ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Med Clin (Barc). 2010;134(2):70–71 www.elsevier.es/medicinaclinica Editorial Cardiotoxicidad por adriamicina: ¿existen alternativas eficaces para su prevención? Doxorubicin-induced cardiotoxicity: Are there effective alternatives for prevention? Miguel A. Canales Servicio de Hematologı́a, Hospital Universitario La Paz, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España Desde 1976, la administración de adriamicina junto con ciclofosfamida, vincristina y prednisona (CHOP, del inglés cyclophosphamide, hydroxyldaunomycin [doxorubicin], oncovin [vincristine], prednisone) ha sido la combinación de quimioterapia más ampliamente utilizada en el tratamiento de los linfomas no hodgkinianos1. Su eficacia está ampliamente contrastada2, pero la toxicidad cardı́aca, ya conocida desde su introducción, ha supuesto siempre un motivo de preocupación dentro de la comunidad cientı́fica. Además, los datos sobre cardiotoxicidad derivan de estudios observacionales, que lógicamente infraestiman la magnitud del problema, ya que no tienen en cuenta la reducción subclı́nica de la función cardı́aca3. Diversos estudios demuestran que el temor a la toxicidad cardı́aca es una de las principales razones por las que una proporción importante de pacientes no recibe la dosis adecuada de tratamiento4. Las manifestaciones subagudas o crónicas de la cardiotoxicidad se correlacionan tanto con el pico de concentración plasmática como con las dosis acumuladas de adriamicina, por lo que en la práctica habitual la mayorı́a de los clı́nicos limitan la dosis acumulada de adriamicina a 400–550 mg/m2. Sin embargo, un análisis reciente de 3 ensayos en fase III indica que la insuficiencia cardı́aca asociada a adriamicina puede aparecer a dosis más bajas (iguales o inferiores a 300 mg/m2) y con mayor frecuencia que la observada previamente5. Esto crea un dilema entre el empleo de dosis subóptimas de un fármaco de beneficio terapéutico demostrado y el riesgo de cardiotoxicidad. A pesar de los múltiples intentos por tratar de identificar los casos con mayor riesgo de desarrollar episodios cardı́acos, como los pacientes de edad avanzada, aquéllos con factores de riesgo cardiovascular (como hipertensión o diabetes) o los pacientes con cardiopatı́a previa, es difı́cil predecir qué pacientes presentan mayor riesgo de desarrollar esta complicación6. Por otro lado, el estudio de la función cardı́aca a menudo se limita a la revaluación tras finalizar el tratamiento, cuando es conocido que las alteraciones crónicas de la función cardı́aca aparecen semanas, meses e incluso años después de completar su administración. Por tanto, la prevención continúa siendo la principal herramienta en el control de la cardiopatı́a inducida por adriamicina. Véase contenido relacionado en DOI: 10.1016/j.medcli.2009.05.042 Correo electrónico: [email protected] De este modo, la cuestión más importante que se debe plantear es si se han desarrollado estrategias eficaces para evitar o disminuir la cardiotoxicidad de la adriamicina sin alterar su eficacia. Estas estrategias incluyen la reducción de la velocidad de infusión mediante su administración en infusión continua, la administración concomitante de agentes cardioprotectores o el empleo de análogos, como la epirrubicina, o antracenodionas, como la mitoxantrona. Sin embargo, todas estas estrategias han visto limitada su eficacia por diferentes motivos. La duración de la infusión de antraciclinas de 6 h o más reduce el riesgo de insuficiencia cardı́aca clı́nica, y posiblemente subclı́nica, sin interferir en su eficacia antitumoral, pero supone un problema logı́stico importante para la mayorı́a de los centros7. La administración de adriamicina en combinación con cardioprotectores debe considerarse cuidadosamente, puesto que, necesariamente, estos agentes deben ‘‘bloquear’’ el efecto cardiotóxico de la adriamicina sin intervenir en su eficacia ni añadir toxicidad. Diversos fármacos, como la vitamina E, el ácido ascórbico, la L-carnitina, la coenzima Q10, la N-acetilcisteı́na, la digoxina, el carvedilol, el enalapril, la desferoxamina o el probucol, se han evaluado, pero el mejor estudiado ha sido el dexrazosano (un agente antioxidante quelante de hierro). A pesar del posible beneficio a corto plazo, es cuestionable que la acción cardioprotectora se mantenga en la cardiopatı́a crónica. Además, el dexrazosano puede aumentar la toxicidad hematológica, y existen datos que apuntan a la interferencia con el efecto antitumoral de la adriamicina8. Por último, el empleo de mitoxantrona como parte del esquema CNOP (ciclofosfomida, mitoxantrona, vincristina, prednisona) se asocia repetidamente a resultados inferiores en comparación con CHOP9. Con el objetivo de mejorar su ı́ndice terapéutico, la adriamicina se ha encapsulado en liposomas, lo que altera la distribución tisular y la farmacocinética, especialmente en las formas pegiladas. Los liposomas no pueden abandonar el espacio vascular en tejidos sanos, como el miocardio o la mucosa gastrointestinal, mientras que su liberación aumenta en áreas donde el endotelio vascular está dañado, como el tejido tumoral. La pegilación, además, protege a los liposomas de la acción del sistema mononuclear fagocı́tico, lo que aumenta la vida media de la adriamicina10. La cuestión por resolver es si estas modificaciones farmacológicas mantienen la eficacia de la adriamicina y reducen su cardiotoxicidad. La eficacia de las formulaciones lipı́dicas de adriamicina en el tratamiento de los pacientes con linfoma como parte del esquema CHOP se ha establecido en diferentes estudios, incluyendo pacientes en recaı́da y 0025-7753/$ - see front matter & 2009 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2009.09.020 ARTICLE IN PRESS Documento descargado de http://www.elsevier.es el 19/11/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. M.A. Canales / Med Clin (Barc). 