Desde la cárcel... desde mi Libertad

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Desde la cárcel...
desde mi Libertad
“No es libre quien anda suelto
ni es libre quien no est{ en prisión”
Alberto José Varela
5
La experiencia de un preso
que se atreve a escribir libremente
acerca de la esclavitud
en sus manifestaciones cotidianas
para encontrar las claves de la libertad
(4ª Edición Octubre 2015)
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Titulo del original: DESDE LA CÁRCEL<DESDE MI LIBERTAD
El material de este libro ha sido escrito por Alberto Varela desde dos cárceles españolas;
una parte fue escrita desde la cárcel de Soto del Real (Centro Penitenciario Madrid IV) a
mano y en cuadernos, desde diciembre del 2008 a febrero del 2009 y fue transcrita por
Katia Kaiser; la otra parte fue escrita directamente por Alberto Varela en los
ordenadores de la Radio Activa en la cárcel de Valdemoro (Centro Penitenciario Madrid
III) entre junio de 2009 y febrero de 2010, en donde además se realizó la maquetación y
el diseño gráfico.
© Paula Carmona y Alberto Varela © noviembre 2009 | © mayo 2010 | © octubre 2011
| © Octubre 2015
Cañada del Barco Viejo 25, C.P. 28180 – Fuente el Saz de Jarama - Madrid - España
Tel.: +34 916201602 Móvil +34 638 122 645 Mail: [email protected]
I.S.B.N.: 978-84-8352-240-0
Correcciòn de textos de la presente edición: Wilma Robino
Edita: Mandala Ediciones. C/ Treviño 9, 28045 Madrid (España) +34914678528
Imprime: Reprografía Malpe, S.A.
Diseño gráfico y maquetación: Alberto Varela [email protected]
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción,
distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la
autorización de los titulares de la propiedad intelectual.
La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la
propiedad intelectual (art.270 y siguientes del Código Penal)
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Agradecimiento
Antes de comenzar este libro, siento en mi corazón decir la palabra mágica
GRACIAS.
Para mí la gratitud es devoción; esa sensación indescriptible de sentirse
superado por la Vida, ante la que me doblego con respeto y reverencia.
Decir GRACIAS a todos los que han participado en mi proceso de sanación y
evolución de mi conciencia.
Policías, fiscales, jueces, denunciantes, amigos, enemigos, familiares,
funcionarios y compañeros de prisión: GRACIAS
¡HA SIDO PERFECTO TODO LO QUE HABÉIS HECHO CONMIGO!
Lo que está ocurriendo en mi vida a raíz de haber estado en la cárcel es
asombroso. La sorpresa es indescriptible.
Alberto José Varela
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
El origen de toda ciencia
está en el deseo de conocer las causas.
El origen de la sabiduría
está en querer comprenderlo todo.
La introspección
es la ciencia de la sabiduría.
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‚Hace poco comprendí una lección que la vida me dio a través
de Alberto Varela.
El día que le robaron, en Bogotá, Colombia, y le quitaron todo
su dinero, documentos, pasaje aéreo y otras tantas cosas valiosas,
estaba tan sereno que sentí escalofríos.
Imaginé que tendría un secreto, pero después de un tiempo lo
comprendí.
SENCILLAMENTE este hombre impredecible e inexplicable,
de mirada profunda, coopera incondicionalmente con lo inevitable‛.
Diana Lucy Bernal Sánchez
Psicóloga y Psicoterapeuta Holística
Septiembre 2005
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
El auténtico secreto
no está en saber pedir todo
lo que se desea
para poder conseguirlo,
sino en no desear nada
y recibirlo todo
con gratitud.
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Introducción
Todo lo realmente importante que nos sucede en la vida, no
puede expresarse con palabras. Porque cuando nos ocurre algo
auténtico y significativo, se percibe en su real magnitud sólo dentro de
nosotros mismos.
Este es el primer libro que escribo desde la cárcel y con ello se
abre un camino nuevo para mí.
No me considero un escritor,
sencillamente escribo, y para eso no necesito ser experto ni
especialista en nada más que en mí mismo y en mi verdad.
Me han sucedido muchas cosas “inexpresables” durante este
año en prisión, aunque también me habían sucedido antes de entrar
aquí, pero no con tanta intensidad.
El hecho de querer contarlas supone en sí mismo un acto tal vez
absurdo, por las limitaciones del lenguaje para expresar lo supremo,
pero representa un maravilloso desafío, tanto para mí como para todo
el que me lea, porque tendremos que encontrarnos a través de las
palabras que aquí escribo. Estando aislado de la sociedad por estos
muros, esta es la única manera que tengo de poner en libertad aquello
que siento, como consecuencia de lo que estoy viviendo.
Al escribir este libro, quisiera transmitir el significado de la
palabra “Libertad” y compartir, a través de mi experiencia, lo que
considero es “el sentido de la Vida”.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
No tengo planes, ni un proyecto fijo, este libro supone un
impulso hacia la libertad, como un valor esencial, como el más
elevado y el más importante de la vida. Y no sólo sugiero evitar
cualquier expectativa, sino que además quisiera recordarte que todo
movimiento que hagamos para liberarnos, debe estar acompañado de
conciencia y responsabilidad.
Conciencia es la capacidad de comprender objetiva y
amorosamente la realidad, como testigos y no como parte
involucrada. Es una visión elevada de todo lo que ocurre, tomando
para ello la distancia necesaria.
Responsabilidad es la capacidad de responder ante cada
situación, sin prejuicios ni formas preestablecidas, con habilidad, de
acuerdo al presente y no al pasado, sin rigidez sino con flexibilidad.
No podría escribir acerca de la libertad sin experimentarla
desde lo más profundo. Y aunque trate un tema infinito e ilimitado
con palabras finitas y limitadas, confío en el poder de la conciencia, la
mía y la tuya, y te animo a que lo leas mirando hacia dentro de ti.
Porque este libro lo he escrito desde ese espacio eterno e
infinito, desde ese lugar profundo y a la vez elevado de mí, que
además reconozco en ti y en todo ser humano, es que siento que a
través de él podremos construir un vínculo de unión y comunión.
Este libro no es una recopilación de experiencias, ni un relato
anecdótico, a modo de diario personal, sino más bien una entrega
íntima de todo lo que he sentido en lo más profundo de mi ser en la
situación que me ha tocado vivir.
En él relato hechos y cuento
algunos casos de reclusos, pero lo hago para desarrollar los complejos
entramados del universo interior que he visto en mí, lo que debo
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agradecer a este encierro, pues no me permitió escapar del desafío de
dar el gran salto hacia mi interior.
Cuento también en él muchas cosas de mi pasado y de mi
vida, porque de pronto todo se entrelazó: la cárcel, los presos, mis
sentimientos y emociones, mi historia y, sobre todo, mi conciencia.
Comprendí cómo todo está relacionado con todo y entonces me liberé.
Para mí ha sido un acto de entrega absoluta que me ha
producido maravillosos efectos terapéuticos; una de las mejores autoterapias que he hecho en mi vida. Por eso confío en que pueda dar
pistas útiles a los lectores de todas las edades y clases sociales,
independientemente de la situación que ahora mismo les esté tocando
vivir. Es sencillamente para todos, porque todo ser humano anhela la
libertad. Y este es un encuentro de libertades; la mía y la tuya.
Además de las cárceles de la vida, a algunos nos toca
atravesar cárceles hechas de muros, pero ninguna cárcel, por más
dura, fría o deplorable que sea, puede compararse con las cárceles de
la vida misma.
Elegí libremente escribir este libro, tal como tú has elegido
leerlo. Disfrútalo como un acto emergente de tu libertad, haz lo que
sientas con él, pero con conciencia, porque en ese acto y con esa
actitud consciente, estarás consiguiendo algo muy importante para tu
vida.
No escribo para que la gente me lea o para que me
comprenda, sino para que utilicen lo que leerán como una llave que
les permita la comprensión de sí mismos, tal como yo lo he hecho.
No te distraigas con mi personaje, yo me quito de en medio,
pues no pretendo estorbar el paso del fluir de la conciencia. La
escritura es sólo un nexo, un puente por el cual pasará algo de mí
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
hacia ti. Y, entonces, ya no será mío, pues tu forma de utilizarlo te
pertenece.
Un periodista que conocí en la cárcel me preguntó cómo
definiría las más de 500 páginas escritas en casi un año de trabajo:
“Como un tratado existencial acerca de todos los aromas que se pueden
desprender a partir de uno solo hecho, y de toda la energía que se puede
expandir por la comprensión de una sola cosa: la libertad. Si comprendemos
la libertad, todo lo dem{s viene por añadidura‛.
Todo individuo que se organice dentro de sí mismo para
trabajar por su propia libertad, logrará un orden interno indestructible
que le permitirá entrar en armonía con todos los seres.
La libertad interior es la que nos permitirá realizarnos como
seres humanos, pero la libertad no nos hará felices, simplemente nos
devolverá a la esencia de lo que somos.
No puedo describir exactamente cómo alcanzarla, pero
intentaré describir mis primeros pasos en esa dirección, porque una
vez que se llega a la liberación, es muy difícil hablar de ello.
De acuerdo a mi experiencia, parece ser que la vida tiene que
crear un caos exterior, una crisis, un desorden de valores, una ruptura,
para que nos demos cuenta de que nos tenemos que meter dentro a
poner orden, para crear armonía en nosotros mismos.
Pero nadie quiere entrar y, en cambio, todos quieren salir.
La vida nos envía tormentas, pero nos resistimos a entrar en el
único refugio posible; nuestro ser interior.
El buscador de la libertad busca fuera, de una y mil maneras
pero, hasta que el buscador no fracase en todos sus intentos, no se
dará cuenta de que está buscando en la dirección equivocada.
“La vida tuvo que traerme a una prisión para alcanzar mi libertad”
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Justicia desafiantemente injusta
Cómo liberarnos de la esclavitud de un sistema caduco
Estoy en prisión y soy inocente. Llevo diez meses tratando de
demostrarlo.
Las pruebas del laboratorio dicen que no pueden encontrar
substancias ilegales en el Yajé o Ayahuasca, medicina chamánica que
me incautaron en una casa de Las Rozas y con la que, bajo la
supervisión de psicólogos y terapeutas, hacíamos terapias de
purificación corporal y desbloqueo emocional.
La policía comenzó a seguirme, creyendo que tenía una secta,
e incluso llamaron a todos los clientes para ofrecerles asistencia
psicológica para poder salir de la “secta de Varela”.
Algunos se reían de todo eso y otros se molestaron mucho.
Explicaban que nada les coaccionaba ni les obligaba a asistir a
nuestros grupos, que lo hacían por voluntad propia, marchándose
libremente cuando así lo decidían.
Entonces la policía encontró otra manera de perseguirme: con
la idea de que yo, supuestamente, utilizaba drogas en las terapias. Y,
ante la presunción de delito, me metieron en la cárcel.
Dijeron que me juzgarían, a no ser que demostrara que ese té,
o infusión depurativa, no contiene sustancias prohibidas y, para ello,
solicitaron análisis al laboratorio.
Luego de tres meses, dijeron que algunos de los botes que
tenía en mi poder contenían una sustancia prohibida, pero no se podía
determinar
el
insignificante.
porcentaje
de
pureza,
pues
la
cantidad
era
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Ante esa evidencia, el fiscal solicitó aclaración al laboratorio,
que tardó otros tres meses en arrojar un nuevo informe, según el cual
no se puede medir o cuantificar el nivel de DMT, como se le llama a
esa substancia, pues se trata de una presencia ínfima, que no daña la
salud y, por lo tanto, no penalizable.
El fiscal, que actúa a sus anchas como si fuera Juez, dice ahora
que hay que pedir otra analítica al Instituto Nacional de Toxicología,
ignorando lo que afirma la Agencia Española del Medicamento,
máxima autoridad en el análisis de substancias.
Al parecer, el fiscal no quiere creer que no se puede
determinar la pureza del DMT.
Ya pasaron otros cuatro meses y aún no ha llegado esa tercera
analítica, pues tardaron tres meses sólo en trasladar el Yajé de un
laboratorio a otro.
Los dueños del Yajé éramos mi socia y yo,
y los dos
estábamos presentes el día del arresto.
Los dos fuimos al calabozo, los dos fuimos imputados, pero
ella, que es española, fue liberada al día siguiente y en cambio a mí,
argentino, me dejaron adentro.
También en todos los informes bancarios consta que el dinero
para comprar el Yajé lo puso mi socia y no yo, entonces, la pregunta es
¿por qué a ella la dejaron sólo unas horas en el calabozo?
¿Qué
predisposición hay hacia los inmigrantes?
Por algo se dice que la prisión española es un “gueto de
extranjeros” y se le conoce también como “campo de concentración de
inmigrantes”.
Y aquí estoy, instalado en una enorme mesa de trabajo, llena
de papeles, libros y diccionarios, frente a mi ordenador.
Tengo este privilegio porque estoy en Radioactiva, una radio
FM dentro de la cárcel, que tiene un alcance de 1 Km. para los 1700
presos de Valdemoro y los barrios cercanos.
17
Tengo a mi cargo el programa “Espacio Abierto”, un espacio
de auto superación, en el que hablo de mi experiencia en prisión
contrastada con mi realidad personal. Yo mismo selecciono también la
música y colaboro además con contenidos para otros programas.
Al lado mío trabaja el gallego Hermidas, que lleva aquí más
de diez años y le encanta la gramática. Él tiene un programa de poesía
y lectura y me asesora gramaticalmente para expresar lo que vivo y
siento.
En este momento me embarga una gran emoción; estoy
escuchando una música que me envió mi amada Paula: “Océano”,
“Brisa marina” y “Calma”.
Caen lágrimas de gratitud, las saboreo y compruebo que
saben ese océano poderoso que se mueve en completa libertad.
Observo dentro de mí y veo que la misma energía que mueve
todo el Universo está también ahí y que la puedo usar a partir de la
decisión de superarme.
Estoy haciendo lo que siempre quise pero no había tenido el
tiempo para hacer.
Aquí no tengo móvil ni llamadas ni internet, estoy en un
estado de concentración total.
Escribo en el ordenador alrededor de cinco horas diarias, y
otras cinco escribo a mano o leo en mi celda. Otras tres horas las
dedico a crear un juego para mis hijos: ‚El Juego de la Comprensión‛.
Está compuesto por 999 tarjetas telefónicas, que yo mismo he
revestido y pintado, y en cada una de ellas he escrito diferentes textos
que arrojan luz y activan la conciencia. Es la herencia espiritual que
quisiera entregarle al mayor de mis hijos, Elián, de 23 años, que ha
venido a visitarme desde Brasil, donde ahora vive.
El lunes 10 de Agosto festejé mi cumpleaños en prisión. Tenía
noventa minutos de vis a vis en una salita donde sólo hay una mesa y
algunas sillas.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Vino Paula, mi compañera, con nuestra hija Amelys de 1 año,
Elián y Aneley de 19, dos de los tres hijos que tuve con Marisa.
También estuvo Anahí, de 6 años, a quien tuve con Conchi.
No hubo tarta ni velas, sólo miradas, palabras y risas.
Ese día quise hacerles yo un regalo; les entregué un código de
sugerencias de convivencia familiar que escribí para ellos y que decía:
1- Cuando hablan los menores, los mayores callan
2- Dialogamos para conocernos, no para tener la razón
3- No hay leyes ni normas, nos guía el amor
4- No hay nada que ocultar, pero todos tenemos derecho a mentir
5- Nada se juzga ni se critica, todo se acepta
6- Nadie manda a nadie, cada uno obedece a su corazón
7- Sólo creemos en que no hay nada en qué creer
8- No hay ninguna posibilidad de que nadie cometa algún error
9- Si alguien no pregunta no se le dará ninguna respuesta
10- Fluyamos; la espontaneidad está por encima de los planes
11- No intentes ser otro diferente al que eres; así eres perfecto
12- Aquí no hay ningún modelo a seguir ni ideal al que llegar
13- Cada uno que elija la religión que quiera o ninguna
14- No hay una manera fija de hacer las cosas, búscate la vida
15- Si estamos en alguna situación sin salida, riamos
16- Que cada uno se dé cuenta por sí mismo de cómo son las cosas
17- No dejemos de mirarnos hasta que nos comprendamos
18- Si se discute algo, los menores tienen la prioridad
19- En vez de controlar e investigar es preferible confiar
20- Cada día todo empieza desde cero, el pasado murió
Anahí, que está aprendiendo a leer, dijo enseguida ‚yo las leo
pap{‛ y fue precioso oírla.
‚Lo vamos a pegar en la pared de nuestra casa‛, dijeron todos mis
hijos y Paula accedió a hacerlo por nuestra pequeña Amelys.
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Y hablamos acerca de lo que significa ser libres y vivir sin
muros.
Ellos han mamado desde pequeños el impulso por esa
libertad, cuya búsqueda siempre manifesté, y en la que a pesar de las
resistencias naturales, sus respectivas madres también me apoyaron.
Ahora comprobamos los beneficios de esa libertad con la que
crecieron.
Ellos viven en la misma sociedad de todos, no están al
margen, pero saben por experiencia propia lo que es la libertad. Y no
porque se la hayamos “dado”, sino porque hemos reconocido que la
traen y les pertenece desde el nacimiento.
El gran desafío como padres está en transmitirles con amor la
responsabilidad de ser libres, y eso no es tarea fácil. Reconozco que
hubo momentos complicados pero que valieron la pena.
Ese día, les conté a mis hijos que estaba viviendo un momento
maravilloso, que nunca había trabajado tanto y tan bien, que estoy
aprendiendo y comprendiendo cosas impagables e inimaginables y
que no puedo decir que la vida sea injusta conmigo.
Que esté escribiendo este libro es sólo uno de los tantos
beneficios que estoy obteniendo por estar en prisión. Por eso, muchas
veces me pregunto cómo agradecer este favor que me han hecho.
Porque aunque la justicia sea injusta, ha sido una auténtica bendición
para mí.
Yo tenía que estar aquí para hacer una serie de cambios
fundamentales en mi vida.
La vida tenía que entregarme algo de un valor infinito e
incalculable, y para ello era necesario que viviera esta dura
experiencia de la cárcel. Con ese propósito, le hizo creer a la policía
que yo estaba cometiendo un delito contra la salud pública, para sanar
aspectos de mí que no podían ser resueltos a través de ningún
maestro, con ningún medicamento ni con ninguna terapia.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Y aquí estoy, en el mejor monasterio de meditación y con
todos los gastos pagados.
Bendito sea el fiscal, que me acusó de un presunto delito,
apoyado por las presuntas pruebas de la bendita policía, y eso guió a
una bendita jueza, indiferente e insensible, a dictar una milagrosa
prisión preventiva, que me llevaría por unos meses a la cárcel, ya que
(como parte del plan perfecto) no tendría el beneficio de la libertad
provisional hasta el supuesto juicio.
Policías, fiscal, juez, empleados del juzgado, todos pagados
por el mismo gobierno que, aunque en crisis, no escatima en gastos
por procesos judiciales sin ningún sentido.
La coartada de la Vida fue perfecta, ya que usó incluso la
incompetencia de mi primera bendita abogada, que después de
pagarle €3000, nunca vino a verme para hablar de mi defensa, y la
que, además, por su adicción al rechazo, antes de presentar los
pedidos de libertad aseguraba que serían rechazados.
Un magnífico plan de la Vida.
Esclavo de la comprensión y la gratitud
Cuando el 20 de diciembre entré al calabozo de la policía de
Pozuelo de Alarcón, sólo sentía gratitud.
No sabía por qué, pero intuía que todo era una conspiración
de la Vida para llevarme a algún lugar en donde tenían que suceder
cosas que no habrían podido darse en mi rutina normal.
Ahora puedo comprobar los infinitos beneficios que he
obtenido estando preso, y comprendo que no podía ser de otra
manera.
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La vida se encargó de traerme aquí, donde pudiera abrir todos
mis sentidos y mi corazón, y predispusiera mi alma a lo desconocido,
para aceptar desde mi ser más profundo todos los premios y los
regalos que desde hace tiempo quería entregarme, pero que yo no
estaba en condiciones de recibir.
He sido premiado por la Vida y no castigado por la justicia.
Por eso afirmo que aunque la justicia sea injusta, la Vida no lo es. Y
aunque a veces pensemos lo contrario, por lo que nos envía, sólo son
interpretaciones parciales.
Si la justicia puede llegar a cometer injusticias entonces una
injusticia puede llegar a producir justicia.
La Gracia es pura compasión rebosante de abundancia, que
nos llega a través de la Vida tal como nos viene dada. Empieza por lo
insignificante, pero acaba en la abundancia.
Las pequeñas cosas esconden las claves para alcanzar la grandeza.
Por más que nos suceda lo peor, como carencias, accidentes,
enfermedades, muerte, injusticia, sufrimiento o prisión, no hay nada
que no pueda ser asimilado por el Amor, acogido por el corazón e
integrado por la conciencia.
Cuando nos resistimos a recibir y a aceptar la dosis de Gracia
que nos ha tocado, la Vida tiene que actuar. ¿Que no quieres recibir lo
que es para ti? dice la Vida “entonces ahí va!‛
Si nos resistimos a recibir lo que es para nosotros, la Vida tiene que
crear todo tipo de situaciones para hacer su entrega. Y esto para mí es
un acorralamiento, un jaque al rey; tengo que responder a la Vida con
un SI o con un NO, no tengo escapatoria.
No puedo decir que no es el momento o que no tengo tiempo
ni que estoy muy ocupado. No tengo excusa ni justificación.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Decir “sí” es aceptarlo. ¿Pero se puede aceptar una desgracia o
una injusticia? Lógicamente que no, pero se puede redefinir el hecho,
aceptarlo como algo que nos tenía que suceder, sin sentirlo como una
“desgracia” porque, de lo contrario, nos convertimos en víctimas y al
identificarnos con las desgracias luego no paran de suceder.
Toda víctima es susceptible de ser perseguida por las
desgracias.
Todo mi pasado, con todos los hechos dolorosos que viví, no
lo siento como una cárcel que me atrapa, sino como una preparación,
como
una
apertura;
la
creación
de
una
receptividad
para
predisponerme a aceptar todo lo que la Gracia Divina ha destinado
para mí.
La Vida es como una prensa que nos pone a prueba. Si nos
negamos a esa presión, no pueden salir de nosotros las riquezas que
tenemos escondidas.
Me siento rico, mis tesoros rebosan, soy digno, me lo merecía,
y al aceptar todos los regalos de la Vida, me abro a mi propio destino.
Todo lo recibido en estos meses quisiera compartirlo,
devolverlo a la Vida entregándolo a todos los presos del mundo y de
la sociedad.
He sido bendecido y sólo puedo bendecir.
Si la Gracia me lo ha dado todo, sólo puedo dar las gracias.
Por eso es que no puedo realizar una crítica destructiva hacia
nada ni nadie. Soy esclavo de la comprensión que ha sucedido en mí.
Bendita esclavitud.
Ahora sólo puedo convocar a mi sabiduría interior, rescatarla
desde el fondo de mi ser, para poder ver desde un elevado mirador lo
que me está sucediendo.
23
Actuar desde la sabiduría significa compromiso, riesgo,
entrega, sensibilidad, criterio, comprensión, sentido común y
madurez.
En la sabiduría no hay subjetividad, sino objetividad que es lo
que más necesita el individuo, la sociedad y la justicia.
¿A dónde puede llegar un País, una sociedad, un sistema que
por ignorancia actúa con injusticia hacia los individuos que la
componen?
¿Has experimentado dentro de tu corazón la satisfacción que
se siente cuando se hace justicia? Entonces sabrás de qué forma te
afectaría que te trataran injustamente.
¿Hay algo más emocionante que ver que se hace justicia con
alguien? Entonces apostemos todos por ser más justos con todos, no
dejemos a nadie fuera, mucho menos a los que delinquen, a los
desprotegidos y a los desfavorecidos.
He escuchado a muchos presos que, por la impotencia que
sienten ante la incompetencia de la ley, por la injusticia de la justicia y
por los abogados que llevan sus casos, sólo les queda afirmar: ‚estoy
en las manos de Dios‛.
Ni los individuos ni la sociedad toda pueden pretender que la
justicia elimine la corrupción, la delincuencia o la injusticia. La
solución tampoco pasa por el código penal o las leyes. De igual
manera la justicia no puede esperar ni exigir que la sociedad resuelva
los problemas de violencia, drogadicción y malos tratos.
Ni la justicia ni la ley ni la sociedad tienen la solución, a
menos que nos propongamos una destrucción del modelo actual. No
para retocarlo, mejorarlo o adecuarlo ni tampoco para cambiarlo por
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
otro modelo, sino para acabar de una vez con la obsesión de tener que
seguir algún modelo rígido y estricto.
Lo más cercano a alcanzar esa aspiración está a nivel
individual, en el ámbito personal.
Sólo la recuperación de la libertad individual podrá darnos la
posibilidad de vivir en responsabilidad y con una conciencia de
integración.
El opresor lenguaje de los límites
Es complicado ver más allá de los altos muros de una prisión;
no hay visibilidad.
Lo mismo ocurre con los muros mentales, culturales,
religiosos, políticos, educacionales.
Pero confío en que, tarde o
temprano, la Vida misma y las circunstancias acorralen al sistema
judicial y a los poderes políticos para que se atrevan a hacer cambios
radicales que dignifiquen a los seres humanos.
Ortega y Gasset dijo: ‚Yo soy yo y mi circunstancia<‛, a lo que
yo agrego: ‚No somos lo que podemos ser, porque las circunstancias y el
entorno hacen lo que quieren con nosotros‛.
Pareciera ser que el único lenguaje que comprendemos los
seres humanos es el de los límites que nos imponen autoritariamente
las circunstancias. Si no llegamos hasta el mismo límite de la locura,
el sufrimiento y la destrucción, no hacemos algo. ¡Qué estúpida
agonía!
Hace décadas que tendríamos que haber hecho algo con el
calentamiento global pero, hasta que los hielos eternos no estén
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derretidos, no se hará nada. Y, el riesgo de no ser conscientes de lo
que está sucediendo, es que lleguemos demasiado tarde.
Pero esta no es una conducta política o social, sino humana, la
experimentamos en nuestra propia vida.
Como nos han enseñado a respetar obsesivamente los límites,
jugamos al desafío de llegar hasta ellos, y esta tendencia se manifiesta
en todo lo que hacemos. Vivimos en el límite.
Cuando mis hijos eran adolescentes me preguntaban a qué
hora debían regresar a casa por la noche. Yo les decía que regresaran
cuando quisieran y lo sintieran, y que la Vida es lo único que tenemos,
por lo que conviene amarla y cuidarla.
Lo que sucedía, según me contó una noche mi hijo Elián, que
decidía libremente cuándo regresar, es que todos sus amigos
regresaban exactamente a la hora que sus padres les habían ordenado
hacerlo; cumplían órdenes. Y así es como se elimina la opción de la
responsabilidad, la conciencia y la madurez de decidir por sí mismos,
sin la sombra de la obligación.
Mi hijo a veces no regresaba y otras, en cambio, volvía muy
temprano, porque no se estaba divirtiendo y prefería ver una película
en casa. ‚Mis amigos, aunque no la estén pasando bien o estén cansados, se
quedan hasta el final, hasta la hora que les exigen regresar a sus casas‛ me
decía.
No estoy hablando de cómo educar a un hijo, porque no
puedo hablar de lo que yo no hice; no tengo autoridad. Sólo estoy
contando una experiencia no-educativa que esconde un germen de
libertad.
Pero me equivoqué en algo y mi hijo me lo hizo saber una
noche, con lágrimas en sus ojos, pues él había interpretado como
desinterés de mi parte el que no le obligara a regresar a casa a una
hora determinada.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Abrazándolo le dije: te amo y amo la libertad. La libertad nos
pertenece y, justamente porque te amo, no te la puedo quitar.
Todos nos tenemos que rehabilitar
Esta experiencia de estar en prisión es muy dura, complicada
y dolorosa, pero no pretendo contarlo como mártir sufriente, aunque
haya aquí muchos motivos para sufrir. Pero a través de sufrimiento
aprendí a estar feliz, a pesar de ello.
Aprendí a trascender los momentos de infelicidad, angustia,
ansiedad, impotencia y desesperación, escalando las altas y
complicadas cimas de la conciencia.
Y, donde quiera que vaya, me llevaré puesto todo lo que aquí
he aprendido, porque ya es parte de mí, para siempre.
Sin embargo, siento que en este momento puedo evaluar sólo
una mínima parte de los beneficios recibidos, y que con el transcurrir
del tiempo iré dándome cuenta de la real dimensión de este
enriquecimiento. Porque, cuando haya salido, germinarán muchas
semillas que han sido plantadas durante mi encierro.
No son pocos los profesionales de todo el mundo que afirman
que los centros penitenciarios tendrían que convertirse en centros
terapéuticos. Verdaderos oasis para la rehabilitación de esa parte
humana que está enferma, no sólo en los delincuentes.
La delincuencia no es un problema de los delincuentes, sino
de la sociedad, de mí y de ti. Todos la hemos creado y la sostenemos,
directa o indirectamente, y es por eso que tenemos que hacernos cargo
de nuestra creación.
pueden subsanar.
Hemos cometido muchos errores, pero se
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Todo lo que hemos hecho los humanos ha sido con la
intención de vivir bien, ser felices, tener seguridad.
Pero hemos
conseguido lo contrario, pues, al parecer, vamos en la dirección
equivocada.
Tenemos que darnos cuenta a nivel individual del error, pues
el “darse cuenta” es algo que le sucede al individuo, no a la sociedad
como tal, y cada ser humano debe asumir su propia responsabilidad.
Se ha descubierto que la mayoría de los actos están
impulsados y controlados por el inconsciente, incluso los actos
delictivos, aunque se premediten y se realicen sin estar drogados o
alcoholizados.
Por ello, hay un gran debate mundial en ciertos círculos acerca
del grado de responsabilidad que tienen las personas que cometen
crímenes.
Pero a esto me referiré en detalle más adelante, ahora sólo
quiero destacar que la culpabilidad de los delincuentes es relativa, y
que si todos los seres humanos pudiéramos ver el fondo de cada
persona que comete un delito, comprenderíamos que lo hace desde la
parte inconsciente, dominada por contenidos muy profundos que
todavía la ciencia no puede observar ni estudiar, pero comienza a
reconocer.
Si
viéramos
las
cárceles
como
centros
de
auténtica
rehabilitación y no de castigo o penalización, podríamos curar la
herida de una sociedad enferma de excesos y carencia de amor. Una
sociedad donde abunda la represión, se prohíbe la libertad y se nos
llena la cabeza desde niños con que tenemos que cumplir con lo
establecido.
Una sociedad en la que no
recibimos cariño sino
sobreprotección y una estúpida educación que nos anula como
individuos.
Por eso decidí apostar por la confianza en la no-educación de
mis hijos y hacerme cargo del 100 % en lo que a mí respecta.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La cárcel más cómoda es la sociedad. Aparentemente segura,
da la sensación de libertad, pero es un cruel cautiverio de conciencias.
Por eso es que la vida misma se ha convertido en una prisión.
Cuando una persona se pierde en su propio destino y no
encuentra salida, empieza a dar vueltas en círculos, reconociendo los
sitios por donde pasa una y otra vez, como un autómata y, aunque se
aburre y se frustra, se siente seguro en lo conocido, porque es esclavo
de sí mismo.
La justicia es una creación humana basada en una ley hecha
por hombres y en un sistema de derecho que le da poder.
Por eso por momentos es inevitablemente injusta, como es
justa en otros, porque ha nacido en un plano efímero e inestable,
subjetivo y personal.
El poder que otorga la justicia es usado
a menudo para
beneficio del sistema que lo ha creado.
Los poderes humanos se auto-alimentan, se inflan a sí
mismos, se hacen ficticiamente grandes para disimular la evidente
pequeñez de quienes los ostentan.
La justicia humana comete muchas equivocaciones, y esos
errores esconden un gran secreto para quienes quieren crecer de
verdad; no a través del poder humano, sino a través del poder Divino.
Casi todas las religiones afirman que hay una “justicia
Divina” que est{ por encima de la justicia humana.
Para mí, esa justicia superior no está basada en leyes morales
ni en normas que indican lo que está bien o está mal. Y creo que se
basa en el poder del destino y en el de la conciencia, que lo sabe todo
acerca de todo, y que administra todos los recursos cósmicos desde un
principio universal de
equilibrio eterno.
Una justicia que dista
mucho de la concepción humana de lo que es justo o equilibrado.
29
Por eso es imposible unir la justicia humana a la Divina,
porque manejan energías e intenciones completamente diferentes.
Desde el plano humano, los errores que comete la justicia
pueden ser un gran trampolín hacia el desafiante salto evolutivo de la
conciencia.
Todos podemos comprender esos principios universales de
equilibrio eterno, desde los cuales se produce la armonía existencial.
Y, desde ese contacto con lo superior, traer a esta dimensión, que por
momentos se vuelve insoportable, un poco de aire fresco y el impulso
para liberarnos de todo lo que nos rodea.
Sorprendentemente y mágicamente insignificante
Si una pequeña gota de lluvia o el delicado aleteo de una
mariposa repercute en toda la naturaleza, imagina cuánto más pueden
impactar tantas otras cosas sobre el mundo entero, sobre la vida y
nuestra realidad, sobre el futuro y todos los seres.
Lo pequeño se hace grande, viajando sutilmente hacia la
grandeza. Un viaje evolutivo que implica muchos saltos y
transformaciones, que van dejando atrás el pasado.
Lo pequeño entra en crisis porque crece. “Crisis” es lo mismo
que crecer.
Una letra es algo muy pequeño, pero varias letras unidas
forman una palabra y varias palabras, una frase.
En cierto sentido, estoy creando mi vida, mi realidad y mi
futuro a través de lo que estoy escribiendo. Y este es uno de los
motivos por los que me apasiona escribir, porque me hace tomar
conciencia de las repercusiones que puede tener en mí y en todos los
que me leen, cada una de las palabras que escribo.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
He conocido a muchísimas personas de diversos países
gracias a lo que he escrito y, en cierta medida, también he llegado a la
cárcel a causa de ello.
El año 2000 fui a presentar uno de mis libros a un congreso en
Bogotá, Colombia, y ahí conocí al chamán Florentino Agueda, quien
me dio a conocer la medicina indígena y la ingesta de infusiones
depuradoras para mejorar la salud y el bienestar. Y esa infusión fue lo
que me trajo a la cárcel.
Hay hechos que parecen insignificantes, pero están creando
un rumbo en el destino de nuestras vidas.
La palabra insignificante está muy relacionada con lo que me
ha sucedido con la justicia española y con el tipo de delito por el que
me acusan. Porque ese líquido chamánico, marrón oscuro, amargo y
depurativo, llamado Yajé, que traje de Colombia y que la policía
encontró en mi casa, contiene una cantidad ‚insignificante‛ de una
sustancia prohibida que se llama DMT.
Y justamente en la ley española hay un ‚principio de
insignificancia‛, que se aplica a estos casos, cuando el porcentaje de
pureza de sustancias prohibidas casi no se puede detectar.
En supuestos de poca entidad cuantitativa de la droga, la anti
juridicidad de la conducta desaparece, y eso es lo que supuestamente
me sacará de aquí.
Pero la insignificancia es también un principio existencial, en
el sentido de la importancia que tiene lo pequeño, pues las pequeñas
cosas tienen un gran impacto sobre lo grande.
31
Por esta razón soy consciente de que todo lo que hacemos en
la vida, por más insignificante que parezca, tiene repercusión en todas
las cosas, en la existencia y en la eternidad.
Entonces, me siento responsable de todo lo que he hecho en
mi vida y, por supuesto, de lo que voy a escribir a continuación. Pero
más allá de la implicancia que tiene en mi propia vida y de la actitud
frente a mi familia, la sociedad y al estado de derecho en el que estoy
metido.
Me hago cargo de estar viviendo en una sociedad a la que le
gusta la esclavitud y que está regida por una justicia limitada y
condicionada. Yo estoy en la sociedad y la sociedad está en mí; en
cierta medida, soy la sociedad.
Hace doce años que formo parte de la sociedad española y me
siento muy a gusto en ella, como si hubiera nacido en España. Y,
aunque no tenga la nacionalidad española, me considero parte,
porque vivo en ella, estoy integrado y siento tener la autoridad para
hablar de ella como si hablara de una parte de mí. Y asumo también
ser parte creadora de ella.
Desde esa libertad interior que encontré dentro de una
prisión, puedo afirmar que estoy encantado y agradecido por la
infinita bendición de la injusticia que me ha tocado experimentar,
porque la considero un instrumento de la vida para aprender.
Me conmueve expresarlo y compartirlo, en un acto que para
mí constituye un lujo que no tiene precio.
El derecho a la justicia y a la injusticia
El derecho existe desde el momento en que convivimos con
otros, porque viviendo solos no haría falta ninguna ley.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Por eso necesitamos establecer límites, definir fronteras,
respetar costumbres y crear reglas o normas que mantengan el orden
social.
Sin embargo, el estado de derecho acaba siendo en sí mismo
una cárcel camuflada, que tiene atrapada a toda una sociedad
predispuesta a ser esclavizada; nos gusta que nos dominen, nos
ordenen y nos controlen.
La justicia ha sido siempre un concepto instalado en la psiquis
humana, e interpretamos que hay una justicia humana y otra Divina,
que se unen o se separan en diferentes puntos, por lo que no es
posible hablar de una sola justicia universal, al menos desde el bajo
nivel de conciencia que manejamos actualmente los humanos.
La justicia es una cosa y la ley otra, totalmente diferente.
La ley la hemos creado nosotros. Es la línea que divide lo
legal de lo ilegal; una frontera que se mueve constantemente, pues
todo evoluciona y las circunstancias cambian.
Las religiones y las culturas de todos los pueblos en todas las
épocas han sido la cuna de la ley.
La familia y la educación han sido los implementadores de la
ley.
Los gobiernos, con sus poderes, han sido y son los que vigilan
su cumplimiento y aplican los castigos.
De hecho, toda la educación está basada en poner límites, y es
esa la esencia misma de toda esclavitud, porque es así como
aprendemos desde pequeños a movernos dentro de límites impuestos.
La cultura ha surgido como consecuencia de la imitación, la
que a la vez ha dado origen a la limitación. Si alguien imita a otros se
limita a sí mismo, e imitar es la cárcel.
33
Es por eso que no concebimos la libertad guiada por la
responsabilidad y el amor pero, en cambio, aceptamos una figura
autoritaria que nos controle.
La expresión que más se escucha de los padres, cuando se
habla de flexibilizar normas y dar más libertad a los hijos, es ‚pero
tiene que haber límites‛.
Y es cierto, pero sólo si esos límites los
descubre cada uno de acuerdo a su propia experiencia.
Porque, cuando imponemos límites a otros, los reprimimos y
los "estupidizamos", en cambio, si un individuo los establece por sí
mismo, se hace responsable de ellos.
Para eso, claro, habría que confiar en la inteligencia humana;
pero el sistema prefiere atontar conciencias.
Somos pura potencialidad para llegar a ser árboles gigantes,
pero hemos quedado reducidos a pequeños bonsái.
Los bonsái son el resultado de sutiles y precisas castraciones a
las raíces de los árboles durante el proceso de crecimiento.
Un
enorme árbol queda reducido a casi nada y la clave está en impedir
que sus raíces crezcan en libertad, reduciendo su mundo a una
pequeña jardinera que determinará su crecimiento.
Con el proceso de “educastración” se hace lo mismo con los
niños.
Se nos ha enseñado que nuestros padres son quienes nos
‚dan‛ la libertad y nos ponen los límites. Aprendemos que la libertad
no es un valor propio, sino algo que nos es dado. Y con ello se
produce un quiebre interno de muy difícil reparación.
Sin querer, los mismos seres humanos hemos creado un
sistema en el que estamos atrapados, y ahora no sabemos cómo salir
hacia otro estado más acorde con la realidad actual.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Pero esta situación es insostenible, pues la civilización ha
evolucionado y requiere de nuevas concepciones de la libertad.
La administración de la justicia española se realiza con
recursos del siglo IX, pero la esencia del manejo de la justicia viene de
la época de la inquisición e incluso de antes.
El temor a lo desconocido nos ha hecho crear un sistema que
nos de seguridad. Nos hemos auto-engañado, estafado a nosotros
mismos, y ahora vemos cómo el sistema funciona principalmente en
beneficio de quienes gobiernan.
¡Qué ridículo! pero al mismo tiempo qué lógico y razonable.
Lo único seguro que tenemos es la muerte y la única seguridad que
existe es que todo es inseguro, entonces ¡cómo no obsesionarnos con
un estado de derecho que nos garantice seguridad!
En una pareja también buscamos seguridad, a través de un
contrato que nos garantice fidelidad. Y asimismo buscamos seguridad
en un trabajo, también a través de un contrato que nos garantice
permanencia.
La seguridad no existe, porque todo es impredecible e
inconstante, variable y relativo.
Toda la historia de la humanidad ha demostrado que las
costumbres evolucionan y que siempre van por delante de la Ley.
Por
eso
hay
que
estar
legislando
constantemente
y
modificando las leyes para que se ajusten a las nuevas realidades.
Estamos atrapados en lo que nosotros mismos hemos creado.
El sistema de derecho es una cárcel, la sociedad es la comunidad
reclusa, la cultura es el cautiverio.
Está claro que hay una crisis de valores a nivel mundial, que
parte de una crisis individual.
35
La clave de la libertad también es individual y consiste en
saber desapegarse del sistema y poder vivir en él, sin que nos domine.
Debemos reencontrarnos, observarnos, conocernos, amarnos
a nosotros mismos y crear nuestro propio paraíso interior, pues todo
estado de paz o de guerra interior, se proyecta inevitablemente en el
exterior.
Parece una paradoja, afirmar que la justicia es injusta, que la
ley no es igual para todos, que se trata con dureza a los débiles y con
debilidad a los fuertes.
Del abogado que tengas, del fiscal que te toque o del juez o el
juzgado que te juzgue, depende que, siendo inocente o culpable, pases
o no años en la cárcel. En la mayoría de los casos no depende tanto del
delito ni de las pruebas.
Por eso afirmo que no hay igualdad ni objetividad. Cada juez
interpreta lo que quiere acerca de los hechos y actúa bajo la influencia
de muchos factores, internos y externos, mediáticos o personales.
La justicia es subjetiva, porque aunque la ley sea objetiva, no
se aplica igual en todos los casos.
Insisto en que nos demos cuenta de lo que se dice y lo que se
hace, porque ese es el fondo de la doble moral del sistema.
El artículo 14 de la constitución española dice: “los españoles
son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación
alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o
cualquier otra condición o circunstancia personal o social”.
Hipocresía institucionalizada.
Si en todo estado de derecho hay una ley que cumplir, es
obvio, incluso hasta natural, que haya una justicia seguida por la
sombra de la injusticia.
“Errar es humano” y el sistema de derecho no est{ preparado
para atender algo tan grande y complejo; hace lo que puede.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Luego están los recursos que cada gobierno pone a
disposición de la justicia, según la importancia que le dé.
En España, concretamente, como en muchos otros países, la
justicia es una cuestión política que en gran medida nace como
herencia de una idiosincrasia inquisidora.
Aunque la inquisición nació en Francia y se expandió por el
mundo, en España es donde tuvo la mayor acogida.
Castigar duramente a los delincuentes hace ganar muchos
votos.
Hay una gran necesidad de vengar los delitos, no de
rehabilitar a los delincuentes. Hay hambre de castigo y condena, pero
ningún rastro de compasión ni comprensión.
Este fondo inquisidor sigue latente en el inconsciente colectivo
y lo podemos ver cada día. Es un tribunal montado en cada mente que
quiere castigar obsesiva y excesivamente, con desidia.
El que delinque o comete algún error nos activa la
agresividad, la necesidad de vengarnos, descargando en otros la
propia furia. Ese enfado con nosotros mismos, con la vida o con lo
que nos ocurre, es lo que proyectamos hacia otros, a los que queremos
incluso matar en nombre de la justicia.
Para ejemplificar a un criminal, en criminología se dice que su
biología es el arma del delito, su psicología son la balas con las que se
carga y la sociedad es la que dispara. Y esta última tiene muchas
maneras directas e indirectas de apretar el gatillo.
El problema es que no nos damos cuenta de que estamos
disparando contra nosotros mismos.
Un ejemplo concreto es el desbordamiento del sistema
judicial, que perjudica a los procesados, ya que es una forma de
37
condenarlos antes de ser juzgados y de que empiecen a pagar una
presunta culpa.
La Constitución dice que ‚todos somos inocentes a no ser que se
demuestre lo contrario‛, pero en realidad se presume la culpabilidad a
no ser que se demuestre la inocencia.
Y ese uso abusivo de la prisión preventiva, pasó a ser una
condena anticipada y muchas veces inmerecida.
Pero es la sociedad misma la que pide mayores condenas, más
castigo, más dureza; ‚que se pudran en la c{rcel‛.
Es obvia la sed de venganza.
Sin embargo, aunque se pueda comprender, por los delitos
que
efectivamente
algunos
delincuentes
han
cometido,
sería
interesante que se supiera que, a la mitad de los casi 70.000 presos que
hay actualmente en España, se nos ha privado de nuestra libertad por
presunción de delitos que no hemos cometido, como es mi caso, o
que no se pueden demostrar por ausencia de pruebas.
Sería también interesante recordar que la otra mitad son seres
humanos, que tienen el derecho de rehabilitarse (como parte del
estado de derecho) y de ser tratados con justicia.
Hay un porcentaje elevado de delincuentes que padecen
trastornos psicológicos o patologías que requieren de un tratamiento
que la sociedad no está dispuesta a darles, porque considera que lo
único que merecen es sufrir y ser castigados por lo que hicieron.
¿De dónde sale tanta crueldad?
Si hay algo que podemos hacer, gracias al privilegio de la
conciencia, es empezar a comprender lo que estamos haciendo.
Quizás un mínimo porcentaje de delincuentes no tenga
muchas posibilidades de rehabilitarse, porque el daño es demasiado
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
profundo, pero no por ello tenemos que empeorarles o buscar
venganza, pues ya tienen bastante con lo suyo.
La ley orgánica penitenciaria 179, que se aprobó en 1979 por
aclamación, contempla el proceso de rehabilitación de los reclusos
como un “tratamiento‛.
Es una ley realmente humana, pero no es más que una
hermosa teoría, un manifiesto político.
El sistema penal y penitenciario está basado en la reinserción
y en la resocialización, no en el castigo, y de ahí que exista la
supresión de la pena inferior a dos o a cinco años y la ley penal del
menor, la cancelación de antecedentes, la ley del indulto, la
sustitución por mula, etc., todos maquillajes superfluos que dan una
buena apariencia a la ley, pero la realidad es que no hay interés ni
respeto por el individuo, ni intención de rehabilitarlo.
Y esta verdad sólo se puede comprobar estando en prisión, y
no siendo abogado, juez o ciudadano.
Cuando hablé con el director de la cárcel de Valdemoro y le
pregunté por qué no se aplica esa ley, me contestó que por falta de
recursos.
Asegura que de los diez módulos existentes, sólo pueden
mantener uno con las características que indica la ley; el módulo
terapéutico.
Ahí no hay más que veinte presos, el resto, unos mil
trescientos, est{n a “la buena de Dios”, encerrados en espacios
pequeños, sin ningún trabajo de rehabilitación para su reinserción.
Solo hay un módulo de respeto, un poco mejor que el resto,
donde hay alrededor de ciento cincuenta presos que reciben un mejor
trato y donde se realizan actividades.
El sentido común me dice que hay algo que no encaja ¿en qué
gastan los más de 100 euros diarios que cuesta cada preso?
39
Si multiplicamos 70.000 presos que hay en España x 100 euros diarios,
nos da 7.000.000 de euros al día y 2.555.000.000 millones de euros al
año.
Si con todo ese dinero no se puede aplicar un tratamiento
humano de verdadera reinserción, es porque lo que falla es muy
profundo en la sociedad y en los políticos.
En las cárceles se encierra a las personas por cualquier razón.
España tiene el record europeo de presos y se están construyendo más
cárceles, porque las que hay no son suficientes.
¿No será este un negocio más para quienes lo administran?
¡2.555.000.000 Euros! ¡Observa esta cifra!
Si probaras la horrenda comida que sirven aquí, que con
seguridad no ha de costar más de 2 euros al día, te preguntarías en
qué usan todo ese dinero.
No hay calefacción ni aire acondicionado, ni siquiera
ventiladores. No hay plantas, el mobiliario está semi destruído y
todos los servicios que se brindan son realizados por los presos, con
sueldos de no m{s de €400 mensuales.
En la cárcel hay infinitos detalles que demuestran que el trato
no sólo no es humano, ni mucho menos terapéutico, sino hostil,
degradante. Se trata al presidiario como delincuente, se lo mira con
desprecio y de esa manera se reafirma la necesidad de venganza que
tiene la sociedad.
¿Por qué queremos maltratarles, torturarles, hacerles sufrir y
hasta matarles? Pues porque todo eso viene de una parte enferma de
nosotros que no queremos reconocer.
Me llama mucho la atención, que siendo España uno de los
países más humanitarios del mundo, no sea capaz de echar una
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
mirada dentro de sus propias fronteras y, más concretamente, dentro
de los muros de sus cárceles en las que abunda la inhumanidad.
Los presos, que son tratados mucho más inhumanamente por
la justicia que por los funcionarios o carceleros, no pueden sino que
volver más deshumanizados a la sociedad, cada vez más resentidos y
violentos.
Por otro lado, indigna y duele, sobre todo a quienes están en
las cárceles, ver cómo la justicia no toca a la gente poderosa, por las
funciones que cumplen o por el dinero y las influencias que tienen.
Se ha judicializado la política y politizado la justicia, por tanto
hay una inmunidad implícita en quienes manejan los poderes, o mejor
dicho “el poder”. Los políticos dicen que los poderes son
independientes ¿hay alguien que lo crea?
Uno de los fenómenos psicológicos más dolorosos es la
injusticia.
Hay compañeros que me han dicho que prefieren estar en la
cárcel diez años siendo culpables que estar un año siendo inocentes.
Tal como en mi caso, que llevo ya diez meses así.
Es terrible, es una tortura psicológica, ver cómo por una
simple llamada telefónica se toman el atributo de arrestar a un ser
humano y quitarle la libertad, sin ningún tipo de pruebas en su
contra.
Y de estos, hay muchos más casos de lo que la gente pueda
imaginar. Procesos con pruebas delictivas que se alargan hasta cinco
años sin que haya un juicio.
¿Cómo te sentirías si te tuvieran cinco años sin juicio en
prisión preventiva?
41
El desafío personal, cuando la injusticia nos toca en carne
propia, es aceptar que la justicia comete errores y que a veces es
injusta.
Si le toca al otro, que se arregle o se busque la vida. Pero, si
me toca a mí, entonces tendré que saber aceptar este trago amargo, y
tendré que hacerlo de tal manera de no quedar atrapado en un círculo
vicioso de ira, impotencia, resentimiento y venganza porque, de lo
contrario, cuando salga de la cárcel, entraré a una prisión peor; mi
propio entorno de vida, en el que proyectaré todo el odio acumulado.
En esta sociedad también vive mi familia, mi compañera y mis
seis hijos, y no quiero que se contamine o se pudra más de lo que está
con mi odio o mi sentimiento de venganza.
Por ello, cuando salga de aquí quiero aportar amor,
comprensión,
sensibilidad;
quiero
vivir
tranquila,
pacífica
cariñosamente, como siempre he vivido.
Quizás este libro sea un medio o una forma más de hacerlo.
y
43
“¡Mejor imposible!”
Parece un sueño que todo sea perfecto tal como es
Muchos compañeros de prisión me sugirieron que contara lo
que sucede detrás de los muros de las cárceles españolas. ‚Escribe
sobre la mierda de vida del recluso‛, me decían.
Pero si me hubiera
centrado en eso me habría corrompido.
Me preguntaba para qué hacerlo. ¿Para activar el morbo? ¿Por
qué habría de querer detallar la angustiosa realidad carcelaria? ¿Para
quedar como una víctima? Pero si en realidad no es eso lo que siento.
Entonces, consulté a mi corazón y enfoqué mi conciencia en lo
que de verdad estaba viviendo dentro de mí, y no encontré quejas; ni
con la cárcel ni con la justicia ni con los reclusos ni con los
funcionarios de la prisión.
Pero no porque la cárcel, la justicia o lo que me rodea funcione
de maravilla, sino porque yo no me quejo de nada.
Es una decisión personal que he tomado hace ya mucho tiempo,
porque siento que todo lo que recibo en cada momento es lo que me
toca o, mejor dicho, lo que me corresponde vivir.
¿Aburridos sobre un mapa o viviendo en el territorio?
Nadie que no haya entrado en prisión puede saber cómo es
esto. Por lo tanto ¿para qué esforzarse en imaginar lo inimaginable?
De igual manera, nadie que no haya tomado conciencia de la
cárcel en la que vive ni haya explorado su propio infierno, podrá
plantearse una salida.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Nos acostumbramos, nos conformamos y nos adecuamos a lo
que no nos merecemos, y luego nos convertimos en una queja
constante.
Y si un día nos damos cuenta de que estamos encerrados en la
mediocridad o atrapados en la infelicidad, en lugar de plantearnos
una salida, nos bastará con buscar una cierta comunicación con el
exterior mientras cumplimos la condena.
Porque la vida está planteada en su totalidad como una
condena que cumplir, como una experiencia que sufrir.
A veces nos cambiamos de cárcel, de modulo o de celda, o
cambiamos de lugar la cadena, para que no nos duela tanto, pero
seguimos viviendo en ese régimen penitenciario que nos recuerda
cada día que estamos limitados.
Y aunque los muros nos oprimen el alma, estamos convencidos
de que no se puede salir de ahí, y acabamos adaptándonos al sistema,
a la sociedad y a sus estúpidos modelos, renunciando al derecho a la
libertad.
Así es como perdemos el contacto con la vida real.
Pero hay personas que por iniciativa propia se atreven a
escapar, para vivir fuera de las normas establecidas, saliendo de ese
aburrido mapa en el que han vivido, adentrándose en el territorio de
la vida misma.
Desde el cautiverio social, la vida se ve como algo teórico,
lejano, como si estuviéramos caminando sobre el mapa, sin
experimentar jamás la realidad del territorio, y es así como nos vamos
de esta vida sin haberla conocido realmente.
45
Una mañana, en la salita de la escuela, estaban reunidos frente al
mapa mundial, un africano y otros cuatro reclusos de diferentes
lugares del mundo.
El africano dijo: ‚yo tengo un barco pirata aquí‛, señalando un
punto en la costa oeste de África, y luego indicó desde dónde traía la
droga y cómo la transportaba en coche hacia el norte. Daba datos muy
precisos, como en qué coche ir, por cual carretera y a qué hora; todo
un taller de “enriquecimiento” profesional basado en su propia
experiencia y en su conocimiento del territorio.
Conocer mapas nos da cierta seguridad para movernos, pero
el verdadero conocimiento se adquiere en el territorio mismo, que es
cambiante y por lo tanto impredecible.
Debemos ser conscientes de que por más bien que
describamos un territorio recorrido, nunca será lo mismo que
transitarlo, y cada uno tiene que hacerlo por sí mismo.
En nuestro recorrido por la propia existencia, los mapas no
sirven de nada, lo único que realmente ayuda es la confianza en uno
mismo y en la Vida.
Para conocer la vida hay que recorrerla como a un territorio
desconocido y poner en ello el cuerpo, la intuición, el corazón, la
inteligencia y hasta el alma, o nos perderemos.
No hay dos caminos iguales y esa desafiante incertidumbre es
un reto que nos lleva a descubrir nuestros propios recursos para
encontrar la salida.
En lo más profundo de mi corazón, siento que todo lo que
sucede en el camino de la vida es perfecto tal como es, sencillamente
porque no puede ser de otra manera.
agradecer.
La cuestión es aceptarlo y
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Las aparentes imperfecciones del camino, son perfectas en la
función que cumplen, y hasta lo imperfecto es perfecto, porque las
imperfecciones son procesos alquímicos.
La vida es perfecta como un libro sin erratas. La imperfección
está en el camino por el que se transita, lleno de baches, curvas
peligrosas y desperfectos que producen sacudidas necesarias para que
caiga la carga inútil.
Lo que queda aún sin caer, nos desafía cada día a enfrentar
nuevos retos, porque si no cae absolutamente todo, no nos
liberaremos de nada.
De lo que más nos cuesta librarnos es de nosotros mismos;
somos el mayor estorbo en nuestra propia vida.
Y el problema central está en la identidad; lo que creemos ser,
o la “idea” que tenemos de nosotros mismos. Porque, una vez que un
ser humano cree ser alguien, dedicará toda su vida a demostrarlo,
defenderlo y reafirmarlo, ya sea esto positivo o negativo, y esa es la
esclavitud fundamental que debemos superar.
Esa idea acerca de uno mismo va madurando durante toda la
vida y se vuelve una sólida estructura.
Y quisiéramos caminar tranquilamente sobre un mapa liso y
sin impedimentos, pues no queremos tropiezos. Pero al transitar por
la vida real nos encontraremos con serias dificultades, el camino se
hace complicado.
El territorio es mucho más complicado que el mapa.
De pronto surgen imprevistos, virajes bruscos por curvas
peligrosas, pozos muy grandes, accidentes que nos sacuden hasta el
alma. La estructura que habíamos creado y mantenido comienza a
aflojar. El camino imperfecto se ocupa de que caiga todo lo que no
hay que cargar, y los problemas que van surgiendo hacen de
desarmadores de la estructura que nos atrapa.
47
La identidad se cae por el precipicio de las supuestas
desgracias y el abismo de la conciencia se la traga, para que podamos
continuar con el viaje perfecto de la vida.
Los accidentes del camino no son fracasos sino verdaderas
liberaciones. Para que la vida sea perfecta necesita de un camino
imperfecto.
No hay mejor o peor, superior o inferior, bueno o malo
Tuve un tío, al que le decían “Dongo”, que vivía en
Esperanza, un pueblo pequeño de la Provincia de Santa Fe, en
Argentina, al que le gustaba mucho escribir frases de sabios y filósofos
y también algunas suyas, en trozos de madera que luego regalaba o
colgaba en la pared.
