desplazado. La acción es la
recomposición de la existencia humana desde el sentido y la reivindicación de los
desplazados, los otros que adquieren libertad que en suma es el triunfo de la ética
como imperativo capaz de devolverle al hombre su dignidad.
21
CAPITULO
II
1. JUSTICIA VS IMPUNIDAD
Análisis panorámico del desplazamiento en Colombia
Hacer un análisis de la problemática del desplazamiento es una tarea dantesca,
más aún, cuando las cifras y las estadísticas arrojan resultados cada vez más
ambiguos. Por ende, es necesario evidenciar cómo en nuestro país el desplazado
sigue siendo un sujeto abstracto. Este proyecto es una reflexión en torno al
desplazamiento desde el sujeto, desde la circunstancia del ser humano y su
condición de desplazado: de víctima.
Debemos señalar cómo la categoría de víctima se entiende antagónicamente
en el país 6 y por ende debe ser conceptualizada; es más, debe entenderse y
resignificarse desde una perspectiva tanto individual como colectiva, es decir,
desde el desplazado mismo y la sociedad colombiana. Para lograrlo debemos
realizar una exploración inicial a partir de la postura filosófica de Hannah Arendt 7,
6
Según el Censo Nacional de Población realizado por el Departamento Administrativo Nacional de
Estadísticas DANE, en Colombia hay 800 mil personas desplazadas, todo parece indicar que el
gobierno, antes que reconocer la crisis social y humanitaria del desplazamiento, intenta
desconocerla por la vía de las estadísticas o por acciones administrativas como el rechazo y la
negación, además debemos hacer hincapié en que las políticas del presidente Álvaro Uribe Vélez,
no apuntan de forma integral al reconocimiento y reparación de las víctimas. Además de fondo hay
un problema de lenguaje en contexto, ya que la palabra víctima no tiene la misma definición para
los diferentes sectores actores armados, sociales y políticos.
7
Hanna Arendt: Prestigiosa filósofa de nacionalidad norteamericana (la adoptó en 1951) que
influenció, en gran medida, el pensamiento social y político de la segunda mitad del siglo XX. Fue
además una contundente analista de los más importantes acontecimientos históricos de su tiempo.
En 1924 va a estudiar a Marburgo y conoce personalmente a Heidegger. Esta relación tiene
repercusión en la filosofía de Arendt. Con el ascenso al poder del nazismo, Arendt tuvo que
exiliarse en Francia en 1933 y después de la invasión de Francia por parte de las tropas de Hitler,
volvió a escapar, esta vez a EEUU. Después de la guerra, Arendt fue profesora en las
universidades de California, Chicago, Columbia y Princeton, y ocupó altos cargos en varias
organizaciones judías. Sus obras más célebres son seguramente The Origins of Totalitarianism
(1951) y Eichmann in Jerusalem (1963), y las más filosóficas por especulativas son The human
condition (1958) y The life of the mind (obra inacabada, 1978).
22
Jean Paul Sartre 8 y Primo Levi 9 quienes han logrado dar una mirada a partir de la
víctima misma, entendiéndola en su condición límite.
El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se
encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror
de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la
realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un
sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan
inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son
argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de
malignos propósitos.
Estanislao Zuleta, Elogio de la Dificultad
8
Jean Paúl Sartre: Filósofo francés, dramaturgo, novelista y periodista político, es uno de los
principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió
en la École Normale Supérieure de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo, Suiza y en el Instituto
Francés de Berlín. Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra
Mundial, momento en que se incorporó al ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los
alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y
participó en la Resistencia francesa.. Sartre dejó la enseñanza en 1945 y fundó, con Simone de
Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se
le consideró un socialista independiente activo después de 1947, crítico tanto con la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como con los Estados Unidos en los años de la guerra
fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas incluidas
sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del ejército francés en Argelia. Rechazó el
Premio Nobel de Literatura de 1964 y explicó que si lo aceptaba comprometería su integridad como
escritor. Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund
Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin
Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este
enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política
suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial.
9
Primo Levi (31 de julio de 1919 - 11 de abril de 1987) fue un escritor italiano de origen judío,
autor de memorias, relatos, poemas y novelas, estudió química entre 1939 y 1941. trabajó en el
terreno de la investigación, en Milán; cuando la intervención alemana en el norte de Italia, ocurrida
en el año 1943, fue un resistente antifascista. Fue detenido y deportado al campo de concentración
de Auschwitz-Birkenau, en el cual sobrevivió desempeñando trabajos de laboratorio para los nazis.
Sobrevivió hasta la liberación el 27 de enero de 1945. El resto de su vida la dedicó a dar testimonio
del horror en varios libros autobiográficos Retomó su carrera como químico industrial en 1946 y, al
jubilarse en 1974, pudo dedicarse con más intensidad a la literatura. Es conocido sobre todo por las
obras que dedicó a dar testimonio sobre el Holocausto, particularmente el relato del año que estuvo
prisionero en el campo de exterminio de Auschwitz. Su obra Si esto es un hombre está considerado
como una de más importantes del siglo XX. Levi se suicidó el 11 de abril de 1987, arrojándose al
vacío, por el hueco de la escalera de su casa.
23
”El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado” se existe en la brecha entre el pasado y el
futuro, se vuelve en el pasado, vive en totalidad de su ser concreto”
Arendt sobre Faulkner
El Estado de derecho se fundamenta, en el sentido de la construcción moderna
de gobierno, sobre los principios de justicia y equidad liberal. Sin embargo, la
realidad social colombiana expresa la ausencia de dichos presupuestos. Los
derechos ciudadanos no se han configurado, por ende no se materializan porque
ciertas personas no son asumidas como sujetos de derecho. En un escenario de
violencia, la atención y reparación implica la instalación de derechos y la
construcción del ejercicio real de ciudadanía.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que conceptos como derechos
humanos, ciudadanía y libertades privadas son de construcción reciente en el
país, específicamente a partir de la Constitución de 1991. Esto hace evidente que
las relaciones de vasallaje se deben fundamentar filosófica y políticamente, es
decir, evadir los derechos a ciertos sectores sociales y así sus posibilidades
entendidas como derechos y libertades.
La crisis humanitaria que atraviesa el país es resultado de la negación que ha
tenido el desplazado como víctima 10. Esta primera tentativa está avalada por las
crecientes cifras que engrosan la violación constante de los derechos humanos y
la imposibilidad de dignificar y
dar una condición de ser humano real a las
víctimas de la violencia en el país. El 2007 es el año de los derechos de los
desplazados en Colombia, no obstante, la realidad nos muestra que el
desconocimiento y la indiferencia son también una forma de política, quizá la más
10
La Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del
abuso de poder Adoptada por la Asamblea General en su resolución 40/34, de 29 de noviembre de
1985, resuelve: Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o colectivamente, hayan
sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o
menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones
que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso
de poder.
24
eficiente. Es innegable que el fenómeno del desplazamiento se ha naturalizado, se
ha convertido en un suceso cotidiano, en una característica más del país y se ha
dejado de pensar como un rumbo absurdo del gran proyecto humano, que debe
repensarse e intervenirse.
En la actualidad cerca de 602 personas son desplazadas al día, es decir que
219.886
11
en un sólo año, dejaron de ser población civil para convertirse en
población civil desplazada, categoría o nomenclatura complicada ya que está
cargada de significado opuesto al real valor semántico, rotulando al individuo con
características ajenas a su condición y ligadas, por el contrario, a una vaga
percepción que descarta el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre de quienes son
expulsados de sus tierras, así como el impacto inmediato y futuro del
desplazamiento en sus vidas, existiendo así, un entendimiento muy limitado de la
forma en que el desplazamiento hace víctimas a quienes lo sufren:
La educación, el poder de las palabras, destruye también la capacidad de comprender, la
perversión de la comprensión, naturalizar a la víctima, el pensamiento totalitario tiene una
propaganda y una educación, los asuntos políticos e históricos son profundamente
humanos, conocer y comprender, entender la negación de la libertad, el lenguaje popular
reconoce un evento, la falta de juicio Kant la califica como estupidez: una enfermedad
irremediable. (Arendt, 1995: 53)
Las cifras radicalizan el hecho de nuestra dramática crisis humanitaria. Sin
embargo la opinión pública sólo observa y recibe de forma pasiva la información
que dan los medios de comunicación, aceptando la publicidad engañosa y
rimbombante que afirma una reparación a las víctimas, tal vez como manera
cómoda y forma de evasión para evitar enfrentarse a la naturaleza humana de la
que hacen parte. No obstante podemos pensar en las tantas formas de negar una
realidad, de manipularla, de deformarla, observar como señaló Primo Levi que el
vencedor es dueño de la verdad y no el vencido: “Todas las mentiras, lo supieran
o no sus autores tienen un elemento de violencia: la mentira organizada siempre
11
La Cruz Roja Internacional ha manifestado tener la cifra más cercana a la realidad, del número de
desplazados que a diario migran a lo largo del país. Sin embargo, consideramos que teniendo en
cuenta la multiplicidad de variables involucradas en ese conteo, dicho dato no puede tomarse como
un absoluto.
25
tiende a destruir lo que se haya decidido anular, aunque sólo los gobiernos
totalitarios de manera conciente hayan adoptado la mentira como paso previo al
asesinato” (Arendt, 1999: 45)
Hacer creer a la opinión pública que en el país no hay conflicto, que las víctimas
sólo con llamar al 018000910315 12 o ver en televisión la palabra DENUNCIE, van
a obtener la justicia que se les ha negado históricamente, que van a conquistar la
reparación como si fuera una ola de salvación para sus vidas, es bastante
cuestionable y nos brinda un amplio panorama de las nociones de la Ley de
Justicia y Paz 13 que manejamos hoy en el país. El derecho le ha sido negado a las
víctimas, o quizá es una evidencia de la concepción de Freud citada en la carta
enviada a Einstein titulada ¿Por qué la guerra? (1932) en donde se entiende
claramente que el derecho es una forma de violencia, pues tanto el poder como
las armas poseen la misma fuerza destructiva; quien carece de poder, carece de
fuerza, por lo tanto de derecho: “Entonces el derecho de la comunidad se
convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su
seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los
derechos concedidos a los sometidos.” (Freud, 1932: 3)
2. La ambigüedad entre la víctima y el víctimario
Agregando a lo anterior, no podemos desconocer que la impunidad es
manifiesta también desde el derecho, la invisibilización de las víctimas es
consecuencia directa de la afirmación del víctimario. La Ley de Justicia y Paz es
sin duda alguna la legalización de la impunidad y la negación de la justicia, la
12
Línea de atención a las víctimas, Procuraduría General de la Nación.
La ley presentada como "alternatividad penal" el 20 de junio de 2003, por el gobierno del
presidente Álvaro Uribe Vélez buscaba atraer a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) al
proceso de paz, pues los insurgentes no habrían tolerado las penas previstas por el Código Penal
Colombiano (la máxima condena en Colombia es de 60 años de cárcel). Pretende dar piso jurídico
al proceso de paz que adelanta el gobierno del presidente con las AUC. Aparentemente la finalidad
es facilitar la desmovilización en curso de los paramilitares apoyados por el ejército, aunque en
teoría también está destinada a los miembros de grupos guerrilleros que estén dispuestos a
desmovilizarse.
13
26
eliminación y privación de la reparación para la víctima: “es irresistible la tentación
que el político profesional siente por subestimar las posibilidades de la libertad y
tolerar de forma implícita la falsa negación o la distorsión de los hechos” (Arendt,
1999: 66).
El desconocimiento político, es sin duda alguna la plaza central del miedo y el
terror de la víctima, ya que, al dejarla con vida el recurso siguiente es negarla. En
suma, la victimización se realiza también con la desprotección y el miedo que en
ella se prolonga: “Es posible que este propósito de matar se vea contrariado por la
consideración de que puede utilizarse al enemigo en servicios provechosos si,
amedrentado, se lo deja con vida. Entonces la violencia se contentará con
someterlo en vez de matarlo” (Freud, 1932). Conceder estatus político para las
AUC, es entender que la violación de los derechos humanos, el dolor, la muerte, el
resquebrajamiento económico, político, social y cultural y simultáneamente el
derrumbe del desplazado como ser 14, son solamente una consecuencia más de la
política y de la dialéctica interna que allí mora: “Sólo cuando una comunidad se
embarca en la mentira organizada por principio y no únicamente con respecto a
los particulares, la veracidad como tal y el sostén de las fuerzas distorsionadas y
el interés, puede convertirse en un factor político de primer orden”
(Arendt,
1996:45)
El problema fundamental recae precisamente en la legitimidad. Ciertamente,
que la justicia ampare y confiera privilegios al víctimario a pesar de la crueldad, los
crímenes de guerra y de lesa humanidad por él cometidos, permite que la ley se
convierta en un mecanismo más de violencia, vulnerando a las víctimas al
privarlas del derecho a la reparación. Por lo tanto, podríamos empezar a deducir
que el aparato legal y político carece de bases, de imperativos que sean capaces
14
Abordaremos el ser, respecto a dos visiones occidentales que afirma la metafísica, aquello que
constituye la existencia y su validez; en este sentido se sustentará en la noción del ser como
subjetividad. En primer lugar, debemos hacer hincapié en las múltiples dimensiones que lo gestan,
el ser ha sido entendido histórica y filosóficamente como: razón, felicidad, fe, seguridad, libertad,
dignidad, derecho, elección, deliberación, cultura, sociedad, identidad, familia… En segundo lugar
vamos a abarcar el ser pluridimensional, que se crea y recrea desde su existencia, es decir, el
reconocimiento del ser en el ser mismo y su relación con los otros y su mundo.
27
de dignificar y devolver una noción ética y humana al Estado: “El perjuicio moral
corriente suele ser más bien duro con la mentira cruel, en tanto que, por lo común,
se mira el a menudo muy desarrollado arte del autoengaño con gran tolerancia y
permisividad” (Arendt, 1999: 71)
En los últimos años los paramilitares han sido responsables de la mayoría de
los homicidios de civiles, las desapariciones y los casos de tortura. La ley de
justicia y paz ofrece saldar la impunidad a pesar de las violaciones a los derechos
humanos en medio del conflicto interno que vive el país desde hace más de
cuarenta años.
Es innegable que gozar de derechos en condiciones límite es un privilegio,
porque el ciudadano que ha sido desterrado adquiere un nuevo significado en la
dinámica social, un efecto negativo. Ya que su condición no le da garantías ni
libertades, sino señalamiento y exclusión; teóricamente la víctima debe ser
reconocida y reparada, no obstante, la realidad hace evidente todo lo contrario a
pesar de la legislación, los esfuerzos de organismos internacionales y las
organizaciones no gubernamentales las víctimas del desplazamiento en el país no
han logrado recibir la atención ni la reparación que merecen, lo que es peor la
víctima termina mendigando el ejercicio de la justicia y el derecho. La
naturalización del conflicto nos ha llevado a convertir en culpables a las víctimas, a
soslayar la realidad y a olvidar.
Sin embargo, no puede ser justificable la ausencia de ley como un imperativo
en la guerra, es decir, no podemos avalar el hecho de que a priori se justifique o
se genere la deshumanización de tal evento, que se entienda el desplazamiento
como consecuencia natural de la guerra. La paz y la guerra son temas ya muy
desgastados en Colombia. Nacionales y extranjeros llena estanterías, así como
espacios extensos de Internet con títulos sugestivos que invitan a mirar desde
muchas posiciones la tragedia de nuestra guerra y los sueños de una paz que se
aleja y se acerca intermitentemente. No podemos pensar en paz mientras se
28
violan simultáneamente los derechos humanos de miles de colombianos que
están privados de la justicia.
