Propuesta - Diálogo Social

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1986 - 30 años promoviendo la participación ciudadana - 2016
ADOLESCENCIA, SOCIEDAD Y SEGURIDAD CIUDADANA
Las cuentas pendientes luego del plebiscito del 26 de octubre de
2014
I.
A GUISA DE EXORDIO
Los acontecimientos sucedidos a partir de la campaña electoral de 2014, donde el plebiscito para
bajar la edad de imputabilidad se ubicó como una de las novedades del ciclo electoral, se
transformaron en una experiencia muy rica a estudiar.
¿Por qué? En primer lugar, porque en un país adultocéntrico (con clara mayoría adulta en su
pirámide etaria) y en el que según los preceptos de la democracia liberal formal la mayoría es la
que decide, resulta una experiencia interesante e importante, de la que hay mucho para
reflexionar. En segundo lugar, porque los medios de comunicación jugaron su partido y colocaron el
tema de la seguridad en la primera plana de diarios y noticieros, y se aseguran de magnificarlo y
explicitarlo cuando quien protagoniza el hecho delictivo es menor de 30 años.1 En tercer lugar,
porque sectores mayoritarios del Partido Nacional y del Partido Colorado actuaron
protagónicamente proponiendo que era la solución a los problemas de la seguridad. Este
protagonismo contrastó una estrategia de apoyos indirectos y no muy explícitos públicamente del
elenco gobernante y del Frente Amplio, tendientes a no entorpecer la propia estrategia que los
integrantes de la Comisión ya habían definido.
Entonces resulta llamativo que los resultados sean los que se alcanzaron. Resulta llamativo también
que una campaña encabezada por la negativa, se haya asociado tanto al color, la alegría y la
esperanza. Resulta interesante cómo fue que se encabezó y quiénes fueron los protagonistas de la
movilización, en un marco de tanto descreimiento y desinterés hacia lo político. Por tales motivos,
1
La profesora Nilia Viscardi (Facultad de Ciencias Sociales. UdelaR), en una entrevista realizada por la
publicación gaceta.UR a comienzos del 2011, señalaba: «[…] en el trabajo que realizamos, que abarca
básicamente los medios El País y La República, mostramos que hay una inversión por la cual al 2003,
aproximadamente el 60 por ciento de las notas situaba a los niños y adolescentes como víctimas de la
violencia, y con el paso del tiempo las notas los situaban cada vez más como responsables y culpables de las
violencias. ¿Qué está ocurriendo? Un proceso en el cual la prensa asocia juventud con peligrosidad y
responsabiliza a los adolescentes y a los jóvenes.
La mala lectura es que todos los delitos con violencia que ocurren en nuestro país son cometidos por los
adolescentes, y por los adolescentes pobres. Eso evidentemente es una mentira, porque las estadísticas dicen
que quienes más sufren violencia sexual, violencia en el hogar, explotación laboral, exclusión del sistema
educativo, […] son precisamente los niños, adolescentes y jóvenes» («El medio me da miedo», en gaceta.UR
(año II, número 13), Montevideo, Universidad de la República, mayo de 2011, pp. 17-18).
1
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el movimiento social que respaldó la campaña de No a la baja es un fenómeno que se encuentra a
estudio y viene siendo objeto de análisis y publicaciones.
El Centro de Participación Popular se comprometió públicamente y adhirió la Comisión Nacional No
a la Baja,2 junto a otras organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, barriales y políticas. Ha
transcurrido un año y medio desde la realización del plebiscito. La convocatoria al Diálogo Social, en
la medida que establece un marco para un encuentro amplio y participativo de la sociedad
uruguaya para pensar el Uruguay del futuro, nos alienta a presentar este documento.
El documento tiene como objetivo generar insumos para contribuir a elaborar una estrategia
integral que sintetice los aportes realizados durante la campaña de 2014 y que aporte a la
construcción de un curso de acción sostenible, en el mediano y largo plazo.
II.
PASADO RECIENTE
El plebiscito para bajar la edad de imputabilidad fue una consulta popular que se desarrolló en
paralelo con la primera vuelta de las elecciones presidenciales y parlamentarias en Uruguay el 26
de octubre de 2014.
