LAS MIGRACIONES DEL SUR O LA NUEVA “INVASIÓN DE LOS BÁRBAROS” Joaquim Sempere Profesor de Sociología de la Universidad de Barcelona Ponencia transcrita, pronunciada en catalán “La nueva invasión de los bárbaros” es una expresión irónica y de lo que trataremos en esta última sesión es justamente del papel que las migraciones juegan también en este contexto de inseguridad mundial que ha generado la guerra de Irak, la situación en Palestina e Israel y que también se traduce en una creciente hostilidad entre Occidente y el mundo islámico. En este contexto de hostilidad entre dos mundos culturalmente tan diferenciados y con una personalidad tan marcada, el hecho migratorio juega un papel complementario, y en cierta manera complica la situación porque no se trata de una supuesta hostilidad –después hablaremos más en concreto de qué quiere decir realmente esto de choque de civilizaciones-, esta supuesta hostilidad no es entre dos mundos separados, Occidente por un lado y el Islam por el otro, sino que se complica por el hecho que en el interior mismo de los países occidentales hay una población islámica importante y cada vez más creciente. La población musulmana en Europa ascendía hace un par de años a 20 millones de personas, un volumen notable. La inmigración musulmana no es la única, se enmarca en una inmigración más amplia, procedente de países empobrecidos que es la que nos interesará aquí, y es un fenómeno en progresión rápida, que había empezado ya al acabar la Segunda Guerra Mundial, debido principalmente a que el crecimiento rápido de las economías occidentales generó una demanda de mano de obra importante y esta inmigración se alimentó básicamente de los países ex coloniales, que ya tenían unos lazos culturales y políticos con las metrópolis y por tanto fueron a parar sobre todo a Gran Bretaña, Francia, pero también a otros países en aquellos momentos muy dinámicos económicamente, como Alemania, Suiza, etc. Esto, en esta época del gran crecimiento que acabó aproximadamente en 1975 cuando la crisis del petróleo, empezó a provocar una recesión y un aumento del paro que se ha convertido en un aumento estructural, ya había empezado a crear bolsas de inmigrantes que representaban entre el 5 y el 10 por ciento de la población y que mostraban un complemento de fenómenos de integración, de esfuerzo de integración, por parte de los países de destino y por parte de las instituciones de estos países, pero también fenómenos de hostilidad, de desconfianza, de reticencias, etc. La inmigración, sobre todo cuando empieza a ser masiva, genera unos problemas de reacciones sociales que tienen estas dos vertientes, por un lado encontramos esfuerzos por parte de las poblaciones de acogida para integrar a esta gente, para darles facilidades, muchas veces estos esfuerzos son más institucionales que sociales, en la sociedad es más frecuente encontrar reacciones de una cierta hostilidad. En todo caso, mientras duró la prosperidad económica, hasta el año 1975, estos fenómenos de reticencia fueron relativamente controlados y no dieron origen a conflictos importantes, dieron origen, eso sí, incluso a movimientos racistas y xenófobos, recordemos que en los años sesenta en Inglaterra, donde ya había mucha inmigración, aparecía el movimiento de Enoch Powell. Concretamente España es un país donde la inmigración llega con retraso debido a las condiciones económicas del país. España fue más bien un país exportador de 1 emigración y, por tanto, hasta el último decenio no empieza a haber un aumento importante. Aquí hay un efecto sociológico a destacar, que es que aunque estamos por debajo de los promedios de los países donde hay más inmigrantes, en España el hecho de que el fenómeno se haya producido con tanta rapidez, en tan pocos años, y además siendo España una puerta importante de acceso desde América y desde África de inmigrantes a la Unión Europea, los problemas se han intensificado, se dan con una intensidad tal vez inesperada y con una conflictividad potencial mayor. Pero tampoco me centraré en los problemas de España porque el tema es más global, y me referiré sólo a unos cuantos fenómenos que tienen relación con esta inseguridad, que puede tener efectos políticos en la restricción de las libertades políticas. Cogeré unos cuantos puntos porque es