EN EL TRIUNFO DE CRISTO 2Co 2:14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. 2Co 2:15 Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; 2Co 2:16 a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente? Un desfile triunfal La ciudad se engalanaba, los adornos colgaban a lado y lado de las calles principales. No era un evento común. Algunos tendrían solo una oportunidad en la vida para verlo, por eso todo el mundo hablaba de ello; la valentía de un gran general le había otorgado la victoria en tierras lejanas. Roma tenía tantos enemigos y los generales fieles al emperador estaban dispuestos a dar la vida para impedir que los rebeldes hicieran tambalear el imperio. Este general había luchado arduamente, soportó los temporales, fue paciente y cuando llegó el momento oportuno desplegó todo su poder y derrotó al enemigo. La gente en la ciudad escuchaba vagas noticias pero los mensajeros del general llevaron las buenas nuevas. “¡el enemigo fue derrotado!”. Así pues este general sería recompensado y recibiría el reconocimiento de su emperador y del pueblo. Por esta razón las calles están coloridas. El día llegó y la celebración pública inicia. La gente se ubica donde puede, nadie se quiere perder ningún detalle, después de todo es nada más y nada menos que el héroe del imperio en su caballo blanco quien hará que ese día se salga de lo común y hará que una huella imborrable marque la vida de las personas. El ruido es intenso, los pequeños sobre los hombros de sus padres se sacuden de emoción, unos no pueden comprender bien que es lo que sucede, están muy pequeños para llegarlo a entender sin embargo están en un ambiente de fiesta y eso es todo lo que importa. Los balcones están atestados y muchos de los que allí se encuentran tienen pétalos de rosas listos para dispersarlos en el aire, se disponen a llenar el aire de un suave aroma y de un color intenso. Las trompetas suenan y la piel se eriza, los trompetistas lo hacen bien, el sonido anuncia el clímax de la celebración. El general pronto aparecerá pero antes de ello los despojos de la batalla van en carretillas; tesoros valiosos a la vista de todos, riquezas traídas al imperio, también han hecho pinturas de la tierra conquistada y mientras el desfile avanza se alcanzan a ver algunos rostros. No son rostros alegres, más bien expresan una derrota ¿Quiénes son estos? Son los prisioneros que vienen atados con cadenas y tienen inclinadas sus cabezas. Estos habían querido derrocar el imperio pero el general lo impidió, cayeron bajo su poder, fueron derrotados y ahora están siendo exhibidos públicamente. Mientras los prisioneros pasan por el desfile suenan las liras, la música se mezcla en el ambiente con los gritos de la gente y luego de ello vienen unos sacerdotes con incensarios que mueven de un lado a otro y mientras lo hacen un dulce aroma es esparcido. Este aroma es una fragancia agradable para los que hacen parte del imperio, para todos aquellos que aman al emperador. Mientras se comenta de lo que sucede y mientras se aspira el delicioso olor hay un profundo silencio en los encadenados. Ellos no tienen que celebrar, pues el mismo aroma que para otros representa la victoria para ellos es la antesala de la muerte. Ese sería el destino en la mayoría de las ocasiones. Los prisioneros encadenados serían ejecutados. El incienso para ellos es un olor de muerte pero para los que pertenecen al imperio es olor de vida. El desfile continúa y viene aquel para quien fue hecha la celebración. El general aparece y el pueblo enloquece, se escuchan voces como aguas. Vitorean al general; el sonido es ensordecedor. El general se hace uno con el pueblo. Su victoria es la victoria de todos. El general dio reposo de los enemigos del imperio y por eso le es dado el más alto honor. Este general trajo paz; el planeó, desarrolló y ejecutó, sin embargo en su desfile triunfal trae detrás de él al ejército que lo acompañó. Los soldados vienen detrás y gritan al unísono. ¡! Triunfo!! ¡!Triunfo!!. Ellos alaban a su general y se regocijan en el triunfo, ellos batallaron pero reconocen que el triunfo es del general y no un mérito propio, no obstante el tiempo y la cercanía a su general les ha sido suficiente para fijar en su mente que los triunfos de él también son los suyos. El pueblo y por su puesto los soldados no dejarían de hablar de su general. Su triunfo era el de ellos y donde quiera que fueren hablarían de esto. Quizá una sola vez en su vida vivirían algo así, quedarían entonces marcados para siempre por esta experiencia. Pensarían:” ¿Quién como nuestro general? Nadie lo puede igualar “¡solo él y nadie más lo pudo hacer!”