Res 172.F° 149-152.L°6 - Poder Judicial de la Provincia de

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Res. N° 172. F° 149/152. L° 6.
AUTO DE PROCESAMIENTO. APELACIÓN. CARÁCTER PROVISORIO Y NO
VINCULANTE.
ELEMENTOS
DE
CONVICCIÓN.
CIRCUNSTANCIAS
FÁCTICAS DE ATRIBUCIÓN DE RESPONSABILIDAD PENAL.
///ta Fe, 16 de octubre de 2008.VISTOS: Estos caratulados “G., F. J. S/ RECURSO
APELACIÓN PROCESAMIENTO” (Expte. N° 460 - Año 2008) de los
que,
RESULTA: Contra la resolución de fecha 30 de mayo de 2008,
dictada por el señor Juez de Primera Instancia de Distrito en lo Penal de
Instrucción de la Segunda Nominación de esta ciudad, que procesa a F. J. G.
como autor penalmente responsable de los delitos de Homicidio y Lesiones
leves en riña (arts. 95 y 96 del Código Penal); interpone recurso de apelación
el imputado (fs. 239 de los autos principales).A fojas 9 de éstos autos, expresa agravios la señora Defensora
General de Cámaras, doctora Silvia Siri de Zingaretti. Entiende que el material
probatorio reunido no es suficiente como para tener por acreditada la probable
autoría de F. J. G. en el hecho investigado y la consecuente responsabilidad
penal que le cabe por el mismo. Que tampoco se vislumbra el móvil que
pudiera haber llevado a G. a cometerlo. Se agravia en la medida de que el acto
impugnado toma como referencia las declaraciones de C., G. y A.. Dice que
sólo el primero vio lo sucedido, no así los demás, ya que solo se remiten a
repetir lo que C. informó. Además, considera que el testimonio de este último
es dudoso ya que, por la ubicación que tenía al momento de producirse la
gresca, la visión no era buena, había escasa visibilidad sobre el sitio y
personas y que además, existe un puente peatonal en la planta alta -lugar
donde estaba C.-, que impediría la correcta visibilidad hacia la planta baja
donde se produjo el revuelo.Corrido traslado al señor Fiscal de Cámaras, doctor Miguel Ángel
Molinari, lo contesta a fojas 12 solicitando la confirmación del fallo recurrido
por entender que a esta altura de la investigación y dentro de los extremos que
marca la norma procesal aplicable, de probabilidad y provisoriedad del auto de
procesamiento, son suficientes los elementos reunidos para estimar que el
imputado tuvo intervención como autor o partícipe en el hecho que se le
imputa y por tanto responsabilidad penal por el mismo. Y,
CONSIDERANDO: Como se puntualizara en numerosos casos
anteriores, en nuestro ordenamiento ritual el procesamiento importa una
declaración de mérito instructorio, de carácter provisorio y no vinculante,
cuyo presupuesto lo constituye la existencia de suficientes elementos de
convicción para estimar que se cometió un delito, en el cual el imputado pudo
tener responsabilidad penal (arts. 325 y 498 del Cód. Proc. Penal).Atendiendo a las pautas señaladas y conforme el plexo probatorio
colectado en autos, estima el Tribunal que aparece razonable en este estado de
la causa dar respaldo al pronunciamiento del Juez “a quo” venido en revisión.En efecto, surge de la lectura de las actuaciones, que en fecha 4
de marzo del corriente año, en el pabellón 2 Planta Baja de la Unidad I de
Coronda, se produjo una gresca que arrojó como resultado la muerte del
interno L. M. y las lesiones de G. L., C. N., J. G., G. V. e I. E. R.. Las
circunstancias en las que se produjeron los hechos surgen de las declaraciones
de los agentes penitenciarios M. A. C. (fs. 206 de los autos principales), M. G.
