Hacia las sociedades del conocimiento

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Hacia las sociedades del
conocimiento
Koichiro Matsuura-UNESCO* ( 3-Nov-06)
Podemos preguntarnos si nos hallamos en los albores de una nueva era: la de las
sociedades del conocimiento. En efecto, los profundos cambios de la ciencia en el
siglo XX han originado una tercera revolución industrial: la de las nuevas
tecnologías, que son fundamentalmente intelectuales. Esa revolución ha ido
acompañada de un nuevo avance de la mundialización y ha sentado las bases de una
economía del conocimiento, en la que éste desempeña un papel fundamental en la
actividad humana, el desarrollo y las transformaciones sociales.
Hay que señalar que la información no es lo mismo que el conocimiento. La
sociedad de la información en gestación sólo cobrará su pleno sentido si propicia el
surgimiento de sociedades del conocimiento pluralistas y participativas, que sepan
integrar en vez de excluir.
¿Será el siglo XXI testigo del auge de sociedades en las que se comparta el
conocimiento? Como se señala en el Informe Mundial de la UNESCO Hacia las
sociedades del conocimiento –elaborado bajo la dirección de Jérôme Bindé y
publicado con motivo de la Cumbre de Túnez–, en las sociedades caracterizadas por
el aprendizaje no tendría que haber exclusiones porque el conocimiento es un bien
común al que todos deben tener acceso. El conocimiento tiene dos características
notables: su no rivalidad y –una vez que ha expirado el plazo de protección
garantizado por el derecho de propiedad intelectual– su no exclusividad. La primera
de estas características ilustra una propiedad del saber que ya puso de relieve Thomas
Jefferson: el hecho de que una persona haga uso de un conocimiento no impide que
otra lo utilice también. La segunda característica significa que toda persona puede
utilizar libremente un conocimiento de dominio público.
Hoy en día sabemos que el desarrollo de sociedades en las que se aprovechen
compartidamente los conocimientos es la vía que nos permitirá luchar eficazmente
contra la pobreza, prevenir graves peligros para la salud como las pandemias, reducir
las terribles pérdidas humanas ocasionadas por maremotos y huracanes, y promover
un desarrollo humano y sostenible. En efecto, hoy tenemos a nuestro alcance nuevos
estilos de desarrollo que no se basan como antaño en “el sudor, la sangre y las
lágrimas”, sino en la inteligencia, la capacidad de la ciencia y la tecnología para
resolver problemas, el valor añadido del intelecto y la expansión de los servicios en
todos los sectores de la economía. Todo esto tendría que propiciar un desarrollo del
espíritu cívico y el auge de una democracia prospectiva frente a la sociedad del
riesgo.
*
Director General de la UNESCO
No obstante, hay cinco obstáculos que se oponen al advenimiento de las
sociedades del conocimiento compartido:
• La brecha digital. Hoy en día, el hecho de no estar conectado a la Red
supone verse privado del acceso a múltiples conocimientos. Si bien es cierto
que el número de internautas aumenta sin cesar y asciende ya a la cifra de
1.000 millones, hay todavía en el mundo 2.000 millones de personas
privadas de electricidad y el 75% de la población del planeta no tiene acceso,
o muy poco, a los medios de telecomunicación básicos.
• La brecha cognitiva, mucho más honda y antigua, que no sólo traza una
divisoria profunda entre los países del hemisferio Norte y los del hemisferio
Sur, sino también dentro de cada sociedad.
• La concentración del conocimiento, y más concretamente de los
conocimientos de vanguardia y de las inversiones importantes en los campos
de la ciencia y la educación. Unos y otras se agrupan en áreas geográficas
reducidas, agravando la fuga de cerebros de los países del hemisferio Sur
hacia los del hemisferio Norte, entre los países del Norte, y también entre de
los países del Sur.
• En principio, el conocimiento tiene que ser objeto de un aprovechamiento
compartido. No obstante, a partir del momento en que se convierte en
información tiene un precio. A este respecto, debemos preguntarnos dónde
se sitúa el imprescindible compromiso entre la universalidad del
conocimiento –que supone su accesibilidad para todos, sin excepciones– y el
respeto del derecho de propiedad intelectual.
• El auge de sociedades en las que el conocimiento sea un bien común
compartido se ve obstaculizado hoy por la agravación de toda una serie de
disparidades sociales, nacionales, urbanas, familiares, sociales y culturales
que afectan a un gran número de países, así como por la persistencia de las
desigualdades entre los sexos. Actualmente, la proporción de niñas y jóvenes
del mundo sin escolarizar se eleva a un 29%, y las mujeres están
insuficientemente representadas en el ámbito científico.
