¿Qué tipo de oposición es la que debe desplegar la

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LATERCERA Domingo 27 de abril de 2014
FRENTE A FRENTE
¿Qué tipo de oposición es la que debe
desplegar la centroderecha?
Felipe Kast
Arturo Squella
Diputado independiente y
miembro de Evópoli
Diputado Unión Demócrata Independiente
Una de carácter
constructivo
Con un estilo audaz
S
ER UNA oposición constructiva es un problema de
fondo y no de forma. Para
lograr construir desde la
vereda opositora es contraproducente tanto la negación permanente de los méritos del oficialismo, como la pulsión “noventera”
de tender puentes en cada lugar
donde se vea la oportunidad de
sacarse una foto, dejando guardado
todo aquello que huela a idea o
proyecto de sociedad en beneficio
de la ganancia de corto plazo.
Por lo mismo, más que gritar a los
cuatro vientos que se busca hacer
una oposición constructiva, es mejor
promover una oposición centrada en
las ideas. Alejarse del oportunismo
asociado al entreguismo y dejar a un
lado el infantilismo de quienes prefieren juzgar y decir “no” sin
escuchar argumentos.
A Chile le urge un nuevo estilo de
hacer política, sin miedo a las ideas,
dejando atrás el clientelismo y el
populismo. Con vocación de mayoría
es necesario tomar en serio la batalla
cultural e ideológica, esa que se vive a
diario en el plano de las ideas.
En este nuevo ciclo, la cancha relevante volvió a ser la ideología, y por
lo mismo existe una gran oportunidad para promover la libertad
social como paradigma de justicia
social. Sin complejo, ponerla a competir con la nostalgia del Chile igualitarista que empuja con fuerza la
izquierda.
No es sano para el país que la
libertad social se reprima, terminando con la meritocracia en el
Instituto Nacional. Tampoco es
sano que se eliminen beneficios tributarios a las pymes, como pretende hacer la reforma tributaria al
eliminar el 14 bis y el 14 quáter. Y
sería muy triste para el anhelo
transversal de construir una
sociedad justa que la reforma educacional termine siendo un favor
político a los universitarios que
marchan, en lugar de una real
oportunidad para combatir la desigualdad brutal que existe en educación antes de los 10 años. La
libertad es efectiva sólo en la
medida en que ningún niño se nos
quede atrás.
En palabras sencillas, una fuerte
inversión de recursos humanos,
económicos y tecnológicos es necesaria, pero no da lo mismo dónde se
ubica ese esfuerzo. Al invertir fuertemente en la base, en los niños, se
busca equiparar las condiciones de
partida para que luego los proyectos individuales o familiares de
vida sean los que guíen las decisiones de estudio, trabajo o desarrollo, y que el esfuerzo pueda ser
reconocido y premiado sin que ello
implique una eterna reproducción
de privilegios heredados.
Por el contrario, cuando ese
esfuerzo se lleva a aquel espacio
donde las iniquidades de origen ya
hicieron su trabajo segregador, se
privilegia una alfombra de igualdad
bajo la cual se esconden las esquirlas
de la injusticia.
Estoy convencido de que Chile
comparte este sueño de justicia, y
nuestro deber como oposición es
poner el sueño por delante, con
convicción. Pero la convicción no
Más que gritar a los cuatro
vientos que se busca hacer
una oposición constructiva, es
mejor promover una oposición centrada en las ideas. A
Chile le urge un nuevo estilo
de hacer política, dejando
atrás el populismo.
En este nuevo ciclo, la cancha
relevante volvió a ser la
ideología, y por lo mismo existe
una gran oportunidad para
promover la libertad social como
paradigma de justicia social,
alejada del igualitarismo.
Estoy convencido de que Chile
comparte este sueño de
justicia, y nuestro deber como
oposición es poner el sueño por
delante, con convicción. Pero
la convicción no debe
confundirse con
conservadurismo.
debe confundirse con conservadurismo. No es cierto que todo
tiempo pasado fue mejor, y
aunque estoy convencido de que
la gran mayoría de los chilenos
está dispuesta a avanzar hacia
más justicia y no necesariamente
hacia una agenda de igualdad, lo
concreto es que las mayorías
quieren avanzar, no retroceder.
