La disolución del sistema de composición musical tonal, y sus puntos de contacto con el desarrollo histórico de occidente Diciembre de 2000 Primera Parte: Génesis del sistema tonal 1. Introducción ¿Dentro del mismo contexto histórico que conocemos, podría haber sido otra la suerte del sistema tonal? ¿Hubieran sido posibles diez siglos de monodía, cinco siglos de polifonía modal, tres siglos de música barroca, dos siglos y medio de clasicismo, o un romanticismo eterno? . La aparición y disolución del sistema tonal está íntimamente ligada a los acontecimientos históricos de occidente, su evolución e involución. La música supo acompañar la historia de los complejos cambios impulsados y padecidos por la humanidad. Mudó de oficio y de suerte, pasando de la liturgia a la corte, de la corte al salón y del salón al gueto de las vanguardias. Su valoración cultural se modificó en función de su evolución y cambios de ámbito. Pero su hegemonía se mantuvo por espacio de tres siglos. La receta fue sencilla: un sistema armónico claramente establecido, con difusión y aceptación masiva. Y el poder de la tradición acumulada. ¿Qué ocurre si esa tradición compromete la renovación del sistema que le dio lugar cuando, desgastado, comienza a agotarse en sí mismo? Es que el sistema tonal encaró una curiosa transformación: con cada contribución tendiente a enriquecerlo y a mantener vigente su interés, los cimientos de su impresionante edificio se veían socavados. No obstante las grietas aportaban la belleza que el paso del tiempo agrega a los grandes monumentos. La edad le sentaba bien al sistema, y éste se volvía más sabio. Pero la otrora erguida torre de Pisa, se inclinaba más con cada nueva grieta, y los arquitectos de la música seguían construyendo sobre ella como podían, mientras se las ingeniaban para mantener de pie la pesada estructura. Finalmente los cimientos cedieron, y el sistema se vino al suelo a finales del siglo diecinueve. Una vez derrumbado el edificio, el compositor enfrentó la gran dicotomía: sucumbir ante las exigencias de la tradición y seguir adelante con los escombros del sistema, o emprender una construcción completamente nueva y distinta, de cara a una fuerte reacción contra las vanguardias. 2 2. En el principio Desde su nacimiento, la música cristiana fue una oración cantada que debía realizarse no de manera puramente material, sino con devoción. O como lo decía San Pablo: "cantando a Dios en vuestro corazón". El Texto era pues la razón de ser del Canto Gregoriano. En realidad el canto del texto se basaba en el principio de que, según San Agustín, "el que canta ora dos veces". El Canto Gregoriano jamás podría haberse entendido sin el texto, que tenía prelación sobre la melodía y le daba sentido. Por lo tanto, al interpretarlo, los cantores debían haber comprendido muy bien el sentido del texto. En consecuencia, cualquier impostación de voz de tipo operística en que se intentara el lucimiento de los intérpretes debía ser evitada. Es evidente que la música primitiva de occidente estaba doblemente sometida: en primer lugar, sometida estructuralmente al significado del texto; y en segundo lugar, sometida funcionalmente al ámbito de la liturgia. Su concepción era integralmente religiosa, desprovista de identidad propia y ego artítisco: los creadores y los intérpretes eran anónimos y el resultado musical era homogéneo e impersonal. Prevalecía un fuerte sentido de universalismo, apropiado y necesario para enfatizar el significado de los textos tomados de los Evangelios o del Viejo Testamento. Todos los hombres eran iguales ante Dios, y esta fuerte idea de unidad no era otra cosa que la monodía. El Canto Gregoriano es un ejemplo excelente de arte funcional y antítesis perfecta del concepto de obra de arte absoluta. Sin embargo, algunas apreciaciones acerca del carácter de los antiguos modos griegos dejan vislumbrar que, pese al reducido microclima artístico que podía desarrollarse en un ámbito litúrgico tan rígido, ya se perfilaban implicaciones afectivas que nutrirían los intentos rudimentarios de polifonía, magnificados en el contrapunto pretonal renacentista primero (pintura de la palabra) y en los primeros barrocos después (teoría de los afectos). Algunos autores han observado en cada modo, características específicas en cuanto al sentido expresivo que los describen. Esta cualidad se ha denominado el "ethos modal". Guido D'Arezzo escribe: "El primero es grave, el