Pero este proceso hacia el plebiscito comenzó bastante antes. Ya durante la campaña electoral
hacia las elecciones presidenciales y parlamentarias de octubre y noviembre de 2009, el tema de la
2
El 27 de mayo de 2014 la Comisión Directiva del Centro de Participación Popular emitió una
Declaración Pública donde señalaba: «Uruguay se ha caracterizado históricamente por tener una legislación
de avanzada en materia de derechos individuales y colectivos garantizados por la Constitución y las leyes. [..]
Nos encontramos frente a un plebiscito sobre un proyecto de reforma constitucional, que es totalmente
contrario a esa vocación de respeto y profundización de los derechos humanos: LA BAJA DE LA EDAD PARA LA
IMPUTABILIDAD PENAL.
Ante este proyecto de reforma nuestra institución siente la necesidad de hacer público y de manera firme, su
rechazo a la misma, porque: (i) es la primera vez que mediante una reforma constitucional se pretende
recortar un derecho fundamental y en particular a un segmento de la población que está en proceso de
maduración personal y ciudadana; […] (vi) apela al concepto de castigo cuando lo que se necesita son
procesos educativos, reorientadores y la generación de oportunidades para su integración social; (vii) un
proyecto que “criminaliza” la juventud, nos ubica en una sociedad que teme a los jóvenes. Una sociedad que
se piensa en desarrollo debe proyectar cómo dar oportunidades para la incorporación social en el presente y
cómo desarrollar las potencialidades de la juventud, asegurando un mejor futuro para el país y su gente.
[…] Este proyecto es totalmente contrario a la filosofía, visión y compromiso con que desarrollamos nuestro
trabajo que apunta a lograr la mayor integración social posible. En definitiva, nos manifestamos en contra de
este proyecto porque un país que no apuesta a sus jóvenes, no apuesta al futuro, no se proyecta, se condena.
Apostamos a un desarrollo humanista, donde todos y todas tenemos para dar… como sociedad es nuestro
deber brindar las oportunidades».
2
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seguridad ocupó un espacio importante en la agenda pública,3 con críticas desde los dos principales
partidos de oposición Partido Nacional y Partido Colorado hacia el gobernante Frente Amplio
respecto a su manejo del tema seguridad.4 Hacia la segunda mitad del 2010 ya existían distintos
proyectos de ley que se orientaban a modificar el marco legal que rige para los delitos cometidos
por jóvenes entre 16 y 18 años, ya sea endureciendo las penas, juzgándolos como adultos o
manteniendo sus antecedentes legales una vez que cumplían la mayoría de edad.5
En 2011 el sector Vamos Uruguay del Partido Colorado lanzó una campaña de recolección de firmas
para la baja de la edad de imputabilidad penal de 18 a 16 años, reforma parcial solo para los delitos
más graves, la cual fue apoyada por el sector herrerista del Partido Nacional, cuyo máximo
representante era el ex presidente Luis Alberto Lacalle. El 17 de abril de ese año fueron entregadas
a la Corte Electoral las firmas tendientes a habilitar un plebiscito junto a las elecciones nacionales
de 2014, las cuales terminaron de ser verificadas el 6 de setiembre de 2011, superando las 250.000
(10 por ciento de los habilitados para votar) necesarias para convocarlo.
La iniciativa de reforma constitucional fue presentada por el diez por ciento de los ciudadanos
inscriptos en el Registro Cívico Nacional al amparo del literal A) del artículo 331 de la Constitución
de la República. Para dicho procedimiento de reforma constitucional rige lo dispuesto por el
segundo inciso del literal B) del artículo constitucional antes referido, que exige para que el
3
«[…] La campaña para las elecciones nacionales de 2009 colocaron, por primera vez desde la
recuperación democrática, a la seguridad ciudadana en el centro de la puja políticopartidaria. Las propuestas
giraron predominantemente hacia una oferta concentrada en el control y la represión del delito, ubicando en
un segundo plano a las medidas de carácter preventivo. La inseguridad se asumió como sinónimo de delitos
contra la propiedad cometidos por adolescentes y jóvenes» (Rafael Paternain: «Políticas de seguridad en el
Uruguay: desafíos para los gobiernos de izquierda», en Cuestiones de Sociología, n.º 10, La Plata, Universidad
Nacional
de
La
Plata,
2014
(disponible
en:
‹http://www.cuestionessociologia.fahce.unlp.edu.ar/article/view/CSn10a04/6026›).