Se asume que la condición del desplazado, privado de todo amparo de la ley,
es natural por existir dentro de la guerra y la violencia. En consecuencia, esta
noción se inserta en la opinión pública, que la considera como auténtica. La
comprensión de la violencia y la crueldad como un evento cotidiano generará
sentido, hace que perdamos el horizonte, nos deshumaniza, y, sin duda nos lleva
a una naturalidad cómplice. Enfermedad de todos, la bancarrota de la sabiduría, la
razón ha muerto y se comprueba con hechos, crisis moral y espiritual de la
civilización, la moralidad ha perdido fundamento y sólo nos queda esperar lo
peor 15. “Lo irracional se vuelve lógico gracias al adiestramiento ideológico, el
pensamiento se vuelve estéril en la ausencia de sentido común, sentido ético y
sentido político.” (Arendt, 1995: 52)
Es necesario desnudar la realidad, observar cómo la atención integral a la
población afectada sigue siendo un imaginario o un supuesto, entre tanto el
desplazamiento continúa, lo mismo que el conflicto armado interno y la crisis
humanitaria y de derechos humanos. El Estado no cumple a cabalidad con la
reparación a las víctimas, se soslaya la realidad de miles de colombianos que,
lejos de ser atendidos, son desconocidos, estigmatizados, rotulados, señalados,
discriminados, por una condición impuesta, no elegida, de una magnitud y
dimensión que quizás de lugar a nuevas formas de odio y rencor, una
transformación social dentro de los seres humanos, un empobrecimiento hacia
adentro.
La
población
desplazada
es
el
testimonio
de
políticas
privilegiadas,
jerarquizadas, retoño de la política de “seguridad democrática”. Colombia es el
segundo país con el problema más grave de desplazamiento interno. CODHES 16
15
Para Arendt el destino común es sólo aquella parte de nuestro espíritu y aquella porción de
sabiduría heredada, que todos los hombres tiene en común en cualquier civilización dada.
16
Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento.
29
y la Conferencia Episcopal Colombiana después del seguimiento, han estimado un
total cercano a 3,8 millones de colombianos que durante los últimos 20 años han
sido desplazados. La Procuraduría General de la Nación advierte que el registro
oficial reconoce 1,9 millones a octubre del 2007 y un 30% de la población en
subregistro, sin embargo aclara que más del 40% de las personas son rechazadas
del sistema oficial y un 20% ni siquiera han podido registrarse en él, sumado a las
tantas otras condiciones de papeleo, tramitología, filas, esperas, documentación,
circunstancias, pros y contras que ratifica la situación de víctima del
desplazamiento.
El desplazamiento se da por una situación violenta o huyendo de la violencia
misma, se escapa de la zona de guerra para llegar a la guerra misma: la
indiferencia y la exclusión. En suma las víctimas son desdibujadas o las tragedias
se cuentan como ficciones mientras los víctimarios crean la versión fiable, ejemplo
de ello son los paramilitares que desaparecieron como los protagonistas y los
causantes de desplazamiento; el indulto estatal, es la privación de la justicia, del
derecho, de la ley. Sin embargo ahora solo existen en los recintos judiciales donde
reposan los testimonios, los terrores de los colombianos que aun no se pueden ni
tan solo cuantificar, el terror, la crueldad, siguen aún ahí vivos y día a día mientras
se multiplican al tiempo que se olvidan y se sepultan. Por su parte las guerrillas
incrementan el reclutamiento forzado, atacan civiles, secuestran, siembran minas
y las personas huyen de los combates, las amenazas, las violaciones, el terror y el
dolor ¿hacia donde huir?... ampararse quizá en la constitución nacional, en la ley
387 de 1997 17, en el Estado garante de los derechos y responsabilidades… ¿a
quién culpar?:
La comprensión comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. En la medida en que
el surgimiento de los gobiernos totalitarios es el acontecimiento central en nuestro mundo,
entender el totalitarismo no significa perdonar nada, sino reconciliarse con un mundo en que
cosas como éstas son simplemente posibles (Arendt, 1999: 23)
17
Por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la atención,
protección, consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la
violencia en la República de Colombia.
30
Colombia ha gestado un proceso de verdad, justicia y reparación para las
víctimas del desplazamiento; con todo no ha pasado de ser más que un
documento, ya que no se posee un acceso real a las garantías estipuladas, a los
derechos plenamente establecidos, ni los recursos para que dicho panorama
alentador pero fantástico pueda ser llevado a cabo. El desplazamiento forzado es
un delito a nivel nacional e internacional, es un crimen de guerra y delito de lesa
humanidad. El Estado no garantiza la protección, ni genera estrategias para
prevenir el desplazamiento, su carácter es la trasgresión no solamente de seres
humanos, de vidas, sino también de los derechos civiles, políticos, económicos,
sociales y culturales. No obstante, podemos comprender que es una maquinaria
de destrucción efectiva.
La labor constante de medios de comunicación y entidades encargadas que
simplifican un fenómeno como el del desplazamiento persigue objetivos claros,
resumir una masacre, atenuar una catástrofe humana, posee en si mismo una
finalidad. Así pues, vedar el análisis de los hechos es quitar fuerza, es eliminar el
poder de juicio. Nada es arbitrario, todo hace parte de una gran maquinaria del
terror que fundamenta la fuerza intelectual de forma pragmática, es decir, el
intelecto es funcional hasta para la crueldad; en efecto, la crueldad es
indescifrable, no hay conceptos, teorías que la amparen en el sentido occidental
“(…) Al final del juego, habrá vencidos y vencedores. Si empatan, el espectador se
siente engañado y desilusionado. Más o menos conscientemente, querría que
hubiese ganadores y perdedores, identificándolos, respectivamente, con los
buenos y los malos, puesto que son los buenos los que deben ganar; si no el
mundo estaría subvertido” (Levi, 2001: 25).
Es necesario, resaltar que por encima de toda reparación material, es necesario
el reconocimiento del hecho, la afirmación de la verdad, denunciar el evento
histórico, la justicia y la ley en su ejercicio. Parte fundamental de la reparación es
la acción eficiente de la verdad: el juicio/ la condena, el reconocimiento público de
la crueldad y la culpa. La víctima se debe reconocer también en el juicio del
31
víctimario. El conflicto filosófico ahora no es solamente el reconocimiento de la
víctima carente de toda posibilidad de condición humana en dignidad, sino
también el reconocimiento y conceptualización del víctimario con toda la carga
histórica, social y política de sus culpas y responsabilidades 18.
La justicia, los valores, la democracia,
entendidos filosóficamente como
principios para constituir un ser, la base de una ontología occidental en busca de
universales, no puede ser menguada, o no puede entenderse de forma
intermitente, el abuso sistemático de poder, nos lleva a la ausencia de los
derechos: a la impunidad y en consecuencia a la eliminación de todos estos
discursos o conceptos o de forma infame a su instrumentalización.
Lamentablemente el discurso es también manejado por el amo y por tanto el
significado y el concepto adquieren la fuerza y un nuevo glosario, no podemos
estar hablando de los mismas palabras “justicia” y “paz” porque en el juego, la
palabra en circunstancia adquiere nuevos predicados, cada palabra se carga de
valor, de coherencia y de argumentos, un teatro monstruoso retórico a favor
generalmente de la impunidad: “La presión que un Estado totalitario moderno
puede ejercer sobre el individuo es pavorosa. Tiene tres armas fundamentales: la
propaganda directa o camuflada, la educación o la instrucción, la cultura popular;
la barrera que impide la pluralidad de las informaciones: el terror” (Levi, 2001: 22).
El Estado soslaya la condición del desplazamiento y la crisis gigantesca que ha
enfrentado, generado una indiferencia generalizada, se desdibujan los hechos de
violencia o lo que es peor no se informan, manteniendo un adormecimiento en la
18
Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y
del abuso de poder: de la indemnización, numeral 8: Los delincuentes o los terceros responsables
de su conducta resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las
personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los
daños o pérdidas sufridos, el reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la
victimización, la prestación de servicios y la restitución de derechos.
Numeral 9: Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y leyes de modo que se
considere el resarcimiento como una sentencia posible en los casos penales, además de otras
sanciones penales.
32
población, una mentira avalada, fundamentada y vanagloriada y en ocasiones un
silencio cómplice. Para hacer más claro el panorama observemos que el gobierno
no registra a las personas que se desplazan por persecución de grupos
paramilitares, ni los que huyen de las fumigaciones, ni aquellos que son
desplazados dentro de las ciudades.
Muestra de ello es que durante el primer semestre de 2006 (SISDHES) 19 por los
menos 112.099 personas, alrededor de 22.419 hogares, fueron víctimas de
eventos de desplazamiento forzado que afectaron 463 municipios de 32
departamentos, el desplazamiento fue devastador para las minorías étnicas
quienes constituyen el 12% de la población, alrededor de 5.773 personas
pertenecientes a diversos pueblos indígenas y 8.038 personas afrodescendientes;
esta situación no es gratuita ya que son claros los intereses que se manejan sobre
los territorios con fines de explotación de sus recursos naturales y su
biodiversidad, implementación de macroproyectos e imposición ilícita de
monocultivos, especialmente de palma aceitera y caucho. A ellos se suman 5.301
personas que pasaron las fronteras con Ecuador Venezuela y Panamá durante el
primer semestre de 2006 y solicitaron asilo en esos países aduciendo fundadas
razones de persecución e inseguridad.
Esto indica que en Colombia persiste una crisis gigantesca en cuanto al
desplazamiento, fundamentada en la lucha por el poder, en donde los medios no
importan; lo esencial no son los derechos humanos, sino mantener y fortalecer el
poder, es innegable, porque se mantienen las causas que generan el destierro y
porque las políticas de seguridad adoptadas por el gobierno nacional para frenar
la huida, el exilio de la población siguen siendo limitadas y contradictorias.
Además el desplazamiento termina siendo un arma contundente contra los
intereses particulares de cada actor.
19
Sistema de información sobre el desplazamiento forzado y los derechos humanos.
33
Paradójicamente los departamentos en los que hubo desmovilización
paramilitar son las regiones de operación del Plan Patriota. Es innegable que los
fines están por encima de visiones humanísticas y de presupuestos éticos. El
paramilitarismo, por ejemplo, expresamente ha desplazado y asesinado población
por intereses de transnacionales; es necesario afirmar entonces, que ningún tipo
de violencia es gratuita, siempre persigue intereses expresos, es pensada,
analizada y ejercida bajo argumentos. El desplazamiento no solo es un resultado
de la violencia sino también un mecanismo de dominación. Acaso es necesario
preguntarnos: ¿Persigue fines políticos y económicos el fenómeno del
desplazamiento?
Hannah Arendt encontró que “El poder emerge dondequiera que la gente se reúne y actúa
de manera concertada, deriva su legitimidad del acto inicial de juntarse antes de cualquier
acción posterior a la legitimidad, cuando es confrontada, se sostiene a si misma apelando al
pasado, mientras que su justificación se relaciona con un fin que se ubica en el futuro. La
violencia puede ser justificable, pero nunca legítima, su justificación pierde plausibilidad en
tanto que su fin perseguido reside en el futuro. Nadie cuestiona su uso de la violencia en
defensa propia, no solo por cuanto el peligro es diario, sino también presente, el fin justifica
los medios de manera inmediata” (Arendt,1970: 13)
Las AUC ejercen un profundo control social, político y económico en la tercera
parte de Colombia, que incluye el manejo del poder territorial, así como el
surgimiento de nuevos códigos, nuevos imaginarios que dinamizan la sociedad a
partir del miedo: “Están matando a los desplazados y atacando sus proyectos.
Quieren silenciar la verdad matando a las víctimas, quieren asegurar el despojo de
sus tierras mediante la intimidación y la amenaza, los desplazados son
doblemente víctimas. No hay garantías que puedan reclamar la verdad, la justicia,
la reparación ni, mucho menos, la no repetición. En Maicao fue asesinado Oscar
Cuadrado Suárez, líder de la Asociación Departamental de Desplazados de la
Guajira. En Cotorra, departamento de Córdoba fue asesinado Gustavo Espitia y
en Montería sicarios acabaron con la vida de Yolanda Izquierdo, una de las
voceras de las víctimas de paramilitares. En Turbaco, departamento de Bolívar fue
incendiado el Centro Comunitario de la Liga de Mujeres Desplazadas. En Bogotá,
Cúcuta y Barranquilla, se registraron en el último año amenazas, intimidaciones y
hostigamientos contra los representantes de la población desplazada. La mayoría
34
de estas acciones fueron atribuidas a grupos paramilitares que siguen actuando
contra las víctimas de desplazamiento 20.
Es innegable cómo los seres humanos se convierten en medios, ejemplo de ello
es la obediencia, la complicidad y el silencio que ha generado la violencia en el
país. Hombres y mujeres son instrumentalizados como un medio, un acto político,
que da como resultado la continua zozobra y miedo. El terror como fundamento
político, la negación del otro (la víctima) a cambio de la seguridad democrática de
algunos. Es evidente que es una falla en el silogismo, en la lógica y por su puesto
en la praxis.
Ahora bien, la evidencia la recogen las bases de datos y estadística de
CODHES y SISDHES, en donde podemos ver que desde el primero de enero de
1995 al 30 de junio de 2005, un total de 1.877.328 personas desplazadas están
inscritas en el SUR 21. Así el 43.2% corresponde a personas desplazadas durante
el primer ciclo de gobierno del presidente Uribe, (2002-2006), es decir 812.178.
Desde que se inició la ejecución del Plan Colombia (2000) y según cifras
gubernamentales, por lo menos 1.665.061 fueron desplazadas, es decir, el 88.6%
del total de la población registrada oficialmente.
Sin embargo, la población desplazada ha seguido exigiendo sus derechos, ha
intentado mostrar que la salida ha sido involuntaria, que como víctimas requieren
reparación, que es necesario aclarar la verdad de los hechos que provocaron el
destierro y el desarraigo; garantizar que estos hechos criminales no sigan en la
impunidad y evitar que se repitan hacia el futuro. La vida de cientos de
desplazados se ha dirigido a la aseveración de su condición, la existencia es una
constante lucha por la afirmación, por el reconocimiento y por la búsqueda de la
justicia negada. Las condiciones límite han dado como resultado seres humanos
que exigen ser tratados como tal, han hecho de la palabra dignidad una exigencia,
20
21
Informe CODHES 1 de febrero de 2007.
Sistema Único de Registro.
35
aunque el camino ha sido escabroso los procesos de los líderes han hecho que
hoy entidades internacionales apoyen las iniciativas de las víctimas tanto en la
búsqueda de una vida digna dentro de los derechos y el reconocimiento, como en
la constante necesidad de justicia y sanción de los responsables. Sin embargo la
continuidad de elevados índices de impunidad y por las constantes amenazas a
las organizaciones y personas dedicadas a la defensa y protección de los
derechos humanos nos evidencia que el seguimiento a la población desplazada
no ha sido del todo para reparación sino también para la persecución y la
criminalidad:
“Sobre la mímesis, sobre esta identificación, imitación intercambio de papeles
entre el verdugo y la víctima se ha hablado mucho. Se han dicho cosas
verdaderas y falsas, turbadoras y triviales, agudas y estúpidas; no estamos ante
un terreno virgen sino, por el contrario, ante un mal arado, pisoteado y revuelto”
(Levi,2001: 37). El víctimario siempre tiende a identificarse con la víctima, cambiar
el rol para de esta forma asegurarse la protección política, luego de transformar la
necesidad de complejizar la relación víctima y víctimario, la realidad es
desdibujada, política y socialmente, matizada para entender el conflicto
colombiano como una amalgama de víctimas sin víctimarios, la violación de los
derechos humanos parte del reconocimiento de los sujetos como víctimas y
víctimarios ya que su desconocimiento es una forma de violencia directa o
indirecta a los derechos de todos los colombianos.
La negación del víctimario, es uno de los rasgos más dramáticos en el ejercicio
de la impunidad; el gobierno en el proceso de diálogo con los grupos
paramilitares, a partir de un modelo de desmovilización basado en elevados
niveles de impunidad, ha brindado precarios mecanismos para satisfacer los
derechos a la verdad y la reparación de las víctimas. Con estas condiciones, la
Ley de Justicia y Paz dio un impulso al proceso y se produjeron las más
importantes desmovilizaciones de grupos paramilitares.
36
Sin embargo, en este año también fueron constantes las violaciones del cese
del fuego parte de los grupos paramilitares; las intenciones de mantener activas
las estructuras armadas de dichas organizaciones; las diferentes modalidades de
brutalidad, de surgimiento de nuevas expresiones armadas asociadas al
narcotráfico y los casos de desmovilización parcial. En estas condiciones, el año
2005 permitió ver múltiples modalidades de coacción sobre la vida política, las
economías locales, las administraciones públicas, y las poblaciones por parte de
los grupos paramilitares, como lo han denunciado los medios de comunicación
nacional. Ejemplo de ello es la públicación realizada por el periódico El Tiempo:
las fosas de los paras el día 24 de abril del 2007 22 acerca de las fosas comunes
de los paramilitares, públicación que colocó sobre la mesa la crueldad y el horror
que se esta viviendo en el país.
