Universidad de Valparaíso Facultad de humanidades Instituto de Historia y Ciencias Sociales Seminario de especialización I Profesor: Leonardo León Alumno: Felipe Escalona Jaramillo Control, Resistencia y Protección: Las políticas indígenas en Chile. siglos XVI-XVIII La lucha española por la justicia en la conquista de América. Lewis Hanke, Madrid España, 1967 “El propósito de esta obra es demostrar que la conquista española de América fue mucho más que una extraordinaria hazaña militar y política; que fue también uno de los mayores intentos que ha presenciado el mundo para que prevalezcan los preceptos cristianos en las relaciones entre las gentes. Este intento se convirtió fundamentalmente en una fogosa defensa de los indios, que descansaba en dos de las presunciones basicas que puede hacer un cristiano, a saber: que todos los hombres son iguales ante Dios, y que un cristiano es responsable del bienestar de sus hermanos, a pesar de lo ajenos o humildes que sean”1 De esta manera grafica el autor lo que pretende analizar en su texto, en él define las políticas indígenas como una lucha por la justicia, es decir un enfrentamiento teórico en el cual contraponían ideas los teólogos, conquistadores y frailes de la época. Plantea que el cuestionamiento sobre el trato indígena comenzó con Montesinos y una predica en la Española donde acusaba a sus compatriotas de abusar de los indios. Esto según el autor derivó en la discusión y promulgación de las leyes de Burgos, que reconocían la libertad de los indígenas, aunque sin embargo debían estar sujetos a los españoles para su instrucción en la fe cristiana y para que aprendieran a obrar en las minas, además se estableció el control de la vida de los naturales manifestado en: la obligación de contraer matrimonio, no danzar, usar ropas, no pintarse, no emborracharse, establecerse en casa nuevas y quemar las viejas. Otro intento de justicia fue el Requerimiento de Palacios Rubio, un documento que narraba una pequeña historia de la humanidad finalizando con las donaciones papales de Alejandro VI por las cuales los reyes católicos eran dueños de América. Luego de leer el texto a los indígenas se les requería que aceptaran la iglesia y el papa, y que se les dejara predicar la fe, de no ser así, los españoles tenían la facultad de hacerles justa guerra para que fueran sometidos. Obviamente el documento tenia poca validez para los nativos que no entendían la lengua española y que no conocían al papa ni a los reyes de la cristiandad. Por lo mismo los españoles lo leían antes de bajarse de sus barcos, cuando comenzaban las batallas o simplemente a nadie, cuando los indios huían a los montes. A pesar de que estos tratados no fueron aplicados en América por los colonos, la corona acepto una serie de experimentos mas, para probar si los indios podían vivir como los españoles. La mayoría falló al tratar de imponer la vida europea a los naturales, ya que estos últimos no se acostumbraban al régimen de trabajo ni al estilo de vida de los españoles. Lo que expone el autor es el afán legalista de la población española. Al encontrarse con otro mundo la sociedad española trato de establecer, a través de documentos, su legal posesión de aquellos territorios y de toda la población que allí se encontraba. Incluso la guerra fue normada y solo en ciertos casos se podía realizar. En este sentido se deben entender la serie de documentos, tratados, experimentos y discusiones que marcaron los primeros años de la conquista española. 1 Hanke Lewis, La lucha española por la justicia en la conquista de América, Madrid España 1967, ed.? Pág. 15 Historia de las polémicas de indias en Chile durante el siglo XVI 1536-1598. Andrés Huneeus Pérez, Santiago. Huneeus plantea que el origen de las polémicas de indias se encuentra en la mentalidad cristiana de los españoles, este espíritu “animaba una parte importante de toda la labor de España en este continente”1. El espíritu cristiano implicaba el cuidado y buen trato de los indígenas, cuestión indiscutible para la corona, que se evidencia en la instrucción dada a Colon en 1493, en ella se le ordenó que tratara “amorosamente” a los indios. Para