La obra cinematográfica: contrato entre productor, director y guionista

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La obra cinematográfica: contrato entre productor, director y guionista
Wallis Pons
Las obras cinematográficas son obras audiovisuales. Se definen como “creaciones expresadas
mediante una serie de imágenes asociadas, con o sin sonorización incorporada, que están
destinadas esencialmente a ser mostradas a través de aparatos de proyección o por cualquier
otro medio de comunicación pública de la imagen y del sonido, con independencia de la
naturaleza de los soportes materiales de dichas obras" .
La cinematografía, conforme los autores Vives y Delupi, “es una actividad industrial e
intelectual de linaje artístico, con una intensa y profunda división del trabajo, que se nutre de
diversos aportes extraartísticos tales como creación, publicidad, elementos técnicos, recursos
humanos y el público, destinario final del producto”.
Estas complejas obras del entretenimiento incluyen diversos aspectos del derecho de autor,
requiriendo “para su existencia de la intervención de una multiplicidad de personas que aportan
su quehacer, unos creativos otros no, a fin de que de la suma de esas contribuciones
individuales se obtenga una realidad distinta y única como es la obra cinematográfica” .
Estas personas que laboran en la obra cinematográfica obtienen créditos en la misma, desde el
productor y el director, hasta el estilista, el diseñador de ropa y el best boy, ya que cada una de
estas personas han colaborado de una forma u otra para llevar acabo su creación.
Ahora bien, una colaboración creativa no es suficiente para ser autor de la obra. En el caso
Burrow-Giles, la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos de América dictaminó que
se requiere más de una mínima creatividad o contribución original a la obra para ser
considerado autor, indicando que el autor es la persona a la cual la ora debe su origen, la
persona que supervisó la obra completa, es decir el master mind de la obra .
En vista de esta situación y teniendo la obra cinematográfica tantos colaboradores, nos
cuestionamos: ¿quién o quiénes son sus autores y sobre quién recae la titularidad de este
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séptimo arte?
Es preciso señalar que la obra cinematográfica es una obra realizada en colaboración. Se
denominan así las obras en las cuales confluyen varios aportes artísticos, no por la pluralidad
de autores, sino porque la propiedad de los aportes que hace cada uno de los involucrados no
puede dividirse sin alternar la naturaleza de la obra .
Ahora bien, como hemos señalado precedentemente, no todos los aportantes son
considerados co-autores de la obra cinematográfica y de hecho muchos países difieren en
criterios respecto de cuales aportantes serán considerados como co-autores.
En efecto, existen legislaciones como la española que señalan como co-autores de la obra
cinematográfica al director realizador, a los autores del argumento, la adaptación y el guión o
los diálogos y a los autores de las composiciones musicales, con o sin letra, creadas
especialmente para la obra cinematográfica.
La legislación mexicana, además de los indicados en la legislación española, reconoce como
co-autor de la obra cinematográfica al fotógrafo y a los autores de las caricaturas y de los
dibujos animados.
De su lado, la legislación argentina reconoce como co-autores al autor del argumento, al
productor de la película, al director y cuando se trate de una obra cinematográfica musical, al
compositor.
Nuestra Ley 65-00 sobre Derecho de Autor del 21 de julio de 2000, reconoce en su artículo 59
como co-autores de la obra cinematográfica, salvo pacto en contrario, al director o realizador, a
los autores del argumento, el guión y los diálogos; al autor de la música, y al dibujante o
dibujantes, si se tratase de un diseño animado.
Como bien puede constatarse, en nuestra legislación sobre Derecho de Autor, el productor de
la obra cinematográfica no es considerado co-autor de la obra. No obstante, la ley establece en
su artículo 60 una presunción, salvo pacto en contrario, de que los co-autores han cedido al
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productor en forma exclusiva los derechos patrimoniales de la obra cinematográfica.
La justificación de este supuesto es que el productor “es quien organiza el trabajo técnico,
industrial y artístico concerniente a la realización material e intelectual de la obra” , toda vez
que “es prácticamente la única persona apta para defender frente a terceros los derechos que
emanan de la creación del film” .
Ahora bien, para que el productor de una obra cinematográfica pueda disfrutar plenamente de
los derechos patrimoniales que emanan de ella, deberá suscribir acuerdos con los co-autores
de la obra donde éstos le cedan, de forma exclusiva, la fijación audiovisual de la misma.
En el presente artículo solamente haremos alusión al contrato entre el productor y dos
co-autores: el director, titular de los derechos morales de la obra cinematográfica y el guionista,
desarrollador de los diálogos de la obra.
El contrato antes descrito deberá versar, entre otros enunciados que veremos más adelante,
sobre el derecho que tendrá el productor de producir la obra cinematográfica y de fijarla en un
medio tangible, así como el derecho de reproducir, distribuir y comunicar al público la misma.
Es decir, el productor de una obra cinematográfica deberá obtener la autorización del guionista
para adaptar el guión literario a una obra cinematográfica, permitiendo su fijación en medios
ahora conocidos o por conocerse que le permitan explotar mundialmente la obra por tiempo
indefinido.