4
A modo de ejemplo, el 23 de noviembre de 2009 (en el final de la campaña para el balotaje del 29 de
noviembre de ese año) el Partido Nacional presentó sus medidas en materia de seguridad pública: Uruguay
Seguro. La presentación fue realizada por el entonces senador Carlos Moreira e «hizo hincapié en la
necesidad de atender la problemática de la minoridad infractora a través de la creación del Instituto Nacional
de Rehabilitación Juvenil y además a través de reformas legislativas que penen la tentativa de hurto y la
complicidad, además de establecer una franja de entre 16 y 18 años con responsabilidad especial penal sobre
todo para los delitos gravísimos como el homicidio o las rapiñas con penas privativas de libertad de entre
cinco y diez años» (véase: ‹http://www.espectador.com/politica/167644/pn-presento-uruguay-seguro›).
5
En 2010 ya existían proyectos de ley con el fin de bajar la edad de imputabilidad y que estaban
siendo estudiados a nivel legislativo. Dos ejemplos: (i) el proyecto del ley presentado por la bancada de
diputados del Partido Colorado y que modificaba el artículo 34 del Código Penal (véase
‹http://www.parlamento.gub.uy/repartidos/AccesoRepartidos.asp?Url=/repartidos/camara/d201009035300.htm›), y (ii) el proyecto del entonces diputado nacionalista Luis Lacalle Pou que proponía modificar el
artículo
222
del
Código
de
la
Niñez
y
la
Adolescencia
(véase:
‹http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?118750›).
3
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plebiscito sea afirmativo que vote por «Sí» la mayoría absoluta de los ciudadanos que concurran a
los comicios.
Dicho plebiscito no alcanzó la mayoría requerida por la disposición constitucional. De acuerdo a los
datos proporcionados por el centro de cómputos de la Oficina Nacional Electoral de la Corte
Electoral, el número total de votantes el día 26 de octubre de 2014 fue de 2.372.117 (dos millones
trescientos setenta y dos mil ciento diecisiete) y los votos a favor del proyecto de reforma
constitucional fue de 1.110.283 (46,8 por ciento).
Haciendo un ejercicio de simplificación importante es posible caracterizar brevemente los
adversarios
de
la
contienda.
Por
un
lado,
la
Comisión
para
Vivir
en
Paz
(‹http://www.paravivirenpaz.uy/›) integrada, según consiga en su sitio web, por «un grupo
heterogéneo de personas de distintas edades con una misma meta: mejorar el sistema de
seguridad para vivir en paz». Por su parte, la Comisión No a la Baja (‹http://noalabaja.uy/›) surgió
ante la necesidad de frenar la iniciativa que propone bajar la edad imputabilidad y se definía como
un espacio no político partidario: «es un espacio formado con la fuerza de un grupo heterogéneo
de organizaciones sociales, sindicales, estudiantiles, barriales y políticas».6
A pesar de que la Comisión para Vivir en Paz no explicitaba el origen partidario de sus integrantes,
los principales voceros eran legisladores y militantes del Partido Nacional y del Partido Colorado,
mientras que los voceros de la Comisión No a la Baja provenían de organizaciones sociales. Los
escasos intercambios que pudieron observarse durante la campaña tuvieron esta característica.
¿Cuáles fueron los principales argumentos en contra de la iniciativa? En Uruguay, los adolescentes
son responsables penalmente a partir de los trece años, y cumplen por ello sanciones que pueden
ser privativas y no privativas de libertad. A partir de la Convención de los Derechos del Niño y
6
La Comisión No a la Baja mencionaba a las organizaciones: PIT-CNT, TECHO, Federación de
Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU), Coordinadora de Estudiantes de Enseñanza Media (CEEM),
Asociación de Docentes de la Universidad de la República (ADUR), Federación Nacional de Profesores de
Educación Secundaria (FENAPES), Asociación de Estudiantes de Educación Social (AEES), Asociación de
Asistentes Sociales del Uruguay (ADASU), Iglesia Evangélica Valdense, Movimiento Tacurú Salesianos, Casa de
Cultura Mordejai Anilevich, Hashomer Hatzair, Centro de Investigación y Promoción Franciscano y Ecológico
(CIPFE), Ovejas Negras, Cotidiano Mujer, MYSU, Mujer Ahora, Mizangas-Mujeres Afrodescendientes, Mundo
Afro, Proderechos, Gurises Unidos, El Abrojo, El Tejano, Grupo Teatro del Oprimido, Asociación Nacional de
Organizaciones No Gubernamentales Orientadas al Desarrollo (ANONG), Asociación de ex Pres@s Polític@s
de Uruguay (CRYSOL), Centro de Participación Popular (CPP), Casa Bertolt Brecht, Centro de Investigación y
Estudios Judiciales-Asociación de Funcionarios Judiciales (CIEJ-AFJU), Fundación Justicia y Derecho, Colectivo
Catalejo, Centro Artiguista por los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (CADESYC), Nueva Agenda
Progresista (NAP) y el apoyo de académicos, artistas, religiosos, activistas y numerosos militantes de todos los
partidos políticos.