el autor, el buen trato español contrastaba con el hostil recibimiento de los naturales, que huían de los cristianos y se rehusaban a trabajar, aunque se les pagara un sueldo. Debido a esta actitud se autorizó la obligación del trabajo personal y el sometimiento de la población indígena. Por similares razones se permitió la guerra justa contra aquellos que se rebelaban y no obedecían. “doy licencia e facultad para que(…) les puedan hacer la guerra, e a los que tomaren los puedan tener e tengan por esclavos e servirse de ellos como tales”2 Huneeus sostiene que el error de las políticas indígenas estuvo en establecerlas a priori y plantea que su origen esta en las donaciones Alejandrinas, que declaraban a los reyes católicos señores legítimos de las indias occidentales. El ideal de las donaciones fue puesto en práctica a través del requerimiento “en el cual se exigía a los indios que reconocieran a los reyes de castilla como superiores e señores y reyes, tan pronto como los conquistadores se ponían en contacto con ellos”3. Las indias y sus habitantes pertenecían de antemano a los monarcas cristianos. Estas políticas (erróneas?) son implementadas en Chile por Almagro y Valdivia que, al igual que los antiguos conquistadores, demandaban a los indios obediencia y sujeción. La contracara de estas políticas, fue la teoría de Vitoria que pensaba que los títulos sobre los indios debían nacer del contacto con ellos y no a priori. Huneeus defiende enfáticamente el planteamiento de Vitoria y señala “que las relaciones entre Españoles e indios se habrían planteado en otro terreno, sin las exigencias perentorias de trabajo y sumisión, que fueron tan características; y sin la libre disposición de las tierras y de las personas de los naturales: porque todo esto es consecuencia del primitivo planteamiento del problema de los justos títulos”4. A pesar de que Vitoria defendió esta especie de pacto entre españoles e indios, en la práctica primo la política de los justos títulos y aquellos que se alzaban y rebelaban contra el soberano cristiano, debían sufrir todo el peso de la justicia y la guerra. ..”Les he hablado a los caciques, y dicholes que sirvan muy bien a los cristianos, porque a no hacerlo, envió agora a V.M. y al Perú a que me traigan muchos, y que venidos los mataré a todos(…) y como ellos me conocen, y como hasta aquí no les he dicho cosa que no haya salido así(…) temieron y temen en verdad, y respondieron quieren servir muy bien en todo lo que yo les mandare”5. 1 Andrés Huneeus Pérez, Historia de las polémicas de indias en Chile durante el siglo XVI 1536-1598. Santiago. Ed.? Año? Pág. 2 2 Real provisión del 3 de Junio de 1511, en Huneeus Op. Cit. Pág. 18 Op. Cit. Pág. 24 4 Ibíd. pág. 43 5 Carta de 4 de septiembre de 1545 en cartas de Pedro de Valdivia en Huneeus Op. Cit. Pág. 47 3 Política indígena en los orígenes de la sociedad chilena. Néstor Meza Villalobos, Santiago de Chile, 1981. “La realización de la política indígena era entrabada por las aspiraciones señoriales de los conquistadores, sus ambiciones de poder y las urgencias siempre presentes del erario que obligaba a hacer concesiones a los encomenderos”1 Para Meza, este seria el eje central de las políticas indígenas en Chile y toda América, que consistió en el juego entre teoría y practica; el espíritu cristiano y las aspiraciones señoriales; el jusnaturalismo y las necesidades estatales. En los inicios de la colonia, los encomenderos “iniciaron la desintegración de la estructura de la sociedad indígena, la destrucción de sus fundamentos económicos y la creación de una sociedad señorial”2. Para subsanar estas condiciones, se implementó la teoría jusnaturalista, que establecía que los indios eran vasallos libres del rey y por ello les eran inherentes una serie de derechos, entre ellos: “no podían ser desplazados de sus territorios sin que mediara alguna razón calificada por el Estado, ni privados de sus tierras sin la debida compensación y por razón calificada, ni obligados a prestar servicios personales en forma atentatoria a su natural libertad”3. A pesar de que esta política emanaba del Estado, en América “la generalidad de los