De igual forma, el productor deberá obtener la autorización expresa del guionista para
introducir subtítulos en la obra, llevarla a otros idiomas y realizar modificaciones en el guión,
siempre y cuando no altere el espíritu de la obra.
Este último enunciado es de vital importancia, ya que el guión de la obra condiciona el trabajo
del director, por lo que éste deberá contar con la autorización del productor para realizar
cambios en la película por exigencias de la técnica cinematográfica.
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Podrá estipularse en el contrato, si el productor así lo desea y el guionista acepta, la inclusión
de un analista de guión. No obstante, los comentarios que este técnico literario realice podrán o
no ser aceptados por el guionista, conforme sea convenido entre las partes.
El guionista deberá certificar en el contrato de obra cinematográfica que el guión es original y
de su autoría. En este contexto, señalamos que en la práctica no es inusual establecer como
obligación del guionista la presentación de las fuentes de información que inspiraron la
creación de la obra .
El poductor de la obra cinematográfica debe procurar en el contrato el compromiso por parte
del gionista de mantenerlo libre e indemne, así como a sus sucesores legales, ante cualquier
reclamación tendente a la reparación de los daños y perjuicios que pudiere incoar un tercero,
respecto de la originalidad de la obra.
Por su parte, el director deberá aceptar por escrito el presupuesto que le suministre el
productor de la obra cinematográfica. Antes de decir “acción”, debe de haber mediado un
contrato entre el director y el productor, ya que suelen ocurrir contratiempos y/o desavenencias
en el rodaje del film que inciden en el presupuesto del mismo.
El productor es la persona a cargo de la obra cinematográfica, no el director. Este último debe
ajustarse a los lineamientos establecidos por el productor.
El productor debe exigir al director en el contrato un comportamiento adecuado durante la
filmación de la película (no ingerir alcohol, drogas, etc.), ya que un comportamiento indebido de
su persona alterará la filmación.
Asimismo, el productor deberá requerir al guionista y al director una fecha en la cual el guión y
las escenas de la obra cinematográfica le serán entregados.
Los co-autores podrán reservarse el derecho de disponer libremente de sus contribuciones si el
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productor de la obra cinematográfica, después de concluida la misma, no la difunde en el
período de tiempo que se estipule en el contrato para estos fines, de conformidad a las
disposiciones del artículo 64 de la ley sobre Derecho de Autor.
El productor deberá establecer en el contrato la potestad de poner a disposición del público
copia de la obra a través de la venta, alquiler o préstamo, llevarla a la pantalla grande, a la
televisión (de cualquier tipo), a videogramas o cualquier otro medio que sirva para su
comunicación.
Es inminente para el productor que sean incluidos a su favor ciertos derechos auxiliares, tales
como derechos multimedia y de comercialización, ya que los distribuidores de la obra
cinematográfica pueden requerirle la titularidad de los mismos para llevar acabo la distribución
de la obra .
Es de vital importancia señalar que el productor podrá utilizar fragmentos o imágenes de la
película para fines de promoción, y comprometer al director y guionista a participar en todos los
actos de promoción de la obra, indicando quien sufragará los gastos.
En cuanto a la parte económica, es preciso establecer los montos a pagar y la forma en que se
realizarán esos pagos, los cuales estarán sujetos a la las cargas impositivas aplicables. En
adición, resulta necesario preveer si los co-autores de la obra recibirán un porcentaje en el
caso de que, para aumentar ventas, la obra resulte asociada a un producto o si recibirán
remuneración por copias privadas.
El productor deberá proveerse en el contrato de los correspondientes descargos por uso de la
imagen e información del guionista y director para fines de promoción, explotación y
comercialización de la obra cinematográfica.
En cuanto al derecho moral, el productor se debe comprometer a acreditar a los co-autores de
la obra en todo material que haga alusión a la misma.
De igual forma, el contrato deberá contener una cláusula mediante la cual se autorice al
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productor a ceder en cualquier momento los derechos de la obra o a asociarse con otros
productores si estima conveniente. El derecho de ceder la obra cinematográfica es de suma
importancia a los fines de poder transferir las obligaciones y derechos que emanan de ésta a
los distribuidores, de ser necesario.
Asimismo, es menester que se determine en el contrato si el director y el guionista tendrán o no
final cut para el montaje de la obra cinematográfica.
Por último, el contrato de obra cinematográfica entre el productor y el director y guionista debe
indicar los tribunales competentes para conocer de cualquier disputa que se origine con motivo
de la ejecución del acuerdo de que se trate, así como la ley aplicable al mismo.
En la medida en que la plataforma contractual sea desarrollada conforme a las consideraciones
precedentes, el productor de la obra cinematográfica tendrá los derechos exclusivos de fijar y
reproducir la obra con la finalidad de distribuirla o comunicarla al público por cualquier medio;
distribuir ejemplares de la misma a través de la venta y/o alquiler; modificar el formato para la
exhibición o transmisión; autorizar las traducciones y otras adaptaciones o transformaciones
audiovisuales; perseguir cualquier infracción contra ella; y explotarla para obtener el mayor
beneficio económico, todo de conformidad con el artículo 66 de nuestra Ley de Derecho de
Autor.
Bibliografía
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2006.
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