(fs. 207) y C. E. A. (fs. 218), así como de las declaraciones indagatorias de los
propios imputados.El primero de los nombrados manifiesta que se encontraba
desempeñando sus funciones como auxiliar celador en la planta alta, que el
hecho ocurrió en el sector central del pabellón, en la planta baja, y por ello
pudo divisar lo acontecido. Relata que vio a A. y R. trabandose con M., que
luego identificó a M., a L., a F. y a Z. que, portando elementos punzocortantes
estaban por meterse en la lucha. Además, dice que había otros internos que no
puede identificar, pero a los que luego se les constataron lesiones, y resultaron
ser L., N., G., V. y R.. Que fue un tumulto, que “era todos contra todos”, no
pudiendo precisar quien de todos ellos dio muerte a M..Por su parte, el empleado penitenciario, M. G., si bien manifiesta
que C. es quien le informa los pormenores de lo ocurrido, alcanzó a ver el
incidente violento y fue a dar aviso a la jefatura de vigilancia.Son coincidentes las manifestaciones del Subjefe ayudante del
módulo Sur, C. E. A., en cuanto a que expresa que si bien no estuvo en el
lugar en el momento en que precisamente acaecieron, sí fue anoticiado,
primero verbalmente y luego en forma escrita, por G.. Que al comunicarsele
que se estaba produciendo la gresca, concurrió al lugar, donde los internos
corrían de un lugar a otro, y dos de ellos, M. y L., traían en andas a M.. Que la
pelea ya había terminado y los internos limpiaban el lugar, escondiendo los
elementos con que produjeron las lesiones.Por su parte, la inspección ocular preventora de fojas 19/20 y las
fotografías agregadas a los principales, dan cuenta de la existencia de manchas
de sangre en el pabellón II especialmente en las celdas 238, 240, 242, 299 y en
la escalera que conduce a la planta alta. También las fotografías mencionadas
muestran los elementos metálicos secuestrados por personal penitenciario en
la requisa efectuada.Asimismo, de la autopsia de fojas 185/186 surge que la muerte
del interno M. se produjo por “acción combinada de shock hipovolémico y
cardiogénico provocado por lesiones secundarias a herida punzocortante de
arma blanca”.Acerca de la objeción de la defensa sobre el testimonio de C., más
allá de que el mismo manifiesta la escasa visibilidad por la existencia
fundamentalmente del puente peatonal y del televisor del pabellón, no es
menos cierto que es concreto al afirmar que desde donde estaba divisó en
primer lugar a R., A. y M., como iniciando la lucha. Es más, en su declaración
de fojas 25/27, ratificada a fojas 206, ante el Juez de Instrucción actuante, da
cuenta de los elementos con los que contaban los intervinentes en la misma,
“M. L., el cual portaba un elemento punzante en su mano derecha y comienza
a agredirse con sus iguales R. I. y A. E., siendo que R. también portaba en su
mano un elemento punzante, mientras que A. tenía una lanza y una silla en la
otra mano”. Incluso, a fojas 27 describe como estaban vestidos R., A. y M., y
también reconoce que los elementos punzantes encontrados en las requisas del
pabellón tenían similares características a los utilizados por los reclusos en la
pelea. También es contundente cuando afirma que cuando R. y A. se traban en
lucha con M., éste va retrocediendo hasta que tropieza con la cámara séptica y
se cae, circunstancia aprovechada por los otros para agredirlo, momento en
que el resto de los internos se suman a la gresca.Por otra parte, si tenemos en cuenta la fotografía agregada a fojas
116, que muestra una toma desde el fondo del pabellón hacia la guardia,
podemos claramente observar que desde donde se vislumbra la figura del
guardia, se ve perfectamente la zona central del fondo del pabellón, donde
acontecieron los hechos.También la fotografía de fojas 119 da cuenta de ello, en tanto que
se puede apreciar que desde la guardia del piso superior se ve hasta el final del
pabellón de planta baja y que el pasillo central solamente obstaculiza la visión
de la escalera que se encuentra al fondo del mismo.Esta última toma es sumamente relevante por cuanto se aprecia
que el tragaluz que existe sobre la zona donde aproximadamente ocurrió la
pelea provee de iluminación al sector, lo que posibilitó, evidentemente, que C.
