Periodismo y pauta

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EL PERIODISMO EN CALI MARCADO POR LA PAUTA
La concentración de la propiedad de los medios de comunicación es una de las principales
causas de las malas condiciones de trabajo de los periodistas. Al reducir la independencia del
periodismo se ha frenado el debate pluralista propio de una sociedad.
La (FLIP) y Medios para la Paz también han llamado la atención sobre la crisis que afecta la
labor periodística. En su informe sobre la situación de la prensa en Colombia en el año 2004, las
malas condiciones laborales se originan en la manera como las entidades públicas distribuyen la
pauta publicitaria entre los medios de comunicación y en cómo esto “se ha convertido en un
instrumento para presionar a los medios para que publiquen información favorable. También se
da que periodistas piden contribuciones en pauta como condición de cubrir alguna información.
Ambas prácticas son nocivas para la libertad de prensa y el derecho a la información de los
ciudadanos.”
Por su parte, la Corporación Medios para la Paz adelantó una investigación sobre la forma en
que se ejerce el periodismo en el país y los riesgos para quienes lo ejercen. Las conclusiones
revelan, entre otras cosas, que el cambio en el régimen de contratación de los corresponsales,
que pasaron de ganar sueldo a comisión por notas publicadas, los llevó a inflar las noticias en
especial aquellas relacionadas con el conflicto armado y la violencia en general, con las
consecuentes retaliaciones de los grupos armados. Así mismo, la connivencia entre el
periodismo y la política en las regiones colombianas, incrementó el riesgo para los
comunicadores en la medida en que los actores armados “no distinguen entre el político y el
periodista que trabaja para él”.
“Si tú no vendes no vives. Entonces hay que vender, definitivamente hay que vender.”
La palabra es la herramienta de trabajo. Para todos. Con la palabra se informa, se convence y se
transa en el día a día. De ella depende cualquier periodista, y en especial los de Cali, para
conseguir la entrevista, para buscar la respuesta y para negociar con el jefe, con el concejal
amigo, con el funcionario público, con el gerente de empresa. Son, por tanto, habilidosos,
imaginativos y rápidos con ella. Son capaces de improvisar ante el micrófono, o producir
cuartillas en minutos.
Vender es un verbo clave en el oficio periodístico. En Colombia es cada vez más difícil ejercer
esta profesión sin pisar el terreno de las ventas. Desde el director nacional de noticias de una
cadena o el conductor del programa de más alto rating –que vende millones con una llamada
telefónica— hasta el reportero raso que entra a engrosar las filas de esa misma cadena en una
ciudad mediana. Todos tienen que vender.
Así lo exige el sistema de contratación de los medios de comunicación en Colombia: la empresa
paga una parte del sueldo, la otra se la “rebusca” el periodista mediante el ya institucionalizado
sistema de los cupos. Sólo que el periodista no vende simplemente un espacio en el segmento
comercial del noticiero radial o televisivo. Cada segundo significa imagen, presencia e influencia
en la opinión, por eso el tiempo vendido por el periodista se sale del espacio comercial para
invadir también el espacio informativo. Hace años hizo carrera la fórmula usada por los locutores
y presentadores de noticias para dar paso a las cuñas: “Ahora unos mensajes comerciales”
“Quédense con nosotros, les tenemos una información muy importante”. “La siguiente es una
Mención comercial de interés”, la publicidad se volvió mensaje y el mensaje, publicidad. (t.v
regional)
Para el medio de comunicación el tiempo es oro; para los políticos figurar en los medios es influir
en la opinión, y para el periodista, todo eso se traduce en dinero. Como dije un experimentado
redactor político ya retirado de la reportaría y dedicado a la investigación y a la organización
gremial “…Otra cosa importante en el análisis es que el ejercicio de la política en Cali es un
negocio. Así lo conciben los políticos y los administradores públicos; entonces cada peso que
ellos invierten en publicidad termina siendo un peso pagado en información, y ellos lo miden muy
bien, de manera que aquellos periodistas que tienen mayor audiencia son los que se llevan los
contratos más grandes y los que tienen menor jerarquía pagan el pato, hay un desequilibrio.”
