Locura por decreto Muñoz Marín anunció que había estado

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Locura por decreto
Muñoz Marín anunció que había estado considerando
indultar a Albizu “por razones de humanidad” y que finalmente
lo hizo decidirse una carta que le había cursado el 26 de
septiembre desde Buenos Aires su gran amigo José Figueres,
para entonces presidente electo de Costa Rica. Veamos a
continuación la carta que, según dijo Muñoz Marín, le envió
Figueres:
Buenos Aires
Septiembre 26, 1953
Señor Gobernador don Luis Muñoz Marín
San Juan, Puerto Rico
Estima do am igo y señor G obernado r:
Con todo respeto le escribo desde Buenos Aires para pe dirle
por humanidad y por las razones que a continuación daré que se
sirva conceder el indulto a Albizu Campos.
Yo estab a junto a usted en Pue rto Ric o cuando redactó su
cablegrama al Pres idente T ruma n, pidién dole la c onm utació n de la
pena de Osc ar Collazo. No se extrañe, pues, de que ahora me
permita sugerirle clemencia para Albizu.
De viaje por Sud América, encuentro que aún existe aquí
confusión sobre el status político de Puerto Rico. Hay gentes que
ven en Albizu Campos un luchador heroico, que se sacrifica por la
independencia de su patria.
Yo he vivido la democracia puertorriqueña y he respirado sus
libertades, que no son superadas en ning ún país de hab la española.
Conozco el régimen de libre determinación popular que impera, con
protección respetuosa para el pensamiento minoritario. Yo sé que
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Pedro Aponte Vázquez
el Estado Libre Asociado (nacido de un convenio con los Estados
Unidos y regido por un a Constitu ción que e l propio pueb lo se dio),
es una fórmula de convivencia que satisface los imperativos
económicos y espirituales de Puerto Rico.
He hablado con los dirigentes del Partido Independentista, que
luchan electoralmente por su tesis – disfrutando de toda garantía
democrática – arrastran a veces el 20% del electorado, y obtienen
representación proporcional en las Cámaras. Es evidente que si
algún día llegaren a tener mayoría, alcanzarían, como las Filipinas,
la separación absoluta de los Estados Unidos.
En cam bio el llamado Partido Nac ionalista, triste es decirlo, no
es sino una pequeña banda de alucinados , que prete nden “libertar”
a Puerto Rico m ediante atentado s terroristas . Su propio je fe, Albizu
Campos, sufre el más grave de los alucinamientos. Me he enterado
con pena do que el pobre hombre, anciano y enfermo, se cree
acosado por rayos atómicos misteriosos, cuya penetración evita,
según su lastimoso criterio, envolviendo su cuerpo en toallas
mojadas. ¡Es un caso de piedad!
Por esas razones, señor Gobe rnador, y para res petar e l criterio
de algunos latinoam ericanos poco informados, yo le ruego que
conceda el indulto al hombre que tan injustificadamente ha atentado
contra la vida valiosa de usted, y tan obstinadam ente ha irrespetado
la voluntad mayoritaria puertorriqueña.
Con mi afectuosa estimación,
José Figueres
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Muñoz Marín le dice en su “respuesta” al presidente
Figueres que indultó a Albizu inducido por su carta; que éste
disfrutará de todos sus derechos civiles como cualquier
puertorriqueño; se refiere a los Nacionalistas como “alucinados
terroristas” y de paso le echa tierra al caso del doctor Cornelius P. Rhoads, de quien el periódico La Democracia, de Luis
Muñoz Rivera, dijo con sobrada razón que era “merecedor de
la silla eléctrica”.46 Dice Muñoz Marín:
Señor don José Figueres,
Presidente Electo de Costa Rica.
Mi querido amigo:
Su carta me decide a lo que ya antes había meditado. He
concedido hoy el indulto a Pedro Albizu Campos, restituyéndole todos
los derechos civiles de que gozan los ciudadanos bajo Ia Constitución
del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, condicionado tan solo a
que no vuelva a atentar por el terrorismo de un puñado de fanáticos
contra las libres decisiones del pueblo de Puerto Rico en las urnas.
Tendrá, pues, pleno derecho a abogar por la forma de Iibertad política
que él ha propulsado infructuosamente frente a la solida opinión de
nuestro pueblo. Predicar cualquier ideal de libertad o de organización
social por medios democráticos pacíficos y respetuosos de la opinión
ajena, es firme derecho que, como usted sabe, ni siquiera se discute
en Puerto Rico; y Albizu lo ha disfrutando a plenitud en el pasado. A
usted, y a todos los líderes de Latinoamérica, de Asia, de todo el
mundo, que nos han visitado, les con sta Io ge nuino y lim pio que es el
proceso democrático en Puerto Rico.