encomenderos inició el despojo de la tierra a la población indígena para utilizarla en cultivos que eran necesarios para alimentar a los indios que trabajaban en los lavaderos durante la demora”4. La denuncia de estos tratos por parte de eclesiásticos, derivó en el cambio del servicio personal por la tributación indígena. El Estado fue el encargado de tasar este tributo de acuerdo a la población y recursos de los naturales. La política no satisfacía a los encomenderos, y dudaban que los indios pagaran el tributo por su poco nivel cultural. Sin embargo el Estado no tranzó y enfatizó aun más en el cuidado de los naturales, se nombro a un gobernador para la vigilancia del buen trato, la evangelización y conservación de los indios; se promulgo la normativa de Santillán la cual establecía un sistema complejo de protección de los indios que laboraban en las mitas mineras. En esta normativa, se estableció la fijación del número de indios que trabajarían en las mitas, para esto se trató directamente con los caciques, se fijó el salario y los meses de trabajo. “Los encomenderos eran completamente hostiles a las ordenanzas que favorecían a los indios y aun las de Santillán que los beneficiaban, las estimaban disparatadas y algunos habían anunciado su propósito de atropellarlas”5. Para suerte de ellos asumió la gobernación Francisco Villagra que suprimió gran parte de las políticas protectoras de los indios. Alargo la demora, redujo el salario indígena y fue permisivo con los encomenderos. La tasa de Gamboa seguía la tendencia de protección de los naturales, en ella se agrupó a los indios en pueblos para que fuera más fácil la tarea de civilizarlos y evangelizarlos. Se nombraron una serie de funcionaros que fiscalizaban y mantenían el orden en la residencia indígena. La guerra contra los rebeldes Araucanos flexibilizó las limitaciones que se imponían a los encomenderos, ya que el régimen de dominación establecido por la audiencia de Lima “obligaba a los encomenderos de todas las ciudades a acudir equipados a sofocar las rebeliones indígenas que 1 2 Meza Villalobos Néstor, Política indígena en los orígenes de la sociedad chilena, Santiago de Chile, 1981 ed.? Pág. 22 Ibíd. pág. 13 Ibíd. pág. 11 4 Actas del cabildo de Santiago, 26 de abril, 19 de junio, 31 de diciembre de 1547 y 6 de octubre de 1553 en Meza pág. 13 5 Op. Cit. Pág. 22 3 se produjeran en cualquier parte del reino”6. Para que esto fuese efectivo se debía dar algo a cambio: la pasividad de los fiscalizadores ante los excesos cometidos contra los indios. La argumentación de Meza plantea que, la política indígena emanada del Estado Español, seguía la línea de la protección y buen trato de la población aborigen, sin embargo esta cedía muy fácilmente ante hechos coyunturales como: campañas militares, falta de recursos e intereses particulares. La merma de la sociedad indígena en Chile central y la última guerra de los Promaucaes 1541-1558. 6 Ibíd. pág. 28 Leonardo León Solis, University of St. Andrews, 1991 León argumenta en su libro que la política aplicada por los españoles en Chile central, se caracterizó por la guerra y el sometimiento de la población indígena. Sin embargo, el sometimiento no fue inmediato ni pacifico, ya que los naturales desarrollaron estrategias de resistencia desde la llegada misma de los conquistadores. Estas estrategias de resistencia consistieron en: la construcción de pukaraes, el desabastecimiento de alimentos y la posterior fuga de los guerreros. En su conjunto, derivaron en la desarticulación de la sociedad indígena y en el despoblamiento de Chile central. Lo que terminaría por cambiar las políticas que se aplicaron sobre la población nativa, “se puso en serio peligro los planes de los europeos en la medida que sus intereses señoriales no podían ser satisfechos por la falta de naturales, ni tampoco existían suficientes recursos económicos que permitieran la acumulación necesaria de capitales para financiar la expansión hacia las tierras del sur”1. Bajo este contexto se entiende el trato paternalista y cristiano que caracterizó el periodo posterior a la fuga de los guerreros promaucaes. En otras palabras: “se