ESTRATEGIA PORFIRIANA. A la muerte de Juárez en 1872 le sigue en la presidencia Sebastián Lerdo de Tejada, en su periodo pudo fortalecer considerablemente el papel del Estado, expropio propiedades de la iglesia, expulso a los jesuitas no nacidos en México e incorporo nuevamente a la constitución las leyes de reforma como mero gesto simbólico. No fue que, hasta 1877 el general de la rebelión de Tuxtepec, Porfirio Díaz Morí se convirtió en el nuevo presidente. Llega en el momento justo, cuando los habitantes del país están cansados de tantas luchas internas, sienten repulsión por la violencia y crueldad de tantos años de guerra civil, sienten la necesidad de paz y se sienten seducidos al primero que se les ofrece. “Los hombres, cansados ya agotados no quieren pensar más en la defensa hecha con sus propias manos; quieren una comodidad: la de que se les defienda. Por eso anhelan el engrandecimiento y poderío del Estado; quieren que éste exista, y le abre las puertas al primero que les ofrece tan hermosa perspectiva: éste, es el general por Porfirio Díaz. Lo primero que hace la administración porfirista es enviar (7 de abril de 1877), a través de la Secretaria de Gobernación, un proyecto de ley orgánica del artículo 116 constitucional; este proyecto tenia por objeto reducir a casi imposibles los escándalos de cuestiones locales de los Estados; marcar los límites que no podrán traspasar los poderes de la Unión. El medio que propuso el presidente fue que en caso de sublevación contra los poderes de un Estado, bastaba que el ejecutivo o la legislatura pidieran ayuda federal, para que el presidente quedase obligado a impartir los auxilios solicitados. Por ultimo y la mas importante fue que “en caso de que los poderes de un Estado desconociesen al poder ejecutivo nacional, éste estaba autorizado a su vez para desconocer a las autoridades rebeldes y para nombrar un gobierno provisionalvIndudablemente este proyecto fue aprobado por el congreso debido a que, y esta fue otra medida que aplico Díaz, logro que la mayoría de los diputados del congreso fueran leales a el, serán puros amigos de Don Porfirio sostenedores de la presente administración. , Para hacerse de hombres fieles concedió una amnistía a todos sus rivales, incluso a los lerdistas que cuando fueron capturados en el norte decidió dejarlos libres. A los que no pudo instalar en el Congreso y en la Suprema Corte resolvió rehacer el Senado (obra del gobierno de Lerdo) para irles buscando acomodo en el naciente régimen. De esta manera el gobierno había hecho la elección de los diputados, argumentando no a la voluntad popular sino a la mecánica oficial, “admirable mecánica, mediante la cual el nombramiento de diputados y senadores se hacía, después de una selección de intereses de Estado, por el presidente de la República. Terminada la selección de candidatos, el presidente, arrogándose las facultades que la ley concedía al pueblo, y haciendo de esas facultades una necesidad de Estado, enviaba a los gobernadores y jefes militares, por conducto de su secretario particular, una lista de las personas que deberían representar en el congreso a todos y cada uno de los distritos electorales, con la advertencia de que las candidaturas, no serían variadas por ningún motivo. Durante su segundo mandato, el general Díaz impidió que ninguno de sus opositores fuera elegido para el congreso. En el 1888 el congreso se había ya transformado en todos los efectos en una institución inútil, ya que cada candidato tenía que recibir la aprobación previa del presidente para poder ser elegido o reelegido. El congreso, ahora servil, aprobó enmiendas a la constitución para que general Díaz pudiera satisfacer sus deseos y ser reelegido en 1888, en 1892 (año en que se cambió la constitución para extender el período presidencial a seis años), en 1898, y 1904 y 1910. clase de pequeños Así fue otorgando concesiones a todos los sectores de la población ya que el punto nodal de la estrategia de Díaz fue la aplicación correcta de la Conciliación y la Represión. Concilio con todo mundo, con caciques, militares, la