Hay una frase, de sólo dos palabras, que escribió mi tío
Dongo, que realmente me impactó e influyó en mí el resto de la vida,
aunque tardé muchos años en comprenderla.
Cuando alguien le preguntaba cómo estaba, él siempre
contestaba: “¡MEJOR IMPOSIBLE!”.
La vida no es justa ni injusta. Es perfecta tal como es.
Está más allá de todo estado de derecho o sistema judicial, y
lo que sucedió fue perfecto así como sucedió; no se puede mejorar.
Lo que sucede hoy también es perfecto, y no se puede mejorar
porque está sucediendo ahora. Asimismo, lo que sucederá mañana no
se puede mejorar antes de que llegue, y será igualmente perfecto; tal
como tiene que ser.
Cada cosa y cada momento son únicos e irrepetibles y todo
sucede por infinitos factores causales y casuales.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Nada puede ser mejor. Mañana puede ser diferente, pero no
mejor, porque cada cosa en su momento es lo mejor que puede ser. Es
un error pensar que algo se pueda perfeccionar.
La evolución es simplemente aumento de complejidad y esto
supone que las cosas cambian por sí solas, a medida que todo cambia
y se expande.
Poder ver lo que es, lo que hay, lo que sucede aquí y ahora,
como algo perfecto, es un acto de liberación de toda comparación. Es
limpiarnos los ojos para ver con pureza lo que está aquí, frente a
nosotros, sin verlo en contraste con el pasado o con el futuro.
De igual manera, cada ser humano es único e irrepetible, y
esto demuestra el respeto que ha tenido la creación con nosotros al
hacernos incomparables. No hay otro igual a ti o a mí.
Al recuperar esta visión de que no sólo cada ser humano es
incomparable, sino que cada cosa, cada momento y cada situación
también lo son, podremos acceder a espacios de libertad cada vez
mayor.
Cuando entré en prisión, supe que me tocaba vivir una
experiencia apasionante y enriquecedora.
Era la primera vez que ingresaba a una cárcel.
Primero estuve tres días y tres noches en un calabozo frío y
oscuro en una comisaría de Pozuelo de Alarcón. Luego, la noche del
23 de diciembre de 2008, mientras nevaba en la Sierra de Madrid, me
cargaron dentro de un camión duro, congelado, y me llevaron a la
cárcel de Soto del Real.
Eran las tres de la mañana y sentía una emoción muy grande
por entrar en ese lugar donde todo era nuevo para mí.
Quería ver, sentir e incluso disfrutar cada paso con el que me
iría
adentrando
hacia
la
profundidad
de
lo
desconocido.
Evidentemente quería descubrir lo que tenía que encontrar detrás de
49
esos muros, si no la vida no me habría llevado allí. Algo dentro de mí
buscó esa situación, alguna parte muy profunda de mí quería
comprender lo que significa estar sin libertad, alejado de mi familia,
rodeado de desesperación, en medio de cientos de personas con
diferentes estados de angustia y ansiedad, sin tener las mínimas
comodidades habituales y, sobre todo, sin poder tocar ni besar a
quienes amo.
Tenía claro que, aunque no hubiera cometido ningún delito,
estar ahí era una situación perfecta. Yo estaba allí por un error de la
justicia, pero la Vida no se había equivocado.
Lo sentí como un gran bache en el camino, que me permitiría
deshacerme de mucha carga innecesaria.
El mismo día que entré a mi celda quité las fotos de mujeres
desnudas que había en un tablero. No porque no me gustaran, sino
porque quería aprovechar el único lugar en donde se podía escribir
algo. Y ahí plasmé mi sentimiento:
“No me han traído a una prisión a cumplir un castigo, he venido por
unos regalos que la vida tenía reservados para mí.
No estoy en una cárcel para pagar una condena, he venido a cobrar el premio
que merecía y que estaba preparado para mí‛.
Qué gran misterio me estaba esperando ahí adentro; no
dentro de la prisión, sino dentro de mí.
Recordé esta frase de Albert Einstein: ‚lo m{s bello que podemos
experimentar es el misterio‛.
Pasaron los días, las semanas y los meses y, mientras miraba el
campo a través de los barrotes de mi celda, muchas veces me pregunté
“¿Qué hago yo aquí? ¿Quién me ha traído a este lugar? ¿Por qué estoy
aquí si no he cometido ningún delito?”
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Hablaba con la Vida, mi vida, y a ella le preguntaba con amor
y aceptación “¿Cu{l es tu plan? ¿Hasta cu{ndo quieres que esté aquí,
en esta situación? ¿Qué tendré que aprender?”
Entonces, una noche me di cuenta de que algo tenía que
suceder en mi vida y que para ello era necesaria una situación como la
que estaba viviendo, rodeado de múltiples circunstancias adversas.
La Vida lo había preparado todo a la perfección.
Esa tenía que ser la escenografía precisa para que sucediera
algo trascendente, para ser confrontado y ver si tenía la capacidad de
aceptar incondicionalmente todo lo que ella me estaba enviando.
Estando en prisión, estoy siendo sometido a una prueba muy
dura; la más dura que he vivido. Pero también estoy conectando con
lo más valioso que hay en mí, y así tenía que ser.
Cuanto más complicadas son las cosas, más posibilidades
hay de sacar lo mejor de uno mismo.
La aceptación no es algo que se hace, sino algo que sucede. Y
ocurre dentro del corazón, que no sabe nada de quejas ni protestas. Y
cuando se experimenta la aceptación de todo lo que la Vida nos pone
en el camino, se produce el milagro de la liberación total de todas las
cosas que nos aprisionan.
La libertad es algo que sucede dentro; nunca fuera.
No son libres los que no están en la cárcel; libres son todos
aquellos que se atreven a aceptar la vida tal como es.
Y aceptar no es conformarse ni resignarse, sino decir “sí”, con
gratitud y desde el corazón, a todo lo que nos llega, sea lo que sea.
La aceptación es libertad.
Libertad es absoluta comprensión de lo que nos sucede.
Comprensión es saber que todo es perfecto tal cual es.
51
Estar en prisión y afirmar “¡MEJOR IMPOSIBLE!”, es un
milagro de la conciencia, que acepta y comprende el misterio de la
vida, y de un corazón que siente gratitud, aunque todavía no sepa por
qué.
Me han metido aquí por un tiempo, una temporada entre
rejas, pero me siento volando a cielo abierto dentro de mi universo
interior.
Cuando las circunstancias externas se complican, aparece la
oportunidad. Y hay que meterse dentro, tan profundamente que se
llegue a tocar el punto en donde nace toda creatividad. Es ese el
punto más esencial del ser humano, la fuente de todo poder.
Ese núcleo creativo del que hablo, y que conozco en mí, es el
Ser puro e inocente, infinito e inmortal que habita en todos. Allí hay
una presencia del más allá y, desde esa presencia, se ve que todo lo
grande e invencible se hace pequeño e inofensivo.
Lo que parecía que me podía vencer, cae rendido a mis pies; lo
que me daba miedo, de pronto me llena de coraje.
Durante la vida hay momentos de gran angustia y otros de
infinita alegría. Pero a veces nos toca atravesar momentos en los que
no sólo tocamos fondo, sino que no existe ni un solo alivio, ningún
instante de felicidad, y no se sabe cuándo acabará ese infierno.
Eso es lo que sucede cuando se está dentro de una prisión.
Nada ayuda a que estés feliz, todo está dispuesto para que sufras un
castigo.
Te han quitado lo más valioso: la libertad.
Transformar esta deprimente situación en una oportunidad de
enriquecimiento, es un enorme desafío.
Me di cuenta de que para conseguirlo tenía que detectar los
momentos más difíciles que vivía cada día en prisión, metiéndome en
la profundidad de la incomprensión con mi conciencia y mi corazón.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Con la conciencia tomo distancia de los hechos para poder
observarlos como testigo.
Con el corazón, esa distancia se acorta, incluyendo e
integrando en mí lo que sucede, para poder sentirlo como parte de mi
vida.
Lo significativo está escondidodetrás d e lo perceptible
Los dos momentos más duros y difíciles de atravesar estando
en una prisión, son el momento en que vas a dormir y el momento en
que despiertas.
Cuando te acuestas a dormir estás en la más absoluta soledad,
lejos de quienes amas.
Llega la noche y con ella la oscuridad de un alma que no
alcanza a comprender por qué está allí.
Y en ese momento también puedes conectar con esa compañía
que siempre has tenido, pero de la que no te habías dado cuenta: la
compañía del tu Ser interior.
Es allí donde uno percibe que nunca está solo.
Cuando se está en armonía con el propio Ser, muere la
soledad.
Esta es una de las experiencias más significativas que tuve en
prisión: darme cuenta de que no se puede estar solo, nunca y en
ninguna parte.
Otro de los momentos horribles de cada día en prisión, es al
despertar, porque se entra en la conciencia de que estás en una celda,
dentro de una cárcel, y tomas nuevamente contacto con esa cruda
realidad.
53
Pero con cada nuevo día se renueva también la posibilidad de
disfrutar del canto de los pájaros, de esa sinfonía de bienvenida a los
primeros rayos de sol y a la suave brisa de la mañana. Y hay una
nueva oportunidad de sentir que estoy vivo, que tengo salud y que
voy a poder enfrentarme a esta dura realidad desde mi corazón.
Un día más en que esta prueba no va a poder conmigo, y
también, un día menos en el camino hacia la libertad total.
No hay muros tan altos que puedan retener un alma que
ama la libertad y cuya naturaleza es volar.
Comprendí de esta manera que así es la Vida; de pronto, sin
aviso, te propone un cambio.
Y de repente estás metido en un pozo oscuro e infinito y, para
enfrentar la situación, tienes que conectarte con tu propia
profundidad.
¿Qué es una prisión para el espíritu humano?
Una especie de laboratorio en el que se pone a prueba su
capacidad de resistencia, y la demostración de que “lo que no mata,
fortalece”.
Nunca deberíamos olvidar que todo pasa, y que sólo hace
falta un poco de confianza para ser capaces de atravesar cualquier
situación que nos depare la Vida.
Las percepciones de mi experiencia provienen de mi corazón.
Lo he dicho siempre, y ahora lo estoy comprobando una vez más:
A todo aquello que en el corazón se siembra, le crecen alas
para volar.
El atrevimiento de dejarme llevar por el corazón me ha
llevado muy lejos y muy profundo. Aunque ya lo sabía, ahora
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
confirmo que la energía del corazón es salvaje, indomable e
impredecible, y que su dirección nunca falla.
Y aunque me haya
traído a un sitio lúgubre, horrible y deprimente, puedo aprovechar
esta oportunidad para la expansión de mis valores, a través de la
depuración de todo lo que estaba atascado.
Las crisis son purgas que hacen drenar todo lo que hace
mucho tiempo se tendría que haber ido.
Es innegable que durante las crisis se activa una gran
impotencia, que se transforma en ira o en tristeza.
La ira es la cara agresiva de la tristeza y la tristeza es la cara
pasiva de la ira. Pero ambas provienen de la impotencia, de sentir que
una situación nos supera, y que eso que nos sucede es mucho más
grande de lo que creemos ser.
Nos empequeñecemos ante el gigante del dolor y llegamos a
la conclusión de que somos insignificantes.
Por esta razón, toda la preparación que se pueda haber tenido
fuera de la prisión, no sirve para nada cuando se está adentro, porque
todo es nuevo, impredecible e incontrolable. Y por eso tememos tanto
miedo a entrar, no sólo a una celda, sino también dentro de nosotros
mismos.
Textos tatuados de dolor e impotencia
La cárcel es un pozo muy profundo en el que muchos se
quedan atascados para siempre.
Un militar que estuvo en operaciones especiales del ejército
español en Bosnia, en el Golfo y en Irak y, que según me contó, acabó
en tratamiento psiquiátrico durante varios años para poder superar
55
todo lo que hizo y lo que vio, me confesó: ‚la experiencia de la c{rcel es
mil veces más dura que todo lo que he vivido en varias guerras‛.
La cárcel está llena de dolor e impotencia y es un sitio en
donde se amplifican la ira y la tristeza.
Lo he visto en cientos de reclusos, a cada momento y en toda
situación en donde hay choques y discusiones por cualquier cosa,
agresiones, peleas, insultos.
La ira necesita de los otros para expresarse. Pero luego se
conectan con el otro extremo, con la tristeza, y entonces se llora
mucho, en silencio, por la noche y en soledad, porque la tristeza sólo
necesita de uno mismo.
Cuando era pequeño me decían “llorón”, porque lloraba con
facilidad. Era y soy muy sensible. Pero ese sentimiento de tristeza se
ha ido transmutando a medida que he ido entrando más en mí.
María, una amiga, me dijo hace algún tiempo que quizás me
haría bien llorar un poco. Hacía mucho que no lloraba, porque la
tristeza que viene de la decepción o de la frustración ya no estaba en
mí. Pero aquí me sucedió algo nuevo que liberó muchas lágrimas de
mi alma; descubrí otro tipo de emoción, la que viene del poder
interior y de la realización.
Cuando me trasladaron de la cárcel de Soto del Real a
Valdemoro, tuve que estar tres días y tres noches en un módulo de
ingresos; una celda muy pequeña, fría, con pulgas y cucarachas.
Era fines de marzo del 2009, hacía un frío tremendo. Ya
llevaba tres meses en prisión y ese traslado fue horrible; llegué casi
derrotado.
Todo estaba dispuesto para que sucediera una conexión desde
mi alma con ciertas realidades personales y de toda la Humanidad.
Tuve muchas horas para meditar en lo que sentía.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Las paredes de la celda 101 están llenas de frases tatuadas de
dolor e impotencia, escritas por presos que pasan por ahí y dejan su
impronta, con agudeza de conciencia e indefensión del alma. Sólo con
ver las paredes, dan ganas de llorar amargamente.
Me animé a leerlas una a una. Seleccioné unas cuantas y las
escribí en un papel, para tenerlas frente a mí a cada momento y poder
conectarme con todos los que habían pasado por ahí.
Esa experiencia activó una tristeza infinita en mí, pues me
conecté con cada uno de ellos, con sus sentimientos y sus emociones, y
por supuesto, también me conecté con las mías.
“Estoy atrapado en mí”
“Saldr{s peor de lo que entraste”
‚España es una celda, el mundo una c{rcel”
“Aquí no pasa nada, ni siquiera el tiempo”
“¿Dónde hay alguien libre?”
“La Justicia es tan tonta como yo”
“Dios no est{ en el cielo sino en los juzgados”
“Yo no hice nada malo, pero me pillaron”
“Errar es divino, perdonar es humano”
“Amor de madre”
Medité en cada una de ellas, pero la que activó mi tristeza fue:
“AMOR DE MADRE”.
Estaba justo al lado de mi cama, escrita dentro de un corazón,
y la veía al acostarme. Sólo tres palabras que fueron como un puñal
clavado en mi alma.
Me acordé mucho de mi madre, que vive en Argentina y que
sólo he visto dos veces en los últimos doce años, y sentí infinita
gratitud por todo lo que me dio y también por lo que no me dio.
Observé dentro de mí durante horas, para ver si encontraba
algo que quisiera reprocharle, pero fue inútil. No encontré ningún
resquicio de dolor que ella me hubiera causado. Pero no porque no
57
hayan sucedido cosas que me produjeran dolor, sino porque ya no
están activas.
Vi mi corazón libre y limpio de emociones negativas y de
dependencia de mi madre.
Pero recordé algo de cuando tenía sólo cinco o seis años.
Era una mañana fresca, estaba ayudando a un albañil que
trabajaba en casa, rompiendo ladrillos con un martillo. Mi madre me
llamó varias veces para ir a comer, pero yo estaba tan concentrado en
lo que hacía que no hice caso a su llamada. Entonces ella vino a mí y
me dio una bofetada. Levanté la vista y vi su cara de furia. Yo tenía el
martillo en la mano, pero opté por dejarlo suavemente sobre los
ladrillos. En ese momento mi mirada se fue al fondo de la imagen y
detrás de mi madre vi el sol, enorme y brillante, y una luz, más sutil
que la del sol, llegó hasta mí y me dijo que tenía que cortar con mi
madre. Entonces, sin hablar, en mi silencio impotente de niño que no
se atrevió a rebelarse, dije: ‚Vete a la mierda. A partir de ahora tú no tienes
nada que ver conmigo ni con mi vida”.
Esa fue mi manera de transmutar el odio o la tristeza que
sentí; llevé toda la energía hacia mi propio poder y declaré dentro de
mí que ya no era mi madre.
Ese fue el día en que se cortó el cordón umbilical; el día en
que, figurativamente, maté a mi madre, me independicé y, a partir de
ahí, fui un rebelde toda la vida.
Cuando nos suceden las cosas, a veces no comprendemos su
significado o el propósito que tienen, y lo tienen, pero no nos damos
cuenta sino hasta después.
Todo fue perfecto así. Doy gracias a la vida.
Para mí ha sido enriquecedor poder transformar esas
energías, destructivas o negativas, en creatividad, poder y libertad.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
El haberme separado emocionalmente de mi madre desde tan
pequeño, como también la temprana muerte de mi padre en un
accidente, me ayudó muchísimo a madurar, a hacerme cargo de mí
mismo, a abandonar los modelos paternos y a no dejarme arrastrar
por sus expectativas ni por sus opiniones.
Un día, a los 27 años, ya casado y con dos hijos, tuve que
decirle a mis padres: “No sois mis dueños, yo soy yo y es mi vida, y si
vosotros no estáis de acuerdo lo siento mucho, pero yo elijo qué tipo de vida
quiero”.
Pero no lo dije enfadado ni a los gritos, porque ya no les
permitía que me manipularan de ninguna manera.
Y a eso me refiero, cuando digo que cortar con los padres es
muy sano. No significa dejar de amarlos, sino comenzar a amarlos
desde la libertad que recuperamos.
Ellos también comenzaron a amarme desde mi libertad, me
aceparon así, y eso me ayudó mucho.
Recuerdo que mi padre estaba en absoluto desacuerdo con
muchas cosas que yo hacía, pero aún así me apoyaba; no me juzgaba
ni me hacía sentir culpable.
Ellos vieron al rebelde que había en mí y optaron por soltarme
en lugar de pelearse conmigo.
Pero esta no es una experiencia común. Por lo general se
producen rupturas o choques trágicos en las relaciones entre padres e
hijos o bien se establecen vínculos enfermizos de sobreprotección,
apego y dependencia.
Eso me permitió tener relaciones muy enriquecedoras con las
mujeres con las que conviví y amé, pero tenía que superar muchas
grietas como resultado de haberme nutrido, inconscientemente, de un
modelo de convivencia que está destinado al fracaso.
59
De todos modos yo rescato de mi infancia la inocencia de mi
madre, que no le permitió manipularme, y el amor de mi padre, que
abrió el camino a mi sensibilidad como hombre.
Las mujeres se preguntan qué les pasa a los hombres, pero la
pregunta correcta sería qué les ha pasado a los padres de los hombres.
Y más precisamente, qué ha hecho la madre del hombre con él.
El amor de madre que he visto dentro de la cárcel, en cientos
de hombres, es muy feo y enfermizo. La mayoría de ellos es
dependiente de ese amor y lo añora cada día.
Esto se puede ver en cualquier parte, pero en la prisión está
amplificado.
Las madres están muy presentes en las cárceles; se las
recuerda, se las extraña y se las necesita.
He dialogado con muchos presos sobre muchos temas de la
vida y les he observado detenidamente, y no he visto a hombres, sino
a niños perdidos en el amor enfermizo “de y hacia” sus madres.
Las madres están en la psiquis de los hombres por su
desgarradora ausencia o por su controladora presencia. El que no la
tuvo, por cualquier motivo, la añora y la busca. El que la tuvo, se dejó
manipular inconscientemente por ella y está enganchado a su amor; la
necesita y depende de ella.
Sin querer, las madres han conspirado para hacer del hombre
un tonto, condenado a la cadena perpetua del infantilismo emocional.
Y cuando digo “las madres” me refiero al rol social que
cumplen, no a ellas como individuos o como mujeres.
La función que cumplen está diseñada por una sociedad que
necesita hombres programados para sufrir y producir.
No son
culpables, pero en su mayoría nos han enseñado la lección de la
sumisión, pues han tenido que soportar todo, renunciando a sí
mismas, por miedo o culpa.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Y los hijos nos hemos llevado esa impronta, que luego salimos
a buscar en nuestras relaciones.
Todo lo que cambie una madre en la forma de criar a sus hijos,
producirá cambios en la vida de los seres humanos y en toda la
sociedad.
Pero, como decía Borges, ‚no son buenas ni malas‛, sino que
parecen incorregibles.
Cuando era pequeño mi madre me decía que yo era un
‚mamengue‛, porque no me despegaba de ella. Ahora me dice que soy
‚indiferente‛, porque me independicé de ella.
Pero es lo mejor que pude hacer, porque así la amo desde mi
libertad y no desde mi esclavitud.
Si un niño aprende a depender de su madre, permanecerá en
la inmadurez más allá del límite de la adultez.
Pero ese amor de madre lo siento en mi corazón y también lo
extraño, como una especie de anhelo de protección y cuidado ante
tanta soledad.
Por eso es que se abrió un proceso de conexión
conmigo mismo.
Así es que aproveché estos días fríos, grises, lluviosos, tan
tristes de finales de Marzo de 2009 y decidí meterme dentro de mi
tristeza, como un hombre maduro que se hace cargo de sí mismo y
que no teme enfrentarse a nada, aunque pueda sentirse solo.
Para mi sorpresa, y como siempre sucede cuando uno se mete dentro
y se encuentra con cosas que no imaginaba, me di cuenta de que,
detrás de la tristeza que sentía, no había ira reprimida ni frustración ni
dolor alguno.
Había emoción, y surgía de ese espacio interior, de la sensación de
pequeñez ante tanta grandeza, y de un estado de plenitud y
satisfacción con mi vida y conmigo mismo.
Sentí tranquilidad por saber que estoy en manos de la
existencia y no de la justicia.
61
Y nació un embrión nuevo de confianza en mí; dejé de
preocuparme. Me sentí liviano como nunca antes.
Cuando la mente se ocupa, hay preocupación; cuando la
Vida se ocupa, hay confianza.
Me di cuenta de que la emoción que se produce por el
asombro ante la existencia, es la causa de esas lágrimas que
enriquecen la Vida. Y entonces surgió el poema que envié a Paula,
Carmen, Idoia y Conchi, todas mujeres que de una u otra manera
estuvieron y están en mi vida, y han contribuido en mi proceso de
superación y de liberación de cargas innecesarias.
Después de llorar, meditar y escribir, decidí hacer mi aporte
escrito a las paredes de esa celda con mi frase predilecta: “¡MEJOR
IMPOSIBLE!”
Quizás algún otro preso que pase por allí algún día, logre
descifrar su significado.
Oscar Wilde escribió, también desde una prisión: ‚Todos
estamos en la cloaca, pero algunos miramos a las estrellas‛.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Cuando lloras en silencio (Alberto José Varela)
Cuando lloras en silencio, sin nadie que te vea,
el alma vislumbra una presencia eterna.
Es el sentimiento de pequeñez ante tal grandeza,
eres el todo, eres vacío, eres la nada y lo contienes todo.
Las lágrimas llegan suavemente, me acarician el espíritu.
Cuando lloras en silencio, sin hacer preguntas,
el corazón se abre a comprender sin palabras.
Es la experiencia desbordante del amor,
eres nadie, eres uno, eres ninguno y eres todos a la vez.
Las lágrimas purifican la visión, me hacen verme en todos.
Cuando lloras en silencio, sin pensar en injusticias,
el ser se convierte en infinita gratitud
Es el contacto directo con la divina gracia,
eres la vida y el sentido, eres el destino y te posee la eternidad
Las lágrimas abren el camino, me conducen a mi centro.
Cuando lloras en silencio, sin sentir abandono,
el cuerpo conecta con el poder de todo el universo.
Es el momento en que sientes la bienvenida,
eres acogido, eres recibido, eres aceptado y te llenas de plenitud.
Las lágrimas caen y me elevan a lo más alto.
Cuando lloras en silencio, sin saber por qué,
la esencia divina se manifiesta implacable.
Es el recuerdo de lo que siempre fuiste,
eres el principio, eres el centro y eres el final.
Las lágrimas me han liberado.
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Una vida entre rejas
La prisión perpetua es la esclavitud al pasado
El encuentro con “Robin Hood”, un hombre de 60 años que
lleva más de cuarenta en la cárcel, fue la imagen perfecta de lo que es
la esclavitud al pasado; tema central en todos los tipos de esclavitud
que sufrimos los seres humanos.
Cada uno nace en un lugar y en un entorno determinado que
podríamos definir como “lo que le toca” y que constituye el cimiento
mismo que le condicionará para toda la vida y en el cual permanecerá
atrapado, por tratarse de lo conocido y lo experimentado.
Es la cárcel de las memorias, que quedan registradas a fuego
en cada célula del cuerpo y en cada neurona y de la que es muy difícil
escapar, aunque no imposible.
“Pasado” es la palabra que m{s amplia y genéricamente
representa la cárcel en la cual todos los seres humanos estamos
recluidos. Una cárcel de memorias atrapadas que, desde la tenebrosa
oscuridad del inconsciente herido, instaura un reinado de poder en la
vida de las personas.
Y aunque el pasado ya murió, lo mantenemos vivo al
entregarle la energía que deberíamos dedicarle al presente, para poder
vivir felices en el “aquí y ahora”.
La esclavitud humana consiste en cargar con un cadáver que
apesta a podrido y que, desde su pseudo-realidad, nos da órdenes
acerca de lo que tenemos que hacer y de cómo debemos ir por la vida.
El pasado es un muerto que nos domina.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Pude ver de manera casi exagerada lo que puede llegar a
hacer, inconscientemente, una persona que se identificó con una
desgracia.
Esta historia me ha ayudado a cargarme de energía, como
combustible para salir de mi propio pasado hacia un nuevo espacio
impredecible, desconocido y asombroso.
Publico este testimonio personal con la autorización de Paco,
y mi intención es que lo conozcan y se vean en él.
Aunque ha dado clases en prisión de cómo delinquir cada vez
mejor, yo de él aprendí otra cosa y es lo que quiero compartir con
ustedes.
Se puede atacar y criticar la delincuencia pero no al
delincuente,
porque
si
somos
capaces
de
verlo
a
fondo,
comprobaremos que es una personas regida o dominada por
determinados impulsos inconscientes. Por lo tanto, en este sentido,
todos somos inocentes.
Día 15006 de prisión
Hoy es domingo 26 de abril del 2009.
Desde que llegué al módulo 6 de la cárcel de Valdemoro me
ubiqué en la única mesita que estaba libre, en la sala de no fumadores
que hay en el piso de abajo de las celdas.
Aquí paso unas cinco horas por la mañana y otras cuatro por
la tarde.
Es una sala en la que se mezclan muchas actividades; se juega
a las cartas, al ajedrez, al parchís, se hacen artesanías, se lee, se habla.
65
Y para mí es también, un punto de observación desde el cual
puedo contemplar múltiples realidades paralelas y simultáneas de la
prisión.
Desde mi dura silla puedo ver a unos cuarenta hombres
haciendo cosas muy diversas todo el día. Todos siempre en alguna
actividad, en su mayoría rutinarias.
Levanto ahora mis ojos del papel en el que estoy escribiendo y
veo, a unos dos metros a mi derecha, a “Robin Hood”, uno de los
ladrones más conocidos de España y el presidiario vivo que más años
ha pasado en la cárcel; más de cuarenta.
Él me mira y me saluda cordialmente, entonces le digo: “Hola,
Paco, ¿qué día es hoy?‛ y él responde “es el día 15.006‛.
Le vuelvo a preguntar, porque pienso que lleva un calendario
judío, musulm{n o algo así, “hoy es domingo, pero ¿qué número es el día
en el que estamos?‛.
“Hoy es 26‛ responde, ‚pero en mi calendario es el día 15.006,
pues son los días que llevo dentro de la cárcel. Aquí hay tanto tiempo para
todo que una de las cosas que hago es llevar la cuenta de mi propio carcelario.
15.006 días equivalen a casi 41 años‛, aclara con una sonrisa y un gesto
heroico.
Se llama Francisco del Moral y lo he estado observando día a
día.
La primera vez que hablé con él, sin saber quién era, fue
cuando llamaban para el vis a vis con las visitas.
El estaba ahí, mirando como un grupo de presos salíamos
contentos al encuentro con nuestros seres queridos.
Entonces, le
pregunté: “¿Vienes también al vis a vis?‛
“No, en 41 años, nunca he tenido un vis a vis; debe ser maravilloso.
Yo no tengo a nadie que me quiera visitar, ni a nadie que me quiera‛.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Me preguntaba qué habrá hecho para estar 41 años en la
cárcel. Aquí nunca se hacen ese tipo de preguntas, pero el que quiere
lo cuenta.
Alrededor de quince días estuve observando lo inquieto que
es, los periódicos que lee, cómo camina, durante horas y horas con las
manos detrás, erguido y muy ágil, y cómo se sienta cada día en su
mesa con sus cuatro carpetas, llenas de papeles, que abre una a una,
haciendo sonar el elástico cuando lo suelta.
Ahí, como dice él, tiene toda su vida.
El 26 de junio cumplirá sesentaitrés años y desde los
diecinueve ha estado en prisión, salvo por dos años, que estuvo en
libertad, entre condena y condena.
Una mañana, mientras esparramaba todos sus papeles sobre
la mesa, se acercó a mí y me preguntó: “¿Tú sabes cuál es la dirección de
Telecinco? es para enviar una carta al director.” – “Sí”, le dije, “aquí la
tengo”. La copió y me preguntó “¿Tendrías unos nueve sellos para enviar
cartas?‛ Le dije “no, pero voy y te los compro”.
Luego de unos minutos, vino a buscar los sellos con una carta
en la mano, eran unas cinco p{ginas. Me la pasó y me dijo: “por favor
léela cuando estés tranquilo, pero léela dos veces, una de día y otra de noche, y
luego me cuentas qué te parece mi vida‛.
Me dejó intrigado.
En ese momento yo no sabía que Paco era “Robin Hood”.
Vi que los folios estaban escritos en ordenador y, como me
llamó la atención, le pregunté: “¿Cómo has hecho para escribir e
imprimir un documento, si aquí no se puede?”
“Los escribí a mano, hace unos cuatro meses, me pasé toda una
noche resumiendo mi vida, y luego una profesora de la escuela los pasó al
ordenador para imprimirlos.
Ahora necesito hacer fotocopias para poder
enviarlas a mucha gente de medios y de dinero. Yo no tengo a nadie afuera,
no tengo amigos ni familia que pueda hacer algo por mí. Sólo mi abogado y, a
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veces, el cura me ayudan en algunas cosas. Tú podrías pedirle a tu mujer que
me hiciera las fotocopias?‛
Le dije que suponía que ella las haría y me fui a un rincón del
patio a leer su carta.
Tres veces tuve que interrumpir la lectura, porque las lágrimas
no me permitían seguir leyendo.
Mientras leía, surgían en mí emociones que se cruzaban entre
las líneas, como nunca me había sucedido con ningún otro texto.
Me preguntaba si sería real todo eso o si lo estaría soñando.
Esos cinco folios me transportaron a la cruda realidad de un
ser humano que ha tenido una experiencia de vida tortuosa, desde su
nacimiento, cuando fue abandonado en una calle de ciudad Real.
Lo primero que hice después de leerlo todo y llorar
amargamente, fue ir a preguntarle si lo que había escrito era cien por
ciento verdad.
“Sí, es todo verdad, y es sólo una parte, porque es peor de lo que
cuento. Tal como lo viví, no se puede escribir.‛
Entonces quise saber para qué quería las fotocopias de esa
carta.
“Para enviarlas a gente que me pueda ayudar con algo de dinero,
ropa o calzado me dijo- porque no tengo recursos estando aquí en la c{rcel‛.
Para terminar, le pregunté si quería que publicara su historia
en mi libro.
“¡Sí!‛ contestó inmediatamente y sin dudar “me gustaría que
mucha gente conociera mi vida y viera todo lo que hay detrás del mejor
atracador en la historia de España‛.
En los días sucesivos, mientras caminábamos, Paco y yo
tuvimos diálogos cortos pero contundentes. De hecho abrió en mí un
nuevo espacio interior para la comprensión de la naturaleza humana.
Ha sido un regalo conocer a Paco.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Era muy tarde, alrededor de las dos de la mañana. Mientras
leía nuevamente su historia, miraba desde mi celda hacia la 207; la
celda de Paco; su luz estaba encendida.
Tampoco yo podía dormir. Intentaba comprender lo que le
había sucedido a este hombre para pasar una vida entera en la cárcel.
Estuve largo rato meditando...sintiendo.
A la mañana siguiente, le hice un par de preguntas que me
habían surgido durante la noche.
¿Quién es el culpable de todo lo que te sucede?
“¡La sociedad!‛ dijo, sin dudar.
Y por qué crees que te ha sucedido todo esto en tu vida?
“Por la ausencia de amor, por no haber tenido una madre, una
familia. Porque nunca nadie me ha querido.
Si yo hubiese tenido una familia jamás habría entrado a una cárcel. Pero una
vez que mi vida se arruinó tampoco la sociedad ni ninguna institución o
persona hizo algo por mí. No tengo casa, ni familia, ni ningún sitio a donde
ir‛.
Testimonio de un hombre abandonado
Reproduzco a continuación, textualmente, lo que cuenta en su
carta acerca de su vida.
‚Me llamo Francisco del Moral Espinosa, natural de Ciudad Real.
Sin domicilio fijo, con DNI 1621394 y NIS de la prisión 7902100562, de 62
años de edad. Nací el día 23 de junio de 1946, ese día fui abandonado por mi
madre en una bolsa de basura en la calle Ciruela de Ciudad Real, junto a una
posada hoy inexistente. Parece ser que un transeúnte escuchó mi llanto y
llamó a un sereno, el cual me recogió y me entregó a las monjas del hospicioorfanato, que así se llamaba entonces.
69
Cuando fui algo mayor, las monjas me comunicaron mi situación.
En dicho orfanato permanecí hasta los 19 años de edad pasando por toda clase
de dificultades, carencias y vejaciones. Pero a pesar de ello lo más triste fue
para mí la falta de visitas y la carencia de una familia que me quisiera.
En el citado orfanato y con corta edad ya empecé a robar, de ahí las
palizas que recibía por parte de algunas monjas. Robaba pan duro de la cocina
cuando no había nadie, pues pasaba mucha hambre. Aparte, unos celadores
cuando me bañaban me hacían tocamientos hasta que mis llantos les hacían
desistir. Del orfanato no salí a la calle hasta el año 1954; el motivo, que
pasaba Franco con destino a Puertollano para inaugurar una empresa y nos
sacaron a todos.
A los 19 años, en el año 1965, harto de tanta situación penosa,
decidí escaparme saltando una valla del patio, me dirigí a la estación del tren
y conseguí meterme en un vagón de ganado con destino a Madrid.
En cuanto llegué a Madrid mi situación no podía ser más
desesperada siendo mi dormitorio la calle pura y dura. Ante esto la única
salida que tenía era robar para poder comer y poder dormir algún día en una
fonda.
Los robos eran de poca importancia, robando en bares y tiendas
siempre de noche y sin causar daño físico a las personas porque nada tenía
contra ellas. A la única persona que culpo es a la que me dejó abandonado al
nacer.
Voy a cumplir 62 años y todavía no se quienes son mis padres, esto
es muy duro y preocupante para mí.
A los cinco meses de estar en Madrid fui detenido por diversos actos
delictivos, me llevaron a juzgado y de ahí a la prisión de Carabanchel el día
13 de Marzo de 1966, allí dormía en el suelo sin colchón porque apenas había
colchones y los pocos que había eran de paja. Además de las carencias
materiales y de cariño, a los diecisiete días de ingresar en la cárcel fui objeto
de una violación en la galería 6 de dicha prisión, sin poder hacer nada porque
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
esa persona que me violó era un matón muy respetado por otros presos. No
sólo fui objeto de sus abusos sino que además tenía que limpiar su celda, esto
fue un calvario peor que el orfanato. Como si la vida se fuera haciendo cada
vez más dura y desagradable para mí.
Al salir mi juicio me condenaron a 11 años de prisión. Me
trasladaron a cumplir al penal de Ocaña en Toledo, saliendo en libertad en el
año 1976 acogiéndome al indulto general con motivo de la coronación del Rey
Juan Carlos.
Salí de la prisión reinsertado totalmente pero con una mano delante
y la otra detrás. Opté por buscar un trabajo para incorporarme a la sociedad
como uno más pero con mi historial nadie quería contratarme. Así que estas
circunstancias me llevaron de nuevo a delinquir y volví a ser detenido y
encarcelado de nuevo en la cárcel de Carabanchel. La historia se repetía.
La cárcel empezó a ser un lugar que ya me era familiar. Aquí
trabajaba e incluso hice varios cursos de formación pues nunca en mi infancia
asistí a la escuela. Por el trabajo que realizaba en prisión no recibía ninguna
remuneración. Cumplí algo más de diez años y salí en libertad, pero me volví
a encontrar con los mismos problemas de siempre, como si se repitiera una y
otra vez mi pasado.
Acudí a empresas públicas y alguna privada pero nada de nada, no
me daban trabajo, entonces me apunté al paro que ya existía pero como la
tramitación para poder cobrar se demoraba varios meses, para cuando llegó el
momento de poder cobrar ya estaba de nuevo en la cárcel. Así sigo hasta el día
de hoy, preso por diversos robos, a disposición del juzgado de instrucción
numero 50 de Madrid.
Hasta la fecha de hoy y a mi edad ya he cumplido cuatro condenas de
más de diez años cada una, a pesar de mi buen comportamiento en todos los
centros nunca se me ha concedido el beneficio del tercer grado, ni permisos, ni
71
la libertad condicional, por carecer de familia o un aval de alguna institución
en la calle que me garantizase un uso de esos beneficios.
Manifiesto además que nunca he delinquido para enriquecerme sino
por absoluta necesidad.
Hoy en prisión ya he cumplido 41 años a los que debo sumarle los
7.000 días de prisión en el orfanato. Sólo he estado en libertad 700 días, unos
2 años en toda mi vida.
Hoy estoy catalogado como la persona viva que más tiempo lleva en
prisión, no sólo de España sino también del mundo, se puede comprobar
incluso, mucho más que una condena a cadena perpetua; es más, el terrorista
más sanguinario de España, que está en la prisión de Nanclares de la Oca,
lleva 25 años cumplidos a pulso, es el más antiguo de España, consta que
cometió 19 asesinatos, y yo, como se puede comprobar por las sentencias, que
nunca he ocasionado daño a ninguna persona, llevo 16 años más cumplidos a
pulso que este señor, esto es una vergüenza y me está pasando por ser pobre y
además de carecer de familia y de una defensa digna en los juicios.
Quiero manifestar que los más de 15.000 días vividos en prisión en
circunstancias muy duras, nadie, al igual que en el orfanato, ha venido a
visitarme, lo que es muy doloroso para mí. He aguantado con mucha fuerza
de voluntad y mucha esperanza, pero ya no tengo fuerza para seguir viviendo
así, a pesar de mi fortaleza ya no confío en el camino de la esperanza, pues a
mi edad sólo he pasado en la calle dos años.
Próximamente volveré a ser juzgado, ya estoy acostumbrado y
preparado para soportar otros 10 años más de cárcel, si es que Dios no me
ahoga antes de tanto sufrimiento continuo.
Todos los jueces conocen mi problema, pero me dicen que ellos tienen
que aplicar la ley. No sé qué ley. ¿Existirá la compasión?
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Posiblemente esta será mi última condena puesto que la ley prohíbe
estar en prisión penado a los 70 años.
Muchas veces me pregunto, en la celda, ¿Dónde está Dios en mi
vida? Y muchísimos días lloro por haber perdido el sol y encima las lágrimas
no me dejan ver las estrellas.
Estoy aprovechando que mi compañero de celda está durmiendo para
escribir esta carta. Manifestarle a quien lea mi testimonio que para mí esta
vida es un verdadero infierno y purgatorio, el infierno no está en otra vida
como dicen los curas, está aquí, yo vivo en él.
Todo este cautiverio sufrido me ha privado hasta la fecha de cosas
muy elementales en la vida de poder verlas y practicarlas. A mi edad no he
tenido novia, ni hermanos ni nada y nunca he visto en persona una playa,
salvo en la televisión, nunca he trabajado en ninguna empresa desde mi
nacimiento. Nunca he asistido a fiesta alguna, ni he pisado una discoteca, eso
sí, y como no he conocido otro entorno en mi vida salvo vivir siempre con
varones sí he practicado muchas veces actos sexuales con muchos reclusos
previo acuerdo mutuo y es para mí vergonzoso decirlo, pero es lo cierto y
todavía sigo practicándolo pero con menos frecuencia, a veces, los señores
funcionarios me han sorprendido pero no me dicen nada porque está
legalizado por ley.
Desde hace muchos años vengo solicitando al gobierno, tanto un
indulto parcial como una paga no contributiva y nunca se me concede nada,
pues me piden unos requisitos que no puedo cumplir al estar en prisión.
Siempre los directores de las prisiones me dicen que en la cárcel soy un buen
preso pero que en la calle soy un mal ciudadano, y los funcionarios de
prisiones me dicen que esta es mi casa, la prisión, pero yo no lo siento así.
Eso sí, hoy soy el preso más respetado de todo el país, se me conoce
como el Robin Hood. Soy respetado por todos los reclusos
funcionarios.
y por los
73
Desde mi primera entrada en prisión hasta hoy nunca he sido
sancionado, lo que indica que yo no soy una persona mala ni conflictiva, muy
al contrario. No soy adicto a ninguna clase de drogas, ni fumo tabaco, ni me
gustan las bebidas alcohólicas. En prisión empleo el tiempo para pasear,
escribir y jugar parchís.
Como experiencia positiva, en mi vida, tan triste, fue en mi última
condena cumplida en la cárcel de Aranjuez. En esa prisión si llegué a formar
una familia con varios reclusos, más bien jóvenes, ahí sí me sentía querido y
yo a ellos les quería tanto que me creía que eran mis hijos, compartimos todo
durante días enteros y así esto duró varios años.
En la cárcel conocí en parte el cariño que me hubiera hecho falta de
niño. Tanto fue el cariño que yo les tenía a ellos como ellos a mí, que no tenía
ganas de que llegara nunca mi libertad que estaba prevista para el día 7 de
diciembre del 2007, y conforme se acercaba dicha fecha yo iba poco a poco
cayéndome. Fueron casi seis años muy felices, tanto que la libertad me
importaba un comino.
Me llegó la libertad y me negaba constantemente a salir porque sabía
que mi libertad significaría el final de mi familia y así sucedió, uno por cada
lado y yo los tenía a todos juntos y agrupados, al perder a mi familia mi vida
ya no tenía sentido. Ya no quiero formar otra familia porque luego las
despedidas son muy duras para mí. Cuando llegó mi libertad me resistía a
salir. No quería perder el grupo de amistad que tanta felicidad me
proporcionaba.
En mis largas condenas cumplidas he visto muchos suicidios de
compañeros de reclusión. La mayoría lo hicieron por problemas mucho menos
graves y dolorosos que los sufridos por mí. La mayoría se suicidaban porque
al caer preso les dejaba la mujer, le abandonaba la novia, etc. aún sigo viendo
suicidios muy a menudo.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Nunca he sido una persona envidiosa, muy al contrario, pues en esta
vida nadie me ha enseñado que existe otra vida distinta, pues si desde niño
hubiera tenido unos padres que me amaran nunca hubiera pisado una prisión.
Muchas veces pienso que a lo mejor soy un instrumento de la
voluntad de Dios porque es imposible que esté malviviendo toda una vida
entera, para mí es impresionantemente doloroso.‛
A raíz de esta carta, se produjeron varios encuentros entre
Paco y yo, durante los cuales dialogamos mientras caminábamos por
el patio de la cárcel.
¿Si salieras hoy mismo de la cárcel, qué es lo que más te
gustaría hacer, eso que harías con pasión, responsabilidad y
entusiasmo? le pregunté durante uno de esos encuentros.
“Me encantaría trabajar de portero de algún edificio, vivir en un
sitio pequeño como una celda, pero fuera de la cárcel, limpiando las escaleras,
abriendo la puerta, cuidando el edificio. O también me
gustaría mucho
conducir algún vehículo. Con un mínimo de dinero yo podría vivir muy
dignamente” me dijo.
Me quedé en silencio mientras pensaba qué comunidad de
vecinos contrataría a Robin Hood como portero de su edificio.
Entonces, Paco, que al parecer leyó mi pensamiento, dijo: “es
imposible ser portero con mis antecedentes y con la edad que tengo tampoco
podré conducir; adem{s no tengo permiso de conducir.‛
La realidad nos abofetea cuando supera la ficción
He aprendido mucho gracias a Paco.
Un día dijo algo que nos llevó a la reflexión y al diálogo.
75
Afirmó sorprendido: ‚no entiendo cómo tanta gente, habiendo
tenido padres y familia, comete delitos; yo no estaría preso si hubiera tenido
una familia‛.
Paco argumenta que sus primeros diecinueve años fueron la
peor prisión, pues estuvo en un internado. Dice que ahí es donde
comienza la desgracia, pues los centros de menores son como centros
de tortura psicológica, emocional, física y hasta sexual.
De los centros de terror se salta en un pispás a la delincuencia
y así se vive toda la vida al límite de la exclusión social.
De acuerdo a su punto de vista, la familia sería la base para no
delinquir.
Entonces intenté hacerle ver que hay varios casos de presos
que están aquí, que tienen familia y, sin embargo, matan, violan,
roban, agreden.
Esto demuestra que ninguna familia es garantía para evitar la
delincuencia, ya que más bien se relaciona con la ausencia de amor, de
aceptación y de cariño. Y en algunas personas, el dolor causado por
esta carencia se transforma en ira, en odio, en agresividad y violencia.
Una energía enorme y desbordante que tiene que liberarse de alguna
manera, y la delincuencia es una opción muy efectiva para vomitar
tanto resentimiento.
En estos meses en prisión he hablado con decenas de presos y
cada uno de ellos tiene alguna grieta profunda en su pasado.
La ley de causa y efecto es contundente en la vida de cada ser
humano.
“Dime lo que te
ha
sucedido y te diré lo que te va a
suceder”.
No hay nada de lo que hagamos que no esté relacionado con
el pasado, con las memorias, con lo aprendido.
El estar en prisión, por la razón que sea, tiene una semilla
sembrada en el pasado.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Las causas pueden ser infinitas y complejas, y es apasionante
poder observarlas y darnos cuenta de cómo, inconscientemente, nos
buscamos nuestro propio destino.
El pasado es una de las cárceles más seguras para vivir, y
donde estamos todos metidos.
Me refiero a segura, en dos sentidos. Por una parte, porque es
casi imposible salir de ahí y, por otra, porque vivir “desde” el pasado,
hace sentir seguridad; todo es conocido, cómodo y confortable.
En lo que respecta a la vida interior, a la paciencia y a la
comprensión, la mayoría de las personas está mucho peor que Paco,
incluso teniendo padres.
Esto demuestra que un hombre como él, que no ha tenido
familia, ni ha recibido amor, puede meterse dentro de sí mismo y
crear un espacio de comprensión de su propia realidad.
Para mí ha sido un maravilloso ejemplo cómo asume su
situación en lo cotidiano. Pero, al mismo tiempo, me produce una
sensación muy extraña ver a un ser humano adaptado a una cárcel,
para siempre.
Le pusieron por apodo “Robin Hood”, porque cuando salía de
sus condenas enviaba dinero a decenas de presos. Dinero que robaba,
claro.
Una de esas veces, la policía lo cogió en el Banco haciendo una
larga lista de ingresos para presos que no tienen nada.
Mientras hablaba con Paco, acerca de la poca utilidad que
tiene el dinero, en comparación con amar y ser amados, cada una de
mis células vibraba con la energía de la comprensión. Me decía a mí
mismo que la vida tuvo que traerme a una prisión, para entrar en
contacto con esta experiencia invaluable, porque esto es algo que, de
otro modo, no habría podido vivir ni comprender.
77
Estar en libertad es algo que vale mucho más de lo que
creemos. Pero también es cierto que estar en una cárcel puede ser
mucho más significativo y enriquecedor de lo que pudiésemos
imaginar.
Un día le pregunté a Paco si había aprovechado todo ese
tiempo en prisión para aprender algún oficio.
“Lo que se aprende en la prisión para trabajar, afuera no sirve de
mucho, porque cuentan los antecedentes penales. Lo único que se puede
aprender aquí, y que resulta muy útil, es a delinquir.
La
cárcel
es
una
universidad
del
delito,
un
centro
de
perfeccionamiento del delincuente‛, fue su respuesta.
Paco creó un curso para delincuentes. Sus apuntes todavía
están en la pizarra de la sala de no fumadores, pero ya no le dejan
enseñar esas cosas.
El curso se titula “Manual del atracador”, lecciones para ser
un profesional (Teoría del delito).
Los enunciados son:
12-
No hay robos o golpes imposibles sino hombres incapaces
Lo difícil no es saber dar el golpe sino saber conservar y no gastar el
botín
3-
Lo importante no es que te lleves mucho o poco sino que cuando te
detengan no te quiten nada
45-
Si te dan el alto en nombre de la ley huye en nombre de tu libertad
En España hay mucho dinero, lo que no hay son profesionales para
llevárselo
6-
Los trabajos bien hechos se ganan antes de hacerlos, la preparación es
fundamental
En su curso afirma: “El dinero debe estar cambiando de lugar
siempre, si no se detiene el fluir. Si se queda quieto, mal asunto. Yo lo saco de
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
las sucursales bancarias y lo pongo en manos de presos que lo necesitan y lo
usan bien‛.
Otras de las afirmaciones contundentes que hace es: “Para
dejar de ser pobre hay tres opciones: ganar la lotería, corrupción, un buen
golpe‛.
Paco ha cometido más de cien atracos sin usar la violencia y
con una efectividad increíble.
Una de las veces que se lo llevaron al Juzgado, se fue en
pijama y se llevó un bocadillo para comer, porque dice que en esas
vueltas pasa hambre.
Y en una oportunidad se quedó dormido en el juicio.
¡Imagínate el grado de relajación que tiene que tener un
individuo para quedarse dormido en su propio juicio!
Un día lo vi realmente mal; con la barba desarreglada, sucio,
la ropa arrugada y manchada, sin peinarse desde hacía varios días. En
un estado de abandono total; parecía deprimido.
Entonces me acerqué y le pregunté: “¿Qué te pasa, Paco, que te
veo tan mal?‛
El se rió y me respondió algo sorprendente: “lo que pasa es que
este fin de semana viene a verme, por primera vez, un señor que es gerente de
un Banco, y me va a dar algo de dinero para poder comprarme un televisor y
gafas que necesito para leer. Si no doy la impresión de ser un indigente, no me
va a ayudar; tengo que dar un poco de lastima‛
Entonces comprendí cómo encarna el “personaje de víctima”
y la experiencia que tiene para interpretarlo muy bien.
Me dolió, no sólo porque es esclavo de un pasado que no
puede olvidar ni dejar atrás, sino por las secuelas del mismo, que lo
empujan a conseguir la satisfacción de sus necesidades desde la
lástima.
Me contó que hubo varias personas que se compadecieron de
su situación y le enviaron dinero.
79
Vinieron del periódico ABC a hacerle una entrevista titulada
“El preso perpetuo”, que se publicó en noviembre de 2009, y ese
mismo artículo lo perpetuaba y catapultaba.
Yo mismo se lo entregué y lo leyó delante de mí.
Al terminar, le pregunté “¿Qué sientes Paco?”
El se rió y dijo: ‚est{ bien, quiz{s la redacción del periódico me
ayude con algo de dinero‛.
En esa oportunidad habló de algunas cosas en las que yo
quería escarbar más, entonces se me ocurrió hacerle una entrevista en
la que se profundizara acerca del aspecto humano del delincuente.
Le pregunté si tenía ganas de responder a algunas preguntas
acerca de su vida. Intuía que podía encontrar alguna clave para mi
propia vida (por alguna razón había surgido un acercamiento entre
ambos), pero no quería indagar en su pasado, porque suponía que le
produciría más dolor.
Podría haberle hecho las preguntas mientras caminábamos,
pero opté por pasárselas por escrito y le pedí que sólo respondiera las
que no le provocaban molestia ni dolor.
Una mañana vino a mí sonriendo y con cara de héroe me dijo:
‚las he respondido todas; aquí est{n‛.
¿Podrías perdonar a tu madre por haberte abandonado?
‚De por sí, y sin conocerla, la perdono, porque si hizo eso habrá sido
por causas mayores. Si sigue con vida, quizás me esté buscando, al igual que
yo a ella. Soy consciente de lo mal que tuvo que pasarlo ella por aquellas
fechas. En verdad yo la perdono.‛
¿Qué es lo mejor que te ha sucedido en la vida?
‚En mis 62 años, lo mejor es haber conocido a cuatro jóvenes amigos
en la cárcel de Aranjuez, con quienes formé una familia.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Ellos me llamaban ‚padre‛ y ‚viejo‛, y yo los consideraba mis hijos.
Estuve mucho más feliz encerrado dentro de una cárcel con ellos que
con lo que me encontré en la calle cuando salí en libertad. Me habría gustado
estar con ellos hasta el día de mi muerte.‛
¿Piensas seguir robando cuando salgas de la cárcel?
‚Si salgo en libertad, en las mismas condiciones anteriores, casi con
seguridad tendría que volver a delinquir.
Aunque siempre he salido
reinsertado y he luchado por buscar trabajo, nadie me contrata por los
antecedentes.
Y si a eso añado que me tocará vivir en la calle y sin familia alguna,
me veré obligado a robar para sobrevivir.
Luego tendré que volver a mi casa: la cárcel.
Aunque no lo siento así, cada vez que vuelvo a la cárcel, los
funcionarios y los periodistas dicen ‚ha vuelto a su casa.‛
¿Has pensado en suicidarte?
‚Sí, se me ha pasado por la cabeza en reiteradas ocasiones. Incluso lo
intenté en el psiquiátrico de Carabanchel.
Estuve en coma 27 días, pues como sufro diversos tipos de
depresiones, cuando me coge muy fuerte sólo me pasan cosas malas por la
cabeza, entre ellas la del suicidio, porque pienso en mi vida y veo que es un
infierno‛.
¿Por qué y para qué dabas clases o lecciones para atracadores?
He dado clases a muchos presos, porque ellos me lo pedían. Sabían
que yo era un profesional y querían que les contara secretos del oficio.
A ellos les gustaban mucho mis lecciones, porque se distraían del
entorno carcelario y podían tener una mejor preparación para no caer en
errores del pasado.
Lo más importante es poner cada vez más atención en lo que hacen.
Sé de algunos a los que les ha ido mucho mejor después de mis
clases, por los consejos y lecciones que recibieron de mí.
81
No es que esto fuera una escuela de delincuentes, sino que era un
curso para prevenir errores que les costarían ser atrapados, con su
consecuente detención.
¿Qué es lo mejor y lo peor de estar en la cárcel?
En la cárcel no existe lo mejor ni lo peor, cada uno lo asimila a su
manera.
Hoy en día el sistema carcelario no es tan severo como antaño.
En la cárcel se hacen muchos amigos con gente que nunca has
conocido y eso me ha dado mucha satisfacción.
Lo peor son las peleas, muy duras entre compañeros, y ver todos los
días casos de personas muy tristes y deprimidas, por los seres queridos que
tienen afuera. Pero no es mi caso, porque yo no tengo a nadie de quien
preocuparme ni a quien recordar.
¿Es justa la vida? ¿Quién trata injustamente a quién?
Antes de irme de la prisión, le pedí a Paco que me firmara una
autorización para publicar su testimonio personal. Sonrió y me dijo:
“envíame un libro, por favor, así se lo muestro a mi abogado y al Juez‛.
Le dije: “si se publica y se vende, yo mismo te enviaré dinero
para las cosas que necesitas”.
‚Ya tuve el juicio y me han condenado a siete años m{s, saldré casi a los 70
años. Como ya llevo dos, sólo me faltan cinco. Pero en realidad no me
conviene salir, porque aquí lo tengo todo.
Además estoy en una dinámica de enviar cartas a mucha gente y
recibo respuestas.
Algunos me ayudan y otros vienen a visitarme.
En
realidad me convendría quedarme aquí‛.
Entonces le pregunté: ¿tienes algún motivo de verdad para
salir de la cárcel? Y me dio una respuesta muy sincera.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
‚Sí, volver a atracar, pero no Bancos. Tengo pensada otra cosa
mejor, que sea m{s notorio‛.
Comenzó a darme detalles de su nuevo plan y le detuve para
preguntarle: “¿Para qué quieres seguir atracando? Tú no necesitas
dinero para vivir fuera de la prisión y, si no es por dinero, entonces
¿por qué?‛
Me dio una respuesta iluminadora.
‚Porque quiero ser m{s de lo que soy y atracando me siento
importante‛.
Su respuesta fue sorprendente para mí.
Y ya puesto en el tema, decidí continuar profundizando:
¿Cómo ves tu futuro? ¿Dónde o cómo morirás?
Sonriendo me dijo ‚en la c{rcel‛ y agregó ‚me gusta mucho
atracar, si no atraco no soy nadie.
Además, yo no le tengo miedo a la cárcel, incluso me gusta tanto
como atracar. Por otro lado afuera no tengo dónde, ni con quién vivir‛.
Y para terminar, me dijo: ‚ni siquiera sé de quién es mi apellido; si
del que me recogió en la calle, del que me inscribió en el Registro Civil o de
algún empleado del juzgado‛.
Francisco del Moral, es un preso perpetuo que se muere en la
prisión, por una identidad creada por el entorno que a él le tocó.
Si saldrá o no de esta tenebrosa cárcel, no lo sé, pero es lo que
me gustaría que sucediera.
Incluso hay aquí un rumano, un amigo que tenemos en
común Paco y yo, que le ofreció para cuando salga de la cárcel, una
casa y un trabajo digno en el que se sienta tanto o más importante que
cuando atraca.
Las peores injusticias que cometemos los seres humanos son
la incomprensión, la indiferencia y la insensibilidad. Y las
83
cometemos no sólo con los demás, sino que también con nosotros
mismos.
