tertulia así hablan las mujeres Un bote de champú sin tapar, la lavadora que alguien nunca pone o el interés sospechoso por una tercera persona... Cualquier minucia sirve como detonante para las riñas de enamorados, pero ¿adónde llevan? Peleas de pareja: ¿fortalecen o dinamitan? L por PILAR ARRANZ o contaba hace unos días en televisión Pablo, un hombre de 64 años, dedicado en cuerpo y alma a cuidar de su esposa, enferma de Alzheimer: lo que más echaba de menos de la época previa a la enfermedad de su mujer, decía, eran «las peleas». Sin ellas, la relación había perdido su esencia. Su caso sirve para ilustrar este debate, del que todos somos protagonistas: ¿acaso alguien se ha librado de protagonizar una trifulca casera? El refranero español sentencia que «los amores reñidos son los más queridos», pero ¿realmente refuerzan las discusiones los afectos o sólo los envenenan? Desde aquella Pelea en broma de Juanito Valderrama y Dolores Abril (en la que esta le acusaba de ser «un chungo pelao», y él, de «cardo borriquero») a Pimpinela («como perros y gatos pasamos la vida peleando») o, más recientemente, al éxito de la serie Escenas de Matrimonio y sus roces de andar por casa, ha llovido mucho, pero parece que hay algo que no cambia: no hay amor que no libre alguna batalla. En cuanto a los porqués de los encontronazos, existe diversidad de opiniones. Un estudio realizado hace un par de años por el portal de relaciones match.com aseguraba que los celos son su principal espoleta; sin embargo, otro informe, presentado este año por el Instituto Ipsos, especializado en análisis de mercados, afirma que el 52% de los nacionales acaba a grito pelado por culpa las tareas domésticas, más exactamente, cuando se dirime quién las realiza. De la pasión y sus (parece) inevitables guerras hablan la cantante Elsa Rovayo, La Shica, la cineasta Inés París y las periodistas Sonsoles Ónega y Amalia Sánchez Sampedro, que echan mano de sus experiencias para diseñar sus teorías. Por eso, sus chicos, maridos o compañeros, que de todo hay, cobran un protagonismo inusual en esta tertulia, presidida, contra pronóstico, por la paz y el buen humor. Amalia ha escogido para la ocasión unos pendientes acordes con el tema: en uno se ve a una pareja entrelazada; en el otro, unas tijeras... Todo un símbolo. YO DONA. Los expertos no se ponen de acuerdo. Por una parte, los intercambios de opinión más o menos virulentos funcionan como válvula de escape; por otra, si sobrepasan ciertos límites, pueden convertir el hogar en un ring. ¿En qué lado del cuadrilátero os situáis vosotras? Sonsoles: Creo que dinamizan mucho la relación de pareja, siempre que sean un camino 12 www.yodona.com l + fotos CARLOS ALBA 1 Sonsoles Ónega Periodista. Especialista en información parlamentaria en Telecinco. 2 Amalia Sánchez Periodista. Ha trabajado en TVE y Canal Sur. 3 Elsa Rovayo, ‘La Shica’ Cantante. Su último trabajo es Supercop. Participa como contertulia en el programa En Días Como Hoy, de RNE. 4 Inés París Directora de cine. Preside la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA). [1] [2 [2] ] [3] [4] cómo ha dejado uno el cenicero, se está dicienpara resolver los conflictos y nunca un punto sin retorno. Esas contiendas que se do otra cosa: «¡Que ya no me gustas nada!». intercalan con reconciliaciones le aportan una chispa que, de otra manera, acabaría extinguiéndose con el paso de los años. Inés dice estar de acuerdo con Elsa, pero introAmalia: No lo tengo tan claro. Yo distingo entre el debate, muy enriquecedor, duce un matiz importante en el debate: «Las y la pelea, que siempre conlleva connotaciones negativas, sobre todo si se rediscusiones creativas y positivas, en las que se pite demasiado y si llega a ese tono de confrontación que