reformularon los conceptos surgidos durante la guerra, para crear un ambiente que estimulara la convivencia y la recuperación de la sociedad aborigen”2 Para la consolidación del dominio colonial y la estabilización de las relaciones con los naturales, los españoles ocuparon rápidamente el valle central, construyendo fuertes sobre la frontera del Maule, para impedir la fuga de los naturales a las tierras libres del sur. También procedieron al reconocimiento de nuevos lonko, funcionales al sistema de dominación. De acuerdo con las expectativas de las autoridades, estos dispositivos ayudarían a “estabilizar la población indígena, establecer con claridad el tamaño de las parcialidades y precisar los lazos de dependencia que existían entre los miembros de un mismo linaje”3. Finalmente los españoles morigeraron los peores aspectos de la conquista adoptando un trato paternalista y cristiano. “La sociedad indígena de Chile central se encontraba a principios de la década de 1550 en un estado de virtual colapso. Militarmente derrotados, económicamente en ruinas y socialmente desarticulados, los promaucaes se asemejaban cada vez mas al antiguo concepto de “lobos monteses” que acuñaron los cuzqueños y que adoptaron mas tarde los europeos. La fuga hacia el sur, el desarraigo y la movilización forzada a las minas y obrajes complotaban contra la reproducción del antiguo sistema de la vida tribal y eliminaban de raíz los diferentes mecanismo de cohesión que habían mantenido unido en el pasado a los diferentes segmentos sociales.”4 A pesar del desolador panorama de colapso y destrucción de la sociedad aborigen, los naturales de la zona central, comenzaron lentamente a gestar un movimiento tendiente a la liberación de los promaucaes. Esperanzados por las exitosas campañas de Caupolican, Lautaro y sus hombres cruzaron el Bio-bio para librar la última batalla de los promaucaes por el control del valle central de Chile. Finalmente la desarticulación de la sociedad indígena, que no hacia posible una base económicosocial sólida, el apoyo de solo algunos sectores de la población promaucae y el fortalecimiento del ejercito español, impidieron que la última guerra librada por la alianza promaucae-mapuche contra las huestes de los invasores europeos, fuera a favor de aquellos que habían sido despojados de sus tierras, sacados de sus lugares de origen, separados de sus familias y desvinculados de sus dioses tutelares. El disciplinamiento de la mano de obra indígena en los orígenes de la sociedad chilena, 1560-1600. León Solis Leonardo,” La merma de la sociedad indígena en Chile central y la última guerra de los Promaucaes 15411558”. Escocia 1991. ed? Pág. 29 2 Op. Cit. Pág. 31 3 Op. Cit. Pág. 38 4 Op. Cit. Pág. 57 1 Leonardo León Solís, revista Werken, Santiago 2003 ....“pero es igualmente cierto que los guerreros no fueron totalmente derrotados ni sometidos; muchos, quizás la gran mayoría, iniciaron un largo éxodo que les llevaría a tierras extrañas y lejanas que, a cambio de todo lo perdido, les ofrecían la libertad. Con ellos marcharon sus familias, sus animales y sus memorias; junto a ellos caminaron también sus muertos, los protectores ancestrales que sacralizaban el espacio social de cada linaje.”1 El autor argumenta que el mundo indígena de Chile central no desapareció luego de la derrota de Lautaro en 1557. Y agrega que las formas de resistencia y la tradición de los promaucaes persistieron pese al desarraigo, la imposición cultural y la explotación de la encomienda. Luego de la derrota en Mataquito a mediados del siglo XVI, la desarticulación de los promaucaes era total y las posibilidades de regeneración de su sociedad eran escasas. Esto se sumó a la política de entrega de tierras por parte de las autoridades coloniales. “Algunos naturales decidieron no resistir ya mas y procedieron a entregar voluntariamente el último vinculo que les unía a su pasado, a su cultura y a su historia. Fue el momento en que comenzaron a vender, cambiar, trocar o regalar sus tierras”2 El desarraigo de las tierras muchas veces se realizó por medios violentos y humillantes. La tierra que antes era un bien comunitario, en el cual se