El pasado de un ser humano, por más duro que sea, nunca
podrá justificar sus actos delictivos. Pero quienes convivimos con
quienes han delinquido, sí podemos comprenderles y no empeoramos
su situación con nuestra actitud. Y, al decir “comprender”, me refiero
a empatizar, a considerar todos los aspectos por los que alguien puede
acabar así.
Somos un sistema, un complejo entramado de experiencias,
un conjunto de percepciones de lo que hemos vivido.
Según las Constelaciones Familiares, somos el entorno familiar.
Según la Psicología Sistémica, somos un sistema.
Según la Psicogenealogía, somos una energía que proviene de
nuestros antecesores; el resultado de cómo han pensado y en qué han
creído nuestros padres y abuelos.
El pasado ha producido una impronta muy profunda, que ha
marcado el surco por donde transitamos la vida.
Estamos
condicionados
por
márgenes
muy
bien
determinados, que se registran en nuestra psiquis, como un
“programa” con el que nos identificamos y del que es casi imposible
salir.
Somos máquinas útiles a los designios de dicho programa; un
esbozo del pasado proyectado en el presente.
Por eso Paco, como muchas otras personas, necesitan estar
conectados con su pasado, mantenerlo vivo, tener flashback cada día,
para cargar el combustible que les permita seguir adelante, copiando
y pegando, copiando y pegando, creando futuro a partir del pasado.
Un modelo en el cual el presente no cuenta, y así la vida acaba
siendo un salto trágico y absurdo del pasado al futuro, sin vivir el
“aquí” y ahora”.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Y a no ser que salgamos de esa enfermiza dinámica que deja
de lado el poder del presente, moriremos en esa cárcel sin conocer la
libertad de la conciencia, porque la conciencia se libera en el plano
humano cuando se expande en el presente.
El presente es el único tiempo real que existe, la eternidad
misma.
He querido contar lo de Paco, porque la experiencia de la
cárcel me ha permitido comprender a todos los seres humanos,
comenzando por mí mismo.
A partir de la comprensión, surgió el respeto y la empatía por
los otros y esto ha cambiado mi mirada.
Son los mismos ojos, pero ahora sin las gafas a través de las
cuales miraba y juzgaba a las personas por cómo eran o por lo que
hacían.
La mayoría de las personas que hablan y critican a los
delincuentes, no tienen idea de lo que es ser indigente, abandonado,
pobre, maltratado y criarse con la impotencia de la ausencia de
recursos y de apoyo.
Es verdad que no todos los desvalidos acaban siendo
delincuentes, pero es porque han sido favorecidos
en el aspecto
biológico, psicológico o social.
No se cometen delitos por haber nacido delincuente; no hay
genes delincuentes ni malignos.
Estuve investigando el tema y dicen los expertos que no hay
indicios genéticos de malignidad, sólo predisposiciones indefinidas.
El entorno es lo que condiciona al individuo, y de eso trata la
epigenética, a la que me referiré más adelante.
Lo cierto es que cada uno asume una actitud frente a la
realidad de los otros.
85
Los humanos estamos programados por la memoria y
condicionados por la experiencia.
Las cosas y las personas no pueden mejorar, de lo contrario lo
harían. Por algún motivo son como son.
Con nuestra actitud, indiferente e incomprensiva, sólo
contribuimos a empeorarlas y es lo que generalmente hacemos.
No pretendo que se les perdone o se les libere, ni que se le
disminuyan las penas, sino que se considere la injusticia que estamos
cometiendo como sociedad, tratándoles como si ellos hubieran elegido
ser así, y condenándolos a la cadena perpetua de la desaprobación y la
indiferencia.
No se trata de psicoanalizar a los delincuentes, buscando las
raíces de sus conductas en un pasado que ya no existe, porque eso
sería como hacer autopsias psicológicas a seres que han muerto en
vida y no es necesario torturarles.
Las raíces de todo lo que nos sucede a nivel individual, social,
y como Humanidad entera, son muy profundas y complejas. El día en
que comencemos a considerarlas como la causa de cada momento y
situación en el presente, nos perdonaremos unos a otros y sobre todo
a nosotros mismos.
Hay situaciones en la vida de las personas que son difíciles de
imaginar, y es imposible saber de qué forma les van a afectar, a dónde
las van a conducir o en qué conducta van a degenerar, porque cada ser
humano, ante experiencias similares, responde de diferente manera.
Son muchísimas las experiencias duras de atravesar.
No sólo estar en una cárcel, sino también ser maltratado,
violado, vivir la muerte de uno o varios seres queridos, perderlo todo,
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
vivir en la marginalidad, la pobreza y la miseria, estar en una guerra,
enfermar gravemente o ser acusado y juzgado injustamente.
La injusticia es una de las sensaciones más horribles que se
puedan experimentar. Y tratar injustamente a un ser humano es una
de las torturas más horribles.
Sentir que somos tratados injustamente, por la Vida o por
otros seres humanos, es desolador.
La sensación de injusticia es hiriente, dolorosa, y puede
activar la impotencia, la tristeza, la soledad.
Pero también puede
llegar a ser una energía transformadora.
¿Qué habrán sentido Federico García Lorca o Sócrates al ser
asesinados por la “justicia” imperante en ese momento? ¿Qué se
habrán preguntado? ¿Cómo lo habrán interpretado?
No había causa para juzgarles y sin embargo les condenaron a
la pena máxima.
A partir de esa sensación de injusticia se puede acceder a una
de las comprensiones más profundas de la Vida.
Quizás a esos seres tan preciosos les ha tocado eso, no como
castigo, sino como regalo.
Todo depende de cómo tomemos las cosas, desde dónde las
miremos, y de lo conectados que estemos con el infinito espacio
interior.
Se
cuenta
que
Sócrates
estuvo
entregado,
abierto
y
predispuesto a ser envenenado, incluso siendo inocente. Él quería
experimentar la muerte. No tenía miedo, y no trató de eludir el juicio
ni la justicia.
Fue capaz de utilizar una situación injusta, no para llenarse de
ira y rencor hacia el ser humano, sino para acercarse a sí mismo y
conocer más profundamente la existencia.
87
Sócrates vivió hace muchos años, pero continúa viviendo en el
inconsciente colectivo de una Humanidad que quiere superarse a sí
misma.
No todo el inconsciente está lleno de traumas y malos
recuerdos. Cuanto más profundizamos, más riqueza hay, pero como
la primera capa está llena de mierda, no nos animamos a entrar.
Cuando yo conecté con esa parte sana y pura de mi
inconsciente, comprendí que podía utilizar esa situación como un
gran aprendizaje y me abrí a ello.
Muchas veces recordé un texto bíblico que dice: ‚A los que a
Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien‛. Pero para mí ese texto
resonaba una y otra vez sin la palabra Dios, porque “Dios” es un
nombre, nada más.
Entonces, en mi corazón, resonaba así:
‚A los que aman la Vida, la existencia, lo que les toca vivir y a sí
mismos, todas las cosas les ayudan a bien.‛
¿Es justa la vida?
¿Por qué a algunos seres humanos les toca sufrir mucho más
que a otros?
¿Quién puede ser indiferente ante la impotencia y la
desesperación de otros seres humanos?
Evidentemente casi todos hemos logrado esa increíble
habilidad para ser indiferentes, lo que no nos permite ver ni sentir, o
hemos adquirido la costumbre de mirar hacia otro lado para no
conectar con lo que a otros les toca vivir.
Pero, para eso, primero hemos tenido que ser indiferentes e
insensibles ante nosotros mismos.
Y si abordamos la vida con esa indiferencia e insensibilidad; si
miramos los males de la Humanidad desde la oscura celda de la
comodidad y del egoísmo, es porque estamos encogidos en el
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
sentimiento de culpa por ser partícipes de todo lo que nos sucede
como especie.
Estamos viviendo desde una celda materialista que nos
empequeñece por el miedo a enfrentarnos a la verdad.
Por eso me atrevo a preguntar:
¿Quién es injusto con quién?
¿Y si en realidad no existe justicia ni injusticia?
O lo que es peor ¿y si todo es perfecto así como es?
89
La maestría de las limitaciones
La comprensión de la esclavitud libera la conciencia
Se dice que no hay peor ciego que el que no quiere ver.
También que el más enfermo es quien no ve su enfermedad y que las
personas más infelices son las que no reconocen que lo son.
De igual manera, si los humanos no logramos percibir nuestra
propia esclavitud, no podremos alcanzar la libertad.
El cautiverio es un estado de inconsciencia frente a la propia
esclavitud.
Para quienes estamos en la materia es un estado natural y, si
no liberamos la conciencia, quedaremos atrapados, desperdiciando la
oportunidad.
Quiero compartir los descubrimientos que he podido hacer,
desde el plano de mi propio nivel de conciencia, al haberme
distanciado de la agobiante realidad para verla con amor y
comprensión.
La Vida es una experiencia de infinitas posibilidades pero
también de infinitas limitaciones. Una contradicción que desde
siempre nos ha causado conflicto y que, sin embargo, debemos
comprender para liberarnos del cautiverio en el que vivimos.
Para lograrlo, la conciencia es nuestra gran aliada.
Si bien estamos capacitados para darnos cuenta de lo que
hacemos y de las repercusiones de nuestros actos, no hemos usado la
conciencia, y justamente a través de ella, que nos diferencia del resto
de las especies, podemos liberarnos de todas las cadenas.
La historia humana está llena de conflictos y sufrimiento, y a
medida que los siglos pasan, y vamos evolucionando, comprobamos
que no nos hemos dado cuenta de casi nada, y que cuando hemos
tomado conciencia, ya era demasiado tarde.
La trampa esencial es la ignorancia, la distracción, la falta de
atención, el hecho de no estar presentes en el “aquí y ahora”. Y no
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
porque no tengamos sensibilidad y conciencia, sino porque no las
utilizamos, porque estamos dormidos en la comodidad de lo
aprendido y de lo establecido y, lo que es peor, no queremos que nos
despierten.
Reconquistar la propia libertad es un acto heroico.
Es cierto que las limitaciones son nuestro infierno pero, si nos
quitaran el infierno en que vivimos, quedaríamos reducidos a una
especie animal más y ya no podríamos tener la oportunidad que nos
da la conciencia de recuperar la dignidad.
Y ese es el maravilloso desafío de la vida.
Las limitaciones son el lenguaje que ha usado la creación para
la evolución de la conciencia humana.
Estamos en la línea que divide dos infinitos: el interior y el
exterior. Y podemos adentrarnos en ellos o pasarnos la vida haciendo
equilibrio en esa delgada frontera mental que hemos construido, y
que nos separa del Universo.
No sé si habrá sido un experimento de alguna especie
extraterrestre o una broma de mal gusto de la existencia. La Biblia
propone que ha sido una idea de Dios para darle al Hombre libre
albedrío. Para mí es un subproducto de la evolución cósmica, fruto de
la creación que se crea a sí misma. Dios es sólo el nombre que le
hemos puesto a la creación.
Lo aprendido es lo único que existe para la mente
Quien me inspiró a meditar y a escribir sobre la liberación de
lo aprendido, es alguien que se dedica a la delincuencia desde que
tiene uso de razón. Lleva casi veinte años de cárcel, por diferentes
condenas, y según me ha contado, ha robado, secuestrado e incluso
matado. Y, aunque parezca mentira, en su búsqueda de liberación
están escondidas las mismas claves de la libertad que nos han
transmitido los grandes Maestros que visitaron la Tierra.
91
Aunque él me autorizó a hacerlo, no daré su nombre por
razones procesales. Lo llamaré Marcos.
Un hombre atrapado en lo aprendido de niño, cautivo en lo
que le enseñó su padre y su entorno cercano.
De allí sacó el molde para diseñar su propia vida.
Su padre estuvo mucho tiempo en prisión y su madre, antes
de morir, le rogó que no pasara también él su vida en la cárcel. Una
súplica que ronda cada día en su cabeza, porque intuye que no podrá
cumplir lo prometido.
Me produce mucho dolor contar esto; el dolor de la
impotencia de ver a un niño puro, creativo y sensible, como todos los
niños, que ha sido marcado por un entorno que ha creado a un ser
“criminal‛, como él dice, “identificado con la delincuencia”, para
luego ser procesado durante casi toda su vida por la justicia de varios
países, por dedicarse a lo único que aprendió a hacer en la vida.
Él participó en golpes que dieron la vuelta al mundo a través
de las noticias, y me habló con orgullo de haber actuado
“profesionalmente” en cada uno de esos golpes maestros.
Cuando la INTERPOL lo arrestó, tuvieron que atraparlo entre
decenas de policías expertos después de haberlo seguido durante
mucho tiempo, pues, según él mismo dice, es muy agresivo y
escurridizo, y siempre armado hasta los dientes.
Pero lo más significativo de este hombre es su búsqueda
interior, su capacidad de observación y su sensibilidad (aunque
reprimida).
Se acercó a mí un día, después de observarme durante casi
dos meses. Le llamó la atención el libro que tenía siempre en mi
mano, que me envió Conchi, una de mis ex compañeras de vida.
“TANTRA, El Lenguaje del Amor”. Lo cogió y me preguntó de qué
trataba y quiso saber también de Osho, su autor.
Sus preguntas abrieron el espacio para dar un paseo por el
patio, conocernos y compartir nuestras vidas. Un encuentro con una
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
realidad en la que todos estamos atrapados, y que gracias a él pude
ver en profundidad también en mí.
Una experiencia maravillosa a través de la cual pude
comprender la trampa de lo conocido, de la seguridad, de lo
aprendido y de lo confortable; un acostumbramiento que nos lleva a
ser una máquina de repetición. Una de las cárceles de la que nos es
más difícil escapar.
Si te conviertes en un criminal, te consideras un “profesional”
y te identificas con la criminalidad ¿cómo haces para salir de ahí?
Aunque te castiguen y te lleven a la cárcel, eso es lo que
conoces y estás dispuesto a asumir el riesgo y pagar condenas, porque
eso también forma parte de la “profesión”.
Pero yo vi en ese ser humano una sed inmensa de salir de
todo eso. Fue el único que vino muchas veces a mi mesa a copiar mis
textos, a pedirme libros, a hacerme preguntas acerca de la meditación,
la superación personal y la Vida.
Su vida, su caso y su búsqueda fue lo que me motivó a
profundizar en el tema: “la raíz de la esclavitud, de las limitaciones y
de las c{rceles en las que vivimos”.
Conocer la cárcel para escaparse de ella
El vislumbre de la libertad es el resultado natural de la
capacidad de penetrar conscientemente en nuestro cautiverio. Un
regalo que nos da una conciencia que se atreve a ver la propia
esclavitud. Y verla en toda su magnitud, es ver la mentira en la que
estamos metidos.
Sería bueno que un obeso supiera por qué está obeso, antes de
adelgazar, o un adicto por qué lo es, antes de dejar la adicción.
Ser conscientes del estado en que estamos, no es
psicoanalizarse sino “comprenderse”.
93
La clave para penetrar en el por qué de las cosas que vivimos,
es profundizar en las causas y aceptar los efectos, sin juicio. Una
honesta averiguación y la sinceridad de reconocer cómo estamos.
Isabel Allende afirma: ‚hoy hay m{s esclavos que nunca; sólo en el
sudeste asiático hay 27 millones de seres humanos en situaciones
esclavizantes‛.
Parece contradictorio decir que las limitaciones son una
maestría, una realidad de la que podemos aprender y evolucionar,
pero “es tan así, que así es”, como dice mi hijo Eli{n.
Pareciera ser que las prisiones que nos toca atravesar durante
la vida, esconden el secreto de la liberación e incluso de la evolución,
como una trampa de la que tenemos que aprender a escapar.
En la India se habla de ‚salirse de la rueda‛ que gira y gira sin
parar. Cuando se sale del ‚karma‛ (ley de causa y efecto), sucede la
liberación. La libertad es salirse del automatismo inconsciente.
La visión que voy a dar, no es la única, ni la mejor, ni la
última; es sólo la mía, y probablemente también la de muchos.
Quizás este libro sea la oportunidad de conectar a todos los
que estamos teniendo esta visión, que en mí se ha cristalizado estando
en prisión.
Para mí, nacer en el mundo es nacer en una gran cárcel, donde
a cada uno le corresponden sus propias celdas y cadenas. Como si
viviéramos en cajas chinas, una dentro de la otra, sin saber cuál es la
última. Estamos metidos en la caja más pequeña y, a medida que
vamos abriendo cada una de las cajas, nos damos cuenta de que
estamos dentro de otra. Así una y otra vez.
Y nos preguntamos cuándo acabará este infierno de
limitaciones para entrar a un espacio abierto y sin límites.
Que nos quiten la libertad física, como en mi caso, es una
gran ocasión para meditar acerca de la libertad, y para descubrir que
el verdadero secreto no está en cómo conseguir todo lo que
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
deseamos, sino en mirar dentro de nosotros mismos con ojos
limpios y puros.
Todos los días veo a mi alrededor sólo altos muros de
hormigón y quisiera que mis ojos pudieran atravesarlos para ver el
campo, la gente yendo de aquí para allá, los árboles floreciendo, a mis
hijos jugando y riendo, a Paula durmiendo, cocinando y dándole de
comer a nuestra hija.
Y de tanto desear ver hacia afuera, un día me di cuenta de que
el secreto estaba en dar un giro en 180 grados y mirar dentro de mí.
Las circunstancias que me rodean me ayudan a ver mejor mi
realidad interna, ya que en un régimen penitenciario todo es limitado:
el espacio, las llamadas telefónicas, los horarios, el tiempo para
comunicarnos con la familia, los vis a vis.
Los muros altos, grises y gruesos están ahí, frente a tus
narices, en todo momento.
Hace casi nueve meses que no puedo ver la salida ni la puesta
del sol.
He pasado muchas horas sentado frente al muro de mi celda,
tocándolo, mirándolo, sintiéndolo dentro de mí y descubrí así que los
más altos muros que me encierran y me atrapan, no son los de esta
cárcel de Valdemoro sino los de mi propia mente.
Un trabajo, una familia, una pareja, una adicción, una religión,
un hábito, un recuerdo, una emoción, un deseo o un objetivo, pueden
ser c{rceles virtuales para el “preso interior”. Un recluso congénito
que habita en cada ser humano, que quiere estar entre rejas, adicto a
estar atrapado, condenado, sometido y limitado.
La esencia del carácter sumiso de toda la humanidad, ha sido
la causa de todas las esclavitudes en todas sus manifestaciones y
épocas.
En su libro “El miedo a la libertad”, Eric Fromm explica “si un
niño se adapta al sometimiento de un padre y/o una madre severos y
amenazadores, porque les teme demasiado como para rebelarse, se transforma
en un buen hijo, pero ocurre algo trágico dentro de sí; desarrolla una intensa
hostilidad hacia sus progenitores, la que reprime, pues sería peligroso o
inadmisible expresarla. Tal hostilidad reprimida pasa a formar parte de su
95
carácter y ello le conduce a diferentes sumisiones más o menos profundas. Por
otro lado surge una actitud desafiante dirigida a la vida en general, a la
sociedad o a un determinado sector‛.
Esto nos pasa a todos, en mayor o menor medida y, de una u
otra manera, muchas veces descargamos contra nosotros mismos esa
hostilidad reprimida, al creer que somos culpables y merecemos ser
castigados.
Lo primero, y quizás lo más complicado de comprender, es
que estamos atrapados en nosotros mismos y por nosotros mismos, o
en nuestra propia mente finita, limitada e insignificante, reprimida y
condicionada, que aprendió la lección de la sumisión, el sometimiento
y la limitación, como una realidad constante.
Es la “agorafobia” de la mente, que teme la libertad y los
espacios abiertos y quiere estar encerrada en sí misma, porque así se
siente segura.
Dentro de esa cárcel, que es la mente humana, a su vez se nos
ha encerrado en un módulo, que es el modelo cultural, religioso y
político y que depende del lugar en donde nacimos y fuimos criados.
Y luego nos han metido en una celda personal, que es el “yo” (nuestra
identidad o lo que llamamos “nuestra forma de ser”), y dentro de la
celda estamos con cadenas que nos sujetan, y que es el programa de
adaptación que nos ha impuesto la sociedad, donde también estamos
atrapados.
Según la psicología, un “yo” no adaptado a la sociedad es un
“yo” enfermo, porque no se ha normalizado ni sometido.
O sea que para ser “normal” hay que permitir que nos
atrapen, y toda rebeldía o resistencia al proceso de normalización será
visto como peligroso y amenazante por todas las ovejas del rebaño.
Un día vi en la cárcel de Soto del Real a un muchacho con su
torso totalmente tatuado. Era muy joven y fuerte; un “Latinking”.
Mató a un integrante de otra banda y por eso está en la cárcel.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
“¿Quién eres tú fuera de la banda de los Latinking?” le
pregunté. ‚Lo que has hecho te habrá afirmado como integrante de tu
grupo, pero te has debilitado como individuo.
No hablamos mucho, porque la verdad es que lo vi con
muchas ganas de pegarme, pero fue muy respetuoso con mi
insolencia.
Los grupos nos esclavizan al poder que ostentan.
Todo grupo que nace dentro de esta sociedad, por más
rebelde que sea y por más independiente que crea ser, está regido por
los mismos códigos de pertenencia de la sociedad y, por lo tanto, caen
en los mismos errores. El más grave: el sacrificio de la individualidad
por la permanencia del grupo.
La mente humana no es el cerebro ni la inteligencia, sino que
es pura identificación del “sí mismo”, y todo ese material lo guarda en
la memoria.
Creemos ser identidad + memorias del pasado y esa es la
materia prima de la que están hechos los muros que nos atrapan.
Por eso hay mentes criminales, mentes religiosas, mentes
científicas, mentes de todo tipo, según la identificación que tengas.
Criminalizar a alguien es convertirlo en un criminal
identificándolo como tal por lo que ha hecho. Es condenarlo de por
vida a ser eso.
Muchos hombres en prisión, al preguntarles ¿Quién eres o a
qué te dedicas? me han dicho: ‚soy ladrón, soy camello, soy maltratador,
soy sicario, soy drogadicto o soy falsificador‛.
La mente se atrapa a sí misma, autodefiniéndose de acuerdo a
los actos, cuando en realidad se puede haber cometido un acto
delictivo pero no por ello ser un delincuente.
No somos lo que hacemos.
Como contrapartida de esta realidad de autoencierro, tenemos
un impulso de querer liberarnos, pues a la especie humana se le ha
desarrollado, como producto de la evolución, una conciencia (que no
es lo mismo que la mente), una inteligencia eterna que lo contiene
97
todo y que a su vez otorga libre albedrío a quien posee la capacidad
de darse cuenta de su propia existencia.
De ahí viene el deseo de salir y expandirse, de ser uno mismo,
autónomo e independiente.
Esta es la doble realidad existencial en la que vivimos: mente
“agorafóbica” y conciencia “claustrofóbica”.
Una parte de nosotros quiere quedar atrapada y otra quiere
salir en libertad.
Esta dualidad es una locura total que todos experimentamos,
nos demos cuenta o no, y que tenemos que tratar de reconocer.
Los animales y las plantas no tienen este problema, porque
están unidos a la Naturaleza, son uno con ella, son lo mismo, no
sienten que hay algo dentro y algo fuera. Pero los seres humanos nos
hemos separado de la naturaleza exterior, por eso la dominamos.
La base de este dominio está en la separación, y esta
separación sucedió cuando el ser humano comenzó a elegir por sí
mismo y nació el miedo psicológico.
Parece ser que la especie humana tenía que crear una
separación entre sí misma y el resto de las especies, como resultado de
la visión consciente que le permitió su propia inteligencia. Y también
tenía que crear una separación entre cada uno de los seres que
componemos la Humanidad. Por tanto estamos separados del
Universo, de la Tierra, de las especies y del otro. Pero a la vez
necesitamos agruparnos dentro de lo conocido y unir fuerzas.
En la cárcel veo grupos de rumanos, colombianos, caribeños o
musulmanes, que se juntan en torno a su cultura para recrearse en lo
único que conocen. Compartiendo su música y sus costumbres se
sienten cómodos y seguros.
Los seres humanos estamos separados por nombres,
ideologías, creencias, profesiones, nacionalidades, límites geográficos,
casas, muros. Un sin fin de delimitaciones que nos confinan a una
prisión, en la que no podemos vernos, al estar identificados con ella.
Y así surge la enemistad o el rechazo frente a otros grupos a los que
no pertenecemos.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La separación, los límites, las fronteras, los lindes, son la base
y el origen de miles de guerras. Es la esencia del conflicto humano.
La mente ha creado al “yo” y este ha sido el creador de esta
civilización belicosa, sádica, tirana y autodestructiva que conocemos.
Todo lo artístico, lo espiritual, lo sensible y delicado que invita
a la unidad, a la armonía y a la paz, han sido infiltraciones de la
esencia pura, divina y eterna que se ha colado entre las grietas del
“yo”. Porque conservamos esa esencia universal de la que emergen los
valores individuales y es como un volcán que quiere manifestar su
poder.
Por esa razón el “yo” tiene que ser muy consistente, para no
ser desplazado por el poder de la verdadera naturaleza. La identidad
es el dique que contiene y reprime la verdadera naturaleza de nuestra
esencia.
Gabriel Pombo Da Silva es un anarquista gallego que
pertenece a un movimiento internacional de izquierda radical. Estuvo
veinte años en prisión, de los cuales trece en aislamiento por presunta
pertenencia a banda armada o grupos terroristas. Ese aislamiento
dentro de una cárcel es una verdadera tortura, pues no se tiene
contacto ni siquiera con los carceleros. Dentro de una celda, solo y
durante años, tuvo la posibilidad de profundizar en muchos temas
que escribió en su libro “Diario e Ideario de un delincuente”.
Allí cuenta cómo reflexionó acerca del “yo”.
‚Estar preso es acostumbrarse a uno mismo, explorarse y conocerse.
Esta soledad y este aislamiento me están devorando por dentro.
Cuando me criminalizaron (dijeron que yo era un criminal), me
apartaron del cuerpo social al que pertenecía, dejé de ser un ciudadano con
derechos básicos y me convertí en un trozo de mierda.
Me comencé a preguntar si lo que llaman ‚yo‛ tiene algo propio,
algo que no sea la suma de lo que hemos oído, leído o pensado. Somos la suma
del pasado. Aparte del nombre propio, el número de DNI , Seguridad Social y
cuenta bancaria ¿quién soy yo? ¿Es el ‚yo‛ una cosa fija, segura y estática o
inestable y fr{gil? El ‚yo‛ es como la vida, como las ideas, como el amor o el
cosmos; algo dinámico, relativo, coyuntural, sujeto al tiempo a los espacios, a
la materia, la física y la química.
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Yo soy yo, pero si me es difícil hablar de un ‚yo‛, m{s aún hablar de
‚nosotros‛.
Gabriel Pombo Da Silva, independientemente de sus
presuntos delitos o ideales, está en la misma celda que todos los seres
humanos.
El “yo” es lo que creemos ser, es lo que nos mantiene esclavos
a nosotros mismos. El cautiverio es de la mente a través del “yo” y es
una realidad humana perfecta así como es. No podía ser de otra
manera. Por eso afirmo que nacer y vivir dentro de tantas
limitaciones es una verdadera maestría que tarde o temprano
tendremos que aceptar, comprender y trascender.
El libre albedrío es sólo una cualidad de la conciencia, de
poder elegir libremente lo que queremos, nos equivoquemos o no.
Pero la repercusión de la conciencia ha sido mucho más profunda,
porque elegir supone tener una inteligencia y la capacidad de
evaluarlo todo.
Por una parte es una desgracia existencial, pues ¿Cómo
asumir que moriremos? ¿Cómo comprender la eternidad, que nunca
hubo origen ni habrá final? ¿Cómo aceptar todas nuestras
limitaciones? Por eso afirmo que tener conciencia es un infierno, pero
ser conscientes es el Paraíso, porque es la oportunidad de contemplar
todo lo que existe y comprenderlo. Llegar a comprender incluso que
hay cosas incomprensibles y misteriosas, sorprendernos y
maravillarnos de la creación y aprovechar la Vida como camino de
realización y de reencuentro con el origen de todas las cosas.
Pero esta opción no ha sido muy desarrollada por la
conciencia humana. Más bien nos hemos inclinado a evadirnos, a
distraernos, a huir y, sobre todo, a suicidarnos de una y mil maneras.
Vivimos en una contradicción constante, porque queremos
vivir más, pero creamos todo tipo de cosas que consumimos y que
acortan nuestra vida y la del Planeta, como si quisiéramos que todo
esto se acabara lo antes posible.
De hecho es lo que siento en mi corazón cada día estando en
prisión: ‚que esto se acabe ya mismo por favor‛.
Y los humanos inconscientemente lo deseamos, porque
percibimos la existencia como una esclavitud y al Mundo como una
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
hostilidad. Utilizamos la Vida para tratar de liberarnos, pero estamos
tan atrapados en el “yo” y en la “sociedad” que nos deprimimos, nos
frustramos, y explotamos individual y socialmente de muchas
maneras.
Hoy vino a hablar conmigo un muchacho de Sierra Nevada en
África, y me contó que para poder salir del infierno donde vivía, tuvo
que dedicarse a las drogas, lo que le llevó a recorrer casi todo el
mundo. Y en esa travesía pudo comprobar que todas las personas
están desesperadas, buscando algo que no logran encontrar, llenos de
enfado e insatisfacción y que las drogas sólo calman esa desdicha.
Pero esto no sólo le sucede a los seres humanos. Todo ser con
conciencia tendrá el mismo conflicto, de sentirse atrapado en
limitaciones y a la vez separado del Todo. Por eso es lógico y
coherente que hayamos creado un “Yo” y una “sociedad”.
Sigmund Freud afirmaba que el ser humano es antisocial y
que la sociedad debe domesticarle (domarle), moderar sus impulsos
básicos y concederle algunas satisfacciones en aquellos impulsos que,
por ser de carácter biológico, no se pueden extirpar. En resumen, que
el individuo es reprimido por la sociedad y como consecuencia de la
represión de los impulsos naturales, se produce una transformación
en tendencias culturales.
La cultura es la manifestación de la represión. La cultura
también es una gran cárcel, por eso la protegemos tanto.
El padre de la psicología moderna llamó a este fenómeno
‚sublimación‛, esa extraña transformación de la represión en cultura.
Por eso en la sociedad, cuanto mayor sea la cultura, mayor
será la represión y más posibilidades de trastornos neuróticos. Si el
volumen de represión es mayor que la capacidad de absorción, los
individuos se vuelven neuróticos y se hace necesario concederles una
merma en la represión, darles un poco de libertad, como si le
soltáramos la cuerda al animal para que vaya un poco más lejos, o nos
podría atacar.
101
Eso es lo que vienen haciendo todos los gobiernos y familias
del mundo; darnos un poco más de cuerda para que creamos que
somos libres, pero sólo nos han agrandado un poco la jaula.
Necesitamos ver la ignorancia para salir de ella. En realidad
nos tenemos que animar a ver cara a cara todo aquello de lo que nos
queremos liberar. Porque el problema real no es la esclavitud sino la
imposibilidad de verla y reconocerla. Y el mejor método para superar
o vencer algo es conocerlo muy bien.
Vivir y sentir las limitaciones para superarlas
Es indispensable que atravesemos este pantano de
incomprensión, con respecto a las limitaciones que nos toca
experimentar en la vida.
Ha habido muchos Maestros que, en diferentes épocas, nos
mostraron esta realidad y nos indicaron el camino de salida.
Un día, un Maestro que estaba reunido con sus seguidores
dijo: ‚Aunque no lo sepa, cada individuo se encuentra limitado por el
nacimiento, por la educación o por su propios deseos, de una forma u otra‛.
Entonces uno de los presentes dijo: ‚Yo no me considero
limitado, tengo y hago todo lo que quiero‛.
El sabio maestro sonrió y le dijo: “La limitación se encuentra a
veces incluso en el hecho de no sentirse limitado‛.
Esa misma tarde, el discípulo y el Maestro caminaban sin
rumbo fijo, y al pasar por debajo de un árbol de membrillo, el sabio
tomó un fruto y se lo ofreció. “No me gustan los membrillos‛ dijo el joven.
‚Limitación‛, replicó el sabio.
Reemprendiendo la marcha, el discípulo vio un ciruelo. ‚Qué
hermosas frutas, me encantan las ciruelas‛, exclamó.
El sabio repitió: “limitación‛.
El discípulo todavía no comprendía que, siendo libre, en
cualquier momento te puede gustar algo que no conoces o que no te
gustaba.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Luego pasaron por un río, el agua se deslizaba apaciblemente
y los cisnes nadaban acompañando el fluir de la corriente; en la orilla
había árboles, flores, y en el agua maravillosos reflejos. El discípulo
dijo: “¡qué belleza!, ¿verdad?‛, a lo que el maestro respondió:
“limitación‛.
Al cruzar el río vieron el cuerpo de un hombre al que habían
apaleado y desvalijado.
‚¡Es horrible!‛ exclamó el discípulo.
Y una vez más el maestro dijo tranquilamente: ‚Limitación‛.
El discípulo comenzó a comprender que definir las cosas
también es una limitación. Toda descripción está limitada por la
interpretación de quien describe y por sus palabras.
En ese paseo el maestro tuvo que usar constantemente la
palabra ‚limitación‛. Entonces el discípulo se preguntó qué tendría
que decir para obtener otra respuesta.
Pasaban por una granja donde los niños jugaban en el patio,
mientras los padres los miraban tranquilamente sentados en un
banco.
El discípulo se detuvo y contempló la escena con placer,
percibió la sensación de alegre libertad de esa familia en ese momento
y esa libertad que vio fuera y que no definió con palabras se le
despertó dentro.
El maestro dijo: “¡eso es armonía!‛ El discípulo sorprendido le
dijo: ‚pero si yo no he dicho nada‛. A lo que el maestro contestó: “es
verdad, pero has vivido la armonía‛.
Cualquier definición es una limitación. La armonía no sólo
estaba en el paisaje, sino que también en la quietud interna del
observador.
El camino avanzaba tanto como el nivel de conciencia del
discípulo. Al llegar a otro punto del río, vieron una roca en medio de
la corriente; el agua chocaba contra ella con furia y saltaba por el aire,
cubriéndola por completo.
‚Mira esa roca, es una imagen de armonía; el agua intenta empujar
a la piedra con violencia, la golpea con dureza y quiere apartarla, pero la
piedra no contraataca, deja que el agua pase, por encima, por los lados, pero
103
no se mueve ni se enfada, y el agua fluye libremente, sin dificultad y sin tener
que pelear con la roca. ¡Eso es armonía!‛ dijo el discípulo dando a
entender que había comprendido. Y se quedó observando la roca y el
agua con expresión abstraída, fundido en el sentimiento.
Entonces el Maestro añadió: ‚la Naturaleza es la clave que lleva a
la comprensión de la naturaleza humana, ya que está en el Hombre tanto
como en el vergel o en la corriente de un río. Lo puedes sentir o ver,
observando el crecimiento de las plantas, el impulso del fuego, el agua fresca,
el viento dispersando las semillas o la tierra toda, permitiendo el nacimiento
de tanta belleza. Asimismo el ser humano es fuego, tierra, aire y agua; es
invierno, primavera, verano y otoño, pertenece a la naturaleza y, cuando vive
en armonía, comprende la paz que en ella existe‛.
Y continuaron por el camino.
¿A dónde vamos? preguntó el discípulo.
¿Por qué hay que saber a dónde vamos? dijo el maestro.
Para saber cuando hayamos llegado.
Vamos justamente a donde estamos ahora, respondió el maestro.
En ese caso detengámonos porque hemos llegado.
Y el maestro respondió ¡no! porque vamos justamente a donde
estamos ahora, pasando a lo largo de toda nuestra vida.
¡Qué maravilla de mensaje!
Mente cósmica y mente humana,
la grandeza y la pequeñez
La mente humana, a lo que llamo el banco de memorias que
produce identificaciones e identidades, es muy joven; tiene apenas
unos cuantos millones de años.
Pero la conciencia es eterna, y también está en nosotros. Es
una realidad subatómica; está más allá de lo que se puede ver, medir o
tocar.
La mente y la conciencia se parecen en el hecho de que no
tienen masa, no pesan, no ocupan lugar, son interacciones energéticas.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Por eso algunas escuelas místicas llaman “Mente” con mayúscula a la
conciencia cósmica. La “mente” con minúscula, al estar atrapada
dentro de un espacio material finito y limitado, ha creado una
identidad acerca de sí misma. O mejor dicho le ha hecho creer a quien
la contiene que es ella. Por eso afirmamos que somos la mente, o que
somos lo que pensamos; lo cual no es correcto. Eso es hacernos
diminutos comparados con nuestra grandeza interior.
La mente ha tomado el poder sobre los seres humanos, pero
es una recién llegada al lado de la eternidad de la conciencia. La
existencia toda, es pura conciencia; no hay identificación ni
identidades. Esto supone una espontaneidad de máxima pureza, que
a través de la educación no nos permitieron desarrollar.
Ningún “yo” puede ser espont{neo pues est{ programado.
Ser espontáneo es no tener dependencia del pasado ni de lo conocido,
es no estar enganchado con lo aprendido ni influenciado por el futuro.
La espontaneidad es el canal a través del cual podemos descargar
nuestra abundancia interior. Pero todo el entorno está montado para
que nos contengamos, nos reprimamos, nos guardemos u ocultemos
las cosas. Estamos reprimidos y condicionados por el yo y la sociedad
y por eso somos como una olla a presión.
Los seres humanos hemos construido una jaula sin barrotes,
una cárcel sin muros, una celda sin puerta y en ella estamos presos.
El miedo y la culpa nos controlan y nos dominan
El miedo y la culpa nos tienen atrapados. Son la esencia del
“yo”, las dos columnas que lo sostienen, una coraza energética que
nos atrapa.
El miedo nos dice que no salgamos a cielo abierto porque hay
muchos peligros y riesgos, entonces nos aprisiona en el sentimiento de
105
inferioridad ante lo desconocido, nos hace ver la libertad como algo
peligroso y amenazante, para que se nos active la desconfianza.
La culpa nos dice que si salimos a volar en libertad
quebrantaremos una norma, haremos daño, iremos en contra de lo
que nos enseñaron y está establecido, por tanto tendremos que pagar
alguna pena, y que si nos atrevemos a ser libres seremos castigados.
Entonces nos aprisiona en el sentimiento de rechazo que tendremos
que padecer si hacemos lo que no esté aprobado por la sociedad.
Una dupla perfecta para dominarnos y someternos, a tal
punto que renunciamos a la posibilidad de salir en libertad hacia lo
desconocido.
Tanto el miedo como la culpa apuntan a lo mismo, son dos
caras de la misma moneda.
La dimensión en la que nos movemos está limitada por la
ausencia de libertad y confianza (lo que produce miedo) y la ausencia
de amor e inocencia (lo que produce culpa), y esto se manifiesta en
nuestros actos cotidianos de muchas maneras, y hace nuestra vida
muy pobre y desgraciada, insatisfecha y frustrada.
Hemos errado el modelo a seguir. En lugar de impulsarnos
hacia lo expansivo, optamos por la retracción y el encogimiento, cosa
que no es compatible con nuestra verdadera esencia.
Pero al ser humano, que tiene la posibilidad de la conciencia,
le surge el impulso natural de crecer y superarse, y el conflicto sucede
cuando tenemos que conformamos al modelo basado en el miedo y la
culpa, a raíz del cual la especie humana está sumergida, y sólo
podemos sentirnos limitados, esclavizados, aislados, impotentes,
insignificantes.
Y de todas estas apreciaciones de la realidad, surge un “Yo”
castrado y fracasado que intenta realizarse y fortalecerse gracias a una
grandeza oculta y reprimida.
Por eso competimos, nos comparamos, buscamos el éxito,
queremos triunfar, luchamos por conseguir medallas de honor,
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
trofeos, y todo tipo de galardones, que exponemos para hacer ver lo
grandes que somos.
Todo proviene de un gran complejo de inferioridad. Y, de
hecho, la frustración está garantizada porque, en el mejor de los casos,
obtendremos alguna satisfacción limitada, tan efímera como un
bostezo.
Esa es la historia humana, una búsqueda desenfrenada por un
anhelo de hacernos grandes y poderosos, escasamente alcanzable,
puesto que surge de un “yo” inferior, insatisfecho y desdichado.
Las cárceles están llenas de hombres ambiciosos (como los hay
en todas partes), cuyo deseo de poseer recursos materiales les lleva a
cruzar una frontera, arriesgando su libertad. Esclavos de querer “tener
poder” de manera f{cil y r{pida.
El secreto de la liberación de nuestra esencia grandiosa e
infinita, está en la reconexión de lo interior y lo exterior, la que es
eterna porque desde siempre han estado unidos.
El espíritu humano se desenvuelve en la Vida como pez en el
agua, porque son la misma cosa. La Vida es una oportunidad de
realización del espíritu pero, para que ello suceda, hay que arrancarle
del agua, desgarrarlo de su medio. Entrar en la materia es como un
desgarro para el espíritu, porque se lo saca de su conexión con la
Fuente, lo cual es un choque tremendo con el entorno material.
Si se saca a un pez del agua y se le da conciencia, se dará
cuenta de que hay un límite entre él mismo y el medio en el que vive.
Antes pensaba que todo era lo mismo, como un feto en el vientre de
su madre, ¿qué puede saber de separaciones? Pero, al tomar
conciencia de dicha separación, aprende a diferenciar lo interior de lo
exterior, lo real de lo irreal. Y ese aprendizaje nos hace divisar y
diferenciar, para luego poder unir e integrar. Es el juego y el desafío
de la vida.
107
El problema es que, desde la materia, creamos una realidad
virtual, porque sólo tenemos ojos para ver lo material, mientras lo real
no logramos verlo.
Un texto de los cantares mexicanos dice: ‚Venimos a la tierra a
dormir y soñar; y al morir realmente despertamos, y regresamos allá de donde
somos y venimos‛.
De las queridas etnias Putumayas del Amazonas colombiano,
me han llegado algunos dichos inolvidables. Al “taita”, Pacho
Pinguaje, curandero de la etnia Siona –en el Bajo Putumayo–), quien
vivió hasta los 95 años, le oí decir varias veces: ‚El ambiente de los
espíritus que nos rodea durante una sesión de Yajé, es la realidad verdadera y
más profunda de las cosas, mientras que el llamado ‘mundo real’ es tan sólo
una ilusión‛.
Buda y otros Maestros afirmaban más o menos lo mismo:
“Nuestro Ser pertenece a otro mundo o realidad no ordinaria y nuestra vida
es un sueño o ilusión.”
Todo lo que nos planteemos solucionar, que no provenga de
la raíz y del origen de todas las cosas, no tendrá solución.
El “yo” es el problema, es la enfermedad, es el conflicto, pero
no hay que luchar contra él. Si no estamos conformes con nuestra
propia celda, no ganaremos nada destruyéndola, no es sano
maltratarla, sino trascenderla, y eso puede suceder desde la conciencia
que lo observa todo. Es una locura pensar en matar el “yo” o “ego”.
¿Cómo voy a proponerte el derrumbe del ego siendo yo
argentino? Sería como suicidarme. Pues, como dice Luis Racionero:
‚El ego es ese argentino que todos llevamos dentro‛.
Mi propuesta, en cambio, está relacionada con no hacer nada
al “yo”, ni a favor ni en contra, pues todo lo que se haga lo fortalecer{,
incluso el querer destruirlo lo agrandará.
Mi “tesis psicosocial” consiste en alejarse de la sociedad como
consecuencia de un acercamiento a uno mismo, encontrando espacios
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
de silencio y soledad para conocernos. Pero sin que ello suponga un
aislamiento de la sociedad, sino más bien un reencuentro con aquello
que nos pertenece y que está vinculado con cada individuo, lo que nos
puede conectar con la sociedad desde un lugar compasivo.
En la cárcel se puede distinguir muy claramente lo real de lo
irreal, porque no se está sumergido en la sociedad; como al sacar al
pez del agua.
La clave para liberarnos de las cadenas de la ignorancia es
reconocerla y vernos a nosotros mismos inocentes, con ojos limpios,
sin juzgarnos, y penetrar en nuestros preciosos valores.
No se trata de hacer nada con las cadenas, la celda o la cárcel,
que son la casa donde hemos pasado la vida entera, lo que conocemos
y nos da seguridad, pero si un día llegamos a vernos en profundidad,
ya no podremos seguir atrapados allí.
Hoy estuve observando un pájaro dentro del comedor, que
volaba de una punta a otra; lo he visto varias veces. Y me preguntaba
qué hace un pájaro libre dentro de una cárcel.
Las ventanas estaban cerradas, así que fui a decirle a uno de
los que limpian y ordenan el comedor si podía abrir una, para que el
pájaro pudiera salir. ‚No, no hace falta, no se va, me dijo, ya lo hemos
intentado, incluso ya hizo su nido ahí, detrás del alta voz. Aquí tiene calor y
comida segura‛. Entonces pensé que tal vez los pájaros también olvidan
su esencia.
Del mismo modo, la psiquis humana se acostumbra a lo
cómodo, se acomoda a lo conocido, se siente segura en lo que no le
exige ningún esfuerzo y se olvida de su origen y su esencia.
Estos días conocimos un nuevo caso de una niña que fue
secuestrada a los diez años y fue violada por su secuestrador durante
18 años. Permaneció en una tienda de campaña al fondo de la casa,
tuvo dos hijas como producto de esas reiteradas violaciones y, para
sorpresa de todo el mundo, ahora se sabe que esa niña se acostumbró
a todo aquello e incluso se enamoró de su secuestrador, por lo que
109
nunca intentó escapar. Y ahora, que la separaron de él, está en
tratamiento psicológico por el dolor de la separación.
Este es sólo un ejemplo para que veamos lo manipulable que
es el “yo”; le gusta ser sometido, porque de ese modo se siente seguro.
La libertad anularía al “yo” y sería como morir.
Pero se puede salir de esta macabra realidad, fuerte y
aplastante, para vivir en completa libertad, sin romper nada y sin
siquiera fugarnos de la cárcel, porque si nos escapamos de una cárcel,
inevitablemente caeremos en otra.
Por eso, a medida que la vayamos descubriendo, viendo que
no es compatible con la esencia expansiva, observando cómo nos
limita y sintiendo la opresión que nos produce en contra de nuestro
anhelo de volar, la cuestión es que la cárcel en donde estemos caiga
por sí sola.
Pero es el cautiverio de una mente diminuta que no tiene
experiencia y no sabe qué hacer con algo tan grande y tan
impredecible como la existencia, la eternidad, lo desconocido, la
libertad nos deja adentro, atrapados en lo insignificante,
controlándolo todo.
Un día se acercó Marcos a mi mesa de trabajo y estuvo
observándome mientras escribía textos acerca del amor y el corazón.
‚Si yo activara mi sensibilidad no podría dedicarme a lo que me dedico,
porque mi trabajo requiere justamente lo contrario ¿Cómo vas a matar a
alguien con sensibilidad?‛ me dijo.
La sensibilidad es una de las cualidades más preciosas de la
conciencia, por tanto es necesario dejarla de lado para cometer actos
inconscientes, originados por el acostumbramiento o la esclavitud a lo
aprendido.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Lo llamativo es que Marcos hace Yoga diariamente, lee libros
de Yoga, investiga técnicas, como él dice, para mejorar su trabajo. El
Yoga le ayuda mucho para hacer lo que hace afuera y para soportar
los períodos en que está adentro. Porque el yoga no transforma al ser
humano, sino que mueve la energía y la equilibra para ser utilizada en
cualquier cosa, aliviando la carga.
La meditación, en cambio, va mucho más allá y es algo muy
diferente al Yoga. ‚Meditación‛ y ‚medicación‛ son similares; una cura
el cuerpo y la otra el alma.
Sabiendo que sólo viéndose a sí mismo saldría de su
cautiverio, le propuse que investigara en la meditación y para eso le
presté varios libros. No sólo los leyó; los escudriñó, apuntando lo que
más le interesaba, para luego hacerme preguntas, con una sed
tremenda de aprender algo nuevo.
De a poco fue comprendiendo lo que supone la meditación,
pero entró en una especie de bloqueo, porque al comenzar a verse a sí
mismo objetivamente, se le empezaron a mover cosas que estaban
muy bien acomodadas. Tambalearon muchas cosas aprendidas y se
planteó ciertos cambios que se suponían inadmisibles en un hombre
como él, dedicado a delinquir.
Un día me dijo: ‚me estoy dando cuenta de que ya no reacciono
como antes. Observo, dejo pasar un tiempo antes de actuar; en otro tiempo
habría hecho una locura, pero me di cuenta de que no tiene sentido‛.
Eso es justamente lo que nos regala la meditación cuando
activa la conciencia y nos permite vernos como testigos de nosotros
mismos, sin ninguna identificación. Vemos nuestra propia tontería,
nuestras cárceles, nuestras celdas y cadenas y comenzamos a
vislumbrar que somos nosotros quienes estamos sosteniendo esa
esclavitud. Y sobre todo que, aunque haya sido impulsada por la
familia, el entorno, la sociedad, el pasado o lo aprendido, podemos
liberarnos de ella, desde el propio poder de elegir la libertad.
111
A Marcos le dijeron: ‚Alberto te ha comido el coco o te va a lavar el
cerebro‛, pero no es cierto, la meditación es lo que lava todos los
cerebros que nos controlan desde adentro. Porque al observar
nuestras propias mentiras se caen por sí solas.
El “yo” es la mayor mentira; crea personajes, m{scaras,
identidades falsas, para que nos relacionemos desde lo que nos
enseñaron, pero no desde lo que verdaderamente somos.
La mentira necesita de muchas mentiras para no ser
descubierta y para ello usa muchas caras o maneras de presentarse en
sociedad; la personalidad es la suma de todas esas máscaras.
“Per‛ proviene de m{scara, y “sona‛ de sonido; el significado
de ‚persona‛ sería: el sonido que proviene desde detrás de la máscara.
La personalidad es pura mentira acumulada a la forma más
conveniente de presentarnos en sociedad.
La verdad no necesita de “m{s-caras”, ni siquiera necesita de
otras verdades que la defiendan. Una sola verdad es tan poderosa que
puede destruir miles de mentiras. Lo verdadero no necesita ayuda ni
apoyo ni impulso; se expande por sí solo, se manifiesta a través de la
presencia de quien vive la verdad. Su aroma viaja mágicamente por el
tiempo y el espacio en total libertad.
La verdad es autónoma, la mentira es dependiente.
La sociedad es la gran secta mundial
El “yo” que ha sido creado por la mente, cuenta con una
“sociedad” que vigila que nadie se escape, por eso cuando alguien
hace algo a favor de la libertad corre muchos riesgos.
Mucha gente me ha dicho que cuando han hecho algo que ha
cambiado su vida para bien, en su entorno le han dicho: ‚te habr{s
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
metido en una secta‛. Así es como nos meten miedo y culpa, porque la
sociedad ve como una secta todo lo que no le parece normal. Pero la
gran secta mundial es la misma sociedad, de la que es muy difícil
escapar. Porque, si lo intentamos, nos salen a buscar
desesperadamente para recuperarnos, y si no lo logran, nos condenan,
tratándonos como si fuéramos subnormales.
Y no se perdona que un tonto deje de serlo.
Es cierto que hay muchas sectas en el mundo, pero todas
funcionan igual que la sociedad: usan el miedo y la culpa como pilares
para anular la personalidad de sus adeptos, o la capacidad de decidir
por sí mismos.
En el año 2006, cuando vivía en San Sebastián, fueron a mi
casa los de la televisión vasca para hacerme una entrevista, pues,
según decían, yo tenía una secta.
Mucha gente iba a mi casa a realizar sesiones grupales
terapéuticas con ayahuasca. Entonces les invité a que una noche
estuvieran presentes en una sesión, para que filmaran todo y hablaran
con cada uno de los participantes.
Cuando el periodista me preguntó si eran ciertos los rumores
que me señalaban como el líder de una secta, declaré: “Sí, es verdad que
tengo una secta y que soy el líder de dicha secta, pero no es cierto es que tengo
cientos de adeptos o seguidores; mi secta tiene un solo feligrés, que soy yo, y
no admito ni un sólo discípulo más. A quienes vienen a estar conmigo o a
hacer alguna de las terapias, les propongo que se sigan a sí mismos, porque yo
no quiero ni necesito tener seguidores. Tener discípulos es una carga
insoportable y conmigo ya es suficiente.
Si alguien quiere seguirme o formar parte de esta secta, ha llegado
tarde, pues el único cupo lo he cubierto yo‛.
Todo esto fue emitido por la televisión en un programa que se
llama Kalaka que significa “discusión”, y en el cual había quienes me
113
atacaban y quienes me defendían, pero yo no fui invitado al programa
y era el tema principal.
Sin estar presente, fui sentado en un banquillo de acusados y
todos opinaron acerca de mí. Entre ellos, un psicólogo, con la cara
cubierta para ocultar su identidad, me atacaba usando todo tipo de
argumentos en mi contra.
Me di cuenta de que creaba una gran incomodidad social,
simplemente por proponerle a la gente liberarse de sus adicciones,
dependencias, apegos y amos.
Pero esa liberación no suponía el ingreso a ninguna secta ni a
ningún grupo terapéutico, aunque era eso lo que la gente andaba
buscando, como si en el fondo quisieran ser atrapados.
Una terapia de la que no puedes salir, es una adicción; una
pareja de la que no puedes despegarte, es una adicción; una religión
de la que no puedes alejarte, es una adicción; una idea anarquista que
te tiene atrapado, es una adicción.
Pero también nos puede dominar una emoción, un deseo, una
amenaza, una madre, una norma, una promesa, un compromiso, una
ideología, el pasado... Infinitas cosas ejercen dominio sobre nosotros.
Es la realidad llena de limitaciones, de la que tendremos que escapar
si pretendemos ser libres.
Reconciliar: errar es divino y perdonar es humano.
Quiz{s desde mi “yo superior”, mi “ser”, la “conciencia” o
como le quieras llamar, haya desarrollado esta tesis existencial.
Siempre se ha dicho que ‚errar es humano y perdonar es divino‛. Pero en
una celda de la prisión de Valdemoro encontré una frase que dice
exactamente lo contrario: ‚Errar es divino y perdonar es humano‛.
En ese momento pensé que quién la había escrito culpaba a
Dios de su situación o bien había comprendido algo muy profundo.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
De largas horas de meditación acerca de esas palabras, nació
mi tesis. Lo he comprendido en prisión y lo puedo demostrar porque
lo he vivido. Me di cuenta de que los papeles están invertidos.
¿Y si el error no lo hemos cometido los humanos, sino quien
nos creó? Y si es así ¿de qué sirve echarle la culpa a la creación o a
Dios?
Esta tesis no apunta a demostrar quién es culpable de la
situación que vivimos, sino a trascender toda culpabilidad. Y para
llegar a ello lo primero que tenemos que hacer es quitarnos la culpa de
encima, porque es muy pesada para un ser humano débil e indefenso,
y culpar a quien nos creó; a la Vida, a Dios o al destino, y entonces
perdonar el error y reconciliarnos.
A partir de ahí podemos regresar a la vida cotidiana, tal como
es, transitándola con dignidad, a pesar de todos los inconvenientes
que se nos puedan presentar.
El perdón es algo que tenemos que vivir a cada momento,
porque la posibilidad de interpretar que algo está mal nos
acompañará toda la vida. El perdón dejará de ser necesario cuando
lleguemos a comprender, desde el corazón, que en verdad no hay
ningún error. Entonces nos liberaremos y liberaremos a la creación de
toda culpa.
Para llegar a ese nivel de conciencia, tenemos que pasar por
un proceso. Diseñé esta tesis existencial para apoyar a todos los que
quieran hacer este camino de reconciliación con la vida.
El espíritu eterno, o la conciencia que inunda todo el
Universo, es una gran inteligencia que evoluciona en el plano
material, gracias a la fricción y tensión que aquí se experimenta.
La materia es el desecho de la energía o, dicho de otra manera, es
energía de muy bajo nivel vibratorio, algo así como basura cósmica.
Supuestamente no pueden coexistir la conciencia y la materia, pues la
115
conciencia es sutil e intangible, y la materia concreta y tangible. Es el
encuentro de lo eterno y lo efímero en un espacio-tiempo.
La materia también volverá a ser energía pura, pero en la vida
humana tiene forma y limitaciones, las que entran en conflicto con la
naturaleza de la conciencia.
Más allá del cuerpo, de las emociones y de los sentimientos,
del alma y del espíritu, somos conciencia. En ese sentido, estamos
metidos dentro de la materia bajo forma humana, atrapados en un
sinfín de limitaciones, y mientras nos contenga la materia, no somos
más que desecho del cosmos.
Toda la Tierra ha sido dominada por el Hombre y se ha
convertido en una proyección de su ego. Los hombres y mujeres no
somos humanos, hemos perdido la humanidad original, o aún no
hemos llegado a alcanzarla.
La Humanidad es quien tiene la oportunidad de reunir a la
conciencia y su infinitud en una dimensión insignificante y limitada.
El ser humano tiene la posibilidad de reunir la energía y la Divinidad
en un plano finito. Pero para ello tendremos que superar la
inconsciencia, en la que estamos predispuestos a caer por la
ignorancia. Ese es el gran reto.
Una de las pruebas de nuestro atraso es que frente a las
situaciones cotidianas reaccionamos de la misma forma que hace
30.000 años o más, cuando estábamos frente a un animal peligroso. La
diferencia es que ahora cualquier cosa, por más insignificante que sea,
activa un miedo que no es real, sino creado por nosotros mismos. Si la
vida no está en riesgo, no es natural sentir miedo. Y así vivimos
estresados por infinitas estupideces.
Visto desde esta óptica, hemos involucionado, hemos ido
hacia atrás.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Desde lo natural podríamos haber ascendido a lo
sobrenatural, gracias a la conciencia, pero hemos descendido a lo infra
natural, por el atascamiento de la inconsciencia.
Si observamos objetivamente al Hombre de hoy, podemos
constatar lo estúpido que es comparado con el que habitaba la Tierra
hace miles de años. No digo que el pasado haya sido mejor, sino que
actualmente estamos peor.
La percepción de que todo va mal y de que las cosas
empeoran, no es una idea pesimista sino realista. Pero no para
desilusionarnos, sino para desafiarnos a tiempo, antes de que
acabemos con esta oportunidad.
Podemos usar o no la oportunidad de la reconciliación.