iglesia, campesinos e indígenas, rebeldes y contrarios a el, y cuando no pudo conciliar su política fue reprimirlos. El objetivo: mantener la estabilidad política a cualquier precio, a través de “poca política y mucha administración” o como afirma Luis González en la Historia General de México, “poca pugna por el poder y mucho poder disciplinador.” Fue una paz impuesta a las elites y un orden impuesto a la población. En contra de las tentativas de levantamientos políticos no se retrocedió ante una represión muy dura y los “mato en caliente” (fue así como Díaz contesto con un telegrama a Mier y Teran cuando unos ciudadanos distinguidos estaban conspirando contra el en Veracruz). “La política de conciliación seguida por Díaz reforzó considerablemente su posición, al incorporar a la administración a sus posibles rivales los convirtió en defensores del régimen, creando, por el hecho de no ser constitucional esta política, un nuevo estado de cosas cuya continuidad sólo Díaz podía garantizar Francois-Xavier Guerra afirma que la estancia en el poder de Díaz se dio con mayor facilidad porque lo hizo por etapas: la no reelección proclamada en 1876, paréntesis presidencial en 1880-1884 y a continuación, modificación constitucional para nuevas reelecciones. y la democracia en México. Con la clase media y alta no cambio mucho su política de conciliación o reconciliación. Debido al crecimiento económico presentado en el periodo del porfiriato (8% del PNB) estas clases se beneficiaron a cambio de que no armaran revueltas. Lo que se pretendió desde principios del régimen fue atraer inversionistas europeos para fortalecer el mercado, así como también se incrementaron las exportaciones principalmente de henequén, azúcar y algodón al igual que el sector minero. La industria, a diferencia del ferrocarril, no recibió ayudas. “Aunque se produjo cierta revolución tecnológica en plantaciones de productos de gran demanda como el henequén y el azúcar, las haciendas productoras de trigo y maíz todavía utilizaban técnicas anticuadas y tradicionales. El origen de la negativa de estos propietarios a modernizarse se ha atribuido frecuentemente más a razones psicológicas que motivos económicos. Se dice que los hacendados tenían una mentalidad básicamente feudal y que consideraban la tierra como un símbolo de status más que como una fuente de remuneración económica. El objetivo fue logrado, como nunca antes se había visto las inversiones europeas fueron cuantiosas. La razón de atraer inversiones del otro lado del Atlántico. A la clase media le quito poder político a cambio, le concedió poder económico. La manera en que lo hizo fue otorgándoles puestos públicos a los cesados de la clase media, muchos curules en el Congreso y a otros más en la burocracia. La clase media no se opuso a estas medidas ya que, al mismo tiempo, a cientos de sus miembros se les estaban concediendo nuevas oportunidades de progreso social y económico. Las concesiones las aplico a todos, a los caciques no fue la excepción. Con un apoyo financiero sólido el general Díaz estaba en todas las condiciones para apretar las riendas a los grupos más rebeldes. Uno de estos grupos era el de los caciques regionales que gobernaban sus provincias como si fueran reinos feudales. El primer paso que dio Díaz fue reemplazar a muchos de los hombres todo poderosos que quedaban de otra época, por hombres leales a el. Una ventaja que tenia el régimen era el ferrocarril debido a que podía trasladarse con mayor velocidad a aplacar a los rebeldes. “Quizá más importante aún fue el hecho de que el general Díaz estimulo o al menos permitió, tanto los caciques en el poder como a los que habían sido destituidos, enriquecerse actuando como intermediarios de los inversores extranjeros que quisieran instalarse o adquirir propiedades en aquellos regiones. De esta manera, el general Díaz dio a los miembros de la oligarquía local, tanto a los entrantes como a los salientes, un poderoso papel en el mantenimiento de la estabilidad en su región, ya que cualquier levantamiento, cualquier revuelta local podía ahuyentar fácilmente a los