segundo triste, el tercero místico, el cuarto armonioso, el quinto alegre, el sexto devoto, el séptimo angélico, el octavo perfecto", y Adán de Fulda los comenta así: "El primer modo se presta a todo sentimiento, el segundo es apto para las cosas tristes, el tercero es vehemente, el cuarto tiene efectos tiernos, el quinto conviene a los alegres, el sexto a los de probada piedad, el séptimo pertenece a la juventud, el octavo a la sabiduría" 1. Ya vemos la opinión que tenían los antiguos sobre el octavo modo, columna vertebral del venidero sistema tonal y nuestra actual escala mayor. No hace falta mencionar que la aparición de la polifonía permitió que se comenzaran a sentar las bases del posterior sistema armónico. Sin embargo, tal vez sea interesante hacernos la siguiente 1 SUÑOL, Gregorio Ma. O.S.B., Método completo de Canto Gregoriano según la escuela de Solesmes, Monasterio de Monserrat, 1943. 2 3 pregunta: ¿hubiera sido posible la polifonía si la música monódica no hubiera trascendido el ámbito de la liturgia? La casi permanente existencia de un movimiento de músicos profanos que paralelamente utilizaban las mismas técnicas compositivas de la liturgia, debe haber permitido trasladar a la música las vivencias del hombre común que está más allá del ideal religioso: el hombre que confronta y disiente, el hombre que cree en su Dios, pero que a la larga se sabe solo. Retomando la idea de funcionalidad de la música, remarquemos que su importancia es clave para comprender la reacción a las vanguardias del siglo XX: tanto en el ámbito litúrgico primero, el cortesano más tarde y el doméstico después, la música acompañó la vida cotidiana del hombre y se adaptó a su bagaje cultural, su folclore y sus danzas. Más allá de cualquier discusión acerca de si la música expresa o debe expresar algo en concreto - de si es absoluta o no - es innegable que para el inconsciente y el oído del hombre común, la música es referencial, o autorreferencial si se quiere: tiene una significación inicial para quien la aprecia, o se la carga con una en particular. 3 4 3. La razón fundamental medieval se dividía en el elemental trivium y el más avanzado quadrivium. El trivium comprendía Gramática (que englobaba también el estudio de la literatura) Retórica (que también cubría el estudio del derecho) y Lógica o Dialéctica. El quadrivium comprendía Aritmética, Geometría (que englobaba Geografía e Historia natural), Astronomía (a la que a menudo se añadía Astrología) y Música, principalmente la referida a la eclesiástica. Y es entre las ciencias la astronomía, y más tarde la física, con quienes más analogías compartió la música. El pasaje del renacimiento al primer barroco musical y el inicio del establecimiento de una tónica, tienen abundantes puntos de contacto con los avances y descubrimientos astronómicos producidos en la misma época. Años más tarde, la consolidación del sistema tonal encuentra analogías con el surgimiento de la mecánica clásica. De hecho, en ambos procesos, pueden establecerse paralelos entre dos pares de personalidades contemporáneas y decisivas para los avances en cada disciplina: Claudio Monteverdi y Galileo Galilei por un lado; Jean Phillipe Rameau e Isaac Newton por el otro. Se ha dicho que la música va siempre a la zaga de las demás artes. Esta aseveración es parcialmente cierta: Lully, músico del barroco francés intermedio, trabajó durante algún tiempo en sus óperas con textos de Moliere, escritor perteneciente al clasicismo literario. La música estaba "atrasada" con respecto a las letras. Pese a ello, la música se ha mantenido siempre en fluido contacto con la ciencia, y de alguna manera ha seguido de cerca su evolución. Será que tal vez esté mal catalogada como arte, y en lugar de eso la música merezca considerarse una ciencia. Máxime si pensamos en la creciente utilización de abstracciones y artilugios técnicos que, a partir del año 1950, se emplean como recursos compositivos y que en alguna medida diluyen la idea de artesanado de la música. El currículo en la educación antigua y medieval estaba compuesto por Gramática, Lógica, Retórica, Geometría, Aritmética, Astronomía y Música. Estas eran las llamadas Artes Liberales (cuestiones utilizables para el desarrollo de la inteligencia y la excelencia moral), cuya distinción de las Artes Prácticas (aquellas meramente útiles o prácticas) se originó en Grecia debida a Platón y Aristóteles. La actividad académica