un tema demasiado amplio. Uno es el de las reacciones de miedo, reacciones de desconfianza, de hostilidad, de inseguridad, que provocan esta afluencia importante de inmigrantes. ¿Por qué? En general, y sobre todo en poblaciones poco acostumbradas al contacto con personas de otros países y otras culturas, hay un miedo al desconocido, al que es diferente, un miedo a aquello que no podemos prever y que nos parece que amenaza las certezas en que vivimos, que amenaza y pone en cuestión nuestras normas con las cuales estábamos muy seguros. Es decir, la sola presencia del otro genera una incertitud y una inquietud que puede degenerar en hostilidad. Después la alienidad del otro genera estereotipos, tendemos –es una tendencia muy universal, también de otras épocas, no sólo de ahora- a construir unos esquemas muy elementales que atribuimos a todo un colectivo, a colectivos nacionales a los que atribuimos una característica, por ejemplo que los franceses son muy antipáticos, que los catalanes son tacaños, hay estereotipos colectivos que son esquemáticos y que normalmente tienden a hacer cristalizar desconfianzas que no siempre son del todo arbitrarias, que pueden tener una base real, pero que son exagerados y, sobre todo, abusivamente generalizados para atribuirlos a todo un colectivo. Entre los estereotipos que aplicamos a los inmigrantes está, por ejemplo, el de que son pobres, a los inmigrantes ricos ya ni siquiera los consideramos inmigrantes, son pobres y por el hecho de ser pobres amenazan, porque pueden robar, etc. A menudo sucede que como hay muchos inmigrantes que vienen solos, por el hecho de ser solteros, los vemos como una amenaza para nuestras chicas, la vejación de la mujer, la violación, son una amenaza latente, sobre todo si les atribuimos –y eso tiene una base, evidentemente- un machismo en las costumbres como por ejemplo a casi todas las poblaciones que vienen de culturas en que la situación de la mujer está en peores condiciones que aquí. Después hay todo tipo de propiedades estereotipadas, que son sucios por ejemplo, que son ruidosos, etc. Cada anécdota real que confirma uno de estos estereotipos se extiende y siempre se hace una bola que ayuda a consolidarlos. Pero aquí me interesa más centrarme más en un colectivo de inmigrantes, que son los que en estos momentos entroncan con este tema de la seguridad que estamos tratando en este ciclo y que son los árabes y musulmanes, porque los árabes y musulmanes además de ser machistas y todas esas cosas, hoy en día son sospechosos de terrorismo, lo que hace aún más agudo el factor de posible enfrentamiento y hostilidad con las poblaciones autóctonas y dispara todas las alarmas y los miedos asociados a esta alteridad, a esta diferencia, entonces cuesta aceptar tenerlos de vecinos por ejemplo, pueden tener explosivos en casa, no gusta que se reúnan y, por tanto por ejemplo los lugares de oración tampoco los queremos al lado de nuestra casa, etc. Se generan una serie de dinámicas particularmente nocivas y acentuadas en el caso de los árabes y musulmanes. También hay que decir que a veces las animadversiones y las hostilidades tienen que ver con otro fenómeno que es que odiamos a aquellos a quien maltratamos y a los inmigrantes pobres del Tercer Mundo la verdad es que los maltratamos, porque les damos ocupaciones mal pagadas, y no sólo los empresarios, eso pasa en la 2 agricultura, en la construcción, hay empresarios que cumplen y les pagan lo que toca y les aseguran, etc., pero hay muchos que se aprovechan de la situación de ilegalidad para maltratarlos, para explotarlos, para no ayudarles a legalizarse, pero también hay gente que les paga salarios bajos por hacer tareas domésticas, y aquí no hablamos de empresarios sino de personas “normales”, hay quien no les quiere alquilar pisos o que les pone alquileres abusivos, es decir, que hay situaciones de maltrato. Y eso me recuerda una reflexión que leí a propósito de los hechos de El Ejido en que se reveló en aquellos momentos que aquellos inmigrantes, que casi todos eran magrebíes, eran muy explotados justamente por campesinos que hacía diez o quince años que eran ellos mismos de los más pobres de España y que de golpe, con la prosperidad, habían adquirido una especie de avidez extrema que hacía que fueran particularmente