deja tan mal sabor de llega a pactos, nos gustan más a nosotras. Los boca. La convivencia nunca es fácil, pero si encima andas con esas, se puede hombres no tienen tan claconvertir en un infierno. ra la frontera entre el interInés: Efectivamente, una cosa es discutir y otra pelear. La pricambio de pareceres y la mera es una práctica que debe ejercitarse cuando se establece contienda. Las mujeres un vínculo amoroso, porque, desde ese instante, hay que pacconsideramos que un protar hasta el detalle más nimio. Sin embargo, la segunda supone blema que se expresa embuscar excusas para reprocharle al otro cualquier bobada: siempieza a perder fuelle. Sin pre hay detrás una acumulación de rencores. embargo, a ellos, negociar Elsa: Pienso que cada crisis trae aparejado un regalo sorpresa, les provoca mucha angusporque te pone en la tesitura de aprender y rectificar. Con ellas tia». ¿Actuamos entonces te formas, conoces el punto de vista del compañero y ejercitas de forma distinta? ¿Somos la generosidad de ponerte en su piel. Yo, ahora, con mi novio, más peleonas? ¿También las libro en un tono bajito, y cada vez que superamos una, nuesElsa Rovayo en esta cuestión el sexo es tro amor se vuelve más fuerte y los lazos más sólidos. determinante? Amalia: Hablaba antes de debate porque pienso que en la Amalia: Definitivamente, sí. bronca, como decía Inés, siempre subyace la sombra de la recriminación. La cara Ellos no practican esa actividad tan maravillosa, más amarga de estas salidas de tono la representan aquéllos que ya están en los esaunque pueda parecer a veces muy cursi, de tocalones previos a la ruptura y aprovechan las reuniones con amigos o familiares pamar el café o el vermú con las amigas y charlar ra sacar los trapos sucios en público. de todo un poco. Por eso, cuando ven que te Elsa: Cuando cruzas la frontera del respeto, la batalla se ha perdido; ahí comienacercas a comentarles algo, por muy insignifizan a instalarse el miedo y la desconfianza, y el otro se transforma en tu enemigo. cante que sea, se ponen en alerta. En realidad, muchas veces, cuando se grita por cosas nimias, como dónde o del cielo «Pasar al infierno engancha tanto como el mismo amor. Te duele todo, pero te sientes viva. » www.yodona.com l 13 Las mayores reyertas las «desencadenan los temas relacionados con los hijos. Eso y el propio desgaste por la cotidianidad. Amalia Sánchez Sonsoles: Están incapacitados para la comunicación. Como empieces a hablar con ellos sobre las noticias del día o la planificación del fin de semana, acabas tarifando. Se sienten forzados a hablar, no les parece natural, se sienten fatal. Amalia: Me preocupa que eso lo diga alguien tan joven como tú... Los de tu edad deberían estar más acostumbrados a charlar, aunque sólo fuera porque se han criado con novias y hermanas con una mentalidad más abierta al diálogo. Elsa: ¡Qué va! Están educados en la cultura de que los hombres no lloran, no comentan sus cosas; se juntan para ver el fútbol y poco más. Son como androides a los que se les viene el mundo encima en cuanto les anuncias que llegó la hora de hablar. Y es terrible, porque se sienten incapaces de censurar una actitud tuya que les molesta. Prefieren el silencio al debate. El machismo también les ha causado mucho daño... Inés: Yo confío mucho en la educación, pero veo que en este terreno puede existir cierto componente biológico, orgánico, creado a golpe de siglos y costumbres. A los chicos, el diálogo les tiene que conducir siempre a la acción. Si yo le cuento a mi pareja que he discutido con mi jefe, él se preguntará qué puede hacer al respecto. Yo, en cambio, me habré desahogado y no le daré más vueltas al asunto. Amalia: Sí, para ellos el terreno de la confidencia está relegado casi exclusivamente