7 EL CORREO DE BURGOS. SÁBADO 13 DE FEBRERO DE 2016 i BURGOS JAVIER FERNÁNDEZ AGUADO Presidente de MindValue. Este gurú del ‘management’ recala en la ciudad como ponente en la Escuela de Buen Gobierno de Cedered. Organizaciones de todo el mundo reclaman sus consejos sobre liderazgo. «Dirigir bien implica una ética aceptable, sin ella la técnica se torna perversa» L. BRIONES BURGOS Es una eminencia mundial en su campo: el management. Medio millar de organizaciones de 50 países han reclamado sus servicios de asesoría y sus conocimientos sobre liderazgo y técnicas de gestión, esos que, en parte, recoge en los 30 libros que ha publicado en solitario. Pese a su apretada agenda, Javier Fernández Aguado, presidente de MindValue, firma especializada en servicios profesionales para la alta dirección, y director de la Cátedra de Management de ‘la Caixa’ en el Instituto de Empresa, accede a responder a este cuestionario, a modo de preludio de su visita a la ciudad como ponente de la Escuela de Buen Gobierno de Castilla y León impulsada por Cedered con la Fundación Caja de Burgos. Pregunta.- Para empezar, hablemos de management. ¿Cómo definirlo para que lo entienda todo el mundo? Respuesta.- Es la ciencia que propone los mejores modos de gobierno de personas y organizaciones. Desde que dos personas se juntan, se establecen de forma explícita o implícita unos modos de dirección. Cuando más personas se suman a un proyecto, más compleja es la estructura, y más necesario definir cómo se tomarán las decisiones. P.- ¿Cuál es el estado de la cuestión en la actualidad en España? R.- Hasta hace pocas décadas muchos directivos se limitaban a dar por bueno que el único método era el ordeno y mando. Luego llegó una fase de papanatismo donde se reproducían las propuestas del ámbito anglosajón. En los últimos quince años lo que algunos han denominado la escuela española de management ha adquirido gran auge y prestigio en numerosos países. Muchos de esos autores estamos agrupados en torno al Top Ten Management Spain, un exclusivo club que acoge a la práctica totalidad de los mejores expertos españoles en la materia. P.- ¿Hasta qué punto el liderazgo empresarial mal entendido ha estado implicado en la crisis? R.- Dirigir bien implica necesariamente contar con una ética aceptable. La técnica sin ética siempre se torna perversa. Algunos, no sólo en España, pues ha sido un fenómeno universal, han considerado que lo único importante era el dinero que se embolsaban, sin tener en cuenta que los fines nunca justifican los medios. Y mucho menos cuando el fin ECB es perverso, porque implica apropiarse de resultados económicos que por justicia debían repartirse entre todos los involucrados. P.- ¿Es España diferente en este sentido? R.- La escasez de ética no es un fenómeno propiamente español. Sucede, sin embargo, que en otros países existe más preocupación por la estética. En el nuestro, demasiadas personas –incluso quienes más despotrican de la carencia de ética- en el fondo envidian al que robó. Muchos entienden la ética como un arma arrojadiza para descalificar, cuando debe ser el espejo en que cada uno nos miramos varias veces al día para verificar si podemos calificarnos o no como decentes. P.- ¿Cómo influye en una empresa, grande o pequeña, la presencia o carencia de habilidades directivas en sus gerentes? R.- Lo más importante de una persona no se compra, se merece. Se puede imponer la presencia e incluso determinada repetición de comportamientos. Sin embargo, las ganas de agradar, de aportar o de incorporar clientes sólo se ofrecen cuando el superior se gana la buena voluntad de los demás. Dicho esto, debe añadirse que hay personas que aunque fueran gobernadas por el mismo santo Job serían o estarían amargadas. Como he comentado en numerosas ocasiones con Marcos Urarte, presidente de Pharos, el mejor sistema de gobierno nunca elimina la existencia de hígados-enfermos, aquellos a quienes todo lo que hacen los demás -comenzando por sus directivos- les parece mal. P.- ¿Qué negocios ofrecen más resistencia a probar nuevos modelos de gestión? ¿Hay diferencias por tamaños o sectores? R.- Más que del sector, depende de la capacidad de aprendizaje de los implicados. Nadie nace hablando inglés o alemán. Nadie llega al mundo sabiendo gobernar, el liderazgo hay que aprenderlo y practicarlo. No se desarrolla por ósmosis. P.