. Los olores saben hacer nido en lo íntimo del ser, saben pegarse fuerte para no ser olvidados, así que, el olor del incienso dulce permanecería dentro de cada uno de ellos. El general marcharía a otras tierras pero el pueblo seguiría su vida alardeando de aquel que derrotó al enemigo y trajo paz. Ellos debían comunicar las buenas noticias de libertad en todo lugar para que muchos disfrutaran los beneficios del triunfo del general. 2 Corintios 2:14.(PDT) "Demos gracias a Dios, quien por medio de Cristo nos lleva siempre en su desfile triunfal. A través de nosotros, esparce por todas partes el conocimiento acerca de él, como si fuera una suave fragancia." Detrás de la metáfora El apóstol Pablo en estos versos usa una metáfora para describir lo que debe ser la experiencia continua del cristiano. Ya vimos de lo que se trataba un desfile triunfal. Pablo que era judío de nacimiento pero que también tenía la nacionalidad romana, conocía bien lo que eran los desfiles triunfales. Él trae esa imagen, conocida por sus lectores para hacerles ver la realidad del triunfo de Cristo por encima de las limitaciones del hombre. Al ver el contexto de los versos citados vemos que Pablo no está pasando por la mejor de las situaciones. Algunos consideran 2 de Corintios como una autobiografía del apóstol Pablo donde él descubre los valles y cumbres emocionales en su vida ministerial. Antes de mencionar el triunfo de Cristo en el cual él se ve, ha hablado del consuelo recibido por Dios para consolar a otros. Pablo estaba afectado por la condición en la iglesia de Corinto y no es para menos al ver lo que la primera carta nos dice. Pablo habla también del Perdón práctico en la vida de iglesia y sea quien sea a quien se refiera, (posiblemente es acerca del joven de 1 Corintios 5:1-5) él se muestra como ejemplo de alguien que ha sido perdonado en Cristo y por lo tanto puede perdonar. Luego menciona la oportunidad que tuvo de predicar la palabra en Troas pero no lo hizo por no tener reposo en su espíritu. Para alguien cuya pasión es Cristo y su palabra, no hay gozo fuera de ello, sin embargo esa misma sensibilidad al Espíritu lo empujaba a hacer lo correcto según Dios y no según él. No hallar a Tito le produjo desazón. Su hijo en la fe no estaba en Troas y aunque hay la oportunidad de predicar, reconoce que como hombre y como ministro la comunión con Tito es prioridad, decide entones partir a Macedonia. Es aquí cuando él dice: 2 Corintios 2:14.(PDT) "Demos gracias a Dios, quien por medio de Cristo nos lleva siempre en su desfile triunfal. A través de nosotros, esparce por todas partes el conocimiento acerca de él, como si fuera una suave fragancia." 2Co 2:15 Nosotros somos el incienso de suave fragancia que es ofrecido a Dios por medio de Cristo. Esa fragancia se esparce entre los que se salvan y entre los que van por el camino de la destrucción. 2Co 2:16 "Para los que van hacia la destrucción, somos el olor de muerte que lleva a la muerte. Para los que se salvan, somos el olor de vida que lleva a la vida. ¿Y quién está calificado para llevar a cabo el trabajo de esparcir el conocimiento de Dios?" Pablo da gracias porque sabe que hace parte del desfile triunfal de Cristo, y por ello donde quiera que vaya puede esparcir su aroma; la predicación hablada y vivida. Pablo tiene claro que si bien las cosas a veces no están como se quisiera y que si hay que girar un poco el timón, lo importante es que en la guía del espíritu siempre habrá oportunidades para hablar de Cristo; El General que derrotó al tirano. El apóstol entonces no habla de un triunfo imaginario. Alguien podría recitar versos que hablen de triunfo, victoria, poder, autoridad, etc. Sin embargo vivir bajo el dominio de las circunstancias. Verse