Es evidente que las fosas no escandalizan a la población acostumbrada al
silencio y a la apatía, sin embargo 31.656 23 víctimas correspondientes a homicidio
extrajudiciales y sociopolíticos siguen siendo una realidad para encarar, 10.000
desaparecidos es la cifra que maneja la Fiscalía para toda Colombia. No
solamente estos datos pueden hacer que los paramilitares respondan por los
crímenes de lesa humanidad, sino también el hecho de la capacitación realizada
por los mismos para la mutilación, campos de entrenamiento para desmembrar,
descuartizar a seres humanos ¿y la justicia? ¿y el derecho? ¿y la ley?, ¿Cuál es
el enemigo? ¿Cuál es la víctima? parece ser que no escapamos de la razón
occidental, del pensamiento organizado, calculado, sistematizado, igual que el
logos alemán en el holocausto nazi:
Las víctimas llegaban en camiones cargados, las bajaban del vehículo con las manos
amarradas y las llevaban a un cuarto. Allí permanecían encerradas incluso dos días, a la
espera que empezara el cruel entrenamiento. Luego venía la instrucción de coraje: repartían
22
Después de la publicación del Tiempo, la revista Semana continuó haciendo el seguimiento a las
masacres de los paramilitares, esto no quiere decir que antes no se haya escrito al respecto, es
evidente que las denuncias ya se habían realizado, pero nunca habían sido escuchadas por la
opinión pública. Lo interesante de esta aparición es que nunca antes había sido publicado un texto
tan diciente el un medio de comunicación que tuviera tantos lectores, es decir, que el impacto de la
noticia fuera al nivel de tantas masas. La preguntas es ¿No podían ocultar más tantas masacres?
23
Fuente: Comisión colombiana de juristas para el periodo julio del 1999-junio 2006.
37
a la gente en cuatro o cinco grupos y ahí la descuartizaban, el instructor le decía a uno:
“usted para acá y fulano para allá y le da seguridad al que esta descuartizando. Siempre que
se toma un pueblo y se va a descuartizar a alguien, hay que brindarles seguridad a los que
hacen el trabajo.” Las víctimas eran sacadas en ropa interior a los campos de
entrenamiento. Ellos salían llorando y le pedían a uno que no les fuera a hacer nada, que
tenían familia. Pero la instrucción era quitarles el brazo, la cabeza, descuartizarlos vivos.
Todo se hacia con machete o cuchillo (la motosierra se enreda en la ropa). Luego se les
abría desde el pecho hasta la barriga para sacar lo que es la tripa, el despojo, eso era con la
mano. Nosotros que estábamos en instrucción sacábamos los intestinos.
Testimonio rendido en la indagatoria por Francisco Villalba, Paramilitar
24
“(…) Si volviera a haber exterminios en masa, unilaterales, sistemáticos,
mecanizados, provocados por un gobierno, perpetrados sobre poblaciones
inocentes e inermes y legitimados por la doctrina del desprecio. Profetas,
afortunadamente no somos, pero algo poderoso que decir” (Levi 2001:80). La
situación limite La tarea política, el ejercicio democrático de las víctimas es la
urgencia de la palabra, la única posibilidad es garantizar la verdad mediante el
señalamiento de los responsables, recobrar y tatuar en la memoria los crímenes
cometidos. La reconciliación es posible mediante el juicio de los eventos que han
sido llevados a la oscuridad. No hay perdón, porque el perdón es la eliminación
de la memoria colectiva, la eliminación de la historia y por lo tanto radicalizar el
dolor mediante el olvido. Las víctimas siguen siendo un silencio prolongado, la
extensión de la impunidad, visibles solo para las estadísticas y los censos pero no
para los juicios: 25
La liberación de la acción es tomar la teoría empezar a vivirla, el pasado y el
futuro chocan entre sí, no sólo como una reacción política sino como un síntoma
crónico de dolor dentro del ser. La problemática del desplazamiento en Colombia
es tan compleja, que se ha llegado a calcular que cerca del 10% de su población
24
El Tiempo: las fosas de los paras el día 24 de abril del 2007.
Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del
abuso de poder, en el numeral 8 Resarcimiento: Los delincuentes o los terceros responsables de
su conducta resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las
personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los
daños o pérdidas sufridos, el reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la
victimización, la prestación de servicios y la restitución de derechos.
25
38
en las últimas dos décadas fue desterrada, obligada a huir de sus sitios de
vivienda o trabajo (CODHES). La constante negación de los derechos humanos,
sustentan ampliamente el conflicto interno que tenemos, lejos de afirmarlo,
confrontarlo e intentar resolverlo, negamos las circunstancias límite en las que han
vivido 10% de los colombianos. No sólo es la privación de los derechos
económicos (trabajo, vivienda, propiedad, producción) sino también los efectos
sociales, culturales y existenciales que produce este fenómeno. Las bases del
desplazamiento no han caído, por tanto no ha fracasado tal empresa, ya que aún
tiene intereses y
propósitos claros que no pueden afianzarse sino con la
herramienta eficaz que ha resultado desarraigar a las personas de su tierra y de
su condición humana. Su vigencia la darán las condiciones económicas, políticas
y sociales que dinamicen la realidad social y por supuesto quien esté a cargo del
Estado Social de Derecho, pero, ¿Cómo reconstruir un proyecto de vida si se han
perdido las garantías para vivir, para existir de forma digna? Bien señaló Levi
(Levi, 2001:138) “Los objetivos de la vida son la mejor defensa contra la muerte”.
Nuestro gobierno invierte 438 millones, 272 mil, 945 pesos diarios en seguridad
y defensa, equipo bélico, fumigaciones y entrenamiento de tropas, entre otros.
(Red de Solidaridad Social, 2007) Esta política es ampliamente justificada por la
recuperación territorial a partir de la presencia de Fuerza Pública 26, como una
estrategia de disuasión frente a los terroristas o actores armados irregulares,
especialmente las guerrillas 27. No obstante la militarización del territorio, las
guerrillas y la presencia de paramilitares no responden a la búsqueda de la paz,
sino al pánico generalizado, al terror como mecanismo de dominación, trae
consigo más acciones violentas y por ende más desplazamiento. En efecto,
empiezan a surgir interrogantes sobre la sostenibilidad de esta inversión que
26
La fuerza pública también ha sido actor fundamental del desplazamiento, así como de tortura, la
violencia, la crueldad y todo tipo de acto que valla en contra de la dignidad humana. Ver:
Implicaciones de la tortura psicológica en contextos de violencia política (2005) y Prevenir Tortura
(2006).
27
Únicamente las guerrillas (Ejercito de Liberación Nacional ELN, Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia FARC) son consideradas terroristas. Con la Ley de Justicia y Paz Las
Autodefensas Unidas de Colombia poseen estatus político, esta medida los protegería
indirectamente de ser extraditados por narcotráfico y les abre las puertas para participar en política.
39
desvía recursos del presupuesto de la nación que sirven para la deteriorada
inversión social, pero que son ubicados para la cooperación del gobierno de
Estados Unidos en una lógica militar y explotadora que responde más a sus
intereses estratégicos en la región que a las necesidades del país, así en medio
de una intensificación de la guerra interna y un desbordamiento de la crisis
humanitaria, se sigue vendiendo la imagen de un país sin conflicto interno y con
miras a una democracia estable, justa y soberana.
En efecto, la seguridad del Estado se convierte en una amenaza latente para
las y los ciudadanos, ya que el proceso de globalización y las agendas globales
apuntan a políticas de seguridad de los estados desconociendo los derechos
particulares de las personas; podíamos señalar que teóricamente estas políticas
tienen como fin el bienestar para la mayoría de la población, sin embargo, la
negación de la crisis social y humanitaria es la profundización de la negación de
las circunstancias particulares de cada país, la invisibilización de las demandas
sociales, la democracia y en suma de la eficacia institucional. ¿Cuál es el precio
que se debe pagar cuando se manipula la verdad?
Al asumir la Seguridad Democrática estamos avalando políticamente que todos
somos sospechosos, es decir que el estado esta por encima de la elección
política, cultural, social y económica de los ciudadanos, o, quizás la elección nos
hace susceptibles de ser señalados como una amenaza para el Estado por tener
una visión diferente de las realidades. Esta visión idílica de seguridad garantizada
y mesiánica que tenemos en frente nos da un panorama de homogenización que
sin duda, nos lleva a un rechazo hacia las minorías desprotegidas (que en nuestro
caso es una inmensa mayoría) y por lo tanto un ejercicio político del derecho como
método de exclusión, la sociedad en pro de seguridad absorbe los modos de vida
que chocan con el establecido en la agenda estatal.
Ciertamente el Estado no es un referente de garantías para todos ciudadanos,
se convierte en fuente de amenazas gracias a la segmentación de la política y sus
40
instrumentos (la ley, los derechos y los privilegios). Podemos ver cómo después
del 11 de septiembre del 2001 las políticas de seguridad a nivel internacional
gestaron un nuevo orden mundial, una nueva forma de entender los procesos
sociales, económicos y políticos, el gran proyecto es impedir el terrorismo, pero ¿y
el itinerario social, los proyectos internos de reparación a nivel de pobreza,
educación, salud, alimentación? ¿Acaso no es una forma de exclusión y de
violencia?
Lamentablemente los seres humanos que son excluidos o estigmatizados en
este momento de coyuntura estratégica no juegan un papel protagónico en la
agenda mundial; el ser humano en riesgo, desprotegido, víctimizado, se limita a
ser una consecuencia más de la guerra, un momento más de la dialéctica
universal; por eso las expresiones políticas sólo se limitan a resolver los
problemas a través de la militarización como garante de la seguridad del estado y
teóricamente de sus ciudadanos, sin embargo, la defensa del Estado no debe
justificar la violación de los derechos humanos y de la ley, es decir, no puede
soslayar las responsabilidades primordiales para con sus víctimas.
En el siglo XIX Y XX se ha generado la visión de amnistía, indulto,
negociaciones en miras de la paz; el perdón a favor del víctimario, perdón con
miras a la paz, no obstante debemos poner en tela de juicio dichas formas de paz,
ya que no puede haber paz si no hay justicia, estaríamos frente a una
ambigüedad: una paz construida y edificada pasando por encima del dolor, el
sufrimiento al amparo de principios morales, que olvidan la ética que se debe
tener con las víctimas, por lo menos no condenarlas al olvido, a la indiferencia y al
silencio; así, en aras de una negociación se sacrifica la justicia y logramos
comprender de forma ingenua que es mejor una paz injusta, que seguir
defendiendo la justicia teóricamente. El problema no sólo está relacionado con un
concepto bastante pragmático de paz, en el cual juegan un rol clave los
víctimarios. El problema es que esta idea de paz contradice evidencias de los
41
círculos de la violencia, como resultado de un consenso cada vez más claro y
mayor sobre la justicia.
La reivindicación del ser humano es negada, su dolor invisibilizado y el terror
avalado. En efecto no hay sino un proceso de afirmación estatal sobre las
tragedias de los individuos, una deformación vergonzosa de la justicia “y hay otra
vergüenza más grande aún, la vergüenza del mundo y su indiferencia” (Levi, 2001:
25). Ya que pareciera que no existe un puente, una conexión verdadera entre los
seres humanos que le dieran un lugar un puente en donde fuera reconocible su
condición como ser entre seres, la muerte del ser humano es su desconocimiento,
su soledad:
“Parece que no existiera un puente entre la subjetividad más radical, en la que ya no
soy “reconocible” en el mundo exterior de la vida. Dicho con otras palabras, el dolor,
verdadera experiencia, entre la vida como “ser entre los hombres” (inter homines esse) y la
muerte, es tan subjetiva y alejada del mundo y de los hombres que no puede asumir una
apariencia en absoluto” (Arendt, 1993: 60)
En el Estado no existe conflicto interno, sin embargo las estadísticas recientes
muestran lo contrario, las dinámicas de guerra, las estrategias políticas
seleccionan y jerarquizan a la población como medios para fines 28. Podemos ver
cómo el desplazamiento forzado no es arbitrario, ni tiene causas inocentes o
externas sino que responde a una maquinaria de dominación pensada, planeada y
efectuada. Después de la instrumentación humana para fines políticos, es
absolutamente racional (desde nociones progresistas) que ciertos sectores sirvan
28
-Aquellos lugares en donde se despliega toda la ofensiva del Estado contra la guerrilla a través
del Plan Patriota (Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo) y las operaciones militares Escudo (Norte
de Santander y Arauca) Fortaleza (Norte de Santander), Resplandor y Espada (Sierra Nevada de
Santa Marta y Montes de María), Zarandeo (Caquetá), Heliconia (La Hormiga, Putumayo) y Omega
(Sur del Valle y Norte Cauca).
-Las zonas de amplia presencia y dominio paramilitar (Magdalena, Cesar, Córdoba, Sucre,
Magdalena Medio, Norte del Tolima, entre otros).
-Las zonas que registraron ataques de las FARC contra la Fuerza Pública y la población civil
(Cauca, Nariño, Antioquia, entre otros).
-Los departamentos en donde se produjeron detenciones masivas de ciudadanos acusados de
terrorismo (Meta, Tolima, Arauca y Putumayo, entre otros).
-Las regiones de fumigaciones aéreas (Nariño y Chocó, entre los más afectados).
42
de piedra angular para obtener el poder y la hegemonía; así, toda visión
humanística, axiológica es entendida como discurso mesiánico o lo que es peor un
asistencialismo sin fundamento.
La política estatal es responsable porque contribuye al desplazamiento al no
generar garantías y leyes eficientes como una prioridad en la agenda de
reparación social del país. Debemos tener en cuenta que los datos mencionados
no son estáticos, ya que responden a las movilizaciones de los actores y a sus
respectivos intereses; además cada región posee características particulares que
hacen incrementar los ataques ya sea por su riqueza natural para la explotación
de los recursos, por su ubicación geográfica, como punto estratégico para la
guerra, para el narcotráfico, extorsión y secuestro.
Así llegamos a una conclusión cruda: la condición humana, el respeto a los
derechos humanos y la dignidad de las personas está mediada por aspectos
económicos, políticos y sociales y estos están por encima de lo humano, la
instrumentalización de las relaciones entre los hombres han olvidado al ser. La
necesidad y la vida están íntimamente ligadas, el ser se ve obligado por la
necesidad a abandonarse. El ser niega su ser y el ser del otro por su necesidad,
es decir que su artificio termina siendo superior a él, y en efecto se priva de toda
posibilidad de acción y libertad:
Hay países en los que nunca se ha conocido la libertad, porque el deseo de ella que
siente el hombre aparece después de otras necesidades mucho más apremiantes: luchar
contra el frío, el hambre, las enfermedades, los parásitos, las agresiones animales y
humanas: pero en los países donde las necesidades elementales están satisfechas, se
siente la libertad como un bien al que en ningún caso se debe renunciar: no se le puede
quitar la importancia, es un derecho natural y obvio, y además gratuito, como la salud y el
aire que se respira. Los tiempos y los lugares en que es negado este derecho congénito son
sentidos como lejanos, extraños. (Levi, 2001:141).
Como resultado de la negligencia de los responsables, podemos ver cómo la
crisis humanitaria, trae consigo un resquebrajamiento político, desde la base ideal
de libertad: ese suelo metafísico que persiguen todos los países es reemplazado y
sesgado por una sobrevivencia transitoria. Una patria sin sueños y carente de
43
respaldo, una opinión pública silenciada o engañada es la imposibilidad de
reconciliación con los ideales, es sustentada después de años de sufrimiento,
terror y decepción. De manera que este profundo sentimiento de hastío frente a
los repetidos fracasos e intentos de democracia, de reformas en la sociedad y de
la instauración de la paz, nos roban el privilegio de fundamentar la existencia
colectiva en el metarrelato de la libertad como una política.
La libertad para un país es una tesis ambigua, pero, si cada individuo es capaz
de comprender la necesidad de vivir en una sociedad en donde impere el sentido
de libertad, dignidad y paz, es posible que empiece a moverse en terrenos
peligrosos, porque es innegable que la libertad, la posibilidad de acción en el
ciudadano es imperante y no va a colocarla por debajo de aspiraciones
mesiánicas, pero ¿Qué costos humanitarios puede traer una paz simulada,
eliminando la justicia y la libertad del otro?