posibles inversores, cortando de esta manera una importante fuente de ingresos de la oligarquía local. Otra estrategia para quitarles poder a los caciques fue nombrarlos jefes políticos de su región para controlar la policía y las fuerzas armadas en sus distritos. “Bulnes describe bien el proceso de lo que llama la modificación de los próceres bélicos: primero se dejaba a los caudillos adictos gozar de su feudo como gobernadores, con la libertad de enriquecerse a cambio de su fidelidad. De esta forma perdían el manto de sus ejércitos (ya no pueden mandar puesto que ha sido electos para un cargo similar). Después venía la transferencia de sus ejércitos personales a otras regiones. A favor de una nueva elección, la imposición progresiva de un fiel en el puesto de gobernador podía realizarse en contra del activo caudillo, ya entonces desprovisto de fuerza militar. Todo esto iba a la par con la disminución de la República en doce zonas militares, y éstas en jefaturas de armas que no pasaban de treintaCon la iglesia y el ejército no fue menos severo. Al ejercito lo controlo instalando otras fuerzas paramilitares que frecuentemente eran mas eficaces que el ejercito, eran las famosas Rurales Nacionales (creadas por Juárez pero fortalecidas con Díaz) tan temidas en ese entonces ya que se encargaban de la represión interna. También incremento el presupuesto militar, compro armamento moderno en Europa, y dio importantes puestos políticos a muchos jefes militares permitiéndoles entrar en la nomina“La estrategia de conciliación con la iglesia se lleva a cabo gracias a que no le pide obediencia y colaboración activa para su política; del mismo modo tampoco apoyo material y moral. Solamente espera de ella que desaliente las resistencias en nombre de la religión, que no de garantía moral a eventuales acciones políticas de los católicos como tales y, por último, que no se realicen los nombramientos eclesiásticos estimados inoportunos por parte del poder., Lo que Díaz ofrecía a cambio era la tolerancia a que la iglesia pudiera ejercer su papel espiritual en las trabas jurídicas impuestas contra ella por las leyes de reforma. Recibe a los obispos que visitan la ciudad de México, toma en cuenta sus recomendaciones, se informa a través de ellos del estado del país; los eclesiásticos desempeñaban el papel de una articulación informal entre un Estado y una sociedad heterogéneos. Nadie ponía trabas a su organización jerárquica., Los campesinos siempre desde la organización de México como país independiente (e inclusive antes de serlo) han sufrido las consecuencias de la llamada ola modernizadora. Durante el porfiriato no fue la excepción. Al igual que las comunidades indígenas se pretendía homogeneizar debido a que “para llegar al modelo ideal que tenían en la mente los estadistas e ideólogos más ambiciosos, era necesario impulsar transformaciones radicales. Una de las principales consistía acabar con la heterogeneidad racial y cultural que en México, como en otros países latinoamericanos, era vivida como un estigma, un defecto de la nación que debía ser superado cuanto antes si se quería progresar. Lo sufrieron con los liberales, la expropiación de tierras, y con el porfiriato no falto la represión, a pequeños grupos especialmente del norte, que intentaban defender o recuperar las tierras que les habían quitado. Las rebeliones que sucedieron fueron aplastadas rápida y fácilmente ya que nunca trascendieron del ámbito localLa conciliación fue poca y la represión mucha. A los indígenas propietarios comunales , el general Díaz los ha mantenido quietos retardando la división de sus pueblos, ayudándoles a defender éstos, escuchando sus quejas y representaciones contra los hacendados, contra los gobernadores, etc. Porfirio Díaz conocía demasiado bien al México rural para ignorar cuál podía ser el apego de los pueblos a su existencia en tanto que tales y para no poner freno al proceso de su destrucción. “Agreguemos que el compromiso implícito con los pueblos se veía reforzado por la paz y por el compromiso religioso. Por un lado, muchos ataques arbitrarios contra