De allí que la pauta lo represente todo, y de allí que el medio periodístico esté lleno de palabras
que designan diversos tipos de transacción con los “clientes”.
Algunos de los periodistas más reconocidos de la ciudad:
“… en Cali hizo carrera la frase de un hoy senador que le decía a los periodistas que pasaran por
allí, que les tenían un “cariñito”; el “cariñito” era el pago de la cuña…”
“…hay ciertos jefes de prensa o empresas de comunicación que aparentemente le pagan a un
periodista seiscientos mil pesos pero la mitad va para él; lo que popularmente se llama el “mitimiti”.
“… lo que llaman los famosos “reportajes con invitados especiales”, o sea, unos espacios
sencillamente para explotarlos, pero ¿de qué manera?, ahí entran el funcionario, el político,
cualquier persona a la cual se le quiera hacer o mantener una imagen ¿ya?, a un precio, desde
luego que a un precio. Esa es una forma”.
También existe en la ciudad el “boleteo” de periodistas a las fuentes; una modalidad de extorsión
en la cual se obtienen ingresos por pauta a cambio de no atacar o revelar puntos débiles de esa
fuente. Transcribo a continuación el testimonio de una periodista caleño de amplia trayectoria en
prensa escrita y radial, sobre esta práctica:
“… me ha tocado (conocer) por ejemplo esa clase de periodista que ataca, que destruye, que se
mete en la vida privada de los funcionarios públicos o atacan a la entidad.”.La ciudad esta hecho
un caos por las basuras” (emsirva), y cuando llega la pauta” Cali es una tacita de te”... etc..., si
tenían presupuestado darle un millón, le mandan dos millones y de manera inmediata, como por
arte de magia, cesan los ataques”.
Otra forma de corrupción, tanto en medios radiales como en prensa y televisión, es el “ají”, un
término del argot de los comunicadores que consiste en pedirle dinero –en efectivo o en pauta– a
personajes que necesitan aparecer en los medios, a cambio de incluirlos en su “agenda”
informativa. (Concejales, senadores, o aspirantes a la cámara de representantes con el
argumento de posar como los “únicos” expertos en temas de ciudad o región.
Otra forma muy común es la de “largartiar” en las alcaldías cercanas a Cali.
Yumbo, jamundi, candelaria, florida, caloto, Santander de quilichao
Una reconocida periodista afirma:
“Yo conozco muchas personas que emplean esta práctica, personas que andan de pueblo en
pueblo esquilmando a los municipios. Eso te lo digo porque es verdad; los pobres alcaldes, que
no tienen un peso para pagarle ni a la barredora, llegan entonces estas personas a decirles,
vamos a darle imagen a tu municipio, a tu pueblo, que esto, que lo otro. Entonces ellos, por crear
una imagen política para llegar a posteriori a una Asamblea o a una Cámara, acceden. Eso está
sucediendo en los municipios de una manera bárbara, y no digo que sólo en el Valle. Imagínate
vos, de pronto le dices a un alcalde que te dé una entrevista y lo primero que te responde es ¿Y
cuánto me cuesta?, ¿Por qué?, le dice uno y él responde: sí, es que a mí todo me cuesta.
Entonces cuando uno le dice que no le va a costar nada le cuesta trabajo creer que no le
cuesta. Esto te lo digo por experiencia propia, a mí me ocurrió con cuatro o cinco alcaldes
actuales y te estoy hablando del último año.”
El precio del deber
“Contrato laboral y todo eso ya se acabó… yo estoy contratada, pero somos
unos cuantos los privilegiados.”
Cabría preguntarse hasta qué punto esas prácticas non sanctas o abiertamente corruptas que
se están dando en Colombia se originan en las condiciones laborales de los comunicadores en el
país. Pero la siguiente pregunta sería entonces ¿hasta qué punto la necesidad justifica que se
falte a la ética?