4
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Adolescente7 y la adecuación legislativa del Código de la Niñez y Adolescencia, acordada por todos
los partidos políticos en el año 2004,8 Uruguay cuenta con un Sistema Penal Juvenil. Este sistema
tiene por objetivo intervenir penalmente cuando los menores de 18 años cometen un delito. La
normativa nacional e internacional determina que la privación de libertad debe ser la última
medida a ser utilizada y por el menor tiempo posible. A pesar de esto, la respuesta penal más usada
es la privación de libertad en función del delito que predomina actualmente. No obstante la
recomendación más reciente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) exhorta
a que «los Estados tiendan a abolir la pena privativa de la libertad aplicada a niños, niñas y
adolescentes».9
Asimismo, la reforma constitucional propuesta violaba tratados internacionales ratificados por
Uruguay: en particular las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para la administración de la
justicia de menores de 1985 (Reglas de Beijing),10 la Convención de los Derechos del Niño de 199011
y las Directrices de las Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia juvenil de 1990
(Directrices de Riad).12
III.
ANATOMÍA (MÍNIMA) DE UNA IDEA
7
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) es un tratado internacional sobre los derechos
humanos de la infancia y la adolescencia. Fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20
de noviembre de 1989 y entró en vigencia el 2 de setiembre de 1990. Uruguay la ratificó el 28 de setiembre
de 1990.
8
Artículos 77 y siguientes de la ley 17.823-Código de la Niñez y la Adolescencia del 7 de setiembre de
2014 (disponible en: ‹http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=17823&Anchor=›). En
relación a estos artículos es que en setiembre de 2012 se crea el Sistema de Responsabilidad Penal
Adolescente (SIRPA). El artículo 1º de la ley 18.771 señala: «cométese al Instituto del Niño y Adolescente del
Uruguay (INAU) la creación con carácter transitorio, de un órgano desconcentrado que se denominará
Sistema de Responsabilidad Penal Adolescente (SIRPA) a fin de suceder al Sistema de Ejecución de Medidas
para Jóvenes en Infracción (SEMEJI), en todo lo relativo a la ejecución de las medidas socioeducativas
dispuestas por los artículos 77 y siguientes de la ley n.º 17.823, de 7 de setiembre de 2004 (Código de la Niñez
y la Adolescencia)».
9
Comisión Interamericana de Derechos Humanos: Justicia juvenil y derechos humanos en las Américas
(Resumen
ejecutivo),
2011,
p.
X
(disponible
en:
‹http://www.oas.org/es/cidh/infancia/docs/pdf/JusticiaJuvenil.pdf›
10
Disponible en: ‹http://www.unicef.org/panama/spanish/7972.htm›.
11
Disponible en: ‹http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CRC.aspx›.
12
Disponible en:
‹http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/PreventionOfJuvenileDelinquency.aspx›.
5
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Hay un dato muy importante y que es central en este análisis: la Comisión No a la Baja logró revertir
los pronósticos adversos que venían desde el mismo momento en que la Corte Electoral habilitó la
realización del plebiscito.13 ¿Cómo explicar esto? Con dos razones: una imponente capacidad de
movilización a nivel nacional y argumentos contundentes para demostrar que la propuesta de bajar
la edad de imputabilidad penal era una medida desacertada.
Pese a ello, importa reparar en la proporción de la ciudadanía que decidió acompañar una
propuesta de esta índole. El porcentaje del SÍ demuestra que el discurso punitivo ha penetrado con
fuerza en una sociedad temerosa, que reclama un endurecimiento de los deberes represores del
Estado, más cárcel, más privación de la libertad y mayor presencia policial, como si sólo eso
alcanzara para sosegar los efectos de la inseguridad ciudadana. Ese apoyo no responde a una
decisión sin razonar, sino que, por el contrario, forma parte de una línea de pensamiento que se
alimenta en el miedo al delito y al crimen como fenómeno social masivo.