Para superar estos obstáculos, las naciones del mundo van a tener que invertir
en la educación, la investigación, el fomento de la información y el desarrollo de
“sociedades del aprendizaje”. De esas inversiones depende el destino de los países,
porque aquellos que no inviertan suficientemente en el conocimiento y en una
educación y ciencia de calidad pondrán en peligro su futuro. Con el correr del tiempo,
la fuga de cerebros los dejará exsangües de sus fuerzas vivas.
¿Qué soluciones concretas propone la UNESCO en su informe Hacia las
sociedades del conocimiento? He aquí algunos ejemplos:
• Invertir más en una educación de calidad para todos. Esta es la clave de una
igualdad de oportunidades real. Los países tendrían que dedicar una parte
considerable de su producto nacional bruto a la educación, y la asistencia
oficial para el desarrollo de la comunidad internacional tendría que
orientarse más hacia la educación.
• Los gobiernos, el sector privado y los interlocutores sociales tendrán que
examinar la posibilidad de establecer paulatinamente, a lo largo del siglo
XXI, un crédito-tiempo para la educación que otorgue a toda persona el
derecho a cursar un cierto número de años de estudios después de la
escolaridad obligatoria. Así, todos podrán formarse a lo largo de toda la vida
y los que hayan abandonado prematuramente el sistema educativo tendrán
una segunda oportunidad.
• Si es preciso invertir en una investigación científica de calidad capaz de
afrontar los desafíos del futuro, también es necesario promover modalidades
concretas e innovadoras de aprovechamiento compartido del saber, por
ejemplo el “colaboratorio”. Esta nueva institución virtual, que fusiona en una
sola las palabras laboratorio y colaboración, permite a los investigadores
trabajar en redes que trascienden las fronteras. Esta innovación, que ya ha
permitido descifrar el genoma humano, podría transformar la relación entre
los países del Norte y los del Sur en el campo de la ciencia y poner coto a la
fuga de cerebros.
• Hay que promover también la diversidad lingüística en las nuevas sociedades
del conocimiento y valorar el saber autóctono y tradicional.
¿Podrán los países del Sur crear sociedades del conocimiento? ¿No son éstas un
lujo exclusivo de las naciones del Norte? A estos interrogantes bien se podría
responder con las palabras de Abraham Lincoln: “Si creen que el conocimiento es
caro, piensen cuánto puede costar la ignorancia”. Cabe preguntarse, además, si no
debemos aprender la lección de los logros palpables conseguidos por muchos países
del mundo. Algunos han invertido masivamente durante decenios en la educación y la
investigación científica, disminuyendo así considerablemente la pobreza absoluta.
Otros han conseguido sobrepasar a algunos países ricos en términos de producto
interior bruto per cápita. Por último, otros países que formaban ya parte del grupo de
los más avanzados han incrementado sus posibilidades de éxito en el plano mundial,
mejorando aún más su nivel de desarrollo humano y sostenible.
Un mundo como el nuestro, que dedica un billón de dólares por año al gasto
militar, ¿no dispone de medios suficientes para promover sociedades del
conocimiento en las que nadie esté excluido? Con políticas de reforma audaces
encaminadas a reducir determinados gastos improductivos, mejorar la productividad
de los servicios públicos, racionalizar las administraciones, suprimir algunas
subvenciones ineficaces y luchar contra la corrupción, se podrían conseguir recursos
financieros considerables para dedicarlos a la educación y el conocimiento.
Ante un mundo profundamente dividido por múltiples brechas y
frente a la contradicción que se da entre algunos problemas globales y la
partición del conocimiento, la única solución es el aprovechamiento
compartido de éste. Como dice un proverbio africano: El conocimiento y
el amor son iguales, porque son las dos únicas cosas que aumentan
cuando se comparten.
Koichiro Matsuura
REPORTE DE LA UNESCO PUBLICADO EL 3-Nov-2006
Un informe de la UNESCO publicado hoy insta a los gobiernos a
ampliar la educación para todos y fomentar el acceso comunitario a las
tecnologías de la información y la comunicación, así como a mejorar al
aprovechamiento compartido de los conocimientos científicos a nivel
internacional, a fin de reducir la brecha digital y la brecha cognitiva que
separan a los países del Norte de los del Sur y poder así avanzar hacia
una forma “inteligente” de desarrollo humano sostenible.