las tierras de los pueblos no podían hacerse más que a la sombra de los disturbios y de la anarquía; por otro lado, la paz religiosa hacía desaparecer una notable fuente de descontento rural, en la medida en que permitía la expresión de creencias y de formas de sociabilidad a las cuales las comunidades campesinas estaban profundamente apegadas. Cuando se examinan los levantamientos rurales durante el porfiriato, sorprende su escaso número antes de los primeros años del siglo XX. Casi no se pueden citar más que aquellos que se produjeron en los primeros años del régimen (los de Tepic, San Luis Potosí, Huasteca o Puebla-Tlaxcala) y estos aparecen, más bien, como una prolongación de conflictos mas antiguos. Como en muchos levantamientos sociales, el plan de los insurrectos tiene una clara tonalidad religiosa, problemas de representación de los indios en ámbitos gubernamentales, pero de los mas importantes, el de la personalidad jurídica de la comunidad, los pueblos son una persona colectiva y activa que solo pide que se le reconozca como tal; ello equivalía al reconocimiento del pueblo, con sus autoridades políticas locales y tradicionales. El recurso a los tribunales, con todas las lentitudes y las posibilidades de intervención del ejecutivo ante ellos, supone la suspensión o la dilución en el tiempo del conflicto. Aseguraba, durante largos periodos la paz en el campo. Pero esto solo retrazó y lo que ocasionó indudablemente fue la explosión total y el rompimiento de la hegemonía y la Pax porfiriana en 1910. Lo que sostenía a la hegemonía en el periodo del porfiriato (especialmente de 1876-1900) fue la conciliación por que en ella se reflejan los marcos legales instituidos como convencionales de la forma de dominación, ocasionando solo el letargo de los problemas y de las verdaderas carencias del régimen de Díaz. Es verdad que existía una paz y un orden en este periodo pero también es verdad que los lazos con los grupos subalternos se fueron tensando cada vez más hasta separarse. Díaz camino sobre una cuerda floja. El marco de lo discursivo se acorto generando solo una ilusión de paz para estallar y romper en el movimiento armado de 1910 donde los subalternos lograron manifestar su discurso oculto. A lo largo de este trabajo, se han explicado los métodos porfirianos para mantener una hegemonía, han quedado de manifiesto que si bien no hubo las revueltas esperadas, la resistencia se manifestaba de otra manera. Un ejemplo de esto son los indios yaquis, los campesinos en el centro y el sur de México, Julio López en Chalco; Francisco Islas y Manuel Domínguez, en Hidalgo; Agustina Gómez Chechep, Julio Zarate; etc. Pero hay unos límites que la clase dominante no puede sobrepasar y en los cuales las clases subalternas se refugian y resisten: la dignidad. Pueden decirles que hacer y que no, peor no pueden obligarlos a pensar lo que ellos quieren. No pueden traspasar a la intimidad del indígena, del campesino y arrancarle sus raíces por el simple hecho de que no tienen el poder de los de arriba. Los subalternos encontraran nuevas formas de resistencia mientras puedan respirar los aires e la libertad que la vida les otorga por el simple hecho de existir. Francisco Pimentel, como tantos otros hombres ilustrados, encontró dos Méxicos: “uno habla castellano y francés, el otro tenia mas de cien idiomas; el primero era de tez blanca, católico e indiferente; el segundo, oscuro de piel e idolatra. Hallo dos pueblos diferentes en el mismo territorio; pero, lo que es peor, dos pueblos hasta cierto punto enemigos. Los unos buscando intentando la modernización, la pacificación, la unión, los otros pidiendo que se les respeten sus derechos originarios por haber nacido en la misma tierra que ellos. Las reglas fueron, “o te sometes o te someto”. Prometió estudiar sus quejas si deponían las armas pero una vez desarmados ordeno disparar contra ellos. El marco estaba establecido: antes que nada pacificación y orden; enseguida, progreso económico, y por ultimo, libertades políticas siempre y cuando fueran compatibles con las ideas de disciplina y desarrollo.