Podemos ver cómo la cooperación internacional ha sido esencial para el
amparo de las víctimas, ya que nuestro presupuesto está destinado para combatir
el terrorismo y garantizar la seguridad de los ciudadanos 29. Este obligado
ordenamiento nacional mediado por la violencia, es un problema que ya desbordó
el capital de recursos destinado a abastecer a las diferentes regiones de la nación;
la planeación no puede, ni podrá abarcar la magnitud de las cifras de víctimas. Lo
más preocupante es que el número crece día a día y el costo en las vidas de las
víctimas es evidente: la carencia de salud, educación, vivienda, prestación de
servicios públicos, la violación de los derechos humanos, entre otros, agravan la
situación de cada uno de estos partícipes de una guerra que nos les corresponde.
29
En la segunda reunión del Consejo Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada
realizada el 4 de abril, el gobierno informó que, sumando toda la inversión de las agencias
oficiales, esta suma podría acercarse a un 1.07 billones de pesos distribuidos así: 557 mil millones
en 05 y 518 mil millones en 2006, lo que implica que el déficit presupuestado por el propio gobierno
asciende a 3.73 billones de pesos. Sin embargo, no es clara la especificidad de estos recursos
que, al parecer, se confunden con inversión social para poblaciones en situación de vulnerabilidad
y pobreza.
44
Según la Fundación Seguridad y Democracia, durante los tres años del
gobierno del Presidente Uribe, el número de combates entre Fuerza Pública y
grupos armados ilegales casi se triplicó, comparado con el periodo de los tres
primeros años de Pastrana. Igual tendencia presentan las cifras detalladas para
combates entre fuerza pública, ELN, FARC y AUC en ambos períodos. Durante el
primer año de gobierno del presidente Pastrana se registraron 308 ataques contra
la fuerza pública, de los cuales 216 fueron hostigamientos y 69 emboscadas que
generalmente se dan en las vías rurales; para el primer año de Uribe se
presentaron 558 ataques contra las fuerzas militares, 243 hostigamientos y 94
emboscadas, para el segundo y tercer año de Pastrana las cifras fueron similares,
sin embargo, la tendencia continuó creciendo en un 8% para los siguientes
periodos de Uribe. Los combates entre los actores del conflicto también muestran
una tendencia creciente, sin que la capacidad de gobierno efectivo de los
territorios se refleje en mayor presencia militar del Estado en estos, de hecho en
algunas regiones se ha producido un proceso intensivo de militarización, sin
resultados significativos frente a los grupos armados, pero con un devastador
impacto de los enfrentamientos sobre la población civil.
La experiencia dentro y fuera de la violencia nos hace sujetos activos, es decir,
la forma de percibir, reflexionar, interpretar y pensar la realidad esta
absolutamente mediada por las condiciones que atraviesan la existencia de cada
ser humano, de hecho, cada percepción comprende la estrategia de guerra de
forma particular. Los desplazados obedecen a una condición impuesta que los
afirma, al nacer en este nuevo reino de la injusticia se bautiza en el reino de las
injusticias., lo que nos viene dado no es, sin embargo, una realidad impuesta, se
representa a través de la imposibilidad (judío, mujer, guerrillero, paramilitar,
desplazado) que se entrecruza en cada sujeto robándole la posibilidad de ser, de
existir. La víctima dejar de lado su ser,
para por encima de sí misma
soslayándose, olvidándose de sí, las personas se ven reducidas a las categorías
que se le otorgan, se le niega toda posibilidad de existir.
45
Al terminar la década de los 90 el desplazamiento se consolida como un
fenómeno social que crece y se expande por todo el territorio nacional en medio
de una guerra irregular, pero continua, que hace más inhumanos a los
ciudadanos, en especial a los que la guerra les parece una palabra abstracta,
porque han estado a la periferia, no han sido tocados por ella. La ética no es
elemento que debe ser cuestionado, sino un factor intermitente que se puede usar
de forma oportunista o en el discurso del más lucido orador. El amoralismo político
es evidente desde diversos intereses, acuden a esta estrategia de destierro,
despojo y terror.
La población desplazada no sólo es despojada de sus derechos civiles y
políticos, y desconocida en su condición de población civil, sino que también es
sometida a un sistemático y dramático deterioro de su calidad de vida. Las
condiciones
de
dignidad
son
reemplazadas
por
la
estigmatización,
la
vulnerabilidad de sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales, es
decir, por la privación misma de sus derechos fundamentales. La víctima puede
ser entendida como la afirmación de una condición externa –desplazamiento- y la
negación de una condición interna- existencia-. Entonces ¿Es posible existir en la
negación? ¿Se puede existir sobreviviendo en la negación de la existencia?: “Vivir
una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de las
cosas esenciales a una verdadera vida humana” (Arendt, 14993: 67)
Hasta el momento se ha señalado cómo el desplazamiento forzado afecta
fundamentalmente las zonas del país asociadas a los conflictos sociales y
regionales, no resueltos, y sometidas a los rigores de la guerra; y cómo se agudiza
en la medida en que la consolidación territorial de los actores armados empieza a
dar lugar al control de territorios estratégicos en términos económicos, políticos o
militares.
Una particularidad de esta guerra es que se libra militarmente en el área rural y
sólo pocos centros urbanos se ven sometidos directamente a la condición de
46
violencia de frente, en la circunstancia real de las operaciones militares. Las
ciudades padecen cada vez más las manifestaciones del conflicto a través de
cercos estratégicos, asesinatos selectivos, presencia de milicias urbanas, actos
terroristas, pero, en general, no son escenario frecuente de masacres, tomas
militares, retenes, destrucción de infraestructura económica o expulsión de
poblaciones.
Por esta razón, ciudades capitales e intermedias y cabeceras municipales se
constituyen en los principales centros de recepción de las poblaciones que huyen
de la guerra. Ofrecen virtualmente la posibilidad de mimetizar la identidad en
medio de la diversidad, mayores oportunidades de supervivencia económica y una
mayor presencia del Estado en términos de seguridad, justicia y servicios públicos
colectivos. Esta fantasía, este oasis, es cruelmente desmentido cuando la víctima
migra; las ciudades ofrecen mayor seguridad frente al conflicto armado, pero
plantean nuevos peligros y nuevas manifestaciones de violencia y marginalización.
La ciudad se convierte en un monstruo incomprensible, que afecta con mayor
rigor a las poblaciones vulnerables, la ley de la selección natural es la que rige los
caminos estériles del asfalto, la especie más fuerte sobrevive a pesar de la débil,
se da un proceso de mimetización del hambre y el dolor a través de la indiferencia
de los otros; la soledad paraliza por el sufrimiento y la incomprensión. La pérdida
de los lazos fundamentales de sociabilidad, el suelo metafísico de la cultura se ha
ido con las esperanzas y las víctimas se ven sometidas a reconstruir proyectos de
vida en un mundo que les es hostil, distante y ajeno. La empresa que se erige no
tiene los cimientos, no posee estabilidad, no tiene garantías, ni siquiera categorías
abstractas que la avalen como la esperanza, la libertad, la igualdad, la solidaridad,
la justicia, la ley ¿En que relato romántico, real, abstracto se puede fundamentar
esta nueva existencia?: “Más realista es la autoacusación, o la acusación, de
haber fallado en el plano de la solidaridad humana (…) casi todos se sienten
culpables de omisión del socorro…-estar- que ya en sí es una súplica”(Levi,
2001:72 ).
47
Las herramientas culturales que le permitían al desplazado construir su identidad y
su soporte vital, su quehacer en el mundo rural, se ven repentinamente
desvirtuadas en un mundo urbano que demanda otras experiencias, capacidades
y saberes; por lo cual, en la mayor parte de los casos, pierden su potencial para
garantizar la reproducción social y material de las familias, se deja de vivir y de
existir por sobrevivir, en un desgarramiento vital, la enajenación forzada, la ruptura
salvaje deja pocas alternativas que se mueven desproporcionadamente en la
descomposición de este ser diferenciado por su cultura hacia la mimetización
simulada y dolorosa. Sin embargo, la acción de muchos hombres y mujeres se
dirige hacia la búsqueda y reconciliación con sus raíces y su cultura, ejemplo de
ello, son las poblaciones afro desplazadas que se han reubicado en Bogotá, han
hecho evidente su presencia tratando de ser con su tradición a cuestas en un sitio
en el cual siempre serán extraños.
Las manifestaciones culturales transgreden el dolor; a través de las letras, la
danza, el canto el hombre transforma el sufrimiento y lo exterioriza, lo comunica, el
desgarramiento vital se convierte en pura trascendencia. Ejemplo de ello, se dio el
pasado 2 de agosto dónde se realizó el Tribunal Permanente de los Pueblos 30, las
muestras no fueron una denuncia pública ni una marcha multitudinaria, sino un
acto cultural que desnudaba el dolor mediante la construcción artista.
El desplazamiento forzado, al estar proporcionalmente más concentrado en
grupos afrocolombianos e indígenas reclama más que nunca otra política del
estado, un enfoque cultural que efectivamente respete las diferencias culturales,
que comprenda e impulse el reconocimiento de las múltiples formas de interpretar
y transformar realidades.
30
El Tribunal Permanente de los Pueblos, es de carácter no gubernamental, del género de los
tribunales de opinión, tuvo origen en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos
por los Estados Unidos.
48
Se hace urgente la descodificación o la construcción de nuevas capacidades
que permitan recrear la vida como un sujeto social, un animal político inmerso en
significados de justicia, protección, identidad, libertad, elección y garantías. Una
seguridad direccionada a la dignidad y a la defensa de los derechos; a la
efectividad de la ley y de los preceptos trascendentales que engloban la vida de
los seres humanos en sociedad, partiendo del estandarte de la solidaridad. En las
ciudades el desplazado enfrenta la tensión de ser un desplazado y no ser un
ciudadano regular:
“En la mayoría de los casos, se pierden los grupos de referencia (…), constituye la
destrucción de las bases de identidad personal y familiar, se establece la soledad física y
afectiva vivida como muerte en vida. La desaparición de la comunidad, referida incluso solo
al área geográfica, genera sentimientos de confusión, humillación, desesperanza y culpa”
(Castaño, 1996: 56).
Los índices de desempleo de las personas en situación de desplazamiento
alcanzan el 48.9% y la economía informal en las ciudades constituye la principal
opción de supervivencia en medio de la crisis social del país. Pero en general los
desplazados se ven sometidos a un deterioro grave de su calidad de vida, en
relación con la situación que tenían antes de la salida forzada. (ACNUR, 2000)
Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la
casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío,
reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha
perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir
sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad
humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad.
(Levi 2001: 26)
Según el último informe de CODHES (2007) en la población desplazada el
analfabetismo alcanza el 10%, la primaria incompleta el 37%, la primaria completa
12%, la secundaria incompleta el 14%, la secundaria completa el 3%, la educación
superior el 0.6% y la educación técnica el 0.3%. El porcentaje restante
corresponde a menores de seis años. El 77% de los niños, niñas y jóvenes que
estaban vinculadas a la educación formal en las zonas de expulsión, no
ingresaron al ciclo escolar después del desplazamiento en otra flagrante violación
de los derechos económicos, sociales y culturales de los desplazados.
49
Sólo el 34% de los hogares en situación de desplazamiento tiene acceso a
servicios de salud. El 8% de los hogares consultados informó sobre enfermedades
entre sus miembros, especialmente respiratorias, gastrointestinales, coronarias e
infectocontagiosas. Tomando en consideración que hay efectos traumáticos en el
proceso de desplazamiento como consecuencia de las formas de violencia que
preceden la salida forzada y en la inserción en los nuevos y reducidos espacios
urbanos en donde se hace evidente el desarraigo, las enfermedades de la
población desplazada tienden a ampliarse y agudizarse. En estas circunstancias
es muy sensible la ausencia del derecho a la salud de la población desplazada,
además el
acceso a servicios públicos esenciales es más limitado para los
desplazados. (CODHES, 1999:26)
El Estado entonces, debe comprometerse con una política de seguridad
ciudadana fundada en el compromiso con un orden público democrático y con
capacidad para evitar la violación de los derechos humanos y la impunidad. Dicha
seguridad está fundada en preceptos éticos, es decir, en nociones democráticas
reales que garanticen condiciones de vida dignidad de los ciudadanos. A menor
capacidad de las instituciones para ofrecer resultados frente a estos hechos,
mayor el grado de deslegitimación e infortunadamente, mayor el grado que
adquiere la guerra, ya que algunos sectores de la población deciden crear sus
propias condiciones de seguridad y justicia privada al margen del Estado o con su
aval:
“El hombre prefiere negarse a sí mismo antes que a su sistema ¿Cómo es
posible vivir en el mundo, amar al prójimo o incluso tú mismo si no aceptas quien
eres?” (Arendt, 1993: 22). Con este tipo de nociones políticas, el hombre se ve
obligado a negarse a sí mismo desde su condición humana antes que a su
gobierno, la negación del individuo por la afirmación del estado, las estrategias
racionalizadas, en este ambiente público indiferente y hostil, que entiende la
destrucción de la vida de sus ciudadanos como un factor natural de la guerra; el
50
desplazamiento no es solamente un factor de destierro del lugar de origen, es el
desarraigo frente al mundo y con los otros, es la anulación del sentido de
pertenencia a la esfera social y cultural, es comprender el individualismo gregario
de Arendt (1981); este espacio contaminado de seres sin nombre, aislados unos
de otros, la vida política del hombre se entiende como un profundo aislamiento en
esa imposibilidad de acción y por lo tanto de libertad, una vida política fundada en
el silencio y la mentira de las víctimas y el terror al dolor avalado u olvidado por los
ciudadanos presa de una convicción viciosa de seguridad “comprender no significa
(…) negar lo terrible (…) significa, más bien, analizar y soportar conscientemente
la carga que los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su
existencia o inclinarse humildemente ante su peso, como si aquello que ha
sucedido no pudiera haber sucedido de ninguna otra manera” (Arendt, 1981:45)
51
CAPITULO III
1. SOBRE LA CONDICIÓN HUMANA
Este capítulo surge como una iniciativa de la indagación filosófica dentro de la
existencia particular del sujeto en la condición de desplazamiento; la
reconstrucción de las vivencias nos llevará a una resignificación de las víctimas,
desde una teoría y un concepto construido y dibujado a partir de la circunstancia
forzada en la que se dinamiza la vida. La tarea es realizar la reflexión a través de
las vivencias, desde las voces mismas, en el reconocimiento del dolor y el
sufrimiento, como una categoría fundamental en la construcción de la existencia.
2. Crisis antropológica
La existencia del hombre ha sido mediada por el progreso, por su inacabable
necesidad de proyectarse sobre el resto del cosmos, la naturaleza ha quedado
bajo nuestro dominio y merced de la Razón. Por otro lado, el desarrollo científicotécnico nos ha dado la oportunidad de jerarquizar a los hombres de entender
dichos artificios o inventos como una garantía de superioridad no solo como
especie, sino también nos coloca en un lugar dentro del cosmos, un nivel dentro
de los mismos hombres y mujeres, unas categorías externas, que nos cosifican 31
31
Cosificar: con esta expresión Sartre se refiere a la forma inevitablemente conflictiva de
relacionarse las personas. El trato con los demás es siempre un conflicto entre libertades, un
enfrentamiento en el que se busca cosificar a los demás y evitar ser cosificado por ellos. Cosificar
significa convertir un ser humano en cosa, instrumentalizar, utilizar para un fin eliminando su
humanidad, su condición de ser humano. No hay una noción de respeto, el otro es entendido como
objeto de dominio. Aparecer como objeto quiere decir aparecer como lo que está en frente y puede
ser dominado mediante recursos técnicos, o simplemente mediante la fuerza bruta. Las cosas no
tienen subjetividad, ni voluntad, ni metas, ni están abiertas al futuro, las personas sí. pero el hombre
necesita del otro para su propia realización y para el reconocimiento de sí mismo; no es posible la
vida humana solitaria. en este punto se plantea una cuestión fundamental ¿Es posible tratar al otro
como a un sujeto, como un ser que tiene sus propios proyectos, como un ser libre? la respuesta de
Sartre es pesimista: no. Invariablemente, en la relación con los demás o bien el otro nos tratará
como meras cosas o bien nosotros lo trataremos a él; yo intento esclavizar al otro y el otro intenta
esclavizarme a mí. la esencia de las relaciones interpersonales es el conflicto. Sartre expresa
gráficamente esta idea señalando que “el infierno son los otros”. El conflicto de las libertades puede
tomar muchas formas pero se desenvuelve en dos actitudes principales: o bien uno se esfuerza en
reducir al otro al estado de objeto para afirmarse como libertad, o bien uno asume su ser objeto, se
convierte libremente en cosa delante de otro para captar su libertad, para reconocerle como sujeto.