en el triunfo de Cristo está muy lejos de una mera declaración religiosa. Si usted mira detenidamente 2 Corintios podrá ver a Pablo expresando muchas emociones. El texto no nos muestra el rostro de Pablo, pero podemos imaginar su mirada de esperanza, su temple, su gozo pero también su indignación, su tristeza y en algunos pasajes creo que muchas lágrimas se derramaron. El texto que tú y yo tenemos no tienen esa clase de marcas pero muy posiblemente el original, el texto que escribió el apóstol está marcado con lágrimas en varias porciones. ¿Eso hace al apóstol Pablo alguien débil o alguien derrotado? Por supuesto que no, se necesita valor y estar lleno de la gracia de Dios para expresar las emociones sin dejarse dominar por ellas. Vivir en el triunfo de Cristo no es tener ausencia de adversidades sino que aunque éstas estén, se mira por encima de ellas, se mira desde los lugares celestiales. Cuando un cristiano se puede ver en el desfile triunfal de Cristo puede oler bien cuando otros en situaciones similares se descompondrían, cuando un cristiano se ve en el desfile triunfal de Cristo permanece firme en sus convicciones y habla fe debido a que el tirano fue capturado y condenado. Pablo vivió circunstancias difíciles en diferentes aspectos. Él las menciona en 2 Corintios 11:23-33 pero aún con todo ello nunca se dejó de ver en el desfile triunfal y por esa razón cumplió la carrera, no fue descalificado, sus ojos estuvieron puestos en el “General” y consideró que el triunfo del “General” era su triunfo. En otra carta él toma esa imagen para hablar del triunfo de Cristo: Col 2:14b-15. (BAD) Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz. Desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal. Como iglesia creemos y proclamamos el triunfo de Cristo. Él derrotó todo poder de las tinieblas en la cruz. ¿Quién puede ver que la obra de la cruz es un desfile triunfal? La cruz fue tropiezo y ha sido tropiezo para religiosos y filósofos. ¿Cuándo un judío podría considerar que alguien muerto en una cruz pudiera ser su Salvador? La cruz era para criminales, una cruz era despreciada, ellos sabían “maldito aquel que es colgado de un madero”. La cruz para ellos era una vergüenza, todo lo opuesto al triunfo. Y qué decir de los griegos, sus ansias de conocimientos nuevos, su creencia en “dioses y “semidioses” no les permitirían ver a alguien que cuelga de una cruz como un ser poderoso. ¿Qué puede enseñar alguien que murió sin seguidores? ¿Qué clase de “dios” puede ser alguien que muere de esa manera tan ruin? Nadie, absolutamente nadie puede ver el triunfo de la cruz sino es alumbrado por Dios. Sólo quien ha sido regenerado, quien ha nacido de nuevo puede ver esto. En la cruz hay sonidos de trompeta, alabanza para Dios, allí se ejecuta su juicio sobre el pecado y satanás, Cristo como ofrenda es incienso dulce para el Padre y para todos los que hacen parte de su reino, el tesoro de su sangre nos es compartido y por esa sangre entramos en el lugar santísimo para ver a cara descubierta su gloria. La música que allí se interpreta solo la oyen los que han sido sanados de la sordera espiritual y los santos redimidos detrás de Él proclamamos su triunfo, nos hacemos uno con Él por su Espíritu y creemos que su triunfo es nuestro triunfo. ¡¡Hacemos parte de su desfile triunfal!! Dos ángulos para ver el triunfo En el desfile triunfal los soldados proclamaban el triunfo, el pueblo también unía sus voces. Todos consideraban que era como propio el triunfo de su general, todos disfrutaban el gozo, la paz. Los beneficios de la victoria eran de todos y así debía ser. En Cristo nos gozamos, vivimos en una paz sobrenatural, a medida que le conocemos nos vemos como los beneficiarios de su triunfo; no hay condenación para nosotros, fuimos perdonados, toda maldición la suprimió y nos ha hecho participes de sus tesoros, sus riquezas ahora son las nuestras; sanidad, provisión abundante, protección, propósitos y un destino glorioso. Pablo creía todo esto aun cuando por causa del ministerio dado por Dios tuvo que padecer tantas cosas. Pablo tenía revelación de los beneficios de la cruz, él los disfrutó. Él estaba convencido que todo lo podía