explotadores con estos inmigrantes. Y en este comentario que leí se explicaba este fenómeno de psicología social que hace que odiemos al que maltratamos, porque de alguna manera es un espejo que nos devuelve una imagen que no querríamos ver de nosotros, nos devuelve esta imagen de abusadores, de explotadores que no nos gusta, y entonces la reacción, muy a menudo inconsciente, es de denigrarlos porque parece que considerándolos inferiores es más tolerable que se les trate mal. Pienso que es una observación psicológica que vale la pena considerar. Por otro lado, todos estos fenómenos de miedo se acentúan por los fenómenos de guetización, de segregación residencial que son bastante inevitables, que cuesta mucho evitar porque al ser gente con pocos recursos, además de que los pocos que ganan tienen mucho interés en ahorrarlos para enviarlos a sus países de origen habitualmente, van a parar a sitios con alquileres bajos y, además, tienden a concentrarse porque también buscan la comunidad, buscan estar cerca de los suyos para sentirse más protegidos, de manera que eso les segrega y al segregarlos los junta y, al juntarlos, la población autóctona tiene más tendencia a verles como una masa, una masa además amenazadora. Es curioso, por otro lado, que nos den miedo los pobres cuando hay extranjeros ricos que tal vez son una amenaza mayor para la seguridad cotidiana, me refiero a las mafias, las mafias del narcotráfico y de la especulación inmobiliaria, que en algunas zonas de este país se han implantado desde hace unos cuantos años y que han generado unos climas de delincuencia, incluso con secuestros, con asesinatos; éstos no son inmigrantes pobres, son ricos, muy a menudo de Rusia, de países del Este, de algunos latinoamericanos también, y éstos en cambio no acostumbran a formar parte de esta constelación de miedos que sentimos. Todo esto me lleva al segundo punto que querría destacar, el de la xenofobia y el racismo. Estas tendencias siempre se han basado en identificar a un supuesto enemigo imaginario, construido artificialmente, a veces con argumentos reales pero estereotipados, exagerados, etc. Los sectores más favorables a la xenofobia son los sectores más pobres y más frágiles, con un nivel de estudios más bajo y más amenazados por el paro, por la precariedad y la exclusión. Normalmente éstos coinciden con los que han de convivir más de cerca con los inmigrantes pobres y, por tanto, con los que sienten que se les roba el territorio. Aquí he podido escuchar entrevistas por radio de gente que vive desde hace muchos años en Ciutat Vella quejarse de que ya no sienten en su casa porque hay demasiada gente de fuera. Estos sectores populares más excluidos, más marginados, son los que están más expuestos a las seducciones de la xenofobia y a interpretar al extranjero como a un enemigo. Y evidentemente todo esto se alimenta todavía más cuando se pueden hacer reproches a las administraciones porque parece que mimen a los extranjeros en detrimento de los autóctonos y entonces cualquier caso en el que un extranjero haya recibido un piso de protección oficial, por ejemplo, o que haya tenido más facilidades para hacer entrar a su hijo en la escuela o para recibir una determinada prestación social, se exhibe como un caso de que los extranjeros nos están robando el pan. Pero claro, los sectores que normalmente lo experimentan son justamente los sectores populares que están en situación más frágil y vulnerable. 3 ¿Cuáles son los resultados políticos de la xenofobia y del racismo? En primer lugar, una operación de confusión en el sentido de que es muy fácil que el extranjero, y sobre todo el extranjero pobre y vulnerable, como es débil, a pesar de todos los miedos que pueda generar él es débil y en el fondo todos lo sabemos, es muy fácil convertirlo en un chivo expiatorio, es decir, en momentos en que un colectivo, una sociedad, experimenta el malestar, un malestar difuso, en que no se sabe bien quién es el culpable de qué y por tanto cuáles son los orígenes de los males que nos afligen, desde el paro y la precariedad hasta el aumento del precio de la vivienda, hasta mil cosas que nos afligen, en situaciones en que hay un malestar difuso, en que no hay un causante claramente identificable, es muy fácil que el extranjero vulnerable se convierta