Un estudio adelantado por la Universidad Javeriana en el 2004 concluyó que “la gran mayoría de
los periodistas colombianos –el 89 por ciento en términos de ingresos– ejerce el oficio en
condiciones laborales precarias y lamentables.” 1
El relator especial de las Naciones Unidas también señaló en su informe que “la mayoría de los
periodistas, que no han podido crear un sindicato a causa de la oposición de los propietarios de
las publicaciones, son explotados y mal pagados. Otros están atrapados en el círculo vicioso de
la venta de publicidad y la imposibilidad de trabajar normalmente, lo que explica la autocensura.
Un reportero de TELEPACIFICO
“las personas estén sometidas a unas condiciones laborales extra legales”, El mecanismo de
contratación que este canal ha creado para que, según él, subsista el negocio y con él, el empleo
del personal, es a través de las empresas asociativas. Bajo esta figura, el canal no contrata con
una persona natural sino con una empresa constituida por aquella para la venta del servicio. La
retribución por ese servicio profesional tiene dos componentes, según lo explica el entrevistado:
Un reportero de un noticiero regional.
En un noticiero de media hora se pueden hasta 8 millones de pesos, desde un clasificado de 10
segundos de duración hasta un comercial de 30 segundos. Con frecuencia los cupos de un
minuto se dividen en seis “salidas” de 10 segundos cada una, de manera que a un reportero le
pueden dar un cupo.
Sus clientes van desde un restaurante, hoteles o almacenes de ropa -con los cuales puede
hacer canjes- hasta empresas de servicios públicos, funcionarios o miembros de corporaciones
públicas.
“En algunos casos el periodista gana menos que la secretaria, el técnico o el oficinista”
la radio y los cupos
Las emisoras le exigen al periodista el 50% de lo que venda, y lo corriente en un noticiero radial
es que los reporteros ganen un básico equivalente a un salario mínimo y tengan dos cupos que
no pasan de los 300 mil pesos cada uno.
De este tema también se ocupó el señor Ligabo durante su visita a Colombia. En su informe al
Consejo de Política Social de las Naciones Unidas consigna que “sólo el 51% de los periodistas
tenían un contrato por tiempo indefinido y su ingreso medio era de 400 dólares , igual que el de
los taxistas. Los periodistas mejor remunerados ganan 1.000 dólares, pero la única manera de
conseguir un salario alto es trabajar con un político o un partido político importante. La
inseguridad laboral, la inexistencia de un sindicato, la falta de un sistema efectivo de pensiones y
la falta de seguridad contribuyen a mermar la calidad del periodismo y la independencia de los
periodistas.2
“El periodista se convierte en lector de cuñas y en impulsador de servicios y mercancías, tú oyes
que el periodista igual da la noticia y canta la lotería, promueve el café, habla de las bondades de
un servicio funerario y luego mete la cuña del motel. Se va de la vida a la muerte, de lo blanco a
lo negro sin solución de continuidad.”, dice una periodista entrevistada.
Sobre las modalidades informales de contratación, el estudio de la Javeriana señaló que éstas
“arrojan a la informalidad laboral” al periodista, pues éste no pertenece a la nómina de la
empresa para la que trabaja.
Otra faceta de cómo operan las cosas la describe la misma periodista que citamos líneas arriba:
“A nivel de entidades oficiales se funciona por el senador, por el amigo político, por el concejal,
pero son cuñas que te pagan a ciento veinte días y que mejor ni las tomes porque te
desbarajustan el presupuesto. Existe también la cuña no oficial, la underground, la subterránea,
la que va por debajo, la que nunca se factura, la que nunca se ve, la que nunca nadie sabe que
existe, pero que va haciendo su trabajo, como el agüita sobre la roca, grabando todos los días.”
Periodista o vendedor?
Frente a la doble función de periodista y vendedor, hay varias consideraciones que hacer: la
primera es el desgaste que ello implica a nivel personal y profesional, y la segunda, la amenaza
que representa para la independencia del comunicador. La primera se ve retratada en esta
respuesta de una reportera radial:
“Hay que reconocer que se necesita un gran esfuerzo como periodista… es estresante vender.
Uno tiene que hacer de “chepito”, porque no te pagan en la fecha que te indican sino que duran
quince días más y hasta un mes, entonces el presupuesto se desestabiliza, se desequilibra, y
eso trae cansancio, trae fatiga”3.