Como su carta indica, usted sabe lo insignificante que es
numéricamente, y lo irreal que es políticamente el movimiento que ha
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dirigido ese patético ser human o que desde h ace veinte años viene
viviendo en un mundo cuya única realidad son las esporádicas balas
de sus alucinados terroristas.
En 1932 fu e el Part ido Nac ionalista de Albizu a las urnas por
primera y última vez. Obtuvo d iez mil votos (10,000) de un total de
trescientos ochenta y cinco mil (38 5,000). Desde e ntonces so declaró
enemigo de la urna electoral y la ataca con el asesinato y el terror.
Sus seguidore s en Pue rto Rico no llegan hoy a quinientos. Desde
entonces genera Ideas de c ontenido absurdo : ¡Hace veinte años
declaró que un médico norteamericano le había inyectado virus de
cáncer a miles de puertorriqueños!
Indulto a Albizu por su edad y por sentimiento de humanidad que
comparto con us ted. No es ni ha sido un preso polític o. En la
dem ocrac ia puertorriqueña no hay presos políticos. Hay violadores de
la ley juzgados y condenados por jurados de sus iguales en tribunales
constitucionales de justicia.
Puerto Rico ha escogido en libre determinación su forma de
libertad, determinando que sea en voluntaria asociación con Estados
Unidos como un Estado Libre, dentro de un común mercado libre y
una recípro ca ciud adaní a. Así lo ha escogido por enormes mayorías
en las urnas y en repetidas votaciones. No hay delito político en
nuestro Estado, salvo que así se llame a desata r la violencia pa ra
imped ir el uso de las urnas p or el pueblo. Preso político puede sir
quien, al negá rsele ileg almen te el rec urso a las urna s, recu rre a la
violenc ia y cae en el arresto. Difícilmente puede así clasificarse a
quien violentamente quiere negarle el recurso a las urnas a una libre
ciudadanía.
Con el testimon io de ml profunda a dmiración y afecto,
(fdo) Luis Muñoz Ma rín
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La supuesta carta de Figueres fue en aquel momento una
efectiva cortina de humo que ocultó el hecho de que el
Gobernador de la colonia había ido a la metrópoli a pedir
permiso para indultar a Albizu. Muñoz Marín hizo creer así que
había tomado la decisión independientemente, movido a ello
por la petición de su amigo; que había tomado la decisión él
solo, como gobernante libre y asociado. Se trataba, sin
embargo, de una treta más de Muñoz Marín y sus íntimos
colaboradores. Figueres no habla escrito carta alguna. La
“carta de Figueres” había sido redactada en Trujillo Alto por
Jorge Font Saldaña, José Trías Monge, Arturo Morales Carrión
y William J. Dorvillier, bajo la hábil dirección de Muñoz Marín.
Figueres se encontraba en viaje “de buena voluntad” por la
América Latina y se le envió el texto de la carta por cable de
modo que supiera el contenido de la petición que él no había
escrito y pudiera defenderse de las preguntas de la prensa.
La revelación de esta conspiración, a la que Muñoz Marín
sin escrúpulo alguno incorporó a su amigo Figueres, la hizo
nada menos que el propio periodista William J. Dorvillier a
modo de artículo de fondo y de graciosa anécdota, sin el
menor sonrojo, para el diario The San Juan Star en el año de
1979.47
A Albizu no le dio ninguna gracia lo que Muñoz Marín le
atribuyó a Figueres haber dicho sobre él y los Nacionalistas y
afirmó que el presidente electo de Costa Rica parecía estar
preparándose para convertir a esa hermana República en otro
“estado libre asociado”. Figueres había estado de visita en
Puerto Rico en julio del año anterior y Albizu dijo que los
yanquis tenían una máquina que les aplicaban a los mandata
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Dur ante una amena reunión como esta en su r esid encia en Trujillo Alto,
Muñoz Marín y sus íntim os colaboradores ya men cionados fabricaron la
carta que luego Muñoz Marín dijo qu e le h abía e scrito J osé F iguere s. Aqu í,
en el ord en ac ostum brad o, Muñ oz, T rías, y el historiador Arturo Morales
Carrión. (Fundación Luis M uño z Mar ín, Sec ción V , Serie: V iajes, C arpe ta
28).
rios extranjeros para hacerlos imbéciles, lo cual explicaba el
porqué Figueres se había convertido en “idiota” y “se pasa[ba]
por ahí diciendo imbecilidades”.48
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