Reconciliarnos con la creación sería como perdonar a nuestros padres
por habernos traído a este mundo.
El día que los humanos perdonemos a Dios entraremos en
armonía. Porque no es Dios quien me tiene que perdonar, sino yo a él.
Eso es reconciliarme con la creación.
‚Errar es divino”.
El error, voluntario o no, cometido por la divinidad o por la
creación, es habernos dado la posibilidad de la conciencia a un grupo
minúsculo de sujetos materiales, los Humanos, que habitamos este
minúsculo Planeta. La Tierra ha sido el escenario del desastre, las
pruebas de cómo hemos usado la conciencia para matar están a la
vista. Esa ha sido la actividad fundamental; matar a seres de nuestra
misma especie. Ya sea por ideología, ambición, avaricia, envidia o
indiferencia, la cuestión es que millones de seres humanos están
muriendo de hambre, habiendo comida para todos, y otros millones
están muriendo de enfermedades habiendo medicamentos para todos.
Todos estamos matando, TODOS SOMOS UNOS
CRIMINALES ¿o no lo queremos reconocer?
117
Si somos capaces de verlo surgirá la necesidad de buscar
algún culpable. Pero nosotros no somos los culpables, la existencia nos
ha hecho así.
Eso es perdonar; comprender que las cosas son como son, sin
pretender ninguna explicación. Así es cómo comienza la liberación.
Perdonar es pasar de la esclavitud del rechazo a la libertad de
la aceptación. Y, a partir de ahí, los seres humanos podemos
observarlo todo sin juzgar, como testigos, e incluso podemos meditar
en el infierno que nos toca atravesar por unas cuantas décadas de
vida.
‚Si crees que eres libre no podr{s escapar‛, George Gurdjieff.
‚En cuanto reconozcas que estás en prisión, no podrás tolerarlo
porque va en contra de tu dignidad y empezarás a buscar el modo de salir de
ella, estás rodeado de una gran cantidad de esclavitudes y cadenas pero ,si
crees que est{s en libertad, quedar{s encarcelado‛, Osho.
La culpa es la base de la esclavitud; si sentimos que no nos
merecemos la libertad es porque nos consideramos indignos.
El ego está lleno de culpa.
Durante toda la historia de la Humanidad nos han hecho creer
que merecemos esta tortura, esta vida limitada y llena de sufrimiento.
Ese ha sido el ardid que desde siempre han usado los dueños del
mundo para que renunciemos a recuperar la libertad. Nos han hecho
sentir culpables e incapaces de ser libres, ya que si tuviéramos la
libertad, la usaríamos para dañar.
Al recuperar la inocencia a través del perdón, nos liberamos
de la culpa y vuelve a nosotros la dignidad, que es lo que nos
permite ser leales con nosotros mismos, respetándonos como seres
puros y sagrados.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La inocencia y la dignidad sustituyen a la culpa, que tenía
parte del poder. El amor y la confianza sustituyen al miedo, que tenía
la otra parte del poder.
Y de pronto, sin hacer nada, nos liberamos.
No podíamos ver el miedo y la culpa, porque estaban tan
cerca que éramos “aquello”. Pero un día tomamos distancia, nos
hemos visto con ojos limpios y comprobamos que son una mentira;
intrusos invisibles de nuestra propia vida.
Entonces, nace el fluir, que es dejarse ir, permitir que suceda
lo que tiene que suceder.
Y no tendremos ningún control sobre todo lo que nos ocurrirá;
esa es la ley de la libertad. Ponernos en las sabias manos de un destino
desconocido, devolvernos al misterio.
Muchas veces la vida nos parece una mierda en la que todo va
de culo y, como vivimos atrapados en una identidad y sus
consecuentes limitaciones, creemos que alguien ha diseñado nuestro
destino.
Pero no es así, porque no hay ningún ente cósmico inteligente
que produzca destinos predeterminados.
Todo es un gran misterio, cada ser humano vibra en una
determinada frecuencia, como resultado de infinitos factores que
deberá conocer para tener dominio propio y superarse a sí mismo. De
esos factores emerge su destino.
Somos los creadores de nuestra propia realidad, por tanto sólo
podemos salir de ahí por nuestros propios medios, siendo conscientes
de nuestra conciencia. Es así que se recupera la libertad.
119
Hay pulgas saltando sobre la mesa en mi celda de la cárcel de
Valdemoro, asignada con el 101. Unas cuantas cucarachas buscan
desesperadamente algo para comer.
Me miro a mí mismo y miro el cielo infinito ahí afuera, tras las
rejas, como el hogar del cual vengo y a hacia el cual voy.
Me vuelvo a mirar, siento el frío que hace aquí; miro mis
manos, las toco y siento la vida en ellas, como una oportunidad
maravillosa para ser testigo de todo este juego cósmico.
Siento algo dentro de mí que no puedo describir y que me da
el poder para encontrarle el sentido a una vida que parece no tenerlo.
Sólo la búsqueda de la libertad hace aparecer mágicamente el
sentido de la vida.
121
La esclavitud del libertinaje
El elevado e inevitable precio del desenfreno inconsciente
¿Qué caminos tomamos ante la represión, la castración y la
opresión de la educación? ¿Cómo recuperar la libertad perdida?
¿Cómo reconectarnos con la esencia libre que es un derecho de
nacimiento?
Se dice que la sociedad está en una crisis de valores, pero para
mí lo que está en crisis son los valores.
La libertad es un valor fundamental; haberla perdido nos ha
llevado a acumular una tensión interna, convirtiéndonos en una olla a
presión. Y como no nos han permitido descargarnos como
hubiésemos querido, la búsqueda de la libertad se ha convertido en
una búsqueda de liberación de esa energía reprimida.
Dicha búsqueda, cargada de impulsos irrefrenables, nos ha
hecho pagar un precio muy alto, sin embargo seguimos sin conocer la
libertad, ya que sólo hemos estado huyendo de la esclavitud.
Liberación no es libertad.
Eric Fromm en su libro. ‚El miedo a la libertad‛ se preguntó:
¿Qué es la libertad como experiencia humana? ¿Un deseo inherente al ser
humano? ¿Ausencia de presión exterior o la presencia de algo? Y si es así
¿qué es ese algo?
Estas preguntas tienen implícita la incapacidad de penetrar en
la libertad y comprenderla como valor individual e indisoluble de la
esencia humana.
Eric Fromm buscó la explicación al fenómeno de la “adicción
a la esclavitud”.
Desde siempre la libertad ha sido usada como un bien de
cambio. Hemos dado y nos han dado libertad, lo cual es absurdo,
puesto que la libertad es inherente al Ser, a la esencia y a la naturaleza.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Al separarnos de la libertad como valor sagrado, nos hemos
vuelto ignorantes respecto a lo que representa, pues negamos nuestra
esencia, inconscientes de la repercusión que esto tiene.
La buscamos porque es nuestro origen, nuestra esencia y
nuestro destino, pero al mismo tiempo nos resistimos a ella, porque
nos da miedo perder lo cómodo, lo conocido y lo seguro.
No comprender esta contradicción y la esencia de nuestra
búsqueda, ha sido trágico para la especie humana. Por eso he
utilizado gran parte del tiempo en la cárcel para comprenderlo.
Desafiantes contradicciones internas y externas
Puede que haya muchos universos diferentes al nuestro, pero
nosotros vivimos en uno donde todo está bajo la esclavitud de la
expansión.
La frontera del universo se está alejando cada vez más y a una
velocidad cada vez mayor. Por lo tanto, todos los que estamos en este
Universo contenemos el mismo código expansivo. Una maravillosa
contradicción contenida en la realidad que experimentamos y que
abarca otros aspectos de la vida y de la realidad cotidiana.
Cada ser humano se desarrolla dentro de un vientre y para el
bebé ese es todo su universo, se siente uno con él. Pero tendrá que
abandonar su casa, dejar el confort y seguridad, para adentrarse en un
espacio desconocido, inexplorado e infinito. Y esa salida abrupta del
vientre materno, en psicología se conoce como ‚trauma de nacimiento‛,
porque la madre sufre por el dolor, el bebé llora, se le corta el cordón
umbilical y tiene que comenzar a respirar por sí mismo, pues la vida
le impone autosuficiencia. Todos llevamos dentro una especie de
resentimiento por haber sido arrancados de ese maravilloso lugar en
el que estábamos protegidos y a salvo.
123
Reviví esa experiencia hace unos años, haciendo una
regresión consciente dentro de un Temascal. Una terapia que consiste
en la recreación del vientre materno.
La crearon antiguos indígenas americanos y consiste en una
gruesa tienda de campaña con piedras incandescentes en el centro,
sobre las que se echa agua para que se produzca un vapor cálido y
envolvente y un calor intenso y penetrante, que reproducen las
condiciones del vientre materno.
Se entra, desnudo y en silencio. Y así estuve casi dos horas,
conectándome con esa realidad que experimenté cuando era un feto.
De repente, todo vino a mi memoria; reviví el momento en el
que tuve que dar un salto obligado hacia afuera, del calor al frío, de la
seguridad a la inseguridad, de un lugar cerrado a uno abierto. Y esa
experiencia regresiva me permitió comprender muchas cosas con
respecto a las resistencias que tenemos a ser libres.
Pude verme pequeñito e indefenso, saliendo del vientre de mi
madre y enfrentándome a un universo exterior que desconocía, y que
sería el espacio en donde podría desarrollarme, crecer y expandirme.
Por momentos lloré amargamente y en otros sentí una infinita
alegría de poder ser libre y de que nada ni nadie pudiera retenerme.
Luego observé cómo durante la vida nosotros mismos
creamos otros vientres; cómodas cárceles, réplicas del vientre
materno, en las que quedamos atrapados.
Pero también pude ver que la vida y nuestra conciencia nos
dan la posibilidad de llegar a liberarnos.
El proceso de la vida es complicado, está lleno de tropiezos y
contradicciones, y es por eso que la mayoría de los seres humanos se
quedan atascados en el intento de buscar la libertad, dando vueltas
como ciegos sin saber a dónde ir.
Luego de nacer tenemos que enfrentarnos a leyes universales
que no conocemos ni comprendemos, a las que estaremos sometidos y
que tienen una serie de contradicciones implícitas.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La vida humana es contradictoria y está llena de limitaciones,
en contraste con una potencialidad expansiva sin límites.
Si bien
hemos hecho de todo para acabar con esas las limitaciones, hemos
caído una y otra vez en nuevas formas de esclavitud y seguimos sin
saber lo que es la libertad.
Ese es nuestro problema de fondo, y parte de la solución
consiste en observar objetivamente las contradicciones, como fuentes
proveedoras de combustible, como la energía que necesitamos para
escapar de esta desafortunada situación.
Una contradicción no es más que el encuentro de dos partes,
aparentemente
separadas,
que
se
dirigen
en
direcciones
aparentemente opuestas y que, al llegar a un determinado punto de
inflexión, aparentemente chocan.
Pero, si tuviéramos la capacidad de ver con los ojos del
corazón, veríamos que esas partes se estaban buscando y que, al
acercarse,
están
liberando
contradictoriamente.
tal
energía
que
se
manifiestan
Una contradicción aparente, para una mente
que no comprende que los polos opuestos se atraen y se
complementan.
Así como yo encontré la libertad dentro de una cárcel,
también se puede encontrar la compasión en la ira, en el amor en el
miedo, la comprensión en un acto inconsciente, la madurez en la
irresponsabilidad y la cordura en un alocado desenfreno.
Los extremos están contenidos uno en el otro; y en el otro se
ve reflejado aquello que ocultan.
La libertad y la esclavitud son dos caras de la misma moneda.
Comprender esta contradicción es comprendernos a nosotros mismos
y comprender aquello que buscamos.
125
Las contradicciones son coaliciones internas de las capas más
profundas, que nos proveen de la energía para liberarnos de la
ilusión.
Buscar la libertad huyendo de la esclavitud
Esta realidad contradictoria no es algo que nos sucede sólo a
nosotros, sino a todos los seres que tengan algún tipo de inteligencia
consciente. La diferencia radica en el grado de evolución de la
conciencia de cada especie respecto a la misma realidad.
En el caso de quienes vivimos en la Tierra y tenemos
conciencia, al principio la búsqueda de libertad contiene el deseo de
liberarse de algo o de alguien, y esto supone una cierta tensión con
aquello de lo que uno se quiere liberar.
Pero en realidad de lo único que tenemos que liberarnos es de
nosotros mismos, y esto es algo que necesitamos comprender
gradualmente.
Si
queremos
liberarnos
de
la
esclavitud,
debemos
comprenderla. Eso implica un conocimiento de su anatomía, de sus
raíces y de sus orígenes, sin emitir ningún juicio, sin hacer ninguna
crítica, sin rechazarla. Verla con ojos puros e inocentes.
La comprensión es un fenómeno iluminador.
La comprensión aleja las dudas, el miedo y la desconfianza,
porque hay una presencia, alguien que está viendo con sus propios
ojos.
En el proceso de mi propia comprensión, muchas veces me he
preguntado por qué será que constantemente nos queremos ir de una
realidad o circunstancia para luego meternos en otra. Por qué todo el
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
tiempo estamos saliendo de un lugar para entrar en otro. Por qué
nunca estamos donde estamos sin pensar que hay algo más allá. Y me
parece mentira que haya encontrado la respuesta estando en una
prisión.
Apoyando mi cara y mis manos en el muro de mi celda, como
un bebé que estando dentro del vientre materno se apoya en la
membrana del útero para captar el mensaje de la frontera divisoria,
así pude percibir que libertad y esclavitud son dos sensaciones que
forman parte de la percepción humana, condicionada por sus orígenes
cósmicos. Son los dos extremos de la misma ilusión.
Parece complicado entenderlo pero es un fenómeno muy
simple.
El ‚falso vacío‛, como llaman los científicos a la nada aparente,
de donde nació este Universo, era un espacio cerrado como un vientre
materno, pero una parte de la energía encerrada allí se liberó,
convirtiéndose en materia. Una parte minúscula de toda esa energía
se reunió en un sólo punto y explosionó dando lugar a la creación de
este universo: el “Big Bang‛. Una explosión de un pequeño punto que
está creando una burbuja expansiva. Pero ese no fue el inicio del todo,
sino sólo el origen de este Universo.
Así como la oscuridad y la luz son las dos caras de la
eternidad por las que se hizo posible la creación, la libertad y la
esclavitud son las dos caras de la realidad humana por las que se hizo
posible su conciencia. Dos fuerzas que se contraponen, pero que
desafían a la conciencia. Que chocan entre sí y crean un muro
divisorio y aparente; una delgada línea entre dos realidades, y que
confundimos, pues no alcanzamos a percibir si es interna o externa.
Por eso siento que la vida humana es un laboratorio evolutivo
de la conciencia cósmica.
A nivel personal y para la vida práctica sólo hay que tener
claras dos cosas muy simples:
127
La primera, es el fenómeno de que buscamos la libertad
huyendo de la esclavitud, sin saber lo que es y lo que supone la
libertad. Un desenfreno que pagamos muy caro, pero que siempre ha
valido la pena.
La segunda, es que queremos huir de la esclavitud sin haber
penetrado en ella con nuestra conciencia, sin conocer en profundidad
este cautiverio para comprenderlo y verlo dentro de nosotros,
arraigado a nuestras fibras más intimas, creando la necesidad de
mantenernos dentro de un espacio estable y seguro.
La penetración en las propias esclavitudes es la manera más
efectiva de buscar la libertad.
Buscamos la libertad llenos de miedo y cobardía porque en el
fondo no queremos encontrarla.
Preferimos ser coaccionados por
cualquier cosa que nos atrape, antes que llegar a la libertad.
Si no hay nada o nadie que nos coaccione, nosotros mismos
crearemos la coacción.
En la realidad carnal y cotidiana, buscar la libertad, huyendo
de cualquier tipo de esclavitud, es una gran motivación. Pero es la
parte negativa, la más dura y sacrificada de la libertad.
Lo más importante que debemos comprender, es que salir
de la cárcel no es ser libres.
La abolición de la esclavitud no supuso la instauración de la
libertad, sino que se produjeron otras formas de esclavitud extendidas
a todo el mundo.
Hoy en día hay tanta esclavitud como entonces, pero ahora se
manifiesta de un modo diferente.
Hay
que
adentrarse
en
la
libertad,
consciente
y
responsablemente, o estaremos dando vueltas toda la vida por
múltiples y camufladas cárceles, con apariencia de vientres maternos
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
que nos contengan y nos protejan, cayendo así en cómodas
esclavitudes. Y así, nos pasamos la vida yendo de espacios incómodos
y cerrados a espacios que nos brindan una mayor comodidad.
Nos queremos liberar del trabajo que no nos gusta, de la
pareja que nos maltrata, de un vicio o una adicción que nos atrapa.
¿Para qué? ¿Cuál es el propósito de la libertad? Después de liberarnos
de lo que nos molestaba, de lo que nos aburría o nos agobiaba
¿viviremos la libertad o volveremos a caer en otras trampas?
La decisión de vivir, de explorar la libertad, de autoconocernos, es un desafío enorme y apasionante; la búsqueda por
excelencia. Sin embargo nos manipulamos y nos auto engañamos
para seguir igual.
Se puede conocer la libertad en cualquier lugar
Si no queremos vivir como robots o como máquinas
programadas,
sino
como
seres
conscientes,
nos
corresponde
profundizar acerca de lo que la libertad y para qué la queremos.
Si la parte positiva no se completa, la libertad no se realiza en
su totalidad y, por tanto, no nos producirá verdadera satisfacción.
Para ello es necesario comprender la libertad como un valor en sí
mismo y no sólo como el resultado de haber salido de la esclavitud.
Cuando me despierto y estoy en la celda, pequeña y
agobiante, y abren la puerta para que pueda salir al patio del módulo,
tengo la sensación de libertad. Luego, cuando salgo del módulo y voy
a trabajar a la radio y me desplazo por los pasillos de la cárcel, esa
sensación aumenta; los espacios se van haciendo cada vez más
grandes y me puedo desplazar por ellos. Cuando salga a la calle
129
sentiré una sensación mucho mayor de libertad, pero todo eso no
significa que yo sea libre, sino que los límites se han ampliado, que no
es lo mismo.
La libertad es una realidad interna, un estado del ser, es la
esencia de la vida, y no una circunstancia.
La libertad es la responsabilidad que sentimos por estar
metidos en la vida.
Hay quienes asocian la libertad con un tipo de vida que carece
de dirección o de sentido, una vida superficial y evasiva, porque se
confunde con libertinaje, que es lo único que hemos conocido y que
es un escape de la represión.
El libertinaje sólo amplía los espacios de esclavitud, no nos
libera. La permisividad no es libertad. Si nos permiten o nos
permitimos más libertad no significa que seamos libres. Permitir es
conceder, y si se me concede un poco más de libertad, es porque aún
no me pertenece. La libertad no necesita permisos.
Según el diccionario, libertad es: “facultad natural que tiene el
individuo de decidir y obrar de la manera que quiere y cuando quiere porque
no está sujeto a la voluntad de otro, lo que le hace responsable de sus actos.
Por eso tiene la capacidad de manifestarse y expresarse sin miedo ni culpa‛.
Esta libertad es la que nos quitan durante el proceso educativo
y eso es lo que produce resentimiento y hostilidad hacia quienes nos
la han quitado.
Por esta razón, para que la sociedad entera no explote, las
familias y los gobiernos de todo el mundo han tenido que ir dando un
poco más de libertad, volviéndose más permisivos, por ejemplo, a
través de la libertad sexual, la libertad de expresión, de culto, la
libertad económica, la libertad de la mujer, la libertad de mercado y
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
otras tantas libertades que van ampliando la celda en donde vivimos
para que no sintamos lo esclavizados que estamos.
Las libertades que “nos dan” sólo hacen un poco m{s cómodo
el cautiverio.
El poder de liberación del individuo ha quedado reducido a
una limosna que nos dan los padres, los profesores, los curas, la pareja
y los políticos, y la libertad que nos dan los gobiernos es la gran estafa
del ser humano hacia sí mismo.
Para ser libre no sólo hay que tener la posibilidad de elegir,
sino que además hay que tener más opciones de las que vemos o nos
dejan ver.
La única libertad que conocemos es ausencia de esclavitud, y
eso no es libertad.
Así como dejar de desconfiar no supone que confiemos, dejar
de sufrir no supone que seamos felices, ni dejar de ser esclavos supone
que seamos libres.
Pero esta libertad de la que hablo, y que he encontrado
paradójicamente en prisión, requiere de una comprensión y una
actitud que sólo puede nacer dentro de cada individuo a través de su
propia conciencia.
De cómo hemos perdido el poder
y la tan preciada libertad
El crimen más grande en contra de la Humanidad es contaminar la
mente de un niño inocente con falsas creencias que limiten y obstaculicen su
propio descubrimiento de la vida. (Osho)
131
Voy a dar algunos indicios que he observado en mí y en
mucha gente que he contactado, dentro y fuera de la prisión, y que me
ha contado cómo fue su llegada al mundo y su educación.
La pregunta correcta sería cómo nacen los presos y no cómo
hemos perdido la libertad. Porque la libertad no se puede perder sólo
se puede olvidar.
Preso, prisión, presa, presión, represión, opresión, supresión,
entre otras palabras, provienen de la misma raíz que está relacionada
con el ENCIERRO.
El preso es alguien dominado por algo o alguien, un esclavo
que vive en un cautiverio, sepa o no por qué lo tiene que sufrir, se dé
cuenta o no de que está encerrado.
Haciendo un breve resumen podemos afirmar que no hemos
elegido la genética de la que provenimos ni hemos elegido a nuestros
padres ni el nombre que tenemos ni la religión que profesamos ni el
país en donde nacimos. De repente estamos en el mundo y no hemos
hecho ninguna elección libre.
El trauma de nacimiento se agrava con todas esas
imposiciones de las que es víctima ese ser vivo e indefenso. Y por las
prohibiciones y privaciones que impone la familia y la sociedad, que
nos aprisiona con sus expectativas. Llena de exigencias, obligaciones
y normas impuestas autoritariamente, sutil o agresivamente; lo que yo
llamo "proceso de educastración‛.
Para empezar, los padres creen erróneamente que sus hijos
son suyos, su posesión. Diseñan sus vidas como una prolongación de
las suyas, cortándoles las alas desde muy pequeños, para que no
puedan volar.
Sin embargo, en la naturaleza se hace justamente lo contrario;
las aves empujan a sus polluelos para que confíen en sí mismos y
aprendan a volar.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Vivir es confiar en la naturaleza y en la libertad.
Hay aves cantoras que imitan el canto de su madre o de su
padre, pero el día que logran volar crean su propio canto,
incomparable y único, desde el día de su independencia.
Volar por uno mismo y expresar la individualidad en la
naturaleza son procesos simultáneos.
Los seres humanos hemos navegado entre los extremos de la
castración y la permisividad. Por un lado nos hemos vuelto expertos
en castraciones físicas, psicológicas, sexuales, químicas y emocionales
y, por otro, somos expertos en permitir y conceder libertades,
creyendo que “querer” a los niños, significa no exigirles demasiado y
dárselo todo. No conocemos puntos intermedios. Dar libertad y
castrar son dos caras de la misma moneda.
Vivimos en la estupidez de seguir el manual de instrucciones
a rajatabla, y sin el paso a paso, nos perdemos.
En la educación hay una obsesión por el condicionamiento, la
corrección de conductas, el respeto por los límites, el cumplimiento
de las metas propuestas. Y todo eso deja muy poco lugar para la
originalidad, la creatividad y la espontaneidad; bases de la libertad.
Por eso considero que la educación programa estúpidos listos
para votar, obedecer, trabajar y pagar. Y, por supuesto, muy bien
preparados para que luego los políticos con explicaciones estúpidas
nos traten como a tontos, y les creamos, sin que no hagamos nada,
porque ya estamos "estupidizados".
Según el modelo social, que tanto conviene a los políticos, hay
que pasar por determinadas fases, sin pensar, sin salirse de ellas ni
saltarse ninguna, para que todo vaya sobre el carril de lo aceptable y
133
lo conveniente. Bautismo, comunión, botellón, drogas, estudio,
trabajo, boda, hijos, divorcio, enfermedades, jubilación y entierro.
Para mantenernos en los rieles correctos se utilizan muchos
recursos, uno de los más efectivos es la pasión por prohibir. El
ejercicio de la prohibición es la manera más rápida y efectiva de sentir
plenamente la sensación de poder sobre otros.
Los que mandan
tienen el poder sobre los que obedecen.
Ser objeto de prohibiciones es una humillación, pero la
sociedad considera “maduro” a quién ha adquirido la capacidad de
resignarse ante la imposición de normas. Se “madura” cuando se es
capaz de someterse sin protestar ni cuestionar nada.
Pero el ser humano de hoy es fundamentalmente un ser
insatisfecho y frustrado, porque le habían dicho que sacando una
carrera y consiguiendo un buen trabajo sería feliz, pero ha
comprobado que eso no es verdad, y está profundamente
decepcionado con el sistema y con la educación.
La única revolución posible está en la educación
El secreto de una sana educación o, mejor dicho, de una “noeducación”, consiste ante todo en honrar y respetar la libertad que
trae cada ser al momento de llegar a este mundo y activar en él
valores fundamentales como el amor, la inocencia, la confianza, la
comprensión, la sencillez, la bondad, la autenticidad, entre otros.
Y digo “activar”, porque todo ser humano nace con estos
valores, pero en el proceso educativo se desactivan y se sustituyen por
automatismos. Todo queda reducido a conductas, técnicas, objetivos
y resultados. Pero supondría un cambio radical.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Nadie se anima a poner en el centro del debate la necesidad
de hacer una transformación social, y mucho menos desde la
transformación individual. Lo único que hacemos con los supuestos
cambios en los modelos educativos, es adaptarnos a las demandas de
nuevas generaciones de niños cada vez más insatisfechos.
La educación funciona como la ley, acompañando los cambios
de costumbres para adecuarse. No propone un cambio real de fondo,
sólo se adapta a lo que emerge de una sociedad hastiada, para evitar
colapsos.
El sistema educativo se puede criticar pero, cuando tenemos
hijos, nos vemos en la tarea de decidir qué hacer, y ya no basta con
protestar.
‚Tener hijos no le convierte a uno en padre, del mismo modo que
tener un piano no le vuelve pianista‛ (Michael Levine).
En mi caso, al verme con hijos me asusté y me di cuenta de
que el desafío era mucho más grande y comprometedor de lo que
imaginaba.
Lo primero que me propuse fue no repetir lo conocido e
inventé mi propio sistema educativo, paralelo y complementario al
existente, porque no podía esperar ni pretender que la sociedad o el
sistema cambiaran.
Por mi parte puedo compartir una experiencia personal como
padre. No es lo mismo opinar siendo padre que no siéndolo, o siendo
un profesor.
Dado que he tenido la posibilidad de participar en la “noeducación” de cinco de mis seis hijos, he tenido la fortuna de
comprobar la efectividad que tiene el respeto de la libertad en los
niños. Este es el centro.
Muchas veces he mirado a los ojos a mis hijos y les he dicho:
“¡ERES LIBRE!”.
A veces miro a mi hija de seis años y le digo sólo eso, con
amor y respeto: “¡ERES LIBRE!” y compruebo cómo eso le da poder.
135
Un día me llamó Conchi, su madre, y me dijo “Alberto, estoy
preocupada, porque con lo que tú le enseñas a la niña ella se está tomando
libertades que afectan su conducta en la escuela. La maestra me ha llamado
para decirme que Anahí está teniendo actitudes de rebelde, cosas sin sentido,
como dejando en claro que ella es libre y hace lo que quiere‛.
Entonces le sugerí lo siguiente: ‚por favor, no la regañes ni la
amenaces, eso es fundamental. Abre un espacio de diálogo con ella, dile la
verdad, que la maestra te llamó y te contó sus conductas, pero sin sentir que
esas conductas están mal porque si no se lo transmitirás y acabará por
creerlo. Pregúntale honestamente si es así, como la maestra te lo ha contado,
y elimina de ti todo pensamiento de crítica o juicio, mírale a los ojos con amor
y comprensión, para que ella pueda ser sincera y auténtica contigo. Porque si
un niño no tiene la posibilidad de compartir con sus progenitores un espacio
de autenticidad y verdad, se convertirá en un hipócrita, como sucede en la
mayoría de los casos. Luego que ella te confirme o no lo que la maestra te ha
contado, dile sólo una sola cosa: “¡CONFIO EN TI, POR ALGO LO
HAR[S!”. Pero ni una sola palabra más. Y dilo sintiéndolo, pues no es una
fórmula magistral, no es una receta. Hay que sentir confianza en uno mismo
para luego confiar en la inteligencia de un hijo y transmitírsela. Anahí es mi
hija y la amo, lo que te sugiero funciona al 100 %; no falla si lo haces desde tu
corazón. Tú misma lo comprobarás y será un gran secreto para crear una
amistad con tu hija. Y siempre sabr{s la verdad de su propia boca‛.
Y así fue como sucedió, según me contó Conchi: la niña, por sí
misma modificó esas conductas que afectaban el desempeño de la
clase. No hubo necesidad de castigo ni de presiones.
A mis primeros tres hijos les he dicho desde pequeños:
“yo no sé lo que está bien o mal para vosotros, no soy moral ni
inmoral, sino amoral; tampoco puedo saber cuál es la religión adecuada para
cada uno de vosotros, por eso no los bauticé. Tampoco sé qué estudio y/o
trabajo tenéis que hacer, cada uno investigue a ver qué prefiere y elija
libremente lo que siente. Si yo elijo por vosotros entonces os liberaréis de la
responsabilidad que tenéis sobre vosotros mismos, y liberarse de la propia
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
responsabilidad es esclavizarse a otros, es hacer responsables a otros de lo
propio. Liberarse de la responsabilidad de uno mismo es dejar de ser libres. Si
no se hacen responsables de ustedes mismos serán muy influenciables y
manipulables y luego buscarán fuera a los culpables de todos los errores
cometidos‛.
Ya lo he dicho antes, estos no son consejos de padre acerca de
cómo educar a los hijos, pues siento que no los he educado de acuerdo
a lo que entendemos por educación, sino que es m{s bien una “noeducación”. Ellos no son “mal educados” ni “bien educados”, sino
“no-educados”.
Siento que los he amado y que he respetado su libertad, los
contacté con la naturaleza y les apoyé en momentos claves, muy
pocos. Les di ejemplo de confianza, pero muchas veces he sentido
culpa por no darles lo que muchos padres dan en el aspecto material.
Un psicólogo argentino, que trabajó conmigo durante diez
años, me dijo: “tú vas en contra de casi todo lo que dicen los libros de
psicología, pero no puedo decir nada acerca de cómo educas a tus hijos, porque
yo mismo veo que funciona; conozco a tus hijos‛.
La cuestión no está en quién tiene la razón acerca de cómo
criar a los hijos, sino en quién es capaz de demostrar algo que
realmente funcione. Y yo lo he visto con mis propios ojos.
Buda dijo: ‚La verdad es aquello que funciona‛.
Que la educación funcione, no significa domarles o que sean
buenos hijos ni que hayan seguido los pasos que les marcamos. Ese es
el resultado desastroso de la" educastración". Una educación que
funciona es aquella en donde se puede comprobar que la libertad es
posible y que ha enriquecido al individuo, pues le ha permitido ser él
mismo. Ha madurado desde adentro, se ha responsabilizado y es
sensible a lo que acontece en la vida, porque está conectado desde su
conciencia. Lo que ese ser entrega a la vida, es la evidencia de que ha
funcionado.
137
‚No puedo enseñaros nada, solamente puedo ayudaros a buscar el
conocimiento dentro de vosotros mismos, lo cual es mucho mejor que
traspasaros mi poca sabiduría‛ (Sócrates)
El núcleo sagrado que he detectado en el proceso educativo,
es que no se trata de empujarlos a que ellos sean de una u otra
manera, sino que elijan por ellos mismos. Confiando en su
inteligencia, estaremos incentivando la confianza en ellos mismos.
Motivarles a lo natural y al contacto con la naturaleza; el medio
natural es óptimo para que perciban la importancia de ser verdaderos.
No hace falta sobreprotegerles ni llenarlos de cosas, pero no podemos
olvidarnos de trasmitirles cariño a través del tacto, la mirada y las
palabras. Educar es saber combinar espontáneamente el amor, la
libertad y la confianza desde una base de aceptación y respeto hacia
ese niño, apreciar su individualidad y agradecerle por ser tal cual es.
Pero si cada uno de los padres no se acepta o no se ama a sí
mismo, si no tiene poder sobre sí, si no confía en sí mismo, es
realmente difícil que puedan transmitirlo a los hijos.
Los hijos son un precioso desafío sanador de nuestras
carencias, si somos capaces de vernos reflejados en ellos.
‚Para liderar a tus hijos primero has de aprender a liderarte a ti
mismo‛ (Kenneth Blanchard)
La educación que conocemos está basada en el miedo y la
culpa, la desconfianza y la prohibición.
El sistema educativo es un sistema bancario, basado en la
“imposición”, y esto es depósito. Un banco acumula dinero a base de
imposiciones o depósitos. La educación está basada en la acumulación
de datos, “deposita” en cerebros todo tipo de conocimientos que no
son propios. Carga a los niños de ideas elaboradas por otros, las que
le condicionarán a pensar de una determinada manera y a definir las
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
cosas de una forma impuesta, coartando la imaginación y el libre
pensamiento, invadido por quien le enseña.
Si un niño no puede descubrir algo por sí mismo, entonces
será un ignorante, su mente se convertirá en un espacio de
almacenamiento de basura sin sentido que anulará su creatividad.
El sistema es muy sencillo, cruel y efectivo; echa de todo
dentro de la mente del niño y se blinda como si fuera una caja fuerte
bancaria con fuertes mecanismos de defensa. De ese modo tendrá
todo lo que necesita saber para la vida, y luego sólo tendrá que seguir
lo que le han enseñado. Así ese niño se convertirá de grande en un
loro de repetición, y dirá cosas que ha escuchado pero que no ha
descubierto por sí mismo. Hasta la adolescencia estamos en modo
“REC”, grab{ndolo todo, y a partir de ahí pasamos al modo “PLAY”,
reproduciendo todo lo que se ha grabado en nuestra memoria.
‚Educar no es llenar un recipiente sino encender una llama‛
Sócrates.
Automatizar es la manera más efectiva de crear seres
programados por un sistema que sólo aprecia la seguridad, lo cómodo
y lo conocido.
Fabricar tontos ha sido y es una de las industrias más
rentables que ha creado la humanidad. Tener un país es el mayor de
los negocios que existen, ya que se trata de administrar las ganancias
de todos ellos, y en esta industria colaboran padres y educadores.
Durante el periodo en que los hijos dependen de los padres
son sensibles y receptivos, y son sometidos a cierto número de
privaciones, prohibiciones y obligaciones que les producirán una gran
frustración, la manifiesten o no. La percibirán como un ahogamiento
de la expansión y como una ruptura en los intentos de
autoafirmación. De esta atmósfera de supresión, opresión y represión
139
surge la hostilidad, la que luego tendrán que expresar de alguna
manera, interna o externamente.
La educación es como una cadena de producción regida por el
concepto ‚Just on time‛ (justo a tiempo), que consiste en mantener una
línea de fabricación muy bien coordinada para que nada entorpezca la
rápida producción en serie. Todo lo que forma parte de la producción
debe estar en su sitio, en su justo momento, para que todo salga bien.
En el plano humano educativo, es un proceso equivalente en
el que no sólo intervienen los padres, sino además la educación
reglada, los amigos, los medios de comunicación, los profesores, la
religión, las ideologías, la sociedad y la cultura.
Para que los padres puedan evitar las influencias del entorno
o que sus hijos no sigan esa línea estándar y catastrófica, tendrán que
hacer un muy buen trabajo de reprogramación para que esos niños, a
pesar de estar inmersos en la sociedad, no se dejen arrastrar por sus
tendencias e influencias. Eso lo logran familias muy religiosas o que
tienen ideologías consistentes o una moral muy fuerte y estricta. Pero
lo consiguen a costa de la anulación de la individualidad del niño. Son
modelos especiales de tontos “a medida”, pues han salido de la línea
de producción y han sido ajustados antes de salir de la fábrica.
Un niño que respeta pautas morales inducido por otros, no es
libre. Un niño en libertad no tendría que tener la presión de ser como
le dicen sus padres o la sociedad que sea, tendría que poder elegir
libremente lo que quiere y cómo lo quiere, y para ello no puede haber
presión , pero sí una gran confianza en su inteligencia y en su
capacidad de elegir.
Imponer
una
religión
es
un
avasallamiento
a
la
individualidad. Implantar una moral a un ser vivo e inocente es una
cruel violación. Obligar a que estudien o trabajen en algo concreto, o
que sean alguien en la vida, es un atropello.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
No estoy diciendo que no tengan moral, estudio o religión,
sino que no se las impongamos, porque estaremos creando mentes
sumisas y violentas que, de una u otra forma, buscarán vengarse de
los padres, de la sociedad o de sí mismos. La impotencia de no haber
podido elegir libremente, la descargarán en algún momento y de
cualquier manera. Es un daño muy profundo que todos llevamos
latente.
Muchas personas que parecen estar bien y dicen no tener
traumas, cuando se animan a indagar en sí mismos se dan cuenta de
que han sido maltratados o anulados de alguna manera, al no poder
elegir, al tener que obedecer o aceptar prohibiciones.
Por otro, lado nos han metido en la cabeza la idea del pecado,
que nacemos con una naturaleza maligna que debe ser corregida o
adaptada a la sociedad, y eso no sólo fue una idea religiosa sino que
también ha sido sostenida por gente muy influyente, como el padre de
la psicología moderna, Sigmund Freud, que impregnó toda la
psicología con su propia limitación.
Es tan grande el sentimiento de culpa por pensar que nacemos
con una maldad congénita y que somos malos al desobedecer o no
hacer lo que otros nos dicen, que nos bloqueamos y cedemos para
sentir más culpa. Aceptamos que nos moldeen y nos normalicen.
“Normal” proviene de ‚norm‛ que significa ‚la media‛, nos dejamos
normalizar para ser aceptados por la sociedad de la que formamos
parte.
Estamos que explotamos y lo sabemos, pero no queremos
cambiar el modelo autoritario.
psicológicas
basadas
en
la
Lo disfrazamos con estrategias
negociación,
en
definir
normas
conjuntamente, en saber dosificar la libertad, en fijar límites sin ser
autoritarios y en afirmar que sin límites los niños serán inseguros.
En la educación hay tópicos que habría que extirpar de raíz o
seguiremos cayendo en la degradación de la ‚armonía forzosa‛, como
141
lo ha llamado el informe sobre la juventud 2008 de la red de
investigación europea EGRIS.
La ‚armonía forzosa‛ es el resultado de una asquerosa
negociación de partes, para tolerarse, por los intereses que tienen en
conjunto. Es una relación prostituida por las conveniencias.
La armonía antinatural forzada, no es armonía, es ‚desarmonía
natural‛. La tolerancia es la corrupción basada en el aguantar y en la
resignación.
Los hijos están diciendo claramente y de muchas maneras que
no les invadan su espacio íntimo. Los letreros en la puerta de su
cuarto marcando fronteras, ‚Llamar antes de entrar‛, están anunciando
que ese territorio es suyo. Est{n diciendo: “aquí mando yo‛, ‚no te
metas en mi vida‛; y los padres se desesperan y se preocupan por ver
que se van haciendo indomables ¿qué es lo que pasó?
Es gigantesca la represión y la castración intelectual,
emocional y sexual a la que hemos sido sometidos. Por causa de la
castración intelectual nos convierten en tontos que no comprendemos
casi nada; con la castración emocional nos convierten en víctimas
insensibles, y con la castración sexual nos convierten en seres
culpables e impotentes.
Acumulamos mucha ira como consecuencia de que no se nos
haya reconocido como seres libres, puros, inocentes y espontáneos.
De alguna manera tenemos que explotar para liberar tanta carga
interna acumulada. Llevamos heridas muy profundas por la ausencia
de aceptación y amor. Darle casa, comida, estudio y todos los gustos a
un hijo, no es amarle.
No confiamos en la libertad, porque no la conocemos.
Creemos que es peligrosa, pero es lo más inofensivo que existe; nada
es tan puro y pacífico como un ser libre que no ha sido reprimido. La
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
verdadera amenaza, en cambio, está implícita en un ser al que se le ha
arrebatado su libertad a base de represión y que no ha sido amado.
Nunca se sabe como explotará.
Si los padres les han quitado a los hijos la libertad y luego se
la restituyen, esta se convertiría en un libertinaje, por el que pagarán
un inevitable precio a través del desenfreno inconsciente. Es lo que
está sucediendo en todo el mundo.
Es necesario que haya un fondo de amor y confianza para que
la libertad sea usada con un sentido de responsabilidad.
No hace falta programarles para decir “no” autom{ticamente
a las drogas. No es necesario enseñarles a resistir a la presión social ni
prepararlos para que no se dejen llevar por la corriente del entorno.
Todo eso tiene que surgir dentro de sí mismos, por propia decisión en
libertad, o de lo contrario estarán dejando la decisión en manos de
quienes les han programado y educado. De ese modo, toda la vida
necesitarán que se les diga lo que tienen o no tienen que hacer.
De ahí surge una preocupación lógica de los padres porque
saben que sus hijos se tendrán que enfrentar a un proceso de
socialización que incluye el botellón y las drogas, y creen que no están
preparados, que serán manipulados o arrastrados, pero el peligro no
está en lo que se les ofrece sino en cómo enfrentan esa situación.
Ante los disturbios callejeros que se producen en las grandes
ciudades y que crean alarma social, surge la pregunta: ¿Quién o
quiénes son los culpables o responsables de estos actos de vandalismo
y violencia callejera?
Para mí no hay culpables, porque todos estamos metidos en
un lío descomunal que nosotros mismos hemos creado desde la
inconsciencia.
Por lo tanto todos somos víctimas. No hay
responsables, porque la responsabilidad no puede existir cuando nos
han arrebatado la libertad.
143
Si somos víctimas irresponsables ¿Qué nos puede esperar? Si
no hay culpables ni responsables ¿Qué es lo que está sucediendo?
Estamos todos metidos en un gran lío y a no ser que vayamos
a la raíz, todas las manifestaciones de agresividad y violencia seguirán
creciendo como hasta ahora y a una escala cada vez mayor.
Si buscamos culpabilidad en los jóvenes, en la policía, en la
ley, en los padres o los profesores o en la educación, no resolveremos
nada.
Muchos
proponen volver al autoritarismo, pero el respeto no se
puede imponer, el respeto se
tiene que ganar.
Si surge
espontáneamente es un valor maravilloso, si se lo impone es una
bomba de relojería.
¿Por qué no se respeta casi nada ni a nadie de verdad? Eso es
lo que tendríamos que investigar científicamente: cómo y porqué se
está muriendo el respeto.
Sin libertad seguiremos creando monstruos escondidos detrás
de un caparazón de represión a punto de explotar.
Seguiremos
llenando el mundo de seres esclavos de un resentimiento camuflado
detr{s de una coraza de “normalidad”. Sin libertad somos tontos
haciendo todo tipo de tonterías.
La
culpa
que
sienten
los
padres,
consciente
o
inconscientemente, por no haber deseado a sus hijos o porque
llegaron en un mal momento o por no aceptarles como son o por no
tener todo el tiempo que quisieran dedicarles, entre otras cosas, es una
culpa tan potente que les hace darles todo tipo de antojos y caprichos
con tal de atenuar las carencias. Pero el mayor daño está alojado en el
corazón de cada niño, al haberle sido arrebatada la libertad, y con lo
cual no ha podido percibir ningún tipo de amor real.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La libertad es la naturaleza básica del ser humano y aplastar
su esencia supone una tragedia de magnitud, por la que luego se
tendrá que pagar muy caro.
Y lo estamos pagando caro como especie.
Los que somos padres podemos hacer una gran labor para
descontracturar tanta tensión, pero el trabajo es muy desafiante.
La explosión de la represión acumulada
La tendencia natural de toda represión es la acumulación y la
explosión. Para que haya represión, es necesario impedir que salga lo
natural y luego no queda más que esperar que explote.
Las primeras explosiones se producen desde muy pequeños;
los niños ya muestran señales de rebeldía y resistencia a ser domados,
controlados o adaptados.
En otros casos sucede en la pre adolescencia o en la
adolescencia, cuando perciben que están a punto de ser normalizados.
Y, en otros, cuando la vida avanza y no le encuentran sentido a vivir
como esclavos.
En todos los casos las explosiones son por querer mantener la
libertad que se tiene o por querer liberar emociones reprimidas e
impotencia acumulada.
Cuando esta acumulación de represión se expresa vengativamente,
suceden cosas que nos cuesta mucho comprender. Como la reacción
que tuvo un adolescente alemán de 15 años de edad, que mató a
quince personas de su escuela y luego se suicidó, dejando una carta
que decía: ‚no me permiten desarrollar mi potencialidad ni me respetan‛.
Pero hay muchas maneras de reventar.
La gran mayoría lamentablemente revienta muy mal o se
tragan la represión, vengándose contra sí mismos a través de diversas
formas de suicidio, como los trastornos alimentarios o las adicciones.
145
Una represión de la que no nos percatamos y que nos tiene
envenenados, es la represión sentimental.
Al perder contacto con los sentimientos se cae en la prisión
manipuladora de las emociones.
En la cárcel se ve mucho más potenciada esta realidad. Está
admitida la expresión de emociones pero está reprimida la capacidad
de sentir. Si un recluso siente más, corre el peligro de agravar su
situación, porque sentiría más impotencia y más dolor, cosa que
quiere evitar.
Al abrirnos a sentir, nos permitiremos mayor placer, o
cualquier cosa positiva, pero también sentiremos más sufrimiento o
cualquier cosa negativa. Cuanto mayor sea la capacidad de sentir
felicidad, mayor será la capacidad de sentirse desdichado. Y como en
una cárcel sobran los motivos de desdicha, se anula la capacidad de
sentir.
Toda la energía se centra en la posibilidad de expresar
emociones superficiales, como si fueran vómito espontáneo de lava
ardiendo y que sólo alivian un poco.
Una de las cosas más notables que se observa en la conducta
de los reclusos, es cómo explotan emocionalmente.
Las peleas se pueden producir por diferentes e innumerables
estupideces.
De pronto, una ira descontrolada surge espontánea,
como un volcán que no pueden dominar, y se vuelven como fieras
salvajes. Por una mirada, un cigarrillo o por la interpretación de un
gesto, se puede producir una pelea sangrienta.
La causa por la que explotamos no es lo que sucede fuera de
nosotros, sino que es la presión interna que no podemos contener ni
seguir controlando y que necesitamos descargar.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Actualmente la medicina comienza a explicar que el origen de
muchas enfermedades está en la acumulación de emociones, que nos
consume por dentro, baja nuestras defensas y nos autodestruye.
Es tan alta la presión que acumulamos que al permitirle la
salida, casi seguramente será a través de una explosión desenfrenada
y no a través de un proceso gradual, como se puede hacer con la
ayuda de psicoterapias, meditación u otras técnicas, que son la
maneras más sana y efectiva de aliviar las cargas internas.
He conocido una psicóloga colombiana, Diana Bernal, que se
especializó en el desbloqueo emocional con respiración consciente.
He hecho una gira con ella por toda Colombia, dando conferencias y
practicando esta técnica. Y en las sesiones grupales e individuales, he
podido ver a personas que parecían ovejas mansas y que en 30 ò 60
minutos de proceso regresivo, con respiración caótica, se convertían
en demonios al conectarse con sus represiones; una verdadera
liberación.
Como parte del proceso, la psicóloga les hacia recordar
diferentes momentos de su educación y de su niñez, y ese era el
detonante.
Aprendí también yo a hacerlo, lo practiqué y vi muy de cerca
el fenómeno, en muchísimas personas, muchas veces. Pero también lo
he observado dentro de mí mismo, lo viví y lo experimenté en carne
propia, en mis hijos y en otras tantas personas cercanas.
Así como a nivel físico la retención de toxinas en la sangre
(Toxemia) fuerza al organismo para que las elimine, a nivel
psicológico la retención de emociones produce represión y eso crea
una tensión psicoemocional que forzará los actos hacia la liberación.
La
mayoría
de
las
conductas
inconscientemente por esos contenidos reprimidos.
estarán
regidas
147
De este modo podemos comprender muchos de los
fenómenos sociales y/o individuales que nos están llevando a la
violencia, a las guerras y a la autodestrucción. Pero comprender no es
justificar.
La crisis mundial no es económica ni financiera ni monetaria
ni política, tampoco es moral o religiosa. Esas son crisis colaterales,
secundarias, como consecuencia de la única crisis, que es la del
individuo que ha sido privado de su libertad. Un libertad que es su
esencia, el sentido de su existencia, lo que le permite expandirse y
expandir sus valores en la vida.
Desde la mente capitalista y exitista, creemos que la crisis es
económica.
Pero el decrecimiento de la economía mundial era
indispensable, porque estaba más inflada de lo que naturalmente
podía estar, y todo por buscar seguridad en donde no la hay.
La economía ha sido y es la fuente principal para obtener
seguridad, pero ni la economía es segura ni la seguridad que nos da es
auténtica.
Ninguna crisis social o global se podrá resolver si antes no se
supera la crisis individual del ser humano, resentido consigo mismo.
Hemos hecho una combinación letal: ausencia de amor y
libertad, exigencias y expectativas; ausencia de dignidad y confianza,
humillación y miedo.
Esta fuerza autodestructiva la estamos descargando en la
pareja, en la familia, en la escuela, en la universidad, en el trabajo, en
los estadios y, en definitiva, en la casa en donde vivimos: la Tierra y el
medio ambiente, usándolo como basurero de nuestras mierdas físicas
y psicoemocionales. Por ello, la segunda crisis más importante es la
ecológica; el desequilibrio medioambiental es el resultado del
desequilibrio individual.
Hay especialistas y observadores internacionales que afirman
que la crisis mundial tiene por raíz la naturaleza insaciable del ser
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
humano, pero incluso esa insaciabilidad es una deformación del
anhelo original de ser libres. La anulación de la libertad como valor
degenera en grandes obsesiones. Toda obsesión es una gran
consumidora y liberadora de energía aprisionada. Obsesionarse es
una de las formas en las que se manifiesta la represión.
Hay una palabra que se usa en España y que es muy
representativa de lo que supone ser reprimidos, es “ningunear”, que
significa no hacer caso a alguien, no tomarle en consideración,
menospreciarle.
El resultado de la represión es un ser humano “ninguneado”,
que llega a la tr{gica conclusión de que “NO EXISTE” como ser
individual y libre.
Por esta razón la psicología y la autoayuda trabajan tanto
sobre la autoestima, porque es eso lo que hemos perdido casi todos en
el proceso educativo, como consecuencia de la represión. Nos han
hecho sentir que somos una mierda, que no valemos, que no somos
dignos, que no nos merecemos la libertad o el amor. Por lo tanto
tenemos que hacer algo para recuperarlo.
Y todo eso a base de
limitarnos y llenarnos de basura, imponiéndonos ideas preconcebidas.
Si esta presión interna es retenida y contenida, porque la
presión del entorno social y familiar es más fuerte que el deseo de
liberarla, tendremos que dirigirla hacia actividades socialmente
aceptables como el trabajo, el deporte, el consumismo, el estudio, las
aficiones, etc. Necesitamos descargar de alguna manera tanta tensión
y estas son maneras indulgentes de hacerlo que pueden producir
obsesiones.
Sea lo que sea que se haga indulgentemente para
descargar inconscientemente tanta presión, se volverá por lo general
obsesivo.
La obsesión es una perturbación anímica producida por una
idea fija que nos asalta la mente con tenacidad. ¿Cuál será la idea
fundamental que nos ataca y está escondida detrás de toda obsesión?
Quiz{ algunas de esas ideas sean: “soy esclavo”, “nunca es
149
suficiente”, “no soy auténtico”, “tengo límites”, “no puedo” o “no
sirvo”.
Un “yo” preso dentro de una sociedad que le agobia y con la
cual no corta, se adaptará y entrará en crisis, entonces buscará
suicidarse o maltratarse volviéndose adicto a algo y/o a alguien.
Las adicciones producen sensación de saciedad pero nunca
satisfacción.
Muchos fracasan en el intento de dejar las adicciones, porque
no se trata de abandonar algo que afecta nuestra salud o interfiere en
nuestra vida, sino de encontrar la satisfacción en nosotros mismos,
con lo cual desaparecerán espontáneamente todas las adicciones.
Expresar la represión para liberar tanta tensión
Dije antes que quien no corta con la sociedad acaba mal:
normalizado, adaptado y automatizado. Pero también es cierto que
quien corta con la sociedad de manera inconsciente y desenfrenada,
acaba de igual modo: desintegrado, resentido y aislado.
Cortar con la sociedad es como cortar con la madre; cortar el
cordón umbilical no significa que mates a la mujer que te creó.
Cortar con la sociedad desde el amor por uno mismo, no
supone ningún acto violento ni agresivo sino todo lo contrario.
No supone convertirse en un revolucionario, anarquista ni
anti sistema, sino simplemente en convertirnos en nosotros mismos,
sin permitir que la sociedad nos domine ni nos manipule.
Ser rebelde es ir a favor de uno mismo; no hace falta ir en
contra de nadie.
La sociedad es un conjunto de personas agrupadas y
organizadas, un “sistema” dentro del cual predomina lo que es la
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
media o lo normal. Pero esto no significa que dentro de la sociedad
no emerjan individuos diferentes (no digo mejores), que opten por
otras alternativas de vida, sin necesidad de atacar a la sociedad.
Hay cada vez más personas que se han liberado de la
sociedad y que viven en ella, pero sin adquirir las costumbres ni los
hábitos de la mayoría. Es gente que opta por una vida más natural.
Muchos se van a vivir al campo, otros cambian su alimentación por
una más sana o dedican su tiempo a actividades más saludables, y no
se dejan arrastrar por los hábitos consumistas. Esta también es una
manera de rebelarse sin hacer daño a nadie.
La rebelión ha sido una de las formas que hemos usado para
liberarnos, pero no hemos conseguido casi nada en cuanto a libertad.
Toda rebelión es la respuesta al llamado del instinto animal de
querer ser libres. Toda rebelión en contra de la esclavitud o de
cualquier opresión, es positiva porque es liberadora, pero es
insuficiente. No sólo con coraje y valor se logra la libertad, también se
necesita
conciencia,
madurez,
responsabilidad,
sensibilidad
y
comprensión.
La inclinación natural de todo niño es expresarse en libertad.
Pero no sólo somos reprimidos en la expresión de nuestros
sentimientos y nuestras emociones, sino que además no se nos
permite enojarnos ni desobedecer. Tampoco se nos permite expresar
nuestra creatividad intacta, que nos ayudaría a canalizar tanta energía
pura, divina y poderosa, que traemos con nosotros y que está
destinada a salir.
Adolf Hitler fue un asesino. Pero también fue una víctima.
Cuando era pequeño quiso dedicarse a la música y a la pintura en dos
escuelas de arte de Alemania, él llevaba en su alma una inclinación
artística y creativa, como todos los niños, pero no pudo ingresar a esas
escuelas artísticas, pues fue reprobado, habiéndolo intentado en dos
ocasiones. Por tanto era natural que esa energía creativa diera un giro
151
trágico y violento para que se volviera destructiva.
Junto a otras
patologías fue conformándose un cóctel monstruoso que lo impulsó al
brutal asesinato de millones de personas.
Esto no es una justificación, sino una comprensión de lo que
puede suceder cuando las energías creativas no se canalizan.
Todo agresor esconde un niño herido por el maltrato, y uno
de los maltratos más camuflados es la represión de la expresión.
Cualquiera sea el tipo de expresión, es parte de la naturaleza
expansiva que todos traemos y reprimirla es crear esa olla a presión a
la que me he referido al comienzo.
La expresión desenfrenada de los impulsos reprimidos, se ha
producido durante toda la historia de la humanidad, de muchas
maneras.
Son dos las opciones que tenemos casi todos los seres
humanos; expresarnos en forma desenfrenada e inconsciente al
explotar de mil maneras o deprimirnos, dejándonos caer en un pozo
profundo. En ambos casos el resultado es similar, pues nos dañamos
a nosotros mismos, a través de la autodestrucción.
Estas no son opciones que puedan elegirse libremente, sino
que suceden, de acuerdo a la personalidad de cada uno.
A veces la depresión es el resultado de la expresión
desenfrenada y otras veces quienes están deprimidos salen del pozo
expresándose, saliendo de la oscuridad a la luz, mostrándose,
compartiendo con otros.
He visto a mucha gente que da un giro radical a su proceso
depresivo, gracias a que se comienzan a expresar a través del baile, el
canto, la meditación o el yoga. Y otras dan el giro abandonando
aquello que les atrapa y que no les gusta, liberando creativamente su
energía en aquello que les apasiona.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Sin embargo, la expresión libera energía reprimida, pero no
soluciona el problema de raíz.
En mi caso, desde muy pequeño he optado por la expresión a
través de la escritura, el habla, el arte, la música y la expresividad de
mis sentimientos y emociones a través de la creatividad. Esto me
llevó a experimentar cosas muy interesantes y enriquecedoras, y
aunque no estaba en un nivel elevado de conciencia ni resolví de raíz
mi propia represión, todas mis expresiones resultaron ser muy
liberadoras.
Cuando era muy pequeño mi madre me llamaba ‚el niño
inventor‛, pues me gustaba desarmar mis juguetes, mirarlos por
dentro, ver cómo estaban ensamblados y luego volver a armarlos para
seguir jugando, pero sabiendo cómo eran por dentro y cómo
funcionaban. A veces los desarmaba y creaba juguetes nuevos o cosas
raras, juntando las piezas. Hasta mi juventud fui un amante de las
herramientas y hacía de todo con materiales que encontraba por ahí.
También hice muchos deportes: vóley, baloncesto, tenis, fútbol
y andaba mucho en bicicleta.
Además dedicaba como mínimo una hora al día a leer de todo
y a escribir.
Los fines de semana iba a pescar con una familia amiga y me
conectaba con la naturaleza.
También he viajado mucho y he tenido muchos amigos con
los que he podido compartir.
Todo esto me ayudó a expresarme y a no acumular energía
desbordante dentro de mí. Pero eso no significó que no estuviera
reprimido, pero esa tensión interna era liberada y aliviada, a través de
todas aquellas actividades.