en una cabeza de turco. Es lo mismo que hicieron los nazis convirtiendo a los judíos en los culpables de todos los males que afligían la Alemania de la época y, por tanto, ésta es un arma que alimenta formas de populismo primario y que permite movilizar, sobre unas bases muy sencillas pero que llegan mucho a la psicología de la gente, de ciertos sectores sencillos, para movilizarlos entorno a proyectos políticos que no tienen nada que ver con la solución de problemas reales, es decir, se trata de crear problemas ficticios, con enemigos ficticios para arrastrar movimientos hacia soluciones que, como el nazismo, pueden llevar a finales muy destructivos. Por lo tanto, hay un primer peligro de la xenofobia y del racismo que es el de generar movimientos populistas y de esto tenemos muchos ejemplos: antes he hablado de Powell en Gran Bretaña, hemos tenido a Lepen en Francia, tenemos movimientos racistas en Italia, en Alemania, etc., que acaban arrastrando incluso a los sectores que se autoproclaman no racistas ni xenófobos pero que ven que aquí hay una reserva de votos, y entonces hacen derivas populistas que también utilizan la xenofobia y el racismo para atraer estos votos de la población que ya está sensibilizada por las prédicas, lepenistas o de otros movimientos racistas. Aquí en Cataluña tenemos una plataforma local en Osona, Plataforma per Catalunya, que también utiliza este discurso racista para confundir, para marear la perdiz. Los que predican el odio al extranjero abren la caja de los truenos y, a menudo, el resultado de sus prédicas escapa al control de ellos mismos. Cuando los agresores fascistas, estos jóvenes o no tan jóvenes fascistas que atacan a indigentes o a inmigrantes lo hacen por que se sienten identificados en este discurso que flota en el ambiente, que mucha gente no es consciente de serlo, de tener estos sentimientos racistas y que nadie se atreve a expresarlos porque no es políticamente correcto y, además, fijémonos en aquella expresión típica de cuando se quiere criticar a un inmigrante, siempre se dice “yo no soy racista pero...” y se continúa. Querría subrayar el peligro de estos discursos que denigran a determinados colectivos y que siembran una semilla de odio que se puede expresar en sectores incontrolables de personas agresivas, como en el caso de esta indigente o sin techo agredida en un cajero automático en Barcelona hace un par de meses por unos jóvenes, por otro lado de familia de clase media, que seguramente bebían de un discurso de denigración de los sin techo, del indigente, como si fuera una escoria humana y, de alguna manera, aquellos chicos al expresar su agresividad contra aquella persona estaban haciéndose eco de un discurso flotante, de un discurso impreciso pero que está en el ambiente y que incluso alimenta algunas normativas públicas. Y aprovecho para hacer una crítica a la normativa contra el incivismo del Ayuntamiento de Barcelona, que de alguna manera, en determinadas expresiones que se utilizaron culpabilizaban y denigraban a los sin techo como si fueran unos incívicos. Por otro laso, la xenofobia y el racismo degradan profundamente el clima político porque colocan la conflictividad social en términos de nosotros y ellos y, por tanto, desencadenan movimientos mentales y políticos de tipo identitario. Entonces el debate político es bastante difícil porque ya no se habla de problemas concretos, de intereses concretos, reales, de prioridades sociales o discutir en función de los derechos de las personas en general, porque vivimos en una sociedad en que creemos o creemos 4 creer que todos tenemos los mismos derechos, y que los derechos humanos son derechos universales. El debate político normal tendría que superar las diferencias identitarias, en cambio la xenofobia y el racismo tienden a situarlo en un terreno de enfrentamiento entre ellos y nosotros, que ofusca todo el discurso. Y aquí ya volvemos al núcleo básico, Islam contra Occidente es la suma, la culminación a nivel mundial de este enfrentamiento de ellos contra nosotros, que borra las diferencias, Occidente contra el Islam y eso se expresa de mil maneras, extrañas y confusas. Por ejemplo en el tema de las caricaturas de Mahoma algunos comentaristas, algunos creadores de opinión, han llegado a plantear el tema como o estamos