REFLEXIONES EN TORNO A LA CONDICIÓN EXISTENCIAL DEL DESPLAZADO ¿Cómo puede definirse la condición existencial del desplazado? VIVIANA MARCELA CAJAMARCA RODRÍGUEZ Monografía de grado CARLOS HERNÁN MARÍN OSPINA Decano UNIVERSIDAD DE LA SALLE FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS Bogotá D. C. 2007 TABAL DE CONTENIDO OBJETIVO GENERAL iii OBJETIVOS ESPECÍFICOS iii INTRODUCCIÓN iv CAPÍTULO 1 1. Sobre la Ética y la Política 1 2. Sartre y la Libertad 4 3. Sartre: La reciprocidad, la contingencia y la relación con los otros 8 4. Arendt: El ser frente al totalitarismo, la labor y el trabajo 12 5. Arendt: La acción y el discurso como posibilidad de libertad 16 CAPITULO II 1. JUSTICIA VS IMPUNIDAD Análisis panorámico del desplazamiento en Colombia 2. La ambigüedad entre la victima y el victimario 22 26 CAPITULO III 1. Sobre la condición humana 52 2. Crisis antropológica 52 3. Crisis de la alteridad 67 4. Crisis de las palabras 78 BIBLIOGRAFÍA 83 ii OBJETIVO GENERAL Analizar la condición existencial del desplazado, entendiéndolo bajo conceptos filosóficos que den cuenta del ser como proyecto inacabado, en constante transformación. OBJETIVOS ESPECÍFICOS: • Analizar el ser desplazado en contexto, es decir, tejer desde él mismo el concepto de víctima. • Analizar desde el punto de vista filosófico el fenómeno del desplazamiento, no desde una exégesis cultural, económica, social o política, sino orientado hacía la observación personal e íntima de estos seres. • Engendrar una investigación que partirá del sujeto integral, desde la reconstrucción misma del ser en contingencia, en la caída, llevado al límite. • Interpretar el sin sentido –la caída-, la negación y la imposibilidad de pertenecer y de existir para sí y para los demás. • Resignificar el concepto de víctima no como negación sino como afirmación del ser, en la consolidación del ser dentro del límite, en la existencia desde la violencia. iii INTRODUCCIÓN La monografía hace un análisis de la condición del ser desplazado: una construcción al interior, en la reconstrucción misma del ser en contingencia, en la caída, llevado al límite, pero que da cuenta de una ontología mediada por la crueldad y el dolor. Este ser se entenderá como afirmación filosófica, una perspectiva basada en seres concretos y no abstractos, un nuevo concepto de hombre dentro y para vivir en el límite. La filosofía ha estado de la mano con las rupturas de paradigmas históricos, es más, ha protagonizado la conceptualización de tales eventos, por ejemplo, en la antigüedad, para el milagro griego y el logos reinante hasta la fecha. En la edad media sirvió de puente para fundamentar las bases racionales de la fe y en la modernidad para abrirle paso a la ciencia. Entonces, si ha funcionado para teorizar las problemáticas de la época, es necesario plantear nuestros propios interrogantes, ¿Cuál es su tarea ahora? ¿No es necesario aterrizar nuestras propias preguntas, nuestras propias problemáticas y colocarlas a la luz de la filosofía? Es así como se deben pensar nuevos recursos para la divulgación de la filosofía y devolverla al mundo de los hombres, para el encuentro con la humanidad que tememos perder. Por esta razón, este proyecto tiene como máxima pretensión evidenciar que en un mundo globalizado, tecnificado, desarrollado, aún no se ha solucionado el problema fundamental, el sentido y la finalidad de la vida humana, pues no se ha logrado garantizar la existencia en dignidad, en el reconocimiento mutuo, en la completa diferencia. Es posible entender el concepto de hombre desde diferentes teorías. Aquí se partirá desde una visión existencialista, lejana al idealismo subjetivo que radicaliza el sujeto y su conciencia. No se pretende entonces, entender al hombre desde su yo solo que nos lleva a un solipsismo, sino a partir de una visión existencial del yo y el encuentro con el otro. Ya que no se puede plantear la condición humana iv partiendo de sí mismo para luego pasar al otro, sino por el contrario, entendiendo al hombre inmerso en un mundo social común, que tiene conciencia de los demás. Partiremos pues, de una resignificación del otro desde la perspectiva sartreana, que entiende al hombre como una necesidad intersubjetiva, priorizando al otro como parte constitutiva de mi realidad en y con los demás. Esta dimensión de análisis servirá para la articulación del ser con el otro en el seno de una razón solidaria. El otro que constituye el hambre y la ignorancia, el otro aislado y vulnerado, la antítesis del ser. Por lo tanto esta indagación nos llevará a una conclusión de lo que es ese Dasein alemán renombrado, entendido y apropiado. En un contexto social y político concreto, la filosofía no puede seguir con pretensiones modestas, debe encarar algo más cercano y diáfano, es decir, una actividad filosófica mundana, didáctica y eficiente, aunque sin perder de vista sus orígenes y estructuras que hicieron una tradición tan fructífera. Es innegable que la majestuosidad del pensamiento filosófico no es fruto de ningún individuo ni pueblo en concreto, esta es una premisa que consideramos inamovible para la filosofía universal. Ahora, es necesario entender las múltiples dimensiones del ser e intentar encontrar los aportes de la filosofía en este rumbo. Debemos tener en cuenta que nada en el universo conocido y desconocido se ha escapado de la reflexión filosófica, de acuerdo, claro está, a los interrogantes de la época, más aún, nada humano le puede ser ajeno, menos nuestros absurdos. Así, se deben recuperar medios de expresión filosófica que, al menos conceptualmente hablando, han sido entendidos por los estudiantes y profesionales, constituyendo la médula espinal, no sólo de la enseñanza (filosofía para filósofos) sino como forma de reflexión social que debe ser gestada en filosofía y no en la trivialidad de nuestros días que imponen y perpetúan los modelos del sin sentido humano. Mucho se ha dicho, estudiado, analizado y criticado acerca de la condición del desplazado, en el campo político, económico, social y cultural pero ¿En dónde queda la condición de existente, la condición de ser humano, la complejidad de su v configuración interior, personal, particular? Sí, es claro que uno de los problemas centrales se relaciona con la vulnerabilidad de los derechos humanos, sin embargo, la agudización del conflicto interno, la impunidad, la intolerancia, la desterritorialización, el hambre, el dolor, el desempleo, el señalamiento, la discriminación, la violencia, el asesinato, la masacre, la desprotección, sumemos… la emergencia al abandonar sus tierras, la seguridad arrebatada; posibilitan la contingencia radical, como posibilidad de que algo sea o no sea, es decir, el ser contingente ha sido considerado como aquel que no es en sí sino en otro, que se articula de acuerdo a su realidad, es la privación de su ser posible. Por tanto es la negación de su ser respondiendo a la condición impuesta. Desde esta perspectiva podemos entender que el desplazado es contingencia radical. Entonces ¿Dónde queda ese metarrelato del existir? ¿Dónde hallar el ser? ¿Qué es el ser cuando todo lo que esa palabra implica ha sido arrebatado? Estos cuestionamientos no se han abordado en torno a la existencia del desplazado, por ello, el desplazado no ha sido configurado y ha perdido incesantemente el sentido de su existencia y de lo que la palabra humano alberga. Su condición ha sido enmendada de forma menguada, por algún suministro de alimentación, albergue, reubicación, esas “condiciones favorables” para recuperarse de la miseria histórica a la que pertenece. Pasada la urgencia viene el olvido, un supuesto seguimiento y el proceso de acompañamiento a la víctima, con objeto de dar recuperación como seres sociales, productivos, y ¿En donde queda el derrumbamiento del ser? El filósofo tiene un papel fundamental y protagónico en su sociedad, papel que no realiza porque no ha comprendido la necesidad de brindar sus capacidades intelectuales que son su principal herramienta. El compromiso de sus preguntas debe ser social y político, dar una posición objetiva, libre y autónoma sobre los problemas. El filósofo debe liberar su conciencia, desencarcelarla, devolverla al mundo y hacer que ella sea capaz de transformarlo. El ser filósofo no es ser fiel a la letra sino al espíritu del filosofar, es algo que trata de transformar al mundo, por lo que se adquiere un pensamiento dirigido al hombre en cuanto tal, lo cual sirve para practicar la Filosofía. vi La Filosofía por ser una disciplina tan comprometida con los intereses académicos de la formación integral, ha sido insuficiente ya que, ha olvidado pensar en el ahora, en el laberíntico presente, y parece importarle poco, pues es algo que normalmente rebasa sus intereses particulares. Ella no debe ser como un escudo que nos protege y nos separa de la realidad, sino por el contrario, debe comprometerse como un elemento fundamental de análisis de la historia. Entendiendo que para nosotros como occidentales las palabras adquieren el valor del concepto y del concepto llegamos a la teoría y de la teoría a la aplicación, el quehacer indispensable es elaborar una filosofía pragmática que funcione a la inversa: partamos pues de la situación límite de los seres concretos en su complejidad, una mirada sin los prejuicios doctrinales, basados en la propia condición, creando el contexto, entendiendo esa reciprocidad entre lo real y lo abstracto. Es necesario darle un viraje a la mirada, preguntarnos qué implica ser parte de nuestra historia, no desde la ojeada fugaz, simple del que pertenece a la levedad, a la indiferencia, al sin sentido matutino y universal, sino una confrontación con una antropología vital que, a pesar de que nos arroje resultados un tanto decepcionantes, nos llevará a una conceptualización real de lo que somos. La tarea que se emprende entonces, no es la queja histórica irresoluta o la lástima que está cargada de esa necesidad de indulgencia colectiva. Lo que se requiere en efecto es mirar lo trágico, lo real, lo que tiene en sí mismo la categoría fundamental de lo que somos. En la profundidad del conflicto, desde el interior del problema, es decir, desde la profundidad del ser, no el ser ontologizante que ha totalizado y eternizado la filosofía. El ser que abordaremos es el ser de la víctima, el que ha sido invisibilizado y negado: Quien ha sido torturado lo sigue estando (…) Quien ha sufrido el tormento no podrá ya encontrar lugar en el mundo, la maldición de la impotencia no se extingue jamás. La fe en la humanidad, tambaleante ya con la primera bofetada, demolida por la tortura luego, no se recupera jamás. Jean Améry vii Filosofo austriaco torturado por la Gestapo (Levi, 2001: 23) Las grandes civilizaciones se han fundamentado en el dolor, la miseria y la explotación de quienes han estado en la marcha, en el camino del gran proyecto del progreso. Agradecemos el milagro griego, es decir, el descubrimiento de la Razón, el paso del mito al logos, amparado, claro está, por la esclavitud de esos cuantos que sirvieron de piedra angular para la cuna de la filosofía. El ocio Platónico nos permite buscar aún en el cielo de las ideas, su mundo inteligible, dejando de lado nuestro mundo concreto, el mundo real en donde evidentemente se encuentra la condición humana. Es innegable como afirmó Aristóteles, que unos nacieron para esclavizar y otros para ser esclavizados, esa es la notable esencia de la filosofía occidental y toda su gloria. Ahora bien, para no culpar del todo al Logos y observando la historia, vemos las grandes civilizaciones como Alemania (resplandor de la filosofía), Egipto, Europa, Estados Unidos o cualquier gloria de la humanidad; han demostrado cómo, en efecto, es urgente fundamentar la existencia en millones de seres humanos exiliados de su condición de ser. Por tanto, la tarea es realizar una investigación del ser en la caída, del ser desmembrado, del ser arrebatado del mismo ser. Y la pregunta fundamental, la primera cuestión que sustenta el proyecto es: ¿Cómo ser en toda la imposibilidad del ser? Es decir, cómo existe para un desplazado la posibilidad de ser no siendo, no perteneciendo, no funcionando en la maquinaria productiva, en su invisibilización, en su negación, en la conciencia propia y colectiva de no ser. El proyecto apunta a un encuentro, un análisis existencial y ontológico de la víctima, de ese ser que no ha sido mirado como ser sino ha terminado sepultado en la indiferencia o en supuestas reparaciones superficiales: El recuerdo de un trauma, padecido o inflingido, es en si mismo traumático porque recordarlo duele, o al menos molesta: quien ha sido herido tiende a rechazar el recuerdo para no renovar el dolor; quien ha herido arroja el recuerdo a lo más profundo para liberarse de él, para aligerar su sentimiento de culpa. (…) Debemos constatar una vez más, dolorosamente, que el ultraje es incurable: se arrastra con el tiempo y las heridas, en las que es preciso creer, no acosan solo al torturado (si es que lo acosan, con la ayuda de la justicia viii humana o sin ella), perpetúan el ultraje cometido por él al negar la paz al atropellado. (Levi, 2001: 22) La filosofía siempre ha sido una institución cerrada para los intelectuales, un espacio para los hombres doctos sólo entendida por ellos, pero, ¿acaso la filosofía no estaba dirigida al hombre? ¿Para cuál hombre y en función de qué? Indudablemente no ha sido dirigida para el otro que constituye el hambre y la ignorancia, el otro aislado y vulnerado, pareciera que no hay intención de que la filosofía deje el privilegio de la letra y se busque en la calle, y en consecuencia en la antítesis del ser. Por lo tanto, esta indagación nos llevará a una conclusión de lo que es ese Dasein alemán, renombrado, entendido y apropiado. ix CAPITULO I 1. Sobre la Ética y la Política. La ética y la política tienen una relación interna que debe ser reivindicada para un uso pragmático real. El problema de la ética debe tener, más que sentido, un alcance existencial, ya que ha caído en usos abstractos o subjetivos, en donde la utilidad sólo tiene sentido en lo privado y como un mecanismo para relacionarse con los demás en forma eficiente o sana, es decir, solo tiene un uso funcional -no es un imperativo-. La visión ética que se abordará es fundamentada en la alteridad 1 a fin de que, la salida de sí del sujeto, la sumisión a lo interno gracias a las consecuencias externas, ese abandono de sí por el otro, sea replanteado, es decir, una nueva configuración del ser que lo religue a la existencia, pero a través de la ética. La conversión del desarraigado a lo concreto es una nueva posición que se puede entender como una renovada posibilidad en sentido positivo o una negación de la posibilidad en sentido negativo. Así, en un sentido ético, podemos pensar en el desplazado como otro, pero a partir de una subjetividad solidaria. Se trata de reconstruir los vínculos humanos a partir de la fraternidad, un reconocimiento de sí mismo en el otro, una solidaridad que nazca desde la 1 Alteridad: Puede aplicarse indistintamente a todas las existencias, en nuestro caso la alteridad tiene un sentido estrictamente humano. El término alteración desde la terminología hegeliana puede entenderse como la acción y efecto de alterarse, por lo cual el ser en sí se transforma en el ser en otro, es decir que alteración se concibe como transformación, el resultado de la alteración no anula lo que había antes de la alteración , en un sentido dialéctico lo asimila, lo incorpora. En otros términos la alteración puede entenderse como devenir en el sentido del cambio constante de la realidad. Desde otro punto de vista, la alteridad es la última instancia de la historicidad, este último sentido es el que se da habitualmente a la alteración de sí mismo en el otro; cuando se indica como enajenación de la propia vida es sólo el primer momento de la pérdida de las cosas, cuyos dos momentos sucesivos son la retirada en la propia intimidad, o ensimismamiento, y la propia sumersión en el mundo o la acción. Se alude siempre, en efecto, a la alteración en la historia, esta introspección o encerramiento puede entenderse desde dos perspectivas: por un lado, tener conciencia clara de no estar, estar fuera de sí: enajenado; y por otro, retirarse a lo intimo. Por lo tanto, obviar lo externo, ya que éste es lo que niega el propio ser; y la acción mecánica de la obsesión, desatiende lo externo para volcarse en la selva interna de los apetitos y el egoísmo. 1 adhesión interna, una comprensión humana que entienda el valor colectivo. En consecuencia, la investigación girará en torno a la acción como concepto de afirmación humana, política y ética, en donde el otro es parte constitutiva de mi existencia, un reconocimiento social y una perspectiva humanística real, tomando como principios teóricos a Hanna Arendt, Jean Paúl Sartre y Primo Levi. La existencia subjetivada, abstracta y el individualismo puro, nos lleva a un amoralismo; a una deshumanización colectiva. Por el contrario la acción, entendida como posibilidad y libertad, es el compromiso y la responsabilidad con el otro. Pasar del individuo puro al social es el pilar del pensamiento sartreano, en el sentido de la búsqueda de un sujeto social que ha sido olvidado por el sujeto abstracto, heredado por el individualismo liberal. Desde la perspectiva tanto de Locke como de Hobbes, el individuo posee a priori derechos, preexiste a la sociedad y, en abstracto, decide de manera soberana, establecer contratos para asegurar su conservación. El hombre no se separa del todo de su en Estado de Naturaleza, de la desconfianza mutua, de la necesidad de protegerse a sí mismo, el dominar por medio de la fuerza o por la sagacidad a todos los hombres que pueda, hasta que ningún otro poder pueda amenazarle. Esto no es otra cosa que la propia conservación, de hecho, el ser humano construye sociedades con sujetos individualistas que se sienten cada vez más autónomos y menos definidos por su pertenencia familiar y social. El individuo puro no asume el compromiso con los otros, puesto que, el otro constituye la pura exterioridad. No hay lazos de pertenencia, los otros sólo son extraños que engendran un sentimiento de terror, en suma, la disolución del individuo social, como resultado el advenimiento yo individualista hace que el otro se desvanezca, sea eliminado. La libertad es concebida como libertad a priori, no considera las condiciones en las que ésta se halla inserta; la libertad del ser 2 humano está determinada por los términos del acuerdo en virtud del cual nació el Estado. Sin embargo, los puntos de coyuntura en las premisas de Arendt, Sartre y Levi se podrán entender desde el estudio del sujeto, su acción y su libertad, y, a partir de sus condiciones materiales de vida social, es decir, se debe tener un reconocimiento pleno del otro y sus condiciones vitales como una exigencia ética. ¿Qué es reconocimiento del otro? Es reconocer su libertad, respetar su capacidad de comenzar, de crear. El reconocimiento del otro es también entender la carencia, la negación, la imposibilidad de su ser, la profundidad de su configuración interna, de hecho reconocer es permitir que el otro sea, exista. Así, nuestros autores proponen un humanismo concreto, entendiendo la libertad en situación, en el juego de la praxis en donde el ser humano es el movimiento de la totalización de la historia y de las relaciones sociales, con todo, la libertad está condicionada por lo social y por el contexto, los sujetos son constituidos a partir de lógicas sociales y estándares políticos. Sartre (1947) afirma que la libertad del otro aparece como una condición de mi libertad. A partir de este argumento se plantea una convicción ética, en donde cada persona es responsable de la orientación de su vida y la de los demás, en un sentido pleno de reconocimiento, el descubrir nuestra libertad en nuestro ser, en el existir, es el primado de la acción, ya que, el ser libre es poder hacerse y poder construirse. ¿Qué somos? Somos lo que hacemos. Aquí podemos entender que la libertad vinculada con la acción, tanto en Sartre como en Arendt y Levi, tiene una categoría fundamental en lo existencial y en lo ético, pues, la acción está mediada por una responsabilidad específica con los otros. En consecuencia, la libertad adquiere un valor ético implícitamente en la facultad de elegir, no sólo para sí, sino para los otros; los sujetos no son puramente subjetivos, sino tienen un valor público y social. 3 El análisis del desplazamiento requiere un encuentro con el existencialismo, puesto que, debemos preguntarnos ¿Qué es existir? Ya que existir no es solamente estar ahí sino estar fuera de las causas, estar fuera de la nada, entender el ser desde su vivencia, los sentimientos de angustia, de desesperación y de desolación inherentes al hombre. Desde el existencialismo, para adquirir la conciencia de sí mismo como existencia, el hombre ha de encontrarse en una situación límite, puesto que, lo hace íntimamente próximo al mundo y a su contingencia. El ser contingente adquiere, en el análisis existencial, una dimensión ética como resultado de la vinculación del yo con el otro, es decir, el movimiento de la subjetividad que se condiciona por las determinaciones externas. La acción es capaz de generar políticas para solucionar las tensiones y el drama entre la imposibilidad de la libertad de todos. 2. Sartre y la libertad. Como antecedentes fundamentales debemos nombrar El Dasein (ser ahí) de Heidegger que se entiende como devenir, es decir, como algo que realizar, su ininterrumpida transformación. La conciencia del ser ahí esta en su existencia, por lo tanto, la estructura de este ser es su existencialidad, por consiguiente, la condición humana o la existencia del desplazado debe analizarse a la luz de sus circunstancias, de su serie de existenciales. Como afirmó Camus: “Existe la necesidad de conseguir que la vida sea digna de ser vivida”, es inevitable la necesidad de fundamentar el humanismo en una praxis real de la existencia, pero, ¿Cómo se puede existir cuando solamente se sobrevive? ¿Cómo se consigue que la vida sea digna de ser vivida? Para nuestra tarea es ineludible pensar en el ser: estudió metafísico del ser humano, que debemos recobrar para encontrar el sentido de la existencia humana y específicamente entender la existencia del desplazado como sujeto en contingencia. 4 La filosofía fenomenológica nos brinda la oportunidad de basarnos en los hechos, llegar a la esencia misma de éstos, para descubrir las conexiones que hay entre ellos. La fenomenología emprende la investigación de los contenidos de la conciencia que, por medio de su intencionalidad, elabora su propio mundo lleno de significado y de valor. El mundo de la conciencia es el mundo de las esencias de los procesos naturales e históricos. De este modo, la fenomenología devuelve a la filosofía su función humanizadora, en donde el hombre se descubre responsable de su propio ser y de todo su quehacer. Las reflexiones en torno a Sartre deben entenderse en el territorio de la crisis humana, así como las que plasma el movimiento fenomenológico y las filosofías de la existencia. Cuando tememos a que la humanidad y la razón pierdan su horizonte, se pierde a su vez el sentido de la historia, de la política y la ética. Sin embargo, Sartre en su segundo periodo de pensamiento 2, nos lleva a una posible vía resolutiva para un existencialismo humanista: la libertad como posibilidad de 2 El pensamiento sartreano tiene dos momentos: uno de carácter individualista, en donde hace un recorrido existencial con un claro sentido pesimista, marcado, indudablemente, por la segunda guerra mundial. El evento que marca radicalmente la ruptura del pensamiento de Sartre es su permanencia como prisionero de los alemanes durante un año, en donde siente la necesidad de crear una teoría menos individualista y más comprometida con la ética y la política, pero sobretodo con la noción de comunidad. Antes de las circunstancias de contingencia en la vida de Sartre se consideraba apolítico, sin embargo, su segundo periodo de pensamiento estará mediado por una profunda responsabilidad con la historia y con la existencia colectiva. En su primera teoría filosófica, El ser y la nada (Sastre. 1943) concebía a los humanos como seres que crean su propio mundo al rebelarse contra la autoridad y aceptar la responsabilidad personal de sus acciones, sin el respaldo ni el auxilio de la sociedad, la moral tradicional o la fe religiosa. Al distinguir entre la existencia humana y el mundo no humano, mantenía que la existencia de los hombres se caracteriza por la nada, es decir, por la capacidad para negar y rebelarse. Su teoría del psicoanálisis existencial afirmaba la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus propias decisiones y hacía del reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición necesaria de la auténtica existencia humana. Las obras de teatro y novelas de Sartre expresan su creencia de que la libertad y la aceptación de la responsabilidad personal son los valores principales de la vida y que los individuos deben confiar en sus poderes creativos más que en la autoridad social o religiosa. En su segunda tarea filosófica, Crítica de la razón dialéctica (1960), Sartre trasladó el énfasis puesto en la libertad existencialista y la subjetividad por el determinismo social marxista. Sartre afirma que la influencia de la sociedad moderna sobre el individuo es tan grande que produce la serialización, lo que él interpreta como pérdida de identidad y que es equiparable a la enajenación marxista. El poder individual y la libertad sólo pueden recobrarse a través de la acción revolucionaria colectiva. A pesar de su llamamiento a la actividad política desde ópticas marxistas. 