52
nos dan un nombre, un estatus social, político, económico y cultural dependiendo
del lugar en el mundo que ocupemos y su desarrollo; se crea, pues, una situación
problemática o paradigmática ya que, ser tercermundista, subdesarrollado, pobre,
mujer, estrato 1, 2 son palabras que indudablemente fijan un estándar externo que
marca radicalmente la calidad de vida y fija parámetros existenciales. Sin
embargo, existen procesos propios que reafirman la identidad a pesar de las
categorías y circunstancias a las que se ven sometidos; ésta es la posibilidad de
acción que Arendt menciona, la reafirmación de la identidad únicamente se puede
gestar con el otro en la reciprocidad del reconocimiento, por fuera de las
relaciones de cosificación.
El problema surge cuando nos preguntamos si estas categorías externas que
intervienen al interior del ser humano pueden llegar a transformarnos, a
reconfigurarnos: una situación límite –el desplazamiento forzado- modifica y puede
llegar a renombrar al sujeto ¿Sería necesario adecuar la definición de ser humano,
reinventarla, modificarla, o cruelmente adaptarla o llegar a comprender la mimesis
del ser humano con su entorno? Si construyéramos una teoría de la adaptación,
llegaríamos a la conclusión de terminar siendo objeto de nuestra creación, como si
una mesa constituyera y creara la vida del carpintero ¿La construcción artificial
que hemos gestado construye hoy nuestra vida, marca el rumbo de nuestra
existencia? Sin embargo, no podemos negar que la víctima queda a la deriva, sin
ninguna opción, es innegable que la condición de desplazamiento es una
circunstancia externa, pero que transforma la realidad interna del sujeto que la
vive; ésta se convierte en una condición existencial de la cual no puede
escaparse, el desplazado queda en la absoluta vulnerabilidad y la reconstrucción
de su ser, implica condiciones vitales y materiales que lo ayuden a nacer de nuevo
como humano y no como medio, como instrumento. El recorrido existencial, en
referencia directa a la problemática del desplazamiento, será emprendido con
Hannah Arendt desde una hermenéutica que sea capaz de mirar su teoría, su
crítica del mundo moderno, conllevando así, a una redefinición de lo humano, a
una reivindicación.
53
La posibilidad del pensar, de pensarse, de mirar hacia adentro, ha sido dejada
de lado cuando se trata de sobrevivir y no de existir; el uso público del pensar
mediante el juicio interior, político, económico, cultural, histórico y social ha sido el
privilegio de la filosofía. Sin embargo, se hace urgente que esta pregunta sea
dinamizada en todo contexto para lograr emprender un descubrimiento real de
nuestro ser actual, es irrefutable que cada pensamiento filosófico ha amparado
una ontología desde las circunstancias particulares de su ser y su contexto, por
consiguiente, la ontología que abordaremos será la que nos lleve a la indagación
del ser en sus circunstancias: el ser en contingencia 32.
El estudio del ser o lo que es en tanto que es y existe, es decir, el estudio de
todo lo que es: qué es, cómo es y cómo es posible, nos llevará a una nueva
dirección, una comprensión desde su condición humana. En cierto modo,
reflexionaremos sobre las concepciones de la realidad, sobre cómo definen al ser
las circunstancias; en efecto, las preguntas posibles iniciales a esta reflexión
podrían ser: ¿Qué es el ser? ¿Qué es la existencia? ¿Cuál es el fundamento de la
existencia? ¿Es la existencia una propiedad, un lujo o un derecho? ¿Qué
diferencia hay entre existir y sobrevivir? ¿existe el ser o deja de existir de acuerdo
con sus circunstancias?¿Cuándo deja de existir un ser, para convertirse en un no
ser, en una cosa o es únicamente un cambio en su existencia?
32
Contingencia: Rasgo común a todas las cosas (incluido el hombre). Es “el estar de más”, el existir
de modo gratuito, sin que exista justificación o necesidad alguna para ello. La fragilidad de la
existencia, la existencia como algo gratuito. La pura facticidad, como uno de los rasgos básicos de
la realidad. Sartre destaca “estamos arrojados a la existencia”, nuestra presencia en el mundo no
responde a intención ni necesidad alguna, carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es
absurdo, la muerte es absurda.
Sartre afirmó en su libro La Nausea “Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por
definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes
aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han
comprendido esto. Sólo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y
causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contingencia no es una
máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad
perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo.”
54
Nuestra construcción de un mundo común debe partir de una concepción real
de ser, no desde perspectivas globalizantes, que nos privan de su verdadero
significado; este ser se debe pensar desde su circunstancia, desde la relación
que lleva con el mundo. Arendt realiza una crítica existencial, entendiendo al ser,
como un evento para pensarse, de otra forma se llegará al sin sentido; así pues,
la condición antropológica de ser, consiste precisamente en su reconocimiento, en
su encuentro.
Para comenzar, debemos tener en cuenta una pregunta inicial respecto a
Arendt ¿Cómo se nos presenta el ser y su existencia en el desplazamiento? Con
este objetivo debemos precisar que el pensamiento filosófico frente a la condición
humana se edificará en tres pilares fundamentales: Labor, Trabajo y Acción que
son la clave para encontrar el significado que tiene la existencia humana. Labor
es la actividad humana que cubre las necesidades básicas y asegura la
supervivencia individual y la de su especie, el Trabajo que nos lleva a la
mundanidad que crea los artificios y la Acción es la capacidad de iniciativa, de
iniciar algo nuevo y sólo puede darse en la pluralidad y en la libertad. El ser
humano es el único que participa de la acción voluntaria, su privilegio es el
pensamiento, a diferencia del animal laborans que está inmerso en el proceso de
cubrir las necesidades, e incluso la utilización de útiles e instrumentos forma parte
de su propio proceso vital y de sobrevivencia: es el reino de la necesidad. Es el
homo faber quien crea un mundo artificial mientras que la acción, la capacidad de
iniciar procesos, se da entre los hombres, no entre las cosas, y es impredecible,
es el reino de la libertad: “los hombres son seres condicionados, ya que todas las
cosas con las que entran en contacto, se convierten de inmediato en una
condición de su existencia” (Arendt, 1993: 23)
Arendt comprende que la existencia de los seres humanos está condicionada, que
somos fruto de los acontecimientos y por lo tanto seres mutables. Como ya
mencionamos, es necesario comprender que en la situación existencial del
desplazado Contingencia Radical, en ese cambio involuntario del existir, el ser
humano debe partir de una introspección, de un reconocimiento de sus
55
circunstancias, entenderse dentro de la transformación, reconfigurarse dentro de
una realidad, confrontarla y transformarla, pero ¿Qué posibilidad existe de
comprender un fenómeno si aún no se ha reconocido?
“Desde una perspectiva Arentiana podemos encontrar la negación de la
posibilidad de una condición humana real en el desplazamiento cuando: primero,
es negada la posibilidad de intersubjetividad, segundo, una vida que participe de
la política, y tercero la necesidad latente de libertad, si observamos con cuidado
Arendt no soslaya la necesidad del reconocimiento del otro como mecanismo
constitutivo de la existencia particular, es decir que es innegable que la vida de los
seres tiene fundamento en la vida de los otros:
(…) políticamente hablando, si morir es lo mismo que dejar de estar entre los hombres, la
experiencia de lo eterno es una especie de muerte, (…) ninguna clase de vida humana,
nisiquiera la del ermitaño es la agreste naturaleza, resulta posible sin un mundo que directa
o indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos. (Arendt, 1933: 37).
Sin embargo, comprender la existencia del otro, es aún más complicado
cuando se trata de vínculos políticos, ya que el otro se tiende a convertir en el
enemigo; el hombre político por naturaleza comprende también que la política es
dominio, poder y en este sentido se inaugura la contingencia radical del otro;
consecuentemente no se trata de condenar a la política como un recurso vital en
el ser humano, pero tampoco podemos tejer relatos metafísicos que la vanaglorien
y nos priven de un análisis más real y desencarnado. En efecto, Arendt hace la
precisión frente a la política como un recurso de hábiles oradores que sean
capaces de usar su razón sin escatimar recursos, podemos ver cómo
históricamente el discurso ha sido acompañado de la convicción de sus
espectadores; es así como la palabra, el lenguaje puede estar cargado de
brutalidad, horror e injusticia cuando ampara una política determinada: “la
violencia sobre los otros, es el acto pre-político de liberarse de la condición de
necesidad para la libertad del mundo” (Arendt, 1993: 44)
La política es entendida como un asunto privado y público, ya que el ser
humano se constituye a sí mismo, su familia y posteriormente a su sociedad
dentro del entramado de relaciones que lo hacen un animal político, un ser con los
56
otros, parte de una organización; en efecto son construcciones heredadas y
simultáneas.
“Lo que impedía a la polis violar las vidas privadas de sus ciudadanos y mantener como
sagrados los límites que rodeaban cada propiedad, no era el respeto hacia dicha propiedad
tal como lo entendemos nosotros, sino el hecho de que sin poseer una casa el hombre no
podía participar de los asuntos del mundo, debido a que carecía de un sitio que propiamente
le perteneciera” (Arendt, 1993: 42)
En nuestro caso podemos observar cómo, las familias son obligadas a
abandonar sus propiedades y son desterradas rompiendo arbitrariamente su
noción de estabilidad, de seguridad familiar; sus posibilidades de subsistencia son
limitadas, la vida se transforma a partir de la violencia y la brutalidad de la guerra,
el entorno se desdibuja, se trasmuta y el mundo se muestra ajeno, complejo,
impermeable, lo desconocido toma ventaja frente a la crisis del ser humano, deja
de ser una condición económica, social y política y se convierte en la existencia
misma, el conflicto se materializa en la catástrofe social y la exclusión del
individuo. Por su magnitud, expansión, persistencia, causas y consecuencias, el
desplazamiento forzado en Colombia sigue siendo la expresión más grave de una
confrontación armada en la que los civiles no combatientes se convirtieron en un
objetivo y por lo tanto, en las principales víctimas. La política de un estado es el
centro de la vida privada y pública de los seres humanos, por lo tanto ésta es la
parte constitutiva de la existencia de los mismos.
La diferencia no es entendida en sentido positivo, el otro –el desplazado-, es
entendido como negatividad, es estigmatizado y señalado; este rasgo es
incrementado por el problema del desempleo y la posibilidad de generar ingresos
económicos estables, o virtualmente porque vive una situación que merece. Así
vemos como las dos instancias menores en la teoría de Arendt como son: labor
(necesidades básicas) y
Trabajo (creación artificial) se convierten en una
categoría fundamental para la sobrevivencia, desplazando la Acción que
proporciona libertad y desde nuestro análisis una verdadera existencia.
57
La acción entendida como nacimiento, nos da una pauta para entender los
procesos sociales que han liderado las comunidades desplazadas, porque, en
efecto muchas han tomado la vía de la reivindicación a través de la acción, por
medio de la palabra, han tomado su drama como un mecanismo de denuncia no
sólo de sus crisis sino también la crisis humana y la de sus instituciones. Miles de
desplazados han contado sus historias para crear memoria y comunicar al mundo
su situación, se han afirmado a pesar del dolor, la crueldad y la negación. Ellos
fueron capaces de volver al mundo humano a través de un segundo nacimiento en
la acción y la palabra, aun cuando todo les ha sido negado. “Mediante la acción y
el discurso los hombres muestran quiénes son, revelan activamente su única y
personal identidad y hacen su aparición en el mundo humano” (Arendt, 1993: 203)
La labor y el trabajo, en las comunidades desplazadas se expresan en la
economía informal, la construcción y el “rebusque”; se convierten en su principal
fuente de ingresos, dado que en el mundo urbano, la mayor parte de los
desplazados sólo puede disputarse espacios laborales de fuerza de trabajo no
calificado, y por consiguiente numerosas empresas explotan la mano de obra
barata y generan ingresos inferiores que le dan al trabajo una cualidad más
agobiante y deprimente: la pobreza que lleva a la exclusión. La carencia de
vivienda, los problemas de salud, la falta de alimentación y la educación
menguada, representan los problemas de acceso a la vida digna; la presión de la
crisis económica ha llevado a muchas familias a optar por la mendicidad, poniendo
en evidencia la nula atención del Estado, actitud que también debe ser entendida
como una forma de crueldad, pues desatiende las necesidades de poblaciones
vulneradas, con el fin de acumular riqueza para propósitos particulares: “el
proceso de acumulación de riqueza, tal y como conocemos, estimulado por el
proceso de la vida y a su vez estimulando la vida humana, solo es posible si se
sacrifican el mundo y la misma humanidad del hombre” (Arendt, 1993: 283)
Podemos observar cómo la carencia de propiedad, que naturalmente deviene
de lo privado, lleva al ser humano a la pérdida de la libertad, es decir, que las
58
necesidades primarias y el trabajo en cuanto tal, influyen de manera dramática en
el ser humano; así podemos deducir que la pérdida de valor a nivel existencial del
desplazado surge inicialmente de su pérdida de identificación social con la labor y
el trabajo, es decir con las garantías mínimas para sobrevivir en la sociedad:
“necesidad y vida están tan íntimamente relacionadas, que la propia vida se halla
amenazada donde se elimina por completo la necesidad (…) la objetiva y tangible
diferencia entre ser libre y ser obligado por la necesidad ha dejado de captarse”
(Arendt, 1993: 76)
Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten
la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre
vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien
lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá
decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de
afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su
utilidad. (Levi, 2001: 26)
La vulnerabilidad de la población desplazada en derechos económicos, sociales y
culturales es más grave para las mujeres, los niños y las niñas que enfrentan no
sólo las consecuencias del conflicto armado sino también la violencia intrafamiliar,
maltratos y abusos, sobreexplotación laboral, violencia sexual, discriminación y
desarraigo en zonas urbanas. Según CODHES (1999) El 53% de los desplazados
son mujeres y niñas. Las mujeres jefas de hogar representan el 32% del total de
hogares desplazados. Los niños, niñas y jóvenes hasta los 19 años representan el
70% del total de la población desplazada, lo que advierte sobre un incremento de
este sector de la población afectada por el fenómeno.
Es necesario hacer hincapié en que el impacto del desplazamiento es sin duda
más dramático en las mujeres, niñas y ancianas quienes sufren los efectos de la
guerra y cargan con el dolor, la miseria, el duelo, la tragedia, la represión y el
señalamiento. Han visto morir a sus hijos e hijas, padres, esposos o han tenido
que desplazarse para proteger la vida de sus familias, añorar a los desaparecidos
(as) y secuestrados (as). La mujer ha tenido que vivir y afrontar la realidad de una
59
guerra que posee banderas, signos y símbolos, panfletos que destruyen día a día
la posibilidad de reivindicar sus derechos.
La victimización de la mujer en el desplazamiento tiene múltiples variables y por
tanto gravedad. En las zonas de conflicto las mujeres se convierten en objetivo
militar por variadas circunstancias, ejemplo de ello: las relaciones afectivas o
familiares con algún actor armado, ser mujeres cabeza de hogar, ser viudas, ser
líderes comunitarias, trabajar a favor de las víctimas, por ser obligadas a albergar
o alimentar a los actores armados, entre otros factores. Los cambios drásticos que
amparan sus vidas los podemos entrever en la dificultad que implica generar
ingresos, ya que deben asumir nuevos roles productivos (campesinas) los cuales
están insertos en la economía informal. También la dificultad de las relaciones
familiares, ya que en muchos casos deben asumir la responsabilidad de la familia;
por otro lado, el bajo nivel de autoestima y la incertidumbre frente a su vida y la de
su familia. La organización Femenina Popular 33 informa que en el 2006, 8 de cada
10 mujeres han vivido la violencia intrafamiliar, el 15% de homicidios son mujeres
y el 58% desplazada también son mujeres.