Quizás también por eso nunca me he
drogado, ni he fumado ni me he emborrachado.
Tuve, eso sí, una adicción con el trabajo, con la necesidad de
hacer cosas y de no permanecer inactivo. Pero no produjo graves
153
daños. Cuando comencé a meditar me di cuenta de todo ello y muy
pronto se produjeron cambios notables.
Reconozco que detrás de todo lo que he hecho en mi vida,
había una búsqueda de liberación inconsciente, pero con muy buen
fondo, por lo cual nunca se produjo un desenfreno grave, y a medida
que avanzaba me iba haciendo consciente de lo que quería.
He sido muy rebelde con todas las cosas, sobre todo con lo conocido y
lo establecido y por esa razón me han echado de muchos lugares. He
sido rechazado, pero eso ha formado parte de mi proceso de
superación y maduración.
Nunca quise formar parte de ningún grupo rebelde, sino ir
por mi propio camino y hacer mi vida según mis propias
percepciones. Por eso, en parte, ha sido una vida muy solitaria.
Intentos de liberación viajando de un extremo al otro
Cuando se busca la libertad desenfrenadamente y sin
conciencia, como una forma de escapar del cautiverio, se está huyendo
de un nivel importante de castración.
Salirse de un estado represivo y subyugante es liberador.
Aunque se pague un precio muy elevado por ello, salirse de
un estado represivo es liberador. Y es mucho mejor pagar ese precio,
a iniciar un proceso depresivo o a acabar en la mediocridad de la
indulgencia, que no quiere ver lo adaptado que se está a la cárcel, y
que es lo que representa a la gran mayoría.
Las personas que se han revelado al sistema o a la sociedad,
han tenido que luchar mucho e ir contra la corriente. Irse de un
extremo a otro supone un esfuerzo tremendo, coraje y una gran lucha
con el medio social. Esto es lo que se ha venido haciendo de manera
creciente en casi todo el mundo, sobre todo en los últimos cincuenta
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
años, desde mediados del siglo XX, cuando comenzamos a huir del
polo de la represión hacia el extremo de la libertad. Pero ese extremo
que perseguimos se convirtió en un libertinaje con el cual no se ha
resuelto nada.
Aún así, hoy, en muchos aspectos, somos más libres que hace
cincuenta años, pero no se ha acabado con las esclavitudes.
Al hacer lo contrario de lo que nos han inculcado o a lo que
nos han obligado, no somos libres sino reaccionarios. Nos rebelamos
contra las órdenes externas y vamos en la dirección opuesta a la que
nos dicen. Pero ese es un efecto inverso y no por decisión propia y
consciente, sino por un impulso de contradicción. ‚Gravedad
repulsiva‛, como dicen los astrónomos, una fuerza que nos impulsa y
nos aleja.
La reacción contraria a la esclavitud es sólo un comienzo
reaccionario de un proceso de liberalización.
La libertad es algo mucho más profundo.
Algunas manifestaciones del libertinaje
Hay mucha gente “liberal” a la que no le gusta la palabra
“libertinaje”, pero es una palabra que arroja mucha luz a lo que nos
está sucediendo. Yo la uso con mucha comodidad, sin miedo y sin
culpa, porque no soy liberal ni represor.
La palabra “libertinaje” supone una libertad inconsciente o
irresponsable, una libertad desenfrenada que no ha madurado. Sin
embargo, ‚libertinaje‛ proviene de ‚libertino‛, que se refiere al hijo de
un esclavo al cual su amo le dio la libertad.
Esto significa que ya no habrá más esclavos en la familia; el
libertino es el primer eslabón de libertad de una familia y representa
una libertad incipiente. El hijo de quien ha sido un esclavo empieza a
tener libertad sin que nadie se la dé. A su padre le dieron la libertad
155
por tanto empujará y apoyará a su hijo hacia una libertad creciente
pero en la que aún no tienen experiencia. Todavía hay un recuerdo de
un pasado de esclavitud al que temen volver y del que tratarán de
alejarse rápidamente.
Es a lo que Eric Fromm llamó: ‚libertad negativa‛, o como lo
definió Osho: ‚liberarse de... es sólo una parte de la libertad, después
faltará la libertad para<sin la cual no se completa, pero que requiere
conciencia y responsabilidad”.
Un ejemplo de búsqueda de libertad con tendencia al
libertinaje ha sido el movimiento hippie, que ha surgido como una
manifestación necesaria de extroversión, expresión y liberalización de
tanta represión acumulada, en un momento histórico en el cual se
dieron las condiciones para que esa manifestación se produjera.
Cuando un individuo o grupo se lanza hacia la aventura de
liberar los aspectos reprimidos, se dispara un desenfreno natural que
tratará de llevarle al extremo opuesto del que procede. Los hippies se
querían liberar del extremo rígido, opresor y castrante. En ese extremo
había guerras, indiferencia, odio y distanciamiento, por ello el lema
fue ‚paz y amor‛. Las drogas, el sexo, y anteriormente también el rock
and roll, fueron instrumentos de liberalización para canalizar el
desenfreno, aunque luego se convirtieron en un fin en sí mismo, que
creó diferentes tipos de adicciones, vigentes hasta el día de hoy. Las
coacciones emergentes del libertinaje.
Otro ejemplo: el movimiento gay, que es mucho más que la
manifestación de un grupo de homosexuales. Los gay cumplen con un
sentido social de aportar colorido y alegría ante tanta formalidad y
enquistamiento en las tradiciones. Aportan aire fresco a las caducas y
retrógradas conductas humanas, más allá de lo sexual. El gay es
alegre, jovial, festivo, jubiloso, vistoso, de vivos colores y amigo de los
placeres. Un homosexual está inclinado a un tipo de sexualidad pero
un gay además sabe que su libertad sexual es parte del sentido de su
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
vida, demuestra que se puede ser libre y lo expresa con alegría y por
esa razón cada vez se suma más gente a este movimiento.
Aunque no soy gay, me encanta lo que mueven. Viví un
tiempo en el barrio de Chueca de Madrid, la meca mundial del
movimiento gay, y sentí esa vibración.
Ser gay no es un modelo a seguir, sin embargo para muchos es
parte del camino de liberación.
Esta es una de las razones por las que me atrae España, pues
ha sido uno de los países pioneros en la apertura. Por eso tiene la
posibilidad de que la libertad madure y con ello surja una espontánea
responsabilidad. Y aunque todavía brilla por su ausencia, llegará por
sí misma y se logrará el punto de equilibrio.
Otro ejemplo son los punk (entre otras tantas tribus urbanas),
que creen ser libres porque se visten y se peinan de una manera
estrambótica. Su rebeldía está enfocada en la apariencia física, crean
un efecto visual en la sociedad para aparentar ser diferentes.
También los raperos lo hacen a través de su vestimenta, su
baile y las canciones que componen; se identifican en las letras y en la
música, y a través de ellas crean grupos de pertenencia y de
liberación.
Otras millones de personas liberan la energía a través del
diálogo, la discusión o el debate.
También a través de las guerras entre pandillas o Países se
pueden liberar ideas y pensamientos, e incluso emociones reprimidas.
La agresión y la violencia en la relaciones, son otras formas de
liberar el odio, el resentimiento y la ira.
Según la psicología, los sueños también sirven para descargar
represión, pues serían el lenguaje visionario que utiliza el inconsciente
para proyectar el material reprimido. Mientras millones de personas
duermen, se acuerden o no, están soñando, y a través de los sueños
están expresando los deseos reprimidos.
157
Esta ha sido y es la historia humana. Desde siempre, y de
muchas maneras, se ha tratado de liberar tensión, represión y
opresión.
Desde la teología de Lutero, que expresó los sentimientos de
una clase media que luchaba contra la autoridad de la iglesia, hasta
las actuales luchas independentistas, está presente el mismo germen
de búsqueda de liberación.
Sobre la liberación sexual podría escribir todo un libro, pero
sólo quiero expresar que el hecho de que una mujer o un hombre
puedan acostarse con quien les dé la gana y hacer todo lo que sus
fantasías le dicten, no quiere decir que estén liberados ni mucho
menos que conozcan la libertad.
En las cárceles se puede contemplar otra forma de búsqueda
de libertad, a través de la delincuencia. Las personas que he conocido
son muy inteligentes, rebeldes, hábiles y corajudas, y delinquen para
tener un cierto poder. Buscan dinero por encima de todo para poder
satisfacer su hambre de dominio, pero en el intento muchos caen
atrapados en el sometimiento de la cárcel. Ese poder que buscan está
relacionado con la necesidad de ser alguien, de tener algo que les de lo
que quieren, pero es un poder que les debilita, porque los esclaviza a
sus necesidades.
La necesidad tiene todo el poder, porque crea un sin fin de
deseos.
La necesidad más profunda es la de liberarnos y romper con
las limitaciones impuestas, pero nos domina y nos controla,
produciendo un desenfreno por querer conseguirlo.
Marcos, uno de los presos, me escribió una carta que decía:
“vivir permanentemente con las exigencias de la vida moderna, que tras un
decorado confortable y amable, oculta un mecanismo inhumano y una lucha
implacable por la subsistencia económica, no es libertad, eso es esclavitud.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Para mí la libertad es otra cosa, es hacer lo que uno quiere cuando lo quiere y
tener lo necesario para vivir como cada uno quiere, eso es libertad y para
obtener esa libertad encontré una sola solución: delinquir‛.
Así es como los que delinquen encuentran amparo y
justificación a lo que hacen y al tipo de vida que llevan, entrando y
saliendo de la cárcel, pero aseguran que cuando están fuera son libres,
en el sentido de lo que para ellos es la libertad: no trabajan y hacen lo
que quieren. Pero la mitad de la vida se la pasan entre rejas y no sé si
se justifica, pero lo menciono porque lo veo como otra manera de
buscar la libertad. Y aunque esta opción para mí sea incorrecta, la
respeto. La sociedad, en cambio, la rechaza, porque no lo comprende
y porque atenta contra ella.
Otro ejemplo de búsqueda de libertad, que en cambio ha sido
y es socialmente aceptado en la mayor parte del mundo, es el
capitalismo, porque ha contribuido a liberar ciertos aspectos del
individuo, ya que le permitió elevarse por sí solo y probar suerte. El
individuo se convirtió en dueño de su propio destino; suyo empezó a
ser el riesgo y también el beneficio. Su esfuerzo individual podría
conducirlo al fracaso o al éxito, con la consecuente independencia
económica; libertad que luego fue extendiéndose (a regañadientes) a
la mujer, gracias al movimiento feminista que propuso, entre otras
cosas, liberarla a través de la independencia económica.
El fracaso y el éxito, son opciones emergentes del capitalismo
que también esconden una sutil esclavitud. Todo hombre o mujer que
caiga en la trampa de esta coacción saldrá corriendo tras el éxito,
seguido por la sombra tenebrosa del fracaso. Una carrera que nunca
acaba y que por eso es adictiva y esclavizante. El éxito y el fracaso son
los más grandes impostores, y si no nos damos cuenta a tiempo, nos
matan.
159
Algunos prefieren naufragar o morir antes que digerir un
fracaso; otros, por el éxito, serían capaces de arriesgarlo todo, incluso
la vida y la libertad. Y esto ha sido el fruto de un capitalismo
desenfrenado. Pero seguir siendo parte de esta locura nos hace sentir
acompañados; ser libres es estar más solos, la libertad nos aleja de la
sociedad.
Los intentos históricos de liberalización del ser humano,
dieron dos cosas: por una parte la fuerza y, por otra, aislamiento,
duda, angustia, inseguridad y hasta desesperación.
El ser humano está desprovisto de la libertad como valor
fundamental para poder estar solo y en silencio sin que por ello surja
algún conflicto.
La fama y la popularidad son maneras de huir de la soledad.
Ser reconocido por otros es un sustituto del propio reconocimiento y
del amor por uno mismo.
¿Cómo nos vamos a amar si hemos permitido que nos
arrebaten la libertad, el tesoro más valioso que tenemos? ¿Cómo nos
vamos a aceptar si estamos viviendo en celdas que nosotros mismos
hemos construido? Todo lo que no nos podemos dar a nosotros
mismos, lo buscamos fuera, pero allí tampoco lo encontramos y por lo
tanto tampoco se lo podremos dar a nadie.
Esta es la mezcla letal: coacción y resentimiento, frustración y
adicción, decepción e ira, castración y odio, esclavitud e impotencia,
presión y explosión, represión y violencia.
Por eso se puede comprender, aunque no justificar, la energía
represiva que libera el terrorismo internacional y las guerras
mundiales. El mundo se ha convertido en una bomba de relojería que
está explotando de muchas maneras y en todas partes.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Los expertos se preguntan ¿Qué amenaza implica el
terrorismo global para las sociedades abiertas? Y reconocen que es un
fenómeno que, sin exagerar, todo indica es creciente y duradero.
Para mí hay un terrorismo externo que se proyecta fuera y
otro interno que se proyecta dentro y produce una implosión. Es
donde nacen todas las formas de suicidio.
Cuando se presiona a los individuos se los presiona en contra
de sus propios límites. Las limitaciones se convierten en muros de
contención sobre los cuales la tensión aumenta más y más.
¡Es tan obvio lo que nos sucede! Estamos al límite de la
resistencia, queremos salir pero no sabemos cómo hacerlo sin que
haya un rompimiento destructivo.
Antes de entrar en prisión descubrí el modo de hacerlo: las
medicinas chamánicas.
Algunas sustancias como el Yajé o Ayahuasca, el peyote y los
hongos, contribuyen en parte a que la gente busque experiencias
expansivas y liberadoras, ya que bajo la influencia química se pierde
la sensación de estrechez y limitación, lo que es un gran avance en la
búsqueda de la libertad.
Pero es una experiencia química transitoria. En algunos casos
produce una conexión espiritual, se puede llegar a tener un vislumbre
del infinito y de lo ilimitado, y una sensación de liberación de la
conciencia, pero sólo momentánea, ya que luego se retorna a un
cuerpo pequeño, a una mente estrecha y a un “yo” aprisionado.
Además, estas sustancias pueden volverse adictivas si
tenemos la tendencia a ser adictos, y el criterio para saberlo es
chequear si se tiene el control y se decide libremente, o si ello nos
domina y nos esclaviza.
161
Si no se puede dejar y se vuelve poderosa a tal punto que nos
controla, entonces es una adicción. Pero también la meditación o el
yoga pueden ser adicciones. De hecho, lo son para mucha gente, pues
se quedan atascados allí durante toda la vida. Cuando hay una
estructura adictiva cualquier cosa nos puede atrapar.
Hasta ahora no he conocido a nadie que, conociendo y
viviendo la verdad, el amor y la libertad, tenga la necesidad de hacer
yoga, tomar sustancias que expandan la conciencia o meditar.
Todas las actividades que se vuelven adicciones, son
sustitutos de la verdad, del amor y de la libertad.
Una real expansión de la conciencia es algo que sucede y no
hay retroceso, ni marcha atrás. Si se fuerza con técnicas o sustancias
químicas, crece un espacio virtual que nos hará creer que la conciencia
se ha expandido, y no es así, sólo ha sido una emulación. Los estados
expandidos, modificados o alterados de conciencia, no producen una
expansión de la conciencia. Si fuera así, todas esas miles de personas
que lo practican habrían encontrado la libertad y el amor.
La expansión “real” de la conciencia se puede ver cuando a un
ser humano se lo ve feliz, pues la felicidad es confianza encarnada.
Como un ave que puede volar con las dos alas, la del amor y la de la
libertad, y ambas se complementan y hacen posible el vuelo, porque la
liberad hace posible el amor y el amor enriquece la libertad.
Sufrir, buscar e intentar no es suficiente para la libertad
Todo lo que hagamos los seres humanos por liberarnos será
insuficiente, mientras no nos animemos a penetrar en los cimientos de
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
nuestras esclavitudes y a dinamitar las bases de la comodidad y de la
seguridad de lo conocido.
La gran mayoría de las personas que he conocido, que han
querido expandir su conciencia tomando Yajé o haciendo diversas
psicoterapias, no han querido profundizar en sus cadenas, ni mucho
menos liberarse de ellas, sólo han hecho un minúsculo y virtual paseo
turístico por la imaginación. Aún así les ha servido para vislumbrar la
libertad, lo cual es muy importante.
Para mí, haber tomado Yajé más de cien veces en seis años, me
ha servido para liberar emociones enquistadas, limpiar mi organismo
de toxinas, quitarme todos los kilos de más y despejar mi visión de
tonterías que no me dejaban ver lo obvio.
El Yajé, y todas las terapias que he hecho, me ayudaron a
tomar decisiones que cambiaron el rumbo de mi vida, pero esas
decisiones las tomé yo, desde mi poder interior.
En la vida nos metemos en muchos líos, problemas y
situaciones muy desagradables, pero caemos en ello sin darnos
cuenta, como si todo el entorno conspirara para que todos cayéramos
en trampas parecidas.
En la cárcel me he encontrado con algunos drogadictos que
me dicen que la sociedad les ha metido en la droga. Y tienen razón,
pero yo les pregunto ¿Quién te va a sacar de allí? Porque la sociedad
no te va a sacar, tendrás que hacer algo tú mismo si quieres salir.
Si nos quedamos culpando a quienes pudieron ser los
causantes de nuestras esclavitudes, nunca nos liberaremos.
Mientras no maduremos haciéndonos cargo de nosotros
mismos, sin dependencias y sin evasivas, animándonos a vernos y a
ver que vivimos atrapados, seguiremos experimentando muchas
situaciones esclavizantes.
163
El proceso de una verdadera liberación comienza por
recuperar la capacidad de ver, quitándonos las vendas que cubren
nuestros ojos.
Hay quienes afirman que si se lograra ver el futuro, este
cambiaría inmediatamente por el mero hecho de ser visto. De igual
manera si logramos ver el presente que estamos experimentando,
comenzaríamos el proceso de liberación de las circunstancias que nos
dominan.
Aunque parezca mentira, estamos viviendo un presente que
no logramos ver con claridad ni con objetividad, porque estamos
atrapados en el programa de respuestas que controla nuestra vida.
Necesitamos un destello de luz interior, tan penetrante, que
nos permita vislumbrar la verdadera dimensión de nuestra vida
interior. Ver lo propio, lo profundo, en intimidad, aunque sólo sea por
un segundo, nos produciría tal comprensión de lo real, que nada
podría seguir igual en nosotros.
Para formar parte de una sociedad tonta y automatizada,
inconsciente y manipulada, es preciso estar ciego. La ceguera consiste
en no permitirnos ver otras opciones más que las que nos han
enseñado a ver en una sociedad condicionada. Por eso es preciso
tomar distancia de la sociedad para alcanzar la libertad.
Esta sugerencia va en contra de la tendencia social que
tenemos los seres humanos, pero es esa naturaleza sociable la que nos
ha llevado a olvidarnos de nosotros mismos y de nuestro propio
poder.
Por eso acabamos siendo esclavos de modas y tendencias
creadas por otros, perdiendo la originalidad y dejando de lado la
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
propia creatividad e individualidad, y así es como acabamos
adaptados a modelos pre elaborados.
Es hora de sacar y defender lo que provenga de uno mismo, lo
original, lo auténtico, aunque sea rechazado por la sociedad. Aunque
no forme parte de ningún grupo ni tengamos el apoyo de nadie más
que de nosotros mismos, estaremos recuperando uno de los valores
más significativos para ser libres: la individualidad.
Comprender la individualidad como un valor único e
indisoluble nos llevará a la defensa de la subjetividad, como la ciencia
de lo interno. Ser individual es ser único e indivisible, es decir que no
se es producto de ninguna copia ni de ninguna división interna.
Cuando mi hijo Elián tenía alrededor de doce años, me
preguntó por qué no había sido bautizado en la iglesia católica ni
había hecho la primera comunión como todos sus amigos y
compañeros. Le respondí que porque su madre y yo hemos respetado
su libertad de elegir la propia religión cuando lo crea necesario, y
agregué, ‚si algún día sientes la necesidad de tener alguna religión, búscala,
y si no encuentras ninguna que te satisfaga o que te de lo que quieres, puedes
ser el creador de tu propia religión y el único feligrés, no hace falta que nadie
te siga m{s que tú mismo‛.
Buda, cuando estaba muriendo, abrió los ojos y dijo estas
últimas palabras a quienes estaban junto a él en su lecho de muerte:
‚sé una luz para ti mismo y no imites a nadie‛.
Aunque parezca una locura lo que voy a decirte, lo haré
porque lo siento y soy libre para hacerlo: todo lo que venimos
haciendo los humanos está bien, es correcto, tenía que ser así, no
sabíamos hacerlo de otra manera, lo hicimos como pudimos.
165
La herencia es desastrosa, la historia es incontable, la realidad
vergonzosa, pero os aseguro que no hay culpables sino sólo
consecuencias naturales por el modo en que hemos hechos las cosas.
Ahora tenemos que decidir lo que haremos. Si queremos cambiar no
podemos seguir haciendo lo mismo, tendremos que cambiarlo todo, y
la única manera de que todo cambie es que cada uno haga brillar su
individualidad. No sé si existe placer mayor que ser uno mismo. La
fealdad desaparece cuando un ser humano deja de ser una mentira y
se convierte en la verdad. No hay mayor belleza que la autenticidad.
Si nos animamos a ir más allá de la liberación de la esclavitud,
y sentimos el coraje de buscar la libertad, nos tendremos que atrever a
orientar la búsqueda hacia la verdad. En esa búsqueda dejaremos de
lado las dicotomías, si ser liberal o conservador, libre o esclavo,
porque son opciones que nos distraen de la búsqueda esencial de la
verdad dentro de nosotros mismos.
Este proceso de búsqueda, que sugiero realizar con entereza y
entrega total, lo acabé de hacer dentro de la prisión pero comenzó
mucho antes, y el momento clave de dicho proceso es cuando se libera
la verdad desde nuestro corazón. El problema es que para llegar allí
hay que atravesar una secuencia de muros y corazas de mentiras que
están atrapando la verdad original.
167
La libertad es unión e integración
El cautiverio de la separación nos desafía a volver a casa
¿Quién hubiera dicho que dentro de un cautiverio un ser
humano podría alcanzar un estado modificado o ampliado de
conciencia?
Pues bien, justamente eso es lo que me ha sucedido.
La cárcel es un cautiverio más, en el cual muchos factores y
situaciones presionan la conciencia a tal punto que, de pronto, se
puede sentir como si todo el entorno estuviera dentro de uno.
Por esta razón muchas de las cosas que escribo tienen un
origen empírico.
Cuando se experimenta algo extraordinario se puede hablar
de ello con mucha energía y elocuencia, pero no se pueden dar
muchas explicaciones del porqué son así. Para mí son reales porque
las he vivido, pero la dificultad está en cómo contarlas.
Los humanos llegamos al mundo siendo individuos unidos al
todo, pero muy pronto entramos en una zona cautiva en donde es
preciso estar divididos. La división es la esclavitud y la unión es la
libertad.
Si el cautiverio en el que vivimos fue creado mediante una
estrategia inteligente, la mente que diseñó dicha estrategia tenía muy
claro que dividir es dominar, “divide y reinar{s”. Pero ¿quién o qué es
lo que reina en este mundo?
La división en la que vivimos, es otro subproducto de la
conciencia, y a través de esa misma conciencia, podemos llegar a
recuperar la integridad perdida.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La extralimitación es la parte positiva de la búsqueda de
libertad y se dirige hacia afuera; la integración es la parte negativa de
dicha búsqueda, y se dirige hacia adentro para alcanzar la unidad
interior. Al desplegarnos “hacia” el entorno, rompemos límites (con el
riesgo del desenfreno), al replegarnos “del” entorno, nos recogemos y
entramos en nosotros mismos (con el riesgo de aislarnos).
Las limitaciones, como dije anteriormente, son una maestría,
porque nos muestran la ilusión de la separación y nos desafían a
traspasarlas para acceder a lo desconocido. Las divisiones son
también una maestría, porque nos muestran la polaridad de los
extremos y nos desafían a recuperar la unidad interna.
Aunque la división podemos advertirla en todas partes,
tenemos que comprender que dichas divisiones se inician en nuestro
interior, porque hemos sido divididos biológica, psicológica y
socialmente, y a partir de ahí, todas las cosas que miramos o tocamos,
las dividimos. Bueno y malo, mujeres y hombres, blancos y negros,
ricos y pobres, norte y sur, izquierda y derecha, espíritu y carne,
pasado y futuro, arriba y abajo, tú y yo.
Pero quisiera profundizar en otras tantas divisiones.
La libertad y la esclavitud son opciones emergentes de dichas
divisiones y son la base de todo negocio humano, de la discriminación
y de la explotación.
Si no logramos llegar al origen de toda división, no podremos
unificarnos ni ser íntegros y eliminar así las raíces de estos absurdos y
dolorosos fenómenos.
Desde el punto de vista del tiempo, que es horizontal, no se
puede volver atrás; pero desde el punto de vista de la eternidad, que
es vertical, no hay pasado ni futuro. La eternidad es ausencia de
tiempo, por lo tanto, todo es una sola cosa expansiva. Y cuando nos
metemos en la eternidad, gracias a la conciencia, podemos acceder al
mismo punto en donde todo comenzó a dividirse y llegar al momento
en donde todo era una sola cosa reunida en un solo punto.
169
Esto supone hacer un viaje hacia el pasado, volviendo sobre
nuestros propios pasos, no para rememorar los traumas, sino para
traspasarlos y llegar al punto en donde aún no existían.
Y esto lo haremos a través de la conciencia y de la inteligencia.
Dado que todo lo que nos ha sucedido a partir de la división está
registrado en cada átomo que nos compone, podemos entrar en
nosotros mismos a través de las divisiones internas para llegar al
núcleo original y unificado de nuestra esencia.
Aunque ya lo hemos visto, es necesario repetir que la base de
todo lo que producimos y de lo que nos sucede tiene un fondo
biológico (químico y genético), psicológico (mente, memorias y “yo”)
y social (familia y entorno), que a su vez oculta un fondo más
profundo que está por debajo de todo eso y que podemos llamar
espiritual o energético.
Anteriormente mencioné que la división celular del proceso
de reproducción suponía una multiplicación de células, lo que
posibilita la expansión de la energía creativa en el ámbito biológico.
Pero
dicha
división
también
puede
producir
un
inevitable
enfrentamiento entre las partes divididas, si estas tienen la capacidad
de darse cuenta de que lo están.
Las células no pueden verse separadas ni divididas, ellas
funcionan desde la unidad y la integración porque no tienen
conciencia. Y por eso tampoco pueden enfrentarse entre sí. Pero los
humanos, al tener conciencia, vemos esa división.
A diferencia de los animales, los seres humanos podemos ver
todo desde la conciencia, o desde arriba, con una panorámica que
incluye la totalidad: lo interno y lo externo, lo que se ve con los ojos
físicos y lo que se ve desde la intuición o “tercer ojo”.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La división esencial
Y el enfrentamiento de las partes separadas
Así como los átomos se agrupan y constituyen moléculas, las
moléculas se agrupan y forman células y de igual forma las células se
agrupan y crean tejido y órganos. En lo profundo, todas las células
están inteligentemente unidas, pero en cuanto a la agrupación que
adquieren, parecen estar divididas: un órgano por aquí y otro por allá,
cada uno con su función.
Es llamativo observar que se han producido ciertas divisiones
en dos partes de la misma función. Por ejemplo, el cerebro se ha
dividido en dos partes que cumplen funciones muy diferentes pero
complementarias (hemisferio derecho e izquierdo). De igual manera
hay dos ojos, dos oídos, dos ovarios, dos testículos, dos pechos, dos
riñones, dos pulmones, dos brazos, dos piernas, dos manos, dos pies.
Pero hay otra división que es interna y que ha sido
descubierta por la neurociencia, aunque también el Tantra lo sabía
desde hace miles de años: el hemisferio izquierdo del cerebro es
analítico, es la fuente proveedora de la razón, el cálculo, la lógica, lo
que agudiza el tecnicismo, mientras que el hemisferio derecho es
irracional y aporta la intuición, la sensibilidad y la abstracción, por eso
es ilógico. Cada hemisferio interviene directamente sobre las partes
inversas del cuerpo, pero además influye en todo lo que hacemos,
pensamos y sentimos. Si bien el hemisferio derecho está más
relacionado con lo femenino, puede igualmente predominar en los
hombres, aunque sucede excepcionalmente.
hemisferio izquierdo
está más ligado
notablemente
en
influye
la
mayoría
De igual manera el
a lo masculino
de
las
mujeres,
pero
como
consecuencia de la herencia machista de todas las épocas.
Podemos afirmar, sin lugar a dudas, que el mundo está
gobernado por el hemisferio izquierdo (racional y calculador), por eso
está en manos de los hombres y no se le permite a la mujer tomar
parte mayoritaria en ningún gobierno del mundo. Todo el mundo
171
político y religioso esta reinado por lo masculino, y así es como nos
va.
En general, la humanidad se ha identificado mucho más con
la razón que con el sentimiento.
La razón es el lenguaje de los
humanos, por eso las corazonadas fallan tan a menudo. Muchas veces,
aunque toda la lógica incline la balanza hacia un lado, el resultado
será todo lo contrario, porque no evaluamos el factor sorpresa que se
incluye en el lenguaje del sentimiento.
Lo que sucedió en la elección de las olimpíadas del 2016 entre
Madrid y Río de Janeiro, fue una curiosa situación.
En Madrid
afirmaban tener la corazonada de ganar la candidatura, pero ganó la
inclinación sentimental del jurado hacia Río de Janeiro.
Muchos
dijeron en España que esa decisión había sido injusta o irracional, y es
probable que así fuera, porque aunque estemos inclinados hacia la
razón, aún persiste la natural y poderosa influencia de lo irracional. Es
propio de la división interna. Nunca se sabe.
Resulta inevitable que estemos divididos internamente por las
funciones específicas que asume cada célula, según su programa.
Cuando se producen estas divisiones, no nos damos cuenta; aunque
esté en nuestra memoria inconsciente, no lo recordamos ni nos
influye. Pero luego, cuando ya todo está hecho y acabado y tenemos
uso de razón, aparece evidente la primera imagen dividida dentro de
la misma especie a la que pertenecemos y vemos que hay dos grupos
visibles y evidentes de seres: mujeres y hombres. Es la diferencia que
apreciamos.
A nivel celular no podemos decir que hay células femeninas o
masculinas sino células que provienen de una misma fuente
indiferenciada (células madres), y cuando asumen una función
específica se diferencian de las demás y cumplen su cometido,
agrupándose a donde les ordena el programa genético. Una vez allí,
se establecen con una misma función para toda la vida, pero vayan
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
donde vayan y hagan lo que hagan llevan consigo algo de lo que no se
pueden deshacer, y es lo que yo llamo la división esencial.
Más allá de las divisiones exteriores y aparentes que podemos
apreciar, están las divisiones interiores, aquellas que no percibimos.
Aquí propongo que hagamos el viaje, atravesando todas las
divisiones, hasta llegar al punto en donde no había división.
Ya he mencionado que, desde el Big Bang, cuando un punto
minúsculo explotó, hasta el hecho del crecimiento embrionario en el
vientre materno, se suponen infinitas divisiones de átomos y células.
Pero hay una división que sucede en el proceso de desarrollo del feto
y que nos marca definitivamente.
Según los científicos, esta fisura esencial y básica se produce a nivel
genético cuando el cromosoma XY, del hombre, “toma la decisión” de
determinar si el embrión será hombre o mujer. Esa es la división
original
de
dos
grupos
distintos
que
produce
la
primera
segmentación, es el primer corte que separa a las XX por un lado y a
los XY por el otro. Y como consecuencia de dicha división nacerán
mujeres y hombres, lo que podemos distinguir a simple vista a nivel
físico.
Entre los grupos de hombres y de mujeres sucederán
coaliciones de todo tipo, porque se verán como partes separadas de la
misma especie. No nos vemos como humanos con sexo masculino o
femenino, sino que nos vemos como si hombres y mujeres fuéramos
dos especies diferentes, o como dos subespecies. Es decir que nos
identificamos psicológicamente con el sexo que nos ha tocado; de ahí
que afirmamos ‚soy hombre‛ o ‚soy mujer‛ en vez de decir ‚soy
Humano‛.
De dicha identificación surgen las rivalidades sexistas, pero
además nace un deseo recíproco de dominarse que acaba en
explotación.
El proceso ha sido muy duro y nos ha creado mucho
sufrimiento. Por eso considero que toda exploración que hagamos a
173
las raíces del conflicto, nos ayudará a comprender cómo y por qué
sucedió esto, pues sin dicha exploración no podremos resolverlo.
Hay quienes afirman que la crisis social y política tiene por
raíz la dominación de los valores masculinos sobre los femeninos.
Para mí, sin embargo, no es la dominación de los valores, pues los
valores de cada uno son igualitarios y no quieren ni pueden ejercer
dominio sobre el otro; la cualidad de los valores es llevarnos a la
igualdad. Pero el legado familiar de favorecer al hombre sobre la
mujer, sí que ha creado una impronta psicológica en ambos que les
predispone al machismo y a la consecuente disparidad, otorgando
privilegios al hombre, con la inevitable explotación.
Los progenitores son quienes crean a un “ser machista”, ya
sea hombre o mujer, con la ayuda incondicional de la sociedad, la
cultura, la política, la religión y los medios de comunicación.
El niño varón es criado con privilegios y con una
sobreprotección que esconde impotencia, desvalorización, miedo e
inseguridad, por tanto tendrá una percepción muy pobre de sí mismo,
no se siente capaz de tener autodeterminación, y así aprende a
subestimarse. Por otra parte, le implantan la idea de que la mujer no
vale demasiado, que es mala, inservible o peligrosa.
La niña es criada bajo presión, con parecidas formas de
menosprecio, pero haciéndole sentir que tiene menos derechos que los
hombres, a los que hay que aguantar por lo que aportan o por lo que
se les puede sacar, por lo cual tiene que servirles bajo la idea de
debilidad e inferioridad.
De esta manera se están criando seres machistas que, aunque
formen parte de dos grupos diferenciados por el sexo, están unidos e
implícitamente de acuerdo para beneficiar al hombre.
Se necesitan tanto mujeres como hombres machistas para que
exista el machismo y por eso es responsabilidad de ambos sexos: uno
que lo produce y el otro que lo permite.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Los padres, la familia y la sociedad producen el machismo.
Los que mejor aprenden a ser machistas son los que más lo padecen y
tanto agresores como maltratadas son víctimas.
Actualmente, los roles han cambiado bastante, el hombre se
ha vuelto más servicial y complaciente con la mujer y participa más en
las labores del hogar. La mujer, por su parte, trabaja más, aporta
dinero y es más independiente. Pero como no se resuelve el problema
de raíz, siguen los quiebres y esto se demuestra, por ejemplo, en el
hecho de que la cesión del hombre es percibida como un signo de
debilidad por la mujer, por ello rechaza al hombre cuya masculinidad
es débil, temerosa y carente de seguridad, y que actúa más bien por
miedo a ser rechazado (gran parte de la población de hombres).
El enfrentamiento sexista es mucho más profundo, y no se
debate entre órganos o entre células ni entre cuerpos. No es una lucha
de funciones sino de fuerzas que se quieren dominar y controlar, lo
que se experimenta a nivel energético y psicológico.
Es una percepción de inferioridad respecto del otro que surge
de la comparación. Dado que el hombre tiene una leve superioridad
sólo en el ámbito físico (y no en todos los casos), se ha impuesto sobre
la mujer por la fuerza.
No somos conscientes de que todos poseemos tanto la energía
masculina como la femenina y que estas conviven y compiten,
discuten y se atraen, se complementan y se enfrentan, se apoyan y se
distancian en el ámbito intimo y profundo de la psiquis y la biología.
En el proceso de educación y formación, el individuo se
identifica con una de las dos partes, la que asumirá como propia.
Una de esas partes es la atacante, dominante, agresiva y hasta
sádica, pero que en el fondo está acomplejada y se siente inferior (por
lo general se manifiesta en el hombre).
La otra, será la parte anulada, sometida, esclava y sumisa,
pero que en el fondo intentará ser superior y dominante (por lo
general se manifiesta en la mujer).
175
El juego se jugará entre partes engañosas, amenazantes, y que
se perciben naturalmente como peligrosas. Ambas partes están
dañadas por el mismo proceso que ya hemos descrito, de desprecio,
menosprecio e infravaloración, sumado a las diferentes privaciones de
libertad a las que hemos sido sometidos, en una especie de
‚liberticidio‛, y que acaba con el poder propio y la auto-confianza. Y
“liberticidio” para mí es una serie de crímenes que se cometen dentro
de la sociedad en contra de las libertades básicas del ser humano.
En todo lo que hagamos y vivamos estará presente la división
interna entre lo femenino y lo masculino. Nos demos cuenta o no de
ello, como asimismo del consecuente complejo de inferioridad y de
baja autoestima que produce la identificación.
Esa separación interna se manifestará afuera de múltiples
maneras, entre hombres y mujeres, pero en realidad tiene un origen
interno que no alcanzamos a ver.
Por ello se torna una lucha
inconsciente que padecemos al enfrentar a nuestro lado masculino con
el femenino, identificándonos con una parte y rechazando la otra.
Entonces la guerra está servida, así es como la puja interior se
proyecta al exterior en todas las relaciones que mantengamos, por el
motivo que fuere.
Esta es más o menos la descripción del juego que jugamos los
seres humanos en el ámbito de las relaciones. Un juego macabro de
poder que, sin querer, se origina en el ámbito biológico y que se
desarrolla en el ámbito psicológico por la identificación.
La biología nos ha forzado a una natural inclinación física al
proveernos de sexo masculino o femenino.
Para la biología y la evolución de la especie era necesario que
fuera así, pero en lo cotidiano lo vivimos desde el conflicto, por la
percepción consciente de dicha división, y por tanto asumimos
contrariadas reacciones.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Es por la dificultad en la que nos pone la conciencia, que nos
permite ‚divisar‛ esa separación entre hombres y mujeres, y luego la
mente, que con su sistema de identificación nos presiona a aceptar
una de las partes y a rechazar la otra (según a cuál pertenezcamos),
que quedamos encasillados. Y en el mismo acto de auto-etiquetarnos
hacia afuera, nos anulamos hacia dentro.
Es inevitable que al dividir se muestren partes o polaridades y
que nos veamos obligados inconscientemente a elegir entre una de
ellas.
Pero omitimos la realidad de que internamente contenemos a
ambas partes, y no nos damos cuenta de que, al identificarnos con la
parte que nos ha tocado, estamos negando la otra, lo que supone una
negación de una parte de nosotros mismos.
De la dualidad a la explotación
en un abrir y cerrar de ojos
Cuando era pequeño en la ciudad donde nací había dos clubes
de fútbol: Colón y Unión de Santa Fe. Los simpatizantes de ambos
clubes, como es “normal”, vivían pele{ndose y discutiendo, por lo
tanto había que elegir ser de uno u otro equipo. Yo era de los dos.
Iba al club Colón a ver fútbol y jugaba vóley, tenis y golf en el club
Unión. Pero, socialmente me exigían que me definiera por uno, y yo
me preguntaba por qué tenía que elegir si los dos eran de mi ciudad y
cada uno me daba algo diferente.
Toda división crea separación, y la consecuente fricción,
tensión, lucha, comparación y enfrentamientos. Cada parte dividida
lucha por el poder, porque no quiere ser inferior, ya que si se debilita
y pierde, cae inevitablemente en las garras de la otra.
177
Si hay dos partes, entonces tendrá que haber una fuerte y otra
débil, una mejor y otra peor, una abajo y otra arriba, una que explota y
otra que es explotada.
Como ya dije, los humanos se dividen inicialmente entre
hombres y mujeres. Los hombres, por el sentimiento de inferioridad
que tienen, han sometido a las mujeres, aunque tratan de ocultarlo. Y
lo femenino, por el sentimiento de humillación, ha sometido a lo
masculino, a modo de venganza, de una manera muy sutil y astuta.
¿Quién domina a quién?
Hasta ahora ha sido el hombre a la mujer y lo femenino a lo
masculino.
Aunque actualmente esta situación está cambiando e incluso
se ha invertido en cierta medida, en realidad todo sigue igual, pues no
se ha arreglado el problema de fondo.
Pero este no es el tema central. La cuestión es que al percibir
que “una” parte exterior nos oprime, explota y domina, establecemos
el conflicto con “todo” lo exterior.
Al dividir dos partes internas, estas se enfrentan entre sí y la
lucha acaba rompiendo su integridad. Así se debilita a un individuo
íntegro. Y la trampa es la división que nos separa con lo exterior, la
que si bien no existe realmente, así la percibimos.
Ver el mundo y la vida como un polo opuesto a nosotros
mismos es una trampa que nos obliga a inclinarnos hacia uno u otro
lado. Y nos inclinamos hacia lo exterior, porque es lo que vemos a
primera vista y porque creemos que es la fuente proveedora de lo que
necesitamos.
Esta realidad es paradójica porque, por un lado, se necesitan
dos partes para que sucedan los fenómenos de la vida, pero, al dividir
lo interior y no apreciarlo, dirigimos la mirada hacia afuera. De este
modo, las dos partes, que son internas, las vemos reflejadas fuera de
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
nosotros, en los otros. Y es allí donde entramos en conflicto con los
demás, porque nos vemos inconscientemente en ellos.
Pero, la coalición esencial que no vemos es interna, y poder
darnos cuenta de esto es muy importante en el viaje hacia la
integración.
Estamos peleados con nosotros mismos y básicamente es
porque no conocemos la unidad interna.
No somos conscientes de que los polos son complementarios
y se integran para completarse y que la dualidad interna es
perfectamente compatible.
Creemos que hay una dicotomía; asumimos una de las partes
y ponemos a la otra enfrente para competir con ella. Todo esto a nivel
inconsciente; no nos damos cuenta hasta que comenzamos a
relacionarnos de diferentes maneras con otros, y así es como comienza
el juego morboso de la guerra entre los seres humanos.
Por un lado hombres, por el otro mujeres; por un lado lo
masculino, y por el otro lo femenino; por un lado la rudeza, y por el
otro la suavidad; por un lado la insensibilidad, y por el otro la
sensibilidad; por un lado sumisos, y por el otro dominantes.
No es una división sexual. Nace allí, pero es mucho más
profunda. Y se manifiesta no sólo entre mujeres y hombres, sino entre
razas, civilizaciones, religiones, clases sociales, etc.
En la cárcel se ve muy claramente la división entre los que
mandan y los que obedecen. Pero lo mismo sucede en la sociedad que
está básicamente conformada por dos grupos: los que dominan y los
dominados, los autoritarios y los sumisos.
Dicho de otra manera, está divida en delincuentes y santos,
víctimas y agresores. Incluso, podemos definir estos dos grupos como
políticos y ciudadanos, líderes religiosos y feligreses, jefes y
empleados, profesores y alumnos, terapeutas y pacientes. Todos
contienen el mismo germen de la diferencia entre amos y esclavos.
Una diferencia que va mucho más allá de lo masculino y lo femenino
179
o del hombre y la mujer, y está relacionada, entre otras cosas,
esencialmente con el carácter que desarrollamos desde muy pequeños.
En psicología los han llamado sádicos y masoquistas, para
diferenciar al dominante del sumiso, pero mi apreciación es que esa
diferenciación sólo existe a nivel superficial pues, en el fondo, todos
somos igualmente esclavos de la necesidad de ser sometidos.
Tanto el sádico como el masoquista necesitan ser dominados
por alguien o por algo, porque somos una especie que se humilla s sí
misma, y de ahí el complejo de inferioridad que nos posee.
Aunque queramos ocultarlo, esa realidad es inherente al ser
humano, es una herencia psicológica que muchos no quieren
reconocer y mucho menos ver.
Ir a la raíz no es cosa fácil pero tampoco es imposible y es
enormemente satisfactorio. Y es sencillamente profundizar para
arreglar, es quitar la venda para curar, es romper la pared para llegar
a la causa de la humedad.
De ese modo podremos atravesar y comprender, sin pensar
que estamos perdiendo el tiempo o nos estamos enrollando en nuestro
pasado, sino que, por el contrario, estamos indagando honestamente
en los pasos que hemos dado y que nos han traído hasta aquí.
Sin embargo, hay una reticencia a indagar en las causas
alojadas dentro de cada uno de nosotros. Nos da miedo examinar el
pasado para encontrar pistas, nos aterra ir a la raíz de las cosas.
Según Freud, padre de la psicología moderna, todo comienza
con el trauma de nacimiento, con lo que sucede en el parto. Pero,
según la actual comunidad científica, todo comienza mucho antes,
durante los nueve meses de gestación, pues el feto establece contacto
con el exterior por su madre, quien le transferirá todas la percepciones
a través de la placenta, percibiendo las emociones, el estrés y los
estados tanto de ella como del entorno.
Pero no sabemos todo lo que sucede durante esos nueve
meses.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Actualmente se están relacionando determinadas conductas
delictivas con ciertos episodios ocurridos durante el embarazo.
Uno de los estudios se está realizando con niños que estaban
en el vientre de su madre en la época del atentado del 11 S en Nueva
York, y están descubriendo ciertas patologías relacionadas con la
hostilidad y la ansiedad que experimentaron en su vida intrauterina.
Pero estos estudios recién han comenzado. A medida que se
profundicen, mejor se podrán comprender ciertos comportamientos
humanos.
Se dice que los nueve meses de gestación durante los cuales
estamos suspendidos en el líquido amniótico, equivalen a unos 70
años de vida extrauterina. Las memorias que se crean allí son la
segunda predisposición; la primera es la genética, pero no se tiene
constancia de que haya infiltraciones psicológicas. La tercera
predisposición es lo que Freud llamó “trauma de nacimiento”, y la
cuarta predisposición es la que sucede en el entorno familiar.
En este último caso hay un impacto psicoemocional de gran
importancia.
Según los grandes maestros de todos los tiempos, muchas de
las tendencias innatas del ser humano provienen de vidas anteriores,
son memorias que se traen dentro del inconsciente universal por el
tránsito de los átomos que nos componen. Pero no es algo que
podemos demostrar.
Al respecto, yo podría contar mi experiencia de regresión a
otras vidas o a diferentes estados en los que estuve antes de nacer
como humano, pero no me apetece contarlo.
Desde hace milenios se cree que hay un pasado que va más
allá de esta vida, cualquiera sea el nombre que se le dé, y es algo
lógico de considerar, pero no tenemos la tecnología disponible para
181
investigarlo y las técnicas que existen, como la hipnosis o el uso de
enteógenos, no están lo suficientemente desarrolladas.
Cómo se fabrica un tonto sumiso listo para ser explotado
Hemos visto que la coacción, la manipulación, el cautiverio y
la sumisión están al servicio de la explotación, pero ¿cómo y por qué
nace esa predisposición a ser dominados y con ello a sufrir?
Para eliminar el sufrimiento hay que eliminar sus raíces, y una
de esas raíces es el carácter que se forma en los primeros años de vida.
Voy a dar un breve panorama psicológico de las raíces del
carácter, pero dado que no soy psicólogo, lo haré desde mis
investigaciones autodidactas y a modo de vislumbre de lo que puede
haber en el fondo de la realidad individual.
De hecho, en cierta forma, lo he visto en mí y es lo que me ha
contado mucha gente acerca de sí mismos; por eso puedo describirlo,
pero no como una teoría.
Aunque hay mucha gente a la que no le gusta establecer una
relación entre la niñez y lo que ahora les sucede, les animo a que
echen un vistazo a este panorama.
El futuro es igual al pasado hasta el día en que nos damos
cuenta de ello.
Si nos desconectamos del pasado, liberamos el futuro de la
esclavitud, devolviéndole su espontaneidad y la capacidad de
sorprendernos.
Este es el breve resumen de la tragedia.
Todo niño en sus primeros años de vida define su carácter
sumiso-manipulable y/o dominante-autoritario. Es algo que nos pasa
a todos, en mayor o menor medida, o con ciertos diferentes matices.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
1-El bebé desea obtener y recibir amor, protección, atención y
cuidados desde una fuente proveedora exterior, o sea que asume una
pasividad y espera lo que necesita de afuera, que se lo de su madre
y/o padre.
Surge la expectativa respecto a lo exterior, pues espera que le den lo
que necesita.
2- Cuando el niño no lo recibe como lo quiere y como lo necesita, no
sólo en cuanto a la cantidad sino sobre todo a la calidad, se le activa el
miedo, porque teme que no se lo darán nunca y que siempre quedará
insatisfecho.
Así es como comienza a inquietarse y a ponerse
nervioso. También se le activa la culpa, porque comienza a percibir
que eso que quiere y necesita no se lo merece (aunque no sea cierto).
Así es como empieza a encarnar el personaje de víctima: ‚pobrecito de
mí, estoy destinado a sufrir carencias‛.
3- A través de esas experiencias de insatisfacción afectiva con “los
otros” (sus progenitores), se debilita el sentimiento de su propia
fuerza y se quiebra la confianza en sí mismo.
Siente una inseguridad creciente.
4- Al darse cuenta de que no vale y de que es rechazado, paraliza su
iniciativa, se reprime a sí mismo, se encierra en una especie de
autismo emocional. Desarrolla una hostilidad hacia sus padres y la
demostrará exigiéndoles cada vez más, o desobedeciéndoles,
rechazándoles o molestándoles.
Allí nacen los caprichos y se crean muchas formas de llamar la
atención.
5- Por obligación y/o amor, los padres darán al niño los cuidados
básicos de higiene y protección, creyendo que el niño percibirá su
amor y escondiendo la sensación de que el niño/a les molesta.
Además, por lo general, los padres obsesionados con los cuidados, no
183
dejan ver su amor porque anteponen la importancia de la obediencia.
Por eso el niño percibe ausencia de cariño y de aceptación. Se siente
acosado, pues tiene que cumplir u obedecer. Todo lo que los padres
ofrecen al niño, aunque esa sea su responsabilidad y aunque lo hagan
con amor, lo hacen condicionando al niño a que sea de una
determinada manera o bien a que haga lo que le dicen. Le enseñan a
ser obediente. Sin darse cuenta están sembrando la semilla de toda
prostitución, en el sentido de que prostituirse es venderse, ceder algo,
aunque no sintamos hacerlo, para obtener un beneficio.
Y así se
aprende el sometimiento, aceptando las condiciones.
En su fuero más íntimo interpreta el siguiente mensaje: ‚yo me someto,
pero tú me das lo mínimo que necesito para sobrevivir‛.
El niño aprende a venderse como una cosa. Se encarna la hipocresía y
el chantaje, la negociación y el intercambio.
6- Todo esto lleva a todo niño a adoptar una actitud de abandono del
poder. Se olvida de sí mismo y descarta toda posibilidad de ‚dominio
activo‛, que es el poder de sí mismo, desde sí mismo y sobre sí mismo.
Entonces dirige más aún todas las energías a fuentes exteriores para
que satisfagan todos sus deseos, a costa de todo. Así es como se
vuelven sumisos, porque el único medio para lograr lo que desean es
cediendo a la “presión” exterior.
La expectativa que tenía el bebé de que fuera la fuente externa quien
le proveyera de todo lo necesario, se potencia cada vez más, pero
ahora tiene más recursos emocionales y físicos para conseguirlo. Se
vuelve más exigente y a su vez se decepciona, creando una idea hostil
y mezquina del mundo que le rodea.
7- Ese niño o niña crece y se hace adulto, dándose cuenta de que todo
funciona bajo presiones externas a las que tiene que ceder, y así olvida
completamente su poder interior.
Al principio quería recibir todo lo que necesitaba, inocentemente, sin
tener que dar nada a cambio, pues se sentía digno y merecedor. Pero
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
se encontró con una realidad en la que tiene que perder su poder para
recibir limosnas.
Ahora sí que recibe algo desde afuera, pero habiéndose corrompido,
perdiéndose a sí mismo en la indignidad que siente. No cree ser
merecedor de nada bueno y crea una identidad que le hace sentir que
no vale, que es una mierda: ‚lo bueno no es para mí, ser{ para otros, yo
merezco lo peor.‛
8- Si con todo lo ocurrido queda algún rastro de rebeldía en el niño,
este sacará su hostilidad contra su madre y/o padre, la familia e
incluso más adelante, como adolescente o joven, contra la sociedad, a
quienes odia, consciente o inconscientemente, pero de los cuales
depende por cuestiones de supervivencia y conveniencia.
Seguirá anhelando que le den amor sin tener que someterse, añorando
la aceptación no recibida sin tener que prostituirse. Pero, como esto
no sucede, se aísla más que todos, se venga de mil maneras, sufre y,
sobre todo, se castiga a sí mismo, porque se odia.
El niño ha tratado de superar el sentimiento de insignificancia
experimentado frente al poder abrumador del mundo exterior,
destruyendo y/o maltratando al entorno, a fin de que el mundo deje
de ser tan amenazante, o bien renunciando a su integridad individual
(una especie de suicidio que se manifiesta con muchos tipos de
maltratos a sí mismo), pero si la rebeldía ha sido dominada totalmente
y la tentación por adaptarse y ser aceptado lo vence, cosa que sucede
en la mayoría de los casos, el niño deja de ser él mismo, abandona su
individualidad y adopta un tipo de personalidad en base a lo que los
padres esperan que él sea y que sea aceptable para la sociedad.
De esa manera el “yo” se funde con el entorno y así evita el rechazo y
desaparece el miedo consciente de la soledad y la impotencia.
Este es un mecanismo parecido a los animales como el camaleón, que
se parecen tanto al ambiente en el que viven, que resulta difícil
distinguirlo del entorno. De igual manera, un niño que se despoja de
su individualidad se funde con los otros y se vuelve un autómata, un
185
obediente, listo para ser controlado por la sociedad.
Un ser
manipulable e influenciable.
9- Todo este proceso acaba con la creación de diferentes poderes
exteriores, capaces de dominar en cualquier momento a ese niño
herido,
pues conservará
intacto
este
recuerdo
(consciente
o
inconsciente) en la adultez.
Así es como se vuelve adicto a todo tipo de cosas que le sometan y
dominen (dependientes).
Ya no tiene el poder sobre sí mismo; todo lo está decidiendo su
carácter sumiso.
Una parte de toda explotación está en esta identidad manipulada y
prostituida que lleva dentro de sí. Esa identidad sumisa le arrastrará
toda la vida como una marioneta, complaciendo, controlando,
luchando o huyendo.
Estas cuatro opciones son patrones de protección que se adoptan a
modo de ‚mecanismos de compensación‛, como una ‚conformidad
autom{tica‛ que le permitirá evitar el encuentro con las memorias de
dolor que ha sufrido en el pasado.
Pero estos mecanismos agravan más la situación, ya que también le
llevarán
a
situaciones
incómodas
y
desagradables,
incluso
desgraciadas, pero inevitables para recrearse en sus traumas y para
que nunca se olvide de que tiene que obedecer al poder exterior, pues
no es capaz de escucharse a sí mismo.
¡Es un ser sumiso! Eso es lo que aprendió, ‚que no vale para tener el
poder sobre sí‛.
Y la vida le confirmará todo eso, porque ese individuo atraerá
situaciones que se lo demuestren.
También hay otro grupo de personas que se van al otro extremo, no
quieren depender de nadie y no quieren que nadie dependa de ellas.
Acaban cerrándose por completo, protegiéndose por miedo al
rechazo, al abandono y a la soledad, y se vuelven “no disponibles”
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
como método de defensa ante las posibles amenazas. Son los anti
dependientes.
10- Todo ser sumiso se convertirá en un buscador de hombres y/o
mujeres que le sometan, le dominen y le controlen, los que a la vez le
ayudarán a mantener sus adicciones, para poder seguir jugando al
juego de sentir que no tiene el poder sobre sí mismo. Son lo codependientes.
En cierto sentido todos somos co-dependientes, ya que nos apoyamos
mutuamente en la desgracia del cautiverio y todo co-dependiente
también es a la vez dependiente, por eso las relaciones humanas se
tornan enfermizas y destructivas.
La mayor utilidad de las relaciones para quienes la componen, es la
repetición de sus patrones, ‚la compulsión de repetición‛ que consiste en
reproducir las relaciones dominantes de la niñez para rememorar las
mismas sensaciones. Una especie de auto-tortura.
Estos 10 puntos representan una base, más o menos genérica y
aproximada, de lo que nos sucede a los niños “humanos” desde que
nacemos hasta la adolescencia, con diferencias de intensidad en cada
uno, y la repercusión que tiene en la juventud y en la adultez.
Pero hay muchas variables o matices de acuerdo a cada
cultura y familia, al temperamento heredado y a los propios recursos
psicológicos.
Por ejemplo, en algunos casos construirán un sistema
autárquico y supuestamente autosuficiente (es lo que aparentan),
ocultando sus necesidades y mostrándose independientes, aunque no
lo sean.
En otros casos las personas sumisas, cansadas de bajezas,
humillaciones y manipulaciones, crearán una faceta autoritaria y
dominante (aunque fingida), para evitar que les controlen, para
defenderse de un exterior que siempre está queriendo atacarles y
someterles. Por eso se rebelarán a las órdenes y no permitirán que le
187
metan presión, pues es lo que les han hecho durante toda su vida.
Como han cedido a las presiones, ahora las rechazan, pero en el
fondo es lo que les domina.
Es común el auto-engañarse ante semejante situación,
creyendo que decide por sí mismo, que tiene cierto poder y que nadie
le dirá lo que debe hacer. Y en cierta medida es verdad, porque quien
decide casi todo en su vida es el niño herido y sumiso que lleva
dentro. Son las presiones que vienen desde sí mismo las que rechaza,
pero es lo que le domina.
Estas circunstancias son más o menos comunes en todas las
personas, por ello es común ver que nos exigimos mucho a nosotros
mismos y nos culpamos.
Toda situación que nos lleve al límite, nos dominará.
Tendremos que seguir cediendo una y otra vez, porque aún no
tenemos el poder sobre nosotros mismos. Aún no sabemos asumir las
consecuencias de recuperar el poder. Sólo entendemos el lenguaje de
la necesidad y que esas necesidades nos presionan a tal punto de tener
que humillarnos y seguir dependiendo de factores externos para que
sean satisfechas.
En resumen: los dependientes se mueven hacia los otros,
buscan acortar distancias, se acercan para encontrar en ellos lo que
necesitan.