Nilia Viscardi señala que actualmente hay un debate sobre la culpabilidad social: este es el espíritu
que abona movimientos políticos como la Comisión para Vivir en Paz, que tiene mucho que ver con
la cuestión de la tolerancia cero, el endurecimiento de las penas, con la idea de que hay una culpa
que radica en los adolescentes de determinados sectores socioeconómicos, y la respuesta a eso es
que la edad de responsabilidad penal descienda. En las sociedades actuales se da un proceso
general por el cual surgen ciertas tendencias que podemos denominar conservadoras, fuertemente
punitivas, que legitiman y dan voz a este tipo de pedidos, que suelen anclarse en los medios de
comunicación y que aparecen alineados a coyunturas electorales.14
Desde la restauración democrática Uruguay ha vivido un proceso constante de aumento de
fenómenos de violencia en los más diferentes espectros. En general, las explicaciones de este
fenómeno se encuentran en la fragmentación de la sociedad y en la ruptura de lazos sociales,
lugares comunes en la reflexión de la academia, actores sociales y del sistema político en los
últimos años. Del diagnóstico15 se pasó a diferentes acciones, intervenciones y políticas —más o
13
Una encuesta de la consultora CIFRA (González, Raga & Asociados) realizada entre el 20 y el 27 de
junio de 2011 indicaba que el 65 por ciento de los encuestado declaraba estar a favor de la baja de la edad de
imputabilidad penal, el 28 por ciento declaraba estar en contra, y un 7 por ciento declaraba «No sabe/no
contesta».
14
«El medio me da miedo», en gaceta.UR (año II, número 13), Montevideo, Universidad de la
República, mayo de 2011, p. 17.
15
«[…] Se cuenta con un conjunto de aportes que permiten una mayor comprensión de las raíces
sociales y de las características de los conflictos que dan en diversas violencias en nuestro país. Este
panorama, marcado por un aumento constante de todas las tasas de delito y de la población encarcelada,
requiere seguir profundizando el nexo entre la investigación de los fenómenos de violencia en el Uruguay
6
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menos sistemáticas, más o menos integrales— que se implementaron para tratar de abordar las
variadas manifestaciones de la violencia.
Por supuesto que la criminalidad rompe los lazos sociales, pero genera una empatía punitiva, es
decir, la creación de un sentido común que pide cada vez más castigo y al que no le interesa
respetar el espíritu garantista de las normas. A su vez, fragmenta la ilusión de control, al sostener
que en la situación institucional actual no es posible garantizar los derechos individuales y la
propiedad privada que son avasallados, como nunca antes, por la delincuencia. El sostén ideológico
de este argumento es muy poderoso y no menciona temas esenciales como la violencia con las
personas en sus múltiples expresiones (violencia basada en género, trata y tráficos de personas,
violencia contra niños, niñas y adolescentes, violencia contra las personas LGBT, entre otras que
afectan a minorías y que tienen menor repercusión mediática).
De todos modos, ese punitivismo seguirá promoviendo desde cualquier ámbito leyes para
aumentar penas, reducir beneficios a los procesados, dar más facultades a la Policía, crear nuevos
delitos y aumentar el régimen punitivo a menores. El punitivismo está vigente y hay ejemplos
recientes que demuestran que se seguirá recurriendo a este discurso. Nada garantiza que el tema
desaparezca o que la ciudadanía no respalde esas propuestas, aunque se tramiten en el ámbito
parlamentario. Nada garantiza que el punitivismo no siga siendo atractivo. Dependerá de quienes
se opusieron a bajar la edad de imputabilidad penal seguir construyendo argumentos sólidos para
que sólo el castigo no sea la única solución.