al ámbito de los amigos. Todo lo que les cuentas, como bien dices, debe tener una consecuencia inmediata. Por eso, ante un intercambio de opiniones, lo fácil es llegar a la confrontación con ellos. Pero ¿no permanece de alguna forma en el inconsciente de todos, varones y féminas, la idea de que los gritos, la furia y hasta los jarrones lanzados al aire son signos de una gran pasión? En su tiempo, los tambores de guerra entre Ava Gadner y su marido Frank Sinatra y sus sonadas reconciliaciones se vendían como una historia con amor del bueno. Hoy, la pareja con más charme, la de Angelina Jolie y Brad Pitt, sigue en la misma senda, y ella ha confesado que, en un arrebato, le rasgó la camisa al padre de sus hijos. Parece que esa percepción no ha cambiado... Inés: Reconozco que en un momento dado llegué a preocuparme porque en mis películas no entraba en el deporte del lanzamiento de plato al aire, seguido de tórridas treguas. Más tarde supe que esa dinámica se establece cuando existe maltrato. germen de la violencia machista «seElencuentra precisamente en esas relaciones tumultuosas.» Amalia Sánchez 14 www.yodona.com l » Los agresores te tratan como a una reina después de haberte machacado. Lo que nos han vendido como idílico es en realidad la representación de una relación perversa. Elsa: ¡Buf! Pasar del cielo al infierno te engancha tanto como el mismo amor, porque tienes todo el día la sangre revolucionada. El sufrimiento provoca una gran adicción, te duele todo, pero te sientes viva. Yo he vivido siempre pasiones muy tormentosas; ahora que la calma se ha instalado en mi día a día, a veces, me da por pensar si no estaré tan enamorada de mi compañero... ¡Pero nada más lejos de la realidad! El problema radica en que nos han metido muchas tonterías en la cabeza. Amalia: El germen de la violencia machista se halla precisamente en esas relaciones tumultuosas que describís. Cuando uno llega a mi edad, se da cuenta de que no hay valores más seguros que la complicidad, la tranquilidad, el contraste de pareceres que no altera los nervios. Bastante complicado es todo para que, además, llegues a casa y te subas a una montaña rusa sentimental llena de voces y reproches. Sonsoles: Aun dándoos la razón, reconozco que a mí un poquito de marcha dialéctica me gusta. Quizá sea también porque pienso que las mujeres procesamos mejor las broncas, a ellos siempre les queda un poso de amargura. ¿Cuál es la espita que enciende los conflictos? Los expertos apuntan a los celos y al reparto de tareas domésticas, pero seguro que vosotras tenéis una larga lista… Amalia: A este respecto, no me cabe ninguna duda: las mayores reyertas las desencadenan los temas relacionados con los hijos. Eso y el propio desgaste que provoca la cotidianidad. Inés: Efectivamente, Amalia. Nos han vendido la falacia de que los hijos unen. Al final, la educación que cada uno les quiere dar expresa de dónde viene, sus costumbres, sus ideas; y detalles tan simples como la elección de actividades extraescolares se convierten en trascendentales. Y esas riñas se mantienen incluso con los ex, ¡eso es ya el colmo! Sonsoles: Me parece que, más que discutir por Cuando una relación « se asienta, los conflictos deben distanciarse. Si no sucede así, es señal de que existe rabia acumulada. Inés París En el fragor de esta batalla se nos ha olvidado ese refrán que asegura que «dos no pelean si uno no quiere»... Sonsoles: ¡Eso es lo peor que te puede ocurrir! A mí me irrita profundamente que, cuando quiero plantear un tema, él guarde silencio. Se me calienta la boca y puedo decir cualquier barbaridad... Elsa: Pues a mí me pasa todo lo contrario, yo callo. Soy tan flamenca que, si hablo en caliente, meto la pata, así que necesito un tiempo para reflexionar y no