Veamos el primer caso: Galileo Galilei, que vivió entre 1564 y 1642, fue el físico y astrónomo italiano que comenzó la revolución científica culminada en la obra del físico inglés Isaac Newton. Sus contribuciones más famosas fueron los descubrimientos de la física de las mediciones precisas, dentro de las cuales figuran las leyes que rigen 4 5 la caída de los cuerpos. Para la historia de la cultura, Galileo representa el símbolo de la lucha contra la autoridad y de la libertad en la investigación. En varias oportunidades debió enfrentar a La Inquisición, sospechado de hereje por contradecir los modelos aristotélicos, y algunos de sus escritos fueron parcialmente censurados o silenciados por completo. El padre de Galileo, Vincenzo Galilei, integrante de la camerata florentina liderada por el Conde Bardi, ocupó un lugar destacado en la revolución musical que supuso el paso de la polifonía medieval a la modulación armónica. Del mismo modo que Vincenzo consideraba que las teorías rígidas impedían la evolución hacia nuevas formas de música, su hijo mayor veía la teología física de Aristóteles como un freno a la investigación científica. Galileo pasó a dedicarse de la física especulativa a las mediciones precisas. Descubrió las leyes de la caída de los cuerpos y a partir de 1595 se inclinó por la teoría de Copérnico, que sostenía que la Tierra giraba alrededor del Sol, desechando el modelo de Aristóteles y Tolomeo en el que los planetas giraban alrededor de una Tierra estacionaria. La última obra de Galileo, Consideraciones y demostraciones matemáticas sobre dos ciencias nuevas, de 1638, abrió el camino que llevó a Newton a formular la ley de la gravitación universal. --------------------- · ----------------------durante muchos años, era adecuado para la composición de música religiosa; la seconda prattica, donde "las palabras son dueñas de la armonía, no esclavas", era más apropiada para los madrigales, composición en la que resultaba vital poder expresar las líneas emocionales del texto. El gran logro de Monteverdi como compositor de óperas fue combinar el cromatismo de la seconda prattica con el estilo vocal desarrollado por Jacopo Peri y Giulio Caccini: una línea vocal florida con un bajo armónico simple. Hablamos de un principio rudimentario de función armónica, basado en un prototipo del tan difundido bajo continuo barroco. El compositor italiano Claudio Monteverdi vivió entre 1567-1643, y fue la figura más importante de la transición entre la música renacentista y la barroca. El lenguaje armónico de este compositor ya había suscitado fuertes controversias. En 1600 el canónigo boloñés Giovanni Maria Artusi publicó un ensayo atacando, entre otros, dos de sus madrigales por sobrepasar los límites de la polifonía equilibrada, objetivo de la composición renacentista. Monteverdi se defendió en un escrito publicado en 1607, en el que argumentaba que, mientras el estilo antiguo, que él denominaba prima prattica y que había usado --------------------- · ----------------------De nuestra primera comparación surge que: 5 6 • la idea de tónica y la teoría heliocéntrica son contemporáneas. Ambas definen lo que será el eje de rotación de cada disciplina. • físico y músico luchan por emancipar el conocimiento de la censura religiosa. Ambos sufren críticas y persecuciones por su actitud liberadora. • tanto en la física como en la música, comienzan a dejarse de lado ciertos pragmatismos, y se pasa de una posición especulativa a otra más racional. Se tiende a estudios más precisos de las posibilidades de cada disciplina. • Galileo traza el camino que Newton seguirá hasta la formulación de la teoría de gravitación universal. Monteverdi hace aportes que contribuyen a la orientación tonal de la música. Ambos procesos confluirán en un pensamiento de causa y efecto. Ahora, brevemente, la segunda comparación: Isaac Newton vivió entre 1642 y 1727. El matemático y físico británico formuló las leyes del movimiento y dedujo a partir de ellas la ley de la gravitación universal. Con el método que él llamó de las fluxiones, Newton desarrolló en el otoño de 1666 lo que se conoce hoy como cálculo, un método nuevo y poderoso que situó a las matemáticas modernas por encima del nivel de la geometría griega. A partir de 1684 y por los dos años y medio siguientes, estableció la ciencia moderna de la dinámica. Formuló las tres leyes del movimiento, que aplicó a las de Kepler sobre movimiento orbital