“Uno tiene que ser lo más imparcial que pueda, aunque aquí es muy difícil porque nos
movemos en un mundo de intereses, pero yo creo que ante todo prima el profesionalismo de la
persona... Sí me han hecho varias ofertas, es verdad, permanentemente, pero de uno depende
no dejarse influenciar ni perjudicar; en un momento dado perdí como dos o tres pautas, pero si
pierdo unas vienen otras…”
“Yo tuve cuña de Emcali, pero eso no significaba que yo iba a dejar de registrar las protestas,
los bloqueos, de la gente, las cosas malas y las buenas que pueda hacer Emcali y creo que mis
anunciantes tienen eso muy claro, darme una cuña no significa que yo me voy a callar. Creo que
en mi caso particular nadie que me da una cuña presume o puede pasarle por la mente que el
día que haya que ocultar algo se va a ocultar o se va a mimetizar. Yo creo que la objetividad
periodística como tal, diáfana, pulcra, perfecta, no existe. Se presenta una versión y la otra y que
el oyente saque las conclusiones , si se va el agua aquí lo contamos y si la gente llama y
protesta (…) nosotros pasamos al aire a la empresa para que reaccione y presente, por decirlo
así, sus descargos.”
En general, ningún periodista admite haber cedido a las presiones de sus clientes, anunciantes o
empleadores, sin embargo, la investigación sobre situación laboral que hemos citado, contiene el
siguiente testimonio originado en Cali “Esta situación (la de los cupos publicitarios) es
aprovechada por los jefes de prensa de entidades oficiales (...) para convenir en forma tácita y a
veces abierta, la compra de silencio y servir de caja de resonancia para los planes y programas
de los mandatarios de turno (...) llegando incluso a cuestionar, criticar, insultar o injuriar colegas
que se atreven a hacer periodismo en profundidad (...) cuando uno comienza a cuestionar la
institucionalidad, le cortan la pauta. Esto obliga a muchos a quedarse callados o a negociar con
la fuente.”
“… entre nosotros ha hecho carrera la autocensura. No podemos hablar de ciertos temas,
tenemos que evitar otros o tenemos que ignorar otros. Por físico miedo. Miedo a que atenten
contra nuestra vidas, miedo a que nos destruyan económicamente, miedo a que nos decreten la
muerte civil y política. ¿Cómo podremos decir la verdad? ¿Y si no la decimos cómo podremos
ser éticos?”4
El Relator Especial de la ONU exhortó al gobierno colombiano a poner fin al fenómeno de la
estigmatización, “que en sí representa una grave violación de los derechos humanos y que
exacerba la violencia y el resentimiento. El Gobierno debería adoptar medidas adecuadas para
evitar la estigmatización, especialmente por parte de sus altos funcionarios, y la polarización de
opiniones, dos elementos que envician el debate político y menoscaban el ejercicio del
pluralismo.”5
Un director de un noticiero radial admite que la relación comercial del periodista con la fuente
oficial afecta su desempeño profesional:
“… estamos en una región absolutamente pobre y las pautas casi en su mayoría provienen del
sector público, entonces en la medida en que el periodista tenga relación comercial con el sector
público, hombre, siempre va a haber un mal manejo de la información, eso es evidente. Yo no
sé, pero ese es un problema que tenemos todos.”