a favor de la libertad de prensa, y por tanto aquí no hay nada que decir, o estamos a favor del fanatismo, cuando la cosa no era así, no se trataba de un problema de libertad de opinión de prensa, en este caso se ha querido convertir casi en una confrontación entre la libertad de expresión como símbolo de Occidente y de sus libertades y una gente que son unos fanáticos y que no pueden admitir ni tan siquiera una broma sobre las cosas sagradas que nosotros ya estamos muy acostumbrados a escuchar de las nuestras. Y esto nos lleva al tema que ya salió en una conferencia anterior, el choque de civilizaciones, que es justamente una expresión que difundió Samuel Huntington, una de las cabezas pensantes de la oligarquía capitalista norteamericana, que escribió un libro con este título y que preveía, pronosticaba, que una vez desaparecido el sistema soviético, la Unión Soviética, Occidente se vería confrontado al otro gran centro mundial civilizatorio que podría hacer frente en términos de poder o de influencia a Occidente y que además tenía una polaridad con Occidente en el sentido que tenía unas características civilizatorias muy diferenciadas. Huntington nos estaba diciendo que un gran imperio como es el de Occidente no puede vivir sin enemigos y entonces acabaremos encontrando otro y este otro será el Islam. Esto se ha convertido en lo que en Sociología se llama “profecía autocumplida”, algo que vas repitiendo y acaba siendo verdad, pero no diría yo que sea verdad, no creo que hoy haya choque de civilizaciones, pienso que el choque de civilizaciones es una gran estratagema y una gran trampa semántica-política que tienen interés en atizarla aquellos que quieren que el mundo esté constantemente en tensión bélica, y estos unos están perfectamente identificados, son los gobernantes sobre todo de los Estados Unidos, como representantes más cualificados y con una vocación militarista más clara y, por tanto, que se presentan como los defensores hasta el final de los valores de Occidente, en que a los actuales gobernantes de los Estados Unidos les interesa fomentar un clima de guerra, porque este clima de guerra favorece las aventuras bélicas como la de Irak, que tenía diversas finalidades, una de las cuales es mantener la tensión interna en el país, una tensión unanimista contra cualquier disidencia, todos juntos contra el enemigo común, que encontró una ocasión dorada en los atentados del 11 de septiembre, de los que se ha dicho, creo que con razón, que si no se hubieran producido -les interesaba a los Estados Unidos, al gobierno de Bush- que alguna cosa de este tipo se produjera para estar justificados para lanzar alguna aventura agresiva de cara a una operación muy clara desde el punto de vista geopolítico, que es el control de una región estratégica para el suministro del petróleo. Y esta región no es sólo Oriente Medio, que está claro, donde están las grandes reservas, que de aquí a unos cuantos años se calcula que será las tres cuartas partes de todo el petróleo que quedará en el mundo, pero además también poner un pie en Afganistán y en toda Asia Central porque en estos momentos está saliendo en el horizonte económico mundial la competencia de China y China será la gran devoradora de petróleo, y los Estados Unidos saben que el gran rival por el control del petróleo será China y, por tanto, les interesa también no sólo la aventura en Afganistán sino toda política entorno al Kirguizistán, el Kazajstán y todos estos países que tienen gas natural y que pueden ser un paso para el petróleo hacia China y hacia Occidente. Por tanto el choque de civilizaciones es una gran estratagema ideológica para generar este sentimiento unanimista y de guerra que además justifica la agresión, justifica la guerra y que se voten los presupuestos de guerra y, por tanto, todo esto forma parte 5 de un proyecto imperial de largo alcance que está muy ligado a los intereses del petróleo, de la industria del automóvil, de la industria del acero, es decir, de todo un sector importante, aunque no todo, de la oligarquía capitalista norteamericana. A esta gente le interesa que los conflictos aparezcan no como conflictos sórdidos que son, por intereses económicos, sociales y estratégicos, sino como conflictos culturales. La primera agresión a Irak se consideró