5 dar sentido a la existencia individual y a la de la especie. La renuncia a la libertad, al igual que en la teoría de Arendt (1993), lleva al hombre a su caída como una cosa más; supone llevar una existencia inauténtica de la cual necesita escapar: Nosotros, los hombres de hoy, nacidos y crecidos en el curso de esta evolución, nos encontramos ante el mayor de los peligros: naufragar en el diluvio escéptico y dejar esfumarse nuestra propia verdad. Reflexionando en esta situación de indigencia, nuestra mirada se vuelve hacia la historia de nuestra humanidad actual. Sólo mediante el esclarecimiento del sentido unitario de esa historia, un sentido que le es propio desde su origen junto con la tarea, renovadamente planteada, que con fuerza motriz pone en obra las tentativas filosóficas, podremos acceder a la comprensión de nosotros mismos y, con ella, a un genuino sostén interior (…) Las verdaderas luchas de nuestro tiempo, las únicas significativas, son las luchas de una humanidad ya desmoronada y otra que aún se arraiga sobre suelo firme, pero que lucha por ese arraigo o, lo que es igual, por uno nuevo. Las genuinas luchas espirituales de la humanidad discurren, en cuanto tales, como luchas entre filosofías, esto es, entre filosofías escépticas (…) y las filosofías verdaderas, todavía vivientes. Filosofías cuya vitalidad radica en que aún luchan por lo auténtico, por el sentido de la humanidad auténtica. (Husserl, 1991: 14-15) El ser humano para Sartre es el ser-para-sí 3. El ser humano es pura libertad, no tiene fin ni está determinado, se descubre existiendo, teniendo que decidir lo que ha de ser por sí mismo: realizarse como proyecto. La libertad humana es el fundamento de todos los valores ya que no hay nada fuera de ella que pueda guiarla: el ser humano está condenado a ser libre, no puede tener otra norma de conducta que su voluntad; cuando recurre a otro tipo de normas actúa de mala fe 4. Es dentro de esta situación donde surge la responsabilidad como fundamento de la ética en Sartre, como modo de ser del ser humano y, a la vez, la angustia ante la libertad 3 El ser-en-sí es lo que es, y nada más, es decir, algo incognoscible, en sí mismo, sin sentido, puesto que carece de toda relación hombre-mundo. Pero este ser-en-sí no es todo el ser. Frente a él esta el ser-para-sí, lo que no es, la nada, la conciencia puesto que es pura relación hombremundo. Este ser-para-sí, surge como resultado de la aniquilación que la conciencia produce sobre las cosas al apropiarse de ellas. La conciencia es, de este modo, el ser por el que la nada vienen al mundo. Simplemente son. El ser-para-sí confiere al ser-en-si una finalidad, lo convierte en algo útil. Es decir, los objetos exteriores al mundo, los seres-en-sí, están ahí independientemente de que el sujeto los vea; en este sentido carecen de valor. Solamente cuando alguien, ser-para-sí, los ve y se los apropia, entonces adquieren valor. Los seres humanos, en cuanto son conscientes de su propio ser, en cuanto existen. 4 Mala fe: Actitud negativa que el ser humano puede tomar con respecto a sí mismo. Consiste en negarse a sí mismo en lo que se es mediante auto-enmascaramiento. En la mala fe se juega a ser algo que no se es. El individuo renuncia deliberadamente a tomar las riendas sobre su existencia para refugiarse en la trascendencia. 6 y la carencia de normas válidas y políticas eficientes para todos: “El hombre no es nada más que un proyecto, no existe más que en la medida de lo que realiza, no es por lo tanto más que el conjunto de sus actos, nada más que vida” (Sartre, 1941: 28). De ahí surge también el compromiso, ya que, en mis decisiones no solamente me veo afectado yo, sino es todo el género humano el que se ve afectado, porque decido desde la libertad absoluta de la especie humana. Esta aceptación de la libertad absoluta es lo que Sartre entiende por autenticidad. El ser humano es ser-para-sí, no puede convertirse en un ser-en-sí, por esto, el ser humano es acción ante lo dado. El ser humano, en cuanto que es un ser-para-sí, es un ser que no es, que carece de esencia, como afirma Sartre (1949): “la nada se inserta en su ser”. Sin embargo, en cuanto existencia, el ser humano es poder ser, pura posibilidad de ser, es decir, la nada advierte al mundo por medio del ser humano que cuestiona su existencia y, precisamente, en este cuestionamiento radica su libertad. Ésta tiene que ver con la nada, y es la esencia de la condición humana. Constituye su único valor fundamental, ya que sobre ella se asientan todos los demás valores. La libertad es el suelo metafísico, es el fundamento ético: En realidad, la palabra humanismo tiene dos sentidos muy distintos: Por humanismo se puede entender una teoría que toma al hombre como fin y como valor superior. (…) Este humanismo es absurdo (…) el existencialista no tomará jamás al hombre como fin, porque siempre está por realizarse. No debemos creer que hay una humanidad a la que se pueda rendir culto, a la manera de Comte. El culto de la humanidad conduce al humanismo cerrado sobre sí, de Comte, hay que decirlo, al fascismo. Es un Humanismo que no queremos. Pero hay otro sentido del humanismo que significa en el fondo esto: el hombre está continuamente fuera de sí mismo; esta proyectándose y pidiéndose fuera de sí como hace existir al hombre y, por otra parte, es persiguiendo fines trascendentales como puede existir. Esta unión de la trascendencia, como constitutiva del hombre (…) y de la subjetividad en el sentido de que el hombre no está encerrado en sí mismo sino presente siempre en un universo humano, es lo que llamamos humanismo existencialista. Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará precisamente en cuanto a humano. (Sartre, 1941: 42-43) El ser libre del ser humano es lo que hace que exista. La no suficiencia del ser humano y su tener que hacerse constituyen la esencia de la libertad. La libertad es creativa, es lo que el ser humano no tiene pero debe alcanzar. Ésta es porvenir, 7 nunca es actualidad, es dinámica, es la expresión de un ser que tiene que autoafirmarse como autor de su propia historia. La libertad del ser humano no es para elegir su ser, puesto que ya es un ser-para-sí, sino para decidir su manera de ser; es decir, para modelar su propia imagen. Sartre entiende que todas las filosofías de la existencia arrancan de una llamada vivencia existencial, es decir, que se debe entender al ser desde su condición, su fragilidad. En nuestro caso, el tema fundamental es la investigación de la existencia desde el desplazamiento, entendido como un modo de ser particularmente humano. El ser humano es el único animal que tiene existencia en ese preciso sentido. La existencia es concebida como una actualidad absoluta, no como algo estático de lo que se pueda decir que es, sino como algo que se crea a sí mismo, deviene, se transforma, es un proyecto. La existencia, por lo tanto, es algo que pertenece sólo a los seres que pueden vivir en libertad. Por ende, el ser humano es pura subjetividad, es decir, su capacidad de ser para sí mismo, de su propio hacerse, de su existir. El ser humano se crea libremente a sí mismo, pero ¿puede, en condición de desplazamiento existir cuando ha sido obligado o privado de tantas libertades? 3. Sartre: La reciprocidad, la contingencia y la relación con los otros. La relación con los otros en Sartre posee un análisis ontológico en dos direcciones: la experiencia ontológica negativa y la positiva. Por un lado pese a su subjetividad, el ser humano no queda cerrado en sí mismo, sino que se halla esencial e íntimamente vinculado al mundo y, en especial, a los demás seres humanos. En su real y efectivo hacerse, la existencia deviene coexistencia. ¿Qué sucede cuando esta coexistencia se convierte en eliminación de su ser? ¿Cuándo el otro se convierte en el enemigo? Cuando Sartre afirma que “el infierno son los otros”, describe la forma alienada y alienante, inauténtica de las relaciones humanas. Como resultado, los individuos 8 se asumen como enemigos en una relación humana inquietante en donde no hay filiación sino aversión y miedo. Ejemplo de ello, es el trato que se le ha dado históricamente a la población desplazada en el país, que no apunta a dignificar su condición sino a la crueldad. La percepción nunca es justa ni objetiva. En efecto, estamos en una nación excluyente, que no reconoce el desplazamiento como un proceso de victimización histórica, sino que entiende este fenómeno como algo natural, como una consecuencia más de la guerra. Sin embargo, debemos comprender que en la historia de la acción, el desplazamiento es una costumbre generalizada en la tradición bélica de la humanidad. El infierno que constituyen los otros se expresa en la relación en la cual los otros nos juzgan y no tiene en cuenta que somos seres posibles. Un ser humano no es un elemento más del mundo, no es un ser-en-sí, es libertad, posibilidad. La imposibilidad de trascender en lo que somos se ve reflejada en el desplazamiento, cuando el desarraigado es expuesto a la mirada y el juicio de los otros, y su existencia queda convertida en señalamiento y juicios a priori, él queda expuesto a la mirada de los otros sin defensa, sin palabra y sin posibilidad. Es innegable que, como sujetos sociales estamos insertos en un entramado de relaciones de reciprocidad, pero ¿Qué sucede cuando estas relaciones de reciprocidad se convierten en negación de la libertad, en la petrificación de la posibilidad? En efecto, el desplazado es partícipe de una negación y privación de su liberad, no sólo en el sentido material, sino también en todos aquellos privilegios que nacen en el seno de la libertad, a su vez: Dignidad, Derecho, Igualdad, Justicia y Reconocimiento. La insuficiencia del ser, la radicalización de la necesidad, hace que la reciprocidad adquiera un sentido negativo, la contingencia en la existencia es asociada con la necesidad, el ser contingente es la privación de la libertad y de hecho de posibilidad. La existencia se entiende como un sin sentido, sin razón, como la caída en el nihilismo como resultado de la ausencia del otro. La contingencia es la ausencia de reciprocidad; el ser-para-sí se encierra en sí mismo 9 y anula su ser posible, la relación consigo mismo, anula la praxis de la acción y se gesta un ser problemático que cae dentro de sí mismo. El ser humano para el otro constituye la segunda caída: la reciprocidad no cobra un sentido de reconocimiento sino de eliminación e instrumentalización, consecuentemente. La existencia del otro tiene como significado la pérdida, el instrumento es la mirada del otro que petrifica y fija la determinación del ser-parasí, lo despoja de trascendencia, de libertad, de acción y de posibilidad, es la contingencia radical: “El otro es la muerte oculta de mis posibilidades”. La contingencia radical es la muerte de la posibilidad, de hecho, la mirada del otro atribuye características, esencias, realidades, niega la movilidad del ser y lo hace inmodificable e inmutable; el otro tiene un sentido absolutamente negativo ya que convierte al ser-para-sí (posibilidad de libertad) en un ser-en-sí (cosa), en efecto lo cosifica. La relación anula la existencia, hace caer en el vacío, en la alienación de la libertad y la acción. Pese a lo anterior, Sartre encuentra una vía resolutiva a través de un análisis ontológico positivo. Con todo, la reciprocidad constituye la base ética fundamental en la afirmación existencial del ser humano, es el eje en donde se articula la subjetividad solidaria, es por lo tanto la reconstrucción de las relaciones sociales desde los vínculos éticos y políticos de la acción; la praxis de la reciprocidad es el reconocimiento de los sujetos como libertad y posibilidad, es la construcción de comunidad desde los otros. Así, la reciprocidad crea el puente para la totalización de los seres, es decir, una síntesis interna de la reunión de sus libertades que nos lleva a la posibilidad de una teleología histórica, donde la ética y la política son una posibilidad real para todos los seres humanos. Existe una relación posible de los seres para-sí en el ejercicio de sus posibilidades, es decir, en la acción, así es que el ser-para-sí reconoce al otro como la fuente de sus posibilidades y el encuentro con el otro es la fuente de la ética, la única forma posible para disipar la contingencia radical. 10 Si observamos con cuidado la teoría de Sartre, encontraremos la profunda relación que hay con el análisis existencial del desplazado, pues se encuentra que el derrumbe de las relaciones de reconocimiento y la insuficiencia ontológica, no sólo son condiciones internas del desplazado sino realidades políticas, éticas y sociales, en donde todos hacemos parte del derrumbe existencial del otro. El abandono es la caída incesante hacia la fatalidad. Peor aún, el otro (víctimario/indiferencia social) es el responsable de la desgracia, el extraño ha negado la existencia, ha privado de libertad y de acción, el otro es la caída en el absurdo. La caída no es una experiencia puramente particular, no es solamente un acontecimiento subjetivo, es un hecho que se articula con sucesos políticos, sociales y culturales. La caída es el estado del mundo, las relaciones humanas y en suma nuestra condición humana. De hecho, podemos pensar que si hay un resquebrajamiento al interior del espíritu humano, una caída constante en el absurdo se debe a una caída ética, social y política, un universo en crisis. El sujeto cae porque se encuentra inmerso en un mundo en constante derrumbamiento, en efecto, ante la crisis humana el individuo interioriza y subjetiviza su realidad. El desplazamiento forzado además de destruir los lazos familiares, las relaciones de identidad y de pertenencia, respecto a los lugares de origen y naturalmente las zonas receptoras, destruye el tejido social que sirve de cimiento en una comunidad para preservar su cultura, sus costumbres, para construir colectivamente su propio desarrollo, para encontrar alternativas autónomas a la lógica de la guerra impuesta por los actores. La pérdida de los vínculos de cooperación y solidaridad existente en una comunidad, llevan al ser a autoobjetivarse, a dejar de entenderse como un ser-para-sí y convertirse en un ser-ensí. Sin embargo, aunque parezca paradójico, el evento mismo del desplazamiento conlleva retos importantes para las comunidades o personas desplazadas. Para superar la condición de sujetos pasivos como víctimas de guerra, surge la imperiosa necesidad de realizar diversas modalidades de organización social como una herramienta para exigir el cumplimiento efectivo de sus derechos y para encontrar formas de inserción, cultural, política y económica. 11 El despojo de identidad, la interrupción en el proyecto de vida, el dolor y el resentimiento, el choque cultural paraliza y falsifica el ser; el recuerdo, las experiencias límite, la negación de la paz, los ultrajes incurables, el desconocimiento de los otros pareciera que llegaran a eliminar del todo la posibilidad existencial del desterrado, sin embargo, el ser desplazado, busca su afirmación mediante la palabra, el reconocimiento y la justicia, estos principios de acción que le devuelven la libertad. Está fluctuando ya que su existencia no sólo se valida en su interior sino en el reconocimiento de los otros. 4. Arendt: El Ser frente al Totalitarismo, La Labor y El trabajo. Arendt afirma que: “El hombre prefiere negarse a sí mismo antes que a su sistema” y en consecuencia se pregunta“¿Cómo es posible vivir en el mundo, amar al prójimo, si el prójimo o incluso tu mismo no aceptas quién eres? (Arendt, 1993: 67) A partir de lo anterior, podemos evidenciar el profundo sentido crítico que Arendt tiene frente a la condición humana; es verdad que para lograr comprender la existencia particular de un ser, debemos partir de un reconocimiento al interior de lo humano, pero desde los procesos alienantes que lo alteran, es decir, que niegan la posibilidad de reconocerse como tal, por eso el concepto de totalitarismo no sólo tiene alcances políticos sino también consecuencias existenciales al interior del ser humano. El totalitarismo es un proceso racionalizado, calculado, una maquinaria perfeccionada que posee una explicación filosófica que busca en sí mismo el protagonismo de las masas para su ejercicio. Como es evidente la búsqueda de totalidad se practica como un factor político, jurídico, histórico y, virtualmente, hasta ético, para adquirir un favoritismo público. Esta amalgama de artificios sólo pueden ser ejecutados cuando los ciudadanos carecen de acción, es decir de libertad, de voluntad libre. 12 Para privar a los hombres de libertad, los artificios suplantan el lugar de ésta. Es decir, la labor y el trabajo se constituyen como la esfera fundamental en la vida de los hombres. Así el totalitarismo, posee la autonomía para ejercerse libremente sobre los seres superfluos, alienados y enajenados por sus condiciones materiales. Los hombres del montón son la masa que representa el atraso, la brutalidad y la falta de conciencia de sí y de los otros. De esta manera, el hombre sumido por la necesidad en el antihumanismo, es un ser paralizado, ha negado su ser y es vulnerable. El totalitarismo es avalado, pues la violencia en contra de la existencia está fundamentada en la soledad de los hombres y la ausencia de la identidad con los otros. Consecuentemente, el totalitarismo destruye la vida privada y la pública, desarraiga al hombre del mundo, anula el sentido de pertenencia y convierte a los hombres en individualismos gregarios, o en términos de Arendt, los hombres coexisten comprimidos los unos con los otros, cada uno aislado de los demás. La vida ética y política se juega en el aislamiento: “Morir significa separarse de la comunidad, aislarse mientras que la natalidad simboliza y constituye” (Arendt, 1993: 71) Lamentablemente, la acción está mediada por la necesidad, pues la especie humana tiene históricamente identificada la necesidad con la vida, en efecto, el ser libre se ve obligado por la necesidad, ésta es parte esencial de la esfera pública, ya que subsanada crea más necesidades gracias al uso y al consumo, privando de esta forma al hombre de la iniciativa o acción; la eliminación de los deseos y aspiraciones se amparan en las necesidades obsoletas y renovadas a diario, el ser asume con apatía la libertad para convertirse en propietario. La propiedad le da un lugar en el mundo y lo hace pertenecer al cuerpo político y en efecto lo hace un ser privado: “Los hombres se han convertido en completamente privados, es decir, han sido desposeídos (…) vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de cosas esenciales a una verdadera vida humana” (Arendt, 1993: 67) 13 La necesidad se convierte en la negación de la vida con los otros, de esta manera lo privado es la ausencia de los demás, los hombres viven con propiedad, pero en absoluta soledad, despojados de los otros. Lo privado tiene un carácter antihumano, ya que destruye lo público. Sin embargo la propiedad da una jerarquía social para ser admitido en la esfera pública, de esta manera la propiedad reemplaza a la libertad y a su vez la conducta reemplaza a la acción. Los hombres entienden que dentro de los estándares sociales es mejor comportarse y no actuar, así es que, la conducta es la principal forma de relación humana. De esta manera se da simultáneamente el marchitamiento de la vida privada; de igual manera los individuos adquieren una connotación negativa de propiedad privada, por ejemplo, la mujer y los esclavos eran propiedad de alguien en analogía con vida laboriosa, dedicada a las funciones corporales y cuya finalidad dependía de un interés material. En efecto la actividad humana señala y da un lugar y jerarquía en el mundo. Arendt tipifica la labor con el Animal Laborans; en su sentido negativo éste es netamente corporal, aquellos que como animales y esclavos atienden con sus cuerpos a las necesidades de la vida; por ello, cuando el hombre vuelve dentro de sí y toma conciencia de su esclavitud debe luchar por la libertad mediante la supresión de sus necesidades. Sin embargo, cuando el hombre empieza a mutar esta metamorfosis lo lleva a una nueva forma de esclavitud, lo domestica. La labor emprende la tarea de liberar al sujeto de sus necesidades y dar una categoría más a su existencia; de hecho su fertilidad radica en que el dinero engendra dinero y el poder engendra poder; desde esta perspectiva podemos afirmar que esta enajenación excede y multiplica la dependencia humana: “el hombre no puede ser libre, sino sabe que está sujeto a la necesidad, debido a que gana siempre su libertad con sus intentos nunca logrados por entero de liberarse de la necesidad” (Arendt, 1993: 131) 14 El tiempo de ocio del animal laborans siempre se gasta en consumo y sus apetitos; el consumo lo aniquila; al satisfacer necesidades se engendran unas nuevas, así se genera un ciclo ininterrumpido en donde el hombre se convierte en pura necesidad y consumo. Útiles e instrumentos disminuyen el dolor y el esfuerzo de la labor humana y con ello modifican las maneras en que la necesidad, inherente a la labor, se manifestaba, lo que no quiere decir que se elimine o cambie la necesidad, solamente se hace invisible a nuestros ojos. De esta manera la necesidad es entendida por Arendt como la violencia del hombre por el hombre y a la que ningún hombre puede escapar. La herramienta nace del Homo Faber o fabricador del mundo. La futilidad del hombre frente a la necesidad y el consumo, se hace más fuerte cuando aparece en escena el homo faber, ya que éste es la fábrica interminable de objetos cuya suma total constituyen el artificio humano. El carácter positivo del trabajo es la representación duradera de las cosas en el mundo y por tanto la permanencia del hombre, sus manos trabajan sobre el mundo haciéndolo dueño y señor y las cosas del mundo buscan estabilizar su vida: “contra la subjetividad de los hombres se levanta la objetividad del mundo hecho por el hombre” (Arendt, 1993: 164). El fabricante de útiles entiende que su creación aligera y mecaniza la labor del animal laborans, pues resuelve las necesidades y exigencias subjetivas. Así, la producción consiste en la preparación para el consumo, la sociedad hace a los seres humanos siervos de las máquinas, éstas suplantan la labor del cuerpo con superior poder y fuerza, el hombre sólo debe ajustarse a ellas para hacer menos penosa la labor y más fácil la vida. En consecuencia el homo faber instrumentaliza el mundo de acuerdo a su necesidad y consumo, el mundo es sólo un medio para alcanzar sus fines: La tragedia es que en el momento en que el homo faber parece haberse realizado en términos de su propia actividad, comienza a degradar el mundo de las cosas, el fin y el producto final de su mente y manos; si el hombre es el fin más elevado, “la medida de todas las cosas”, entonces no sólo la naturaleza tratada por el homo faber como casi el “material sin valor” sobre el que trabajas, sino las propias cosas “valiosas” se convierten en simples medios, perdiendo con ello su intrínseco valor (Arendt, 1993: 173-174) 15 El hombre puede utilizar todo lo demás como medio, se sirve de todo según las necesidades humanas. El animal laborans tiene una vida social que carece de mundo, y el homo faber existe en el mundo del mercado público, puede mostrar los productos de sus manos. Cada uno de ellos recibe la estima, el valor o el desprecio según su actividad material en el mundo. Los hombres ya no son personas sino dueños o propietarios o productores: “el mundo de las cosas hecho por el hombre, el artificio humano erigido por el homo faber, se convierte en un hogar para los hombres mortales” (Arendt, 1993: 190) 5. Arendt: La acción y el discurso como posibilidad de libertad. La acción, nos hace volver a nacer como seres humanos, devuelve a la existencia un sentido real y legítimo, a través de la inserción del otro y el entendimiento de la pluralidad. El concepto de acción en Arendt tiene un profundo carácter ético, debido a la necesidad de incluir al individuo aislado en la relación con los otros, pero no desde lo abstracto sino desde la práctica política que tiene como vehículo el discurso. La palabra adquiere un sentido de igualdad y distinción, es decir, los seres humanos nos comprendemos como iguales pero en nuestra diferencia existencial: “el hombre: la alteridad que comparte todo lo que es y la distinción que comparte con todo lo vivido, se convierte en unicidad y la pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos” (Arendt, 1993: 55) La existencia adquiere libertad a través del discurso, “con la palabra y acto nos insertamos en el mundo humano, y esta inserción es como un segundo nacimiento, en el que confiamos y asumimos el hecho desnudo de nuestra original apariencia” (Arendt, 1993: 201). Así, actuar es tomar la iniciativa, comenzar y poner en movimiento, crear lo nuevo que aparece en forma de milagro, el milagro humano de la liberad como finalidad. El ser humano con la palabra conjuga la acción y el discurso inaugura la pluralidad, ya que la acción y el discurso es la aparición del yo ante los otros como identidad. 