Simultáneamente, las mujeres han sido asesinadas, amenazadas o violadas por
grupos armados legales e ilegales que prohíben acercarse al bando contrario, las
hacen partícipes del conflicto convirtiéndolas en amantes o amigas para usarlas,
para mantenerse informados o para servidumbre material y sexual: “la violencia
sexual es utilizada como una forma de castigo en las mujeres que supuestamente
tienen algún tipo de relación afectiva con miembros del bando contrario o que se
supone que colaboran con el enemigo. En este sentido se usa como una forma de
advertencia a las demás mujeres de la comunidad. De la misma manera el terror
33
Organización Femenina Popular: ONG que lleva un proceso de organización, formación y
movilización popular de mujeres de base, defensoras de los Derechos Humanos Integrales, que se
asumen como sujetas políticas de derecho y construyen proyectos de vida digna a partir de la
resistencia frente a todas las formas de violencia (económica, social, cultural, civil y política).
Proponemos la defensa de la vida y los derechos humanos integrales, reivindicando y vindicando
los derechos de la mujer, quién como sujeta política eleve su conciencia de género y de clase,
transforme su realidad social y reconstruya el tejido social a partir de sus propias acciones
cotidianas civilistas y autónomas.
60
implantado hace que las mujeres sean sometidas a no enterrar sus muertos y se
les ha impedido recoger los cuerpos” 34
Ejemplo de esto lo presenta un testimonio brindado por una mujer campesina
víctima de dichos ultrajes: “Él estaba en la hamaca, como yo estaba con el
embarazo adelantado la niña no quería estar conmigo, siempre buscaba al papá
que la cargara. El disparo le atravesó un brazo a mi marido y la cabecita a la niña,
él rodando la llevó hasta el lavadero y yo me puse a lavar la sangre gritando como
loca. Mi hija ni siquiera lloró, se murió de una vez, la pusimos en una colchoneta. 35
La vulnerabilidad de la población desplazada en cuanto al cubrimiento de sus
necesidades básicas, es el resultado de un condicionamiento del ser bajo la
necesidad y por consiguiente la eliminación de la libertad, una reducción de lo
humano a la necesidad. También es necesario enfatizar, como sugiere Arendt, en
las transformaciones que se han dado al interior de la vida histórica y política de
los seres humanos, evidenciar cómo somos resultado de sociedades con heraldos
humanos como dignidad, justicia, derecho que lamentablemente quedan en
burocracias y no son garantías públicas, sino casi bienes que se obtienen en lo
privado: “La alienación del mundo y no la propia alienación como creía Marx, ha
sido la marca de contraste de la época moderna (…) la expropiación, la privación
para ciertos grupos de su lugar en el mundo es fruto de la modernidad” (Arendt,
1993: 283)
Hoy
el
individualismo,
la
trivialidad,
la
indiferencia,
la
nulidad
y
el
fraccionamiento progresivo de lo humano. Ahora bien, el resultado de la historia
nos ha llevado a la eliminación progresiva del otro. Nuestra cuestión es la
inauguración del otro, la otredad o la alteridad, es decir la construcción del ser
34
Informe de 1998 de la Relatora Especial sobre la violencia Contra la Mujer, Radhika
Coomaraswamy.
Ver: Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos Humanos-Derechos
de la mujer. Edición Actualizada. Bogotá. 2002.
35
Tomado de Organización Femenina Popular. Hay que desnudar la verdad, la verdad de las
víctimas. Testimonios.
61
desplazado como lo otro, como ese otro que me construye, el ser desplazado que
se transforma, que se recrea a través de la crueldad y la violencia. El ser humano
dentro de su contexto que es arrebatado de sus garantías, de su condición de ser
y es convertido en otro, en un nombre, en una categoría: “desplazado” y con ello
se comienza a dar conceptos y significados que apuntan al nacimiento de un
nuevo problema, no un nuevo ser, no una nueva existencia, no una nueva ruptura
con el mundo, por lo tanto y partiendo del principio: lo que no se nombra no existe,
este ser que ha sido nombrado ahora existe, pero no ha sido él quien ha elegido,
ha sido llevado al límite para nacer en lo otro, en lo que no le pertenece, en lo que
se le ha impuesto social y políticamente. Es como señala Arendt: “distinción y
diferencia y por lo tanto un asunto privado del individuo” (Arendt, 1993: 33). Este
ser que ha sido definido desde leyes, programas y cuyo reconocimiento no ha sido
concedido por el Estado. La reivindicación básica de la población desplazada es
que se les observe como víctimas específicas del conflicto, hacerlas evidentes
para sí y para los otros, con el fin de atender a sus necesidades de manera
adecuada. Posición que los seres en sí desde su subjetividad no asumen,
ocultando así su responsabilidad:
“Los hombres se han convertido en completamente privados, es decir, han sido
desposeídos de ver y oír a los demás, de ser vistos y oídos por ellos. Todos están
encerrados en la subjetividad de su propia experiencia singular, que no deja de ser singular
si la misma experiencia se multiplica innumerables veces” (Arendt, 1993: 67)
En consecuencia, nace la cuestión de la caída, todo ser se construye siendo en
la existencia misma; entonces nos encontramos siendo; por lo tanto la víctima del
desplazamiento se construye en la violencia, en ese desgarramiento vital, cuando
se cae y se pierde ese suelo metafísico, es decir la teleología, el fundamento de la
existencia en cuanto a trascendencia, el sentido y el valor del existir, por lo tanto
dicha perdida es la caída , la perdida del de sentido, el preámbulo del absurdo. La
caída representa el primer paso para la construcción de una nueva realidad, en
donde el artífice es el objeto ajeno: la violencia y la crueldad, que forma y deforma
este ser naciente arbitrariamente concebido, una nueva realidad, una nueva
afirmación que le niega toda posibilidad, todo privilegio, todo sentido.
62
De esta manera llegamos a la Contingencia Radical, en donde el ser
desplazado se debe obligar a las exigencias de la situación, debe mutar,
transfigurarse y reinventarse. El desplazado es, pero pudo haber sido de otra
manera. Ahora es, la condición humana ha cambiado y debe entenderse como
una realidad subjetiva que está construida por determinaciones externas, por la
Mirada 36 del otro. Por ello se da la tensión entre lo externo y lo interno, la
complejidad entre los otros y este nuevo yo (desplazado) que desconozco:
De hecho este ser desplazado no puede totalizarse ya que cada uno asume de
manera singular los hechos, pero lo que sí es innegable es que este ser se hace a
partir del hecho, de una circunstancia objetiva, un hecho público que conlleva a
rupturas privadas en la víctima. Por ello es una urgencia resignificar a la víctima
en el análisis, en la conceptualización, expresar la tensión dolorosa que es el
autocrearse, en la cosificación propia y ajena. Se debe realizar un estudio de las
profundas connotaciones que tiene el juego de las relaciones de poder, fuera de
las dimensiones económicas y políticas que resultan evidentes; es apremiante
entender sus resultados, el empobrecimiento interior, la pérdida de sí. El nuevo
36
Mirada: Título con el que Sartre designa la presencia de la otra subjetividad ante mi conciencia.
Sartre considera que es un dato de experiencia la presencia del otro como sujeto: el otro nos es
presente de un modo manifiesto en la experiencia de la mirada, que es la experiencia fundamental
en la comunicación. Cuando sentimos que alguien nos mira, sentimos que estamos ante otra
subjetividad, ante otra conciencia, no ante un mero objeto; del otro que se nos hace presente, de
este modo podemos temer que se enfrente a nuestros proyectos, a nuestra libertad; sentimos que
estamos delante de un ser con el que podemos contar, o al que nos hemos de oponer, delante de
un ser que nos valora y pone en cuestión lo que somos, lo que queremos, nuestro ser. Es el ámbito
primero que abre la puerta a la comunicación. la presencia del otro es necesaria para nuestro
propia autoconciencia, somos conscientes de nosotros mismos en la medida en que el otro nos
valora, cuenta con nosotros, nos estima, odia, quiere, detesta... La presencia del otro como sujeto,
su mirada, tiene un valor tan importante que sólo mediante ella se puede decir que somos
conscientes de nosotros mismos.
Sartre tiene una visión pesimista de la comunicación, para él la presencia de otra subjetividad en
mi vida es, en realidad, una intromisión; más aún, trae consigo mi cosificación, mi dejar de ser
sujeto para pasar a ser un objeto, un instrumento del otro que me mira. Ni qué decir tiene que lo
mismo ocurre en el caso inverso: mi aproximación al otro, mi mirar al otro, nunca puede acabar en
otra cosa que en el fracaso, bien por ceder ante su subjetividad y perder la mía, bien por tratarla
como cosa, esclavizarla. Como señala Sartre “la esencia de la relación entre las conciencias es el
conflicto”.
63
camino que se gesta en el reconocimiento de un nuevo “yo” ajeno, adaptado,
transformado, en la imposibilidad de elección. Un proyecto vital desequilibrado, el
yo con los otros deformado y obligado, una transformación inquietante que termina
por desarticular las nociones de identidad, de cultura y de seguridad.
El juego de la ruleta rusa, el arma silenciosa, la guerra y sus frutos en un mismo
ser, el terror, la miseria, la injusticia, expresadas en lo profundo de este ser
ambiguo, indescifrado, calculado para demostrar el poderío, el verdadero drama,
el paradigma del conflicto interno real. El desplazamiento se origina y dinamiza
dentro de este ser agonizante en las múltiples masacres, amenazas de muerte y
ataques indiscriminados, esta violencia masiva, expresada en el ser, en el no ser.
Sin embargo, la angustia de su existencia ha quedado simplemente en cifras:
El qué del dato –ya sea la realidad del mundo o la imprevisibilidad del otro hombre o el
dato de hecho que no me hice a mí mismo- se vuelve el trasfondo sobre el que se destaca la
libertad del hombre, el material que inflama esta libertad. Que yo no pueda reducir lo real a
lo pensable, he aquí el triunfo de la libertad posible. O, paradójicamente: sólo porque no me
hice a mí mismo puedo ser libre; si me hubiese hecho solo, habría podido preverme y, de tal
modo, habría perdido la libertad. (Arendt, 1993:22)
En ese ejercicio intermitente del ser, la acción, la praxis se convierte en
sobrevivir, el sentido de la vida se desdibuja, el resquebrajamiento de una
teleología es transformado por la adaptación del yo contingente, en un contexto
nuevo, extraño, abstracto con seres indiferentes, silenciosos pero dramáticamente
presentes; ahora se da una nueva caída y es el yo contingente con el otro, el otro
que describe, el otro que petrifica, que imposibilita, que construye, que juzga, que
interpreta, que encierra en determinaciones arbitrarias, el otro es el infierno: “la
privación de lo privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne
a los otros, el hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no
existiera”(Arendt, 1993: 67) La soledad a la que es llevada la víctima es el
principio de nuestra sociedad, el dolor olvidado o callado es el principio del
antihumanismo.
Debemos tener en cuenta que el desplazamiento es una condición impuesta, en
donde lo privado juega un papel fundamental, ya que desde la perspectiva de
64
Arendt, el hombre privado es el aislamiento, la imposibilidad de actuar, así el ser
es desvinculado de los otros, sólo existe como espécimen y no como un ser
humano, por lo tanto, el desplazado no se concibe como un ser humano, sino
como una condición abstracta que se vive en su singularidad. El concepto de
privado lo repliega dentro de sí, en la soledad, sin ser visto ni escuchado, privado
de la relación con los otros “la privación de lo privado radica en la ausencia de los
demás” (Arendt, 1993: 20) El hombre privado de los otros no es, no existe, no
tiene un lugar en el mundo pues se niega constantemente su ser, ya que es
soslayado, no puede identificarse con los otros, es obviado, es condenado a la
soledad.
La piedad y la brutalidad pueden coexistir, en el mismo individuo y en el mismo
momento, contra toda lógica; y, por otra parte, también la piedad escapa de la lógica. No hay
proporción entre la piedad que experimentamos y la amplitud del dolor que suscita la piedad:
una sola Ana Frank despierta más emoción que los millares que como ella sufrieron, pero
cuya imagen ha quedado en la sombra. Tal vez deba de ser así; si pudiéramos y tuviéramos
que experimentar los sufrimientos de todo el mundo no podríamos vivir. Puede que sólo a
los santos les esté concedido el terrible don de la compasión hacia mucha gente… en el
mejor de los casos, sino la compasión intermitente dirigida a individuos singulares, al
prójimo: al ser humano de carne y hueso que tenemos ante nosotros, al alcance de nuestros
sentimientos que, providencialmente, son miopes. (Levi, 2001: 52)
La apatía del individualismo, la eliminación absoluta de comunidad, la falta de
solidaridad y de amor hacia el otro, forma parte de la eliminación y cosificación de
la víctima del desplazamiento; desde este camino del no ser o el ser
reapropiándose encontramos la negación, es decir que la existencia individual y
privada fragmentada padece también del exilio relacional, de reconocimiento, el
otro no es una posibilidad sino una negación.
La tarea fundamental radica en encontrar ese punto de apoyo, esa solidaridad
subjetiva de la víctima vital (desplazado) con la víctima virtual (espectador de la
violencia), el encuentro de realidades como unidad, como totalidad desde adentro
en la comunidad del exilio, del desterrado. El conocimiento de la víctima frente al
espejo, las relaciones de la opresión; de esta forma podemos asistir a un
humanismo concreto, como sugirió Arendt en una libertad a partir de la acción, la
65
ética de la acción, en donde la intersubjetividad y la alteridad 37 son el paradigma
inicial del ser, del ser en la caída, es decir, las subjetividades se relacionan en su
ser social, en su desgarramiento en la afirmación de su dolor histórico, en el
señalamiento y la exclusión.
De manera que, en lo colectivo, en el hecho social podemos expresar el
imaginario colectivo, en ese juego de estigmatización a través de la mirada
ingenua, la que expresa el sesgo de la relación humana, en donde no es posible
el hecho de la realización total sino una materialización del ser mediante las
palabras. Desplazado en efecto, es una palabra cargada de valor que roba la
contingencia de ser un ser posible, esta palabra es en esencia la imposibilidad de
trascender lo que la condición ha dictaminado.
El yo que ahora muta, ese yo renombrado, en su deformación se busca en
todos los nombres, en todas las calles, en todos los rostros, el principio de relación
social de ese animal político se ve en situación buscando reconocerse y ser
reconocido. El reconocimiento en el absurdo, en el camino de ascenso hacia la
nada, hacia el sin sentido, hacia el silencio o hacia la palabra enjuiciadora. Por
ende la relación con el otro manifiesta la relación y la marginalización con el yo, es
decir escucharse como sujeto que se ha autocosificado, ha olvidado su ser, su
existencia y se ha convertido en un nombre.
“La Edad Moderna, con su creciente alienación del mundo, ha conducido a una
situación en la que el hombre, vaya a donde vaya, se encuentra a si mismo”
(Arendt, 1996. p.73) El análisis fundamentado en el ser, en el sobrevivir no en el
existir, en ese hecho que ahora ha de constituirlo, de reinventarlo, se traduce en el
ser que se hace y se reconoce siendo, en la Acción, la contingencia relacionada
con el concepto necesidad, ese ser que pudo haber sido de otra manera, que ha
sido llevado al límite sin razón. El desplazamiento como obra de una razón
37
Arendt entiende alteridad como elemento esencial de la pluralidad: en el hombre, la alteridad
comparte todo lo que es, y la distinción, que comparte con todo lo vivo, se convierte en unicidad, y
la pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos (…) el discurso y la acción
revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ello, los hombres se diferencian en vez de ser
meramente distintos, son los modos en que los seres humanos se representan unos a otros.
66
instrumentalizada, formada, planeada, calculada, que no nos lleva a la ausencia
de la racionalidad sino a una afirmación permanente de sus recursos, a una
experiencia antropológica negativa, al borde de la contingencia generalizada, no
solamente del ser en relación consigo mismo sino en relación con los otros, el ser
universalizado que da cuenta de la caída fundamental: El ser mismo. ¿Cuál es la
conciliación del ser humano con su condición racional consumada en la crueldad?