en Cristo por su poder, el creía que Cristo lo libraría de cualquier obra de las tinieblas, estaba convencido de la bondad de Dios tanto para esta vida y para la venidera. Qué bueno por todos aquellos textos bíblicos que nos muestran el poder extraordinario de Cristo, su triunfo sobre toda tiniebla y circunstancia. Nos bendice ver a través de la biblia como hombres y mujeres vivieron en ese triunfo, se vieron con Cristo en ese desfile. Estoy convencido que no es posible vivir como es digno de un hijo de Dios si no tenemos la revelación que somos parte del desfile triunfal. No es posible vivir por encima de circunstancias y envestidas de las tinieblas sino vemos al que ya venció y que nos ha hecho uno con Él. Por buen tiempo me vi en ese triunfo desde el ángulo de los soldados y el pueblo y no tengo duda que así nos debemos ver como hijos de Dios; redimidos por la sangre de Cristo y herederos de sus riquezas. Pero un día mirando el texto que hemos considerado desde el comienzo de este escrito pude ver algo más. El apóstol Pablo se vio claramente como un vencedor pero también se vio como un derrotado; ¿Cómo es esto posible? ¿Acaso el desfile triunfal no es una celebración? ¿Cómo se puede pensar en derrota y triunfo a la vez? Fácilmente se nos puede olvidar que el objetivo del desfile triunfal era ovacionar, alabar, dar reconocimiento al General que venció, los soldados y el pueblo son hechos participantes del triunfo, pero el único digno de ser alabado, el centro de todo es el General. Él fue el que planeó, desarrolló y ejecutó. Sin él, el enemigo habría triunfado pero gracias a él se dio la gran victoria. Así que el desfile triunfal se trata de Cristo y no de nosotros, aunque lo disfrutemos, es Cristo y sólo Cristo el único digno de alabanza. Pablo sabe lo que es en Cristo por eso en el desfile triunfal tiene una visión amplia; él no se ve solo como soldado o como miembro del imperio, él se ve como cautivo; Pablo se ve como aquel que ha sido derrotado por Cristo, él es un cautivo de Cristo. La imagen no parece tener relación con un triunfo, pero esto es sólo desde la perspectiva del hombre porque desde la óptica de Dios los redimidos somos cautivos de Cristo. Somos herederos cautivados por Dios en Cristo Jesús . Miremos cómo esta versión traduce el texto: 2 corintios 2:14. (NTV) Pero, ¡gracias a Dios!, él nos ha hecho sus cautivos y siempre nos lleva en triunfo en el desfile victorioso de Cristo. Por medio nuestro difunde el conocimiento de Cristo por todas partes como un fragante perfume. Podemos verlo en esta traducción. ¿Desde qué ángulo ve Pablo el triunfo de Cristo? ¿Si recuerdan los elementos del desfile?; trompetas, tesoros, pinturas, animales para el sacrificio y luego aparecían los prisioneros encadenados, y después el incienso y por último el general con su ejército. El apóstol Pablo muestra en sus escritos que él es alguien que proclama el triunfo de su General, un soldado que batalla y también se muestra como uno que es parte de su reino, él mismo fue trasladado de la potestad de las tinieblas al reino de Cristo. Él reinó en vida por la abundante gracia y el don de la justicia y ello implicaba no solo creer para recibir sino creer para entregarse por completo a la causa de Cristo. En el desfile, Pablo es un prisionero. Cuando vi el texto no podía dejar de pensar en aquello que hizo a Pablo verse así. Sé que decir que somos prisioneros de Cristo no es muy llamativo pero lo cierto es que no puede haber cristianismo real sino nos vemos en el desfile triunfal de Cristo desde todos los ángulos. Ahora podemos imaginar que estamos en el desfile y ubicarnos en el lugar de los prisioneros. Varios años antes de Pablo escribir esto, tuvo un encuentro inesperado con Cristo, este encuentro dejó hondas huellas en Pablo. Él era un enemigo de Cristo y su iglesia, la misión de Pablo era destruir lo que él consideraba una secta peligrosa, el atentaba contra el imperio y su pueblo pero el General después de aguardar con paciencia dejó ver al desquiciado hombre un poco de su gloria. Revolcado, Pablo en el polvo quiere ver algo pero la luz del Santo ha penetrado en sus tinieblas y el esplendor lo dejó ciego. Pablo era un