“Se durmió el nene…” Los peatones y automovilistas cuando ven a nuestros niños y niñas en la sillita trasera de la bici suelen saludarnos con sonrisas, un poco de empatía y mucho de ternura. También es cierto que en algunos casos hemos sentido que esas muestras incluyen un poco de susto al vernos pedalear con las y los hijos a bordo. Pero nada se compara a la reacción que produce entre los ocasionales transeúntes ver a los chicos durmiendo en la sillita mientras pedaleamos. Al verlos soñando muchos nos increpan alarmados “señor, señor, cuidado…que se le durmió el pibe”. Otros nos avisan del encuentro con Morfeo sacando los brazos o la cabeza por fuera de la ventanilla del automóvil, casi desesperados, sin percibir el riesgo que ellos mismos corren al hacerlo. Mi mujer sostiene que es esperable que los vecinos se escandalicen cuando ven a un niño profundamente dormido en la silla trasera de la bicicleta. Quizás ellos no pueden imaginarse que el sueño del niño sea muy placentero a bordo mientras la brisita del viento y el rodar los acuna. Tampoco se representan que el que pedalea está irremediablemente despierto y atento y que eso es todo lo que realmente importa (nota del autor: una de las ventajas de la bici para la convivencia vial es que es imposible que su conductor se quede dormido arriba de ella). Es cierto que la niñez dormida en la sillita a veces toma formas que el más diestro contorsionista hindú envidiaría. Sus cabezas y brazos relajados - aunque no tanto como para soltar el chupetín - pueden generar una falsa imagen de vulnerabilidad. Sin embargo, nada más lejano a esa impresión, sobre todo si tenemos en cuenta las recomendaciones que te proponemos para andar y soñar más tranquilos: ● Siempre con casco. No lo dudes, no sólo lo estas protegiendo frente al tránsito, sino que frente una simple mala maniobra con la bici detenida. ● Ajusta bien las correas de la sillita. Tomate un tiempo para revisar los precintos, que el sistema trabe bien y que ellos vayan cómodos y se puedan relajar. Como la bici es un poco más sensible a la textura del camino que otros vehículos, no te olvides de ir verificando en los semáforos el ajuste correcto. ● No estás en el Tour de France. No te entusiasmes con la velocidad que no hay apuro. La bici con tu niño o niña tiene un rango de frenado muy distinto. Además, si frenas fuerte, lo vas a despertar. ● Sé visible. Te recomendamos usar luces y poner un chaleco o triángulo reflectante que cubra a la silla y a ellos. ● No pases “finito” y circula por la izquierda a un metro y medio de todos los autos. Es mejor que las abuelas se babeen con la belleza de tu hijo dormido desde esa distancia. Atendiendo estos consejos no hay por qué preocuparse del qué dirán, ni mucho menos del sencillo y natural hecho de que nuestro niño se duerma a bordo de la bicicleta. Es que al contrario de lo que las vecinas creen, si tu hijo, nieto o sobrino se quedó dormido es porque que se siente cómodo, seguro y sin miedo. Y en eso, estamos seguros, consiste todo el trabajo de ser padres.