D
IGAMOS las cosas claramente: el gobierno tiene
todos los votos necesarios
para aprobar la gran mayoría de sus propuestas, por radicales que sean. Este escenario modifica la forma en que se redactan
los proyectos de ley: si antes el gobierno estaba acostumbrado a presentar proyectos “con el tejo pasado”, esperando que a través del
diálogo con la Alianza éstos se corrigieran, ahora ya no requiere llegar a ningún acuerdo con nosotros,
dado que cuenta con los votos de
sobra de la Nueva Mayoría. Dicho
de otro modo, si quieren subir el
sueldo mínimo a $ 500.000, tienen
los votos suficientes para hacerlo.
¿Cuál es el rol, entonces, que nos
corresponde como oposición? El
primero es mostrar un fuerte contraste entre las propuestas del gobierno y el ideario de libertad y justicia que tiene la Alianza. No podemos convertirnos en cómplices
pasivos de sus reformas y, de paso,
servir de chivos expiatorios cuando
éstas fracasen. En el ejemplo del
sueldo mínimo, tendrá que ser el
ministro Arenas el que explique por
qué no es posible lo solicitado.
Lo segundo, es que tenemos que
ser muy claros al explicar los efectos negativos de las propuestas de la
izquierda. Afortunadamente, en
esto no estamos solos. Son muchas
las voces que se alzan criticando la
propuesta de reforma tributaria y
hasta los mismos estudiantes han
desnudado las falencias de la reforma educacional, tanto así, que ahora el ministro Eyzaguirre aparece
cuestionado por “pisarse la cola”.
Lo tercero, es que tenemos que
ser capaces de levantar nuestras
propuestas. Aquí también quiero
ser claro: no podemos seguir ofreciendo una versión light de lo que
plantea la izquierda. Si ellos ofrecen matrimonio homosexual, nosotros ofrecemos AVP; si ellos suben los impuestos a 25%, nosotros
a 20%; ellos quieren eliminar la
Ley Antiterrorista, nosotros la morigeramos, etc. A los tímidos, les
recuerdo: somos minoría y no volveremos a ser mayoría si no somos
capaces de generar un proyecto
político diferente. Y eso se logra
con ideas propias.
Que no se piense que mi visión es
pesimista. Por el contrario, creo que
tenemos una oportunidad insuperable de trabajar estos cuatro años
en uno de los problemas endémicos
de nuestro sector: nuestra desdibujada identidad. El mayor éxito que
ha tenido la izquierda en Chile no
ha sido en las urnas, sino en el plano de las ideas. ¡Cómo no va a ser
un éxito para ellos que muchos en
la oposición parecieran pedir perdón por sus principios!
En este sentido, es fundamental
que los nuevos movimientos definan su línea editorial antes que
la comunicacional. Es evidente
que el que se licua en la indefinición es poco o nada lo que le
aporta al sector.
La invitación es, entonces, a ser
audaces, a no tener miedo de fijar
posiciones, a no temer expresar
nuestras ideas, a ser capaces de ar-
Debemos mostrar un
contraste entre las
propuestas del gobierno y el
ideario de libertad y justicia
que tiene la Alianza. No
podemos convertirnos en
cómplices de sus reformas y
servir de chivos expiatorios
cuando éstas fracasen.
Tenemos que ser capaces de
levantar nuestras propuestas.
Aquí también quiero ser claro:
no podemos seguir ofreciendo
una versión light de lo que
plantea la izquierda.
La invitación es a ser audaces, a
no tener miedo de fijar
posiciones, a no temer expresar
nuestras ideas, a ser capaces de
articularnos como sector para
redibujar nuestra identidad.
ticularnos como sector para redibujar nuestra identidad. No podemos dejarnos tentar por el populismo, sino que tenemos que tener
el coraje de explicar y convencer
por qué necesitamos un proyecto
político distinto. Sólo así quedarán
claras nuestras diferencias con la
izquierda y sólo así lograremos
que nuestros compatriotas nos den
la mayoría necesaria para volver a
ser gobierno.
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