y dedujo la ley de la gravitación universal: a todos los cuerpos en el espacio y en la Tierra les afecta la fuerza llamada gravedad; los cuerpos se atraen recíprocamente con una intensidad que varía inversamente al cuadrado de su distancia. --------------------- · ----------------------El compositor francés Jean Philippe Rameau, que vivió entre 1683 y 1764, fue un eminente teórico musical. En 1722 escribió su Tratado de armonía, la obra que constituye la primera gran síntesis de la armonía y que sistematiza las prácticas armónicas de los 100 años anteriores a él y los conceptos teóricos codificados que han seguido siendo básicos para la armonía europea hasta 1900. Por primera vez aparece la idea de la inversión de los acordes (do-misol y mi-sol-do son el mismo acorde), concepto nuevo ya que se sabe que Bach pensaba como independientes a los acordes de sexta. 6 7 --------------------- · ----------------------De este segundo paralelo, anotamos: • cuadrado de la distancia; en música, la atracción entre las tonalidades disminuye a medida que aumenta la distancia que las separa dentro del círculo de quintas. Newton inicia la era de la mecánica clásica con su ley de gravitación, redondeando el trabajo de Galileo, Kepler y Copérnico. Rameau reúne las características del recientemente consolidado sistema tonal, que integra las características del contrapunto franco-flamenco con el nuevo desarrollo armónico, a la vez que revisa la centuria musical anterior. • Ambos hacen posible el estudio sistematizado de sus disciplinas. • Es notable la analogía entre la atracción gravitacional y tonal. En física, la fuerza de atracción de los cuerpos disminuye con el • 7 Se abre paso una nueva era de paradigmas: el paradigma newtoneano para los físicos, y el paradigma tonal para los músicos. Ambos se mantienen vigentes prácticamente por espacio del mismo tiempo (hasta principios del siglo XX). 8 Segunda parte: Romanticismo y disolución tonal 1. El alma romántica con la estructura simétrica de los estilos de Haydn y Mozart y termina en la forma orgánica auténticamente beethoveniana. El espíritu romántico y su particular conciencia desdichada, mezcla de exaltación y melancolía, se debate entre la instauración de la burguesía industrial y el desarrollo del capitalismo monopolista. En esta nueva sociedad capitalista de libre concurrencia, el artista se vuelve un artesano productor de mercancías específicas que ofrece a un mercado dentro del cual, se ve obligado a competir. Si bien es libre y ya no sirve a ningún aristócrata o corte, paga su independencia al costo de una perpetua inseguridad. En este ámbito, el artista romántico se desenvolverá entre la obsesión por lograr su estabilidad económica, y la rebeldía ante cualquier intento por someter su libertad creadora. Esta voluntad creadora le permite moldear un mundo hasta entonces amorfo. En el nuevo mundo romántico, objetividad y subjetividad entablan un diálogo permanente. El mismo Goethe, desde el clasicismo literario, se anticipa al romanticismo al rescatar valores como subjetividad, heroísmo y simbolismo. Estos serán el principal alimento de la voluntad creadora romántica, que pondrá especial énfasis en las potencias del inconsciente: la imaginación, los sueños, la locura y el suicidio (de alguna forma símbolo del martirio romántico inaugurado por Goethe en Werther ), que terminrán por Para Europa, el siglo XIX comienza con la Revolución Francesa en 1789 y queda marcado a fuego con su experiencia decisiva. El espíritu romántico se convierte en valuarte de la exaltación revolucionaria, que nacida republicana paradójicamente termina por consolidarse como Estado Burgués bajo el Imperio Napoleónico. Entonces la nueva clase capitalista se estabiliza dando comienzo al capitalismo de libre concurrencia, iniciado en Francia y extendido al resto de Europa Occidental. El signo de estos tiempos está constituido por el liberalismo en la economía, la república democráticaparlamentaria en política, y el positivismo en ciencia y filosofía. Pero la concepción que dominará el arte será la del Romanticismo. El ideal de Beethoven es un reflejo sintomático de la Revolución Francesa y de la época inmediata posterior. La guerra modifica decisivamente todo concepto anterior de conflicto, y esa transformación se hace sentir en la lógica y sobre las nuevas formas estéticas. La forma sonata mantiene notables puntos de contacto con esta nueva dimensión del