Los anti dependientes se mueven hacia atrás, evitando el
encuentro con los otros, toman distancia y se alejan para evitar dolor y
fusión.
Los co-dependientes pueden actuar de una u otra manera
para sostener la situación.
Pero, tanto dependientes, anti dependientes como codependientes, están atados a la misma cadena de la necesidad, son
socios en la desgracia de la necesidad insatisfecha.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
El “necesitado de mierda” que todos llevamos dentro
La conclusión de todo el anterior desarrollo es que se crea un
ser humano tonto.
En un taller terapéutico estaba describiendo con humor esta
“psicopatología”, extendida a casi todos los humanos, y un hombre
argentino que estaba presente, Daniel Paglialunga, dijo: estás
hablando del ‚necesitado de mierda‛; ese que tiene necesidad de
admiración, de aceptación, de amor, de placer, que le sirvan y
atiendan, y sobre todo necesita que le necesiten.
Supongo que la descripción de necesitado de ‚mierda‛ es por el
asco que da ver la necesidad de ser aplaudido, premiado, reconocido,
escuchado, admirado, por esa excesiva necesidad de atención.
Y si no se la dan, entra en crisis y se enfada, o se lo traga y se
deprime. Otras veces hace sentir culpable a quien no le da lo que
necesita. Y sufre, porque se reafirma en su creencia de que no vale y
no se merece nada.
Es un asco que sentimos por nosotros mismos al vernos
mendigando todo tipo de cosas por nuestras carencias del pasado
proyectadas al exterior.
Dada la herencia que traemos todos, a base de falta de amor,
falta de atención y de aceptación, tenemos un vacío afectivo gigante,
una carencia que se busca satisfacer con los otros.
Entonces damos para recibir, nos entregamos para que se
entreguen.
Desde la necesidad se necesitan muchas cosas: acuerdos,
pactos,
promesas,
razones,
beneficios,
seguridad,
control,
compromiso. Y por ello nos prostituimos negociando.
Desde la necesidad se hace lo imposible para convocar, seducir,
atraer al otro, para atraparlo y poder exigirle que nos de todo lo que
necesitamos.
189
No nos interesa el otro, sino lo que el otro nos pueda dar para
satisfacernos.
Pero el logro máximo de un ser necesitado se cumple cuando
consigue que otros le necesiten.
Echemos una mirada rápida a las necesidades, viéndolas
perfectas en su imperfección, porque así las reconoceremos mucho
más fácilmente en nosotros y las amaremos mucho más rápidamente.
Son nuestras; las podemos superar, pero antes hay que ser
conscientes de ellas, observarlas, sentirlas y comprobar cómo, desde el
pasado, controlan nuestros actos presentes.
La primera necesidad es la de ser amado, relacionada con el
corazón y el sentir, es la necesidad de afecto, aceptación, de ser
querido y mimado con mucho cariño y sinceridad. Ser bienvenidos,
acogidos y protegidos con alegría, desde un sentimiento de dignidad.
Esta necesidad de ser protegidos es muy engañosa y también
peligrosa, porque quien la satisface puede atrapar a quien la necesita y
hacerle cautivo.
La segunda necesidad es la de ser reconocido, relacionada con
la mente y el pensar. Es la necesidad de que nos admiren, nos den
atención, respeto, honor, que nos consideren y nos tengan en cuenta.
Que nos aplaudan y feliciten. La necesidad de ser admirado es la más
significativa, pues crea cautivos.
La tercera necesidad es la de ser deseado, relacionada con el
cuerpo y el hacer, para tener placer. Es la necesidad de atraer, seducir
y excitar para satisfacer la necesidad sexual, química, biológica. La
necesidad sexual, aunque es sólo química, también es un arma
peligrosa, pues con el deseo y el placer es fácil cautivar y atrapar a
otros.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Cautiverio, cautivo y cautivar es lo mismo; para cautivar hay
que atraer, seducir. La gracia y el encanto cautivan porque atrapan la
mirada de otros, el encantador atrae irresistiblemente la atención de
otros y los cautiva, los mete en su cautiverio para que le den lo que
necesita.
Cada tipo de necesidad emerge de cada centro energético y de
hecho se combinan los tres tipos de necesidades haciendo un cóctel
muy poderoso.
Tenemos tres centros por donde fluye la energía: el intuitivo, el
intelectual y el instintivo.
Son centros innatos, los traemos dentro al nacer.
Y la energía que fluye por los tres centros, la utilizamos con el
mismo objetivo de atraer al otro, llamar su atención para tenerlo en
nuestro dominio.
Para ser necesitado por los otros, se necesita tener poder, en
cualquiera de sus formas: dinero, belleza, influencias, fuerza, fama,
etc. Con ello atrapamos al otro para que nos dé lo que necesitamos, y
por eso hay que cautivarle.
Toda la historia humana nos ha demostrado que no hay forma
de satisfacer semejantes necesidades, pues cuanto más se intenta que
sean satisfechas, más crecen.
Se devoran todo y siguen con hambre. Por esta razón, quienes
quieran ir más allá de toda necesidad, tendrán que ver que sólo lo
eterno, lo permanente, sólo lo invariable puede satisfacernos, y eso
está en el centro de cada ser humano.
Habrá que encontrarlo.
Está relacionado con lo espiritual, pero no es una necesidad,
sino una realidad esencial de pura libertad. Y si la negamos, aunque
hagamos de todo para satisfacer las tres necesidades que mencioné,
siempre habrá un fondo que no se sentirá completo.
191
La completitud est{ relacionada con la “comunión” del alma.
Comunión es “común unión”, no es comunicación ni relación. Es un
vínculo profundo. Es fusión desde el centro con el entorno, con la
vida, con el destino, con la naturaleza y con los otros. Y, para ello, hace
falta una intimidad, una unión y una integración en la que cada uno
se comparta, se entregue y se ofrezca desde la abundancia, por estar
lleno por sí mismo y en sí mismo.
Esta unión espiritual no desecha las tres formas de contacto
humano: Cuerpo, Mente y Corazón, sino que las une, las enriquece y
las trasciende en un estado de libertad.
Hasta llegar a ese estado idílico, somos esclavos, y es muy
sano reconocerlo sin echarle la culpa a nadie, sino animarnos a
reconocer que un ser sumiso y listo para ser explotado es un tonto en
cautiverio. Un ser humano que cree que está libre pero sólo tiene una
libertad limitada y controlada por sí mismo y sus programas. Un
carcelero que se cuida a sí mismo para no escapar a la total libertad.
Evidentemente la vida humana se transforma en un cautiverio
en el que parece que hay libertad, pero es sólo una esclavitud
disfrazada.
La palabra “cautiverio” se aplica a animales a quienes se les
ha
privado
de
libertad
y,
supuestamente,
dura
un
tiempo
determinado.
Pero, en el caso de los seres humanos, el cautiverio se aplica a
los tontos, que somos casi todos, que nos dejamos domar, amaestrar y
domesticar, y es un período que puede durar toda la vida.
En el perímetro de la cárcel hay dos alambradas, a unos
cincuenta metros una de la otra que rodean la prisión. Dentro de ellas
no hay nada más que tierra, hierba y unos pequeños montículos que
son madrigueras donde viven algunos conejos. Ellos salen de ahí, van
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
y vienen, se reproducen, parece que estuvieran en libertad, pero hay
dos vallas que les tienen atrapados.
Así estamos los humanos, atrapados en el cautiverio del
miedo, entre la inseguridad y la desconfianza. Es realmente
significativo profundizar en la anatomía del miedo,
hacerle
radiografías, escanearlo y examinarlo para desactivar sus sutiles
mecanismos que nos tienen atrapados.
La acosadora y efectiva estrategia del miedo
La estrategia del miedo consiste en dividir y separar, creando
una amenaza exterior y produciendo inseguridad, para luego
instaurar un reinado de poder que también viene desde el exterior,
con el fin de proteger.
La estrategia del miedo tiene como propósito aportar
seguridad a la persona que está dividida y separada, y para ello la
persona tendrá que obedecer sus órdenes tiranas.
El proceso es así y funciona más o menos en la siguiente
secuencia:
División
separación
debilidad
INSEGURIDAD
de inferioridad enfrentamiento MIEDO lucha
DESCONFIANZA
baja estima
comparación complejo
búsqueda de seguridad
manipulación humillación ESCLAVITUD (Cautiverio y
explotación)
Este esquema grafica el sistema emocional en el que vivimos y
sufrimos, de donde se desprenden los celos, la envidia, la tristeza, la
ira, el resentimiento, la desmotivación, la angustia, el estrés, la
decepción, la frustración, la ansiedad y la preocupación.
193
Vivimos en la esclavitud de las emociones, montadas sobre la
inseguridad, la desconfianza y el miedo.
Liberarse de esta estrategia a través del retorno sobre los
pasos dados, es volver al origen de donde provenimos cuando no
estábamos divididos ni separados.
Esto supone ir desde la ESCLAVITUD a la DESCONFIANZA,
luego al MIEDO y al final a la INSEGURIDAD; al traspasarla
podemos cruzar la barrera de la “debilidad” reconectando con el
poder interior y, de esa manera, podremos llegar más allá de la
separación y la división, desde donde se iniciaría el proceso inverso,
que funciona más o menos en este orden:
Unión
AMOR
integración
coraje
abundancia
poder SEGURIDAD valoración
atrevimiento
compasión
entrega
igualdad
equilibrio
CONFIANZA aceptación
LIBERTAD
La libertad es un estado natural de interdependencia,
interacción, simbiosis, fusión, complementación y armonía, en donde
cada cosa o ser ponen sus propios límites, sin imponer el límite al
otro. Es lo que tenemos que atravesar si queremos retornar al uno.
Más allá de la división, nos encontraremos con la unidad
original y en ella la libertad.
Pero este viaje hacia el origen lo interpretamos como un salto
al vacío o como la muerte, porque no conocemos el amor y la
confianza, que es lo único que puede acompañarnos y hacernos llegar
a la integración.
La integración es otra manera de llamar a la libertad. Pues si
somos capaces de traspasar las divisiones llegaremos a un punto de
unidad donde se libera la conciencia.
Este viaje que os propongo, tiene todo un tránsito que cada uno
puede hacer a su modo, de acuerdo a su historia personal y según los
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
recursos activos con los que cuente. De ahí que pueda ser más o
menos complicado para cada uno.
Lo que voy a contar a continuación puede darte una referencia
útil, pero aclaro que es mi propia experiencia y no pretendo
trasladarla a nadie, sino sólo compartirla. Quizás te sirva.
Cuando llegué a la cárcel, todo era nuevo y desconocido para
mí, por eso lo disfruté tanto; sabía que todo esto me llenaría de valor
y me impulsaría a nuevos y mejores espacios dentro de mí.
Es así como sucede, yo lo he experimentado muchas veces, soy
experto en lo desconocido y en atravesar mis miedos y he llegado a
darme cuenta de que por el camino fácil, recto y seguro, siempre me
he quedado dormido, con el peligro de accidentarme durante el viaje.
Pero por el camino curvo, difícil e inseguro siempre estoy atento y
disfrutando del paisaje, me enriquezco y me realizo en el disfrute.
Cuando vivía en Argentina y viajaba de Santa Fe, mi ciudad
natal, a Rosario, una ciudad a 160 Km. de distancia, cogía la autopista
más recta y plana que pueda existir; una línea recta y casi perfecta de
160 Km. de largo. Atravesarla era una tortura para mí y me dormí
varias veces en ese camino. Era insoportable aguantar el mismo
paisaje durante 90 minutos, sin curvas, sin subidas ni bajadas. Una
noche me desperté de milagro dos segundos antes de caer al río
Carcarañás que es muy ancho y caudaloso. No sé nadar, por tanto mi
destino habría sido morir ahogado. Dos segundos fueron suficientes
para evitar la caída, pero no pude evitar el choque con la entrada del
puente. El coche se clavó allí, pero la barandilla aguantó y no me caí;
también el cinturón de seguridad me salvó la vida.
Ese susto me duró muchos meses, me despertaba por las noches
sobresaltado recordando una y otra vez semejante golpe.
Esta anécdota es un símil con la Vida. Por un lado la monotonía,
la rutina y el aburrimiento de lo chato, recto y plano, nos hace
195
dormirnos en el camino. Y, a veces, nos tienen que ocurrir accidentes
para que tomemos conciencia y veamos el sin sentido que tiene ir por
caminos cómodos y conocidos que ofrecen una aparente seguridad,
pero en los que nos arriesgamos a “perder” la vida.
La vida nos propone un camino de cornisa lleno de peligro, con
curvas a cada momento que requieren la máxima atención, con
subidas y bajadas que nos obligan a cambiar de marcha para variar la
velocidad. Un camino que además nos ofrece paisajes imponentes
que nos invitan a parar de vez en cuando a contemplar su belleza.
¿Qué apuro hay?
En la vida no hay metas ni sitios a donde tengamos que llegar a
una determinada hora; en la vida el camino es la meta, todo lo que nos
va sucediendo.
El encanto está en el misterio permanente y en que jamás se
puede volver a pasar por el mismo lugar.
Lo único 100% seguro del camino de la vida, es la permanente
inseguridad.
Un camino donde lo más inseguro es la vida, y lo más seguro es
la muerte. ¡Esa es la ley!
Siempre buscamos estar a salvo, protegidos, y evitamos el
riesgo. Por eso funcionamos con garantías, avales, seguros y en la
comodidad de lo conocido. Pero luego nos vamos dando cuenta de
que lo conocido aburre, resigna, cansa, decepciona, desmotiva,
entorpece y frustra.
El tonto es adicto a lo conocido y especialista en evitar
situaciones que le produzcan miedo. Antes dije que el niño que se
adapta al entorno elimina el miedo consciente, pero ese miedo pasa al
inconsciente y allí crece cada vez más.
Por eso el adulto se obsesionará por el premio de lo conocido,
pero es un premio falso, no real, pues al evitar el miedo quedándose
en lo conocido sólo estará aumentando la inseguridad, produciendo
más cobardía.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
La cobardía nace en quienes se acomodan a lo conocido.
El coraje nace en quienes enfrentan el miedo de atravesar lo
desconocido.
Al mirar los mapas de geografía política, nos damos cuenta de
la estupidez que ha guiado a los humanos al crear divisiones ilusorias
e imaginarias. Divisiones políticas, religiosas, ideológicas y culturales,
que se trasforman en murallas físicas como la de China, de Alemana o
de Israel. Murallas que pretenden dar seguridad, pero que se
construyen desde un sentimiento de inseguridad.
También hay alumbrados limítrofes entre países, cordones
policiales entre el pueblo y los políticos, muros y muros corporales,
materiales y mentales. Incluso la propiedad privada es un muro que
lo único que hace, al tratar de defendernos de los miedos que
tenemos, es crear más inseguridad y la necesidad de más y mejores
sistemas que nos protejan.
Por el miedo y la inseguridad, todo se limita y se entorpece, se
corta el fluir de la vida, y así quedamos casi inmovilizados, atrapados
en jaulas donde la felicidad no es posible. Sólo nos queda adornar la
jaula y hacerla más confortable.
Pero, aunque la decoremos y la
pintemos, y tengamos todos los sistemas de seguridad y contratemos
todos los seguros posibles, jamás nos sentiremos seguros, porque la
seguridad no existe, es sólo una palabra.
En el diccionario ‚seguro‛ aparece como algo exento de todo
peligro o riesgo. Es la garantía de que algo es estable o inviolable.
Pero no es posible tal cosa en la vida.
Como muestra de esto,
consideremos lo que sucedió en los edificios “m{s seguros” del barrio
“m{s seguro” de la ciudad “m{s segura” del país “m{s seguro” del
mundo, ese 11 de septiembre de 2001.
Cuánto más se busca la seguridad, más temor hay y más
inseguridad surge desde dentro. Es una ley que no falla: cuanta más
inseguridad hay afuera, más seguridad hay adentro, y viceversa.
197
La búsqueda de la seguridad forma parte de la obsesión por el
poder de controlar.
La seguridad aparente da un poder aparente, y el poder
aparente da seguridad aparente. Lo único real es que todo es
aparente. Lo único seguro es que todo es aparente y todo lo aparente
es inseguro.
Según la teoría de Albert Einstein, todo es relativo, y lo relativo
es inseguro, por tanto todo está en un estado de constante
inseguridad.
¡Cuánto tiempo, dinero y energía perdemos buscando una
seguridad que no existe! Qué absurdo es que cuanto más dinero y/o
poder tiene una persona, más obsesionado estará por su seguridad, y
qué notable es que cuanto menos dinero y/o poder se tiene, menos
seguridad se buscará.
Nos hemos obsesionado por llegar a tener una vida establecida
que nos haga sentir seguros, pero la seguridad es una sensación que
se puede crear ficticiamente. La inseguridad es un estado real que nos
acompaña siempre.
En el pasado hemos estado inseguros, en el presente estamos
inseguros, por tanto hacemos todo lo que sea necesario para crear
seguridad para que el futuro sea seguro, por lo menos en el ilusorio
mental, porque si hay algo que es más inseguro que la inseguridad,
eso es el futuro.
Ni siguiera existe aún, pero hacemos de todo “por lo que pueda
pasar” o “por si sucede tal o cual cosa”, incluso llegamos a hacer
cosas para anticiparnos a situaciones inseguras, como las guerras
preventivas, por si nos quisieran atacar, o la extirpación de mamas u
ovarios sanos, por si surgiera un cáncer, y la prisión preventiva, sin
ningún tipo de pruebas, por si fueras un delincuente. Y así es que en
las cárceles hay miles de casos como el mío.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Es tanto el miedo, que se busca seguridad total en todo, y
especialmente en la salud, en el dinero y en el amor.
Qué absurda estupidez buscar seguridad en el dinero, la salud
y el amor, porque sólo conseguiremos el efecto contrario.
Hasta que no comprendamos cómo funciona la “ley del efecto
contrario”, vamos a cometer muchos errores involuntarios.
Parece ser que la vida se rige por una energía que hace que todo
acontecimiento se dirija a su contrario.
Si trato de permanecer en la superficie del agua, me hundo.
Pero si me relajo como si no me importaría hundirme, entonces floto.
¿Qué raro no? Pero así funciona.
Cuanta
más
seguridad
busquemos,
más
inseguridad
obtendremos. Y cuánto más nos relajemos en la inseguridad, más
seguridad surgirá desde la confianza en la Vida.
De pronto tres palabras vinieron a mi mente: miedo,
inseguridad y desconfianza, y junto a ellas el recuerdo de
experiencias vividas. Tantas, que cuando más quería ordenarlas y
clasificarlas en mi mente, más se enredaba todo. Pero yo sabía que en
ese tumulto había un tesoro que en algún momento tendría que
aparecer. Decidí dejar de buscar, pero mi mente se rehusaba a callar.
Yo sé cómo funciona esto. Entonces, me acosté, me relajé, respiré con
conciencia y me dormí despreocupado.
Esa era la forma en la que el tesoro se revelaría.
Eran las 5 de la mañana cuando desperté. Me senté en la cama
y comencé a respirar profundo y a tratar de sentir por qué me había
despertado tan temprano y tan lúcido. Me era imposible volver a
dormir. De pronto cogí un papel en blanco y dibujé algo junto a unas
cuantas palabras que surgieron espontáneas. Y ahí estaba la
información que había intentado dilucidar antes de dormir.
199
Se trata de cómo funciona la inseguridad, la desconfianza y el
miedo y lo he resumido en los siguientes once puntos.
1. El casi perfecto diseño psicológico que rige al ser humano, evita el
fluir de la confianza y el amor, para que no haya libertad. Si no se
deshace dicho diseño, seguiremos atrapados.
2. Las dos opciones que tenemos de relacionarnos con la vida son a
través del miedo o a través del amor, y estas no pueden convivir. Son
dos caminos muy claros y definidos, con direcciones opuestas, por lo
que no se puede ir por los dos a la vez.
3. Entre el inicio y el final de la vida hay un espacio-tiempo lleno de
acontecimientos, que también nacen y mueren, en los que se
reproducen esas mágicas brechas de vacío, soledad y silencio, donde
está la nada, la oscuridad de la que venimos y a la que nos dirigimos.
Al empezar y al acabar cualquier etapa, situación o acontecimiento,
hay una gran oportunidad de penetrar por esas sutiles grietas, para
ver que en el fondo todo está unido.
4. El amor es el corazón de la vida, y es lo más significativo. El amor lo
fusiona todo. El inicio y el final, la bienvenida y la despedida, la
materia y la energía, la carne y el espíritu, lo de arriba y lo de abajo. El
amor es el tejido conectivo que lo une todo y elimina toda división.
5. El principal miedo que tenemos es al amor, porque el amor echa
fuera al temor. El amor está implícito en nuestra naturaleza y es la
esencia que ha sido olvidada.
6. Tememos la muerte porque es lo único seguro. El miedo a la muerte
esconde el miedo a vivir. El miedo a morir bloquea la capacidad de
vivir, porque el temor no deja entrar al amor, por tanto una vida sin
amor es una muerte en vida.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
7. La inseguridad y la desconfianza están al servicio del miedo, el
miedo las produce para que ellas generen más miedo y se fortalezcan
a sí mismas. Esta trilogía tiene como propósito evitar todo lo
desconocido: la libertad, la vida, el amor, uno mismo, el fluir. Porque
todo aquello es misterioso y, a la vez, tiene la capacidad de llevarnos a
sitios, estados y dimensiones desconocidas, acabando así con esa
macabra trilogía que nos atrapa en el cautiverio.
8. La vida que se crea desde el miedo es una “pseudo vida”. Una vida
desde la inseguridad y la desconfianza es tan recta y estable como
monótona y aburrida. No admite rupturas ni roturas, cambios ni
sobresaltos, sólo busca la constancia, la permanencia, la coherencia y
la regularidad, porque así se crea una sensación de confianza y
seguridad, una falsa imitación que jamás nos satisface.
9. La libertad es apertura y entrega del corazón energético y astral,
que bombea confianza por las venas. Y el fluir de esa confianza
produce libertad. Es la apertura y entrega del sentimiento, para que se
manifieste el amor en cada lugar y momento de la vida. Todos los
ciclos que se producen en la vida, de inicio y final, de nacimiento y
muerte, de unión y separación, de bienvenida y despedida, de
limitación y expansión, son situaciones que se producen para que se
manifieste la eternidad y el amor en la dimensión humana.
10. El miedo es una creación de la mente para protegerse del
descontrol que supone dejarse fluir en la vida. Este miedo
nos
bloquea, nos detiene, nos enfría, nos endurece. La esencia del miedo
es el control. Para que se manifieste el amor tiene que haber un fluir,
ser libres, confiar, y el descontrol activa el corazón, produce una
apertura y una entrega, una rendición incondicional a la vida. Pero la
mente humana ha creado una estrategia casi perfecta. Separar y
enemistar el corazón, el sentimiento y lo sobrenatural, de la razón, el
201
intelecto y el pensamiento. Una vez que se le arrebata el poder al
sentimiento, a la intuición, a la sabiduría, al “corazón”, se insensibiliza
al ser humano, se lo desconecta de su fuerza motora, queda
convertido en un bloque psicológico disminuido o anulado para
sentir, reducido a una maquina, un robot, un conjunto de
mecanismos. El objetivo final est{ cumplido: “No hay que sentir, sólo
pensar”. Al quedar anulada la capacidad de sentir, todo tendrá que
pasar por la cabeza, todo tendrá que atravesar el esquema de
pensamientos, y allí se coartará toda tendencia a fluir, al descontrol, a
la confianza. El miedo se asegura de que no fluya el amor, porque
sería su propia muerte. Por ello el miedo a lo desconocido es la base
de todo miedo, luego se manifiesta como miedo a la muerte, a la vida,
a la inseguridad, a confiar, a ser uno mismo y a la libertad.
11. El amor no tiene estrategias, no necesita un diseño tan complejo
para sobrevivir, ni para evitar el miedo. El amor ES, fluye. El amor es
esencia universal; está presente en cada ser, en cada cosa y situación.
El amor fluye sin parar, incluso a pesar de las estrategias mentales, se
cuela en la vida y la conciencia humana, se manifiesta desde el origen
en la naturaleza esencial de todas las cosas. Por eso todos somos hijos
del amor, y por eso es que vivir en el amor es el único destino posible.
Algunos tardarán más que otros, tendrán que pasar por cosas más o
menos conflictivas, dolorosas o complicadas, pero todos llegaremos,
en la vida o en la muerte, a lo mismo. El momento de la muerte puede
ser una posibilidad de resolución de todos los conflictos según como
lo afrontemos.
Al llegar a la vida, el amor se apoya en la unión física y simbiótica de
dos células que se hacen una. Pero en ese momento también ocurre la
fusión de lo eterno y lo efímero, el encuentro de la energía y de la
materia, la transformación de lo infinito a lo finito; la realización de lo
divino en el plano humano.
Nacemos todos en el amor y la unidad, y esa es la realidad que nos
acompaña toda la vida, la veamos o no.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Al irnos, con la muerte, el amor estará también en la despedida de un
alma que continuará su viaje por la existencia. En ese momento, en el
que hay una separación del cuerpo y la conciencia, una despedida de
la materia y el espíritu, se produce un orgasmo existencial.
La muerte es una maravillosa despedida de amor para quien haya
vivido en el amor. Una liberación indescriptible.
Quizás algún día dejaremos de preguntarnos si hay vida
después de la muerte y nos atrevamos a preguntarnos, desde el
corazón, si hay vida antes de la muerte.
Sólo hay vida cuando estamos en el AMOR; todo lo demás
son sólo falsas imitaciones
Un cambio de vida educando en la confianza
Es comprensible que evitemos el amor, porque estamos
metidos dentro de la materia; algo tan grande comprimido en algo tan
pequeño. La materia es energía de muy bajo nivel de vibración, por
eso es que en este plano se nos complica todo para experimentar lo
divino, lo sobrenatural, lo mágico, para abrirnos al amor. Pero se
puede, es posible, tenemos todo el apoyo de la existencia para vivir en
la plenitud de lo desconocido, y eso debilitaría el miedo a morir.
Quien VIVE, acepta la muerte, quien no ha vivido aún, la rechaza. La
vida que hemos creado no es Vida; est{ “acomodada” a las normas, a
las creencias, a los miedos, a los otros. Acomodada dentro de un
ataúd, donde no podemos ni siquiera movernos, pero ahí seguimos,
aunque deseando salir. Porque el mecanismo que dirige el miedo
funciona muy bien.
Primero actúa la inseguridad, convenciéndonos de que afuera hay
peligro.
La inseguridad es pasiva, su función es retener, parar,
203
impedir que salgas del cajón, por el riesgo que hay afuera. Si la
inseguridad no te puede detener en tu búsqueda de libertad, entonces
se activa el segundo mecanismo, la desconfianza, que te persigue para
demostrarte que no se puede confiar en nada ni en nadie, que el
mundo es hostil y traicionero, que te harán daño, que tienes que
regresar urgentemente dentro del ataúd. La desconfianza es activa, te
presiona, te empuja a quedarte atrapado, y nos hace huir si hay
peligro. La inseguridad, por su parte, nos bloquea y nos detiene ante
la posibilidad de salir a la libertad. Y es así como nos movemos en
una vida sometida a los límites que impone el miedo, ajustada a las
normas de seguridad, adaptada a los temores que comparte la
sociedad.
Jean Paul Sartre dijo: ‚El otro es el infierno‛. Y los otros, con
sus miedos, se ocupan de mantenernos dentro del cajón de muertos;
todos somos co-dependientes en nuestra esclavitud.
Entonces tengo miedo de mí mismo, de ver lo que hay en mí,
de conocer lo que soy, pues soy tan desconocido para mí mismo como
lo es la muerte. También la vida y el amor se vuelven experiencias
desconocidas para alguien dominado por el miedo.
El miedo nunca nos llevará a lo desconocido. Pero tú y yo
podemos ir hasta ahí, a pesar de él, y eso es algo que activará el valor
y el coraje.
Venimos desde lo desconocido y vamos hacia lo desconocido,
y durante la vida todo es también desconocido.
Se necesita curiosidad y coraje para investigar el propio ser
pero, al hacerlo, el miedo comenzará a desaparecer, o mejor dicho, nos
daremos cuenta de que fue sólo un artilugio de la mente para evitar
que el cuerpo y el sentimiento se animaran a vivir, a amar, a disfrutar,
a tomarse el poder.
Quienes pueden contribuir a cambiar esta vida de mentira por
una vida verdadera, son los padres y la educación en libertad.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Hay algo de mi infancia que me marcó para siempre y fue la
manera en que mi padre me enseñó a confiar en mí mismo y en la
vida. El no era un hombre conservador, tampoco era un hippie ni un
buscador espiritual, nada de eso; era un comerciante al que le gustaba
mucho practicar deporte. Y había en él algo invalorable que logró
transmitirme con determinadas actitudes que tuvo conmigo.
Especialmente tres circunstancias, en diferentes momentos de
mi educación, me inspiraron y me ayudaron a salir del esquema del
miedo para entrar a la vida con confianza.
Como casi todos los padres, él era quien firmaba mi libreta de
calificaciones que traía de la escuela. Pero jamás la miró realmente,
sólo firmaba. Mi madre histérica le reprochaba su conducta y él decía
“¿Para qué voy a mirarlas? Si él es el que va a estudiar, no yo; son sus
calificaciones, no las mías, y él es muy inteligente, sabe lo que tiene que
hacer‛.
Cuando
nos
entregaban
las
calificaciones,
todos
mis
compañeros estaban preocupados por lo que sus padres les podían
decir, yo era el único que estaba relajado, aunque mis calificaciones
nunca fueron buenas, pues jamás he estudiado nada y no sé lo que es
leer dos veces el mismo texto para memorizarlo; para mí era muy
simple, lo leía una vez, si lo entendía me quedaba, si no lo olvidaba.
Alrededor de los 15 años, como muchos adolescentes, salía
con mis amigos los fines de semana.
Y en cada una de esas
oportunidades mi padre me preguntaba si me hacía falta algo, tal vez
el coche o dinero. Entonces, mi madre, nuevamente en tono histérico,
le decía ‚¿Y no le vas a preguntar a qué hora piensa volver a casa?‛ a lo
que mi padre respondía ‚El sabe cómo moverse, a dónde ir y en qué
meterse o no meterse, puede venir a la hora que quiera, yo confío en él‛.
Mi madre hacía todo tipo de críticas a mi padre, pero él seguía
en lo suyo, inmutable, y yo me iba, sintiendo por dentro la deliciosa
sensación de que mi padre confiara en mí.
acompañaba en cada momento y en cada situación.
Esa confianza me
205
Mis amigos no lo podían creer “¿cómo es que vienes con coche,
con dinero y sin límites de horario?‛. A través de mis amigos, empecé a
ver cuánto daño se les hace a los adolescentes, cortándoles la libertad,
y cuánto rencor acumulan ellos hacia sus padres.
Con sólo 17 años creé mi propia empresa, y mi padre tuvo que
ir ante un juez para autorizarme a ejercer el comercio y tener una
cuenta bancaria. Según declaró el juez, era la primera vez que le
tocaba algo así.
Ante mi ímpetu por hacer cosas, mi padre me dijo: ‚Si algún
día te va mal, no te preocupes, porque es más fácil levantarse que caerse.
Después de las caídas uno se recupera rápido y se aprende mucho. Un fracaso
no es una tragedia‛.
Y tuve varias caídas; tal como él las había descrito,
enriquecedoras, incluso divertidas, y en cada una de ellas, siempre
recordé sus palabras. ‚Es f{cil volver a empezar‛.
Incluso en la actualidad puedo confirmar que, ante cada
aparente caída, como haber llegado a la cárcel sin saber por cuánto
tiempo, me levantaré con mayor ímpetu, con más fuerza y con una
mayor calidad de vida.
Esa confianza que heredé de mi padre, he intentado también
transmitirla a mis hijos.
Hace un año, Elián, el mayor y único varón, se fue a la selva
virgen mexicana a abrir un camino de alrededor de cien hectáreas,
para la construcción de un complejo ecológico de propiedad de un
empresario español.
Y, según me ha contado, cada instante era una penetración en
lo desconocido, cada paso era un avance hacia el peligro.
Construyó una casa de madera en la que vivió en completa
soledad, en medio de la naturaleza y de animales salvajes.
Cuando su madre fue a visitarle, tardó cuarenta minutos en
llegar, recorriendo un camino muy peligroso, y no podía contener las
lágrimas, al ver que su hijo de 22 años viviera allí.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Elián y yo compartimos la experiencia de haber nacido en
familias en donde el padre no tiene miedo, sino que confía en sí
mismo, en la Vida y en sus hijos, y eso lo ha convertido en un ser que
no tiene miedo, confía en sí mismo y en la vida, y así lo traspasará a
sus propios hijos algún día, como una valiosa herencia que nos dejó
mi padre.
La existencia y el Ser interior, son igualmente grandes,
misteriosos y poderosos. Por eso es que sentimos que contamos con la
misma energía que guía a las estrellas y las galaxias. ¿Cómo vamos a
desconfiar, cómo vamos a sentirnos inseguros y a tener miedo, si
estamos dentro del maravilloso vientre de la existencia?
Una de las claves para avanzar, a pesar del miedo, es saltar sin
tener nada asegurado.
Hemos hecho muchas pruebas y funciona.
He tenido contacto con muchísimas personas que quieren
hacer cambios en sus vidas, pero se resisten a abandonar sus
esquemas, apoyados en el miedo, la inseguridad y la desconfianza.
Quieren dar el salto hacia nuevas etapas de la vida, pero antes
necesitan algo seguro de lo que puedan agarrarse.
Recuerdo un día de invierno de enero de 2009, aquí en la
cárcel. Había sol y viento, y a ratos nevaba un poco. Me senté en la
mesa de mi celda y cerré mis ojos para centrarme en mi corazón y
sentir cómo todo se mueve y cambia. El sol acariciaba mi cara y, en ese
estado delicioso de bienestar, surgió en mí una frase, recordando a mi
padre, Roque Antonio Varela, ‚La confianza produce seguridad interior
ante lo desconocido‛.
Y visualicé la vida como un viaje, desde que nacemos hasta
que morimos.
Cuando me acerqué a la taquilla a sacar el billete para
subirme al tren de la vida, me dijeron: Hay dos trenes para hacer el viaje.
207
En uno vas en clase A, que es primera, y en el otro en clase Z, que es la
última clase. Los trenes van por vías diferentes. Una ruta va por la montaña,
al lado del precipicio, donde hay riesgo, pero también paisajes espectaculares.
La otra ruta es recta, llana y sin peligros. Usted elige por dónde quiere ir. El
destino es igualmente desconocido (la muerte)‛.
Todos nos podemos preguntar qué tren hemos tomado para
recorrer la vida, y si seguir en el mismo o cambiarlo, es una decisión
de cada día.
En la clase “A” se atraviesa la vida con la seguridad interior
que se produce por la confianza, y se llega a lo desconocido con amor,
fortaleza y coraje.
En la clase “Z” se atraviesa la vida con la inseguridad interior
que produce la desconfianza. Al final del viaje también se llegará a lo
desconocido, pero con miedo, cobardía y debilidad, sin haber vivido
realmente.
De lo desconocido no nos podemos librar, pero podemos
comenzar a experimentarlo sumergiéndonos profundamente en la
vida, en el amor y en la libertad.
Y en el acto de vivirla nos
conoceremos a nosotros mismos.
Así es como muere el miedo, comprendiendo y aceptando las
inseguridades propias del viaje, porque la única garantía que hay en
la vida, es que no hay ninguna garantía.
Esta experiencia en sí misma tiene la capacidad alquímica de
transformarnos. La única transformación que existe es la que se
produce por la ruptura de las formas y los moldes preestablecidos,
como si el contenedor se rompiera para dejar salir el contenido a
través de la grieta. El contenido no se transforma, se manifiesta.
Tampoco se transforma el contenedor; se rompe.
La palabra “transformación” es ilusoria y sólo se refiere a
cómo queda un ser humano después de que se ha ido “lo que no es”,
para dar lugar a “lo que es”.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Romper el destino que nos tiene atrapados
Al percibir, desde nuestra capacidad de darnos cuenta, que hay
dos partes: yo y el otro, yo y mis comportamientos, yo y los sucesos,
yo y el destino, interpretamos que la proximidad nos creará conflicto,
pues produce compromiso e intimidad. Y creemos también que habrá
amenazas y experiencias de dolor, pues se confunde la realidad con la
fantasía de peligro y, por lo tanto, es preferible el distanciamiento.
El miedo a la intimidad se debe a que la asociamos con
involucración, y surge también el miedo al rechazo y al abandono, por
el consecuente dolor.
Por otra parte, no queremos acercarnos demasiado, porque nos
veríamos presionados a entregarnos, y el gran temor es que el “yo”
pierda su poder.
Entonces el miedo nos retiene para que continuemos al margen
de la vida, separados, distanciados de ella, y así es como nos deja
fuera de la experiencia. Así es como no llegamos a conocer la vida y
mucho menos a conocernos a nosotros mismos.
Pero no es sólo un enfrentamiento entre “yo‛ y el otro, sino entre
“yo‛ y la vida, representada por una situación cualquiera: yo y lo que
hago, yo y lo que tengo, yo y lo que soy, yo y lo que siento, yo y mi
cuerpo.
El “yo” se separa del resto. La naturaleza del “yo” es divisiva y
conflictiva. Es su estrategia, y da como resultado final una total
desnaturalización del ser humano.
Esta desnaturalización es el fruto de la división y la
identificación.
Quedamos separados de lo exterior luego de concluir, no sólo
que lo exterior es algo diferente a nosotros, sino que, además, dada la
experiencia traumática que hemos tenido de niños, lo consideramos
hostil y peligroso, susceptible de dañarnos.
209
La desnaturalización consiste en separarnos del universo, de
la naturaleza y de la vida.
Del universo, creyendo que somos dueños de la Vida.
De la naturaleza, creyendo que somos dueños de la Tierra.
Del destino, creyendo que somos dueños de nuestros actos y
elecciones.
Todo es mentira; no somos dueño de NADA.
¿Quién es el dueño de mi vida? Obviamente que desde la
estrategia esclavizante del miedo que nos domina, la respuesta es el
‚yo‛: lo que creo ser, mi identidad ficticia, la mentira que he
construido acerca de mí.
Toda la vida hemos sido aquello con lo que nos hemos
identificado y nos hemos identificado con aquello que vimos fuera de
nosotros al haber dividido lo interior de lo exterior. De ahí proviene
toda falsedad y la inautenticidad.
Si no hemos interactuado desde lo verdadero, todo lo que
hemos creado es ficticio, por ello no nos satisface.
Dar vuelta a este asunto, es cosa de seres valientes y atrevidos,
dispuestos a todo, porque con menos que todo no se logra nada.
La conclusión decepcionante a la que llegamos la mayoría de
los seres humanos es que “la vida que vivimos no es una vida verdadera‛,
como decía Oscar Wilde. Y no es para menos, pues al vivir la vida de
los padres, o del modo en que ellos nos exigieron vivir, sentimos que
tenemos que “sufrirla”, soportarla tal como nos fue impuesta, pero no
es nuestra vida, sino una vida ajena.
Y entonces, todo lo que haré será para maltratarla y tal vez
hasta destruirla.
Si la vida y las cosas que me suceden están fuera de mí, yo
estoy fuera de mi vida. Soy un extraño para mi propia vida y para mi
propio destino, y no participo activamente en la creación de mi
presente.
El destino emerge de una consecuencia trágica de decisiones
que no hemos tomado en libertad, por tanto no es propio, ese destino
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
ha sido creado por el condicionamiento, y está sellado, y por eso nos
resulta tan difícil cambiarlo.
A este fenómeno de creación inconsciente de un destino que no
queremos, pero que estamos obligados a vivir, se le ha llamado en
psicología ‚profecía de auto cumplimiento‛.
Es un mandato con una larga lista de instrucciones para que
una serie de acontecimientos ocurra. Esa profecía pronostica un
destino “tr{gico”, que no surge de nuestra libertad sino de lo que
hemos recolectado del pasado y de las experiencias vividas. Una
proyección del pasado hacia futuro.
Todo el pasado, las memorias, los traumas y creencias, han
hecho la vida así como es, y están velando para que siga siendo del
mismo modo. Por lo tanto, si llegamos a aceptar el desafío de cambiar
el rumbo, tendremos muchas dificultades que sortear, porque el
inconsciente enfermo o herido, no lo permitirá.
La estrategia del miedo se activará junto a todo tipo de
resistencias y mecanismos de defensa que nos forzarán a seguir por el
camino fácil, donde todo ya está escrito.
Hay un plan preestablecido, una ruta trazada, se sabe lo que va
a ocurrir. Salirse de ahí es la tarea más complicada pero también la
más hermosa que pueda plantearse un ser humano.
Quiero compartir en este acto mi felicidad por haber sido
testigo directo de esta experiencia de cambio de destino, no sólo en mi
caso, sino en el de mi hijo Elián y en el de mi compañera Paula. Sólo
puedo dar gracias a la vida por haber permitido que pudiera
presenciarlo en seres que amo y que me acompañan muy de cerca en
este viaje.
Ellos han venido juntos a visitarme un par de veces.
Nos miramos a través de un cristal, y al verles es tan grande la
emoción que siento, que al despedirnos me quedo llorando un rato
largo, pero por la emoción, por la alegría y la sorpresa, por ese paisaje
de su vida interior que me regalan.
211
Salirse de la profecía de auto cumplimiento y dejarse fluir, es el
acto más importante del viaje.
Es el gran salto de la división a la integración.
Salirse del pasado condenatorio y acceder por primera vez al
mágico e impredecible presente donde todo está unido.
La integración sólo puede suceder en un absoluto aquí y ahora.
No se cambia el destino; se recupera el original; es como volver a
nacer.
Cuando el destino pasa a ser una consecuencia natural del fluir
mágico, deja de estar afuera y lo incorporamos como propio. No
porque nosotros lo diseñemos, sino porque surge de nuestra libertad,
de habernos liberado del pasado y de sus memorias influyentes. Y
todo lo que surja desde la libertad será tan desconocido como
impredecible. Sólo lo espontáneo es lo correcto.
De la división a la unidad,
de la separación a la integración
Toda división interna nos limita y toda limitación nos separa
del exterior.
La división debilita, empobrece y nos enemista. La unión
fortalece, enriquece y nos reencuentra; nos devuelve al origen.
La integración es reunificación, por eso este salto es tan
significativo para la recuperación de la armonía y la paz en nosotros
mismos y con todas las cosas.
Lo hemos visto todo dividido en dos partes. Creemos que hay
dos orillas separadas a ambos los lados de un mismo río, y no vemos
que en realidad están unidas en lo profundo.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
De igual forma toda realidad la vemos compuesta por dos
partes aparentes; una que consideramos propia y otra ajena, una es la
causa y la otra es el efecto, o una es el principio y la otra es el final.
Nos vemos sentados en una orilla y aquello que nos ocurre lo
vemos en la orilla contraria. De ahí que juzgamos y rechazamos
muchas de las cosas que nos suceden.
No queremos aceptar una gran cantidad de situaciones que nos
envía la vida, y ese es el enfrentamiento básico, es una escisión que
nos predispone a ir en contra de lo que vemos fuera, como separado
de nosotros.
Así inicia la lucha en contra de lo que está enfrente, pues
alcanzamos a ver que, al igual que las orillas del río, en la
profundidad están unidas.
Ser uno es ser íntegro.
Mi destino y yo somos lo mismo, las personas y yo somos lo
mismo, todo lo que sucede y yo somos lo mismo, la vida y yo somos
lo mismo. Ser íntegro es ser uno con el todo. No hay culpa ni juicios,
no hay acusaciones, sino una inocencia incorruptible.
La integración es el proceso de recuperación de dicha unidad
perdida.
Lo primero a recuperar es la integridad, esto es ser uno mismo.
Siendo íntegros, podremos integrarnos con el todo.
El ser humano obtendrá una total satisfacción sólo cuando se
vuelva autosuficiente como consecuencia de su comunión interior.
Anteriormente, he descrito la trilogía de los dependientes,
anti-dependientes y co-dependientes. Pero hay dos niveles superiores
a ellos, a los que podemos acceder si nos superamos.
La independencia y la interdependencia.
La independencia es la primera estación de salida hacia la
libertad del esquema dependiente, porque nos sentimos satisfechos en
nosotros mismos y con nosotros mismos.
213
La interdependencia va más allá.
Se produce ante el
desbordamiento de tanta abundancia, que no pudiendo compartir,
entregamos a la existencia. Así creamos un vínculo, un lazo íntimo de
unión, que se produce al darnos cuenta de que el entorno nos está
dando todo y le estamos dando todo al entorno.
Dependemos unos de otros desde la libertad individual. Eso
es interdependencia, es conciencia de unión e integración, desde la
abundancia.
En la cárcel tuve algunas experiencias que demuestran la
efectividad de estar unidos al entorno.
Entre los presos, se pueden ver grupos con claras divisiones.
Algo así como tribus, según la nacionalidad, los tipos de delitos que
cometen, o por simple afinidad, y que se juntan para jugar, caminar o
conversar.
Yo no tengo ningún grupo afín, no pertenezco a ninguno, y
por eso es que puedo compartir con todos. En cierto modo estoy
integrado a todos, pero casi siempre estoy solo.
Siento en mi corazón que la cárcel y yo somos uno, todos los
presos y yo, somos uno. No veo diferencia.
Y lo he podido comprobar cada vez que he necesitado algo
concreto, pues sucede un fenómeno integrador; de diferentes grupos
vienen a darme lo que necesito.
Un día necesitaba una tarjeta de teléfonos para llamar y me
atreví a pedírsela a un cubano con quien tengo confianza. El no tenía,
pero en pocos minutos vinieron dos hombres, con los que nunca había
cruzado palabra, a ofrecerme una tarjeta.
Eso no es algo que suceda comúnmente en la cárcel, por lo
que constituye un sencillo ejemplo cargado de significado.
Me ha ocurrido varias veces por diferentes motivos de manera
mágica; sin formar parte de ningún grupo, tengo el apoyo y la ayuda
de todos. Tal vez porque en lo más interno los tengo incluidos a todos
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
en mí, les comprendo y he aprendido a aceptarles con respeto y
aprecio, independientemente de lo que hayan hecho.
El legado de los partidos y movimientos humanistas es ‚el ser
humano por encima de todas las cosas pero nunca por encima de otro ser
humano‛. Si el ser humano se pone por encima de la naturaleza, de la
vida o de otras especies animales o vegetales no podrá nunca alcanzar
la propia igualdad dentro de su misma especie, porque si se siente
superior conservará su complejo de inferioridad.
La interacción con la naturaleza supone un sentimiento de
igualdad entre todo lo que forma parte de ella, pero no es una
igualdad de recursos, de tamaños o formas, ni de condiciones de cada
uno, sino por compartir la esencia de donde provenimos.
En la existencia no hay nada superior ni inferior; lo más
pequeño es tan significativo como lo más grande, y a nivel humano,
para que haya libertad, es preciso recuperar esta mirada.
La cárcel no es un medio natural, pero actualmente es mi
entorno. Y en ella se puede contactar la esencia de toda la naturaleza a
través del contacto con los otros: con presos y funcionarios, con los
muros y con la realidad agobiante. Y esto se puede utilizar para sanar
la relación con todo lo exterior.
Si mi celda, por más horrible que sea, o la cárcel, por más
deprimente que sea, son un paraíso para mí, no hay ningún lugar que
no pueda serlo, pues el paraíso está en mí. Sólo es necesario estar en
presencia, unificada e integrada con todas las cosas que me rodean.
Recuperar la armonía con las cosas, con las personas y con los
hechos tal como son, es un fenómeno de reconciliación con la Vida.
Si la decepción ha sido con la fuente exterior, porque nos daba
cosas que no queríamos, y no nos daba lo que necesitábamos, es
porque estábamos en cautiverio, y sólo podremos liberarnos por el
mismo camino por el cual hemos entrado.
215
Si el exterior me hirió debido a las expectativas que tenía acerca
de mí y por lo que me exigió, yo no podré sanar mi relación con él
esperando y exigiendo del entorno que me dé lo que necesito.
La reconciliación se producirá al integrar en nosotros lo que nos
dio y lo que nos ha dejado de dar, incluyéndolo, asumiéndolo todo
como propio, llevándolo adentro para que forme parte de nuestro ser
interior.
Perdonándolo nos reconciliamos con el exterior, aunque en
realidad no haya cometido ningún error, pero eso lo comprendemos
en el proceso de sanación.
El ‚gran asunto‛ de la vida, y de toda esta situación, está en el
proceso de recuperación de la confianza en lo exterior. Necesitamos
recuperar esa confianza para volver a confiar en nosotros mismos.
Se puede recuperar la confianza en el exterior a través de los
animales, las plantas, la naturaleza o con un maestro, ya que todos
ellos pueden ser canales.
Según el ‚Ayurveda‛, la más antigua medicina de la India, las
enfermedades tienen como origen la conglomeración del ser humano
en pueblos y ciudades, haber dejado atrás el medio natural y haberse
separado y dividido de la fuente. Por ello, toda iniciativa de
recuperación de la unidad tendría que tener implícito el retorno a la
naturaleza. No se trata de traer la naturaleza a las ciudades a través de
árboles, plazas y parques, sino volviendo a ella, que es nuestra madre,
en un viaje de regreso.
No podemos olvidarnos de que hemos sido desnaturalizados
y que tenemos que retornar a lo natural.
Desnaturalizar es desterrar, desvirtuar, arrancar, dividir,
separar, privar del derecho de estar conectado a la esencia, expulsar
del entorno natural, y eso es lo que nos ha sucedido.
Pero para volver a lo natural y lograr una intimidad con ello,
tenemos que volvernos sensibles y vulnerables.
La sensibilidad es una cualidad de la conciencia que abre la
percepción de los sentidos, para dejar entrar hasta las más minúsculas
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
sensaciones del exterior. El problema es que asociamos erróneamente
la sensibilidad con la debilidad e interpretamos la vulnerabilidad
como una desprotección, y es así que nos hemos desconectado de los
sentimientos para no sentir el dolor. Creemos, erróneamente, que la
sensibilidad nos haría recordar el sufrimiento, al activar memorias de
heridas del pasado, y el miedo a ser traicionados o defraudados
impide que nos abramos.
La reapertura derivaría en confianza e inocencia, pero para
ello nos tenemos que exponer desde la vulnerabilidad.
La reapertura hacia otros seres humanos es muy difícil,
porque fueron ellos los que nos produjeron las heridas. La culpa y el
miedo provienen de la época de bebés o niños, cuando percibimos que
no nos daban el amor y la aceptación que necesitábamos y
merecíamos, y en cambio nos dieron obligaciones, privaciones,
exigencias, que interpretamos como rechazo y humillación.
La
expectativa se transformó en decepción y en abandono.
Aunque nos duela, tenemos que animarnos a ver lo que
hacemos, y darnos cuenta de que los diversos abusos y violaciones de
los que son víctimas los niños, no son sólo de tipo sexual sino, sobre
todo, emocionales y psicológicos. Por eso conservamos el sentimiento
profundo de que hay algo equivocado dentro de nosotros y eso es lo
que crea la indignidad y la vergüenza; un profundo sentimiento de
humillación que proviene del rechazo, las burlas, los juicios y los
menosprecios que a los que fuimos sometidos.
Y de esa forma es que el enemigo acaba viviendo dentro de
cada uno de nosotros y nos convertimos en el juez que nos juzga, en
el carcelero que nos controla y en el preso que sufre y no quiere
liberarse. Ese tonto sumiso o ese “necesitado de mierda” est{ en cada
uno de nosotros.
Y dado que nos rechazamos y, en algunos casos, incluso nos
odiamos, buscamos reconciliarnos con nosotros mismos a través del
otro.
217
Es complicado y problemático, pero es el camino más
próximo, puesto que estamos rodeados de seres humanos y
apreciamos de tal manera la posibilidad de compartir la vida y la
intimidad, que podemos utilizarla como camino de retorno a la
unidad perdida.
Si la reconciliación con el exterior sucede a través de las
relaciones, al comienzo pagamos precios muy elevados por los errores
que cometemos, pues actuamos como autómatas proyectores, que
reaccionan desde las carencias y las necesidades.
Pero luego, si
evolucionamos, podremos ir viéndonos y siendo conscientes de lo que
hacemos, para elaborar respuestas cada vez más desconectadas del
pasado. Ya no habrá necesidad de reaccionar ni de responder a nada
ni a nadie, porque no habrá división con lo exterior, sino un diálogo
interno e íntimo donde primará la aceptación y la gratitud.
El mayor de los traumas humanos es LA IDENTIDAD, y la
identificación es la peor enfermedad mental. De ahí nacen todas las
demás enfermedades psicoemocionales y los conflictos existenciales.
He recibido grandes mensajes, los mejores para mi vida, a
través de la observación de las pequeñas cosas de la naturaleza.
En ella no hay identidades, cada cosa no es algo determinado por el
nombre que se le ha asignado o por pertenecer a una determinada
categoría; cada cosa simplemente es.
La identidad sólo existe en la especie humana: “soy Juan, soy
abogado, soy hombre, soy joven, soy argentino”.
Hemos olvidado quiénes somos y de dónde venimos. Por eso
es que estamos tan obsesionados por saber a dónde iremos o cómo
acabaremos y el origen de esa preocupación y de ese miedo, está en
ese olvido esencial.
El ser humano mira a su alrededor y ve otros seres igualmente
“solos”, entonces cree estar dividido y separado y por eso es que
siente la necesidad de buscar pareja, de formar una familia. Luego se
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
compara con los otros, discute, crea partidos políticos y religiones, y
quiere pertenecer a algún club o tribu urbana. Así transcurre la vida
humana, en una verdadera neurosis que dura apenas 70 u 80 años, lo
que en la eternidad es sólo un instante, y en el cual somos capaces de
crear nuestro propio infierno.
Ni siquiera nos damos cuenta de que al morir regresaremos a
nuestro origen, que venimos del todo y al todo regresaremos.
Y en medio de ese aparente inicio y final: ¿Qué tipo de vida nos
hemos creado?
Un día estuve casi toda una mañana en el aula de lectura del
módulo 4 de la cárcel de Soto del Real, meditando acerca de esta
pregunta. Había frente a mí un mapa de la Tierra en el cual los
continentes tenían diferentes colores; “Planisferio Político”, decía. Me
detuve a observar todas las estúpidas y mentirosas líneas divisorias
entre los Países. Se llama “político” porque se ven las divisiones
políticas entre pueblos, que son como cárceles políticas. Cada cárcel
tiene sus propias leyes y sus jefes, que son los que más se enriquecen,
y cada una tiene sus propias creencias, su cultura, su idioma, su moral
y, por supuesto, sus políticos, que gobiernan y velan por el cuidado
de sus límites. Tener un país es el mayor negocio que existe.
En donde hay más peligro de invasión es en las fronteras
limítrofes y ahí es necesario tener ejércitos que las protejan.
Pero
dentro de cada País, hay también divisiones, por regiones,
comunidades, provincias, lo que hace necesario tener más políticos
que gobiernen y dirijan. Y luego están las divisiones por barrios, y
también los muros que separan una casa o un edificio de otro. Pero la
división no acaba ahí; cada casa o edificio tiene varios apartamentos
dentro y cada apartamento está dividido en habitaciones. Y dentro de
estas habitaciones vive el ser humano, dividido en mil partes dentro
de sí mismo.
Una realidad psicológica esquizofrénica.
219
Por la múltiple partición a la que ha sido sometido, un ser
cósmico integrado e ilimitado ha quedado reducido a un despojo
humano.
Dentro de tantos limites, perímetros y divisiones, solo podemos
saltar de una parte a la otra hasta enloquecer; de la mala a la buena, de
la santa a la pecadora, del exterior al interior, de lo masculino a lo
femenino, de una situación a otra, del pasado al futuro y así, una
infinidad de saltos que nunca acabarán con la división esencial.
Sólo dando un salto hacia el abismo de la oscuridad, se acaban
todas las divisiones. Y este salto es desde la mentira hacia la verdad o
desde la esclavitud a la libertad.
El salto a la integración y a la unidad produce una simbiosis,
pues es un salto que nos hace fundirnos con todas las cosas que nos
rodean. También produce interrelación e interacción, pues hay una
“cohesión”, un enlace entre cosas, seres y especies que se reúnen y
adhieren para lograr una unión intima. Una fuerza y un magnetismo
mantiene unidas a las partes, cohesionadas, y esa fuerza es la
conciencia de unidad, la comprensión de que venimos de lo mismo y
vamos hacia lo mismo, por tanto, que estamos separados es sólo una
ilusión. Y eso es todo lo que necesitamos comprender.
Ser uno con el destino, con la Vida, con el entorno y con los
otros, es el resultado de ser uno con uno mismo, pero, dado que en
lugar de ser nosotros mismos nos hemos planteado ser “otro”,
acabamos desnaturalizándonos.
¿Cómo se puede vivir una vida siendo otro? ¿Cómo se puede
interactuar con el entorno usando máscaras para ocultarnos? ¿Cómo
se puede ser uno con el Todo, desde la mentira?
La mentira es una trinchera muy efectiva para ocultarnos de
los posibles ataques del enemigo, y el miedo es una efectiva alerta
ante posibles amenazas. Pero este camino trillado de malas
experiencias va llegando a su fin.
La traumática experiencia de hostilidad que hemos tenido
durante toda la vida, de innumerables formas, nos ha hecho creer que
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
el mundo es un lugar muy peligroso y que en cualquier momento nos
pueden traicionar o herir. Y así es como nos cerramos, nos aislamos o
nos convertimos en mendigos de amor y aceptación.
El miedo y la mentira nos han sido muy útiles, hasta aquí.
Pero, para quienes queremos seguir adelante, llega el momento de
dejar de lado todo eso y comenzar a conectarnos con dimensiones más
profundas de nosotros mismos.
Ante semejante realidad, es inevitable que nos hayamos
olvidado de quiénes somos y de dónde venimos.
Pero podemos
darnos cuenta a través de nuestra conciencia, aunque estemos
sumergidos en la epidemia mundial de la “depresión”.
Si miramos bien lo que hay detrás de todo tipo de depresión,
veremos que están escondidos grandes tesoros provenientes de la
eternidad, preciosos recuerdos del “m{s all{” que podemos percibir
desde la sensibilidad.