una reparación contra una violación del Derecho Internacional, es decir, la ocupación de Kuwait por Irak, después vino el boicot de diez años contra Irak que provocó centenares de miles de muertos debido a la falta de alimentos, de medicinas, etc., y después la segunda guerra de Irak se justificó porque Sadam Hussein era una amenaza debido a las armas de destrucción masiva y además porque era un dictador sanguinario, ésta era la justificación, no se quería una justificación de las motivaciones reales. Toda esta utilización de las diferencias civilizatorias para legitimar que existe este conflicto, este choque, alimenta la misma visión y añade una idea todavía más inquietante desde el punto de vista de esta sensación de inseguridad que se nos quiere transmitir a todos, que es que los inmigrantes árabo-islámicos, los que están viviendo entre nosotros, estos veinte millones o más que viven en Europa, son como un caballo de Troya, se convierten en una pieza importante en esta batalla entre civilizaciones porque son automáticamente calificables como posibles traidores, como posibles agentes del enemigo, y por tanto eso genera una situación altamente desagradable, primero para los propios árabes y musulmanes que están aquí, que no tienen ninguna culpa de nada, que no tienen nada que ver, que a menudo ni siquiera son creyentes y cuando lo son no son fanáticos ni estarían dispuestos a apoyar ningún acto de terrorismo, pero éstos son las primeras víctimas. Pero además eso envenena potencialmente las relaciones con las comunidades autóctonas, y entonces fenómenos como la revuelta de las banlieus de Francia o las muchas otras revueltas que había habido antes en Inglaterra, protagonizadas por inmigrantes en que la mayoría son de países árabes-islámicos, se interpretan en estos términos, etc. Entonces, con todo esto se está legitimando no sólo una política imperial de guerra, sino que se está legitimando una política de restricción de las libertades. De momento los países más afectados son los países anglosajones, que son los países que tienen tropas en Irak, está la Patriot Act en Estados Unidos, que restringe las libertades, da más poder de control a la policía y se alimenta de la paranoia que ya es consustancial a la sociedad norteamericana desde hace tiempo y ha sido exacerbada por el 11 de septiembre, pero también en Inglaterra ha habido tentativas de Blair, frenadas sólo parcialmente por el Parlamento, de restringir las libertades y de alargar por ejemplo el período de detención de los acusados de terrorismo, etc., y en toda Europa y el mundo se están instalando ya como algo habitual los controles, los controles aéreos incluso en los trenes, los controles que nos hacen pasar a todos y nos vamos acostumbrando a una situación de vigilancia, de videovigilancia, de vigilancia policial, que no hace más que restringir estas libertades, que hace que todo junto resulte una operación que contiene muchos peligros no sólo para el mundo islámico, que está sufriendo ya las consecuencias, sino también para nosotros y para nuestras libertades. Por otro lado, si miramos qué quiere decir realmente seguridad y cuál es la seguridad de estos señores de la guerra que son Bush, Blair y sus aliados, nos prometen, nos ofrecen, ¿qué vemos? Vemos, de hecho, una cosa que ahora ya en las encuestas que se hacen, que se han hecho aquí en España, en Europa y en los Estados Unidos, cuando se pregunta: “¿Cree usted que vivimos en un mundo más seguro que antes del 11 de septiembre?”, la respuesta ampliamente mayoritaria es “no, vivimos en un mundo más inseguro”. Por tanto lo que se ha conseguido con la guerra de Irak es exacerbar la sensación de inseguridad en el mundo. La mayor fábrica de terroristas es la ocupación de Irak. Irak era un país que tenía muchos problemas, que tenía un dictador feroz, pero que no tenía terroristas y, menos, terroristas islamistas. Hoy en día es la escuela donde se forman grupos y brigadas de terroristas que van allí a hacer sus pruebas porque están, entre otras cosas, excitados por la situación generada por 6 la ocupación militar y por las humillaciones, las torturas y todas la vejaciones, además publicitadas ampliamente por las televisiones, porque hoy en día los países islámicos tienen también medios televisivos y también saben