conflicto. Beethoven mismo pasa del entusiasmo por la República Francesa al rechazo del Imperio Napoleónico. Y su obra, situada entre la transición del clasicismo vienés al romanticismo, sufre un proceso de desarrollo que comienza 8 9 propia del clasicismo. Para los románticos, el concepto se modifica: la imitación es por semejanza real y no mecánica. Es decir, la realidad es vista por medio de la apariencia. Este proceso de subjetivización de la realidad es la firma del romanticismo. Ahora, la belleza proviene de imitar las bellas irregularidades. En la búsqueda de estas irregularidades, el artista romántico enfrenta una permanente quimera por la originalidad, y es esa sed de originalidad la que lo lleva a no repetir lo frecuentado y lo ya previsible, y por lo tanto a innovar, modificar y condensar los procesos de variación tonal. conducir al artista a un estado de honda frustración. Ahora bien, ¿qué diferenció al ideal musical romántico del clásico, además del marco histórico y político, y cuáles fueron los factores impulsores de las transformaciones que debilitaron las implicaciones sintácticas del lenguaje tonal? Durante el clasicismo burgués, el concepto de imitación que las artes llevaban a cabo como medio de plasmar la naturaleza, respondía al antiguo ideal griego: simetría y repetición. La belleza provenía entonces de la regularidad simétrica. Esta búsqueda es evidente en la forma sonata desarrollada por Haydn y Mozart, caracterizada además por la fuerte polarización de tónica y dominante 9 10 2. El debilitamiento sintáctico Frecuentemente se afirma que de los diferentes factores que contribuyeron al debilitamiento de las relaciones sintácticas tonales, ninguna es tan importante como el uso intensivo del cromatismo. Pero hubo asimismo otras alternativas para alcanzar los mismos factores estéticos. Por ejemplo: • el uso creciente de las cadencias plagales (hasta entonces poco frecuentes en la música clásica) para enmascarar el cierre cadencial; • disminuciones marcadas de altura, textura o tempo que al llegar a una armonía de dominante debilitan la clausura cadencial, y el tono siguiente se comprende como comienzo de una frase nueva y no como cierre de la anterior; • cambios súbitos de alta a baja intensidad en una cadencia pueden lograr también que la tónica suene como nuevo comienzo. Ricercare de la Ofrenda Musical de Bach, la Introducción de la sonata Waldstein de Beethoven, y otras tantas. No obstante, ésto no implica afirmar que no hubo ningún tipo de conección entre estas tendencias. El debilitamiento de las relaciones sintácticas resultó en gran medida del desuso de las relaciones esenciales para la determinación de un centro tonal. La determinación de este centro tonal depende de la no uniformidad del repertorio de alturas empleados: el tonalismo es un sistema reticular jerárquico donde sus componentes están valorados en diferente grado de importancia funcional, y sólo así puede definirse un eje o tónica. Una completa uniformidad, por ejemplo un repertorio exclusivamente cromático, o uno de tonos enteros donde la ausencia de semitonos imposibilitaría la definición de un modo, no puede constituirse como base de la sintaxis tonal. De igual manera, ni una sucesión de dominantes secundarias ni una serie de acordes de sexta aumentada podría definir un centro tonal. Pero la uniformidad apoya valores y fines centrales a la ideología romántica, y justifica el continuo despliegue de procesos para acentuar la expresión mediante desvíos y la intensificación de la incertidumbre (compañera inseparable del artista romántico) con el uso de la ambigüedad tonal. Este conflicto entre las demandas de las El uso frecuente de cadencias deceptivas debilita el efecto de clausura, pero no por eso socava la tonalidad. Por el contrario, un signo inequívoco de disolución tonal es la ausencia de cadencias deceptivas, tal como aparece en Debussy. La armonía cromática no es por sí sola causa suficiente ni necesaria para el debilitamiento de la sintaxis tonal. Cromatización y sintaxis tonal fuerte no son incompatibles. Así lo testifican obras tales como el 10 11 relaciones sintácticas y las de la ideología, origina la especial cualidad expresiva de la música del período. La uniformidad creciente intensifica la movilidad. 