decir nada que luego lamente. Sé que mi actitud desconcierta, pero cojo mi bici, subo un par de cuestas, sudo y luego charlo. Inés: En una pelea brutal, la incomunicación se puede producir tanto por defecto como por exceso, es decir, o porque no hablas o porque gritas como un energúme- Más que discutir por los niños, lo que « pasa es que, cuando aparecen, te olvidas del que ronca a tu lado.» Sonsoles Ónega 16 www.yodona.com l no. Ambos extremos resultan perniciosos para sacar algo en claro, pero está clarísimo que lo mejor es verbalizar el malestar porque se pasa antes; si te lo tragas, se enquista. Amalia: Esa pose de guardar silencio es patética, porque es una consecuencia o bien de que no das importancia al debate o bien de, lo que es peor, que no tienes nada que decir. Vamos, que nos enfrentamos a un idiota. Reconozco que la indiferencia me irrita. Para recuperarse de las heridas, nada mejor que firmar pronto la dulce reconciliación, algo que a menudo, en contra del consejo de los mediadores familiares, se hace bajo las sábanas. El sexo se le niega con frecuencia al rival en castigo a su actitud en el rifirrafe o, por el contrario, se utiliza como bálsamo sanador tras la contienda. «¡Un buen revolcón después resulta muy liberador!...», justifica Amalia. Inés: No me parece una buena solución, quizá porque, para mí, la intimidad siempre está relacionada con el buen rollo. Sonsoles: A ellos les pasa lo mismo. Hay muchos que, tras una bronca, sencillamente no pueden protagonizar una escena de amor. En cambio, a nosotras a veces sí nos apetece, siempre que la pelea acabe con nuestra victoria... «Mira tú qué graciosa!», exclama Elsa entre risas. Al término del debate, lo que está claro es que no importa cómo (ni dónde), pero los conflictos hay que arreglarlos, porque si se alargan eternamente, como explica Sonsoles, «la relación comienza a tambalearse». «Además, querer limar asperezas no implica ni claudicar ni debilidad», concluye Elsa, «sino que es el mayor síntoma de la salud de un amor». yO WWW. YODONA. COM Opina ¿LAS DISCUSIONESAFIANZAN O MÁS BIEN ENVENENAN LOS LAZOS DE PAREJA? AGRADECIMIENTOS: MAQUILLAJE NÉLIFER GALISTEO PARA MAC los niños, lo que pasa es que, cuando aparecen, te olvidas del que ronca a tu lado. Priorizas el trabajo, los amigos, la prole, y no cuidas ese afecto. Elsa: Además, uno gasta peor humor cuando no tiene tiempo ni para pintarse las uñas, y eso sucede cuando hay críos de por medio. Pero yo apuntaría también a la falta de comunicación, de honestidad. A veces, por una errónea educación sentimental, tienes tanto miedo a que te abandonen que te inventas una personalidad que no te corresponde, pero llega el día en que sale a la luz tu verdadero yo y, con él, se inician esas peloteras tremendas en las que el otro te acusa de no saber quién eres. Por supuesto, es mucho mejor mostrarse siempre de forma honesta, pero he de reconocer que, en mi caso, no siempre lo he llevado a la práctica. Inés: Yo también he cedido en algunos asuntos, por ejemplo, no he querido entrar en alguna disputa porque sabía a ciencia cierta que, si lo hacía, pondría en el disparadero mi relación. Pero si hago balance de los motivos por los que yo he batallado, sale vencedor el tema de los chiquillos. Y en la memoria tengo también grabados dos altercados brutales, horribles, por celos. Elsa: ¡Esos son los más chungos! No hay síntoma más claro de la falta de amor que su aparición. El cariño nunca va acompañado de ese sentimiento patológico. Inés: Mi sensación es que, cuando surge una pareja, los enamorados deben litigar porque hay que pactarlo todo. Pero, cuando se asienta, los conflictos deben distanciarse. Si no sucede así, es señal de que existe una rabia acumulada que se manifiesta de esa forma. »