Reflexión dominical (14

Anuncio
LOS FARISEOS DE SIEMPRE
Reflexión dominical (14.11.10)
Monseñor José I. Alemany Grau, Obispo.
De cuando en cuando, saltan a
la prensa algunos escándalos
que han hecho los sacerdotes.
La prensa, con ese poder (que
cuando se emplea mal es
diabólico) pretende envenenar
el ambiente eclesial y hace todo
lo posible por destruir la
persona implicada.
Consciente o inconscientemente todos saben que si se
destruye al pastor se dispersan
las ovejas.
Está bastante claro que eso es
lo que pretenden, a nivel
mundial, los grandes poderes…
y posiblemente la prensa sea el
primero de todos.
Sin embargo la profesionalidad
exige respetar las personas e
informar objetivamente sin
crear escándalos que no
existen.
Es conocido que si un sacerdote
hace una obra extraordinaria la
noticia se presentará como “el
cura tal ha hecho esto…”. Pero
si comete un error, fácilmente
se dirá en plural: “así son los
curas”.
Ante todo hay que reconocer
que si se trata de un verdadero
pecado, pues es un pecado. Es
cosa grave y ofensa a Dios.
En ese caso es preciso
arrepentirse,
confesarse
y
recuperar la gracia, si es que
uno libremente así lo desea,
porque Dios ama la libertad y no
nos “impone” el amarlo: pero
eso sí, ha dado pruebas
suficientes para pedírnoslo.
Para el pueblo de Dios, el hecho
de que sea un sacerdote quien
tiene esa debilidad evidentemente que lo cuestiona más
que si lo hace un laico. En parte
tiene razón porque el sacerdote
debe ser, como Jesús, luz del
mundo. Sin olvidar que a todos
sus seguidores Jesús les pidió
que fueran también luz.
Respetando en cada caso lo
que pueda hacer un Obispo, que
conoce el problema de cerca y
también a su gente, tengamos
en cuenta:
* Primero, que el laico es
hombre y el sacerdote también.
* Segundo, que si el pecado lo
comete un laico bautizado, es
un “fiel” de la Iglesia de Jesús y
el sacerdote también es un fiel
de la Iglesia.
* Tercero, que si el laico está
casado por la Iglesia, ha sido
consagrado a Dios en su
matrimonio y el sacerdote
también se comprometió con
1
Dios en celibato (al menos los
de rito latino).
es “como su jefe” y a los laicos
no.
* Cuarto, si adultera el laico,
comete un grave pecado y el
sacerdote también. El primero
por ser infiel a su esposa a la
que se unió en Cristo para
siempre y el segundo porque se
consagró
a
Cristo
definitivamente.
Habría
que
hacer
unas
preguntas interesantes: Cuando
una persona se bautiza, ¿quién
representa para ella a Jesucristo
en este mundo? ¿No hay una
sola Iglesia, un solo Redentor y
solamente
unos
ministros
configurados
con
Cristo
sacerdote? ¿No son el Papa y
los Obispos los principales
responsables de toda la Iglesia?
Por otra parte es necesario que
todos
vayamos
tomando
conciencia de que la Iglesia
somos todos los bautizados y
que, a través del Cuerpo
místico, nos perjudica el
pecado, venga de donde venga,
ya que por la “comunión de los
santos” participamos de los
bienes espirituales y también
nos daña el pecado de otros, de
alguna manera.
Si el Obispo tuviera como deber
castigar al sacerdote, ¿por qué
no debería castigar al laico que,
abandonando a su mujer, se va
con otra, e incluso si comete un
solo pecado de adulterio?
Esta temporada he pensado
bastante en el Evangelio de la
mujer adúltera.
Es preciso tener en cuenta que
la función de la Iglesia en este
mundo es la misericordia y el
perdón.
Los fariseos han conseguido, al
parecer, un trofeo y vienen
felices para ver cómo enfrenta
Jesús la situación.
Jesucristo la puso en la tierra
para que repartiera a todos los
hombres los méritos de su
pasión y muerte, así como los
méritos de su resurrección.
Con actitudes despectivas tiran
a la mujer en el centro y le dicen
al Señor:
Perdonar es el papel especial de
los sacerdotes que actúan “en
la persona de Cristo”.
No se puede, sin embargo,
pensar que para el laico
siempre hay perdón y para el
sacerdote nunca.
Tampoco se puede pensar que
el Obispo está puesto para
castigar a los sacerdotes porque
- Esta mujer ha estado
adulterando. Según la ley de
Moisés hay que apedrearla,
¿qué dices tú?
Si la pregunta es capciosa, la
inteligencia de Jesús supera la
de todos ellos.
El Señor mira a cada uno de los
fariseos y simplemente les dice:
2
- El que de ustedes esté sin
pecado que tire la primera
piedra.
El Evangelio dice expresamente
que
desaparecieron
todos,
comenzando por los más viejos,
que debían tener más carga.
Si a todos esos malos
periodistas y malos cristianos,
se les dijera lo mismo: el que de
ustedes no haya adulterado…
que tire la primera piedra, ¿se
atreverían
a
hacerlo?
¿Escribirían así? ¿Harían tan
duros comentarios?
La dignidad del periodista exige
que si es cristiano, como
cristiano, y si es periodista por
serlo, respete a la persona
aunque deba hacer públicos
hechos difíciles.
Para mí está claro que si la
Iglesia no sirve para perdonar y
no perdona, no tiene razón de
ser en este mundo. Todo
corazón cristiano debe amar y
tener capacidad de perdonar.
Jamás destruir a una persona.
Lo que hay que hacer es
respetar
a
las
personas
siempre, aunque hayan tenido
alguna debilidad, y facilitar el
camino del regreso si salieron
del redil.
Ya es hora de que entendamos
cuál es la maravilla de la
revelación de un Dios que se ha
definido como “Dios clemente y
misericordioso”.
José Ignacio Alemany Grau, Obispo
3
Descargar