16 El estar con otras personas mediante la palabra es la posibilidad de reconocimiento, debido a que la acción requiere un qué y un quién, y, consecuentemente sólo se adquiere en la dimensión de las relaciones humanas. Además el discurso posibilita la acción, gracias a las conexiones de las personas que buscan intereses en común, por eso Arendt afirma que “la revelación del “quien” mediante el discurso y el establecimiento de un nuevo comienzo a través de la acción” (Arendt, 1993: 207) es decir, que el ejercicio, la existencia del ser humano sólo se puede dar mediante el reconocimiento de su palabra y por tanto de su acción. Éste es el vínculo esencial del yo con el otro, es la fórmula inalienable de otredad en la que se va a mover la investigación existencial del desplazado, ya que será la vía resolutiva para la afirmación de su ser mediante la ética que se alimenta en la palabra y en acción, ya que éstas son la afirmación de lo humano en la presencia de los otros, para completar y constituir la existencia. Así el discurso y la acción pueden ser la condición que articule la reivindicación y reparación de la víctima del desplazamiento. Arendt comprende que únicamente con la relación humana será posible la libertad, el actuar juntos constituye la noción política, en donde los sujetos ya no son seres aislados e indiferentes, sino una organización para compartir actos y palabras. La política en Arendt no tiene un carácter negativo, es claro que posee en sí misma el sentido y la verdadera configuración de la vida, a saber: el espacio de aparición, donde la agrupación de los hombres constituyen una forma a priori de las formas de gobierno: “la organización de la gente tal como surge actuar y hablar juntos y su verdadero espacio se extiende entre las personas que viven juntas para este propósito, sin importar en donde estén. “A cualquier lugar don de vayas seres polis” (Arendt, 1993: 221) La política tiene una intención claramente ética, existe para el ejercicio de la libertad en donde los hombres actúan y hablan, para dar satisfacción a la compleja existencia que los cobija como seres sociales, porque ningún hombre se basta a sí mismo, no puede vivir por fuera del espacio público. 17 El espacio público tiene como base la ética y la política, en Arendt son aspectos inseparables, suponer lo contrario seria admitir que la libertad y la acción de los hombres son imposibles. La esfera pública constituye el espacio que gana el hombre libre por el hecho de vivir con los otros, por lo tanto, la política es la primacía del otro por encima de las formas de relación social; podíamos pensar que la justificación ética de la organización política es garantizar la palabra y el acto de todos los ciudadanos, es decir, la inclusión de los seres humanos en lo público, en un ejercicio real de su ciudadanía; en donde el poder mantiene la existencia de lo humano en la esfera pública: “El poder sólo es realidad donde la palabra y el acto no se han separado, donde las palabras no están vacías y los hechos no son brutales, donde las palabras no se emplean para velar intenciones sino para descubrir realidades y los actos no se usan para violar y destruir sino para establecer relaciones y crear nuevas realidades” (Arendt, 1993: 223). La política es una de las formas legítimas de acción, además del vínculo mediante el cual los hombres actúan juntos y los libera del aislamiento. En el momento en el que desaparece la unión, la pluralidad; a política pierde sentido y se convierte en tiranía o totalitarismo. El poder es la unión del pueblo, se legaliza por la pluralidad, en su ausencia los sujetos individuales se aíslan se convierten en seres abstractos, vulnerables e impotentes, carentes de poder y en efecto de fuerza; abren de esta manera una brecha que permite el ejercicio de la violencia, manifiesta con la imposibilidad de organización y aparición de los sujetos en la vida pública. El aislamiento hace que nazca el espíritu de temor y sospecha frente a la política debido a que se contradice la pluralidad (actuar y hablar juntos) por la imposición del gobernante frente a sus súbditos y estos entre sí. La violencia aparece para destruir el poder, y surge en la escena la tiranía que elimina la pluralidad, dejando en la impotencia a los súbditos; esta impotencia debe comprenderse como la imposibilidad de actuar y hablar juntos. En efecto hay un ambigüedad en la percepción de la política, debemos hacer hincapié en que el poder es la manifestación de la vida pública, entendido como organización social, es decir, la pluralidad que facilita el actuar juntos, por el contrario la tiranía es la ausencia de política que busca sustituir el poder por la fuerza. 18 Así, el discurso y la acción dan dignidad a la política, la devuelven al espacio humano, que hoy parece haber desaparecido, pues no hay memoria, no hay confianza en la política, porque en ella no cabe la pluralidad, sino que persigue intereses particulares (tiranía). Lamentablemente en la práctica social el ideal político de Arendt se elimina. Sin embargo es evidente que sin la praxis real de ella todo está perdido. La política se hace efectiva en el discurso y la acción, por tanto debe empezar a reconocerse como un elemento para aparecer como seres en este mundo excluyente. La víctima debe entender la política como un recurso fundamental para recobrar su carácter de humano, ya que ésta le imprime nuevamente un lugar en la dimensión pública; sin la palabra y la acción el desplazado no existe, no es reconocido y, por lo tanto, es eliminado. Son deshumanizados o instrumentalizados, reducidos al carácter de homo faber o animal laborans, en la absoluta soledad, sin comunicación, mudos, aislados sin asociación ni comunidad, privados de la libertad de hablar y actuar en el espacio público en donde se reconozca como un ser constituyente dentro de la pluralidad. En conclusión, Arendt y Sartre como fundamento investigativo frente a la condición existencial en el desplazamiento, se relacionan de forma directa en su aproximación antropológica y axiológica. En efecto, el recorrido realizado por ambas teorías nos lleva a una relación directa en los postulados filosóficos, el diálogo entre los dos autores crea un sentido negativo de la Labor y el Trabajo como acontecimientos netamente materiales, singulares y no trascendentes. Ésta es la experiencia real de la caída en el mundo, en lo que es dado, lo que ya está allí, lo que es regido por la necesidad y por lo tanto es determinismo. Así, el hombre aferrado a su sistema por necesidad se encierra en sí mismo, se aliena y cae en la profunda soledad. La caída es la contingencia radical, la existencia es separada y desvinculada de los otros, el sujeto es arrojado a la existencia personal solo y vacío, descubre la vergüenza de su condición en la soledad y su esterilidad al encontrarse aislado sin posibilidades ni libertad. La esterilidad de este yo se relaciona con la ausencia de contenido existencial, desprovisto de acciones que legitimen la existencia. 19 Por otro lado, también los autores tienen la necesidad de la metafísica 5 como forma de salir del mundo materialista, inmanentista y, específicamente del determinismo que ha sofocado al espíritu humano; volver a la metafísica es volver al sentido, a la conciencia, a la subjetividad que se recrea en el otro y, en grado superior, a la libertad que se manifiesta en la acción. Arendt y Sartre entienden que cuando existen individualidades aisladas, la noción de sociedad se disuelve de forma abstracta, por lo tanto la acción es el elemento vinculante entre los seres que se reconocen como tal, ya sea por la necesidad de justicia o la búsqueda incesante de la libertad. Si no se fundamenta la existencia en la acción y en la búsqueda de la libertad, la sociedad no será una relación de seres humanos como sistema o comunidad, sino un conjunto de seres aislados encerrados en la soledad, individuos impotentes sin libertad, sin posibilidades, sin poder. Mediante la acción hay un nuevo espacio ético-político que se expresará en el escenario social como reivindicación y construcción colectiva de existencia. Como resultado, podemos eliminar la patología de las relaciones sociales hacia el solipsismo, impulsar la ruptura de cada ser humano que se entiende como autónomo, individuo puro apartado, que olvida su ser social al construir artificios y reconocer su soberanía en el mundo en donde se entierra con su soledad. El sentido y el valor se crean socialmente. La democracia no es simplemente un sistema de instituciones; puede ser un tipo de relación social que genere sentido y, por ende, la revalorización de la sociedad civil. La acción en nuestros autores es la totalización del sujeto y la sociedad, un sujeto es praxis en la medida que interioriza la exterioridad para imprimirle un nuevo significado. Recordemos a Sartre y su principio: “La libertad del otro constituye la base para mi libertad” premisa que vincula lo ético y lo político. Sin 5 Debemos entender la metafísica como una pregunta por los fundamentos últimos del ser y de lo existente en tanto que es. El objetivo es lograr una comprensión teórica del ser, no sólo la pregunta por el ser sino también por la constitución y la interrelación de todo lo que es, es decir, la realidad en su totalidad. Este enfoque del ser parte de la base de una metafísica dialéctica en cuanto afirmación y negación. 20 embargo, podemos evidenciar cómo en el país la crisis se reduce al discurso para alienar la realidad; de hecho, existe una comprensión virtual generalizada del desplazamiento, pero se desconocen las singularidades (contextos, autores, circunstancias), de allí que unificar la realidad es ocultar las circunstancias, perder la especificidad de los actores y sus víctimas para llegar al plano de la homogeneidad. El ser humano queda oprimido, se siente abandonado en medio de los extraños o enemigos. El abandono social y metafísico se elimina cuando los hombres y mujeres entienden la lucha por la acción a través de la libertad como sentido, la solidaridad interhumana y la ética como principio existencial. A partir de la configuración social el hombre se puede sentir más en el mundo, la justicia es el pilar ético y político. La acción de la libertad nos separa de la objetivación y el determinismo, trasciende proyectándose en el mundo y abriendo hacia un humanismo real. La acción es el concepto antropológico que adquiere en la presente investigación un carácter ético que es capaz de trascender lo inhumano, la escasez material en un mundo carente de sentido, para configurarse como el suelo metafísico de la condición humana del desplazado. La acción es la recomposición de la existencia humana desde el sentido y la reivindicación de los desplazados, los otros que adquieren libertad que en suma es el triunfo de la ética como imperativo capaz de devolverle al hombre su dignidad. 21 CAPITULO II 1. JUSTICIA VS IMPUNIDAD Análisis panorámico del desplazamiento en Colombia Hacer un análisis de la problemática del desplazamiento es una tarea dantesca, más aún, cuando las cifras y las estadísticas arrojan resultados cada vez más ambiguos. Por ende, es necesario evidenciar cómo en nuestro país el desplazado sigue siendo un sujeto abstracto. Este proyecto es una reflexión en torno al desplazamiento desde el sujeto, desde la circunstancia del ser humano y su condición de desplazado: de víctima. Debemos señalar cómo la categoría de víctima se entiende antagónicamente en el país 6 y por ende debe ser conceptualizada; es más, debe entenderse y resignificarse desde una perspectiva tanto individual como colectiva, es decir, desde el desplazado mismo y la sociedad colombiana. Para lograrlo debemos realizar una exploración inicial a partir de la postura filosófica de Hannah Arendt 7, 6 Según el Censo Nacional de Población realizado por el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas DANE, en Colombia hay 800 mil personas desplazadas, todo parece indicar que el gobierno, antes que reconocer la crisis social y humanitaria del desplazamiento, intenta desconocerla por la vía de las estadísticas o por acciones administrativas como el rechazo y la negación, además debemos hacer hincapié en que las políticas del presidente Álvaro Uribe Vélez, no apuntan de forma integral al reconocimiento y reparación de las víctimas. Además de fondo hay un problema de lenguaje en contexto, ya que la palabra víctima no tiene la misma definición para los diferentes sectores actores armados, sociales y políticos. 7 Hanna Arendt: Prestigiosa filósofa de nacionalidad norteamericana (la adoptó en 1951) que influenció, en gran medida, el pensamiento social y político de la segunda mitad del siglo XX. Fue además una contundente analista de los más importantes acontecimientos históricos de su tiempo. En 1924 va a estudiar a Marburgo y conoce personalmente a Heidegger. Esta relación tiene repercusión en la filosofía de Arendt. Con el ascenso al poder del nazismo, Arendt tuvo que exiliarse en Francia en 1933 y después de la invasión de Francia por parte de las tropas de Hitler, volvió a escapar, esta vez a EEUU. Después de la guerra, Arendt fue profesora en las universidades de California, Chicago, Columbia y Princeton, y ocupó altos cargos en varias organizaciones judías. Sus obras más célebres son seguramente The Origins of Totalitarianism (1951) y Eichmann in Jerusalem (1963), y las más filosóficas por especulativas son The human condition (1958) y The life of the mind (obra inacabada, 1978). 22 Jean Paul Sartre 8 y Primo Levi 9 quienes han logrado dar una mirada a partir de la víctima misma, entendiéndola en su condición límite. El estudio de la vida social y de la vida personal nos enseña cuán próximos se encuentran una de otro la idealización y el terror. La idealización del fin, de la meta y el terror de los medios que procurarán su conquista. Quienes de esta manera tratan de someter la realidad al ideal, entran inevitablemente en una concepción paranoide de la verdad; en un sistema de pensamiento tal, que los que se atreverían a objetar algo quedan inmediatamente sometidos a la interpretación totalitaria: sus argumentos, no son argumentos, sino solamente síntomas de una naturaleza dañada o bien máscaras de malignos propósitos. Estanislao Zuleta, Elogio de la Dificultad 8 Jean Paúl Sartre: Filósofo francés, dramaturgo, novelista y periodista político, es uno de los principales representantes del existencialismo. Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la École Normale Supérieure de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo, Suiza y en el Instituto Francés de Berlín. Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y participó en la Resistencia francesa.. Sartre dejó la enseñanza en 1945 y fundó, con Simone de Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se le consideró un socialista independiente activo después de 1947, crítico tanto con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como con los Estados Unidos en los años de la guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas incluidas sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del ejército francés en Argelia. Rechazó el Premio Nobel de Literatura de 1964 y explicó que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor. Las obras filosóficas de Sartre conjugan la fenomenología del filósofo alemán Edmund Husserl, la metafísica de los filósofos alemanes Georg Wilhelm Friedrich Hegel y Martin Heidegger, y la teoría social de Karl Marx en una visión única llamada existencialismo. Este enfoque, que relaciona la teoría filosófica con la vida, la literatura, la psicología y la acción política suscitó un amplio interés popular que hizo del existencialismo un movimiento mundial. 9 Primo Levi (31 de julio de 1919 - 11 de abril de 1987) fue un escritor italiano de origen judío, autor de memorias, relatos, poemas y novelas, estudió química entre 1939 y 1941. trabajó en el terreno de la investigación, en Milán; cuando la intervención alemana en el norte de Italia, ocurrida en el año 1943, fue un resistente antifascista. Fue detenido y deportado al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, en el cual sobrevivió desempeñando trabajos de laboratorio para los nazis. Sobrevivió hasta la liberación el 27 de enero de 1945. El resto de su vida la dedicó a dar testimonio del horror en varios libros autobiográficos Retomó su carrera como químico industrial en 1946 y, al jubilarse en 1974, pudo dedicarse con más intensidad a la literatura. Es conocido sobre todo por las obras que dedicó a dar testimonio sobre el Holocausto, particularmente el relato del año que estuvo prisionero en el campo de exterminio de Auschwitz. Su obra Si esto es un hombre está considerado como una de más importantes del siglo XX. Levi se suicidó el 11 de abril de 1987, arrojándose al vacío, por el hueco de la escalera de su casa. 23 ”El pasado nunca está muerto, ni siquiera es pasado” se existe en la brecha entre el pasado y el futuro, se vuelve en el pasado, vive en totalidad de su ser concreto” Arendt sobre Faulkner El Estado de derecho se fundamenta, en el sentido de la construcción moderna de gobierno, sobre los principios de justicia y equidad liberal. Sin embargo, la realidad social colombiana expresa la ausencia de dichos presupuestos. Los derechos ciudadanos no se han configurado, por ende no se materializan porque ciertas personas no son asumidas como sujetos de derecho. En un escenario de violencia, la atención y reparación implica la instalación de derechos y la construcción del ejercicio real de ciudadanía. Sin embargo, debemos tener en cuenta que conceptos como derechos humanos, ciudadanía y libertades privadas son de construcción reciente en el país, específicamente a partir de la Constitución de 1991. Esto hace evidente que las relaciones de vasallaje se deben fundamentar filosófica y políticamente, es decir, evadir los derechos a ciertos sectores sociales y así sus posibilidades entendidas como derechos y libertades. La crisis humanitaria que atraviesa el país es resultado de la negación que ha tenido el desplazado como víctima 10. Esta primera tentativa está avalada por las crecientes cifras que engrosan la violación constante de los derechos humanos y la imposibilidad de dignificar y dar una condición de ser humano real a las víctimas de la violencia en el país. El 2007 es el año de los derechos de los desplazados en Colombia, no obstante, la realidad nos muestra que el desconocimiento y la indiferencia son también una forma de política, quizá la más 10 La Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder Adoptada por la Asamblea General en su resolución 40/34, de 29 de noviembre de 1985, resuelve: Se entenderá por "víctimas" las personas que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, inclusive lesiones físicas o mentales, sufrimiento emocional, pérdida financiera o menoscabo sustancial de los derechos fundamentales, como consecuencia de acciones u omisiones que violen la legislación penal vigente en los Estados Miembros, incluida la que proscribe el abuso de poder. 24 eficiente. Es innegable que el fenómeno del desplazamiento se ha naturalizado, se ha convertido en un suceso cotidiano, en una característica más del país y se ha dejado de pensar como un rumbo absurdo del gran proyecto humano, que debe repensarse e intervenirse. En la actualidad cerca de 602 personas son desplazadas al día, es decir que 219.886 11 en un sólo año, dejaron de ser población civil para convertirse en población civil desplazada, categoría o nomenclatura complicada ya que está cargada de significado opuesto al real valor semántico, rotulando al individuo con características ajenas a su condición y ligadas, por el contrario, a una vaga percepción que descarta el sufrimiento, el miedo y la incertidumbre de quienes son expulsados de sus tierras, así como el impacto inmediato y futuro del desplazamiento en sus vidas, existiendo así, un entendimiento muy limitado de la forma en que el desplazamiento hace víctimas a quienes lo sufren: La educación, el poder de las palabras, destruye también la capacidad de comprender, la perversión de la comprensión, naturalizar a la víctima, el pensamiento totalitario tiene una propaganda y una educación, los asuntos políticos e históricos son profundamente humanos, conocer y comprender, entender la negación de la libertad, el lenguaje popular reconoce un evento, la falta de juicio Kant la califica como estupidez: una enfermedad irremediable. (Arendt, 1995: 53) Las cifras radicalizan el hecho de nuestra dramática crisis humanitaria. Sin embargo la opinión pública sólo observa y recibe de forma pasiva la información que dan los medios de comunicación, aceptando la publicidad engañosa y rimbombante que afirma una reparación a las víctimas, tal vez como manera cómoda y forma de evasión para evitar enfrentarse a la naturaleza humana de la que hacen parte. No obstante podemos pensar en las tantas formas de negar una realidad, de manipularla, de deformarla, observar como señaló Primo Levi que el vencedor es dueño de la verdad y no el vencido: “Todas las mentiras, lo supieran o no sus autores tienen un elemento de violencia: la mentira organizada siempre 11 La Cruz Roja Internacional ha manifestado tener la cifra más cercana a la realidad, del número de desplazados que a diario migran a lo largo del país. Sin embargo, consideramos que teniendo en cuenta la multiplicidad de variables involucradas en ese conteo, dicho dato no puede tomarse como un absoluto. 25 tiende a destruir lo que se haya decidido anular, aunque sólo los gobiernos totalitarios de manera conciente hayan adoptado la mentira como paso previo al asesinato” (Arendt, 1999: 45) Hacer creer a la opinión pública que en el país no hay conflicto, que las víctimas sólo con llamar al 018000910315 12 o ver en televisión la palabra DENUNCIE, van a obtener la justicia que se les ha negado históricamente, que van a conquistar la reparación como si fuera una ola de salvación para sus vidas, es bastante cuestionable y nos brinda un amplio panorama de las nociones de la Ley de Justicia y Paz 13 que manejamos hoy en el país. El derecho le ha sido negado a las víctimas, o quizá es una evidencia de la concepción de Freud citada en la carta enviada a Einstein titulada ¿Por qué la guerra? (1932) en donde se entiende claramente que el derecho es una forma de violencia, pues tanto el poder como las armas poseen la misma fuerza destructiva; quien carece de poder, carece de fuerza, por lo tanto de derecho: “Entonces el derecho de la comunidad se convierte en la expresión de las desiguales relaciones de poder que imperan en su seno; las leyes son hechas por los dominadores y para ellos, y son escasos los derechos concedidos a los sometidos.” (Freud, 1932: 3) 2. La ambigüedad entre la víctima y el víctimario Agregando a lo anterior, no podemos desconocer que la impunidad es manifiesta también desde el derecho, la invisibilización de las víctimas es consecuencia directa de la afirmación del víctimario. La Ley de Justicia y Paz es sin duda alguna la legalización de la impunidad y la negación de la justicia, la 12 Línea de atención a las víctimas, Procuraduría General de la Nación. La ley presentada como "alternatividad penal" el 20 de junio de 2003, por el gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez buscaba atraer a las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) al proceso de paz, pues los insurgentes no habrían tolerado las penas previstas por el Código Penal Colombiano (la máxima condena en Colombia es de 60 años de cárcel). Pretende dar piso jurídico al proceso de paz que adelanta el gobierno del presidente con las AUC. Aparentemente la finalidad es facilitar la desmovilización en curso de los paramilitares apoyados por el ejército, aunque en teoría también está destinada a los miembros de grupos guerrilleros que estén dispuestos a desmovilizarse. 13 26 eliminación y privación de la reparación para la víctima: “es irresistible la tentación que el político profesional siente por subestimar las posibilidades de la libertad y tolerar de forma implícita la falsa negación o la distorsión de los hechos” (Arendt, 1999: 66). El desconocimiento político, es sin duda alguna la plaza central del miedo y el terror de la víctima, ya que, al dejarla con vida el recurso siguiente es negarla. En suma, la victimización se realiza también con la desprotección y el miedo que en ella se prolonga: “Es posible que este propósito de matar se vea contrariado por la consideración de que puede utilizarse al enemigo en servicios provechosos si, amedrentado, se lo deja con vida. Entonces la violencia se contentará con someterlo en vez de matarlo” (Freud, 1932). Conceder estatus político para las AUC, es entender que la violación de los derechos humanos, el dolor, la muerte, el resquebrajamiento económico, político, social y cultural y simultáneamente el derrumbe del desplazado como ser 14, son solamente una consecuencia más de la política y de la dialéctica interna que allí mora: “Sólo cuando una comunidad se embarca en la mentira organizada por principio y no únicamente con respecto a los particulares, la veracidad como tal y el sostén de las fuerzas distorsionadas y el interés, puede convertirse en un factor político de primer orden” (Arendt, 1996:45) El problema fundamental recae precisamente en la legitimidad. Ciertamente, que la justicia ampare y confiera privilegios al víctimario a pesar de la crueldad, los crímenes de guerra y de lesa humanidad por él cometidos, permite que la ley se convierta en un mecanismo más de violencia, vulnerando a las víctimas al privarlas del derecho a la reparación. Por lo tanto, podríamos empezar a deducir que el aparato legal y político carece de bases, de imperativos que sean capaces 14 Abordaremos el ser, respecto a dos visiones occidentales que afirma la metafísica, aquello que constituye la existencia y su validez; en este sentido se sustentará en la noción del ser como subjetividad. En primer lugar, debemos hacer hincapié en las múltiples dimensiones que lo gestan, el ser ha sido entendido histórica y filosóficamente como: razón, felicidad, fe, seguridad, libertad, dignidad, derecho, elección, deliberación, cultura, sociedad, identidad, familia… En segundo lugar vamos a abarcar el ser pluridimensional, que se crea y recrea desde su existencia, es decir, el reconocimiento del ser en el ser mismo y su relación con los otros y su mundo. 