2010;134(2):70–71 en primera lı́nea, pacientes con antecedentes de cardiopatı́a o previamente tratados con antraciclinas y pacientes ‘‘frágiles’’ y de edad avanzada. También, en relación con su perfil de seguridad han demostrado su beneficio sobre la adriamicina convencional, quizá con la limitación del corto seguimiento de las series para confirmar la menor toxicidad cardı́aca a largo plazo10,11. Los ensayos clı́nicos aleatorizados son excelentes cuando se trata de establecer la eficacia de nuevas estrategias terapéuticas comparando el tratamiento experimental con el aceptado como estándar. Sin embargo, la eficacia de estos tratamientos en la práctica clı́nica habitual necesita a menudo confirmación, generalmente en el contexto de estudios observacionales, debido a los rigurosos criterios de inclusión de los ensayos clı́nicos, lo que hace también difı́cil generalizar los riesgos estimados del tratamiento. Además, la toxicidad a largo plazo es difı́cil de evaluar en ensayos clı́nicos debido a la necesidad de realizar el seguimiento durante años. Los estudios observacionales, con un diseño epidemiológico adecuado, permiten en esta situación caracterizar los riesgos y predecir la toxicidad tardı́a de los pacientes tratados en la práctica habitual. En este sentido, el estudio del grupo de Ribera publicado en este número de Medicina Clı́nica12 en 26 pacientes con linfomas no hodgkinianos de histologı́a agresiva con el esquema rituximab, ciclofosfamida, adriamicina liposomal no pegilada, vincristina y prednisona viene a confirmar la evidencia previa: el empleo de la formulación lipı́dica no tiene un efecto negativo sobre los resultados, pero disminuye la cardiotoxicidad inmediata asociada a la formulación tradicional. Evidentemente, el diseño del estudio, como bien señalan los autores, tiene sus limitaciones, pero ofrece una ‘‘fotografı́a’’ más exacta de la realidad clı́nica, en la que los pacientes con linfoma y riesgo de cardiopatı́a disponen de una opción terapéutica eficaz y segura, al menos a corto plazo. El seguimiento sistemático de estos pacientes es, por tanto, necesario para conocer a largo plazo la toxicidad cardı́aca de las nuevas formulaciones de adriamicina. 71 Bibliografı́a 1. McKelvey EM, Gottlieb JA, Wilson HE, Haut A, Talley RW, Stephens R, et al. Hydroxyldaunomycin (adriamycin) combination chemotherapy in malignant lymphoma. Cancer. 1976;38:1484–93. 2. Fisher RI, Gaynor ER, Dahlberg S, Oken MM, Grogan TM, Mize EM, et al. Comparison of a standard regimen (CHOP) with three intensive chemotherapy regimens for advanced non-Hodgkin’s lymphoma. N Engl J Med. 1993; 328:1002–6. 3. Ferreira AL, Matsubara LS, Matsubara BB. Anthracycline-induced cardiotoxicity. Cardiovasc Hematol Agents Med Chem. 2008;6:278–81. 4. Grann VR, Hershman D, Jacobson JS, Tsai WY, Wang J, McBride R, et al. Outcomes and diffusion of doxorubicin-based chemotherapy among elderly patients with aggressive non-Hodgkin lymphoma. Cancer. 2006;107: 1530–41. 5. Swain SM, Whaley FS, Ewer MS. Congestive heart failure in patients treated with doxorubicin: A retrospective analysis of three trials. Cancer. 2003;97:2869–79. 6. Hershman DL, McBride RB, Eisenberger A, Tsai WY, Grann VR, Jacobson JS. Doxorubicin, cardiac risk factors, and cardiac toxicity in elderly patients with diffuse B-cell non-Hodgkin’s lymphoma. J Clin Oncol. 2008;26: 3159–65. 7. Van Dalen EC, Van der Pal HJ, Caron HN, Kremer LC. Different dosage schedules for reducing cardiotoxicity in cancer patients receiving anthracycline chemotherapy. Cochrane Database Syst Rev. 2006:CD005008. 8. Van Dalen EC, Caron HN, Dickinson HO, Kremer LC. Cardioprotective interventions for cancer patients receiving anthracyclines. Cochrane Database Syst Rev. 2008:CD003917. 9. Magnus B, Tomas A, Anders A, Eva O. CNOP (mitoxantrone) chemotherapy is inferior to CHOP (doxorubicin) in the treatment of patients with aggressive non-Hodgkin lymphoma (meta-analysis). Eur J Haematol. 2008;80:477–82. 10. Rahman AM, Yusuf SW, Ewer MS. Anthracycline-induced cardiotoxicity and the cardiac-sparing effect of liposomal formulation. Int J Nanomedicine. 2007; 2:567–83. 11. Visani G, Isidori A. Nonpegylated liposomal doxorubicin in the treatment of B-cell non-Hodgkin’s lymphoma: Where we stand. Expert Rev Anticancer Ther. 2009;9:357–63. 12. Moreno M, Sancho JM, Gardella S, Coll R, Garcı́a O, Gallardo D, et al. Doxorubicina liposomal no pegilada en combinación con ciclofosfamida, vincristina, prednisona y rituximab en el tratamiento de linfomas no hodgkinianos: estudio de 26 pacientes. Med Clin (Barc). 2009 doi: 10.1016/j. medcli.2009.05.042.