¿Cuál es la salida de este ser histórico que ha encontrado como única escapatoria
el horror, el olvido y la indiferencia? ¿Es la ruptura, la salida para reconocer el no
ser y de ahí partir a tejer la probabilidad de un nuevo ser?
3. Crisis de la Alteridad
“Júpiter
¡Pobres gentes! Vas a hacerles el regalo de la soledad y la vergüenza (libertad), vas a
arrancarles las telas con que yo los había cubierto, y les mostrarás de improviso su existencia,
su obscena e insulsa existencia, que han recibido para nada”. (Sastre, 1982: 112)
La mirada petrificante del otro, la libertad que se permite el otro para interpretar
el ser, para desvalorizarlo, robar toda posibilidad por ser víctima, la
estigmatización de la vida por la condición de desplazado, el en si, en toda su
expresión, sin defensa, sin posibilidad ni necesidad de tenerla, la existencia
reducida a las circunstancias. Si hemos entendido históricamente que el ser
humano está inserto en las relaciones de reciprocidad, ¿Qué sucede cuando no
existe reciprocidad? ¿Qué pasa cuándo no se entiende el otro como ser humano
sino se cosifica?
El desplazado se convierte en el individuo aislado, en el solipsismo obligado, el
ser problematizado para si mismo, en la caída original que es la presencia del otro
que reduce el ser, que lo elimina, que lo convierte en un medio. Aquí el análisis se
convierte en un trabajo más confuso porque desde el mismo momento del
fenómeno de la violencia, de la barbarie, de la crueldad, el desplazado es una
víctima negada, ya que su condición es simplemente una consecuencia de un
fenómeno más grande que él; el conflicto interno es el eje y el resto la periferia y
67
por tanto el olvido, la violencia como un hecho político se evidencia en la
fragmentación y la falta de deliberación del ser en una situación límite. Sumando a
lo anterior, las circunstancias nos brindan una visión panorámica del humanismo
discontinuo, en donde podemos eliminar a los otros con el olvido, la indiferencia, la
complicidad, la crueldad y el horror:
Se trata sólo de una suposición, de la sombra de una sospecha: de que todos seamos el
Caín de nuestros hermanos, de que todos (y esta vez digo –nosotros- en un sentido muy
amplio incluso universal) hayamos suplantado a nuestro prójimo y estemos viviendo su vida.
Es una suposición, pero remuerde; esta profundamente anidada, como la carcoma: por fuera
no se ve, pero roe y taladra. (Levi, 2001:76)
La cosificación comienza con el evento político, la guerra y la violencia como
mecanismos centrales. La violencia no es en abstracto, posee categorías que la
dinamizan, que la ejercitan y que la mejoran. Para corroborar el juego de la
víctima y el víctimario uno debe ser afirmado y otro debe ser negado, juego que
hasta hoy se desdibuja porque no se ha logrado determinar quién es quién. El
desplazado se transforma en medio, su existencia es un acto violento en donde es
cosificado, se vive en la caída y con ella la nueva cosificación hacia el interior, el
yo al encontrarse extraño y en el vacío deambula hacia la nada , con un nombre
nuevo y totalmente incomprendido –desplazado-: “(…) Se sentía, en resumen,
dominado por un enorme edificio de violencia y de amenaza, pero no podía
formarse una imagen de él porque tenía los ojos pegados al suelo por las vitales
necesidades del minuto” (Levi, 2001:15)
En efecto, la caída en si misma es el abismo, es la búsqueda en lo
incomprendido, en lo irracional porque no se llega a comprender el objetivo, ni la
finalidad de la crueldad, las relaciones de poder sin duda son una maquinaria
eficiente, para quienes las manejan. El poder y la acción son limitados. Las
relaciones de poder siempre son desiguales, el poder en nuestro análisis se
sustenta en el temor, se imprime mediante la fuerza y la crueldad y se legitima en
la soledad e indiferencia social. En efecto, los efectos del desplazamiento impiden
el ejercicio del ser, ya que éste se halla impotente frente a la tiranía: “el signo
característico de tales huidas del concepto gobierno, o sea, el concepto de que los
68
hombres sólo pueden vivir juntos legal y políticamente cuando algunos tienen
derecho a mandar y los demás se ven obligados a obedecer” (Arendt, 1993: 242)
El infierno nuevo será el encuentro con el otro externo e igualmente ingenuo, el
otro que constituye el olvido, la indiferencia, la cosificación. En suma, el otro que
observa silencioso y que no siendo culpable, señala y estigmatiza. El desplazado
se ve obligado a llegar desnudo, desprovisto de sí y de los otros, llegar a lo ajeno,
a una ciudad extrañamente familiar por la violencia del abandono. La acción y la
libertad son eliminadas por la inseguridad: “ni siquiera el olvido y la confusión que
encubren eficazmente el origen y la responsabilidad de todo acto individual,
pueden deshacer un acto o impedir sus consecuencias” (Arendt, 1993: 253).
El otro, la ciudad, la pared, la calle, el hambre se harán dueños de la
condición del desplazado con los juicios, los nombres y la exclusión. El silencio se
roba de las manos la dimensión real del problema y fragmenta a su antojo el
fenómeno, Sartre entenderá que la mirada del otro es la muerte de todas las
posibilidades, el otro atribuye una naturaleza, una esencia, algo inmodificable,
inmutable, el otro hace caer en el en si, se transforma el ser en una cosa. Esta
investigación no apunta a realizar panfletos acerca de la injusticia evidente, va
hacia una vieja más no estudiada dimensión del ser; el no ser.
Faulkner afirmó que el pasado nunca está muerto, cuando ni siquiera ha
pasado;
las consecuencias al interior de los seres humanos por hechos de
violencia, son devastadoras, la crueldad rebasa las nociones de espacio y tiempo,
se perpetúa dentro del ser anacrónicamente, reviviendo a diario en el recuento, en
el reconocimiento de su nueva condición, porque en esencia es la negación del
ser. El dolor y la tragedia quiebran la confianza entre los hombres. La
consecuencia directa y quizá la más notoria es el ensimismamiento de las víctimas
en su historia de dolor y tragedia:
No podría ser lavado jamás; había demostrado que el hombre, el género humano, es
decir, nosotros, éramos potencialmente capaces de causar una mole infinita de dolor; y que
el dolor es la única fuerza que se crea de la nada, sin gasto y sin trabajo. Es suficiente no
mirar, no escuchar, no hacer nada. (Levi, 2001: 80)
69
El no ser se ve argumentado por la invisibilización, por la negación de los
hechos que sin duda son siempre manipulados por el víctimario; además los
hechos de crueldad no son siempre avalados por no pertenecer al marco de
referencia de lo que concebimos como realidad, en suma las cifras de tortura
siguen siendo algo virtual que a muchos les asquea o simplemente obvian por no
tener un carácter relevante frente a los hechos o por no tener pruebas materiales,
de igual modo entendemos que la realidad se ve totalmente diferente si es usted
quien golpea o quien ha sido golpeado, lamentablemente como afirma Primo Levi:
“el vencedor es dueño también de la verdad, puede manipularla como quiere”
(Levi, 2001.20 )
“(…) El que está acostumbrado a mentir públicamente, termina mintiendo
también en lo privado, mintiéndose a si mismo, edificándose a si mismo una
verdad confortable para vivir en paz. Distinguir entre la buena y mala fe es tarea
difícil” (Levi, 2001:24).
La negación de la verdad es una de las formas de
crueldad, ya que es la privación del reconocimiento de los hechos y por tanto de
las consecuencias dentro de la existencia de las personas; es dramático entender
cómo la negación del ser es la negación de lo que lo ha transformado, así como
negar la crueldad es negar que hay un principio inherente a los hombres que
hemos tratado de maquillar; la misma razón que nos dio la gloria en la visión
ontológica, que nos dio la trascendencia como seres casi alados es la misma
razón que nos ha llevado a reducirla, a negarla, a matarla. El desplazamiento
guarda un secreto al igual que toda forma de crueldad, de hecho somos resultado
de un humanismo moribundo o solapado, el crimen no son los muertos, ni las
víctimas; es el hecho que no se piense o se diga algo frente a ellos, de fondo
quiere decir que aceptamos las consecuencias de estas guerras y no nos
inmutamos. La cosificación del otro
no podía ser más inhumana, ya que el
silencio juega un papel fundamental, se podía decir que es una forma de
complicidad. De igual modo solo nos queda el silencio que es una forma de
acostarnos con la conciencia sucia pero tranquila:
70
“Más valen los actos que las palabras, démosle a ellos por cumplidos y a ellas por superfluas”
Fernando Pessoa
El trato denigrante y el afán de acabar con quienes tienen una lectura del
mundo diferente o quienes no caben dentro de la maquinaria del poder supone de
antemano una tendencia hacia la eliminación de lo humano, la instrumentalización
de los seres; por tanto, los mecanismos de anulación ante la oposición de un
sistema suelen ser atroces y apuntan más allá destruyendo incluso toda
posibilidad de dignidad, de una verdadera condición humana, es decir, la
posibilidad de acción y libertad como fundamento último en la existencia como
sujeto político:
(…) Si en mis profundidades anida un asesino, pero sé que he sido una víctima inocente
y que no he sido un asesino; se que ha habido asesinos y no solo en Alemania, y que
todavía hay, retirados o en servicio, y que confundirlos con sus víctimas es una enfermedad
moral, un remilgo estético o una siniestra señal de complicidad; y, sobre todo, es un servicio
precioso que se rinde (deseado o no) a quienes niegan la verdad. (Levi, 2001:45)
Lamentablemente cuando a alguno le queda algo de dignidad y empieza a
exigir los derechos, los esfuerzos se ven eclipsados ciertamente por las radicales
políticas del Estado, quienes en el ejercicio de su control, quieren mantener a la
sociedad y al individuo dentro de sus procesos económicos sociales, políticos y
culturales, controlando todo el andamiaje de manipulación como son las normas
jurídicas, la religión, la familia, la educación, los medios de comunicación, etc…
todo esto como una forma de disciplinamiento; claro está que estos fenómenos no
son gratuitos y no se aplican al azar sino que ciertamente obedecen a las
contradicciones internas de una sociedad y a los intereses particulares de quienes
ostentan el poder.
Este ejercicio de poder y de sometimiento ante el Estado crea conflictos en el
pueblo que se encuentra desprotegido y por fuera de los privilegios y beneficios
estratificados, representando desventajas en todos los campos de acción; estas
fisuras crean el resentimiento social que es también sin duda alguna otro rasgo de
71
la imposibilidad de ser, frente a algo más tangible y más cercano que es la
eliminación y cosificación del otro.
El desplazamiento participa en efecto de altos niveles de desigualdad,
desprotección, la caída se hace evidente y recurrente cuando se comienza a
entender que el poder se apoya en la fuerza y se valida tanto en sus libertades
económicas que lamentablemente son también la base de las libertades políticas,
ejerciendo la violencia física inicial, la eliminación ontológica, la negación del yo y
la indiferencia asesina del otro; no queda sino la vigilia de la conciencia del ser
desmembrado que sigue incesantemente negado. La conciencia que sigue siendo
un hecho borroso ya que no se logra comprender la dinámica el juego en donde la
víctima juega a ser reconocida como tal pero en muchas ocasiones es entendida
como víctimario, es imposible de desconocer. La fuerza del poder se ensaña de
forma brutal reprimiendo:
“El poder existe en todas las diversas organizaciones humanas, más o menos, controlado,
usurpado, investido desde las alturas o reconocido desde abajo, conferido por el merito, o
por la solidaridad corporativa, o por la sangre, o por consenso: es verosímil que cierta dosis
de dominio del hombre sobre el hombre esté inscrita en el patrimonio genético de animales
gregarios” (Levi, 2001: 42)
En contraste, debemos recordar que para Arendt la política no posee un
carácter negativo, todo lo contrario, la política es el ejercicio de la acción y el
discurso, es la posibilidad de libertad; sin embargo, es necesario hacer hincapié
en que los análisis frente al desplazamiento nos muestran otra realidad, la política
teóricamente como las leyes son abstractos, conceptos manipulados, bellamente
redactados, pero, que innegablemente requieren una praxis real.
Para mantener al margen, y como un modelo pedagógico para quienes osen
levantarse contra la autoridad, existe la violencia inútil formulada por Primo Levi y
encontrada en nuestra sociedad de similares dimensiones y con el mismo odio y
creatividad; es horrible imaginar cómo los hombres en todos los tiempos han sido
artífices de tantas y tan monstruosas atrocidades, todos siguen el mismo camino
72
para destruir toda concepción de lo humano, de lo racional. Sin embargo, no
podemos desconocer esta memoria vergonzosa, debemos entendernos dentro de
la misma maquinaria, somos finalmente de la misma especie y la humanidad ya
no pide nada a gritos; hay un círculo vicioso, una estrategia para la destrucción de
la persona, una imposibilidad de ser. Al ser desplazado se imprime en la persona
el crimen, se enseña que la tortura puede quebrar la personalidad de la víctima
de manera que su vida privada y social después ya no vuelve a ser la misma sino
que se desintegra por completo. Pero además se muestra el poder del dolor y de
quién lo puede producir o detener “¿Hemos asistido al desarrollo racional de un
asunto inhumano o una manifestación, hasta ahora única en la historia y aún mal
explicada , de la locura colectiva?, ¿A una lógica dirigida al mal o una ausencia de
lógica” (Levi, 2001:100)
Colombia no reconoce a sus víctimas políticas, no los acepta, la interpretación
se da desde los autores más no desde los problemas de fondo. Es innegable que
primero se debe resignificar la víctima, entender cómo un artificio terminó siendo
superior a los seres humanos. La naturalización de los crímenes perpetuados
hacia los hombres sólo da cuenta de una globalización de la injusticia, gracias a la
sistemática barbarie que ha sido piedra angular de nuestro progreso, por lo tanto,
argumentada, avalada, como un proceso dialéctico más de la historia. En analogía
con los hechos terribles del nazismo podemos encontrar que esta tendencia no ha
muerto, encontramos métodos de tortura similares: los golpes sistemáticos y no
sistemáticos, tortura dental, suspensión, posturas antifisiológicas, tortura eléctrica,
tortura
por
sofocación,
tortura
sexual,
tortura
farmacológica,
mutilación,
quemaduras, han sido mejorados de forma siniestra en el país (véase los informes
de las fosas de los paramilitares en el país y se notará que la alteridad, el
reconocimiento es una urgencia.¿Qué hemos superado?)
Levi nos lleva a mirar el significado y el valor de las dos partes de un conflicto y
nos muestra la paradoja entre la víctima y el víctimario como un juego de roles en
donde el vencedor manipula la verdad e incluso la oculta o la niega; Levi muestra
73
que esto no es ningún juego y que hay una forma casi inherente a la humanidad
de hacer uso de la fuerza y la violencia frente a quienes consideran diferentes o
una amenaza. Las atrocidades que se perpetran para mantener en la cima el
poder están amparadas y legalizadas tras los barrotes de donde no sale el clamor
y el sufrimiento.
Al leer sobre la “vida” en los Lager 38 y sobre las brutalidades que allí se
cometieron nos lleva a remontarnos dolorosamente a nuestros días y comprender
que estos mecanismos de odio son universales y que no pierden vigencia, por el
contrario se vuelven más sofisticados y solapados; produce, como Levi nos
muestra, esa vergüenza ante la humanidad, que ya no es ignorante que conoce y
reconoce los hechos, pero los mira con indiferencia. Es preocupante ver que con
tanta historia, tanta ciencia, tanto arte, tanto progreso, tanta tecnología, tanta
filosofía y conocimientos de antesala, no sea posible la existencia en dignidad, no
haya posibilidad de construir un ser.
Por ello es necesario crear mecanismos de fabricación de una memoria social
más amplia, más acorde y más real de la que nos venden los medios, ser
concientes que la desigualdad es la causa de la violencia, en especial cuando la
pobreza es un flagelo para las comunidades y la riqueza sigue concentrándose en
pocas manos. Defender los derechos hace efectiva la acción como posibilidad de
libertad, las palabras y las acciones de estos hombres y mujeres valiosos que
luchan por lo que les corresponde son muestra de la conciencia y del valor de
significados profundos y hechos contundentes.