27 de dignificar y devolver una noción ética y humana al Estado: “El perjuicio moral corriente suele ser más bien duro con la mentira cruel, en tanto que, por lo común, se mira el a menudo muy desarrollado arte del autoengaño con gran tolerancia y permisividad” (Arendt, 1999: 71) En los últimos años los paramilitares han sido responsables de la mayoría de los homicidios de civiles, las desapariciones y los casos de tortura. La ley de justicia y paz ofrece saldar la impunidad a pesar de las violaciones a los derechos humanos en medio del conflicto interno que vive el país desde hace más de cuarenta años. Es innegable que gozar de derechos en condiciones límite es un privilegio, porque el ciudadano que ha sido desterrado adquiere un nuevo significado en la dinámica social, un efecto negativo. Ya que su condición no le da garantías ni libertades, sino señalamiento y exclusión; teóricamente la víctima debe ser reconocida y reparada, no obstante, la realidad hace evidente todo lo contrario a pesar de la legislación, los esfuerzos de organismos internacionales y las organizaciones no gubernamentales las víctimas del desplazamiento en el país no han logrado recibir la atención ni la reparación que merecen, lo que es peor la víctima termina mendigando el ejercicio de la justicia y el derecho. La naturalización del conflicto nos ha llevado a convertir en culpables a las víctimas, a soslayar la realidad y a olvidar. Sin embargo, no puede ser justificable la ausencia de ley como un imperativo en la guerra, es decir, no podemos avalar el hecho de que a priori se justifique o se genere la deshumanización de tal evento, que se entienda el desplazamiento como consecuencia natural de la guerra. La paz y la guerra son temas ya muy desgastados en Colombia. Nacionales y extranjeros llena estanterías, así como espacios extensos de Internet con títulos sugestivos que invitan a mirar desde muchas posiciones la tragedia de nuestra guerra y los sueños de una paz que se aleja y se acerca intermitentemente. No podemos pensar en paz mientras se 28 violan simultáneamente los derechos humanos de miles de colombianos que están privados de la justicia. Se asume que la condición del desplazado, privado de todo amparo de la ley, es natural por existir dentro de la guerra y la violencia. En consecuencia, esta noción se inserta en la opinión pública, que la considera como auténtica. La comprensión de la violencia y la crueldad como un evento cotidiano generará sentido, hace que perdamos el horizonte, nos deshumaniza, y, sin duda nos lleva a una naturalidad cómplice. Enfermedad de todos, la bancarrota de la sabiduría, la razón ha muerto y se comprueba con hechos, crisis moral y espiritual de la civilización, la moralidad ha perdido fundamento y sólo nos queda esperar lo peor 15. “Lo irracional se vuelve lógico gracias al adiestramiento ideológico, el pensamiento se vuelve estéril en la ausencia de sentido común, sentido ético y sentido político.” (Arendt, 1995: 52) Es necesario desnudar la realidad, observar cómo la atención integral a la población afectada sigue siendo un imaginario o un supuesto, entre tanto el desplazamiento continúa, lo mismo que el conflicto armado interno y la crisis humanitaria y de derechos humanos. El Estado no cumple a cabalidad con la reparación a las víctimas, se soslaya la realidad de miles de colombianos que, lejos de ser atendidos, son desconocidos, estigmatizados, rotulados, señalados, discriminados, por una condición impuesta, no elegida, de una magnitud y dimensión que quizás de lugar a nuevas formas de odio y rencor, una transformación social dentro de los seres humanos, un empobrecimiento hacia adentro. La población desplazada es el testimonio de políticas privilegiadas, jerarquizadas, retoño de la política de “seguridad democrática”. Colombia es el segundo país con el problema más grave de desplazamiento interno. CODHES 16 15 Para Arendt el destino común es sólo aquella parte de nuestro espíritu y aquella porción de sabiduría heredada, que todos los hombres tiene en común en cualquier civilización dada. 16 Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento. 29 y la Conferencia Episcopal Colombiana después del seguimiento, han estimado un total cercano a 3,8 millones de colombianos que durante los últimos 20 años han sido desplazados. La Procuraduría General de la Nación advierte que el registro oficial reconoce 1,9 millones a octubre del 2007 y un 30% de la población en subregistro, sin embargo aclara que más del 40% de las personas son rechazadas del sistema oficial y un 20% ni siquiera han podido registrarse en él, sumado a las tantas otras condiciones de papeleo, tramitología, filas, esperas, documentación, circunstancias, pros y contras que ratifica la situación de víctima del desplazamiento. El desplazamiento se da por una situación violenta o huyendo de la violencia misma, se escapa de la zona de guerra para llegar a la guerra misma: la indiferencia y la exclusión. En suma las víctimas son desdibujadas o las tragedias se cuentan como ficciones mientras los víctimarios crean la versión fiable, ejemplo de ello son los paramilitares que desaparecieron como los protagonistas y los causantes de desplazamiento; el indulto estatal, es la privación de la justicia, del derecho, de la ley. Sin embargo ahora solo existen en los recintos judiciales donde reposan los testimonios, los terrores de los colombianos que aun no se pueden ni tan solo cuantificar, el terror, la crueldad, siguen aún ahí vivos y día a día mientras se multiplican al tiempo que se olvidan y se sepultan. Por su parte las guerrillas incrementan el reclutamiento forzado, atacan civiles, secuestran, siembran minas y las personas huyen de los combates, las amenazas, las violaciones, el terror y el dolor ¿hacia donde huir?... ampararse quizá en la constitución nacional, en la ley 387 de 1997 17, en el Estado garante de los derechos y responsabilidades… ¿a quién culpar?: La comprensión comienza con el nacimiento y finaliza con la muerte. En la medida en que el surgimiento de los gobiernos totalitarios es el acontecimiento central en nuestro mundo, entender el totalitarismo no significa perdonar nada, sino reconciliarse con un mundo en que cosas como éstas son simplemente posibles (Arendt, 1999: 23) 17 Por la cual se adoptan medidas para la prevención del desplazamiento forzado; la atención, protección, consolidación y estabilización socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de Colombia. 30 Colombia ha gestado un proceso de verdad, justicia y reparación para las víctimas del desplazamiento; con todo no ha pasado de ser más que un documento, ya que no se posee un acceso real a las garantías estipuladas, a los derechos plenamente establecidos, ni los recursos para que dicho panorama alentador pero fantástico pueda ser llevado a cabo. El desplazamiento forzado es un delito a nivel nacional e internacional, es un crimen de guerra y delito de lesa humanidad. El Estado no garantiza la protección, ni genera estrategias para prevenir el desplazamiento, su carácter es la trasgresión no solamente de seres humanos, de vidas, sino también de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales. No obstante, podemos comprender que es una maquinaria de destrucción efectiva. La labor constante de medios de comunicación y entidades encargadas que simplifican un fenómeno como el del desplazamiento persigue objetivos claros, resumir una masacre, atenuar una catástrofe humana, posee en si mismo una finalidad. Así pues, vedar el análisis de los hechos es quitar fuerza, es eliminar el poder de juicio. Nada es arbitrario, todo hace parte de una gran maquinaria del terror que fundamenta la fuerza intelectual de forma pragmática, es decir, el intelecto es funcional hasta para la crueldad; en efecto, la crueldad es indescifrable, no hay conceptos, teorías que la amparen en el sentido occidental “(…) Al final del juego, habrá vencidos y vencedores. Si empatan, el espectador se siente engañado y desilusionado. Más o menos conscientemente, querría que hubiese ganadores y perdedores, identificándolos, respectivamente, con los buenos y los malos, puesto que son los buenos los que deben ganar; si no el mundo estaría subvertido” (Levi, 2001: 25). Es necesario, resaltar que por encima de toda reparación material, es necesario el reconocimiento del hecho, la afirmación de la verdad, denunciar el evento histórico, la justicia y la ley en su ejercicio. Parte fundamental de la reparación es la acción eficiente de la verdad: el juicio/ la condena, el reconocimiento público de la crueldad y la culpa. La víctima se debe reconocer también en el juicio del 31 víctimario. El conflicto filosófico ahora no es solamente el reconocimiento de la víctima carente de toda posibilidad de condición humana en dignidad, sino también el reconocimiento y conceptualización del víctimario con toda la carga histórica, social y política de sus culpas y responsabilidades 18. La justicia, los valores, la democracia, entendidos filosóficamente como principios para constituir un ser, la base de una ontología occidental en busca de universales, no puede ser menguada, o no puede entenderse de forma intermitente, el abuso sistemático de poder, nos lleva a la ausencia de los derechos: a la impunidad y en consecuencia a la eliminación de todos estos discursos o conceptos o de forma infame a su instrumentalización. Lamentablemente el discurso es también manejado por el amo y por tanto el significado y el concepto adquieren la fuerza y un nuevo glosario, no podemos estar hablando de los mismas palabras “justicia” y “paz” porque en el juego, la palabra en circunstancia adquiere nuevos predicados, cada palabra se carga de valor, de coherencia y de argumentos, un teatro monstruoso retórico a favor generalmente de la impunidad: “La presión que un Estado totalitario moderno puede ejercer sobre el individuo es pavorosa. Tiene tres armas fundamentales: la propaganda directa o camuflada, la educación o la instrucción, la cultura popular; la barrera que impide la pluralidad de las informaciones: el terror” (Levi, 2001: 22). El Estado soslaya la condición del desplazamiento y la crisis gigantesca que ha enfrentado, generado una indiferencia generalizada, se desdibujan los hechos de violencia o lo que es peor no se informan, manteniendo un adormecimiento en la 18 Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder: de la indemnización, numeral 8: Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufridos, el reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la victimización, la prestación de servicios y la restitución de derechos. Numeral 9: Los gobiernos revisarán sus prácticas, reglamentaciones y leyes de modo que se considere el resarcimiento como una sentencia posible en los casos penales, además de otras sanciones penales. 32 población, una mentira avalada, fundamentada y vanagloriada y en ocasiones un silencio cómplice. Para hacer más claro el panorama observemos que el gobierno no registra a las personas que se desplazan por persecución de grupos paramilitares, ni los que huyen de las fumigaciones, ni aquellos que son desplazados dentro de las ciudades. Muestra de ello es que durante el primer semestre de 2006 (SISDHES) 19 por los menos 112.099 personas, alrededor de 22.419 hogares, fueron víctimas de eventos de desplazamiento forzado que afectaron 463 municipios de 32 departamentos, el desplazamiento fue devastador para las minorías étnicas quienes constituyen el 12% de la población, alrededor de 5.773 personas pertenecientes a diversos pueblos indígenas y 8.038 personas afrodescendientes; esta situación no es gratuita ya que son claros los intereses que se manejan sobre los territorios con fines de explotación de sus recursos naturales y su biodiversidad, implementación de macroproyectos e imposición ilícita de monocultivos, especialmente de palma aceitera y caucho. A ellos se suman 5.301 personas que pasaron las fronteras con Ecuador Venezuela y Panamá durante el primer semestre de 2006 y solicitaron asilo en esos países aduciendo fundadas razones de persecución e inseguridad. Esto indica que en Colombia persiste una crisis gigantesca en cuanto al desplazamiento, fundamentada en la lucha por el poder, en donde los medios no importan; lo esencial no son los derechos humanos, sino mantener y fortalecer el poder, es innegable, porque se mantienen las causas que generan el destierro y porque las políticas de seguridad adoptadas por el gobierno nacional para frenar la huida, el exilio de la población siguen siendo limitadas y contradictorias. Además el desplazamiento termina siendo un arma contundente contra los intereses particulares de cada actor. 19 Sistema de información sobre el desplazamiento forzado y los derechos humanos. 33 Paradójicamente los departamentos en los que hubo desmovilización paramilitar son las regiones de operación del Plan Patriota. Es innegable que los fines están por encima de visiones humanísticas y de presupuestos éticos. El paramilitarismo, por ejemplo, expresamente ha desplazado y asesinado población por intereses de transnacionales; es necesario afirmar entonces, que ningún tipo de violencia es gratuita, siempre persigue intereses expresos, es pensada, analizada y ejercida bajo argumentos. El desplazamiento no solo es un resultado de la violencia sino también un mecanismo de dominación. Acaso es necesario preguntarnos: ¿Persigue fines políticos y económicos el fenómeno del desplazamiento? Hannah Arendt encontró que “El poder emerge dondequiera que la gente se reúne y actúa de manera concertada, deriva su legitimidad del acto inicial de juntarse antes de cualquier acción posterior a la legitimidad, cuando es confrontada, se sostiene a si misma apelando al pasado, mientras que su justificación se relaciona con un fin que se ubica en el futuro. La violencia puede ser justificable, pero nunca legítima, su justificación pierde plausibilidad en tanto que su fin perseguido reside en el futuro. Nadie cuestiona su uso de la violencia en defensa propia, no solo por cuanto el peligro es diario, sino también presente, el fin justifica los medios de manera inmediata” (Arendt,1970: 13) Las AUC ejercen un profundo control social, político y económico en la tercera parte de Colombia, que incluye el manejo del poder territorial, así como el surgimiento de nuevos códigos, nuevos imaginarios que dinamizan la sociedad a partir del miedo: “Están matando a los desplazados y atacando sus proyectos. Quieren silenciar la verdad matando a las víctimas, quieren asegurar el despojo de sus tierras mediante la intimidación y la amenaza, los desplazados son doblemente víctimas. No hay garantías que puedan reclamar la verdad, la justicia, la reparación ni, mucho menos, la no repetición. En Maicao fue asesinado Oscar Cuadrado Suárez, líder de la Asociación Departamental de Desplazados de la Guajira. En Cotorra, departamento de Córdoba fue asesinado Gustavo Espitia y en Montería sicarios acabaron con la vida de Yolanda Izquierdo, una de las voceras de las víctimas de paramilitares. En Turbaco, departamento de Bolívar fue incendiado el Centro Comunitario de la Liga de Mujeres Desplazadas. En Bogotá, Cúcuta y Barranquilla, se registraron en el último año amenazas, intimidaciones y hostigamientos contra los representantes de la población desplazada. La mayoría 34 de estas acciones fueron atribuidas a grupos paramilitares que siguen actuando contra las víctimas de desplazamiento 20. Es innegable cómo los seres humanos se convierten en medios, ejemplo de ello es la obediencia, la complicidad y el silencio que ha generado la violencia en el país. Hombres y mujeres son instrumentalizados como un medio, un acto político, que da como resultado la continua zozobra y miedo. El terror como fundamento político, la negación del otro (la víctima) a cambio de la seguridad democrática de algunos. Es evidente que es una falla en el silogismo, en la lógica y por su puesto en la praxis. Ahora bien, la evidencia la recogen las bases de datos y estadística de CODHES y SISDHES, en donde podemos ver que desde el primero de enero de 1995 al 30 de junio de 2005, un total de 1.877.328 personas desplazadas están inscritas en el SUR 21. Así el 43.2% corresponde a personas desplazadas durante el primer ciclo de gobierno del presidente Uribe, (2002-2006), es decir 812.178. Desde que se inició la ejecución del Plan Colombia (2000) y según cifras gubernamentales, por lo menos 1.665.061 fueron desplazadas, es decir, el 88.6% del total de la población registrada oficialmente. Sin embargo, la población desplazada ha seguido exigiendo sus derechos, ha intentado mostrar que la salida ha sido involuntaria, que como víctimas requieren reparación, que es necesario aclarar la verdad de los hechos que provocaron el destierro y el desarraigo; garantizar que estos hechos criminales no sigan en la impunidad y evitar que se repitan hacia el futuro. La vida de cientos de desplazados se ha dirigido a la aseveración de su condición, la existencia es una constante lucha por la afirmación, por el reconocimiento y por la búsqueda de la justicia negada. Las condiciones límite han dado como resultado seres humanos que exigen ser tratados como tal, han hecho de la palabra dignidad una exigencia, 20 21 Informe CODHES 1 de febrero de 2007. Sistema Único de Registro. 35 aunque el camino ha sido escabroso los procesos de los líderes han hecho que hoy entidades internacionales apoyen las iniciativas de las víctimas tanto en la búsqueda de una vida digna dentro de los derechos y el reconocimiento, como en la constante necesidad de justicia y sanción de los responsables. Sin embargo la continuidad de elevados índices de impunidad y por las constantes amenazas a las organizaciones y personas dedicadas a la defensa y protección de los derechos humanos nos evidencia que el seguimiento a la población desplazada no ha sido del todo para reparación sino también para la persecución y la criminalidad: “Sobre la mímesis, sobre esta identificación, imitación intercambio de papeles entre el verdugo y la víctima se ha hablado mucho. Se han dicho cosas verdaderas y falsas, turbadoras y triviales, agudas y estúpidas; no estamos ante un terreno virgen sino, por el contrario, ante un mal arado, pisoteado y revuelto” (Levi,2001: 37). El víctimario siempre tiende a identificarse con la víctima, cambiar el rol para de esta forma asegurarse la protección política, luego de transformar la necesidad de complejizar la relación víctima y víctimario, la realidad es desdibujada, política y socialmente, matizada para entender el conflicto colombiano como una amalgama de víctimas sin víctimarios, la violación de los derechos humanos parte del reconocimiento de los sujetos como víctimas y víctimarios ya que su desconocimiento es una forma de violencia directa o indirecta a los derechos de todos los colombianos. La negación del víctimario, es uno de los rasgos más dramáticos en el ejercicio de la impunidad; el gobierno en el proceso de diálogo con los grupos paramilitares, a partir de un modelo de desmovilización basado en elevados niveles de impunidad, ha brindado precarios mecanismos para satisfacer los derechos a la verdad y la reparación de las víctimas. Con estas condiciones, la Ley de Justicia y Paz dio un impulso al proceso y se produjeron las más importantes desmovilizaciones de grupos paramilitares. 36 Sin embargo, en este año también fueron constantes las violaciones del cese del fuego parte de los grupos paramilitares; las intenciones de mantener activas las estructuras armadas de dichas organizaciones; las diferentes modalidades de brutalidad, de surgimiento de nuevas expresiones armadas asociadas al narcotráfico y los casos de desmovilización parcial. En estas condiciones, el año 2005 permitió ver múltiples modalidades de coacción sobre la vida política, las economías locales, las administraciones públicas, y las poblaciones por parte de los grupos paramilitares, como lo han denunciado los medios de comunicación nacional. Ejemplo de ello es la públicación realizada por el periódico El Tiempo: las fosas de los paras el día 24 de abril del 2007 22 acerca de las fosas comunes de los paramilitares, públicación que colocó sobre la mesa la crueldad y el horror que se esta viviendo en el país. Es evidente que las fosas no escandalizan a la población acostumbrada al silencio y a la apatía, sin embargo 31.656 23 víctimas correspondientes a homicidio extrajudiciales y sociopolíticos siguen siendo una realidad para encarar, 10.000 desaparecidos es la cifra que maneja la Fiscalía para toda Colombia. No solamente estos datos pueden hacer que los paramilitares respondan por los crímenes de lesa humanidad, sino también el hecho de la capacitación realizada por los mismos para la mutilación, campos de entrenamiento para desmembrar, descuartizar a seres humanos ¿y la justicia? ¿y el derecho? ¿y la ley?, ¿Cuál es el enemigo? ¿Cuál es la víctima? parece ser que no escapamos de la razón occidental, del pensamiento organizado, calculado, sistematizado, igual que el logos alemán en el holocausto nazi: Las víctimas llegaban en camiones cargados, las bajaban del vehículo con las manos amarradas y las llevaban a un cuarto. Allí permanecían encerradas incluso dos días, a la espera que empezara el cruel entrenamiento. Luego venía la instrucción de coraje: repartían 22 Después de la publicación del Tiempo, la revista Semana continuó haciendo el seguimiento a las masacres de los paramilitares, esto no quiere decir que antes no se haya escrito al respecto, es evidente que las denuncias ya se habían realizado, pero nunca habían sido escuchadas por la opinión pública. Lo interesante de esta aparición es que nunca antes había sido publicado un texto tan diciente el un medio de comunicación que tuviera tantos lectores, es decir, que el impacto de la noticia fuera al nivel de tantas masas. La preguntas es ¿No podían ocultar más tantas masacres? 23 Fuente: Comisión colombiana de juristas para el periodo julio del 1999-junio 2006. 37 a la gente en cuatro o cinco grupos y ahí la descuartizaban, el instructor le decía a uno: “usted para acá y fulano para allá y le da seguridad al que esta descuartizando. Siempre que se toma un pueblo y se va a descuartizar a alguien, hay que brindarles seguridad a los que hacen el trabajo.” Las víctimas eran sacadas en ropa interior a los campos de entrenamiento. Ellos salían llorando y le pedían a uno que no les fuera a hacer nada, que tenían familia. Pero la instrucción era quitarles el brazo, la cabeza, descuartizarlos vivos. Todo se hacia con machete o cuchillo (la motosierra se enreda en la ropa). Luego se les abría desde el pecho hasta la barriga para sacar lo que es la tripa, el despojo, eso era con la mano. Nosotros que estábamos en instrucción sacábamos los intestinos. Testimonio rendido en la indagatoria por Francisco Villalba, Paramilitar 24 “(…) Si volviera a haber exterminios en masa, unilaterales, sistemáticos, mecanizados, provocados por un gobierno, perpetrados sobre poblaciones inocentes e inermes y legitimados por la doctrina del desprecio. Profetas, afortunadamente no somos, pero algo poderoso que decir” (Levi 2001:80). La situación limite La tarea política, el ejercicio democrático de las víctimas es la urgencia de la palabra, la única posibilidad es garantizar la verdad mediante el señalamiento de los responsables, recobrar y tatuar en la memoria los crímenes cometidos. La reconciliación es posible mediante el juicio de los eventos que han sido llevados a la oscuridad. No hay perdón, porque el perdón es la eliminación de la memoria colectiva, la eliminación de la historia y por lo tanto radicalizar el dolor mediante el olvido. Las víctimas siguen siendo un silencio prolongado, la extensión de la impunidad, visibles solo para las estadísticas y los censos pero no para los juicios: 25 La liberación de la acción es tomar la teoría empezar a vivirla, el pasado y el futuro chocan entre sí, no sólo como una reacción política sino como un síntoma crónico de dolor dentro del ser. La problemática del desplazamiento en Colombia es tan compleja, que se ha llegado a calcular que cerca del 10% de su población 24 El Tiempo: las fosas de los paras el día 24 de abril del 2007. Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del abuso de poder, en el numeral 8 Resarcimiento: Los delincuentes o los terceros responsables de su conducta resarcirán equitativamente, cuando proceda, a las víctimas, sus familiares o las personas a su cargo. Ese resarcimiento comprenderá la devolución de los bienes o el pago por los daños o pérdidas sufridos, el reembolso de los gastos realizados como consecuencia de la victimización, la prestación de servicios y la restitución de derechos. 