delincuente, un enemigo de Dios pero el General vino y lo derrotó, lo capturó y lo llevó cautivo. En el camino de Damasco Pablo no pudo más que hacer dos preguntas “¿Quién eres tu Señor? ¿Qué quieres que yo haga?” Y en estas preguntas basó su vida y ministerio, quiso explicar en sus cartas quien era Cristo y vivió como uno que hace la voluntad de Dios. Esto es lo que hace un prisionero, uno que ha sido vencido por Cristo. Toda su vida se vio como alguien que fue capturado y que dependía enteramente de la voluntad del General que lo atrapó. Efe 3:1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; Efe 3:2 si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; Es cierto que cuando Pablo escribe la carta a los Efesios está preso en Roma, pero el texto no sugiere únicamente el hecho de una prisión literal, sino como si él considerara que estaba prisionero de la voluntad del Señor. Los cautivos que iban en el desfile triunfal tenían sentencia de muerte, no había forma de escapar, no había nada que apelar, estos cautivos por mucho tiempo hicieron lo que querían pero ya no sería más así, fueron derrotados y enfrentarían la muerte. En el camino a Damasco, Saulo murió para que naciera Pablo y en el ministerio, el apóstol se vio como muerto para poder vivir… 2Co 1:8 Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar la vida. 2Co 1:9 Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; 2Co 1:10 el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte; Pablo murió y resucito en Cristo. Ya no vivía él, vivía Cristo en él. Para Pablo el aroma de Cristo fue molesto en el pasado, odiaba al evangelio. El aroma de la predicación de Cristo era un aroma de muerte para él, pero luego de su nuevo nacimiento, luego de la experiencia camino a Damasco, el aroma de Cristo llego a ser su dulce perfume. Pablo vivió en comunión con el Señor de tal forma que fue impregnado de su aroma al punto que donde iba no pasaba desapercibido, o gente se salvaba por el aroma de la predicación o gente se ensañaba contra él por qué no podían soportar que oliera a Cristo. Pablo se vio como un cautivo de Cristo pero no como un cautivo desesperanzado, él fue un cautivo que vivió de una forma frontal y sin tapujos, venciendo toda clase de temor y mirando siempre la meta. Humillado voluntariamente ante su General, comunicó las buenas nuevas a gran parte del mundo de sus días. El sentido de unidad y pertenencia de Cristo que tenía era tan claro que decía: Rom 14:7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Rom 14:8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Cautivo del amor de Cristo Pablo disfrutó el desfile triunfal de su Señor. Desde su cautividad vivió y proclamó a Cristo con poder. ¿Quién puede negar la eficacia de su ministerio? tú y yo somos resultado de él. Viéndonos en el desfile triunfal de Cristo Vivir en Cristo viéndonos como soldados o como parte de un imperio está bien, pero ¡Cuanto es necesario vivir como cautivos!. Alardeamos de nuestro Señor por lo conquistado en la cruz, disfrutamos su triunfo y de todo lo que la redención nos otorgó por gracia pero también con humildad disfrutamos el ser cautivos de Cristo, el no vivir para nuestro placer sino el de Él. Estamos muertos a nosotros para vivir en Él. Llegamos a ser unos cautivos victoriosos, atrapados por su amor, vencidos por su poder, cautivos que no hacen su propia voluntad, sino la voluntad de Quien nos capturó; Así podremos esparcir su dulce aroma donde quiera que vayamos. No hay forma de vivir mejor que esta. Estamos seguros y confiados porque nuestro General sometió todo poder bajo sus pies y nos hizo súper vencedores en Él, caminamos en su voluntad por que no nos llevará más allá de donde su gracia no nos pueda sostener. Vernos en el desfile triunfal de Cristo desde todos los ángulos nos mantendrá en la ruta, hará que lo torcido se enderece y lo áspero se allane, hará que el orgullo sea quebrado y hará que tengamos el concepto correcto que debemos tener según la gracia que nos fue dada. Estamos en Cristo; vivimos y morimos en Él y para Él. ¡¡ Somos cautivos victoriosos!!… qué más podemos decir… 2Co 2:14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.