difundir mensajes, ya no son los occidentales sólo los que controlan los medios de comunicación, por tanto eso hace que bajo el argumento de que se trataba de derrotar a un régimen terrorista, un régimen amenazador, se ha creado una situación absolutamente incontrolable en que la producción de terroristas y de terroristas islamistas es mayor que nunca. Y naturalmente todo eso repercute también en Occidente, justamente porque no es falso que esta minoría islámica metida en el interior de Europa, o también en América del Norte, no pueda ser un punto de reclutamiento, lo es, también es un punto de reclutamiento, y eso complica las cosas porque aunque el 99% de los árabomusulmanes no tengan nada que ver con el terrorismo, sólo que un 1% lo sea genera ya una situación de desconfianza generalizada que lleva a un aumento también de las posibilidades de terrorismo y, por tanto, a aceptar la necesidad de más policías, de más soldados, de más restricciones a las libertades y de menos garantías y eso también tiene efectos morales, degradantes para nosotros. Y aquí vuelvo al discurso de “ellos y nosotros”. Cuando vemos horrorizados las torturas de Abu Graib y de Guantánamo, las vejaciones religiosas, las vejaciones sexuales, uno piensa, uno acaba diciendo “eso lo hacen los nuestros” y puede haber una tendencia subconsciente a exculpar, o dicho en otros términos tal vez más reales, a acostumbrarnos a que en las guerras, y en guerras tan duras, es un choque de civilizaciones en que hay terroristas que pueden suicidarse o inmolarse para matar, para hacer daño a los demás, que puede que sí que valgan ciertas armas, es decir hay un peligro de perversión de la conciencia moral que se puede ir instalando a medida que se instala también entre nosotros la lógica del “ellos y nosotros”, si lo hacen los nuestros lo podemos criticar pero siempre serán los nuestros. Pero por otro lado, y vuelvo a lo que decía antes de la estratagema que es el choque de civilizaciones, una cosa importante es no caer en esta dinámica del enfrentamiento, del choque de civilizaciones, porque no hay un “ellos” y un “nosotros”, lo que hay son millones de mujeres y hombres que quieren, que queremos vivir en paz allí y aquí, nuestros aliados no son Bush, Blair y los representante del complejo militar industrial de sus países, ni sus aliados como Aznar aquí, ni aquéllos que se benefician de los negocios millonarios de la guerra, nuestros aliados para mí son más Salman Rushdie o Naguib Maazouf, amenazados de muerte por los integristas islámicos, por ejemplo, o Salima Ghezali, periodista, directora de un periódico de Argel, que ha sido repetidamente amenazada tanto por los islamistas como por los militares que los reprimían. Nuestros aliados son los periodistas egipcios, jordanos, sirios, iraníes, que luchan para ampliar las libertades de expresión en sus países y se encuentran con un integrismo que va creciendo a medida que la prepotencia de Occidente se manifiesta en la guerra de Irak y en todos estos oprobios, va alimentando este clima de oposición a Occidente que da armas a los más radicales integristas que se presentan como los únicos defensores de la identidad colectiva del Islam, cuando no lo son. Y en definitiva esta presión hace que todos aquellos elementos que buscan simplemente sobrevivir, vivir bien y además ampliar estos niveles de libertad que a menudo no se han podido ampliar por culpa de Occidente que ha apoyado regímenes dictatoriales opresivos en sus países, pues son estos nuestros aliados y con quien nos hemos de sentir vinculados y a quien tenemos que apoyar. Por eso episodios como las caricaturas de Mahoma, que lo que hacen es azuzar justamente este clima antioccidental e integrista, hacen un flaco favor a todas las fuerzas que se están renovando y que están constituyendo un movimiento árabe muy reprimido, pero que continúa existiendo, de lucha por sus propias libertades, que en definitiva serían las libertades de todos. No es Bush quien lucha por nuestra seguridad, ni menos por nuestra libertad, son estos periodistas, escritores, intelectuales, feministas, sindicalistas, que luchan por su libertad y la nuestra, me refiero a la gente de estos países. Por tanto, no son dos mundos y dos civilizaciones, islámico y Occidente, que se enfrentan, sino unos 7 