25 38 en las últimas dos décadas fue desterrada, obligada a huir de sus sitios de vivienda o trabajo (CODHES). La constante negación de los derechos humanos, sustentan ampliamente el conflicto interno que tenemos, lejos de afirmarlo, confrontarlo e intentar resolverlo, negamos las circunstancias límite en las que han vivido 10% de los colombianos. No sólo es la privación de los derechos económicos (trabajo, vivienda, propiedad, producción) sino también los efectos sociales, culturales y existenciales que produce este fenómeno. Las bases del desplazamiento no han caído, por tanto no ha fracasado tal empresa, ya que aún tiene intereses y propósitos claros que no pueden afianzarse sino con la herramienta eficaz que ha resultado desarraigar a las personas de su tierra y de su condición humana. Su vigencia la darán las condiciones económicas, políticas y sociales que dinamicen la realidad social y por supuesto quien esté a cargo del Estado Social de Derecho, pero, ¿Cómo reconstruir un proyecto de vida si se han perdido las garantías para vivir, para existir de forma digna? Bien señaló Levi (Levi, 2001:138) “Los objetivos de la vida son la mejor defensa contra la muerte”. Nuestro gobierno invierte 438 millones, 272 mil, 945 pesos diarios en seguridad y defensa, equipo bélico, fumigaciones y entrenamiento de tropas, entre otros. (Red de Solidaridad Social, 2007) Esta política es ampliamente justificada por la recuperación territorial a partir de la presencia de Fuerza Pública 26, como una estrategia de disuasión frente a los terroristas o actores armados irregulares, especialmente las guerrillas 27. No obstante la militarización del territorio, las guerrillas y la presencia de paramilitares no responden a la búsqueda de la paz, sino al pánico generalizado, al terror como mecanismo de dominación, trae consigo más acciones violentas y por ende más desplazamiento. En efecto, empiezan a surgir interrogantes sobre la sostenibilidad de esta inversión que 26 La fuerza pública también ha sido actor fundamental del desplazamiento, así como de tortura, la violencia, la crueldad y todo tipo de acto que valla en contra de la dignidad humana. Ver: Implicaciones de la tortura psicológica en contextos de violencia política (2005) y Prevenir Tortura (2006). 27 Únicamente las guerrillas (Ejercito de Liberación Nacional ELN, Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC) son consideradas terroristas. Con la Ley de Justicia y Paz Las Autodefensas Unidas de Colombia poseen estatus político, esta medida los protegería indirectamente de ser extraditados por narcotráfico y les abre las puertas para participar en política. 39 desvía recursos del presupuesto de la nación que sirven para la deteriorada inversión social, pero que son ubicados para la cooperación del gobierno de Estados Unidos en una lógica militar y explotadora que responde más a sus intereses estratégicos en la región que a las necesidades del país, así en medio de una intensificación de la guerra interna y un desbordamiento de la crisis humanitaria, se sigue vendiendo la imagen de un país sin conflicto interno y con miras a una democracia estable, justa y soberana. En efecto, la seguridad del Estado se convierte en una amenaza latente para las y los ciudadanos, ya que el proceso de globalización y las agendas globales apuntan a políticas de seguridad de los estados desconociendo los derechos particulares de las personas; podíamos señalar que teóricamente estas políticas tienen como fin el bienestar para la mayoría de la población, sin embargo, la negación de la crisis social y humanitaria es la profundización de la negación de las circunstancias particulares de cada país, la invisibilización de las demandas sociales, la democracia y en suma de la eficacia institucional. ¿Cuál es el precio que se debe pagar cuando se manipula la verdad? Al asumir la Seguridad Democrática estamos avalando políticamente que todos somos sospechosos, es decir que el estado esta por encima de la elección política, cultural, social y económica de los ciudadanos, o, quizás la elección nos hace susceptibles de ser señalados como una amenaza para el Estado por tener una visión diferente de las realidades. Esta visión idílica de seguridad garantizada y mesiánica que tenemos en frente nos da un panorama de homogenización que sin duda, nos lleva a un rechazo hacia las minorías desprotegidas (que en nuestro caso es una inmensa mayoría) y por lo tanto un ejercicio político del derecho como método de exclusión, la sociedad en pro de seguridad absorbe los modos de vida que chocan con el establecido en la agenda estatal. Ciertamente el Estado no es un referente de garantías para todos ciudadanos, se convierte en fuente de amenazas gracias a la segmentación de la política y sus 40 instrumentos (la ley, los derechos y los privilegios). Podemos ver cómo después del 11 de septiembre del 2001 las políticas de seguridad a nivel internacional gestaron un nuevo orden mundial, una nueva forma de entender los procesos sociales, económicos y políticos, el gran proyecto es impedir el terrorismo, pero ¿y el itinerario social, los proyectos internos de reparación a nivel de pobreza, educación, salud, alimentación? ¿Acaso no es una forma de exclusión y de violencia? Lamentablemente los seres humanos que son excluidos o estigmatizados en este momento de coyuntura estratégica no juegan un papel protagónico en la agenda mundial; el ser humano en riesgo, desprotegido, víctimizado, se limita a ser una consecuencia más de la guerra, un momento más de la dialéctica universal; por eso las expresiones políticas sólo se limitan a resolver los problemas a través de la militarización como garante de la seguridad del estado y teóricamente de sus ciudadanos, sin embargo, la defensa del Estado no debe justificar la violación de los derechos humanos y de la ley, es decir, no puede soslayar las responsabilidades primordiales para con sus víctimas. En el siglo XIX Y XX se ha generado la visión de amnistía, indulto, negociaciones en miras de la paz; el perdón a favor del víctimario, perdón con miras a la paz, no obstante debemos poner en tela de juicio dichas formas de paz, ya que no puede haber paz si no hay justicia, estaríamos frente a una ambigüedad: una paz construida y edificada pasando por encima del dolor, el sufrimiento al amparo de principios morales, que olvidan la ética que se debe tener con las víctimas, por lo menos no condenarlas al olvido, a la indiferencia y al silencio; así, en aras de una negociación se sacrifica la justicia y logramos comprender de forma ingenua que es mejor una paz injusta, que seguir defendiendo la justicia teóricamente. El problema no sólo está relacionado con un concepto bastante pragmático de paz, en el cual juegan un rol clave los víctimarios. El problema es que esta idea de paz contradice evidencias de los 41 círculos de la violencia, como resultado de un consenso cada vez más claro y mayor sobre la justicia. La reivindicación del ser humano es negada, su dolor invisibilizado y el terror avalado. En efecto no hay sino un proceso de afirmación estatal sobre las tragedias de los individuos, una deformación vergonzosa de la justicia “y hay otra vergüenza más grande aún, la vergüenza del mundo y su indiferencia” (Levi, 2001: 25). Ya que pareciera que no existe un puente, una conexión verdadera entre los seres humanos que le dieran un lugar un puente en donde fuera reconocible su condición como ser entre seres, la muerte del ser humano es su desconocimiento, su soledad: “Parece que no existiera un puente entre la subjetividad más radical, en la que ya no soy “reconocible” en el mundo exterior de la vida. Dicho con otras palabras, el dolor, verdadera experiencia, entre la vida como “ser entre los hombres” (inter homines esse) y la muerte, es tan subjetiva y alejada del mundo y de los hombres que no puede asumir una apariencia en absoluto” (Arendt, 1993: 60) En el Estado no existe conflicto interno, sin embargo las estadísticas recientes muestran lo contrario, las dinámicas de guerra, las estrategias políticas seleccionan y jerarquizan a la población como medios para fines 28. Podemos ver cómo el desplazamiento forzado no es arbitrario, ni tiene causas inocentes o externas sino que responde a una maquinaria de dominación pensada, planeada y efectuada. Después de la instrumentación humana para fines políticos, es absolutamente racional (desde nociones progresistas) que ciertos sectores sirvan 28 -Aquellos lugares en donde se despliega toda la ofensiva del Estado contra la guerrilla a través del Plan Patriota (Caquetá, Meta, Guaviare y Putumayo) y las operaciones militares Escudo (Norte de Santander y Arauca) Fortaleza (Norte de Santander), Resplandor y Espada (Sierra Nevada de Santa Marta y Montes de María), Zarandeo (Caquetá), Heliconia (La Hormiga, Putumayo) y Omega (Sur del Valle y Norte Cauca). -Las zonas de amplia presencia y dominio paramilitar (Magdalena, Cesar, Córdoba, Sucre, Magdalena Medio, Norte del Tolima, entre otros). -Las zonas que registraron ataques de las FARC contra la Fuerza Pública y la población civil (Cauca, Nariño, Antioquia, entre otros). -Los departamentos en donde se produjeron detenciones masivas de ciudadanos acusados de terrorismo (Meta, Tolima, Arauca y Putumayo, entre otros). -Las regiones de fumigaciones aéreas (Nariño y Chocó, entre los más afectados). 42 de piedra angular para obtener el poder y la hegemonía; así, toda visión humanística, axiológica es entendida como discurso mesiánico o lo que es peor un asistencialismo sin fundamento. La política estatal es responsable porque contribuye al desplazamiento al no generar garantías y leyes eficientes como una prioridad en la agenda de reparación social del país. Debemos tener en cuenta que los datos mencionados no son estáticos, ya que responden a las movilizaciones de los actores y a sus respectivos intereses; además cada región posee características particulares que hacen incrementar los ataques ya sea por su riqueza natural para la explotación de los recursos, por su ubicación geográfica, como punto estratégico para la guerra, para el narcotráfico, extorsión y secuestro. Así llegamos a una conclusión cruda: la condición humana, el respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas está mediada por aspectos económicos, políticos y sociales y estos están por encima de lo humano, la instrumentalización de las relaciones entre los hombres han olvidado al ser. La necesidad y la vida están íntimamente ligadas, el ser se ve obligado por la necesidad a abandonarse. El ser niega su ser y el ser del otro por su necesidad, es decir que su artificio termina siendo superior a él, y en efecto se priva de toda posibilidad de acción y libertad: Hay países en los que nunca se ha conocido la libertad, porque el deseo de ella que siente el hombre aparece después de otras necesidades mucho más apremiantes: luchar contra el frío, el hambre, las enfermedades, los parásitos, las agresiones animales y humanas: pero en los países donde las necesidades elementales están satisfechas, se siente la libertad como un bien al que en ningún caso se debe renunciar: no se le puede quitar la importancia, es un derecho natural y obvio, y además gratuito, como la salud y el aire que se respira. Los tiempos y los lugares en que es negado este derecho congénito son sentidos como lejanos, extraños. (Levi, 2001:141). Como resultado de la negligencia de los responsables, podemos ver cómo la crisis humanitaria, trae consigo un resquebrajamiento político, desde la base ideal de libertad: ese suelo metafísico que persiguen todos los países es reemplazado y sesgado por una sobrevivencia transitoria. Una patria sin sueños y carente de 43 respaldo, una opinión pública silenciada o engañada es la imposibilidad de reconciliación con los ideales, es sustentada después de años de sufrimiento, terror y decepción. De manera que este profundo sentimiento de hastío frente a los repetidos fracasos e intentos de democracia, de reformas en la sociedad y de la instauración de la paz, nos roban el privilegio de fundamentar la existencia colectiva en el metarrelato de la libertad como una política. La libertad para un país es una tesis ambigua, pero, si cada individuo es capaz de comprender la necesidad de vivir en una sociedad en donde impere el sentido de libertad, dignidad y paz, es posible que empiece a moverse en terrenos peligrosos, porque es innegable que la libertad, la posibilidad de acción en el ciudadano es imperante y no va a colocarla por debajo de aspiraciones mesiánicas, pero ¿Qué costos humanitarios puede traer una paz simulada, eliminando la justicia y la libertad del otro? Podemos ver cómo la cooperación internacional ha sido esencial para el amparo de las víctimas, ya que nuestro presupuesto está destinado para combatir el terrorismo y garantizar la seguridad de los ciudadanos 29. Este obligado ordenamiento nacional mediado por la violencia, es un problema que ya desbordó el capital de recursos destinado a abastecer a las diferentes regiones de la nación; la planeación no puede, ni podrá abarcar la magnitud de las cifras de víctimas. Lo más preocupante es que el número crece día a día y el costo en las vidas de las víctimas es evidente: la carencia de salud, educación, vivienda, prestación de servicios públicos, la violación de los derechos humanos, entre otros, agravan la situación de cada uno de estos partícipes de una guerra que nos les corresponde. 29 En la segunda reunión del Consejo Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada realizada el 4 de abril, el gobierno informó que, sumando toda la inversión de las agencias oficiales, esta suma podría acercarse a un 1.07 billones de pesos distribuidos así: 557 mil millones en 05 y 518 mil millones en 2006, lo que implica que el déficit presupuestado por el propio gobierno asciende a 3.73 billones de pesos. Sin embargo, no es clara la especificidad de estos recursos que, al parecer, se confunden con inversión social para poblaciones en situación de vulnerabilidad y pobreza. 44 Según la Fundación Seguridad y Democracia, durante los tres años del gobierno del Presidente Uribe, el número de combates entre Fuerza Pública y grupos armados ilegales casi se triplicó, comparado con el periodo de los tres primeros años de Pastrana. Igual tendencia presentan las cifras detalladas para combates entre fuerza pública, ELN, FARC y AUC en ambos períodos. Durante el primer año de gobierno del presidente Pastrana se registraron 308 ataques contra la fuerza pública, de los cuales 216 fueron hostigamientos y 69 emboscadas que generalmente se dan en las vías rurales; para el primer año de Uribe se presentaron 558 ataques contra las fuerzas militares, 243 hostigamientos y 94 emboscadas, para el segundo y tercer año de Pastrana las cifras fueron similares, sin embargo, la tendencia continuó creciendo en un 8% para los siguientes periodos de Uribe. Los combates entre los actores del conflicto también muestran una tendencia creciente, sin que la capacidad de gobierno efectivo de los territorios se refleje en mayor presencia militar del Estado en estos, de hecho en algunas regiones se ha producido un proceso intensivo de militarización, sin resultados significativos frente a los grupos armados, pero con un devastador impacto de los enfrentamientos sobre la población civil. La experiencia dentro y fuera de la violencia nos hace sujetos activos, es decir, la forma de percibir, reflexionar, interpretar y pensar la realidad esta absolutamente mediada por las condiciones que atraviesan la existencia de cada ser humano, de hecho, cada percepción comprende la estrategia de guerra de forma particular. Los desplazados obedecen a una condición impuesta que los afirma, al nacer en este nuevo reino de la injusticia se bautiza en el reino de las injusticias., lo que nos viene dado no es, sin embargo, una realidad impuesta, se representa a través de la imposibilidad (judío, mujer, guerrillero, paramilitar, desplazado) que se entrecruza en cada sujeto robándole la posibilidad de ser, de existir. La víctima dejar de lado su ser, para por encima de sí misma soslayándose, olvidándose de sí, las personas se ven reducidas a las categorías que se le otorgan, se le niega toda posibilidad de existir. 45 Al terminar la década de los 90 el desplazamiento se consolida como un fenómeno social que crece y se expande por todo el territorio nacional en medio de una guerra irregular, pero continua, que hace más inhumanos a los ciudadanos, en especial a los que la guerra les parece una palabra abstracta, porque han estado a la periferia, no han sido tocados por ella. La ética no es elemento que debe ser cuestionado, sino un factor intermitente que se puede usar de forma oportunista o en el discurso del más lucido orador. El amoralismo político es evidente desde diversos intereses, acuden a esta estrategia de destierro, despojo y terror. La población desplazada no sólo es despojada de sus derechos civiles y políticos, y desconocida en su condición de población civil, sino que también es sometida a un sistemático y dramático deterioro de su calidad de vida. Las condiciones de dignidad son reemplazadas por la estigmatización, la vulnerabilidad de sus derechos políticos, económicos, sociales y culturales, es decir, por la privación misma de sus derechos fundamentales. La víctima puede ser entendida como la afirmación de una condición externa –desplazamiento- y la negación de una condición interna- existencia-. Entonces ¿Es posible existir en la negación? ¿Se puede existir sobreviviendo en la negación de la existencia?: “Vivir una vida privada por completo significa por encima de todo estar privado de las cosas esenciales a una verdadera vida humana” (Arendt, 14993: 67) Hasta el momento se ha señalado cómo el desplazamiento forzado afecta fundamentalmente las zonas del país asociadas a los conflictos sociales y regionales, no resueltos, y sometidas a los rigores de la guerra; y cómo se agudiza en la medida en que la consolidación territorial de los actores armados empieza a dar lugar al control de territorios estratégicos en términos económicos, políticos o militares. Una particularidad de esta guerra es que se libra militarmente en el área rural y sólo pocos centros urbanos se ven sometidos directamente a la condición de 46 violencia de frente, en la circunstancia real de las operaciones militares. Las ciudades padecen cada vez más las manifestaciones del conflicto a través de cercos estratégicos, asesinatos selectivos, presencia de milicias urbanas, actos terroristas, pero, en general, no son escenario frecuente de masacres, tomas militares, retenes, destrucción de infraestructura económica o expulsión de poblaciones. Por esta razón, ciudades capitales e intermedias y cabeceras municipales se constituyen en los principales centros de recepción de las poblaciones que huyen de la guerra. Ofrecen virtualmente la posibilidad de mimetizar la identidad en medio de la diversidad, mayores oportunidades de supervivencia económica y una mayor presencia del Estado en términos de seguridad, justicia y servicios públicos colectivos. Esta fantasía, este oasis, es cruelmente desmentido cuando la víctima migra; las ciudades ofrecen mayor seguridad frente al conflicto armado, pero plantean nuevos peligros y nuevas manifestaciones de violencia y marginalización. La ciudad se convierte en un monstruo incomprensible, que afecta con mayor rigor a las poblaciones vulnerables, la ley de la selección natural es la que rige los caminos estériles del asfalto, la especie más fuerte sobrevive a pesar de la débil, se da un proceso de mimetización del hambre y el dolor a través de la indiferencia de los otros; la soledad paraliza por el sufrimiento y la incomprensión. La pérdida de los lazos fundamentales de sociabilidad, el suelo metafísico de la cultura se ha ido con las esperanzas y las víctimas se ven sometidas a reconstruir proyectos de vida en un mundo que les es hostil, distante y ajeno. La empresa que se erige no tiene los cimientos, no posee estabilidad, no tiene garantías, ni siquiera categorías abstractas que la avalen como la esperanza, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la justicia, la ley ¿En que relato romántico, real, abstracto se puede fundamentar esta nueva existencia?: “Más realista es la autoacusación, o la acusación, de haber fallado en el plano de la solidaridad humana (…) casi todos se sienten culpables de omisión del socorro…-estar- que ya en sí es una súplica”(Levi, 2001:72 ). 47 Las herramientas culturales que le permitían al desplazado construir su identidad y su soporte vital, su quehacer en el mundo rural, se ven repentinamente desvirtuadas en un mundo urbano que demanda otras experiencias, capacidades y saberes; por lo cual, en la mayor parte de los casos, pierden su potencial para garantizar la reproducción social y material de las familias, se deja de vivir y de existir por sobrevivir, en un desgarramiento vital, la enajenación forzada, la ruptura salvaje deja pocas alternativas que se mueven desproporcionadamente en la descomposición de este ser diferenciado por su cultura hacia la mimetización simulada y dolorosa. Sin embargo, la acción de muchos hombres y mujeres se dirige hacia la búsqueda y reconciliación con sus raíces y su cultura, ejemplo de ello, son las poblaciones afro desplazadas que se han reubicado en Bogotá, han hecho evidente su presencia tratando de ser con su tradición a cuestas en un sitio en el cual siempre serán extraños. Las manifestaciones culturales transgreden el dolor; a través de las letras, la danza, el canto el hombre transforma el sufrimiento y lo exterioriza, lo comunica, el desgarramiento vital se convierte en pura trascendencia. Ejemplo de ello, se dio el pasado 2 de agosto dónde se realizó el Tribunal Permanente de los Pueblos 30, las muestras no fueron una denuncia pública ni una marcha multitudinaria, sino un acto cultural que desnudaba el dolor mediante la construcción artista. El desplazamiento forzado, al estar proporcionalmente más concentrado en grupos afrocolombianos e indígenas reclama más que nunca otra política del estado, un enfoque cultural que efectivamente respete las diferencias culturales, que comprenda e impulse el reconocimiento de las múltiples formas de interpretar y transformar realidades. 30 El Tribunal Permanente de los Pueblos, es de carácter no gubernamental, del género de los tribunales de opinión, tuvo origen en el juzgamiento de los crímenes de lesa humanidad cometidos por los Estados Unidos. 48 Se hace urgente la descodificación o la construcción de nuevas capacidades que permitan recrear la vida como un sujeto social, un animal político inmerso en significados de justicia, protección, identidad, libertad, elección y garantías. Una seguridad direccionada a la dignidad y a la defensa de los derechos; a la efectividad de la ley y de los preceptos trascendentales que engloban la vida de los seres humanos en sociedad, partiendo del estandarte de la solidaridad. En las ciudades el desplazado enfrenta la tensión de ser un desplazado y no ser un ciudadano regular: “En la mayoría de los casos, se pierden los grupos de referencia (…), constituye la destrucción de las bases de identidad personal y familiar, se establece la soledad física y afectiva vivida como muerte en vida. La desaparición de la comunidad, referida incluso solo al área geográfica, genera sentimientos de confusión, humillación, desesperanza y culpa” (Castaño, 1996: 56). Los índices de desempleo de las personas en situación de desplazamiento alcanzan el 48.9% y la economía informal en las ciudades constituye la principal opción de supervivencia en medio de la crisis social del país. Pero en general los desplazados se ven sometidos a un deterioro grave de su calidad de vida, en relación con la situación que tenían antes de la salida forzada. (ACNUR, 2000) Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad. (Levi 2001: 26) Según el último informe de CODHES (2007) en la población desplazada el analfabetismo alcanza el 10%, la primaria incompleta el 37%, la primaria completa 12%, la secundaria incompleta el 14%, la secundaria completa el 3%, la educación superior el 0.6% y la educación técnica el 0.3%. El porcentaje restante corresponde a menores de seis años. El 77% de los niños, niñas y jóvenes que estaban vinculadas a la educación formal en las zonas de expulsión, no ingresaron al ciclo escolar después del desplazamiento en otra flagrante violación de los derechos económicos, sociales y culturales de los desplazados. 