En este informe, titulado “Hacia las sociedades del conocimiento”,
y presentado hoy en París por el Director General de la UNESCO, Koichiro Matsuura, se
preconiza también dar prioridad a la diversidad lingüística, compartir los conocimientos sobre
el medio ambiente y elaborar instrumentos estadísticos para medir el conocimiento y ayudar a
los encargados de la elaboración de políticas a definir prioridades.
Los autores del informe destacan que no se deben confundir las sociedades de la información
con las sociedades del conocimiento. En efecto, las primeras contribuyen al bienestar de las
personas y las comunidades y abarcan aspectos sociales, éticos y políticos. El caso de Singapur
es ilustrativo a este respecto. Este país, que estaba lleno de barriadas miserables cuando
accedió a la independencia, ha logrado en un breve lapso de 40 años alcanzar índices de
crecimiento económico que superan a los de los países más industrializados, gracias a la
promoción de la creatividad y del conocimiento mediante la educación.
Otro caso menos conocido es el de Villa El Salvador (Perú), un municipio creado por una
comunidad de varios miles de personas expulsadas de Lima en 1971. Una vez establecidas en
una zona desértica construyeron, sin ninguna ayuda exterior, escuelas y centros docentes,
convirtiendo así una barriada miserable en una ciudad bien organizada que cuenta hoy con
400.000 habitantes. El 98% de los niños de Villa El Salvador están escolarizados y la tasa de
analfabetismo de este municipio es la más baja de todo el Perú (4,5%). Además, la ciudad
cuenta con más de 15.000 jóvenes matriculados en su propia universidad o en los centros de
enseñanza superior de Lima.
Las sociedades de la información, en cambio, se basan en avances tecnológicos que corren el
riesgo de suministrar sólo una “masa de datos indiferenciados” a los que carecen de
competencias suficientes para beneficiarse de ellos.
“En las páginas del informe –dice Koichiro Matsuura– se esboza una panorámica del futuro
con rasgos prometedores y preocupantes a la vez. Prometedores, porque el potencial ofrecido
por la utilización razonable y resuelta de las nuevas tecnologías abre auténticas perspectivas al
desarrollo humano y sostenible, así como a la edificación de sociedades más democráticas.
Preocupantes, porque son muy reales los obstáculos y las celadas en el camino hacia estas
metas.”
La disparidad en el acceso a las tecnologías de la comunicación y la información, que se ha
llegado a conocer por el nombre de “brecha digital”, es uno de los más importantes de esos
obstáculos, según el informe. Sólo 11% de los habitantes del mundo tiene acceso a Internet y
90% de ellos viven en los países industrializados.
No obstante, en el informe se indica que la brecha digital es consecuencia de una escisión
mucho más grave: la brecha cognitiva. “Hoy en día, es mayor que nunca esta brecha que separa
a los países ricos –con gran potencial de investigación e innovación, sistemas educativos
eficaces y centros del conocimiento y la cultura accesibles a la inmensa mayoría– de las demás
naciones, donde los sistemas educativos son deficientes, las instituciones de investigación se
hallan desprovistas de recursos y el potencial de conocimientos se ve gravemente afectado por
la fuga de cerebros”.
Los autores del informe reiteran que el fomento de sociedades del conocimiento exigirá que se
superen esas disparidades, consolidando “dos pilares de la sociedad mundial de la información
que hasta ahora se han garantizado de forma muy desigual: el acceso a la información para
todos y la libertad de expresión”.
Asimismo, señalan que la diversidad cultural y lingüística es un elemento fundamental para el
desarrollo de las sociedades del conocimiento y destacan que los conocimientos autóctonos y
tradicionales pueden ser de un valor inestimable en ámbitos como la agricultura y la salud, por
ejemplo. Este tipo de conocimientos suelen poseerlos sociedades que carecen de escritura y
son, por lo tanto, muy vulnerables. Teniendo en cuenta que cada dos semanas desaparece un
idioma en el mundo, muchos de esos conocimientos se están perdiendo. El informe suministra
algunos ejemplos de utilización de los conocimientos tradicionales, por ejemplo en la
agricultura de las islas Fiji.
En el informe se destaca que la problemática planteada es de gran importancia porque el costo
de la ignorancia es mucho más elevado que el de la educación y el del aprovechamiento
compartido de los conocimientos. También se preconiza la edificación de sociedades que sean
capaces integrar en su seno a todos sus miembros y promuevan nuevas formas de solidaridad
entre las generaciones actuales y las venideras. Asimismo, se proclama que nadie debe ser
excluido de las sociedades del conocimiento en las que éste debe ser un bien común disponible
para todos y cada uno de sus miembros.
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