- Cada vez que se habla de flexibilidad los trabajadores pierden derechos. Al menos esa es la sensación y el miedo. ¿Qué falla? R.- El mundo laboral, al igual que la vida en general, es un difícil equilibrio en el que se combinan múltiples intereses. Hay directivos que abusan de sus asalariados, pero también empleados que no se ganan la retribución que reciben. Es un lugar común denunciar a los de arriba porque no saben gobernar bien. ¡Por supuesto que resulta imprescindible que aprendan! Sin embargo, todos debemos asumir nuestras responsabilidades sin echar la culpa a otros. El paternalismo laboral que nuestro país heredó del franquismo y luego han incrementado los sindicatos me parece nocivo. Cada día, cada uno ha de levantarse para ganar lo que cobra. El Estado debe regular que no haya abusos, pero sin establecer tales barreras que siempre pague el que más arriesga. Cuidado con la tiranía de los aparentemente débiles, que, en no pocas ocasiones, son individuos que pretenden vivir a costa de los demás por el mecanismo de generar sentimientos de piedad cuando lo que deberían hacer es trabajar más y quejarse menos. P.- ¿Qué lecciones nos deja la crisis? ¿Cómo ha influido en las relaciones internas en las empresas? R.- Son numerosas las lecciones. Otra cosa es que la memoria no sea la facultad más desarrollada por la criatura humana. Entre las enseñanzas se encuentra que no se debe gastar más de lo que se gana, ni a nivel personal, ni privado, ni público tampoco, porque al final alguien paga la fiesta. Y ésta, como otras anteriores, la acabamos abonando en mayor proporción la clase media y baja. En las empresas toca volver a desarrollar y gestionar compromiso., muy dañado en numerosas organizaciones por el modo en que se ha tratado a las personas. P.- Usted apela al optimismo pero hay situaciones en las que es complicado. R.- Le preguntaron a Churchill, en plena Guerra Mundial, que por qué era optimista. Respondió que no le veía ninguna ventaja a no serlo. Somos profetas de nosotros mismos: si consideramos que no saldremos adelante, seguro que no iremos bien, porque ni siquiera pondremos los medios para lograrlo. Si una persona se esfuerza cada día en lo que está en su mano, casi siempre acaba encontrando un trabajo, aunque no sea el ideal. Lamentarse, clamar para que otros resuelvan nuestros problemas, ponerse a pedir en una acera o mendigar en la puerta de una iglesia no ha de ser nunca la primera opción, ni siquiera la segunda. P.- ¿Cuáles serían las diez claves para ser un buen directivo? R.- En El idioma del liderazgo (LIDeditorial) he propuesto mil claves para transitar de mero directivo a líder. Enumero aquí las diez que me solicita: optimismo, exigencia propia, empatía, transparencia, visión estratégica, humildad, capacidad de aprendizaje, realismo, adaptabilidad ante el cambio, retirarse a tiempo. P.- ¿Cómo valora la situación política actual? Como experto, ¿qué consejos daría a los principales líderes que, al parecer, no son capaces de alcanzar un acuerdo? R.- Estamos contemplando un espectáculos de bajezas donde los desahuciados, la clase media o el proletariado somos el escudo tras el que se camuflan personajes que a cualquiera con un poco de perspicacia producen repulsión por su obscena obsesión por el poder. Algunos tendrían que retirarse; otros deberían evitar atajos perversos para encumbrarse; y no pocos reflexionar con un poco de objetividad, sentido común y menor fanatismo sobre las consecuencias de las propuestas que realizan. Para quienes hemos trabajado en países donde los vendedores de crecepelo han triunfado resulta frustrante contemplar la facilidad con la que algunos manipulan a la masa. Cuando detecto a alguien que anhela con vehemencia puestos de preeminencia me genera desconfianza. ¡Tan gran empeño en servirnos a las ciudadanos no es límpido! R.- ¿Qué espera de una cita como la que protagoniza en Burgos? ¿Qué demandan los asistentes? R.- Los directivos viven en ocasiones en medio de una soledad que es necesario superar. Foros como la Escuela de Buen gobierno promovida por Cedered contribuyen al sano objetivo de airearse, de contrastar y, por qué no, de aprender cómo otros en circunstancias semejantes han sabido ir hacia delante en medio de incertidumbres y dificultades.