49 Sólo el 34% de los hogares en situación de desplazamiento tiene acceso a servicios de salud. El 8% de los hogares consultados informó sobre enfermedades entre sus miembros, especialmente respiratorias, gastrointestinales, coronarias e infectocontagiosas. Tomando en consideración que hay efectos traumáticos en el proceso de desplazamiento como consecuencia de las formas de violencia que preceden la salida forzada y en la inserción en los nuevos y reducidos espacios urbanos en donde se hace evidente el desarraigo, las enfermedades de la población desplazada tienden a ampliarse y agudizarse. En estas circunstancias es muy sensible la ausencia del derecho a la salud de la población desplazada, además el acceso a servicios públicos esenciales es más limitado para los desplazados. (CODHES, 1999:26) El Estado entonces, debe comprometerse con una política de seguridad ciudadana fundada en el compromiso con un orden público democrático y con capacidad para evitar la violación de los derechos humanos y la impunidad. Dicha seguridad está fundada en preceptos éticos, es decir, en nociones democráticas reales que garanticen condiciones de vida dignidad de los ciudadanos. A menor capacidad de las instituciones para ofrecer resultados frente a estos hechos, mayor el grado de deslegitimación e infortunadamente, mayor el grado que adquiere la guerra, ya que algunos sectores de la población deciden crear sus propias condiciones de seguridad y justicia privada al margen del Estado o con su aval: “El hombre prefiere negarse a sí mismo antes que a su sistema ¿Cómo es posible vivir en el mundo, amar al prójimo o incluso tú mismo si no aceptas quien eres?” (Arendt, 1993: 22). Con este tipo de nociones políticas, el hombre se ve obligado a negarse a sí mismo desde su condición humana antes que a su gobierno, la negación del individuo por la afirmación del estado, las estrategias racionalizadas, en este ambiente público indiferente y hostil, que entiende la destrucción de la vida de sus ciudadanos como un factor natural de la guerra; el 50 desplazamiento no es solamente un factor de destierro del lugar de origen, es el desarraigo frente al mundo y con los otros, es la anulación del sentido de pertenencia a la esfera social y cultural, es comprender el individualismo gregario de Arendt (1981); este espacio contaminado de seres sin nombre, aislados unos de otros, la vida política del hombre se entiende como un profundo aislamiento en esa imposibilidad de acción y por lo tanto de libertad, una vida política fundada en el silencio y la mentira de las víctimas y el terror al dolor avalado u olvidado por los ciudadanos presa de una convicción viciosa de seguridad “comprender no significa (…) negar lo terrible (…) significa, más bien, analizar y soportar conscientemente la carga que los acontecimientos nos han legado sin, por otra parte, negar su existencia o inclinarse humildemente ante su peso, como si aquello que ha sucedido no pudiera haber sucedido de ninguna otra manera” (Arendt, 1981:45) 51 CAPITULO III 1. SOBRE LA CONDICIÓN HUMANA Este capítulo surge como una iniciativa de la indagación filosófica dentro de la existencia particular del sujeto en la condición de desplazamiento; la reconstrucción de las vivencias nos llevará a una resignificación de las víctimas, desde una teoría y un concepto construido y dibujado a partir de la circunstancia forzada en la que se dinamiza la vida. La tarea es realizar la reflexión a través de las vivencias, desde las voces mismas, en el reconocimiento del dolor y el sufrimiento, como una categoría fundamental en la construcción de la existencia. 2. Crisis antropológica La existencia del hombre ha sido mediada por el progreso, por su inacabable necesidad de proyectarse sobre el resto del cosmos, la naturaleza ha quedado bajo nuestro dominio y merced de la Razón. Por otro lado, el desarrollo científicotécnico nos ha dado la oportunidad de jerarquizar a los hombres de entender dichos artificios o inventos como una garantía de superioridad no solo como especie, sino también nos coloca en un lugar dentro del cosmos, un nivel dentro de los mismos hombres y mujeres, unas categorías externas, que nos cosifican 31 31 Cosificar: con esta expresión Sartre se refiere a la forma inevitablemente conflictiva de relacionarse las personas. El trato con los demás es siempre un conflicto entre libertades, un enfrentamiento en el que se busca cosificar a los demás y evitar ser cosificado por ellos. Cosificar significa convertir un ser humano en cosa, instrumentalizar, utilizar para un fin eliminando su humanidad, su condición de ser humano. No hay una noción de respeto, el otro es entendido como objeto de dominio. Aparecer como objeto quiere decir aparecer como lo que está en frente y puede ser dominado mediante recursos técnicos, o simplemente mediante la fuerza bruta. Las cosas no tienen subjetividad, ni voluntad, ni metas, ni están abiertas al futuro, las personas sí. pero el hombre necesita del otro para su propia realización y para el reconocimiento de sí mismo; no es posible la vida humana solitaria. en este punto se plantea una cuestión fundamental ¿Es posible tratar al otro como a un sujeto, como un ser que tiene sus propios proyectos, como un ser libre? la respuesta de Sartre es pesimista: no. Invariablemente, en la relación con los demás o bien el otro nos tratará como meras cosas o bien nosotros lo trataremos a él; yo intento esclavizar al otro y el otro intenta esclavizarme a mí. la esencia de las relaciones interpersonales es el conflicto. Sartre expresa gráficamente esta idea señalando que “el infierno son los otros”. El conflicto de las libertades puede tomar muchas formas pero se desenvuelve en dos actitudes principales: o bien uno se esfuerza en reducir al otro al estado de objeto para afirmarse como libertad, o bien uno asume su ser objeto, se convierte libremente en cosa delante de otro para captar su libertad, para reconocerle como sujeto. 52 nos dan un nombre, un estatus social, político, económico y cultural dependiendo del lugar en el mundo que ocupemos y su desarrollo; se crea, pues, una situación problemática o paradigmática ya que, ser tercermundista, subdesarrollado, pobre, mujer, estrato 1, 2 son palabras que indudablemente fijan un estándar externo que marca radicalmente la calidad de vida y fija parámetros existenciales. Sin embargo, existen procesos propios que reafirman la identidad a pesar de las categorías y circunstancias a las que se ven sometidos; ésta es la posibilidad de acción que Arendt menciona, la reafirmación de la identidad únicamente se puede gestar con el otro en la reciprocidad del reconocimiento, por fuera de las relaciones de cosificación. El problema surge cuando nos preguntamos si estas categorías externas que intervienen al interior del ser humano pueden llegar a transformarnos, a reconfigurarnos: una situación límite –el desplazamiento forzado- modifica y puede llegar a renombrar al sujeto ¿Sería necesario adecuar la definición de ser humano, reinventarla, modificarla, o cruelmente adaptarla o llegar a comprender la mimesis del ser humano con su entorno? Si construyéramos una teoría de la adaptación, llegaríamos a la conclusión de terminar siendo objeto de nuestra creación, como si una mesa constituyera y creara la vida del carpintero ¿La construcción artificial que hemos gestado construye hoy nuestra vida, marca el rumbo de nuestra existencia? Sin embargo, no podemos negar que la víctima queda a la deriva, sin ninguna opción, es innegable que la condición de desplazamiento es una circunstancia externa, pero que transforma la realidad interna del sujeto que la vive; ésta se convierte en una condición existencial de la cual no puede escaparse, el desplazado queda en la absoluta vulnerabilidad y la reconstrucción de su ser, implica condiciones vitales y materiales que lo ayuden a nacer de nuevo como humano y no como medio, como instrumento. El recorrido existencial, en referencia directa a la problemática del desplazamiento, será emprendido con Hannah Arendt desde una hermenéutica que sea capaz de mirar su teoría, su crítica del mundo moderno, conllevando así, a una redefinición de lo humano, a una reivindicación. 53 La posibilidad del pensar, de pensarse, de mirar hacia adentro, ha sido dejada de lado cuando se trata de sobrevivir y no de existir; el uso público del pensar mediante el juicio interior, político, económico, cultural, histórico y social ha sido el privilegio de la filosofía. Sin embargo, se hace urgente que esta pregunta sea dinamizada en todo contexto para lograr emprender un descubrimiento real de nuestro ser actual, es irrefutable que cada pensamiento filosófico ha amparado una ontología desde las circunstancias particulares de su ser y su contexto, por consiguiente, la ontología que abordaremos será la que nos lleve a la indagación del ser en sus circunstancias: el ser en contingencia 32. El estudio del ser o lo que es en tanto que es y existe, es decir, el estudio de todo lo que es: qué es, cómo es y cómo es posible, nos llevará a una nueva dirección, una comprensión desde su condición humana. En cierto modo, reflexionaremos sobre las concepciones de la realidad, sobre cómo definen al ser las circunstancias; en efecto, las preguntas posibles iniciales a esta reflexión podrían ser: ¿Qué es el ser? ¿Qué es la existencia? ¿Cuál es el fundamento de la existencia? ¿Es la existencia una propiedad, un lujo o un derecho? ¿Qué diferencia hay entre existir y sobrevivir? ¿existe el ser o deja de existir de acuerdo con sus circunstancias?¿Cuándo deja de existir un ser, para convertirse en un no ser, en una cosa o es únicamente un cambio en su existencia? 32 Contingencia: Rasgo común a todas las cosas (incluido el hombre). Es “el estar de más”, el existir de modo gratuito, sin que exista justificación o necesidad alguna para ello. La fragilidad de la existencia, la existencia como algo gratuito. La pura facticidad, como uno de los rasgos básicos de la realidad. Sartre destaca “estamos arrojados a la existencia”, nuestra presencia en el mundo no responde a intención ni necesidad alguna, carece de sentido, la vida es absurda, el nacimiento es absurdo, la muerte es absurda. Sartre afirmó en su libro La Nausea “Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes aparecen, se dejan encontrar, pero nunca es posible deducirlos. Creo que hay quienes han comprendido esto. Sólo que han intentado superar esta contingencia inventando un ser necesario y causa de sí. Pero ningún ser necesario puede explicar la existencia; la contingencia no es una máscara, una apariencia que puede disiparse; es lo absoluto, en consecuencia, la gratuidad perfecta. Todo es gratuito: ese jardín, esta ciudad, yo mismo.” 54 Nuestra construcción de un mundo común debe partir de una concepción real de ser, no desde perspectivas globalizantes, que nos privan de su verdadero significado; este ser se debe pensar desde su circunstancia, desde la relación que lleva con el mundo. Arendt realiza una crítica existencial, entendiendo al ser, como un evento para pensarse, de otra forma se llegará al sin sentido; así pues, la condición antropológica de ser, consiste precisamente en su reconocimiento, en su encuentro. Para comenzar, debemos tener en cuenta una pregunta inicial respecto a Arendt ¿Cómo se nos presenta el ser y su existencia en el desplazamiento? Con este objetivo debemos precisar que el pensamiento filosófico frente a la condición humana se edificará en tres pilares fundamentales: Labor, Trabajo y Acción que son la clave para encontrar el significado que tiene la existencia humana. Labor es la actividad humana que cubre las necesidades básicas y asegura la supervivencia individual y la de su especie, el Trabajo que nos lleva a la mundanidad que crea los artificios y la Acción es la capacidad de iniciativa, de iniciar algo nuevo y sólo puede darse en la pluralidad y en la libertad. El ser humano es el único que participa de la acción voluntaria, su privilegio es el pensamiento, a diferencia del animal laborans que está inmerso en el proceso de cubrir las necesidades, e incluso la utilización de útiles e instrumentos forma parte de su propio proceso vital y de sobrevivencia: es el reino de la necesidad. Es el homo faber quien crea un mundo artificial mientras que la acción, la capacidad de iniciar procesos, se da entre los hombres, no entre las cosas, y es impredecible, es el reino de la libertad: “los hombres son seres condicionados, ya que todas las cosas con las que entran en contacto, se convierten de inmediato en una condición de su existencia” (Arendt, 1993: 23) Arendt comprende que la existencia de los seres humanos está condicionada, que somos fruto de los acontecimientos y por lo tanto seres mutables. Como ya mencionamos, es necesario comprender que en la situación existencial del desplazado Contingencia Radical, en ese cambio involuntario del existir, el ser humano debe partir de una introspección, de un reconocimiento de sus 55 circunstancias, entenderse dentro de la transformación, reconfigurarse dentro de una realidad, confrontarla y transformarla, pero ¿Qué posibilidad existe de comprender un fenómeno si aún no se ha reconocido? “Desde una perspectiva Arentiana podemos encontrar la negación de la posibilidad de una condición humana real en el desplazamiento cuando: primero, es negada la posibilidad de intersubjetividad, segundo, una vida que participe de la política, y tercero la necesidad latente de libertad, si observamos con cuidado Arendt no soslaya la necesidad del reconocimiento del otro como mecanismo constitutivo de la existencia particular, es decir que es innegable que la vida de los seres tiene fundamento en la vida de los otros: (…) políticamente hablando, si morir es lo mismo que dejar de estar entre los hombres, la experiencia de lo eterno es una especie de muerte, (…) ninguna clase de vida humana, nisiquiera la del ermitaño es la agreste naturaleza, resulta posible sin un mundo que directa o indirectamente testifica la presencia de otros seres humanos. (Arendt, 1933: 37). Sin embargo, comprender la existencia del otro, es aún más complicado cuando se trata de vínculos políticos, ya que el otro se tiende a convertir en el enemigo; el hombre político por naturaleza comprende también que la política es dominio, poder y en este sentido se inaugura la contingencia radical del otro; consecuentemente no se trata de condenar a la política como un recurso vital en el ser humano, pero tampoco podemos tejer relatos metafísicos que la vanaglorien y nos priven de un análisis más real y desencarnado. En efecto, Arendt hace la precisión frente a la política como un recurso de hábiles oradores que sean capaces de usar su razón sin escatimar recursos, podemos ver cómo históricamente el discurso ha sido acompañado de la convicción de sus espectadores; es así como la palabra, el lenguaje puede estar cargado de brutalidad, horror e injusticia cuando ampara una política determinada: “la violencia sobre los otros, es el acto pre-político de liberarse de la condición de necesidad para la libertad del mundo” (Arendt, 1993: 44) La política es entendida como un asunto privado y público, ya que el ser humano se constituye a sí mismo, su familia y posteriormente a su sociedad dentro del entramado de relaciones que lo hacen un animal político, un ser con los 56 otros, parte de una organización; en efecto son construcciones heredadas y simultáneas. “Lo que impedía a la polis violar las vidas privadas de sus ciudadanos y mantener como sagrados los límites que rodeaban cada propiedad, no era el respeto hacia dicha propiedad tal como lo entendemos nosotros, sino el hecho de que sin poseer una casa el hombre no podía participar de los asuntos del mundo, debido a que carecía de un sitio que propiamente le perteneciera” (Arendt, 1993: 42) En nuestro caso podemos observar cómo, las familias son obligadas a abandonar sus propiedades y son desterradas rompiendo arbitrariamente su noción de estabilidad, de seguridad familiar; sus posibilidades de subsistencia son limitadas, la vida se transforma a partir de la violencia y la brutalidad de la guerra, el entorno se desdibuja, se trasmuta y el mundo se muestra ajeno, complejo, impermeable, lo desconocido toma ventaja frente a la crisis del ser humano, deja de ser una condición económica, social y política y se convierte en la existencia misma, el conflicto se materializa en la catástrofe social y la exclusión del individuo. Por su magnitud, expansión, persistencia, causas y consecuencias, el desplazamiento forzado en Colombia sigue siendo la expresión más grave de una confrontación armada en la que los civiles no combatientes se convirtieron en un objetivo y por lo tanto, en las principales víctimas. La política de un estado es el centro de la vida privada y pública de los seres humanos, por lo tanto ésta es la parte constitutiva de la existencia de los mismos. La diferencia no es entendida en sentido positivo, el otro –el desplazado-, es entendido como negatividad, es estigmatizado y señalado; este rasgo es incrementado por el problema del desempleo y la posibilidad de generar ingresos económicos estables, o virtualmente porque vive una situación que merece. Así vemos como las dos instancias menores en la teoría de Arendt como son: labor (necesidades básicas) y Trabajo (creación artificial) se convierten en una categoría fundamental para la sobrevivencia, desplazando la Acción que proporciona libertad y desde nuestro análisis una verdadera existencia. 57 La acción entendida como nacimiento, nos da una pauta para entender los procesos sociales que han liderado las comunidades desplazadas, porque, en efecto muchas han tomado la vía de la reivindicación a través de la acción, por medio de la palabra, han tomado su drama como un mecanismo de denuncia no sólo de sus crisis sino también la crisis humana y la de sus instituciones. Miles de desplazados han contado sus historias para crear memoria y comunicar al mundo su situación, se han afirmado a pesar del dolor, la crueldad y la negación. Ellos fueron capaces de volver al mundo humano a través de un segundo nacimiento en la acción y la palabra, aun cuando todo les ha sido negado. “Mediante la acción y el discurso los hombres muestran quiénes son, revelan activamente su única y personal identidad y hacen su aparición en el mundo humano” (Arendt, 1993: 203) La labor y el trabajo, en las comunidades desplazadas se expresan en la economía informal, la construcción y el “rebusque”; se convierten en su principal fuente de ingresos, dado que en el mundo urbano, la mayor parte de los desplazados sólo puede disputarse espacios laborales de fuerza de trabajo no calificado, y por consiguiente numerosas empresas explotan la mano de obra barata y generan ingresos inferiores que le dan al trabajo una cualidad más agobiante y deprimente: la pobreza que lleva a la exclusión. La carencia de vivienda, los problemas de salud, la falta de alimentación y la educación menguada, representan los problemas de acceso a la vida digna; la presión de la crisis económica ha llevado a muchas familias a optar por la mendicidad, poniendo en evidencia la nula atención del Estado, actitud que también debe ser entendida como una forma de crueldad, pues desatiende las necesidades de poblaciones vulneradas, con el fin de acumular riqueza para propósitos particulares: “el proceso de acumulación de riqueza, tal y como conocemos, estimulado por el proceso de la vida y a su vez estimulando la vida humana, solo es posible si se sacrifican el mundo y la misma humanidad del hombre” (Arendt, 1993: 283) Podemos observar cómo la carencia de propiedad, que naturalmente deviene de lo privado, lleva al ser humano a la pérdida de la libertad, es decir, que las 58 necesidades primarias y el trabajo en cuanto tal, influyen de manera dramática en el ser humano; así podemos deducir que la pérdida de valor a nivel existencial del desplazado surge inicialmente de su pérdida de identificación social con la labor y el trabajo, es decir con las garantías mínimas para sobrevivir en la sociedad: “necesidad y vida están tan íntimamente relacionadas, que la propia vida se halla amenazada donde se elimina por completo la necesidad (…) la objetiva y tangible diferencia entre ser libre y ser obligado por la necesidad ha dejado de captarse” (Arendt, 1993: 76) Imaginaos ahora un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podrá decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana; en el caso más afortunado, apoyándose meramente en la valoración de su utilidad. (Levi, 2001: 26) La vulnerabilidad de la población desplazada en derechos económicos, sociales y culturales es más grave para las mujeres, los niños y las niñas que enfrentan no sólo las consecuencias del conflicto armado sino también la violencia intrafamiliar, maltratos y abusos, sobreexplotación laboral, violencia sexual, discriminación y desarraigo en zonas urbanas. Según CODHES (1999) El 53% de los desplazados son mujeres y niñas. Las mujeres jefas de hogar representan el 32% del total de hogares desplazados. Los niños, niñas y jóvenes hasta los 19 años representan el 70% del total de la población desplazada, lo que advierte sobre un incremento de este sector de la población afectada por el fenómeno. Es necesario hacer hincapié en que el impacto del desplazamiento es sin duda más dramático en las mujeres, niñas y ancianas quienes sufren los efectos de la guerra y cargan con el dolor, la miseria, el duelo, la tragedia, la represión y el señalamiento. Han visto morir a sus hijos e hijas, padres, esposos o han tenido que desplazarse para proteger la vida de sus familias, añorar a los desaparecidos (as) y secuestrados (as). La mujer ha tenido que vivir y afrontar la realidad de una 59 guerra que posee banderas, signos y símbolos, panfletos que destruyen día a día la posibilidad de reivindicar sus derechos. La victimización de la mujer en el desplazamiento tiene múltiples variables y por tanto gravedad. En las zonas de conflicto las mujeres se convierten en objetivo militar por variadas circunstancias, ejemplo de ello: las relaciones afectivas o familiares con algún actor armado, ser mujeres cabeza de hogar, ser viudas, ser líderes comunitarias, trabajar a favor de las víctimas, por ser obligadas a albergar o alimentar a los actores armados, entre otros factores. Los cambios drásticos que amparan sus vidas los podemos entrever en la dificultad que implica generar ingresos, ya que deben asumir nuevos roles productivos (campesinas) los cuales están insertos en la economía informal. También la dificultad de las relaciones familiares, ya que en muchos casos deben asumir la responsabilidad de la familia; por otro lado, el bajo nivel de autoestima y la incertidumbre frente a su vida y la de su familia. La organización Femenina Popular 33 informa que en el 2006, 8 de cada 10 mujeres han vivido la violencia intrafamiliar, el 15% de homicidios son mujeres y el 58% desplazada también son mujeres. Simultáneamente, las mujeres han sido asesinadas, amenazadas o violadas por grupos armados legales e ilegales que prohíben acercarse al bando contrario, las hacen partícipes del conflicto convirtiéndolas en amantes o amigas para usarlas, para mantenerse informados o para servidumbre material y sexual: “la violencia sexual es utilizada como una forma de castigo en las mujeres que supuestamente tienen algún tipo de relación afectiva con miembros del bando contrario o que se supone que colaboran con el enemigo. En este sentido se usa como una forma de advertencia a las demás mujeres de la comunidad. De la misma manera el terror 33 Organización Femenina Popular: ONG que lleva un proceso de organización, formación y movilización popular de mujeres de base, defensoras de los Derechos Humanos Integrales, que se asumen como sujetas políticas de derecho y construyen proyectos de vida digna a partir de la resistencia frente a todas las formas de violencia (económica, social, cultural, civil y política). Proponemos la defensa de la vida y los derechos humanos integrales, reivindicando y vindicando los derechos de la mujer, quién como sujeta política eleve su conciencia de género y de clase, transforme su realidad social y reconstruya el tejido social a partir de sus propias acciones cotidianas civilistas y autónomas. 60 implantado hace que las mujeres sean sometidas a no enterrar sus muertos y se les ha impedido recoger los cuerpos” 34 Ejemplo de esto lo presenta un testimonio brindado por una mujer campesina víctima de dichos ultrajes: “Él estaba en la hamaca, como yo estaba con el embarazo adelantado la niña no quería estar conmigo, siempre buscaba al papá que la cargara. El disparo le atravesó un brazo a mi marido y la cabecita a la niña, él rodando la llevó hasta el lavadero y yo me puse a lavar la sangre gritando como loca. Mi hija ni siquiera lloró, se murió de una vez, la pusimos en una colchoneta. 35 La vulnerabilidad de la población desplazada en cuanto al cubrimiento de sus necesidades básicas, es el resultado de un condicionamiento del ser bajo la necesidad y por consiguiente la eliminación de la libertad, una reducción de lo humano a la necesidad. También es necesario enfatizar, como sugiere Arendt, en las transformaciones que se han dado al interior de la vida histórica y política de los seres humanos, evidenciar cómo somos resultado de sociedades con heraldos humanos como dignidad, justicia, derecho que lamentablemente quedan en burocracias y no son garantías públicas, sino casi bienes que se obtienen en lo privado: “La alienación del mundo y no la propia alienación como creía Marx, ha sido la marca de contraste de la época moderna (…) la expropiación, la privación para ciertos grupos de su lugar en el mundo es fruto de la modernidad” (Arendt, 1993: 283) Hoy el individualismo, la trivialidad, la indiferencia, la nulidad y el fraccionamiento progresivo de lo humano. Ahora bien, el resultado de la historia nos ha llevado a la eliminación progresiva del otro. Nuestra cuestión es la inauguración del otro, la otredad o la alteridad, es decir la construcción del ser 34 Informe de 1998 de la Relatora Especial sobre la violencia Contra la Mujer, Radhika Coomaraswamy. Ver: Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los derechos Humanos-Derechos de la mujer. Edición Actualizada. Bogotá. 2002. 