desarrollaba un vínculo profundo entre hombre y naturaleza, se transformaba en una tenencia privada, cercada y prohibida. A la destrucción de las tierras comunitarias se agregó el control de la vida de los naturales, en este sentido se dictaron “diversas normas que controlaban el tiempo de trabajo, las condiciones materiales en que este se realizaba, la alimentación, sustento y atención espiritual de los mitayos y el nivel de los salarios que debían pagárseles”3 Estas políticas de control, sin embargo, protegían a los indios de los abusos de los encomenderos, los cuales trataban de sacar el mayor provecho de los naturales en las mitas mineras y en las encomiendas agrícolas. Los medios violentos de sometimiento de la mano de obra indígena, se suprimieron por otros de carácter más pacífico, pero con la misma efectividad. En este sentido se promulgó la normativa de Santillán, que entre una de sus disposiciones permitía al encomendero captar el sueldo de los indios, que era cambiado por productos que él mismo vendía, de esta manera los naturales financiaban su propia aculturación. Los aborígenes debían ceder parte de su sueldo para financiar las obras públicas, entre ellas el hospital de pobres, dinero que se obtenía aumentando el tiempo de trabajo de los indios en las mitas mineras, cosa que el aparato estatal español no demoró en aprobar y hacer legal. A pesar de sostener el funcionamiento del hospital, los indios no gozaban de buenos tratos por parte de los médicos que trabajaban en él. Negligencia y desinterés fueron denuncias frecuentes contra los médicos. El descontento y desilusión por la medicina extranjera, provocó en la población indígena la vuelta a sus prácticas ancestrales de sanación, reaparecieron los chamanes, hechiceros y Machi. Esta vuelta a los antiguos rituales se acompañó de una nueva forma de lucha, no caracterizada por las armas, sino por el poder místico de los brujos indios. “el espacio de la nueva guerra estaba en la mente, su tiempo era nocturno, sus armas eran brebajes, cantos y gestos subrepticios y mortales”4 1 León Solis Leonardo, El disciplinamiento de la mano de obra indígena en los orígenes de la sociedad chilena. 15601600, revista Werken, santiago 2003. Pág. 169 2 Ibíd. Pág. 171 3 Ibíd. Pág. 172 4 Ibíd. Pág. 175 La respuesta española no se hizo esperar, y se legisló de inmediato contra las prácticas de hechicería. “haréis información contra los dichos hechiceros donde supieredes y tuvieredes noticia que viven y están y donde han cometido y cometen los dichos delitos, y a los que hallaredeis culpables los mandéis prender y presos los haréis cargos de las culpas que contra ellos resultaren...”5 Bajo esta misma política se controló la sociabilidad popular, criminalizando las borracheras, los juegos, la idolatría, la vagancia y el vicio. Las penas impuestas a quienes transgredieran el orden social, no fueron menores: castigos físicos, trabajos forzados y la cárcel, eran parte de los mecanismos que controlaban a través del miedo, a las escurridizas y poco domables sociedades indígenas. León lo deja claro en la siguiente cita “haber nacido indio en esos días era de por sí un crimen” De esta manera, aquellos que no aceptaron la cultura dominante pasaron a ser considerados delincuentes; quienes alguna vez participaron de las más grandes batallas y lucharon por su tierra, su familia y sus protectores ancestrales, eran ahora considerados: huachos, tránsfugas, fugitivos y desertores, picaros y pordioseros y la suerte de muchos era integrar las huestes de ejércitos ajenos batallando por motivaciones ajenas. “Chile bien valía una América, pero siempre y cuando contase con su propia fuerza de trabajo. En este sentido deben leerse las concesiones que se hacían a los naturales en términos de justicia y buen trato”6 5 Titulo de capitán a juez de comisión otorgado por el gobernador Rodrigo de Quiroga a Alonso de Góngora, en León, Op.cit. Pág. 176 6 León, op.cit. Pág. 187 Tierras y pueblos de indios en el reino de Chile. Esquema histórico-jurídico. Fernando Silva Vargas. Santiago 1962. ed. Universidad Católica. “Sabemos cuán abundante fue la legislación dictada con el objetivo