11 12 3. El papel de la subdominante Una tendencia importante en la búsqueda por la intensificación de la uniformidad, lo constituye el alejamiento de la progresión de subdominante a dominante, que determina los centros tonales particulares. Según Leonard B. Meyer, la idea de que las armonías más importantes de la sintaxis tonal son la dominante y la tónica es tan equivocada como engañosa: una progresión de subdominante a dominante define sin ambigüedad un centro tonal específico, aparezca realmente o no la tónica de dicho centro; en cambio una progresión de dominante a tónica no difine un centro tonal unívoco, ya que puede ser interpretada como una progresión I – IV de otra tonalidad. Esta confusión ha enmascarado la importancia de los cambios en el uso de la subdominante en la historia de la música tonal. Más aun, la progresión subdominantedominante cayó en desuso precisamente por su poder para especificar un centro tonal, poder del que se había abusado durante el siglo XVIII y que elevaba a quintaescencia de lo convencional y obvio a la gastada progresión. Además, la clausura inequívoca que creaba era contraria a la valoración ideológica de la apertura. Pero por supuesto que las progresiones de subdominantedominante aparecen en la música del siglo XIX, sobre todo en la ópera italiana 2. Otro factor de debilitamiento sintáctico lo representan los ornamentos. Cuando estos esquemas superficiales repetidos tienen una sintaxis como la del siglo XVIII, su convencionalismo está reducido al mínimo. Pero cuando esa sintaxis se debilita, el convencionalismo se ve enfatizado. Durante el siglo XIX, el debilitamiento sintáctico también afectó el uso de estas figuras repetidas. No sólo se empleadoron menos, sino que cuando se los usó fue con una función distinta, al servicio de una suerte de coloración sonora o como modo de exhibir el virtuosismo del intérprete. Por dar un ejemplo, era común utilizar el sonido seis de la escala como apoyatura de una armonía de dominante. Si esta armonía incluía la séptima del acorde, la apoyatura se transformaba en novena del mismo, y junto con la quinta y séptima, formaba un complejo acústico comparable al de un acorde construido sobre el segundo grado de la escala (tal es el efecto que se percibe en los primeros acordes de la Sonata para violín y piano de Franck, compositor que por vez primera incorpora la novena como nota normal del acorde, abriendo paso al colorismo tímbrico del impresionismo). Por lo dicho, toda progresión desde la subdominante hacia dicho acorde (que por su parte la evoca) pierde fuerza sintáctica y ópera italiana. La primera ópera dodecafónica data recién de 1948 (El Prisionero, de Dallapiccolla). 2 Vale la pena destacar que, por ejemplo, el lenguaje atonal tardó bastante en llegar a la 12 13 capacidad de articulación. En general, toda acumulación de terceras que incrementa el número de notas comunes a los acordes sucesivos, debilita la sensación de progresión sintáctica. Por eso Debussy utilizaba acordes de novena y oncena para enfatizar la cualidad sensorial del sonido, al tiempo que debilitaba la implicación sintáctica. 13 14 4. Otros factores influyentes su duración, se incrementó a efectos de realzar su poder expresivo. Sin embargo, psicológicamente las notas largas se perciben como más importantes que las cortas, y pasan a ser más significativas para el oyente, tanto estructural como sintácticamente. Esta extensión temporal puede originar dudas respecto de que una nota en particular sea un ornamento o un componente funcional de la armonía, y la relación funcional entre las alturas se vuelve más ambigua. Esta paradoja está llevada hasta el límite del absurdo en el conocido acorde del Tristán de Wagner, el más famoso de todo el siglo XIX y que ha suscitado muy distintas interpretaciones en numerosos críticos y musicólogos. Los modos mayores y menores paralelos contrastan tanto en la música clásica como en la romántica. Pero la dirección y función de ese intercambio modal tiende a ser diferente. A lo largo del siglo XIX, los cambios, mayormente de menor a mayor, sirven para crear contraste sonoro: tras la conclusión en un modo la melodía se repite en el modo opuesto. Por otra parte, el cambio directo a menor a través del movimiento hacia una de las tríadas de la tonalidad imperante, sirve para comenzar un pasaje inestable. Los cambios de tonalidad a acordes sucesivos, por nota común más que por modulación gradual son más frecuentes en el siglo XIX que en el XVIII. Los cambios son impresionantes La gran mayoría de las innovaciones empleadas en la música del siglo