Las palabras comienzan a cobrar otro significado, cuando nos
animamos a vivirlas. Experimentamos las cosas y el significado que
percibimos en ese determinado acto, nos orienta hacia palabras que
ya conocemos, entonces nace un diccionario propio con significados
originales creados por nuestra propia percepción.
De las 999 palabras que conforman el juego de la comprensión
que he creado aquí en la cárcel, quiero traer algunos significados que
he encontrado en el diccionario de mi propia conciencia:
Nostalgia es el recuerdo del universo del cual venimos, cuando
éramos uno, y al que añoramos volver para regresar al Todo, pues
echamos de menos estar suspendidos en el vientre de la nada infinita.
Melancolía es el sutil dolor que sentimos como resultado de habernos
desarraigado de la naturaleza. Echamos de menos el momento cuando
la tierra, el mar y nosotros éramos lo mismo.
Tristeza es la sensación de silencio y de profundidad de donde
provenimos, y surge de la plenitud total cuando viene a la memoria el
vacío y la eternidad, para hacernos recordar el origen y la esencia.
221
Angustia es la desesperanza que nos posee por la percepción
ancestral de haber estado entregados incondicionalmente al fluir del
cosmos, el que, en el estado de inconsciencia en el que nos
encontramos, es casi imposible reconectar, a no ser que muramos o
volvamos a nacer.
En vida se puede reconectar con esa realidad esencial de
libertad y armonía, unidad e integración, pero sólo a través de la
conciencia.
Ser conscientes es la majestuosa recuperación de la memoria
cósmica. Parece mentira que semejante hazaña puede comenzar con
algo tan simple como la entrega. Para una psiquis enferma y
enganchada al pasado, entregarnos es sinónimo de sometimiento.
Entregarse es rendir devoción, pero la rendición es interpretada como
una humillación para nuestro pasado herido, porque es como darnos
por vencidos.
Pero nada de eso es verdad, sólo son interpretaciones que
desaparecen cuando surge el perdón, como parte del proceso de
liberación, y nos reconciliamos con la Vida.
El secreto de este salto a la unidad y a la integración está en la
entrega. Entregarnos desde el amor y la conciencia no producirá
sumisión ni esclavitud ni explotación, sino auténtica liberación.
Doblegarnos, parece ser un acto de quienes se sienten
inferiores, pero desde la conciencia de la grandeza universal es una
actitud
de
confianza
en
el
poder
superior,
es
ponernos
incondicionalmente a disposición de la existencia y, entonces, lo
inexplicable comienza a suceder.
223
En búsqueda de la libertad
Al descubrir la mentira, florece la verdad
Intentaremos ir al fondo de esta maravillosa búsqueda que le
da sentido a la vida.
Según el diccionario ‚buscar‛ es ir por distintos caminos a
algún sitio, es hacer cierta gestión para encontrar algo o alguien. Pero
también significa “provocar” y, en este sentido, estoy “buscando” a
mis lectores, para iniciar un juego en el que podamos ver la ilusión en
la que vivimos.
En una entrevista que me hicieron en la radio de la cárcel,
durante un programa de lectura y poesía, me preguntaron si me
gustaba la ficción como género, a lo que yo respondí: ¿pero, hay algún
otro género literario? La poesía, la narrativa el ensayo pertenecen a la ficción,
incluso la historia es ficción, en el sentido que pertenecen a la relatividad de la
interpretación de quien la cuenta. La ciencia ficción es un reconocimiento
objetivo de la ilusión, pero todos los demás géneros son ilusiones subjetivas.
Vivimos en una ilusión por tanto todo lo que hacemos,
decimos y pensamos es también ilusorio. Lo que parece real no lo es.
La vida es una película de ciencia ficción que se proyecta en la
pantalla de nuestra interpretación para confundirnos.
Pero no
tenemos que preocuparnos ni afligirnos, porque aunque nuestros ojos
no alcancen a divisar la verdad, para el buscador que llevamos dentro,
no hay secretos. Todo está abierto y disponible para ser explorado y
descubierto, sólo se necesita coraje para adentrarse en los misterios de
la ilusión.
Es realmente apasionante poder adentrarnos en los misterios
de la vida sin tener idea de cómo hacerlo, sin saber qué vamos a
encontrar, sin tener mapas ni brújulas, sin navegadores ni GPS, sin
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
planos ni planes, pero con la completa libertad de perdernos tan
profundamente como podamos.
Si creemos que no estamos perdidos nunca nos vamos a
encontrar, de igual forma, si no nos esclavizamos, nunca podremos
encontrar la liberación.
En el proceso de búsqueda de la libertad caeremos atrapados
en todo tipo de esclavitudes externas, que nosotros mismos hemos
creado, porque una parte de nosotros no quiere descubrir la verdad.
Las complicaciones son parte del juego. De que nos demos cuenta de
que estamos atrapados “por” y “en” nosotros mismos, depende que
podamos escapar de cada una de esas cárceles.
Del buscador precario e intuitivo
al encuentro con la conciencia
Desde siempre los seres humanos hemos estado buscando; es
una característica esencial que nos diferencia de otras especies. En
todas las civilizaciones y épocas se han creado y organizado diferentes
maneras de canalizar esa búsqueda, pues algo que desconocemos y
que nos llama desde lo profundo, nos hace buscar mucho más allá de
lo que los ojos pueden ver.
Las religiones son las que mejor han sabido captar esa
necesidad, y le han puesto por nombre “Dios”. Los seres humanos
necesitamos ponerle nombres a las cosas para reconocerlas.
Pero, como ya dije, Dios no es “alguien”, por lo que no es
posible encontrarle en un lugar determinado.
Una de las mejores
definiciones que hizo Dios acerca de sí mismo está en el antiguo
testamento, cuando se le apareció a Moisés en las montañas, dentro de
una cueva, y al preguntarle “quién eres”, respondió ‚Soy el que soy‛.
Indefinible, innombrable e indescriptible.
225
Dios no nos ha creado a nosotros, somos nosotros quienes
hemos creado a Dios. Una preciosa y poética creación que ha surgido
a partir de seres humanos anhelantes de respuestas.
En realidad a Dios se le puede encontrar en todas partes; es ese
“algo” que podemos percibir desde nuestra profundidad y que est{
tanto en nosotros, como en todas las cosas.
Pero “Dios” se asocia con el nombre de alguien que est{ en el
más allá y, al poner la atención en la búsqueda fuera de nosotros, nos
perdemos, nos alejamos de nosotros mismos y caemos en la idolatría.
Se ha descubierto que ponerle nombre a una persona o a un
animal es muy beneficioso.
En la Facultad de Agronomía de la
Universidad de Newcastle en el Reino Unido, se demostró que las
vacas que tienen nombre dan más leche que las anónimas. Al
personalizar el trato se produce un efecto positivo, porque el animal
es tratado como un ser único. Pero, si a la creación le ponemos un
nombre, la reducimos a una persona, a una identidad y le quitamos
todo su significado y su poder. ¿Por qué no llamarlo existencia? ¿Por
qué no le cambiamos el nombre a Dios? Podríamos llamarle
“divinidad”, “creación” o “eternidad”, “lo que nunca tuvo inicio y
nunca tendr{ fin”.
En el libro de Eclesiastés dice: ‚Dios ha puesto la eternidad en el
corazón de los seres humanos‛. La “Eternidad” no est{ fuera, est{ dentro
de nuestro corazón, pero no la vemos. Somos eternos, pero mientras
estamos aquí, en lo efímero, dentro de un cuerpo, nos olvidamos del
origen, de la esencia.
Una búsqueda que no esté orientada a encontrar de qué está
hecha nuestra esencia, servirá sólo para distraernos, y la distracción
consiste en un juego de niños. Cuando sentimos debilidad, necesidad
y carencia, salimos a buscar consuelo, perdón o lo que queramos
obtener, entonces creamos psicológicamente esa fuente proveedora de
respuestas y soluciones. A esa fuente, el ser humano le ha llamado
“Dios”.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Y como a Dios le hemos puesto afuera y arriba, lejos y muy alto,
tenemos que hacer algo para llegar ahí, y
entonces necesitamos
intermediarios: religiones, maestros, gurúes, escrituras, etc., y para
ello construimos templos donde encontrarlo.
Esto es salirse del centro y olvidar la propia esencia,
evadiendo la responsabilidad de la propia vida. Y es también
esclavitud.
Todo lo que nos evada de la propia responsabilidad es un acto de
inmadurez que nos aleja de la libertad.
Tuve un compañero de celda que una noche me dijo llorando:
‚Cuando era más joven, yo quería ser como los gitanos, que sin trabajar
tenían dinero y buenos coches. Entonces dejé de trabajar y comencé a robar y
a vender droga y llegué a ser como ellos. Y ahora que estoy aquí preso y sin
poder ver a mi niña, quisiera volver a ser como antes. Pero ya no puedo
volver atrás, ya estoy sucio y viciado. ¡Qué mierda todo esto! ¡Joder, qué
putada!, ¡Me cago en Dios que tiene la culpa de todo esto!‛, dijo con fuerza
y resentimiento.
Yo sólo le dije: ‚Dios no existe, nunca existió, ni
existir{‛.
Dejó de llorar, me miró fijamente y me preguntó: ‚¿Entonces
quién creó todo esto?‛
Le sugerí que cada vez que algo le saliera mal, como cuando lo
pillaron cortando el cable del AVE, o cuando lo pillaron robando o
pegándole a la mujer, en vez de decir ¡Me cago en Dios!, dijera ¡Me cago
en mí!
A partir de ahí su actitud de queja cambió muchísimo; yo
mismo lo comprobé en los días sucesivos.
Cada uno es el creador de su propia vida y cada uno puede
cambiarla cuando quiera.
Más allá de toda religión, muchas personas han canalizado la
búsqueda a través de las ciencias, la filosofía, el arte o la metafísica;
pero también está implícita en la moda, los deportes o la poesía. Y hay
227
quienes afirman que buscan a través de las guerras, la revolución o el
terrorismo, y otros en el capitalismo o el comunismo. Porque, todo
ser humano está buscando respuestas a preguntas, soluciones a
problemas y salidas a complicaciones. A veces por simple curiosidad;
otras por la urgente necesidad de resolver algo y, en otras ocasiones,
por querer encontrar aquello que se desea, incluso sin que sepamos de
qué se trata.
Los que buscan respuestas, dudan y se hacen preguntas. Son
aquellos a los que les gusta filosofar, intelectualizar y dar vueltas por
la razón. Según lo que vemos, la razón nos empuja a buscar causas
que expliquen el porqué de las cosas, cómo surgen o con qué están
relacionadas.
Los que buscan soluciones, tienen problemas, y quieren que
algo o alguien se los resuelva, están más conectados con su realidad y
con su necesidad, son muy prácticos y les gusta acabar lo antes
posible con cualquier complicación. Si tienen que pasar por alto lo que
sea, o mirar para otro lado y no enterarse de nada, lo hará sin dudar,
con tal de salir lo más rápido posible del atolladero.
El que busca una salida reconoce que se ha extraviado, que se
ha metido en un laberinto, y que quiere encontrar la manera de llegar
al punto en donde se perdió.
Está más conectado con su
potencialidad, es el más profundo, pues no quiere respuestas
magistrales ni soluciones mágicas, sino un retorno al origen. Quiere
volver al mismo punto de donde proviene, regresar por sí mismo al
punto en donde se perdió, pero necesita alguna indicación para
emprender el viaje de retorno.
Alguna vez leí que Leonardo Da Vinci siempre llevaba
consigo una lista con nombres de personas a las que tenía preguntas
para hacerles, pues reconocía que había otros que sabían lo que él
ignoraba.
A este hombre excepcional se le manifestaron muchas
verdades que aún hoy los más inteligentes no alcanzan a comprender,
pero su actitud era de infinita humildad. Y así es como aparece la
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
verdad, en la ausencia de altivez.
Para alcanzar la verdad es
indispensable la humildad tan propia de los niños y de los genios, que
reúnen inocencia y sabiduría.
Leonardo Da Vinci era capaz de comprender la lógica del
Universo tan solo observando el ala de un murciélago, pero para ello
es indispensable una apertura incondicional a lo que la realidad
muestra. De hecho, para este genio y artista, la gran aventura del ser
humano era explicar la realidad, y a eso se dedicó toda su vida. Y su
gran secreto fue preguntar como un niño ávido de conocimientos.
Cuenta Martin Kemp, el experto en obras de arte de Da Vinci,
que incluso el dibujo era una forma suprema de conocimiento, pues
antes de dibujar algo lo tenía que “deconstruir” para ver la realidad
interna y su funcionamiento.
Necesitaba entenderlo a fondo para
luego reconstruirlo en sus dibujos y así era capaz de recrear las
conexiones con la realidad. ¡Qué maravilla!
Independientemente de la búsqueda intelectual, sentimental o
espiritual de cada persona, y de lo profunda que llegue a ser para
cada cual, hay una búsqueda que ha dominado a gran parte de la
humanidad y que ha servido más de distracción que para descubrir
cosas realmente significativas. En la mayoría de los seres humanos de
toda la historia, sobre todo en el ámbito religioso y político, lo que ha
predominado es la búsqueda de poder, y eso se extendió a todas las
civilizaciones, culturas y clases sociales.
Millones de personas se
subieron al tren imparable del querer tener más, ser mejores, llegar
más lejos, ambicionar y progresar. Distintas manifestaciones de la
misma búsqueda, pero desde un sentimiento de insatisfacción e
inferioridad. Por eso queremos llegar a la cima, a lo más alto, a la
cumbre, al poder máximo.
Las conquistas nos apasionan, y eso
explica que queramos llegar a la luna o a ser presidentes, a tener la
mayor empresa o la casa más grande y lujosa, ser el mejor profesional
o el artista m{s aplaudido; “sobresalir” y “diferenciarnos”. Los
premios que creamos juegan un papel fundamental al hacernos sentir
229
esa sensación de que “hemos ganado”, pues la cuestión es sentir que
lo hemos obtenido, creyendo que al obtenerlo estaremos satisfechos.
Sin duda todos tenemos un fondo de insatisfacción y un
complejo de inferioridad que se manifiesta buscando superar o
ponernos por encima de otros. A lo único que nos lleva esta actitud
es a rebajar, humillar y someter a otros, pero nunca ha permitido que
nos realicemos a tal punto que dejemos de buscar. Porque ninguna
búsqueda externa nos lleva a la esencia.
Se deja de buscar cuando hay satisfacción total, pero sólo hay
satisfacción total cuando se deja de buscar. Dejar de buscar es confiar.
Para ello debemos volver sobre nuestros propios pasos, hasta
llegar al punto en donde no estábamos divididos; ese punto en el cual
éramos uno, en donde ni siquiera sabíamos desconfiar.
Lo que cada uno busca es muy variado, la forma en que lo
busca es muy diferente y los resultados que cada uno obtiene son tan
diversos como personas hay. Eso hace que cada búsqueda tenga un
carácter único y exclusivo, inigualable e irrepetible, y sea digna de ser
respetada.
Cada ser humano busca lo suyo y tiene un motivo. Por más
aberrantes o extrañas que puedan parecer muchas búsquedas, en el
fondo, podemos comprender que una vida sin búsqueda no tiene
sentido. Pero luego nos demos cuenta de algo mucho más profundo:
“que una vida sin ninguna búsqueda es la única que tiene sentido”.
La
búsqueda
es
lo
que
le
da
sentido
a
la
vida,
(transitoriamente) hasta que nos damos cuenta de que el verdadero
sentido de la vida está en dejar de buscar, pues la Vida misma es el
sentido. Pero, ¿con qué nos tenemos que encontrar para que dejemos
de buscar?
En una sesión pública de No-Terapia, una mujer de unos 35
años de edad, me preguntó cómo saber si su búsqueda era desde el
corazón o desde la mente. Pensé en contestarle que eso no tiene
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
ninguna importancia, que lo realmente importante es estar en una
búsqueda e ir profundizando en ella, pero en un momento mi
respuesta dio un giro: ‚Si tienes dudas de la procedencia de tu búsqueda es
porque tu búsqueda es mental. El corazón no conoce la duda. Tu pregunta
supone que hay una duda y quien duda es la mente no el corazón‛.
A veces una búsqueda mental puede ayudarnos a encontrar
algo que anhela el corazón, o una búsqueda desde el corazón nos
puede llevar al encuentro con el espíritu.
Como parte de la especie humana, y consciente de mi
situación y de mi historia personal, puedo afirmar que esa búsqueda
ha estado presente en mí desde que tengo uso de razón.
Y mi
experiencia durante años relacionándome con una infinidad de
personas, a causa de mi actividad, me ha llevado a comprender que
todas las personas que he conocido están en su propia búsqueda.
Cada uno busca lo suyo, lo que siente que necesita, lo que nace de su
corazón o lo que intuye, aunque no lo pueda ver con sus propios ojos,
eso que llaman “búsqueda espiritual”, que por cierto no es más que
una simple apertura a lo desconocido, no tan profunda como parece, y
está demostrado que no nos lleva demasiado lejos.
Reconozco que la búsqueda espiritual es muy útil a modo de
arranque, como un comienzo inmaduro pero necesario.
Los
buscadores espirituales de la ‚nueva era‛ son como niños buscando un
padre que les guíe y les proteja. Creen que por el mero hecho de
hacer yoga o meditación, de comer sano y escuchar música de
relajación se van a iluminar, pero la mayoría no tiene la más mínima
intención de cortar sus cadenas. Ni siquiera las quieren ver, por tanto
mucho menos quieren salir de la cárcel a la libertad. La búsqueda
espiritual nos ambienta, nos introduce en un camino y nos predispone
a profundizar, pero no nos garantiza llegar a la verdad.
Hay muchos que se declaran buscadores, pero no quieren
encontrar nada, sólo se trata de un autoengaño que les permite sentir
que están haciendo algo, pero tienen un miedo paralizante ante la
231
posibilidad de encontrarlo. ¿Y si llego a encontrar lo que busco, que haré
después, a qué me dedicaré?
Toda búsqueda implica ir hacia afuera, y nos cansamos de
buscar sin haber encontrado nada. Y así es como nos dormimos. La
búsqueda misma es el dormir, pero cuando nos damos cuenta de eso,
empezamos a despertar.
De la búsqueda ignorante al buscador inteligente
De todos modos, la búsqueda de libertad a la que me refiero y
en la que estamos todos, es una preciosa inquietud interior. Una
insatisfacción básica que nos invita a ir más allá de nuestros límites, a
crecer, a evolucionar, a superarnos, a descubrirnos y a descubrir el
universo que nos rodea, a develar los misterios, a acceder a espacios
desconocidos.
La poesía, el arte, las ciencias, entre otras manifestaciones, tú
mismo, que lees este libro y yo que lo escribo, estamos demostrando
que buscamos algo.
La curiosidad nos posee; llegamos a transformar toda la vida
en una apasionante aventura gracias a la búsqueda, aunque no
sepamos dónde ni cómo buscar algo, que no sabemos ni qué es.
Una tarde, mientras lijaba muy concentrado unas tarjetas de
teléfono para el juego de la comprensión que estoy haciendo, se me
acercó un muchacho muy joven, con el que nunca había hablado, para
preguntarme por el sentido de la vida. Dijo que estaba en la búsqueda
de una respuesta porque no lograba comprender lo que le estaba
sucediendo.
Me compartió muchas cosas de su vida privada y me permití
sugerirle que tratara de descubrir detrás de las circunstancias que le
rodean, pero a través del amor.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Nos quedamos hablando acerca del camino del amor para
llegar a la libertad y fue muy interesante ver cómo se iba dando
cuenta de que a causa de todo lo que le está sucediendo y de cómo se
siente al respecto, está en una búsqueda muy bonita.
Por más profunda que pueda ser la búsqueda humana
siempre comienza con la simpleza de lo cotidiano: se busca una
pareja, una familia, un hijo, una vida mejor, más sana, más natural, de
mejor calidad. Otros buscan un mayor nivel de vida, más dinero y
posesiones. Otros, placer y diversión, evadirse de la realidad. Otros
buscan el cariño que nunca les dieron o amigos para huir de la
soledad. Otros buscan ser alguien en la vida, ser útiles, aceptados o
reconocidos.
Otros, una experiencia que les sorprenda y les
deslumbre y otros buscan liberarse de opresiones y obligaciones o
salir de la esclavitud.
Son muy pocos los que declaran estar buscando su esencia y
mucho menos la libertad. Y la mayoría ni siquiera se pregunta si está
buscando algo.
Los primeros tres meses en prisión, me lo pregunté muchas
veces, porque si la vida me trajo aquí es porque algo estaba buscando
y estoy encantado de haberlo encontrado, o no podría estar
compartiendo toda esta experiencia.
Todos los caminos surgen del mismo origen y, aunque acaben
en tan diversas estaciones transitorias, al final llegarán al mismo
destino, al mismo punto de donde hemos salido.
En la vida pasaremos por muchas estaciones y en el proceso
estaremos guiados por la misma energía. Si somos capaces de ir a ese
punto inicial y esencial, podremos encontrarnos con la pureza de la
iniciativa que cada uno ha tenido para comenzar a transitar su propio
camino.
233
En el inicio está el final y en el final está el inicio, pero cada
uno vivirá su propia vida y se entregará a su propia búsqueda
indagando y explorando, investigando y curioseando a su manera.
Y un día llegaremos a saber que lo que buscamos no está
afuera sino adentro. El exterior nos ha hecho perder de vista lo
interior, por eso salimos para encontrar lo perdido. Y para ver dentro
hay que activar la visión interna.
Cuando el buscador se da cuenta de que su búsqueda está
íntimamente relacionada con la esencia de toda búsqueda humana,
comienza a sentirse parte de la misma especie y así es como su vida
comienza a tener sentido.
Un día todo buscador llegará a darse cuenta de que tiene que
ir hacia dentro de sí mismo, que ahí está lo que busca, pues él es lo
buscado. Sólo así nacerá la posibilidad de encontrarse.
Y si todo va bien y no se queda anclado ni se distrae en el
camino, cuando se encuentre y se contacte con su naturaleza, verá que
es un ser libre, que su esencia es la libertad, pero que se encuentra
atrapado. Entonces la búsqueda se transformará, y dejará de ser la
búsqueda de una respuesta, una salida o una solución y pasará a ser la
posibilidad desafiante de un encuentro con esa verdad sin la cual no
podrá haber liberación.
La única forma de dejar de buscar, es encontrarse con la
verdad, dentro de uno mismo.
Tuve un compañero de celda que se llama Eduardo, tiene 37
años, es politoxicómano desde la adolescencia, y atraca para poder
comprar drogas. Vivió conmigo un mes en la celda 125, lo que para
mí fue una tortura; por momentos lo quería matar. Pero, al mismo
tiempo esa experiencia fue un gran aprendizaje. Una noche, de esas
que parecen un infierno que nunca acaba, Eduardo se levantaba a
cada momento a fumar, hablaba solo, se preguntaba y se respondía él
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
mismo, comentando sus preguntas y sus respuestas; era como muchas
personas a la vez hablando todas al mismo tiempo. Yo le decía que no
le escuchaba y que no me interesaba su monólogo, que hablara para
adentro, pero era imposible. Me pidió medicamentos para fumar,
pues ya no tenía drogas ni tabaco y estaba desesperado; entre la
ansiedad y la depresión. Comenzó a hacerse preguntas sobre la vida,
sobre el porqué se encontraba preso y de cómo sería su camino en
adelante. Entonces yo me levanté y le dije: ‚mira las estrellas, todas ellas
y todas las galaxias del infinito se están moviendo con la misma energía que
tú te mueves ahora mismo dentro de esta pequeña celda,
y el día que
canalices toda esa energía en conocerte, aceptarte y amarte, podrás cumplir tu
sueño de acabar con esta tortura‛. Eduardo me miró y echo a llorar, y
pude ver cuán profunda era su búsqueda a pesar de su caótica
situación. Sólo dos palabras logró pronunciar en medio del llanto:
‚necesito ayuda‛.
Al otro día lo llevé a hablar con el educador y otras personas
que hacen terapias y en pocos días ya estaba instalado en el módulo
terapéutico de la cárcel de Valdemoro.
Este fue sólo otro pequeño paso en su camino en búsqueda
del amor y la libertad.
El umbral de la libertad es saber que ‚yo mismo soy la puerta
cerrada hacia la libertad, yo soy el que interfiero, yo soy el estorbo‛.
Al asomarnos dentro vislumbramos
la libertad y la eternidad
El paisaje interior es magnífico pero podemos pasarnos la
vida sin verlo.
Dentro de cada uno hay unidad.
En el interior
podemos vernos como si fuéramos todos iguales, una misma cosa.
235
No lo somos en cuanto al camino que hemos construido y
transitamos, pero lo somos en cuanto a lo que anhelamos y a la
esencia de nuestra naturaleza.
En el fondo de nuestra naturaleza sólo hay oscuridad, lo he
visto en mi propia profundidad. En la superficie hay luz, están las olas
de la vida, por eso hay movimiento y bullicio, pero en la profundidad
hay silencio y oscuridad.
Quien aprende a manejarse e integrarse en la oscuridad puede
moverse magistralmente por la luz, pero para ello hay que ir a lo
profundo. Y hasta ahí se llega en soledad.
La libertad nace en el silencio y la intimidad, estando a
oscuras con uno mismo. Esta es una de las cosas más intimas y
significativas que puedo compartir de mi experiencia en prisión, que
el fondo del alma humana es oscuridad.
El corazón es el prisma de la existencia, a través del cual la luz
que llega del universo se transforma en infinitos colores.
Ahí es
donde nace la vibración de la naturaleza salvaje del corazón humano
que se mueve en total libertad, sin dudar y sin ninguna necesidad de
seguridad, por eso su dirección nunca falla.
De la silenciosa oscuridad de un corazón que confía en la
existencia, nace el amor que lo ilumina todo.
Durante mis largas e interminables noches de oscuridad
encerrado en una celda, he visto todo esto. Sin drogas ni alcohol, sólo
con mi conciencia.
En la cárcel leí un libro de física del que extraje algunos
conceptos magistrales. Uno de los físicos que se citan es William
Thompson que dice: ‚cuando puedes medir aquello de lo que est{s hablando
y expresarlo en números, sabes algo de ello, pero cuando no lo puedes medir
ni expresar en números, tu conocimiento es escaso e insatisfactorio; poco
puede contribuir al progreso de la ciencia‛.
Esa idea me dio vueltas y vueltas en mi cabeza hasta que llegó
una noche el número 01210, donde el “0” es la eternidad, de donde
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
venimos y hacia donde vamos. El “1” representa el nacimiento y la
muerte. El “2” es la realidad humana, la cúspide, la experiencia de la
vida con conciencia y representa la aparente división, la dualidad, las
polaridades, las contradicciones y la ilusión de separación, la que sólo
podremos comprender desde la conciencia.
Y a no ser que
trascendamos esa aparente separación, no nos liberaremos.
Eso
supone vivir en la dualidad pero con la conciencia de la unidad y de
la nada, esa es la experiencia cumbre de un ser humano: el “2” que
sabe que viene del 0 y del 1 y que se dirige al 1 y al 0, es un “2” que
vibra en la conciencia de la libertad, está en la cúspide de la
comprensión.
La libertad es ver esa nada, ver la ilusión sin abandonar esta
vida. Sólo parece que existen cosas, pero todas las cosas están huecas,
el vacío de fondo es infinito. Toda la existencia es un gran cero, (0)
hueco, vacío y expansivo.
Quien logra conectar con la unidad existencial dentro de sí
mismo, puede afirmar: el todo está en uno y uno está en el todo. Soy el todo
y lo contengo todo‛.
Esta es la conclusión a la que la ciencia y la física cuántica está
llegando ahora,
pero es algo que desde hace miles de años los
maestros espirituales de todas las épocas sabían y trataron de
transmitirlo cada uno a su manera. Pertenecemos al “Cosmos”, que
significa ‚Universo en armonía‛, y “Universo” significa ‚una sola cosa‛.
Esa “cosa” est{ hueca y vacía como un cero. Venimos de la nada y a la
nada vamos. La nada es infinita.
Cuántas veces, estando en la prisión, he cerrado mis ojos para
ver la realidad de mi eterna oscuridad y trascender la ilusión.
Por la sencilla razón de que “lo que contenemos es infinito”
(aunque sea hueco y esté vacío), podemos comprender el sentido de
nuestra búsqueda.
Porque en esta vida estamos dentro de un
contenedor finito, limitado, humano, pero aquello que contenemos es
infinito, divino e ilimitado, y de alguna manera quiere trascender las
237
formas rígidas del contenedor y retornar al origen. Por eso toda la
vida humana se vuelve una búsqueda de liberación.
Desde la pequeñez de nuestra existencia estamos buscando la
grandeza de toda la existencia. El pequeño envase en el que vivimos
es un minúsculo cuerpo provisto de una mente limitada, pero el
contenido es un espíritu dispuesto y listo para el viaje al más allá,
donde nunca nada acaba.
Es natural que desde un recipiente limitado sintamos
impotencia respecto a lo ilimitado; que desde la comodidad de lo
seguro sintamos desconfianza por lo inseguro y que desde el apego a
lo conocido sintamos miedo a lo desconocido.
La vida es lo que nos permite situarnos de cara a la existencia
y ver lo que es, desde la conciencia.
En el plano humano y desde donde estamos en lo cotidiano, y
que es limitado, buscamos amor, felicidad o verdad; buscamos a Dios
o el “m{s all{”, buscamos salud, dicha o bienestar, paz, armonía,
tranquilidad.
TODOS, sin excepción, somos seres buscadores, inquietos,
curiosos, expansivos, corajudos y aventureros, siempre dispuestos a ir
más allá de nuestros límites, siempre abiertos a superarnos a nosotros
mismos, respetando nuestra inquebrantable naturaleza que nos
impulsa a crecer y evolucionar. Porque en el fondo sabemos que hay
más, mucho más.
El infinito no se puede medir ni calcular, la ciencia de lo
incalculable es la ciencia de lo interno y de lo ilimitado. El mayor de
los lujos es acceder al misterio de lo inmedible.
Podemos alcanzar ese lujo en esta vida a través de la unidad
en uno mismo y la integración con el todo, pero hasta ahora no hemos
sabido enfocar la dirección de la energía en la búsqueda, nada más, y
es lógico que así sea.
Hay que hacer una pequeña corrección; la clave de la
liberación está en la dirección de la energía, la hemos orientado hacia
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
fuera y allí no hemos encontrado nada, sólo hemos encontrado más
confusión después de perder mucho tiempo y decepcionarnos. Si se
orienta hacia adentro, no sólo iremos hacia el núcleo de lo que
buscamos, sino que en el proceso nos liberamos del miedo, la culpa, la
ira, los celos y la envidia, entre otras tonterías que tanto interfieren,
porque todas las emociones van hacia afuera, necesitan espacio
exterior y necesitan de los otros para alimentarse y subsistir. El
espacio exterior les permite expandirse, pero en el espacio interior no
pueden entrar. Por eso es tan sagrado el hecho de entrar dentro de
uno mismo, porque se entra sólo. Todo lo que no es propio y que
molesta queda fuera.
En el umbral de la libertad hay una puerta en la que solo
entra la verdad.
La libertad es el encuentro de la verdad individual con la
verdad universal. Pero, antes de ese encuentro, hay algo que se tiene
que romper y que es lo que interfiere.
Cuando un ser humano entra solo dentro de sí mismo,
comprende que libertad significa ser el maestro de uno mismo y
esclavitud significa no serlo, y que hay maestros y dueños fuera de
nosotros que nos controlan.
Pero, para poder desbaratar la esclavitud y acceder a una
libertad que no conocemos, necesitamos atravesar un umbral
infranqueable, una puerta, aquello que se interpone.
El infranqueable umbral de la libertad
Este es el punto de partida y de apoyo para dar un paso
dentro de la libertad: saber que tenemos que adentrarnos en lo
desconocido y que lo desconocido está mucho más allá de lo aparente,
239
de lo visible o de lo controlable. Por eso interpretamos que nos toca
un largo viaje, pero en realidad consiste en dar sólo un paso.
Pero, para iniciar este viaje, hay que levantar un pie, y para
ello, hay que liberarse de muchas cosas, y el peso es gigante. Sobre
todo y antes que nada, liberarnos de la idea que tenemos acerca de la
libertad, sin lo cual no podremos comenzar a dar ese paso que nos
permita atravesar el umbral.
La idea de lo que significa la libertad está cargada de mentiras
y equivocaciones que distorsionan su valor real.
Si hay algo que no conocemos los humanos, eso es la libertad.
Hemos llegado a morir por ella, hemos escrito libros, hemos
compuesto canciones y hemos hecho películas, hemos luchado y lo
hemos sacrificado todo por la libertad, pero aún no sabemos qué es.
Esa es mi apreciación. Por eso siento que la vida me trajo a
una cárcel, para hacerme ver lo que significa la libertad a través de la
experiencia. Y una de las cosas que comprendí es que, a no ser que
desechemos todo lo que sabemos acerca de la libertad, muy
difícilmente podremos conocerla y experimentarla.
El saber que poseemos, es una esclavitud, porque proviene del
pasado y de lo que hemos oído, visto o leído y, para este saber limitado
y condicionado, hace falta intelecto, conocimientos, memoria. Todo
eso produce la esclavitud de lo ya sabido, que es la esclavitud básica
por la que no conocemos la libertad.
En este mismo momento puedes entrar en conflicto conmigo
activando todo lo que sabes acerca de la libertad y entrar en discusión
por todo lo que voy a decir. Si estás en desacuerdo conmigo, caerás en
la trampa de lo que ya sabes; pero, si estás de acuerdo, también caerás,
porque no estarás permitiéndote indagar libremente y por ti mismo en
lo desconocido.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Todo lo que yo pueda decir sobre la libertad es mi experiencia,
contada con mis palabras.
Quizá sean un indicativo para mucha
gente, pero no lo tomes al pie de la letra; tu manera de vivirla y
percibirla puede ser diferente a la mía, y mucho más aún tu manera
de compartirla.
Cada uno está en su propio momento del proceso. Para mí,
compartir mi proceso, es liberador.
Cuando decimos que sabemos acerca de algo, sólo tomamos
como referencia lo que ya conocemos (memorias), pero no
consideramos lo que no sabemos, ni siquiera como posibilidad,
incluso lo rechazamos.
Lo que no sabemos es desconocido y lo desconocido puede
ser muy peligroso porque puede destruir lo conocido. Lo que no se
sabe tiene más poder de lo que se sabe, por eso se crea un mecanismo
de defensa para no dejar entrar lo nuevo a nuestro esquema de
pensamientos.
El muro ya está cerrado, y lo único que escuchamos o dejamos
entrar es todo aquello que concuerde con lo que ya sabemos, y lo
refuerce. Y construimos muros cada vez más altos y más gruesos,
pero que contienen siempre lo mismo y sólo nos tienen cada vez más
encarcelados.
El conocimiento acerca de algo nos separa de aquello, nos
hace intelectualizarlo. Para saber de verdad acerca de algo tendremos
que experimentarlo, atravesarlo o zambullirnos en eso.
La línea donde comienza la libertad está íntimamente ligada a
la renuncia a todos los conocimientos adquiridos acerca de ella. Esta
es la gran liberación que se produce en el umbral donde comienza la
libertad: la liberación del conocimiento.
Cuando alguien afirma que “no sabe”, se abre a la sabiduría,
se vuelve vulnerable, receptivo, porque se vuelve inocente, puro como
un folio en blanco, como un niño lleno de curiosidad.
241
Pero hay una resistencia tremenda a lo nuevo, porque puede
desplazar a lo viejo, y lo viejo ya está instalado y acomodado, se ha
ganado su lugar.
Hay un acostumbramiento a lo antiguo, ya lo conocemos y eso
nos acomoda.
Lo nuevo nos desafía porque no estamos
acostumbrados y puede sorprendernos y hacer de nuestra vida algo
indomable. No concebimos perder el control.
Pero lo conocido,
seguro y confortable acaba aburriéndonos, nos mete en rutinas y
repeticiones, nos transforma en una máquina acostumbrada a lo
mismo y nos roba el entusiasmo y las ganas de vivir.
Cuando se muere la capacidad de asombro, la celda de la
comodidad y de la seguridad comienza a apestar y surgen las ganas
de fugarnos de allí. Hemos perdido la imprevisibilidad.
Martin Kemp el experto en obras de Da Vinci dice: ‚a mi ya no
me sorprende que Da Vinci me sorprenda, pero sigue sorprendiéndome‛.
La sorpresa es lo que mantiene viva la pasión por el misterio.
La sorpresa es el resultado natural de la imprevisibilidad.
Dicen los expertos en plagas de insectos y animales, como las
ratas, que la imprevisibilidad es la clave por la cual las plagas no
pueden ser vencidas, pues nunca se sabe cómo responderán.
Se mueven de tal manera que es inimaginable lo que harán, no
se puede prever, no siguen una lógica ni tienen un plan fijo; es pura
espontaneidad. Algo de eso siento en lo profundo de mí; quizás sea
porque según el calendario chino yo soy rata.
Todo lo que está en estado salvaje y en libertad, no se puede
prever y siempre sorprende; como una nube o un río.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Un ser humano impredecible es libre de toda memoria,
conocimiento y plan. Cuando el pasado ya no nos puede dominar, el
futuro se borra. Abandonar el pasado es dejar la mentira en la que
hemos estado viviendo y es abrirle la puerta al futuro para recibir lo
que nos depara.
Hay un libro que se llama ‚Grandes Fugas‛ y que habla de los
artistas de la evasión. Es el historial de personajes que se jugaron la
vida por evadirse de sus prisiones. La autora, Laura Manzanera dice:
‚la primera obligación de todo preso es escapar‛.
Asimismo, a través de este libro, le estoy sugiriendo al lector
que se fugue de su propia cárcel.
Abandonar la mentira en la que vivimos es la mayor fuga, el
mayor acto heroico que podemos hacer, para comenzar a saborear la
libertad de primera mano.
El paso por la vida, nada más que un paso
Es cierto que la verdad libera o, como dijo Jesús, “la verdad nos
hace libres‛.
Pero hemos invertido tanto tiempo y esfuerzo en la mentira,
que la verdad nos aterra, porque puede destruir la vida que
conocemos. Sin embargo, es lo único que nos puede liberar. Sólo la
verdad nos puede hacer atravesar el umbral de la libertad, porque es
la llave.
La primera y la más básica verdad que detectamos al indagar
en nosotros mismos, es que somos una mentira, o mejor dicho un
conjunto de mentiras muy bien organizadas por el “yo”. Un
verdadero paripé, un montaje de película, una obra teatral con muchos
personajes, montados y ensamblados a modo de coraza.
243
Las mentiras que nosotros mismos hemos creado, y nos
hemos creído, han construido un muro muy grueso y alto, una
estructura en donde estamos a gusto porque nos da cierta seguridad,
pero que es tan débil que podría derrumbarse en un segundo. Por eso
huimos de la verdad, porque sabemos que atentaría contra la
fragilidad de nuestras mentiras.
Para que la verdad pueda liberarnos tendremos que buscarla
y, para buscarla, tendremos que amarla a tal punto que seamos
capaces de dar la vida por ella. Pero en realidad tendremos que dar la
vida que hemos creado desde la mentira, lo cual es como morir.
Entonces la búsqueda se hace apasionante y la verdad se manifiesta.
No hace falta conocer la verdad para enamorarse de ella; basta
sentirla. Ella vive en nosotros, pero la hemos olvidado y entonces se
trata de recordarla, de reencontrarnos con ella.
Para ello hay que dar un giro y luego dar el salto, un único
paso.
Dar el giro hacia adentro es enfrentarnos al vacío interior, a lo
desconocido, o al ‚falso vacío‛, eso que llamamos el ser. Por eso la
libertad comienza con el cambio de enfoque en la energía, lo que se
debe hacer con coraje y conciencia.
Pero luego viene lo peor, el salto al que los místicos han
llamado ‚la noche oscura del alma”, pues se salta de lo conocido a lo
desconocido, sin saber con lo que vamos a encontrar.
Es el salto de la luz, aparente, a la oscuridad, aparente.
Y ahí, entre dos apariencias, es donde alcanzamos a percibir lo
que no es aparente. Desde ese lugar incierto se ve lo real, y eso sucede
cuando estamos en el aire, sin apoyos de ningún tipo, sin ver nada y
sin saber nada de lo que sucederá. Así es como surge la visión interna
de lo eterno.
Atados a lo efímero sólo conseguiremos sensaciones de
seguridad y saciedad pero nunca la satisfacción y la dicha.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Cuando en la vida práctica y cotidiana, el énfasis pasa del
hacer al ser, del tener al ser, y del pensar al ser, todo se concentra en
un punto que libera al ser de la esclavitud, de la oscuridad de una
celda casi inaccesible.
Por eso la libertad es un encuentro interior.
Resulta una contradicción que para ser libres haya que ir hacia
adentro.
Bien podríamos pensar que para liberarnos habría que
“salir”. Pero es afuera donde est{ la esclavitud de la sociedad, la
opresión del otro, el yugo de las exigencias externas, la red cultural y
religiosa en la que estamos atrapados. Adentro, en cambio, está
nuestra naturaleza, que es la misma que vemos en la Tierra.
Y la esencia de toda naturaleza es la verdad. La naturaleza es
auténtica, no tiene opción de mentir.
Por eso la belleza y el esplendor de las plantas y los animales,
los mares y las montañas y todo lo que forma parte de ella.
La
naturaleza es inconscientemente auténtica, feliz y armoniosa.
El ser humano tiene la opción de mentir o ser auténtico; es su
libertad y su dilema. Si miente se desnaturaliza y se suicida, dejando
encerrado su ser en el tenebroso calabozo del olvido. Si es verdadero,
accede a un plano sobrenatural, que lo eleva por encima de su
naturaleza.
Para quienes decidimos ir por el camino de la verdad y hacia
la libertad, la primera elección que nos libera es entrar dentro de uno
mismo a rescatar el ser.
Esa decisión libre nos conduce a la verdad, que es el sitio más
seguro que existe. Por eso, una vez que entramos en nosotros mismos,
ya nadie puede hacernos esclavos ni habrá manera de encerrarnos en
ninguna cárcel. Quien entra conscientemente en sí mismo y encuentra
su verdad, es inalcanzable; no hay policía, ni investigadores, ni jueces
que puedan llegar ahí dentro.
Ir hacia adentro no es reprimir ni huir ni esconderse ni
aislarse. Es salir del espacio de tensión para centrarse en un punto de
245
quietud y de observación, desde el cual el ser se eleva y entra en
suspensión.
Esto es algo a lo que le tenemos que poner mucha atención. La
tensión es horizontal, es donde sucede la represión, el control, la
manipulación, la dominación. Todo eso en relación con el entorno,
con el otro y las circunstancias, y así nos convertimos en marionetas,
en falsos hipócritas, sin autenticidad ni espontaneidad.
El tiempo también funciona horizontalmente y crea una
tensión entre el pasado y el futuro, como una cuerda que tira desde
los dos extremos y por la que tenemos que caminar haciendo
equilibrio para no caernos. Esa cuerda es el camino de la mentira, que
va desde el pasado y hacia el futuro, y para caminar sobre ella nos
sometemos a las presiones de los extremos que se crean producto de
la polaridad.
La verticalidad no tiene presión, funciona desde la unidad, sin
polaridad: o caes o te elevas. No hay cuerda ni tirantez, por eso es un
proceso natural y espontáneo. La materia cae, el espíritu se eleva,
pero sin tensión porque no hay división sino unidad.
La represión y la expresión suponen tensión, porque
requieren un gran esfuerzo. Para retener o para proyectar hay que
esforzarse. La represión conserva la energía y la expresión la aleja,
pero en ninguno de los dos casos se transforma. Y esa es la clave de la
libertad: la transformación de la energía que circula dentro de
nosotros.
El
neurocientífico
Rodolfo
Llinas,
quien
estudia
la
introspección desde el punto de vista fisiológico y científico, dice que
existen leyes que relacionan la cantidad de sensaciones con la
cantidad de energía recibida, y que todo ello tiene una base
fisiológica. Su idea es que la glándula pineal es la sede del alma,
como afirmaba Descartes, y si esa energía es transformada, accedemos
al alma y llegamos a ser Dios.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Reprimir es ocultar la energía, no permitirle que se manifieste.
Expresar la energía es descargarla, aliviarla, sacarla, drenarla. Pero el
gran desafío por el que podemos conocer la libertad está en la
transformación de la energía, y eso es lo que no conocemos.
Transformar la energía es elevarla a otra dimensión, pero la
cuestión está en cómo hacerlo y Albert Einstein me dio la pista que
necesitaba para comprenderlo.
Einstein descubrió algo sorprendente acerca de cómo
liberarnos de ese peso que nos tira hacia abajo. El dijo que una
persona en caída libre no puede sentir su propio peso porque
trasciende la gravedad, no la siente, porque la está acompañando, está
metido dentro de ella, se está dejando llevar por ella.
Eso es
ingravidez, al caer no hay peso, por eso se tiene una sensación de
vacío.
Por lo tanto, si queremos ascender a planos superiores y
expandirnos, nos tenemos que animar a dejarnos caer. Caer es un viaje
indispensable para trascender. Si buscamos subir sin dejarnos caer,
nos resultará imposible, pero si nos dejamos caer libremente y
ponemos conciencia en la ingravidez que se produce al dejarnos ir,
podremos conectar con la esencia misma que tiende a ir hacia arriba, a
estar suspendida, sin someterse a ninguna fuerza de gravedad.
La ley de la gravedad es también una esclavitud física, pero el
espíritu humano (la esencia subatómica invisible que está más allá de
la materia) no está sujeto a esta ley; puede moverse en todas las
direcciones y llegar hasta los confines de la existencia.
Parece misterioso e imposible acceder allí, pero es ahí donde
se encuentra la libertad.
Hay que dejar que caiga todo lo que pesa, todo lo que es una
carga innecesaria para el viaje hacia la libertad.
Esta es una simple comprensión que nos puede ayudar mucho
en la búsqueda de libertad: la pasión va hacia abajo, está relacionada
con el cuerpo y los deseos, con la materia y el placer; la compasión va
hacia arriba, está relacionada con el espíritu y el amor, con la energía y
247
la dicha. La pasión hace descender la energía al punto más bajo (el
primer chakra o punto sexual), y la compasión la hace ascender a su
punto más elevado (el séptimo y último chakra o punto de conexión
con el cosmos). De igual forma, la esclavitud es un descenso y la
libertad es un ascenso.
Libertad es altura, es ir al más allá.
El secreto de la libertad está en no seguir al cuerpo, a la
mente, al corazón ni a ningún maestro, sino ser uno el amo y ellos los
sirvientes,
quitándoles
el
poder
que
tienen
de
controlar
y
poniéndonos por encima de ellos, trascenderlos, fluyendo con la
observación pura y objetiva.
Ser dueños de nosotros mismos desde la conciencia, eso es
ascender, pero con los pies en la tierra. Es aceptar lo humano y lo
divino, viviendo en la materia y fluyendo con el espíritu.
Como los árboles que pintó Vincent Van Gogh, con raíces bien
arraigadas a la tierra y ramas adentrándose en las galaxias.
Es más fácil y cómodo ser dueños de todo el mundo que ser
dueños de nosotros mismos, porque para ser dueños de nosotros
mismos tenemos que hacer la hazaña de aceptar e integrar ambas
naturalezas, y esto supone acabar con toda división interna y externa.
Una vida libre es una vida incómodamente feliz, pues la
libertad es incómoda para todo aquel que está acostumbrado al
confort de la esclavitud. La libertad nos involucra y compromete, nos
hace responsables y no nos permite evadirnos de la vida; hay que
vivirla, y esa energía ascendente impedirá que cualquier cosa nos tire
hacia abajo.
Porque hay cosas en la vida que tiran hacia abajo nuestra
parte sutil y eterna, y hay otras que nos elevan y ayudan a la
transformación de la energía.
Hay cosas que liberan y otras esclavizan. La verdad libera y
la mentira esclaviza. La sabiduría libera, la ignorancia esclaviza. El
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
amor libera, el miedo esclaviza. El perdón libera, la ley esclaviza. El
corazón libera, la mente esclaviza. El sentimiento libera, la razón
esclaviza. La bondad libera, la maldad esclaviza.
Por ello la libertad, al principio, es incómoda; porque la
verdad individual denuncia la mentira colectiva. La libertad del
individuo es interpretada como un crimen a la sociedad, porque
prioriza al individuo y no a ella. Cada vez que alguien se encuentra
con su propia verdad, deja en evidencia a toda una sociedad que vive
en la mentira, y eso puede aislarnos de quienes nos proporcionan
muchos beneficios.
Verdad y libertad conducen inevitablemente a la soledad,
pero no es una soledad que nos aísla sino que nos une con todo.
El viaje se vuelve maravilloso cuando descubrimos que en el
camino no hay ninguna amenaza sino que, por el contrario, nos aporta
la mayor seguridad que hayamos conocido, la seguridad que sólo
puede dar la libertad. Pero es algo que no se puede describir sino sólo
experimentar.
Esta no es la seguridad que conocemos, no tiene nada que ver
con la seguridad que nos dan los padres o las compañías de seguros,
pues eso no es seguridad, es proteccionismo, que sólo produce más
inseguridad.
Cuando hacemos de todo para que el entorno sea seguro,
adentro habrá inseguridad, y cuando permitimos que todo el entorno
sea inseguro, dentro aparece mágicamente la seguridad, que proviene
de la esencia misma del ser libre.
En una entrevista hecha por el periódico la Vanguardia, Mario
Conde dice: ‚Cuando se cierra la puerta de la celda entiendes la categoría de
lo inevitable. Allí cuando estás solo en la celda, únicamente te mantiene lo
que llevas dentro‛.
249
También ha dicho ‚Si dejas que el rencor y el odio entren a la
celda y a ti mismo, ya no cabe nada más y te mueres por dentro, te envenenan
el alma. Lo que nos hace humanos es la capacidad de amar‛.
Sí, así es. En el proceso de búsqueda de libertad primero se libera el
corazón y el sentimiento de amor, luego el Ser y sus valores, y después
la conciencia y su capacidad de ver y comprender. Pero, antes de todo
eso, el individuo que quiera liberarse deber{ liberarse de su “yo” y
liberar al cuerpo de represiones. Esta es la base, el cuerpo es el punto
de arranque.
Pero no podemos olvidar que no es sólo eso la libertad, pues
si no nos liberamos de nosotros mismos no conoceremos la libertad.
Podemos liberarnos de todas las toxinas del cuerpo a través de dietas,
pero ninguna dieta ni técnica eliminar{ el reinado del “yo”.
Muchos se preguntan ¿me habré liberado?
Quienes hayan buscado la libertad y hayan hecho todo el proceso de
despojamiento de cargas, se darán cuenta si son libres en el hecho de
que experimentarán una quietud meditativa, que es sencillamente
estar, sin más. Es la suave presencia de la conciencia. La ilusión ya no
interfiere en los estados cotidianos.
Allí está el secreto para salir de toda esclavitud: ir hacia
adentro para encontrarse con la conciencia. Cuando se llega al centro,
donde nada se mueve, ni hay pensamientos, sino sólo Ser, se libera la
conciencia que lo observa todo sin juzgar y sin tomar parte, porque no
se identifica con nada. Allí sucede el primer momento de quietud
liberadora.
La libertad es quietud y también es conciencia, pura
observación, porque cuando el observador llega a ser lo observado, la
observación
penetra
en
la
esencia
inmortal
del
observador,
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
desaparecen los objetos y las acciones, sólo queda el ser consciente.
Eso es libertad.
Y es un fenómeno creciente. Al principio se experimenta en
pequeños momentos y en ciertas circunstancias, pero luego se va
extendiendo, más y más, a todos los momentos y circunstancias, casi
sin darnos cuenta.
La desilusión nos lleva a la libertad
El fin último de una búsqueda profunda es llegar a la
desilusión. Esa sorpresa que uno se lleva al abrir un paquete
esperando encontrar algo y encontramos con otra cosa o, lo que es
peor, no encontrar nada. Un chasco, una decepción, un desengaño. Y
es justamente eso lo que debemos experimentar cuando abrimos la
puerta de nuestro interior, cual caja fuerte metida en una bóveda
profunda, cerrada más o menos desde que tenemos uso de razón.
El buscador parecía que era lo buscado, pero al penetrar
dentro de sí ha tenido que darse cuenta que el buscador mismo era
una mentira y que la búsqueda fue simplemente una estratagema que
le sirvió de apertura.
La apertura es vital para el encuentro con la libertad, pero no
lo es todo.
Una persona abierta, una pareja abierta, una sociedad abierta
no son libres, sino sólo están abiertas a que algo entre. Una apertura
protegida con mecanismos de defensa es también un cautiverio.
Si nos auto engañamos no llegamos a ninguna parte, es
preciso decirnos la verdad y desilusionarnos, o no nos liberaremos.
251
No hay nada importante o significativo que podamos
encontrar a través de alguna búsqueda. Buscar es sólo una apertura
para que lo que nos busca nos pueda encontrar.
El buscador emite una señal, lo buscado la detecta.
La
libertad nos busca a nosotros y detecta nuestra señal el día que
dejamos de buscar, y para dejar de buscar hay que desilusionarse.
Una de las grandes desilusiones se produce cuando nos
damos cuenta de que todo lo que sabemos no nos sirve para casi nada
en relación a la búsqueda de libertad.
La ciencia ha tenido que renunciar a lo que sabía para poder
acceder a nuevas teorías y nuevos conocimientos.
La sabiduría supone una renuncia a lo que se tiene por sabido;
una entrega respetuosa a lo nuevo. Renunciar a lo que sabemos o lo
que creemos, es como morir, pero es a la vez abrir de par en par la
puerta de la celda, no para salir sino para que entre aquello que nos
viene a buscar.
Primero hay que deshacerse de todo lo sabido, luego hay que
abrirse a lo nuevo y, al final, cuando surja la desilusión, como
consecuencia de darnos cuenta de que es imposible alcanzar lo
buscado, abandonaremos la búsqueda. Y es justamente ahí cuando
comienzan a suceder las cosas.
Toda búsqueda, por más elevada o espiritual que sea, es una
iniciativa de acción, es un movimiento para alcanzar algo, y esa es la
dificultad, pues para que llegue lo sagrado no hay que hacer nada.
Lo que buscábamos llega desde el momento en que lo
dejamos de buscar.
Esto es muy simple de decir, pero muy complicado de
practicar, porque para hacerlo tenemos que confiar (cosa que no
hacemos) o bien tenemos que llegar a un punto tal de desilusión en la
búsqueda, que abandonemos (cosa que no queremos).
Todo lo que este infinito y abundante universo pueda
entregarnos, lo hará, si nos apartarnos del camino.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Yo mismo he sido la gran molestia en mi propio camino hacia
la libertad, y me tuve que deshacer de mí.
Tú y yo nunca podremos ser dichosos mientras haya una
identidad que necesite ser defendida, protegida y sostenida. Sólo
cuando hayamos dejado de ser un “yo” habr{ espacio para la dicha.
Es una cuestión de ocupación del espacio vital; si el espacio propio
lo ocupa un intruso, todos los valores inherentes al ser original no
se pueden manifestar.
Una vida sin más-caras es una vida en libertad, puedas ella
son la coraza, la cárcel en donde estamos atrapados.
Para la mayoría de los seres humanos lo más importante es la
gente, pues ellos son socios en el negocio de la mentira organizada. La
gente es la que nos apoya en el autoengaño, y nosotros apoyamos a
otros también. Es cierto que anhelamos conocer la verdad que hay
dentro de nosotros, pero no queremos atravesar la dura y espesa capa
de mentiras que la cubren.
Esta es la clave de la libertad, derrumbar los muros de
identidad que se han creado en torno a nuestra esencia.
Este es el tema no tratado ni abordado por la literatura
“espiritual”, de “crecimiento personal” o de “autoayuda”: descubrir al
“yo”, para que su mentira salga a la luz.
Y ni siquiera hace falta matarlo, porque no existe, pero lo
hemos hecho una virtualidad dentro de nosotros, a través de una
ilusión.
La mayoría de las técnicas psicoterapéuticas plantean una
sanación, un fortalecimiento y una maduración del yo.
En la psicoterapia alternativa cada vez hay más información
que emerge de la antigua filosofía oriental, pero sugiero tener mucho
cuidado y estar muy alerta, porque aunque provengan del
resurgimiento de una sabiduría milenaria, en casi todos los libros de
autoayuda y talleres terapéuticos o de crecimiento personal, en el
253
fondo, siempre se plantea un pacto cobarde con la Vida. Proponen
una participación superficial en los problemas de la Humanidad y no
una implicación sustancial en el proceso de cambio y transformación
individual.
Pocos son los que se atreven a poner bombas en los cimientos
del “yo” y a abandonar el miedo y la culpa, para dar lugar al amor y a
la inocencia y a tener el coraje de ser simplemente nosotros mismos.
Para mí, todo este proceso liberador no ha sido repentino sino
gradual; el laberinto es tan complicado que es muy fácil perderse. Las
capas de la mentira personal son tantas, que se requiere una gran
persistencia en el trabajo de superación personal para que se
desmoronen.
Luego la verdad se manifiesta sola, llega por sí misma y
produce una paz infinita.
Pero de la Verdad no se puede hablar, sólo de cómo llegar a
ella.
‚La verdad que se dice es mentira‛ dice el Tao.
Esto es la libertad positiva: la libertad “para” acceder a la
Verdad.
Quiz{ nos hemos liberado “de” muchas prisiones y nos
hemos liberado “de” las mentiras, pero ahora llega el momento de
liberarnos “para” el encuentro con la verdad.
No hay que temer; la verdad puede doler, pero jamás nos
humillará. La verdad nos muestra el engaño y nos devuelve la
dignidad perdida.
Es cierto que la verdad es mucho menos divertida que la
ficción y que la mentira es mucho más rentable y cómoda, pero aún
así yo me atreví a traspasar mis múltiples muros.
Y no lo hice
rompiéndolos y saliendo, sino observándolos, despidiéndome de
ellos, que me acompañaron durante toda la vida, pues ya era hora de
dejarlos caer por su propio peso.
Así fue como la libertad me encontró a mí, y no yo a ella.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
De la repercusión que tiene la manifestación de la verdad y la
consecuente liberación, es complicado hablar, porque afecta a todas
las áreas de la vida y su alcance no tiene límites.