Otro director de noticias ,asegura : “Cuando un funcionario público no sólo es fuente del
periodista sino también patrocinador, pone las condiciones. Es una práctica viciada que tal vez
se explique en parte por los sueldos tan malos que pagan los medios de la región, lo cual, de
ninguna manera, debe ser una justificación. ¿Y qué pasa con los que ganan muy bien y, sin
embargo, siguen usando el periodismo para emplear a su familia en cargos públicos, o para
conseguir tratos preferenciales, o para intimidar y obtener prebendas comerciales? ¿Qué pasa
con los que utilizan sus columnas de prensa como instrumentos de repartición de premio y
castigo, según sus simpatías personales y según los favores o críticas que han recibido? ¿Qué
pasa con los que son reporteros por la mañana, contratistas oficiales a través de la esposa o de
otro pariente por la tarde y asesores de prensa por la noche? (…) creo que en este debate hay
que ser más incisivo, si no con las personas, por lo menos sí con el problema. Y eso implicaría
entender que no se trata de una situación que afecte solamente a periodistas rasos de bajos
ingresos, sino que es una modalidad tristemente extendida hacia esferas más altas, donde, por
cierto, los negocios son más jugosos. Pregúntenles a los gobernadores y a los gerentes de
institutos descentralizados.6”
Una de las periodistas entrevistadas señala frustración e impotencia que produce en los
comunicadores la constatación permanente de situaciones irregulares en el acontecer de la
ciudad y de la región, y de cómo esa realidad los lleva, muchas veces, al aislamiento:
La siguiente opinión expresada por un miembro , corresponsal de un medio nacional, es muy
diciente al respecto:
“…he escuchado que en algunas ciudades muchos periodistas reciben mensualidades para
soportar o convertirse en la primera línea de artillería de unos políticos corruptos que cuando son
atacados por cierto sector de la opinión pública, estos periodistas salen a defenderlos por sus
programas radiales o espacios de opinión. O empresas de televisión que salen al aire pero
soportadas por el aparato publicitario oficial, de allí a que se condicione su enfoque periodístico y
sus televidentes tengan -desafortunadamente- solo un ángulo de lo que ocurre en su ciudad o
región.”7
En las entrevistas y conversaciones sostenidas con colegas de la ciudad, se percibe claramente
la tendencia a la autocensura frente a la eventual pérdida de la pauta oficial o a la discriminación
en materia informativa, ya que se conocen las reacciones del secretario de gobierno Miguel
Yusty frente a las críticas directas o indirectas que se hacen a sus actuaciones o a su
administración. Un ejemplo reciente de ello fue la respuesta airada a la información relacionada
con la muerte del estudiante de univalle o los índices de homicidios en Cali .
Soluciones, decisiones
¿Cuáles serían entonces las soluciones a esta situación? ¿Qué alternativas surgen frente a
todos estos factores que afectan la calidad periodística en la región y que, concomitantemente,
deteriora la imagen de la profesión?
El Estado se concentra en el programa de protección a periodistas amenazados, a través del
Ministerio del Interior y de Justicia, pero no se conocen medidas en torno a la situación laboral
del gremio ni intentos por regular o controlar la relación comercial que se establece entre las
entidades públicas y los medios de comunicación en virtud de la pauta publicitaria.
- Yo creo que aquí lo que hay que hacer es capacitarse y organizarse. Yo pienso que
uniéndonos lo podríamos conseguir. El periodista debería tener un salario como cualquier
profesional, y yo creo que eso se puede conseguir trabajando; si es posible - no sé -- hablando
en el Congreso de la República para legislar eso, pero capacitándonos y estando unidos”, dice
un reportero de un noticiero regional de Telepacifico.
Le jefe de redacción de un noticiero regional:
“La otra solución es la de "voltear" la agenda que se planteó desde un principio. Creo que
debemos debatir inicialmente cómo contribuye el periodismo caleño al desarrollo de la Región
pacifica y desde allí, con una agenda definida, con un plan estratégico concebido para los
próximos 5 ó 10 años, comenzar a construir una ética particular del periodismo del Valle con la
obligación de canalizar --a manera de autorregulación-- las noticias y los hechos que la
materialicen.”
Otros colegas han planteado la asociación de los periodistas a los medios, o la contratación de la
pauta a través de cooperativas – propuesta que estaba siendo considerada por el Círculo de
Periodista de Cali. Por lo pronto, existen avances como el impulsado recientemente por la
cadena radial Caracol, que ha comenzado a garantizarles a los periodistas un salario
permanente y prohíbe que sean ellos quienes consigan la pauta publicitaria.
Quizás algún día una afortunada combinación de factores permita que los periodistas recuperen
para este oficio la dignidad que en otro tiempo tuvo.
Adaptado de una investigacion realizada en la costa caribe por PATRICIA IRIARTE
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