A pesar de que los nuevos actores sociales fueron reconocidos por el
constituyente del 91, en Colombia empezamos a valorar la diversidad étnica,
política, social, religiosa, de género, que ha existido siempre sobre este suelo; sin
embargo
los procesos organizativos de las comunidades son estigmatizados,
amenazados, obligados a desplazarse y a desaparecer, es el mecanismo más
38
Lager: Campos de concentración y exterminio.
74
eficiente para implantar el terror que trascienda los límites geográficos del
conflicto, a través del miedo y la tristeza.
El desplazamiento ocupa un lugar
predominante y hasta protagónico en las formas de poder y más aun en la forma
en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos y
sus mentes, que es desde mi punto de vista la nueva forma de cosificar a los que
estamos en el medio, los civiles, los ciegos:
“(…) el cuerpo y el alma, como principios de los comportamientos, forman el
elemento que se propone ahora a la intervención punitiva. Más que sobre un arte
de representaciones ésta debe reposar sobre una manipulación reflexiva del
individuo” (Focault, 2001:113)
La evolución que se ha dado en el tratamiento a
los desplazados, ha sido de un maltrato corporal hacia un maltrato existencial, el
hombre ha sido cosificado, al quitarle la libertad y allí robarle toda capacidad de
dignidad, privarlos de toda forma de moralidad
y de condición de ser,
particularmente el derecho a decidir sobre si mismo; ejemplo de ello es lo que
logramos ver en nuestras calles, en la prensa, en los estudios realizados. El hecho
de que existan políticas para desplazados, pero que no sean materializadas o
implementadas adecuadamente, da cuenta de los avances en participación,
libertad y reparación:
“Si le digo que me duele el pueblo es porque esta ausencia, con el último recuerdo de las
casas quemadas me deja sin aliento, todos los días a las cinco de la mañana, de todos los
días. Es como si el aire fuera ese humo que se movía y crecía y crecía en todo lo que uno
podía ver desde lejos, porque desde lejos vimos cómo desaparecía lo que amábamos
desapareció y se volvió un tajo gris envuelto en tanta rabia.
Por eso quiero volver, para quitarme este dolor que me agobia cuando despierto, como si
hubiera cargado todo el peso del pueblo en una sola noche, en una sola alma.
Líder campesina, Barrancabermeja 2000 39
Los lugares pedagógicamente correctos para la tiranía están en las calles. Levi
afirma que todos los rituales siniestros tenían como fin el derrumbamiento de la
39
Tomado de la revista Mohana. Realidad con ojos de Mujer. Hay que desnudar la memoria de la
Organización Femenina Popular, Barrancabermeja – Magdalena Medio –Colombia. Edición nº 3
Noviembre del 2006.
75
voluntad y la posibilidad de decisión al punto de convertir al hombre en animal,
privándole de toda concepción moral y llevándolo al individualismo extremo.
El informe de tortura de la Fundación de Solidaridad con los Presos Políticos 40
en el año 2004, se puede ver como los métodos de tortura infringidos
a la
población desplazada se combinan para exponer a la víctima al terror, se le obliga
a que confiese delitos virtuales o reales, las amenazas de destrucción del cuerpo
o la amenaza de muerte hacen flaquear la voluntad y en muchos casos entran a
hacer parte de la zona gris 41 cuando en la situación límite terminan denunciando a
otras personas que se suponen culpables, todo para salvar su vida y la de su
familia: “Mediante esta institución se trataba de descargar en otros, y
precisamente en las víctimas, el peso de la culpa, de manera que para su
consuelo no les quedase la conciencia de saberse inocentes” (Levi, 2001: 49)
La violencia más atroz es la que se genera contra la conciencia, contra las
dimensiones esenciales del hombre, contra su libertad. Cuando el hombre es
transformado en cosa, cuando su vida es transformada en algo mecánico, la
existencia se desconfigura, se mata toda concepción de vida. En Colombia se han
querido implantar las zonas grises, como por ejemplo las redes de informantes
que pretenden involucrar a los civiles en el conflicto y en las atrocidades que de
40
Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos: Organización no gubernamental de
derechos humanos. Fue creada por iniciativa de varias organizaciones sociales y de personas
preocupadas por la vigencia de los derechos de los detenidos por motivos políticos. Realiza
labores de promoción y de educación en derechos humanos en varias regiones del país.
41
Zona Gris: se centra en su experiencia sufrida en los Lager nazis, analizando el fenómeno de
los sobrevivientes, que en mayor o menor medida han tenido algún privilegio, en esa categoría
entrarían Los salvados.
La zona gris es el lugar donde los hombres llegan para sobrevivir, a costa de otros hombres que
están en la misma situación. El poder más que desgastar, corrompe. Cuanto más reducido es el
centro del poder y mayor la cantidad de subordinados a ese poder, o esclavos de ese poder, en el
caso de los Lager, es mayor la necesidad de colaboradores que tiene, y esos colaboradores salen
de abajo, pero nunca pueden llegar realmente al poder, pero esa pequeña porción de poder marca
una grieta hondísima con aquellos que no tienen ningún poder.
La culpa es mayor o menor en los distintos casos, de esta gente que se sitúa en la zona gris,
según su poder de elección, de hacer esas tareas que los llevan a colaborar con el poder, y a
conseguir privilegios sobre el resto.
La gente gris existe (fuera del Lager también, afirma Levi) y hoy nos encontramos rodeados de
estas personas que luchan por acceder a una porción de poder, de privilegio, sin importar quien
queda debajo. Los sistemas crean a estas personas grises.
76
allí se desprenden, también hay que mencionar el significado que tiene vivir en
zonas de control paramilitar o de guerrillas o en el mismo estado, ¿Qué grado de
complicidad existe? ¿Qué nueva construcción de ser víctima se realiza al interior
del conflicto? Toda víctima desde la perspectiva de la psicología social tiene en sí
misma una gran dosis de culpa en su dolor, en nuestro análisis la víctima de
desplazamiento la posee por múltiples variables: por complicidad, por miedo, por
no haber salvado a su familia, por la huida, etc.
(…) la piedad y la brutalidad pueden coexistir, en el mismo individuo y en el
mismo momento, contra toda lógica; y, por otra parte, también la piedad escapa a
esta lógica. (…)” (Levi, 2001: 52). En conclusión me atrevería a afirmar que todos
en cierta medida somos cómplices, no con el mismo grado de culpabilidad, pero
somos parte de esa zona gris por nuestra indiferencia, por nuestro silencio, por la
forma cómoda en que vivimos en el individualismo y como no nos toca olvidamos
al otro, vivimos sin solidaridad ni conciencia, en la ley del Lager: ocuparse de uno
mismo antes que de nadie.
La Reconstrucción del proyecto existencial, debe partir de la exigencia de los
derechos y de la justicia, eliminando la discriminación y saldando la deuda con las
víctimas a través de la verdad; es innegable que se ha dado una destrucción del
sujeto social como totalidad, el desplazamiento es consecuencia directa de la
muerte de nociones esenciales que nos hacían sujetos sociales y políticos, la
construcción dolorosa y forzada que nos han vendido no nos llevará a la
consolidación de un verdadero humanismo sino a una naturalización del drama
humano.
La crisis de la humanidad es resultado de nuestra naturaleza, la irracionalidad
que vemos todos los días frente a nuestros ojos es la expresión vital de lo que
somos, la crisis de la filosofía radica principalmente en este estadio en donde se
ha convertido en un fruto más del progreso humano: lo esencial e indispensable
son las creaciones materiales, nuestra parte de hommo faber ¿Y lo humano?
77
Quizás estas letras de emocionalidad compleja y anacrónica que comparto con
melancolía con algunos misántropos y locos, son fruto de lo que Arendt llamó la
necesidad de la acción; gracias al beneficio de esta teoría, el otro que es hoy un
enemigo, sospechoso y sinónimo de peligro, convierte la naturaleza humana en un
vínculo de acción solidaria, queriendo transgredir lo otro para comprenderse.
4. Crisis de las palabras
A partir del recorrido conceptual y teórico propuesto en este investigación, he
destinado, para este capitulo, mi observación general sobre la importancia de la
voz en la condición existencial de los desplazados; de esta manera las
conclusiones
posteriormente
descritas
proporcionaran
el
cierre
de
mi
interpretación conceptual. La crisis de las palabras se hace relevante en esta
monografía, porque son ellas las que dan la posibilidad al hombre de ser o no ser,
de desenvolver su existencialidad, es la posibilidad de la afirmación o la negación
de la vida, la palabra es el vínculo con los otros para el reconocimiento, es el
vehículo metafísico que nos relaciona realmente como humanos, las palabras
emergen para narrar la historia, para no olvidar el pasado y para construir el
futuro, las palabras nos tejen los recuerdos, nos libran de la complicidad silencio y
garantizan que dolor y el horror no se conviertan en elipsis. La palabra coloca en
el espacio al otro para ser escuchado, para validar su historia, es en efecto el
único lugar común donde realmente se es, se existe porque es transgredir el
espacio y el tiempo, la política , el dolor, la zozobra para colocar los hechos a
danzar a pesar de la opresión y el miedo. La palabra devuelve a la víctima su
condición humana.
El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los seres
humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como hombres. Esta
apariencia, diferenciada de la mera existencia corporal, se basa en la iniciativa; pero en una
iniciativa (el appetitus beatitudinis) que ningún ser humano puede detener y seguir siendo
humano.(...) Con respecto a este alguien que es único cabe decir verdaderamente que
nunca nadie estuvo allí antes que él. Si la acción como comienzo corresponde al hecho de
nacer [como un yo], si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el
discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana de
la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales" (Arendt, 1993:84)
78
PARENTESIS: A estas alturas de la reflexión me permitiré alejarme de los
tecnicismos del lenguaje y daré rienda suelta a mi emoción, lugar que constituye
sin duda la base fundamental de esta investigación, cabe mencionar entre líneas y
con todo arrebato negligente y por fuera de ICONTEC Y APA que no hay filosofía
más limpia y diáfana que la que nace de la metafísica estrellada con la realidad.
La complicidad del silencio y quizás las letras muertas de estas páginas no
redireccionen el cosmos mutilado de humanidad, pero la única libertad, según
Arendt, es la posibilidad de acción y en efecto el pensamiento lo es; he aquí mi
reivindicación con el otro y mi reconocimiento propio a través de su ser. Así
podemos ver cómo muchas y muchos desplazados hacen en la práctica y han
planteado la acción como opción.
La ausencia de una acción solidaria, es en efecto la consolidación de la
automatización del ser humano, es la imposibilidad de comprender al otro y hacer
que caiga en el sin sentido. Gloria Naranjo 42 posee una hermosa metáfora frente
al desarraigo y es el símil de la planta que se arranca que fuera de su tierra
muere, que la falta de tierra mata, el desplazamiento es el asesinato lento, cruel y
sistemático del ser. Esta reflexión posee un panorama más global al dejar en el
olvido las circunstancias históricas particulares como seres sociales y políticos
participaremos de la misma muerte.
Así pues ¿Cómo podemos reconstruir el sentido en la ausencia de
capacidades para la escucha, el diálogo, el encuentro y la aceptación de la
diferencia y las circunstancias particulares de cada ser humano? ¿Qué tipo de
memoria y conmemoración se requiere en una sociedad fragmentada y debilitada
social y moralmente por la guerra? ¿Qué tipo de memoria permite a una sociedad
42
Gloria Naranjo Rodríguez: Mujer desplazada por paramilitares en Barrancabermeja- Magdalena
Medio en el 2005. Testimonio tomado de la revista Mohana. Realidad con ojos de Mujer. Hay que
desnudar la memoria de la Organización Femenina Popular, Barrancabermeja – Magdalena Medio
–Colombia. Edición nº 3 Noviembre del 2006.
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distanciarse del olvido, el cual obstaculiza la formación de una memoria pública
que confronta el pasado y nos prepara para el futuro? ¿Cómo deben entrar las
memorias de los desplazados en el registro de la guerra y las atrocidades
cometidas? (cierto día tras especulaciones tardías frente a Sócrates Luís Enrique
Ruiz López dijo en tono melancólico y sabio que la filosofía no daba respuestas
sólo preguntas y que allí estaba lo importante)
El eje narrativo del sufrimiento testimonial, todas las memorias silenciadas
constituyen el eje fundamental de lo que desconocemos hoy, en este caos
mundano, es necesario volver al orden, a la simetría. La palabra de la víctima
equilibrará la balanza, un poco de verdad le dará algo de sentido al pasado y nos
hará comprender con los ojos abiertos y el corazón dispuesto para saber quiénes
somos. Este espacio narrativo ubica las voces de las víctimas y su sufrimiento
personal en el marco de la crisis colectiva. Este desamparo histórico de los
individuos, esta dimensión oscura de pérdida de sí, es en sí misma una dimensión
colectiva y por lo tanto el proceso incesante de nuestra historia hacia el encuentro
con nosotros mismos.
El sentido del ser humano, sólo puede resignificarse en el ser desde la
alteridad, entendida como la noción de comunidad, para escapar del olvido, la
supresión y la pérdida de la memoria. Es necesario hacer que los olvidados a
través de sus historias devuelvan el cauce de la existencia; de la misma forma,
nuestra amnesia histórica posee una necesidad de conciencia no solamente
individual, sino un proceso de construcción simbólica de nuestro quehacer en la
tierra. La representación textual de la humanidad se debe hacer desde las voces
que fueron canceladas, este el verdadero vehículo parta humanizar los sujetos.
La reconstrucción de las historias de vida renuevan el sentido de pertenencia,
así como en determinado momento perdieron todo significado. Por ejemplo en
nuestro país
el uso que los grupos armados hacen de espacios sociales
tradicionales (la plaza, la cancha, las calles) los convierte en escenarios de
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masacres, ajusticiamiento, violaciones, etc. Esto,
produce fragmentación, una
necesidad inconsciente de olvido y por lo tanto una pérdida de valor; la
desestabilización de las comunidades, así como la segmentación cultural, generan
o son el resultado de actos de terror y desconfianza, por la vivencia exacerbada
del miedo y los sentimiento de impotencia, después de todo el referente o el
código común de identificación se pierde, junto a la trayectoria de vida, la fractura
en la memoria histórica, se ha de reconstruir con las historias silenciadas, a partir
de la confrontación y no de la huida:
En los contextos de guerra están marcadas de manera radical las palabras por
el peligro, la amenaza y la incertidumbre de los caminos, la sospecha del otro y de
los otros es parte inherente de los mecanismos de la relación que permiten
tomarle el pulso a lo cotidiano de la situación. Hablar del terror o no pronunciarlo
es el síntoma fundamental de las palabras como armas; con frecuencia la
violencia se describe como un sinsentido, bien puede ser que la violencia posea
todo un proceso de racionalidad competente, el logos occidental en toda su
expresión, ya que esta palabra que habita en la boca sellada, en el alma
atormentada destruya en la forma el hecho. El significado del silencio es aceptado,
el vocabulario compartido por el resto, la palabra y el silencio son los símbolos del
dolor de la memoria transgredida:
“La estupidez ha devenido tan común como antes lo fue el sentido común, lo cual no
significa que sea un síntoma de la sociedad de masas o de que la gente “inteligente” escape
de ella. La única diferencia es que, entre la gente inculta, la estupidez permanece
beatamente muda y se convierte en insoportablemente ofensiva entre las personas
inteligentes. Incluso se podría decir que, dentro de la inteligencia, cuanto más inteligente es
un individuo, mas irritante es la estupidez que comparte con todos los demás” (Arendt, 1981:
36)
El silencio ampara la huida; en donde retumba el eco en la boca cerrada por la
injusticia y la soledad, galopan de la mano y tras la montaña y su perfección
alterada, el retumbar de la metralla, eventos, sonidos e imágenes que caen al
silencio y el logos jugando a la razón esquiva, la palabra muerta con las
esperanzas y aún el ser huyéndole a la existencia de sí mismo y de los otros para
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salvarse del horror de no ser comprendido. Sobreviviendo en la ausencia de sí y
de los otros, terriblemente sólo en compañía de las miradas que le destruyen y le
nombran. La razón que deambula embriagada, con su percepción que nunca es
objetiva ni justa, la hermosa ciega razón, que 15 mil años vivió con el destierro y
solo lleva 50 años de haber comprendido el acto criminal. El silencio es
responsabilidad.
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http://www.derechoshumanos.gov.co
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