35 Tomado de Organización Femenina Popular. Hay que desnudar la verdad, la verdad de las víctimas. Testimonios. 61 desplazado como lo otro, como ese otro que me construye, el ser desplazado que se transforma, que se recrea a través de la crueldad y la violencia. El ser humano dentro de su contexto que es arrebatado de sus garantías, de su condición de ser y es convertido en otro, en un nombre, en una categoría: “desplazado” y con ello se comienza a dar conceptos y significados que apuntan al nacimiento de un nuevo problema, no un nuevo ser, no una nueva existencia, no una nueva ruptura con el mundo, por lo tanto y partiendo del principio: lo que no se nombra no existe, este ser que ha sido nombrado ahora existe, pero no ha sido él quien ha elegido, ha sido llevado al límite para nacer en lo otro, en lo que no le pertenece, en lo que se le ha impuesto social y políticamente. Es como señala Arendt: “distinción y diferencia y por lo tanto un asunto privado del individuo” (Arendt, 1993: 33). Este ser que ha sido definido desde leyes, programas y cuyo reconocimiento no ha sido concedido por el Estado. La reivindicación básica de la población desplazada es que se les observe como víctimas específicas del conflicto, hacerlas evidentes para sí y para los otros, con el fin de atender a sus necesidades de manera adecuada. Posición que los seres en sí desde su subjetividad no asumen, ocultando así su responsabilidad: “Los hombres se han convertido en completamente privados, es decir, han sido desposeídos de ver y oír a los demás, de ser vistos y oídos por ellos. Todos están encerrados en la subjetividad de su propia experiencia singular, que no deja de ser singular si la misma experiencia se multiplica innumerables veces” (Arendt, 1993: 67) En consecuencia, nace la cuestión de la caída, todo ser se construye siendo en la existencia misma; entonces nos encontramos siendo; por lo tanto la víctima del desplazamiento se construye en la violencia, en ese desgarramiento vital, cuando se cae y se pierde ese suelo metafísico, es decir la teleología, el fundamento de la existencia en cuanto a trascendencia, el sentido y el valor del existir, por lo tanto dicha perdida es la caída , la perdida del de sentido, el preámbulo del absurdo. La caída representa el primer paso para la construcción de una nueva realidad, en donde el artífice es el objeto ajeno: la violencia y la crueldad, que forma y deforma este ser naciente arbitrariamente concebido, una nueva realidad, una nueva afirmación que le niega toda posibilidad, todo privilegio, todo sentido. 62 De esta manera llegamos a la Contingencia Radical, en donde el ser desplazado se debe obligar a las exigencias de la situación, debe mutar, transfigurarse y reinventarse. El desplazado es, pero pudo haber sido de otra manera. Ahora es, la condición humana ha cambiado y debe entenderse como una realidad subjetiva que está construida por determinaciones externas, por la Mirada 36 del otro. Por ello se da la tensión entre lo externo y lo interno, la complejidad entre los otros y este nuevo yo (desplazado) que desconozco: De hecho este ser desplazado no puede totalizarse ya que cada uno asume de manera singular los hechos, pero lo que sí es innegable es que este ser se hace a partir del hecho, de una circunstancia objetiva, un hecho público que conlleva a rupturas privadas en la víctima. Por ello es una urgencia resignificar a la víctima en el análisis, en la conceptualización, expresar la tensión dolorosa que es el autocrearse, en la cosificación propia y ajena. Se debe realizar un estudio de las profundas connotaciones que tiene el juego de las relaciones de poder, fuera de las dimensiones económicas y políticas que resultan evidentes; es apremiante entender sus resultados, el empobrecimiento interior, la pérdida de sí. El nuevo 36 Mirada: Título con el que Sartre designa la presencia de la otra subjetividad ante mi conciencia. Sartre considera que es un dato de experiencia la presencia del otro como sujeto: el otro nos es presente de un modo manifiesto en la experiencia de la mirada, que es la experiencia fundamental en la comunicación. Cuando sentimos que alguien nos mira, sentimos que estamos ante otra subjetividad, ante otra conciencia, no ante un mero objeto; del otro que se nos hace presente, de este modo podemos temer que se enfrente a nuestros proyectos, a nuestra libertad; sentimos que estamos delante de un ser con el que podemos contar, o al que nos hemos de oponer, delante de un ser que nos valora y pone en cuestión lo que somos, lo que queremos, nuestro ser. Es el ámbito primero que abre la puerta a la comunicación. la presencia del otro es necesaria para nuestro propia autoconciencia, somos conscientes de nosotros mismos en la medida en que el otro nos valora, cuenta con nosotros, nos estima, odia, quiere, detesta... La presencia del otro como sujeto, su mirada, tiene un valor tan importante que sólo mediante ella se puede decir que somos conscientes de nosotros mismos. Sartre tiene una visión pesimista de la comunicación, para él la presencia de otra subjetividad en mi vida es, en realidad, una intromisión; más aún, trae consigo mi cosificación, mi dejar de ser sujeto para pasar a ser un objeto, un instrumento del otro que me mira. Ni qué decir tiene que lo mismo ocurre en el caso inverso: mi aproximación al otro, mi mirar al otro, nunca puede acabar en otra cosa que en el fracaso, bien por ceder ante su subjetividad y perder la mía, bien por tratarla como cosa, esclavizarla. Como señala Sartre “la esencia de la relación entre las conciencias es el conflicto”. 63 camino que se gesta en el reconocimiento de un nuevo “yo” ajeno, adaptado, transformado, en la imposibilidad de elección. Un proyecto vital desequilibrado, el yo con los otros deformado y obligado, una transformación inquietante que termina por desarticular las nociones de identidad, de cultura y de seguridad. El juego de la ruleta rusa, el arma silenciosa, la guerra y sus frutos en un mismo ser, el terror, la miseria, la injusticia, expresadas en lo profundo de este ser ambiguo, indescifrado, calculado para demostrar el poderío, el verdadero drama, el paradigma del conflicto interno real. El desplazamiento se origina y dinamiza dentro de este ser agonizante en las múltiples masacres, amenazas de muerte y ataques indiscriminados, esta violencia masiva, expresada en el ser, en el no ser. Sin embargo, la angustia de su existencia ha quedado simplemente en cifras: El qué del dato –ya sea la realidad del mundo o la imprevisibilidad del otro hombre o el dato de hecho que no me hice a mí mismo- se vuelve el trasfondo sobre el que se destaca la libertad del hombre, el material que inflama esta libertad. Que yo no pueda reducir lo real a lo pensable, he aquí el triunfo de la libertad posible. O, paradójicamente: sólo porque no me hice a mí mismo puedo ser libre; si me hubiese hecho solo, habría podido preverme y, de tal modo, habría perdido la libertad. (Arendt, 1993:22) En ese ejercicio intermitente del ser, la acción, la praxis se convierte en sobrevivir, el sentido de la vida se desdibuja, el resquebrajamiento de una teleología es transformado por la adaptación del yo contingente, en un contexto nuevo, extraño, abstracto con seres indiferentes, silenciosos pero dramáticamente presentes; ahora se da una nueva caída y es el yo contingente con el otro, el otro que describe, el otro que petrifica, que imposibilita, que construye, que juzga, que interpreta, que encierra en determinaciones arbitrarias, el otro es el infierno: “la privación de lo privado radica en la ausencia de los demás; hasta donde concierne a los otros, el hombre privado no aparece y, por lo tanto, es como si no existiera”(Arendt, 1993: 67) La soledad a la que es llevada la víctima es el principio de nuestra sociedad, el dolor olvidado o callado es el principio del antihumanismo. Debemos tener en cuenta que el desplazamiento es una condición impuesta, en donde lo privado juega un papel fundamental, ya que desde la perspectiva de 64 Arendt, el hombre privado es el aislamiento, la imposibilidad de actuar, así el ser es desvinculado de los otros, sólo existe como espécimen y no como un ser humano, por lo tanto, el desplazado no se concibe como un ser humano, sino como una condición abstracta que se vive en su singularidad. El concepto de privado lo repliega dentro de sí, en la soledad, sin ser visto ni escuchado, privado de la relación con los otros “la privación de lo privado radica en la ausencia de los demás” (Arendt, 1993: 20) El hombre privado de los otros no es, no existe, no tiene un lugar en el mundo pues se niega constantemente su ser, ya que es soslayado, no puede identificarse con los otros, es obviado, es condenado a la soledad. La piedad y la brutalidad pueden coexistir, en el mismo individuo y en el mismo momento, contra toda lógica; y, por otra parte, también la piedad escapa de la lógica. No hay proporción entre la piedad que experimentamos y la amplitud del dolor que suscita la piedad: una sola Ana Frank despierta más emoción que los millares que como ella sufrieron, pero cuya imagen ha quedado en la sombra. Tal vez deba de ser así; si pudiéramos y tuviéramos que experimentar los sufrimientos de todo el mundo no podríamos vivir. Puede que sólo a los santos les esté concedido el terrible don de la compasión hacia mucha gente… en el mejor de los casos, sino la compasión intermitente dirigida a individuos singulares, al prójimo: al ser humano de carne y hueso que tenemos ante nosotros, al alcance de nuestros sentimientos que, providencialmente, son miopes. (Levi, 2001: 52) La apatía del individualismo, la eliminación absoluta de comunidad, la falta de solidaridad y de amor hacia el otro, forma parte de la eliminación y cosificación de la víctima del desplazamiento; desde este camino del no ser o el ser reapropiándose encontramos la negación, es decir que la existencia individual y privada fragmentada padece también del exilio relacional, de reconocimiento, el otro no es una posibilidad sino una negación. La tarea fundamental radica en encontrar ese punto de apoyo, esa solidaridad subjetiva de la víctima vital (desplazado) con la víctima virtual (espectador de la violencia), el encuentro de realidades como unidad, como totalidad desde adentro en la comunidad del exilio, del desterrado. El conocimiento de la víctima frente al espejo, las relaciones de la opresión; de esta forma podemos asistir a un humanismo concreto, como sugirió Arendt en una libertad a partir de la acción, la 65 ética de la acción, en donde la intersubjetividad y la alteridad 37 son el paradigma inicial del ser, del ser en la caída, es decir, las subjetividades se relacionan en su ser social, en su desgarramiento en la afirmación de su dolor histórico, en el señalamiento y la exclusión. De manera que, en lo colectivo, en el hecho social podemos expresar el imaginario colectivo, en ese juego de estigmatización a través de la mirada ingenua, la que expresa el sesgo de la relación humana, en donde no es posible el hecho de la realización total sino una materialización del ser mediante las palabras. Desplazado en efecto, es una palabra cargada de valor que roba la contingencia de ser un ser posible, esta palabra es en esencia la imposibilidad de trascender lo que la condición ha dictaminado. El yo que ahora muta, ese yo renombrado, en su deformación se busca en todos los nombres, en todas las calles, en todos los rostros, el principio de relación social de ese animal político se ve en situación buscando reconocerse y ser reconocido. El reconocimiento en el absurdo, en el camino de ascenso hacia la nada, hacia el sin sentido, hacia el silencio o hacia la palabra enjuiciadora. Por ende la relación con el otro manifiesta la relación y la marginalización con el yo, es decir escucharse como sujeto que se ha autocosificado, ha olvidado su ser, su existencia y se ha convertido en un nombre. “La Edad Moderna, con su creciente alienación del mundo, ha conducido a una situación en la que el hombre, vaya a donde vaya, se encuentra a si mismo” (Arendt, 1996. p.73) El análisis fundamentado en el ser, en el sobrevivir no en el existir, en ese hecho que ahora ha de constituirlo, de reinventarlo, se traduce en el ser que se hace y se reconoce siendo, en la Acción, la contingencia relacionada con el concepto necesidad, ese ser que pudo haber sido de otra manera, que ha sido llevado al límite sin razón. El desplazamiento como obra de una razón 37 Arendt entiende alteridad como elemento esencial de la pluralidad: en el hombre, la alteridad comparte todo lo que es, y la distinción, que comparte con todo lo vivo, se convierte en unicidad, y la pluralidad humana es la paradójica pluralidad de los seres únicos (…) el discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ello, los hombres se diferencian en vez de ser meramente distintos, son los modos en que los seres humanos se representan unos a otros. 66 instrumentalizada, formada, planeada, calculada, que no nos lleva a la ausencia de la racionalidad sino a una afirmación permanente de sus recursos, a una experiencia antropológica negativa, al borde de la contingencia generalizada, no solamente del ser en relación consigo mismo sino en relación con los otros, el ser universalizado que da cuenta de la caída fundamental: El ser mismo. ¿Cuál es la conciliación del ser humano con su condición racional consumada en la crueldad? ¿Cuál es la salida de este ser histórico que ha encontrado como única escapatoria el horror, el olvido y la indiferencia? ¿Es la ruptura, la salida para reconocer el no ser y de ahí partir a tejer la probabilidad de un nuevo ser? 3. Crisis de la Alteridad “Júpiter ¡Pobres gentes! Vas a hacerles el regalo de la soledad y la vergüenza (libertad), vas a arrancarles las telas con que yo los había cubierto, y les mostrarás de improviso su existencia, su obscena e insulsa existencia, que han recibido para nada”. (Sastre, 1982: 112) La mirada petrificante del otro, la libertad que se permite el otro para interpretar el ser, para desvalorizarlo, robar toda posibilidad por ser víctima, la estigmatización de la vida por la condición de desplazado, el en si, en toda su expresión, sin defensa, sin posibilidad ni necesidad de tenerla, la existencia reducida a las circunstancias. Si hemos entendido históricamente que el ser humano está inserto en las relaciones de reciprocidad, ¿Qué sucede cuando no existe reciprocidad? ¿Qué pasa cuándo no se entiende el otro como ser humano sino se cosifica? El desplazado se convierte en el individuo aislado, en el solipsismo obligado, el ser problematizado para si mismo, en la caída original que es la presencia del otro que reduce el ser, que lo elimina, que lo convierte en un medio. Aquí el análisis se convierte en un trabajo más confuso porque desde el mismo momento del fenómeno de la violencia, de la barbarie, de la crueldad, el desplazado es una víctima negada, ya que su condición es simplemente una consecuencia de un fenómeno más grande que él; el conflicto interno es el eje y el resto la periferia y 67 por tanto el olvido, la violencia como un hecho político se evidencia en la fragmentación y la falta de deliberación del ser en una situación límite. Sumando a lo anterior, las circunstancias nos brindan una visión panorámica del humanismo discontinuo, en donde podemos eliminar a los otros con el olvido, la indiferencia, la complicidad, la crueldad y el horror: Se trata sólo de una suposición, de la sombra de una sospecha: de que todos seamos el Caín de nuestros hermanos, de que todos (y esta vez digo –nosotros- en un sentido muy amplio incluso universal) hayamos suplantado a nuestro prójimo y estemos viviendo su vida. Es una suposición, pero remuerde; esta profundamente anidada, como la carcoma: por fuera no se ve, pero roe y taladra. (Levi, 2001:76) La cosificación comienza con el evento político, la guerra y la violencia como mecanismos centrales. La violencia no es en abstracto, posee categorías que la dinamizan, que la ejercitan y que la mejoran. Para corroborar el juego de la víctima y el víctimario uno debe ser afirmado y otro debe ser negado, juego que hasta hoy se desdibuja porque no se ha logrado determinar quién es quién. El desplazado se transforma en medio, su existencia es un acto violento en donde es cosificado, se vive en la caída y con ella la nueva cosificación hacia el interior, el yo al encontrarse extraño y en el vacío deambula hacia la nada , con un nombre nuevo y totalmente incomprendido –desplazado-: “(…) Se sentía, en resumen, dominado por un enorme edificio de violencia y de amenaza, pero no podía formarse una imagen de él porque tenía los ojos pegados al suelo por las vitales necesidades del minuto” (Levi, 2001:15) En efecto, la caída en si misma es el abismo, es la búsqueda en lo incomprendido, en lo irracional porque no se llega a comprender el objetivo, ni la finalidad de la crueldad, las relaciones de poder sin duda son una maquinaria eficiente, para quienes las manejan. El poder y la acción son limitados. Las relaciones de poder siempre son desiguales, el poder en nuestro análisis se sustenta en el temor, se imprime mediante la fuerza y la crueldad y se legitima en la soledad e indiferencia social. En efecto, los efectos del desplazamiento impiden el ejercicio del ser, ya que éste se halla impotente frente a la tiranía: “el signo característico de tales huidas del concepto gobierno, o sea, el concepto de que los 68 hombres sólo pueden vivir juntos legal y políticamente cuando algunos tienen derecho a mandar y los demás se ven obligados a obedecer” (Arendt, 1993: 242) El infierno nuevo será el encuentro con el otro externo e igualmente ingenuo, el otro que constituye el olvido, la indiferencia, la cosificación. En suma, el otro que observa silencioso y que no siendo culpable, señala y estigmatiza. El desplazado se ve obligado a llegar desnudo, desprovisto de sí y de los otros, llegar a lo ajeno, a una ciudad extrañamente familiar por la violencia del abandono. La acción y la libertad son eliminadas por la inseguridad: “ni siquiera el olvido y la confusión que encubren eficazmente el origen y la responsabilidad de todo acto individual, pueden deshacer un acto o impedir sus consecuencias” (Arendt, 1993: 253). El otro, la ciudad, la pared, la calle, el hambre se harán dueños de la condición del desplazado con los juicios, los nombres y la exclusión. El silencio se roba de las manos la dimensión real del problema y fragmenta a su antojo el fenómeno, Sartre entenderá que la mirada del otro es la muerte de todas las posibilidades, el otro atribuye una naturaleza, una esencia, algo inmodificable, inmutable, el otro hace caer en el en si, se transforma el ser en una cosa. Esta investigación no apunta a realizar panfletos acerca de la injusticia evidente, va hacia una vieja más no estudiada dimensión del ser; el no ser. Faulkner afirmó que el pasado nunca está muerto, cuando ni siquiera ha pasado; las consecuencias al interior de los seres humanos por hechos de violencia, son devastadoras, la crueldad rebasa las nociones de espacio y tiempo, se perpetúa dentro del ser anacrónicamente, reviviendo a diario en el recuento, en el reconocimiento de su nueva condición, porque en esencia es la negación del ser. El dolor y la tragedia quiebran la confianza entre los hombres. La consecuencia directa y quizá la más notoria es el ensimismamiento de las víctimas en su historia de dolor y tragedia: No podría ser lavado jamás; había demostrado que el hombre, el género humano, es decir, nosotros, éramos potencialmente capaces de causar una mole infinita de dolor; y que el dolor es la única fuerza que se crea de la nada, sin gasto y sin trabajo. Es suficiente no mirar, no escuchar, no hacer nada. (Levi, 2001: 80) 69 El no ser se ve argumentado por la invisibilización, por la negación de los hechos que sin duda son siempre manipulados por el víctimario; además los hechos de crueldad no son siempre avalados por no pertenecer al marco de referencia de lo que concebimos como realidad, en suma las cifras de tortura siguen siendo algo virtual que a muchos les asquea o simplemente obvian por no tener un carácter relevante frente a los hechos o por no tener pruebas materiales, de igual modo entendemos que la realidad se ve totalmente diferente si es usted quien golpea o quien ha sido golpeado, lamentablemente como afirma Primo Levi: “el vencedor es dueño también de la verdad, puede manipularla como quiere” (Levi, 2001.20 ) “(…) El que está acostumbrado a mentir públicamente, termina mintiendo también en lo privado, mintiéndose a si mismo, edificándose a si mismo una verdad confortable para vivir en paz. Distinguir entre la buena y mala fe es tarea difícil” (Levi, 2001:24). La negación de la verdad es una de las formas de crueldad, ya que es la privación del reconocimiento de los hechos y por tanto de las consecuencias dentro de la existencia de las personas; es dramático entender cómo la negación del ser es la negación de lo que lo ha transformado, así como negar la crueldad es negar que hay un principio inherente a los hombres que hemos tratado de maquillar; la misma razón que nos dio la gloria en la visión ontológica, que nos dio la trascendencia como seres casi alados es la misma razón que nos ha llevado a reducirla, a negarla, a matarla. El desplazamiento guarda un secreto al igual que toda forma de crueldad, de hecho somos resultado de un humanismo moribundo o solapado, el crimen no son los muertos, ni las víctimas; es el hecho que no se piense o se diga algo frente a ellos, de fondo quiere decir que aceptamos las consecuencias de estas guerras y no nos inmutamos. La cosificación del otro no podía ser más inhumana, ya que el silencio juega un papel fundamental, se podía decir que es una forma de complicidad. De igual modo solo nos queda el silencio que es una forma de acostarnos con la conciencia sucia pero tranquila: 70 “Más valen los actos que las palabras, démosle a ellos por cumplidos y a ellas por superfluas” Fernando Pessoa El trato denigrante y el afán de acabar con quienes tienen una lectura del mundo diferente o quienes no caben dentro de la maquinaria del poder supone de antemano una tendencia hacia la eliminación de lo humano, la instrumentalización de los seres; por tanto, los mecanismos de anulación ante la oposición de un sistema suelen ser atroces y apuntan más allá destruyendo incluso toda posibilidad de dignidad, de una verdadera condición humana, es decir, la posibilidad de acción y libertad como fundamento último en la existencia como sujeto político: (…) Si en mis profundidades anida un asesino, pero sé que he sido una víctima inocente y que no he sido un asesino; se que ha habido asesinos y no solo en Alemania, y que todavía hay, retirados o en servicio, y que confundirlos con sus víctimas es una enfermedad moral, un remilgo estético o una siniestra señal de complicidad; y, sobre todo, es un servicio precioso que se rinde (deseado o no) a quienes niegan la verdad. (Levi, 2001:45) Lamentablemente cuando a alguno le queda algo de dignidad y empieza a exigir los derechos, los esfuerzos se ven eclipsados ciertamente por las radicales políticas del Estado, quienes en el ejercicio de su control, quieren mantener a la sociedad y al individuo dentro de sus procesos económicos sociales, políticos y culturales, controlando todo el andamiaje de manipulación como son las normas jurídicas, la religión, la familia, la educación, los medios de comunicación, etc… todo esto como una forma de disciplinamiento; claro está que estos fenómenos no son gratuitos y no se aplican al azar sino que ciertamente obedecen a las contradicciones internas de una sociedad y a los intereses particulares de quienes ostentan el poder. Este ejercicio de poder y de sometimiento ante el Estado crea conflictos en el pueblo que se encuentra desprotegido y por fuera de los privilegios y beneficios estratificados, representando desventajas en todos los campos de acción; estas fisuras crean el resentimiento social que es también sin duda alguna otro rasgo de 71 la imposibilidad de ser, frente a algo más tangible y más cercano que es la eliminación y cosificación del otro. El desplazamiento participa en efecto de altos niveles de desigualdad, desprotección, la caída se hace evidente y recurrente cuando se comienza a entender que el poder se apoya en la fuerza y se valida tanto en sus libertades económicas que lamentablemente son también la base de las libertades políticas, ejerciendo la violencia física inicial, la eliminación ontológica, la negación del yo y la indiferencia asesina del otro; no queda sino la vigilia de la conciencia del ser desmembrado que sigue incesantemente negado. La conciencia que sigue siendo un hecho borroso ya que no se logra comprender la dinámica el juego en donde la víctima juega a ser reconocida como tal pero en muchas ocasiones es entendida como víctimario, es imposible de desconocer. La fuerza del poder se ensaña de forma brutal reprimiendo: “El poder existe en todas las diversas organizaciones humanas, más o menos, controlado, usurpado, investido desde las alturas o reconocido desde abajo, conferido por el merito, o por la solidaridad corporativa, o por la sangre, o por consenso: es verosímil que cierta dosis de dominio del hombre sobre el hombre esté inscrita en el patrimonio genético de animales gregarios” (Levi, 2001: 42) En contraste, debemos recordar que para Arendt la política no posee un carácter negativo, todo lo contrario, la política es el ejercicio de la acción y el discurso, es la posibilidad de libertad; sin embargo, es necesario hacer hincapié en que los análisis frente al desplazamiento nos muestran otra realidad, la política teóricamente como las leyes son abstractos, conceptos manipulados, bellamente redactados, pero, que innegablemente requieren una praxis real. Para mantener al margen, y como un modelo pedagógico para quienes osen levantarse contra la autoridad, existe la violencia inútil formulada por Primo Levi y encontrada en nuestra sociedad de similares dimensiones y con el mismo odio y creatividad; es horrible imaginar cómo los hombres en todos los tiempos han sido artífices de tantas y tan monstruosas atrocidades, todos siguen el mismo camino 72 para destruir toda concepción de lo humano, de lo racional. Sin embargo, no podemos desconocer esta memoria vergonzosa, debemos entendernos dentro de la misma maquinaria, somos finalmente de la misma especie y la humanidad ya no pide nada a gritos; hay un círculo vicioso, una estrategia para la destrucción de la persona, una imposibilidad de ser. Al ser desplazado se imprime en la persona el crimen, se enseña que la tortura puede quebrar la personalidad de la víctima de manera que su vida privada y social después ya no vuelve a ser la misma sino que se desintegra por completo. Pero además se muestra el poder del dolor y de quién lo puede producir o detener “¿Hemos asistido al desarrollo racional de un asunto inhumano o una manifestación, hasta ahora única en la historia y aún mal explicada , de la locura colectiva?, ¿A una lógica dirigida al mal o una ausencia de lógica” (Levi, 2001:100) Colombia no reconoce a sus víctimas políticas, no los acepta, la interpretación se da desde los autores más no desde los problemas de fondo. Es innegable que primero se debe resignificar la víctima, entender cómo un artificio terminó siendo superior a los seres humanos. La naturalización de los crímenes perpetuados hacia los hombres sólo da cuenta de una globalización de la injusticia, gracias a la sistemática barbarie que ha sido piedra angular de nuestro progreso, por lo tanto, argumentada, avalada, como un proceso dialéctico más de la historia. En analogía con los hechos terribles del nazismo podemos encontrar que esta tendencia no ha muerto, encontramos métodos de tortura similares: los golpes sistemáticos y no sistemáticos, tortura dental, suspensión, posturas antifisiológicas, tortura eléctrica, tortura por sofocación, tortura sexual, tortura farmacológica, mutilación, quemaduras, han sido mejorados de forma siniestra en el país (véase los informes de las fosas de los paramilitares en el país y se notará que la alteridad, el reconocimiento es una urgencia.