Carta a mi 4º abuelo, Domingo Comellas (I). Querido abuelo: Sé de tu existencia (hoy el tuteo está extendido) por tu hoja de servicios como «artillero». Sé que eres catalán, natural de Navarcles (Manresa) y que a los 21 años ante la invasión napoleónica, y sin pensarlo mucho, te alistaste voluntario en defensa de tu país. Viviste los horrores de la guerra en carne propia en la defensa de la ciudad de Gerona, siendo herido y hecho prisionero en el lance. Liberada España del «yugo francés», continuaste en el ejército. Tu regimiento fue trasladado a A Coruña. La «Guerra Realista» (entre liberales y absolutistas) truncó tu vida en 1823; el carromato de munición que conducías voló por los aires, y no quedo rastro ni del carro ni de ti. Como catalán que dio su vida sin saber en que acabó esa contienda entre españoles, te pongo al día: ganaron los realistas con ayuda de Francia; continuó reinando el absolutista Fernando VII, ¡Adiós a la Pepa! En Ultramar continuaron las proclamas de independencia. Las colonias se redujeron a Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En 1863 la liamos nuevamente con la guerra hispano-sudamericana contra Chile y Perú (batalla naval de El Callao). Poco después la «guerra de los 10 años» en Cuba. Para seguir con la tradición a finales del siglo el conflicto fue con los Estados Unidos, resultado: la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Mientras tanto en España no paramos de darnos palos entre nosotros. Sufrimos tres guerras civiles, las llamadas Carlistas y tres intentonas más (como siempre con participación activa de tus compatriotas catalanes) con miles de muertos, y donde gran parte de ellos no sabían por qué entregaban su vida. En 1868 la revolución «La Gloriosa», golpe de estado incluido, supuso la salida de la reina Isabel II al exilio. Cambio de casa reinante con Amadeo de Saboya que duró solo un par de años (seis gobiernos distintos), hasta que nos dejó por imposible y en plena tercera guerra carlista regresó a su casa. Cansados de monarquías probamos con la Republica. Dos años de continuos desacuerdos desembocaron, después de la dictadura del general Serrano, en el golpe de estado del general Pavia. Una pintoresca rebelión cantonal en 1873 produjo nuevos enfrentamientos entre hermanos y pueblos vecinos. De nuevo otra restauración borbónica con Alfonso XII «el Pacificador». Muerto el rey a los 27 años le sucedió su hijo Alfonso XIII (rey desde su nacimiento) quien soportó en 1923 la dictadura de Primo de Rivera como forma de gobierno durante siete años. Renunciando el general, el monarca interpretó el resultado de las elecciones municipales y tomó rumbo al exilio. Nueva República. Aprovechando el desconcierto general el señor Maciá proclamó a su vez la República Catalana (1931). Para tus paisanos «flor de un día», mejor dicho de tres, que fueron los días que duró la aventura. Tres años más tarde, coincidiendo con la Huelga General Revolucionaria en octubre del 34, Lluis Companys volvió a proclamar el «Estat Català de la República Federal Espanyola» esta intentona separatista duró tan solo 24 horas y acabo con la detención de sus dirigentes. El desgobierno de la II Republica finalizó con un nuevo golpe de estado que trajo consigo una guerra civil entre españoles, con terribles atrocidades y venganzas cometidas por los dos bandos. En tu tierra (bando republicano) no tenían nada mejor que hacer que se mataron entre ellos. Fin de la guerra en 1939 y nueva dictadura (General Franco) un poco más larga que la anterior (40 años de «Paz y Ciencia»). Para finalizar y desde la muerte en la cama del dictador en 1975, comenzó el periodo democrático que vivimos actualmente (otros 40 años). Nueva Constitución y nueva restauración borbónica con Juan Carlos I, que hace poco abdicó en su hijo Felipe VI; por cierto al que un concejal de Barcelona (Gargantè) amenaza con rebanarle el gaznate si se deja ver por tu/nuestra Catalunya. Como ves, abuelo, la fraternidad es una constante en nuestra historia; y para muestra un botón con las recientes elecciones generales, con nuevos partidos que no encuentran solución de gobernabilidad. Por no decir del «procés» de segregación de tu tierra aprovechando nuevamente la debilidad del Estado. Si tienes alguna influencia con Carles Puigdemont, alcalde del pueblo que defendiste bravamente; por favor, hazle entrar en razón, y que piense en los otros catalanes. Te contaré el desenlace. Un fuerte abrazo de tu chozno, Juan. www.juancardona.es ene 2016