Aquel domingo de octubre de 2014 la Comisión No a la Baja le ganó a una coalición política potente
y con recursos (humanos, financieros y materiales). Pero la campaña electoral y el resultado del
plebiscito fue solo un episodio de esta historia. Lo importante fue que se demostró que es
inconveniente se debe trabajar por alcanzar soluciones sociales efectivas, capaces de reducir la
desigualdad, la discriminación y la exclusión; insistir en que los caminos son otros, diferentes, con
impacto social y a largo plazo; en que las políticas de seguridad más serias están vinculadas con
cambios estructurales, para los cuales se precisan consensos que no dependen de la mano dura.16
contemporáneo y la generación de políticas en la materia. En ambos sentidos el país está, a diferencia de los
años noventa, en mejores condiciones de aportar al conocimiento y a la construcción de acciones y líneas de
política» (Susana Mallo y Nilia Viscardi: Violencia, juventud y miedos. Disponible en:
‹http://www.uruguayeduca.edu.uy/UserFiles/P0001/Image/articulos/101111/violencia_juventud_miedos_M
alloyViscardi.pdf›).
16
«[…] Si se tiene una perspectiva progresista de la seguridad, el capítulo policial y el penal son apenas
capítulos, y no necesariamente los más importantes, para una política de seguridad exitosa.
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Otro aspecto importante es que la campaña electoral permitió discutir la trama de violencia que
anida en las instituciones de control social, en nuestras ciudades y en nuestra vida cotidiana. Es
tarea de todos convencer, para que ese debate sea posible, de que las soluciones son viables pero a
largo plazo, y de que hay vida más allá del punitivismo.
IV.
UNA REFLEXIÓN HACIA ADELANTE Y PROPUESTAS
Susana Mallo y Nilia Viscardi señalan que, en términos de generaciones, gran parte de aquellos que
sufren la violencia son niños y jóvenes. Aunque los medios de comunicación y la opinión pública
generaron una sobreexposición de los delitos protagonizados por adolescentes y jóvenes
(especialmente aquellos vinculados a hurtos y rapiñas especialmente agravados por el uso de
violencia), esto oculta el hecho de que los niños, niñas, adolescentes y jóvenes de contextos de
pobreza y exclusión siguen siendo los que tienen sus derechos mayormente vulnerados:
«Las violencias sexuales, físicas y psicológicas vividas en el hogar han sido constantemente
denunciadas como uno de los hechos que padecen gran parte de los niños, adolescentes y
jóvenes. Asimismo, diferentes tipos de explotación sexual y laboral, así como el temprano
involucramiento en redes vinculadas al comercio informal, el tráfico de drogas y el delito. La
violencia vivida en espacios institucionales tan diferentes como los programas de rehabilitación,
la cárcel, los hogares del INAU y los centros educativos, por otra parte, marcan un nuevo perfil
de las nuevas formas de exclusión en el país.
Las respuestas implementadas en Uruguay para estos fenómenos presentan diversos niveles de
elaboración. A grandes rasgos, puede decirse que es difícil hablar de la construcción sostenida
de una política en materia de violencia y de la consolidación de una agenda cuyos objetivos
trasciendan los períodos de gobierno. No obstante, las nuevas formas de ciudadanía
democrática no pueden cumplirse si no es mediante la generación de mecanismos
institucionales específicos que den cuenta y acogida a los problemas sociales que terminan en
En algún momento se pensó que la policía debía llevar adelante políticas sociales, lo cual es un error bastante
feo. La policía puede hacer prevención policial estrictamente y contribuir a la prevención situacional. Todos
los demás capítulos preventivos tienen que ser articulados por otros actores del sistema, y seguramente el
aparto púbico deba tener una fuerte participación.
Cuando se habla de la prevención social no significa que cada ministerio haga tareas por separado si no atacar
los factores de riesgo de la violencia y la criminalidad con un enfoque global. […] Las políticas sociales tienen
que abrirse y generar sus programas específicos que trabajen en la prevención social» («La inseguridad y el
efecto lupa», en gaceta.UR (año II, número 13), Montevideo, Universidad de la República, mayo de 2011, p.
10).
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violencias. Una vez ocurridas las violencias, deben ampararse institucionalmente sus denuncias,
recibiéndolas, atendiéndolas y si fuera el caso, estableciendo las necesarias sanciones.