XIX no consisten en la invención de nuevas armonías, sino en un cambio en la frecuencia de las progresiones existentes y el uso de otras nuevas. Estas a menudo toman la forma de una condensación, ya sea por la omisión de acordes anteriormente habituales o mediante la combinación de elementos de dos acordes distintos. Otra clase de condensación sucede cuando armonías con fuerte implicación funcional se continuan unas a otra directamente, sin que medien entre ellas sus resoluciones. Una serie de dominantes secundarias puede debilitar la orientación tonal, ya que el cromatsimo aumenta la uniformidad. Las dominantes secundarias y los acordes de quinta y sexta aumentada, lejos de favorecer la conclusividad formal, realzan la movilidad y el proceso, y fueron elegidos por los compositores románticos por la apertura que creaban. Estas estrategias que promueven procesos abiertos, son muy apreciadas por la ideología romántica ya que no perturban las relaciones sintácticas superficiales familiares y comprendidas por la élite igualitaria. Funcionan como una sustitución de las recurrencias tonales sin que el espectador se halle frente a algo desconocido. La prolongación de las notas ajenas al acorde, en particular las apoyaturas, también debilitó las relaciones sintácticas. Tanto la frecuencia de su empleo como 14 15 cuando las tonalidades están a distancia de tercera y en el mismo modo. Estas progresiones contravenían el movimiento armónico por quintas, básico para la sintaxis tonal. La elección de modulaciones por nota común mediante terceras mayores sin cambio de modo, puede relacionarse con una valoración del color armónico. En la sintaxis tonal es casi ineludible que en un moviento por terceras, si el acorde es mayor le seguirá otro menor. Cuando el acorde que sigue también es mayor, se lo percibe particularmente radiante (más aun si la tercera responsable del modo se encuentra en la melodía). Estas modulaciones se utilizaban no porque el compositor fuera incapaz de componer progresiones convencionales o estuviera apegado ciegamente a la innovación: el color armónico y la expresión del lirismo se habían transformado en valores demasiado importantes. 15 16 5. Conclusiones En síntesis, lo que resultó debilitado no fueron los principios de la sintaxis tonal, sino las relaciones sintácticas específicas empleadas por los compositores. Estos eligieron alternativas permitidas por las reglas de la tonalidad, ambiguas y no tan extraordinarias. Pero la capacidad de mando las relaciones sintácticas fuertes seguía en gran medida intacta: en obras tales como el Preludio a la siesta de un fauno, de Debussy, en donde las relaciones sintácticas están tan atenuadas que el movimiento direccional parece inexistente, una progresión de subdominantedominante-tónica se reconoce fácilmente como una progresión cadencial. 16 17 Tercera parte: Virvir sin tonalidad 1. El comienzo de una nueva era En el momento de morir, Franz Liszt dijo una sola palabra: Tristán. Una única palabra que, en realidad, encerraba un cosmos. Ese personaje, ese mito y el mito alrededor de esa ópera que llevó las leyes del romanticismo y de la tonalidad funcional hasta sus propios límites, tenía la fuerza de un símbolo. Era, en muchos sentidos, mucho más que un mero personaje o que la simple ópera con la que Richard Wagner había intentado cantarle a la eternidad del amor trágico (o a la tragedia del amor eterno). Tristán e Isolda, como El Arte de la Fuga de Bach, como la Novena Sinfonía de Beethoven, estaba llamada a ser aquello que representaba por sobre aquello que era. Con Tristán y las óperas restantes que componen su tetralogía, Wagner condensa y da cierre a los conceptos de melodía infinita y armonía errante: por un lado, una melodía no periodizada, carente de estructura cadencial y del típico esquema de antecedente y consecuente; por el otro, una armonía completamente desestabilizada que pasa rápidamente de una tonalidad a otra sin afirmar ninguna, con un importante uso de la enarmonía como herramienta modulatoria. Y, común a ambos planos, una generalizada cromatización. Desde el punto de vista temático, Wagner recupera el concepto de organicidad beethoveniana, tendencia abandonada por los románticos, a través del uso de pequeñas células melódico-interválicas, sus famosos leit motiv, que cargan con un significado específico como la muerte o el amor. Continuador de Wagner, Mahler lleva al extremo la disolución de la tónica en su Sinfonía Nº 10, que termina de escribir en 1910. Casi al mismo tiempo, un Schönberg que ya ha hecho sus propias experiencias de tonalidad emancipada con, por ejemplo, Noche transfigurada, está a punto de cambiar la historia y las reglas del juego cuando deje sin armar la clave del último movimiento de su Cuarteto de cuerda op. 10. 