LA NACIÓN - Inf. General Domingo 30 de Junio de 2002 Dos pequeños emprendimientos que crean fuentes de trabajo Un modelo solidario de construcción Productos desechados de plástico y PET se convierten en placas, bloques y viguetas Dos empresas integradas a la Red Social del Trueque experimentan un proyecto de la Facultad de Arquitectura de la UBA Los materiales obtenidos son baratos, ligeros y resistentes Pilas de bolsas de polietileno, botellas de agua mineral y paragolpes de autos, separados de los residuos, se convierten por medio de un emprendimiento social en placas de revestimiento, viguetas y otros materiales para la construcción de casas económicas y de calidad. Además, generan fuentes de trabajo y colaboran protegiendo el ambiente. Esto ocurre gracias a un programa de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires. El Centro Experimental de la Producción de la FADU propone la elaboración de materiales de la construcción con los productos separados de la basura, en empresas sociales integradas a la Red Global del Trueque. "Hacemos una lectura de las necesidades de la gente y tratamos de crear los instrumentos sociales necesarios para solucionarlas", explicó Carlos Levinton, arquitecto especialista en catástrofes, que dirige el centro. "Se trata de relacionar empresas formales que estaban inactivas con la Red Global del Trueque", continuó. Los materiales para reciclar son provistos por distintas cooperativas de cirujas de la Capital Federal y de la provincia de Buenos Aires. Las empresas, a su vez, emplean gente para la producción de los materiales de construcción y abonan sus sueldos en créditos, la moneda social del trueque. Y los productos elaborados se consiguen en los nodos de la Red. "Ya hemos capacitado más de un centenar de personas este año. Es un trabajo de hormiga; pero lo consideramos una obligación moral", sostuvo Levinton. Woodstock, una empresa radicada en la localidad bonaerense de Quilmes, recicla el polipropileno (paragolpes de autos y bolsas), lo mezcla con fibras de madera y lo convierte en placas de revestimiento para casas. "La gente piensa que el plástico es frágil, pero no es así. Las placas que nosotros fabricamos pueden usarse como revestimiento o directamente como paredes", contó Raúl Krecksner, presidente de la empresa."Es más -agregó-, la placa es cinco veces más resistente al impacto, a la humedad y al fuego." Veinticinco toneladas de plástico sirven para construir una vivienda económica. "Pero todavía no construimos una casa completa. Por ahora vendemos placas de paredes y techos para reformas", señaló. Este estilo de producción puede adaptarse a las economías regionales. "Para las zonas donde no hay maderas también puede mezclarse el plástico con fibras de lino y yute", explicó Krecksner. Otra de las empresas asesoradas por la FADU es Eco & Red. En una antigua fábrica de Esteban Echeverría, en la que cincuenta personas encontraron una salida a la desocupación, reciclan el PET (envases de agua mineral y gaseosas) y lo mezclan con arena y cemento para obtener viguetas. Tras clasificar por color las botellas vacías, éstas son compactadas y molidas en un molino. Se mezcla después con cemento y arena que, al fraguar, se convierte en viguetas o bloques para levantar paredes y techos o hacer pavimentos. "El plástico produce un material que, además de ser más liviano, se convierte en un potente aislante térmico y acústico", señaló Liliana Amilli, arquitecta de la empresa, mientras mostraba los moldes de acero inoxidable usados para fraguar la mezcla. Una vivienda económica cuesta aproximadamente $ 10.000. "Otra ventaja es construir una casa por partes. El metro cuadrado ronda los $ 22", sostuvo Amilli. "Hace un año y medio estaba desocupada. Hoy gano unos 1200 créditos por mes", contó Isabel López, supervisora del área de promoción, encargada de organizar la recolección del material reciclable en treinta y cinco puntos diferentes. Escuelas y nodos del trueque son sus proveedores, y pagan tres créditos cada cien bolsas o noventa botellas de plástico. Estas empresas no generan ganancias al principio. "Es pura inversión", explicó Marcos Neyra, titular de Eco & Red. "La Red nos dio un préstamo en créditos de su banco social, que tendremos que devolver. Pero lo más importante es la función social. Mi sueño es generar Pyme a través de cooperativas de trabajo que puedan insertarse en el mercado formal", concluyó. Como una incubadora Estos emprendimientos empiezan a funcionar como una fábrica-escuela en la que se ensaya durante un año una salida productiva. Según el Ministerio de Trabajo de la Nación, las empresas, en principio, deberían pagar las cargas sociales. "Habría que estudiar caso por caso, pero las empresas sociales también tienen obligaciones impositivas. Ante la crisis, es obvio que el trueque se convierte en una situación de hecho, pero no de derecho", dijo el subsecretario de Relaciones Laborales, Jorge Rampolli. "Estos emprendimientos no surgen con la idea de evadir impuestos. Son como incubadoras. Hoy para una empresa es imposible emplear a toda esta gente que quedó fuera del sistema", aclaró Levinton. En Villa Gesell se firmó un convenio con la municipalidad y los ecoclubes para hacer campañas de separación de envases. Eco & Red ya funciona allí para la producción de pavimento intertrabado. Laura Rocha