intereses imperialistas, belicistas, que favorecen el terrorismo islámico liberticida por un lado y, por el otro, la gente que queremos vivir en paz y con un poco más de libertad y de derechos humanos. Por eso creo que hemos de apoyar a esta idea que tuvo en Occidente Rodríguez Zapatero de la Alianza de Civilizaciones y que ha conseguido que la ONU hiciera suya, pienso que ha sido una iniciativa excelente para dar una alternativa. Es decir, en este sentido pienso que Rodríguez Zapatero tiene el gran mérito de haber sido el único líder occidental que ha sabido dar una alternativa discursiva, un discurso diferente, no sólo diferente sino contrapuesto, de lo que se rata no es de que las civilizaciones choquen sino de que se alíen para mejorar juntas. Querría hablar de una cuestión ligada a todo esto, que es lo que llamaría el orgullo blanco, el orgullo de los blancos como tales. Me ha llamado la atención cuando a veces la policía ha hecho requisas en locales neonazis que los neonazis de aquí y de toda Europa son muy europeístas. De alguna manera los europeos somos los arios también, y por tanto el racismo nazi entronca con esta idea europeísta, esta idea de que Europa es superior, de que nuestra civilización es superior. Yo pienso que tenemos que estar muy alerta con este discurso, que es un discurso que desgraciadamente está destinado a crecer, pienso que llegará un momento en que si las cosas se complican y la conflictividad internacional aumenta saldrá gente que explícitamente -ahora ya se expresa pero más implícitamente que explícitamenteafirmarán que hay una superioridad blanca, una superioridad europea, una superioridad euro-norteamericana, y que los otros son culturas que no han sido capaces de crear instituciones y conseguir las libertades que hemos conseguido nosotros, los derechos, etc. Y ésta es un arma que refuerza este frente, que en el fondo es un frente imperialista, pero que como todo frente político pretende, necesita ocultar sus intenciones sórdidas y legitimarlas con un discurso que pretenda unir detrás suyo al máximo de gente posible. Entonces, no entro en si tenemos motivos para sentir un orgullo como europeos, de lo que sí estoy seguro es que aquello que Europa haya podido aportar al mundo y creo que hay bastante, aunque también tenemos cosas de las cuales autocriticarnos, no lo hemos de convertir en una especia de herramienta de unanimidad para oponernos a las otras culturas y civilizaciones, sino justamente como un patrimonio que hemos de compartir y que hemos de ayudar a extender a otros lugares, y no es ni con una guerra como la de Irak, ni con unas torturas como las de Abu Graib, ni con unas políticas de apoyo a un Israel desmadrado en su tentativa de aniquilar o de anorrear políticamente al pueblo de Palestina, como lo haremos. Por eso creo que es importante calibrar exactamente cuál ha sido la aportación de Europa a la cultura humana, pero más importante aún es favorecer todo aquello que pueda aportar al resto del mundo aquellas ventajas que nosotros hemos podido conseguir. Para acabar, es necesario decir que hay un discurso perverso y distorsionado sobre la seguridad y un uso interesado de la inseguridad, reducida a amenaza terrorista por otro lado, como si el paro, la precariedad, la devastación ecológica del planeta o las amenazas de guerra o las guerras que hay realmente, impulsadas directamente por los Estados Unidos o indirectamente por los traficantes de armas, que resulta que además los traficantes de armas son los cinco países más importantes del mundo, que están en el Consejo de Seguridad: Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China, por tanto aquí es donde está la inseguridad que se nos intenta reducir a la inseguridad del terrorismo. De hecho la auténtica seguridad no se consigue exhibiendo y practicando la violencia política, económica y militar como hacen los Estados Unidos y Gran Bretaña en Irak y amenazan con extenderla por Oriente Medio. El imperialismo ha abierto la “caja de Pandora” y no sabemos si el terrorismo islámico se acabará fácilmente después de lo que está pasando, pero la única manera de reducirlo es acabando con la guerra y estableciendo un clima de concordia y cooperación entre los Estados y entre pueblos, las libertades de todos también saldrán ganando. 8