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LA VOZ DEL INTERIOR
Hechos
y dichos
Socios y
fracturas
en el
Congreso
24 DE JULIO
Carpas en la Plaza del Congreso.
Luego de que el Gobierno tomara la
decisión de enviar un proyecto de
ley para ratificar la resolución 125,
comienzan a montarse carpas frente al Congreso. La mayoría pertenecía a partidarios del Gobierno,
que tuvieron inconvenientes con el
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires porque no habían solicitado autorización para instalarse.
A
fuerza de alianza de
última hora, el oficialismo ganó con lo
justo en la Cámara de Diputados.
A los 111 votos del Frente para la Victoria se sumaron seis de radicales K, cinco del Frente Cívico y Social
de Santiago del Estero, cuatro de Encuentro Popular y
otros tres socios: Miguel Bonasso, Eduardo Borocotó y
el peronista misionero Emilio Kakubur.
Pero el frente K también
tuvo rupturas en Diputados.
Perdió 14 votos oficiales, entre ellos Felipe Solá y el matrimonio Barrionuevo.
La oposición tuvo su núcleo fuerte en los 17 legisladores del PRO, 23 radicales
puros y cuatro K, 8 del SI (ex
ARI), 18 de la Coalición Cívica, 10 socialistas, 22 de partidos provinciales, 4 del saaísmo, entre otros.
En la Cámara de Senadores, el catamarqueño Ramón
Saadi fue uno de los legisladores que mantuvo el suspenso. Cerca de las 21 del
miércoles anunció que su voto sería por la afirmativa y
puso la votación 36 a 35, con
Emilio Rached indeciso.
Pero hacia el final, dos radicales decidieron la suerte
de la resolución 125. El santiagueño Rached empató en
36. Luego Cobos selló la derrota del kirchnerismo.
5 DE JULIO
Luego de más de 19 horas de debate en una sesión que empezó el
viernes y terminó en la mañana del
sábado, se impone el oficialismo en
la Cámara de Diputados de la Nación: 129 votos a favor, 122 en contra, dos abstenciones y cuatro ausencias.
“
Periodista
Del arte de tocar la campanilla
TÉLAM
“C
El papel
de los
segundos
“Córdoba es
discriminada por la
Nación y sin duda no
puedo menos que
vincularlo a la
posición de defensa
del campo”. (Juan
Schiaretti)
“
Por Juan Marguch
ualquiera que sepa hacer sonar una
campanilla puede ser vicepresidente
de la República”. La cáustica definición pertenece a alguien que de política sabía bastante (demasiado, según los periodistas de su tiempo): Julio Argentino Roca. Era un militar dotado
de un instinto político que sólo otro militar pudo
igualar, pero no sobrepasar: Juan Domingo Perón.
Otra clásica definición acerca del rol de quien
ejerce la vicepresidencia afirma que “la única función del vicepresidente consiste en conspirar contra el presidente”. El hombre a quien en nuestra
historia se llegó a atribuir designio tan siniestro
fue, ciertamente, Alejandro Gómez, el maestro rural de Beravebú (Santa Fe), quien integró la fórmula presidencial encabezada por Arturo Frondizi, vencedora en los comicios del 23 de febrero
de 1958.
Pocas oportunidades tuvo Gómez de agitar la
campanilla, porque dimitió el 18 de noviembre de
ese mismo año. Lo hizo en disconformidad con la
iniciativa presidencial de modificar el régimen
universitario para permitir la creación de universidades privadas.
Hombre formado en los principios de la ley
1.420, el vicepresidente sostuvo el principio de la
laicidad en la enseñanza y se enfrentó abiertamente con Frondizi. (Existen versiones históricas y periodísticas que atribuyen su alejamiento
del cargo a disensos en torno de la decisión presidencial de incorporar capital privado a la explotación del petróleo.)
Frondizi y su entorno fueron desleales con
quien defendía con honestidad sus principios y
atribuyeron su renuncia a presuntas intenciones
golpistas. Es verdad que los militares conspiraban contra el presidente aun antes de su instalación en la Casa Rosada, pero Gómez era un hombre íntegro, incapaz de felonía.
La Alianza, forjada en torno del radicalismo,
venció en las elecciones presidenciales del 24 de
octubre de 1999. Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez basaron su campaña sobre un compromiso de honestidad en el ejercicio del poder.
La realidad sepultó esas promesas cuando intentaron la sanción de una ley de reforma laboral,
propósito que desnudó la debilidad estructural de
la coalición.
Chacho Álvarez denunció que, con ominosa
torpeza, el ministro de Trabajo Alberto Flamarique había tratado de ablandar la resistencia de
dirigentes sindicales ofreciendo sobornos; dijo
que sintió como una herida lacerante el vaciamiento ético del gobierno de la Alianza y presentó
su renuncia el 6 de octubre de 2000, lo que inició
el principio del fin de la anodina presidencia delarruista.
Mario Losada tomó la campanilla dejada por
Álvarez y el 30 de julio de 2001 desempató, a favor
del gobierno, la votación del artículo 10 del pro-
5
Suplemento especial
CÓRDOBA. VIERNES 18 DE JULIO DE 2008
Pocos vicepresidentes han
alcanzado protagonismo.