Pero más allá de la pretensión punitiva, el problema de la violencia en sus diversos niveles
(doméstica, en las instituciones educativas, laborales, en las redes de trabajo informal, en el
tránsito, sexuales, etcétera) requiere de la búsqueda de nuevos mecanismos de diálogo para la
resolución y canalización del conflicto, un diálogo que se rija por procedimientos legales y tenga
anclaje institucional. Observamos, de hecho, la dificultad del país para implementar nuevas
formas institucionales, analizar su eficacia a la luz de los resultados obtenidos y vislumbrar
semejanzas y diferencias, así como posibilidades de mejora de la política institucional
desarrollada».17
El planteo pretender trascender las propuestas que plantean fortalecer el sistema judicial y las
instituciones que ejecutan medidas para adolescentes. La meta es perfeccionar las prácticas de
disciplinamiento y juzgamiento. Consideramos oportuno y urgente instalar integralmente la
discusión acerca de (i) los proyectos pedagógicos durante el cumplimiento de la medida de
privación de la libertad, (ii) el apoyo en el proceso de reintegración social, (iii) el abordaje y el
trabajo en red con la familia y los centros educativos, culturales y de salud, (iv) la capacitación de
los operadores judiciales, sociales y policiales, entre otros.
De acuerdo a Gabriel Tenenbaum: «dirigir los esfuerzos en el sentido de realizar cambios punitivos
no atenúa el problema de la delincuencia, no ataca directamente el foco del problema, en tanto las
condiciones de posibilidad siguen presentes: restrictiva y precaria estructura de oportunidades,
imposibilidad y nula percepción de movilidad social ascendente, familias impedidas e incapacitadas
para realizar un cuidado efectivo de los niños y adolescentes, comunidad de residencia conflictiva y
con carencias de servicios públicos gratuitos, la violencia como forma de socialización, entre otros
factores».18
La adolescencia está signada por un proceso de aprendizaje, definición de la personalidad,
delimitación de la identidad, conocimiento de las pautas de convivencia, entre otros procesos. De
este modo, no es posible tratar a los adolescentes como si fueran capaces de tomar decisiones
sabias y conscientes; tampoco los adultos son capaces de ello. Tarea sencilla y cómoda resulta
apuntar el antagonismo a una minoría (no minoridad) que no tiene capacidad de resistencia más
17
Susana Mallo y Nilia Viscardi: Violencia, juventud y miedos. Disponible en:
‹http://www.uruguayeduca.edu.uy/UserFiles/P0001/Image/articulos/101111/violencia_juventud_miedos_M
alloyViscardi.pdf›
18
Gabriel Tenenbaum: «¿Por qué los adolescentes no son el problema de la delincuencia uruguaya?
Análisis comparativo en doble sentido: infracción-delito y Uruguay-México», p. 49.
9
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que con transgresiones que no son ponderadas como forma de protesta, como expresión de
desintegración social y del maltrato que reciben, sino como un delito que debe condenarse y
castigarse con el encierro.
Señalaba la Comisión No a la Baja: «[…] a pesar de que los datos estadísticos demuestran que es un
error asociar la inseguridad con el delito adolescente, se ha convertido al sector juvenil en el
principal portador de los males sociales, asignándoles alas y los jóvenes ciertos atributos,
generando entorno a ellos estereotipos que los desacreditan socialmente y provocan una
subordinación de status que les impide participar en la vida social en calidad de iguales. Esta
estigmatización justifica un trato diferencial para con los y las jóvenes y, si bien se los reconoce
viviendo en contextos donde su derechos son sistemáticamente vulnerados, el hecho de vivir y
crecer en esa situación parece convertirlos en “sujetos peligrosos”. Culpabilizar a las personas
jóvenes por las situaciones que atraviesan, supone transitar por la vía más sencilla, la cual, en lugar
de comprender su situación como resultado de un modelo social fragmentado y desigual deposita
en la juventud las culpas, exonerando de las mismas al orden social prevaleciente».19
Por último, se deberían retomar propuestas realizadas por actores sociales y políticos durante la
campaña de 2014. Por ejemplo, la de expandir la práctica de desjudicialización y resolución de
conflictos a través de la mediación o la de institucionalizar políticas preventivas y de corte social
que desarrollen acciones de integración, promuevan un sentido comunitario y horizontal de
relacionamiento. En relación a las penas, se deben profundizar y aumentar las medidas no
privativas de libertad, fundamentalmente aquellas donde la promoción cultural y la integración
social —desde una perspectiva de derechos— sean ejes de una política integral, para construir otra
trayectoria de vida.
19
Documento «¿Por qué le decimos no a la baja de la edad de imputabilidad?». Disponible en:
‹http://noalabaja.uy/›.
10
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