Lo único que puedo decir ahora es que, antes de entrar a
prisión, todo se estaba preparando en mi vida para que me sucediera
esto; me estaba mostrando el camino de salida. Pero yo no quería
respuestas ni soluciones, yo quería una salida definitiva.
Era lo que anhelaba desde mi corazón y la Vida me oyó.
La Vida es como un Ser, un ente que nos escucha a todos. Los
que nos rendimos a su inquebrantable poder, aceptándola, estamos
apoyados por sus designios.
Si crees en Dios, te sugiero que por un momento nada más le
llames “Vida”. Si no crees o crees en otra cosa, te hago la misma
sugerencia. Di lo que quieras, pero dirígete a la Vida, a tu vida, y
sitúala dentro de ti, hazte uno con ella.
Es un diálogo íntimo e
interno.
Yo sólo puedo dirigirme a la mía y a ninguna otra.
A mi vida yo le digo textualmente lo que escribió Amado
Nervo en su poema: ‚Vida, nada me debes; Vida, estamos en paz‛.
Desde la reconciliación con la Vida o con el “destino”, surge
una gratitud infinita, como este infinito y misterioso “0” en el que
estoy metido. Porque mi vida es y ha sido el transbordador hacia el
más allá.
Y lo más desafiante para mí ha sido quedarme aquí, sin huir
de mi vida, sin tener que ir a la India ni a ningún otro lugar.
No necesité hacerme yogui, ni meterme en una cueva a
meditar, ni evadirme de lo que me toca experimentar, ni de mis
responsabilidades.
255
La vida me metió en una cárcel y yo aproveché de meterme en
mi propia cárcel interior, para liberarme a mí mismo de mí mismo.
Ya nunca más podré olvidar la verdad que he recordado: de
dónde vengo, a dónde voy y lo que soy.
257
La realización del ser humano ilimitado
Declaraciones de un atrevido. La bendita esclavitud del amor.
L
a situación en la que me encuentro es óptima para narrar
lo que es “atreverse”.
Estoy dentro de una prisión y puedo compartir con ustedes
muchas palabras que dejaron de ser tales, para convertirse en
realidad.
Al escribir, estoy permitiendo que esos significados que hay
en mí se muevan y se desprendan. Por ejemplo, lo que significa ser un
atrevido con la existencia, con la vida y con todo lo que me rodea y, de
paso, hacer algunas declaraciones atrevidas que puedan despertar la
sed de coraje.
El último artículo que escribí, unos meses antes de entrar en
prisión fue: “Declaraciones de un Soberbio”.
Durante los meses que llevo en la cárcel medité sobre su
contenido y fui confirmando cada una de las palabras que expresé en
aquel momento, cuando contemplaba el florecimiento de la primavera
del 2008 en el parque del Retiro de Madrid.
Al leerlo ahora, desde la prisión en donde estoy, me parece un
atrevimiento haber escrito eso, pero me siento satisfecho.
Pensé que había sido un error haber sido tan sincero al
expresarme, y ahora me doy cuenta de que ese era sólo el comienzo
de un proceso de apertura a la autenticidad.
Estaba dejando atrás la prostitución, entendida como el hecho
de no ser sincero, de modificarme, de no ser yo mismo.
La prostitución se practica de muchas formas, y es la
corrupción de hacer lo que no se siente desde el Ser y desde el
corazón. Es una auto-humillación por creer que no valemos o que no
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
somos importantes,
que no servimos para nada. Al prostituirnos
somos desleales con nosotros mismos.
Sin embargo, la lealtad es preciosa.
No hay nada ni nadie que pueda apartarte de aquello que
sientes.
Sigues a tu corazón pésele a quien le pese.
Cuidas tu
integridad y tu dignidad como un tesoro de incalculable valor.
Ser leal es valorar el Ser, es respetar la dignidad por encima de
todo.
Escribir o decir aquello que sentí, es un acto atrevido que
proviene de la dignidad y de la lealtad.
Esta primavera de 2009 no la pude contemplar con mis ojos
porque estoy dentro de una cárcel y aquí no hay plantas ni flores.
Pero puedo sentirla en mi corazón y vibrar con su energía expansiva,
la que me impulsa una vez más a escribir, inspirado en la naturaleza.
Pero ahora no desde la soberbia, aunque sigue estando intacta
en mí, sino desde el atrevimiento, que es lo mismo, pero manifestado
de otra forma.
La soberbia surge del orgullo por la aceptación y el amor
propio que me permiten mostrarme tal cual soy. El atrevimiento surge
del coraje y del valor para ir por la vida en silencio y soledad, y me
permite dar todos los saltos que quiera, sin pensar y sin miedo.
En un mundo de cobardes
se necesita un poco de atrevimiento
Tratemos de comprender los significados que están asociados
al atrevimiento.
Lo primero es ubicar a los atrevidos dentro de los diferentes
grupos que componemos los humanos.
259
Así como hay dos grupos de seres humanos, los que se
aceptan y los que se rechazan, dentro de los que se aceptan hay otros
dos grupos: los que no se animan a mostrarse y los que tienen el coraje
de manifestarse en todo su esplendor con hechos concretos.
La acción desde el coraje demuestra el atrevimiento y no
supone ausencia de miedo, sino hacer lo que siento a pesar de él.
¿Pero qué es ser atrevido?
Atrevido es quien dice lo que piensa, hace lo que siente, no
duda cuando decide algo, sabe lo que es capaz de hacer, conoce sus
propios recursos para atravesar algo.
¿Qué sucede cuando te atreves a algo? Lo haces, das el salto,
nadie te puede detener y se manifiesta la autodeterminación.
La noche que la policía vino a mi casa para llevarme con ellos,
le dije a mi compañera Paula, ‚tranquila, estoy preparado para esto y para
mucho m{s‛. Era la declaración de un soberbio que se muestra seguro
de sí mismo, poderoso y confiado. Pero lo que me tocaría atravesar en
prisión no era cuestión de soberbia sino de atrevimiento. No era una
cuestión de cómo mostrarme en ese momento, sino de qué hacer ante
eso.
No sabía cuánto tiempo estaría en prisión. Y aunque al final
saliera absuelto y se comprobara que era inocente, tendría que
atravesar un período de prisión preventiva, con todo lo que ello
supone.
Había llegado el momento de ser un atrevido y dar un salto
más desde mi coraje hacia lo desconocido, mezclando tranquilidad y
valentía, pero sin dejar mi sensibilidad de lado.
Porque un atrevido no se hace fuerte, sino que enfrenta la
tormenta desde su fragilidad. No teme ser destruido, pero confía en
ser fortalecido.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Un atrevido siempre está preparado para todo
La mejor preparación para la Vida que un ser humano pueda
tener, es la comprensión y la aceptación de que nunca podrá estar
preparado para lo que viene o le toca vivir. Porque nunca se sabe lo
que sucederá, cómo será, ni cuánto durará, y ese desconocimiento del
futuro es la clave para confiar en los recursos que tenemos.
La vida sabe muy bien dónde nos mete y la existencia siempre
se ocupa de todo.
De eso se trata mi preparación “no-preparación”, pues va en
contra de lo que nos enseñaron acerca de lo que es estar preparados.
Al ser humano lo preparan para enfrentar cosas conocidas y
previstas, pero luego lo que sucede realmente es desconocido e
imprevisto.
Renunciar a la preparación que nos han dado en esta
sociedad, es sencillamente reconectar con los valores esenciales del
niño que llevamos dentro.
Todo niño tiene un atrevimiento innato, puro y auténtico, que
luego podría desarrollar incluso más, si la educación le acompañara a
ser él mismo (cosa que no sucede).
Pero perdemos ese atrevimiento que la naturaleza nos regala,
por el miedo que nos infunden, y luego tendremos que “trabajarnos”
mucho para recuperarlo, si es que queremos vivir la vida con el coraje
que merece.
Ser uno mismo es el atrevimiento básico, y amar es el máximo
atrevimiento.
Entre
ambos
hay
infinitas
posibilidades,
todas
liberadoras y enriquecedoras.
Los pequeños atrevimientos nos van abriendo camino hacia
otros mayores y más desafiantes. Y a veces no alcanzamos a ver que,
en los pequeños retos, estamos sembrando la semilla del atrevimiento.
En la cárcel, si tienes buena conducta, no tienes ningún parte
disciplinario y además demuestras aptitud para el trabajo, te asignan
261
un “destino”. Esto significa que te dan la oportunidad de cumplir una
función, realizar un trabajo dentro de la prisión.
A mí me dieron “mi destino”, dentro de la Radio Activa,
donde trabajan entre 30 y 40 personas.
Presenté un proyecto de microprograma de superación
personal y me lo aprobaron. Lo realicé en tiempo record. Para mí era
algo muy simple, que ya había hecho muchas veces, pero lo acepté
desde mi corazón y me entregué por completo a ello.
Cuando se lo presenté al director de la radio, se sorprendió
con muchas cosas relacionadas conmigo y con mi trabajo. Me invitó a
dar una entrevista de treinta minutos en la “Cadena Ser”, para hablar
acerca de mi actitud en la prisión, ya que según dijo: “En 27 años que
llevo en la prisión nunca he conocido a nadie que, estando preso, tenga esta
actitud positiva ante la vida.‛
“Ya tengo los programas grabados para que los escuche antes
de emitirlos, le dije, al llegar a la radio muy temprano por la mañana.
¿Habrá algún día en que no estés con la autoestima alta? Se te ve
tan entusiasta, tan activo y dispuesto a trabajar, me dijo César, el director.
‚No lo veo ni lo siento como un asunto de autoestima alta, ni
nada que tenga que ver con la autovaloración, sino más bien lo vivo
como una conexión profunda con la Vida y con todo lo que ella me
pone día a día, por más simple o pequeño que sea. Al ser consciente y
agradecido con la Vida, todo brilla por sí solo. Sólo con ser consciente
de lo que supone tener vida, no puedo evitar que fluya una energía de
entrega en todo lo que hago. Estar vivo es suficiente razón para sentir
plenitud.‛
Estuvo de acuerdo con mi planteamiento, y agregó: ‚Sí, pero el
problema est{ en la cabeza, se piensa demasiado‛.
La mente calculadora y lógica no da valor a las pequeñas
cosas. La cabeza no quiere perder tiempo en los detalles y es ahí
donde están las claves de las grandes cosas.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Lo que parece ser insignificante o sin sentido, es lo
importante; pero no lo vemos ni lo consideramos así.
Entonces
perdemos la oportunidad de la entrega.
La devoción es la mejor preparación
La base de esta “no-preparación” para el atrevimiento, es la
inocencia y la espontaneidad, el “amor” por la sorpresa, una devoción
por el destino.
El destino es eso que nos está esperando para cuando dejemos
de controlar nuestra propia vida.
La actitud de devoción ante lo que nos sucede, es la máxima
protección ante cualquier cosa que se nos venga.
Le podemos llamar, Vida, Destino, Dios, Creación, o
sencillamente “lo que nos va a suceder”. Y es algo tan grande y
desconocido que para poder asumirlo y atravesarlo se requiere una
actitud de infinita humildad; nos dejamos llevar y permitimos que nos
lleve a donde quiera.
Parece mentira que el atrevimiento requiera un fondo de
auténtica humildad, en donde se reconozca que nunca se sabe nada de
nada.
La humildad no es ocultar el talento ni esconder los logros,
sino reconocer que somos diminutos y pequeños y que no podemos
atribuirnos méritos separados del Todo.
Saber, es “saber que saber es no saber” y que “no saber es
saber”.
La
humildad
requiere
vulnerabilidad
y
esto
supone
exponerse.
Al evitar el riesgo y protegernos, perpetuamos la inseguridad.
Pero al mostrarnos indefensos ante una situación dada, la Existencia
toda nos da su protección.
263
La única seguridad está en la indefensión.
La vulnerabilidad es bondad pura y sin causa, por eso un acto
de bondad tiene más poder que mil actos malvados.
La bondad puede borrar para siempre cualquier maldad.
La humildad lo olvida todo, nunca se acuerda de lo que hizo,
no necesita revolcarse en los éxitos ni en las buenas acciones.
Para la humildad todo es nuevo a cada momento; no necesita
coleccionar actos bondadosos, los deja al costado del camino para
seguir sin cargas.
Una persona humilde se ve en que nunca querrá
vanagloriarse de sus buenas obras ni las utilizará para demostrar
cómo es. La gente humilde es la más desconocida.
Yo no soy humilde, pero reconozco la humildad como un
valor que me posee por el simple hecho de haberme entregado a la
Vida.
La devoción es entrega, es rendición y apertura ante la
grandiosidad de la Vida, es Amor por lo que nos toca vivir, sea lo que
fuere.
La humildad que me lleva a considerarme muy pequeño,
débil y frágil, pero me impulsa a confiar en el misterio desde la
energía que me posee y desde los valores que tengo.
El atrevido conoce sus propios recursos para atravesar algo.
La devoción nos mete adentro, aunque parece que nos sacara,
pues nos entregamos a algo o a alguien, pero lo que realmente ocurre
es que nos recogemos en nuestro interior, nos zambullimos para
atravesarlo, y con ello somos capaces de asumir todo lo que venga de
afuera.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Se atraviesa lo interno y no lo externo
Desde niños nos enseñan que la Vida es dura, difícil,
complicada y peligrosa y que hay que estar protegidos y asegurados.
También desde pequeños, nos enseñan que la Vida es una
lucha para conseguir todo tipo de cosas que deseamos; una guerra
que nunca acaba, porque los deseos nunca acaban.
Luego vamos confirmando que no sólo en la Vida hay que
luchar para tratar de satisfacer la insaciable necesidad del deseo, sino
que además la Vida misma nos va metiendo en situaciones muy
difíciles, para las que no estamos preparados, y que si no nos
fortalecemos, sucumbiremos.
Sin embargo, para cuando suceden esas cosas, ya no hay
tiempo de fortalecerse.
Es patética la formación que nos dan; por un lado nos
condicionan para tratar de lograr victorias y conseguir lo que
queremos, pero por otro no nos entrenan para hacer frente al fracaso o
a lo inesperado.
El factor sorpresa no es considerado en ninguna formación,
por eso ha muerto la creatividad aplicada a soluciones y salidas.
En el mejor de los casos nos enseñan a ser tenaces luchadores,
incansables guerreros, corajudos combatientes. Porque la Vida, según
dicen, es una guerra; estamos en un mundo hostil que requiere
agresividad.
Pero no nos preparan para enfrentarnos a situaciones que nos
superarán, y estas situaciones serán mucho más comunes de lo que
imaginamos.
En esos momentos de ruptura y dolor, sólo la rendición, la
entrega y la devoción pueden ayudarnos. Pero de eso nadie nos ha
hablado siquiera.
Y así, cuando nos llega la dura realidad de la
derrota, del fracaso o de la frustración, nos aturdimos a tal punto que
265
perdemos las referencias que conocíamos, y nos domina la confusión
y la desorientación.
No sabemos qué hacer; de pronto somos unos ignorantes en
cuanto a nuestra propia vida.
Es lo que se siente en medio de una tormenta, lo que se
produce cuando hay caos, lo que percibimos cuando estamos en una
crisis. La maravillosa sensación de la pérdida de control, que surge
ante la prueba cuya fuerza nos quebranta.
Y vemos la tormenta fuera de nosotros, pero es una
apariencia, pues todo se atraviesa hacia adentro. Cada cosa que
creemos que hay que atravesar en la Vida, primero la tenemos que
atravesar dentro de nosotros mismos. Son capas internas, no externas.
Cada raíz que se sumerge y profundiza en el interior de la
tierra, da lugar al crecimiento de una rama en las alturas del cielo.
La idea de que lo que la Vida nos manda está fuera de
nosotros, nos sirve para dejar de hacernos cargo de ello, para
evadirnos de la responsabilidad. Pensar que no hemos sido nosotros
los que la creamos, nos permite evitar cargar con más culpa de la que
ya tenemos.
Así nos resguardarnos en la idea de que eso no es nuestro,
que no nos corresponde, y es ése el gran error que cometemos
involuntariamente: el rechazo a lo que nos ha llegado.
Entonces aparece la idea de huir de ello, de evadirnos de la
realidad, de no asumirla como propia, rechazarla, atacarla, enjuiciarla
y tratarla de “injusta”.
Muy pocos son los que se atreven a atravesarla y, los que se
animan a hacerlo, creen que tienen que confrontarse y luchar contra
ella, como una guerra exterior en la cual luchar y no como un desafío
interior.
Sólo se necesita aceptar y confiar.
Al abrazar la tormenta, una tormenta interna te limpiará de
tonterías. Al acoger el desastre, usarás su fuerza para transformarte.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Al absorber el golpe, permitirás que este mueva todo lo que está flojo
dentro de ti.
Atravesar algo desconocido requiere una profunda conexión
con las capas más fuertes y resistentes de lo propio profundo, y por
otro lado requiere la conexión con lo suave y tierno del ser interior.
Desde allí fluye la sensibilidad que permite percibir con delicadeza
cada cosa que va ocurriendo y así poder obtener un enriquecimiento
de la experiencia.
Es vital ser vulnerable y receptivo para que algo nos atraviese.
Un doble juego de conexión aparentemente contradictorio,
pues ambas conexiones son hacia adentro, hay que atravesar
profundas capas internas. Como si al mismo tiempo nos tuviéramos
que conectar con lo más fuerte y lo más débil, lo más duro y lo más
frágil en lo profundo del Ser.
De todo lo que yo no pueda ocuparme, que se ocupe la
existencia.
Lanzarse al vacío de lo desconocido que hay afuera, sin tener
conocimiento de lo que hay adentro, es dar un salto hacia la
autodestrucción. El que se atreve a hacerlo, sin tener una conexión con
sus raíces y con sus propios recursos, es un suicida, está buscando
destruirse a sí mismo.
Pero el que se atreve y salta siendo consciente de quién es y de
lo que puede hacer, es un intrépido. Está entregado a sí mismo y a la
Vida, confía en sí mimo y en la Vida.
Es por eso que las posibilidades de perderlo todo, e incluso de
morir, no le detienen. Aunque el reto puede ser muy peligroso, el
riesgo no le bloquea, sino que le desafía a sacar su lado más poderoso.
Por eso, Intrépido “es quién tiene valor y no teme a los
peligros, no piensa ni reflexiona acerca de lo que va a hacer”.
267
El miedo no debe ser atravesado ni vencido
Un ser humano que se atreve, actúa sin pensar en las
consecuencias, sigue a su corazón, confía en sí mismo.
Es cierto que tiene miedo, pero el miedo no le detiene, va en
contra del pensamiento cartesiano que ha invadido todo el mundo y
que dice: ‚Primero pienso y luego actúo‛. El atrevido primero siente,
luego actúa, e incluso primero actúa y luego verá qué siente.
Si le queda tiempo, es posible que piense en lo que hizo, pero
sólo después de haberlo hecho, y no sentirá culpa por ello.
Nada puede detener su acción. Respeta su instinto natural y
no las órdenes del pensamiento lógico y racional.
El atrevido es hasta cierto punto un ser irracional, porque se
lanza aunque todas las pruebas le demuestren que no debe hacerlo.
No atraviesa el miedo sino que lo supera llevándolo consigo,
y no permitiéndole que le detenga. Sigue adelante sin parar.
El atrevido no necesita atravesar sus miedos, sino atravesarlo
todo con sus miedos a cuestas.
Sabe que la existencia misma se
ocupará de sus miedos.
Cuando el viaje es hacia adentro hay que llevarlo todo sin
temor, no hay que dejar nada afuera.
El viaje hacia el Ser no se emprende libre de cargas, sino con
todas ellas, porque justamente es un proceso para despojarnos de todo
lo que no nos corresponde, un viaje liberador de cargas absurdas.
Una experiencia que he descubierto y que produce un efecto
mágico, y es que mis miedos, así como vienen, se van. Pero yo no
hago nada para que se vayan, la existencia se ocupa, y esto responde a
una ley natural.
Así como hay una ley de la gravedad entre tantas otras leyes
físicas, hay leyes espirituales que rigen el mundo interior, y una de
ellas es que toda vez que se experimenta algo desde lo más profundo,
desde el Ser, todo lo demás desaparece.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Pero para ello hay que ir adentro. Hay que arrojarse, hay que
meterse.
Y no significa que vayas sin miedo, pero el miedo no te podrá
acompañar por mucho tiempo, porque la naturaleza del miedo no le
permite ir hacia adentro.
¿Por qué no?
Ahí está la clave. Porque el miedo no puede existir solo, y al
llegar al centro se está solo.
Sólo se puede entrar al Ser en soledad, o sea que el miedo se
tendrá que quedar fuera.
El miedo necesita compañía, amigos, otras personas con las
que poder expandirse, sin energía exterior el miedo muere.
El miedo se mueve hacia afuera, esa es su dirección, se mueve
hacia los otros, hacia las cosas, hacia el entorno, hacia el dinero, hacia
el poder, hacia las relaciones; se mueve en todas las direcciones
excepto hacia adentro.
Se busca afuera pero se encuentra adentro
Un escritor, de apellido Bennet, se acercó a Gurdjieff
buscando su autorrealización. La estaba buscando afuera, como todo
discípulo que busca un maestro.
Entonces Gurdjieff le dio una pala, lo llevó al jardín de su casa
y le dijo: ‚Cava una zanja de 6 metros de largo, por 1,20 de ancho y 60
centímetros de profundidad, pero no puedes dejar de cavar hasta que
acabes tu tarea, ni detenerte para beber agua o descansar”.
Bennett se puso manos a la obra, mientras pensaba ‚cuanto
antes acabe, antes seré libre‛.
Unas cuantas horas más tarde acabó la zanja. Estaba exhausto
y pensó que ya podría beber agua y descansar, pero Gurdjieff le dijo
269
‚muy bien, has acabado la primera parte, ahora cubre la zanja, deja
todo como estaba, y entonces estarás libre‛.
El hombre no podía entender, estaba confundido, no le veía
ningún sentido a lo que estaba haciendo. ‚Dios mío, qué estupidez, ¿para
qué tanta tortura?‛, pensó.
Por alguna razón que Bennett desconocía en ese momento
tenía que hacerlo y así lo hizo, aunque la mente lógica no lo
comprendiera, pues todo discípulo obedece a su maestro.
Y acabó el trabajo al terminar el día.
Al irse a la cama esa noche, se dio cuenta de algo que cambió
su vida para siempre, pues no pudo dormir, debido al exceso de
energía.
Reflexionó sobre esa fuerza que estaba sintiendo y se dijo: ‚he
estado trabajando todo el día como un sepulturero y no me siento cansado,
¿de dónde viene toda esta energía? Durante el día hubo un momento en el
que no podía más, parecía que iba a desfallecer y de pronto surgió algo en mí,
una fuerza superior, y me sentí como si acabara de comenzar el trabajo, como
si me hubieran recargado las baterías. ¿En qué lugar de mí estaba toda esa
energía que, siendo escritor, nunca había detectado y mucho menos había
usado?‛
Al día siguiente le preguntó a Gurdjieff acerca de lo ocurrido
y él contestó: ‚quería que comprendieras que en ti hay diferentes
capas de energía.
La primera capa es la que utilizas en tu trabajo diario, pero si
traspasas esa capa penetras en otra más profunda y poderosa. Para
que esa energía fluya hay que provocarla con la tenacidad suficiente,
desafiándola para que entre en funcionamiento.
Si tu casa ardiera en llamas, aunque estuvieras cansado, pasarías toda
la noche apagando el fuego, sin sentir cansancio. Esa es la capa de
emergencia.
La tercera capa es la cósmica, y cuando la tocas comprendes que la
energía es inagotable, entonces puedes hacer cosas increíbles‛.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Quien ya conoce su propio fondo energético o su poder
interior, no teme a los desafíos o retos porque ya sabe que tiene
muchos más recursos de lo que parecía o de lo que creía tener.
Se atreve en base al auto-conocimiento y la auto-comprensión.
Ha ido experimentando la extralimitación, ha cruzado la frontera
autoimpuesta de sus propias capacidades, ha trasgredido sus propios
límites, y por eso confía en sí mismo.
Y de pronto le ponen en una situación que le revelará el
secreto de sus propios recursos. Allí renace el atrevimiento, donde se
rompen las capas internas que almacenan la energía.
En esos momentos de agobio, impotencia y dolor, van
surgiendo la sagacidad, la susceptibilidad, la destreza, la sutileza, la
habilidad, la fortaleza, la inteligencia, la claridad, la sensibilidad y la
capacidad de resistir. Son capas y capas cada vez más profundas que
están debajo de todo acto de quien se atreve, y también las puedes
llamar: amor a la Vida, conexión con lo Divino, gratitud, o ansias de
libertad.
Sólo hay que descubrirlas en una situación en la que
tengamos que llegar al límite de nuestros recursos y ahí seremos
testigos de cómo fluye un poder inusual.
Ese poder se manifiesta como entusiasmo, autovaloración,
vitalidad, motivación y ganas de vivir. Es el poder del dominio
propio, sustentado en un poder sobrenatural.
En realidad nunca hay ningún límite, ni fuera ni dentro, pero
es lo que vemos con los ojos físicos. Entonces creemos que hay lindes,
muros que se interponen entre nosotros y el infinito. Pero todo es una
ilusión. Nada es como parece ser. Así como nada es bueno ni malo,
pues todo es relativo.
Una bendición se convierte en una maldición y una maldición
puede esconder una bendición ¿Quién sabe?
Nada es cierto para
siempre, ni en todo lugar ni en todas las situaciones.
271
El momento es lo que determina cómo es cada cosa, pues
todo se va descubriendo de infinitas maneras cambiantes.
Este es el misterio y la verdad de la que es imposible hablar,
porque nunca se sabe.
Ante esta realidad existencial, sólo podemos ser atrevidos
para indagar con intrepidez lo desconocido y convertirlo en
experiencias personales, que nos eleven y nos enriquezcan.
Sabremos de las cosas atravesándolas, pero esto supone
permitir ser también atravesados por ellas, ser uno con ellas,
entregándonos a ellas y dejando que ellas nos posean, a tal punto que
desaparezcamos y sólo exista aquello que nos posee.
Fundiéndonos con cada experiencia, permitiremos que la
energía se transforme y se eleve.
La identificación con el conocimiento es la cárcel
La experiencia de lo Supremo es un misterio que nunca podrá
ser alcanzado a través del conocimiento o la razón, ni gracias a
ninguna acción concreta. Y es por eso que la vida es asombrosa.
Dado que no se puede conocer lo Supremo ni se puede hacer
nada para acceder al misterio, surge la poesía, este sentimiento
artístico que siento ahora mismo al escribir todo esto.
Se despierta el amante que hay en mí que quiere cantar,
celebrar, pintar, crear o hacer el amor a la persona amada.
Y al escribir estoy haciendo el amor con la Vida, conmigo, con
las palabras y con la mujer que amo, pues ella es en gran medida la
que me inspira.
Un ser humano se vuelve devoto honrando la Vida, dejándose
asombrar, entregándose a lo impredecible, fluyendo en la creatividad,
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
para poder conectar con la esencia creadora fundiéndose con cada
experiencia desde su corazón.
Esta devoción hace vibrar lo más íntimo de mí y me pone en
sintonía con todo.
Para enamorarse de la vida, primero hay que enamorarse de
su misterio. Uno se enamora profundamente del misterio que rodea a
las cosas y a las personas.
Yo me enamoré de Paula hace más de dos años, pero
reconozco que en el fondo estoy cada día más enamorado del misterio
que rodea a esa mujer. Me atrapa, me cautiva, convoca lo mejor de mí,
no deja de asombrarme, y ese misterio que me rodea, rodea también la
vida de ambos y la de todos.
Le preguntaron a Philippe Gaulier, actor, dramaturgo y
pedagogo: ¿Dónde se esconde la magia de una persona? y su respuesta fue
‚En cosas que flotan alrededor de la persona; en el espíritu‛.
De niños nos atrevemos a lanzarnos a la aventura de caminar
sin dominar la fuerza de la gravedad, sin tener experiencia en la
destreza del equilibrio, y con ello registramos una impronta de valor y
confianza en nosotros mismos. Porque de niños estamos inmersos en
la magia del espíritu.
Y así sucede muchas veces en el proceso de crecimiento, con
lo cual albergamos memorias físicas e inconscientes de que podemos
hacerlo, a pesar del miedo a lo desconocido.
Pero a nivel psicológico nos han metido todo tipo de miedos,
nos han creado un rechazo a lo que es inseguro, nos han enseñado a
evitar el peligro y el riesgo.
Estas pautas limitadoras nos han metido en una cárcel, en la
prisión de nuestros miedos. Por eso el maestro Gurdjieff afirmaba
que ‚estamos en una prisión‛ y que ‚somos la prisión‛.
La prisión de la que hay que salir no es externa sino interna.
Somos esclavos de la ignorancia con respecto a nosotros mismos.
273
Dejar de ser una prisión significa entrar en uno mismo y
contactar con lo que hay adentro. Así es como nos convertimos en un
cielo abierto y sin límites en donde hay pura libertad.
Parece una contradicción, pero mientras sigamos fuera
estaremos encarcelados y hasta que no entremos no seremos
liberados.
La libertad es la liberación del poder y del amor. El poder es
amor puro, el amor es puro poder. Pero un poder que no domina ni
esclaviza, sino que libera a quien se deja poseer por él.
La grandeza de lo pequeño, el poder de la sensibilidad
Cuando era niño mi padre me contaba casi todas las noches el
cuento de David y Goliat. Una historia preciosa de cómo lo pequeño
puede vencer a lo grande.
Esa es la historia humana, donde todo es relativo y nunca se
sabe quién será el vencedor.
El más grande, el más fuerte y el más experimentado puede
caer derrotado ante el poder del atrevimiento y el coraje de un ser
intrépido que es consciente de sí mismo.
Aparentemente, el pequeño David tenía todo que perder ante
la grandeza, la fuerza y la experiencia del Guerrero Goliat.
Cuando se rinde devoción a la Vida, uno “se rinde” ante ella,
se declara incompetente ante tanta grandeza. Y esta es la declaración
más atrevida que surge desde un corazón que está entregado: ‚yo no
puedo con esto, pero como me conozco, conozco la existencia y entonces puedo
afirmar que todo lo puedo‛.
Es un paralelismo. Mi lado humano se siente vencido pero mi
lado divino me hace sentir vencedor.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Y eso le ocurrió a David, por lo que no temió enfrentarse al
gigante Goliat.
De ahí surge la energía para superarlo todo. Es la capa de
energía cósmica que se siente desafiada, y fluye el poder de toda la
existencia. Y esa sutil frontera interior se atraviesa con confianza.
Las circunstancias me superan, pero yo me siento aventajado
por saber que todo es posible; nunca se sabe lo que pueda ocurrir. El
misterio me posee, me entrego a él, y así es como se manifiesta en la
vida de quien confía.
La confianza siempre nos lleva a atravesar el límite de lo
conocido. Una frontera en la que la lógica mental se queda fuera.
La confianza nos libera; confiar es como morir.
La frontera de lo desconocido sólo se puede atravesar con
confianza, pero esa frontera no es física ni material, sino virtual o
energética, está en lo profundo de cada ser, y quién la cruza se
engrandece. Pero quien no la cruza se queda en la pequeñez de la
desconfianza.
Todo es inmensamente grande o insignificantemente pequeño,
dependiendo de dónde uno esté.
Parece una locura declarar que soy libre mientras estoy en una
prisión, pero es así.
No son libres los que están sueltos; ni es libre quien no está
en una cárcel, porque la libertad no es ausencia de muros o de rejas,
la libertad es algo interno y tiene que ver con el amor.
El amor es libertad, y también amar es como morir.
Confiar y amar es morir para renacer a una nueva vida.
Venimos a la vida a través del “amor a la confianza”, y al
partir con la muerte lo hacemos con la “confianza al amor”.
275
Amar la confianza y confiar en el amor, un proceso que se
repite una y otra vez durante el transcurso del camino.
Estando en el amor no se necesita confiar pero, al salir del
estado de amor, es preciso confiar para poder retornar a él, pues en
esta dimensión material y humana nos desconectamos del amor
eterno del cual venimos y necesitamos confiar para volver a él.
El miedo y la culpa han sido los grandes aliados para que no
retornáramos a la esencia.
Nos presionaron a base de prohibiciones y amenazas para
dejarnos anclados.
Pero así como la confianza vence a la culpa, el amor vence al
miedo y ambos nos devuelven al estado original, aunque hayamos
tenido toda una vida en el desamor y en la desconfianza.
El miedo y la culpa nos esclavizaron, pero por más fuerte y
pesada que sea el ancla a la que nos sujetaron, la confianza y el amor
nos pueden liberar.
La culpa nos retuvo dentro por el sentimiento de indignidad,
haciéndonos creer no merecedores.
El miedo no nos dejó salir, por el riesgo y el peligro que nos
hizo creer que hay en lo desconocido y en lo impredecible.
Pero ahora la confianza nos puede impulsar a salir, aún sin
saber cómo hacerlo y el Amor nos acogerá en sus brazos, sin juicio ni
rechazo nos dará la entrada y la bienvenida a la existencia.
La confianza y el amor son las dos caras de la abundancia, de
la protección, del deleite y del misterio.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Me atreví a morir para fugarme para siempre
Al ingresar a los campos de concentración nazi, los militares
decían a los presos: ‚hay una sola manera de salir de aquí, y es a través de
la chimenea de los crematorios‛.
Cuando yo entré a la cárcel recordé esto y me propuse a mí
mismo fugarme de esa misma manera de la prisión, a través de un
auto-crematorio virtual.
Encontré la manera de salir sin morir, sin suicidarme, sin
evadirme y sin correr ningún riesgo absurdo.
Tenía que desaparecer, volatilizarme, deshacerme de mí.
Y lo hice desde mi conciencia, poniéndome por encima de
todo lo que me rodeaba, saliendo de la zona de influencia de esta
dimensión material, finita y agobiante que oprime al alma.
Dejé de identificarme con todo lo que mi mente definía como
real en base a lo que percibía del entorno.
Es una desconexión total con todas las cosas, es llegar a verse
como un extraño dentro de ese entorno que se percibe como lo real.
Es como perderlo todo o como salirse del cuerpo.
Una verdadera locura.
Creía que enloquecería, pero sucedió todo lo contrario: la
conciencia me regaló un verdadero ataque de cordura.
La conciencia es la volatilización de la materia, es una
bocanada de fuego, como un lanzallamas. Y cuando se enfoca la
conciencia hacia lo que nos produce sufrimiento, esta lo quema y se
volatiliza.
En ese sentido la conciencia es una fuerza destructora que da
origen a la creatividad.
Los restos que quedan después de que la conciencia lo ha
volatilizado todo, se elevan a través de las chimeneas de la vida como
energía transformada, directamente conectada con la Eternidad.
277
La energía asciende a las alturas del infinito y todas las
represiones sufridas en el plano material terminan transformándose
en energía libre, sin dejar rastros traumáticos en el camino.
La energía es deleite eterno.
Regresar a través de la conciencia a un estado trascendente,
más allá de lo que se ve o se percibe, es como morir a lo que parece ser
real. Esa es la “auto-cremación”. Por supuesto que hay que estar en
armonía con la muerte para poder entregarse a este suicidio
consciente.
El artista Mark Rothko dijo: ‚El arte tr{gico y rom{ntico se basa
en la aceptación de la muerte‛.
Para mí la auto-liberación es un arte trágico y a la vez
romántico. Liberarse es el acto artístico más creativo que existe, y está
relacionado con la muerte porque se trata de poner fin a algo para que
nazca algo nuevo, es un renacimiento.
Es necesario que muera lo que no es para que nazca lo que
es.
Parece extraño que la libertad esté tan íntimamente vinculada
con la muerte, pero lo está, tanto como con la vida, pues son dos caras
de la misma moneda. Si se niega o rechaza una también se lo hace con
la otra.
La vida y la muerte van juntas en el proceso de la libertad.
Así como la libertad y la esclavitud son las dos caras de la
conciencia, la vida y la muerte son las dos caras de la libertad.
La conciencia es libertad pura y la libertad es pura conciencia,
pero hay que pasar por la esclavitud de la vida y la muerte para que
retornen a su origen donde son una sola cosa.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Mientras atravesamos este camino, podemos tener un flash de
la eternidad, que nos pondrá al margen de la locura de este mundo
deshumanizado.
Si estamos dentro de un cuerpo físico y material, finito y
limitado, es obvio que nos sintamos dentro de una prisión y que no
podamos ser libres en un universo infinito e ilimitado, pues en la
prisión del cuerpo sólo podemos ir a donde él pueda llegar.
Pero accediendo al espíritu eterno que habita en nosotros se
accede a la libertad. Y cuando se toma conciencia de esa esencia libre
que habita en cada ser, desaparece completamente el miedo a la
muerte y se puede llegar a entregar la vida por la libertad.
Si la vida misma se ha convertido en una prisión, habrá que
morir a esta vida para renacer a otra que merezca la pena ser vivida
dichosamente.
Un día un funcionario del módulo seis de la prisión de
Valdemoro me llamó y me dijo algo que me sorprendió.
Estaba sentado en su silla, detrás de las rejas, y yo de pie
mirándole fijamente.
Me miró, luego cogió fuerzas y se animó a
expresar algo que al parecer venía observando y necesitaba decirlo:
‚Varela, quiero decirle que usted aquí, dentro de la prisión, es mucho más
libre que yo estando fuera”
Ser libre dentro de una cárcel a través del amor
Puede que sea otra pedantería, declararme libre estando en
prisión, incluso mucho más libre que la mayoría de la gente que está
afuera, pero aquí hago cosas que siento hacer desde mi corazón.
Todo lo que puedo hacer, dentro de estos muros, lo hago. Leo,
escribo, dibujo, pinto, hago artesanías, toco guitarra en un grupo
279
musical conformado por presos, trabajo en la radio aportando textos
para los programas, he creado un juego para mis hijos, he escrito dos
libros y, hago también lo que nada ni nadie me ha impedido hacer:
amar.
Amar todo lo que hago, amar lo que soy, amarme tal cual soy
y amar a las personas.
Me doy el lujo de amar tanto a mi compañera como a mis
compañeros de prisión, de amar tanto a mis hijos como a la jueza o al
fiscal que no me dejan salir de aquí, sin que tengan ninguna prueba en
mi contra.
Soy libre, sobre todo, por el amor. Nada ni nadie me impide
amar, eso es absoluta libertad, y amar es el acto más atrevido que
existe.
Rabiya, una mujer sufí que se iluminó, una de las más
maravillosas que ha dado la Humanidad, había leído muchas veces el
Corán, su libro predilecto, pero la clave no estaba en el contenido de
ese libro, sino en su actitud hacia él.
Un día su amigo Hasan vio su Corán todo tachado y con
textos agregados, y escandalizado dijo: ¿Quién te ha arruinado así tu
Corán, que es un libro sagrado? a lo que ella respondió: “yo misma lo he
hecho. Si los textos no se convierten en realidad, de nada sirven. Y para que
se volvieran realidad tenía que destruirlos, pues son una puerta sellada que
hay que derribar para poder entrar al misterio.
Rabiya era una mujer excéntrica y de una visión tan elevada
como ninguna.
Su amigo abrió el Corán en algún lugar y se encontró con un
texto tachado por Rabiya que decía: “Si te encuentras con el diablo,
ódiale”.
‚¿Por qué has tachado este texto?‛ le preguntó.
Y Rabiya dijo: “porque ya no me sirve. Tuve que destruirlo. He
entrado a mi ser y allí sólo hay amor. Tal vez algún día me encontraré con el
diablo, pero no podré odiarle, pues ya no hay odio en mí, sólo hay amor.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Cuando se cae en el amor se cae en la más bendita esclavitud.
Y así es como se libera y se eleva la compasión.
Cuando Paula, mi compañera de viaje en esta vida, viene a
visitarme, sólo tenemos 90 minutos de intimidad, que aprovechamos
como si fuera toda una eternidad.
Y para ello tenemos que
conectarnos con la eternidad interior, contactándonos desde adentro.
Nos miramos, nos tocamos, nos encontramos desde el Ser de
cada uno, y aunque estamos dentro de una cárcel de la que no
podemos escapar, nuestras almas están en libertad a través del amor y
la devoción.
Eso es algo que está ahí, que es y se ha producido así y,
aunque no nos viéramos, nada ni nadie lo podría evitar.
Somos libres para amar. Y una vez que se conoce el verdadero
sabor de la libertad que te da el amor, se cae en otra bendita
esclavitud, la de “ser amor” en todo momento y situación.
Cuando el amante y el amado se funden en una sola cosa,
ocurre un milagro: el amor también se funde con ellos en una sola
cosa, pues no se quiere perder semejante encuentro.
Y ellos, que creían ser polos opuestos, se dan cuenta de que se
contenían el uno al otro.
Así es como ambos caen atrapados en el amor, y cuando se
llega allí, nunca más se puede salir.
El viaje al interior de uno mismo es maravilloso, porque
aunque haya que atravesar tantas capas de mentiras, al final sólo se
encuentra amor; no puede haber nada más.
El miedo, el odio, la ira, la culpa, el resentimiento y todas esas
cosas tan distintas a la felicidad, quedan fuera, porque ahí sólo hay
amor.
Encontrarse con la esencia es liberarse para siempre, porque la
esencia es libertad que libera amor.
281
Pero, para hacer ese majestuoso viaje, hemos tenido que pasar
por diversos tipos de esclavitudes.
La esclavitud ha sido un bendito destino en este paso por el
planeta Tierra y por esta Vida, pues es lo que nos ha permitido
anhelar la libertad.
El florecimiento es la esclavitud del soberbio. La dignidad es
la esclavitud del niño inocente. El amor es la esclavitud del atrevido.
Y la dicha es la esclavitud del ser travieso y juguetón que no se ha
creído nada de lo que ha visto, pero ha jugado con todo. Tenía que
hacerlo para trascender la ilusión.
Y en este juego tenemos que atrevernos a ser esclavos de la
belleza, de la bondad y de la sensibilidad; ser esclavos de la verdad, la
humildad y la alegría; ser esclavos del esplendor, el poder y la risa; ser
esclavos del inevitable destino de abrirnos, entregarnos y disfrutar.
Benditas esclavitudes que nos conducen a la libertad.
Me gusta la vida por muchos motivos, pero sobre todo por lo
que sucede cuando se confía; es un milagro.
Ser libre es encarnar la confianza hasta que se transforma en
amor. Porque confiar es acompañar el impulso expansivo que nos
lleva naturalmente hacia el rompimiento de los límites.
La confianza sabe que no hay un final, que siempre hay algo
más allá, que estamos confinados a atravesar fronteras.
¡Qué maravillosa paradoja! condenados a romper muros y a
cortar cadenas.
Y el amor sabe que no hay principio ni final, y que nada está
separado, porque todo es una misma cosa.
Por ello la confianza nos lleva hasta los confines, nos impulsa
a salir de los muros aparentes, a pesar del miedo o de la culpa. La
confianza tiene la capacidad de sacarnos de cualquier cárcel y el amor
nos sensibiliza y nos impulsa a la intimidad, a ir hacia adentro.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Por otra parte, la confianza nos centra en nuestro poder y nos
libera desde el interior, mientras que el amor nos conecta con todos y
todas las cosas, desde esa confianza interior.
He descrito la dupla “miedo-culpa” como fuente de gran
poder para dominar y controlar, para condicionar y bloquear, pero
¿qué pueden hacer el miedo y la culpa en comparación a la confianza
y el amor?
Confianza y amor, ¡vaya pareja! Una dupla a la que le gusta
jugar a sacarnos y a meternos, tantas veces como sea necesario, hasta
que nos demos cuenta de que no hay nada fuera ni dentro. Porque no
hay “fuera” ni “dentro”.
En esta existencia sencillamente no hay límites ni fronteras,
todo es una sola cosa. Llegar a concebir esto es la libertad.
Tendremos que salir y entrar de un vientre a otro, de una vida
a otra, de una dimensión a otra, de una cárcel a otra. Y, en el proceso,
comprender cómo y dónde está la manera de liberarnos, saliendo de
la rueda. Esa es la gran fuga.
De los más de cincuenta libros que leí en prisión, el más
grande es el “Libro de los Secretos”, y de ahí saqué unos cuantos
textos maravillosos.
Uno de ellos es este donde Osho, su autor, que también estuvo
en prisión, dice: “Si la persona que amas va a visitarte a la cárcel, en el
encuentro desaparece la cárcel.
Los muros siguen estando allí pero no te aprisionan, los olvidas
completamente porque os disolvéis el uno en el otro y os volvéis un sólo cielo
en el que podéis volar.
En el amor, la cárcel ha desaparecido, ya no existe. También puedes
estar fuera de la cárcel, a cielo abierto, sin muros ni rejas ni ninguna atadura,
pero sin amor, entonces estás en una cárcel y no tienes ningún cielo para
volar.‛
283
Me siento muy conmovido por todo lo que me está
ocurriendo, por ver desde mi alma que el hondo vacío que hay en mí,
es tan infinito como el abismo al que me arrojo cada día para volar en
libertad.
Tengo que caerme una y otra vez para elevarme. Esa es la ley
a la que estamos sometidos los seres humanos. Caer para elevarnos.
Elevarnos para caer. Salir para entrar y luego entrar para poder salir
definitivamente a la libertad.
El proceso es tremendo, pero acabaremos reconciliándonos
con el todo, comprendiendo el sentido de la Vida.
El espacio en donde sucede todo es el mismo.
La conciencia nunca puede estar ausente, porque la conciencia
es la presencia de un ser que sabe que no hay nada detrás, que todo
está vacío, que la existencia está hueca.
Pero viviendo en la esclavitud de la ilusión, atravesando la
ignorancia transitoria de la inconsciencia, metiéndonos en la efímera
pequeñez de nuestra existencia, podremos entrar al infinito de toda la
existencia.
Así es como retornamos al origen de lo que somos y de lo que
es; a nuestro poder interior.
Asumir ese poder que emana de uno mismo es la libertad.
Elegir por y para uno mismo sin ser dominado ni controlado
por nada ni nadie, es el poder de un individuo.
El que elige desde su libertad tiene tal poder que, incluso, un
día puede llegar a la mayor elección posible, “dejar de elegir”, y
entonces fluye.
La vida humana es una preciosa experiencia que esconde la
oportunidad de vislumbrar el todo, el infinito, lo ilimitado, y meterse
allí o, mejor dicho, retornar allí.
Es una búsqueda tan asombrosa, los paisajes son tan
sorprendentes, el viaje es tan apasionante, que sólo puedo decirte que
estoy profundamente emocionado, consternado ante tanta grandeza y
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
tanta abundancia, y por haber podido comprender desde mi corazón
que “lo he ganado todo”.
Es tan inmenso este sentimiento de libertad que me posee, que
no puedo seguir escribiendo ni una sola palabra.
285
EPÍLOGO
Palabras hechas realidad
Salir de la jaula del intelecto y liberar la conciencia
Confianza. Una palabra de la cual podemos hablar y hablar,
pero experimentarla, aunque sólo sea por un momento, tiene tal
significación para una vida humana que resulta inimaginable, hasta
que sucede.
Muchos salen de la c{rcel en libertad condicional “con
fianza”.
Con fianza; con aval, con garantía.
La confianza es el aval que da la vida a todo ser vivo, es la
garantía de satisfacción. Y a no ser que confiemos en la sabiduría de la
Vida, no podremos conocer su abundancia ni beneficiarnos de ella.
La naturaleza nos lo muestra; hay millones de colores,
infinitas formas, millones de especies vivas. Cada árbol da millones de
semillas, existen millones de galaxias con millones de estrellas, soles y
planetas.
Y así es todo; millones y millones, infinidad por todas partes.
Excepto en la pobre y miserable existencia humana, tal como la
conocemos y la vivimos.
Si tan solo se hiciera real por un momento la palabra
confianza en un ser humano, su vida cambiaría para siempre.
Porque cuando sucede un cambio real acompañado por la
conciencia, la Vida cambia en un instante y ese instante puede durar
toda la vida.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Un solo momento de confianza y comprensión produce tal
liberación de conciencia, que ese momento pasa a ser eterno.
Ahora comienza el arte de transformar todas estas palabras en
realidad, de vivirlas, para que ellas nos ayuden y nos animen a
liberarnos.
Siento que falta muy poco para salir en libertad. Y por eso es
que decidí escribir una carta de despedida de la cárcel de Valdemoro.
“Independientemente de que me dejen o no salir de la cárcel, en este
momento siento un profundo dolor por el error involuntario que han
cometido un grupo de seres humanos al haber malinterpretado mi actividad,
mi trabajo y mis intenciones. Me han acusado de ser líder de una secta,
traficante de drogas ilegales, de utilizar la medicina indígena (el Yajé) con
fines que pudieran dañar la salud de las personas.
Ese grupo de personas que participaron para que yo llegara a estar
casi un año en prisión, no me conocen ni han participado nunca en el trabajo
que realizo. Por eso afirmo que han cometido un error involuntario, y no
siento ningún rencor hacia ellos.
Las personas que hicieron las denuncias, los policías, el fiscal y el
Juez, no han hecho nada que pudiera dañarme a mí, simplemente me llevaron
a prisión, lo que para mí ha sido como entrar a un monasterio de meditación y
transformación. Y, aunque en algún momento de debilidad haya pensado que
era injusto, me di cuenta de que todo era perfecto así, pues entré en un estado
de armonía y paz con la Vida y con todo lo que ella me enviaba. Ahora siento
en mi corazón el inmenso anhelo de que todas esas personas comprendan lo
que hicieron, que se den cuenta de que los actos ignorantes crean sufrimiento,
pero sobre todo en quienes los ejecutan.
El prejuicio causa mucho sufrimiento.
En lo que a mí respecta, he podido transformar el sufrimiento en
enriquecimiento, y por eso declaro INOCENTES a todos los que han
participado en mi arresto e intento de enjuiciamiento.
287
No les perdono, porque no hace falta, todo lo que hicieron era lo que
tenían que hacer. No hay errores ni hay culpas. Tampoco hace falta el perdón.
Simplemente os felicito, habéis hecho bien vuestro trabajo.
No hay culpables, por eso es muy probable que la justicia vaya a
archivar la causa por la que me acusan. Pero antes la archivo yo mismo.
Para mí es una causa que nunca más se volverá a abrir porque la he
arrojado en el infinito abismo del amor, ha caído en el divino olvido de la
compasión.
Me gustaría mucho que todas las personas que han participado,
directa o indirectamente, en esta situación que me privó de libertad por casi
un año, supieran que los libero de toda culpa; por si la sintieran.
La culpabilidad, cuando es absorbida por la comprensión y el amor,
se transforma en confianza.
Ahora todos podemos seguir adelante con la vida que tenemos, pero
confiando mucho más que antes. Todo esto nos ha ayudado a todos. Y
aunque algunos no lo alcancen a ver ahora, más tarde o más temprano se
darán cuenta de que están avanzando en el camino del amor y de la
confianza, en franca dirección hacia la libertad total.
A veces imagino que me encuentro por alguna razón con personas
que me denunciaron, me investigaron o me juzgaron, veo que les puedo mirar
a los ojos y siento una profunda paz.
Nadie debe nada a nadie. Todo lo que ha sucedido es parte del juego
de la comprensión. El que juega la Vida con todos nosotros, para que nos
demos cuenta de que ella misma es un camino de reconciliación.
Una maravillosa oportunidad que nos regala la existencia para
encontrar la armonía en nuestro corazón.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Todas las religiones han tratado de ‚religar‛ al ser humano con Dios, pero es
muy difícil, porque todavía no comprendemos que no hay otro Dios que la
Vida misma.
Lo que la Vida da o quita es ‚divino‛. Llegar a asimilar todo lo que
recibimos como un préstamo de la Vida es el primer paso hacia la
reconciliación.
Todo está listo y servido en bandeja, la fiesta ha comenzado. ¡Nos
hemos reconciliado! Vamos a festejarlo.‛
289
Alberto José Varela salió de prisión el 15 de febrero de 2010.
Le
pidieron una fianza de 3000 Euros.
La fiscalía pidió una condena de 5 años de prisión, aunque carecía de
elementos esenciales para la tipificación del delito. Fue absuelto en
juicio oral en la audiencia provincial de Madrid en 2011.
Desde el día 11 de Marzo del 2010 comenzó a presentar este libro en
diferentes librerías y centros terapéuticos de España en donde está
compartiendo sus experiencias y un mensaje de aceptación
incondicional y gratitud ante la Vida.
‚Entre las aparentes rejas que me encarcelaban, crecieron brotes
de conciencia latentes dentro de mí; se elevaron tan alto que
llegaron hasta ese lugar donde deja de haber límites‛.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
A los pocos meses de salir de la cárcel, Alberto hizo un viaje por
América del sur, visitando chamanes en Colombia y contactando
nuevamente con la Ayahuasca. En Bolivia conctactó con Roger
Choque, un Yatiri en la Isla del Sol, que le inspiró a un retorno mucho
más expansivo y creativo en su trabajo con personas. Tardó casi 2 años
en volver al trabajo psicoterapéutico con ayahuasca.
Antes de entrar a la cárcel había reunido lo aprendido en las prácticas
chamánicas y orientales junto a su experiencia personal, para crear la
No-Terapia, un método que ahora vuelve a utilizar, pero con la
conciencia de que es insuficiente. En dicho método propone
desenmascarar la mentira personal y las creencias que tenemos acerca
de lo que somos, planteando la posibilidad de vivir sin máscaras.
Este trabajo lo desarrolla en un clima de humor, profundidad e
improvisación, cuestionando de manera sistemática y sorprendente, la
supuesta libertad en la que creemos vivir.
Utiliza la confusión como método, el caos como camino hacia la luz y
la confrontación como un disparador que activa la conciencia
individual.
Afirma, y además demuestra, que tomando conciencia de la ilusión y
la mentira, sucede el milagroso encuentro con la verdad.
Aunque es un abordaje muy efectivo y mucha gente lo requiere para
realizarlo, Alberto solo lo está practicando de manera privada en los
grupos que organiza en países de América y Europa donde realiza
Retiros de evolución interior con uso psicoterapéutico de Ayahuasca.
En el año 2011 funda Yatiri, un restaurante ecológico, uniendo en una
decoración intimista, el estilo chamánico y budista, donde se ofrece
comida sana en un ambiente saludable y acogedor.
291
Pero una serie de acontecimientos precipitan su retorno contundente
al contacto con personas que le buscan y quieren realizar procesos de
sanación y crecimiento personal.
Desde el año 2012 vuelve a realizar el trabajo de desarrollo humano en
el que integra medicinas chamánicas con diversos métodos
psicoterapéuticos y de autoconocimiento mediante el Programa de –
retiros de evolución interior, pero además lanza en Internet varias
páginas de Facebook a las que se suscriben más de 100.000 personas
en pocos meses, y a través de las cuales realiza una convocatoria
mundial en el 2013 comenzando una gira por Europa y América,
dando conferencias y haciendo talleres de evolución personal
relacionados con el chamanismo, la ayahuasca, la sanación
y la
expansión de la conciencia.
Estas son las nuevas creaciones de Alberto con las que está
expandiendo nuevos modelos de superación personal:
Sanación Trascendente es un sistema de sanación del alma de quienes
se dedican a otras personas. Una propuesta desafiante para sanadores,
terapeutas, facilitadores que reconocer la necesidad de actualizarse,
profundizar y estar a la altura de lo que requiere el mundo y los
buscadores de esta época.
Primera Escuela Ayahuasquera de Europa es un programa de
formación e iniciación para personas que sienten la llamada de
trabajar con la ayahuasca. Por ese motivo retorna a la selva
colombiana para montar un centro de tratamientos y experimentación
en el trabajo psicoterapéutico con ayahuasca, y para ello compra junto
a 5 amigos un hotel en Mocoa, dentro de la selva colombiana. Todos
los meses se organizan viajes al encuentro con chamanes y en la selva
para tomar ayahuasca. La Escuela ya tienes sedes en Alemania, Italia,
España y México.
“Desde la Cárcel, desde mi Libertad” Alberto José Varela
Juego de la Comprensión, creado en la cárcel para arrojar luz a las
cuestiones más complejas de la vida humana. Lo ha utilizado con
muchos presos, que en momentos difíciles le pedían ayuda. Y ahora lo
utiliza para todo tipo de persona que necesita orientación y claridad
en la toma de decisiones.
Es un macro tarot de 999 cartas hechas a mano una a una, con un
mensaje e indicación clara para mentes que no pueden comprender
determinados asuntos de la vida.
Maestría Interna es un taller en el que invita a los participantes a
dejar atrás las búsquedas externas y a los gurús o guías que están
fuera, para ir al encuentro del gran maestro interno que todo ser
humano tiene y que tanto le cuesta encontrar.
Estos talleres de superación y crecimiento van dirigidos a personas
abiertas al cambio y a la evolución, a familias que anhelan vivir en el
amor y la libertad, a niños que necesitan reír y aprender jugando y
divirtiéndose, y a todo tipo de seres humanos que están dispuestos a
disfrutar sencillamente siendo lo que son.
En estos encuentros se ofrece la posibilidad a personas que quieren
comenzar a trabajar con autoayuda y autoconocimiento, para que
entreguen a la Vida la riqueza con la que han nacido.
A raíz de que el crecimiento exponencial de seguidores en redes
sociales y en su blog personal, Alberto funda la comunidad Ayahuasca
Internacional que al momento de la edición de este libro cuenta con
más de 300.000 fans en más de 40 páginas en 10 idiomas.
La empresa legalmente constituida que dirige Alberto es INNER
MASTERY INTERNATIONAL S.L. la primer multinacional dedicada
al trabajo psicoterapéutico con ayahuasca, con sede en Alemania,
España, Italia y México.
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En este momento su organización internacional es una de las más
grandes y a la que acuden la mayor cantidad de gente, también es
uno de los hombres más controvertidos, atacado y difamado en el
mundo chamánico-ayahuasquerol, las razones pueden ser muchas,
pero lo cierto es que está revolucionando el trabajo que se venía
haciendo desde siempre, tanto dentro de la comunidad chamánicaayahuasquera como psicoterapéutica y espiritual.
Todos sus textos puedes encontrarlos en su blog personal.
Próximamente se publicarán los libros:

Crónica de un Vagabundo Espiritual

Al ABC de la Ayahuasca

Ayahuasca & Psicoterapia
Para contactar con Alberto José Varela:
www.albertojosevarela.com
(blog y página web)
[email protected]
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