¿Qué hemos superado?) Levi nos lleva a mirar el significado y el valor de las dos partes de un conflicto y nos muestra la paradoja entre la víctima y el víctimario como un juego de roles en donde el vencedor manipula la verdad e incluso la oculta o la niega; Levi muestra 73 que esto no es ningún juego y que hay una forma casi inherente a la humanidad de hacer uso de la fuerza y la violencia frente a quienes consideran diferentes o una amenaza. Las atrocidades que se perpetran para mantener en la cima el poder están amparadas y legalizadas tras los barrotes de donde no sale el clamor y el sufrimiento. Al leer sobre la “vida” en los Lager 38 y sobre las brutalidades que allí se cometieron nos lleva a remontarnos dolorosamente a nuestros días y comprender que estos mecanismos de odio son universales y que no pierden vigencia, por el contrario se vuelven más sofisticados y solapados; produce, como Levi nos muestra, esa vergüenza ante la humanidad, que ya no es ignorante que conoce y reconoce los hechos, pero los mira con indiferencia. Es preocupante ver que con tanta historia, tanta ciencia, tanto arte, tanto progreso, tanta tecnología, tanta filosofía y conocimientos de antesala, no sea posible la existencia en dignidad, no haya posibilidad de construir un ser. Por ello es necesario crear mecanismos de fabricación de una memoria social más amplia, más acorde y más real de la que nos venden los medios, ser concientes que la desigualdad es la causa de la violencia, en especial cuando la pobreza es un flagelo para las comunidades y la riqueza sigue concentrándose en pocas manos. Defender los derechos hace efectiva la acción como posibilidad de libertad, las palabras y las acciones de estos hombres y mujeres valiosos que luchan por lo que les corresponde son muestra de la conciencia y del valor de significados profundos y hechos contundentes. A pesar de que los nuevos actores sociales fueron reconocidos por el constituyente del 91, en Colombia empezamos a valorar la diversidad étnica, política, social, religiosa, de género, que ha existido siempre sobre este suelo; sin embargo los procesos organizativos de las comunidades son estigmatizados, amenazados, obligados a desplazarse y a desaparecer, es el mecanismo más 38 Lager: Campos de concentración y exterminio. 74 eficiente para implantar el terror que trascienda los límites geográficos del conflicto, a través del miedo y la tristeza. El desplazamiento ocupa un lugar predominante y hasta protagónico en las formas de poder y más aun en la forma en que la sociedad ordena y controla a los individuos adiestrando sus cuerpos y sus mentes, que es desde mi punto de vista la nueva forma de cosificar a los que estamos en el medio, los civiles, los ciegos: “(…) el cuerpo y el alma, como principios de los comportamientos, forman el elemento que se propone ahora a la intervención punitiva. Más que sobre un arte de representaciones ésta debe reposar sobre una manipulación reflexiva del individuo” (Focault, 2001:113) La evolución que se ha dado en el tratamiento a los desplazados, ha sido de un maltrato corporal hacia un maltrato existencial, el hombre ha sido cosificado, al quitarle la libertad y allí robarle toda capacidad de dignidad, privarlos de toda forma de moralidad y de condición de ser, particularmente el derecho a decidir sobre si mismo; ejemplo de ello es lo que logramos ver en nuestras calles, en la prensa, en los estudios realizados. El hecho de que existan políticas para desplazados, pero que no sean materializadas o implementadas adecuadamente, da cuenta de los avances en participación, libertad y reparación: “Si le digo que me duele el pueblo es porque esta ausencia, con el último recuerdo de las casas quemadas me deja sin aliento, todos los días a las cinco de la mañana, de todos los días. Es como si el aire fuera ese humo que se movía y crecía y crecía en todo lo que uno podía ver desde lejos, porque desde lejos vimos cómo desaparecía lo que amábamos desapareció y se volvió un tajo gris envuelto en tanta rabia. Por eso quiero volver, para quitarme este dolor que me agobia cuando despierto, como si hubiera cargado todo el peso del pueblo en una sola noche, en una sola alma. Líder campesina, Barrancabermeja 2000 39 Los lugares pedagógicamente correctos para la tiranía están en las calles. Levi afirma que todos los rituales siniestros tenían como fin el derrumbamiento de la 39 Tomado de la revista Mohana. Realidad con ojos de Mujer. Hay que desnudar la memoria de la Organización Femenina Popular, Barrancabermeja – Magdalena Medio –Colombia. Edición nº 3 Noviembre del 2006. 75 voluntad y la posibilidad de decisión al punto de convertir al hombre en animal, privándole de toda concepción moral y llevándolo al individualismo extremo. El informe de tortura de la Fundación de Solidaridad con los Presos Políticos 40 en el año 2004, se puede ver como los métodos de tortura infringidos a la población desplazada se combinan para exponer a la víctima al terror, se le obliga a que confiese delitos virtuales o reales, las amenazas de destrucción del cuerpo o la amenaza de muerte hacen flaquear la voluntad y en muchos casos entran a hacer parte de la zona gris 41 cuando en la situación límite terminan denunciando a otras personas que se suponen culpables, todo para salvar su vida y la de su familia: “Mediante esta institución se trataba de descargar en otros, y precisamente en las víctimas, el peso de la culpa, de manera que para su consuelo no les quedase la conciencia de saberse inocentes” (Levi, 2001: 49) La violencia más atroz es la que se genera contra la conciencia, contra las dimensiones esenciales del hombre, contra su libertad. Cuando el hombre es transformado en cosa, cuando su vida es transformada en algo mecánico, la existencia se desconfigura, se mata toda concepción de vida. En Colombia se han querido implantar las zonas grises, como por ejemplo las redes de informantes que pretenden involucrar a los civiles en el conflicto y en las atrocidades que de 40 Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos: Organización no gubernamental de derechos humanos. Fue creada por iniciativa de varias organizaciones sociales y de personas preocupadas por la vigencia de los derechos de los detenidos por motivos políticos. Realiza labores de promoción y de educación en derechos humanos en varias regiones del país. 41 Zona Gris: se centra en su experiencia sufrida en los Lager nazis, analizando el fenómeno de los sobrevivientes, que en mayor o menor medida han tenido algún privilegio, en esa categoría entrarían Los salvados. La zona gris es el lugar donde los hombres llegan para sobrevivir, a costa de otros hombres que están en la misma situación. El poder más que desgastar, corrompe. Cuanto más reducido es el centro del poder y mayor la cantidad de subordinados a ese poder, o esclavos de ese poder, en el caso de los Lager, es mayor la necesidad de colaboradores que tiene, y esos colaboradores salen de abajo, pero nunca pueden llegar realmente al poder, pero esa pequeña porción de poder marca una grieta hondísima con aquellos que no tienen ningún poder. La culpa es mayor o menor en los distintos casos, de esta gente que se sitúa en la zona gris, según su poder de elección, de hacer esas tareas que los llevan a colaborar con el poder, y a conseguir privilegios sobre el resto. La gente gris existe (fuera del Lager también, afirma Levi) y hoy nos encontramos rodeados de estas personas que luchan por acceder a una porción de poder, de privilegio, sin importar quien queda debajo. Los sistemas crean a estas personas grises. 76 allí se desprenden, también hay que mencionar el significado que tiene vivir en zonas de control paramilitar o de guerrillas o en el mismo estado, ¿Qué grado de complicidad existe? ¿Qué nueva construcción de ser víctima se realiza al interior del conflicto? Toda víctima desde la perspectiva de la psicología social tiene en sí misma una gran dosis de culpa en su dolor, en nuestro análisis la víctima de desplazamiento la posee por múltiples variables: por complicidad, por miedo, por no haber salvado a su familia, por la huida, etc. (…) la piedad y la brutalidad pueden coexistir, en el mismo individuo y en el mismo momento, contra toda lógica; y, por otra parte, también la piedad escapa a esta lógica. (…)” (Levi, 2001: 52). En conclusión me atrevería a afirmar que todos en cierta medida somos cómplices, no con el mismo grado de culpabilidad, pero somos parte de esa zona gris por nuestra indiferencia, por nuestro silencio, por la forma cómoda en que vivimos en el individualismo y como no nos toca olvidamos al otro, vivimos sin solidaridad ni conciencia, en la ley del Lager: ocuparse de uno mismo antes que de nadie. La Reconstrucción del proyecto existencial, debe partir de la exigencia de los derechos y de la justicia, eliminando la discriminación y saldando la deuda con las víctimas a través de la verdad; es innegable que se ha dado una destrucción del sujeto social como totalidad, el desplazamiento es consecuencia directa de la muerte de nociones esenciales que nos hacían sujetos sociales y políticos, la construcción dolorosa y forzada que nos han vendido no nos llevará a la consolidación de un verdadero humanismo sino a una naturalización del drama humano. La crisis de la humanidad es resultado de nuestra naturaleza, la irracionalidad que vemos todos los días frente a nuestros ojos es la expresión vital de lo que somos, la crisis de la filosofía radica principalmente en este estadio en donde se ha convertido en un fruto más del progreso humano: lo esencial e indispensable son las creaciones materiales, nuestra parte de hommo faber ¿Y lo humano? 77 Quizás estas letras de emocionalidad compleja y anacrónica que comparto con melancolía con algunos misántropos y locos, son fruto de lo que Arendt llamó la necesidad de la acción; gracias al beneficio de esta teoría, el otro que es hoy un enemigo, sospechoso y sinónimo de peligro, convierte la naturaleza humana en un vínculo de acción solidaria, queriendo transgredir lo otro para comprenderse. 4. Crisis de las palabras A partir del recorrido conceptual y teórico propuesto en este investigación, he destinado, para este capitulo, mi observación general sobre la importancia de la voz en la condición existencial de los desplazados; de esta manera las conclusiones posteriormente descritas proporcionaran el cierre de mi interpretación conceptual. La crisis de las palabras se hace relevante en esta monografía, porque son ellas las que dan la posibilidad al hombre de ser o no ser, de desenvolver su existencialidad, es la posibilidad de la afirmación o la negación de la vida, la palabra es el vínculo con los otros para el reconocimiento, es el vehículo metafísico que nos relaciona realmente como humanos, las palabras emergen para narrar la historia, para no olvidar el pasado y para construir el futuro, las palabras nos tejen los recuerdos, nos libran de la complicidad silencio y garantizan que dolor y el horror no se conviertan en elipsis. La palabra coloca en el espacio al otro para ser escuchado, para validar su historia, es en efecto el único lugar común donde realmente se es, se existe porque es transgredir el espacio y el tiempo, la política , el dolor, la zozobra para colocar los hechos a danzar a pesar de la opresión y el miedo. La palabra devuelve a la víctima su condición humana. El discurso y la acción revelan esta única cualidad de ser distinto. Mediante ellos, los seres humanos se presentan unos a otros, no como objetos físicos, sino como hombres. Esta apariencia, diferenciada de la mera existencia corporal, se basa en la iniciativa; pero en una iniciativa (el appetitus beatitudinis) que ningún ser humano puede detener y seguir siendo humano.(...) Con respecto a este alguien que es único cabe decir verdaderamente que nunca nadie estuvo allí antes que él. Si la acción como comienzo corresponde al hecho de nacer [como un yo], si es la realización de la condición humana de la natalidad, entonces el discurso corresponde al hecho de la distinción y es la realización de la condición humana de la pluralidad, es decir, de vivir como ser distinto y único entre iguales" (Arendt, 1993:84) 78 PARENTESIS: A estas alturas de la reflexión me permitiré alejarme de los tecnicismos del lenguaje y daré rienda suelta a mi emoción, lugar que constituye sin duda la base fundamental de esta investigación, cabe mencionar entre líneas y con todo arrebato negligente y por fuera de ICONTEC Y APA que no hay filosofía más limpia y diáfana que la que nace de la metafísica estrellada con la realidad. La complicidad del silencio y quizás las letras muertas de estas páginas no redireccionen el cosmos mutilado de humanidad, pero la única libertad, según Arendt, es la posibilidad de acción y en efecto el pensamiento lo es; he aquí mi reivindicación con el otro y mi reconocimiento propio a través de su ser. Así podemos ver cómo muchas y muchos desplazados hacen en la práctica y han planteado la acción como opción. La ausencia de una acción solidaria, es en efecto la consolidación de la automatización del ser humano, es la imposibilidad de comprender al otro y hacer que caiga en el sin sentido. Gloria Naranjo 42 posee una hermosa metáfora frente al desarraigo y es el símil de la planta que se arranca que fuera de su tierra muere, que la falta de tierra mata, el desplazamiento es el asesinato lento, cruel y sistemático del ser. Esta reflexión posee un panorama más global al dejar en el olvido las circunstancias históricas particulares como seres sociales y políticos participaremos de la misma muerte. Así pues ¿Cómo podemos reconstruir el sentido en la ausencia de capacidades para la escucha, el diálogo, el encuentro y la aceptación de la diferencia y las circunstancias particulares de cada ser humano? ¿Qué tipo de memoria y conmemoración se requiere en una sociedad fragmentada y debilitada social y moralmente por la guerra? ¿Qué tipo de memoria permite a una sociedad 42 Gloria Naranjo Rodríguez: Mujer desplazada por paramilitares en Barrancabermeja- Magdalena Medio en el 2005. Testimonio tomado de la revista Mohana. Realidad con ojos de Mujer. Hay que desnudar la memoria de la Organización Femenina Popular, Barrancabermeja – Magdalena Medio –Colombia. Edición nº 3 Noviembre del 2006. 79 distanciarse del olvido, el cual obstaculiza la formación de una memoria pública que confronta el pasado y nos prepara para el futuro? ¿Cómo deben entrar las memorias de los desplazados en el registro de la guerra y las atrocidades cometidas? (cierto día tras especulaciones tardías frente a Sócrates Luís Enrique Ruiz López dijo en tono melancólico y sabio que la filosofía no daba respuestas sólo preguntas y que allí estaba lo importante) El eje narrativo del sufrimiento testimonial, todas las memorias silenciadas constituyen el eje fundamental de lo que desconocemos hoy, en este caos mundano, es necesario volver al orden, a la simetría. La palabra de la víctima equilibrará la balanza, un poco de verdad le dará algo de sentido al pasado y nos hará comprender con los ojos abiertos y el corazón dispuesto para saber quiénes somos. Este espacio narrativo ubica las voces de las víctimas y su sufrimiento personal en el marco de la crisis colectiva. Este desamparo histórico de los individuos, esta dimensión oscura de pérdida de sí, es en sí misma una dimensión colectiva y por lo tanto el proceso incesante de nuestra historia hacia el encuentro con nosotros mismos. El sentido del ser humano, sólo puede resignificarse en el ser desde la alteridad, entendida como la noción de comunidad, para escapar del olvido, la supresión y la pérdida de la memoria. Es necesario hacer que los olvidados a través de sus historias devuelvan el cauce de la existencia; de la misma forma, nuestra amnesia histórica posee una necesidad de conciencia no solamente individual, sino un proceso de construcción simbólica de nuestro quehacer en la tierra. La representación textual de la humanidad se debe hacer desde las voces que fueron canceladas, este el verdadero vehículo parta humanizar los sujetos. La reconstrucción de las historias de vida renuevan el sentido de pertenencia, así como en determinado momento perdieron todo significado. Por ejemplo en nuestro país el uso que los grupos armados hacen de espacios sociales tradicionales (la plaza, la cancha, las calles) los convierte en escenarios de 80 masacres, ajusticiamiento, violaciones, etc. Esto, produce fragmentación, una necesidad inconsciente de olvido y por lo tanto una pérdida de valor; la desestabilización de las comunidades, así como la segmentación cultural, generan o son el resultado de actos de terror y desconfianza, por la vivencia exacerbada del miedo y los sentimiento de impotencia, después de todo el referente o el código común de identificación se pierde, junto a la trayectoria de vida, la fractura en la memoria histórica, se ha de reconstruir con las historias silenciadas, a partir de la confrontación y no de la huida: En los contextos de guerra están marcadas de manera radical las palabras por el peligro, la amenaza y la incertidumbre de los caminos, la sospecha del otro y de los otros es parte inherente de los mecanismos de la relación que permiten tomarle el pulso a lo cotidiano de la situación. Hablar del terror o no pronunciarlo es el síntoma fundamental de las palabras como armas; con frecuencia la violencia se describe como un sinsentido, bien puede ser que la violencia posea todo un proceso de racionalidad competente, el logos occidental en toda su expresión, ya que esta palabra que habita en la boca sellada, en el alma atormentada destruya en la forma el hecho. El significado del silencio es aceptado, el vocabulario compartido por el resto, la palabra y el silencio son los símbolos del dolor de la memoria transgredida: “La estupidez ha devenido tan común como antes lo fue el sentido común, lo cual no significa que sea un síntoma de la sociedad de masas o de que la gente “inteligente” escape de ella. La única diferencia es que, entre la gente inculta, la estupidez permanece beatamente muda y se convierte en insoportablemente ofensiva entre las personas inteligentes. Incluso se podría decir que, dentro de la inteligencia, cuanto más inteligente es un individuo, mas irritante es la estupidez que comparte con todos los demás” (Arendt, 1981: 36) El silencio ampara la huida; en donde retumba el eco en la boca cerrada por la injusticia y la soledad, galopan de la mano y tras la montaña y su perfección alterada, el retumbar de la metralla, eventos, sonidos e imágenes que caen al silencio y el logos jugando a la razón esquiva, la palabra muerta con las esperanzas y aún el ser huyéndole a la existencia de sí mismo y de los otros para 81 salvarse del horror de no ser comprendido. Sobreviviendo en la ausencia de sí y de los otros, terriblemente sólo en compañía de las miradas que le destruyen y le nombran. La razón que deambula embriagada, con su percepción que nunca es objetiva ni justa, la hermosa ciega razón, que 15 mil años vivió con el destierro y solo lleva 50 años de haber comprendido el acto criminal. El silencio es responsabilidad. 82 BIBLIOGRAFÍA ACNUR, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. La situación de los refugiados en el mundo. Cincuenta años de acción humanitaria. Barcelona: Ed. Icaria Editorial, 2000. ARENDT, Hanna. Los Orígenes del totalitarismo, versión española Guillermo Solana. Madrid: Ed. Alianza, 1982. ARENDT, Hanna. Sobre la violencia. Traducción directa de Miguel González. México: Ed. Joaquín Mortiz, 1970. ARENDT, Hanna. La condición humana. Traducción de Ramón Gil Novales. Barcelona: Ed. Paidós, 1993. ARENDT, Hanna. Entre el pasado y el Futuro, ocho ejercicios de filosofía. Traducción de Ana Poljak. Barcelona: Ed. Península, 1999. ARENDT, Hanna. De la historia a la acción. Introducción de Manuel Cruz. Traducción de Fina Birulés. Barcelona: Ed. Paidós, 1995. ARENDT, Hanna. Una revisión de la historia judía y otros ensayos. Introducción de Fina Birulés. Traducción de Miguel Candel. Barcelona: Ed. Paidós, 2005. CODHES-UNICEF. Un país que huye. Desplazamiento y violencia en una acción fundamentada. Bogotá: 1999. COMITÉ INTERNACIONAL DE LA CRUZ ROJA. EL protocolo II de 1977. Adicional a los convenios de Ginebra. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia-227 de 199, sentencia T-258 de 2001, sentencia T-327 de 2001. DEFENSORÍA DEL PUEBLO, Desplazamiento forzado en Colombia. Serie de promotores de derechos humanos. Bogotá: 2003. FOCAULT, Michel. Vigilar y castigar. Buenos Aires: Ed. Siglo XXI, 2.001. GONZÁLEZ, Perdomo Adriana. El desplazamiento forzado: Un reto a la solidaridad. Fundación foro nacional por Colombia. 2005. HUSSERl. La crisis de las ciencias europeas y la fenomenología. Traducción castellana y nota editorial de Jacobo Muñoz y Salvador Mas. Barcelona: Ed. Crítica, 1991. 83 LEVI, Primo. Si esto es un hombre. Barcelona: Ed. Muchnik editores, 2001. LEVI, Primo. La tregua. Barcelona: Ed. Muchnik editores, 1977. LEVI, Primo, Los hundidos y salvados. Barcelona: Ed. Muchnik editores, 2001. PROCURADURÍA GENERAL DE LA NACIÓN. Instituto de estudios del ministerio publico, Raíces sin tierra. Atención e impacto del desplazamiento forzoso. Colombia 1999. RED DE SOLIDARIDAD SOCIAL. Guía de atención integral a la población desplazada por la violencia. Bogotá, 2001. RED DE SOLIDARIDAD SOCIAL: Balance de las políticas de atención a la población desplazada. Bogotá, 2002. Revista comité Internacional de la Cruz Roja.Aprobación de los Protocolos adicionales de 1977. Ginebra. Vol. 22, no. 143, septiembre - octubre de 1997. SARTRE, Jean Paúl. Las moscas. Buenos Aires: Ed. Alianza Losada, 1.982. SARTRE, Jean-Paúl. De la melancolía a la Náusea. Quimera.1984. Barcelona: Ed. SARTRE, Jean-Paúl. El Existencialismo es un Humanismo. Traducción de Victoria Prati de Fernández. Buenos Aires: Ed. Sur, 1947. SARTRE, Jean-Paúl. La Náusea. Buenos Aires: Ed. Losada, 1949. SISTEMA UNICO DE REGISTRO. Red de solidaridad social. Registro nacional de población desplazada por la violencia. Bogotá, 2005. VÓLMAR Pérez, Ortiz. El desplazamiento forzado en Colombia. Defensoría del pueblo. Bogotá, 2005. ZUBIRI, X. Cinco lecciones de filosofía. Madrid: Sociedad de Estudios y publicaciones. d. Moneda y Crédito, 1963. ZULETA, Estanislao. Sobre la idealización en la vida social y colectiva. Bogotá: Ed. Procultura, 1985. 84 Páginas Web frecuentes de consulta Amnistía Internacional. http://www.amnesty.org Consultoria para los derechos humanos y el desplazamiento. http://www.codhes.org/ Naciones Unidas. http://www.un.org Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. http://www.hchr.org.co Red de solidaridad Social. http://www.unicef.es Vicepresidencia de la República. Programa Presidencia de los Derechos Humanos y del DIH. http://www.derechoshumanos.gov.co 85