17 18 2. Modernismo, vanguardia y reacción mismo. Es de notar la increíble sincronización con que ambos paradigmas fueron establecidos y derrocados. Más tarde, las dos guerras mundiales, y sobre todo la segunda, dejan hondas huellas en el alma creadora y cambian por completo la lógica compositiva, en un intento por borrar la memoria musical de occidente. Todo este proceso de complejización y creciente abstracción del producto artístico, lleva a la inminente pérdida de funcionalidad de la obra de arte (el arte por el arte), y a un rechazo y antipatía más o menos generalizado de los sectores populares hacia las nuevas vanguardias artísticas. Como contrapartida a esta intelectualización obsesiva de la creación, aparecen movimientos opositores que se apoyan en la experimentación y el azar, surgidos sobre todo en norteamérica a partir del involuntario contacto con Japón, las filosofías zen y budista, producido durante la Segunda Guerra. Paradójicamente, toda esta parafernalia moderna convive con los escombros de las estéticas del siglo XIX, a su vez resistidas por los vanguardistas que condenan su anacronismo. El siglo XX musical ha sido llamado por algunos el siglo corto. Breve o no, para la historia de la música culta de occidente representa la centuria donde mayor cantidad de corrientes y estilos han convivido juntos, aunque muchas posturas estéticas hayan sido efímeras o abandonadas en poco tiempo. Las escuelas musicales del siglo XX de alguna manera continuan el ideal romántico del siglo XIX. De igual forma que sus antecesores, los músicos del siglo XX se ven envueltos en virulentos cambios políticos e históricos que los llevan a enfrentar una difícil tarea: la de empezar de nuevo. Este recomenzar tiene lugar al menos tres veces durante el siglo pasado. Ocurre por primera vez cuando los compositores se ven obligados a construir en el aire, ya sin la cómoda seguridad del sistema tonal, que se ha derrumbado casi al mismo tiempo que el imperio ruso. El mundo ya no será el mismo en esta nueva época que ha visto caer a dos de sus paradigmas más grandes: el de Newton y la mecánica clásica, superado por la formulación de la Teoría de la Relatividad, y el de la música tonal, debilitado y agotado en sí 18 19 3. Fade out ¿Cuál es la función del arte en el siglo XX? O en todo caso, si ya no podemos hablar de arte funcional, ¿cuál es su intención? Podría decirse que a la música le ha tocado perder más que a la plástica en esto de la evolución hacia el modernismo y las vanguardias. Será tal vez por un arraigo demasiado largo que vincula el folclore de las culturas occidentales con la tradicional tonal. Basta con recordar las escuelas nacionalistas de finales del siglo XIX, o las antiguas manifestaciones de música profana que utilizaban las mismas técnicas compositivas del ámbito litúrgico, pero fuera de él. En este punto, a partir del siglo XX se produce un despegue entre el lenguaje popular y el lenguaje académico de la música, separación que hasta hoy parece indeclinable. Además, la rápida imposición de los soportes de reproducción mecánica como lo son el disco, la radiodifusión y posteriormente la televisión, cambiaron la forma de recepción de la obra de arte, y fomentaron una tendencia inédita hasta entonces: el historicismo. Esta práctica del siglo XX tendiente a recuperar y difundir mayormente la música de los siglos XVII, XVIII y XIX, acrecentó las dificultades de llegada de los nuevos lenguajes y cambió las reglas del consumo, que en el pasado se había focalizado en la música de producción contemporánea. Más allá de su inspiración oriental o no, tal vez sea extensible a todos los lenguajes del siglo XX la problemática de recepción que John Cage enfrentó con su obra: la nueva estructuración de la música sugiere una escucha oriental, sin memoria ni interrelaciones, que choca con la constante obstinación occidental por querer entender formalmente la música. ¿Cabría que nos preguntemos para quién estamos componiendo música entonces? 2000 por Sebastián Madinaveitia - http://ar.geocities.com/resolanaweb - [email protected] 19