pudiera ver lo ocurrido.Con lo dicho, aparece a esta altura de la investigación como
trascendente la declaración del testigo ocular de los acontecimientos. Las
manifestaciones vertidas por C. resultan concretas y objetivas, relata lo que
vio aclarando, asimismo, lo que no pudo ver con suficiente claridad, y denota
una permanente atención a lo sucedido pues en ningún momento abandonó su
lugar de guardia, es más, dio inmediato aviso a sus superiores, sin dejar de
observar lo que ocurría.Por tanto, carecen de entidad suficiente como para conmover un
resolución provisoria como la que nos ocupa, la objeción formulada respecto
de los testimonios de A. y G. que “solo” repitieron lo que C. les contó, ya que,
por el contrario, sus testimonios relatan exclusivamente lo que realmente
vieron, aclarándolo en todo momento. Inclusive A. a fojas 218 es quien relata
que los internos M. y L. lo traían en andas desde su celda a M., por lo que este
agravio también debe desecharse.En cuanto a la motivación que pudiera tener G. para matar a M.,
las heridas que le fueron constatadas al mismo el día del hecho, con una
diferencia horaria de 3hs. 30´según el informe de fs. 16, que dan cuenta de
“leves escoriaciones longitudinales en muslo izquierdo”, producidas por
“elemento con filo”, hacen caer la excusa del imputado, quien manifiesta en su
indagatoria de fs. 215 que se las habría hecho jugando al fútbol. Por lo tanto,
resulta intrascendente, a esta altura de lo actuado, conocer el móvil que
pudiera haber tenido G., ya que las heridas sufridas hacen presumir con un
alto grado de probabilidad la participación de mismo en la gresca analizada.Finalmente, bueno es recordar que la figura endilgada requiere
que la muerte y las lesiones hayan ocurrido en una “riña”. Esto es “ataque y
defensa como actividades de todos los intervinientes” que se ejerce entre tres
personas por lo menos, sin que pueda precisarse la autoría de los resultados
típicos, esto es, del homicidio o de las lesiones. La responsabilidad penal por
los resultados requiere, entonces: a) existencia de una riña o agresión entre
tres personas por lo menos; b) que los resultados procedan de las violencias
ejercidas en esas circunstancias; c) que no se pueda determinar con certeza
quienes fueron, de los intervinientes en la riña o agresión, los que causaren
tales resultados; d) que se trate de intervinientes en la riña o agresión que
hayan ejercido violencia sobre el sujeto pasivo. (CREUS, Carlos; “Derecho
Penal -Parte especial-“, t. I -“La Riña y la agresión indiferenciada en el
Derecho Penal Argentino”-, Astrea, pág. 93).Además, y como expresamente lo contempla el artículo 95 del
Código Penal, “se tendrá como autores a todos los que ejercieron esa
violencia sobre la persona del ofendido”. Esto ha permitido afirmar que se ha
consagrado una verdadera presunción de autoría. Pero, esa “presunción”
únicamente es formulable apoyándose en la certeza de los demás elementos
típicos (intervención en la riña, ejercicio de la violencia, causalidad entre las
violencias desplegadas en la riña y resultado producido) que sólo puede
plantearse cuando falte la certeza de la autoría respecto de algún o algunos de
los intervinientes en la riña. (aut. y op cit. pág. 94 vto).En suma, y con la provisoriedad ínsita en este tipo de
pronunciamientos, habida cuenta de las circunstancias fácticas relatadas y el
encuadramiento jurídico atribuido al hecho y a la intervención que al
imputado le podría caber, esta Sala Tercera de la Cámara de Apelación en lo
Penal, integrada,
RESUELVE: Confirmar la resolución apelada.Insértese el original, agréguese duplicado, hágase saber y bajen.-
SUÁREZ
RONDINA
REYES
Gaido
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