El arte de Ai Weiwei se redime en China

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RR En su primera exposición individual en China, Weiwei reconstruyó, dividido en dos galerías, un Templo de la Dinastía Ming, de 400 años de antigüedad. FOTO: EFE
El arte de
Ai Weiwei se
redime en China
El artista disidente que fue arrestado en 2011,
obligado a entregar su pasaporte e impedido de
exhibir su obra en el país, se reencuentra ahora con
su público en dos muestras simultáneas en Beijing.
Denisse Espinoza
En los últimos cuatro años Ai
Weiwei (1957) se ha vuelto experto en hacer arte a distancia.
A través de modelos computacionales en 3D, entrevistas por
Skype y un equipo de curadores y asistentes, el artista chino más internacional ha logrado armar grandes exposiciones en todo el mundo sin
salir de su país ni estar presente en sus inauguraciones. Claro que su confinamiento no
ha sido voluntario.
En la última década, Weiwei
se ha convertido en enemigo
declarado del gobierno chino,
el que decidió quitarle su pasaporte en 2011, luego de arrestarlo en el Aeropuerto de Beijing y llevarlo a un lugar desconocido donde estuvo 81 días
preso. Luego se sabría que el
artista tenía cargos por evasión
de impuestos por su productora Beijing Capital Internatio-
nal, delito que nunca fue comprobado del todo y que no impidió que la comunidad artística internacional se pronunciará a favor del artista, desde
los directores del MoMA de
Nueva York y la Tate de Londres hasta el escultor Anish
Kapoor y la cantante Joan
Báez. Aunque más tarde fue liberado, permaneció con arresto domiciliario, se le quitó el
pasaporte y se le impidió exhibir su obra dentro del país.
Hasta ahora.
El fin de semana recién pasado, Ai Weiwei inauguró por
partida doble su primera
muestra individual en China,
en la Galleria Continua y en el
Tang Contemporary Art Center, ambos ubicados en el distrito Art 798 de Beijing, un área
que reúne la mayor parte de los
talleres de artistas, tiendas y
centros de arte. El sábado por
la tarde se realizó la inauguración, a la que asistió gran can-
tidad de público, entre turistas,
aficionados y artistas, y lo más
importante: contó con la presencia del propio Weiwei.
Vestido con una camisa verde musgo, short beige y alpargatas negras, el artista accedió a tomarse todas las selfies y firmar todos los
autógrafos que le pidieron.
También habló. “Es sorprendente, se siente diferente”, le
dijo escuetamente al diario
The New York Times.
Eso sí, la muestra titulada
simplemente Ai Weiwei puede resultar decepcionante para
algunos, ya que al contrario de
lo que podría esperarse, no
contiene ninguno de los comentarios políticos que el artista ha realizado en sus últimas exposiciones: en 2014,
cuando de forma inédita expuso en la cárcel de Alcatraz, en
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