Ayer, con su decisión,
Julio Cobos fue una de las
excepciones.
yecto de ley de Ajuste Fiscal, que se había empantanado en 21 votos a favor y 21 en contra.
El 30 de mayo de 2002 llegó el turno del cordobés Juan Carlos Maqueda, a la sazón presidente
provisional del Senado (no se había cubierto el
cargo de vicepresidente luego del colapso económico y social de diciembre de 2001) y su voto hizo posible la derogación de la ley de Subversión
Económica, reclamada por el Fondo Monetario
Internacional a cambio de ayuda financiera. Su
voto quebró la paridad de 34 votos y Maqueda fue
izado a la Corte Suprema de Justicia por los importantes y patrióticos servicios prestados.
No fueron ejemplarmente apacibles las relaciones de Raúl Alfonsín con su vice, el cordobés
Víctor Martínez (en los mentideros de aquellos
años se decía, como metáfora de desconfianza,
que el temperamental caudillo radical cerraba con
llave los cajones de su escritorio cuando debía ausentarse del país.) Escasa armonía hubo entre Carlos Saúl Menem y Duhalde, quienes protagonizaron
floridos intercambios de facturas.
Marcos Paz (1813-1868) fue un paradigma de lealtad para con su presidente, Bartolomé Mitre. Durante la inicua guerra de la Triple Alianza (18131868), que arrasó al Paraguay y aniquiló a gran parte de la población masculina, Mitre hubo de instalarse en la desgarrada nación hermana, como comandante en jefe de las fuerzas argentinas, brasileñas
y uruguayas.
Durante su ausencia, ocupó la primera magistratura el tucumano Paz, quien murió en funciones,
lo que creó una situación insólita: durante 27 días,
la Presidencia estuvo vacante porque no existía ley
de acefalía. Mitre debió regresar a Buenos Aires y
reasumir su cargo.
Carlos Pellegrini, vicepresidente de Miguel Juárez Celman, rescató al país de la tremenda crisis
económica causada por la irresponsable administración del cordobés, quien hubo de renunciar luego de la frustrada rebelión del Parque, concretada
en Buenos Aires en julio de 1890.
A su vez, el vicepresidente José Evaristo Uriburu asumió en 1893 la presidencia de la República,
por renuncia del presidente Luis Sáenz Peña, un
hombre bueno, fatal rasgo de carácter que le obligó
a abandonar el poder acosado por los embates del
radicalismo y el abandono que le infirieron Roca,
Mitre y Pellegrini. Su dimisión fue aceptada con un
solo voto en contra. Era demasiado bienintencionado...
Buenas intenciones tuvo también el presidente
Roberto Marcelino Ortiz, quien quería erradicar el
“fraude patriótico” heredado de la Década Infame.
Pero la diabetes fue superior a sus fuerzas y prácticamente ciego debió renunciar en 1942. Le sucedió
el salteño Ramón S. Castillo, de quien pueden opinarse muchas cosas, menos que era bienintencionado.
El presidente Manuel Quintana falleció en 1906
en ejercicio del cargo y le sucedió el cordobés José
Figueroa Alcorta, el único argentino que ejercicio
la presidencia de los tres poderes constitucionales.
También Roque Sáenz Peña murió mientras desempeñaba la presidencia de la República, en 1914,
y el vicepresidente Victorino de la Plaza asumió la
jefatura del Estado.
De Victorino, un eminente jurisconsulto, puede
decirse que fue un maestro aconsejando al capitalismo británico ventajosas inversiones en nuestro
país. (De paso, se enriqueció magistralmente, pero
no llegó a los niveles de recientes presidentes.)
Y, por cierto, en 1974, la vicepresidenta María Estela Martínez de Perón sucedió a su marido, Juan
Domingo Perón, muerto mientras desempeñaba la
presidencia. Hagamos respetuoso silencio por uno
y vergonzoso silencio por otra.
“
“
“Sería lamentable
que el vicepresidente
de la Nación tenga
que pedir permiso o
autorización para
ejercer una función,
sea protocolar, sea
de opinión”. (Julio
Cobos)
“Los diputados
kirchneristas que
votaron el proyecto
oficial de
retenciones móviles
tienen mentes
retrógradas”.
(Alfredo De Angeli)
“No venimos a
apretar a nadie ni
a especular.
Respetaremos la
decisión del
Congreso, sea cual
fuere”. (Néstor
Kirchner)
15 DE JULIO
Dos plazas, un país. Los partidarios
del Gobierno se reúnen en la Plaza
de Mayo, donde Néstor Kirchner
habla frente a 95 mil personas.
También en Buenos Aires, pero
frente al Monumento a los Españoles, el campo, junto a un amplio arco opositor, realiza un multitudinario acto con 225 mil personas. Hablan los dirigentes de las organizaciones que representan a los productores rurales.
17 DE JULIO
A las 4.25 de la madrugada, el vicepresidente de la Nación y presidente del Senado, Julio Cobos, pronuncia su voto en contra y decreta el
rechazo al proyecto del ley del oficialismo que intentaba confirmar la
resolución 125, por la cual se había
puesto en vigencia, el 11 de marzo,
el esquema de retenciones móviles.
La votación había quedado empatada en 36 votos para el oficialismo y
para la oposición.
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