de mantenerlos y conservarlos (los pueblos de indios) y, aunque varios de ellos desaparecieron sin dejar rastros, otros han subsistido hasta nuestros días. Esto permite suponer, lícitamente, que las medidas adoptadas no fueron absolutamente ineficaces.”1 El autor focaliza su estudio en la política aplicada por los españoles en los temas relacionados con la propiedad de la tierra y los pueblos de indios. Silva parte estableciendo cual era la condición jurídica de los indios. Luego de largos debates se los considero vasallos libres con derecho a la administración sus bienes, sin embargo por su incapacidad para gobernarse, necesitaban de alguien que los dirigiera y asistiera: un protector o tutor. Para el autor la política de tierras, aplicada por los españoles, fue favorable a los indígenas, ya que podían usar, disfrutar y disponer de sus bienes raíces, derechos que debían ser respetados por los colonizadores, sobretodo cuando se hacían reparticiones de tierras. “Que los indios que poseyeren tierras o heredades propias o las huvieren heredado de sus padres o otros de quien pudieran heredarlas, o que se las dieron, y repartieron en la visita general, o que las hayan comprado de cualesquier personas, o dadoselas cuyas eran, y las poseían con legítimos títulos, o en propiedad. Que estas tales tierras no se quiten ni sean quitadas a los Caciques, ni indios que las tuvieran, e poseyeran”.2 Para la mejor organización y delimitación del reino, las autoridades españolas agruparon a los aborígenes en pueblos: “quel corregidor y los caciques y señores principales de su distrito elijan la comarca y tierra que se ha de poblar, teniendo consideración que sean saludables y que sean fértiles y abundantes de frutos y mantenimientos de buena tierra para sembrarlos y cogerlos y de pastos para criar ganados y de montes y arbolados y de buenas aguas..”3. los pueblos debían tener su propia iglesia, para la enseñanza de la fe cristiana, su cárcel y cepo, además de un pequeño aparato burocrático, compuesto por españoles y caciques. La agrupación de los indios en pueblos tenia como finalidad: “encaminarlos (a los indios) en la vida política y que vivan como hombres que estén en paz... y ... que siembren para si y para sus tributos... y que hagan sementeras para la comunidad”.4 Silva plantea que la fundación de ciudades creo numerosos problemas entre indios y españoles, sobretodo cuando se establecían urbes donde existían pueblos de indios. Los nativos debían nuevamente dejar sus tierras y establecerse otros lugares. Valdivia al fundar Santiago les dijo a los naturales: “nos han de ceder el terreno que corre alrededor del cerro Huelén, ocupado por el cacique Huelen-Huala, que esta aquí presente. En compensación de esta pequeña parte de tierra, le daremos para que se establezca lo que posee el pueblo de los mitimaes del Inca, situado en Talagante, con la acequia que le baña, y a ellos los traeremos a vivir con nosotros”5. Para el autor la fundación de ciudades y las mercedes de tierras hechas en propiedad indígena, no significaban un despojo sistemático de las tierras de los indios, sino que los mecanismos de protección no fueron suficientemente efectivos. Esto lo estipula haciendo referencia a las limitaciones que tenían las mercedes de tierras, estas debían ser siempre “sin prejuicio de los naturales”. 1 Fernando Silva Vargas, Tierras y pueblos de indios en el reino de Chile. Esquema histórico-jurídico. Ed. Universidad Católica. 1962 Pág. 19 2 Escalona Gaspar, Gazophilacium regium perubicum, en Fernando Silva. Pág. 25 La tasa de Gamboa en Fernando Silva Pág. 88 4 op. Cit pag. 89 5 Carvallo y Goyeneche Vicente, Descripción Histórico-jeografica del Reino de Chile. En Silva. Pág. 53-54 3 El problema fundamental que tenían los pueblos de indios, y que gatillo su desaparición, fue el traslado de la población, ya sea por la fundación de ciudades y villas o por los movimientos de mano de obra a las minas de los encomenderos. En palabras del autor se reemplazo el sistema de reducción de los indios a los pueblos por el asentamiento de los indios en tierras de sus encomenderos o bien, por el trabajo libremente alquilado.